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Memoria americana

versão On-line ISSN 1851-3751

Mem. am. vol.30 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2022  Epub 29-Jun-2022

http://dx.doi.org/10.34096/mace.v30i1.11033 

CONVOCATORIA ABIERTA

Innovaciones industriales tempranas, empresarios, mujeres letradas y comerciantes mapuche en la frontera de Concepción y la Araucanía. El Correo del Sur 1849-1865

Early industrial innovations, entrepeneurs, literate women and Mapuche merchants in the Concepción and Araucanía border. El Correo del Sur 1849-1865

Luis Iván Inostroza Córdoba1  * 

Yéssica González Gómez2  ** 

Carlos del Valle Rojas3  *** 

1 Doctor en Historia por la Universidad de Universidad de Artes y Ciencias Sociales (ARCIS) de Chile. Universidad de La Frontera (UFRO). Temuco, Chile.

2 Doctora en Historia Iberoamericana por la Universidad de Huleva, España. UFRO. Temuco, Chile.

3 Doctor en Comunicación, Universidad de Sevilla, España. UFRO. Temuco, Chile.

Resumen

Este artículo emplea el registro del periódico El Correo del Sur, publicado en la ciudad de Concepción -situada al sur del naciente Estado de Chile- entre 1849 y 1865, para examinar las percepciones acerca del cambio histórico desencadenado por las innovaciones de la revolución industrial, vinculadas con la instalación de fábricas molineras, el desarrollo de la minería del carbón de piedra, el uso de motores a vapor y la edición de periódicos. Particularmente, lo hace desde la óptica del surgimiento de nuevos agentes sociales como empresarios, mujeres letradas de la elite y obreros asalariados, a los que se suman actores tradicionales como los comerciantes mapuches de la frontera de la Araucanía que se mantenían al margen del Estado republicano. Estas figuras son relevadas en el periódico como personajes que articulan la transición hacia una economía de mercado global.

Palabras clave: prensa; frontera; comerciantes mapuche; mujeres letradas

Abstract

This article uses the records of the newspaper El Correo del Sur, published in Concepción -a city located in the south of the nascent state of Chile- between 1849 and 1865, to examine perceptions of the historical changes unleashed by the innovations of the industrial revolution, linked with the installation of milling factories, the development of coal mining, the use of steam engines and the publication of newspapers. Particularly it focuses in the point of view of the emergent new social agents, such as businessmen, elite women and salaried workers, also joined by traditional actors as Mapuche merchants around the Araucanía border who remained outside the republican state. These people were reported on in the newspaper as characters which articulated the transition to a global market economy.

Keywords: press; borders; Mapuche merchants; literate women

Introducción

Este artículo se inserta en una investigación más amplia orientada al estudio de las innovaciones tecnológicas de la Revolución industrial1 que se difunden desde Europa en el tránsito del siglo XVIII al XIX, y su impacto en las economías preindustriales de la provincia chilena de Concepción y de la frontera con las comunidades mapuche de la Araucanía. Son eventos que en estas regiones se relacionarán con la introducción de fábricas molineras de harinas panificables movidas con motores a vapor, la explotación de yacimientos de carbón de piedra como energía industrial, la navegación a vapor por el río Biobío, y la edición de periódicos (Mazzei de Grazia, 2004; Ortega, 2005; Llorca Jaña, 2014; Inostroza, 2015).

Las innovaciones descritas se integrarán en un proceso de cambio histórico global engarzado con el surgimiento de una economía moderna, organizada por las fábricas y las nuevas energías que articularon una demanda sin precedentes de materias primas, fuerza laboral asalariada y nuevos medios de pago en papel moneda -de más fácil manejo que el circulante de oro y plata.

En el ámbito regional, estas transformaciones impulsaron la expansión del mercado para incorporar nuevas áreas productoras situadas más allá de las tradicionales fronteras del mundo occidental con las sociedades indígenas independientes del cono sudamericano; así como una complejización de la división del trabajo con el ascenso de las mujeres de la elite al espacio público, la cultura literaria, la política y los negocios. En este contexto, el periódico aportó un innovador medio de comunicación que, por una parte, contribuyó a la articulación de los agentes económicos locales al sistema de mercado mundial; y, por otra, a la modelación de imaginarios económicos asociados a las portentosas ideas del progreso científico y tecnológico que anunciaban la nueva utopía de la época industrial: alcanzar el cielo de la felicidad inundando la tierra de artefactos materiales, guiados por la nueva divinidad del dinero (Arendt, 2005; Polanyi, 2011).

Estos componentes simbólicos del cambio industrial fueron difundidos en Europa por los primeros cultivadores de este género literario, llamados literatos, cuya formación letrada y docencia humanista los habilitó como comunicadores sociales de excepcional preparación en el marco de la división de trabajo generado por la industria y el arte tipográfico del siglo XVIII. Estos se transformaron en una nueva clase de registradores de finas semblanzas de la vida cotidiana, combinadas con inigualables antecedentes estadísticos que contribuyeron al desarrollo de la ciencia económica en el siglo XVIII y XIX. Unos valores informativos perfilados por la empresa editora que los estudios en perspectiva desde el siglo XX advirtieron como evidencias del espectacular cambio histórico hacia un nuevo período cultural, donde la economía alcanzaría un rango incuestionable como modeladora de nuevas pautas de conducta empresarial y consumo a escala mundial, que facilitaban el ascenso de la sociedad a la preeminencia pública. Sobre todo, porque esta mercancía letrada propiciaba un diálogo secular de identidades plurales y en movimiento, que competirían y se sumarían al discurso unívoco del ciudadano feligrés del antiguo Estado burocrático y eclesiástico (Smith, [1776] 1958; Arendt, 2005; Polanyi, 2011).

Desde el punto de vista del mercado de la información, la edición de periódicos conformó una de las empresas más rutilantes que se desarrollaron en Europa con la Revolución industrial, en el tránsito del siglo XVIII al XIX (Wittmann, 2005; Durán de Porras, 2009; Urzainqui, 2009; Clément, 2012). En este escenario mercantil, los literatos encontraron un nicho laboral que comenzó a gozar de prestigio en el mercado del trabajo, obteniendo una doble retribución derivada del reconocimiento y la admiración pública y del acceso a su equivalente en monetario. Ambos elementos afianzaron su posición como referentes de nuevos paradigmas intelectuales y de entretención (Arendt, 2005: 65).

De esta forma, el periódico como medio de comunicación social escrito por testigos y actores de las innovaciones económicas, transmite un registro de “lo que pensaba la sociedad moderna sobre la esfera pública”, entendida como el devenir configurado por los cambios industriales que estimulaban sus imaginarios colectivos (Arendt, 2005: 66). Estas cualidades emanaban de su carácter de medio de interlocución, entre el redactor del mensaje -escrito en un lenguaje sensible para captar la atención del destinatario- y el lector que articulaba sentidos interpretativos de acuerdo con subjetividades individuales (Appadurai, 2001: 20-23; Arendt, 2005: 207-208).

Estas tendencias globales tuvieron su correlato a nivel regional, donde las líneas editoriales de periódicos como El Correo del Sur reflejaron las experiencias de un contexto y una comunidad donde las pautas de la modernización económica adquieren significados particulares (Appadurai, 2001: 28). Así, en sus páginas se perfilará una sociedad y una economía intercultural en la frontera de la región de Concepción con las “tribus” indígenas que habitaban al sur del río Biobío y la Cordillera de Los Andes, en los ignotos territorios de Araucanía, Pampas y Patagonia (Pinto, 2003).

Los aproximadamente 2.000 números publicados entre 1849 y 1865 abren una interesante perspectiva sobre el impacto de las innovaciones industriales en la remodelación de una economía de mercado donde aparecerán actuando tanto empresarios y comerciantes occidentales como mapuches de la Araucanía, junto a las mujeres letradas y los obreros del mundo popular, quienes darán vida al cambio histórico estudiado en esta investigación.

El Correo del Sur, un diario provincial en el sur de Chile

Durante la organización de la república de Chile, en el período 1810-1860, las empresas periodísticas proliferaron rápidamente en la ciudad de Santiago y el puerto de Valparaíso, enclaves de la organización del gobierno nacional (Ossandón, 1998; Soto, 2004; Cherniavsky, 2004; Scheneuer, 2004; Cid, 2009; Santa Cruz, 2011; Alvarado 2019; Dussaillant, 2019). No obstante, a diferencia del centro difusor europeo, el gusto por la lectura se concentró en grupos minoritarios de la clase alta, por ello la subvención estatal resultó decisiva para estas empresas, que no lograron atenuar el rasgo dominante durante sus breves existencias. En este ambiente periodístico, en la provincia de Concepción situada a 500 km al sur de Santiago, la dirección del Instituto Literario adquirió tempranamente una imprenta para dar inicio, ya en 1833, a la publicación de El faro del Bio-Bio, en sociedad con el médico francés Luis Boché (Muñoz Olave, 1919; Cartes Montory, 2018). El gobierno nacional, en aquel entonces presidido por José Joaquín Prieto oriundo de Concepción, cedió otra imprenta con aportes en dinero para adquirir letras nuevas, adornos y jeroglíficos, facilitando la edición de una tirada de 400 ejemplares (Silva, 1958: 117-118.). Este primer diario cerró en 1835 debido a la destrucción de sus instalaciones por el terremoto de ese mismo año. Nuevas inversiones en máquinas tipográficas impulsaron la circulación de un segundo diario en 1842, El Telégrafo, y posteriormente aparecieron La Patria y El Relámpago, en 1845 y 1846 respectivamente (Casanueva, 1997: 25-31; Márquez, 2018: 213-214).

No obstante estos emprendimientos, las iniciativas editoriales se consolidarían con la publicación de El Correo del Sur -fundado y redactado por Adolfo Larenas, el español Ramón Gil Navarro y el argentino Domingo Vico- en septiembre de 1849. Ciertamente, tal empresa editorial contó con una subvención estatal, como fue el caso de otras iniciativas similares en otras regiones del país (Márquez, 2018: 207-224). Adolfo Larenas, su más conspicuo editor, era profesor del Instituto desde 1843 en las cátedras de francés y gramática castellana, había sido uno de los redactores de La Patria y posteriormente será el primer director de la Inspección de Educación Pública, creada en 1860 (Ayala, 1915).

El diario comienza como un semanario de circulación los días sábados distribuyéndose mediante suscripciones mensuales de cuatro reales pagados por bimestres adelantados. A partir del segundo año de edición seguirá una secuencia de tres ediciones semanales, los días martes, jueves y sábados. En enero de 1862 termina la subvención fiscal y reinicia su numeración desde el N°1, continuado hasta 1865 cuando termina sus ediciones con más de 2.000 mil números.

Su línea editorial se enfoca en los temas de la naciente ciencia económica, entregando datos estadísticos de interés para el mercado regional y global y tablas de precios de bienes regionales y artículos importados. También ofrece el movimiento de navíos en el puerto mayor de Talcahuano -con sus respectivos antecedentes sobre capitanes, capacidad de carga e itinerarios- y, por supuesto, antecedentes demográficos y sobre la producción regional.

La cobertura comercial intentaba alcanzar todas las villas y centro poblados de la provincia de Concepción y provincias vecinas de Maule y Valdivia, teniendo conexión con Santiago y Valparaíso para abarcar el mercado nacional. En 1849 sus puntos de suscripción se reparten; en Concepción: Imprenta del Correo y almacén de Camilo Menchaca; en Talcahuano: almacén de José H. Finch; en Tomé: casa de Antonio Mellado; en Los Ángeles: tienda de José Antonio Solano; en Chillán: casa de Tomás Contreras y en Cauquenes: casa de José Agustín Espinoza. También se distribuye en las provincias vecinas de Maule en Talca: casa de Andrés Donoso; y en la jurisdicción de Valdivia: casa de Miguel Bravo; en Santiago: Imprenta de Berlín y Cía. y en Valparaíso: Imprenta Europea.2

Con motivo de la división de la antigua provincia de Concepción mediante la creación de la provincia de Arauco con capital en Los Ángeles en 1852, el diario llega con sus agencias a un mayor número de poblados regionales. De este modo, en 1865 en la provincia de Concepción tendrá su sede central en esta ciudad, en la Imprenta del Liceo donde también funcionaba la Agencia del Mercurio. En Talcahuano: Silverio Brañas; Penco y Lirquén: Matías Gajardo; Chillán: Pedro Ma. Figueroa; San Carlos: José Kuis Sambrano; Rere: José Dolores Larenas; Florida: Miguel Henríquez; Yumbel: Camilo Acuña y Cauquenes: Agustín Espinoza. En la provincia de Arauco, en Los Ángeles: Agustín Kramer; Nacimiento: Carlos Onfray; Santa Juana: Cardenio Ulloa. En Maule, en Parral: Arturo Bernard y en Talca: Elías Morel. En Valparaíso: A. M. Medina.3

Esta lista de agentes distribuidores ilustra la amplitud de circulación del diario en el sur de Chile, tratando de abarcar a un mayor número de lectores entre los que se encuentran empresarios, comerciantes, empleados públicos, profesores, religiosos e, incluso, posiblemente, caciques mapuches letrados de la frontera de la Araucanía.

El periódico como órgano del progreso agroindustrial

La raigambre intelectual vinculada a la orden mercedaria de la empresa editorial de El Correo del Sur tendrá una significativa influencia en un discurso pedagógico de promoción del desarrollo industrial de la provincia. Objetivo este que fue enunciado en la presentación del diario en sociedad y señalando en su prospecto:

Inútil parece decir que nuestra consagración será ante todo local. Es evidente que no hemos de haber planteado una prensa en Concepción a costa de no pequeños esfuerzos, para abandonar sus verdaderas necesidades con una culpable indolencia” [para puntualizar su apoyo a la] “educación popular por los medios más eficaces de contribuir al desarrollo de la industria y el fomento de las artes.4

Esta orientación fue tomada por los editores de sus referentes periodísticos internacionales, en particular del diario La colmena, publicado por Ángel Villalobos en Londres para el público hispanoamericano y que enfatizaba la ilustración de las elites agrarias a través de folletines y artículos de divulgación científica y tecnológica aplicada a la industria. El Correo de Sur reedita una contribución literaria de dicho periódico acerca de la nueva cultura del gran mundo europeo, como veremos más adelante.

Uno de los tópicos comentados señeramente en sus páginas estuvo relacionado con la actividad molinera industrial, para destacar el aporte de estas fábricas en el despegue económico provincial asociado al procesamiento del trigo para la elaboración de harinas panificables a gran escala (Mazzei de Grazia, 2004; Inostroza, 2015). La nueva mercancía alimenticia de consumo cotidiano en las concentraciones laborales y urbanas en crecimiento derramará pingües ganancias a los empresarios fabriles, y a los hacendados y campesinos productores de granos.

Estas innovaciones fueron destacadas reproduciendo un interesante reportaje, aparecido en El Mercurio de Valparaíso, apoyando la declaración de puerto mayor al embarcadero de El Tomé -situado unos km al norte de Concepción en la desembocadura del río Itata, importante vía de comunicación con la zona cerealera septentrional de la provincia. El mismo reportaje entregaba antecedentes sobre las características técnicas de estas fábricas movidas con motores a vapor, el nombre de sus dueños y la descripción de su producción semanal:

El molino de Bellavista de Mr. Williams Délano. Muele 3.000 quintales por semana con tres piedras grandes, cada una de ellas de seis pulgadas de diámetro y de 100 vueltas por minuto.

El molino del Caracol de D. Tomas Sanders. Muele 2.000 quintales por semana con tres piedras de cinco pulgadas de diámetro y de 110 vueltas por minutos

Molino del Tomé de D. Olof Liljevalch. Muele 2.000 quintales por semana con cuatro piedras de cinco pulgadas de diámetro y 110 vueltas por minuto.

El molino California de D. José F. Urrejola y Ca. Muele 2.500 quintales por semana con cuatro piedras de cinco pulgadas de diámetro y de 130 vueltas por minuto.

Cuatro molinos más de primer orden estaban construyéndose en 1851 y debían empezar a correr el primero de agosto del mismo año. Sus dueños Liljevalch, Ferrer y Ca., Binismelis y Hnos Cruz. Hai todavía algunos otros que no tuvimos tiempo de visitar en nuestro rápido viaje por el Sur.5

El autor de la nota concluía señalando que “La casa Waddington, como es sabido, fijó el Tomé como punto de partida para sus valiosas especulaciones sobre San Francisco”, esto en el territorio de colonización estadounidense de California.6

La innovación tecnológica de la industria molinera significó un aumento exponencial sobre la producción triguera regional, reflejada en la capacidad de molienda de un volumen superior a medio millón de fanegas anuales -cifra que triplicaba el comercio de granos con el Perú a fines de la fase colonial.

De modo complementario, la influencia fabril también fue subrayada en sus aspectos comerciales y culturales por los reporteros provinciales. Respecto de la construcción del molino “Estrella del Sur” en Ranquil, cerca de Chillán, uno de ellos escribió: “Las fábricas de harinas son la única industria lucrativa para el país, porque de ella únicamente se han recibido los magníficos resultados que han enriquecido al país por cuatro o seis años pasados”.7 Añadiendo que:

Cada molino que se levanta en el interior debe recibirse como un acontecimiento feliz para el desarrollo de la industria, y de mil ramos comerciales entre las poblaciones que viven olvidadas lejos del centro del tráfico y de la civilización y abandonadas a sus propios mezquinos conocimientos. […]

A nuestro modo de pensar estimamos semejante, en cuanto a medio civilizador, como la Capilla en pueblos apartados del interior.8

Las connotaciones culturales observadas por el reportero evidencian una percepción muy fina respecto al cambio histórico que inducían las fábricas, nuevos iconos arquitectónicos de la civilización de las máquinas (Polanyi, 2011).

Junto con el impacto económico de los molinos mecánicos los editores destacaron el inicio de la navegación a vapor por el río Biobío, como referencia a una innovación técnica que impulsaba el crecimiento del mercado agroindustrial gracias a su expansión naviera hacia las Fronteras. Es decir, desde la ciudad de Concepción hacia las villas interiores de Los Ángeles y el fuerte de Nacimiento, puertas de entrada a la Araucanía, a un territorio pletórico de riquezas naturales que derramaría enormes beneficios a todas las clases sociales de la provincia.

Este proyecto fue desarrollado por el empresario Carlos Minture, quien en enero de 1855 presentó una nave con un motor a vapor de 75 caballos de fuerza, en la cual realizó un viaje de placer entre Talcahuano y el Tomé. El diario comunicó este evento, estimulando las esperanzas de desarrollo económico de la sociedad regional:

Hoy hace un paseo en la bahía de Talcahuano el vapor del Bio-bio, llevando a bordo muchas personas del puerto y de Concepción que van a visitar el Tomé. Es el primer ensayo de la máquina. El lunes o martes lo tendremos en Concepción listo para hacer su viaje a las fronteras.9

El 16 de enero se inicia el primer viaje en medio de una gran expectación social, como escribió el reportero: “Por hoy es todo fiesta. El vapor viene a hacernos su primera visita en el río, y la población entera va a recibirlo con entusiasmo, no hai más pensamiento que el vapor por ahora”.10

El intendente de la provincia de Concepción, Rafael Sotomayor, viaja como pasajero para simbolizar el apoyo del gobierno a esta magna iniciativa. No obstante, la nave tropieza con los bancos de arena que aparecen en el río, por la baja del caudal en verano, provocando el varamiento de la embarcación entre las villas ribereñas de Hualqui y Santa Juana. Este percance infunde desolación:

[…] tenemos la triste noticia que el vapor del señor Minton esta varado hace tres días entre Hualqui y Santa Juana, y que se hacen los mayores esfuerzos para sacarlo del maldito banco que se ha opuesto a su paso. No podía comunicar al comercio una noticia tan negativa después de sus alegres expectativas con respecto a la navegación en el Biobío. ¿Pero quiere este fatal contratiempo decir que no es posible la navegación? ¡Dios quiera que no lleguemos a esta fatal certidumbre! 11

Frente a estos inconvenientes surge una espontánea invocación religiosa para bendecir el esfuerzo secular, que coincide con la llegada de las lluvias otoñales permitiendo reactivar la navegación:

[…] preferentemente al infortunado Vaporcito Biobío que de hoy en adelante utiliza sus ruedas y el signo humeante y fantástico de su prodigiosa invención hará realizable la fundada esperanza de sus empresarios: sale hoy mismo para Nacimiento, llevando a bordo a nuestro Intendente Sotomayor, cuya vuelta será en tres días más. Que no haya más escollos, ni bancos impertinentes que vuelvan a destruir nuestras gratas ilusiones sobre su importante misión.12

Este comentario sintetiza los caracteres del nuevo imaginario industrial que esbozaron los redactores en sus noticias sobre el vaporcito del Biobío, un nombre diminutivo que alude al cariño íntimo respecto de la pequeña figura naviera inmersa en los grandes destinos comerciales de su éxito. Un lenguaje que resume un pensamiento colectivo de ilusión casi poética que se impone en el imaginario profano con el signo humeante y fantástico de su prodigiosa invención (Urzainqui, 2009).

Los tropiezos iniciales fueron rápidamente subsanados y se estableció un itinerario regular en una ruta de cabotaje, de más de 100 km entre Concepción y Nacimiento, que impulsó la expansión de los negocios agroindustriales. Con ello, el río Biobío cambió su impronta desde una antigua línea divisoria natural con la Araucanía a la imagen de una Frontera que abría un amplio horizonte de progreso industrial. En esta óptica el diario incorporó el itinerario del Sotomayor -nombre asignado por la memoria popular para recordar el percance inicial- como un tema cotidiano de su crónica local. En uno de los números el diario anunció: “Hoy salió a las ocho para Nacimiento. En el próximo viaje se espera al Sr. Cousiño y demás personas que le acompañaron a la frontera”.13

Una noticia halagadora por la presencia del pasajero Matías Cousiño, uno de los más grandes empresarios del país y de la provincia, con importantes inversiones en el rubro molinero, la minería del carbón de piedra y las finanzas.

El avisaje comercial contribuiría a la transfiguración del río Biobío como una ruta mercantil en el imaginario regional, una innovación proyectada junto al fomento del desarrollo industrial que los editores contribuían a concretar en su carácter de comunicadores de los intereses y sentimientos económicos colectivos. Así, por ejemplo, la compañía molinera Alemparte y Vásquez señalaba a su clientela que contaban con un capital de $40.000, ofreciendo que: “Los dueños de trigos, que los bajen por el río, tendrán a su disposición cinco carretas pertenecientes a la bodega en que podrán conducir a ella, sin costo alguno, los frutos que deseen depositar”.14 Por su parte, la empresa Descat Hnos, presumía de sus instalaciones en el embarcadero de Chepe, frente a la ciudad de Concepción afirmando que: “No es posible encontrar bodega más cómoda para los trigos que bajan por el río, pudiendo llegar las lanchas al mismo corredor, como se ha visto en el invierno pasado. Tendremos también una gran cantidad de carretas para conducción a Talcahuano”.15

El impulso al desplazamiento mercantil hacia y desde las fronteras, desencadenado por el cabotaje del Sotomayor, fue reforzado por los mismos redactores del diario:

Nosotros hemos evidenciado el notable empuje que recibieron los intereses del interior por medio de la comunicación a vapor entre Concepción i Nacimiento. Luego se puso en movimiento jente de toda clase, hacendados, artesanos, extranjeros e hijos del país, para establecerse en las inmediaciones de la Laja, el Vergara i Bio-bio.16

Con ello, el empresariado molinero también anunció su marcha hacia la Frontera. En abril de 1856, la compañía de Alemparte y Vásquez avisó que había abierto en Nacimiento una bodega a cargo de Apolinario Lara con un capital de $12.500.17 Pedro Jovi, en tanto, ofrecía sus nuevos almacenes en este punto, cobrando “por bodegaje y conducción al río, ocho centavos por cada fanega al año en la bodega de Manzanal, y once con cinco centavos en la de Nacimiento”.18 A su vez, Daniel Novoa informaba sobre la construcción de un molino harinero y una bodega para adquirir trigos, “con la entrega de la especie a orillas del río Bergara empleando útiles de mi establecimiento”.19

El desarrollo del mercado agroindustrial sufriría una breve interrupción durante la Revolución de 1859, desencadenada en la región interior de Concepción contra la continuidad del gobierno conservador, evento asociado con ataques de los cacicazgos mapuche -a mediados de febrero del mencionado año- contra el fuerte de Negrete, fundado al sur de Nacimiento para apoyar la migración de artesanos, empresarios y campesinos hacia las comarcas septentrionales de la Araucanía -de Mulchén, Malven, Renaico y Angol. Frente a este escenario el diario adoptó la defensa de los intereses económicos regionales, publicando noticias donde lamentaba una crisis productiva derivada de las incursiones indígenas y los motines populares:

Las noticias de la quema de las sementeras, hecha por los salvajes de Arauco, el temor de que esas barbaries se repitan, i sobre todo la imposibilidad en que se hallan hoy los hacendados del sur de conseguir trabajadores para hacer sus cosechas, han contribuido a levantar el precio de los trigos i harinas, de esos artículos de primera necesidad i cuya carestía afecta a todas las industrias.

Antes de que estallara los motines, las fuertes existencias de ese artículo i la noticia de que las nuevas cosechas eran buenas i abundantes habían hecho bajar su precio hasta seis pesos saco de dos quintales. De pocos días a esta parte la harina se cotiza en esta plaza a 8 pesos i se nota una tendencia al alza.20

En este párrafo, es interesante destacar la combinación discursiva de una inestabilidad política, generada por “los salvajes de Arauco” y los motines populares, con la imposibilidad de conseguir trabajadores para cosechar la producción triguera y transportarla hacia el mercado del litoral. Un argumento que traslucía un clima de normalidad anterior a la crisis, donde los indígenas salvajes y campesinos revoltosos formaban parte de un entramado intercultural que favorecía los intereses de la economía. Tales aspectos sitúan al Correo como un órgano que respondía a intereses públicos muy amplios, y no solo a una visión del capitalismo como ocurría con otros medios de Santiago y Valparaíso, posiblemente como resultado de su prosapia pedagógica en un contexto intercultural regional de larga vigencia histórica.

El nuevo gobierno liberal restableció rápidamente el control político de las fronteras, reponiendo el enclave de Negrete y fundando nuevos fuertes y villas, en Mulchén y Angol en el interior y Lebu en la costa entre 1861-1862. Así se iniciaba la anexión oficial al Estado de Chile de la comarca septentrional de la Araucanía, situada entre el río Biobío y el río Malleco, con más de 500.000 hectáreas (Inostroza et al., 2020).

La importancia de la navegación fluvial, como actividad asociada a una época de innovaciones industriales, quedó también registrada en la noticia de la expedición fundadora de Angol que sale desde Nacimiento a comienzos de diciembre de 1862:

Sabemos por un oficial llegado de la alta frontera que las tropas al mando del señor Intendente Saavedra i coronel señor Pantoja, no habían encontrado hasta ahora ninguna dificultad para ocupar Angol. Los caciques Melin i Calbuen salieron a recibir al Ejército a su llegada. El viaje por el Vergara había sido muy feliz, pues el convoy de lanchas, cuyo número pasaba de treinta, en las cuales iba la tropa i pertrechos de guerra de la expedición, no esperimentó tampoco ningún contratiempo en su corto viaje.21

Con la fundación de Angol se consolidaría la expansión del mercado agroindustrial desde Concepción hacia la Araucanía; escenario en el cual la navegación a vapor, a través del río Biobío, será reforzada con una segunda nave llamada Herminia. En un aviso publicado en el periódico por la nueva empresa naviera se esbozó el itinerario de su servicio de cabotaje:

Cuadro 1 Valor de los pasajes del Vapor Herminia, 1864. Fuente: ECS (1864). “Itinerario del vapor Herminia del Biobío”, 4 de agosto de 1864. 

Concepción a Hualqui $2
Concepción a Santa Juana $4
Concepción a Nacimiento $8

De esta forma se identifican las villas interconectadas por los vapores del Biobío, delineando el precio de los pasajes como un servicio destinado a una elite económica regional que marca también su orientación empresarial.

Sin embargo, la navegación expedita tropezaba con la falta de mantenimiento de la ruta fluvial, problemática que también afectó a la nueva nave:

El vaporcito Herminia habiendo salido de Nacimiento para Concepción el miércoles próximo pasado tuvo a las tres de la tarde la desgracia de tocar en una gran piedra situada a este lado del río más arriba de Santa Juana en el lugar denominado Tanallini se fue a pique. Se salvaron la tripulación i dos pasajeros que fueron el capitán don Lucio Martínez i el dentista señor Newman, más se perdió la abundante carga que llevaba consistente de harina.22

No obstante, este accidente, la navegación a vapor no se detuvo. En un libro de geografía comercial editado en 1872 se apuntaba que el río Biobío: “es navegable en su interior hasta Nacimiento, cerca de 100 millas, y mantiene dos vapores que hacen la carrera entre dicho punto y Concepción” (Tornero, 1872: 396).

La línea de vapores entre Concepción y Nacimiento conformó una de las innovaciones más emblemáticas del cambio económico ocurrido entre la época colonial y la etapa republicana temprana; será continuada y desplazada con la llegada del primer Tren de la Frontera, desde Concepción a Angol en 1876 (Inostroza et al., 2020).

La expansión del mercado agroindustrial en las décadas de 1840 y 1850, también involucró un desarrollo más profundo de la economía de mercado, con la fundación en Concepción del Banco Chileno Garantizador de Valores en 1865 -a cargo de inversores locales- con un fondo social de 100.000 pesos y la facultad de emitir billetes a plazo de 100, 200, 500 y 1.000 pesos.23 Esta institución se sumaba al conjunto de bancos que modernizaban la economía capitalista, contribuyendo al reemplazo de las monedas de oro y plata de la época mercantilista, mediante la emisión y colocación en el mercado de billetes bancarios fiduciarios. Estos medios de pago facilitaron e impulsaron un crecimiento extraordinario del comercio interior, consolidando el auge del capitalismo industrial en el ámbito regional.

Los actores indígenas en la frontera del capitalismo industrial

Un tópico de extraordinaria importancia evidenciado en las páginas del periódico fue la relación entre la moderna economía de Concepción con las tribus mapuches independientes de las fronteras de la Araucanía, las que habían mantenido vínculos mercantiles de larga duración con el sur de Chile.24 Esta relación contractual, marcada a mediados del siglo XIX por visos de complementariedad económica y conflicto cultural, será mediada por los editores del diario.25

Una interesante nota, enviada por el corresponsal de la villa de Nacimiento, brinda una visión de los actores occidentales acerca de la relación económica con los comerciantes mapuche que mantenían el control de sus territorios ancestrales:

Señor Editor. Las novedades en los pueblos fronterizos están reducidas, en su mayor parte, a negocios de indígenas, porque ellos construyen el gran todo de nuestra existencia comercial, política y cristiana. Mientas U.U. se ocupan por allá del elemento extranjero, que representa para el país la inmigración, la industria y el bienestar general; por acá nos ocupamos del elemento indíjena sin fe, sin religión, sin moral, sin hábitos civilizados, que importan en fin un malestar absoluto. Cuando reciban, pues, una correspondencia mía, de seguro que ella contiene algo relativo a nuestros vecinos y amigos de chiripá poncho y trarilongo.26

La ironía sobre la perfección moral de la civilización cristiana respecto de las costumbres indígenas identifica el sentimiento de superioridad de los actores occidentales, justificando el avance y la expropiación política de las tierras indígenas iniciadas con la creación de la provincia de Arauco en 1852 (Del Valle, 2016). No obstante, también se advierte que el conflicto político y cultural se diluía a través de los vínculos mercantiles.

Este contrapunto entre civilización cristiana y culturas indígenas daría lugar a un sorprendente registro periodístico sobre la adaptación de los vecinos y amigos “de trarilonco, poncho y chiripá” con respecto a los códigos de la economía de mercado; punto de vista que asumían los editores insertando un aviso comercial contratado por el cacique Vicente Paillalef de Pitrufquén -en viaje de negocios en la ciudad de Concepción:

El que suscribe ha traído una partida considerable de animales mui conocidos por los que trafican por Pitraque, pues en toda la tierra de los indios no se encuentran mejores crías; los que se interesen por todos o parte pueden verse conmigo desde hoy hasta el jueves próximo en esta ciudad, en el “Hotel del Sur” o en Nacimiento en casa de don Juan de Dios Terán. Vicente Paillalef, Concepción, febrero 1º de 1853.27

No podemos dejar de comentar la versatilidad intercultural del mercader mapuche, tanto por el uso del periódico en sus operaciones comerciales como por el uso del hotel como despacho de sus trámites con los compradores de la frontera.

En una óptica similar al aviso anterior, y con un sentido satírico de crítica pública hacia la moral de los mercaderes cristianos, los editores insertarán el siguiente anuncio:

Se esperan, según noticias, de 6 a 7 mil cabezas de ganado que por el cacique Mañil se introducirán este año de la República Arjentina: y aunque robados, eso no quita que la carne sea sabrosa, y que sus precios por lo mismo, sean ínfimos. ¡Alerta pues comerciantes!.28

El uso del avisaje comercial por parte de Paillalef y Mañil trasluce un admirable conocimiento y manejo de los mecanismos de la economía de mercado, posicionándolos en un estatus análogo al de los empresarios occidentales que empleaban el periódico para dinamizar sus negocios.

El punto de vista mediador de los periodistas regionales se aprecia en la denuncia de ilegalidades contra los habitantes originarios de la Araucanía, después de la fundación del fuerte de Angol:

Se ha comisionado por el Intendente de la provincia al subdelegado de Angol para que dé hijuelas a los particulares en los terrenos comprados por el fisco con ciertas condiciones, i una de ellas que se respete la población que ocupa cada indígena, pero hemos sabido que no se hace así, sino que se está despojando a los indios i lanzándolos arbitrariamente de sus poblaciones por los que han tomado hijuelas, i en lo que se dice el subdelegado les presta ayuda. Para nosotros esto es mui posible porque no es la primera arbitrariedad que hemos visto cometer a aquel funcionario.29

Además, el aviso sobre la publicación y venta de un libro de gramática del idioma chileno o mapuche nos permite enfatizar la función del periódico provincial como un medio de expresión de identidades plurales que adquiere la tendencia global del periodismo al servicio de la economía de mercado:

En estos días ha visto a luz pública un testo de gramática del idioma chileno, que es una edición nueva i mui mejorada i aumentada del que había sido escrito por el jesuita Febres. El autor de esta útil obrita es don Guillermo Cox. Joven de reconocida laboriosidad e inteligencia. Pronto se asegura que se agregará a la gramática un diccionario del mismo idioma, en cuya redacción se ocupa actualmente el mismo sujeto.30

La mención al diccionario del jesuita Andrés Febres, publicado en Lima en 1765 y ampliamente utilizado por los misioneros en la etapa colonial, señala una de las cualidades más representativa de los letrados humanistas regionales, plasmada en un discurso intercultural de larga duración con las sociedades indígenas de la Araucanía, la Pampa y la Patagonia.

Para cerrar este apartado señalaremos que la noción de “salvaje”, derivada de la historiografía evolutiva de esta época, también tiene significaciones positivas que fueron connotadas por Adam Smith, como referentes de sus hipótesis sobre el libre comercio que se había desenvuelto desde las primeras etapas de la organización económica de una sociedad libre que no estaba sujeta a las leyes del Estado (Smith, [1776] 1958: 17). En la óptica de estos imaginarios económicos modernos, que compiten con la ideología totalizante del Estado burocrático y eclesiástico, debemos indicar la existencia de varios casos emblemáticos de conspicuos intelectuales occidentales que pasaron desde Concepción a convivir con la sociedad mapuche. Entre ellos el destacado profesor venezolano del Instituto Literario, Simón Rodríguez, y el no menos acreditado ingeniero Carlos Lozier (Ayala, 1915: 374, 378). A estas experiencias posiblemente debemos sumar el proyecto político del francés Orelie Antoine de Tounes, quien junto a otros italianos seguidores del líder liberal Giuseppe Garibaldi intentaron fundar un reino independiente en la Araucanía, la Pampa y la Patagonia en la década de 1860.

El buen tono del gran mundo en el periódico provincial

Retomando el tópico pedagógico perfilado por los editores de El Correo del Sur en cuanto a su labor hacia la “educación popular por los medios más eficaces de contribuir al desarrollo de la industria y el fomento de las artes”31, debemos señalar que el diario critica la formación intelectual de la elite criolla de Concepción, inmersa en una “apacible felicidad rural” que ocultaba una deficiente preparación para una exitosa inserción en un mercado mundial dominado por empresarios europeos y estadounidenses. Una dimensión cultural retrasada, que los editores también abordarán desde la óptica de una estructura económica que relegaba a la mujer a las tareas hogareñas y las sometía a una permanente tutela masculina. De manera muy vanguardista, estas eran condiciones que el periódico intentaba cambiar a partir de una mirada enfocada en la incorporación del público femenino al debate literario, y cuyas influencias políticas intentamos percibir en el registro del diario (González y Bergot, 2021).

Este argumento fue planteado con la publicación del folletín “Otra pero la misma”, copiado de la revista La Colmena editada por el español Angel Villalobos en la casa Akerman de Londres (Villalobos, 1845: 79-84). En este cuento amoroso una pareja de recién casados se enfrenta a los desafíos de conservar y mejorar su posición socioeconómica en el escenario del libre comercio mundial; para ello deben reeducarse y adquirir una prosapia de nivel internacional, objetivo para el cual al joven protagonista de esta historia su tío le propone:

[…] la necesidad de suplir con estudio y diligencia el descuido de su educación, y le anunció luego su intención de viajar con él toda Europa, idea que hizo palpitar el corazón de Francisco. Prometiole que visitarían junto el encantador Paris, a la clásica Roma; que respiraría el aire de Atenas y acaso llegarían a contemplar los vistosos minaretes de Constantinopla.32

Después de recorrer Europa el esposo se convierte en un hombre de mundo, mientras la esposa acude a lecturas de libros y a una mayor interacción social de esparcimiento con las mujeres de la elite mercantil. Este ejercicio le permite converger con la educación de su marido para llegar a ser “feliz porque experimentaba nuevos goces y porque vivía para un objeto determinado. Como sucede siempre, en tales casos, sus modales progresaban a la par que su mente”.33

La perspectiva para captar al público lector femenino hacia una cultura global se desplegó sin ambages, desarrollando una visión editorial hacia las inquietudes de “Nuestras bellas lectoras”.34 Una connotación que esgrime el interés por auspiciar el ingreso de las mujeres en una esfera pública de buen tono de acuerdo a los parámetros internacionales. Este movimiento se realiza en concordancia con las orientaciones del Instituto Literario que apoyaba la educación de las niñas desde sus aulas, en asociación con otras iniciativas particulares.

Destacamos en este sentido, cómo en las páginas del diario se registra el nombre de Januaria Molina, directora de un importante colegio femenino. También consideramos relevante la promoción del Colegio de Señoritas dirigido por Alfonso Cleret, profesor de inglés del Instituto Literario, entidad responsable de supervisar la calidad académica de la educación de las niñas dentro del mencionado Colegio (Ayala, 1915: 831). En el establecimiento las alumnas recibían clases con una propuesta educacional escolástica y secular, con ramos de Lectura, Aritmética, Geografía, Cosmografía, Historia Sagrada, Historia Antigua y de Grecia, Historia Romana, Historia de Chile, Gramática Castellana, Ortografía, Francés, Religión, Orden, Costura y Piano.35

En este contexto, El Correo del Sur se transforma en portavoz y promotor de una nueva educación para las señoritas de la elite de Concepción, con un estilo clásico de gran mundo pasa a publicar en su sección de folletines novedades literarias de escritoras europeas para abrir caminos de mayor libertad e igualdad política a las mujeres.

Así aparece en sus páginas el ensayo de la española María del Pilar Sinues, “El prestijio que el amor ejerce en las mujeres”, seguido por el comentario del libro Diccionario manual de una mujer que ha visto, de la célebre Elisa Macbride, actriz del teatro de Drury-Lane de Londres. Sobre el mencionado libro se publica un extracto de sus ideas liberales, en estilo satírico:

[…] modelo de escentricidades i de extravagancia, fruto del talento, de la experiencia, del chiste i donaire de una mujer instruida i mui rodada por el mundo, en todas las rejiones, altas y bajas de la sociedad inglesa, i aún de la sociedad europea […].

Un famoso Diccionario, que hoy hace furor, en lo que se llama la sociedad culta de Paris i Londres, este enjendro maravillosos de la literatura a la moda.36

Rescatamos un par de nociones, que iluminan el sentido de una bella vida liberal, asociadas con las elites europeas y transmitidas por el diario con un dejo de ironía social: “Día; lo que se llama día en el gran mundo.- El espacio de tiempo comprendido entre las 2 y las 6 de la tarde” […]. “Religión de los ricos.- Ocupar un sillón en una capilla de gran tono”.37

La preocupación por las lectoras femeninas revela el ascenso de las mujeres como nuevos sujetos históricos de la modernidad económica,38 las que estarán acompañadas del ascenso simultáneo al ámbito público de los trabajadores (Arendt, 2005); fenómeno que se expresará en la preocupación por el tratamiento de los tópicos de ricos y pobres.

En esta línea editorial se insertan ensayos de escritoras que abordan las contradicciones sociales entre las clases burguesas y los obreros del mundo popular. Una problemática recurrente en la literatura y los periódicos de la época estudiada, y que el Correo aborda con la publicación del folletín de la escritora francesa Sophie Pannier, Las riquezas del pobre i las miserias del Rico,39 con una nota prestigiosa: “Traducido para El Correo del Sur”.40

Este folleto ensaya un comentario de crítica económica en un refinado estilo satírico, delineado en su título paradojal, relacionado con la pérdida de valores en la civilización del capitalismo cristiano occidental que corre tras la ganancia y la opulencia materialista de la divinidad del dinero, en contraste con la vida popular que sobrevive en la estrechez y la precariedad y con las pequeñas cosas a las que tiene acceso.41

En esta óptica de sensibilidad económica se publica el trabajo del escritor local, que firmaba con las iniciales M. P., sobre las vicisitudes de “Las clases pobres”, el cual es profundizado por el mismo autor en un segundo artículo titulado “La industria en Chile i sus inconvenientes”.42

En la introducción del primer artículo, el autor redacta una perspicaz semblanza del carácter del periódico como mercancía letrada de la época industrial. Abordando al periódico como expresión del imaginario de la acción expresa:

No son las estrechas columnas de un diario en las que se debía tratar esta importante materia, pero el espíritu de esta época que no se detiene, que parece animada de una especie de vértigo, que todo es acción i movimiento, que marcha en alas de la electricidad, no se presta fácilmente a los estudios serios i mucho menos a hojear con paciencia numerosas pájinas de un libro, así es que para adquirir los conocimientos lo hace jeneralmente, como quien dice a vuelo de pájaro, encaminándose rápido i sin detenerse, impulsado por ese furor que domina a nuestro siglo en un incesante delirio de progreso.43

Esta observación sobre el carácter superfluo de las hojas sueltas prefigura la noción del progreso, que interpretamos como una percepción del cambio incesante reflejado en esa actualidad en cada número del periódico. Un fenómeno que no era del todo comprensible para los testigos como espacio para un diálogo social que creaba opinión pública, a pesar de una lectura trivial y amena.44

Para cerrar este apartado y este artículo citaremos el panfleto45 “¿A dónde vamos?” de José Selgas, uno de los más grandes periodistas satíricos conservadores de España,46 en cuyo título se retrata la reflexión sobre la complejidad del cambio histórico desde una visión hispanoamericana. Dicha fuente tiene visos que descubren un pensamiento de interpretación escolástico y secular, característicos de la hibridación de las identidades plurales del periodismo temprano generado por el delirio de una época de veloces e incesantes transformaciones (Durán de Porras, 2009; Urzainqui, 2009):

¿A dónde vamos?

Estamos en el período de incubación de un nuevo paganismo.

El oráculo de estos tiempos es la Bolsa, el culto son los placeres, la divinidad es el oro. […]

Los Césares de este bajo imperio son los jenerales i los banqueros.

¿A dónde vamos?

Debemos decirlo con orgullosa satisfacción: vamos caminando rápidamente a una espantosa prosperidad.

La moral es una infeliz, una pobre mujer honrada i honesta de quien nadie se acuerda porque no muestra el semblante desvergonzado en medio del escándalo público.

Ridícula pretensión: ella quiere que los hombres sean justos i los pueblos buenos.

La razón moderna solo quiere que sean ricos. […]

La felicidad de que nos hablan debe estar deducida de esta profunda consideración.

El ser rico es infinitamente más cómodo que el ser bueno.

Se vive sin relijión, sin virtudes, sin honra. […]

El vapor nos lleva tan de prisa, que ya nos estamos tocando la espalda, como si por un castigo de la Providencia nos viéramos obligado a ir detrás de nosotros mismo.

Vamos…parece mentira, a volver a empezar.47

Estas ideas moralizantes y de signo conservador tienen la virtud de esbozar una perspectiva periodística sobre lo que pensaba la sociedad respecto de la razón moderna al servicio del encanto del dinero, con sus pautas culturales que asomaban como una nueva religión basada en el materialismo y donde confluían el estado burocrático, la iglesia y la ciencia, arrastrados por el vértigo del motor a vapor.

A modo de conclusiones

El estudio del archivo de El Correo del Sur nos ha permitido identificar algunos elementos distintivos asociados con transformaciones generadas por las innovaciones económicas de la Revolución industrial en su fase de desarrollo temprano, situando al periódico y a los periodistas como los artefactos más decisivos en la transformación civilizatoria a nivel mundial.

Con este enfoque metodológico buscamos reconocer las percepciones de los literatos sobre esta coyuntura de cambio histórico desde sus propias categorías interpretativas, considerando al periódico como un registro muy personal y, al mismo tiempo, compartido por sus interlocutores, quienes observan el espectáculo de la realidad en movimiento. Hemos pretendido, además, rescatar la distinción del archivo del periódico como una expresión de comunicación social que, desde su producción empresarial, constituye y aporta al anuncio de algo nuevo: el ascenso de la sociedad al lugar preeminente de la construcción de la historia global desde un escenario regional. Contexto en el que aparecen actuando una combinación de personajes representativos y emblemáticos de esta naciente época de la economía de mercado; a saber, los empresarios, las mujeres intelectuales y los comerciantes, cuya contraparte en el espacio de la frontera provincial sería asumido por los mercaderes mapuches de larga figuración y tradición en la historia regional.

Como otrora en la época colonial, a través de las ediciones de El Correo del Sur hemos descubierto la apropiación de prácticas, estrategias y espacios de interacción -que parecían exclusivos de mercaderes y empresarios chileno- occidentales- por parte de importantes líderes y hombres de negocios del mundo indígena mapuche. Estas evidencias, no hacen sino confirmar la proyección en larga duración de las seculares formas de vida y relación -complejas y cruzadas- en torno a los espacios de frontera, donde la agencia de unos y otros actores interculturales superó el uso inefable de la violencia con el despliegue de una mayor o menor destreza para leer las señales del cambio y descubrir las formas de adaptarse a ellas.

Desde este punto de vista, el proceso articulado por los redactores -que envían a través de sus páginas una carta por el correo periodístico- impulsa una interlocución con sus lectores dejando un registro impreso de sus imaginarios colectivos respecto de la inserción simultánea de la realidad local en una dimensión ahora mundial. Así se conforma un nuevo sujeto económico, sea a nivel individual como un colectivo o empresa, que se escinde definitivamente de su pasado rústico y agrario en el que predominaba la continuidad inexorable de la permanencia.

Así el periódico, en su soporte material y discursivo, conforma una nueva mercancía que representa el acceso al control del factor temporo-espacial, como elemento dinámico y de importancia para la historia del mercado industrial. Particularmente, porque su edición y lectura colocará en un veloz movimiento los valores subjetivos del capital en relación a las expectativas de las acciones realizadas u omitidas en el pasado, y que transitaban por el despliegue de estrategias de pacto y negociación personal a escala local; determinando así unas decisiones vinculadas con la dinámica del mercado que ahora se desplazan hacia el cálculo de futuro a través de la especulación y la despersonalización. Quizás sea la dimensión más relevante del periódico para alcanzar un éxito inconmensurable en la organización del negocio de la información, como un nuevo poder y dispositivo de actuación en torno a los espacios de frontera en la lógica del Estado moderno y de la aún más disruptora complejidad de la economía industrial.

Agradecimientos

Al proyecto financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), Chile/ Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) 1220324 y al proyecto DI21-0017, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad de La Frontera (UFRO), en Temuco, Chile.

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1 El concepto de revolución industrial fue introducido por A. Toynbee en una conferencia de 1881, para denotar la historicidad de un fenómeno tecnológico que continuaba proyectando su fuerza transformadora más allá de la desaparición de sus primeras configuraciones (Polanyi, 2011: 349).

2ECS (1849). 29 de noviembre de 1849.

3ECS (1865). 11 de febrero de 1865.

4ECS (1849). “Prospecto”, 29 de noviembre de 1849.

5ECS (1853). “Tomé necesidad de declararlo puerto mayor”, 1 de febrero de 1853.

6ECS (1853). 1 de febrero de 1853.

7ECS (1854). “Molino Estrella del Sur. Industria Nacional”, 5 de diciembre de 1854.

8ECS (1854). “Molino Estrella del Sur. Industria Nacional”, 5 de diciembre de 1854.

9ECS (1855). “Vapor del Bio-Bio”, 13 de enero de 1855.

10ECS (1855). “Crónica local”, 16 de enero de 1855.

11ECS (1855). “Crónica local Vapor Bío-Bío”, 23 de enero de 1855.

12ECS (1855). “Tiempo”, 1 de mayo de 1855.

13ECS, (1855). “Vapor Sotomayor”, 17 de noviembre de 1855.

14ECS (1856). “Al público”, 15 de enero de 1856.

15ECS (1856). “Bodega al este del cerro Chepe a orillas del río Bio-Bio”, 22 de enero de 1856.

16ECS (1859). “Vapor Sotomayor”, 28 de junio de 1859.

17ECS (1856). “Al comercio”, 1 de enero de 1856.

18ECS (1858). “A los agricultores”, 2 enero de 1858.

19ECS (1857). “Bodega de Nacimiento”, 17 de enero de 1857.

20ECS (1859). “La alza de los trigos i harinas”, 3 de marzo de 1859.

21ECS (1862). “Angol”, 6 de diciembre de 1862.

22ECS (1864). “Naufragio”, 5 de noviembre de 1864.

23ECS (1865). 11 de febrero de 1865.

24Empleamos el concepto tribu para denotar, según las nociones de la época, una organización política sin Estado que centralizara la recaudación de tributos y se ocupara de las tareas de seguridad pública y defensa militar.

25En los primeros números de 1850 el periódico entrega un amplio reportaje sobre el “Parlamento de Los Ángeles”, celebrado por el Intendente José María de La Cruz con los caciques mapuches de la costa de Arauco y los llanos de Angol para zanjar puntos conflictivos y otorgar continuidad a las relaciones diplomáticas entre la República de Chile y los jefes políticos de la Araucanía.

26ECS (1853). “Corresponsales del Correo”, 12 de febrero de 1853.

27ECS (1853). “Aviso interesante a los que se quieran hacer de animales gordos para matar”, 5 de noviembre de 1853.

28ECS (1858). “Oíd comerciantes”, 26 de enero de 1858.

29ECS (1864). “Hijuelas en Angol”, 31 de marzo de 1864.

30ECS (1864). “Gramática araucana”, 22 de diciembre de 1864.

31ECS (1849). “Prospecto”, 29 de noviembre de 1849.

32ECS (1849). “Otra pero la misma”, 29 de noviembre de 1849.

33ECS (1849). “Otra pero la misma”, 29 de noviembre de 1849.

34ECS (1860). 2 de junio de 1860.

35ECS (1859). “Nómina de las alumnas premiadas el día 9 de enero en el colegio de señoritas dirigido por A i M. Cleret”, 13 de enero de 1859.

36ECS (1859). “Variedades”, 3 y 5 de marzo de 1859.

37ECS (1859). “Variedades”, 3 y 5 de marzo de 1859. El destacado en cursivas es nuestro.

38La orientación editorial hacia el público femenino formó parte de la educación popular que desplegó el periódico para ampliar la participación de las mujeres en la vida pública y económica (Mazzei, 2004; Brito, 2017).

39Publicado en Francia por Sophie Pannier (1828); agradecemos esta referencia a Lison Billières de Francia.

40ECS (1858-1859). “Las riquezas del pobre i las miserias del Rico”, 25 de diciembre de 1858 y 1 de enero de 1859.

41Este contraste estuvo aparejado con el deterioro de la imagen moral de las familias trabajadoras a nivel mundial, problemática abordada en las aulas del Instituto Literario por uno de sus profesores más eminentes, el americanista Simón Rodríguez (Ayala, 1915: 379).

42ECS (1859). 22 de febrero de 1859.

43ECS (1859). “Las clases pobres”, 17 de febrero de 1859.

44Además fue un fenómeno paradojal que siguieron los periodistas tempranos para mezclar la crítica reflexiva con el espectáculo trivial que permitía al público pensar la actualidad con sorprendente claridad y profundidad. Así, Ramón de Mesonero planteaba con aguda amenidad su orgullo de escribir folletines para el Diario de Madrid, a pesar de que “un despiadado tendero me convierta en envoltorio de manteca de Flandes o de queso de Rochefort, y si de este modo paso a la posteridad, no será por lo menos sin algo de sustancia” (Mesonero Romanos, 1845: 215).

45Panfleto en el sentido de elevada forma para transmitir ideas (Durán de Porras, 2009).

46De este autor también se publicó “El dinero” (ECS, 3 de octubre de 1860; reeditado en Selgas, 1861: 107-114). Cabe mencionar que Selgas fue fundador del célebre periódico literario y político español El padre Cobo que circuló entre 1854 y 1856.

47ECS (1864). “¿Adónde vamos?”, 19 de marzo de 1864.

Recibido: 05 de Enero de 2022; Aprobado: 23 de Mayo de 2022

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