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Memoria americana

versão On-line ISSN 1851-3751

Mem. am.  no.21-2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dez. 2013

 

RESEÑAS

Evelyne Sanchez (2013). Las élites empresariales y la independencia económica de México. Estevan de Antuñano o las vicisitudes del fundador de la industria textil moderna (1792-1847). México, Plaza y Valdés, Fundación Miguel Alemán, BUAP,. 355 p.

Gabriela Dalla-Corte Caballero *

Universitat de Barcelona. E-mail: dallacorte@ub.edu

 

El excelente libro de Evelyne Sanchez dedicado al fundador de la industria textil moderna, Estevan de Antuñano, nos brinda importantes referencias acerca del pasado mexicano. En especial nos impulsa a debatir sobre el peso actual de sus “creaciones inmateriales”, que fueron heredadas por la sociedad de Puebla en el marco de la creación de la modernidad industrial. Se trata, pues, de un estudio de tipo microhistórico que, inspirándose en los métodos creados por los sociólogos, retoma esencialmente el concepto de red para efectuar los cambios de escalas que permiten contextualizar la experiencia social del actor. A partir del principio de incertidumbre en el cual Antuñao se insertó a través de cada una de sus decisiones, resulta sugestiva la intención de la autora de comprender la génesis de una imagen que dependía del rol ejercido por las élites empresariales en un momento clave de la historia latinoamericana: la reconstrucción de México tras el proceso de independencia contra la monarquía española, y la pérdida de gran parte de su extenso territorio que quedó en manos estadounidenses.

La autora comienza con una introducción de interés metodológico e historiográfico, a través de la cual describe la incansable reconstrucción histórica que hizo gracias a las fuentes documentales notariales y privadas existentes en diversos archivos de México (Veracruz, Puebla, ciudad de México y AGN) y de España (Bilbao, Sevilla, Segovia, Simancas, Guernica y Madrid). Sobre la base de que no existe una historia sin fuentes, y con la finalidad de reconstruir la densa biografía de Estevan de Antuñano, la autora también accedió a sus publicaciones -así como a unas 300 cartas personales. Consultó periódicos de la primera mitad del siglo XIX como: El amigo de la verdad, El mercurio poblano, El nacional de Jalapa, El patriota, El siglo XIX, La abeja poblana;, así como el Diario del gobierno de la República mexicana. Utilizó también diversos objetos, como por ejemplo el excepcional daguerrotipo de Estevan de Antuñano que le ofreció Alejandro de Antuñano Maurer, uno descendiente del personaje central de esta obra y hermano del conocido historiador Francisco de Antuñano Maurer.

El accionar económico y político de Antuñano sirvió para reconstruir la manera en que hizo frente a un país profundamente afectado por las guerras de independencia y las guerras civiles. Para ello la autora se centró en los casi 50 libros escritos por Antuñano a partir de 1833, calificados en su momento de innovadores y modernistas, donde el empresario pudo describir la producción de algodón, la agricultura local, la industria manufacturera, la fabricación de hilados, así como la necesidad de fomentar el comercio exterior mexicano. Los temas principales de las obras publicadas en la década de 1840 fueron la economía política y la industria moderna, con la finalidad de enfrentar el terrible bloqueo mercantil impuesto a México por el gobierno francés. Sobre esta base, la modernidad y el nacionalismo sirvieron como excusa para reconocer a este empresario de la primera mitad del siglo XIX pero sólo a nivel local, pues dicho mecanismo garantizó la elaboración de un retrato que reforzó a Antuñano como un célebre político moderado pero escasamente investigado a nivel nacional.

Las páginas de la obra reseñada fueron organizadas en cuatro partes. La primera se centra en el proyecto empresarial y regional de Estevan de Antuñano que adquirió características particulares en 1847. La segunda retrocede en el tiempo, aborda los recursos gestados por la familia Antuñano procedente de Veracruz y de Vizcaya durante la década de 1820. La tercera reconstruye la definición de “buen ciudadano” otorgada por las autoridades de Puebla a Antuñano, como consecuencia del crecimiento de su industria textil. La cuarta está dedicada a las resistencias y estrategias de oposición que llevaron a los empresarios industriales a la búsqueda de apoyo político mexicano. En el epílogo Sanchez reconstruye la “herencia material” a partir de la lucha que se produjo entre la familia Antuñano y Pedro Berges de Zuñiga. Finalmente, cierra el libro con un interesante anexo documental que incluye: en primer lugar, a los diversos historiadores que analizaron la historia empresarial de Antuñano, en particular Antonio Carrión, Enrique J. Palacios y Enrique Cordero Torres; en segundo lugar, la correspondencia mantenida por Antuñano entre 1837 y 1844, distinguiendo los destinatarios y sus funciones administrativas; en tercer y último lugar, los socios de Antuñano a través de la reconstrucción de las redes sociales, empresariales y comerciales.

Una de las intensas reflexiones de Evelyne Sanchez sobre Estevan de Antuñano es el reconocimiento que hizo este último al trabajo de hilado que lideraban las mujeres mexicanas. Ese trabajo se había en las casas particulares y en el campo; según la autora, el empresario quiso demostrar las ventajas que ofrecían las mujeres para su propia supervivencia, la de sus familias y la industria de Puebla. Este aporte de “herencia inmaterial” convive con el patrimonio de la familia Antuñano que la autora reconstruye en una densa investigación sobre la posesión, las ganancias y la red útil, concluyendo que la oposición ejercida por los tejedores fue la causa de la quiebra de la industria. Así carente de recursos financieros, Estevan de Antuñano aceptó hipotecar la casi totalidad de sus bienes con el objetivo de adquirir algodón en rama. En medio de este conflicto, falleció endeudado pero forzó un codicilo para que su esposa conservase al menos la casa familiar. Evelyne Sanchez llega a una interesante conclusión: la trayectoria del personaje de su obra, y sobre todo la historia de sus redes, demuestra que la industrialización de México no podía ser llevada a cabo por una iniciativa privada si no existía una estabilidad que la propiciara. Esta idea puede guiar a futuras investigaciones que, como ésta, fusionen la economía con la política estatal. Finalmente, la familia Antuñano fue algo así como una “ilusión americana”, ya que la industria heredada por sus descendientes fue completamente derrochada en pocos años.

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