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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.17 no.1 Viedma jun. 2014

 

ARTÍCULO

¿Hacia la "democracia prometida"? La revista Redacción y la cuestión política durante los años de Videla (1976-1981)1

 

Marcelo Borrelli
marcebor@yahoo.com
CONICET - Universidad de Buenos Aires. Argentina

Recibido: 17|02|14
Aceptado:
10|04|14

 


Resumen
Este artículo analiza la orientación editorial de la revista de opinión política Redacción durante el periodo de la dictadura militar argentina bajo la presidencia del general Jorge Videla (1976-1981), marcado por el terrorismo de Estado, la política económica encabezada por el ministro José Martínez de Hoz y las disquisiciones sobre el futuro político del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional". El trabajo focalizará su análisis principalmente sobre las opiniones de la revista en este último ámbito, teniendo en cuenta que fue un tema privilegiado en editoriales y notas principales, preocupados por las vicisitudes de la "propuesta política" de la dictadura, el "diálogo" cívico-militar y los términos de la democracia "madura" que prometían legar las Fuerzas Armadas.

Palabras clave: Revista Redacción; Dictadura militar argentina; Prensa argentina; Videla.

Towards the "promised democracy"? Redacción magazine and the political situation during Videla`s time (1976-1981)

Abstract
This article analyzes the editorial trend of the political magazine Redacción under General Jorge Videla, first president of the military dictatorship in Argentina (1976-1983), whose government was characterized by the state terrorism, the economy defined by Minister José Martínez de Hoz and the permanent debate on the political future of the so called "National Reorganization Process". The work will focus on the magazine´s statements in this area, considering it was a prevalent topic of its editorials and top articles. The main issues were the "political proposal" of the government, the "dialogue" among civilians and the military and the terms of the "adult democracy" that Armed Forces promised to deliver as its legacy.

Key words: Magazine Redacción; Argentina's military dictatorship; Argentina press; Videla.


 

INTRODUCCIÓN

Durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983) se publicó una cantidad significativa de revistas de carácter político. En su mayor parte tenían una existencia previa al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, por lo que se vieron obligadas a posicionarse de cara a la nueva realidad, delineada ahora por el terrorismo de Estado y el intento de las Fuerzas Armadas (FF.AA) por "refundar" a la sociedad argentina. De todas maneras, pese al contexto general de censura y autocensura que caracterizó a los años del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" (PRN), estas revistas contaron con un mayor margen de acción que los diarios nacionales para publicar informaciones e interpretaciones sobre la actualidad política, las internas del poder militar, y la situación socioeconómica en general, a la vez que tenían un acceso privilegiado a ciertas fuentes de información, esto último vinculado con la cercana relación que en varios casos los directores de estos medios tenían con el poder militar (Saborido y Borrelli 2011). Debido a que el control estatal se centró especialmente en los medios escritos de mayor alcance e influencia en la opinión pública, la prensa de carácter político, más restringida en su circulación aunque dirigida hacia un público informado y en algunos casos con poder para influir sobre la actualidad política -lo que Price (1994: 58-60) denomina como el público atento, el público activo y la elite política-2 pudo dar cuenta de temas, problemas y análisis vinculados a la realidad nacional excluidos o tratados superficialmente por la prensa diaria.

El análisis de Redacción se vuelve valioso si se tiene en cuenta que es un emprendimiento periodístico que aún no ha sido estudiado y que durante el periodo que abarca este artículo fue consolidándose como una de las revistas de opinión política más importantes del país. Su análisis, además, se vislumbra sumamente relevante para comprender las relaciones entre los sectores civiles organizados y las FF.AA, teniendo en cuenta la proximidad de este tipo de revistas con partidos y dirigentes políticos y con sectores militares. En este aspecto, planteamos que cada revista se posicionó como un actor político (Borrat 1989), al intentar afectar los procesos políticos de toma de decisiones a partir de su influencia en la sociedad con el fin de favorecer al proyecto o sector político más afín a cada una.

Sobre estas premisas, el objetivo principal del artículo será analizar los balances realizados por Redacción sobre la experiencia dictatorial al cumplirse los aniversarios del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 durante la presidencia de Videla (1976-1981), momentos clave en los cuales la revista expresó su posición frente al derrotero del gobierno militar y sus expectativas ante el futuro político inmediato. En los casos necesarios, ampliaremos el análisis a otros editoriales considerados clave y que complementarán el estudio.

REDACCIÓN: "LA REVISTA DE ACTUALIDAD MEJOR INFORMADA"

Redacción nació en marzo de 1973 bajo la dirección del periodista Hugo Gambini, quien en ese entonces ya tenía una importante trayectoria en medios escritos3. Según Gambini la perspectiva del retorno del peronismo al poder en las elecciones de marzo de 1973 fue clave para el impulso inicial de la revista: "Se venía el peronismo al gobierno y yo no soy peronista, y dije 'hagamos una revista crítica', porque el peronismo despierta siempre una especie de adhesión muy 'alcahueta', y bueno, 'hagámosle la contra', porque no va a ver una publicación que lo haga. Excepto La Prensa, que nunca la pudieron comprar, había una especie de vocación oficialista en el periodismo. Todos se sentían peronistas y yo no. Eso hacía que la revista se vendiera"4. Su impronta personal estaba marcada en la propia superficie redaccional de la revista; en la parte superior de la tapa se informaba que el director era Gambini, el editorial de cada edición llevaba su firma y estaba acompañado por su fotografía. Gambini se inspiró para su nueva revista en algunos aspectos de su par estadounidense Ramparts, una publicación de crítica política y literaria publicada desde 1962 a 19755. Uno de los rasgos más distintivos desde el punto de vista gráfico fue que Redacción copió de la revista estadounidense la forma de la "R" en su logo, que estiraba una de sus patas sobre la letra "a" que le seguía. En su primer número Redacción se presentó con el slogan "La revista de actualidad mejor informada" y lo mantuvo hasta julio de 1979; a partir de agosto de ese año se presentaría como "La revista líder de opinión". Según indicara en esa primer edición, su propósito era "ofrecer a los lectores el material más útil y objetivo sobre la actualidad nacional", que estaría elaborado por un "equipo de profesionales" (Redacción 1973: 3). Su publicación era mensual (aparecía cerca de mediados de mes) y la mayoría de sus notas eran escritas por colaboradores externos, ya que no tenía la envergadura económica para sostener una estructura de empleados fijos. Su extensión promediaba las sesenta y ocho páginas y su tirada en el periodo osciló entre quince y treinta mil ejemplares6. A fines de los 90 Redacción pasó a llamarse Redacción Económica, ya que según el director como revista exclusivamente política ya no se vendía lo suficiente. Fue publicada hasta el año 2003.


Tapa de la revista Ramparts, que inspiró el logo de Redacción

La revista estaba destinada a sectores profesionales, empresarios y dirigentes en general. Según Gambini: "Apuntábamos a la clase media. Son los compradores de libros y son los que compran este tipo de publicación"7. Se presentaba como un exponente del periodismo de interpretación, destinada a un lector informado a través de otros medios pero que necesitaba comprender más profundamente los temas de actualidad nacional, como también acceder a información sobre temas culturales, históricos y económicos.

La revista no estaba separada por secciones pero abarcaba diversos temas. En el periodo de estudio la tapa y la nota principal solían estar destinadas a la actualidad política, mientras que en el resto de su edición se trataban cuestiones sobre economía, actualidad sindical e internacional; en el campo cultural se informaba sobre libros, cine y televisión; también podían hallarse notas sobre filosofía política o historia de las ideas, de interés general, deportes (desde una impronta más sociológica), medios de comunicación y periodismo. En el periodo de estudio publicó un Suplemento cultural sobre temas ligados al ámbito cultural, histórico, político o filosófico, y suplementos sobre la actualidad de las provincias argentinas. En abril de 1977, bajo el impulso a las finanzas que estaba imprimiendo la política económica de la dictadura, inició la publicación del Suplemento de información económica, financiera y empresaria que irá consolidándose en estos años. La única sección fija que duraría todo el periodo de estudio fue Transiciones, un espacio con comentarios, muchas veces irónicos -un estilo que caracterizaba la escritura de Gambini- sobre diversos aspectos de la actualidad, desde la política nacional e internacional, hasta los espectáculos o el periodismo.

La redacción fija de la revista estaba compuesta por Gambini, su esposa y unos pocos periodistas. Los colaboradores externos que escribían la mayoría de los artículos tenían un perfil académico o eran periodistas profesionales, muchos de los cuales habían participado de las experiencias renovadoras para el periodismo argentino que habían sido las revistas Primera Plana y Confirmado y el diario La Opinión, emprendimientos fundados por Jacobo Timerman. Algunos de los periodistas que ocuparon cargos directivos desde marzo de 1976 hasta marzo de 1981 fueron: Emiliana López Saavedra (Subdirectora y luego Directora Ejecutiva, quien era esposa de Gambini e inició su trayectoria en el periodismo en Redacción); Carlos Russo (Jefe de Redacción, quien había trabajado en Primera Plana); Jorge Koremblit (Secretario de Redacción y desde enero de 1976 hasta noviembre de 1978 Jefe de Redacción, quien tenía amplia trayectoria en el periodismo); Analía Roffo (Coordinadora General y Secretaria de Redacción a partir de enero de 1976, quien inició su carrera periodística en Redacción); Francisco Juárez (Secretario de Redacción durante 1976, había participado en las revistas Primera Plana, Panorama y fue Jefe de Redacción de la revista Siete Días). Algunos Colaboradores Especiales del periodo fueron: Armando Alonso Piñeiro (periodista político quien había formado parte del staff inicial de Primera Plana y Confirmado), Silvio Huberman (con experiencia en radio), Gabriel Ribas (periodista y profesor que tenía conocimientos en política internacional), Kive Staif (periodista cultural en Confirmado, los diarios Correo de la tarde y La Opinión, entre otros), Alberto Amato (había iniciado su carrera en la revista Antena en 1973, y en el periodo 1977-1982 fue redactor y Secretario de Redacción de la revista Gente), Jorge L. García Venturini (profesor que solía escribir sobre filosofía e historia de las ideas, publicaba también en el diario La Prensa), León Schwartzman (periodista económico), Miguel Smirnoff (periodista de espectáculos), Rodolfo Pandolfi (periodista político que había participado del staff inicial de Primera Plana y Confirmado), Andrew Graham Yooll (periodista del diario The Buenos Aires Herald), Héctor Grossi (periodista de espectáculos que participó de revistas como Análisis, Primera Plana, Siete Días, y Somos), Pablo Mendelevich (había iniciado su carrera en un puesto menor en La Opinión y será parte de la redacción fija de la revista), José Luis Romero (un prestigioso y reconocido historiador y ensayista, fallecido en febrero de 1977), Oscar Troncoso (escritor y periodista de adscripción al socialismo, participó de las redacciones de Revista Socialista, Liberalis, Sagitario, Futuro, La Vanguardia, Panorama, Cuarto Poder, La Razón y Siete Días), Osiris Troiani (experto en política internacional, había participado de Primera Plana y La Opinión) y Jorge Araoz Badi (con participación en Confirmado), entre otros.

Con respecto a las publicidades, en esta etapa se encuentran avisos de reconocidas empresas nacionales e internacionales como Acindar, Mercedes Benz, Ford, Carrier, Coca Cola, Philips, Deutz, Yelmo, Alpargatas, Celulosa Argentina, Cinzano, Air France, AeroPerú, Braniff, Iberia, Petroquímica Argentina, Sasestru, Medicus, Gillette, Lavaque, Siam, Papel Prensa; bancos y financieras como Banco de la Nación, Banco de la Provincia de Buenos Aires, Banco Popular Argentino, Banco Shaw, Banco de Intercambio Regional, Compañía Financiera Central, Grupo Oddone; empresas u organismos estatales como Fabricaciones Militares, DGI (Dirección General Impositiva), Entel (Empresa nacional de telecomunicaciones), Segba (Servicios eléctricos del Gran Buenos Aires), Somisa (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina), Austral, Aerolíneas Argentinas y otros medios de prensa como La Capital, La Prensa, Confirmado, Creer y Prensa Económica, entre otros.

REDACCIÓN Y EL GOLPE DE ESTADO DE 1976

Según hemos analizado en un trabajo anterior (Borrelli 2013), desde fines de 1975 la intervención militar se fue justificando para Redacción como una consecuencia lógica e inevitable del fracaso absoluto del peronismo en el poder, que fue señalado como el responsable principal del derrumbe político y económico del proceso abierto en 1973 y a quien la revista interpeló directamente por esta causa. En esta línea, la presidenta María Estela (Isabel) Martínez de Perón, que iniciara su mandato en julio de 1974, fue indicada como una de las máximas culpables de la crisis que vivió el país, descripta como una presidenta contradictoria, sin autoridad efectiva, encerrada en un círculo áulico conformado por funcionarios venales e inescrupulosos y porfiada en sostener el poder por el poder mismo, desligándose de los perjuicios que pudiera ocasionársele a la Nación en medio de una agresiva disputa interna en el peronismo que obstaculizaba la gestión eficiente de la administración gubernamental.

En esta adjudicación de responsabilidades, la intervención militar de marzo de 1976 también apareció justificada para la revista por la actitud pasiva u inoperante de la oposición política y del Parlamento, que desde esta óptica no supieron o no quisieron ofrecer una solución alternativa y confiable al gobierno de Isabel Perón que pudiera evitar el golpe. Aquí debe señalarse que Redacción por momentos indicó a estos actores como si tuvieran la capacidad para evitar el golpe de Estado y señaló que no lo habían ejercido por diversos motivos, argumento que solapaba que las FF.AA estaban preparándose activamente para asumir el poder -al menos desde el segundo semestre de 1975- y sobrevalorando las posibilidades reales de estos actores políticos para darle un curso diferente a los acontecimientos.

Aunque Redacción no mostró una abierta y expresa apología a favor de la intervención militar, sí hizo uso de expresiones particularmente dramáticas o catastrofistas para describir la situación nacional, en algunos casos apelando a titulares grandilocuentes y dramáticos que legitimaron la sensación de "cambios inminentes" y de desestabilización política general8, apoyando el argumento que en los últimos meses de 1975 y principios de 1976 indicaba que "no se podía seguir así"9.

EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA DICTADURA: ENTRE EL PESO DE LA "HERENCIA PERONISTA" Y EL OBJETIVO DE LA "SOCIEDAD PLURALISTA" (MARZO DE 1977)

Ni bien iniciada la dictadura militar, el gobierno intentó consolidar el consenso civil con el que había sido recibido el golpe con el fin de traducirlo en un apoyo más activo a su causa y asegurarse la permanencia en el poder. Con ese objetivo el Poder Ejecutivo pergeñó una estrategia de "acercamiento" a los civiles que tuvo varias expresiones, como la designación de embajadores civiles, los almuerzos de Videla en 1976 con "figuras representativas" de diferentes ámbitos de la sociedad civil o las declaraciones presidenciales sobre que habría una futura instancia de "participación" -de la cual, se aclaraba, estarían excluidos "subversivos" y "corruptos"- y que el régimen aspiraba a consolidar a futuro una democracia "madura". Pese a ello, las FF.AA repetían con insistencia que "no había plazos sino objetivos" que cumplir, y que la transferencia del poder estaría condicionada a la formación de representantes legítimos (Quiroga 2004: 78-9). Además, toda idea de traspaso de poder estaba condicionada al cumplimiento de los objetivos represivos y los de la política económica -que en el primer año se orientó más a realizar un ajuste de tipo ortodoxo con fuerte perjuicio para los asalariados-, así como también por las divisiones internas en las FF.AA sobre cuál sería el plan político del PRN (Canelo 2008).

En relación a la actividad de los partidos políticos tradicionales, ésta se suspendió por ley a nivel nacional, provincial y municipal, y en junio de 1976 se prohibió la actividad de algunos partidos políticos catalogados como "extremos" (Yannuzzi 1996: 66-7). Según Yannuzzi (1996: 49), la suspensión -y no prohibición- de la actividad política mantuvo en el inicio de la dictadura un espacio político reducido y manejado por las FF.AA que le permitió a los militares granjearse cierto consenso, a su vez que facilitó la construcción de identidades políticas en torno a figuras relevantes de los partidos.

El balance de la revista en torno al primer año de gobierno fue realizado por su comentarista político y Jefe de Redacción Jorge Koremblit en la nota titulada "Un año después". Allí refrendaba el apoyo de Redacción a la decisión de las FF.AA de derrocar al gobierno peronista al mencionar en forma de ejemplo que, de no haberlo hecho, se hubiera tenido en ese momento una "hiperinflación del 6.000 por ciento". En el ámbito del haber señalaba que "por primera vez" los militares habían rechazado la idea de "hacer una revolución", a diferencia de las experiencias de 1955 y 1966; en este caso sólo se había propuesto una "reorganización" dejando de lado así "actitudes mesiánicas". Posteriormente, resumía lo que consideraba eran los "logros" del gobierno: "reversión [...] de las tasas inflacionarias; recuperación de la confianza externa; reactivación general de la economía; mejoramiento de la imagen internacional del país; por lo menos a nivel de los países de la región". En relación a los "aspectos críticos", señalaba dos casos: la libertad de los precios, que había sido decretada por Martínez de Hoz al inicio de su gestión, y el reordenamiento de la actividad sindical. En ambos apuntaba a la administración concreta del gobierno en estas dos políticas más que a su justificación teórica, con la cual se mostraba de acuerdo. Por ejemplo, señalaba las remarcaciones abusivas en el caso de los precios o el "exceso de diálogo" del gobierno con los sindicatos (quienes, recordemos, eran estigmatizados por gran parte de la opinión pública por su actuación en el periodo 1973-1976) (Koremblit 1977b: 16)10.

Esta suerte de mesura en la "crítica" era justificada por Gambini en su balance del año 1976 en virtud del "peso" de la "herencia peronista": "Aún no es tiempo de pedirle rendición de cuentas [al gobierno militar], porque todos sabíamos que la tarea no era sencilla ni envidiable. Por ahora debemos conformarnos con señalarle prudentemente los errores, pues todavía está a tiempo de corregirlos." Para luego asegurar, en la misma tesitura: "Este gobierno lógicamente no va a conformar a todos, pero cuando alguien asume la responsabilidad de sacar a flote un país que se hundía en serio, nadie tiene derecho a perturbar la marcha del proceso en el instante crítico." (Gambini 1976: 7).

En el editorial de marzo de 1977 Gambini avanzaba por ese andarivel de "señalar prudentemente los errores". Allí se refería a un documento de la Marina que circulaba por los ámbitos castrenses -donde se reclamaban "cambios" y "ajustes" en áreas claves de gobierno como Economía, Trabajo y Educación-, para expresar su punto de vista sobre la actualidad11. El director acordaba con el diagnóstico de la Marina y en función de lo que consideraba "errores políticos muy notorios" y "falencias" que habían surgido en esas tres áreas, resaltaba en tono admonitorio12 y predictivo13:

A medida que se va alejando el punto de partida, el Gobierno empieza a cobrar su propia antigüedad: llegará un momento, inevitable, en el que no se podrán hacer más referencias a la "situación heredada", porque ya se habrá acumulado suficiente experiencia propia y nadie admitirá excusas. El tiempo se habrá consumido, y con él las energías y las oportunidades.
El reconocimiento de los propios errores es sumamente positivo. Pero hay que corregirlos. (Gambini 1977c: 7)

Aunque en el contexto del primer aniversario no se hizo una mención explícita a la cuestión del futuro político, en enero de 1977 Gambini trazó un panorama de lo que sería una de las principales preocupaciones editoriales de la revista: cuál sería la propuesta política del PRN y el rol que tendría la dirigencia política en el nuevo escenario. Con un pretendido tinte "realista" aseguraba que: "En 1977 no habrá apertura política alguna. Eso está claro". Sin embargo, aseguraba que sí tendría que haber "ideas, propuestas, acopio de inteligencia para ir pensando cuál será el camino más correcto y verídico hacia la sociedad pluralista y democrática del futuro argentino" (Gambini 1977d: 5). Y advertía, en referencia implícita a los aprestos refundacionales que latían dentro del PRN: "[...] la Historia [...] enseña que no se fundan partidos por decreto ni se fabrican líderes en los laboratorios", en cambio la experiencia indicaba que una vez que se "descongelaba" la actividad de los partidos volvían a "desentumecerse los mismos logotipos y los mismos personajes", de allí que la clave sería que "esos símbolos -como quienes los representan- resuciten con un contenido más modernizado, más realista, para que sepan aprovechar el camino andado y nutrirse de la experiencia realizada. Por eso es importante que la temperatura de la hibernación se vaya graduando lentamente, incorporando hombres políticos al proceso -pero en tareas muy concretas- para evitar un descongelamiento brusco y peligroso." Por último, recordaba que en todos los mensajes oficiales se mencionaba como objetivo la idea de la "sociedad pluralista" como meta trascendental del PRN -con la cual acordaba- pero advertía: "para que esto suceda (y no se lo tome solamente como una frase para excusarse por la duración del proceso) hay que planificar ya una labor concreta en este sentido" (Gambini 1977d: 5)

Redacción reconocía así la legitimidad política de las FF.AA de conducir el país y toleraba momentáneamente la "hibernación" de los partidos, pero enfatizaba ya a inicios de 1977 que esa situación no podría extenderse sine die y que habría que ir construyendo algún tipo de articulación con los políticos. Si bien para la revista la intervención golpista de las FF.AA había sido por demás necesaria, la justificación última de su práctica gubernamental debía ser la de asegurar la pronta desembocadura en la "sociedad pluralista", reflexión que además podría estar dirigida a rechazar las intenciones de los sectores más "duros" de las FF.AA de prolongar la dictadura sin condicionamientos de plazos y trazar algún tipo de proyecto corporativista.

EL SEGUNDO ANIVERSARIO: ¿Y LA PROPUESTA POLÍTICA? (MARZO DE 1978)

El segundo aniversario del golpe de Estado no contó con un balance propiamente dicho por parte de la revista, mientras que su nota principal de marzo de 1978 -"El retiro de los tres comandantes"- se mostraba preocupada por el futuro más que por el pasado inmediato, al tratar de bosquejar cuál sería el nuevo escenario político del año que se iniciaba, ya que estaba previsto que hacia octubre de 1978 los tres comandantes en jefe pasaran a retiro y Videla a ejercer la función presidencial ya fuera de la Junta Militar y de la jefatura del Ejército (lo que en la época se conoció como la función del "cuarto hombre").

Durante 1977 Redacción le había dedicado un importante espacio e interés editorial a las especulaciones sobre el futuro político del PRN, a cómo sería su "propuesta política" y de qué manera se establecería la prometida "democracia sólida, orgánica y representativa"14. Si bien Redacción se mostraba de acuerdo con el gobierno en que no debía acelerarse la convocatoria electoral y solía mencionar la responsabilidad del radicalismo y el peronismo en los problemas que tenía el país, comenzó a mostrar signos de disgusto con el desfasaje entre el discurso militar y sus actos concretos en relación al "diálogo" con los civiles, a cierto voluntarismo que se desprendía de los objetivos refundacionales que planteaban altos jerarcas militares, a la poca precisión en torno a la "propuesta política", y a cierta "soberbia" que aparecía en declaraciones de funcionarios militares, como el ministro del Interior Albano Harguindeguy o el efímero ministro de Planeamiento Ramón Genaro Díaz Bessone, que se jactaban de la larga duración que tendría la dictadura15.

En relación con la "propuesta política" hacia mediados de 1978 Gambini aseguraba en tono enfático y con cierto hastío que "nadie sabe hasta ahora en qué consiste la tan mentada Propuesta Política", y agregaba: "Se ha hablado hasta el cansancio de ella y hasta ahora lo único que se especificó es todo lo que no va a contener, pero no se ha aclarado cuál va a ser concretamente su contenido. Sabemos lo que no se quiere, pero ignoramos lo que se propone. Y políticamente esto sigue siendo una entelequia (por no decir un escapismo)." (Gambini 1978: 13)

Sobre este punto y las posibilidades reales que podría ofrecer un "diálogo" entre civiles y militares Koremblit se mostraba bastante escéptico, al menos si se pensaba en esa instancia con las dos grandes corrientes cívicas del país: el peronismo y el radicalismo. Según el comentarista ambos eran "populistas" y cultivaban un "nacionalismo económico" que lejos estaba de la tendencia que Martínez de Hoz le estaba imprimiendo a su gestión, por lo cual esa primera "barrera infranqueable" demostraba que el diálogo era solo un "instrumento limitado" y no una "solución", y que requería "mayores precisiones" por parte del gobierno y "menores ilusiones en los convocados" (Koremblit 1977a: 19)

Hacia principios de 1978 Redacción no creía en la posibilidad de fundar una suerte de "Nueva República", como proclamaban algunos integrantes de la dictadura, sino en modernizar los partidos existentes a su vez que poner en funcionamiento la argentina real y efectiva. Sobre este punto Koremblit señalaba con ironía que la propuesta de una renovación total tenía su "respetable pizca de idealismo y, en algunos casos, de ingenuidad angélica" (Koremblit 1977a: 21) Aunque reconocía que "La vieja política, sus usos, sus mañas, sus tratos pampa" tenía que ser "enterrada" (Koremblit 1978: 30), esto no implicaba la marginación de los políticos tradicionales: "la política con políticos -buenos o malos, no importa- es la única posibilidad práctica de hacer cosas sin caer en los riegos del vicio solitario". Para el Secretario de Redacción la clave de una gradual participación de los dirigentes -que Videla había anunciado en su mensaje al país del 29 de marzo de 197816- residía en la "modernización de los partidos políticos" y la "actualización de sus cuadros dirigentes" (Koremblit 1978: 30). Idea que también podría ser observada como una expresión de deseos de dificultosa realización, teniendo en cuenta el rol subsidiario que estaban teniendo los partidos en el nuevo escenario nacional y que cualquier tipo de renovación se presentaba como una imposición de las FF.AA.

EL TERCER ANIVERSARIO: EL "VACÍO POLÍTICO" Y "LAS DUDAS DEL PRESIDENTE" (MARZO DE 1979)

En la nota de tapa de marzo de 1979 titulada "Las dudas del presidente", Redacción resumía en el copete su posición sobre los tres años de la dictadura en torno a dos ausencias de índole política: "Al cumplirse el tercer aniversario del proceso, aun no están definidas las condiciones del diálogo y la participación. Persiste el vacío político producido tras la derrota de la subversión, mientras Videla se esfuerza por garantizar el funcionamiento de la democracia" (Redacción, 1979: 12). En efecto, durante 1978 la cuestión de la "participación", el "diálogo" y el futuro político del gobierno había sido una preocupación excluyente de la revista, que se vislumbró en la elección de sus tapas y notas principales17. En esta línea, a partir de octubre de 1978 comenzó a publicar la sección Tempo político, donde se transcribían declaraciones de políticos, dirigentes civiles y de militares, o se mencionaban rumores y comentarios vinculados a la vida política nacional. La nueva sección ponía de relieve que para la revista se estaba abriendo un nuevo "tiempo" vinculado a la paulatina ampliación del juego político, que marcaba un límite para la monopolización de la política que pretendían las FF.AA. Evidentemente en esa nueva etapa Redacción, desde su posición enunciativa como revista líder de opinión, había decidido influir para que el gobierno concretara una mayor apertura hacia los civiles visibilizando las "voces políticas" del momento. Dentro de esta orientación editorial, la revista publicó varias entrevistas a dirigentes políticos, civiles y a militares sobre distintos aspectos de la realidad nacional18.


La cuestión de los partidos y el futuro del sistema político, preocupación excluyente en Redacción durante 1978 (tapas de mayo, junio y noviembre de 1978)

Desde mediados de 1978 la dictadura estaba encarando la difícil tarea de recrear las bases de legitimación que habían dado sustento al golpe militar, tratando de evitar la situación de "inmovilismo" en que estaba ingresando para muchos analistas y dirigentes. Por su parte, los partidos políticos iban saliendo de su letargo y pujaban por algún tipo de convergencia con los militares o una salida institucional (Quiroga 2004; Yannuzzi 1996). La finalización de la etapa de represión más dura y el intento dictatorial de construir un consenso civil tutelado, hacía pensar a los dirigentes de los partidos mayoritarios en el comienzo de una etapa con mayor participación civil en el gobierno o algún proceso de traspaso de poder. Y aunque la crítica a la política económica estaba uniendo a diferentes partidos políticos en un sesgo cada vez más opositor, detrás de estas diatribas focalizadas en Martínez de Hoz aparecía más profundamente la decepción de los dirigentes de las fuerzas mayoritarias con las FF.AA por la falta de apertura de la dictadura, mucho más proclive a negociar con los partidos provinciales menores que estaban dispuestos a supeditarse al pensamiento militar (Yannuzzi 1996: 157 y 263)19.

En ese contexto, el balance de los tres años de gobierno realizado por Redacción colocaba un fuerte énfasis en la distancia entre los objetivos "democráticos" que había proclamado Videla -la revista citaba declaraciones del presidente de principios de 1977 en ese sentido- y lo que efectivamente se había realizado en torno a la "propuesta política" y el "diálogo". La revista reconocía que al tomar el poder el principal plan político de las FF.AA había sido la "derrota de la subversión", el que había sido acompañado por el plan económico (Redacción 1979: 13). A inicios de 1979 el plan político se había cumplido y se encontraba "agotado" porque la "subversión" era un "problema terminado". El económico tenía "resultados contradictorios" y los mismos militares reconocían la existencia de "factores negativos". En relación a la cuestión política, reflexionaba que en el tercer aniversario de su gobierno Videla se encontraba frente a un "vacío político" que no había sido cubierto debido a "la demora en la formulación de la propuesta, que debió ser encimada a la derrota de la subversión". Además apuntaba con cierta preocupación que los detalles que se habían conocido de algunos planes políticos de las FF.AA distaban de la idea de una pronta salida del PRN, por lo cual según la revista Videla había tenido que revalidar frente a los políticos su creencia en la democracia para restablecer la confianza en este aspecto.

Redacción, como lo venía haciendo desde el golpe de 1976, presentaba a Videla como una suerte de "garante" de la democracia futura, que parecía tener que lidiar con los sectores internos de las FF.AA que no estaban interesados en prontas salidas u aperturas políticas. Pero también lo ubicaba en una posición ambigua, ya que pese a sus declaraciones de "fe democrática" lo que persistían eran las dudas en relación a una convocatoria concreta a los dirigentes políticos. Esas dudas demostrarían tener su asidero: hacia 1979 Videla se había quedado "sin juego propio" en casi todos los ámbitos de poder, y el apoyo a Martínez de Hoz se tornó su proyecto exclusivo y el único que le podría proveer mayor sustentabilidad (Novaro y Palermo 2003). En efecto, contrariando las resistencias de un variado arco opositor, que incluía a empresarios ligados al mercado interno y al agro, sectores de las FF.AA, los sindicatos, los partidos tradicionales y la Iglesia, entre otros, en diciembre de 1978 el ministro de Economía profundizará la apertura comercial y la liberación del mercado de capitales que se venía aplicando desde 1977.


Tapa de Redacción de marzo de 1979, al cumplirse el tercer aniversario del inicio de la dictadura

EL CUARTO ANIVERSARIO: EL DIÁLOGO POLÍTICO Y "LA DEMOCRACIA PROMETIDA" (MARZO DE 1980)

El cuarto aniversario de la dictadura estuvo marcado por el inicio del promocionado "diálogo político" que había sido anunciado por Videla el 6 marzo de 1980 (y comenzó formalmente el 26 de marzo)20. Previamente, en diciembre de 1979, el gobierno había dado a conocer las Bases Políticas de las Fuerzas Armadas para el Proceso de Reorganización Nacional, destinadas a organizar la convergencia cívico-militar y a fundar un nuevo sistema político21.

En este nuevo aniversario Gambini editorializó sobre la novedad del diálogo en su editorial "La democracia prometida" (Gambini 1980b: 13). Su opinión se distinguía por la ambigüedad. En principio resaltaba que el discurso donde Videla había anunciado el inicio del diálogo no aportaba ninguna novedad por la reiteración de conceptos. Sin embargo, subrayaba que Videla había confirmado que la consecución de la "democracia sólida, estable y definitiva" seguía estando vigente en el pensamiento oficial. Las declaraciones de otros altos jefes citadas en el editorial le permitían afirmar que esto se había vuelto una "doctrina política férrea" para las FF.AA., por eso eran los civiles quienes debían "exigir" el cumplimiento de la "palabra empeñada". Gambini no albergaba mucha esperanza en el diálogo que se iniciaba, que era visto como una instancia más individual que estructural y partidaria. En consecuencia, aseguraba que los militares encontrarían el "verdadero camino de la democracia prometida" si aceptaban que el "germen de los futuros dirigentes políticos" se encontraba en las "reacciones civiles", las "impaciencias juveniles", las "audacias creadoras", las "desordenadas manifestaciones de disconformidad" y la "inteligencia y la originalidad"; si sabían comprender esto les sería "más fácil participar de ella [la democracia prometida]; y también custodiarla". El director reforzaba así el punto de vista de su revista en torno a que los militares no debían cerrarse sobre sí mismos y, en cambio, habilitar la instancia de la participación civil, pero dejaba entrever su conformidad con que las FF.AA tuvieran una función tutora de la futura democracia, proyecto que estaba contenido en el documento mencionado sobre las "bases políticas".


El plan político de las FF.AA y el "diálogo" con los civiles, en el foco de atención de Redacción (tapas de enero y abril de 1980)

En el editorial del mes siguiente Gambini ampliaba estas reflexiones con un llamativo punto de vista. Allí celebraba las declaraciones del jefe del Ejército, general Leopoldo Galtieri, quien había afirmado que "si el no te metás sigue teniendo vigencia, la democracia argentina no tiene solución". A partir de esta declaración el director sugería que los militares entendían que era mejor estimular la actividad política y participar "desde adentro" que tratar "inútilmente de impedirla y quedar apresado en opciones ajenas". Esto suponía la idea que las FF.AA participaran en forma "legal y no encubierta de las decisiones políticas de los futuros gobiernos constitucionales", revalidando así la opción de la tutoría sobre la democracia. Pero esa "vocación política" que parecía impulsar la afirmación de Galtieri solo podía desarrollarse para el director si había "canales de expresión abiertos", y en este aspecto se quejaba por el "congelamiento" que aún sufrían los partidos políticos y porque los medios masivos de comunicación estatales, donde podrían expresarse, seguían monopolizados por el gobierno. En este marco, indicaba que era razonable que se "abrieran esas válvulas sin necesidad de sacar las urnas del sótano para dar elecciones el año que viene"22; y ampliaba: "Justamente cuando no hay comicios a la vista la vocación ciudadana es más sincera y la militancia se practica con serenidad, sin el exitismo de las candidaturas ni los apurones de las campañas." (Gambini, 1980c: 13). La ambigüedad asomaba nuevamente, en tanto se demandaba mayor participación para los partidos pero a su vez se mostraba la desconfianza que aún generaba en la revista la vida interna habitual de las estructuras partidarias direccionadas a ganar elecciones, luchas que aparecían como mezquinas frente a otros objetivos siempre más trascendentales.

EL QUINTO ANIVERSARIO Y EL RECAMBIO DE VIDELA POR VIOLA: "LA ETAPA DECISIVA" (MARZO DE 1981)

El 29 de marzo de 1981 Videla concluía su período de cinco años como presidente y le traspasaría el mando a su antiguo compañero de promoción en el Ejército y complemento fundamental en el asentamiento de la dictadura, el general retirado Roberto Viola, quien debía cumplir su mandato hasta el 29 de marzo de 1984. Desde la crisis financiera iniciada en marzo de 1980 con la quiebra del Banco de Intercambio Regional el gobierno venía sufriendo un agudo proceso de licuación de su capital político, del que la revista dio cuenta en varios editoriales donde reflexionó sobre las airadas protestas contra la política económica, las contradicciones y el desgaste del gobierno de Videla23.

Redacción editorializó sobre la sucesión a partir de dos ejes: una reflexión sobre la figura de Videla y un análisis de los desafíos políticos que se le presentaban al nuevo mandatario en función de la "herencia" que recibía. La opinión sobre la figura presidencial de Videla estuvo a cargo de Gambini, que en el editorial de marzo bosquejó un análisis por demás complaciente con el presidente militar saliente, renunciando explícitamente a realizar un balance del quinquenio que finalizaba para dejarlo en manos del "juicio sereno de la Historia" (Gambini 1981: 11). Si bien mencionaba la crítica que desde "casi todos los sectores" se le había hecho a su gestión en los últimos dos años, como así también reconocía que la "imagen de hombre inmaculado" con la que había llegado al poder ya no era la misma, lo destacaba como un "hombre de marcada sensibilidad, a quien las críticas le afectan como a cualquiera", y si las había absorbido con "resignación" era porque tenía una "acabada vocación de servicio". Desde ya, señalaba que no era un "ingenuo" y que había sido "el máximo responsable de la gestión" con "conocimiento de causa", tanto en los "aciertos" como en los "errores". Pero recalcaba las declaraciones del militar de mediados de 1980 donde mencionaba: "Tengo mi conciencia tranquila. Hice lo que pude", para resaltar: "Es la respuesta de un ser humano: hizo lo que pudo. Esta es su verdadera imagen, mucho más valiosa que ese desconfiable retrato de general inmaculado"24. Con respecto al nuevo periodo que se abría, al resaltar que Videla tenía la "suerte" de dejar el gobierno en manos de un "amigo", se interrogaba: "Quién sabe si su sucesor podrá mañana hacer lo mismo", cubriendo de dudas la gestión de Viola que se iniciaba, además de mostrar cierta expectativa de la revista sobre que el periodo 1981-1984 se tratara del último tramo del gobierno militar. De hecho, en enero de 1981, Gambini había mencionado en su editorial que en el año que comenzaba se abría la "etapa decisiva" para el país donde el gobierno debía "asumir formalmente el compromiso de restablecer la democracia en fecha cierta" (Gambini 1981a: 13)

 
1980: el "año de las protestas" para Redacción (tapas de junio y diciembre de 1980)

La nota principal de la edición de marzo (Redacción 1981b: 12-14) enfatizaba sobre una recurrencia en las sucesiones presidenciales: que Viola recibía nuevamente una crisis. En 1981 la alternativa de "administrar la crisis" aparecía como "totalmente agotada" e inevitablemente asomaba la necesidad de un "nuevo proyecto político". Aunque Viola prometía mayor apertura con los civiles, que se había verificado en parte en la composición de su gabinete de ministros, Redacción destacaba los límites de este sesgo al recordar declaraciones recientes del futuro presidente donde remarcaba que el gobierno era de las FF.AA, ratificando para la revista "la idea de una iniciativa que no se comparte y que por lo tanto no se discute". De esta forma, las decisiones seguían subordinadas al poder militar, y por más que hubiera un aumento en la participación civil en el nuevo gobierno ésta no era "coaligada sino simplemente cooptada". Pese a la crisis económica y financiera con la que finalizaba el periodo Videla-Martínez de Hoz, para la revista el desafío de Viola era eminentemente político, por eso debía: "[...] recuperar credibilidad para el sistema, pero no para consagrar su estabilidad sino para demostrar su capacidad de generar una movilidad de salida hacia la democracia pluralista. Si lo consigue, es posible que pueda tratar los problemas profundos con el apoyo de toda la sociedad nacional" (Redacción 1981: 14).

CONCLUSIONES

Luego del primer año de la dictadura militar en el poder, Redacción observó con cierta premura que la legitimidad última del "Proceso" estaba atada a la concreción de algún tipo de propuesta hacia los políticos y a la restitución de la democracia, ahora "madura" y "sólida", en un plazo no excesivo. En el periodo estudiado, Redacción no puso en duda la legitimidad de la intervención militar ni el rol protagónico que debían tener las FF.AA en la modelación del nuevo sistema político, pero rechazó explícitamente una monopolización absoluta de los militares en torno a los nuevos términos que debía tener la democracia que legarían, y desde 1978 les demandó con énfasis que "abrieran el juego" a los dirigentes políticos tradicionales. El paso del tiempo sin una propuesta política precisa por parte del gobierno militar, el escaso interés en incorporar a los partidos políticos, sumado a la voluntad largoplacista de algunos conspicuos representantes de la dictadura, parecieron generar mayor desconfianza en la revista en torno a las verdaderas "intenciones democráticas" del gobierno. En este marco el presidente Videla fue presentado como una especie de "garante" de ese objetivo democrático, quien parecía tener que hacer un difícil equilibrio entre las facciones internas de las FF.AA para sostenerlo, aunque también a partir de 1979 Redacción instaló la duda sobre sus propósitos reales.

Con respecto a los partidos políticos, prontamente descartó de plano una "renovación total" de sus dirigentes y se inclinó por la opción más "realista" de una "modernización", aunque los términos de ésta tampoco fueron del todo precisados. Si bien Redacción compartía la visión extendida en la época sobre la responsabilidad de los grandes partidos nacionales en la crisis que había llevado al golpe, a medida que la dictadura fue extendiéndose en el tiempo dejó de lado ese énfasis crítico para revalorizar el rol de los partidos, aunque reconociendo que debían corregirse los "vicios" de la "vieja política".

Una vez iniciado el "diálogo político" en 1980 no albergó demasiadas esperanzas en esa instancia y, en cambio, se situó en una posición de cierta ambigüedad al reclamar un "descongelamiento" real de la actividad partidaria, aunque aceptando la vocación "tutora" de las FF.AA en el futuro entramado institucional al apreciar positivamente la inclusión "legal" de la intervención de los militares en los gobiernos constitucionales.

Finalizada la presidencia de Videla en marzo de 1981, no realizó un balance del quinquenio de su gobierno y tuvo una mirada por demás complaciente hacia su figura. De todas maneras, fue concluyente en que el nuevo periodo que se abría con la presidencia de Viola debía establecer claramente una "salida" hacia la "democracia pluralista".

Para finalizar, una última reflexión. La insistencia de algunos jerarcas del "Proceso" en torno a que el fin último de la dictadura era la desembocadura en una democracia "fuerte", "madura" y "pluralista" permitió que los sectores civiles que apoyaban el objetivo "ordenancista" inicial de los militares, pero no estaban de acuerdo con una estadía a largo plazo ni con la concreción de proyectos corporativos que trastocaran la futura institucionalidad republicana, ofrecieran su apoyo al gobierno militar. Pero a medida que esos objetivos declamados se fueron revelando vacíos de contenidos prácticos, mientras que la gestión cotidiana del gobierno daba indicios en sentido contrario -por la profundización de la política económica, por la extensión de la represión y la permanencia de políticas autoritarias-, estos sectores civiles, de los que Redacción formó parte, fueron trastocando el consenso inicial en, primero, una actitud de crítica prudente, para luego pasar a una posición de mayor demanda sobre cómo se arribaría a lo que la revista designaba como la "democracia prometida". En torno a esa "desilusión" se fue estructurando una nueva orientación hacia el "Proceso", basada en la desconfianza y en la paulatina distancia. Pese a ello, hacia inicios de 1981 Redacción no puso en duda la legitimidad de las FF.AA para intervenir en el diseño de la próxima institucionalidad y asegurarse así un rol de "tutoría". Sin embargo, luego de cinco años en el poder sin un objetivo político claramente determinado, y con una crisis económica en ascenso, se le reconocía un muy estrecho margen de acción política que incluía como único objetivo el de concretar definitivamente, y sin más retardo, la desembocadura hacia la democracia, ahora ya no la deseable, sino al menos la posible.

Notas

1. La elaboración de este artículo ha sido facilitada por el proyecto PICT 2012-0284 de ANPCYT (Argentina) dirigido por el autor, que tiene como objetivo el estudio de diversas revistas políticas publicadas durante el periodo 1976-1983.

2. El público atento es aquel que tiene una atención continua sobre los asuntos políticos, el público activo conforma una porción menor dentro del mismo público atento, pero su compromiso con los asuntos políticos incluye los medios formales de participación política o una participación más informal pero activa, como la que puede darse en discusiones públicas y debates con otros sujetos. La elite política incluye en sentido amplio a los líderes políticos, funcionarios de gobierno, miembros de partidos políticos, formadores de opinión y, en términos generales, a aquellos sujetos que participan públicamente en roles políticos.

3. Gambini se inició en el periodismo en 1957 en La Vanguardia y trabajó en El Avisador Mercantil, Crítica, Noticias Gráficas, Crónica, Vea y Lea, Leoplán, El Economista, Panorama, Siete Días, Primera Plana y La Opinión.

4. Entrevista realizada a Hugo Gambini por María Paula Gago, 22 de marzo de 2011.

5. Entrevista realizada por el autor a Hugo Gambini, 5 de febrero de 2014.

6. El dato fue proporcionado por Hugo Gambini (consulta por mail del autor, 26 de abril de 2013 y entrevista realizada por el autor a Gambini, 5 de febrero de 2014).

7. Entrevista realizada a Hugo Gambini por María Paula Gago, 22 de marzo de 2011.

8. Algunos ejemplos: "La situación toca fondo" (agosto de 1975); "La psicosis del golpe y sus entretelones" (septiembre de 1975); "¿Qué hacemos con la corrupción?" (octubre de 1975); "El final de la crisis" (noviembre de 1975); "El gran escándalo", "El fracaso peronista" (diciembre de 1975); "Las acusaciones a la presidente" (enero de 1976); "Qué harán ahora los militares" (marzo de 1976)

9. El aval al golpe de Estado de 1976 no fue exclusivo de la revista sino, como es conocido, una constante registrada en la mayoría de los medios gráficos nacionales (véase Díaz 2002 para el caso de los diarios, Porta 2011 para la revista Confirmado, dirigida desde fines de 1975 por el dirigente conservador Horacio Agulla y González 2010 para el caso de la revista Extra, dirigida desde 1965 por el periodista Bernardo Neustadt)

10. Debe aclararse que Redacción no se destacará por hacer una defensa de la política económica de Martínez de Hoz, con la cual en cambio irá tomando una posición de cautela y distancia crítica, a diferencia por ejemplo de otras revistas de orientación política como Confirmado o Somos, que harán una defensa militante de la política económica.

11. Las demandas eran parte de la corrosiva disputa por el poder entre la Marina, conducida por el almirante Emilio Massera, y el Ejército, disimulada bajo la formalidad de la participación del poder en tres partes iguales -el "33%"- que tenía su máxima expresión en la estructura tripartita de la Junta Militar.

12. Que exhorta al cumplimiento de reglas, advierte peligros, llama al orden y a la concordia (Castelli 1991: 195-6, en función del esquema de Rivadaneira Prada 1986)

13. Que diagnostica resultados de tipo social y político utilizando el método de interpretación causal determinista (Castelli 1991: 195-6, en función del esquema de Rivadaneira Prada 1986)

14. Véase, por ejemplo el editorial de Gambini "El diálogo nacional" (junio de 1977). Esta preocupación era compartida con otras revistas políticas, como por ejemplo Confirmado, que abogaba por una articulación entre civiles conservadores y militares para orientar el futuro del "Proceso" (Porta, 2011); en cambio, revistas como Somos (perteneciente a la editorial Atlántida de Anibal C. Vigil, fue lanzada en septiembre de 1976) o Extra, denunciaban hacia 1978 que quienes querían una pronta salida del "Proceso" eran los mismos que habían llevado al país a la crisis de 1976 y, por ende, abogaban por la permanencia de las FF.AA en el poder y confiaban en su capacidad para configurar el futuro político sin apelar a los partidos tradicionales.

15. Gambini expresó su rechazo a las declaraciones de Harguindeguy del 22 de noviembre de 1977 donde mencionaba una eventual estadía en el poder hasta 1987 o, inclusive, hasta 1991, tiempo durante el cual según el ministro "no debía pensarse en partidos" (cit. por Troncoso 1985: 81-2). Gambini señalaba que, como había mencionado Videla en esos días, era "poco prudente" hablar de fechas, ya que según el director "los gobiernos se quedan el tiempo que pueden, no el que quieren". Y recordaba que los "grandes estadistas" que duraban en el poder tenían un "gran talento creativo antes que una carpetita con planes y fechas", lo cual era válido para quienes "se impacientan por la fundación de una nueva república, como si todo se resolviera con frases elocuentes y organigramas prolijitos" (Gambini 1977b: 17)

16. Donde prometía una política para la "unión nacional", basada en la formación de "nuevas corrientes de opinión" extrapartidarias que tendrían que avanzar hacia el objetivo de una "convergencia cívico-militar" (Clarín. "Videla formuló una convocatoria para la nueva etapa del proceso". Buenos Aires, 30 de marzo de 1978: 2-3)

17. De las doce tapas del año 1978, nueve estaban vinculadas de alguna manera a estos temas: cuatro se centraban en la actualidad y el futuro de los partidos políticos y los políticos; cuatro en la sucesión de los militares en el poder o en los cambios institucionales y una en el futuro sistema político.

18. Ya en agosto de 1977 había publicado un reportaje al ex presidente Alejandro Lanusse que fue tapa de esa edición (figura además muy resistida desde la jerarquía del "Proceso", tanto por su rechazo a la represión clandestina como por su vocación política); en febrero de 1978 hizo lo propio con el ministro del Interior Harguindeguy; en su edición de diciembre de 1978 publicó una entrevista al dirigente radical Ricardo Alfonsín -a quien la revista apoyaría (entrevista realizada por el autor a Hugo Gambini, 5 de febrero de 2014)-; en abril de 1979 la tapa del mes fue en torno al reportaje al dirigente Francisco Manrique y en julio de 1979 entrevistó al dirigente radical Fernando de la Rúa, entre otros ejemplos.

19. La reorganización de gabinete ministerial de Videla en noviembre de 1978 confirmó la tendencia de la dictadura a cerrarse sobre sí misma y a no integrar a los dirigentes políticos tradicionales. Videla rechazó expresamente la incorporación al gabinete de civiles vinculados a los partidos y la designación de gobernadores civiles; en cambio pasaron a integrar el nuevo gabinete civiles que estaban relacionados con los sectores más integristas y conservadores del espectro ideológico (Novaro y Palermo 2003: 236)

20. Si bien había sido presentado por los militares como el despuntar de la "etapa política", el "diálogo" se limitó a una serie de reuniones durante 1980 del ministro del Interior Harguindeguy con ciertos dirigentes civiles y ciudadanos "representativos". A los dirigentes políticos el ministro les recordaba que cualquier acuerdo debía ser sobre la base de la no revisión de lo actuado en la "lucha antisubversiva", la aprobación de la legitimidad del golpe de Estado y la institucionalización del rol de las Fuerzas Armadas en el futuro sistema político (Novaro y Palermo 2003: 332; Quiroga 2004: 199-205)

21. El título altisonante contrastaba con la escasez de su contenido, que no fijaba plazos ni cronogramas electorales, pero sí pretendía asegurar legal y legítimamente la intervención institucionalizada y autoritaria de las Fuerzas Armadas en el cada vez más lejano retorno democrático (Quiroga 2004: 189-194)

22. Frase que hacía referencia implícita a las explosivas declaraciones que Galtieri había realizado un día después de iniciado el "diálogo político": "Las urnas están bien guardadas y van a seguir bien guardadas" (Clarín. "Galtieri: se está dialogando, pero las urnas están bien guardadas". Buenos Aires, 28 de marzo de 1980: 3)

23. Por ejemplo: "El retorno de la política" (junio de 1980); "La cuenta regresiva" (julio de 1980); "El desgaste" (agosto de 1980)

24. Gambini ya había resaltado estas palabras de Videla en el editorial de agosto de 1980. Allí encomiaba que había sido "consecuente" al confiar y respaldar a Martínez de Hoz, lo cual no le restaba responsabilidad: "Si el plan de Martínez de Hoz es un fracaso, Videla será tan responsable como él. Sólo que con un grado de honestidad altamente respetable. Hizo todo lo que creyó mejor para su país. Y dentro de eso, hizo lo que pudo." (Gambini 1980a: 5)

OBRAS CITADAS

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