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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc.  no.15 Viedma dic. 2012

 

ARTÍCULO

Sentidos de educar que construyen 'otra economía'. El Banco Popular de la Buena Fe

 

Rosana E. Sosa
rsosa@soc.unicen.edu.ar
Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Nacional del Centro

Recibido: 16/11/11
Aceptado: 12/09/12

 


Resumen
El artículo presenta reflexiones sobre el impacto social del proceso de implementación de las microfinanzas como política pública del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, focalizando en el Bancos Populares de Olavarría, Buenos Aires. El análisis de la experiencia procura acercarse un aspecto escasamente explorado en las finanzas solidarias: los sentidos de educar que suponen las estrategias implementadas tanto por los sujetos como por las organizaciones implicadas. En segundo lugar, se pretende analizar y ponderar críticamente el sentido de las "nuevas" instituciones asociadas a la economía social en el marco de las actuales articulaciones entre Estado y la sociedad civil.

Palabras clave: Economía social; Banco Popular; Microfinanzas; Sentidos de educar.

Senses of educating that construct 'other economy'. The People's Bank of Good Faith

Abstract
The article presents reflections on the social impact of the implementation process of microfinance as a public policy of the Ministry of Social Development's Office, focusing on the Popular Banks Olavarria, Buenos Aires. The analysis seeks experience sparsely explored closer look at social finance: the senses of educating implemented strategies involving both subjects as involved organizations. Second, is to critically analyze and ponder the meaning of "new" institutions associated with the social economy in the context of the current links between the state and civil society.

Key words: Social Economy; Popular Banks; Microfinance; Ways to educate.


 

INTRODUCCIÓN 

El artículo presenta algunas reflexiones sobre el impacto social del proceso de implementación de las microfinanzas como política pública llevada a cabo por la Comisión Nacional de Microcrédito, perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, focalizando las experiencias derivadas de la apertura de los Bancos Populares de Olavarría, Buenos Aires. Se pretende hacer un análisis que procura identificar -y ponderar críticamente- los sentidos de las instituciones vinculadas a la economía social. El planteo apunta, para el caso de referencia, a las tensiones que se evidencian en torno de la gestación de alternativas al modelo hegemónico (económico y educativo) en una trama social en la que prima la lógica capitalista y moderna. (Coraggio: 1998)

El encuadre que se adopta propone una reflexión general acerca de las redefiniciones de "lo educativo" en el marco de las actuales articulaciones entre el Estado y la sociedad civil1, buscando problematizar acerca de los sentidos de educar que se construyen en el espacio de la vida cotidiana de la implementación de una política nacional a escala local. Se retoman críticamente algunos aspectos vinculados con las prácticas educativas alternativas a la educación formal, para lo cual es ineludible indagar respecto de la circulación de saberes que caracteriza la cotidianeidad del Banco Popular focalizando tanto en aquellos saberes que se procura construir, los que emergen de modo imprevisto en las prácticas, como otros de los que se prescinde.2

LOS BANCOS POPULARES COMO ESTRATEGIA DE FINANZAS SOLIDARIAS 

La consagración de las microfinanzas como política pública desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación marca, sin dudas, una bisagra en la historia del Banco Popular de la Buena Fe. Su origen data de 1998 y es una iniciativa surgida de la sociedad civil. Liderada por la Asociación Barrios del Plata (La Plata, Buenos Aires), es una de las primeras experiencias argentinas inspiradas en el Banco Grameen.3

La Comisión Nacional de Microcrédito es un organismo descentralizado perteneciente al Ministerio de Desarrollo de la Nación y tiene a su cargo la administración e implementación del programa de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social. En el marco de los objetivos planteados por la ley 26.1174, el Ministerio articula con la 'Red Nacional de Banco de la Buena Fe' integrada por 800 entidades organizadas en 7 redes regionales.5

El Banco Popular de la Buena Fe es presentado por estas entidades como una acción que busca promover las microfinanzas para el desarrollo de emprendimientos productivos, de servicio o venta y está destinada a emprendedores de los sectores populares de todo el país, apuntando a la promoción de espacios asociativos y a la generación de instancias de capacitación de los emprendedores para el fortalecimiento de la organización, producción y comercialización desde una perspectiva del desarrollo local y la economía social. En este marco, la mencionada política impulsa "una metodología de trabajo" tendiente a fortalecer, al mismo tiempo, el tejido social y "la autonomía de cada persona a través de la promoción de sus propias habilidades y saberes que generan trabajo digno". (Ley Nº26.117, Plan Nacional Microcrédito)

La generación de autoempleo que procure el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores populares más empobrecidos, por un lado, y la promoción de la gestión asociada entre el Estado (nacional, provincial y local) y las organizaciones no gubernamentales, por otro, son los objetivos estructurantes de la mencionada política. Ambos propósitos conducen al Estado a concebir, desde su implementación en 2006, al microcrédito como "una herramienta educativa de organización comunitaria y construcción de un entramado social". (Ley Nº 26.117, op. cit)

La constitución de los Bancos Populares supone la transferencia de subsidios desde el Ministerio de Desarrollo Social a Organizaciones No Gubernamentales, denominadas 'organizaciones regionales' con la misión de materializar la transferencia de los fondos (destinados a microcréditos, gastos operativos y capacitación) a las 'organizaciones locales' que ponen en funcionamiento los bancos en los territorios. Se trata, en su mayoría, de instituciones intermedias de la comunidad que se configuran como el espacio institucional y físico de funcionamiento de los Bancos Populares, lugar formalmente destinado a centralizar en cada territorio la realización de diferentes actividades (reuniones, capacitaciones, encuentros, difusión, entrega de los préstamos y la devolución de las cuotas) Para ello, las instituciones asumen la conformación de un 'equipo promotor'-de aquí en más 'los promotores'- quienes son los encargados de capacitar y acompañar a los emprendedores quienes, nucleados en grupos de cinco, deberán formular sus respectivos proyectos productivos-de aquí en adelante las prestatarios-. Además del monitoreo de los proyectos productivos, los promotores tienen asignada la tarea de "abordar las diversas problemáticas socio-comunitarias que se planteen en el territorio, sean estas directa e indirectamente vinculadas a los emprendimientos productivos".

"Cada banco tiene cinco promotoras y cada una de ellas es la que coordina cinco prestamos o sea cinco emprendimientos" Además "las promotoras organiza actividades para la Vida de Centros"6. Respecto de esto, la Coordinadora señala que "es una actividad que está prevista en la misma idea original del Ministerio y son encuentros semanales con las prestatarias que permiten tener un seguimiento de su proceso, pero además generar un espacio de socialización entre prestatarias, que no sea solo venir a pagar las cuotas". (Entrevista a Coordinadora)

En Olavarría, la experiencia de implementación de los Bancos Populares data del año 2008 e involucra la coordinación de la Asociación Civil Caminos (Azul) La mencionada institución es una de las cuarenta ONGs que integran la Región Buenos Aires y, luego de una trayectoria iniciada en el año 2003, asume el carácter regional y la coordinación de las experiencias afincadas en tres barrios de la ciudad: Coronel Dorrego, Independencia y Villa Aurora". En las tres "hay nexo con la Sociedad de Fomento. De hecho, las reuniones son en la sede de la Sociedad de Fomento".7

El interés por la implementación en las instituciones particulares y las percepciones que tienen los actores que participan de la puesta en marcha del programa en cuestión confluyen en una mirada de la vida cotidiana donde se construyen socialmente los sentidos. La presente investigación habrá de focalizar la mirada en: 1) El Banco Popular situado en el barrio Villa Aurora. Se encuentra ubicado geográficamente en la zona suburbana (sector sureste de la ciudad) y está delimitado por dos de los accesos principales a la ciudad y son los únicos bordes asfaltados del barrio, siendo el resto de las calles internas empedradas. El origen del barrio data de los años 70 y se relaciona con la llegada a la ciudad de inmigración de origen chileno y de ciudades vecinas (Laprida, Lamadrid zona rural). Actualmente, la mayoría de la población tiene trabajos temporarios (changarines de la construcción y del campo) En la zona menos urbanizada del barrio, la ocupación está ligada a trabajos rurales, tareas en huertas y cría de animales para su venta al menudeo en la zona urbana.

2) La Vida de Centro del Banco Popular de la Buena Fe es escogido como espacio prioritario para la tarea de recolección de datos luego de la ponderación de otros aspectos de la experiencia. En primer lugar, es el espacio de encuentro e intercambio más importante entre los actores involucrados. En segundo término, la sistematicidad y regularidad que define a estos encuentros hace propicia una permanencia en el campo, mediante la observación participante, que nos acerca al proceso de construcción de sentidos. Por último, es un espacio que, aunque prescripto por el programa, es diagramado y planificado por los actores locales para favorecer, tal como mostraremos, la circulación de saberes entre los diferentes actores dejando un espacio para la indagación de los sentidos de educar que se producen, reproducen y disputan.

3) Las promotoras del Banco Popular de la Buena Fe, todas mujeres para el caso de referencia, son visualizadas como actores relevantes en la puesta en práctica del programa. Si bien el trabajo de campo incluye entrevistas a diferentes actores involucrados (integrantes de la ONG, coordinador de Olavarría, beneficiarios de los créditos) son los denominados "promotores" del Banco Popular quienes tendrán nuestra atención central. Tal decisión está asociada al "impacto territorial" que enuncia como preocupación el programa. Según uno de los integrantes de la ONG "no solo en los prestatarios que lo piden y en sus familias, es muy importante que las promotoras sean del barrio o tengan una vinculación directa y de reconocimiento en el barrio". A los fines de relevar el proceso de construcción social de sentidos, estos actores tienen relevancia en la cotidianeidad.

LOS SENTIDOS DE EDUCAR Y EL BANCO POPULAR: LOS QUE SE CONSTRUYEN Y LOS QUE SE REPRODUCEN. LOS DE ANTES Y LOS DE AHORA

La multiplicidad de contradicciones que ha gestado el sistema capitalista a lo largo de su desarrollo ha dado lugar a apuestas cuyo fin supone la tarea de corregir o remediar el "saldo negativo" de la reorganización global. Frente a los mecanismos de exclusión han aparecido tendencias o propuestas que hacen diferentes formulaciones: algunas propuestas generan las condiciones para el surgimiento del "capital social de los pobres" (especialmente los organismos multilaterales de crédito), la emergencia de "empresarios sociales" (que colabora en nutrir el ya diverso 'tercer sector') y otras propuestas, que surgen como producto de advertir la existencia de grupos excluidos -para siempre- de la economía capitalista y sientan las bases para la generación de 'una economía de pobres para pobres' (Coraggio: 2002, 2004)

La posibilidad de entender las diferencias entre ellas está asociada a esclarecer la racionalidad que le subyace a cada propuesta: las que, provenientes del mismo sistema, intentan enmendar sus "fallas" para seguir funcionando, mientras que otras impugnan el carácter de fallas y postulan, por ello, la necesidad de construcción de una lógica distinta como condición necesaria para la superación del sistema. Ambas surgen del mismo contexto y apuntan a los mismos problemas. Sin embargo, configuran apuestas cuantitativa y cualitativamente diferentes para buscar soluciones.

La economía social y el desarrollo teórico que esta perspectiva supone, hace un cuestionamiento intrínseco a la escisión entre la economía y la sociedad y, con ello, se libera de la falsa dicotomía entre un mercado capitalista, por un lado, y un Estado central planificador y regulador de la economía, por otro. La vertiente de la economía social ha generado y genera una diversidad de corrientes,8 que abrevan en una pluralidad de fuentes ideológicas y político partidarias y que se nutren de diversas matrices culturales, cuestión que obliga a hacer algunas precisiones teórico-conceptuales. La economía solidaria, según se asume aquí, es la corriente ideológica más significativa con el fin de impulsar la economía social en América Latina.9

La propuesta de la economía social pareciera lograr mayor claridad si ésta se presenta a la luz de la lógica que se quiere superar. Esto supone desarrollar la postura teórica-política y hacer evidente el carácter antagónico de su racionalidad respecto de la capitalista e identificar las fisuras posibles, acciones que han de llevarse al mismo tiempo y de un modo imbricado. Nuestra pretensión aquí es dar cuenta de la racionalidad que subyace a la economía social. Por ello, sólo nos detendremos en los que asumimos como 'puntos de ruptura' respecto de la racionalidad capitalista.

La construcción de una "economía centrada en el trabajo" da cuenta de la primera y fundacional ruptura: el trabajo es asumido como la actividad económica que funda su lógica. En virtud de ello, tienen primacía los intereses del conjunto de los trabajadores y sus múltiples identidades y agrupamientos, desnaturalizando así una sociedad organizada a partir de la hegemonía de intereses de unas fracciones por sobre otras que, por definición, constituyen la lógica de la Economía del Capital y de su objetivo de acumulación.

El mencionado quiebre es indisociable de una delimitación del objetivo organizador de la economía social: lograr la reproducción ampliada de todos los integrantes de la sociedad. El carácter 'ampliado' pretende apuntar a dos destinos. En primer lugar, busca superar la condición de reproducción simple de la vida que es estipulada por la economía del capital con el objetivo de delimitar un nivel "básico" de necesidades. Este límite es construido materialmente (a partir de recursos y capacidades disponibles en cada momento) y simbólicamente (a partir de la percepción social acerca de lo que es "posible"). En segundo lugar, se aspira a la reproducción ampliada de todos, desde una visión de la calidad de vida que no solo no tiene límites intrínsecos sino que, además, se postula como una mejora de la calidad de vida extendida y ampliada indefinidamente.

La inscripción en la economía social de las experiencias de Banco Popular nos conduce a la tarea de problematizar los significados y sus construcciones colectivas que acontecen en este marco, cuestión que supone un encuadre teórico-metodológico que, en nuestro caso, aspira a reconstruir el carácter dinámico con que acontecen los procesos sociales que son analizados. En este punto, y focalizando en el escenario de la cultura, indagamos en las diversas instancias de la vida cotidiana en la que los sujetos que las protagonizan son participes de una disputa permanente de sentidos social e históricamente construidos.

Resulta aquí vital la recuperación de los estudios históricos, comunicacionales y culturales de la Escuela de Birminghan. En particular, la concepción de la cultura de Raymond Williams pensada como entramado compuesto por representaciones simbólicas, prácticas e instituciones que se producen, reproducen y circulan en sociedad. Williams propone una estructura conceptual "como vía para analizar las "formas dinámicas" que caracterizan a las sociedades complejas, en las cuales es posible distinguir un conjunto existente (estable) de relaciones e intereses, de dominación y subordinación y algunos de esos conjuntos como dinámicos en los que emergen formas residuales y emergentes. (Williams R.: 1982)

Los relatos de los actores nos permiten identificar algunas regularidades que nos llevan a hipotetizar acerca de diferentes aspectos, focalizando en los sentidos de educar que se promueven desde las prácticas observadas de las acciones vinculadas a la implementación de los "banquitos". En este marco, hemos de destacar dos sentidos predominantes en las prácticas y discursos de los actores analizados. Los dos primeros -revalorizar los saberes propios y construir un espacio colectivo- revisten un carácter dominante. Analicemos cada uno por separado.

a) Educar para revalorizar los propios saberes del trabajo: primer significado dominante. Los préstamos que otorga el Banco Popular son individuales y de montos pequeños. Para acceder a ellos, cada miembro ingresa con su propio proyecto (productivo, de servicios o reventa), el que será desarrollado con el apoyo de los promotores durante un lapso aproximado de dos meses. Así lo presenta la Coordinadora

Los emprendimientos son destinados a tapicería, a elaboración de cortinas, de mantelería, de peluquería, fabricación de cotillón para fiestas, panificados, elaboración de comidas como pastelería, pizzas, zapatería. También hay venta de ropa y servicios […] No los formamos nosotros [los promotores] sino que cada uno presenta su propuesta, porque lo que se busca es rescatar los saberes que ya tiene la gente. (Primer registro etnográfico)

La tarea de reconstrucción de la trama social que se asume desde el Banco Popular supone, en primer térmico, dirigirse a todos quienes han perdido su medio de vida. Sin embargo, lejos de suponer la "capacitación", la tarea del Banco procura una tarea de recuperación de los saberes laborales. Se inicia así un trabajo de "poner en juego" aquellos saberes que han sido construidos en la trayectoria de vida. Producto de ello, la intervención desde la Vida de Centro es poner en acción, mediante procesos informales de educación, la revalorización activa de los saberes que se han construido en la vida laboral y social. Este proceso, que es central en los momentos de gestación de los proyectos, también está presente en los momentos de acompañamiento y evaluación de la puesta en marcha de los mismos. La particularidad que se advierte aquí es el énfasis de los promotores respecto de subrayar que lo que se 'perdió' es la fuente de trabajo y no los saberes necesarios para desempeñarlo, materializando el reposicionamiento del sujeto destinatario del préstamo.

En este marco, podemos advertir cómo los sujetos lejos de ser receptores de unos saberes provistos por el programa en cuestión, son interpelados por una pregunta que se vuelve sistemática y sostenida: "¿qué sabés hacer?", "¿qué oficio tenés?". Los proyectos que surgen hacen anclaje en las historias laborales de los prestatarios, haciendo hincapié en su actividad laboral, sus saberes, y su experiencia. Ahora bien, a poco de andar lo que se trasluce es que lo que brilla por su ausencia en la posibilidad de construir el proyecto: una dimensión mental del trabajo que, por haber desarrollado su tarea en relación de dependencia nunca ha sido transitada, problematizada y, soslayada en el cumplimiento de órdenes, genera vacíos a la hora de pensar proyectos.

Las instancias de socialización hacen emerger los saberes individuales colaborando, en gran medida, para que los sujetos se hallen emponderados para emprender la tarea. Sumado a esto, "los créditos son individuales: es una suma (inicialmente de 500 pesos) para empezar, fortalecer algo que recién empieza y que no resulte difícil de devolver".Ahora bien, aunque la entrega es individual, se exige la conformación de grupos de cinco individuos (inspirado en la experiencia del Banco Graneen) quienes reciben dinero en préstamo. La garantía del mismo es la palabra empeñada de modo grupal -denominada garantía "solidaria"- lo que implica que, si alguno de los miembros no cumple con la devolución, el grupo ha de responder por ese monto. He aquí el modo en que asoma el carácter colectivo de la experiencia y que conduce a ocuparnos al segundo de los sentidos de educar dominantes en la propuesta del Banco Popular.

b) Educar para construir el banquito colectivo y solidario: segundo significado dominante. La tarea educativa emprendida para revalorizar los propios saberes se empalma con otra que procura educar para construir un espacio colectivo y valorizarlo como tal. La intencionalidad explícita es generar un espacio propio, colectivo y de socialización que conduce a organizar actividades tendientes al intercambio entre prestatarios.

He aquí el segundo significado dominante y busca contrarrestar la posible aparición de una impronta individualista que, producto de revalorizar los saberes propios, tienda a materializarse en emprendimientos unipersonales y "competitivos" producto de activar significados residuales. Por ello, tienden a ser problematizados y resignificados. Una primera tarea la hace la misma experiencia de microfinanzas al establecer como requisito la conformación de grupos que dan la garantía solidaria. El resto del trabajo es sostenido, sistemático y encuentra en los espacios de socialización de Vida de Centro la oportunidad para construirlo.

El carácter potencialmente disruptivo y generador de una racionalidad económica alternativa que supone el segundo de los sentidos dominantes parece conducir a subrayar por parte de los actores, en particular los promotores, la necesidad de visualizar los colectivos (sea este el barrio, el otro que tengo al lado, los promotores, los familiares, etc.) y anclar allí la potencialidad del autoconocimiento: individualizar aquello que puedo aportar a una red, "hacerlo con otros".

Las marchas y contramarchas que se evidencian en este sentido no hacen más que poner en primer plano las dificultades y sesgos de la actual conformación de la trama social que oficia de contexto del Banco Popular: el individualismo, la competitividad y, finalmente, la sobrevivencia de los más aptos. Sin embargo, hemos de hacer notar la escasa presencia de reflexiones que apunten a las implicancias de construir una experiencia en economía social como alternativa social. Al respecto, resulta un tema recurrente en las reuniones de socialización entre las promotoras y la coordinación la necesidad de acceder a capacitaciones. Según lo señala la Coordinadora "lo que nos pasa sobre todo es que no sabemos o no tenemos conocimiento especifico de Economía Social y eso es lo que siempre hablamos […] nos vamos manejando con lo que vamos construyendo en la experiencia" (Entrevista a Coordinadora) En este sentido, son los interrogantes a los que enfrenta la práctica los que hacen más evidente la necesidad de poner en discusión la racionalidad económica dominante:

Yo por ejemplo hago cestería en paja brava y de eso no tenés insumos. Yo incluso tengo la planta en mi casa […] pero la verdad es que no se cómo calcular el trabajo mío porque son muchas horas de trabajo y de dedicación continuada, que va desde el cuidado de la planta hasta el tiempo dedicado a trabajarla en la preparación para poder tenerla disponible para tejerla. Y no sé, no sé cuánto vale mi trabajo […] eso sería un tema para la capacitación, cómo calcular el precio del trabajo. (Tercer registro etnográfico)

La territorialización, la horizontalidad y la autonomía -sentidos que nos permiten advertir la potencialidad de aquello que hemos resaltado- son dimensiones de la experiencia que contribuyen a potenciar la posibilidad de materializar como célula principal de la producción -lugar ocupado por la empresa en la economía del capital- a la unidad doméstica concebida desde una perspectiva socio-económica. Con ello, se plantea la posibilidad concreta de romper con la lógica en torno al intercambio de mercancías para satisfacer las necesidades recíprocas de la economía de mercado.

Sin dudas, la unidad económica que protagoniza cada economía y los objetivos que éstas asumen para sí, son generadoras de relaciones sociales distintivas. En la economía capitalista, las relaciones sociales son despersonalizadas y todos los recursos (incluyendo a las personas) son sustituibles dentro de una estructura cuya lógica es la que plantea cuáles son los comportamientos exitosos. Las relaciones de propiedad, de apropiación, de competencia o cooperación tienen preeminencia en la economía capitalista y éstas rigen la producción de bienes y servicios.

La unidad doméstica, formada por una o más personas, asume como objetivo la reproducción ampliada de la vida de sus miembros y, al hacer de la producción su eje directriz, recupera los lazos con la reproducción en tanto produce para satisfacer de manera directa las necesidades, cuya legitimidad está dada por los mismos sujetos que integran la comunidad. El criterio de generación de valores de uso que aquí subyace ya no es la acumulación sino la satisfacción de necesidades de los productores y de sus comunidades.

La lógica de reproducción que asume la unidad doméstica, como organización de carácter micro, plantea instancias en las que son generadas extensiones (mediante asociaciones, comunidades organizadas, redes formales e informales) y buscan consolidar organizaciones socioeconómicas. La posibilidad de coaligarse que presentan las unidades domésticas como unidades económicas también puede pensarse entre empresas a través de la formación de redes de hecho o formales. La diferencia radica en el objetivo que las guía: optimizar las condiciones de acumulación de los capitalistas, en unas, y mejorar las condiciones de reproducción ampliada de los trabajadores, en otras.

En este punto, podemos advertir una vez más el carácter de ruptura que tiene la preeminencia de la reproducción ampliada de la vida de todos en la Economía del Trabajo. Y esto, lejos de suponer una negación de la necesidad de acumulación, está planteando explícitamente su subordinación a la reproducción de la vida. En este marco, la instancia de la producción es consagrada como el medio de la Economía del Trabajo mientras que el sentido está dado por la reproducción.

La unidad doméstica, identificada como la unidad productiva, pensada en términos socioeconómicos, definida por la confluencia de la producción y la reproducción, se estructura en torno de su principal recurso: el fondo de trabajo (Coraggio 1998) que es realizado de diversas formas, dependiendo de la formación y el desarrollo de la unidad doméstica y de las condiciones de contexto.10 El trabajo, de cuya centralidad en esta economía se ha dado cuenta ya, es concebido como una fuente de derecho a medios de vida y, por ello, apela a la superación de la mercantilización la capacidad productiva a partir de la creación de nuevas formas de remuneración del trabajo, del desarrollo de políticas estatales y normativas que garanticen una distribución equitativa tanto de la riqueza como de los beneficios generados por el trabajo de toda la sociedad. En este marco, el punto de partida está asociado a la posibilidad de problematizar respecto de la asociación intrínseca que hay entre el empleo - a cambio de un salario - y la realización de las capacidades de trabajo de las unidades domésticas. El empleo por un salario no ha sido en el pasado, no es en el presente y cada vez será menos en el futuro, la única forma de realización de las capacidades de trabajo de las unidades domésticas y tampoco el único camino para acceder a las condiciones y medios de vida. La ampliación del concepto de actividades productivas a las actividades económicas implica en sí un importante paso para la generación de nuevas formas de inclusión social en el trabajo.

La economía social parte de asumir que hay contradicción dinámica entre la contraposición de la lógica de la reproducción del capital y la lógica de la reproducción de la vida humana y, por ello, lejos de negar la necesidad de acumular, lo que hace es subordinarla a la reproducción ampliada de la vida humana y generando otras alianzas entre la producción, que es entendida como un medio, y la reproducción que constituye el sentido. Asumir la contradicción y el conflicto como inherente, lejos está de tener la pretensión de adjudicarle a la actualidad condiciones que conducen a una dualización de la sociedad ni de anunciar el reemplazo de la lógica capitalista como principal patrón estructurante la sociedad. Muy por el contrario, se pretende hacer evidentes las alternativas que surgen desde el interior mismo de la sociedad y, por ello, se hace imprescindible tener un panorama de cuál es el estado actual de la trama que constituye el campo económico. Coraggio (1996, 1998, 2001) plantea que estamos en presencia de una combinación entre una economía capitalista, una economía pública y una economía popular. Cada una de estas esferas económicas da cuenta de un sector, de actores que la componen, pero también de una racionalidad que le da sustento y sentido.11

Dicho planteo es lo que justifica la tarea de reflexionar críticamente acerca de la viabilidad de las "nuevas" instituciones que, como el Banco Popular de la Buena Fe, emergen en el marco de una búsqueda de respuestas a la crisis de integración social del capitalismo. Al respecto, Coraggio (1998) nos propone visualizar12 a la economía popular realmente existente, advirtiéndonos con ello sobre el modo en que la trama de la economía popular se teje con una dinámica propia. Nos señala también que en ella no encontraremos ni comportamientos, ni saberes, ni actividades que puedan ser pensadas desde el tipo ideal de la empresa capitalista, aunque tampoco podrá ser apartada de la lógica de realización del fondo de trabajo de la unidad doméstica que hemos sucintamente descripto aquí. En todo caso, advertir esta permanente "mezcla" no nos exime de reconocer que urge generar dos condiciones necesarias para potenciar las experiencias.

En primer término, es necesario potenciar las iniciativas de los trabajadores mediante una solidaridad orgánica entre diversos elementos (tecnológicos, políticos, económicos y culturales) y las actividades populares, orientándolas a una vinculación sinérgica que conduzca a la construcción de un sistema de economía como el propuesto. La segunda condición necesaria radica en la posibilidad de contar con un Estado democrático, participativo y que sea capaz de apropiarse de los valores y los criterios que sostienen la reproducción ampliada de la vida.

Respecto de la educación y la producción de conocimiento, se nos presenta otro espacio para generar sinergia en la medida en que se logren conectar las necesidades de aprendizaje de los agentes y las organizaciones de los diferentes sectores de la economía. Para ello, habrá que trascender el modo en que, en el marco de la economía del capital, las fuerzas productivas de la ciencia y las capacidades de científicos, técnicos y profesionales se hallan subsumidas como componentes del capital y, por ello, la transferencia de conocimientos a los trabajadores está dosificada. Por otro lado, el trabajo autónomo ha descansado casi exclusivamente en los saberes prácticos, dada su escisión y, muchas veces, alienación del conocimiento científico.

La posibilidad de pensar esta construcción es asociada a un protagonismo de los trabajadores y de la comunidad de trabajadores como sujetos conscientes y gestores de su propio desarrollo y esto no se puede hacer sino con las iniciativas en marcha, partiendo de los emprendimientos en los que se trabaja, e involucrando a quienes aspiren a generar un proyecto al mismo tiempo socioeconómico, político, cultural y ambiental, cuya fuente de valor y de identidad sea el trabajo emancipado. (Arruda, 2004)

CONCLUSIONES

El trabajo ha procurado transitar por dos ejes. En el primero se ha indagado acerca de los sentidos de educar que suponen las estrategias implementadas tanto por los sujetos como por las organizaciones implicadas en una experiencia de microcrédito. En este plano hemos podido identificar la emergencia de algunos nuevos sentidos, buscando interpelarlos en su potencialidad para fisurar el sentido moderno de educar. En este sentido, se identifica como punto de ruptura el modo en que la experiencia analizada interpela a los sujetos. La construcción moderna que supone que educar es "dar", es "dar algo nuevo" y es "dar a quienes no tienen", plantea un escenario en el que la invocación a las tabulas rasas es permanente, sistemática e indefinida. La 'vida de centro' del Banco Popular se constituye en una convocatoria a personas que no tienen trabajo pero sí tiene conocimientos. La interpelación inicial viene acompañada de estrategias de circulación de saberes entre los sujetos intervinientes que desatan planteos novedosos acerca de qué es el saber, quién tiene el saber, quién aprende. Por otra parte, son interesantes de visualizar las estrategias de construcción colectiva de conocimientos, donde el escenario en el que se propone impactar no es el que coyunturalmente se comparte en ese momento, sino que es el territorio social y barrial el destinatario de los procesos educativos generados. He ahí un elemento que merecería ser profundizado habida cuenta de algunas críticas que apuntan a la escuela sosteniendo que, en la tarea de construcción de un espacio socialmente diferenciado, ha quedado entrampada en una fragmentación y/o aislamiento respecto de su contexto.

El ingreso al complejo campo donde se entrecruzan los discursos y se dirimen dialécticamente los significados ha permitido también una evaluación crítica de la potencialidad de aquellos sentidos que provienen del universo moderno y tradicional y que, pese a esta condición, no son sujetos de recambio ni descarte. La recreación de situaciones áulicas pareciera dar cuenta, al mismo tiempo, de una valoración de algunos íconos residuales y su aprovechamiento para "dar la palabra", construir saberes colectivos, y, en definitiva, disputar sentidos con el universo de significados del que estos provienen.

El segundo eje propone algunas consideraciones que, lejos de ser interpretaciones concluyentes, tienen el propósito de avanzar en el análisis abriendo nuevos interrogantes acerca los modos en que los actores involucrados tematizan la Economía Social como contenido a enseñar/aprender. La economía social, como contenido a enseñar, se destaca por su escasa presencia en el tratamiento educativo y su prescindencia trae aparejada la omisión de una discusión acerca de la visión de sociedad que supone la economía social. La continuidad de esta omisión implicará, inevitablemente, una asociación de la propuesta de la economía social con intervenciones que, por coyunturales, desembocarán en una economía para pobres. Nada más alejado de concepción de la economía social.

En este sentido, se advierte imprescindible un trabajo de conceptualización y problematización de la economía social que permita definir, con mayor precisión y con perspectiva temporal, qué rol le toca jugar a cada sector, cuáles metas son factibles de alcanzar en el corto, mediano y largo plazo, y qué factores estructurales deberán modificarse para avanzar en la construcción de una sociedad para todos. Respecto del primer punto, el desafío adicional supone la identificación de quién ha de ser el destinatario de la demanda de capacitación en economía social: el Estado como institución estructuralmente capitalista o bien a las innumerables organizaciones que tienen una historia acumulada y, por ello, son el reservorio cultural de la economía social. La construcción de la horizontalidad, la diversidad y, sobre todo, la autonomía que son bastiones que, como pudo verse, los sujetos reconocen haber construido han de confluir en torno de tomar estas decisiones. Abierta esta discusión, la relación entre las organizaciones de la sociedad civil y el Estado es un punto insoslayable.

La integración social de los ciudadanos excluidos es una tarea indelegable del Estado quien, por ello, debe tener una presencia tangible, una planificación de políticas públicas en este sentido y un financiamiento acorde a los objetivos que para esas políticas se plantean. La matriz de intervención del Estado actual conduce a una intervención que supone la articulación con las organizaciones de la sociedad civil. Hay, con ello, un reconocimiento de la tarea realizada por las organizaciones, de la historia acumulada y de los saberes construidos. También hay una lógica que es capitalista y que es moderna. Un primer alerta debiera advertirse en la reconstrucción de la sociedad que pareciera motorizar la llegada del Estado al microcrédito. ¿Los excluidos de la sociedad han de ser quienes reconstruyan la sociedad que los excluyó? ¿Cómo garantizar que no se retroalimentará un proceso que sistemáticamente los dejará afuera? Un segundo llamado de atención debiera anticipar ¿qué pasa con la economía social una vez que se reconstruyó lo destruido? Ambas cuestiones parecieran conducir a una mirada que parte del supuesto que el microcrédito y la economía social toda es una intervención coyuntural y que, por estar focalizada, tiene como destinatarios a los pobres que, en el mejor de los casos, dejarán de serlo.

La construcción de un sentido estratégico de la discusión en torno de una concepción de economía social que ordene, oriente y potencie las prácticas alternativas es, sostenemos aquí, una tarea indelegable de las experiencias de "otra economía". Los guardianes de la propuesta de la economía social han de ser quienes la llevan a cabo diariamente, en honor al trabajo cotidiano, al proyecto de sociedad que oficia de utopía y, sobre todo, de la historia de los pioneros que tiene la economía social.

En este plano, resulta imperiosa la necesidad de advertir a las organizaciones sobre la importancia de la sistematización de las experiencias13, que pasen "en limpio" los saberes producidos, las estrategias implementadas, los logros obtenidos y los desafíos acordados. La posibilidad de contar con una práctica de sistematización de las experiencias no solo ha de impactar en las disputas de sentido cotidianas sino, sobre todo, en la potencialidad que comienza a ser advertida en los procesos de reflexividad de la experiencia, que pongan en acto aquello que se pregona con los prestatarios. La lucha cultural que implican las experiencias alternativas no solo ha de ser con los "otros" sino con, sobre todo con, "nosotros mismos" en tanto sujetos que las protagonizan y llevan adelante. La pertenencia generacional y epocal es portadora de una trama sociocultural que está atravesada por la educación moderna, jerárquica, etc. En este plano se inscriben los desafíos que implica la construcción de una sociedad que promueva espacios en los que las personas se constituyan como sujetos de derecho.

Notas

1. Este trabajo ha sido realizado en el marco más amplio, Proyecto de Investigación "La educación como práctica sociopolítica. Grupo IFIPRACD "Investigaciones en Formación Inicial y Prácticas Docentes". Facso Unicen

2. La instancia de recolección de datos se ha llevado a cabo en dos etapas. La primera, destinada a la recolección de información oficial, fuentes documentales y entrevistas a informantes clave seleccionados en función de su participación en diferentes ámbitos vinculados a la ejecución y puesta en práctica del Banco Popular de Olavarría. Se suma un trabajo con fuentes secundarias, que comprende los meses de mayo a agosto de 2009, estuvo destinada a la construcción de los criterios de selección de la experiencia y la evaluación de la factibilidad del estudio. Fue seleccionada una de las experiencias (Barrio Villa Aurora Olavarría) siguiendo los criterios del grupo de Investigación de pertenencia como específicos (atendiendo a la accesibilidad Guber, 2004) Una segunda etapa estuvo destinada a la permanencia en el campo durante el periodo septiembre 2009 y febrero 2010. Se priorizó la observación participante como técnica de recolección mediante el registro etnográfico de reuniones semanales y actividades colectivas.

3. Este modelo ha beneficiado a siete millones y medio de personas de todos los continentes y consigue rembolsar nueve de cada diez de sus pequeños préstamos.La difusión de la experiencia fue acompañada de diversos reconocimientos: Premio S. Bolívar Unesco (1996), Premio Príncipe Asturias de la Concordia (1998), V Premio Fundación por la Justicia (2005), Premio Nobel de la Paz (2006) para Muhammad Yunus y su Banco Grameen por su lucha para lograr una economía justa para las clases pobres.

4. La Ley 26.117, de Promoción del microcrédito para el desarrollo de la economía social fue sancionada en junio de 2006 y promulgada en julio del mismo año.

5. El territorio nacional está organizado en siete regiones (Noroeste, Noreste, Córdoba, Dos Orillas, Buenos Aires, Patagonia y Cuyo) que abarcan 21 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

6. Extraído del sitio web de la Asociación Civil Caminos. Consultada 27 octubre 2009.

7. Extraído de InfoAzulDiario "Los Banquitos de la Buena Fe Azul y la zona comenzaron sus actividades" 25/04/2010

8. Aludimos a 'economía social', 'economía solidaria', 'empresa social', 'economía popular', 'cooperativismo', 'economía del trabajo' que, entre otras tantas, como la diversidad de posturas generadas en el marco del debate mundial.

9. Seguimos el pensamiento de José L. Coraggio, una perspectiva latinoamericana de economía solidaria.

10. Las formas principales son: a) el trabajo de reproducción propiamente dicho que, complementado con medios de producción, redunda en la producción de medios de autoconsumo para la reproducción material y simbólica de su vida. b) El trabajo mercantil, en segundo lugar, sea este la producción de manera autónoma de mercancías para su venta y la compra de otros medios de vida o bien como trabajo dependiente asalariado. c) El trabajo de formación supone tiempo dedicado al incremento de capacidades mediante el estudio o el entrenamiento, sea formal, no formal e informal. d) Y el trabajo comunitario o de organización colectiva, destinado a mejorar directa o indirectamente las condiciones de producción o reproducción de las unidades domesticas asociadas más o menos formalmente. (Coraggio, Ob. Cit)

11. La economía capitalista está compuesta por fracciones del capital -empresas, asociaciones, redes de empresas- que organizan su actividad económica según un modelo empresarial de gestión, están articuladas por la propiedad y se rigen por la acumulación acelerada de ganancias. La economía pública, se organiza mediante los sistemas administrativo-burocráticos articulados por normas legales, prácticas de gestión y control administrativo-político y se articula al sistema político combinando el modelo empresarial con un modelo político-burocrático de gestión. La economía popular está organizada por unidades domésticas, redes de ayuda mutua y asociaciones voluntarias que intercambian mediante relaciones mercantiles y/o de reciprocidad y dependen del ejercicio de su trabajo para lograr su reproducción biológica y cultural.

12. Coraggio advierte que en esta tarease hace necesaria cierta cooperación de la Economía Social y la crítica a la economía política (Coraggio; 2002) así como aportes provenientes de corrientes económicas institucionalistas y antropológicas.

13. Al respecto ver Goyeneche y González Asociación Civil Caminos de Azul. "Se puede porque se hace con otros" Percepciones acerca del modelo de gestión asociada del Banco Popular de la Buena Fe. Experiencia presentada en el 1º Congreso Latinoamericano de Microcrédito, Buenos Aires.

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DOCUMENTOS

12. Banco Popular de la Buena Fe. Com. Nac. Microcrédito. Ministerio de Desarrollo Social.         [ Links ]

13. De Vuelta en Pie 2002 al 2007. Sistematización de prácticas Banco Popular Buena Fe. Ministerio de Desarrollo Social de Nación.         [ Links ]

14. Ley 26.117.         [ Links ]

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