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Anclajes

versión On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.13 no.2 Santa Rosa jul./dic. 2009

 

RESEÑAS

Relatos de época. Una cartografía de América Latina (1880-1920)
Rodríguez Pérsico, Adriana
Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2008, 525 páginas.

La época recortada en esta minuciosa cartografía –1880-1920– está atravesada por la idea de modernidad, una idea que combina la euforia con la desorientación y el malestar y cuyos orígenes la autora rastrea en textos y autores clásicos –Weber, Nietzche, Beaudelaire– al inicio de su obra. Este es el punto de partida para ir tejiendo una trama de discursos que cubren el espacio latinoamericano y que vienen a declinar ese concepto de modernidad en sus diferentes matices, tonalidades, cruces y rupturas.
Por su parte, la idea de época presupone un mundo común acompañado de una autoconcepción en la que la experiencia estética y literaria anticiparía conceptos que luego serán elaborados en un sentido más general y científico.
Para trazar este mapa, entonces, el espacio literario se concibe como lugar privilegiado de intersección de prácticas discursivas de otros campos, como plataforma de ensayo o gran máquina trituradora, en términos de la autora, que deglute, convierte en alimento y recicla todo tipo de materiales (49). Por lo tanto, a manera de aleph, una época entera puede caber en una ficción y descubrir las tensiones que se originan en los procesos de modernización que las sociedades latinoamericanas atravesaron en ese momento histórico. La cartografía delinea territorios, marca sus fronteras y señala la constitución y circulación de ciertos imaginarios de época.
Estas son las coordenadas generales que guían la lectura de un vastísimo corpus, que abarca diferentes territorios, desde México a Argentina e incorpora a Brasil, para establecer continuidades y diferencias en ese imaginario que cada texto va forjando. Es precisamente la lectura integrada de textos de esa cultura uno de los aportes más sobresalientes y originales de Rodríguez Pérsico por cuanto los estudios sobre el espacio cultural latinoamericano no suele incorporar, en una mirada simultánea, a los textos brasileños.
Los relatos de época, nos dice la autora, se organizan alrededor de determinados núcleos como el arte, la nación o el continente, la ciencia, el misterio y la religión, el amor o el erotismo y estos núcleos son los que marcan las cuatro partes en que se divide esta cartografía discursiva, aún cuando el recorrido de lectura hace remisiones permanentes dentro de lo que podríamos llamar una verdadera red de ideologemas.
Si bien sabemos que los años puntuales que inician o cierran una época no son más que una indicación aproximada de comienzos o finales de procesos, imposibles de datar con exactitud, no queda explicitada en el texto la elección de 1920 como fecha que cerraría una época: no es que pudieran faltar motivos para elegir ese año, seguramente los hay, simplemente no son expuestos. Por otra parte, una buena cantidad de textos analizados fueron publicados a lo largo de esa década, en la que sin lugar a dudas reaparecen con fuerza los tópicos de la modernidad y la modernización.
La primera parte presenta el marco conceptual que guía la elaboración de esta cartografía; de inmediato Rubén Darío y José Martí aparecen en el mapa, como configuradores de lo moderno en el ámbito estéticocultural. Es lógico que la puerta de entrada se abra con el comentario de textos martianos y cuentos del poeta nicaragüense que vienen a inaugurar la escritura de la modernidad latinoamericana al plantear ciertos conflictos propios de esta época: un discurso estético literario que reclama la autonomía de sus propias reglas, la estética de la rareza, la pose y el artificio, la imagen del artista como genio, maldito y aristócrata, entre otros.
En las obras de Eduardo L. Holmberg, José Asunción Silva, Gómez Carrillo , Atilio Chiappori y Manuel Gálvez emergen los lugares comunes del fin de siglo: la bohemia, el dacadentismo, la incomprensión de la multitud, la corrupción de la metrópolis, la mezquindad de la sociedad. Rodríguez Pérsico detecta el diálogo, no exento de ironías y parodia, que cada una de estas obras mantiene con las discursividades propias de la época: el nacionalismo, la democracia, el cientificismo, el lugar de las elites y de la imaginación literaria en la construcción de relatos de la identidad. Como así también, hacia la década del 20, el agotamiento de la estética modernista y la posición hegemónica del arte realista.

El segundo capítulo, lleva por título, "Los relatos de la comunidad". Allí se indaga inicialmente el mito del escritor como profeta cuyas narraciones elaboran la tensión entre una subjetividad elitista que pierde su plenitud y el surgimiento de las masas. El poeta-profeta hace de intermediario entre el pueblo y Dios, o entre el pueblo y la elite gobernante. En los textos analizados de Rodó, Lugones, Darío, Martí, Díaz Rodríguez se diagnostica una situación presente de crisis o decadencia, se recupera un pasado y se anticipan hechos venideros a través de las utopías. Una novela como Canaâ (1902) de Jose Pereira da Graça Aranha, presenta una utopía que tiene su origen en el pasado y permite exhibir tesis sobre la civilización, la raza, la evolución social y cultural, el choque entre inmigrantes y los criollos, mestizos, negros e indígenas.
La profecía enlaza con la voluntad de forjar una identidad cultural y política latinoamericana por lo tanto el discurso profético prepara los discursos del continente o de la nación. Así aparece una nueva textualidad que es complementaria de la anterior: los relatos de la identidad americana y de la nación. Ciertas problemáticas comunes configuran la matriz política de esta zona discursiva: cómo clasificar e integrar las nuevas culturas y a los nuevos actores sociales –inmigrantes, anarquistas o comunistas, anormales, marginales–, qué estrategias articular ante los procesos modernizadores, qué políticas culturales adoptar frente a los imperialismos, cuáles son los valores a conservar y aún resucitar de la cultura tradicional, cuál es el lugar del arte y del artista en las sociedades de masas. La literatura se revela un instrumento adecuado para las luchas políticas, la difusión de los programas o la educación de las masas.
La autora revisa los conceptos de nación, nacionalismo, patria, a partir de los textos clásicos que han abordado esta problemática, (Anderson, Bhabha, Hobsbawm, Gellner, entre otros) y lee, por un lado, algunos textos de los exponente del nacionalismo cultural del Centenario argentino: Rojas, Lugones y Gálvez; por el otro, la visión se complementa y enriquece con una constelación brasileña de discursos sobre la nación que comprende, entre otros, Retrato do Brasil (1928) de Paulo Prado; la novela Triste Fim de Policarpo Cuaresma (1911) de Lima Barreto ("un ataque feroz a las modas nacionalistas y el patrioterismo"), y los ensayos A Estetica da Vida (1921) y Espírito Moderno (1928) de Graça Aranha.
Continúa el recorrido por esta segunda parte con los discursos del panamericanismo (La raza cósmica de José Vasconcelos) y la definición de América que se pone en paralelo a través de la lectura simultánea del "Canto a la Argentina" de Darío, el Ariel de Rodó, Nuestra América de Martí y la homónima de Carlos O. Bunge.
Por último, un núcleo temático que marca los relatos de la época es el de las multitudes: el horror de las elites a la masificación y a la mediocridad. Sin dudas, un tema que fue abordado desde diferentes perspectivas, literaria, política, sociológica, biológica, psicológica en discursos que cruzan la locura, la ciencia y el delito. Allí están no sólo Las multitudes argentinas y Las neurosis de los hombres célebres en la historia argentina de Ramos Mejía, sino también Os sertôes de Euclides da Cunha (1902), el relato de la rebelión de Canudos, que aporta una explicación médica para definir al mestizo protagonista del conflicto. Por último, la ficción científica se liga con el sentimiento de temor a las multitudes en el cuento de Amado Nervo "La última guerra", o en "Los caballos de Abdera" de Lugones, relatos que advierten sobre los peligros latentes que acechan cuando las masas desean liberarse de sus patrones "naturales".

La tercera parte incursiona en las miradas de la ciencia: la figura del científico como el intérprete que traduce a vocabulario profano saberes ocultos, verdades divinas o complejos conocimientos científicos. Aquí se configura otro mito de la modernidad; se trata de un relato paranoico que recurre a la frenología, el darwinismo social, la psiquiatría para ofrecer justificaciones a diversas formas de políticas discriminatorias Temas como las multitudes, la simulación, la locura, la inmigración y el delito resultan clave para la interpretación de una cultura moderna y laica. La literatura se puebla, entonces, de "casos" en los que la voz médica adopta los acentos de la ficción. O bien, las argumentaciones científicas se dejan leer como relatos literarios en textos como Los simuladores de talento y La locura en la historia de Ramos Mejía.
A su vez, el ocultismo y el gusto por lo esotérico configuran el revés del cientificismo. Se trata de textos en que los postulados científicos coexisten con fenómenos sobrenaturales. La lectura de Rodríguez Pérsico permite revelar una matriz en la que la ciencia y el ocultismo se ligan con la literatura y la política.
Allí están nuevamente los textos de Holmberg –Viaje Maravilloso del Señor Nic Nac, "La pipa de Hoffmann" o "La bolsa de huesos"–; los cuentos de Las fuerzas extrañas de Lugones, relatos de Quiroga como "El mono que asesinó" o "Historia de Estilicón" en el que las ideas de decadencia o degeneración sirven como instrumento para delimitar ciertas zonas peligrosas de la sociedad; o la novela anti-arielista, O Presidente Negro ou O Choque das Raças de José Bento Monteiro Lobato que toma a Estados Unidos como modelo; la figura del científico que crea autómatas o monstruos en aventuras tecnológicas que desembocan en el crimen ("Horacio Kalibang o los autómatas" de Holmberg; "El hombre artificial" de Quiroga).

Por último, la cuarta parte de esta intensa cartografía, remite a las pasiones (amorosas, políticas y estéticas) y la autora convoca textos ficcionales o ensayísticos en los que una historia amorosa o el relato de una pasión, política o artística, entretejen ciertos nudos de la modernidad que tienen que ver con conflictos de clase y de género, la configuración de las identidades sexuales, la incorporación de la mujer al mercado laboral o la prostitución. Textos que, al contar historias de amor, van delineando debates culturales y políticos. Se trata de un corpus heterogéneo que va del melodrama y la narración sentimental a la novela realista de denuncia, y pasa por ensayos que combinan anarquismo y dandismo, humor y pornografía.
El recorrido va de la novela de Lugones El ángel de la sombra a las sabrosas polémicas entre protagonistas del novecentismo uruguayo, Armando Vasseur, Julio Herrera y Reissig y Roberto de las Carreras. En éste último, se corporiza la figura del dandi anarquizante quien transgrede límites al mezclar en la literatura lo que podía revelarse y lo que debía callarse, desconociendo convenciones artística y sociales. Sus textos irreverentes como Amor libre, interviews voluptuosos con Roberto de las Carreras o Sueño de Oriente convocan algunos temas cruciales de la época como el amor libre, la sexualidad femenina, la condición de esclava de la mujer, la igualdad entre los sexos, o la necesidad de disolver la institución matrimonial. No podían faltar en esta enciclopedia del amor y sus variantes, los melodramas de José María Vargas Vila que ponen en escena la tiranía de ciertas instituciones que aplastan, con su poder, a los sujetos; La maestra normal de Manuel Gálvez leída como reverso de Flor de fango, una de las novelas del colombiano. Las historias de la mala vida recuperan a Santa, del mejicano Federico Gamboa y a Nacha Regules de Gálvez, en tanto que la figura de Salomé, condensado de significaciones centrales para el ideario artístico finisecular, es rastreada en El libro de las mujeres de Gómez Carrillo y en la novela homónima de Vargas Vila.
Se trata, en fin, de una exhaustiva cartograrfía que revela un orden discursivo, los límites de lo decible y pensable en una época, las reelaboraciones que la literatura efectúa de los relatos hegemónicos, ya sea para formularlos o completarlos, o bien para impugnarlos o desmentirlos.

José Javier Maristany
Universidad Nacional de La Pampa

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