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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc.  no.15 Viedma dic. 2012

 

RESEÑA

Alcántara Sáez, Manuel. El oficio de político. Madrid: Editorial Tecnos, 2012, pp. 338.

 

Dora Bonardo
dorabo@rnonline.com.ar
CURZA - Universidad Nacional del Comahue

Recibido: 01/10/12
Aceptado: 28/10/12

 

La Ciencia Política desde sus inicios ha dado lugar a una gama de temas que permitieron a sus estudiosos exponer sobre aquellas cuestiones que por interés o por impronta de época, plasmaron en prolíficas obras, algunas sumamente conocidas y valoradas. Si bien, el estudio sobre los políticos tiene antecedentes desde los más antiguos pensadores greco-romanos, como bien lo explicita Manuel Alcántara Sáez en El oficio de político, las instituciones han encontrado más adeptos que las personas (15) a la hora de ser analizados. Su perspectiva tiene presente el marco institucional, no obstante se centra en el componente humano de las mismas, más precisamente en los políticos profesionales. Con el propósito de abordar un objeto de estudio escasamente indagado, la obra recorre paulatinamente en cinco capítulos, una introducción y un epílogo, los principales aspectos relacionados sobre el papel que desempeñan las personas que tienen como actividad profesional la política, en el sistema democrático. Alega que con la profundización de la vida democrática, se ha optado más por estudiar el papel desempeñado por el pueblo soberano o por las reglas institucionales del sistema que por los gobernantes.

El primer capítulo de El oficio de político reúne, copiosa y detalladamente, los antecedentes que la Ciencia Política aporta sobre "el papel de los gobernantes en pugna constante con el desempeño por las instituciones"(25). Con una mirada innovadora, el autor plantea la necesidad de incorporar ciencias, disciplinas y/o perspectivas como la psicología, la biología, la neurología y la teoría dualista-interaccionista de K. Popper para analizar los comportamientos, las motivaciones, las intenciones y las creencias entre otras cuestiones, y así llegar a comprender el porqué de la elección de las personas en embarcarse en una carrera política.

El segundo capítulo propone una definición de político profesional diciendo que es aquella persona que se "dedica a la política gracias a un proceso selectivo, o de designación por parte de otros que han sido elegidos, o que trabaja en instancias políticas como son los partidos o similares." También agrega, es quien "posee una vocación que le lleva a actuar en la vida pública con la intención de que su acción sea o bien transformadora o mantenedora del statu quo". Destaca como atributos la posesión de "un nivel de conocimientos útiles para el desempeño de su labor que le vienen de una formación especifica y de la acumulación de experiencia"; la recepción de "una determinada remuneración que tiende a cubrir sus gastos vitales" y "su dedicación que propende a ser de tiempo completo", lo que lo encamina hacia el desarrollo de "una carrera más o menos larga" (23). Por lo cual, lo que hace a la profesión del político son la forma de ingreso a la política, sus conocimientos, su dedicación a la actividad y su permanencia en el tiempo, la remuneración otorgada y su vocación, constituyendo una carrera profesional. Repasando conceptos vertidos por Weber (1987), Sartori (1992), Panebianco (2009, 1982) y Sabl (2002), propone encuadrar dentro de esta categoría a aquellas personas que se ubican en: cargos de elección popular; altos cargos de libre designación o de confianza de la Administración del Estado o entidades dependientes o autónomas del Estado; puestos de responsabilidad orgánica y de asesoría en el seno de los partidos políticos o formaciones políticas de representación similares; y quienes habiendo estado en alguna de las tres situaciones anteriores continúan ejerciendo influencia mediante un "efecto sombra" por su prestigio pretérito. También menciona que hay una franja de personas a las que podría extenderse la definición de políticos y son aquellos que se sitúan en una zona de penumbra, de una composición muy heterogénea, pero que se caracterizan por tener ciertas condiciones de titulación, de mérito y/o de competencia -tecnócratas-, designados bajo criterios políticos, siendo producto de negociaciones en el seno de la clase política y resultante del reparto de cuotas de poder (91) Además, de esta definición y tipología, este capítulo aborda una cuestión interesante que abre el juego a una explicación más detallada sobre el político profesional: ¿Qué íntimas razones llevan a una persona a dedicarse a la política? ¿Qué factores del entorno influyen en esa decisión? En este punto Alcántara Sáez plantea que son la ambición, razones individuales e institucionales, los elementos decisivos para la entrada a la política. Si bien la ambición es una variable de difícil medición, señala que es uno de los argumentos explicativos más usados para entender el ingreso a la política, y no sin lamentarlo, que ha corrido a la vocación como motivación principal de un político. No obstante, reconoce que al estudiar sus motivaciones, los políticos no sólo tienen ambiciones económicas o de estatus sino también deseos espirituales como el propio disfrute y creatividad implicados en la profesión. Como razones individuales coincide con otros estudios en que la clase, el género, la edad, los antecedentes sociales y políticos, los recursos económicos personales, el nivel educativo y la socialización familiar son los componentes principales. Los factores institucionales generadores de oportunidades que impulsan o detienen una carrera política son la vía de entrada electoral o de designación política y el sistema de partidos.

El tercer capítulo trata sobre el avance de la profesionalización de la política como un proceso lógico de la propia evolución de la democracia representativa, producida por tres circunstancias: personas con ambición, desarrollo de las instituciones y apatía general ciudadana para intervenir en lo público. Señala el autor, que el desarrollo de nuevas profesiones y oficios en diferentes ámbitos de la vida humana no fue indiferente tampoco a la política. El sistema político de la democracia representativa plantea nuevos roles y perfiles en los gobernantes, con competencias y estilos acordes con las reglas del poder. Así, los políticos de la nueva política requieren de talentos y de formación para construir su "capital político personal", es decir de la conjunción de factores psicológicos, biológicos y emocionales (habilidades, aptitudes y actitudes) y de un proceso continuo de aprendizaje en términos de educación formal y experiencia. Si bien ha habido en el Siglo XX una reconsideración favorable de los recursos humanos y de la ampliación y perfeccionamiento de profesiones y oficios, la profesionalización de la política y por ende, del político profesional no ha sido ampliamente aceptado, es más "hay una clara moda repetida en clave de satanización de los políticos en general" (pp.156). ¿Por qué entonces, si existe una tendencia creciente hacia la profesionalización en el mundo del trabajo, hay resistencia a valorar la labor profesional de un político?

El cuarto capitulo trata de despejar estas preguntas, a partir de la comprensión de las reglas de juego de la democracia y sus contradicciones. Aquí se abordan dos temas que a juicio del autor, son importantes a la hora de comprender la actividad profesional del político en el marco de las democracias representativas actuales: los mecanismos de rendición de cuentas y el papel de los medios de comunicación. Los primeros porque son un requisito permanente e indispensable en el seno de las democracias representativas delimitando la responsabilidad y el desempeño de los políticos; los segundos porque enmarcan (framing) la agenda política, controlando las decisiones e influyendo sobre la opinión pública respecto de la aceptación o condena de los propios políticos. Explicando las tensiones que se producen en el campo de la actividad política queda reflejado en este punto la "relación que todo político tiene en el seno de una democracia con respecto a la lógica de entrada a la misma que supone el juego electoral y la lógica de rendición de cuentas". Y el papel de los medios de comunicación en la percepción de la personalidad de los políticos, su auge y su caída. Probablemente la no aceptación de los políticos profesionales radica en su comportamiento de evasión o simulación sobre los resultados de sus acciones. Parafraseando a M. Weber (1987:115), Alcántara Sáez señala que uno de los dos pecados mortales existentes en la política es la falta de responsabilidad, entendida como no tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción.

Si la excesiva profesionalización de la política desapega al político de sus bases, convirtiéndolo en un oportunista, dependiente de su partido político para continuar en la vida política y en el disfrute de su estatus. ¿Cuáles serían los beneficios de contar con políticos profesionales? ¿Qué atributos deberían tener para ser políticos de "calidad"? Según el autor, los individuos tienen visiones muy diferentes de lo que es un político de calidad según el país y los rasgos culturales de cada uno. Resume que las características que sobresalen en la idea de un político de calidad son: la moral y la honestidad; las habilidades que derivan de su formación y de su experiencia, pero también de atributos innatos como la espontaneidad y la reacción; y la capacidad de relacionarse con el entorno en términos de comunicación y empatía.

Evidentemente establecer estándares de calidad capaces de introducir una medición sobre el buen desempeño de un político profesional requiere de cierta imaginación y audacia intelectual; como así también platea un desafío teórico y empírico sumamente interesante de abordar. El autor, a partir de su basta experiencia empírica sobre investigaciones en temas de elites parlamentarias en Latinoamérica, ha podido extraer las conclusiones que en este libro se vuelcan, detallando además, los perfiles de carrera que se construyeron en América latina de los últimos años (capítulo cinco)

Es indudable que la calidad de un sistema político deriva primordialmente de la calidad de los políticos. Son las personas con sus conocimientos, habilidades, actitudes, experiencias y sobre todo con su moralidad las que hacen la calidad de las instituciones de una democracia. Probablemente la presencia de políticos profesionales abonarán dicha calidad, dependiendo según el autor de "el afán de la sociedad de desplazarse hacia escenarios más participativos y de […] la existencia de mercados de trabajo más dinámicos e innovadores con niveles de competitividad muy diferentes a los conocidos hasta ahora".

En resumen, El oficio de político renueva con sencillez y detalle un tema inherente a la Ciencia Política de todos los tiempos. Revela un profundo conocimiento de la realidad de Latinoamérica y de sus gobernantes. El sutil vínculo con pasajes de la obra literaria Don Quijote de la Mancha de Cervantes y su redacción clara, lo hacen fácilmente comprensible y didáctico. Su lectura deja sentado que el conocimiento del perfil de los políticos, portadores de responsabilidades cívicas y sociales y símbolos de ejemplaridad, no puede pasar inadvertido por los estudiosos de la Ciencia Política ni por los propios políticos.

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