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Memoria americana

versión On-line ISSN 1851-3751

Mem. am. vol.27 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2019  Epub 01-Jun-2019

 

RESEÑAS

El día que el mesías Diego anunció el Apocalipsis en el Cerro Azul y otros ensayos de la resistencia y la rebelión en la Nueva España

Leopoldo Martínez Ávalos1 

1 Licenciado en Etnohistoria, Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ciudad de México, México. E-mail: vico.c.11@hotmail.com

Ruiz Medrano, Carlos Rubén. 2017. El día que el mesías Diego anunció el Apocalipsis en el Cerro Azul y otros ensayos de la resistencia y la rebelión en la Nueva España. San Luis Potosí: El Colegio de San Luis, 224p.

Este interesante libro analiza las distintas formas en que los grupos subalternos resistieron las presiones de la dominación colonial en Nueva España. La identidad gremial, la agrupación en torno a un culto sincrético o los intentos de recuperar espacios de reproducción social fueron algunas de las circunstancias que unieron a diversos grupos novohispanos para convertirse en agentes de transformación mediante actos de rebelión, que aun cuando conllevaron altos grados de violencia poseyeron una lógica que Carlos Rubén Ruiz Medrano, investigador de El Colegio de San Luis, nos muestra a través de los tres ensayos que conforman el libro.

La rebelión perpetrada por el mesías Diego y sus seguidores en la sierra de Tututepec -actual estado de Hidalgo-, en 1769, es analizada en el primer capítulo para mostrar cómo las creencias religiosas pueden convertirse en verdaderos marcos ideológicos de subversión y resistencia social. En el caso de este movimiento fue el liderazgo carismático de Diego, un indio anciano a quien se atribuían poderes taumatúrgicos, el que logró establecer y difundir un culto organizado en torno a su persona mezclando remanentes de la religión prehispánica con elementos milenaristas del cristianismo. Ruiz Medrano pone énfasis en que la rebelión del autoproclamado mesías pasó de ser una mera heterodoxia religiosa a convertirse en un verdadero movimiento político que deslegitimizaba y desacralizaba la dominación española. Su discurso proclamando “la caída del señor del cielo”, así como la destrucción de los no adeptos a su culto a través de una gran inundación y la subversión del orden colocando a las más altas autoridades novohispanas en lo más bajo de la pirámide social, consiguió el apoyo regional de numerosos pueblos -en un contexto de amplia coerción social y fiscal hacia los indios llevada a cabo por curas y autoridades reales mediante castigos extralegales, repartimiento compulsivo de mercancías y congregaciones masivas. El rumbo que llevó la resistencia desde el Cerro Azul -lugar sagrado desde la época prehispánica-, que culminó con la captura del líder carismático, no se redujo al culto sincrético desarrollado en una mezquita construida en su cima sino que incluyó el control territorial y fiscal de los pueblos unidos a la rebelión, ejercido por lugartenientes del nuevo mesías que recolectaban tributos y obvenciones a los pueblos rebelados en una reconfiguración del territorio de la dominación.

En el siguiente capítulo, el autor señala la relación entre el tumulto de 1767 en Guanajuato con las fiestas saturnales y las cencerradas como formas de transgresión social. Ruiz Medrano muestra la lógica y racionalidad de la violencia ejercida contra las autoridades coloniales durante los tumultos que estallaron a raíz de la expulsión de los jesuitas, y que formaron parte de la praxis de la resistencia y la cultura política popular del Antiguo Régimen. A diferencia de la rebelión del mesías Diego, lo ocurrido en Guanajuato se gestó mediante la organización de los operarios de las minas, de orígenes multiétnicos y carentes de representación jurídica formal como corporación, cuya interacción cotidiana en la extracción de metales generó una identidad gremial y un conjunto de valores y normas relacionadas con la disidencia violenta. El autor hace hincapié en la resistencia cotidiana de los operarios de las minas de Guanajuato ante un mayor control social sobre la masa de trabajadores, aquello que James Scott ha definido como el “discurso oculto”. Este discurso se liberaba y brotaba con gran fuerza durante las carnestolendas y las saturnales de los mineros en las que el caos, la ilegalidad, la risa y la burla, catalizadas mediante el consumo de alcohol, permitían escenificar una inversión de la jerarquía social y una desacralización del poder en un ambiente festivo, licencioso y un tanto grotesco. Si bien el tumulto de 1767 conllevó un alto grado de violencia al punto de atacar un convento y saquear tiendas que eran propiedad de peninsulares, así como los estancos de pólvora y tabaco, esto no impide ver la lógica del trastrocamiento y relajación social que estuvo íntimamente relacionada con las saturnales. Mientras ahora podemos distinguir el lenguaje ritual y gestual que constituía el núcleo ideológico del tumulto; como dice Ruiz Medrano, las autoridades de aquella época no vieron en esto más que un ataque a la autoridad real por parte de la plebe desenfrenada.

El libro cierra con un capítulo en el que el autor analiza la resistencia de los indios acaxees en las serranías de Topia y San Andrés, durante la colonización de la Nueva Vizcaya en el septentrión novohispano. Aunque el punto más álgido de la violencia llevada a cabo por los indios se manifestó en la rebelión de 1602, Ruiz Medrano analiza las coyunturas previas que moldearon este levantamiento de gran magnitud. Una fue el establecimiento de reales de minas y la subsecuente fue la utilización extensiva del suelo para la agricultura comercial, así como la apertura de redes comerciales que trajeron consigo cambios ambientales importantes que modificaron los sistemas de subsistencia y los espacios de reproducción social y cultural de los acaxees. Al requerir mano de obra barata, los mineros impulsaron el sistema de congregación compulsiva de los indios en pueblos, de la mano de los jesuitas, en una región alejada donde las autoridades reales poco podían hacer para detener los abusos contra los conquistados, que se situaban en asentamientos dispersos en la sierra y practicaban la caza y la recolección pero también eran grupos sedentarios con complejos sistemas agrícolas. De este modo los indios acaxees se valieron de su conocimiento de las serranías para usarlas como refugios culturales libres de la influencia y el dominio españoles, allí pudieron continuar reproduciendo sus sistemas culturales estableciendo así una “geografía de la resistencia” frente a una “geografía de la dominación”. Además, la fuga de los pueblos y el pillaje en los caminos fueron dos respuestas importantes a los intentos de alinear social y económicamente a los indios a los intereses españoles. La rebelión de carácter nativista y con una clara influencia chamánica fue sofocada por las autoridades virreinales a mediados de 1602, siendo un caso representativo de la resistencia a los procesos de desterritorialización en el norte novohispano donde los indios lucharon por la renovación de sus espacios de reproducción social y por la recomposición de los paisajes culturales previos a la conquista.

Los tres ensayos son ricos en información de primera mano y el aparato crítico es una parte indispensable de la obra. Hay que destacar que la amplia bibliografía citada, además de señalar la erudición del autor, revela la variedad de estudios sobre las rebeliones y la resistencia en diversas partes del mundo así como la riqueza teórica y conceptual sobre el tema, lo que hace de este libro un punto de referencia para futuros análisis comparativos.

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