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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc.  no.15 Viedma dic. 2012

 

RESEÑA

Arceo, Enrique. El largo camino a la crisis. Centro, periferia y transformaciones en la economía mundial. Buenos Aires: Cara o Ceca, 2011, 389 pp., ISBN 978-987-27627-0-4

 

Pablo Nemiña
pnemina@unsam.edu.ar
CONICET; IDAES-UNSAM; FLACSO

Recibido: 27/07/12
Aceptado: 02/08/12

 

La quiebra en septiembre de 2008 de Lehman Brothers, el centenario banco de inversión estadounidense, marcó el estallido de la crisis económica más profunda desde el crac del '29, y la primera que desde entonces afectó a la economía mundial en su conjunto. A partir de ese momento, ha aparecido una abundante cantidad de trabajos que analizan los determinantes e implicancias en términos económicos, políticos y sociales de este suceso, cuyas consecuencias perduran hasta la actualidad. En este sentido, el trabajo del reconocido economista Enrique Arceo representa un aporte destacado a esta literatura por su rigurosidad, extensión, y enfoque.

Una de los primeros aspectos que se destacan en El largo camino a la crisis, es que, con casi cuatrocientas páginas, se trata de uno de los libros más extensos que se hayan publicado sobre la actual crisis económica, la cual el autor evita explícitamente denominar acotadamente como financiera. En efecto, el objetivo del trabajo no consiste en presentar un minucioso relato de la crónica política o económica de la coyuntura actual (sin perjuicio de que en la tercera sección se analiza la dinámica del crac), sino en analizar en profundidad los fundamentos económicos estructurales que dan origen y permiten comprender la crisis. Haciendo honor al título, este libro presenta un análisis sistemático de los procesos socio-económicos y políticos de las últimas décadas, a partir de los cuales cobran sentido la actual crisis, así como las contradicciones que se ponen de manifiesto.

Desde una perspectiva marxista, y recuperando los aportes de Gramsci y -más recientemente- Arrighi, Arceo concibe a la economía mundial como un espacio de luchas entre bloques de organizaciones estatales y económicas, los cuales pugnan por orientar el sendero de la acumulación de capital. Así, en cada contexto puede identificarse la hegemonía del Estado dominante sobre la economía-mundo, y la hegemonía de cierta fracción del capital sobre el bloque de clases que ejerce el poder político en ese y los restantes Estados. Desde este punto de vista, el autor argumenta que las transformaciones económicas y políticas suscitadas desde comienzos de la década de 1970, determinaron la consolidación de los EE.UU. como la potencia hegemónica, y del capital financiero en un lugar dominante por sobre el resto de las fracciones de capital. En este sentido, la actual crisis refleja la erosión de la posición hegemónica de los EE.UU. y el capital financiero, aunque sin vislumbrarse alternativas consolidadas tanto en relación al resto de los Estados como a las diversas fracciones de capital.

El libro puede dividirse en cuatro partes, en función de los temas que se abordan en cada una de ellas. La primera analizan las dos principales transformaciones socio-económicas y políticas acontecidas durante las décadas de 1970 y 1980, las cuales constituyen la respuesta del capital a la caída de la tasas de ganancia observada en los años previos y son fundamento de la actual crisis: la caída del esquema económico-político de posguerra y la transnacionalización de los procesos productivos.

En el Capítulo 1 se analiza la caída del esquema económico-político de posguerra, la cual se dio a través de tres vías. Primero, el abandono por parte de EE.UU. del sistema de paridades fijas establecido en los acuerdos de Bretton Woods y su reemplazo por el sistema de tipos de cambio móviles, el cual deslindó la responsabilidad de disponer de reservas en oro por la totalidad del circulante, facilitando la consolidación del dólar como moneda internacional. Segundo, el creciente predominio del capital financiero sobre el productivo, que permitió a EE.UU., en tanto centro financiero global, sostener su creciente déficit comercial a través de superávits de la cuenta financiera, derivados de la inversión del ahorro del mundo en activos financieros denominados en dólares. Tercero, la implementación de políticas neoliberales en EE.UU. y el Reino Unido a partir de la asunción de Reagan y Thatcher, las cuales redujeron la intervención del Estado y alentaron vis a vis la regulación de la economía por parte del mercado; esto supuso liberalizar los flujos de capital, desregular los sistemas financieros, reducir impuestos y erosionar el poder de los trabajadores.

En el Capítulo 2 se analiza el proceso de internacionalización de los procesos productivos. Tal como explica Arceo, el acceso a mano de obra en los países periféricos, con salarios más reducidos que en los países centrales, posibilitó incrementar la rentabilidad del capital en una escala difícilmente alcanzable mediante innovaciones productivas. Ello requirió remover barreras al comercio y a los flujos de capital, por lo cual desde entonces, los países centrales, las grandes multinacionales y los organismos multilaterales alentaron la apertura comercial, la eliminación de las restricciones a la inversión extranjera y a la entrada de capitales especulativos, y la especialización de la periferia en la producción de bienes y servicios en los que cuentan con ventajas comparativas estáticas. De este modo, se conformó una nueva división internacional del trabajo con eje en la industria manufacturera y en la cual aumentó del peso de las compañías multinacionales en la economía mundial.

La segunda parte del libro, que abarca los Capítulos 3 y 4, presenta un estudio claro y minucioso sobre la dinámica de la economía en la nueva fase de globalización iniciada a partir de las dos grandes transformaciones estudiadas precedentemente, prestando especial interés a los cambios suscitados en la periferia. Como es sabido, los países en desarrollo y en transición han liderado el crecimiento mundial durante los últimos veinte años, lo cual les permitió aumentar su PBI y su participación en el comercio. No obstante, este proceso no se dio de manera homogénea; en efecto, Arceo distingue dos tipos de periferia, según su desarrollo industrial y su modo de inserción en el comercio internacional. Por un lado aparecen China y el resto de los países del Este de Asia, la periferia exitosa, según el autor, quienes desarrollaron un acelerado proceso de industrialización y merced a los bajos salarios, pero también al férreo disciplinamiento del capital por parte del Estado, lograron consolidarse como exportadores de manufacturas. Por otro lado el autor señala el caso de América Latina, donde el aprovechamiento de los altos precios de las materias primas, consumidas por el gigante asiático para sostener su desarrollo industrial, tuvo como consecuencia la reprimarización de la estructura productiva. Si bien esta coyuntura permitió atravesar a nuestro continente un período de bonanza económica, también lo hizo más vulnerable a los cambios en los flujos comerciales o de capital internacional, y por ende incrementó la dependencia de China y el resto de los compradores de productos primarios.

Posteriormente, en la misma sección Arceo analiza la estructura del comercio global a partir de la conformación de tres bloques regionales: el de EE.UU., que comprende a América Central, el Caribe y algunos países de América del Sur como Colombia y Perú; el Europeo, integrado por gran parte de los países de ese continente y algunos africanos; y, más recientemente, el del Este de Asia, liderado por Japón y China. Se considera que conforman un bloque comercial los países que dirigen más del 33% de sus exportaciones ese bloque. Debido a la todavía débil integración comercial, los países del Mercosur no conforman un bloque en sí mismo, ni tampoco integran alguno de los tres existentes. No obstante, la creciente vinculación con China y la negativa a establecer el Área de Libre Comercio para las Américas alientan una creciente integración al bloque del Este de Asia, reflejada en el anuncio reciente por parte de los líderes del Mercosur de estudiar la factibilidad de establecer un tratado de libre comercio entre este grupo de países y China.

La tercera sección, desarrollada en el Capítulo 5, está dedicada a la presentación de la dinámica de la crisis económica actual. Allí se explica que el origen de la crisis está dado por el excesivo crecimiento de la inversión impulsado por la burbuja especulativa, luego de la elevación durante más de una década de la tasa de ganancia y de la productividad entre 1995 y 2003. Ante la recesión derivada del estallido de la crisis de las puntocom, Arceo explica que la Reserva Federal continuó su keynesianismo financiero y redujo la tasa de interés mientras se elevó el déficit. Mientras que la disminución de los salarios reales derivada de las políticas neoliberales acentuó la demanda de crédito, la desregulación financiera posibilitó financiar el endeudamiento de los hogares para la adquisición de viviendas o el consumo, y luego la especulación inmobiliaria. Dos elementos adicionales contribuyeron a darle magnitud a la burbuja: el financiamiento del déficit externo de EE.UU. por parte de los países superavitarios, que acumularon reservas en la forma de dólares o títulos en esa moneda; y la desregulación del mercado de derivados, que permitió agrupar en instrumentos financieros a los créditos hipotecarios y negociarlos en los mercados de capitales, usualmente con la máxima calificación. Posteriormente, la suba de la tasa de interés para contener la inflación derivada del aumento de las materias primas conllevó un enfriamiento de la actividad económica y un aumento de las moras en el pago de créditos, incrementando la incertidumbre sobre el repago de los derivados. Esto disminuyó la confianza, contribuyendo a la aparición del pánico financiero y el estallido de la crisis.

Contra las explicaciones que resaltan los errores de política monetaria, en la regulación financiera o en la estructura de incentivos, Arceo contrapone que esos "errores" reflejan, en realidad, la hegemonía ejercida por el capital financiero sobre el conjunto del bloque de clases dominante, y la muy limitada autonomía del Estado respecto a esa fracción hegemónica.

La cuarta y última sección, desarrollada en el Capítulo 6, analiza el contexto actual de la economía. Aquí se señala que a pesar de significar un fuerte impacto, la crisis no implica -hasta el momento- la pérdida del lugar hegemónico por parte del capital financiero. Ello sólo podrá darse a través de confrontaciones sociales cuyo desarrollo, según el autor, aún no se percibe en los países centrales, a pesar de las intensas manifestaciones que se observan en Europa y, en menor medida, los EE.UU. Asimismo, aunque su economía se expandirá a un menor ritmo y ello afectará el crecimiento mundial, la crisis actual tampoco supone, per se, un debilitamiento de la hegemonía de los Estados Unidos.

Sin embargo, la dinámica de la acumulación de capital ha sufrido una transformación en las últimas décadas, en tanto cada vez está más condicionada por la articulación entre países periféricos en industrialización (especialmente China y el Sudeste Asiático) y la periferia exportadora de productos primarios. Arceo señala que la periferia sufrió un impacto menor por la crisis debido a su menor exposición a los denominados activos tóxicos, al desaliento a los movimientos especulativos de capital y a su elevado nivel de reservas, entre otros factores. Esta situación limita la posibilidad de reconstituir el modo de acumulación anterior a nivel mundial, ya que el crecimiento de EE.UU. no puede garantizar por sí mismo el crecimiento mundial, y a su vez, la creciente competitividad de Asia acota las posibilidades de reactivación de la economía norteamericana a través de la expansión de sus exportaciones. Para el autor, entonces, la economía ha entrado en una etapa de confrontación en la cual están en definición nada menos que las características de un nuevo modo de acumulación en escala mundial.

Respecto de las posibilidades para el resto de la periferia, Arceo señala que si bien hasta ahora se ha visto beneficiada por la suba de precios de las materias primas, su sector industrial está sometido a una creciente presión de las exportaciones asiáticas. Para muchos de estos países, en especial el Mercosur, esto plantea el desafío de evitar profundizar la reprimarización y, para ello, avanzar en la reconstrucción de un sistema industrial. Si bien se cuenta con la ventaja de no estar inserto en ningún bloque comercial y poseer dimensiones suficientes para la diversificación productiva, la realización de este proyecto requiere la movilización de los sectores populares y otras fuerzas sociales políticas, lo cual lo convierte en una tarea a construir.

A modo de cierre, puede señalarse que El largo camino a la crisis. Centro, periferia y transformaciones en la economía mundial constituye un aporte esencial para la comprensión de la crisis económica actual como el resultado de transformaciones socio-económicas y políticas de larga data. Asimismo, constituye una referencia esencial para quien procure estudiar los cambios en la estructura económica mundial de los últimos cuarenta años.

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