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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

On-line version ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.27 no.46 Buenos Aires June 2016

 

IN MEMORIAM

ALDO FERRER (1927-2016)

 

Economista y político argentino, Doctor en Ciencias Económicas  recibido en la Universidad de Buenos Aires en 1953 con una tesis doctoral, El Estado  y el Desarrollo Económico, publicada en 1956. Ha sido profesor de Economía  en la Universidad Nacional de La Plata y durante largos años de la Universidad de  Buenos Aires, en la que fue Profesor Emérito y Profesor Titular de Estructura  Económica Argentina.

Funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas (1950-1953) y agregado económico  de su país en la embajada de Londres en 1956, fue Ministro de Economía y  Hacienda de la provincia de Buenos Aires (1958-1960), y primer Secretario Ejecutivo  del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en 1967-1970. En este  último año fue nombrado ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación y  posteriormente Ministro de Economía y Trabajo durante la presidencia de Roberto  Marcelo Levingston. En el ejercicio de dicho cargo elaboró un plan nacional de  desarrollo e hizo frente a las difíciles circunstancias por las que atravesaba su país  (déficit fiscal y exterior, e inflación) con una política económica industrialista (de  “compre argentino”) que no fue bien recibida por el establishment local. Posteriormente,  con el restablecimiento de la democracia, presidió el Banco de la Provincia  de Buenos Aires y la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Ha sido siempre uno de los economistas más activos en la denuncia de los efectos  negativos de los fenómenos globalizadores sobre los países periféricos y de la  ideología neoliberal que los justifica. Su obras principales, dentro de una abundante  bibliografía son La economía argentina (un libro clásico, que inspiró a numerosas  generaciones de economistas, especialistas en ciencias sociales, historiadores y  políticos), Historia de la globalización I e Historia de la globalización II. Impulsor  y participante del Grupo Fénix (grupo de economistas heterodoxos creado en la  Facultad de Ciencias Económicas de la UBA).

Partiendo de un enfoque histórico-estructural de la economía argentina,  Aldo Ferrer realizó importantes aportes para comprender el proceso de industrialización  y la dinámica de los ciclos de stop and go. En sus trabajos señala los  problemas que se presentan en el frente externo en el proceso de crecimiento industrial.  Según él, desde la década del cuarenta se instaló en la Argentina un ciclo  económico condicionado por la capacidad de importar, convirtiéndose la crisis  crónica del balance de pagos en la dinámica típica del ciclo argentino.  Ferrer argumenta que el estrangulamiento externo del crecimiento económico  originaba fluctuaciones profundas y frecuentes de la producción y el  empleo y provocaba una subutilización permanente de la capacidad industrial, ya   que ésta solo podría funcionar en condiciones de ocupación plena con un nivel de  importaciones que el país no se podía permitir. Ante esas restricciones, lejos de  proponer la interrupción del proceso, Ferrer pregonó siempre por la profundización  de la industrialización hacia senderos que implicaran un menor requerimiento de  importaciones y una mayor generación de recursos internos. Para ello resultaba  fundamental la integración del aparato productivo nacional.

En los distintos espacios que ha integrado, Aldo Ferrer ha mantenido una  posición a favor del desarrollo de la industrialización y el mercado interno, y opuesta a la de una economía especializada en la producción primaria. Desde el Grupo  Fénix, al tiempo que la convertibilidad mostraba sus contradicciones y conducía a  la economía a una de las mayores crisis de su historia, Ferrer mantuvo un enfoque  crítico de las recetas neoliberales. En aquel espacio, desde fines del 2000, se recomendaban  medidas de emergencia como la reprogramación de la deuda externa y  la reducción de sus servicios y, sobre todo, la salida de la convertibilidad, flexibilizando  y sincerando la política cambiaria y regulando los movimientos de capitales.  En cuanto a la reconstrucción del aparato productivo, se planteaba la expansión  del mercado interno y el apoyo a la pequeña y mediana empresa.

El Grupo Fénix hacía hincapié sobre la desigual distribución de los ingresos.  Para mejorarla proponía una reforma tributaria progresiva que incluyera un  aumento de la presión impositiva sobre los sectores de más altos ingresos, una  lucha contra la evasión y un reordenamiento eficiente del gasto publico. Por otro  lado, se aconsejaba diseñar un amplio seguro de desocupación y medidas de ayuda  directa al conjunto de la población, y, en especial, a los que se hallaban bajo la línea  de la pobreza.

Asimismo, se señalaba que un plan económico alternativo debía sustentarse  en equilibrios macroeconómicos sólidos, sobre la base de la recuperación del peso  y de una alta tasa de ahorro interno, un financiamiento genuino del sector público,  competitividad internacional, ausencia de déficit crónico en la cuenta corriente del  balance de pagos y estabilidad del nivel general de precios.  En los últimos años, Ferrer continuó exponiendo sus ideas, manteniendo siempre  una coherencia en su posición, como evidencia su intervención en la Cámara de  Diputados sobre el tema de las retenciones en julio de 2008. Allí, marcó la necesidad  de generar una estructura integrada y diversificada, que incorpore los diversos  segmentos de la producción moderna, desde la transformación de los recursos  naturales hasta las industrias de tecnología de frontera, ligadas a la biotecnología,  la informática y la producción de bienes de capital.

“El desarrollo del país –decía en esa intervención- requiere tener […] una estructura  de esas características, que no puede sostenerse sobre un solo sector. Por  ejemplo, no puede sostenerse solo sobre la producción de productos primarios.  Tampoco hay ningún país desarrollado en el mundo que se asiente esencialmente  en la transformación y renta de sus productos primarios. Países muy ricos en  petróleo, cobre, minerales o recursos tropicales no salen del subdesarrollo si no   logran conformar una estructura diversificada compleja. En nuestro caso particular,  la cadena agroindustrial, con todo el empleo directo e indirecto que genera,  representa alrededor de un tercio del empleo de la fuerza de trabajo. Si no contamos  simultáneamente con una gran base industrial no vamos a poder dar trabajo y  bienestar a una población de 40 millones de habitantes. Dicho en otros términos: si  no contamos con una estructura integrada, no vamos a poder tener pleno empleo  y, por lo tanto, nos va a sobrar al menos la mitad de la población”.  Vivir con lo nuestro y el concepto de densidad nacional fueron dos de  los muchos aportes que ha hecho Ferrer a la existencia de un pensamiento económico  propio.

 

Mario Rapoport

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