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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

versión On-line ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.28 no.49 Buenos Aires dic. 2017

 

ARTICULOS

Notas sobre las experiencias de lucha obrera hacia la década de 1960 en el norte de Salta y su influencia sobre las protestas en la década de 1990*

Notes about the experiences of workers' struggle towards the 1960s in the north of Salta and its influence on the protests in the 1990s

 

José Daniel Benclowicz**

 


Resumen

La evidencia reunida en este trabajo indica que la durante la década de 1960 el movimiento obrero del norte de Salta desarrolló procesos de lucha y organización en los que se registró una actuación significativa del Partido Comunista. En particular, se analiza la lucha contra el Plan Larkin y se evalúa brevemente la conformación de la CGTA en la región. Es posible rastrear la incidencia de esas experiencias sobre las luchas que se produjeron a partir de los años 1990.

Palabras clave: Norte de Salta; luchas obreras; década de 1960; protestas.

Abstract

This paper shows that during the 1960s the labor movement from the north of Salta developed struggle and organization processes with a significant role of the Communist Party. In particular these notes analyze the struggle against the Plan Larkin and evaluate briefly the conformation of the CGTA in the region. These evidences suggest that experiences from that period have influenced around the struggles occurred in the 1990s.

Keywords: North Salta ; labor struggles; 1960s; protests.


 

 

Introducción

           

En este trabajo se identifican tradiciones de lucha que incidieron en el desarrollo de las protestas más relevantes del norte de Salta de la historia reciente. Éstas últimas se pueden localizar en las ciudades de Tartagal y Mosconi, donde emergió una de las vertientes más combativas del movimiento de trabajadores desocupados, y donde se produjeron cinco puebladas entre 1991 y 2001. [1] Como se mostrará a partir del análisis de entrevistas realizadas a dirigentes de las puebladas y de distintas fuentes escritas, existen vínculos y continuidades entre las protestas recientes y las tradiciones de lucha de los principales gremios de la zona, los de ferroviarios y de petroleros del Estado. En este sentido, resulta necesario revisar la idea predominante en la bibliografía acerca del carácter novedoso de las experiencias recientes de lucha y organización en la región. [2]

Es posible rastrear la incidencia de acciones que se remontan a la década de 1960 sobre los episodios producidos a partir de los años ’90, [3] presentes explícitamente en la conciencia de distintos protagonistas. Dentro de las continuidades, el papel de la militancia comunista resultó significativo, e influyó sobre sectores más amplios que los encolumnados en esa corriente. En las líneas que siguen se analiza la lucha contra el Plan Larkin hacia 1961 en Vespucio, centro de operaciones de YPF en la zona, y se evalúa brevemente la conformación de la CGT de los Argentinos hacia 1968. Futuros trabajos deberán ampliar y completar el análisis de la década de 1960, [4] durante la que parecen haberse gestado distintos elementos desplegados en las prácticas recientes. En esta línea, si bien es necesario enriquecer la investigación con mayores datos, los aportados aquí permiten hablar de la existencia de una cultura obrera en la zona que se manifestó durante las protestas de los últimos años. [5]

 

Experiencias de organización y lucha obrera a principios y finales de la década de 1960: la resistencia al Plan Larkin y la conformación de la CGT de los Argentinos

 

A partir del gobierno de Arturo Frondizi se produjeron una serie de importantes luchas del movimiento obrero argentino, que coincidieron con un proceso de radicalización política a nivel latinoamericano. La influencia de la izquierda en general y del PC en particular tendió a crecer en el contexto de la Revolución Cubana y de la creciente movilización de los trabajadores, en Argentina y en Salta. Una de las luchas más importantes de esa etapa la protagonizaron los trabajadores ferroviarios contra el Plan Larkin, impulsado por Frondizi hacia 1961. Esta iniciativa planteaba una “racionalización” del sector, que incluía la desactivación de los ramales considerados improductivos –más de la mitad del total de la red ferroviaria–, la privatización de distintos sectores, y el despido de 75.000 trabajadores. [6]

Las manifestaciones de protesta contra el mencionado plan alcanzaron su punto más alto a partir de fines de octubre de 1961, cuando se declaró la huelga general ferroviaria por tiempo indeterminado en un contexto de fuerte movilización de las bases. La huelga se extendió por 42 días, y entre otros impactos significativos afectó fuertemente el transporte de petróleo crudo de YPF. La Federación de Sindicatos Unidos de Petroleros del Estado (SUPE) y el movimiento obrero en general se solidarizaron con los ferroviarios, y del 7 al 9 de noviembre la CGT dispuso una huelga general que se acató masivamente.

Los datos muestran que los trabajadores de YPF Vespucio participaron activamente de esa lucha, y que el papel que jugó el PC fue significativo. [7] Según consta en el diario provincial El Tribuno, los dirigentes comunistas impulsaron, probablemente junto a otros sectores, una asamblea en la que participaron más de 800 trabajadores. La asamblea resolvió la adhesión activa al paro y la formación de un comité de huelga encabezado por el dirigente comunista Gelacio Argañaraz. El comité organizó piquetes en distintos puntos que garantizaron el control de la zona por parte de los trabajadores, a pesar de la presencia intimidatoria en las inmediaciones de la policía, la gendarmería y el ejército. [8]

Cuando el gobierno dispuso la “Requisición de servicios” de los trabajadores ferroviarios, que habilitaba a la policía a buscar a los ferroviarios a sus casas para forzarlos a retomar las tareas o encarcelarlos, al igual que en otros lugares, los obreros del riel del departamento General San Martín –al que pertenecen Tartagal y Mosconi– se refugiaron en el monte para sostener la huelga y evitar su captura. [9] No puede dejar de considerarse que los ferroviarios salteños lograron sostener una huelga fuertemente reprimida durante más de 40 días, porque existía una experiencia de organización y luchas previas, impulsadas bajo la dirección de socialistas y comunistas, que encabezaron los gremios del sector en Salta antes del ascenso del peronismo. Lo mismo vale para la medida de fuerza del año 1961 con respecto a las luchas posteriores. Esa huelga y la huida al monte son recordadas por distintos militantes que participaron en las puebladas de Tartagal y Mosconi de la década de 1990:

“Hubo en el año 59-60 una gran huelga, una gran huelga acá en YPF que motivó que los trabajadores tengan que emigrar al monte para que la gendarmería o la policía no los encuentren, así que me acuerdo que solíamos llevarle a los viejos, por claves que teníamos, le llevábamos la comida al monte hasta que se solucionó y bueno, se reincorporaron algunos trabajadores que habían sido digamos dados de baja”. [10]

 

En el mismo sentido, otro activista señala: “[…] la huelga mas fuerte que ha habido aquí, que yo me acuerdo bien, duró 45 días, esa huelga, toda la gente de YPF se han metido al monte, la gente del ferrocarril disparaba al monte […]” [11] Resulta interesante señalar que los entrevistados no participaron directamente del conflicto, eran niños o adolescentes. Aún así, la experiencia no pasó desapercibida para ellos, ni para otros que intervinieron en luchas posteriores, [12] fue asimilada y enriqueció su universo de acciones pensables. Resulta razonable inferir que son este tipo de tradiciones las que alimentaron la práctica de refugiarse en el monte que se registró en distintas luchas del movimiento piquetero. [13] A su vez, el bloqueo de accesos a través de piquetes que desafían a las fuerzas de seguridad muestra una clara continuidad no sólo con los conocidos piquetes en las rutas que impiden la circulación sino con los dispuestos por las organizaciones de desocupados en los ingresos de las empresas petroleras de la zona, método que se generalizó hacia finales de los 90s en el departamento San Martín.

En esta línea, es posible hablar de una tradición subterránea, [14] que incluye distintas acciones de ese tipo, en las que a su vez se puede identificar una constante: la intervención de sectores de izquierda. La intensa combatividad demostrada por estas comunidades a partir de la década de 1990 abreva en esas experiencias, retoma la tradición de luchas e incorpora nuevas prácticas y sentidos. A pesar de su carácter minoritario, el PC en especial parece haber jugado un papel nada desdeñable en la evolución de las luchas de los años ´60. Así lo sugieren testimonios como el que sigue, de protagonistas ajenos a ese partido:

“Pregunta: ¿Había compañeros vinculados a la izquierda más allá de que no ganaran en las listas?

Respuesta: Sí, sí sí. Yo este… hay una persona a quien yo aprecié mucho y aprecio, [...] que era Nikita le decíamos así, Nikita Argañaraz, un viejo, viejo militante y fiel militante del comunismo, fiel.

P: ¿Eso en qué año? ¿En qué década?

R: En el ‘66 en adelante yo ya lo conocía es decir, en el ‘72 lo conozco mucho más [...]

P: ¿Este compañero era trabajador de YPF?

R: Trabajador de YPF, trabajaba acá en la zona industrial, la parte de ingeniería civil, era un militante, un militante a ultranza, que no le importaba… venga quien venga y él [...] Es decir, lo que pasa que las elecciones… los delegados, los sectores no le permitían es decir la votación, no accedías, no accedía pero ¡oh paradoja! estos compañeros eran consultados permanentemente porque tenían otra visión”. [15]

 

La consulta permanente a los militantes comunistas proscriptos por la burocracia sindical a la que se refiere el entrevistado, [16] puede considerarse como la consulta a esa tradición subterránea, una tradición experta en la organización de las luchas y los reclamos. No casualmente, fueron esos mismos dirigentes quienes encabezaron las comisiones de huelga y de lucha; Gelasio “Nikita” Argañaraz era el mismo dirigente que encabezó la Comisión de Huelga en 1961. En este sentido, resulta significativo que hacia la década de 1990, los principales dirigentes-fundadores de las dos organizaciones de trabajadores desocupados más relevantes de la zona –Juan Nievas, fundador de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi; José “Pepe” Barraza, fundador de la Coordinadora de Trabajadores y Desocupados-Polo Obrero (CTD-PO)– militaron y se formaron políticamente en ese partido, cuya presencia se sostuvo hasta principios de la década de 1990.

Hacia 1968, el movimiento obrero de la zona adhirió con abrumadora mayoría a la combativa CGT de los Argentinos (CGTA). De 13 gremios que funcionaban en la zona, 11 se afiliaron a la CGTA : Madereros, Unión Obrera de la Construcción , Sindicatos Gastronómicos, Luz y Fuerza, Unión Ferroviaria, La Fraternidad , AATRA, Asociación del Personal Aeronáutico, Asociación de Trabajadores del Estado, Centro de Empleados de Comercio y SUPE. [17] Los petroleros fueron unos de los primeros en pronunciarse a favor de esta central. [18] Como se sabe, la CGTA desplegó un discurso en el que se planteaba la participación de las bases como una cuestión central. En este sentido, cabe mencionar que el pronunciamiento de SUPE Vespucio iba en contra de la dirección nacional del sindicato, encolumnada en la GGT Azopardo dirigida por Augusto Vandor, e integrada por los sectores más tradicionales del sindicalismo peronista. [19] A su vez, es relevante señalar que la representación regional en el Comité Central Confederal de la CGTA recayó sobre Enrique Álvarez, un dirigente ferroviario comunista de Tartagal. [20]

La evidencia reunida en este trabajo indica que la durante la década de 1960 el movimiento obrero de la zona bajo estudio desarrolló procesos de lucha y organización en los que se registró una influencia significativa del PC. Las organizaciones piqueteras que emergieron durante los últimos años cuentan con dirigentes formados en esas tradiciones, y este hecho debe tenerse en cuenta a la hora de explicar las características combativas y la amplia participación de las bases en los procesos de lucha de la década de 1990. En este sentido, es preciso concluir que las experiencias de los años ´60 favorecieron el desarrollo de un capital militante, que dotó de herramientas y recursos organizativos a las agrupaciones actuales. [21] Llevar adelante una asamblea o un piquete, elaborar un pliego de reivindicaciones o una intervención pública forman parte del acervo cultural de la clase obrera de la zona, un acervo que debe incorporarse al análisis de los acontecimientos de la historia reciente.

 

* Este trabajo forma parte de una investigación más amplia que contó con la contribución del Proyecto PI-UNRN 40-B-365 de la Universidad Nacional de Río Negro.

** IIDyPCa CONICET / UNRN. Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de Río Negro.

[1] En mayo de 1997, mayo y noviembre de 2000 y junio de 2001 se produjeron las puebladas más conocidas; en septiembre de 1991 se registró la primera pueblada de la historia reciente de la zona. Sobre esta última puede verse José Benclowicz, “La lucha contra la privatización de YPF en Tartagal y Mosconi. 1988- 1991” en Trabajo y Sociedad, n° 15 vol. XIV, 2010.

[2] Véase por ejemplo el influyente estudio de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra, Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras, Buenos Aires, Biblos, 2003. Algunos autores llegaron a suponer que antes de la pueblada de 1997 la acción colectiva había estado ausente en la zona. Véase María A. Aguilar y Estela Vázquez “Flexibilización salvaje en la selva chaco-oranense. El caso de Orán y Tartagal (Salta), en Realidad Económica, N° 153, 1998; ídem, “De YPF a la ruta: un acercamiento a Tartagal”, en Marta Panaia; Susana Aparicio y Carlos Zurita (eds.) Trabajo y población en el Noroeste argentino, Buenos Aires, La Colmena , 2000; y Rossana Córdoba, “De piquetes y otras historias” en Cuadernos de Humanidades, Nº 15, UNSa, 2004.

[3] Y si bien es difícil demostrar una conexión directa con la historia reciente, existen indicios de una dilatada tradición de luchas asociada a la izquierda radicalizada desde la década de 1930 en Tartagal. Sobre este punto puede verse José Benclowicz, “Fragmentos desconocidos de la historia de una comunidad combativa. La década de 1930 y la primera Asamblea Popular en Tartagal (Salta, Argentina)”, en Andes vol 23, n° 2, UNSa, 2012.

[4] Uno de los aspectos que deberían considerarse es que la clase obrera salteña participó de las ocupaciones masivas de establecimientos a nivel nacional en mayo y junio de 1964. Véase María C. Cotarelo y Fabián Fernández, “La toma de fábricas. Argentina, 1964”, PIMSA, nº 2, 1995.

[5] Una aproximación al despliegue de esta cultura en las prácticas de las agrupaciones de desocupados de Salta puede verse en Benclowicz, José, “Continuities, scope and limitations of the Argentine picket movement”, en Latin American Perspectives, vol. 38, n° 1, 2011.

[6] Sobre el Plan Larkin y el desarrollo del conflicto puede verse Antonio A. Di Santo, “La huelga ferroviaria de 1961” en Eduardo Lucita (comp.), La patria en el riel, Buenos Aires, Ed. del Pensamiento Nacional, 1999; Juan Carlos Cena, El guardapalabras, Buenos Aires, La Rosa Blindada , 1998.

[7] Distintos testimonios coinciden en señalar que entre fines de la década de 1940 y principios de la de 1950, el PC se instaló oficialmente en Tartagal. Para finales de la década de 1950 y principios de la siguiente, el PC ya estaba situado firmemente, y tenía militantes y simpatizantes en el ámbito estudiantil y en los principales sindicatos obreros. Entrevista del autor a S., familiar directo de Simón Fernández, fundador del PC en Tartagal, Tartagal, abril de 2009; Entrevista del autor a T., poblador de Tartagal y ex-militante del PC, Tartagal, diciembre de 2008.

[8] Véase El Tribuno, “SUPE: fue normal la huelga en Vespucio”, 10 de noviembre de 1961.

[9] La medida impulsada por Arturo Frondizi se inspiraba en la ley 13.234 de Organización de la Nación en Tiempos de Guerra, promulgada por Perón en 1948, que permitía la militarización de los huelguistas (véase Boletín Oficial de la República Argentina del 10 de septiembre de 1948). Resulta interesante señalar que en su momento el bloque radical encabezado por Frondizi se opuso a la aprobación de esa ley que consideraba de carácter totalitario. La ley fue aplicada por primera vez por Perón para reprimir el conflicto ferroviario de 1951. Véase sobre este punto Héctor Laerte Franchi, “Justicia Social con uniforme. La huelga ferroviaria de 1950- 1951” en Eduardo Lucita (comp.), La patria… op. cit.

[10] Entrevista del autor a L., ex trabajador de YPF, justicialista disidente y dirigente de la pueblada de septiembre de 1991, Mosconi, diciembre de 2008.

[11] Entrevista del autor a A., ex trabajador de YPF, ex militante del Partido Comunista, y miembro fundador de la Unión de Trabajadores Desocupados de Mosconi (UTD), Mosconi, diciembre de 2008.

[12] La misma lucha es recordada en términos similares al de los entrevistados de Mosconi por militantes del PRT-ERP de Metán, al sur de la capital provincial. Véase Pablo Pozzi, Historias del PRT-ERP, Buenos Aires, Imago Mundi, 2005.

[13] Y no la ilusoria injerencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), planteada por distintos medios periodísticos y funcionarios hacia el año 2001.

[14] Tomo el concepto de Edward P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Crítica, 1989.

[15] Entrevista del autor a L., ex trabajador de YPF, justicialista disidente y dirigente de la pueblada de septiembre de 1991, Mosconi, diciembre de 2008. Las palabras del entrevistado confirman a nivel local la idea de que la cultura obrera argentina se nutrió aún tras el ascenso del peronismo de la izquierda política que por eso mismo, aunque combatida y minimizada, persistió entre los trabajadores. (Véase entre otros Pablo Pozzi y Alejandro Schneider, Los setentistas. Izquierda y clase obrera: 1969-1976, Buenos Aires, Eudeba, 2000).

[16] Distintos testimonios confirman la represión a la que se veían sometidos los militantes comunistas y el hostigamiento de la burocracia sindical: “El partido ha recibido su represión por parte del gobierno peronista en sus momentos, por medio de las tres Ases y todo eso… Que eso es histórico, no fue solamente acá en el sector… Me acuerdo a los militantes del partido se los dejó cesantes muchas veces… y en la época esa se los dejó cesantes a don Argañaraz, a don del Prado, don Hilario Lises… a don Cipriano Rojas y a todos esos militantes del partido se los dejó cesantes. (Entrevista del autor a T, poblador de Tartagal y ex-militante del Partido Comunista, Tartagal, diciembre de 2008)

[17] CGT. Órgano oficial de la Confederación General del Trabajo, N° 18, “Tartagal: ¡Esto ya es el colmo!”, 29 de agosto de 1968.

[18] CGT. Órgano oficial de la Confederación General del Trabajo, N° 13, “SUPE”, 25 de julio de 1968. La filial Vespucio no fue la única: las filiales de Comodoro Rivadavia, Mendoza, Rosario y Ensenada también manifestaron su adhesión a la CGTA. En Comodoro Rivadavia en particular, la oposición al sindicalismo peronista tradicional ha sido casi una constante, resulta interesante recordar la fuerte influencia que tuvo allí el comunismo hacia la década de 1930.

[19] En el departamento San Martín, la CGT Azopardo solo obtuvo la adhesión de los gremios de Municipales y Panaderos. Véase CGT. Órgano oficial de la Confederación General del Trabajo, N° 18, “Tartagal: ¡Esto ya es el colmo!”, 29 de agosto de 1968.

[20] CGT. Órgano oficial de la Confederación General del Trabajo, N° 17, “Confederal: la hora de la verdad”, 22 de agosto de 1968.

[21] Tomo el concepto de capital militante de Franck Poupeau, Dominación y movilizaciones, Córdoba, Ferreyra Editor, 2007. Agradezco a Fernando Aiziczon esta referencia.

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