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Memoria americana

versão On-line ISSN 1851-3751

Mem. am.  n.17-2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dez. 2009

 

RESEÑAS

Assies, Willem y Hans Gundermann (eds.). 2007. Movimientos indígenas y gobiernos locales en América Latina. San Pedro de Atacama, Línea Editorial IIAM / Universidad Católica del Norte. 378 páginas.

Violeta Ramírez

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: paravioleta@gmail.com

El presente libro reúne once trabajos sobre experiencias recientes de participación de líderes, movimientos y organizaciones indígenas en gobiernos locales en Latinoamérica. Algunos de los artículos presentados son fruto de investigaciones planteadas a escala nacional, como el de Santiago Ortiz para Ecuador, el de Xavier Albó para Bolivia y el de Hans Gundermann para Chile. Otros se centran en una región o municipio. Joaquín Bascopé, John Durston y Rolf Foerster trabajan sobre las comunas chilenas de Tirúa, Villarrica y del valle de Cayucupil respectivamente, tomando diversas aristas de la movilización mapuche hacia los gobiernos municipales. Javier Ávila plantea las dinámicas de participación y exclusión social en los distritos rurales de la sierra sur peruana y Gemma Celigueta analiza el devenir histórico de una organización indígena en la región guatemalteca de Quetzaltenango. Luis Ramírez y Gemma van der Haar se ocupan de relevar las regiones de Michoacán y de Chiapas, brindando en conjunto un exhaustivo panorama de la problemática indígena en México. Por último, Rutgerd Boelens lleva a cabo un análisis sobre la descentralización de la gestión del agua en los países andinos, con ilustraciones del caso ecuatoriano.

Tal como explican los editores en la esclarecedora introducción, en la década de 1990, tras dos decenios de emergencia y movilización indígena, reformas estatales y políticas de reconocimiento por parte de los Estados nacionales, los movimientos indígenas hacen su entrada en los escenarios políticos propiamente dichos, situación que los autores proponen sea entendida en los términos de una "politización de la etnicidad" y de una "etnicización de la política" (Gundermann, Assies, pág. 12), o -en palabras de otra autora presente en esta compilación- en una indianización de la praxis, los espacios e imaginarios políticos (Van der Haar, pág. 222).

La descentralización político-administrativa ocurrida al interior de los Estados bajo el dominio neoliberal estuvo, en muchos casos, impregnada de un discurso multiculturalista. Es decir que la desconcentración de las funciones del Estado central en pos de instancias locales de gobierno fue presentada como una forma de reconocimiento hacia los actores locales, entre ellos, las culturas indígenas. Como señalan Assies y Gundermann, diversas perspectivas críticas han acordado atribuir un peso mayor a la voluntad de desresponsabilización y achicamiento del Estado que a la de un empoderamiento de los pueblos indígenas para explicar tales reformas. Sin embargo, los trabajos presentes en este libro muestran que los movimientos indígenas han sabido aprovechar estos nuevos espacios políticos habilitados y, coincidiendo muchas veces con la crisis de credibilidad de los sistemas políticos establecidos, han logrado posicionarse en algunos casos como proyectos políticos verdaderamente alternativos. De esta forma, se les han planteado a estos movimientos, desafíos y oportunidades que, compartiendo los principales rasgos y problemáticas a lo largo de todo el subcontinente latinoamericano, toman forma y contenidos particulares de acuerdo con marcos nacionales y regionales.

Las actuales experiencias de participación política indígena despiertan ciertos interrogantes a los cuales los trabajos de este libro buscan dar respuesta, aún cuando estas respuestas son necesariamente abiertas, en tanto estos procesos continúan gestándose y desarrollándose. Algunas de estas preguntas son: cuando los indígenas llegan al poder, ¿gobiernan según sus tradicionales formas de gobierno, construyen nuevas o se ven constreñidos a gobernar según las ya institucionalizadas? ¿Es sólo la identificación étnica o es también la propuesta política construida por los indígenas lo que vuelve novedosos estos gobiernos? ¿Cómo se han unido en los distintos movimientos las demandas étnicas y las aspiraciones cívicas? ¿Cuáles han sido las repercusiones de las nuevas constituciones con tendencias multiculturales en cuanto al efectivo acceso de los indígenas a los gobiernos locales? ¿Está el movimiento político indígena dirigido únicamente a la población indígena o busca captar un grupo de seguidores más amplio? ¿Cómo se articulan los movimientos indígenas con los partidos políticos? Y, finalmente, ¿cuál es el impacto de estos movimientos sobre los sistemas políticos nacionales?

El caso de Chiapas constituye, como era de esperar, uno de los más interesantes de los analizados en este libro. La socióloga rural Gemma Van der Haar reseña los principales acontecimientos y procesos políticos ocurridos desde 1994 en la región de Chiapas, con el objetivo de hacer un breve análisis de la propuesta de ejercicio del poder desarrollada por el movimiento zapatista, a la vez que de las resonancias y expectativas que ésta ha significado para la población indígena al interior y por fuera del movimiento. El aporte que el análisis del caso zapatista brinda a una discusión en torno a los gobiernos indígenas -tal la que se lleva a cabo en este libro- es de primera importancia. Las denuncias que el EZLN realiza al gobierno "ladino" en todos sus niveles -nacional, estatal y, con especial ahínco, al nivel local- en los términos de "mal gobierno", separa a este movimiento de la praxis política establecida y lo ubica en la construcción de un imaginario político alternativo. Esta edificación de una propuesta política novedosa, sobre la base de algunos fuertes ideales -como el del "buen gobierno" y el principio de "mandar obedeciendo"- y la implementación de estructuras autónomas de gobierno -como las Juntas de Buen Gobierno y los municipios autónomos- supone que el zapatismo sobrepase la identificación étnica para convertirse en una verdadera propuesta revolucionaria de gobierno. En efecto, la búsqueda del "buen gobierno" zapatista no está planteada de acuerdo a los usos y costumbres indígenas tradicionales, sino que es un concepto nuevo que incluye una revisión de todas las formas anteriores de gobierno, incluidas las indígenas. Esta noción convive con otra en la que la identificación étnica tiene más protagonismo: la autonomía indígena.

La experiencia de municipios autónomos zapatistas, actuando en paralelo y sin reconocimiento de los municipios oficiales y compitiendo con ellos en la provisión de servicios públicos -educación, salud, justicia, desarrollo local- ha mostrado ya sus resultados. En primer lugar, se aprecia una mayor cercanía cultural del indígena al aparato burocrático. El hecho de poder usar la lengua materna para efectuar trámites y reclamos reduce la vulnerabilidad de los indígenas y corta en parte con el racismo institucionalizado en las dependencias oficiales. Además, a partir del discurso zapatista, toda propuesta política, indígena o no indígena, que aspire a alcanzar cierta trascendencia en la región, deberá pronunciarse sobre los valores de la democracia y la ciudadanía, la participación política indígena y el pluralismo. Por último, los indígenas ganaron visibilidad y reconocimiento a través de esta experiencia como portadores de una propuesta política alternativa y de probada efectividad.

En la región andina, el antropólogo boliviano Xavier Albó elabora un perfil étnico de los alcaldes y concejales ganadores de las elecciones municipales de 1999 en Bolivia. A partir de la interpretación de los datos relevados en una encuesta, basada principalmente en tres indicadores étnicos -lenguas que habla o conoce; lugar en que vive y en que nació; autoadscripción-, Albó responde a lo que constituye su pregunta de investigación: ¿quiénes son indígenas y bajo qué criterios lo son en los gobiernos municipales en Bolivia? Las respuestas a esta pregunta se encuentran articuladas alrededor de un "índice de etnicidad", que arroja, a su vez, algunas categorías sugestivas propuestas por el autor ("etnicidad velada" y "etnicidad discursiva") y una conclusión igualmente interesante: la coyuntura política nacional e internacional provoca un aumento del índice de autoadscripción y ésta constituye, a veces, una estrategia política disponible para el acceso a cargos políticos.

En Chile, Hans Gundermann lleva a cabo un estudio de la relación de los pueblos indígenas con los municipios en todo el territorio nacional, abarcando distintos períodos del siglo XX -algunos momentos del gobierno socialista, luego la municipalización llevada a cabo por el gobierno de Pinochet (de resultados paradójicamente positivos para los pueblos indígenas) y de la transición al gobierno democrático en adelante- y diferenciando las regiones de la Araucanía y del norte andino. En consonancia con Albó, Gundermann hace un análisis de los resultados de las elecciones municipales desde 1992 a 2004, para dar cuenta del aumento de la participación indígena en las candidaturas en los gobiernos locales. Aunque ésta ha mostrado una curva de ascenso, Gundermann puntualiza ciertos procesos que complejizan lo que de otra forma podría ser pensado como una relación evidente entre proporción de población indígena y autoridades indígenas por municipio.

De esta manera, Movimientos indígenas y gobiernos locales en América Latina constituye un interesante estado de la situación actual en cuanto a gobiernos locales indígenas. A lo largo de sus páginas, se plantean ciertos alcances y limitaciones de estas experiencias, recurrentes en distintas latitudes. Así, en varios de los trabajos se señala el localismo como principal limitación a formas alternativas de política. La falta de un proyecto nacional al que respondan unificadamente los distintos gobiernos locales imposibilita una gestión más efectiva por parte de estos movimientos. Por otro lado, tal como señala Santiago Ortiz para el caso de Ecuador, la persistencia de las estructuras administrativas municipales constituye una traba para la consecución de los programas políticos indígenas. Para que la participación política indígena se diera de acuerdo con sus usos y costumbres -con asambleas comunitarias, rotatividad de los cargos- haría falta una reingeniería municipal y una reestructuración institucional del Estado, que implicaría fuertes concesiones de autonomía a movimientos sociales en general y al indígena en particular. Se infiere, entonces, que las demandas de autogobierno chocan necesariamente con el Estado nacional que continúa siendo altamente centralista a pesar de las reformas de descentralización ocurridas dentro de los Estados nacionales.

En los artículos que componen este volumen se destacan, asimismo, las fortalezas del movimiento indígena al frente de gobiernos locales. El principal aporte del modo indígena de hacer política parece ser la deliberación pública sobre las metas de gobierno. Santiago Ortiz muestra en su trabajo cómo esto ha significado una democratización del desarrollo local, a través de procesos participativos que producen un aumento de la transparencia y quiebran las redes del clientelismo. Estos procesos de gobierno arrojan y elaboran, también, una noción diferente de democracia, en tanto participativa y comunitaria, por oposición a la democracia representativa hegemónica. De ahí la defensa de la municipalidad como la legítima y democrática gestora de proyectos de desarrollo. Finalmente, estas experiencias de gobierno local, además de revertir la histórica subrepresentación de los indígenas en los gobiernos locales, parecen fortalecer y consolidar los movimientos indígenas también a niveles supralocales, al constituirse como alternativa política frente a los gobiernos "ladinos" establecidos. En palabras de los editores de este libro, y como ha sido suficientemente señalado, "la entrada en los gobiernos locales no es sólo participación en una institucionalidad vigente sino la participación como indígenas y representantes de un movimiento indígena con una visión propia -indígena- de lo que es 'buen gobierno'" (pág. 21).

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