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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc. vol.24 no.4 Viedma dic. 2021

 

ARTÌCULO

“Gitanamente”. Caravanas y estigmas en la Patagonia a comienzos del siglo XX

The "gypsy way". Caravans and stigmas in Patagonia at the beginning of the 20th century

 

Pilar Pèrez
pperez@unrn.edu.ar
Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio - Universidad Nacional de Rìo Negro; Consejo Nacional de Investigaciones Cientìficas y Tècnicas. Argentina

Recibido 27|07|2021
Aceptado 22|09|2021

 


Resumen
Los gitanos son un pueblo històricamente discriminado y perseguido. Sin embargo, la escasez de trabajos que permitan conocer tanto sus derroteros como las razones puntuales por las cuales son estigmatizados alternadamente entre lo criminal y lo exòtico impiden reconocer las particularidades de cada contexto y asì se abona la naturalizaciòn de esta marcaciòn a lo largo del tiempo y en diferentes espacios. En este trabajo nos proponemos registrar el paso de caravanas gitanas a comienzos del siglo XX sobre Neuquèn y Chubut, asì como atender la reacciòn de las autoridades, la prensa y la sociedad en general. Lo haremos a partir de una serie de fuentes oficiales halladas en diferentes archivos nacionales y provinciales. Partimos de comprender la Conquista del “desierto” como un evento estructurante de una sociedad que se constituyò sobre la base del despojo y el racismo por sobre los pueblos originarios y en contraposiciòn ponderò la inmigraciòn europea. Aun asì, existieron diferentes valoraciones de los inmigrantes que se asentaron en el territorio incorporado al estado-naciòn argentino. Estas, a su vez, se materializaron en diferencias de acceso a derechos de los habitantes reguladas por pràcticas y costumbres de la administraciòn estatal. Si bien la normativa de nuestro paìs no diferenciò inicialmente la nacionalidad de los inmigrantes esperados para construir el mito de los “argentinos descendemos de los barcos”, en la pràctica una serie de supuestos sobre el poblador deseable y el progreso operaron para generar una sociedad desigual. Por esto, indagaremos detenidamente los mecanismos entre sociedad y estado y hacia adentro de la administraciòn del mismo que condujeron, primero, a interpretar en la presencia de los gitanos un problema de seguridad y, segundo, en la inminencia por atacarlos y perseguirlos con mètodos (i)legales.

Palabras clave: Gitanos; Patagonia; Sociedad de colonos.

Abstract
Gypsies are a historically discriminated and persecuted People. However, the relative absence of studies that allow us to understand both their histories as well as the reasons why they are reduced to the criminal or the exotic prevent us from recognizing the particularities of each historical context. In this work we propose to analyze the passage of gypsy caravans at the beginning of the 20th century over Neuquèn and Chubut, as well as to attend to the reaction of the authorities, the press and society in general. We will do so working on a series of official sources found in different national and provincial archives. We understand the Conquest of the "desert" as a structuring event of a society that was established on the basis of dispossession and racism over native peoples in favor of European immigrants. Even so, there were different evaluations of the immigrants who settled in the territory incorporated into the Argentine nation-state. These, in turn, materialized in differences in access to rights regulated by practices and customs of the state administration. Although the regulations of our country did not initially differentiate the nationality of the immigrants expected to build the myth of "Argentines descend from the ships", in practice a series of assumptions about the desirable settlers and progress operated to generate an unequal society. For this reason, we will carefully investigate the mechanisms between society and the state and within its administration that led, first, to interpreting a security problem in the presence of the gypsies and, second, in the imminence of attacking and persecuting them with (i)legal methods.

Key words: Gypsys; Patagonia; Settler colonialism.


 

INTRODUCCIÒN

En la historiografìa sobre y desde la Patagonia existe una tendencia a suponer el “retiro” del estado luego de la ocupaciòn militar de la Patagonia Norte (1879-1885). Sin embargo, cuando el objeto de investigaciòn son los sectores excluidos de la comunidad nacional en conformaciòn, la intervenciòn del aparato estatal y los supuestos que lo moldean y definen emergen con toda claridad. En particular, el estudio de las polìticas de tierras tanto como aquellas vinculadas a la seguridad permite analizar la administraciòn del poder soberano por sobre la poblaciòn de una tierra considerada “desierta” en ràpido proceso de incorporaciòn a la matriz polìtico-econòmica y conceptual de la Argentina. A su vez, la distribuciòn de tierras y la configuraciòn del territorio, como el desarrollo de las fuerzas de seguridad y sus misiones estuvieron intrìnsicamente ligadas a la definiciòn de un “poblador deseable” para la Patagonia y la naciòn.

Consideramos la Conquista del “desierto” como un evento que, lejos de ser una compilaciòn de hechos de violencia aislados, estructurò la sociedad patagònica desde entonces (Pèrez 2016). La lògica de la Conquista dirimiò entre los sujetos considerados “aptos para contratar con el estado” o bien, sectores de progreso (habitualmente llamados “pioneros”, “vecinos” o “colonos”) y aquellos que fueron relegados de las legislaciones -vigentes y en desarrollo- para el poblamiento del territorio. En tèrminos de Moses (2008), la Conquista organiza la “estructura profunda de la sociedad de colonos”, esto es, las lògicas subyacentes que configuraron la administraciòn de polìticas favoreciendo el sector social esperado en detrimento de los pueblos originarios pre-existentes. Es decir que, desde la Conquista, los grupos indìgenas sobrevivientes al genocidio (Delrio et al 2018) fueron incorporados de forma subalterna en relaciòn a los colonos, idealmente aquellos inmigrantes europeos previstos por la ley de “Inmigraciòn y Colonizaciòn” de 1876. Sobre esta lògica -inminentemente racista- se estratificò y jerarquizò la sociedad patagònica, primero, en tèrminos discursivos que luego generaron diferencias materiales.

A su vez, este proceso fue textualizado a partir de las narrativas subsiguientes en donde los “pioneros” fueron concebidos como los sucesores que encarnaron la continuidad del proceso civilizatorio del mentado “desierto”. Esta narrativa hegemònica perdurò a lo largo del siglo XX instalàndose como sentido comùn de la poblaciòn patagònica y argentina en general. En otros trabajos hemos recuperado tanto las polìticas estatales para con los Pueblos Mapuche y Tehuelche asì como la agencia de los mismos para garantizar su subsistencia, denunciar abusos y demandar derechos (Pèrez 2016).

En este trabajo, nos proponemos desarmar la construcciòn homogeneizante en torno a los colonos -o a la sociedad de colonos- a partir del anàlisis de un grupo migrante pero estigmatizado, discriminado y violentado tanto por la sociedad como por la administraciòn estatal: los gitanos. A diferencia de los Pueblos Originarios, los grupos pertenecientes al Pueblo Gitano migraron hacia Amèrica en diferentes momentos de la historia empezando tempranamente desde el siglo XVI. Particularmente, las polìticas migratorias de los estados nacionales en ciernes recibieron gitanos aunque ràpidamente comenzaron a establecer formas de control y restricciòn de su ingreso (Ramella 2004 y Nedich 2010). La Argentina no contaba con clausulas especìficas sobre ninguna nacionalidad, aunque esta cuestiòn fuera parte del debate en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, para comienzos del siglo XX -en parte por la influencia de la criminologìa lombrosiana sumada a una estigmatizaciòn de màs larga duraciòn- los gitanos comenzaron a ser considerados un problema (Pudliszak 2019). Fundamentalmente se encontraban singularizados tanto por su apariencia fìsica, vestuario, como por sus pràcticas sociales y econòmicas, o bien por la imaginerìa que los responsabilizaba de cuestiones tales como el robo de niños, estafas, entre otro tipo de engaños.

En el presente son escasos los trabajos que indagan el devenir de los grupos gitanos en Patagonia (con las excepciones de los trabajos de Bel 2011 y Petris 2018, entre otros registros de memoria y relatos), aunque no obstante es notoria la continuidad de discursos discriminatorios y racistas acerca de los mismos instalados en el sentido comùn. Basta referirse al mapa nacional de la discriminaciòn producido por el INADI en el año 2014 en el que los gitanos aparecen como el grupo mayoritariamente discriminado. En la Patagonia, el porcentaje de mayor identificaciòn negativa asciende a un 73 % (INADI 2014, p 107) para los gitanos. Por esto, nos interesa rastrear a partir de dos experiencias de la segunda dècada del siglo XX, acaecidas en Neuquèn y Chubut, las razones por las cuales las caravanas gitanas fueron perseguidas, asì como la reacciòn social frente a la presencia de los mismos, el lugar de la prensa y las respuestas del estado a partir de sus diferentes burocracias.

BREVE CONTEXTUALIZACIÒN DEL PERÌODO Y DEL ESTUDIO DEL PUEBLO GITANO

La poblaciòn gitana viene sufriendo persecuciones y diferentes formas de discriminaciòn a lo largo de la historia y en cada lugar que habitan. Los estigmas que los rodean pueden rastrearse desde la literatura española del siglo XVI, hasta diversas determinaciones legales y polìticas (incluso del siglo XV en la Penìnsula Ibèrica) que ligaron el discurso estigmatizador con la pràctica de persecuciòn, hostigamiento y represiòn. La estigmatizaciòn continùa desde entonces anclada en su apariencia, sus pràcticas econòmicas, su organizaciòn polìtica y tambièn en el nomadismo (Galletti 2019). Sin embargo, la reproducciòn del estereotipo del gitano y la gitana se encuentra a tal punto naturalizada socialmente que dificulta pensar y analizar històricamente la construcciòn del Pueblo Gitano como “otro” dentro de las construcciones nacionales de alteridad. Por esto, nos interesa concentrarnos en un periodo particular y concreto de conformaciòn del estado-naciòn argentino a partir de las polìticas ligadas tanto a la inmigraciòn como a la incorporaciòn de los territorios nacionales a fines del siglo XIX en el que no solo se estigmatizaba a cierta poblaciòn, sino que eran objeto y fundamento del ejercicio de la violencia estatal.

Cabe destacar la dificultad metodològica que envuelve el estudio històrico de este pueblo ya que como destaca Pudliszak (2019) la inexistencia de fuentes para el periodo producidas por los propios gitanos nos obliga a pensarlos desde y a travès de la documentaciòn producida por la sociedad dominante. Ademàs, las fuentes ligadas al Pueblo Gitano se encuentran dispersas y subordinadas dentro de expedientes, fondos, legajos y otras series que impiden el seguimiento acabado -aùn mediado por la voz dominante- de las dinàmicas sociales de los mismos. Por esto, la mayorìa de las investigaciones recurren acertadamente al trabajo de campo etnogràfico situado en diferentes comunidades gitanas, recuperando la memoria social de las mismas, y, tambièn y en menor medida, al anàlisis de textos literarios y a la producciòn de memorias contemporàneas de escritoras y escritores gitanos.

Una excepciòn dentro de este acercamiento es el trabajo de Alejandra Pudliszak (2019) que, entre otra documentaciòn complementaria, analizò las “Actas de visita marìtima” que compilan informaciòn sobre los inmigrantes a la ciudad de Buenos Aires. Esta estrategia le permitiò tomar conocimiento del registro de inmigraciòn y de las sucesivas trabas que fueron operando sobre las y los gitanos para su ingreso en el paìs. Desde la perspectiva de esta autora, la narrativa fundante de la Argentina -aquella que expresa que “descendemos de los barcos”- oculta que algunos grupos migrantes son activamente celebrados mientras otros son estratègicamente silenciados. En la misma lìnea, quienes estudiamos Pueblos Originarios o Afro criticamos este lema tanto por ser excluyente como tambièn por negar la diversidad social històricamente situada. Aunque el mayor agravante radica en que no solo son arrancados de la narrativa primordialista de lo nacional, sino que, por sobre todo, oculta los crìmenes cometidos contra estas poblaciones y las mùltiples formas de discriminaciòn y persecuciòn a las que fueron sometidos. Efectos sociales de largo plazo que tienden a naturalizarse a partir de su repeticiòn.

Como ya mencionamos, la llamada “Ley Avellaneda” de 1876 -principal motor para la convocatoria activa de inmigraciòn- no discriminaba migrantes por nacionalidad. Esto puede conducir erròneamente a suponer que la Argentina recibiò migrantes sin ningùn tipo de filtro (a diferencia de otros paìses que incluyeron clausulas limitantes desde el criterio nacional). Sin embargo, desde el comienzo del siglo XX y producto de que los inmigrantes no cumplieron acabadamente con el sueño de la oligarquìa decimonònica, el estado promulgò una serie de leyes ligadas a la marcaciòn de inmigrantes “indeseables” (Zimmerman 1995). Dentro de estas incluimos la “Ley de residencia” de 1902 y la “Ley de defensa social” de 1910 (promulgada en el marco del centenario de la patria). Ademàs, esta legislaciòn fue complementada por una serie de enmiendas sobre el artìculo 32 de la Ley Avellaneda. Asì como la tipificaciòn de una serie de delitos con los que se perseguìa aquello considerado desviado o problemàtico, como la mendicidad (Caimari 2004).

Tabla 1. Cuadro de deportaciones entre 1908 y 1915

(Ministerio de Agricultura, 1916. El destacado nos pertenece)

Como demuestra la tabla de deportaciones para 1908-1915, el ser gitano comienza a ser identificado -dentro de otras causales- para justificar su deportaciòn del paìs. La persecuciòn estuvo anclada en las estigmatizaciones de màs larga data sobre esta poblaciòn vinculadas especialmente a sus pràcticas econòmicas.

¿Què sucedìa màs allà de los puertos consignados para el ingreso de poblaciòn y de las ciudades centrales? Tanto en el sur chileno como argentino, el paso de las caravanas gitanas se identifica a comienzos del siglo XX. En general, se destaca el viaje realizado por tierra, sin tiempo de duraciòn ni destino fijo que alcanzar, como rasgo que distingue y define lo gitano (Rubilar Donoso 2007). Quienes recuperan trayectorias de familias gitanas en la Patagonia observan una tendencia hacia la sedentarizaciòn en la segunda mitad del siglo XX. Aunque, como destaca Domìnguez (2015), la construcciòn del estereotipo de lo gitano està sedimentado a tal punto que debemos ser cautelosos en entender el nomadismo como una condiciòn atribuida de la cultura y, màs bien, atender las condiciones sociales, econòmicas y polìticas que conducen a la sedentarizaciòn sin esencializar el deber ser gitano.

Por lo tanto, este punto se torna en una pregunta dentro de nuestro trabajo. Pensada de manera màs amplia, la cuestiòn de la circulaciòn (de bienes y personas) significò a comienzos del siglo XX un problema central de la territorializaciòn estatal en la Patagonia ya que pretendìa tanto definir fronteras internacionales como contener y alentar ciertas formas de comercializaciòn y de desarrollos poblacionales1. La circulaciòn, siguiendo a Tsing (2005), responde menos a aspectos tradicionalmente atribuidos que a la expansiòn del capitalismo y a la negociaciòn polìtica sobre territorios de poder. Esta autora destaca que el movimiento siempre genera fricciòn. La fricciòn no debe entenderse como resistencia, sino màs bien como formas locales de negociaciòn y disputa en el marco de relaciones de poder. Tambièn Foucault entiende por circulaciòn tanto la red material de rutas, vías y caminos que permiten el paso de mercancìas y hombres, como el conjunto de reglamentos, restricciones, lìmites, y tambièn las facilidades y estìmulos que permiten el trànsito (2006, p 375). Este campo de la circulaciòn entonces es potenciado a partir de investigaciones, proyectos, construcciòn de infraestructura y controlado y disciplinando a partir de polìticas de seguridad.

Otro punto que nos interesa abordar son las razones especìficas que vuelven a los gitanos no solo un grupo “indeseable” sino que ameritan -mediado por los reclamos de los “colonos”- la acciòn del estado como respuesta para garantizar la seguridad. En los estudios sobre “sociedades de colonos” (Wolfe 2006) se identifica que aquello que genera, ya fuera de forma real o atribuida, una situaciòn de inseguridad a los colonos -pobladores deseables y mejor ponderados desde las polìticas estatales- demanda la acciòn estatal. Este con el fin de contener las necesidades de esta poblaciòn actua con una violencia exagerada aun cuando no existiera un hecho concreto (Monaghan 2013). Nos interesa describir a partir de los casos propuestos en què radica la identificaciòn de lo gitano, primero, como indeseable y luego como peligroso en el marco del desarrollo del comercio capitalista en la Patagonia y del creciente control estatal por sobre el campo de la circulaciòn.

LA “CARAVA DE BOHEMIOS”, NEUQUÉN 1913

En 1913 la apariciòn de una caravana gitana en las cercanìas de la capital neuquina conmocionò a la gobernaciòn a tal punto que se movilizò sin pausa para resolver la situaciòn que concebìan como una amenaza para los pobladores. Segùn algunos datos que se desprenden de las fuentes, esta caravana viajaba procedente de los territorios nacionales del norte (Chaco o Formosa) y tenìa la intenciòn de seguir hacia La Pampa: “He sabido que primero tuvieron la idea de no pasar por Neuquèn, para no ser vistos por las autoridades, pensaron ir atravesando el Rìo Negro, por un paraje poco poblado, hasta Choele Choel y de allì cruzar hacia La Pampa…” (Rodrìguez Iturbide, 1913, fjs s/d).

En la urgencia por resolver la situaciòn, la gobernaciòn intentò conducir en calidad de presos con la fuerza policial a las familias, sus carretas y animales al oeste de la cordillera de Los Andes.

Se trata realmente de gente que no conviene al paìs es gente sucia, vagos, no se les conoce medios de vida. -Sin embargo, llevan consigo algunos miles de pesos. Yo hubiera querido enviarlos ràpidamente cuando llegaron, pero no fue posible, los carros que traìan estaban deshechos y hubo que componerlos. -Traìan 22 caballos, pero bastante cansados por la larga jornada efectuada. - he tenido que alquilar elementos para poderlos conducir màs ràpidamente a la frontera, antes que se cierre la cordillera.- (Rodrìguez Iturbide, 1913, fjs s/d)

Frente a este recibimiento, los gitanos iniciaron acciones legales para confrontar las decisiones infundadas de la gobernaciòn. Esto condujo a que la gobernaciòn redoblara su apuesta activando vìnculos con el ministerio del interior y la justicia federal. En esta disputa permeada por acciones legales y presiones concretas sobre las familias gitanas, la gobernaciòn expuso sus preocupaciones y la apremiante necesidad de “deshacerse” de los gitanos. Esto significaba lisa y llanamente trasladarlos al otro lado de la cordillera antes de que cayeran las primeras nevadas para evitar su regreso. En este apartado analizaremos los pormenores que este caso presenta para reflexionar sobre las formas de la (i)legalidad del estado y la construcciòn de (in)seguridad.

Durante las gobernaciones de Eduardo Elordi (entre 1906 y 1918) Neuquèn fue considerado el Territorio Nacional con mayor pujanza y, en gran medida, se le atribuyò a Elordi este èxito2. En este periodo, se promulgaron a nivel nacional leyes de fomento para la Patagonia, como la 5559, se construyeron rutas para su circulaciòn y se extendieron los trazados ferroviarios que agilizaron la circulaciòn comercial de los grandes productores y acopiadores de la zona. Durante las gobernaciones de Elordi (entre 1906 y 1918) se dio el trànsito hacia la reforma electoral y el primer gobierno radical. Si bien podemos entender este proceso como sustancial en la vida polìtica argentina, dentro de los ministerios continuaron referentes del proyecto oligàrquico. Fundamentalmente, nos referimos al director de tierras y colonias, Isidoro Ruiz Moreno. Esto permitiò continuidades del proyecto poblador y civilizador de la generaciòn del ochenta.

Fue Eduardo Elordi quien organizò los trabajos para la concreciòn de las rutas para automòviles de transporte de pasajeros y mercaderìas. Hasta entonces las rutas transversales que conectaban los territorios de Neuquèn, Rìo Negro y Chubut eran principalmente huellas de carreta y rastrilladas antiguas que dificultaban gravemente el comercio y la circulaciòn de personas. Las rutas que se construyeron organizando cuadrillas de trabajadores camineros. El trazado de esas rutas fue diseñado conectando, en primer lugar, los cascos de las estancias inglesas -dado el apoyo econòmico y el asesoramiento en general de la Argentine Southern Land Company- y en, segundo lugar, los pueblos que eran identificados con el desarrollo comercial.

En el marco del intercambio epistolar que el gobernador Elordi sostenìa con Ruiz Moreno (Fondo Ruiz Moreno, Archivo General de la Naciòn) y en el cual narraba minuciosamente las obras y proyectos de construcciòn de vìas de circulaciòn se cuelan los gitanos y su caravana. Asì, el 6 de abril, el secretario de la gobernaciòn de Neuquèn -ejerciendo su rol de gobernador interino- le expresaba a Isidoro Ruiz Moreno:

Como 'comuniquè' oficialmente al Ministerio he dado nuevamente cumplimiento a la òrden de expulsiòn de los gitanos, los que se encontraban en punta de rieles a treinta leguas de distancia de èsta capital, pròximos a regresar, pues yo los habìa puesto en libertad, en la inteligencia de que el art 620 del Còdigo de Procedimiento en lo criminal, me obligaba a dar inmediato cumplimiento al fallo del Juzgado Letrado, que declaraba procedente el recurso de “habeas corpus” interpuesto por aquellos;- pero una vez que ese Ministerio me reiteraba la òrden, claro està que debìa cumplirla sin màs tràmite-. (Rodrìguez Iturbide, 1913, fjs s/d)

Es evidente el apuro del gobernador interino por resolver la situaciòn antes de que el pedido de habeas corpus interpuesto por el fiscal Abel Chaneton desactivara la orden de expulsiòn del ministerio. Abel Chaneton, periodista y abogado, fue un destacado opositor a las mùltiples formas de violencia ejercidas desde la gobernaciòn de Elordi. Cuestiòn que le costò la vida luego de sus denuncias por la masacre sobre los presos fugados de la càrcel de Zainuco pocos años despuès. En este caso, Chaneton aparece en su labor de fiscal. Al haber tomado conocimiento de la estrategia de la gobernaciòn denunciò a Rodrìguez Iribarne por desacato. En tanto, los gitanos estaban siendo conducidos nuevamente hacia la cordillera. Pero esto no cubrìa legalmente al gobernador interino y por esto expresaba que:

Veo conveniente comunicarle de que el Juez letrado Dr Zinny me ha hecho saber eso confidencialmente, mostràndome el escrito presentado ayer por Chaneton con el mayor apuro, pidiendo habilitaciòn de hora para su resoluciòn y agregò el Dr Zinny, que èl dentro del cumplimiento de su deber habìa aprovechado la apelaciòn pedida por el Fiscal, para pasar a la Càmara de Apelaciones de La Plata y desentenderse ya de èl, evitando de ese modo un grave conflicto que se hubiera producido si hubiera tenido que decretar mi prisiòn, lo que hubiera sido un escàndalo en el Territorio (Rodrìguez Iturbide, 1913, fjs s/d)

En esta resoluciòn corporativa de las autoridades del territorio (gobernador y juez letrado) evitaban el pedido de prisiòn por desacato de Iturbide y rechazaban la apelaciòn de Chaneton para salvaguardar la vida y la presencia misma de los gitanos -en zonas cercanas a la capital neuquina. En la bùsqueda de artilugios legales para expulsar a los gitanos el gobernador interino expresa que:

El juez cree firmemente de que la Càmara sostendrà su fallo- pues dice que en este caso no se puede invocar la ley de inmigraciòn, porque no los considera inmigrantes a los gitanos, en la forma en que han venido y demàs condiciones de ellos y que basado en esa ley no se los expulsar. (…) Segùn libretas de Registro civil presentadas, alguno de ellos, es casado en la Repùblica Argentina y algunos de los niños tambièn ha nacido en este paìs.- (…) Ademàs el procesado por supuesta infracciòn a la ley de enrolamiento, resulta no ser Argentino. La afirmaciòn de que posean bienes en este paìs tampoco se ha justificado en manera alguna- Uno de ellos, ùnicamente, afirmò tener un solar, en un pueblo del Chaco o Formosa pero no lo probò. Y menos consta en el expediente, que ha ido a la Càmara. (Rodrìguez Iturbide, 1913, fjs s/d)

Emilio Rodrìguez Iturbide deja en claro, primero, que el juez Letrado Dr. Zinny no anexò adrede la documentaciòn del caso pasado a la Càmara de La Plata presentada por los gitanos. De esta forma, ocultaba la informaciòn que podìa legitimar los derechos de los gitanos. En segundo lugar, que rebuscaron entre la legislaciòn vigente -tal y como se expresa en la cita anterior- aquella que les permitiera justificar la expulsiòn y no viceversa. Por esto, intentaron por medio de la Ley de inmigraciòn, pero esta no aplicaba porque varios de los gitanos eran argentinos, incluso casados y nacidos legalmente en el paìs. Ademàs, buscaron incriminar a un joven por el incumplimiento a la Ley de enrolamiento, pero, en este caso, no se trataba de un argentino. Frente al fracaso de estos artilugios optaron por un recurso administrativo -elevar la responsabilidad a la Càmara- y por si fuera poco omitieron la entrega de documentaciòn probatoria.

Vale destacar que en ninguno de los intercambios que refieren a los gitanos se hace referencia a crimen alguno que hubieran cometido. Tampoco esta deportaciòn se encuentra incluida en la tabla 1 (vèase màs arriba). Por lo tanto, no fue informada. En intercambios posteriores durante el mes de mayo, Eduardo Elordi le aclara a su “estimado amigo” Ruiz Moreno,

Mi silencio le habrà hecho supone que los gitanos fueron expulsados cumplièndose asì las òrdenes recibidas de ese Ministerio.- aquì tuve ocasiòn de comprobar se trataba de una real banda de bohemios, elemento pernicioso para el paìs. Nadie se ha ocupado màs de ellos, espero no daràn màs motivo aun en el supuesto de un fallo sobre motivo a la Càmara de Apelaciones (Elordi, 1913, fjs 52)

Finalmente, estaban completamente seguros de haberse desentendido del problema ya que habìan logrado deportar a los gitanos a Chile3. Para rematarlo, Elordi permite entrever la compulsiòn y maltratos a los que fueron sometidos los gitanos por parte de la gobernaciòn de Neuquèn:

He tenido conocimiento de que los dichosos bohemios, que tanto trabajo nos han causado se encuentran actualmente en Valparaìso.- La cordillera es difìcil cruzarla en este tiempo, y mucho menos podrìan hacerlo ellos que tienen que hacerlo en varios carros, despacio y con animales flacos.- Aparte de eso, creo que, con lo que les ha ocurrido en èsta, no les debe quedar ganas de volver. (Elordi, 1913, fjs 162)

En suma, la mera presencia de la caravana en las cercanìas de la capital suscitò una inmediata acciòn de la gobernaciòn para deshacerse de los gitanos. Luego resultò que no solo varios eran argentinos, sino que no tenìan ningùn delito que atribuìrseles. Por esto, los gitanos se asesoraron legalmente, se defendieron dentro del marco de lo posible contra toda una estructura estatal movilizada por supuestos, estigmas y pareceres de los funcionarios de los diferentes poderes. Entre las motivaciones de la gobernaciòn se destacaban los medios de vida, el aspecto fìsico y la movilidad de la caravana.

“INVASIÒN GITANA” EN LA CORDILLERA Y LA “TRIBU DE GITANOS” EN TRELEW, CHUBUT 1918-1919

En la primavera de 1918 la llegada de diferentes caravanas de gitanos a la zona cordillerana de Colonia San Martìn suscitò la alarma en la prensa regional. El corresponsal del diario El Pueblo narraba

Estamos bajo invasiòn de màs de doscientos gitanos que se ocupan, segùn su costumbre legendaria, de escamotear el dinero y lo que pueden, a los pobladores. Hacen estragos, hacen estragos especialmente entre el elemento indìgena, a quienes los estafan de la manera màs vil, es decir: gitanamente.

Este ejèrcito de inmundicias morales viene en distintos convoyes y por distintos caminos, siendo el punto de reuniòn en San Martìn, donde van llegando por los caminos de Laguna Verde, Laguna Blanca y Quichaura.

Por los mismos gitanos sabemos, que otra pandilla numerosa de tales, ha salido de Comodoro Rivadavia, para unirse a èstos en el pueblito de San Martìn: con ellos sumaràn màs de trescientos. (El Pueblo, 1918, 18 de septiembre)

En el marco de la salida de la Gran Guerra europea, la Patagonia se volviò a preparar para recibir inmigrantes europeos. Con el ànimo de tomar conocimiento de la situaciòn de tenencia de las tierras y, de esta manera, regularizar y garantizar el cobro de impuestos el primer gobierno de Hipòlito Yrigoyen lanzò la Inspecciòn General de Tierras. Esta polìtica condicionaba las formas de ocupaciòn y tenencia de la tierra a la vez que abrìa las puertas a una nueva forma de especulaciòn y adquisiciòn de las mismas desde Buenos Aires. Paralelamente, las demandas de trabajadores rurales comenzaban a cobrar visibilidad a nivel regional y nacional. Desde el territorio nacional de Chubut comenzò a agitarse la denuncia por situaciones de inseguridad sobre los bienes y personas. Entre los sectores de los “colonos” se instalò la alarma por la deficiencia del accionar policial. De esta manera encontraban en el planteo de inseguridad el reclamo justo para solicitar la intervenciòn estatal contra los “intrusos”, es decir, los habitantes de los campos que no tenìan documentaciòn que validara su ocupaciòn.

En todos los puestos de los caminos pululan los vagabundos, gente que no trabaja, aun cuando el jornal ofrecido sea elevado. Por supuesto, cometen a diario toda suerte de raterìas, sin que esto sea suficiente para que la policìa los expulse. (El Pueblo, 1918, 15 de agosto)

La prensa cumplìa un rol central frente a las necesidades de los “colonos” o “vecinos” divulgando este tipo de versiones generalizantes de situaciones que quizàs, no pasaban de algùn caso aislado4. En este sentido, el diario El Pueblo sostuvo durante 1918 una campaña -segùn se expresaba en sus editoriales- contra la “mala policìa” (dependiente de la gobernaciòn)

Las policìas que deben velar por el orden pùblico, se constituyen allì en el mayor flagelo. Consienten, y hasta quizàs apoyan a las gentes de mal vivir, se obstinan en una indolencia criminal, ya que malogra intereses ajenos, asumen el papel de aterrorizadores fantasmas ante quienes se rebelen a su nociva autoridad; y por ùltimo, priman omnipotentemente en un ambiente saturado de los miasmas que despiden los detritus de la Sociedad, que arrojan de su seno la Argentina y Chile, y que van a parar por obra y gracia de la impunidad de que allì gozan, a las poblaciones cordilleranas del Territorio del Chubut. (El Pueblo, 1918, 15 de agosto)

Sin duda las policìas tenìan vicios y costumbres que atentaban contra la poblaciòn. Sin embargo, en la campaña del diario de mayor tirada y alcance del periodo en Chubut, la intenciòn era, por un lado criticar al jefe de policìa que se encontraba en conflicto con el gobernador Robin Escalante, y por otro lado, demandar una reediciòn de la Policìa Fronteriza.

El eterno Clamor. Nunca serà suficiente la insistencia con que hemos de reclamar a Gobierno, la creaciòn de un cuerpo de policìa fronteriza, con personal de reconocida competencia. (El Pueblo, 1918, 5 de septiembre)

La fronteriza fue una policìa militarizada que fuera creada por el impulso del ya mencionado Isidoro Ruiz Moreno y que operaba -supuestamente- contra el bandolerismo y la intromisiòn chilena por la frontera. Esta fuerza era reconocida por la violencia e (i)legalidad5 de sus acciones contra “intrusos”, la mayorìa de ellos indìgenas. La acciòn policial tendìa a ser en favor de los “colonos” y grandes estancieros (vèase Pèrez 2018).

Entre la campaña del diario y las denuncias de los vecinos (que muchas veces publicaba el mismo diario) la llegada de los gitanos vino a coronar la situaciòn de inseguridad y alarma que se pretendìa instalar en un contexto de creciente tensiòn sobre la ocupaciòn de tierras y de demanda de los trabajadores y jornaleros. Para reforzar los temores, el corresponsal del diario incluìa rumores y asì detallaba què significaba, segùn su propia expresiòn, “gitanamente”:

Cometen todo gènero de latrocinios, llegando a sacarle a la mujer del vecino de Laguna Verde, Santos Barra, un billete de quinientos pesos. Como Santos Barra estaba ausente del puesto, cuando regresò a èl, enterado de lo ocurrido, saliò en persecuciòn de los gitanos a los que, una vez alcanzados, intimò la devoluciòn del billete de quinientos pesos. Los gitanos despuès de resistirse con artimañas y pillerìas (de las que llevan inagotables provisiones), le entregaron dicho billete, aunque segùn personas que han visto èste, se trata de un dinero falso. (El Pueblo, 1918, 18 de septiembre)

A pesar del coraje de Santos Barra (que se enfrentaba nada menos que a toda la caravana por sì solo), el diario avanzaba hacia el reclamo de la respuesta que se esperaba por parte de la gobernaciòn de Escalante

Es imperioso que el Gobernador dè terminantes òrdenes telegràficas, a la comisaria de San Martìn y a todas las del territorio, para que semejante plaga levante sus vivaques y se marche, que se les obligue a pasar la cordillera, o que se les detenga presos a cada estafa que hagan. De lo contrario, realizaràn una verdadera devastaciòn en los bolsillos de los pobladores, generalmente crèdulos, por ser ignorantes, naturalmente. Verdaderamente es una calamidad sin precedentes, la situaciòn de esta regiòn. (El Pueblo, 1918, 18 de septiembre)

Evidentemente la pràctica de expulsarlos al otro lado de la cordillera no era original de la gobernaciòn de Neuquèn, ya que tambièn en esta oportunidad se mencionaba la deportaciòn. Por otra parte, exigìan una acciòn netamente preventiva policial que comenzaba a utilizarse en la època en respuesta a conflictos y reclamos polìticos de diferente ìndole en la regiòn. Si bien el corresponsal no detallaba la actividad de los gitanos se desprende por la idea de “estafa” y “credulidad” que viajarìan en las caravanas adivinas/os (y presuntamente falsificadores de dinero). Esta situaciòn se remataba nuevamente con el pedido de la policìa fronteriza

El vecindario està sumamente alarmado, y para lo que tiene razones de sobra. Aquì se cree que todos estos crìmenes y otros que vendràn, sin duda alguna, son efectuados por los deportados, pues algunos de ellos andan por aquì. Cada hora que demora la llegada de la fronteriza, equivale a una vida perdida o a la pèrdida de los intereses de un poblador, lo cual es caro, en grado sumo. (El Pueblo, 1918, 18 de septiembre)

Si bien no contamos con el desenlace de esta situaciòn, nos interesa remarcar la operaciòn que se realiza desde la prensa para generar miedo e inseguridad partiendo de los estigmas atribuidos a los gitanos y sobre un escenario potencial a futuro (vèase destacado nuestro en itàlicas en la fuente). Sobre esta base, se exige la respuesta del gobierno. Como han destacado otros autores, el rol de la prensa territoriana para marcar polìticas tanto de las gobernaciones como del estado nacional fue central en los territorios en donde los habitantes contaban con reducidos màrgenes en la vida electoral (Prislei 2001 y Gallucci 2021).

Al poco tiempo, una serie de intercambios entre funcionarios estatales dan cuenta de que en 1919 una caravana gitana llegò a Trelew. Este pueblo contaba ya con el reconocimiento como municipio desde 1903 y desde allì se iniciaron diferentes actuaciones para afrontar la situaciòn de alarma y temor que los “colonos” manifestaban a sus autoridades por la “permanencia de una tribu de gitanos”. Asì en nota al comisario, desde el Consejo municipal expresan en junio de 1919

Los gitanos continùan visitando el pueblo, siguen mendigando y molestando al vecindario. Acampados ahora en una chacra, campean por todos lados, siendo la continua zozobra de los colonos que, no se atreven a abandonar sus hogares, por fundados temores de molestas visitas. Con las continuas lluvias, los caminos se han puesto intransitables en las chacras y algunos colonos, han abierto sus tranqueras para facilitar el trànsito, pero amenazan con cerrarlas, si no se hacen retirar los gitanos, pues no quieren que estos se metan en sus propiedades. Ruego a Vd tome las medidas del caso, o traslade la queja a quien corresponda, pues este HC a pesar de las muchas denuncias que recibe a este respecto, no quiere aun, pedir en nombre de los pobladores la protecciòn de màs altas autoridades, confiando en que, esta vez, su peticiòn serà atendida. (Municipalidad de Trelew 1919)

El reclamo venìa recargado de supuestos. Los temores a abandonar las chacras, la amenaza con cerrar las tranqueras, el reclamo latente al Poder Ejecutivo Nacional. Esta nota fue recibida por el comisario Garate, que a su vez lo elevò a la jefatura de policìa a cargo de Villafañe. La jefatura ya habìa tomado acciones de control sobre los gitanos y lo aclaraban antes de pasar el reclamo al gobernador Robin Escalante

…hago saber al comisario Garate de Trelew que esta jefatura impartiò ordenes terminantes al comisario Arturo V Lazcano en presencia del jefe de la tribu Jorge Esteban Traiko a fin de evitar por todos los medios posibles el merodeo y vagancia de los componentes de su tribu permitiendo solo la salida del campamento de los hombres que por sus trabajos necesitaban hacerlo, los cuales deben presentarse a la comisarìa local toda y cada vez que lleguen a cualquiera poblaciòn del Territorio. Que adopte tambièn toda clase de medidas para comprobar si los componentes de dicha tribu han cometido o cometen contravenciones, faltas o delitos y en caso afirmativo, proceda con todo rigor como corresponda. (Villafañe, 1919)

Villafañe estableciò una estrategia de diàlogo con quien considerò la autoridad de la “tribu”, Jorge Esteban Traiko. A quien impuso una serie de medidas de control de la movilidad de los miembros de su tribu que estaban lejos de ser legales. Aun asì el comisario dejaba claros los lìmites de la actuaciòn policial frente a denuncias que no tenìan respaldo en ningùn acto criminal6.

El jefe de policìa en respuesta a la presiòn del consejo municipal pautò un criterio de control ilegal sobre las familias gitanas que se encontraban legìtimamente dentro del paìs. Por su parte, el gobernador Escalante elevò actuaciones solicitando la intervenciòn del ministerio del interior en donde manifestaba su parecer y esperaba el respaldo del Poder Ejecutivo Nacional.

Me permito elevar este expediente, porque la existencia de esas tribus que tienen sus gobiernos independientes, dentro de nuestras instituciones y règimen republicanos, son un anacronismo y deben existir leyes que castiguen esas organizaciones con jefes autocràticos; pienso, sin entrar a profundizar este asunto, que les corresponde, por lo menos, a los titulados jefes la aplicaciòn de la Ley Social y su eliminaciòn del paìs. (Escalante, 1919)

El gobernador revestìa de forma legal la deportaciòn a partir de la aplicaciòn de la Ley Social. Ademàs, abundaba en las razones que explicarìan la peligrosidad atribuida a los gitanos. Esto es que contaban con un gobierno propio7. En la carta del gobernador los temores expresados por los colonos ya se han convertido en hechos en donde “a cada descuido” del poblador era robado o estafado8. En este ùltimo sentido responde y repregunta Ruiz Moreno a la gobernaciòn para que fundamente de què manera los gitanos perturban el orden pùblico. Sin embargo, para el 19 de septiembre y con la llegada de la primavera, la gobernaciòn le responde que “Habièndose ausentado la Tribu de gitanos, archìvese”.

PALABRAS FINALES

Màs con ànimos de visibilizar un campo de estudios que de traer conclusiones, nos permitimos remarcar algunos temas y problemas que emergen del trabajo con las fuentes. Nuestras preguntas giraron en torno a reconocer històricamente còmo la sociedad dominante define y singulariza aquello que excluye y que en este caso, ademàs, identifica como peligroso. Las caravanas gitanas son demarcadas en base a, por lo menos, 4 razones: los estigmas discursivos de antaño; la movilidad y asentamientos, sus pràcticas econòmicas; y, finalmente, su organizaciòn polìtica.

En relaciòn a la estigmatizaciòn social de considerarlos vagos, sucios y estafadores nos remitiremos a la propia producciòn literaria de experiencias de vida de gitanos en la Patagonia (entre ellas Miguel 2013) que expresan con total claridad el arrastre y la repeticiòn de este repertorio de adjetivos y supuestos acotado pero contundente para distinguirlos y discriminarlos. Esta reiteraciòn ademàs es difundida tanto en el presente como antaño por la prensa que generaliza situaciones puntuales y las atribuye a los gitanos en general (Domìnguez 2015).

En cuanto a la movilidad y los asentamientos es destacable el contraste entre el aliento a determinadas formas de circulaciòn y la persecuciòn de otras pràcticas. En el caso neuquino Elordi fue un referente de la creaciòn de rutas y caminos, a la vez que impulsor de sistemas de transporte que ligaran pueblos y estancias para viabilizar producciòn y personas. Sin embargo, la gobernaciòn se escandalizaba frente a una caravana de familias gitanas -por el solo hecho de serlo- y tomaba acciones directas para “deshacerse” de las mismas. Por otra parte, el arribo de las caravanas en Chubut tambièn despertò alarma y escandalizò a la sociedad y la prensa. Aunque siguiendo los relatos de Abeijon (2009) sabemos que la circulaciòn de tropas de chatas y carretas, llevando bienes y conducidas incluso por familias en muchos casos, no representaban una rareza o una excepciòn. En contraste con las caravanas gitanas, estas otras tenìan una misiòn con destino claro, tambièn preferentemente documentaciòn que legitimaba la circulaciòn y un tiempo acotado para detenerse y seguir.

Por otra parte, los asentamientos temporarios de los gitanos se denunciaban como una “invasiòn” que harìa peligrar las propiedades de los colonos. La circulaciòn de bienes y personas no quedaba librada segùn los designios liberales de la època, sino que se encontraba regulada, contenida y disciplinada por las gobernaciones que desde el lugar de poder que tenìan acompasaban el desarrollo de ciertas pràcticas sociales y econòmicas, mientras perseguìan y reprimìan otras. La fricciòn, en tèrminos de Tsing (2005), es a su vez productora de la movilidad de las caravanas quienes frente al rechazo y la persecuciòn levantaban sus campamentos y viajaban evitando la confrontaciòn y hacia destinos menos agresivos. Aunque resta mucho por saber y conocer de la movilidad de estas caravanas: hacia dònde se dirigìan, si rotaban periòdicamente segùn el mercado de trabajo, si continuaban las mismas familias o se desgranaban, entre otras muchas preguntas.

Sobre las pràcticas econòmicas, las fuentes citadas arrojan preventivamente un manto de sospecha. En el caso neuquino la gobernaciòn parece no advertir sus propias contradicciones. Mientras dicen que no tienen medios reconocidos de vida, se describe que tienen bienes personales, animales y dinero. En los casos de Chubut se presupone que son estafadores, falsificadores y ladrones (capaces de “vaciar” los bolsillos), cuando ninguno de los casos que se describen demuestran ni el robo, ni la falsificaciòn, ni la estafa. Por otra parte, en el caso de Trelew restringen la salida de los campamentos de las mujeres (para evitar la pràctica de la adivinaciòn) contra todo precepto liberal de mercado y de libertad de las personas. Los hombres, por su parte, conchabados en trabajos temporarios eran obligados a reportarse en la comisaria. De nuevo, vigilando toda actividad econòmica -y volvièndola virtualmente imposible-. El control de las circulaciones aquì mencionadas se delega en la policìa, volvièndolo un problema ligado a la seguridad.

Por ùltimo, y en este punto radica a mi entender una de las principales razones de la persecuciòn de los gitanos, que es la organizaciòn polìtica. En el proceso de conformaciòn de la “estructura profunda de la sociedad de colonos”, el proyecto estatal hegemònico es la individuaciòn de los sujetos en tanto ciudadanos. Luego podemos argumentar que algunos se incorporaban con plenos derechos y otros con sus derechos restringidos (los habitantes de los territorios). Pero tambièn existieron sectores, y en esto los indìgenas tambièn fueron controlados y perseguidos, que por su forma de organizaciòn interna iban en contra de esta construcciòn poblacional. Las “tribus” tanto de los gitanos como de los indìgenas eran considerados un “anacronismo” -segùn el gobernador Escalante- porque reivindicaban una organizaciòn socio-polìtica perseguida por el estado y supuestamente concluida en el contexto de la Conquista del “desierto”.

La “sociedad de colonos” hacìa lugar a pobladores que se organizaran bajo los criterios permitidos y regulados desde el estado pero reprimìa estas formas de la polìtica que escapaban a su construcciòn soberana. En definitiva, no son solo las nacionalidades deseadas o esperadas segùn la legislaciòn vigente sino el control sobre pràcticas y formas de organizaciòn lo que las territorializaciones estatales ordenaron y jerarquizaron produciendo una estructura profunda de asimetrìa que favoreciò a los colonos en detrimento de estos “otros”. Lo cual cuenta con efectos de larga duraciòn dentro de la sociedad patagònica que aùn nos falta desarmar e historizar.

Finalmente, una breve menciòn a las fuentes oficiales entre las que los relatos sobre las familias gitanas aparecen subordinados. Como sucede con otros grupos marginales dentro de la construcciòn hegemònica de la narrativa estatal, la bùsqueda de los rastros que nos permiten entender la relaciòn de poder en la que se insertan es ardua. Sin embargo, basta establecer preguntas y dudas sobre los corpus existentes para que emerjan las voces contenidas en la estructura jeràrquica de los archivos ya que la compulsiòn de la burocracia por guardar y archivar nos permite, aunque sea mediado, llegar a conocer estas experiencias subalternizadas de nuestra historia.

Notas

1. En este sentido se promulga la Ley 5559 de 1908, conocida como Ley de Fomento a los Territorios Nacionales. Ademàs se comisiona al geòlogo norteamericano Bailey Willis para dirigir la Comisiòn de Estudios Hidrològicos (entre 1911 y 1914) para informar sobre la construcciòn de diques y puentes, trazado de caminos y vìas fèrreas, estudios de suelos y de planificaciòn urbana. Ademàs de las polìticas de seguridad sobre las que hacemos referencia màs adelante.

2. Elordi habìa sido jefe de policìa en Tucumàn, ademàs de ministro de gobierno de esa provincia. Su trayectoria y experiencia como gobernador neuquino y como interventor del Territorio de Rìo Negro en los años 20, lo impulsò a ocupar el cargo de director de Territorios Nacionales en los años 30.

3. Para fines de agosto ese mismo año se registra la llegada de gitanas que adivinan la suerte en Ancud, Chiloè. De nuevo la prensa se escandaliza de las pràcticas econòmicas, aunque tambièn se admite la fascinaciòn de la poblaciòn por que les lean su suerte (Urbina Burgos, 2002, p 295)

4. Por otra parte, aclaraban que el valor de los jornales no era la causa en el marco de una creciente demanda de los trabajadores tanto en Chubut como en Santa Cruz.

5. En este caso destacamos la ilegalidad por las pràcticas policiales por fuera de toda orden judicial -que incluìan torturas, persecuciones y apresamientos- pero que se realizaban en total conocimiento de los funcionarios estatales.

6. Afirma Villafañe: “Ùnicas medidas que esta jefatura se cree autorizada a adoptar, pues desde el momento que las autoridades superiores del paìs han permitido la entrada de estos elementos su permanencia esta garantida por las leyes y disposiciones vigentes y solo en caso de actos punibles comprobados puede y debe intervenir la Policìa.”

7. Sobre los cambios y continuidades de las formas de gobierno gitana en Neuquèn vèase Petris (2018)

8. En los tèrminos del gobernador: ...se ha establecido una tribu de gitanos, los que frecuentemente visitan la mencionada localidad ejerciendo la mendicidad y la adivinaciòn, siendo por lo tanto un continuo peligro no solo para las poblaciones, sino tambièn para los ocupantes de las chacras vecinas a Trelew, donde cada vez que el poblador se descuida es robado o estafado... (Escalante, 1919)

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