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Memoria americana

versão On-line ISSN 1851-3751

Mem. am. vol.25 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2017

 

ARTÍCULOS

Amigos, pero intrusos. "Los caciquillos" del Chupat y sus negociaciones con el gobierno y la colonia galesa antes de la conquista (1865-1883)

 

Liliana Pérez*

* Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Departamento de Historia. Argentina. E-mail: lilianaperezsaenz@gmail.com

 


Resumen

En un trabajo anterior analizamos el derrotero político de la carta enviada en 1865 por Antonio, cacique "patagón", a las autoridades de la colonia galesa a orillas del río Chubut. En este trabajo nuevamente pensamos en Antonio y varios caciques relacionados con él mediante una red de alianzas, a partir de nueva documentación fechada entre 1865 y 1883 cuando el Gobierno Nacional militariza la zona. Basándonos en correspondencia, tratados, crónicas de viajeros y colonos hemos analizado el lazo entre los jefes que, aunque parecían depender de los caciques principales del norte de la Patagonia, mantenían cierta autonomía en sus decisiones. El avance de la frontera por la colonización y la firma de nuevos tratados dinamizaron tanto las relaciones de poder interétnicas como aquellas con las autoridades de la nueva colonia y el gobierno nacional. Esto nos permite revisar en profundidad los grandes complejos étnicos de Patagonia, aportando interpretaciones menos esencialistas de estas identidades.

Palabras clave: Caciques; Tratados; Avance colonial; Chubut

Friends, but intruders. "Caciquillos" of Chupat and their negotiations with the government and the Welsh colony before the conquest (1865-1883)

Abstract

Previously we have analyzed the political trajectory of a leter sent in 1865 by Antonio, a "patagón" cacique, to the authorities of the Welsh colony on the banks of the Chubut River. In this paper we think about Antonio again and in other caciques related to him by a network of alliances, based in new sources from 1865 to 1883 -when the zone was militarized by the National Government-. Correspondence, treatises, and chronicles of travelers and colonist were analyzed to shed light into the relationship between these chiefs, since they seemed to depend on caciques principales of northern Patagonia but actually kept certain degree of autonomy in their decisions. The frontier advance through colonization and new treaties boosted not only interethnic power relations but those among new authorities of the colony and the national government. Thus, we can continue revising the great ethnic complex of Patagonia, providing less essentialist interpretations of these identities.

Key words: Caciques; Treaties; Colonial advance; Chubut


 

Introducción

[...] cuando no encontraba al hombre
y a la mujer que estaba buscando, me
dirigía, en la medida de lo posible, a otras
fuentes de esa misma época y lugar para
descubrir el mundo que ellos debieron
conocer y las reacciones que pudieron
tener (Zemon Davis, 1984: 6-7).

En un trabajo anterior1 analizamos el derrotero político de la carta enviada en 1865 por el cacique "patagón", llamado Antonio,2 a las autoridades de la colonia galesa ubicada a orillas del Río Chubut. Mediante la misma les hace saber que irá a visitarlos en breve y acomodará sus toldos frente al río esperando que puedan conversar. Los mensajeros portadores de la misiva fueron el viajero Georges Claraz y sus baqueanos, que se dirigían hacia allí cuando se encontraron con la toldería del cacique en las cercanías de Talagapa. Antonio dialogó con Claraz, así como lo hizo con George Musters cinco años después y fue descripto por ambos como uno de los caciques más importantes del centro de la meseta norpatagónica.3
Más allá de la discusión acerca de qué Antonio se trata -no menor por cierto dada la importancia que tiene el parentesco en las decisiones políticas en estas sociedades-4 lo más importante para nosotros en ese trabajo fue hacer notar el valor estratégico de esa carta al relacionarla con el "Tratado Chehuelcho"5, firmado unos meses antes por el gobierno nacional con el cacique Francisco6 en representación de las tribus de la región, que acordaba la cesión de las tierras para la instalación de los galeses. Sabemos que bajo la presidencia de Mitre (1862-1869) se vuelve sobre la política de "vínculos pacíficos" con los principales caciques de Norpatagonia y la Pampa, algo que había caracterizado a la etapa rosista (de Jong 2011). Era una política que había dado sus resultados tanto para el gobierno como para los grupos indígenas que pactaban estratégicamente.
Hacia fines de la década de 1860 gran parte del mapa político indígena en Pampa y Patagonia se hallaba bajo acuerdos pacíficos, manteniendo relaciones comerciales y recibiendo raciones desde diversos puntos de la frontera (de Jong 2011). Los tratados con Huincabal y Sinchel (1863), Chagallo Chico (1863), Najpichún (1864), Francisco (1865) Andrés (1865), Casimiro (1866) y Quiñifero (1867) avanzaron en la integración a los tratos pacíficos sobre las poblaciones al sur del río Negro, orientando el apoyo indígena hacia el resguardo de la soberanía y la colonización de los territorios patagónicos (de Jong 2011).
En este panorama, nos interesa particularmente acercar la lupa a determinados caciques que se presentan con autoridad para pactar y mediar ante el gobierno y los galeses. Por eso nos detenemos en el tratado firmado con Francisco.
Aun hoy está en discusión su procedencia y pertenencia;7 y con ello, si firmó el tratado en representación de las tribus de "chehuelchos"8 con territorialidad al sur o al norte del río Chubut, o de ambas márgenes. Pero lo que deja claro el tratado es que debían firmarlo también Antonio y Chiquichano, como referentes de poder al norte del río Chubut. La carta de Antonio entonces -que volvía sobre la necesidad de conversar y arreglar con él, como cacique pampa, los términos relativos al asentamiento galés- parecía, según nuestra hipótesis, entrar en conflicto o discutir este tratado y la cesión de tierras que implicaba en la desembocadura del río Chubut. Podría interpretarse también como una posible estrategia política a fin de poner en una posición de poder a su emisario, superando los límites impuestos a su cargo en el que aparecía subordinado a Francisco y/o abriendo otra vía de comunicación que garantizara su cumplimiento. Así, la escritura en la toldería o el dictado de cartas por parte de los caciques a los viajeros y/o funcionarios que ofician de escribientes parece ser, más que una prerrogativa de determinadas jefaturas, una condición de las relaciones políticas de frontera desde tiempos de la colonia y una estrategia usada por jefes con distintos grados de autoridad.9
Por ello pensamos que el análisis de otras fuentes, como diarios, crónicas de viajeros y de colonos galeses, trabajadas son instrumentos ineludibles para entender las derivaciones y negociaciones de una variedad de actores al interior de estas tolderías. Y aun cuando los documentos o crónicas están regidas por la escritura que construyó y alimentó un "nicho para el salvaje" como dice Trouillot (2003), el desafío es seguir pensando las acciones concretas de estos caciques en demorar, alterar, resistir o pactar otros beneficios de los otorgados en los tratados firmados por quienes se decían sus superiores. Estos caciques menores o capitanes deberían mantener cierto control "tierra adentro" en la Patagonia, según rezaban los tratados firmados con el gobierno nacional.
No obstante, como se ha discutido desde la antropología y la historia jurídica por décadas, sabemos que la letra de un acuerdo compromete pero no realiza el acto, actúa como un piso de aspiraciones que no necesariamente se verán plasmadas en acciones concretas. Un tratado nos permite entender ciertos códigos políticos y sociales compartidos entre quienes son sus firmantes. Nos interesa particularmente ampliar los registros mediante el seguimiento de determinados individuos o grupos y sus relaciones en el tiempo. Pero es necesario estar alertas, porque quienes firman el acuerdo no necesariamente agotan allí su estrategia, ni representan la totalidad de intereses en juego en estos contextos de avance estatal sobre sociedades segmentales de jefaturas o cacicatos tribales.10
Es necesario pensar por fuera de lo instituido, por fuera de lo escrito en estos tratados, en las huellas dejadas por ciertos individuos -bajo determinadas coyunturas- otras alternativas de explicación. En este sentido pensamos que el "Tratado Chehuelcho", que autorizó el establecimiento de los galeses, propuso un camino que se fue nutriendo en múltiples coyunturas de relación entre indígenas, gobierno nacional y colonos. Nuestra argumentación tratará de mostrar cómo la colonización galesa y el tratado con el gobierno presionaron a los caciques con territorialidad sobre estas zonas -Antonio, Chiquichano, Patricio, Galats, entre otros- a tomar decisiones sobre el terreno y a someter a ajuste sus adscripciones identitarias, que las pensamos tan dinámicas como políticas y mucho menos estructurales de lo planteado por los estudios de los "grandes complejos étnicos"11 en los cuales el peso dado a la tradición cultural -en especial la lengua- y la territorialidad muchas veces funcionó y funciona como un bonsái que tapa el bosque.

Hoy un tratado, mañana una carta, pasado una traición

El encuentro de Antonio con Georges Claraz fue la circunstancia que habilitó la redacción de la carta en su nombre. Una carta que, como dijimos, puso en cuestión la base del "Tratado Chehuelcho" y/o a Francisco mismo, quien cedía los territorios de la desembocadura del río Chubut y se ponía en la cúspide de una serie de caciques ayudando a los colonos -manteniendo la paz y auxiliándolos en lo que necesitaran-. A cambio, el gobierno se comprometía a enviar trimestralmente, para los tres caciques, 30 yeguas o vacunos y, por única vez, 200 ovejas a cada uno de ellos para criar en las cercanías de la colonia, además de ropa y mercaderías para su gente.
La carta de Antonio -redactada cinco meses después de la firma del tratado- insistía en que debían volver a negociar con él y su pueblo "pampa" estas tierras, desconociendo la cesión territorial. Pensamos que no es éste un dato menor, y que la carta reflejaba conflictos y disputas al interior de las tolderías por las cuotas de poder de cada cacique y su influencia sobre espacios concretos.
Como producto de sus experiencias de viaje y apenas unos días antes de su encuentro con Antonio, Claraz apuntaba en su diario desde Treneta12 datos acerca del control territorial siguiendo lo que le cuentan sus informantes:

Los pampas dicen que sus campos empiezan cerca del mar, en el Chubat, siguiendo luego a lo largo del río hasta un afluente meridional, llegando hasta Makinchau o la Cordillera, y que ahora es el Río Negro el que forma el límite septentrional, mientras que antes llegaban hasta la Ventana y aún más lejos. Pero vendieron tierras en Bahía Blanca y en Patagones. Antiguamente eran numerosos, más largas guerras con los chilenos y luego la viruela los ha reducido mucho (Claraz, 2008 [1988]: 68).

Como sabemos, Yanketruz había cedido al gobierno estas tierras de Bahía Blanca y Patagones por el tratado de 1857, ratificado por su hermano Chingoleo en 1859. Esto es lo que reconocen en sus conversaciones los baqueanos y más tarde también lo reconocerá el cacique Antonio, dejándolo explícito en su carta a los galeses. Claraz dice también que "Paelluron"13 había vendido tierras a los chilenos en los alrededores de Teke-malal -rincón sur del lago Nahuel Huapi- y que esas tierras les pertenecían a los pampas y que no tenía derecho sobre ellas pero que reconocía esa venta. Remarca que desde allí y hasta la costa del Chupat se extendían "sus territorios", los de los indios "pampas". Por ello su misiva advierte que es con él "con quien deben los galeses negociar su estadía". Vemos que no se trata solo de un cacique que juega sus cartas, sino que lo hace en base a un discurso que está activo entre quienes son baqueanos de Claraz.14 Este discurso se actualiza en tanto las disputas por los espacios con un Estado que presiona sobre sus territorios los obliga a volver a definir sus derechos y sus aspiraciones políticas. En su viaje Claraz habla con sus baqueanos y de estas conversaciones resume un panorama etnológico de estas zonas al sur de río Negro y hasta el Chubut que nos interesa marcar. Escribe en su Diario:

Indios pampas. Hoy existen únicamente cinco pequeñas tribus: 1) Sinchel, en San Gabriel; 2) Antonio, entre el Chupat y Yamnago; 3) la de Chagallo, en Makintschau; 4) los Kirkinchos, sobre el Limay y al sur del mismo; 5) Ketroé, donde el ganado esta alzado, probablemente al sud de Tucumalal. Pero una parte se ha mezclado con los tehuelches. Hay también algunas familias aisladas en Tapalquén y entre los chilenos" (Claraz, 2008 [1988]: 69).

Antonio es el único nombrado en relación directa con el río Chubut -"Chupat"- y no sabemos quién le hace esta descripción, si son los baqueanos antes de llegar a las tolderías de Antonio o si es el cacique mismo, ya que Claraz lo apunta sin un orden estrictamente cronológico en su diario. Más allá de esto, sin dudas la instalación de los colonos le permitió poner en juego su estrategia política. Los baqueanos que acompañaban al viajero hasta el río Chubut también pusieron en juego la orden de Antonio de llevar la carta a la colonia, aunque no sabemos con qué consecuencias ya que decidieron por diversas razones -y en confrontación abierta en más de una oportunidad con Claraz- no llegar a la colonia y volverse sin haber cumplido la misión de arribar a la colonia en ese momento. Casi diez años más tarde Saigüeque dirá a Francisco P. Moreno, cuando lo visita sus tolderías en "Las Manzanas", que estaba enojado porque "estaban permitiendo que poblaran Patagones y Chubut sin su autorización" (Moreno ,1876: 34).
Es posible que Antonio tomara esta decisión a pesar de Saihueque, cuestión que llevaría a revisar la relación de verticalidad entre los caciques mayores y sus capitanes o capitanejos. Como veremos, el poder de Saihueque se presenta bastante difuso al sur de la meseta rionegrina y, a manera de hipótesis, pensamos que estos capitanejos tuvieron cierto margen para negociar con las nuevas colonias o viajeros y ubicarse en mejores posición para acordar estrategias funcionales a las necesidades de sus tolderías.
Existen dos Antonios que aparecerán como caciques subordinados de Saihueque en las listas que reprodujo Francisco P. Moreno (1879) en su crónica. Como se verá a lo largo del trabajo no podemos afirmar de quién se trataba, solo tenemos especulaciones en base al seguimiento de ciertos parentescos y contactos con los viajeros. Muchos interrogantes se abren en estas circunstancias y, a fin de responderlos, es preciso someter a revisión este panorama etnológico e ir en busca de otras fuentes que nos acerquen a la especificidad de estos primeros contactos de los caciques de la zona.
Casi todos los primeros cronistas galeses: Lewis Jones, Abraham Matews, Richard Jones (Glyn Diu), Tomas D. Jones (Gan Camwy) y William Rhys nombran a Francisco como aquel primer "indio" que se acercó con su familia en abril de 1866, a los seis meses del desembarco. Ninguno de ellos menciona la carta y tampoco mencionan a Antonio.15 Sí nombran a otros caciques que vinieron más tarde. "Galats y Chiquichano"16 llegaron en el mes de agosto de 1866 y se quedaron cerca de cinco semanas en la colonia. Chiquichano habría arribado desde el norte del río Chubut y Galats junto a Orkeke17 desde el sur. En base a cuestiones como estas la etnografía patagónica tradicional los ha clasificado como "tehuelches seteptrionales y meridionales" respectivamente.
Más allá de ello, es interesante revisar la forma en que los cronistas galeses se refieren a la llegada de estos primeros grupos de "indios", y cómo los clasifican desde su visión y su experiencia concreta. Aparecen como "bondadosos, tranquilos y amables", con gran predisposición a comerciar -cuestión que los galeses valoraron sustantivamente- pero también a "robar".18 La forma en que entablan contacto con los colonos -seguramente pensada estratégicamente en las tolderías- aparece en los relatos como producto de una especie de "carácter tribal",19 o de una casualidad más que como una actividad políticamente planificada. Esto tiene sentido en la visión general de los europeos sobre las sociedades indígenas de Patagonia, pero en el caso galés se nutre de un romanticismo roussoniano bastante marcado que no deja de reconocer la gran utilidad del
trueque de estos primeros tiempos en que los galeses decidían si seguir en la zona o irse a poblar otros territorios -como hicieron algunas familias.
Como bien apunta Williams (2010), los propios cronistas escriben que tanto la tribu de Chiquichano como la de Galats estaban muy interesadas en que el cisma que dividió a los colonos en 1867 -debido a las malas condiciones económicas y la falta de apoyo gubernamental- no terminara en emigración de la zona, ya que las raciones prometidas no llegarían a ellos y se quedarían sin un puerto para sus producciones.20 Hasta aquí nada indica una jerarquía definida de Francisco sobre los demás -salvo la de haber aceptado y firmado el tratado- ya que alternativamente van actuando, en diversos momentos de crisis de los colonos, tanto Francisco, Antonio, Chiquichano como Galats. Son referentes políticos de distintos grupos que los galeses y el gobierno nacional nombran como "tehuelches", tanto al norte como al sur del río Chubut. Volvemos a tener indicios de estos caciques y de sus actividades en la crónica de Musters (1914 [1871]), por ello resulta importante detenernos en ella.

El "amigo" de Treneta

Cinco años más tarde, en 1870, George Musters pasa por el mismo lugar que Claraz y nos permite avanzar en la comprensión de este mundo de tolderías al norte del rio Chubut y sur del Río Negro. Recordemos que Musters viajó hacia el norte patagónico partiendo desde el Estrecho de Magallanes y guiado por varios caciques "tehuelches" principales, como Orkeke, Crime y Casimiro. Este último había firmado un tratado de paz y seguridad de fronteras con el gobierno en 1866. Mediante este tratado Casimiro se ponía a la cabeza de todas las "tribus al sur del río Chubut",21 cuestión reivindicada en los parlamentos que presencia Musters en Genoa camino a las Manzanas. Tal vez por este dato se puede pensar que el tratado con Francisco solo tenía jurisdicción para las tribus al norte del río Chubut; es solo una hipótesis a confirmar.
En el valle de Genoa -o "Henno" según Musters- fueron recibidos por "Hinchel" (Sinchel) y "Jackechan" (Chiquichano) para seguir más tarde rumbo a las tolderías del Limay, donde se reunieron con Foyel, Inacayal y Saihueque, entre otros. Luego Musters toma el rumbo oeste-este y se interna por el sur del río Negro hacia Patagones donde termina su viaje. Sin lugar a dudas la crónica es una verdadera cantera de información de las relaciones sociales, de autoidentificaciones y delimitaciones étnicas, de parlamentos, de valorización de los roles de los chasquis con las colonias y del rol de los baqueanos e intermediarios políticos y comerciales.
Nos interesa reproducir una parte de su crónica en tanto despliega un mosaico de jefes y "caciquillos", lealtades y relaciones con la colonia galesa y con Carmen de Patagones que es necesario profundizar. También porque nos permite volver a encontrar a Antonio junto a otros caciques:

En la falda de la colina alcanzamos y pasamos una caravana de mujeres que viajaban en nuestra misma dirección, y desde la cumbre de la cadena vimos en el valle inferior dos grupos distintos, de treinta y cuarenta toldos cada uno, como a media milla de distancia uno de otro. Siguiendo al galope, llegamos como a las cinco a la toldería más próxima; pero, al preguntar por Patricio, a quien nos había recomendado Casimiro que nos dirigiéramos, supimos que estaba en los otros toldos. Allá nos recibieron debidamente, atendiendo a nuestros caballos y llevándonos con toda ceremonia en presencia de Patricio, un mestizo pampa y tehuelche. Después de haber satisfecho preguntas durante la hora impuesta por la etiqueta se nos dio a cada uno una costilla de guanaco. Yo tenía tanta hambre que me habría comido una docena al menos; de modo que, so pretexto de lavarme, salí en busca del toldo de Jackechan, lo encontré en breve y fui recibido con los brazos abiertos por mi amigo y el Zurdo (Musters, 1914 [1871]: 350).

La narración obra a la manera de un lienzo. Esas mujeres indias marchando y la cumbre desde la cual divisa los dos grupos de toldos son los indicadores del itinerario que seguían quienes se dirigían desde el oeste, por la línea sur del rio Negro, hacia Carmen de Patagones.22 En este extracto cobra protagonismo el cacique llamado Patricio,23 quien oficia de recibidor demostrando su estatus mediante el cumplimiento de la etiqueta indígena: someter a interrogatorio al viajero antes de aceptarlo en su partida.
Pero, ¿qué lugar ocupaba Patricio en este mosaico étnico? En el tratado Chehuelcho, firmado por Francisco en 1865, se establece en uno de los artículos que Patricio y otros caciques debían mantenerse obedientes respondiendo las órdenes tanto de Chagallo Chico24 como de Francisco.25 Estas condiciones de deber obediencia a más de un cacique, según sendos tratados, ponía a los subordinados en condiciones de especular políticamente según las zonas y los interlocutores. Tal como lo hizo Antonio, que vivía cerca en las mismas tolderías que Patricio y con rangos de autoridad parecidos, según Musters. Sin embargo, cuando Casimiro le encomienda al viajero inglés adelantarse hacia Patagones y pasar por estas zonas le solicita que vea a Patricio como referente, no a Antonio.
Esto tiene su explicación, como veremos en breve. Quien aparece mencionado a continuación de Patricio, y viviendo a pocos metros de él, es "Jackechan" (Chiquichano). Como dijimos, lo había ido a recibir al valle del "Henno" unos meses atrás y junto a "Huinchel" le dieron la bienvenida, "como caciques de los grupos cuya territorialidad delimitaban hacia el centro-norte del río Chubut" y en el faldeo de los valles occidentales -según Musters, quien dice reproducir lo dicho por ellos mismos-.26 Musters y Chiquichano eran viejos conocidos, habían cazado juntos y compartido parlamentos. Musters lo consideraba su "amigo", además de intermediario postal con la colonia galesa en calidad de lo cual éste se había separado de la partida del viajero:

Jackechan narró sus andanzas desde que se había separado de nuestra partida. Al cabo de unos cuantos días de marcha en dirección al Chubut encontró animales, que cazó y mató; entonces, permaneciendo todavía en ese lugar, despachó al mensajero para el Chubut con la carta, quien volvió a los quince días con una respuesta, pero sin provisiones. […] Leí e interpreté su contenido a Jackechan. El firmante (señor Hughes), si recuerdo correctamente, expresaba su satisfacción al saber que yo estaba bien, pero lamentaba no poder enviarme ni provisiones ni ropa alguna, porque su existencia en la colonia era en extremo escasa a causa de la demora del buque que con Lewis Jones estaban esperando desde hacía meses (Musters, 1914 [1871]: 350).

Chiquichano era, como vimos, un asiduo visitante de los colonos desde el inicio de su instalación y recordemos que en 1867, es decir dos años antes de este encuentro con Musters, varios referentes indígenas habían viajado a Buenos Aires junto al líder galés, Lewis Jones, en reclamo de las raciones pactadas por el gobierno. Chiquichano no fue de la partida pero si Wisel, que varios cronistas ubican como "secretario" o representante de Chiquichano.
Resumiendo, al cabo de casi tres años del desembarco galés y del "Tratado Chehuelcho" ni los colonos ni las tolderías habían recibido lo acordado por parte del gobierno. Es en ese viaje a Buenos Aires, como producto de una enfermedad, que muere Francisco, el cacique aludido como garante del tratado. La muerte de Francisco en 1868 -y si, tal como se sospecha, era cacique tehuelche meridional "hermano" de Galats y/o "sobrino" de Casimiro, como él mismo se habría presentado ante los galeses- ponía a Antonio y Chiquichano en primera fila, en condiciones de ser los interlocutores directos con la colonia galesa en la cadena de mando "pampa" de la zona norte y central del Chubut.
La carta recibida por Musters de mano de Chiquichano en mayo de 1870 es una prueba más de las miserias y peripecias que debieron afrontar los galeses en los primeros años de su instalación; y de la importancia crucial que tenía la llegada de diversas partidas indígenas que los abastecieran y les permitieran explorar con su guía los territorios interiores. Esta dinámica de chasques indios que atravesaban las estepas de Patagonia aportó una inteligencia geopolítica; es decir, una red de intercambios tanto económicos como simbólicos que les permitían poner en evaluación constante los cambios en los escenarios políticos.
Chiquichano estaba jugando sus propias cartas en esta amistad con el viajero y con los colonos galeses, y era lo suficientemente importante como para que uno de los guías de Musters, "Luis Aguirre" -que vivía en las tolderías de Patricio y Antonio-, le recomendara al viajero proyectar un almacén de acopio cerca de la colonia galesa en sociedad con Chiquichano ya que eran "sus territorios", por lo cual el viajero le adjudicará el título de "Cacique del Chubut". Esta actitud va en concordancia con lo decidido en el parlamento del Genoa, en el cual Chiquichano participó activamente acompañando la política desplegada allí. En este parlamento se ratifica a Casimiro como cacique principal al sur del río Chubut hasta Santa Cruz. Cuando Casimiro -en honor a este título ratificado- estrecha sus vínculos con los manzaneros acuerdan que éste y su gente garantizarán la seguridad de Patagones, y que si Calfucurá intenta cruzar al Sur del río Limay y hostiga a las colonias ellos lo detendrán. Esta política de acuerdos vuelve a ratificarse en otro parlamento en las tolderías de Saihueque, en el que toma parte también Mariano Linares -pariente del mismo y hermano del cacique de la Costa, Miguel Linares-. Tanto Casimiro como Linares vuelven a aconsejar no plegarse al malón programado por Calfucurá porque una actitud de este tipo le haría perder a todos las raciones de ganado caballar y vacuno que proporcionaba el gobierno.
La misma actitud demuestra Chiquichano para con la tribu a su mando, ya que recibir raciones en la colonia y sobre todo comerciar eran sus principales objetivos.27 Pensamos que tanto Antonio como Chiquichano no dependían en sus decisiones de los tratados y la cadena de mandos de los Chagallo, y que de la misma manera también la autoridad de los hermanos Linares tuvo sus límites. El gobierno nacional sabía bien esto y operaba entonces con otros caciques. El "Tratado Chehuelcho" con Francisco en 1865 y el tratado con Casimiro Biguá en 1866 así lo demuestran. Esto es así, tanto que el propio Musters pone en tela de juicio esa cadena de mando al sur de Patagones:

Los indios al servicio del gobierno, cuyo número es de unas cincuenta lanzas y que residen principalmente en la ribera sur [del río Negro], son comandados por un tal Linares [...] Se les ha asignado funciones de policía; pero, aunque se puede confiar tal vez en Linares y en sus cuatro hermanos, dudo muchos que los soldados rasos permanecerían fieles a su bandera si llegara a producirse un malón combinado como el que organizó Lenquetrú" (Musters, 1914 [1871]: 379).

También queda muy claro en el dialogo de Musters con Chiquichano y su descripción de las tolderías:

Después del regreso de su mensajero, Jackechan siguió hasta Marghenso, en cuyas inmediaciones encontró las partidas de Tenéforo, Patricio, Antonio y otros caciquillos. Todos se unieron, y enviando gente a Patagones consiguieron aguardiente y otros víveres, con lo que, como se ha dicho ya tuvieron bebida para diez días, pero sin que ocurrieran reyertas ni peleas, hecho que redunda en honor de sus jefes. Después de esperar durante un mes a nuestra partida y a causa de la escasez de caza, se habían aproximado a este lugar (Trinita) mediante tramos fáciles. Jackechan explicó entonces que los primeros toldos eran los indios pampas al mando de Tenéforo de Champayo, el primero de los cuales estaba ausente en Patagones gestionando su ración de animales; sus indios eran pampas puros, y frecuentemente se les llamaba kerekinches, o armadillos, por una razón que no conozco. Algunos de ellos están al servicio del gobierno argentino y en situación de ser llamados por Linares, cacique de los indios mansos. Los toldos restantes pertenecían a los indios que estaban al mando de Antonio y Patricio, partida compuesta de tehuelches y de pampas mezclados. Los dos campamentos se encontraban como a media milla de distancia uno de otro, y los separaba un arroyo tortuoso, oculto en algunas partes por cañas de altura extraordinaria (Musters, 1914 [1871]: 351, destacado nuestro).

Chiquichano resuelve de manera concisa una adscripción étnica-política de los dos grupos de tolderías, entre Treneta y Mackinchao, ambas al mando de dos caciques o, al menos, sin poner a ninguno en primera posición en forma explícita. Tanto Antonio como los kirkinchos al mando de Tenéforo o Quinéforo ya estaban nombrados en la descripción de las tolderías pampas de Claraz. Además distingue entre pampas puros por un lado, y pampas y tehuelches mezclados, por el otro Los primeros, identificados como pampas puros estaban en condiciones de ser llamados a ponerse bajo las órdenes de Linares, cacique de los indios mansos. En el otro grupo de "pampas y tehuelches mezclados" es Antonio quien regentea junto a Patricio, pero no los pone bajo el mando de Linares.28
Esta división tiene sentido en tanto estemos alertas a las posibles lealtades o conflictos de ambos grupos con los Linares y con Chagallo Chico. Recordemos que el "Tratado Chehuelcho" no solo establece la paridad de poder de Antonio y Chiquichano para los grupos del río Chubut, sino que en otro de sus artículos también establece la obligatoriedad de obediencia al cacique "Chagallo Chico por parte de los caciques de tierra adentro chehuelchos", entre quienes estaba Patricio. Si tenemos presente que a un año de este tratado, el 5 de julio de 1866, Casimiro firma con el gobierno otro tratado que lo pone a la cabeza de todas estas "tolderías al sur del Chubut", se puede observar los intrincados lazos entre caciques que debían obediencia o dependían de sus relaciones con los caciques principales para acceder a las raciones convenidas con la comandancia de Patagones. Estos tratados complicaban también a las autoridades de la colonia galesa, que debían responder a la solicitud constante de raciones de caciquillos o capitanejos que podían llegar a recibirlas bajo el mando de más de un cacique mayor. Chiquichano lo deja claro al contarle a Musters cómo van y vienen los caciques hacia Patagones, aunque hiciera varios años que él no iba porque "había habido un combate" -creemos que es el mismo que narra Antonio en sus peleas contra los Chagallo-. En esta oportunidad, a mediados de 1870, tanto él mismo como Patricio aprovecharon para acompañar al viajero a fin de solicitar sus raciones -cuando la colonia galesa estaba en su peor crisis de producción y sin asistencia del gobierno nacional y luego de que se
produjeran varios robos de ganado.29 Esto explicaría por qué Chiquichano no fue en persona a la colonia con la carta de Musters y que enviara un chasque.
En resumen pensamos que tanto por el envío de raciones, como por su atraso o ausencia, los comandantes de frontera o dirigentes galeses tenían en sus manos un instrumento de varios filos que, por un lado, les permitía mantener la paz, pero que en otros momentos los sometía a arreos por parte de los indígenas que iban en busca de lo pactado. Tanto es así que el propio Chiquichano confiesa al viajero inglés que aunque los galeses eran buenos amigos también eran intrusos en su territorio, y que estaba dispuesto a exigirles el pago que habían acordado mediante el tratado firmado.30
Depende de la lógica con la que miremos, estos "robos" podían ser pensados como el pago tomado a cuenta por el tratado no cumplido. Lo que estaba en juego en estos primeros años no solo era la paz entre ambos grupos, sino la propia legitimidad del asentamiento galés. Esta falta de legitimidad no la perciben ni el gobierno -que firma el tratado y no lo cumple- ni los colonos, que no registran que su estadía entraba en crisis al no poder cumplir con ese racionamiento. Y en la mayoría de las crónicas se sigue hablando de "robos e invasiones de indios".
En las tolderías, el acceso y manejo de las tropillas de caballos les permitía enlazar su relaciones políticas y parentales con las rituales y simbólicas. Además, si pensamos en los alcances que tenía la autoridad de estos caciques vemos que actúan muchas veces en forma conjunta,31 con intereses y actividades diferentes con respecto a los colonos. Por un lado, enviando a grupos a "robar" -una especie de pequeño malón que no tenía por objeto el terror sino la apropiación de ganado-; por el otro con la llegada de un cacique -Chiquichano o Galats- a devolver y solicitar disculpas en nombre de los suyos distanciándose de estas acciones de miembros de su tribu, pero anticipando que no podrían detenerlas en tanto los colonos y el gobierno no cumpliera con sus pactos previos.
Si consideramos los datos aportados por la correspondencia entre colonos con sus familias en Gales32 veremos que, por ejemplo, relatan un acontecimiento que presenciaron: el entierro de un viejo cacique en la zona de la colonia. En esa oportunidad se habría matado cerca de medio centenar de yeguas como parte del ritual de acompañamiento al otro mundo.33 Otro ejemplo de la misma época es la descripción de Musters acerca de las costumbres indias del sacrificio de caballos ante la muerte de un niño, o la dote en yeguas necesaria para que el novio obtuviera el beneplácito de la familia de la novia. En todos los casos la cantidad de yeguas y caballos como pago o para sacrificio era indispensable y estaba en íntima relación al estatus de quienes enfrentaban estos compromisos, también era fundamentalmente para mantener o incrementar la jerarquía de los caciques. Citando la carta del Secretario de Gobierno Carlos Rojas del 1º de noviembre de 1867, Lewis Jones es "ambiguo" en cuanto a quienes les pertenecen los 30 caballos que llegan con las "raciones de alimentos por seis meses y 50 bolsas de trigo de semilla". Si bien el caso de las semillas era para la siembra de los colonos, los caballos podían ser para cualquiera de ambos grupos: los caciques o los colonos.
Una página más adelante en su libro el mismo Jones publica otros reclamos de los colonos, tanto de vacas como de ovejas, que fueron prometidas para la colonia y no fueron enviadas. Entonces es entendible que ambos grupos estuvieran en competencia y conflicto por las raciones, sobre todo si prestamos especial atención a esta situación que debió repetirse en el tiempo creando
situaciones como la descripta por la siguiente comunicación, en la cual la comisión dirigente de la colonia:

Informa al gobierno que las valiosas donaciones enviadas para los indios están bajo nuestra custodia hasta que venga el cacique Chiquichan y su tribu a buscarlas, pero los tres nativos que regresaron de Buenos Aires se cansaron de tanto esperar por sus compañeros y, para ir en su busca, escaparon con nueve de nuestros caballos. Trerawson, 20 de enero de 1868. R. Huws (presidente) y R. Berwyn secretario (Jones, 1966: 75).

Nos preguntamos por qué debían estos "tres nativos" esperar al cacique para llevarse las raciones enviadas y de quién era la decisión, ya que se los había considerado lo suficientemente importantes como para hacer de embajadores ante las autoridades del gobierno nacional y viajar junto a Lewis Jones. Por ahora, no podemos contestar estas preguntas pero ayudan a problematizar estas relaciones. A esto hay que agregar que los colonos también iban a Patagones con cargamentos de plumas y cueros que revendían allí y traían mercaderías para ambos grupos cuando conseguían algún barco, cosa no tan fácil en los primeros años. En todos los casos era la dirigencia galesa la que en última instancia administraba lo que llegaba en calidad de raciones; de allí a aprovechar estas raciones para sí solo era cuestión de su propia decisión. Era algo así como ejercer la redistribución a su antojo, y/o acumular cierto margen económico y político, al igual que los caciques con las tribus de "tierra adentro".
Esta situación, que se repetía en Patagones, hace que sea significativo entender con quienes se relacionan los caciques y cómo reorientan sus necesidades y sus pactos. Pensamos que no es casual que, por ejemplo, Casimiro le haya dicho a Musters que adelantándose con sus baqueanos busque a Patricio en su paso por el sur de Río Negro. Patricio era su referente; tampoco es casual que Antonio y Chiquichano desconfiaran o tuvieran sus resquemores para buscar sus raciones en Patagones en algunos momentos, ya que tanto uno como otro manifestaron claramente que allí tenían algunos enemigos, entre ellos los Chagallo (Musters, 1914 [1871]: 352-354).
Luego del primer lustro de la llegada de los galeses podemos percibir que se fueron convirtiendo en un vértice comercial tan importante como Patagones, pero sin su densa historia de conflictividad interétnica. La colonia galesa se abría como un espacio foja cero para estos caciques o "caciquillos". Un espacio a ser inscripto como seguro, confiable, ya que -como sabemos- ponen sus esperanzas en los mutuos réditos que significan estas relaciones y estos tratados.34 De este modo intentamos comprender el costo que puede significar tratar a las tolderías, al gobierno nacional y a los inmigrantes como mundos posibles de ser estudiados por separado y como bloques homogéneos. Y también el riesgo de pensar como muy fiables las listas de caciques que enumera la correspondencia entre los grandes jefes indígenas y el gobierno nacional.35
Si seguimos las lógicas mediante las cuales los caciques son enumerados en los tratados -y no volvemos sobre el período y los lazos de parentesco-, con apoyo de otros actores políticos podemos tomar la parte por el todo y dejar de reconocer las tensiones al interior de la cadena de mandos, de subordinaciones temporarias, confictivas siempre, en reedición ante coyunturas fuertes como la instalación de un nuevo puerto, una nueva colonia, o de peleas entre caciques.
La política puesta en juego en las tolderías también se definía en base a una compleja dinámica que intercalaba acuerdos, correspondencia, chasquis,
"robos" o arreos, con ayuda a los colonos. Esto lo percibían muy bien tanto Chiquichano como Galats, quienes en 1867 llegan juntos al Golfo Nuevo para convencer a los colonos de que no abandonen la colonia. Tres años más tarde Chiquichano le dirá al viajero inglés que aún cuando los galeses "están pobres" sigue apoyándolos y prefiriéndolos a los españoles de Carmen de Patagones.
La colonia galesa era la coyuntura justa, el clivaje que les posibilitó negociar otra política de redistribución y favores. Es necesario ahora saber si esta dinámica se modificó en los años siguientes y qué actores nuevos entraron en escena en nuestro espacio.

Viajes, gestiones y diplomacia "tierra adentro"

En 1870, ante esta acuciante situación económica Lewis Jones realiza el primer viaje hacia el interior del territorio. Se dirige, junto a otros dos colonos y dos baqueanos indios, hacia la zona norte y llega hasta Sierra Rosada y el Mirasol. "Desde allí se contempla un país más extenso y de mejor aspecto, hasta llegar a la gran toldería de Kytsakl, y más allá los 'Maquinchao'" (Jones, 1966: 109).
Cuando llega a las tolderías de Kytsakl,36 lo recibe el propio Chiquichano quien le advierte sobre el peligro que significa ir en pleno verano hasta Patagones en busca de víveres. Pensamos que los malones de Calfucurá sobre Tandil (en junio), y sobre Bahía Blanca (en octubre) pudieron influir en Chiquichano -que había ido en Mayo con Musters a Patagones-, quien pensaba que era peligroso volver por miedo a represalias. A pesar de ello los galeses hacen el intento y deben regresar. Un año después, en 1871, vuelve a salir hacia el noroeste, a las regiones conocidas como Telsen, Rankiwaw, Tromen-niyeu, etc. Lo hace junto a los colonos Aaron Jenkins y Richard Jones. Lewis Jones no relata nada del viaje en su crónica.37 El interés de los colonos por explorar el territorio se fue incrementando hacia mediados de la década de 1870. Además como consecuencia de los "robos de ganado" y en su persecución los colonos se internaron hacia el oeste, llegando en 1873 hasta el actual valle de Las Plumas, que los indios llamaban Kein Klein. Después de 1874, la llegada de nuevos colonos, buenas cosechas y la apertura de la casa comercial Rock and Parry y luego la de John Murray Thomas fueron factores de activación comercial entre la colonia, Carmen de Patagones y Buenos Aires. Estas actividades se incrementaron no solo por la mayor superficie cosechada, sino, y sobre todo, porque aumentó considerablemente el comercio con los indígenas. Nuevas sucursales de comercio siguieron el poblamiento valle arriba del delta, lo que habilitará más relaciones entre ambos grupos y favorecerá también cierta acumulación por parte de los caciques dado el incremento exponencial en venta de pieles de choique y cueros de guanaco, además de las mantas de producción femenina. Es decir que la acumulación por parte de los comerciantes galeses tuvo su correlato en el mundo de las tolderías, sobre todo en la diferencia de estatus y, con ello, en la autoridad de estos caciques que ya no dependerán de las raciones del gobierno sino de un activo trueque de cueros, mantas y plumas.38
En los años siguientes saldrán otras comitivas39 hacia el sur y el oeste, conformando una cartografía de los recursos naturales y de los grupos indígenas. De la parte sur del río Chubut los galeses tenían información por el cacique Galats y su tribu. Es así como en el invierno de 1877 John Murray Thomas y una partida van en dirección sur-oeste y llegan al río Chico, llamado "Iamakan" por los indígenas. Es notable en su crónica cómo se percibe cierto miedo y un
alerta constante por la presencia de indios: un grupo de toldos que pertenecían al grupo de Galats que tenía nueve hombres, cinco lanceros y algunas mujeres. Allí tuvieron un parlamento y presentaron algunos elementos como regalos. Thomas escribe pocas líneas muy apuradas pero destaca el comportamiento calmado y tranquilo de los individuos de la toldería, señalando que es opuesto al que tienen en Chupat, aunque un día después indica que debieron mover el campamento para evitar que los indios continuaran pidiendo cosas. Vuelve a aparecer en su crónica el apelativo de "cargosos y molestos", pese a que les estaban permitiendo adentrarse en sus territorios y aún no se había cumplido con los términos del "Tratado Chehuelcho". Esto de "pedir regalos" retorna como estrategia de negociación indígena, ya que esas tierras alrededor del río Chico estaban bajo la autoridad y control de Galats -cuestión que minimiza el cronista galés-. Fruto del comercio con las tolderías la colonia logró niveles de exportación muy grandes y con ello el enriquecimiento de una élite de la cual el propio Thomas fue miembro.40 En 1886 financió la campaña al oeste bajo el mando oficial del primer Gobernador del Territorio, Jorge Luis Fontana, luego de haber explorado gran parte del Chubut hasta el lago Colhué Huapi y el río Senguer.41
En noviembre en 1878 Thomas vuelve a salir de exploración desde Gaiman rumbo oeste-norte-oeste, separándose los grupos exploradores del campamento principal con el fin de establecer un reconocimiento del terreno. Thomas menciona el encuentro con unos indios que se presentaron como"Chauqunes"42 de Inacayal y Foyel que iban a Chupat a comerciar, tal cual le había referido a Musters el propio cacique Foyel -pues eran sus intenciones con la nueva colonia-, reafirmando lo que venimos planteando acerca de la intención de paz y comercio de estos caciques por más de una década. Pero no es menos cierto que mientras la dirigencia indígena de la zona producía para comerciar, la dirigencia galesa y los miembros del estado nacional ya avizoraban la colonización de todo el territorio sin que nuevos tratados con los caciques mediaran desde lo político este avance colonial que será definitivo.

Quienes hablan en la etapa final

La crónica de William M. Hughes (2015) nos sigue dando información de lo que sucede a partir de 1881, año en que viene desde Bala, Gales. Nada puede aportar sobre los primeros tiempos pero es muy interesante porque nombra a un cacique que en las crónicas de los pioneros no había aparecido tan notoriamente: se trata de Sacamata ("Sagmata").43
Las dos tribus con las cuales hubo más trato en la colonia fueron las del sur al mando del jefe Galats y los norteños con su cacique Sagmata. El principal campamento de Galats y su gente se encontraba en los alrededores del lago Fontana y Buenos Aires en el sur, pero las inmediaciones del nacimiento de Tecka en el oeste era el punto concurrido por Sagmata (Hugues, 2015: 56-57).
De las tolderías de Sacamata podemos saber también por F. P. Moreno, quien viajó en 1879-1880 por el norte y centro-oeste de Patagonia rumbo a las tolderías de Saihueque, acompañado por Hernández y Gavino a quienes luego se sumó Utrac, el hijo de Inacayal. Cuando llegan a Tecka se produce un momento de bastante tensión, pues habían llegado a los toldos rumores del asesinato de unos troperos a manos de grupos "mapuches" -según le comenta la gente de Sacamata-. Se reúne allí un consejo de caciques presentes para evaluar los peligros que corrían sus baqueanos ante quienes consideraban grupos
acechantes: los mapuches. Quien lidera este consejo era Pichicaya, el padre de Sacamata. Así narra Moreno esta ocasión:

Dirigía la discusión Puilchicaya, el "Gobierno nacional", según él se llamaba, pues Inacayal y Foyel que vivían generalmente más al norte, habían acampado temporariamente en Tecka para mayor facilidad de sus cacerías de guanacos, avestruces en las mesetas y ganado vacuno salvaje en los bosques del oeste. Pilchicaya, que se hallaba en malas relaciones con los mapuches, se consideraba como ocupante de la región. Los demás jefes tehuelches y gennakenes, eran para ellos, simples visitantes de paso (en Moreno, 1994: 132-133).

Aquí observamos cómo Moreno escribe lo que oye de Pichicaya (o Kajsta),44 quien "se considera ocupante de la región" con derechos sobre ella, al tiempo que enuncia los conflictos entre este grupo de indígenas con otros, tanto "tehuelches como gennakenes". Pichicaya mismo se asume como "gobierno nacional", mostrando ante el viajero su alineamiento y/o subordinación al gobierno en base a lo acordado en los tratados -que venimos analizando- por lo menos desde 1865. Aquí aparece nuevamente la memoria de su cautiverio en las décadas de 1820-1830 en los toldos de Paillacán, junto a sus hermanos y hermanas, mostrando cierto disgusto y lejanía -aun cuando era tío del cacique Foyel- y también toma distancia en un momento crítico de aumento de las tensiones por el avance de las fronteras. Este avance militar estaba diezmando la capacidad de resistencia de varios caciques que aún seguían con cierta libertad de movimiento, como Saihueque, Inacayal y Foyel.
Recordemos que otro de los hermanos de Pichicaya era Kétrauy (o Ketroé), posiblemente dador del nombre de la tribu de los "Ketroé"; según Claraz tenía sus territorios sobre el sur del Limay, en Teke-malal, luego fueron bajando hacia Chubut. Por eso pensamos que si quien redactó la carta a los galeses no era Antonio LienPichun, hermano mayor de Sacamata, otra opción cercana sería la de otro pariente, tío abuelo, tal vez, Antonio Ketrauy, a quien salvo por una diferencia mínima en la escritura de su nombre lo encontramos censado en 1895 en la zona de Tecka y Genua.45 Tal vez nunca podamos terminar de corroborarlo, la historia está llena de estas intrigas que nos desvelan, pero no es menos cierto que en los detalles va la vida y que estos no son menores ya que en ellos están imbricadas las relaciones de parentesco y la territorialidad. Como bien define Balandier "el parentesco provee a lo político de un modelo y un lenguaje" (Balandier, 2005 [1967]: 124).
Cuando el Ejército Nacional empezó su marcha implacable hacia el sur cada cacique jugó dentro de lo posible, y de lo inevitable, su destino y el de su gente intentando hacerlo de la manera menos atroz.46 Si es verdad que el cacique Sacamata avisó a los colonos de un posible ataque de los "caciques Foyel y Saiwueque" en 1883, como Hughes asevera en su crónica, esto también pone un alerta acerca de las diferencias de estos grupos autodefinidos como "che-wache-kunes" respecto a sus relaciones con los "mapuches" durante las últimas campañas militares. Permite también analizar la porosidad de las definiciones étnicas entre jefes que compartían lazos sanguíneos de parentesco en diversas coyunturas políticas.

En resumen

No tenemos aún suficiente información como para poder hacer una jerarquización política de los "caciquillos" analizados en este trabajo. Las crónicas de los colonos nombran solo a algunos de ellos y en forma espasmódica dan cuenta de sus relaciones con la colonia. Por tal motivo es necesario ir ajustando los datos sueltos y seguirlos en el tiempo. En cambio la proliferación de descripciones de Claraz y Musters nos permiten seguir mejor sus estrategias. Es así que sabemos, por ejemplo, que los padres del cacique Antonio y del cacique Maciel en la década de 1830 mantenían buenas relaciones con Rosas y admiraban su gobierno en detrimento del de los unitarios. Se desprende de sus conversaciones con Claraz que esta era la política que ellos querían seguir para con las nuevas colonias y el gobierno nacional. Entonces podemos coincidir con el análisis que Cutrera y Morrone realizan, en base a la propuesta de Bechis (2008 [1989]), respecto de los cacicatos de indios "amigos" de la región pampeana en la época rosista:

Los caciques articulaban relaciones de autoridad con sus seguidores, no de poder. Esta distinción analítica es por demás pertinente, toda vez que la autoridad se basa en la persuasión para canalizar la conducta de otros en ausencia de amenazas o uso de sanciones negativas (abandono, suspensión del afecto o credibilidad, burla, entre otras); mientras que el poder se sustenta en la imposición ejercida por el cacique precisamente bajo amenaza de sanciones (Cutrera y Morrone, 2009: 229).

En base a las fuentes analizadas creemos que Francisco y Casimiro fueron reconocidos con suficiente autoridad para firmar tratados y llevar estos acuerdos a las tolderías bajo su mandato, al norte y al sur del río Chubut respectivamente. El consenso tribal parecía ser el mecanismo articulador de estos acuerdos, aun cuando existieran peleas y desacuerdos entre caciques como bien demuestra Musters varias veces en su crónica. Esto lo analizamos también en la carta de Antonio, que vuelve a poner en discusión la cesión de tierras y con ello relativiza la autoridad de Francisco. El hecho del que el "Tratado Chehuelcho" debía ser firmado por Antonio y Chiquichano -cuestión que no ocurrió- permite pensar en una paridad de poder propia de una política segmental (Bechis, 2008 [1989]). Se trata de un poder que discute al Estado los términos de la soberanía territorial, que le habla en sus propios términos y que resguarda cualquier intento de subsumir la autonomía tribal. Parecier, parafraseando a Pierre Clastres (1987), una versión local del "poder contra el estado": que adviene en escurridizo, difuso, siempre listo para la dispersión ante la amenaza de la subsunción de prácticas totalizantes, ya sea de grandes jefaturas, o estados. Lo vemos en todo momento en estos "caciquillos"; como en Chiquichano, quien durante todo el período maneja información de la costa a la cordillera chubutense. De este modo acuerda estrategias de acercamiento y de rebeldía que quedan claras en lo relatado por los cronistas galeses. Cuando cesa el conflicto por el "robo" vuelve a buscar raciones junto a Patricio en Patagones y en la colonia galesa. En tanto Wisel aparece también como un capitanejo que tiene la suficiente legitimidad como para acompañar a Lewis Jones a Buenos Aires, junto a otros cinco capitanejos,47 en representación de todos los tehuelches de la región para solicitar las raciones prometidas. Así como el cacique Galats quien llegó desde río Chico y acompañó la partida de Chiquichano, ambos resultan referentes de autoridad tribal para impedir la partida de los galeses hacia otro destino de colonización.
Estamos entonces ante una situación de bastante paridad en el ejercicio de la autoridad que está muy relacionada a su capacidad de negociar con los blancos, las colonias, los funcionarios o los viajeros con quienes intermedian recursos, información y acumulan de este modo confianza.48
Estas características están presentes en mayor o menor grado en estos caciques "menores o caciquillos". Sin embargo, en este contexto no se presenta clara la obediencia de estos "caciquillos" hacia los grandes caciques con poder del norte de Patagonia, tal cual se mostraba a sí mismo "Saigüeque" en las Manzanas ante la presencia de Francisco Moreno. Menos aún la de los "chewache-kenk" de Pichicaya y su hijo Sacamata, que mostraron abiertamente su distanciamiento con lo "mapuche". Aun así y a pesar de los esfuerzos de diálogo y activo comercio de estos caciques con los colonos -con quince años de diferencia y en distintas coyunturas políticas-, ni la carta de Antonio, ni las negociaciones de Francisco, Wisel, Patricio, Chiquichano, Galats, o Sacamata fueron suficientes para frenar el proceso de conquista y colonización emprendida por el gobierno nacional, al que Antonio y los pampas alguna vez definieron desde su propia construcción de alteridad política como "los salvajes unitarios".49

Notas

1. Tanto la carta de Antonio como el "Tratado Chehuelcho" al haremos referencia fueron publicados en Pérez (2015a).

2. Se trata del cacique Antonio Lienpichun, hermano mayor del cacique Sacamata o Charc-mata. Para esta atribución de identidad seguimos a Tomas Harrington y a Rodolfo Casamiquela (2008) en el Prefacio de la edición del Viaje de Claraz.

3. Para sumar a la polémica, en un trabajo que no conocíamos cuando se publicaron nuestras conclusiones en el citado artículo, Gavirati (2015) observa que el Antonio de la obra de Claraz no podría ser Lienpichun, y que este Antonio -a secas- sería otro, hermano del cacique Francisco, primer referente y visitador de la colonia galesa a seis meses de su desembarco. Francisco habría traído la carta que no arribó con Claraz -que, como sabemos, no llegó a la colonia-. El autor hace su deducción en referencia al informe que Antonio Álvarez de Arenales envió al gobierno nacional sobre la situación de las nuevas colonias, en respuesta a la solicitud del Ministro del Interior, Guillermo Rawson, en junio de 1866. Sin embargo, aunque en su descripción de la situación de la colonia Álvarez de Arenales nombra a Antonio y deja explícito que esa carta fue adjuntada al Informe General solicitado, no aclara quién la trajo o si la misma llegó a la colonia.

4. Hemos revisado una copia de la lista de cautivos en Fortín Valcheta de 1886, corresponden a las tribus de Sacamata, Pichalao, Cual y Chiquichano -estos tres últimos serían los llamados "Kirkinchos"- y efectivamente, como dice Casamiquela, había varios Antonios: Antonio Cheuqueta, Antonio Moreta, Anonio Qutray y Antonio Lien Pichun. Listas de indígenas presos del campo de concentración de Valcheta (1887), Archivo Histórico de la Provincia de Río Negro, Ministerio del Interior caja n 1, 1886, en Pérez, P. (2015).

5. En todos los casos las "comillas" se mantienen para nombres y/o definiciones usadas po los autores y las fuentes analizadas.

6. Según el citado Informe de Álvarez de Arenales, "Francisco se titulaba hermano del cacique Antonio y sobrino del cacique Patagón Casimiro" (Álvarez de Arenales 1866: 355) aunque sabemos que el título parental de "hermanos" no necesariamente implicaba lazos de sangre sino relaciones sociales y políticas.

7. Williams (2010) propone que Francisco era hermano de Galats (escrito Kalach por Harrington), otro de caciques que proveniente del sur del río Chubut se acercó en agosto a entablar relaciones con los colonos pocos meses después que lo hiciera Francisco con su mujer y familia -quienes fueron en abril de 1866-. Pensamos que es muy posible que así se presentara, basándonos en un cronista galés contemporáneo de Francisco quien al referirse a su muerte dice: "Así murió el querido y viejo Francisco, a cuyo hermano Galetch, y su sobrino Kiykel, yo mismo tuve el privilegio de hablarles del Gran Espíritu y de su amor por el hombre" (Rhys, 2000 [1881]: 156).

8. Así aparece escrito en el tratado original titulado "Tratado Chehuelcho", pactado entre el Cacique Francés (o Francisco) y Juan Cornell en representación del gobierno nacional. Servicio Histórico del Ejército. Ministerio de Guerra, leg. 826. 9. Al respecto ver Pavez Ojeda (2008) y Moyano (2016).

10. Seguimos aquí la relación entre "parentesco y poder", desplegada con maestría por Balandier (2005 [1967]), quien irrumpe en la década de 1960 con una profunda crítica sobre las formas en que las humanidades y las ciencias sociales habían pensado la política en las sociedades segmentales y plantea que la antropología podía brindar ayuda en esta dirección desde una apuesta fuerte a la descolonización. Su idea de historizar las sociedades llamadas "arcaicas", permite correr velos y prejuicios. Compartimos también los argumentos de Trouillot (2003) quien critica la construcción por parte de la antropología hegemónica del "nicho del salvaje" y establece la necesidad de repensarlo desde un sur epistemológico descolonizador.

11. El clásico trabajo de Federico Escalada, El Complejo Tehuelche (1949), es un ejemplo claro de estos intentos de clasificación preocupados por unificar sus propios relevamientos sobre el terreno con "informantes" indígenas en la década de 1940, con el de viajeros de los siglos XVIII y XIX y etnógrafos o lingüistas como Harrington y Lehmann-Nitsche.

12. Aclara Casamiquela en el Estudio Preliminar a la obra de Claraz:"Treneta es el actual paraje de ese nombre, situado, aguas arriba, hacia las nacientes del arroyo que, con el Salado, ha de dar origen al Nahual Niyeu; en realidad se lo denomina Rincón Treneta, depresión que toca por su extremo austral el paralelo 41" (Casamiquela, 2008: 26).

13. Pensamos que se refiriere a Paillacán -padre de Foyel- quien, como bien apunta Cox (1999 [1863]) en su crónica, dirime la política en la zona cordillerana entre 1810 y 1850. Es posible que en el proceso de escuchar y escribir el nombre Claraz haya transformado Paillacán en Paelluron, por ahora no podemos establecer otras relaciones con este último nombre.

14. Recordemos que los baqueanos de Claraz fueron Rufino Vera, Curru-hinca, Hernández y Manzana. Estos dos últimos -yerno y suegro respectivamente a partir de una de las esposas de Hernández- eran, según Vezub, parientes políticos de Saihueque. Hernández trataba a este último de "tío" y "era sobrino de Inacayal, y su parentela materna estaba diseminada por toda la Patagonia septentrional" (Vezub 2009: 178). Antonio en su carta también expresa que Hernández es "su nieto", posiblemente no fuera pariente de sangre pero conocemos bien el uso del lenguaje parental para relaciones de alianza, mediación o diplomacia en el mundo de las tolderías. Varios trabajos hacen referencia a que Hernández era hijo de un coronel y una hija del cacique Maciel, el mismo dato obtiene Tomas Harrington de sus informantes. De todas maneras cuando Hernández viaja con Claraz es aún joven, no sabemos con certeza si ya en este momento era un operador político tan importante de la jefatura de Saihueque. Por eso nos queda la duda acerca de si su negativa a llegar a la colonia galesa con Claraz y entregar la carta se debió a disputas que no podemos saldar a la fecha con documentación probatoria.

15. La única mención que encontramos de que Antonio efectivamente baja a la colonia, tal como decía en su carta, es la que reproducen Gavirati (2003) y Williams (2010) cuando analizan las características del contacto y el comercio en los primeros años. Gavirati afirma, en base a lo publicado por el diario The Standard and River Plate News en Buenos Aires, que "El cacique Antonio y 100 indios estuvieron cerca de un mes con los colonos y trocaron con ellos 3000 libras de plumas y quillangos" (Gavirati 2003: 6).

16. Galats, Gallats según los cronistas galeses, o Kalach según Harrington; también "Chiqui Chan" o "Chan" (Harrington 1965-66. "Cuadernos Manuscritos", documento inédito. Centro Nacional Patagónico, Puerto Madryn).

17. Según Harrington (1965-66 ibidem), Orkeke era tío de Galats, tema que analizaremos más adelante, fue un cacique importante que poseía territorialidad entre el río Deseado (Santa Cruz) y el río Chico (sur de Chubut). Además se identificaba como "tehuelche aonikenk", según comentó a Musters (1914 [1871]) quien escribió en varios momentos de su crónica acerca del viaje que hicieron juntos desde el sur a Carmen de Patagones.

18. Para un análisis de la historia de estas estrategias, ver Foerster y Vezub (2011).

19. Esta idea de tehuelches mansos será reutilizada por cronistas posteriores y sirvió de base a la etnografía patagónica en su construcción de modelos como los de Escalada, Vignati y Casamiquela, etc, tan discutidos en los últimos años. Ver Pérez (2015b).

20. Para mayor información sobre este tema ver Gavirati (2008).

21. "Casimiro hizo un viaje a Buenos Aires en cuya ocasión el gobierno lo reconoció como jefe principal de los tehuelches y le asigno el grado y la paga de Teniente Coronel del Ejército Argentino" (Musters, 1914 [1871]: 12). Este "Tratado con las tribus tehuelches" fue firmado en tres copias -una para Casimiro y dos para el gobierno- en Buenos Aires, el 5 julio de 1866, un año después del tratado con Francisco. Servicio Histórico del Ejército. Campaña contra los indios. Documento 876, (en Dumrauf, 2003).

22. La otra forma de llegar a Carmen de Patagones era por la travesía del arroyo Valcheta (Balcheta), camino conocido por los baqueanos indígenas y viajeros decimonónicos que viajaban hacia el río Chubut en paralelo a la costa atlántica.

23. Según Harrington (s/f), Patricio sería el padre de Telach, quien a su vez era primo hermano de Hernández -el baqueano de Claraz al que hicimos referencia-. Telach o Telache aparece también entre los indígenas censados en 1895 cerca del valle de Genoa, esto es importante para poder seguir a estos grupos septentrionales luego de la conquista, uno de nuestros objetivos.

24. Claraz ubica a Chagallo Chico con territorialidad entre la zona de Valcheta y "Mackinschau" y sabemos que también había firmado un tratado con el gobierno en 1863, que lo pone a la cabeza de una lista de caciques en la zona.

25. También hemos hallado citado a Francisco (o Francés) y a Antonio en la tesis doctoral de Davies Lenoble (2013). En un muy sugerente análisis de las relaciones parentales y de compadrazgo entre varios caciques de norpatagonia con familias de Carmen de Patagones, la autora hace referencia a los tratados como una herramienta de negociación imprescindible para el mantenimiento de la paz y el comercio. Sin embargo, no hemos hallado mucha más información acerca del tratado chehuelcho ni de las figuras de Francisco o Antonio y sus posibles lazos parentales; tampoco hemos encontrado en nuestra zona referencias a posibles lazos parentales entre indígenas y colonos galeses -salvo casos muy aislados-. Este es un tema para seguir investigando a partir de censos y actas de la colonia galesa.

26. "Esos tehuelches del norte, al mando de Hinchel, frecuentan usualmente la región situada entre el río Negro y el río Sengel, y una vez al año, allá por julio, visitan la colonia de Patagones donde por lo general se dejan estar poco, lo suficiente apenas para trocar sus pieles y sus plumas, y para que, al mismo tiempo, los jefes reciban sus porciones de yeguas, vacas, ponchos, yerba, tabaco, etc, concedidas por el gobierno de Buenos Aires. Cuando los encontramos, en noviembre, poco podían mostrar ya de los beneficios de su visita de agosto al río Negro, excepto unas cuantas yeguas y unos cuantos ponchos de vivos colores. Hinchel. sin embargo, poseía dos o tres cabezas de ganado vacuno, que, según decían, habían sido cazadas en la cabecera del valle del Chupat, suponiendo que fueran animales extraviados pertenecientes a los pobladores galenses" (Musters, 1914 [1871]: 223). Como ya apuntamos, en 1865 Georges Claraz ubica a Sinchel específicamente en "San Gabriel", cerca de la costa en río Negro, y no con una territorialidad tan amplia como afirma Musters. Este incluso reconoce que el hijo de "Huinchel" tenía vacas en la zona de la precordillera norte del Chubut y que el propio cacique le comentó que eran muy buenos territorios de caza a los que acostumbraban ir en primavera y verano.

27. Estamos de acuerdo con las conclusiones de Davies Lenoble (2013) acerca de que el racionamiento no era tan importante como el comercio de cueros, tejidos, plumas, etc. de producción indígena que salían por Patagones. Lo mismo pasaba en la colonia galesa como iremos desarrollando, para ampliar ver Gavirati (2012).

28. No queda claro en la descripción a qué grupo pertenece Chiquichano ya que según Musters se trataría de un "tehuelche del norte", cuestión revisada recientemente por Vezub (2015). Es posible que así fuera, ya que vive por lo menos junto a Antonio y Patricio que, según vimos, eran "tehuelches y pampas mezclados".

29. Los robos de ganado más importantes se registraron en 1867, 1871 y 1873 -en 1871 involucraron de 5 a 25 caballos-; la cantidad de caballos estipulados por el tratado para cada cacique era de 30, cada tres meses.

30. El 20 de enero de 1868 los colonos Davis, Hughes y Berwyn reciben en conformidad las raciones conseguidas en el viaje de Lewis Jones y los caciques a Buenos Aires. "Envíense las cosas siguientes donadas por el Gobierno a los indios amigos de la Colonia del Chupat en el barco Ocean bajo el mando del capitán Sloten; 100 camisas, 100 bombachas, 100 ponchos, 100 chiripas de lana, 100 pares de botas, 50 recados completos […]". Seguían variados artículos ecuestres y mercaderías, pero no había en ese despacho ni caballos ni ovejas, que eran los principales bienes acordados por el "Tratado Chehuelcho" (Jones 1966: 73-74).

31. Es interesante revisar los ejemplos brindados por Nacuzzi (2008) sobre los cacicazgos duales, aunque están a un siglo de distancia de los analizados aquí podrían funcionar en este contexto como supervivencia de prácticas más moderadas -ya que no se trata de guerra y paz- pero si de un acomodamiento de estas dinámicas de los caciques del Chubut con los colonos-.

32, Y Dydd, 4 de julio de 1869. Carta de los colonos Robert y Mary Thomas a Mrs. Rowland, en Williams (2010: 104).

33. En 1876 Francisco Moreno en su viaje al Chubut encuentra estas sepulturas y las desentierra junto con la del hijo de Casimiro, Sam Lick -que fuera asesinado en la colonia galesa tras una pelea-. Todos estos restos fueron profanados y trasladados al Museo de La Plata, ver Moreno (1879).

34. En 1868, durante la presidencia de Sarmiento, no solo la colonia galesa fue desatendida quedando a su suerte sino también la misma Patagonia como territorio estratégico. Como bien analiza Williams,"A diferencia de su antecesor (el presidente Mitre) Sarmiento consideraba a la Patagonia como una región destinada al fracaso en cuanto a las posibilidades de colonización, y condenaría a los colonos a la pobreza y al aislamiento, que en una oportunidad llegaría casi a dos años, como veremos. Incluso suspendería las raciones para los nativos, o cuando menos no entregaría la misma cantidad a los galeses" (Williams, 2010: 99).

35. Un trabajo de Vezub nos ha permitido avanzar en esta dirección al mostrar la correspondencia de Llankitruz y Saihueque con los comandantes de Patagones en distintas épocas. Según el autor, ambos primos ejercieron formas de entender el poder y de ejecutarlo sobre el terreno de manera diversa. No es menos cierto que también lo hicieron en épocas diferentes. Es importante notar que después de la muerte de Llankitruz (1858) y antes del total empoderamiento de su primo Saihueque ocurren estos Tratados y viajes y se generan diálogos entre caciques o "caciquillos" en Patagonia septentrional. Así, "Sucesivamente, los reemplazantes de Llankitruz para controlar el curso inferior del río Negro fueron su hermano menor Benito Chingoleo Cheuqueta y Miguel Linares, un sobrino de Saygüeque" […] con el fin de disciplinar las familias indígenas según un orden jerárquico que se extendía "tierra adentro" (Vezub, 2011: 646). Pensamos que este disciplinamiento parece tener sus límites hacia el centro-sur del río Negro, en base a las confictivas relaciones que estamos analizando.

36. Según Williams, están tolderías serían las propias de Chiquichano que habrían adquirido el nombre del lugar "Quichakel, o Citsagyle (2010: 116). Según Moreno también sería la tribu de Chiquichano la que vivía en "Guichakell" (Moreno, 1879).

37. Fuimos en busca de la crónica de Aaron Jenkins tratando echar luz sobre el contacto con las tolderías pero, aunque es bien minuciosa -en cuanto a trayectos y accidentes geográficos que permiten seguir su itinerario hasta el norte de sierras de Telsen y de Sierra Apas, no nombra ninguna toldería y según parece tampoco se cruzan con habitantes de las mismas. Es posible que por la época del año estuvieran cazando más al oeste y al sur de esos lugares, como los propios indígenas del Chubut le cuentan a Musters. Ver Coronato (2004).

38. Para ampliar el tema, remitimos al exhaustivo análisis de Gavirati en su tesis doctoral (2012).

39. Mr. Durnford's Explorations in Central Patagonia. Royal Geographical S. (1883).

40. Su trayectoria como colono y comerciante, sus gestiones políticas así como su producción fotográfica en el territorio están muy bien analizadas en Lo Presti (2015).

41. Así dos años después de terminada la "Conquista al Desierto" una comitiva de galeses junto al gobernador lograron un objetivo largamente esperado: fundar una colonia -la Colonia 16 de Octubre- en tierras que habían descripto tantas veces los caciques a las autoridades en el valle del "Chupat".

42. Pensamos que se identificaron como "Che-wache-kenk", como lo pronunciaron varios de los informantes de Escalada en la zona del Senguerr. Recordemos que una hermana de Guechanoche (aonikenk) fue mujer cautiva de Paillacán cerca de 1820, y de esa unión nació Foyel. Ver Escalada (1949).

43. El cacique Chiquichano muere en la meseta del Somuncurá en 1881.

44. Según Escalada, Pichicaya era uno de los hermanos de Guetchanoche que se definía como chewache-kenk, también era conocido como K´ajshtá: "un nombre araucano aplicado durante su cautiverio" (Escalada, 1949: 290).

45. Antonio Ketrauy tenía 95 años de edad y vivía en el toldo con su mujer de 94 años a unos pasos del toldo de Juan Sacamata, como describió el censista y comisario de la zona, el Sr. Underwood. Censo Nacional de 1895, Libreta del Censo. Biblioteca Agustín Álvarez, Trelew, Chubut.

46. En un trabajo anterior abordamos extensamente este tema, a partir de los cuadernos de Harrington, analizando cómo jugaron sus cartas los distintos caciques y capitanejos a un lado y otro del enfrentamiento final entre las tribus y el ejército nacional. Ver Pérez (2015b: 151-174).

47. La historiografía local discute aun hoy quiénes son estos integrantes indígenas de la comitiva. Es necesario ligar sus nombres a su procedencia tribal para avanzar sobre las formas de representación diplomática indígena y sus estrategias políticas en estas circunstancias decisivas de las negociaciones ante el gobierno nacional. Es una tarea que queda pendiente en tanto podamos encontrar documentos que nos brinden esa información, hoy muy incompleta.

48. Según Nacuzzi las condiciones necesarias para acceder a jefaturas hacia mediados del siglo XIX hay que pensarlas en acuerdo con "haber viajado mucho, tener amplias relaciones políticas y vinculaciones sociales, conocer el español, ser culturalmente mestizo" (Nacuzzi, 2005: 186).

49. Expresión usada por Antonio en dialogo con Claraz para referirse al gobierno nacional después de Caseros (Claraz, 2008 [1988]: 94).

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Fecha de recepción: 26 de agosto de 2016.
Fecha de aceptación: 19 de abril de 2017

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