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vol.33 número58Mario Rapoport (dirección y compilación), Foro Visión Argentina 2020-21. Las desigualdades económicas y culturales en el capitalismo actual. El coronavirus, la crisis y la globalización neoliberal, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2022, 232 páginas.Acharya, Amitav, Melisa Deciancio y Diana Tussie, Latin America in Global International Relations, Nueva York, Routledge, 2022, 267 páginas. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

versión On-line ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.33 no.58 Buenos Aires jun. 2022

 

Reseñas bibliográficas

Noemí Brenta, Historia de la deuda externa argentina. De la dictadura hasta nuestros días, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2022, 267 páginas.

 

Hannah de Meneses

Universidad de Buenos Aires

 

Este libro es una lectura indispensable para quienes estén interesados en entender por qué la deuda externa argentina no es un problema pasado, sino que nos azota al día de hoy. Ayuda a esclarecer hechos pasados para no caer sistemáticamente en los mismos errores en el futuro. La historia de la deuda externa tiene vigencia y todavía estamos viviendo las consecuencias. Analizar el concepto de la deuda externa argentina es enfrentarse a los poderosos intereses internacionales y a los argentinos aliados a estos intereses. En palabras de la autora: "Recorrer la historia no es masoquismo sino memoria necesaria de un pasado nefasto de endeudamiento desmesurado" (Brenta, 2022: 11).

La deuda externa es un punto central, un tema ampliamente debatido, pero no por eso saldado. En el primer capítulo se analiza qué es la deuda externa. Comienza explicando sobre las cuentas nacionales, una idea general para un amplio público. A partir de ahí hace un recorrido histórico sobre la evolución gubernamental y su injerencia en la soberanía monetaria del país. Escrito para que pueda ser comprendido por un amplio público y amistoso para los interesados en el tema, la deuda externa se pone en el centro de atención.

A partir del segundo capítulo entra de lleno en la historia argentina. Empezando por el título La deuda odiosa de la dictadura, que introduce al período de gobiernos inconstitucionales, Brenta se remonta al inicio de los problemas de deuda. Con la rigurosidad académica necesaria el libro recoge desembolsos, fechas y acreedores, para hacerlos dialogar buscando la respuesta de qué es lo que sucedió en Argentina para que la deuda externa fuera el problema que es actualmente. Sin embargo, reconoce que la deuda en este período tiene un problema central: los datos pueden no ser del todo certeros, pues no existía un registro oficial unificado donde se plasmaran los montos a los que se accedieron. Y posteriormente, los gobiernos constitucionales no diferenciaron sumas monetarias.

Sin pretensiones de objetividad absoluta, el libro confronta la idea de que la deuda y las políticas ortodoxas puestas como recetas económicas perfectas son la solución para el desarrollo de la Argentina.


La postura se deja entrever pero el recorrido histórico es preciso. Brenta no argumenta que endeudarse es malo en sí, pero analiza que todos los gobiernos que la han tomado lo han hecho con fines que poco tienen que ver con el crecimiento económico del país. El problema es que una vez que se pide auxilio económico internacional, sobre todo a organismos multilaterales, los mismos ponen condicionalidades al manejo del país. Las políticas acatadas por los gobiernos democráticos y dictatoriales con respecto a la economía del país fueron contraproducentes cada vez que se intentó, un brutal ajuste que repercutió siempre negativamente en la sociedad argentina. Esto sucedió tanto en la dictadura, donde las instituciones encarnaban la corrupción de Estado, pasando al gobierno de Raúl Alfonsín, capítulo titulado Alfonsín: la democracia cercada. Este tercer capítulo cuenta cómo Argentina llegó a ser el tercer país más endeudado del mundo, detrás de Brasil y México. En este período se intentó separar la deuda legítima de la ilegítima, pero el plan fracasó y se terminó aceptando toda la deuda. Allí la obra no sólo se centra en la deuda externa sino en las consecuencias sociales que tiene para el país: empobrecimiento de la Nación, desabastecimiento social y quiebra de la industria nacional frente a las importaciones desreguladas. La tan aclamada apertura comercial, que debía desarrollar los mercados y promover el crecimiento argentino, otra vez condena al país. Es en este período, 1989 para ser más exactos, que aparece la primera hiperinflación, como consecuencia de las políticas económicas ortodoxas con recetas que fracasaron en países en desarrollo.

Con la didáctica especial de quienes enseñan hace años, Brenta explica en sencillas palabras cómo afectaron a nuestro país las deudas tomadas por años, analizando los motivos y usos. En De la inflación al default, capítulo 4, que trata el período cuando se potencia el neoliberalismo en Argentina. Brenta explica cómo en esta época el Estado perdió la propiedad de las empresas de servicios públicos mientras que el endeudamiento se utilizó para pagar la deuda, sus intereses y gastos. Aquí jugaron un rol central el Plan Brady firmado en 1993, el rol del país en los mercados internacionales y dificultades para el pago de los vencimientos de la deuda externa argentina. Todo esto junto funcionó de catalizador para la crisis del 2001, que, dice la autora, estalló haciendo explotar el gobierno de Fernando de la Rúa, la deuda, la convertibilidad y el modelo neoliberal impuesto desde la dictadura.

Entonces, la pregunta del millón, ¿es malo pedir deuda en sí? El libro deja entreabiertas las puertas para que el lector saque sus conclusiones. Pero, como siempre, la respuesta depende. En Argentina, se demuestra que los problemas se generan de acuerdo a los usos de la misma.

¿Adiós a la deuda externa? (2003-2015) es el título del quinto capítulo, donde se explica el tratamiento de la deuda en los gobiernos kirchneristas. Allí se analiza el monto y trayectoria de la deuda, las renegociaciones necesarias, entre ellas el desendeudamiento con el sector privado y el canje realizado en 2005 y su posterior reapertura en 2010, y el pago total de la deuda con el FMI. Además, se analiza el rol de los fondos buitre y la postura absolutista de los organismos internacionales.

El capítulo La recaída comenta la nueva deuda externa tomada durante el gobierno de Mauricio Macri, donde se volvió a recurrir al FMI, analizando no sólo montos sino también políticas económicas y sociales que llevaron a un punto de colapso de la economía. Brenta lo describe como "A diferencia de otras épocas, la cuestión de la deuda está problematizada en la escena nacional (...). Pero mientras algunos exhortan a frenar la bola de nieve para proteger a la sociedad del despojo (...) otros exigen más sacrificios inmediatos, que aceleran la desposesión, apelando a la gastada retórica neoliberal" (Brenta, 2022: 183). En esta época, analizado posteriormente por el gobierno siguiente del Frente de Todos, se pudo rastrear que más del 80% de los desembolsos recibidos del FMI se utilizaron para la fuga de capitales. Es decir que nada de esto hubiera ayudado a un repago de la deuda con el FMI de 44.500 millones de dólares.

El último capítulo, Renegociar en pandemia, se divide en dos partes: por un lado la época pre pandemia, donde el país tenía perspectivas de crecimiento y las posiciones frente a al FMI daban espacio a una negociación; y el momento pandemia y post pandemia. En abril de 2020 los pagos argentinos por intereses y cargos representaron el 42% de los ingresos del FMI. Esto significa que al momento de ser escrito el libro, Argentina era, y es aún, el principal deudor del FMI y el principal aportante de ingresos operativos. En palabras de 135 académicos prestigiosos a nivel internacional: "sólo una economía que crece de manera sostenible puede cumplir con sus compromisos financieros" (Brenta, 2022: 227).

A partir de lo analizado se puede entender por qué el pueblo argentino se encuentra en contra del sobreendeudamiento. Haber tenido la posibilidad de crecer por fuera de la fuerte tensión que generaba la deuda externa ayuda a pensar en un futuro en el que no exista una deuda que dificulta al país crecer y desarrollarse. Siguiendo con las razones de Brenta, la deuda importa por tres razones centrales: la economía argentina depende para la provisión de divisas fundamentalmente de la exportación de materias primas agrícolas, las cuales son muy volátiles; la deuda genera dependencia respecto al inestable capitalismo financiero global; y, en tercer lugar, la deuda genera procesos de desposesión sobre la economía y sobre el pueblo argentino.

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