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Revista Pilquen

On-line version ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.22 no.4 Viedma Dec. 2019

 

RESEÑA

Planas, Javier. Libros, lectores y sociabilidades de lectura: una historia del origen de las bibliotecas populares en la Argentina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ampersand. 2017, 320 pp.

Por Micaela Oviedo
micaelaoviedo993@gmail.com

Universidad Nacional de La Pampa. Argentina

Recibido 01|10|19 - Aceptado 15|10|19

 

El objetivo principal de la obra de Planas es describir el devenir que tuvieron las bibliotecas populares argentinas durante el último tercio del siglo XIX. Este estudio producto de una tesis doctoral, analiza la historia de las bibliotecas populares desde una perspectiva que articula la historia de la lectura, la historia cultural, la historia de los intelectuales y la agencia estatal. El presente ensayo resulta sumamente importante tanto por la periodización escogida, 1870 a fines de 1890, como por su cartografía, que quita el foco de Buenos Aires y se concentra en las provincias del interior del país. El recorrido histórico se inicia con la sanción de la Ley 419, instaurada en 1870, que designa la tarea de fomentar y proteger a las bibliotecas populares a una institución específica, la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (CPBP). Sin embargo, hacia 1876 una nueva legislación pone fin a este organismo y elimina los subsidios hasta entonces recibidos por las bibliotecas, lo que da pie a un nuevo período en el desenvolvimiento de dichas instituciones.

Desde aquí, podríamos dividir el análisis del autor en dos etapas a partir del aspecto cronológico. Por empezar, desde 1870 hasta la sanción de la Ley 800 en 1876, Planas se encarga de examinar las trayectorias que componen la fundación de una biblioteca popular y el conjunto de estrategias y expectativas relacionadas con el rol que éstas debían ejercer tanto por el Estado como por los actores que se involucraron en la gestión de estos establecimientos. Una segunda instancia del examen inicia tras la supresión de la Comisión Protectora en 1876 hasta fines de 1890. El licenciado en Bibliotecología y doctor en Ciencias Sociales se encarga de rastrear el desarrollo posterior de las bibliotecas, que comienzan una nueva fase signada por la crisis, por lo menos hasta fines del siglo XIX, donde surgen las bibliotecas obreras o hacia el Primer Centenario, momento en el cual se restituye la ley 419.

A lo largo de los ocho capítulos que componen este trabajo, Planas se ocupa de diferentes tópicos: la propuesta Sarmientina; la búsqueda de lectores; la instauración del préstamo de libros, el uso de las bibliotecas como espacios de sociabilidad de lectura, en el que la práctica de lectura en voz alta fue muy relevante; los catálogos de libros y la cartografía de las bibliotecas luego de la desaparición de la Comisión Protectora, junto con los cambios producidos en el interior de las instituciones con respecto a la legislación antes mencionada y, por último, las mujeres y su rol como autoras, lectoras y bibliotecarias.

Para realizar este trabajo, el corpus documental incorporó la normativa propuesta por el Estado principalmente a través del Boletín de las Bibliotecas Populares, revista que la CPBP utilizó como organismo de difusión pedagógico. La riqueza de esta fuente, que divulgaba periódicamente los modelos reglamentarios, los catálogos de obras disponibles además de cartas que plasmaban las experiencias bibliotecarias de diversos puntos del país, le posibilitó al autor visibilizar las propuestas estatales y su aplicación, es decir, las estrategias y prácticas de los funcionarios a cargo y de los socios que las aplicaron.

De esta manera, el primer capítulo nos presenta la propuesta de Domingo Faustino Sarmiento, cuyas ideas bibliotecarias constituyen un aspecto fundamental para entender el origen, el desarrollo y la promoción de estos espacios de sociabilidad. Planas afirma que Sarmiento les atribuyó a las bibliotecas populares ciertos sentidos culturales que vinculaban la lectura con la noción de progreso y la libertad de elección de libros como condición para atraer lectores. En este sentido, el principal gestor de esta política asoció las bibliotecas populares y las escuelas como proyecto de modernización cultural y le otorgó a la sociedad civil un rol primordial en la administración de dichas instituciones.

La tarea de crear un público para las bibliotecas es otro de los aspectos considerados. El segundo capítulo de la obra da cuenta de las estrategias de la Comisión por atraer un determinado lectorado, compuesto por figuras claves como jueces de paz, representantes de las corporaciones municipales, párrocos, preceptores de escuelas, miembros de los clubes sociales y "señoras". Además de tratar de captar a este público en particular, las publicaciones del Boletín también contenían las respuestas al proyecto propuesto por el Estado. Si bien hubo notables diferencias en el desarrollo de las instituciones, es apreciable la influencia de los estatutos difundidos. Asimismo, se hicieron presentes apropiaciones intelectuales y realidades de aplicación materiales diferentes del modelo propuesto.

El siguiente capítulo analiza el préstamo domiciliario de libros, entendido como innovación bibliotecológica que permitiría una conexión mayor entre los lectores y el material disponible. Según el autor, esta renovación implicó una producción discursiva por parte de la CPBP, que puede analizarse a partir de los reglamentos publicados por la revista de la Comisión. En dichos estatutos se puede observar que se antepuso la circulación social de las obras por sobre las formalidades en cuanto a bibliografías y procedimientos con respecto al servicio y el orden de los libros.

Otro de los ejes fue la sociabilidad de la lectura y el énfasis puesto en una modalidad particular: la lectura colectiva como forma de ampliar la difusión de las bibliotecas. En este sentido, las bibliotecas fueron concebidas por la Comisión como el ámbito en el cual confluirían diversas experiencias que se apoyarían entre sí, para convertir a los lectores en ciudadanos. En este sentido, el trabajo hace mención sobre diversos testimonios que abarcaban lecturas públicas, conferencias, disertaciones e intercambios.

El último eje estudiado fue la primera etapa de las bibliotecas es el catálogo de libros elegidos por los lectores. El abordaje realizado en el capítulo 5 permite constatar los cambios en cuanto al modo de elaboración de los mismos. Tempranamente, la Comisión optó por reproducir las nóminas de los ejemplares de las compras que hacían las bibliotecas en las librerías porteñas, ante lo difícil que resultaba la tarea de crear un catálogo. Aunque el panorama fue diverso, dentro de los títulos escogidos predominó la novela y los ensayos históricos y políticos.

Como ya hemos mencionado anteriormente, hacia 1874 se modificó el mecanismo de subvención y dos años después se eliminaron los subsidios por parte del Estado, por lo que la gestión de las bibliotecas dejó de tener un organismo regulador propio y comenzó a depender de la Comisión Nacional de Escuelas. Esta alteración significó la dispersión de la información sobre el estado de las instituciones en diversos canales, e inauguró el fin de la política de fomento a la lectura sostenida hasta el momento. Planas realiza una cartografía de las bibliotecas entre 1876 y 1895 y observa que, para los inspectores de escuelas encargados de recolectar información, los principales problemas giraron en torno a la disminución de lectores, la falta de actualización de las obras, la disolución de las asociaciones y la carencia de apoyo por parte del gobierno.

Finalmente, los dos últimos capítulos se enfocan en el nuevo lectorado que surge a partir de las modificaciones en el campo de lectura. Durante esta nueva etapa, los maestros y los egresados de escuelas nacionales se convirtieron en agentes clave, que propiciaron diversas modalidades de sociabilidad de lectura, a la vez que reajustaron las ideas sarmientinas a las necesidades del momento. Planas sostiene que las bibliotecas populares de este nuevo periodo asistieron a reconfiguración de significados, al atribuirle a estos espacios la tarea de ser un recinto de lecturas que posibilitara "encauzar" el gusto y el juicio de los lectores. Entonces, el objetivo no era ya el de atraer al lectorado, sino más bien enderezarlo y guiarlo frente a los "desvíos" del mundo impreso.

Por último, el capítulo final se encarga de analizar los vínculos entre las mujeres y la lectura. El apartado hace referencia a los vaivenes de este nexo, dado que, mientras en 1870 la Comisión Protectora favoreció la participación femenina en las bibliotecas, la crisis comenzada en 1876 significó un cambio negativo con respecto a estas propuestas. El autor analiza las publicaciones del Boletín, que reunió ensayos sobre el debate en torno a la educación de las mujeres. Sin embargo, tras la crisis de las bibliotecas esta paulatina incorporación se vio reducida. El autor retoma los postulados de Sarmiento con respecto a las bibliotecarias y resalta los efectos de la lectura concebida como corruptora, transformación que influyó en las representaciones de las lectoras en la narrativa nacional de 1880.

La obra de Javier Planas representa un agudo trabajo de investigación que permite trazar de manera clara la trayectoria de las bibliotecas populares entre 1870 y 1895. Esta investigación nos permite rastrear no sólo las intencionalidades de los agentes estatales, que plantearon un diagnóstico y una propuesta a seguir con respecto a las finalidades de estas instituciones, sino también la puesta en práctica de muchas de estas experiencias. En este sentido, el estudio del Boletín de las Bibliotecas Populares y otras fuentes permite percibir, además de las prácticas culturales, el conjunto de imágenes, sentidos y significaciones que conformaron el proceso de fundación y desarrollo de estas bibliotecas populares. De la complejidad de interacciones entre el poder estatal y las aspiraciones y posibilidades materiales de la sociedad civil emergen estos establecimientos, que, como el texto permite observar, cumplieron un rol fundamental como espacios de sociabilidad de lectura. Sin dudas, este ensayo representa un gran aporte a la historia del libro y la lectura en Argentina, y proporciona las bases para reconstruir el devenir histórico de una de las asociaciones claves para entender las manifestaciones culturales y asociativas de nuestro territorio.

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