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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.23 no.1 Viedma mar. 2020

 

ARTÍCULO

Elogios del amor y la violencia. Una aproximación a la retórica afectiva de Cambiemos1

Praise of love and violence: an approach to the affective rhetoric of Cambiemos

 

Mercedes Barros
mercedesbarros@gmail.com

María Marta Quintana
mquintana@unrn.edu.ar
Universidad Nacional de Río Negro - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio. Argentina

Recibido: 16|08|19
Aceptado: 20|03|20

 


Resumen
En este artículo nos proponemos abordar algunos aspectos de la retórica político-afectiva que caracterizó la configuración discursiva de Cambiemos (2015-2019). Para ello retomamos dos escenas específicas: el elogio al policía Luis Chocobar a comienzos de 2018; y la exhibición, a principios de 2019, de una gigantografía de Romeo y Julieta como homenaje al ‘día de los enamorados’. En el primer caso, se trata del agente que dio lugar a la ‘doctrina Chocobar’, promotora del gatillo fácil; mientras que, en el segundo caso, se trata del símbolo del amor romántico -heterosexual- que el gobierno utilizó como parte de su propia celebración del ‘amor’. Como mostraremos en el escrito, ambas escenas resultan significativas para comprender la ambivalencia afectiva manifestada por la narrativa macrista: amor y odio como dos caras de una misma práctica y retórica política, operada a través de una lógica de segregación y exclusión. Por consiguiente, desde el marco de la teoría de los afectos de Sara Ahmed, y a partir del análisis discursivo de estos dos episodios, nuestro objetivo es comprender la economía afectiva que sostuvo y configuró los contornos de dicho discurso político.

Palabras clave: Discurso; Afectos; Cambiemos; Performatividad; Retórica.

Abstract
In this article, we propose to address some of the central aspects of the political-affective rhetoric that characterized the discursive configuration of Cambiemos (2015-2019).  For this, we will take two specific scenes: the praise of the police officer Luis Chocobar in early 2018; and the exhibition, earlier this year, of a gigantography of Romeo and Juliet as a tribute to ‘Valentine’s Day’. In the first case, it is about the agent that killed Juan Pablo Kukoc and  gave rise to the 'Chocobar doctrine'; a doctrine which enabled the easy trigger and prompted police violence; while, in the second case, it is the symbol of romantic love -heterosexual- that the government used as part of its celebration of ‘love’. As we will show in the paper, both scenes are significant to understand the affective ambivalence manifested by the macrista narrative: love and hate as two sides of the same political practice and rhetoric that operated through a logic of segregation and exclusion. Therefore, from the framework of Sara Ahmed's theory of affections, and from the discursive analysis of these two episodes, the objective of our paper is to understand the affective economy that sustained and configured the contours of this political discourse.

Key words: Discourse; Affections; Alianza Cambiemos; Performativity; Rhetoric.


 

INTRODUCCIÓN

En su libro La política cultural de las emociones, Sara Ahmed plantea algunos interrogantes inspiradores para el análisis que aquí nos proponemos realizar. Allí, la autora escribe: “¿Qué significa defender el amor cuando uno se sitúa al lado de algunos otros y en contra de otros otros?” (2014: 191). Y a la inversa, “¿cómo funciona el odio para alinear algunos sujetos con algunos otros y en contra de otros otros?” (Ahmed, 2014: 77-78), considerando que ciertas narrativas vinculadas con la ‘Nación’, mediante un trabajo sobre las emociones, invitan a sus destinatarios/as a adoptar la posición de un ‘tú’ -siempre contrapuesto a una alteridad- y a manifestar indignación en contra de otros ilegítimos, que no sólo amenazan a la Nación (que tú y yo defendemos) sino que la invaden y dañan, apropiándose de lo que es ‘mío’/‘tuyo’/‘nuestro’ (Ahmed, 2014: 20).

Como adelantábamos, el marco del giro afectivo, y en particular la relación entre ‘el amor’ y ‘el odio’ que conceptualiza dicha autora, resulta productivo para abordar el discurso de la coalición Cambiemos2, atendiendo a ciertos aspectos que suelen ser desmerecidos o marginados por claves de lectura que banalizan ese tipo de proyecto político, en virtud del “culto” de las formas, imágenes y emociones y de un aparente déficit propositivo3. Desde nuestra perspectiva, resulta necesario una alternativa de análisis que permita comprender la investidura afectiva de la política y el lazo social que movilizó -con alta efectividad- la retórica de Cambiemos, y que -en nuestra opinión- excedió al marketing político o los artificios del ‘duranbarbismo’4.

Pues si hay algo que caracterizó las escenas enunciativas de la gestión política de ese proyecto político fue la apelación constante al ‘amor’. En varias ocasiones escuchamos a Mauricio Macri decir: “Nosotros les vamos a demostrar desde el amor y el hacer que hay otra forma de encarar la vida” (La Nación, 6-11-2017); o “[l]o estamos haciendo con coraje, con amor, este es nuestro país, acá viven nuestros hijos” (Diario Río Negro, 8-10-2018). No obstante, ¿quiénes eran las y los destinatarios del amor macrista? ¿Es posible -considerando las políticas represivas de su gobierno- hablar de amor y engendrar y/o movilizar el odio y la violencia? ¿Fueron acaso el amor y el odio dos caras de una misma práctica y retórica partidaria, que lejos de ser contradictoria organizó una lógica política excluyente? En síntesis, ¿cómo se vincularon (y todavía se vinculan) el amor y el odio en tanto economías afectivas en el discurso de esa fuerza política?

A la luz de estos interrogantes, buscamos comprender -al menos de manera tentativa- la performatividad de la retórica político-afectiva de la Alianza Cambiemos. Para ello nos detenemos en dos escenas aparentemente desconectadas de la actuación pública de su gobierno: la exhibición de una imagen de Romeo y Julieta en la fachada de la Casa Rosada y el elogio al policía Chocobar en ese mismo recinto gubernamental. Al respecto, entendemos que ambos episodios resultan significativos para el análisis: por un lado, como aspectos distintivos de una regularidad de significaciones mediante las cuales es posible delimitar los contornos del discurso de Cambiemos; por el otro, como reificaciones de un status quo que operó —y aún opera— sobre la base del clasismo, racismo, heterosexismo, otorgando un estatuto diferencial a los cuerpos deseantes y deseables, a las vidas vivibles y a las desechables.

PRIMERA ESCENA: ROMEO Y JULIETA

El 14 de febrero de 2019, el gobierno de Cambiemos vistió la fachada de la Casa Rosada con una gigantografía de Romeo y Julieta, réplica del cuadro que pintó Francis Dicksee en 1884, y aclaró en las redes sociales que se trataba de un “homenaje al amor universal” , dirigido a “todos los enamorados, a todas las personas que se aman” 5. De ese modo, no sólo nos anoticiábamos de que el macrismo celebraba el “Día de San Valentín” , como si se tratara de una política pública, sino que, en tiempos de marea verde y violeta, elegía mostrar su preferencia por el amor romántico6. No obstante, cabe preguntar, además de un apego melancólico al contrato hetero-cis-sexual7, que tambalea frente a un movimiento que tiene bajo sospecha ‘la pareja’ (y también ‘la familia’) como máquina productora de violencia sexoafectiva, ¿qué más nos dice esta “celebración del amor” sobre la narrativa macrista?

Desde las elaboraciones de Freud en adelante, mucho se ha escrito sobre el lugar del amor en la construcción del lazo social y político. El amor al líder se reconoce como un rasgo constitutivo y crucial en la formación de las identidades colectivas, como emoción que, al ser compartida por y con un otro (y otros), permite la unión y la fraternidad. Asimismo, fenómenos tales como el fanatismo, el patriotismo y el nacionalismo encuentran parte de su explicación en el lazo amoroso que se establece entre miembros de una comunidad a la que reconocen como propia. Sin embargo, ¿qué papel cumple el amor en los discursos políticos que se plantean como “progresistas” ? Esto es, ¿cómo funciona la apelación al amor en narrativas alejadas de las pasiones fanatizadas, donde -por el contrario- se lo asocia con la posibilidad de incluir al otro diferente? Y en particular, ¿qué implica la celebración del amor aparentemente benévola, despolitizada y neutral, como puede ser el gesto de exhibir el beso de Romeo y Julieta, propuesto por Cambiemos?

En un spot de campaña del año 2015, a través de la voz e imagen de Gabriela Michetti, desde ese espacio partidario se afirmaba: “La política sin amor no sirve para nada. El cambio que queremos hacer sirve para unirnos, para poner a la política a trabajar para la gente” 8. Mientras que, en otra oportunidad, pero también en el contexto de campaña, el candidato presidencial, Mauricio Macri, decía: “Yo sé que puede dar miedo, pero el coraje y el amor pueden con el miedo. Denme la mano y vayamos juntos. Vamos juntos, hoy más juntos que nunca” (La Nación, 19 -7-2015). Y en esta misma línea retórico-argumentativa, una vez asumida la presidencia, en la apertura de las sesiones legislativas, agregaba: “Vengo acá a proponerles una hoja de ruta en la cual espero que se apasionen, que se enamoren de ese futuro que podemos conseguir” (La Nación, 1-3-2016).

De ese modo, los pasajes precedentes, como otros de la narrativa del gobierno macrista, ponen de manifiesto una propuesta afectiva que invitaba a seguidores/as y opositores/as a una instancia de concordancia que, más allá de las diferencias políticas y sociales, permitiera la unión amorosa y/o amistosa de toda la ciudadanía. En este sentido, la apelación reiterada a la “unión de todos los argentinos” , la convocatoria a los que estaban “del otro lado de la grieta” , a “los que piensan diferente” , eran fruto de una gramática del amor que, como veremos, se organizaba por medio de ciertas idealizaciones y requería, para lograr su propia existencia y coherencia interna, exteriorizar el odio, ubicándolo —de manera arbitraria— fuera de sí. En otras palabras, las evocaciones odiosas de Cambiemos eran resignificadas como expresiones de amor, puesto que el odio —en tanto afecto— pertenecía exclusivamente a los otros; es decir, a los que el macrismo identificaba como los instigadores de una emoción opuesta al amor y, por ende, a su proyecto político. No obstante, para poder entender esa resignificación, o sea, ese trastocamiento -producido por Cambiemos- de su propio odio en amor, resulta necesario ahondar en las idealizaciones que sostenían e informaban su propuesta partidaria.

Como sugiere Ahmed —siguiendo a Freud—, el amor, en tanto vínculo afectivo con otros, supone y sucede en relación con un ideal, que a su vez toma forma como efecto mismo de esa vinculación. En este sentido, respecto de discursos similares a los que nos proponemos analizar aquí, donde el amor toma un lugar en cierto modo más indulgente que en los discursos fanatizados (puesto que no implica amor por otros como yo sino por otros presuntamente diferentes), la autora advierte que la vinculación que este amor permite entre individuos y con colectivos (por medio de su identificación con un ideal), depende de la existencia de otros otros que han fracasado en alcanzar ese mismo ideal (2014: 194-196).

En el discurso de Cambiemos, esa operación de idealización se desplegó y tomó forma en el diagnóstico crítico sobre el pasado argentino. Al respecto, el líder político señaló con insistencia que su gobierno había llegado para dejar atrás setenta años de frustraciones y crisis recurrentes del país. En un fragmento de la alocución que brindó con motivo de la celebración del Día de la Independencia, en julio de 2018, el expresidente afirmaba: “El futuro está ya empezando a surgir para salir de crisis recurrentes que nos lastimaron durante 70 años” . […] “Ya no hay un Estado que aplasta, que pone trabas, hay un Estado que los apoya a crecer y que no cambia las reglas de juego y ni aún en las tormentas” (La Nación, 9-7-2018). Y unos meses más tarde, reiteraba:

Ahora que entendimos que hay que vivir con la verdad, que hay que trabajar en equipo, dialogar y apostar a la transparencia y que no puede haber más impunidad frente a la corrupción. Con esos valores en la mesa, no de un día para otro, porque no vamos a construir en dos años lo que no hicimos en 70 años, vamos a estar un poco mejor (Clarín, 23-10-2018).

Asimismo, varias y varios funcionarios reforzaron ese diagnóstico crítico del pasado, recreando un escenario prolongado en el tiempo de déficit fiscal, inflación y gasto público desmedido, que, eventualmente, habría sido el causante del estancamiento de la economía argentina9. La denuncia se extendió a la dirigencia política responsable del descalabro. Así, en una entrevista, el líder de la coalición afirmaba: “Estamos buscando que se acabe el despilfarro, la corrupción y los privilegios mal habidos” ; y agregaba: [el peronismo] “ya se ha dado cuenta de que ha hecho mucho daño en el último gobierno y no hay más lugar para la locura, para la demagogia, la mentira” (Perfil, 10-6-2018).

En la crítica entonces hacia el pasado reciente y remoto, y hacia los responsables de una larga “historia espantosa” 10, repleta de fracasos, se dejaba entrever el presente y el futuro que Cambiemos imaginaba e idealizaba respecto de la Nación argentina y su ciudadanía. En consecuencia, en la apertura de sesiones legislativas del año 2018, el presidente afirmaba:

Ustedes me pusieron acá para emprender juntos este camino. Un camino distinto, que por fin nos está sacando de tantos años de repetir los mismos errores. […] Durante mucho tiempo creímos que estábamos destinados a fracasar, y que resignarnos era nuestra única opción. […] Los argentinos tenemos todo para crecer, depende de nosotros y de nadie más. Estoy convencido de que vamos a hacerlo. […] Nos dimos cuenta de que no sirve seguir culpando a otros de lo que nos pasa. Que crecer depende de nosotros y de nuestra capacidad de sentarnos a dialogar en una mesa, sin patoterismos ni extorsiones (Clarín, 1-3-2018).

De este modo, en una trama sobrecargada de crítica hacia una herencia demasiado pesada, y a la vez edulcorada con un “optimismo cruel” (tomando prestada la expresión de Lauren Berlant11), que adolecía de contenidos y saturaba en su individualismo, el macrismo construyó su propuesta vinculante a partir de un ideal de Nación que, como tal, era presentado como un objeto deseado y añorado que tomaba entidad en oposición a la realidad fallida y errante que la Argentina arrastraba desde los años cuarenta12.

Precisamente, hace setenta años (y un poco más) emergía el primer gobierno de Perón y con él un movimiento que impulsó transformaciones democratizadoras, que habilitaron la inclusión de los sectores populares en la escena cultural, social y política del país. Y cierto es que esa irrupción de lo popular desbordó —y aún lo hace— los canales de participación y los arreglos de convivencia dominantes y definidos de acuerdo con parámetros tradicionales de clase, raza y género. En otras palabras, la ofensiva populista provocó una “crisis de deferencia” que puso en cuestión el ordenamiento comunitario de la Argentina conservadora de principios de siglo, a partir del trazado de un antagonismo político perdurable que no ha cesado de exhibirse-escribirse en identificaciones políticas que conservan su arraigo y capacidad de tracción aun cuando también sufran alteraciones irreversibles13. De ahí que, desde la existencia misma de esa realidad pasada, el discurso de Cambiemos enfatizó la necesidad apremiante de un acto (re)fundacional de la Argentina del nuevo milenio e imaginaba la vuelta de una generación que restableciera “las bases de una nueva nación” . Por eso, Macri insistió en la idea de un momento ‘único e histórico’ que atravesaba su gobierno14 y en la evocación de ‘un nuevo comienzo’. En más de una oportunidad sostuvo: “estamos poniendo los cimientos para que esta vez podamos crecer con fortaleza y sustentabilidad” y “alcanzar ese futuro que desde hace tantos años nos merecemos” (Clarín, 11-12-2018).

En efecto, la idea de “cimentar las bases de la Argentina” ilustra el intento de Cambiemos de reconstruir algo que se había destruido o desplomado, y funcionó como condición de posibilidad de su vocación por recrear un ordenamiento perdido, que, por una parte, volviera a promover un Estado que no aplastara ni pusiera obstáculos a la iniciativa privada -y “acompañara” y “allanara” el camino en la vuelta de la Argentina al mundo15; y, por la otra, restableciera una sociedad estructurada de acuerdo a las capacidades y esfuerzos diferenciales de sus ciudadanos. En palabras del propio presidente,

El objetivo es tener una sociedad, en la que quienes realizan todo su esfuerzo, que se comprometen con la comunidad y cumplen la ley sepan que van a ser los ganadores en vez de que lo sean los estafadores profesionales como fue el caso durante más de un siglo en la Argentina (El Día, 8-11-2017).

Y en otro pasaje —del discurso de apertura de sesiones legislativas— sostuvo: “¿Cuál es el país con el que sueño? Un país que no mienta, un país que te cuide, un país donde la gente no se rinde, un país que crece y te ayuda a crecer, un país que estimula el desarrollo personal y de la familia” (La Nación, 1-3-2016).

En ese sueño relatado por el exmandatario, Cambiemos se posicionaba como “la generación del cambio” (el mejor equipo de los últimos cincuenta años equiparable a la generación del ochenta), capaz de restablecer los fundamentos de un ordenamiento trastocado por la revuelta populista de los últimos setenta años16. De manera tal que, en la proyección de su ideal de país, proyectaba su propio papel en la historia argentina, reivindicando un estatus diferenciado e iluminado en relación con el resto de la dirigencia política. Dicho de otro modo, en la narrativa macrista, ese ideal de Nación retornaba o devolvía a la dirigencia de Cambiemos una imagen de sí misma que exaltaba su capacidad, esfuerzo, honestidad y vocación por la verdad, en contraposición con una dirigencia incapaz, deshonesta y fracasada.

En consecuencia, reponiendo varios de los aspectos de un ideal regulativo que imaginaba sus orígenes en la Argentina de fines del siglo XIX, Cambiemos se esforzó por volver a delimitar (y fijar) lugares, funciones, roles y valores esperables en una Argentina post-populista. En otras palabras, se empeñó en “restaurar” los fundamentos de una sociedad que encontraba su antecedente en aquel país de inmigrantes con vocación de esfuerzo y trabajo, de origen europeo y mayoritariamente blanco, en el cual una generación política porteño-céntrica había logrado unir a los argentinos bajo la fórmula civilizatoria (por demás violenta y sanguinaria) del orden y el progreso. En tanto heredera de esa generación, y con esa misma vocación de unión, la fuerza política liderada por Mauricio Macri se planteó como una dirigencia capaz de recomponer las relaciones tergiversadas entre el gobierno y “su gente” , entre la política y la sociedad, entre la Argentina y el mundo.

Ahora bien, si retomamos la escena con la que iniciamos la reflexión sobre la centralidad del amor en la narrativa de Cambiemos, podríamos sugerir que el beso entre Romeo y Julieta funcionó como una suerte de metáfora de la restauración/recomposición que ese proyecto político añoraba y reclamaba. Es decir, inmersa en una serie discursiva que, como venimos describiendo, operaba sobre ciertas idealizaciones a través de las cuales se vinculaba afectivamente con sus seguidores, la imagen del beso no sólo denotaba el amor y el encuentro entre una mujer y un hombre; entre las familias enemistadas de los Montescos y los Capuletos, sino que además connotaba el objeto idealizado de una unión comunitaria liberadora del gran conflicto que ha surcado la experiencia social y política argentina de los últimos setenta años. El mismo conflicto que entorpeció la concordancia entre una clase política que conocía y sabía dirigir los asuntos públicos, y un pueblo que reconocía su subordinación y sus límites de participación; entre una élite empresarial (blanca, europea y heterosexual) capaz de manejar la economía y una clase trabajadora (provinciana y racializada) que no pretendía vivir por arriba de sus ingresos ni aspiraba a pensarse por encima de sus posibilidades.17

Entonces, la puesta en escena del beso de Romeo y Julieta expresa el vínculo que Cambiemos entablaba con sus seguidores/as, y también deja entrever la serie de idealizaciones que investía su proyecto político y que, en definitiva, permitió su vinculación político-afectiva. El lazo que tendió esa fuerza política, y la forma de convivencia comunitaria que proponía con el slogan “juntos sí se puede” , o con la celebración del día de los enamorados, se sostuvo en tanto y en cuanto los miembros de la comunidad se identificaban con esas idealizaciones. Puesto que, para tomar entidad, el vínculo requería de antemano —aunque no se explicitara— la identificación con esa comunidad soñada/anhelada.

Por cierto, esa idealización, que reconocemos como particular y originada en un momento histórico determinado, y en los cónclaves de ciertos sectores sociales y políticos, era presentada como universal y capaz de absorber las diferencias políticas aparentemente irreconciliables. Sin embargo, esa absorción o inclusión encontraba su límite e imposibilidad en la existencia de otros otros, que no compartían o que no lograban ajustarse a dicho ideal. Otros otros que cuestionaba ese sueño —y mostraban su origen contingente y arbitrario—, que renegaban del lugar que les tocaba en la distribución de las partes y que, por ello, eran expulsados del diálogo. En síntesis, otros otros que no devolvían el amor que se les ofrecía. Y este amor no correspondido —siempre de acuerdo con la óptica de Cambiemos—, no tenía que ver con lo que presuponía ese lazo afectivo, sino más bien con la incapacidad propia de ciertos grupos de elegir el objeto de amor “acertado” . Es decir, carentes de razón o apabullados por pasiones populares, estos grupos eran incapaces de identificar lo bueno para la comunidad y, por lo tanto, de retribuir el “amor” que se les ofrecía para lograr “juntos” una convivencia democrática.

En esto último radica el modo en que se produjo la conversión del odio en amor a la que nos referimos al inicio del artículo. Las evocaciones odiosas de varios de los funcionarios de Cambiemos sobre inmigrantes latinos, indígenas de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), kirchneristas fanatizados, sindicalistas mafiosos, delincuentes narcotraficantes, fueron convertidas en muestras de amor por la Nación, por “una Argentina en serio” , que se encontraba sistemática y seriamente amenazada por los instigadores del odio y la desunión. En consecuencia, como veremos en lo que sigue, el odio de Cambiemos —por los protagonistas de esa “historia espantosa” — fue exteriorizado y depositado en nombres maleables y cambiantes que mostraban el límite e imposibilidad de su ideal de Nación; pero que, a su vez, de manera ambivalente, lo hacían posible; porque cuanto más impedían que ese ideal fuera una realidad, más coadyuvaban al arraigo de esa idealización.

SEGUNDA ESCENA: EL ELOGIO A CHOCOBAR, O ACERCA DE CÓMO “LOS VAMOS A MATAR A TODOS” (Y A TODAS)

La escena analizada nos da más de una pista sobre la economía afectiva del discurso macrista, sobre su ideal de ciudadano, pero también sobre sus zonas de abyección. Por eso es preciso avanzar en el análisis, puesto que la violencia simbólica de esa fuerza política no escatimó a la hora de traducirse en violencia institucional. En efecto, si hay otro rasgo —además de su repetitiva invocación al amor— que caracterizó la gestión de gobierno de Cambiemos, es su repetido discurso de “mano dura” .

Entre las perfomances de la vocación punitivista de dicho gobierno sobresale el elogio público (a principios de 2018) a un policía que asesinó a un joven —Juan Pablo Kukoc— por la espalda. La escenografía no fue otra que la Casa Rosada, y los personajes de la composición (que la prensa oficialista amplificó hacia cada rincón del país): el por entonces presidente Macri, la ex Ministra de Seguridad Patricia Bullrich (vocera predilecta de la campaña de mano dura) y dos agentes de policía, uno de ellos Luis Chocobar. En ese lugar, dirigiéndose al autor del crimen, Macri dijo: “Estoy orgulloso de que haya un policía como vos, al servicio de los ciudadanos” (La Nación, 1-2-2018). Si bien del análisis del apartado anterior es posible presumir quiénes eran “los ciudadanos” del macrismo que merecían protección, incluyendo la posibilidad de matar a quienes los ponían bajo presunta amenaza, y quiénes eran los no-ciudadanos, las vidas inmerecidas (de ser vividas y de ser lloradas) a las que se podía poner fin; de todos modos, cabe preguntar, ¿qué tienen en común los —nombres de los— muertos que se agolpan y condensan en el nombre de Chocobar: Juan Pablo Kukoc; Santiago Maldonado; Rafael Nahuel; Facundo Ferreira? ¿De qué cuerpos se trata y qué permiten comprender sobre el funcionamiento de la violencia del gobierno de Mauricio Macri? Es decir, ¿qué desocultan en relación con los actos acontecidos desde el odio y la amenaza a la destrucción de un cuerpo? ¿Cómo se vincula esto con el fragmento amoroso de Romeo y Julieta, considerando —con Ahmed— que el odio no puede oponerse al amor, en tanto el sujeto se vincula con el otro a través del odio como un vínculo que lo devuelve hacia sí mismo (2014: 88)?

Antes de abordar estos interrogantes, resulta pertinente retomar la parábola que Toni Morrison enunció en el contexto de una conferencia de 1993, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, y que Judith Butler recupera en la introducción de Excitable Speech. A Politics of the Performative, para hacerla operar en el marco de una polémica en torno del discurso y los crímenes de odio en Estados Unidos. La parábola alude a la cuestión de la violencia, en particular a la pregunta acerca de si el lenguaje es un medio, un instrumento, para representar la violencia o si acaso es él mismo violencia. En la fábula de la escritora, unos niños inician un juego —cruel, por cierto— preguntando a una mujer ciega si el pájaro que guardan en sus manos está vivo o muerto. A lo que la ciega responde negando y desplazando la pregunta: “No lo sé [...] sé que está en tus manos. Está en tus manos” (cit. en Butler, 1997: 23). De este modo, si Morrison ofrece una perspectiva sobre el lenguaje en tanto “cosa viviente” , Butler discute con aquellas lecturas que entienden el lenguaje como conducta y ocluyen el intervalo que existe entre ambos (es decir, entre discurso y acción). Y aunque no nos detendremos en este debate, sí interesa destacar, en la línea butleriana y a los fines de nuestro argumento, que si bien el lenguaje puede asumir la modalidad de la amenaza (como, por ejemplo, “los vamos a matar a todos” ), no implica de suyo el acto mismo -pese a que la oportunidad “está en tus manos” -, en tanto siempre cabe la posibilidad de que la amenaza sea depuesta, pospuesta o, incluso, desviada.

Justamente, asumiendo que existe una distancia irreductible entre la alocución amenazante y la acción, esto último resulta sugerente para pensar las condiciones de posibilidad de dicho acto, considerando que el gobierno de Cambiemos hizo alarde de una doctrina de cuño propio, que no sólo habilitaba a las fuerzas de seguridad a matar, sino que además saludaba la “justicia por mano propia” 18. En este sentido, es preciso comprender también la economía afectiva del odio que puso en circulación el discurso de Cambiemos y analizar los modos en que, no sólo se construyeron fronteras entre un “nosotros” idealizado, portador de virtudes y valores (honestidad, solidaridad, vocación de diálogo), y una alteridad abyecta, sino cómo el odio, que “genera su objeto como una defensa contra una lesión” (Ahmed, 2014: 78), se dirigía hacia una multiplicidad de otros, de figuras amenazantes que, al ser caracterizadas como instigadoras de daños, también resultaban (auto)merecedoras de violencia.

Más arriba preguntábamos qué tienen en común Rafael Nahuel, Pablo Kukoc, Santiago Maldonado, Facundo Ferreira, además de haber sido asesinados por las fuerzas de seguridad durante el gobierno de Cambiemos. Desde la óptica de esa coalición eran, justamente, quienes no sólo falla(ro)n en alcanzar el “nosotros” idealizado, sino quienes lo ponían bajo amenaza con su odio y violencia. En este sentido, las operaciones discursivas de Cambiemos, tendientes a justificar la violencia estatal, fueron abrumadoras. Sencillas, pero abrumadoras por su cantidad y repetición. Por ejemplo, a dos días de la muerte de Rafael Nahuel por responsabilidad del grupo Albatros, la por entonces Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, decía lo siguiente:

Ya lo hemos vivido los argentinos y esto es una decisión muy de fondo, habla muy en claro dónde está la ley y qué tiene que hacer cada una de las fuerzas federales que están bajo nuestra conducción.

Se ha planteado un diálogo, estamos totalmente abiertos al diálogo con todo grupo pacífico. Que todos puedan tener una protesta o reivindicación y quieran resolver los problemas dentro del marco de la ley, (pero) no habrá un diálogo con grupos violentos. Se acabó el mundo al revés (Perfil, 27-11-2017)

Mientras que, por su parte, Germán Garavano, ex Ministro de Justicia, agregaba —en la misma nota— lo siguiente:

El Gobierno siempre ha estado abierto al diálogo, generado espacios que permitan encontrar soluciones, lo que el Estado argentino no puede permitir bajo ningún concepto es la violación de la ley, la extorsión o la violencia como forma y poner en crisis al estado de derecho.

[...] El Gobierno construye y apoya todo lo que tenga que ver con la paz, con lograr sociedades más pacíficas y tiene que haber un repudio generalizado de estos grupos (como la RAM) que usan la violencia (Perfil, 27-11-2017).

Asimismo, la caracterización de los mapuches como grupo de extrema violencia también circuló por doquier durante la desaparición de Santiago Maldonado. Y más aún, luego del (vergonzoso) cierre de la causa, la misma Bullrich decía lo siguiente:

La verdad le ganó al relato. La Justicia cerró la causa por la desaparición forzada de Santiago Maldonado y absolvió al gendarme Emmanuel Echazú.

Mintieron, quisieron engañar a la sociedad y generar miedo; hoy logramos dar un paso más hacia la Argentina de la ley y la verdad (Perfil, 29-11-2018).

Por consiguiente, dentro de esa matriz discursiva, consolidada en su repetición, Chocobar no fue el que asesinó en el suelo a un joven desarmado, sino el héroe que redujo a un ladrón en defensa de “los ciudadanos” (que amaban y eran amados por su país). En este sentido, todos los Chocobar “nos” defendían del odio de otros; más precisamente, de los que odiaban “nuestra” forma de amar la Argentina —blanca, trabajadora, meritocrática— y su correlato de identidad nacional, de argentinidad. Por lo tanto, lo que tuvieron —y tienen— en común los muertos del macrismo fue la incapacidad, a causa de su irracionalidad y ‘naturaleza’ odiadora, de formar lazo afectivo y de devolver amor a “nuestra” comunidad amada. Desde la óptica de la coalición que gobernó hasta fines de 2019, lo que devolvían era odio; condición, no obstante, sine qua non para la existencia de esa comunidad fantaseada, idealizada. Porque, para que esa comunidad —de la unión, la verdad, la honestidad, los valores y el diálogo— tomara cuerpo, era preciso identificar las figuras del odio (indios, negros, ladrones, pobres, usurpadores, inmigrantes), en tanto el “nosotros que amamos” no preexiste a esa operación, sino que, por el contrario, se funda en ella.

Ahora bien, es importante advertir que dichas figuran trabajan metonímicamente. Pues, como destaca Ahmed, lo que las hace “parecidas” es su “falta de parecido” con “nosotros” . En este sentido, el odio no se puede encontrar en una figura, sino que funciona para crear un contorno de diferentes figuras u objetos de odio, que son reunidas en una narración que las posiciona como una “amenaza común” . Ergo, esto significa que las emociones funcionan como una forma de capital, en tanto el afecto no reside positivamente en el signo o la mercancía, sino que se produce como efecto de su circulación (Ahmed, 2014: 80-81). Por eso, en palabras de dicha autora, “la imposibilidad de reducir el odio a un cuerpo en particular permite que el odio circule en un sentido económico, funcionando para distinguir a algunos otros de otros otros, una diferencia que nunca termina, en tanto está esperando a otros que todavía no han llegado” (Ahmed, 2014: 84). Y es este discurso, que Ahmed sintetiza como el discurso de “ahí viene el Coco” (para nosotras/os, “el Cuco” o “los Kukas” ), el que justifica la violencia contra unos cuerpos que ponen en riesgo la Nación y sus significantes contiguos.

Luego está claro que lo que se amontonaba en el nombre de Chocobar eran los “cuerpos odiados” , los que había que des-hacer (en el extremo, desaparecer) para producir y conservar el objeto amado: la Argentina blanca, europea, desperonizada, deskirchnerizada. Ahí radica una de las claves para pensar las condiciones de posibilidad de los actos que acaban con las vidas precarizadas por el propio Estado (en nuestro caso, bajo la conducción de Cambiemos) que, en una artimaña metaléptica —es decir, de transposición de los sujetos-objetos odiados en odiadores—, decía actuar contra los que odiaban y en defensa de los bienamados. Sin embargo, los odiadores eran los signos del odio del propio Cambiemos, eran los contornos rechazados de su identidad política, y de una memoria discursiva que reabrió historias y asociaciones de exclusión. Aunque, como ya sabemos, lo(s) excluido(s) siempre retorna(n) como un porvenir esperanzador —quizás imposible — pero, que nunca acaba.

COMENTARIO FINAL

El discurso y la lectura afectiva de un “nosotros” que amamos y unos “otros” que odian no solo performó la consistencia de un sujeto idealizado sino que provocó una inversión paradojal con alta efectividad: las víctimas de la violencia del gobierno de Macri no eran las y los desheredados, desplazados, desarraigados, precarizados, sino, por el contrario, los instigadores del odio, los que no devolvían el amor a la Nación y rechazaban la unión propuesta por el macrismo, ahora en su rol de oposición. Y esto puede anudarse con las reflexiones de Isabell Lorey sobre la gubernamentalidad liberal y las múltiples formas de precariedad —entendidas como othering [alterifcación]— que produce. Puesto que, para esta autora, dentro del marco del paradigma de protección basado en el Estado social, eran —y todavía son— precarizadas aquellas personas que no cumplían la norma y la normalización del sujeto blanco, libre y soberano-burgués, así como las relaciones de propiedad concomitantes y que presentaban una amenaza contra éstas. En este sentido, dice Lorey, “la Modernidad occidental y sus concepciones de soberanía y biopolítica, resulta impensable sin una «cultura política del peligro», sin la puesta en peligro permanente de lo normal, sin invasiones imaginarias de amenazas constantes y cotidianas tales como la enfermedad, la suciedad, la sexualidad, la criminalidad o el miedo a la impureza «racial», frente a las que se deben generar distintos procesos de inmunización” (2016: 49). Por lo tanto, si el modo de gobernar liberal produce precariedad a través de relaciones económicas, sociales y jurídicas de desigualdad, en el neoliberalismo la función de lo precario se desplaza al centro de la sociedad y es normalizado. En otras palabras, mientras la precariedad de las y los marginados conserva su potencial amenazador y peligroso, la precarización se transforma en un instrumento político-económico normalizado (Lorey, 2016:51). Luego, los otros otros del macrismo fueron (y seguramente son) también todos y todas aquellas que no aceptaban motu proprio cerrar “la grieta” pagando con la propia vida, como lo hicieron Romeo y Julieta. Porque, en definitiva, esa fue la lógica retórico-afectiva y la invitación de Cambiemos: un autosacrificio, una renuncia a nuestras condiciones sociales, políticas, económicas de pervivencia.

Notas

1. Quisiéramos agradecer a las y los colegas que leyeron y comentaron versiones anteriores de este trabajo: Fabiana Martínez, Mercedes Vargas, Juan Manuel Reynares, Andrés Daín, Virginia Morales, Agustín Ambroggio, Sebastián Barros, Natalia Martínez Prado y Eduardo Mattio.

2. Cabe aclarar que la coalición Cambiemos trocó su nombre por Juntos por el Cambio unos meses antes de las elecciones primarias de agosto de 2019 (La Nación, 12-06-2019)

3. Para un interesante planteo sobre la centralidad de la afectividad en la experiencia social y política en el marco de una nueva fase del neoliberalismo, véase Rossi y Mancinelli (2018).

4. Se ha tornado frecuente explicar el éxito (o fracaso) electoral de Cambiemos a partir de la novedad que implicó su estrategia comunicacional orquestada, principalmente, por su astuto consultor político, Jaime Durán Barba. En la era de la videopolítica, donde pareciera que la imagen todo lo puede, se le atribuyó a este hábil personaje mediático la puesta en escena de un espectáculo, que en la conjugación de nuevas formas y en la exaltación de ciertas emociones, logró lo impensable: que un político mediocre y sin aparato partidario de alcance nacional ganara las elecciones presidenciales y su fuerza política lograra imponerse en los distritos electorales más importantes del país. No obstante, a raíz de este tipo de miradas, el contenido del mensaje y el tipo de vínculo propuesto por Cambiemos fueron poco valorados en los análisis comúnmente disponibles -a pesar de la importancia que revisten a la hora de elucidar el “agarre” afectivo de su retórica política. Sin negar la importancia de las estrategias electoralistas, aquí planteamos que los bienes e ideales comunitarios expresados en las palabras de Cambiemos, como así también los lazos que buscó tender entre seguidores y adversarios, merecen ser abordados en toda su complejidad a los fines de comprender su afamado éxito. Véase como ejemplo de análisis únicamente enfocado en la eficacia del duranbarbismo: https://elpaisdigital.com.ar/contenido/breve-introduccin-al-duranbarbismo/6877

5. La Nación, 14-02-2019.

6. Ádem.

7. El término alude a una matriz heterosexual que establece la reglamentación y relación de necesidad y coherencia entre sexo, identidad de género y deseo sexual. Asimismo, el prefijo cis, que se contrapone a trans, refiere a la identificación con el sexo-género asignado en al momento de nacer.

8. Véase en https://www.youtube.com/watch?v=VTYQ_H3X7EM

9. Véanse, por ejemplo, las declaraciones recientes de Rodríguez Larreta, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien señala: “En 70 años no hemos podido bajar la inflación, pero el Gobierno la está peleando” (El Cronista, 16-3-2019)

10. Palabras textuales del Presidente Mauricio Macri en ocasión de la inauguración de obra pública en Bariloche, Río Negro.

11. En su libro Cruel optimism (2011).

12. El rechazo reiterado en el discurso de Cambiemos a la experiencia política que se inicia en la década del cuarenta con la llegada del peronismo y las metáforas desplegadas para expresar el desorden y exceso que se han propagado desde entonces, nos recuerda a lo señalado por Jacques RanciÁ¨re en El Odio a la Democracia (2006), en torno del efecto de aborrecimiento que la idea de democracia ha provocado desde el momento mismo de su emergencia entre las élites políticas, económicas e intelectuales. Según el autor, este desprecio por el carácter ingobernable del pueblo persiste en las sociedades contemporáneas y se reactualiza en las renovadas críticas que, de forma escandalizada, alertan sobre los "efectos perversos de la democracia" que impiden la aplicación de medidas que, aunque pueden tener consecuencias negativas para ciertos sectores, son necesarias tanto para el progreso y el desarrollo de la sociedad como para la protección de principios y valores morales que salvaguardan el “bien común” . Como también señala RanciÁ¨re, tras esa descalificación se oculta la defensa implícita de una nueva legitimidad basada en el “gobierno de los expertos” frente al “gobierno de todos” que representa la democracia. Como veremos más adelante en nuestro propio texto, dicha expertise técnica también ocupa un lugar central en la narrativa macrista.

13. Sobre la crisis de deferencia que provocó el peronismo, véase Juan Carlos Torre (1999).

14. Al respecto, el primer mandatario sostuvo: “Es un momento de terminar con nuestros problemas de raíz, de resolver las verdaderas causas por las que la Argentina no es hoy el país que debería ser” . Ámbito Financiero, 16-8- 2018.

15. Al respecto, Macri sostuvo: “Sepan que de este lado hay un Estado que los va a acompañar, que ya no hay un Estado que los quiere aplastar, que pone trabas, sino un Estado que allana el camino para que puedan crecer y aumentar su productividad, porque sabemos que ahí está el eje” . Ámbito Financiero, 16-8-2018.

16. “Este es un cambio fundacional; hemos decidido un cambio que comienza por nuestra propia actitud, por entender la responsabilidad que tenemos frente a tantas ilusiones y demandas. Somos la generación que vino a cambiar la historia” , Mauricio Macri, Diario Río Negro, 2-10-2017.

17. En varias ocasiones escuchamos a funcionarios de distinto rango del gobierno de Cambiemos y a técnicos simpatizantes de su gestión hablar sobre las aspiraciones desmesuradas de los sectores populares promovidas por el populismo anterior. Por consiguiente, lograr la concordancia entre los argentinos requería de parte del gobierno poner coto a las expectativas populares del consumo de bienes y servicios, como así también a las demandas excesivas en términos de derechos culturales, sociales y económicos. Las declaraciones de Rosendo Fraga son esclarecedoras al respecto: “Le hiciste creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión. Eso no era normal” (La Nación, 27-05- 2016).

18. Vale la pena recordar aquí que Patricia Bullrich valoró positivamente la tenencia de armas de fuego por parte de ciudadanos comunes, y afirmó la necesidad de protegerse del crimen organizado (La Gaceta, 3-11-208).

REFERENCIAS

1. Ahmed, Sara. La política cultural de las emociones. México DF: Universidad Autónoma de México. 2014.         [ Links ]

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4. Diario Ámbito Financiero, “Cuadernos: Macri promete “no defender a nadie” . 17 de agosto de 2018. Acceso Web: 23 de abril de 2019. https://www.ambito.com/edicion-impresa/cuadernos-macri-promete-no-defender-nadie-n4030937

5. Diario Clarín, “Discurso de Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa del Congreso” , 1 de marzo de 2018. Acceso Web: 12 de abril de 2019.https://www.clarin.com/politica/discurso-mauricio-macri-asamblea-legislativa-congreso_0_HkREtsHuM.html 

6. Diario Clarín, “Mauricio Macri agradeció a quienes “han puesto el hombro, bancando la devaluación que sufrimos” . 23 de octubre de 2018. Acceso Web: 14 de abril de 2019.  https://www.clarin.com/politica/mauricio-macri-agradecio-enorme-esfuerzo-argentinos-bancando-depreciacion-tipo-cambio-devaluacion_0_KmhdQ9PD7.html.

7. Diario Clarín, “Macri resaltó el impulso del Gobierno a las exportaciones: “Dejamos atrás la discrecionalidad y la oscuridad” . 11 de diciembre de 2018. Acceso Web: 14 de abril de 2019. https://www.clarin.com/politica/macri-resalto-impulso-gobierno-exportaciones-dejamos-discrecionalidad-oscuridad_0_3WnQns6qu.html

8. Diario Río Negro, “Macri: “Somos la generación que vino a cambiar la historia” . 2 de octubre de 2017. Acceso Web: 15 de mayo de 2019. https://www.rionegro.com.ar/macri-somos-la-generacion-que-vino-a-cambiar-la-historia-FI3648043/

9. Diario Río Negro, “Macri pidió “no decir más que las cosas pueden ser gratis” . 8 de octubre de 2018. Acceso Web: 20 de Mayo de 2019. https://www.rionegro.com.ar/macri-pidio-no-decir-mas-que-las-cosas-pueden-ser-gratis-FI5820421/

10. Diario El Cronista, “Larreta: En 70 años no hemos podido bajar la inflación, pero el Gobierno está peleando” . 16 de marzo de 2019. Acceso Web: 15 de mayo de 2019.  https://www.cronista.com/economiapolitica/Larreta-En-70-anos-no-hemos-podido-bajar-la-inflacion-pero-el-Gobierno-la-esta-peleando-20190316-0002.html

11. Diario El Día, “Macri criticó al “populismo” y reivindicó un “nuevo rol” de Argentina en el mundo” . 8 de noviembre de 2017. Acceso Web: 15 de mayo de 2019. https://www.eldia.com/nota/2017-11-8-2-41-7-macri-critico-al-populismo-y-reivindico-un-nuevo-rol-de-argentina-en-el-mundo-politica-y-economia

12. Diario El País Digital, “Breve introducción al duranbarbismo” . 3 de abril de 2017. Acceso Web: 7 de mayo de 2019. https://elpaisdigital.com.ar/contenido/breve-introduccin-al-duranbarbismo/6877

13. Diario La Gaceta, “Patricia Bullrich: "el que quiere estar armado que ande armado, Argentina es un país libre". 3 de noviembre de 2018. Acceso Web: 20 de mayo de 2019. https://www.lagaceta.com.ar/nota/788425/actualidad/patricia-bullrich-el-quiere-estar-armado-ande-armado-argentina-pais-libre.html

14. Diario La Nación, “Macri se lanzó a la pelea nacional y evitó hablar del ajustado triunfo” . 19 de julio de 2015. Acceso Web: 10 de mayo de 2019. https://www.lanacion.com.ar/politica/macri-se-lanzo-a-la-pelea-nacional-y-evito-hablar-del-ajustado-triunfo-nid1811958

15. Diario La Nación, “Discurso completo de Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa” . 1 de marzo de 2016. Acceso Web: 17 de octubre de 2019.  https://www.lanacion.com.ar/politica/discurso-completo-de-mauricio-macri-ante-la-asamblea-legislativa-nid1875715

16. Diario La Nación, “González Fraga: "Le hicieron creer al empleado medio que podía comprarse plasmas y viajar al exterior” . 27 de mayo de 2016. Acceso Web: 10 de mayo de 2019. https://www.lanacion.com.ar/economia/gonzalez-fraga-le-hicieron-creer-al-empleado-medio-que-podia-comprarse-plasmas-y-viajar-al-exterior-nid1903034

17. Diario La Nación, “La Casa Rosada celebra San Valentín con una bandera de Romeo y Julieta” . 14 de febrero de 2019. Acceso Web: 28 de mayo de 2019. https://www.lanacion.com.ar/sociedad/la-casa-rosada-celebra-san-valentin-bandera-nid2220041

18. Diario La Nación, “La coalición oficialista tiene nuevo nombre: Juntos por el cambio” . 12 de junio de 2019. Acceso Web: 28 de mayo de 2019. https://www.lanacion.com.ar/politica/la-coalicion-oficialista-tiene-nuevo-nombre-juntos-nid2257228

19. Diario Perfil, "El peronismo sabe que no hay lugar para la locura". 10 de junio de 2018. Acceso Web: 10 de agosto de 2019. https://www.perfil.com/noticias/politica/mauricio-macri-el-peronismo-sabe-que-no-hay-lugar-para-la-locura.phtml         [ Links ]

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21. Diario Perfil, “Patricia Bullrich: "En el caso Maldonado la verdad le ganó al relato". 29 de noviembre de 2018. Acceso Web: 28 de mayo de 2019. https://www.perfil.com/noticias/sociedad/en-el-caso-maldonado-la-verdad-le-gano-al-relato-festejo-bullrich.phtml

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