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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.19 no.3 Viedma set. 2016

 

ARTÍCULO

Pampeanidades en disputa: discursos sobre la identidad regional en tres revistas culturales pampeanas

Pampeanidades in dispute: speeches on regional identity in three pampeanas cultural journals

 

Claudia Salomón Tarquini
claudia.salomon.tarquini@gmail.com

Florencia Prina
florazul6@hotmail.com

Soledad Andrea Pérez
soledad.andrea.perez79@gmail.com
CONICET; Universidad Nacional de La Pampa. Argentina

Recibido: 13|04|16
Aceptado: 16|09|16

 


Resumen
En el artículo se comparan tres revistas, Caldén, Huerquén y Lympha, editadas por distintos actores sociales luego de la provincialización de La Pampa, tales como distintos gobiernos provinciales, militantes de izquierda y sectores católicos, a partir de la década de 1960. Se examinan las principales características de cada publicación, la composición de sus grupos editores y las formas en que se presentaron miradas acerca de la identidad regional, mostrando que, al menos durante las décadas de 1960 y 1970, estas visiones no eran uniformes y se encontraban en construcción y en disputa entre sí.

Palabras clave: Revistas; Identidad regional; Provincias; Cultura.

Abstract
Three journals are compared in this paper: Caldén, Huerquén and Lympha, edited by different social actors (such as different provincial governments, leftist militants and Catholic sectors) after La Pampa became a province, from the 1960s onwards. The main features of each publication, its editorial staff, and the way in which regional identity is portrayed are examined, showing that at least during the 1960s and the 1970s, such approaches were far from uniform. Instead, they were being built and had contested meanings.

Key words: Journals; Regional identity; Provinces; Culture.


 

1. INTRODUCCIÓN

Con la sanción de la Ley Nº 14.037 (Ley de Provincialización de los Territorios Nacionales) se dio fin a un largo proceso de reclamos iniciados a principios del siglo XX por la provincialización del Territorio Nacional de la Pampa. Así, en julio de 1951 La Pampa se constituyó en provincia y, a partir de entonces, se avanzó en el reordenamiento de las distintas instancias de la administración pública y el gobierno del territorio. En los años posteriores a la provincialización, desde distintos ámbitos artísticos e intelectuales se desarrollaron una serie de acciones que apuntaron a otorgar un perfil regional a la producción cultural. La creación de las revistas a analizar se inscribe en el marco de este proceso en el cual se generaron diversos “proyectos identitarios”.1

El problema de las formas de construcción de discursos identitarios y ámbitos de sociabilidad cultural en distintas regiones del país, y en particular en las nuevas provincias, viene concitando un creciente interés en los últimos años.2 En este marco, las revistas culturales son consideradas documentos históricos fundamentales para el estudio de los grupos intelectuales y para el análisis de la construcción de los discursos acerca de la identidad regional.3 En esta línea, el presente trabajo se propone explorar las características de Caldén. Revista pampeana de educación y cultura, Huerquén y Lympha, publicaciones que circularon entre los años 1957 y 1989 en Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa.4

El artículo se organiza de la siguiente forma: luego de una caracterización de cada revista, se indican algunas particularidades de sus grupos editores y las principales temáticas abordadas, para dar cuenta de las diferentes miradas sobre la identidad regional5 que se esbozaban en cada una.

2. BREVE CARACTERIZACIÓN DE LAS REVISTAS

Las ediciones de la revista Caldén, editada por la Dirección de Cultura de La Pampa, pueden dividirse en tres etapas. La primera abarca desde 1957hasta junio de 1960, período en el que se publicó de forma ininterrumpida. La segunda etapa, abarca desde ese momento hasta 1967, año en que apareció el último número;6 durante ese período la revista apareció de forma alternada. En 1987 hubo una nueva y última reedición de la publicación, que finalizó en 1989, la tercer y última etapa hasta el momento. Se trataba de una revista de aproximadamente 30 páginas, cuya periodicidad fue variando en el transcurso del tiempo. Entre 1957 y 1959-1960, se editaba dos veces al año. Durante la década de 1960 se publicó una vez al año; mientras que en la reedición de la década de 1980 salían tres revistas al año. La financiación de esta revista estaba a cargo del gobierno provincial.

Huerquén, por su parte, fue editada en el período comprendido entre marzo de 1960 y mayo de 1961, por una agrupación cultural que llevaba el mismo nombre. En el lapso de ese tiempo salieron cinco números en total, con un intervalo de dos meses entre uno y otro. Se trataba de una revista que comenzó teniendo unas 12 páginas en el primer número, para ir aumentando en los dos siguientes y culminar en una edición de entre 24 y 26 páginas. Con respecto a la financiación de la revista, al ser una publicación que no pertenecía a ningún organismo del estado o empresa particular, la agrupación solventaba los costos de impresión con lo que obtenían de la venta de ejemplares, los avisos publicitarios y las suscripciones.

Finalmente, la revista Lympha fue el espacio elegido por un pequeño grupo de plásticos, arquitectos, escritores y profesionales católicos para expresar sus opiniones y generar un discurso diferente sobre la identidad cultural pampeana. Se trataba de una publicación trimestral, cuyo primer número salió en 1958 y de la que el último número que se pudo obtener es de junio de 1964. La revista era editada por Nicolás Toscano, artista plástico que, sin ser oriundo de la provincia de La Pampa, se instaló como uno de los pintores pampeanos más prolíficos y reconocidos del lugar. Además, se trata de una de las pocas revistas con contenido cultural y artístico que circulaba de manera paralela a Caldén, el boletín publicado por la Dirección Provincial de Cultura.

3. PLUMAS Y VOCES: SOBRE LOS CUERPOS DE REDACTORES

Las revistas son un punto de encuentro de trayectorias individuales7 en arenas de discusión política, social y cultural, por lo que es importante determinar quiénes fueron los intelectuales o grupos que formaron parte del staff editor de estas publicaciones, así como sus puntos de contacto y cruces.

3.1. Caldén

En el caso de Caldén, los directores fueron en los distintos periodos los funcionarios a cargo de la Dirección Provincial de Cultura, es decir Ricardo Nervi (1957-1958); Armando Forteza, (1958-1963); Rodolfo Capón Filas (1967), y Norma Durango de Martínez Almudévar (1987-1989). El perfil de los contenidos de la revista bajo sus dos primeros directores (que a su vez estaban a cargo de la Dirección de Cultura) puede caracterizarse como patrimonialista, en el sentido de que su objetivo -de acuerdo con su discurso- era conservar, fomentar y difundir las tradiciones culturales, que, desde su punto de vista, eran autóctonas. Sin embargo, las diferencias en sus gestiones también son claras, y se hallan determinadas tanto por su formación profesional como por su ideología. Mientras que Nervi era socialista y pedagogo normalista, Capón Filas formaba parte de las filas del catolicismo y asumió como Director de Cultura poco después del golpe de estado de Onganía, dando a su gestión un carácter menos orientado a la educación popular y laica y más dirigida hacia una elite social y cultural. Por otro lado, Forteza no impulsó la producción, distribución y consumo de nuevos valores u obras culturales (Salomón Tarquini y Laguarda 2012: 112). Bajo la dirección de Norma Durango, la política cultural fue de corte pluralista “y, según sus circuitos de aplicación, como ajena al mercado cultural. Aunque incorporó elementos de democratización cultural, conservó rasgos de tradicionalismo patrimonialista y estatismo populista” (Salomón Tarquini y Laguarda 2012: 126)

En la primera época (1957-1960), la composición del grupo intelectual que participaba del grueso de la publicación no se puede precisar con exactitud en número y nombres, puesto que esa información no se explicita en ninguna de sus páginas. No obstante, podemos mencionar algunos nombres que aparecen en las notas firmadas, y que se reiteran en por lo menos dos ediciones de la revista en un mismo período. Reynaldo Orrego Aravena (director del Museo Provincial de Historia Natural entre 1957 y 1984)8 fue quien más escribió en este período, sobre biología; a éste le siguen José Prado, Rosa Blanca de Morán (especialista en literatura),9 Inés Fons de Nervi (educación) y Abel Osvaldo Lema,10 entre otros.

En la segunda etapa, durante la década de 1960, una columnista permanente fue Victorina Carlassare de De Fonteynes, quien escribía sobre educación, dada su profesión de maestra normal nacional. Esta fue una etapa en la que Caldén protagonizó cambios considerables, tanto en contenido como en el cuerpo de redactores y en sus ediciones, ya que solo circularon tres números. De la edición que salió durante la gestión de Capón Filas, de catorce contribuciones doce son poesías, una proporción que parece indicar un creciente interés por expresar emociones individuales antes que ideas a través de ensayos. De las poesías, el número de autores pampeanos a su vez decrece y un tercio de ellas pasan a ser de autores de distintas provincias de la Argentina.

En la tercera y última época (1987-1989), sobresalen los artículos de Juan Carlos “Pinky” Pumilla, quien escribía sobre temas variados (música, historia, literatura), Graciela Pascualetto, Lizy Rossy y Julio Domínguez “El Bardino”.

Es de destacar que, salvo Julio Domínguez, que era cantautor y escritor autodidacta, la mayoría de los miembros de este grupo intelectual tenía formación terciaria o universitaria y ejercía la docencia o el periodismo. Desde ese lugar en el que su profesión los colocó miraban el quehacer cultural de esta joven provincia, y hacían su aporte a la consolidación o reconfiguración del mismo. Todos formaban parte de una generación (la mayoría había nacido en la década de 1930) que había vivido experiencias similares como parte de la sociedad pampeana, y se sentían comprometidos con ella, expresándolo en cada uno de los artículos que escribieron en Caldén.

3.2. Huerquén

La revista Huerquén tiene su cuerpo de redactores definido claramente en cada uno de los números de la revista. Se trataba de un colectivo juvenil de estudiantes secundarios que poseía un alto compromiso con su provincia y, en especial, con la situación social de los más desfavorecidos, y reaccionaba en contra de la gestión política, social y cultural del gobierno de turno, como también de todos aquellos que no contribuían a que la provincia avanzara hacia un futuro prometedor.11

De acuerdo con lo expresado en el artículo “Que hace la Agrupación Huerquén”, la fundación del grupo se produjo el 28 de junio de 1958, cuando se realizó una reunión de alumnos de dos establecimientos educativos secundarios de Santa Rosa: el Colegio Nacional y la Escuela Normal. En dicha reunión alumnos de ambos colegios acordaron en conformar la Agrupación Huerquén, y con el correr del tiempo se fueron integrando en la agrupación jóvenes de otros colegios y estudiantes universitarios. Tal era el caso de Hugo Chumbita, quien estudiaba en Buenos Aires y definió al grupo como “un grupo cultural de estudiantes” (Asquini 2008: 2)

De modo que estamos ante un grupo de redactores que no se caracteriza por ser los exponentes más conspicuos del ámbito intelectual de la provincia, sino ante un conjunto de gente muy joven, provenientes de experiencias políticas diferentes, con una posición ideológica bastante definida además de un fuerte compromiso con la realidad social regional. Su ideología quedará plasmada en los editoriales, así como en los artículos que abordan, especialmente, las problemáticas sociales y las económicas, Asquini señala que fue “una agrupación ‘izquierdista’, de raíces marxistas. Algunos jóvenes eran militantes del comunismo, otros simpatizaban con el socialismo, y los hubo peronistas que eran la minoría como Chumbita, cercano al nacionalismo de izquierda” (2008:2)

3.3. Lympha

El cuerpo editorial de Lympha tenía una marcada orientación católica. La mayoría de las notas editoriales recaían en manos del propio Nicolás Toscano y de monseñor José María Dobal, Vicario y Canciller de la recientemente creada diócesis de Santa Rosa La Pampa. Además, se destaca la participación de maestras y profesores de los colegios María Auxiliadora y Don Bosco, artistas plásticos y arquitectos, posibles militantes de la Acción Católica12 -algunos cercanos al Partido Demócrata Cristiano y el Movimiento de Integración y Desarrollo al cual perteneció durante un tiempo el gobernador de la provincia Ismael Amit13- abogados y médicos. Los dos artistas plásticos más prominentes en la revista, Nicolás Toscano y Ricardo Arcuri, no formaron parte de ningún colectivo de plásticos y tenían escasos vínculos entre ellos. Realizaban pocas exposiciones conjuntas y casi ninguna grupal. Podemos decir que estaban más bien apartados del círculo de plásticos y artistas pampeanos de los años 50 y fines de los 60 (mucho más Nicolás Toscano que Andrés Arcuri). Más bien parecen ser cercanos a estos sectores de militantes católicos laicos, profesionales, con quienes probablemente compartían algunos círculos (PDC, Acción Católica, Club de Leones y otras asociaciones de laicos). Uno de ellos, el arquitecto Santiago Swinnen (encargado de las notas sobre crítica de arte y que establecía encendidos debates con el escritor Julio César Noya) era un conocido militante de la Acción Católica.

Puede afirmarse entonces que la pluma quedaba en manos de profesionales católicos con inquietudes religiosas, morales, políticas y culturales diversas. Una de las congregaciones que aparece mencionada en la revista, pero de la cual aún no poseemos datos, es la “Agrupación Católica de profesionales Universitarios de Santa Rosa”.14

Lo excepcional de Lympha es esta “confluencia” de intereses entre quienes decían ser artífices del arte y la cultura pampeana (que definían qué era arte pampeano y que no, quiénes eran los artistas pampeanos y quienes no) y aquellos profesionales laicos; todos amparados bajo la figura de Monseñor José María Dobal y pertenecientes a diversas asociaciones de laicos (Acción Católica y la ya mencionada Agrupación Católica de profesionales Universitarios) y a los colegios Salesianos (María Auxiliadora y Don Bosco)

4. TEMAS Y ENFOQUES

4.1. Caldén

La estructura de su contenido, en términos de secciones, variaba de una edición a otra, pero los temas relacionados a educación, economía, geografía, teatro, plástica e historia, frecuentemente estaban presentes. Como secciones fijas podemos mencionar la Editorial, la Agenda cultural, la Biografía y una sección que desde entre los números 4 y 7 se denominó “La Voz de Nuestros Poetas”, para cambiar a “Voces Pampeanas” en el número 8 y a estar incluida en la Sección Arte en la nueva época iniciada en 1987.

En los primeros números de la revista, las editoriales eran las que más se ocupaban de marcar aquellos rasgos que conformarían la pampeanidad o identidad cultural pampeana: el trabajo, el campo, la inmigración. En la nueva época de la década de 1980, los editoriales van a seguir teniendo el mismo objetivo, de dar forma a la identidad cultural pampeana, pero no con la misma intensidad que los de los años ‘50. El tema de la pampeanidad va a seguir estando presente, pero en artículos específicos dentro de la revista, que ocupan varias páginas y están ubicados dentro de los tres primeros artículos, resaltando la importancia del tema. Si bien en las editoriales se daba por sentada la existencia de un bagaje cultural autóctono, en los artículos internos se cuestionaba su existencia, de tal forma que el título de uno de ellos era “¿La Pampa ha producido cultura propia?”. En éste se entrevista a tres exponentes referentes como José Prado, Rubén Evangelista y Luis Roldán. Si bien no hay un debate entre ellos, se puede observar que no hay una respuesta clara y unívoca a la pregunta planteada. En la postura de Luis Roldán -que años más tarde sería ministro de Cultura y Educación- encontramos un elemento innovador. Mientras que en los inicios de la revista, los intelectuales de la época negaban todo vínculo con los antiguos pobladores de estas tierras, los pueblos indígenas, en los ‘80 se los incorpora a la historia de la provincia, y por lo tanto a la cultura.15

De modo que estamos ante una reformulación de los rasgos que según estos referentes caracterizarían a la identidad cultural pampeana, en la que se incorpora uno nuevo: el vínculo con los pueblos originarios de La Pampa. Relacionado con este hecho, comienzan a aparecer notas sobre el Oeste Pampeano (como espacio en el que se excluyó a los ranqueles), por ejemplo de Julio Domínguez “El Bardino”.

4.2 Huerquén

Las notas estaban agrupadas en secciones claramente identificables: las editoriales, de política, economía, educación y cultura. Dentro de esta última se destaca el amplio espacio dedicado a la difusión de la narrativa y la poesía pampeana, sin dejar de lado las artes plásticas y el teatro.

Según la posición de los editores, un posible punto de partida para comenzar a ocuparse de los temas que preocupaban a los pampeanos era la sanción de leyes que aseguraran la igualdad de todos los habitantes de la provincia. El debate sobre la Constitución Provincial16 era el tema de actualidad que ocupaba varias líneas de la tercera editorial y, fiel a su postura crítica, los redactores de la revista expresaban sus percepciones sobre el tema. Para ello, se centraban en los núcleos temáticos más problemáticos: la libertad de culto y, asociado a éste, la enseñanza religiosa en las escuelas, la formación docente y el papel de los institutos privados de enseñanza, el derecho a huelga y, principalmente, el régimen de colonización y reforma agraria.

Los acontecimientos que ocurrían en el resto del país, pero principalmente en el resto del mundo, ejercieron una influencia considerable en el grupo de redactores de la revista. Lo interesante a destacar es que no se limitaban a una crónica de lo ocurrido, o a una simple reflexión, sino que ese hecho, a veces ocurrido a miles de kilómetros del territorio provincial, era punto de partida para analizar, o por lo menos mencionar, un problema similar que ocurría en la provincia. Este tipo de análisis se puede observar en el texto editorial del número 4 de la revista, bajo el título “América, desde aquí”, donde la editorial pasa a reflejar la clara adhesión del grupo a la Revolución Cubana. Aquí ponen de relieve aquellos puntos cuestionados por la revolución que los editorialistas venían señalando como los grandes problemas de la sociedad pampeana, uno de los cuales es la desigual distribución de la tierra, que resultaba en una estructura socioeconómica de las mismas características; y se esbozaba también la solución a este problema: la puesta en marcha de una reforma agraria, que expropiara los latifundios de las pocas manos que los tenían. El vínculo entre lo que sucedía en Cuba y lo que ocurría en la provincia era expresado de la siguiente manera:

En La Pampa, donde todos sabemos lo que es un latifundio, donde todos sabemos los problemas del chacarero sin tierra suficiente, sin crédito ni protección frente a los especuladores, donde hemos visto la vida del peón de campo, que trabaja de sol a sol la tierra de otro por un sueldo miserable, sin médico cerca, sin esparcimiento, a veces sin escuela, viviendo en un rancho, mientras el dueño de la tierra, que muchas veces ni vive allí, se da una vuelta de cuando en cuando ‘para ver cómo andan las cosa’ … aquí donde lo vemos a diario (Huerquen Nº 4: 2)

La mirada crítica y comprometida del grupo editorial con la realidad pampeana tiene su corolario en la última editorial de la revista, que sintetiza aquellos problemas que requieren una rápida solución: la arbitraria distribución de la tierra, la escasa tecnificación, la falta de agua, la sobreexplotación del caldenar, el mal manejo en el proceso de extracción y explotación de la sal, y la escasa industrialización, entre otros. Pero su preocupación no se reduce a la simple enumeración de los problemas, proponen, tal como lo han hecho en casi todas las editoriales, una posible solución, entre los que se encuentra nuevamente la tan enfatizada reforma agraria, la creación de una “red de comunicaciones”, la investigación geológica, agronómica y forestal, con el fin de estimular “toda la producción obtenida racionalmente”, el impulso de la “industrialización de materias primas” junto con la creación “de fuentes de energía”, una mejor educación en todos los niveles y acceso igualitario a ella por parte de todas las capas de la sociedad (Huerquen Nº 5/6:3). Su compromiso con el acontecer pampeano se extiende a futuras acciones que fundamenten aquello que han propuesto como soluciones: “confiamos para construir en La Pampa la parte del futuro que nos corresponde” (ib.id)

4.3. Lympha

La composición heterogénea del cuerpo editorial de Lympha habilitaba a quienes allí escribían a tratar temas que sobrepasaban las temáticas de una “revista cultural” (en su tapa se definía como “revista ecléctica”) y abordaban cuestiones vinculadas a la política nacional (escritas en su mayoría por abogados locales o bien participaciones externas de periodistas bahienses17), a las políticas y medidas del gobernador pampeano, a la realidad económica (el trabajo, los salarios, etc.), a temas educativos y religiosos, y a las potencialidades económicas de La Pampa. Se escribía sobre temas como la “disolución de los valores familiares” y la “crisis” que se suponía atravesaba la familia como pilar de la nación argentina.18

Estos profesionales y artistas católicos laicos -militantes del Partido Demócrata Cristiano19 y del Movimiento de Integración y Desarrollo- no cuestionaban, ni mucho menos, las jerarquías eclesiásticas ni sus directivas. En los números analizados no se encontraron debates de este estilo, pero sí proponían interpretar, en términos cristianos, algunos de los problemas que aquejaban a la sociedad en general y a la pampeana en particular. Por ejemplo, en el número 9, al analizar temas como la inflación, la baja en los salarios y el funcionamiento del libre mercado, se cerraba la nota haciendo hincapié en que la única manera de solucionar estos temas (luego de haber analizado profundamente la cuestión) era promover la moralidad, la ética y la colaboración entre ricos y pobres.

Luego de la creación del Obispado de Santa Rosa, en 1957, no parece azaroso que uno de los más prolíficos participantes de la revista fuera, como se dijo, el secretario del Obispado, monseñor José María Dobal. Sus notas eran publicadas en la sección “A modo de tapa”, y podemos decir que existía una colaboración bastante estrecha entre el artista Nicolás Toscano y el Canciller del Obispo J. Mayer, ya que las portadas del suplemento eran producidas por él. Para este artista y quienes publicaban en la revista, no podía pensarse la cultura y la identidad provincial sin el aspecto religioso.

¿Qué tipo de discurso religioso emergía de las páginas de Lympha? Principalmente sus adherentes parecen estar cerca de las posturas reformistas que prosperaron en los años posteriores a la caída del peronismo y que tomaron fuerza luego del Concilio Vaticano II. Como ha señalado Di Stéfano (2011: 24) en los años posteriores a la Libertadora conflictos de orden internacional y nacional, generaron un aumento de la conflictividad política y social. Estas cuestiones afectaron profundamente a la Iglesia Católica argentina, especialmente a las altas jerarquías que no comprendían los cambios culturales propios de una sociedad cada vez más secularizada, y generaron brechas al interior de la institución. En este sentido, surgieron corrientes “tímidamente reformistas” (2009: 483) que desafiaban los principios jerárquicos de la iglesia e intentaban interpretar las transformaciones que traía la modernidad y que conllevaba implícito el proceso de secularización20. De acuerdo con estos sectores la iglesia tenía que tomar un papel más activo con los problemas que aquejaban a la sociedad a través, por ejemplo del retorno a la Iglesia primitiva.

Algunos aspectos de este progresismo están presentes en los artículos del mencionado J. M. Dobal, quien intervenía en la esfera pública no sólo a través de sus escritos, sino con la participación directa, por ejemplo con motivo de la sanción de la Constitución Provincial en 196021. En una nota titulada “Justicia, equidad y humanidad” el cura hacía referencia a la necesidad imperiosa de intervenir ante situaciones de injusticia social, ante el miedo de que las masas rebeldes se alinearan detrás de “posturas extremas”:

Hay regímenes y estructuras sociales que denigran el decoro del hombre. Mientras algunos viven acumulando riquezas, explotando a sus propios semejantes con salarios de hambre, en agotadoras condiciones de trabajo y maltratados, estos muestran un constante espíritu de protesta y así cunde la rebeldía.22

Se señalaba como culpable a aquellos que explotaban a los asalariados, pero también a la propia doctrina social de Mater et Magistra que tímidamente había impulsado reformas que luego había dejado sin curso.23 Si la doctrina de la iglesia quedaba sin curso-como denunciaba Dobal- en la juventud y en los obreros florecerían ideas extranjeras y perturbadoras. La nota cerraba con un párrafo referente al evangelio: “Cristo levantó el látigo para preservar el templo, las leyes deben imponer castigo para salvar a esta nueva Jersualén, que quieren destruir a toda costa.”24

En el mismo número de 1964 la figura de Juan XXIII era saludada y despedida con tristeza, a modo de homenaje una fotografía del fallecido ocupaba toda la página, su memoria era ensalzada con una larga poesía de un escritor desconocido. A lo largo de los números se advierten las intervenciones de Dobal; notas como “La Cruz Revolución Cristiana” reflejan las cuestiones planteadas anteriormente y se añaden la idea de cómo debía ser esta “revolución”. Por supuesto, no implicaba la violencia, sino la aplicación y el seguimiento paso a paso del Evangelio: “[…] En cierto sentido verdadero, el Cristianismo fue una revolución, y Cristo, consiguientemente, un revolucionario […] ¿Qué revolución política no se pondría en marcha si se pusiesen en acto las máximas religiosas y morales del Evangelio de Cristo?”25

Para sus editores, La Pampa era católica y, como otros elementos, éste era inherente a la identidad provincial. Esto se reafirmaba en el espacio artístico a partir de la intervención de algunos pocos artistas plásticos, como Toscano y el pintor y muralista achense Andrés Arcuri. En cuanto a los artistas y productores culturales de Lympha, a pesar de ser un grupo relativamente marginal y cerrado en el naciente campo cultural, apelaban a un “nosotros pampeanos” como estrategia discursiva para construir también una “nosotros, los artistas de La Pampa” y lograr así instalarse en el espacio público de la provincia. Si logran o no este cometido, es muy difícil saberlo. Sí es cierto que el contenido religioso y católico de las notas le imprimía un signo diferente a la revista, que la distanciaba sutilmente de otros discursos sobre la pampeanidad, especialmente el que proponía la revista cultural Caldén, órgano perteneciente a la recientemente creada Dirección Provincial de Cultura. Y quedaba en el margen contrario a la publicación Huerquén. La impronta católica y la idea de que la reciente provincia lo era, y siempre había tenido ese sustento católico, sólo la encontramos en Lympha.

Con respecto a las imágenes que allí aparecían y al discurso sobre la identidad que es posible visualizar en ellas, se destacan las portadas de la revista y algún que otro bosquejo realizado por el artista Toscano. En general la mayoría estaban acordes con la idea de una pampa gringa, ajena al pasado pre territoriano e indígena. En este sentido, el género pictórico que mayor pregnancia tuvo durante estos años fue el paisaje. Los pintores eran pampeanos porque en sus lienzos representaban el horizonte de la vasta y nueva provincia; ésta era la marca que los identificaba como tales26. El espacio geográfico del oeste pampeano era rescatado como un lugar en el cual era posible ejercitar con hechos concretos el discurso modernizador.

Aunque Toscano ya no era joven cuando comenzó realizar Lympha (tenía 62 años), la revista estaba pensada para interpelar a profesionales pampeanos, preocupados por la presunta desintegración de los valores y de la familia. Pero también era un llamado a las futuras generaciones de artistas plásticos, escritores y músicos (discretamente modernos y transgresores) de La Pampa, que debían continuar por la senda que otros antes que ellos ya habían comenzado a transitar. A su vez, resaltaba los valores con los cuales estos nuevos grupos debían embanderarse.

A partir del número 13, la revista comenzó a incluir una nueva sección titulada “Misceláneas”. En la nota que inauguraba el espacio -“El caballo de Troya en La Pampa”- estaba nuevamente presente la idea del resguardo de la juventud frente a valores extranjeros y ajenos a la región. En la misma página, a viva voz y en tono desafiante, se exigía a la Dirección de Cultura que difundiera “lo nuestro”, a partir de la implementación de “un espacio radial destinado a aquellos que estuvieran gustosos de aprovecharlo con objeto de difundir nuestra cultura, recurriendo al celoso fichero […] de los valores de “casa”. En nombre de lo pampeano que bulle en cada corazón de los hijos de estas arenas pobladas de silencio y olvido27 y de la “moral pública” también se exigía el resguardo de los valores locales, y se acusaba a las fuerzas policiales de no hacer nada ante la proliferación de lugares de diversión “clandestinos”.

En la revista, entonces, se combinaban cuestiones del quehacer cotidiano de la ciudad de Santa Rosa y sus alrededores (por ejemplo en la sección “sociales”, en la cual se relatan e ilustran con fotografías las nuevas uniones matrimoniales, los aniversarios, las visitas de autoridades nacionales y eclesiásticas a la provincia, actos escolares, entre otras cuestiones) con temáticas más específicas vinculadas a discusiones y debates teóricos sobre arte. En este sentido, eran centrales las intervenciones constantes del arquitecto Santiago Swinnen y de Julio César Noya, quienes entre otros temas debatían sobre el papel del arte y los artistas en la sociedad, y el rol del público. De modo indirecto, ambos estaban señalando a los jóvenes artistas recién iniciados cuál era el camino que debía seguir la esfera artística provincial; qué artistas debían ser pensados como “influencias” posibles y cuáles no. A lo largo de dos números sucesivos (11 y 12) señalaban la necesidad de recuperar la universalidad del arte, ya que su escisión se debía primordialmente al “enviciamiento” y a la vacuidad de la sociedad contemporánea, sobre todo la “disolución de los valores familiares” era considerada la base de esta crisis, que había originado artistas desvinculados de su sociedad.28 La lectura que se hacía sobre lo que sucedía en la sociedad en general y en la pampeana en particular, era trasladada a la esfera artística. El problema de los artistas era que estaban alejados de la moralidad, de los valores religiosos y de la familia. Frente a esta situación desoladora en la que se encontraba “el arte” a nivel universal, tanto S. Swinnen como C. Noya y N. Toscano proponían la idea, por lo menos utópica si pensamos que en esos momentos La Pampa era la periferia de las periferias,29 de establecer a la ciudad de Santa Rosa como núcleo o centro del arte nacional.

5. PALABRAS FINALES

El rápido repaso por los grupos editoriales y contenidos de las tres revistas da cuenta de la relativa coexistencia de distintas miradas acerca de en torno a qué elementos debía articularse una identidad regional en La Pampa que siguió a la provincialización.

Para Caldén, una revista institucional, fueron importantes los elementos del trabajo y el campo, a partir de los cuales se construyó una imagen acerca del carácter agrario de la provincia y de un hombre pampeano descendiente de inmigrantes, aunque en años posteriores se subrayarán en esa revista otros rasgos como el peso de los pueblos originarios y el oeste como región clave en este discurso.

Con puntos en común con la visión anteriormente reseñada (pues de hecho había varios vínculos entre los escritores en ambas revistas aunque no se tratara del mismo grupo), Huerquén resaltó el peso de la explotación en esa pampa gringa y la necesidad de luchar por una sociedad más igualitaria.30 Por ello se destacaban más los análisis sociales y económicos de matices marxistas, claramente diferentes a la publicación gubernamental.

En las antípodas de esta visión se encontraba Lympha, una publicación en el cual confluían grupos de laicos profesionales posiblemente cercanos a la UCRI y también al PDC, que definían sus ideas en torno al reformismo católico, quienes no sólo estaban pensando en una pampa gringa y chacarera -para la cual el oeste era solo un espacio económicamente “marginal” y culturalmente “desértico”- sino, también, en una provincia que definía su identidad en torno a valores religiosos, apelando a la “moral” y al catolicismo de tono progresista y reformista como elementos que eran inherentes a la idiosincrasia de los pampeanos.

Progresivamente, y a medida que los grupos de escritores y músicos pudieron ganar espacios sociales y marcar algunas líneas de las políticas culturales en la provincia, se impondría desde la década de 1980 una imagen de pampeanidad anclada no solo en la pampa del trabajo agrario y los inmigrantes, sino también en la presencia de los pueblos indígenas -aunque en un pasado atemporal-, en el rescate de culturas tradicionales en el oeste de la provincia y en el énfasis en la historia de los recursos hídricos de la provincia, pero ese proceso ya es otra historia. Para las décadas de 1960 y 1970, la pampeanidad aún estaba en disputa.

Notas

1. Como han señalado Laguarda y Salomón Tarquini, en el caso de La Pampa, al igual que en el resto de los territorios que alcanzaron su estatus de provincia de forma tardía, la reconfiguración administrativa y burocrática fue acompañada por una serie de procesos que, "enraizados en tradiciones y legados culturales pretéritos, buscaron […] modelar las identidades culturales de las nuevas provincias en contextos políticos contemporáneos, legitimando determinados actores, relatos y símbolos" (2012: 105).

2. Véanse, entre otros, Ocampo 2005, Mombello 2005, Pizarro 2006, Bassa 2009, Micheletti 2009, Agüero y García 2010, Laguarda y Fiorucci 2012, Martínez 2013, Salomón Tarquini y Lanzillotta 2016.

3. Sobre las revistas culturales puede consultarse por ejemplo Beigel 2003, Alonso 2004 y Kircher 2005. Para análisis de casos particulares en La Pampa véase Merlo et al 2007, Pérez 2010 y Prina 2011.

4. El criterio de selección responde a que estas son las tres revistas culturales existentes en La Pampa a partir de la provincialización. No desconocemos que las disímiles características de sus equipos editores y periodos de publicación dificultan la comparación. Sin embargo, para nuestro problema en particular, las tres son pertinentes pues contienen información relevante.

5. El uso de la expresión identidad regional (y otras relacionadas) en cursivas obedece a que se trata evidentemente de una construcción social, anclada en diferentes elementos en distintos momentos históricos. Desde la perspectiva postulada por Denys Cuche, identidad es un concepto flexible, plástico, dinámico y heterogéneo, que los agentes construyen y re-construyen constantemente, en una situación de negociación y lucha con otros; es por esto que la elaboración identitaria supone “alteridad”. En relación con esta idea, este trabajo se estructura también a partir de la noción de “estrategias identitarias”; es decir, la formulación de “modelos” o “proyectos” identitarios como medios para alcanzar un fin o unos objetivos determinados. Estas estrategias implican posicionamientos, luchas simbólicas y procesos de negociación de sentidos, en los que está en juego nada menos que la definición de identidades culturales (Cuche 2006). Por otra parte, más allá de adscribir a la postura constructivista sobre la “identidad”, es necesario resaltar que, como señalan R. Brubaker y F. Cooper hay experiencias que quedan sedimentadas y no todo es pasible de ser manejado y trastocado; "'identidad' sugiere fuertemente [...] algunas igualdades propias a través del tiempo, algo de persistencia, algo que permanezca idéntico [...] mientras otras cosas están cambiando" (Brubaker y Cooper 2002: 40). En este sentido, los autores están en sintonía con S. Hall, para quien la identidad no sería algo que “se tiene”, no se piensa como un núcleo duro e inmutable, sino que se construye estratégica y posicionalmente frente a un otro constitutivo. Brubaker y Cooper proponen ir “más allá” de identidad abandonar este concepto –teniendo en cuenta la inutilidad del mismo- y utilizar el de “identificación”. La identificación tendría la ventaja de ser “situacional y contextual”, esto es, más “terrenal” que identidad, en este aspecto, ya que siempre hay que identificarse con algo. En los casos a analizar entonces, es importante establecer contra quiénes se identifican aquellos que piensan la “pampeanidad” en los distintos términos, con quienes se identifican y desde dónde construyen sus lazos de pertenencia.

6. El lapso entre la edición de los números 7 y 8 fue de un año y medio, y entre la de los números 8 y 9 fue de cuatro años.

7. El estudio de las redes y grupos intelectuales viene cobrando cada vez mayor importancia en el análisis de la historia de los intelectuales en América Latina, a través de exámenes de trayectorias individuales y su relación en redes de vínculos interpersonales, y en la caracterización de espacios de sociabilidad y su dinámica (Salomón Tarquini y Lanzillotta 2016). Por ello, la identificación de las personas que formaban parte de los equipos editoriales constituye una vía de acceso para la exploración de las configuraciones sociales y una ponderación de las posibilidades que tienen ciertos discursos de circular, perdurar y convertirse en hegemónicos.

8. Sobre esta institución véase Pera 2011.

9. Rosa Blanca Gigena de Morán había sido una de las principales colaboradoras de Ricardo Nervi en su gestión como Director Provincial de Cultura.

10. Integrante de la Joven Poesía Pampeana, grupo formado en 1957 a partir de la convocatoria de Rosa Blanca de Morán y Ricardo Nervi.

11. En el primer número, se presentan de la siguiente manera: "Agrupación Huerquén es sólo un grupo de gente joven que quiere hacer algo”. Este grupo estaba constituido por Rut E. Andrada, María E. Rodríguez, Héctor A. Topet, Hugo H. Chumbita y Omar Giavedoni. Ellos formaban el Consejo de Redacción y el último, Giavedoni, era el Secretario de Administración de la revista, pero contaban con otros miembros. como Ricardo Contard, Lía Andrada, Diana Niseggi, Amalia Isequilla, Walter Racca, Alicia Vidondo, Víctor Rodríguez, los hermanos Aquiles y Santiago Badillo, V. Inchaurraga, Alfredo Garzanitti, Sara Inchaurraga y Teresita Fernández, entre otros (Asquini 2008: 2).

12. Para la etapa que abarca este trabajo aún no existen trabajos o relevamientos sobre Acción Católica.

13. En entrevistas y charlas informales con María Rosa Gardella (militante de Acción Católica y de otras instituciones de laicos, perteneciente a una familia muy cercana a la curia pampeana) fue posible establecer conexiones de este tipo. Vale aclarar que la red de relaciones tejida entre los grupos de plásticos pampeanos, asociaciones, partidos políticos y demás organizaciones, es un punto que merece una exploración detenida, que no podemos realizar aquí. En los números de la revista que corresponden a los períodos en que gobernó el frondizista Ismael Amit (MID), hay una ponderación constante de sus políticas. No así con otros gobernadores interventores, a quienes se les critica por ejemplo la poca predisposición en asuntos culturales y artísticos.

14. Revista Lympha nº 20, pág. 34.

15. Una postura similar a la de Roldán expresa en el número 12 de la revista Elpidio Pérez, en el artículo “La cultura es pueblo”. Allí da a entender que La Pampa no ha generado todavía una cultura propia sino que está en proceso de creación: “pretendemos encontrar nuestra identidad cultural” (Caldén N° 12:4). En vista de esto, postula tres etapas en la historia pampeana: la indígena, la de los inmigrantes y La Pampa actual, sosteniendo que cada una de ellas ha proporcionado características que la distinguen de las otras, es decir, ha dado rasgos culturales propios a la dinámica de la sociedad.

16. Como indicábamos previamente, La Pampa se convirtió en provincia –junto con Chaco- mediante la ley Nº 14.037, de julio de 1951 y meses después, en 1952 funcionó la Convención Constituyente que dictó la primera Constitución Provincial. El gobierno de facto de 1955 mantuvo el carácter de provincia pero derogó la Constitución. Con la llegada de Arturo Frondizi a la presidencia, en diciembre de 1959 se convocó al electorado pampeano a elegir Convencionales Constituyentes, Gobernador y Vice. La nueva Constitución fue sancionada en octubre de 1960, por lo que al momento de las ediciones de Huerquén, las cuestiones acerca de los derechos ciudadanos era una cuestión de relevancia.

17. En la publicación hay una constante referencia hacia acontecimientos sociales de Bahía Blanca, participaciones con notas de bahienses, promociones de concursos y salones plásticos que se realizaban en esa ciudad.

18. Revista Lympha nº 20, pág. 46 a 51.

19. En adelante PDC y MID.

20. Para Hervieu-Léger la secularización y la laicidad son entendidas como procesos de reacomodamiento propios de la modernidad, en los cuales lo religioso nunca desaparece sino que se reconstruye y resignifica. Entre otras cuestiones, la modernidad supone la diferenciación de las instituciones y la aparición de esferas diferenciadas (la política y la religiosa, por ejemplo); “la secularización no es, primeramente, la pérdida de la religión en el mundo moderno. Es el re-acomodo de las creencias que se producen en una sociedad cuyo motor es la insaciabilidad de las expectaciones que suscita (…).” (Hervieu-Léger 2004: 43). En sintonía con esta propuesta, Di Stefano propone abordar las relaciones entre Iglesia y Estado en Argentina, a partir de la noción de “umbral de secularización”, es decir el largo proceso (con idas y vueltas) por el cual la religión va perdiendo su peso normativo sobre los comportamientos de la sociedad, mientras se recrean y recomponen las diversas identidades religiosas (especialmente la católica). En este sentido, la “laicización” sería una de las partes de este proceso de secularización, no la única Si seguimos este planteo, durante los años posteriores a la Libertadora las relaciones entre Estado e Iglesia implicaron una serie de cambios, con respecto a lo que venía sucediendo en décadas anteriores. Dentro de la propia Iglesia se visualizaba una pérdida de interés en las movilizaciones de masas -tan en boga en los años treinta y cuarenta-, tal vez porque las altas jerarquías eclesiásticas tenían otros mecanismos de influencia sobre la política más directos y menos riesgosos. Ya no necesitaron movilizar a los laicos para ejercer cambios dentro de la esfera de la política, la ilegitimidad de origen de los gobiernos pos libertadora hacen que sean las mistas fuerzas políticas las que apelen al catolicismo como forma de legitimar su poder frente a las masas. Como señala Di Stefano, la no ocupación del espacio público no implica que el catolicismo haya perdido poder; más bien Pervive incólume el mito de la nación católica y la identificación directa entre nación y catolicismo permite la caracterización del “enemigo interno” como amenaza para la “civilización occidental y cristiana” (…) (Di Stefano 2011: 25-26).

21. “Como los anteproyectos marcaban una orientación atea, monseñor J. Mayer presentó un extenso memorándum […] De inmediato comenzó a organizarse la resistencia católica encauzada por el Colegio Salesiano, con el secretario Canciller monseñor José M. Dobal, entonces gobernador eclesiástico, y el señor cura párroco, Antonio Livellara” (véase Tavella y Valla 1974: 242)

22. Lympha, Nº 20, Junio 1964, p. 36.

23. Op. Cit.

24. Op. Cit.

25. Lympha, Nº 19, Abril 1964, p. 8. Esta nota, ubicada en la sección “A modo de tapa” era ilustrada por el editor de la revista (el pintor Nicolás Toscano). Por cuestiones de espacio, no se incluye la portada de la revista, con la imagen del artista; se trata de in dibujo que representa una cruz muy grande cargada por un hombre en el medio del desierto. En otro artículo del Nº 20 Dobal abordaba un tema histórico: la Revolución de Mayo. La nota era una parte de un discurso que el cura había ofrecido años antes en Bahía Blanca para el mismo acto patrio. Bajo el título “¡Oh, Patria!”, a partir de referencias a Pierre Simon Ballanche, el autor establecía las diferencias entre el “comunismo” (marxista) y el “patriotismo”, la nota terminaba haciendo un paralelo entre el orden cristiano y “la patria”: ¡trabajemos por la justicia social, con sentido humano y cristiano, y habremos hecho algo grande por nuestra Patria.

26. Desde los años cincuenta hasta fines de la década del sesenta la mayoría de los plásticos elegían el “paisaje” como género pictórico por antonomasia. Primaba sobre todo una mirada naturalista y nativista de la pampa, en la cual eran resaltados los atributos que la vinculaban más con el Este productivo de la provincia. Este tema fue abordado en Prina 2013.

27. Lympha Nº 13, abril de 1961, pp. 15.

28. Detrás de los postulados de ambos escritores se entreveían las influencias de Ortega y Gasset-a quien citan constantemente- especialmente en lo que respecta a la supuesta distancia que la modernidad había ejercido entre “el artista” y “las masas”. Lympha Nº 11, Primer trimestre 1960, pp. 40-43.

29. Esta idea es tomada de Carlo Ginzburg; el historiador italiano analiza las relaciones complejas entre los centros artísticos y las periferias. Uno de los riesgos que implica utilizar el concepto de “periferia” es la carga negativa que conlleva. Principalmente, porque queda latente la idea errónea de pensar al centro como un espacio único y homogéneo, en el cual se desarrollan “estilos”, “cultura” y “arte”, elementos que, más adelante, son “irradiados” hacia la oscura, inculta y sobre todo “pacífica” periferia, a la cual llegan como “estilos contaminados” o “menos puros”. De este modo, se termina por buscar en la periferia los componentes ya establecidos del canon y las obras periféricas son juzgadas de acuerdo a estilos preestablecidos. Si nos quedamos con esta idea, como dice Ginzburg: “il gioco é fatto...”. No queda nada más que decir, la periferia es una zona de “ritardo” y sólo contamos la historia del centro iluminado. Frente a esta imagen sosegada, el historiador nos propone abordar el tema de una forma más compleja, prestando atención a los conflictos entre centro y periferia, entendiendo que no todo “el atraso” proviene de los márgenes:" No se trata de difusión, sino de conflicto, aún en las situaciones en las que la periferia parece limitarse a seguir servilmente las indicaciones del centro" (Ginzburg y Castelnuovo 1979).

30. Es probable que discursos de este tipo existieran en otras provincias, dado el clima de radicalización política, aunque no hay estudios sobre revistas culturales en el interior del país de esta época que permitan una comparación.

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