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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.22 no.2 Viedma jun. 2019

 

ARTÌCULO

Territorios conquistados y trabajos invisibles. Las mujeres en el ordenamiento territorial patagònico

Conquered territories and invisible works. The origins of the patagonian territorial ordering

 

Paula Gabriela Nùñez
pnunez@unrn.edu.ar

Carolina Michel
michel@agro.uba.ar

Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio - Universidad Nacional de Rìo Negro. Argentina

Recibido: 19|12|18
Aceptado: 24|04|19

 


Resumen
Este artìculo recorre el modo en que el reconocimiento territorial patagònico, en su origen a fines del siglo XIX y principios del XX, necesitò del ocultamiento del esfuerzo ubicado como reproductivo y còmo la narrativa romàntica rescata y reconoce el hacer femenino, en un modo complementario que alimenta su desvalorizaciòn. Revisaremos los instrumentos tècnicos que permitieron que la invisibilidad sea constitutiva a la dinàmica normal del desarrollo. Como resultado presentaremos la trama por la cual la desigualdad de gènero deviene en estructura organizativa de la regiòn y poblaciòn patagònica.

Palabras clave: Censos; Ciencia; Romanticismo narrativo; Territorio; Trabajo femenino.

Abstract
This article explores how the Patagonian territorial recognition, at its origin in the end of XIXth Century and the begin of XXth one, needed the concealment of the effort located as reproductive and how the romantic narrative rescues and recognizes the feminine work, in a way that increased its devaluation. We review the technical instruments which take that invisibility as constitutive of the normal dynamics of development. As a result we present the entailment by which female oppression becomes part of the Patagonian organizational structure for the population and the region.

Key words: Censuses; Science; Narrative romanticism; Territory; Female work.


 

INTRODUCCIóN

La vinculaciòn entre el reconocimiento del territorio y la valoraciòn del poblamiento es un tema indagado en la historiografìa patagònica (Coronato 2010). El presente trabajo explora còmo el ordenamiento territorial patagònico se puede asociar no solo a intereses econòmicos sino tambièn a la invisibilizaciòn de lo ubicado como reproductivo, en una desvalorizaciòn emblemàtica para evidenciar las marcas de lo establecido como sujetos del desarrollo, y que impacta en la materialidad concreta con que se delinea el espacio.

Para ello revisaremos tres conjuntos de fuentes: 1- La caracterizaciòn cientìfica del espacio desde estudios tècnicos, 2- La presentaciòn del trabajo en los censos poblacionales de 1895 y 1914 y 3- El folclore y romance patagònicos, como corpus que muestran la valorizaciòn social de la labor femenina y la articulaciòn propuesta con las dinàmicas de territorializaciòn que nos ubica en un nudo que reùne tres tradiciones, los estudios feministas de la ciencia (Haraway 1995); los estudios feministas del trabajo (Mellor 2002) y los feminismos ètnicos (Gilliam 2001). Esta matriz, con trànsitos sugeridos desde cada foco, busca evidenciar como el ocultamiento es resultante de numerosas articulaciones, que en su paso configuran una constelaciòn de anclajes a travès de los cuales paternalismo y capitalismo se confunden,

Observaremos còmo la particularidad de la identificaciòn del trabajo femenino, en este conjunto de fuentes, da claves para entender el ordenamiento propuesto sobre un territorio presentado como espacio de conquista, explorando còmo las matrices del colonialismo interno se fortalecen en articulaciòn con el paternalismo (Nùñez 2015). Analizaremos el paternalismo no solo en relaciòn con el trabajo puntual, sino como constituyendo una estructura de control, apoyado en retòricas cientìficas de estudio del territorio Exploraremos què se considera esfuerzo valorado para analizar què tipo de territorio se presupone en ese esfuerzo. El discurso cientìfico permitirà reconocer los fundamentos desde los cuales se plantea la construcciòn de estatalidad. Desde ellos, los censos marcaràn los criterios de recorte de lo visible y, entonces, la construcciòn de lo invisible que no implica una negaciòn sino una subordinaciòn que las fuentes narrativas romànticas de Patagonia, redactadas en esos mismos años, permiten complejizar1.

LA CARACTERIZACIóN CIENTÌFICA DEL POBLAMIENTO Y DEL TERRITORIO

Navarro Floria (2004) ha recorrido còmo la conquista patagònica no solo fue militar sino tambièn cientìfica, en una retòrica que uniò utilitarismo a racismo. Sin embargo debamos sumar a esta reflexiòn una perspectiva de gènero. Si analizamos estos primeros relevamientos cientìficos encontramos que la raza no apela a un conjunto humano sino que se presenta con una connotaciòn masculina. Es decir, son los varones quienes actùan y detentan la pertenencia ètnica. Asì, en el texto relativo a las exploraciones que Francisco Moreno2 realiza entre 1876 y 1877 (Moreno 1969), se menciona la falta de capacidad de hacer de los hombres nativos, lo cual contrasta con el esfuerzo que detalla respecto de las labores de mujeres. Este escenario es evidencia, a decir de Moreno, de la imposibilidad de desarrollo, por la falta de actitud productiva de los varones, aun cuando menciona la capacidad productiva de las hilanderas y tejedoras. No hay capacidad reconocida, el quehacer se plantea de un orden domèstico que no es comercial, pues no pasa por la gestiòn masculina de la producciòn.

Ahora bien, ese reconocimiento de la raza es argumento para mostrar lo inadecuado de ese poblamiento nativo, en el espacio preconcebido como ligado al modelo agroexportador establecido. El territorio se presume como espacio agrìcola aun sin relevamientos y la poblaciòn existente, como animales, plantas o personas, se presenta como un problema para ello, pues los diferentes estudios tècnicos indican que el espacio agrìcola necesita de nuevas especies de vegetales y de ganado en directa competencia con los animales nativos. La mirada racista del desarrollo del siglo XIX señala la necesidad de una migraciòn asociada al vaciamiento de quienes pueblan la Patagonia en esos años (Nùñez y Lema 2018). Lo deseable se plantea como un destino prefijado, en lìnea con las operaciones que Lois (2006) reconoce instalando un destino social sobre la descripciòn fìsica del espacio. Raffestin (2014) desarrolla la idea de "geografìa de poder" para dar cuenta de que las relaciones sociales, antes que las organizaciones estatales, son las que permiten recorrer las dinàmicas de dominio que establecen los sentidos desde los cuales se piensa el territorio. Asì, es la red social que llena las organizaciones territoriales la responsable de sostener la invisibilidad que nos ocupa, en tanto nutre la estructura de control. La idea de recurso se tensiona desde esta perspectiva; el mismo autor evidencia que no existe algo asì como los recursos naturales, en tanto los mismos son inventados segùn las sociedades -"o las voces empoderadas de las misas- que los inscriben como tales.

La idea de la Patagonia como tierra de agricultura se repite en diferentes informes que el Estado argentino reconoce (Napp 1876; Lista 1885 y Moreno 1969), aun cuando en cada uno se explicita la falta de conocimiento casi absoluto sobre el territorio. Asimismo, como parte de la efectiva conquista de 1879, las tropas fueron acompañadas por una comisiòn cientìfica que iba recogiendo, identificando y categorizando todo tipo de plantas, animales y minerales3. En la introducciòn al texto de esta Comisiòn, redactada por Ebelot4, se plantea la paradoja por la cual los poblamientos nativos fueron considerados incorrectos. No se trataba solo de que fuera un espacio para la agricultura, sino que era un espacio para el capitalismo.

Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15,000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la màs asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado à vivificar las empresas de ganaderìa y agricultura, tuviera èl mismo que tributar homenaje à la evidencia, que no esperimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejèrcito espedicionario y sellar la toma de posesiòn por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas" (Ebelot 1881: XI).

El actor del cambio es el capital porque el fin de toda actividad es el comercio. Se conquistò un territorio que se presumìa capitalista, donde la acciòn (masculina) requerìa de actores especìficos, que no solo se abocaran a la producciòn, sino que se erigieran en comerciantes, que no podìan ser los nativos y, como vemos en Moreno, tampoco las mujeres. Las introducciones al tratado de zoologìa y de botànica explicitan la debilidad que atraviesa el reconocimiento territorial, que se evalùa como opuesta al desarrollo, en una visiòn claramente racista, que en esos tratados de ciencia se lee como opuesta al conocimiento verdadero en esas regiones.

Lorentz y Niederlein, presentando el tratado de botànica, señalan que "los exploradores [que nos precedieron] no habìan tenido ocasiòn de penetrar en el interior de esas regiones. Los indios salvajes eran sus dueños, y habrìan hecho pagar con la vida al explorador que se hubiese atrevido à llegar hasta sus tolderìas" (Lorentz y Niederlein 1883:175), como parte de una perspectiva que actualiza la dicotomìa sarmientina entre civilizaciòn y barbarie. El desarrollo y el conocimiento resultan antagònicos a la poblaciòn nativa. Esta mirada se recrudece en escritos posteriores, donde no solo se incrementa el relato racista sino que todo lo que existe previo a la llegada civilizatoria se considera contrapuesto al orden establecido. Las plantas autòctonas aparecen inadecuadas al ganado, y por ello deben removerse; los animales nativos son o un peligro cuando son carnìvoros o una competencia cuando son herbìvoros, como sea, deben quitarse (Nùñez y Lema 2018). Bailey Willis5 llega a plantear la necesidad de erradicar los bosques andinos, para poner especies "mejores", de crecimiento màs ràpido (Willis 1914:11-12).

Los estudios sobre la investigaciòn cientìfica han dado cuenta del caràcter utilitario de la producciòn en este perìodo (Navarro Floria 2004; Podgorny 1999), ademàs del reconocimiento del rol heroico que se adjudicaban estos viajeros acadèmicos, entendièndose a sì mismos como agentes del desarrollo, y por ello opinando sobre dinàmicas socioeconòmicas que trascendìan sus especialidades. Ahora bien, desde este discurso de la ciencia y el progreso, el esfuerzo es masculino en una mirada que tambièn presume que la actividad es extractiva y se comercializa por fuera del territorio. El ùnico vìnculo posible con el entorno es instrumental y utilitario, en lìnea con la descripciòn cientìfica de la regiòn.

EL RECONOCIMEINTO DEL TRABAJO EN LOS CENSOS DE 1895 Y 1914

Los censos han sido las herramientas centrales para dar cuenta de què existe efectivamente para el Estado. Los primeros censos argentinos estuvieron firmados por el principal responsable del relevamiento y ordenamiento de datos. Los Censos de 1869 (primer censo nacional) y 1895 tienen como autor a Diego de la Fuente (1872; 1898). El censo de 1869 omitiò informaciòn sobre el territorio patagònico que el censo de 1895 recaba. El censo de 1914 tiene como autor a Alberto Martìnez (1917).

El censo de 1869 es interesante porque señala como supuesto que junto a lo cuantitativo se mide lo moral. Este relevamiento se presenta como "el primer inventario de los elementos vivos de que se integran las naciones" indicando que "Las cifras estadìsticas descubren (-¦) condiciones orgànicas, fìsicas y morales, sociales y polìticas" (de la Fuente 1872: III). Los datos relevados marcan las diferencias desde las cuales planificar polìticas sobre la poblaciòn. Asì se registraron: Poblaciòn, Sexos y Edades, Longevos, Nacionalidades, Poblaciòn Argentina, Estado Civil, Instrucciòn, Instrucciòn de los Votantes, Escolares, Invàlidos, Huèrfanos e Ilegìtimos, Amancebados, Condiciones Especiales, Profesiones de Varones, Profesiones de Mujeres, Prostituciòn, Poblaciòn Fluvial, Edificaciòn, Ciudades, villas y pueblos, Densidad de la Poblaciòn.

Las labores masculinas se toman como profesiones, analizàndose què tipo de profesionales estàn armando el paìs y ubicando allì los "curanderos y curanderas" (de la Fuente 1872: XLIV). El trabajo femenino, citado como "costureras, lavanderas, tejedoras, planchadoras, cigarreras, amansadoras, etc." (de la Fuente 1872: XLV) se plantea como poblaciòn que "espera con incertidumbre el sustento de jornal". Asì, en este primer censo, el trabajo femenino es muestra de debilidad y el trabajo de los varones es condiciòn de crecimiento del paìs. Como elemento de debilidad se observa la prostituciòn, que se presenta como caso extremo de la fragilidad femenina y se liga a otros problemas tambièn relevados, como los amancebamientos, los niños huèrfanos o los hijos ilegìtimos.

El segundo censo realizado en la Argentina es de 1895 y se caracteriza por registrar datos poblacionales como tambièn, biofìsicos, agropecuarios, industriales y comerciales. Es por ello que se lo titula como "Censo de la Riqueza y de la Poblaciòn". Allì se incluye el relevamiento de las catorce provincias argentinas junto a los nueve territorios nacionales. A su vez, probablemente en el intento de demostrar el alto ìndice de crecimiento poblacional -sinònimo de progreso para esa època-, se incluye el nùmero de habitantes indìgenas, que antes no habìan sido censados por encontrarse "por fuera del imperio de la civilizaciòn".

Este censo muestra que la poblaciòn masculina respecto de la femenina es mayor y que la Repùblica Argentina ocupa uno de los primeros puestos en las cifras relativas a la diferencia proporcional entre los sexos, "(-¦) lo que es indudablemente ventajoso teniendo en cuenta el trabajo del hombre, màs activo y mejor remunerado, que contribuye en mayor grado que el de la mujer al engrandecimiento y prosperidad de la naciòn" (de la Fuente 1898: XXXVIII).

Sin embargo, hay referencias directas que marcan un comienzo de la valoraciòn de las mujeres. Por ejemplo, en la instrucciòn escolar el censo reconoce la importancia de conocer el estado de instrucciòn elemental divida por sexos, "puesto que es sabido que en muchas naciones, dàndose una grande preferencia al sexo masculino, se priva à la màs bella parte de la humanidad de los beneficios de la instrucciòn, dejando en la ignorancia à las madres de las generaciones futuras" (de la Fuente 1898: LXXXV). Asì el reconocimiento de lo femenino no es por su posibilidad de llevar progreso a la naciòn, sino por ser las madres de las futuras generaciones. Este lugar de madre y esposa es explìcitamente relevado y articulado con diferentes variables. De hecho se clasifican "Las mujeres argentinas y extranjeras, casadas y viudas, segùn sus años de matrimonio y nùmero de hijos" (de la Fuente 1898: CXXIV).

Este censo se detiene en el crecimiento del nùmero de solteros que presenta la poblaciòn argentina respecto a la extranjera, encontrando que el nùmero de varones solteros es mayor al de mujeres. La explicaciòn pasa por el rol que ocupa la mujer en el matrimonio. Respecto de esto, el censo explica "la mujer extranjera siempre ayuda à su marido en el trabajo diario y se convierte asì, en un elemento de producciòn y no en una carga pesada" (de la Fuente 1898: CXIII) pero "los argentinos, por el contrario, no tan laboriosos (-¦) encuentran menos facilidades para formar una familia (-¦) en el cual, por lo general, la mujer solo es conservadora de los bienes producidos por el trabajo del marido" (de la Fuente 1898: CXIII).

Estos anàlisis evidencian còmo bajo la neutralidad del nùmero se esconde una intencionalidad, en este caso, la de mostrar una jerarquìa entre clases al posicionar al extranjero por encima de lo nacional y una jerarquìa entre sexos, al ubicar al hombre por encima de la mujer. Esto fue justificado a partir del nùmero de propietarios de bienes raìces que posee el paìs, siendo proporcionalmente màs alto el nùmero de hombres adultos y extranjeros los propietarios.

Respecto de la poblaciòn considerada segùn sus profesiones llama la atenciòn el reconocimiento y la preocupaciòn que se le da a la gran cantidad de mujeres sin profesiòn. Hay una crìtica hacia el mismo Estado al afirmar que "Esto demuestra que todavìa no se ha sabido dar una direcciòn ùtil y directamente remuneradora al trabajo de la mujer, que destituida de medios de subsistencia propios tiene que confiarse à la protecciòn del hombre" (de la Fuente 1898:CXLII). Esto se asocia al problema econòmico que implica el matrimonio: mientras la mujer constituya un elemento pasivo en el orden econòmico del paìs hay una desvalorizaciòn que, segùn este censo, necesita revisarse.

A diferencia del primer censo, el de 1895 unifica en un mismo cuadro las profesiones de las mujeres y de los varones, reconociendo la capacidad que poseen las mujeres para participar de la estructura productiva del paìs. Los principales trabajos reconocidos son como personal de servicio (cocineras, domèsticas, lavadoras, etc.), luego como costureras, horneras, tejedoras y agricultoras, entre otras. En general no hay datos de mujeres que participen en tareas militares o de defensa del paìs, aun cuando existieran antecedentes en el ejèrcito, en el reconocimiento de personal femenino en los regimientos patagònicos (Raone 1969). Dentro de las planillas de resultados censados se citaba el trabajo en las filas y en las columnas se distinguìa Argentinos (varones/mujeres) y Extranjeros (varones/mujeres). Sin embargo en los territorios nacionales este detalle se perdìa pues cada actividad puesta en las filas se contabilizaba en cada Territorio Nacional sin mayores distinciones.

El ùltimo censo nacional que consideraremos es el de 1914. Este posee caracterìsticas y categorìas similares a su antecesor. La forma de registrar la poblaciòn con profesiòn segùn sexo es homologable al previo pero arroja un dato llamativo y es que el nùmero de mujeres sin profesiòn aumentò. En este censo se indica que "Dentro de la organizaciòn de todo pueblo civilizado, la mujer, tiene su base natural en el hogar (-¦) al hombre corresponde pensar en las necesidades de la familia. Pero, la parte que la mujer toma en la vida econòmica de las sociedades modernas es por demàs grande y tiende cada dìa a aumentar, en vez de disminuir" (Martìnez 1917:252).

La disminuciòn en las mujeres con profesiòn sorprende a los autores del censo, quienes entendìan que "La intervenciòn de la mujer en diversos ramos de la actividad profesional, comercial o industrial, que antes estaban exclusivamente reservados a los hombres, es cada dìa mayor en la Repùblica". Donde por ejemplo "La mujer tiene, ademàs, casi exclusivamente a su cargo el servicio de los telèfonos" (Martinez 1917: 252). Sin embargo esto se explica por la metodologìa de relevamiento. En este censo no se registrò el trabajo femenino en hogares con ingresos provenientes del trabajo del varòn.

En relaciòn con el trabajo de la mujer en Patagonia encontramos un avance, en tanto los cuadros incorporan la pregunta por el trabajo masculino y femenino en los territorios nacionales. Sin embargo, el impacto de desestimar cualquier iniciativa femenina en caso de que la familia tuviera como principal ingreso el del varòn, tal como metodològicamente se diseñò en este relevamiento, impactò con especial fuerza en los territorios nacionales. La conclusiòn de este censo es que para 1914 la inmensa mayorìa de las mujeres patagònicas no trabajaba. Los cuadros no ignoran el hacer de la mujer, directamente lo grafican como no-trabajo, omitiendo su importancia y desconociendo la estructura social de esfuerzo que hace la vida posible en la regiòn. El cuadro 1 resume los resultados del censo respecto del trabajo rural.

Cuadro 1. Nùmero de mujeres rurales con trabajo en Patagonia segùn censo de 19146.

Estos resultados se enmarcan en los nacionales, donde la poblaciòn femenina ligada al trabajo rural fue del 7%, mientras que el porcentaje de mujeres trabajadoras en general fue del 14%. En el caso patagònico solo se destaca el caso de Neuquèn. Estos guarismos merecen dos observaciones, por una parte son notablemente menores a los del censo previo de 1895, que habìa registrado para el paìs un 30% de mujeres trabajadoras con un 17% de trabajadoras rurales. Por otra, dada la relevancia del trabajo rural en un territorio que se organizaba como agroganadero, es notable la decisiòn de omitir las tareas femeninas asociadas a estas pràcticas.

Podemos pensar que los formularios censales y las preguntas esgrimidas a la poblaciòn se realizan con categorìas basadas en un modelo de sociedad que oculta especialmente el trabajo rural femenino, omitiendo labores que no terminan de ser reconocidas como parte de un trabajo diario en el fortalecimiento de un estereotipo de mujer trabajadora urbana, aun con los escasos guarismos relevados.

TIERRA Y TRABAJO DESDE NARRATIVAS ROMÀNTICAS

Para el caso que nos ocupa, entendemos que el trabajo femenino en Patagonia hereda del perìodo de conquista la idea de defensa y lucha como parte de las tareas cotidianas. La figura central que tomamos como referencia de las labores que vamos a caracterizar es la de la fortinera, mujer que viviò en la frontera, que se establece como tal porque el Estado no llega con suficiente fuerza y que marchò en las carretas del ejèrcito de la autodenominada Campaña al desierto (1879-1883).

En estos inicios del ordenamiento patagònico lo femenino se explicita como base fundamental para la posibilidad misma del vivir y sostener el complejo avance del orden estatal. En un ambiente leìdo como hostil, las mujeres son presentadas como bàlsamo. Es interesante el modo en que esto se repite en las memorias militares, a las que tomamos como parte de la narrativa romàntica, pues en ellas se busca homenajear el esfuerzo indispensable que en los escritos se plantean como un homenaje en sì a la campaña militar patagònica (Raone 1969).

Pero algo màs, en directa tensiòn con los censos vistos: las mujeres que acompañan el ejèrcito en movimiento de 1879 fueron reconocidas como parte de la tropa y fueron miles (Pichel, 1994). Son diferenciadas de otras acompañantes de parcialidades armadas previas, que fueron presentadas como prostitutas que debilitaban el caràcter moral de la tropa (Ockier 2008). Frente a ello, las mujeres consideradas soporte de la construcciòn de la nacionalidad se introducen en romances de època de la mano del reconocimiento militar. Vale mencionar como ejemplo el extenso detalle que Eduardo Ramayon, como militar, hace respecto de las obligaciones de las mujeres, en una mirada que se replica en numerosas fuentes militares (Raone 1969; Ockier 2008).

En todas las marchas, como costumbre conocidìsima y de exacta verificaciòn seguìan a la retaguardia de los batallones conduciendo sobre sus espaldas abultados atados y soportando lo peor de la polvareda, y en los regimientos de las armas montadas lo hacìan a caballo, como èstos, con uno o dos niños ceñidos a la cintura y todo un cargamento de pilchas, maletas, chifles, cacerolas, pavas, etc., etc.

Supo tener en todas las circunstancias la fortaleza de caràcter y el ànimo mismìsimo del milico, resistiendo indefectiblemente y sin quedarse, resabidas las durezas de las fatigas de esas jornadas demoledoras, que comùnmente alcanzaban a diez, veinte, treinta o màs leguas (-¦) El gobierno, por la materialidad de lo que tan resignadamente soportaban las proveìa de cierta porciòn del racionamiento que se asigna al soldado; raciones modestìsimas que màs tarde, con la desapariciòn del indio quedaron definitivamente suprimidas (-¦).

Era una obligaciòn o compromiso contraìdo el de acudir prontamente al primer llamado del oficial o sargento de guardia; asistir sin que faltara una sola -"porque una clase recorrìa los ranchos- a las fiestas a los bailes que se daban en los cuarteles en los dìas de la patria, o en los aniversarios de las acciones de guerra en donde habìa tomado parte el cuerpo, como igualmente tambièn, cuando se producìa alguna muerte, se les hacìa cumplir con la exigencia de concurrir a los velorios, rezar con unciòn y elevar sus plegarias fervorosas por el alma del finado (-¦). (Ramayon 1914:19-22)

Las tareas relacionadas a la cocina o ropa no formaron parte de sus obligaciones. Las mujeres cobraban aparte estos servicios, en caso de querer hacerlos. Raone (1969: 97) menciona otra actividad altamente valorada, la de curanderas, que excedìa la limpieza y cuidado de las heridas, para avanzar en amplias vertientes de la medicina. Las curanderas, que de hecho son reconocidas en el Censo de 1869, se recuerdan como ancianas que pasaron su vida en los fortines. Al igual que en las tensiones reconocidas por los feminismos ètnicos, la violencia contra la mujer deviene en romance en los relatos militares.

El trabajo de las mujeres se oculta en tanto el trabajo valorado pasa por otras manos. Las fortineras, posteriormente devenidas en paisanas, por el detalle de sus trabajos, estaban abocadas a tareas de autoconsumo y mantenimiento. El agobio e imposibilidad de descanso exponen en estos lìmites algo propio de la labor domèstica femenina: no tiene fin (Mellor 2002). El nivel de autoexplotaciòn extremo resulta en condiciòn de subsistencia.

Sin embargo, este rol, construido desde la compleja dualidad referida, està atravesado por otro problema, vinculado al reconocimiento de la pequeña producciòn, o escala familiar, en las polìticas de desarrollo referidas al crecimiento argentino. En su recorrida por el pensamiento agrario, Barsky et al. (1992) marcan un clivaje en la dècada de 1880. Hasta ese perìodo se plantea una mirada que promovìa tanto el minifundio como la labor agrìcola. La riqueza del paìs se planteaba en el esfuerzo de quienes debìan cambiar la tierra, y no solo tomar lo que de ella se desprende, que es la crìtica que se hacìa en esos años a la ganaderìa existente (Napp 1876). Hay un acuerdo, a mediados del siglo XIX, acerca de que la pràctica de la ganaderìa heredada del orden colonial es contrapuesta al trabajo, la civilizaciòn y, entonces, la riqueza del paìs. El latifundio se discutìa como concepto. Ahora bien, desde 1880 la crìa de ganado vacuno, ligada a la industria frigorìfica, se tomò como eje del crecimiento nacional, de modo que el latifundio devino en modelo de desarrollo en el perìodo de ordenamiento del territorio patagònico.

A MODO DE CIERRE

Este trabajo buscò explorar còmo el reconocimiento y planificaciòn de un territorio no solo establece ciertas lògicas de tenencia sino que se apoya en una consideraciòn desigual de la poblaciòn. A la sistemàtica denuncia de la problemàtica indìgena en Patagonia, este trabajo suma la necesidad de considerar estructural el trabajo de las mujeres, en el proceso de constituciòn del espacio, que arrastra como consecuencia la fuerte invisibilidad de escalas de la producciòn que, por estar insertas en lo reproductivo, se desestiman.

Nùñez (2015) ha ligado este proceso a la nociòn de feminizaciòn de la tierra, pues los diferentes planes de desarrollo que se despliegan a partir de estos años, aùn hasta nuestros dìas, se apoyan en metàforas que asocian el territorio a un tipo de mujer que justifica el tipo de explotaciòn.

En los orìgenes del ordenamiento patagònico encontramos que, en tanto el capital tiene un reconocimiento mayor a la poblaciòn, la tenencia màs razonable se presenta como latifundio y el trabajo como masculino. Como consecuencia las mujeres tienen obligaciones aùn màs fijas y ocultas, porque mucho del esfuerzo que necesitan para la misma subsistencia se presenta opuesto a la racionalidad productiva y comercial que se apoya en el discurso cientìfico.

Sin embargo, las fuentes analizadas evidencian que hay matices dentro de esta mirada. El censo de 1895 demuestra una ventana de visibilidad del trabajo femenino, ligada a la consolidaciòn de un romance que se va a mantener en el tiempo, donde las labores de mujeres son vistas como constitutivas y centrales en una retòrica que hasta denuncia la expulsiòn de las mujeres de los cuarteles.

En el censo de 1914, tal vez por una estructura social màs jeràrquica, lo femenino se desdibuja respecto del trabajo masculino del "esposo", presentando a la Patagonia explìcitamente casi sin mujeres trabajando, en contra de lo que el censo precedente permitìa sugerir o como la poesìa y el folclore patagònico recuerdan (Nùñez, 2018). El trabajo femenino valorado se reconoce como urbano, tal vez como parte de la desigualdad entre los òrdenes rural y urbano que tambièn se citan como referencia de la elaboraciòn de indicadores censales.

El discurso del desarrollo de caràcter tecnocientìfico consolida argumentos a favor de la tenencia latifundista de la tierra y el extractivismo. La profunda imbricaciòn entre capitalismo mercantilista y androcentrismo, recorrida desde el anàlisis feminista, se descubre como forma especìfica de ocultamiento, que en las sombras que proyecta no solo impacta en las mujeres, como cuerpos sexuados que se esfuerzan, sino en la actividad "minifundista" en general. Podemos pensar, entonces, que esta inequidad se reproyecta en el conjunto social, cuyo esfuerzo es invisibilizado -"y entonces feminizado-, en tanto la posibilidad de desarrollo se resuelve en otros espacios, ubicando a la poblaciòn local en un dinamismo tutelar.

La co-temporalidad del romance y los censos abre preguntas acerca de las visiones del desarrollo en pugna, e incluso del reconocimiento parcial del trabajo de la mujer, que visto en 1895 nos lleva a preguntarnos acerca de cuàndo se pierde, pues està desdibujado en el escenario presente (Trpin et al., 2016). El censo de 1914 ya muestra la base del ocultamiento: si hay trabajo masculino eso de por sì desplaza el femenino, ubicando ese esfuerzo en un no-trabajo. En el medio, siguiendo a Barsky et al. (1992), se consolida la escala latifundista. Asì, no solo es una estrategia de ocultamiento de la mujer sino de una forma de pensar el trabajo y la propiedad. Se desplaza la escala que, dècadas antes, se veìa como la base del futuro del paìs. Se instala la ganaderìa, dejando muchas pràcticas agrìcolas ocultas.

Las herencias de esa desigualdad continùan operando en los diferentes niveles del trabajo patagònico en la actualidad y, como señalan Trpin et al. (2016), demanda una atenciòn particular a los sesgos de gènero en las pràcticas vigentes relativas al trabajo rural.

Notas

1. Por cuestiones de espacio no nos detendremos en los extensos estados de la cuestiòn de cada tema. Presentaremos el corpus de fuentes, haciendo menciòn a algunos autores emblemàticos que, sabemos, estàn lejos de agotar cada temàtica. Bàsicamente, para los estudios cientìficos constituyentes del territorio nos apoyamos en la tradiciòn abierta por Navarro Floria (2004); en relaciòn con la revisiòn del trabajo femenino desde los censos en regiones cercanas, cabe citar a Quay Hutchinson (2001) y Cerdà (2009); en el reconocimiento del folclore como constituyente del paternalismo estructural, nos apoyamos en la perspectiva acrìtica inaugurada por los feminismos ètnicos y decoloniales (Lewis y Mills 2003).

2. Naturalista argentino. Director del Museo de La Plata. Perito en el conflicto de lìmites con Chile.

3. La misma estuvo conformada por los botànicos Pablo Lorentz y Gustavo Niederlein, Adolfo Döering, zoòlogo y geòlogo y el zoòlogo Federico Schulz.

4. Ingeniero francès contratado por Adolfo Alsina para la construcciòn de una zanja, que resultò en la primera defensa estructural contra el paso de los indios en las poblaciones argentinas.

5. Geòlogo norteamericano contratado por el Estado argentino para delinear el plan de desarrollo patagònico.

6. Elaboraciòn propia en base al Censo 1914.

REFERENCIAS

1. Barsky, Osvaldo et al. El pensamiento agrario argentino. Buenos Aires: CEAL. 1992.         [ Links ]

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