SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.23 issue4The collective organization beats the algorithm (?) Delivery platforms and the organization of delivery workers in Argentina author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Revista Pilquen

On-line version ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.23 no.4 Viedma Dec. 2020

 

ART͍CULO

Esquirlas de memorias. Estudio de dos historias de vida ligadas al aparato de Inteligencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores

Shards of Memories. Study of two life stories linked to the Intelligence apparatus of the Workers' Revolutionary Party

 

Moira Cristiá
moicristia@gmail.com

Maximiliano de la Puente
maxidelapuente@gmail.com

CONICET; Instituto de Investigaciones Gino Germani - Universidad de Buenos Aires; Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; Universidad Nacional de las Artes. Argentina

Recibido: 25|06|2019
Aceptado: 08|08|2020

 


Resumen
Por la escasa existencia de documentos y de sujetos implicados que acepten testimoniar, el aparato de Inteligencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) es una de las secciones menos conocidas de aquella organización político-militar. En este artículo nos proponemos abordarlo reconstruyendo dos experiencias vitales vinculadas al mismo: la del ex director de El Cronista Comercial, Rafael Perrotta, ligado activamente a la labor del mencionado servicio, y la de Silvia Hodgers, bailarina, militante e integrante del mismo. El primero se encuentra desaparecido desde 1977, la segunda sufrió el exilio en Italia, México y Suiza, después de que sus vidas confluyeran a mediados de los setenta en la construcción de un proyecto político alternativo. A través de fuentes diversas (escritas y orales), así como de documentales audiovisuales que reúnen testimonios, apuntamos a restituir rastros de una de las áreas más secretas de la estructura de la organización político-militar en donde las particulares trayectorias vitales de estos sujetos contribuyen a complejizar la imagen que hasta el momento se ha construido de la misma. Se dedicará una parte a reconstruir cada uno de los casos seleccionados y luego, en una tercera parte, se sistematizarán distintos aportes sobre el aparato de Inteligencia, de manera de enriquecer el conocimiento que se ha logrado elaborar en las últimas décadas.

Palabras clave: PRT-ERP; Inteligencia; Militancia; Historias de vida; Memoria.

Abstract
Due to the scarce documents and witnesses eager to talk about it, the Intelligence apparatus of the Revolutionary Workers' Party (PRT) is one of the least known sections of that political-military organization. This paper aims to address it by reconstructing two vital experiences related to it: the former director of El Cronista Comercial, Rafael Perrotta, an active collaborator of the aforementioned service, and Silvia Hodgers, dancer, militant and member of it. Perrota disappeared in 1977, while Hodgers suffered exile in Italy, Mexico and Switzerland, after their lives came across in the mid-seventies participating in an alternative political project. Through written and oral sources, as well as documentaries gathering different testimonies, we aim to assemble traces of one of the most secret areas of the political-military organization, considering that these particular life trajectories contribute to build a more complex image of it. We will reconstruct each one of the selected cases in the first two sections and, in the third section, we will systematize different contributions related to the Intelligence apparatus, in order to enrich the knowledge that has been developed in the last decades.

Key words: PRT-ERP; Intelligence; Militancy; Life stories; Memory.


 

INTRODUCCIÓN

Era el 6 de mayo de 1976. Su compañero había caído, pero milagrosamente había logrado fugarse de sus secuestradores y había regresado para alertarla. Abandonaron rápidamente el departamento en el que vivían en San Telmo, atravesados por la adrenalina. Tenían a los represores pisándoles los talones y debían reaccionar inmediatamente. Ella y su bebé de ocho meses se alojarían en el departamento de unos compañeros. Él, por su lado. Horas más tarde, Silvia recordó que aún quedaba un microfilm escondido que podía incriminar a varias personas, a diversos "colaboradores" del partido. Tenía que intentar recuperarlo, aunque la misión era sumamente peligrosa. Con "La Gringa" ingeniaron un plan: irían al día siguiente a las 5 de la mañana y sería su amiga la que entraría con las llaves al departamento. Como estaba previsto, fueron juntas. Ya desde la calle, Silvia vio la luz de la cocina encendida. ¿La habría dejado así, en el apuro de la huida? Cuando "La Gringa" entró al edificio, Silvia siguió caminando y se topó con el segundo indicio que confirmaba sus peores sospechas. Metros más lejos se cruzó con un hombre que, por sus rasgos y modos, parecía pertenecer a un grupo de tareas. Tal vez caminaba por el frío y ahora volvía hacia la puerta de entrada. "La Gringa" ya había ingresado y no había manera de avisarle. Silvia siguió caminando aterrorizada y poco después escuchó pasos apurados detrás de ella. No se volteó y siguió caminando. Sin embargo, esos pasos amenazantes trajeron finalmente el alivio cuando los acompañó la voz de su amiga. Afortunadamente, desde el ascensor "La Gringa" había visto que la puerta del departamento estaba forzada, hachada, y comprendió que ya era demasiado tarde.

¿Cómo iluminar lo más protegido y velado de una organización clandestina? ¿Qué podemos reconstruir cuando los restos materiales son casi inexistentes y los sujetos implicados escasos y reservados con los recuerdos de aquel pasado? ¿Podemos /debemos hacerlo en nombre de la "verdad histórica"? ¿Qué ocurre con los aspectos éticos que conlleva el recuperar memorias dolorosas, durante mucho tiempo silenciadas?

Aunque se han escrito importantes y abundantes trabajos académicos, autobiográficos y periodísticos sobre el proceso de radicalización política de la Argentina en los sesenta-setenta, sobre la militancia revolucionaria y, en lo que aquí nos concierne, sobre una de las organizaciones armadas más importantes en ese entonces (Mattini 1995; Pozzi 2001; Carnovale 2009), y su campo cultural e intelectual (Ayles Tortolini 2017; Tillet 2010, Longoni 2005; Redondo 2004; Peña y Vallina 1998 y 2000), existen aún zonas de vacancia historiográfica. Entre ellas, las características y la dinámica propia que adquirió el aparato de Inteligencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores continúa siendo un campo de interrogantes: ¿Quiénes conformaban dicho servicio? ¿Cómo funcionaba? ¿Qué importancia e impacto tenía en las decisiones políticas del partido? Algunos trabajos lo abordan parcialmente, como es el caso, por ejemplo, del libro de María Seoane (2011): El enigma Perrotta, el cual narra la vida de Rafael Perrotta, el ex director de El Cronista Comercial desaparecido en 1977, a quien nos referiremos en detalle en este artículo. También el libro testimonial Los jardines del cielo de Nélida "Pola" Augier (2009), oficial de Contrainteligencia del PRT, aporta información significativa así como la novela autobiográfica Los compañeros, de Rolando Diez (2010), miembro del aparato de Inteligencia del partido comandado por Mario Roberto Santucho. Sumado a ellos, el libro de Gustavo Plis Sterenberg (2003) permite ver su funcionamiento al narrar el fallido asalto por parte del partido de Santucho, al Batallón de Depósito de Arsenales 601, "Domingo Viejobueno", ubicado en la localidad de Monte Chingolo, que tuvo lugar el 23 de diciembre de 1975 y que terminó con las vidas de varias decenas de militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo1.

Aunque algunas pistas aportadas por estos autores serán evocadas, este parcial vacío historiográfico se debe, por un lado, a las dificultades de acceso a fuentes escritas2, las cuales son escasas e incluso, en lo que refiere a ciertos temas, inexistentes. Por ello, la mayoría de los trabajos académicos, autobiográficos o periodísticos mencionados se basó fuertemente en la historia oral, reconstruyendo historias de vida para contribuir al análisis de una experiencia colectiva3. Sin embargo, los sobrevivientes de estas experiencias son hoy apenas un manojo -Carlos Gabetta, José Vidal, Rolando Diez, Silvia Hodgers y Pola Augier, entre otros- además de identificarse aún cierta resistencia a ahondar en algunos aspectos de esa militancia. Más allá del dolor de volver a esos recuerdos (y en parte producto de ello), del sentimiento de culpa que caracteriza a los sobrevivientes4 y de los años de silencio, las memorias son frágiles, presentan dudas, reconfiguraciones, tergiversaciones involuntarias difíciles de contrastar o complementar con otras fuentes.

Con la intención de iluminar algunos aspectos de ese proceso y de recuperar memorias singulares sobre el mismo que a la vez condensen sentidos y lógicas puestas en juego en ese fenómeno, nos propusimos intentar reunir algunos retazos dispersos a partir de la reconstrucción de dos historias de vida, paralelas y próximas, para contribuir al conocimiento sobre esa experiencia y sobre el funcionamiento de dicha estructura. Se trata de dos historias particulares, pertenecientes al campo cultural e intelectual pero con distintas derivas, que permiten dimensionar la densidad, la textura y la diversidad del cuerpo social que compuso el aparato de Inteligencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), complejizando la imagen que se ha construido hasta la actualidad.

Las dos trayectorias vitales que abordaremos se encuentran vinculadas entre sí por esa experiencia: la del ex director de El Cronista Comercial, Rafael Perrotta, ligado activamente a la labor del mencionado servicio, y la de Silvia Hodgers, bailarina, militante e integrante del mismo. El primero se encuentra desaparecido desde 1977, la segunda sufrió el exilio en Italia, México y Suiza, después de que sus vidas confluyeran a mediados de los setenta en la construcción de un proyecto político alternativo.

A través de fuentes diversas (escritas y orales), así como de documentales audiovisuales que los tienen a uno de ellos como protagonista, apuntamos a restituir rastros de una de las áreas más secretas de la estructura de la organización político-militar. Se dedicará una parte a cada uno de los casos estudiados para, tras ahondar y problematizar lo conocido hasta el momento sobre el aparato de Inteligencia, aportar algunas reflexiones en torno a estas historias de vida. Como señala Oberti, a la vez que los relatos biográficos remarcan las singularidades, la metodología de la historia de vida intenta iluminar "un contexto social, la pertenencia a un grupo, a una clase, a un género" (2006: 51).

1. RAFAEL PERROTTA, UN ROMPECABEZAS IMPOSIBLE DE REARMAR

Rafael Andrés "Cacho" Perrotta, director del diario El Cronista Comercial durante las décadas del 60 y 70, es hasta el día de hoy un personaje extrañamente olvidado en la historia del periodismo de la Argentina. Nacido el 9 de septiembre de 1920, alumno del tradicional colegio Champagnat y de la Alianza Francesa, Perrotta se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires. En 1939 ingresó a la Acción Católica Argentina y, en 1943, fue elegido presidente de la organización de beneficencia "Centro del Socorro", lo cual daba cuenta de su tradicional formación cristiana. No solamente llegó a relacionarse con los miembros más poderosos e influyentes de las clases altas del país, desde su más temprana juventud, sino que también pertenecía a las instituciones más exclusivas como el Jockey Club, el Círculo de Armas, el Rotary Club de Buenos Aires, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas y el Foro de la Libre Empresa.

Su familia era propietaria de El Cronista Comercial, fundado en 1908 por Antonio Martín Giménez y su padre. El periódico era sólo una pequeña parte del patrimonio de su padre, un inmigrante italiano que había fundado una empresa de informes comerciales, con la que amasó una fortuna. El Cronista Comercial funcionaba como una suerte de vocero extraoficial de dicha empresa. Luego de la muerte de su padre en la década del 30, y de pasar unos quince años desvinculado del diario, Rafael Perrotta viajó a Estados Unidos, en donde tomó como referencia al Wall Street Journal, y a Brasil, de donde regresó con el modelo del Jornal do Commercio. Más adelante, el paradigma francés de Le Monde también funcionaría de inspiración para la renovación de su periódico.

En los años 60, cuando Perrotta obtuvo el control de la mayoría de las acciones de la empresa que era propietaria de El Cronista Comercial, el diario empezó un proceso de expansión que continuaría hasta que él fuera alejado de la dirección. En aquellos años, el diario contaba entre sus redactores a gran parte de lo que después se llamó el Think tank de la Confederación General Económica, una agrupación de cámaras empresariales fundada unos años antes que reunía a cámaras regionales de empresas grandes, medianas y pequeñas. Entre 1960 y 1970 el diario fue creciendo aceleradamente, lo que incluyó la compra de un edificio y la incorporación decidida de personal. Su circulación y su prestigio crecieron año a año.

En los años 70, como director de El Cronista Comercial, Perrotta conformó una redacción única, absolutamente atípica al medio del que era propietario. El diario dejó de lado los informes de mercado para convertirse en El Cronista de su época, de corte eminentemente moderno, acorde con los nuevos tiempos que se estaban gestando. Por eso Perrotta cambió el formato tabloide del mismo, agregó secciones e incorporó un suplemento de cultura para tratar la realidad en sus múltiples facetas. Muchos de los miembros de esa redacción han trascendido en el campo artístico -como el reconocido dramaturgo Roberto "Tito" Cossa o el poeta, crítico de arte y abogado Vicente Zito Lema- o se han convertido en referentes del periodismo -como Alberto Dearriba, Susana Viau o José Eliachev- y de la literatura, como Osvaldo Soriano y Andrés Rivera, entre otros. Bajo un mismo techo, esa redacción albergó a destacados periodistas con distintas identidades políticas y compromiso militante, además de otorgar asilo político y laboral a periodistas chilenos que huían de su país debido a la dictadura del general Pinochet. La redacción se convirtió así en un hervidero de periodistas vinculados con militancias de izquierda, con Montoneros, y con el PRT-ERP5. Miembro de la clase alta argentina, habiendo recibido en su propia casa a personalidades como el general Emilio Massera y el ministro de Economía de la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz -ambos amigos suyos- Perrotta decidió tomar partido en un momento muy álgido de la historia argentina. Como corolario de su formación religiosa desarrolló una especial sensibilidad hacia la desigualdad social y la falta de libertad que vivía nuestro país por aquellos agitados años. Estas preocupaciones fueron volcadas fundamentalmente en su diario, promoviendo la formación de la comisión interna sindical -un hecho inédito para el dueño de un periódico- y transformando a sus empleados en los mejores pagos de la prensa argentina. Con el tiempo, estas inquietudes y convicciones provocarían un completo cambio de rumbo en su hasta entonces previsible vida.

A través de Javier Coccoz (cuyo nombre de guerra era el teniente "Pancho" o "Juan Pablo"), jefe del aparato de Inteligencia del PRT, informó a esta organización sobre distintas cuestiones políticas a las cuales él, en calidad de propietario de uno de los periódicos más influyentes del país, tenía acceso. Se convirtió así en un informante y "colaborador consciente" del partido liderado por Santucho. Interpretado por los jerarcas militares como un signo irrefutable de extrema traición a su clase, Perrota fue secuestrado en junio de 1977. Según unos documentos atribuidos al Batallón 601 del Ejército que se dieron a conocer en la década del noventa y que María Seoane publicó en su libro como anexo, el empresario fue torturado e interrogado por agentes de Inteligencia del Ejército. Sus secuestradores pidieron un rescate a su familia, que fue pagado a través de una modalidad similar a la de un acto delictivo común y corriente: su hijo Rafael, siguiendo precisas instrucciones de quienes tenían prisionero a su padre, debió arrojar unos ochenta mil dólares desde un puente del tren Retiro-Tigre. Perrotta fue visto con vida en el "Comando de Operaciones Tácticas I" (COTI Martínez), ubicado en Avenida Libertador al 14000, en el Partido de Martínez de la Provincia de Buenos Aires, que se encontraba a cargo de la policía bonaerense bajo el comando operacional del Primer Cuerpo de Ejército. Allí se encontraba junto a Jacobo Timerman (2000), director del diario La Opinión, silencioso y en muy mal estado de salud. Otros testigos, como Liliana Zambrano, afirman haberlo visto también en "El Pozo" de Banfield, uno de los centros clandestinos de detención de la dictadura del que han quedado muy pocos sobrevivientes.

"Es bajo, canoso, bien vestido, cabello cortado a la navaja, usa anteojos para leer, posee un Torino celeste y un Renault verde"6, así describe el mencionado informe de inteligencia militar al director de El Cronista Comercial en los años sesenta y setenta. Lejos de esta semblanza se esconde sin embargo una personalidad inclasificable, imposible aún hoy de comprender y mucho menos de apresar. Perrotta es un rompecabezas con múltiples aristas, una figura a (re)construir, que se escapa permanentemente. Sus incontables vínculos tanto con jerarcas militares como con los principales jefes de las organizaciones armadas, hacen que su vida y su muerte permanezcan aún hoy en día en un halo de misterio. Es considerado como uno de los más importantes informantes conscientes con los que contó el PRT, puesto que contribuyó con información fundamental sobre los planes políticos y represivos de la dictadura. Por su compromiso con el periodismo de investigación, conjuntamente con su decidido apoyo a las luchas sociales de aquel momento, Perrotta se convirtió, con el advenimiento de la dictadura militar y del terrorismo de Estado, en uno de los incontables desaparecidos del gobierno dictatorial. Como la mayoría de ellos, su cuerpo aún no ha sido hallado.

2. SILVIA HODGERS, LA REVOLUCIÓN ENTRE BAMBALINAS

Si su primer viaje a Europa fue persiguiendo el sueño de consagrarse como bailarina, regresar a Argentina tuvo como objetivo perseguir otro sueño, el de contribuir a la Revolución. Después de variadas experiencias, su segunda incursión en el "viejo mundo" fue escapando del horror, pero sin renunciar al proyecto revolucionario impulsado por su organización. Héctor Fernández Baños, su compañero y padre de su hijo primogénito Antonio, había desaparecido en Buenos Aires en mayo de 1976 y el Partido decidió que "“por su seguridad y la de toda la estructura"“ debía dejar el país. La vida de Silvia vería aún varios giros radicales más, entre vida y muerte, arte y revolución.

Nacida en 1947 y criada en el seno de una familia de clase media porteña de ascendencia inglesa, Silvia recibió una formación artística desde muy corta edad. A sus 20 años, tras recibirse de la Escuela Nacional de Danza y de la Escuela de Bellas Artes Fray Angélico, contando ya con un recorrido profesional significativo que incluía presentaciones en importantes escenarios como el del Teatro General San Martín, decidió probar suerte en Europa. En Londres, se perfeccionó en la técnica de Martha Graham, antes de que su carrera pegara un salto cualitativo en 1969, cuando tras una audición en la compañía de Maurice Béjar fue contratada en Bélgica para bailar en la ópera. Después de varios contratos en Bruselas y de incorporarse a un ballet en París, su decepción del medio artístico, del perfeccionismo y de la superficialidad, la condujo a entrar en contacto con Emilio Galli, director de teatro peruano que impulsaba obras políticas en la ciudad-luz, fuertemente influido por el Living Theater de Nueva York. En 1970, participó con su compañía de una gira que incluyó la escena del off del Festival de Aviñón. Según su propio relato, fue el paso por esa experiencia colectiva y militante lo que la transformó políticamente, activando su íntima fibra solidaria que ella relaciona con actividades humanitarias de cuidado de enfermos y acompañamiento de huérfanos durante su adolescencia7.

Atravesada por el clima politizado del 68 e ideológicamente por la colaboración con Galli (quien le regaló su primer libro de marxismo), un acontecimiento puntual resultó el impulso fundamental para regresar a Argentina e incorporarse a una organización revolucionaria. Silvia evoca la trascendencia del encuentro con Hilda Gadea, la economista peruana, dirigente del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y primera esposa de Ernesto Guevara. Recuerda que ésta, tras advertir un póster del "Che" pegado en su buhardilla parisina, la instó a volver a su país y tomar las armas para colaborar con la revolución8. Así es que, en enero de 1971, Silvia regresó a Buenos Aires y, poco tiempo después, entró en contacto con militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores a través del marido de una amiga de danza, quien le proporcionaría una cita con "el indio" Bonnet9. Frente a opciones peronistas que también apuntaban a un horizonte socialista, Silvia prefirió la ideología guevarista e internacionalista que caracterizaba a este partido. Simultáneamente se inscribió para estudiar enfermería, una formación que podría ser de utilidad para una organización político-militar.

Posiblemente denunciada por una compañera de clase que habría sido interrogada por leer un ejemplar de El Combatiente que Silvia le había facilitado, una requisa en su departamento la noche del 16 de septiembre de 1971 fue seguida de secuestro, tortura y detención clandestina en Coordinación Federal. En su departamento, los oficiales encontraron bolsos que compañeros del Partido le habían solicitado guardar, bolsos que para su sorpresa contenían armas de fuego. Después de algunos largos días de tormentos, Silvia fue trasladada al penal de Villa Devoto, donde pasó a engrosar las filas de las presas políticas. Como en otros testimonios, ella recuerda esa experiencia como "formadora", tanto por la profundización del estudio del marxismo, como enriquecedora en términos humanos, en instancias de gran solidaridad con las compañeras de reclusión.

En marzo de 1972, tras el asesinato del director de Fiat Oberdan Sallustro, las presas políticas fueron transferidas al penal de alta seguridad de Rawson. Allí Silvia participó de la preparación del plan de evasión masiva de prisioneros que -como es conocido- quedó trunco y que culminó con el fusilamiento de 19 militantes en la base aeronaval Almirante Zar, próxima a la ciudad de Trelew10. La amnistía decretada por Héctor Cámpora el 25 de mayo de 1973 la encontró nuevamente en el penal de Villa Devoto, beneficiándose de la primera medida del gobierno democrático.

Tras su liberación, la dirección del Partido -que consideraba peligroso que aquellos militantes que habían estado presos circularan de manera legal11- le encargó las clases de materialismo dialéctico y de economía política de una escuela de cuadros del PRT-ERP organizada en una casa alquilada por el Partido en Córdoba. "Luisa" conoció allí al "Capitán Santiago", de quien fingía ser pareja compartiendo dicha importante casa. Los militantes que eran conducidos allí en los baúles de vehículos provenían de diferentes regiones del país, y permanecían durante dos semanas en la escuela recibiendo tanto adoctrinamiento teórico como entrenamiento físico e instrucción práctica (sobre el manejo de armas, así como sobre los procedimientos de seguridad establecidos por el Partido). Fue por esa experiencia que su nombre apareció asociado con el asesinato de Anastasio Somoza en Asunción del Paraguay en 198012, en tanto Hugo Alfredo Irurzún, alias "Capitán Santiago" -con quien Silvia había compartido la coordinación de aquella escuela de cuadros en Córdoba- perdió la vida cuando las fuerzas de seguridad paraguayas irrumpieron en su refugio para capturarlo.

Años antes, en 1973, durante el funcionamiento de dicha escuela de cuadros, la madre de Silvia -por quien volvía a Buenos Aires todos los fines de semana- murió de cáncer. Tras su entierro, la ex-bailarina recibió el llamado de Héctor, a quien había conocido en Chile en un curso de verano en 1965, cuando tenía 18 años, y con quien había tenido una corta pero intensa relación amorosa. Su reencuentro selló la reanudación de dicho vínculo, tras largos años durante los cuales él había estudiado un máster en Economía en Estados Unidos. En tanto el Partido juzgaba peligrosa esa relación y posiblemente útil para el proyecto, pronto le propusieron a él incorporarse al mismo. Además de ser profesor en la Universidad de Buenos Aires, Héctor era propietario "“junto a dos compañeros"“ de una editorial que publicaba literatura clásica comunista. A pesar de que se sentía más próximo al peronismo y que previamente había establecido contacto con Montoneros, Santucho logró convencerlo de escribir una columna semanal de análisis económico para El Combatiente. Tiempo después sería incorporado también al servicio de Inteligencia del Partido, conservando su identidad y puesto en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires13. Consecuentemente, Silvia sería desvinculada de la escuela de cuadros y designada para cumplir tareas en una sección de dicho servicio, entre cuyas funciones se encontraba la elaboración de informes a través de artículos de prensa y de otras informaciones recibidas sobre los signos de las eventuales transformaciones políticas y las medidas represivas que adoptaría la cúpula militar14.

El 13 de agosto de 1975 nació su hijo Antonio, sólo algunos meses antes del golpe militar. A la vez que la represión se intensificaba, la pareja -que cohabitaba en un departamento en San Telmo- fue ascendida en sus responsabilidades dentro de la estructura: Héctor recibió el grado de lugarteniente y Silvia de sargento (con el nombre de "Luisa"). El 6 de mayo siguiente, Héctor fue secuestrado en una "cita envenenada" con un subcomisario de policía que era agente de Inteligencia del Partido y cuya esposa lo había denunciado15. Como ya adelantamos en la introducción, Héctor fue interrogado y torturado en Coordinación Federal, de donde logró escapar y regresar a su casa para alertar a Silvia. Juntos decidieron que ella se escondiera con su bebé en la casa de unos compañeros. Él, por su lado, se rasuró el bigote, cambió su aspecto y se refugió en la casa de "Pancho" Coccoz. Tres días después, a pesar de las consignas de seguridad del Partido, Héctor contactó a su madre y ésta, amenazada, cedió la información de la cita a los militares16.

Meses después, Silvia saldría del país con su hijo vía Brasil, y luego sería enviada a Italia, más precisamente a Palazollo sull"™Oglio (Lombardía) a formar una de las escuelas de cuadros del PRT fundadas en Italia17. Allí, donde formaban miembros del Partido con el fin de regresar para continuar el combate en Argentina, encontró una fuerte solidaridad tanto de antiguos partisani, como de militantes del Partido Comunista y de la Democracia Proletaria. Fue en ese nuevo territorio que conoció a Ángel Porcu ("el gringo"), un delegado sindical ítalo-argentino18 de la fábrica Acindar que acababa de exiliarse en Italia tras casi tres años en la prisión por su participación en la resistencia obrera en Villa Constitución, conocida como el "segundo villazo"19. Durante su período de reclusión (desde marzo de 1975 hasta fines de diciembre de 1977), Porcu se vinculó con el PRT20. Con él, Silvia tendría a su segunda hija, Violeta, nacida en Italia en agosto de 1979.

Después del VI Congreso del Partido, que tuvo lugar en una casa en la montaña prestada por un cura italiano en julio de 1979, Ángel, Silvia y los niños volverían a mudarse a América Latina, esta vez a México, donde se organizaba la contraofensiva. Aunque bajo documentación falsa, Silvia retomó una vida normalizada, reanudando la enseñanza de la danza. En 1981, Ángel fue arrestado y sentenciado en tierras mexicanas por planear un secuestro extorsivo, lo que le costó 8 años de prisión. Silvia y los niños también fueron arrestados, pero tras un interrogatorio y gracias a la intervención del Cónsul italiano, pronto fueron liberados y pudieron partir a Ginebra el 15 de noviembre de 1981, donde fueron inicialmente alojados por los padres de Roberto Santucho21. Casi dos años más tarde, el 30 de agosto de 1983, obtendrían el carácter de refugiados en la capital suiza. Allí, Silvia se dedicó a la docencia y a coreografiar espectáculos de danza hasta la actualidad, mientras que su hijo Antonio pronto se volcó a la actividad política representando al Partido Verde donde actualmente es miembro del gobierno de Ginebra.

3. EL APARATO DE INTELIGENCIA DEL PRT

Según distintas fuentes, el aparato de Inteligencia del PRT dependía de la dirección política del partido, es decir lo que en la jerga interna se denominaba como el "Buró Político" o Estado Mayor. El jefe del servicio era Juan Mangini, cuyo nombre de guerra era Capitán "Pepe"22. Su segundo era Carlos Emilio All, alias capitán "Alejandro". Tal como sostiene María Seoane (2011), existían dos secciones que se encontraban totalmente separadas entre sí, es decir que se desconocían mutuamente, lo que usualmente se denominaba como "tabicamiento": una sección "Operativa" y otra de "Análisis". En su libro sobre Rafael Perrotta, Seoane explica detalladamente cómo funcionaba el aparato de Inteligencia. La primera se encontraba a cargo del rosarino Javier Ramón Coccoz, conocido como el teniente "Pancho" o "Juan Pablo"23. La función de esta sección era la recolección de información aportada por diversas fuentes: de militantes del Partido, de colaboradores o incluso de "fuentes no conscientes". Los colaboradores del Partido eran aquellas personas que sin pertenecer al PRT transmitían diversos tipos de información económica, política, sindical o militar, aceptando el compromiso que esta acción significaba. Por el contrario, las "fuentes no conscientes" eran consideradas las personas que desconocían el fin para el cual se utilizaba la información que estaban brindando.

Los autores mencionados destacan otra característica: los miembros de inteligencia se escudarían tras una cobertura legal para difuminar cualquier sospecha. En general se trataba de profesionales con oficinas y trabajos estables; cada oficial de Inteligencia recibía a varios informantes, reuniendo la información proveniente de la red de contactos que se le designaba. El informe redactado con los datos recibidos, era a continuación transmitido a su superior, quien a su vez lo remitía a "Análisis". Esta segunda sección de Inteligencia estaba a cargo de Nélida Augier, la teniente "Pola", esposa de Benito Urteaga. Su función era el examen de la información obtenida, su procesamiento y la elaboración de informes que "servían para conocer el estado de la cuestión en lo que hacía a las Fuerzas Armadas, a sectores económicos y partidos políticos" (Zamponi en Dandan 2012) . Por ejemplo, a través de datos filtrados por medio de informantes del Partido, en dicha estructura lograron procesar un organigrama, casi exacto y completo del Ejército con los nombres de los principales jefes, parte de su biografía y trayectoria. Dichos datos eran transmitidos a microfilms y transportados a un "buzón" que solamente los responsables directos conocían (Augier 2009: 47).

A este binomio pronto se sumó una nueva sección que se llamó "Penetración" a cargo de Rolando Diez, alias "Paco", cuya tarea era estructurar nuevas redes de informantes y agentes integrantes de las "fuerzas enemigas", de manera que se reclutaron militares y oficiales de policía, bajo la supervisión directa de Mangini. Si bien la función de esta sección se asimilaba a la de Coccoz, ambos estaban "tabicados" mutuamente, por lo que no había vínculos entre la nueva estructura y las redes y agentes que ya existían. De esta manera, Mangini, All, Coccoz, Augier y Diez formaban una suerte de cúpula del aparato de Inteligencia, que se reunía semanalmente en una oficina real que les daba cobertura legal. En dichas reuniones de Mangini con los jefes de cada sección se presentaban sus informes y se recibía información del resto del Partido.

 

Leyenda: Organigrama tentativo del aparato de Inteligencia del PRT-ERP

Por otra parte, a medida que pasaban los meses, se incorporaron trabajos de contrainteligencia -espionaje interno para los supuestos espías del Ejército o de la policía infiltrados dentro de la guerrilla- y trabajo político sobre las Fuerzas Armadas, entre soldados, suboficiales y oficiales, de manera de intentar averiguar la información que había logrado reunir el enemigo24. (Seoane 2011: 252, 253, 254). Si bien los miembros del aparato de Inteligencia eran fundamentalmente militantes políticos, sin una formación profesional, el ejercicio de estas tareas los fue llevando paulatinamente a encarnar una tendencia militarista, que era percibida de mala manera por los integrantes del Buró Político y del Comité Central del Partido, quienes cuestionaron en muchas oportunidades la información que provenía de allí, por lo que podemos pensar que este aparato tenía muy poca o escasa influencia en la línea política del Partido. Para Mario Roberto Santucho, sin embargo, la función de este aparato era esencial, por lo que se encargaba de defenderlo ante el resto del Partido.

Dentro de este aparato, se diferencian las funciones de los actores seleccionados para este artículo: mientras Héctor y Silvia se desempeñaron como integrantes estructurales del servicio de inteligencia, se conoce a Rafael Perrotta como a uno de los más importantes informantes conscientes del mismo. Respecto a las tareas que les eran atribuidas, justo antes de la caída de Héctor, éste se había ausentado durante dos semanas para interrogar a un rehén del Partido, un industrial ligado al régimen que había sido secuestrado y recluido en una prisión subterránea. Héctor se encargaría de informar respecto a la ganancia de la empresa para determinar el monto que podría obtenerse del rescate. Por su parte, distintas fuentes atribuyen a Perrotta el haber suministrado al Partido documentación confidencial detallada sobre los planes represivos de los militares que sustrajo de la oficina del represor Roberto Eduardo Viola, mientras él se encontraba afeitándose25.

Como mencionamos previamente, Perrotta se vinculaba con importantes figuras de la época como los militares Massera, López Aufranc, Anaya y Viola, además de ser habitué del Jockey Club, del Club de Armas y de las recepciones en embajadas y hoteles donde se reunía el establishment de empresarios, industriales, estancieros, financistas y embajadores. Seoane destaca que jugaba al golf con Martínez de Hoz, quien le confiaba datos de la marcha ineludible del plan económico que estaba elaborando a partir de Videla y Viola (Seoane 2011: 261, 262). Si bien no está claro el momento en que comenzó el vínculo entre Perrotta y la Inteligencia del PRT, María Seoane afirma que fue en el invierno de 1975 a través de un enviado directo del propio Mario Roberto Santucho (259). Su hermano Julio considera que probablemente se dio a través de los mismos trabajadores del diario, en el cual había algunos militantes, o personas que simpatizaban, como Carlos Ábalo, que estaban vinculados a la izquierda. Éste era uno de los periodistas y editores de la sección de Economía de El Cronista Comercial, y a la vez una de las personas más cercanas en aquel momento al director del diario. Ábalo cree que fue él mismo quien, involuntariamente, hizo que Perrotta se vinculara con el PRT, al avisarle que una persona había ido a verlo al diario. Como ya se ha mencionado, el vínculo de Perrotta con el aparato de Inteligencia del PRT se dio fundamentalmente a través de sus encuentros con Javier Coccoz, con quien se reunió en varias oportunidades durante 1975, 1976 y 1977 en los bares "Periplos", "Las Violetas" y en departamentos particulares26. Aunque su participación en el proyecto del PRT no era orgánica, Perrotta llegó a ser una pieza clave para su aparato de Inteligencia, aportando información de suma importancia para la toma de decisiones del Partido.

CONCLUSIONES

Reconstruir las historias de vida de actores particulares como los elegidos para este trabajo tenía como intención colaborar a comprender mejor algunas aristas de un proceso histórico signado por pares opuestos, por la radicalización política de aquellos años y por una estrategia revolucionaria que impregnó los esfuerzos colectivos. La propuesta de este artículo consistió en poner en diálogo estas esquirlas de memorias para complejizar el panorama que la historiografía y los distintos aportes memorialísticos supieron construir hasta el momento en relación al PRT-ERP, y en particular a su aparato de Inteligencia. En líneas generales, las trayectorias singulares de ambos protagonistas de este trabajo permitieron comprobar, en primer lugar, la manera en la que la política primó tan categóricamente, torciendo rumbos que podrían considerarse "naturales" o "lógicos" de la vida de grandes cantidades de personas.

Así es que, cuando repasamos la vida de Rafael Perrotta, nos encontramos ante una figura incómoda, ardua, llena de misterios, ambigüedades, matices y contradicciones. Un hombre que vivió con gran intensidad su época, un apasionado de su gran creación, a la cual dedicó toda su vida: El Cronista Comercial, un periódico al que supo posicionar en el punto más alto del periodismo gráfico argentino de la época, con la venta directa en kioscos y las grandes tiradas, pero al que, a la vez, llevó a la quiebra debido a su errática política financiera y de contratación desmesurada de personal, a la que muchos vinculan con su particular cambio ideológico. Este mismo giro vital fue el que lo llevó a colaborar con el PRT, aportando aquello que podía recolectar entre sus redes de contactos personales y profesionales, tan ligadas a la élite social, política y militar.

La vida de Silvia Hodgers también sufrió un fuerte cambio de dirección cuando -empujada por un creciente compromiso político y un diagnóstico optimista sobre las posibilidades de instalar el socialismo en la coyuntura latinoamericana- decidió abandonar su carrera artística para regresar a Argentina y contribuir concretamente a la construcción de un proyecto revolucionario. Como fue analizado en detalle, el derrotero de su vida -tras la afiliación al Partido, su secuestro, tortura y prisión por varios años- la condujo primero a formar parte de una escuela de cuadros y posteriormente a cumplir un rol dentro de la sección "Análisis" del aparato de Inteligencia, donde previamente la dirección del Partido había incorporado a su compañero Héctor. Este último, de manera similar a Perrotta, poseía un perfil intelectual y provenía de un sector social medio-alto y, como el director del diario, continúa hasta el día de hoy desaparecido. La manera en la que la organización dispuso de esta militante nos interroga sobre los modos de distribución de tareas dentro de la estructura, difíciles de dilucidar: ¿Por qué apenas Silvia se vinculó al PRT en 1971 no habría sido vinculada al frente cultural (FATRAC)? ¿Por qué al atribuirle tareas en la escuela de cuadros no dispusieron de ella para la formación física en vez de la formación teórica? ¿A qué lógicas respondían estas decisiones?

A pesar de la complejidad y sistematicidad con que funcionaría dicho aparato, los testimonios señalan cierta desconfianza sobre sus resultados. Esto mismo se comprueba si consideramos que pese a la advertencia de la inteligencia perretista de que su enemigo conocía los planes de Monte Chingolo, el Buró Político decidió seguir adelante con lo planeado. ¿Cómo explicar esta sordera hacia su propio aparato de Inteligencia? ¿Acaso se trataba de un exceso de confianza o de una subestimación del poder y de las capacidades del enemigo? ¿O quizás estaba vinculado a una opinión peyorativa que la cúpula del Partido tenía en relación a los orígenes pequeño burgueses, es decir, alejados de la clase obrera, de los responsables del aparato?

Reconstruir el funcionamiento de dicho aparato y situar dos actores en su estructura permitió echar algo de luz sobre un ámbito poco estudiado del PRT-ERP, así como mostrar la diversidad y complejidad del mismo, panorama que podrían completar estudios posteriores sistematizando información sobre sus diversos cuadros. Una tarea que, no obstante, es sumamente complicada, teniendo en cuenta que las fuentes directas son casi nulas, puesto que la mayoría de los integrantes del aparato de Inteligencia del PRT se encuentran desaparecidos o fallecieron. Esto da cuenta también de la eficiencia y de la eficacia con la que funcionaba el tabicamiento dentro de dicha estructura, ya que los integrantes que aún permanecen con vida desconocen, en gran parte, cuáles eran las tareas, las redes de contactos y los informantes de los agentes que fueron asesinados por la dictadura. Sin embargo entendemos que en la labor de reconstrucción de este aparato se juega quizás una batalla decisiva para comprender cómo funcionó la represión en Argentina durante la última dictadura militar. Este trabajo ha querido ser un aporte en esa dirección.

Notas

1. Respecto al número exacto, se calcula que 20 murieron en el ataque y 29 fueron detenidos-desaparecidos. Ver: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/listas/chingolo/

2. El compendio de documentos de De Santis (1998) permitió un desarrollo de los estudios sobre el partido, tarea continuada por algunos sitios de internet que los ponen a disposición digitalmente como Ruinas Digitales, El Ortiba y El Topo Blindado-

3. Asimismo, el film Gaviotas blindadas se planteó la necesidad de recuperar la historia de dicha organización político-militar desde su fundación hasta la etapa del exilio, a través de una cantidad importante de testimonios y otros documentos (Grupo Mascaró Cine Americano, 3 partes, 2006).

4. Algunos autores han identificado también el aura de sospecha que se destila de los relatos sobre los sobrevivientes, en particular sobre aquellos que sobrevivieron a la desaparición, respecto de la posible colaboración con los secuestradores (Longoni 2007).

5. Entre los que podemos mencionar a Susana Viau, Héctor Demarchi y Enrique Rabb.

6. Documentos atribuidos al Batallón 601 del Ejército, en Seoane (2011: 416-422).

7. La reconstrucción de la historia de vida de Silvia fue elaborada basándonos en la entrevista realizada en Ginebra a la protagonista (2017) y en el libro biográfico escrito por su hijo y su nuera, que ella misma nos proveyó. Cuando existen elementos complementarios o contradicciones con esta versión, se identifican las fuentes en nota al pie.

8. Este giro radical en su vida puede vincularse con la historia de vida del artista plástico Eduardo Favario, artista plástico rosarino quien pasó de la experimentación artística junto al Grupo de Arte de Vanguardia de Rosario y de participar de la experiencia artística y contrainformativa "Tucumán Arde", a abandonar el arte para volcarse íntegramente a la política. Favario integró efectivamente el PRT-ERP y falleció en combate en 1975. Sobre su decisión y los fundamentos ideológicos en los que se basó ver: Longoni, 1999 y 2007.

9. Rubén Pedro Bonnet fue una de las 16 víctimas fatales del fusilamiento en la base militar Almirante Zar el 22 de agosto de 1972, tras el fallido intento de fuga del Penal de Trelew.

10. Lo acontecido pudo ser reconstruido a través del relato de 3 sobrevivientes. Su testimonio sobre este acontecimiento aparece en el film Trelew (Mariana Arruti, 2004, 98"™).

11. Testimonio de Cristina Zamponi por teleconferencia en el juicio contra sus perpetradores. Dandan, Alejandra. "Un testimonio para exorcizar el pasado". Página 12, 11 de noviembre de 2012, disponible en: https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-207579-2012-11-11.html.

12. "Muere uno de los presuntos asesinos de Somoza", ABC, 20/09/1980.

13. En su novela, Rolo Diez se refiere a Héctor como "José". Según él, "Pepe" le había dado "los galones de oficial de inteligencia". (2000: 191)

14. Augier recuerda a "sargento Luisa" como una militante de la Sección de Análisis de Inteligencia. (Augier 2009: 60).

15. Silvia recuerda que la esposa del subcomisario habría confesado el vínculo de su marido con el PRT cuando en una "pinza" (en un control policial), habían encontrado paquetes de revistas El Combatiente en el baúl del auto que ella conducía. Por su parte, Rolo Diez, en la novela, refiere a la denuncia como un ajuste de cuentas del matrimonio. Se trataba de un oficial de la Federal al que lo delató, luego de lo cual habría aparecido desnucado en los pasillos del departamento central de policía. (190).

16. En la novela de Rolo Diez, la madre cedió la información engañada por la policía.

17. También se formaron escuelas de cuadros en Sarsana, Farigliano y Bedizzole. Sobre este tema y la recepción en Italia de estos militantes, ver: Calderoni 2018.

18. Nacido en 1941 en Italia, Porcu emigró a Argentina con su familia cuando tenía 7 años. "Memorias: Mi nombre es Ángel Porcu" en "Momentos de memoria", columna de opinión emitida el 12 de junio de 2004, en el programa "Hipótesis", LT8 Radio Rosario, Argentina, disponible en La Fogata: http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_porcu.htm

19. Lo Giudici, Giorgina, "20 de marzo de 1975: la derrota del segundo villazo", La Izquierda, 20 de mayo de 2018. Sobre su experiencia Porcu escribiría sus memorias antes de morir de cáncer (2008).

20. "Memorias: Mi nombre es Ángel Porcu", op. cit.

21. "Cuando nos liberaron fui a agradecer al cónsul italiano (quien a pesar que había visto que mi pasaporte estaba falsificado) dijo a las autoridades de México que era italiana. Tomé un avión directamente a Madrid para evitar pasar por EEUU y luego, en Ginebra, me recibieron los padres de Roberto Santucho". Intercambio electrónico con Silvia Hodgers, diciembre de 2018.

22. Mangini, tucumano de 37 años en ese momento, fue secuestrado el 29 de marzo de 1976 en una reunión del comité central del PRT-ERP en la quinta "La Pastoril" en Moreno, provincia de Buenos Aires. Cf. http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/m/mangini/

23. Después de su desaparición el 11 de mayo de 1977, su mujer Cristina Zamponi (quien cumplía funciones en la sección Análisis) quedó secuestrada en el domicilio de sus padres por Héctor Vergés, junto a ellos y su hijo Raúl, hasta su salida del país. Este acontecimiento es el conflicto principal que se narra en la novela de Rolando Diez, donde ella aparece nombrada como "Maruja". En 2012, Zamponi declaró las circunstancias de su secuestro a través de una videoconferencia desde Barcelona. (cf. Dandan, Alejandra, op. cit.) El oficial de inteligencia del Ejército a cargo de dicha operación publicó el libro Yo fui Vargas. El antiterrorismo por dentro (Buenos Aires: Editorial del autor. 1995) en el que relata las acciones emprendidas para desmantelar las organizaciones armadas.

24. Sobre la infiltración de agentes militares en el ERP, ver: Ragendorfer 2016.

25. Entre ellas, Julio Santucho confirmó este dato. Entrevista audiovisual realizada por Maximiliano de la Puente, Gabriela Blanco y Lorena Díaz en 2011, en el marco de la investigación para el documental Si los perros volaran. La historia de Rafael Perrotta (2015), estrenado comercialmente en Argentina en 2017. La película completa se encuentra disponible en CINE.AR Play, la plataforma de video on demand del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).

26. Entrevista a Julio Santucho citada, 2011.

REFERENCIAS

1. Augier, Pola. Los jardines del cielo. Experiencias de una guerrillera. Edición digital. 2009. Disponible en: http://archivo.argentina.indymedia.org/uploads/2009/08/losjardinesdelcielo.pdf.         [ Links ]

2. Ayles Tortolini, Violeta. "Política de masas para una estrategia revolucionaria: PRT-ERP, 1973-1976". Avances del Cesor. 2017. Vol XIV. No 16. pp. 91-110.         [ Links ]

3. Calderoni, Giulia. "De los Andes a los Alpes: las escuelitas del PRT-EPR en el norte de Italia". IV Jornadas de Trabajo sobre Exilios Políticos del Cono Sur en el siglo XX. Agendas, problemas y perspectivas conceptuales. Bahía Blanca. 7, 8 y 9 de noviembre. 2018.         [ Links ]

4. Carnovale, Vera. Los combatientes. Historia del PRT-ERP. Buenos Aires: Siglo XXI. 2009.         [ Links ]

5. De Santis, Daniel. A vencer o morir. PRT-ERP documentos. Buenos Aires: Eudeba. 1998.         [ Links ]

6. Diez, Rolo. Los compañeros. La Plata: De la campana. 2000.         [ Links ]

7. Documental "Gaviotas blindadas. Historias del PRT-ERP" (Grupo Mascaró Cine Americano. Argentina. 3 partes. 2006).         [ Links ]

8. Documental "Trelew" (Mariana Arruti. Argentina. 2004. 98"         [ Links ]™).

9. Documental Juntos. Un retour en Argentine (Raphaëlle Aellig Régnier. Suiza. 2001. 60"         [ Links ]™).

10. Documental Si los perros volaran. La historia de Rafael Perrotta (de Gabriela Blanco, Maximiliano de la Puente y Lorena Díaz. Argentina. 2012).         [ Links ]

11. Entrevista de Moira Cristiá a Silvia Hodgers. Ginebra. 29/10/2017.         [ Links ]

12. Hodgers, Antonio y Balbo, Sophie. Fils. Biographies de Silvia et Antonio Hodgers, Ginebra: L"™Aire. 2013.         [ Links ]

13. Longoni, Ana. "El FATRAC, frente cultural del PRT/ERP". Lucha armada en la Argentina. Historia. Debates. 2005. Año 1. No 4. pp. 20-33.         [ Links ]

14. Longoni, Ana. "La pasión según Eduardo Favario. La militancia revolucionaria como ética del sacrificio". El Rodaballo. Verano 1999/2000.         [ Links ]

15. Longoni, Ana. Traiciones. La figura del traidor en los relatos de los sobrevivientes de la represión. Buenos Aires: Ed. Norma. 2007.         [ Links ]

16. Mattini, Luis. Hombres y Mujeres del PRT-ERP. La Plata: De la Campana. 1995.         [ Links ]

17. Oberti, Alejandra. "Contarse a sí mismas. La dimensión biográfica en los relatos de mujeres que participaron en las organizaciones político-militares de los "˜70" Vera Carnovale, Federico Lorenz y Roberto Pittaluga (Comp.). Historia, memoria y fuentes orales. Buenos Aires: Cedinci. 2006, pp. 45-62.         [ Links ]

18. Peña, Fernando y Vallina, Carlos. "El cine como arma. Raymundo Gleyzer y los comunicados del ERP (1971-1972)". Razón y Revolución: 1998.No 4. Buenos Aires, pp. 1-14. Disponible en: http:// www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/arteyliteratura/ryr4Pena.pdf        [ Links ]

19. Peña, Fernando y Vallina, Carlos. El cine quema. Raymundo Gleyzer. Buenos Aires: De la Flor. 2000.         [ Links ]

20. Plis Steremberg, Gustavo. Monte Chingolo: la mayor batalla de la guerrilla argentina. Buenos Aires: Planeta. 2003.         [ Links ]

21. Porcu, Ángel. Cómo influenció en mi consciencia el Villazo. Buenos Aires: UBA. 2008.         [ Links ]

22. Pozzi, Pablo. "Por las sendas argentinas..." El PRT-ERP. La guerrilla marxista. Buenos Aires: Eudeba. 2001.         [ Links ]

23. Ragendorfel, Ricardo. Los doblados. Las infiltraciones del Batallón 601 en la guerrilla argentina. Buenos Aires: Sudamericana. 2016.         [ Links ]

24. Redondo, Nilda. Haroldo Conti y el PRT: arte y subversión. Buenos Aires: Ediciones Amerindia. 2004.         [ Links ]

25. Seoane, María. El enigma Perrotta. De hijo del poder a informante del ERP. La historia secreta del dueño de El Cronista Comercial desaparecido por la dictadura militar. Buenos Aires: Sudamericana. 2011.         [ Links ]

26. Tillet, Agustín. "La Cultura como campo de batalla: el PRT-ERP". Ponencia presentada en VI Jornadas de Sociología. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. 2010.         [ Links ]        [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License