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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.23 no.3 Viedma set. 2020

 

ARTÌCULO

Jóvenes y emprendedurismo: discursos, políticas y trabajo independiente en la Argentina de Cambiemos

Youth and entrepreneurship: discourses, public policy and independent work in the Argentina of Cambiemos

 

Pablo E. Pérez
paperez@isis.unlp.edu.ar

Mariana Busso
marianabusso@yahoo.com

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Universidad Nacional de La Plata. Argentina

Recibido: 24|06|2019
Aceptado: 26|06|2020

 


Resumen
En los últimos años, el emprendedurismo ha sido presentado como una solución al problema del desempleo, en tanto expresión de la racionalidad neoliberal y como parte de un discurso de época. Dicho término refiere a cualquier intento de actividad económica independiente, nuevo negocio o la expansión de uno existente, ya sea por un individuo o un equipo de personas. En Argentina, cobró particular relevancia durante el gobierno de Cambiemos (2015-2019), donde se hizo explícito como parte de la agenda gubernamental. En ese período presidencial, se direccionó particularmente el discurso emprendedurista a quienes presentan mayor índice de desocupación: los y las jóvenes. El ideal de joven emprendedor, que se autogenera su incorporación al mercado laboral y por tanto sus propios ingresos económicos, se multiplicó en discursos gubernamentales, de organismos internacionales, de medios de comunicación y en las políticas públicas. En este artículo, nos proponemos analizar el emprendedurismo de los y las jóvenes (15 a 29 años) durante el gobierno de Cambiemos, a partir del análisis del discurso gubernamental y diversas políticas implementadas, las cuales contrastaremos con datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC) correspondientes al año 2017. Nuestra hipótesis es que, en virtud de las características que presenta el autoempleo en Argentina, el discurso que pondera el emprendedurismo lejos de ser una solución a los problemas de empleo, y específicamente a las altas tasas de desocupación de los jóvenes, legitima desigualdades sociales. Los resultados encontrados nos permiten sostener que entre los y las jóvenes, ser emprendedor/a tiene significancias muy heterogéneas, según el lugar que se ocupa en la estructura social. La ilusión de ser empresarios de sí mismos bajo el mito de la igualdad de oportunidades, se enfrenta a la desigualdad de posiciones de jóvenes trabajadores, lo cual contribuye a naturalizar el lugar que se ocupa en la estructura social.

Palabras clave: Jóvenes; Trabajo; Emprendedurismo; Desigualdad; Cambiemos.

Abstract

In recent years, entrepreneurship has been presented as a solution to the unemployment problem, as an expression of neoliberal rationality and as part of a discourse of the time. This term refers to any attempt at independent economic activity, new business or the expansion of an existing one, either by an individual or a team of people. In Argentina it became particularly relevant through the Cambiemos government (2015-2019), where it was made explicit as part of the government agenda. In the course of that presidential period, entrepreneurial discourse was particularly directed at those with the highest unemployment rate: young people. The ideal of a young entrepreneur, who self-generates his incorporation into the labor market and therefore his own economic income, was multiplied in government speeches, international organizations, the media and public policies. In this article we propose to analyze the entrepreneurship of young people (15 to 29 years old) during the government of Cambiemos, based on the analysis of government discourse and various policies implemented, which we will contrast with data from the Permanent Household Survey (EPH -INDEC) corresponding to the year 2017. Our hypothesis is that, due to the characteristics of self-employment in Argentina, the entrepreneurship discourse far from being a solution to employment problems, and specifically to high unemployment rates youth, legitimizes social inequalities. The results found allow us to argue that among young people, being an entrepreneur has very heterogeneous meanings, depending on their place in the social structure. The illusion of being entrepreneurs of themselves under the myth of equal opportunities confronts the inequality of positions of young workers, which contributes to naturalizing the place they occupy in the social structure.

Key words: Young people; Work; Entrepreneurship; Inequality; Cambiemos.


 

INTRODUCCIÒN

En las últimas décadas, el sueño del empleo para toda la vida fue dando lugar al de “ser un trabajador independiente, sin jefe?. Ejemplos exitosos a nivel internacional como los de Steve Jobs, fundador de Apple Inc., y de Mark Zuckerberg, creador de Facebook, o de Marcos Galperin, de Mercado Libre; encandilan a muchas personas en el ámbito doméstico con la ilusión de triunfar creando una nueva empresa, y “empezando desde abajo?. Las empresas de delivery vía App, ejemplo de nuevas relaciones laborales encubiertas, se presentan también con el slogan “sé tu propio jefe?. Estos deseos responden a una época dominada por el discurso neoliberal, donde “el emprendedor es el sujeto legítimo del mundo de hoy? (Fridman 2019: 208).

Hacia fines del siglo XX, la narrativa del emprendimiento se fue extendiendo en distintos países del mundo al calor del auge de discursos neoliberales, cobrando sentido en contextos laborales caracterizados por la diversificación de la situación jurídica del trabajador, una desintegración importante del estatuto salarial y, consecuentemente, la multiplicación de formas de precarización laboral (Serrano Pascual y Fernández Rodríguez 2018). Si bien la idea del emprendedor como agente económico que motoriza el crecimiento no es nueva, sostenemos que -en las últimas décadas- su originalidad radica en la centralidad que ha cobrado en discursos provenientes del aparato estatal, planteándola como una solución a los problemas de generación de empleo. Otra novedad del discurso emprendedor ha sido su destinatario, al dirigirse principalmente (aunque no exclusivamente) a los jóvenes1, quienes conforman el grupo social con más dificultades laborales, dado que presentan mayores tasas de desempleo y precariedad que sus pares adultos. Además, si consideramos el mercado de trabajo de manera dinámica, podemos destacar que los jóvenes son mayoría cada año entre los nuevos ingresantes al mercado laboral, lo que los ubica en el centro de las transformaciones de las “normas de empleo? (Fondeur y Minni 2006).

El discurso que identifica al joven emprendedor como una respuesta a los problemas de empleo, tuvo una importante difusión en la Argentina durante el gobierno de Cambiemos (2015-2019). Mientras que en años anteriores el desempleo juvenil se encontraba asociado fundamentalmente a “problemas de empleabilidad? (Pérez 2013), a causa de insuficientes capacidades y formación respecto de la requerida por las empresas, el auge del discurso emprendedor supuso un cambio en el diagnóstico: ya no sería central la inadecuación de los jóvenes a los requerimientos “del mercado? sino el hecho de no ser lo suficientemente emprendedores para generar su propia actividad laboral.

El presente artículo busca discutir la idea del emprendedurismo como solución a los problemas de empleo de la Argentina, y específicamente a la elevada desocupación de los jóvenes. Para ello, nos proponemos en primer lugar identificar la idea del emprendedor como uno de los elementos rectores de la racionalidad neoliberal, específicamente en lo que refiere a la reinterpretación del trabajo para superar la crisis del empleo asalariado. En segundo lugar, analizaremos de qué maneras se manifestó el relato del emprendimiento en la agenda y el discurso estatal durante el gobierno de Cambiemos. Para ello, recurriremos al análisis de actos o declaraciones públicas de funcionarios nacionales registradas por medios de comunicación, para luego referirnos a políticas públicas creadas e implementadas en dicho período presidencial, en base a documentos e información disponible en sitios o plataformas web gubernamentales. En tercer lugar, nos proponemos analizar qué características presentan los jóvenes emprendedores en Argentina, a fin de examinar si se cumple el ideal emprendedor presente en el discurso. Para ello procesamos microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC correspondientes al año 2017, tal como precisaremos más adelante. Finalmente, explicitamos en qué sentido consideramos que, dadas las características del autoempleo en nuestro país, el discurso emprendedurista, lejos de configurarse como una salida laboral exitosa, parece haber actuado como elemento legitimador de desigualdades sociales.

NEOLIBERALISMO, EMPRENDEDURISMO Y LA AUTORRESPONSABILIZACIÒN FRENTE A LA CRISIS DEL EMPLEO ASALARIADO

Asistimos en la actualidad a una nueva ola de transformaciones en el mundo del trabajo. Los cambios tecnológicos en curso impactan sobre las relaciones laborales y se multiplican los informes sobre la masiva destrucción de puestos de trabajo debido a la automatización de tareas, la Inteligencia Artificial o la financiarización. Las denominadas “teorías del fin del trabajo? postulan la tesis que los individuos estamos siendo reemplazados por máquinas en un mercado de trabajo cada vez más excluyente. Y si no se trata del “fin del trabajo?, al menos percibimos la pérdida de centralidad del trabajo asalariado tal como lo conocíamos desde mediados del siglo XX.

Es así como la identidad de los trabajadores -su “carácter?, diría Sennet (2005)- se ve corroída frente al avance de la tecnología, la transformación del mercado laboral, y la premisa neoliberal que sostiene que cada sujeto, individualmente, debe ser garante y responsable de su propia existencia material. Al tiempo que el modelo laboral tradicional entra en crisis, aparece con fuerza la idea de convertirnos en emprendedores, “empresarios? de nuestra propia existencia y entender así todas las facetas de la vida como una relación empresarial.

Habitualmente, ser emprendedor refiere a cualquier intento de un nuevo negocio o la creación de una empresa, ya sea realizado por una sola persona -sin contratar personal- o bien empleando trabajadores. Este desarrollo productivo se encontraría impulsado por la motivación y capacidad de identificar una oportunidad, de reaccionar con intuición y de estar dispuesto a asumir riesgos, además de la existencia de oportunidades y un contexto institucional, político y económico que lo estimule y lo promueva (GEM 2019), lo que se conoce como capacidades vinculadas al espíritu emprendedor o iniciativa empresarial. El emprendedurismo, por tanto, se encuentra asociado a la idea de mérito, de saber reconocer y aprovechar las circunstancias que se presentan. En ese sentido el mérito, basado en (el mito de) la igualdad de oportunidades para todas las personas se presenta en este contexto como un clasificador social considerado justo, ya que se basa principalmente en el esfuerzo individual o la falta de él (Dubet 2017). Ello velaría las profundas inequidades asociadas a los lugares ocupados en la estructura social, lo que Dubet (2017) denominó “desigualdades de posiciones?.

Dichas capacidades, vanagloriadas por el avance neoliberal, suponen entonces una transformación de la condición del yo, a la que Michel Foucault denominó “homo economicus empresario de sí mismo? donde cada individuo es “su propio capital, su propio productor, la fuente de sus ingresos? (Foucault 2007: 265). Ello implica un proceso de cambio de la racionalidad subjetiva de los trabajadores, denominada “racionalidad neoliberal?, que ha logrado denostar el horizonte al que se aspiraba a mediados del siglo anterior: acceder a un empleo en relación de dependencia, en blanco y para toda la vida. La autorresponsabilización que ello conlleva se afirma en una concepción psicologizante y atomizadora que reduce el espacio de problematización y de interpelación social a la mera subjetividad individual (Crespo Suárez y Serrano Pascual 2011), la cual descolectiviza y desocializa al individuo, haciéndole asumir, de modo individual, los retos y responsabilidades de su devenir personal (Serrano Pascual y Fernández Rodríguez 2018).

¿A qué nos referimos con racionalidad neoliberal? Laval y Dardot (2013) señalan que su principal característica sería la generalización de la competencia como norma de conducta y de la empresa como modelo de subjetivación. Esta racionalidad tiende a estructurar y organizar no solo la acción de los gobernantes, sino también la conducta de los propios gobernados, dado que los gobiernos, lejos de recurrir tan solo a la disciplina para alcanzar al individuo en lo más íntimo, apuntan a conseguir un autogobierno (Laval y Dardot 2013).

La originalidad del neoliberalismo ha sido descubrir la psique como fuerza productiva, como medio para aumentar la productividad y como estrategia gubernamental (Han 2014, Laval y Dardot 2013, Murillo 2011, 2018). De esa manera, “el sujeto del rendimiento neoliberal, ese empresario de sí mismo, se explota de forma voluntaria y apasionada? (Han 2014: 24). Ello supone, también, una reconfiguración o desaparición de la cuestión social, conformándose como cuestión individual, basándose fundamentalmente en inducir a los sujetos a ser empresarios de sí mismos con base en principios como “la competencia, el centramiento en el cuidado de sí, la interpelación al deseo y la desigualdad como condición natural? (Murillo 2011: 15)

De esta forma, “la racionalidad neoliberal produce el sujeto que necesita disponiendo los medios de gobernarlo, para que se comporte realmente como una entidad que compite y que debe maximizar sus resultados exponiéndose a riesgos que tiene que afrontar asumiendo enteramente la responsabilidad ante posibles fracasos? (Laval y Dardot 2013).

El emprendedurismo, entonces, se enuncia en tanto producto de esa racionalidad neoliberal, de manera tal que es posible pensarlo como transversal a todas las esferas de la vida. El área económica, que le da en principio su origen, es superada. Ser emprendedor aparece en este contexto como una forma de vida, un modelo cultural, a la vez que configura un nuevo sujeto social que es llamado a concebirse y a conducirse como una empresa (Laval y Dardot 2013).

En este sentido, consideramos que no se trata únicamente de una transformación de la racionalidad económica, sino también de una mutación en la condición del yo, que abarca múltiples esferas de la vida personal, pero también, y particularmente, de la vida social y colectiva. Y eso se debe a que por neoliberalismo referimos a “un conjunto de prácticas estratégicas y corrientes diversas, que incluso con disensiones internas, configuran una mutación en el orden social capitalista; mutación que ha implicado un proceso civilizatorio (”¦) en el que se producen profundas transformaciones de los comportamientos y la sensibilidad humanas? (Murillo 2018: 393).

Este escenario propició que la idea de emprendedurismo como nueva condición del yo permee clases sociales, géneros, actividades laborales, siendo difundida de forma sostenida por medios de comunicación, discursos gubernamentales y enraizada en el sentido común. Es así como observamos a dueños de grandes empresas o cuentapropistas de subsistencia compartir y reproducir esta condición del yo-empresario en tanto expresión de una nueva racionalidad neoliberal.

En lo que concierne al mundo laboral, el neoliberalismo manifiesta una reinvención del trabajo para superar la crisis del empleo asalariado, dado que el trabajo ya no es equivalente a empleo asalariado: esta relación se encuentra en crisis. Incluso, el trabajador asalariado se encuentra interpelado por nuevos modelos de gestión de las empresas donde se apela a una mayor responsabilización del trabajador, autonomía en el trabajo, participación en los objetivos de la empresa, implicación, autorregulación, asemejándose, cada vez más, a destrezas y responsabilidades del trabajador independiente (Serrano Pascual y Fernández Rodríguez 2018). Por su parte, aquellos trabajadores con dificultades para ser incluidos en el proceso de acumulación (GEM 2019) en un mercado de trabajo cada vez más competitivo, se ven interpelados por el discurso del "emprendedurismo" que intenta posicionarse como motivador y generador de fuente de ingresos. Como lo destacan Serrano Pascual y Martín Martín (2017) para el caso europeo, se trata de un viraje desde la empleabilidad hacia la empreabilidad (fomento del emprendimiento). En el caso argentino, el gobierno encabezado por Mauricio Macri retomó estos principios anclados en la racionalidad neoliberal, enarbolando el ethos del voluntariado y el emprendedurismo (Vommaro y Gené 2017), tal como analizaremos a continuación.

¿UNA SOCIEDAD DE EMPRENDEDORES? EL EMPRENDEDURISMO SEGÚN CAMBIEMOS

“Un país de 40 millones de emprendedores?
Mauricio Macri, presidente de la Nación
2

Al igual que en los países centrales, los problemas de empleo en Argentina y en la región han sido subsumidos en gran parte, y durante varias décadas, a problemas de empleabilidad. Sin embargo, frente a la evidencia de escasez de puestos de trabajo y al renacimiento de políticas y discursos neoliberales, en el período 2015-2019 la agenda gubernamental (acompañada por organismos internacionales) presentó al emprendedurismo como una solución al problema del empleo.

Previo a su arribo al poder, la plataforma de uno de los partidos políticos que conformaron la Alianza Cambiemos (el PRO) ya promovía, tal como indica Lucía Caruncho, “un conjunto de valores y marcos interpretativos asociados a la esfera privada-empresarial que contribuyen a la consolidación de un tipo de racionalidad subjetiva propia del neoliberalismo: la del “ciudadano-consumidor?, “empresario de sí?? (Caruncho 2018: 386).

Una vez asumido el gobierno nacional, estos principios se vieron materializados en actos y discursos. El gobierno de Mauricio Macri se refirió y enalteció en diversas oportunidades, historias de emprendedurismo exitoso. Entre las referencias más emblemáticas, se destacan las cuatro empresas argentinas (Globant, Mercado Libre, OLX y Despegar) que se encuentran entre las siete empresas unicornios3 de la región. Sus fundadores han sido señalados por el discurso gubernamental como ejemplos de emprendedores que los jóvenes deben seguir; tan es así que los cuatro cerraron junto con Macri el Foro de inversión y Negocios (mini Davos) realizado en 2016 en Buenos Aires.

Pero la alusión no solo remitió a empresarios millonarios -quienes señalarían el camino del éxito- sino también a trabajadores autónomos, en situaciones menos exitosas, muchas veces vinculados a estrategias de supervivencia. Así, por ejemplo, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley enunció: “Juan armó esta parrilla en la puerta de su casa para los obreros de la zona. Así, ellos almuerzan y él se gana una changa?4.

En la misma línea, Andy Freire, funcionario de Cambiemos (2015-2017) y uno de los referentes del emprendedurismo en nuestro país, nos proponía: "Podés alquilar el quincho, la parrilla, el asado y el sillón de tu casa?5. También, en el interior del país, Cambiemos difundió el dogma emprendedor. Así, el senador Alfredo de Angeli escribía durante la campaña: “Gustavo se dedica a lavar autos y está entusiasmado porque este mes se sumaron más vecinos como clientes?. Lo sugestivo es que no se trataba de un lavadero de vehículos, sino de un muchacho que, con un balde y un trapo, se ganaba la vida a cambio de una propina.

Más allá de quienes se encuentran o no incluidos en este amplio colectivo de emprendedores, una de las ideas detrás del ideal emprendedor nos la acerca Esteban Bullrich, referente y funcionario de Cambiemos quien, en octubre de 2017, durante la campaña electoral en carácter de candidato a Senador por la provincia de Buenos Aires, manifestó: “lo que nosotros buscamos es que la gente deje de buscar empleo y lo genere?6. Es decir, se propiciaba que cada persona autogenerara sus propios ingresos, sin necesidad de puestos de trabajo garantizados por el Estado o las empresas. La generación de empleo como reto de cada persona, del propio trabajador, que debe convertirse en un emprendedor que deberá ser activo, innovador, tomar riesgos en contextos de incertidumbre y, sobre todo, priorizar el interés individual por sobre las propuestas colectivas.

Todas esas declaraciones remiten a núcleos de sentido de la racionalidad neoliberal que buscan justificar la escasez de empleos no como un problema vinculado al rumbo de la economía, a la política económica, sino a una falta de habilidades emprendedoras por parte de las personas. Como plantea Ginesta Rodríguez (2013) la expansión neoliberal se basa en un doble eje: a nivel ideológico y legislativo. El primero “tiene como finalidad hacer creer que la búsqueda del interés propio es la mejor forma mediante la cual una persona puede servir a la sociedad?, mientras que la incorporación de modificaciones a nivel legislativo busca que “se generen incentivos que ayuden a alimentar este proceso de cambio social? (Ginesta Rodríguez 2013: 57).Ambas estrategias son vislumbradas claramente en Argentina, y desde distintos ámbitos. En este sentido, el giro ideológico fue acompañado por políticas públicas concretas y de modificaciones a nivel legislativo que buscaron incentivar el cambio en la mentalidad societal, contribuyendo en la creación de una “cultura emprendedora?.

Un ejemplo ha sido el incentivo de la cultura emprendedora desde el ámbito educativo y desde temprana edad7. En particular, desde el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, se propusieron cambios en la educación secundaria que incluyen un último año denominado “integrador y formativo?, el cual supone destinar una parte del tiempo escolar la aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones según talentos e intereses de cada alumno, como así también al desarrollo de habilidades y proyectos relacionados al emprendedurismo (Di Napoli, 2018). Esto muestra cómo dicho concepto amplía su ámbito más allá de la economía, en un claro interés por adaptar la educación a las necesidades del mercado.

Desde el ámbito institucional, se destaca el cambio en el nombre de la Secretaría de Pymes, la cual pasó a denominarse Secretaría de Emprendedores y Pymes. No obstante, también se evidencian modificaciones del marco normativo. La aprobación de la llamada “ley del emprendedor? que lleva por título “Apoyo al capital emprendedor? (ley 27349) y una serie de líneas de financiamiento específicas, fueron las iniciativas más importantes destinadas a incentivar esa lógica productiva. Dicha ley fue promulgada en marzo de 2017 y dice promover estrategias que generen “igualdad de condiciones? para el desarrollo emprendedor. En su artículo 2, sostiene que se entiende por “emprendimiento? a “cualquier actividad con o sin fines de lucro desarrollada en la República Argentina por una persona jurídica nueva o cuya fecha de constitución no exceda los siete (7) años?; mientras que “emprendedores?, refiere a “aquellas personas humanas que dan inicio a nuevos proyectos productivos en la República Argentina, o desarrollen y lleven a cabo un emprendimiento en los términos de esta ley?. A fin de promover el desarrollo emprendedor, esta norma crea un nuevo tipo societario denominado “Sociedades por Acciones Simplificadas? (SAS) que busca agilizar y simplificar la registración de nuevas empresas.

Acorde a los postulados de dicha ley, distintos organismos del Estado implementaron programas de fomento y asistencia a “los emprendedores?: desde áreas relativas al empleo y la producción, hasta aquellas concernientes a medio ambiente, educación, ciencia y tecnología, salud y desarrollo social, etc. Además de los programas de asistencia y capacitación, en distintos niveles y organismos del Estado se implementaron líneas de financiamiento para dar impulso a dichas actividades, las cuales se acompañaron con una permanente estrategia publicitaria en pos de dar a conocer diversos emprendimientos. En particular, el Estado nacional, a través del Ministerio de Producción y Trabajo, implementó tres líneas de financiamiento que responderían a perfiles diferentes de emprendedores: Fondo Aceleración, Fondo Expansión y Fondo Semillas. El primero destinado a emprendimientos tecnológicos, sociales o científicos, el segundo a emprendimientos que tengan potencial de crecimiento a escala global y un alto grado de diferenciación e innovación y/o que generen impacto social y/o ambiental; y, por último, el fondo semillas, dirigido a emprendimientos productivos o proyectos con impacto social, ambiental y/o con perspectiva de género. A pesar de tratarse de perfiles diferentes, en todos los casos se dirigía a personas registradas ante la Administración Federal de Ingresos Públicos, con aportes a la seguridad social y acceso y manejo de internet. Esta ley siguió la línea de las reformas estructurales impulsadas en la Unión Europea (en 2013 se aprobó la ley de Emprendedores en España) que buscaron facilitar tanto la iniciativa privada como la cultura emprendedora (Ginesta Rodríguez 2013).

Tanto el texto de la ley como los distintos programas de financiamiento hacen mención a esos dispositivos como estrategias para generar “igualdad de condiciones?. El supuesto que se encuentra por detrás es que quien tenga voluntad y actitud emprendedora tendrá la posibilidad de autogenerarse empleo exitosamente, ya que el obstáculo a sortear estaría dado por el acceso a recursos económicos, lo cual se buscaba garantizar desde el Estado. Esta perspectiva hace caso omiso a lo que Dubet denomina “desigualdad de posiciones?, es decir, factores estructurales y socioculturales asociados al lugar que cada uno ocupa en la estructura social.

A diferencia del carácter “excepcional? y cuantitativamente reducido que definía al emprendedor del periodo industrial, actualmente es posible señalar una ampliación de los sujetos interpelados por el discurso del emprendimiento (Martínez Sordoni y Amigot 2018), entre los que se destacan los jóvenes. Es decir que, si bien la difusión del valor de la cultura emprendedora va dirigida a toda la población, los jóvenes parecen ser un público particularmente focalizado. Uno de los argumentos era que los jóvenes, al ser nativos digitales, apostarían por aplicaciones, comercio electrónico y proyectos vinculados a Internet, mayoría entre las empresas más exitosas (ML, OLX, Globant).

En el mercado laboral, los jóvenes son uno de los grupos sociales más vulnerables. Según datos oficiales, en 2017, en Argentina, los jóvenes representan el 12,8% del total de ocupados y casi nueve de cada diez jóvenes ocupados son asalariados. Sólo el 12,0% se desempeña como trabajador por cuenta-propia y apenas un 0,5% se reconoce como empleador, es decir que sólo un 12,5% tiene un trabajo independiente. En cambio, entre los adultos es más importante la participación de los trabajadores independientes, que alcanza al 25,2% (MTEySS 2018). Sin embargo, los jóvenes duplican la tasa de desocupación del conjunto de la población, y casi cuadriplica el desempleo de los adultos (3,7 veces más). En este escenario, el discurso que promueve el trabajo independiente-emprendedor presenta a los jóvenes como su principal destinatario. En ese sentido, en el próximo apartado, nos concentraremos en el análisis de la inserción laboral no asalariada de los principales destinatarios del discurso emprendedor, a quienes se incitaba especialmente a autogenerarse sus propios ingresos.

¿QUI ÉNES SON LOS (POSIBLES) JÒVENES EMPRENDEDORES EN LA ARGENTINA?

Como dijimos, un individuo emprendedor lleva adelante actividades productivas de manera independiente. Siguiendo el criterio utilizado por organismos internacionales como el BID (Llisterri y otros 2006) y la OCDE/CEPAL/CAF (2016), vamos a aproximarnos a dicho universo mediante los trabajadores que no trabajan en relación de dependencia. Ello supone que, en términos de categorías ocupacionales, se desempeña como cuentapropista o como patrón/empleador. Metodológicamente, procesamos datos estadísticos de la totalidad de aglomerados urbanos, relevados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)8. Para eliminar factores estacionales o coyunturales en medio de un año electoral, construimos una base ampliada con los datos ponderados correspondientes a los cuatro trimestres del año 2017, lo que además incrementa el número de observaciones y posibilita un menor error muestral asociado a cada estimación. La elección del año 2017 remite a que se trata de un año de relativa estabilidad económica (crece el PBI, inflación controlada) y que fue un año clave en términos políticos, dado que se realizaron elecciones de medio término para renovar parcialmente las bancas del Poder Legislativo lo que conllevó enfatizar elementos sustanciales del discurso gubernamental, como la centralidad del emprendedurismo como salida a los problemas de empleo.

Ahora bien, ¿quiénes son los jóvenes trabajadores que desarrollan actividades independientes? La caracterización tendrá en cuenta variables sociodemográficas propias de las encuestas de hogares. En ese sentido, buscamos describir a los emprendedores según grupo etario, para luego concentrarnos en los jóvenes, por ser los principales destinatarios del discurso analizado. En particular, indagamos las características de los jóvenes emprendedores según sexo, nivel educativo y estrato de ingresos (gráfico 1).

Gráfico 1. Emprendedores por edad, sexo, nivel educativo y estrato social.
-Total aglomerados urbanos, año 2017-

Nota: A excepción de la desagregación por edad, los datos refieren a jóvenes de 15 a 29 años de edad.
Fuente: elaboración propia en base a la EPH-INDEC.

En primer lugar, observamos que el porcentaje de emprendedores (sobre el total de trabajadores del grupo) es más importante a medida que aumenta la edad9. Es decir, los jóvenes tienen menos chances de realizar actividades por cuentapropia o como patrones, que los trabajadores adultos. Ello estaría vinculado probablemente a la disponibilidad de capital inicial y a la experiencia adquirida. Los conocimientos y habilidades acumulados durante la trayectoria laboral (financieros, de negocio, de estrategia, de marketing) parecen ser fundamentales para iniciar una actividad económica independiente.

La educación, variable que -junto con la experiencia- aparece como un factor esencial para tener éxito en la explotación de oportunidades empresariales (Lazear 2005), no parece tener la misma importancia en nuestro país. Los mayores porcentajes de emprendedores se encuentran en los trabajadores jóvenes con menores niveles de instrucción, adelantando la hipótesis de que se trataría mayormente de trabajos de subsistencia o refugio (ante el desempleo) y no vinculados a una vocación o al aprovechamiento de una oportunidad de negocios. Como contracara de esta situación, los jóvenes con mayores posibilidades de elegir (quienes poseen mejores credenciales educativas), lejos de volcarse a actividades independientes, presentan los mayores índices de empleo en relación de dependencia (obreros o empleados). Esto se condice con lo que sucede en otros países latinoamericanos, donde el nivel educativo de los jóvenes trabajadores independientes es bajo, la mayoría solo ha completado el ciclo de educación primaria o parte del ciclo secundario (Llisterri y otros 2006).

Esta situación tiene su correlato al calcular los emprendedores por estrato social10, donde observamos mayor porcentaje de emprendedores entre quienes provienen del estrato de menores ingresos, mientras que aquellos jóvenes que provienen de familias de ingresos altos prefieren empleos en relación de dependencia, en un país donde empleo asalariado (con la estabilidad y protección laboral que conlleva) se ha constituido como norma social, también para los jóvenes (Longo y otros 2014).

También, aparecen diferencias significativas por género, que coinciden con diversas investigaciones internacionales que indican menores porcentajes de emprendedoras mujeres tanto en América Latina (Llisterri y otros 2006) como en el Reino Unido, Francia, Suecia y España (Fuentes García y Sánchez Cañizares 2010). Aponte (2002) justifica este hecho en la mayor sensación de responsabilidad hacia el hogar por parte de las mujeres que consideran que el fracaso empresarial puede influir igualmente de forma negativa en su rol respecto a su familia. Fuentes García y Sánchez Cañizares (2010) destacan además la falta de un modelo de empresaria femenina que sirva de referente a las emprendedoras, lo que origina temor a un reto que les resulta desconocido; a diferencia de los varones quienes cuentan con numerosos casos de éxito de emprendedores.

No obstante, desde nuestra perspectiva, es medular en la explicación de estas diferencias la existencia de normas sociales y culturales que determinan que mientras la responsabilidad primaria de insertarse laboralmente y llevar un ingreso al hogar sea masculina, el trabajo doméstico no remunerado seguirá siendo una tarea esencialmente femenina. Esta naturalización de la feminización del trabajo doméstico condiciona sus posibilidades de acceso al mercado de trabajo, ya sea como asalariada o como trabajadora independiente. De esta forma, la esfera productiva y la reproductiva, se encontrarían entonces fuertemente articuladas, lo que significa que es imposible analizar la situación laboral de varones y mujeres disociando el lugar que ocupan en la producción, de su lugar dentro de la familia (Barrere-Maurisson 1999).

Si analizamos la calificación de la tarea realizada, vemos que más de siete de cada diez jóvenes emprendedores (71.4%) realizan tareas operativas, mientras que sólo un 4.3% realiza tareas profesionales, principalmente aquellos jóvenes pertenecientes al estrato alto de ingresos.

Cuadro 1. Emprendedores jóvenes (15-29 años) según estrato social y tipo/calificación de la tarea realizada.
-Total aglomerados urbanos, año 2017-

Fuente: elaboración propia en base a la EPH-INDEC.

A su vez, nos interesa conocer el uso de maquinaria y equipos, con el objeto de inferir las posibilidades productivas de los emprendimientos, así como la capacidad de generar nuevos empleos. Los datos dan cuenta de un escaso uso de maquinaria y equipos electromecánicos (5,8%) así como de sistemas y equipos informatizados (13.8%). Cuatro de cada cinco jóvenes emprendedores no utilizan maquinarias ni equipo informatizado en su actividad productiva. Nuevamente, aparece una diferencia significativa por estrato social dado que un 44% del total de los jóvenes de altos ingresos operan sistemas y equipos informatizados en sus actividades laborales.

Cuadro 2. Emprendedores jóvenes (15-29 años) según estrato social y uso de equipos electromecánicos o informatizados.
-Total aglomerados urbanos, año 2017-

Fuente: elaboración propia en base a la EPH-INDEC.

Para comprender esta heterogeneidad de situaciones, remitimos a la diferencia entre actividad emprendedora por oportunidad y por necesidad: la primera de ellas se inicia para explotar alguna idea u oportunidad de negocio; mientras que la segunda, refiere a la inexistencia de oportunidades laborales o la insatisfacción con las que pueden obtenerse (Almodóvar 2018).

A pesar de que dichas diferencias varían en función de la motivación del emprendedor (factor no relevado por encuestas de hogares), los datos nos permiten inferir que se trata mayoritariamente de actividades emprendedoras por necesidad. Más allá del relato del joven emprendedor exitoso, en Argentina se constata que el autoempleo es principalmente una actividad refugio de jóvenes de bajo nivel de instrucción formal, provenientes de hogares de ingresos bajos y medios, que realizan tareas operativas y poco calificadas y con un escaso uso de maquinaria y/o sistemas informatizados.

REFLEXIONES FINALES

El emprendedurismo se presenta discursivamente como la contracara del trabajo asalariado, monótono, rutinario y subordinado. Sin embargo, las economías capitalistas, a pesar de las transformaciones acaecidas en las últimas décadas y la primacía del capital financiero, siguen sosteniéndose gracias a la apropiación de trabajo impago que se convierte en ganancia empresarial, lo que evidencia la necesidad de grandes cantidades de asalariados. El planteo de que ese grupo de personas son asalariadas porque no innovan y prefieren la seguridad del empleo en relación de dependencia, o que un puesto de trabajo es una “fuente de dependencia y un inhibidor de las propias cualidades emprendedoras? (Fridman 2019 :202) es sumamente reduccionista. Desconoce no sólo la lógica primordial de acumulación del capital en el sistema capitalista, sino que omite tradiciones, culturas y formas de vida asociados al ser un trabajador asalariado. Tampoco olvidemos que para emprender un negocio es ineludible la posesión de un capital inicial no sólo económico, sino también social (capacitación, redes, contacto). Además, no se trata de la necesidad de recursos económicos únicamente para comenzar, sino también para sostener la iniciativa hasta que la misma genere ingresos, para capacitarse, para realizar análisis de riesgo-oportunidad, etc.

Pero más allá de las aptitudes y capitales individuales de los emprendedores, las probabilidades de prosperar también dependen del escenario social, y en particular de un entorno económico e institucional favorable. De esta manera, en la Argentina de Cambiemos (2015-2019), no se observa que el trabajo independiente haya sido una solución a los problemas de empleo, desarrollo económico o distribución de los ingresos, sino un refugio, por necesidad, para determinado subconjunto de trabajadores jóvenes. En principio, queda claro que ni el desempleo cercano de casi el 10% de la población activa, ni el desempleo juvenil, cercano al 20%, fueron absorbidos con medidas que estimularon el emprendedurismo.

Entre los jóvenes, la actividad emprendedora, el autoempleo, se concentra en aquellos que tienen menores márgenes de elección: los más pobres y con menores niveles de educación formal. La contracara es que quienes poseen horizontes de mayores opciones y posibilidades (sea por posesión de capital económico o cultural), presentan niveles de asalarización muy superiores.

El incentivar desde el discurso gubernamental la necesidad y responsabilidad de salidas individuales, en una sociedad transformada en un conjunto de emprendedores que rivalizan entre sí (Murillo 2018), parece haber contribuido a profundizar el individualismo en cada una de las esferas de la vida, justificando el lugar ocupado en la estructura social. Es así como se incita a la competencia permanente, a ser un “triunfador?, y se resaltan como valores el talento, el esfuerzo, la innovación, el carisma, etc.

El discurso del emprendedurismo pareciera haber atenuado la desazón frente a la imposibilidad de obtener un empleo en relación de dependencia, mientras ilusiona con la posibilidad de convertirse en millonario vendiendo manualidades en el garaje de la casa o haciendo cerveza artesanal. En ese sentido, predica un imaginario del éxito que no se sostiene en la práctica, dado que el lugar del individuo innovador en el capitalismo moderno es marginal. Los éxitos que suelen recibir difusión (como los unicornios mencionados), son excepciones a la regla. Estos ejemplos exitosos intentan simular la igualdad de oportunidades en un mundo regido por desigualdad de posiciones, donde la innovación se enfrenta a grandes grupos económicos concentrados.

En síntesis, el discurso emprendedurista, propio de la racionalidad neoliberal, dirigido primordialmente a los más jóvenes como una alternativa al trabajo asalariado, en un contexto de recesión y escasa creación de puestos de trabajo, estuvo lejos de crear empresarios exitosos. Los datos revelan que entre los trabajadores independientes son gran mayoría los cuentapropistas pobres, con tareas operativas y poco calificadas. Una alternativa para los sectores más desfavorecidos de la población y particularmente para los varones que no finalizaron el nivel secundario. Desde nuestra perspectiva, se trata de un instrumento que, al igual que el discurso meritocrático (Busso y Pérez, 2019), legitima desigualdades sociales. En esa interpretación, la pobreza, el desempleo y la informalidad ya no serían consecuencia del sistema (capitalista) o de su mal funcionamiento, sino de las propias personas que se encuentra en dicha situación. El contrastar el análisis del discurso emprendedor, anclado en la racionalidad neoliberal en tanto modelo civilizatorio, con la realidad laboral de los jóvenes en Argentina nos permitió explicitar la desigualdad de posiciones de jóvenes trabajadores, y concluir que dicho discurso, que apela a la ilusión de ser empresarios de sí mismos bajo el mito de la igualdad de oportunidades, sería, por tanto, una estrategia que conlleva a la legitimación de desigualdades sociales.

Notas

1. El uso gramatical del masculino en tanto valor genérico, no buscar ocultar las diferencias de género, sino recurrir a una convención (actualmente en disputa) a fin de facilitar la lectura del artículo.

2. El cronista, Los unicornios macristas, 28 de octubre de 2016, edición digital disponible en https://www.cronista.com/columnistas/Los-unicornios-macristas-20161028-0033.html

3. El concepto unicornio, aplicado en la jerga empresarial, hace referencia a aquellas compañías que consiguen un valor superior a los 1.000 millones de dólares en su etapa inicial.

4. https://diarioelsol.com.ar/2017/09/17/stanley-mostro-a-un-trabajador-precarizado-como-ejemplo-de-emprendedurismo/

5. https://www.minutouno.com/notas/3056785-andy-freire-recomienda-alquilar-el-jardin-la-bicicleta-y-el-sillon-tu-casa-ganar-plata.

6. https://www.tiempoar.com.ar/nota/la-cerveza-artesanal-el-insolito-ejemplo-del-macrismo-para-combatir-la-falta-de-empleo // https://www.minutouno.com/notas/1561739-cerveza-artesanal-el-consejo-bullrich-los-despedidos-la-matanza

7. “La cultura del emprendimiento tenemos que ir inculcándola desde chicos?, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño, durante el evento Pequeños Emprendedores (http://www.argencon.org/nota482-Larreta-%E2%80%9CLa-cultura-del-emprendimiento-tenemos-que-ir-inculcandola-desde-chicos%E2%80%9D

8. Existe una literatura que busca un perfil psicológico del potencial emprendedor, centrado en atributos como la originalidad e innovación, la autoconfianza, el optimismo, la creatividad, la autonomía (Boydston et al. 2000) algunos de los cuales son relevados en Argentina por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM). Sin desconocer la existencia de dicho relevamiento llevado adelante por instituciones privadas, elegimos trabajar con la información de alcance nacional que nos brinda la EPH siguiendo una metodología utilizada en distintos países del mundo (Llisterri y otros 2006; OCDE/CEPAL/CAF 2016).

9. Este mayor porcentaje de emprendedores entre los adultos coincide con la situación encontrada en otros países. Por ejemplo, en España, la media de edad del emprendedor español se sitúa en los 40 años en 2016. Ver http://www.expansion.com/emprendedores-empleo/emprendedores/2016/05/18/573cb01e22601de0048b46bc.html

10. Los estratos sociales fueron construidos en base al decil del ingreso per cápita familiar del TOTAL EPH (DECCFR): estrato bajo, deciles 1 a 4; estrato medio, deciles 5 a 8; y estrato alto, deciles 9 y 10

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