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versão On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.14 no.1 Santa Rosa jan./jun. 2010

 

ARTÍCULOS

La revista Coirón (Neuquén, 1983): escribir entre la política y la poética

Griselda Fanese

Universidad Nacional del Comahue
[ griselda.fanese@gmail.com ]

Resumen: Este trabajo propone una lectura de prácticas y estrategias discursivas por medio de las cuales el Centro de Escritores Patagónicos (CEP) se ubicó en el centro de la escena cultural norpatagónica, en la transición desde la última dictadura en Argentina hacia la democracia. A través de la revista Coirón, un grupo de escritores constituido en red en todo el territorio patagónico ocupó un lugar en la esfera pública, buscó incidir en las políticas públicas posdictatoriales y contribuyó a la institución de condiciones para la expresión poética y política.
Las operaciones discursivas en el primer editorial de la Coirón ligan los intereses del grupo que proyectó y publicó la revista con la problemática de la construcción de hegemonía política y cultural. En la transición de la dictadura a la democracia en 1983, asociaciones como el CEP disputaban a las instituciones públicas el rol de diseñadores de políticas culturales para la construcción de lazos comunitarios y la recuperación de la palabra, tras los años de iniciativas paralizadas y de silencio impuesto. La polifonía permite explicar la fuerza argumentativa del discurso de la Coirón y da base para un análisis crítico de la enunciación política en la cultura patagónica de los '80.

Palabras clave: Revistas; Patagonia; Posdictadura; Discurso; Política.

The journal Coirón (Neuquén, 1983): Writing between politics and poetics

Abstract: This work proposes a reading of those practical and discursive strategies which led the Center of Patagonian Writers (Centro de Escritores Patagónicos, CEP) to be in the center of the cultural Northpatagonian scene, in Argentina, during the transition from the last dictatorship to the return of democracy. By the journal Coirón, CEP, which had become a net spread throughout the Patagonian territory, occupied a place in the public sphere, impacted in public politics and contributed with the institution of certain conditions for a poetic and political expression.
The discursive operations, presented in the first editorial of Coirón, link the interests of the group that projected and published the journal with the problem of political and cultural hegemony construction. In the transition of the dictatorship to the democracy in 1983, associations like the CEP were disputing to the public institutions the designers' role of cultural policies for the construction of community ties and the recovery of the word, after long years of paralyzed initiatives and forced silence. The discursive polyphony allows to explain the argumentative force of the speech of Coirón journal and to raise a critical analysis of the political statement in the Patagonian culture of '80.

Keywords: Journals; Patagonia; Dictatorship; Discourse; Politics.

Recorrer hoy la superficie1 de la revista neuquina Coirón significa acceder a un momento histórico en el que se entrecruzaron incertidumbres políticas, búsquedas poéticas y proyectos de autores en la Patagonia norte. La revista fijó en sus páginas un vocabulario, una sintaxis y gestos rituales que permiten leer algunos mecanismos a través de los cuales una formación de escritores y artistas plásticos se situó frente a una época, a un espacio geográfico y simbólico, asaltó un campo cultural empobrecido y proyectó en el imaginario de los lectores sus deseos y sus inquietudes.
Este trabajo propone una lectura de las prácticas sociales y las estrategias discursivas que ubicaron a un grupo de escritores en el centro de la escena cultural en la Norpatagonia de la década del '80. A través de herramientas de análisis provenientes de la lingüística, intento contribuir a una explicación de las estrategias que permitieron a ese grupo constituirse en sujeto de enunciación política en el contexto de una revista cultural que se transformó por esa vía en actor político (Borrat 10-13).
Coirón. Publicación de difusión cultural nació en 1983 como consecuencia de la necesidad de un grupo de escritores -el Centro de Escritores Patagónicos (CEP)- de ubicar su palabra en la escena pública, en un marco de transformaciones propias de la redemocratización del país, marco que se iba constituyendo justamente a través de la intervención pública de actores sociales como el CEP.
Sólo tres números logró poner la Coirón en las calles de ciudades patagónicas, hace ya veinticinco años. Sin embargo, hoy sus páginas constituyen un "asiento de cultura", en palabras del historiador francés Georges Duby (Rioux y Sirinelli 449-455). Esto es, se trata de un dispositivo que habilitó a sus realizadores a situarse frente a su época, a un espacio geográfico y simbólico y a otros actores sociales, al tiempo que proyectar en el imaginario de sus lectores valores, mitos, perspectivas, cuestionamientos, expectativas. Pese a su corta vida -de mayo a octubre de aquel 1983-, Coirón evoca un "lugar de la memoria" (Cuesta Bustillo 216) para los escritores que participaron en ella y para otros que hoy viven y hacen literatura en la Patagonia. A través del concepto del historiador francés Pierre Nora que refiere Cuesta Bustillo, podemos entrever en la Coirón una realidad histórica en la que la memoria se ha encarnado selectivamente y que, por voluntad de las personas o por trabajo del tiempo, ha permanecido como uno de los símbolos de una época2.
Las revistas culturales son particularmente significativas para comprender la vida intelectual de un período determinado. En ellas puede observarse la producción, la distribución y la confrontación de ideas y, al tiempo que sus intereses ideológicos y políticos, su posicionamiento frente al mercado de bienes simbólicos (Warley 195-197). Una revista es, entonces, una armazón de signos que abarca un sistema de valores y de mitos que pueden ser reconocidos y evaluados en relación con el poder que pretende ejercer en el comportamiento de los lectores y con las formas efectivas de instalarse en la esfera pública.
Puesto que un estado de una cultura -entendida como repertorio de representaciones y prácticas del universo social que conduce a una forma de vida en común (Altamirano 38-42), en el marco de una época que puede caracterizarse por los signos que de ella fijan los productos de la misma cultura (Rioux y Sirinelli 452)- podría definirse tanto por lo que en su marco se rechaza como por lo que se valora, junto con las adhesiones se podría observar en una revista cultural los bloqueos y las exclusiones que en un momento socio-histórico particular se sobreimprimen a las selecciones propias del diseño de productos culturales como las revistas. Si "las esencias culturales no son representadas por el canon sino creadas y mantenidas por él" (Mignolo 25), la cristalización de tendencias, innovaciones y caducidades discursivas y literarias en las revistas pueden revelar qué fuerzas buscan producir qué cambios; señalará esquemas de comprensión de lo social que se proyectan hacia los lectores, y, en definitiva, dejará entrever los medios por los cuales la cultura, en determinada encrucijada socio-histórica, se pone en un movimiento interno que la lleva a renovarse.

El proyecto Coirón

Sucesivos encuentros organizados por el Centro de Escritores Patagónicos fueron configurando la viabilidad del proyecto Coirón, así como la convicción de su necesidad por parte de quien fue su director, Eduardo Palma Moreno, quien había llegado a Neuquén desde Chile escapando a la represión posterior al golpe que derrocó al presidente Salvador Allende. En aquellos tres números de cuarenta y cinco páginas cada uno, la revista dio a conocer textos de autores jóvenes residentes en la Patagonia, que en ese momento comenzaban sus exploraciones en la narrativa y la poesía, junto a escritos de autores que ya habían publicado y obtenido reconocimientos. Por ese medio se difundieron las actividades del Centro de Escritores Patagónicos, se presentaron libros de autores patagónicos y se dieron a conocer otras revistas publicadas en el país. Textos de escritores latinoamericanos como Juan Gelman, José Martí, Pablo Neruda, R. González Tuñón, César Vallejo integraron una sección titulada "Los que permanecen". Artistas plásticos residentes en Neuquén y Río Negro -Marcelino Parada, Antonio Ortega Castellano, Juan Carlos Arín, María Lucila Soldavini- y el fotógrafo Daniel Mussatti, intervinieron en la ilustración de Coirón.
En una primera mirada sobre la revista, desde ella parece saltar una paradoja: la que se evidencia entre el pronunciamiento contra una "literatura regional" (Fanese 2007: 1-8)3 y el aparentemente inevitable recurso a lo regional para instalarse simbólicamente en el espacio público: el coirón4 es uno de los símbolos de la Patagonia, que subsume a su vez un lugar geográfico, una particularidad vital y una identidad, si no escrituraria, cultural:

Patagonia quiere decir también Argentina. Estamos conscientes de nuestra soledad. Sabemos que últimamente sólo somos noticia cuando se ciernen sobre nuestras cabezas los negros nubarrones de la guerra. Queremos que se nos conozca verdaderamente y de una manera mucho más feliz. (I, 1: editorial)5

En la "dramática realidad" de "la soledad, la incomunicación, la desvinculación espiritual entre sus habitantes y con otros centros culturales del país, especialmente con Buenos Aires" (I, 3: editorial)6 de una región representada como un espacio geográfico amplio y como un ámbito cultural estrecho7, el Centro de Escritores Patagónicos8 organizó desde diciembre de 1982 acciones9 que apuntaban a instalar la creación literaria en el centro de una estrategia que entendía como imprescindible para el desarrollo cultural y político de la región y el país. Dice el editorial del segundo número:

Dentro de un marco socio-cultural-económico y moral bastante deprimido y deprimente, nuestra revista se asoma decidida y voluntariosa para continuar brindando lo que considera el aporte necesario que requiere una nación para enfrentar lúcida y vigorosamente el ansiado sendero de la democracia.

La red de escritores que integraban el CEP y que funcionaron como corresponsales de la revista al tiempo que publicaban sus escritos en ella, se desplegó no sólo simbólicamente sobre la región patagónica. Desde San Martín de los Andes hasta Ushuaia, en diecisiete ciudades hubo representantes de la Coirón que colaboraban escribiendo, recibiendo materiales para su publicación y distribuyendo cada número. Esa red había tenido origen en una cruzada casi de realismo mágico protagonizada por los escritores Palma Moreno y Sergio Sarachu quienes, a bordo de un automóvil, recorrieron la Patagonia llevando un recital de poesía que ponían a consideración del público en las plazas de las ciudades a las que llegaban. De esa manera, establecieron contacto con los escritores que más tarde fueron corresponsales de la Coirón10, en una operatoria a través de la cual la revista pretendía "romper el desarraigo, el sectarismo y los dogmas tribales" al tiempo que promover "un proyecto cultural integrativo" (I, 2: editorial).
Los objetivos que perseguían los escritores de Coirón son mencionados repetidamente en los editoriales de la revista, en escritos sobre el CEP y en artículos críticos. Entre esos propósitos se destaca la necesidad de incidir en "lo real", como se lee en el editorial del primer número:

En un contexto histórico donde la crisis generalizada pareciera ser el eje fundamental de nuestra sociedad, hemos unido esfuerzos y hemos logrado formar un grupo militante con la palabra, con la poesía y con la realidad.

Una Nota de la redacción que aparece en la página siguiente a la de ese editorial dice: "Hay una realidad que nos urge, existe y es concreta: un atraso evidente nos ha condicionado y confundido; más que nunca debemos sentirnos solidarios. Y serlo".
Otras metas del CEP son validarse por medio de la publicación, profesionalizarse por medio de la agrupación, conseguir mejores condiciones materiales para la producción y la difusión de literatura, en lo cual coinciden con otros programas de productores simbólicos a lo largo del siglo XX. La nota titulada CEP: una propuesta literaria plantea:

...Es esa importante cuestión -la creación literaria, en este caso- motivo de preocupación permanente de hombres y mujeres patagónicos que se ocupan de tales menesteres, por algunas razones harto elocuentes, como ser: escasa difusión de sus obras, imposibilidad casi total... de editar, falta de un Registro de la Propiedad intelectual instalado en el área que garantice adecuadamente la legalización de sus trabajos... (I, 1: 29)11.

En el editorial del tercer número, titulado...Y hablando de cultura, predomina la palabra decididamente política, es decir, un discurso que interpela a la polis, que plantea una posición ante el campo del poder al tiempo que se dirige al núcleo de poder en el campo de la cultura, o, en definitiva, a quien este emisor de la palabra política considera en el poder. En el editorial citado, por ejemplo, la Coirón actúa políticamente interpelando a la universidad y a los medios de comunicación:

La Universidad debe estimular y canalizar la creatividad cultural y científica, poniendo al servicio de la comunidad... su estructura académica... La Universidad no puede seguir siendo clasista y selectiva: debe ser democrática y abierta... En cuanto a los medios de comunicación de masas, éstos deben excluir la primacía del espíritu comercial y reemplazarla por una política de difusión e información que proteja y estimule los mejores valores artísticos de nuestro pueblo.12

Simultáneamente, la revista cuestiona y reorganiza representaciones de la sociedad y la cultura:

Difícil es hablar de cultura. Y más aún en estos tiempos en que se habla mucho sobre ella y se delira hasta el hartazgo confundiendo los términos, los conceptos y las intenciones... No nos interesa llegar a definirla por el momento, pero sí podemos -y sentimos la obligación de hacerlo- caracterizar el problema cultural en nuestra región y esbozar algunas ideas que propendan a la búsqueda de soluciones definitivas de sus principales falencias y promover, urgentemente, su inserción dentro del contexto nacional y latinoamericano. (I, 3: editorial)

También plantea las condiciones para el diseño de un futuro deseable o posible:

...Es en el seno de la democracia y mediante la práctica de la libertad donde debe asegurarse que cada ciudadano tenga derecho, en forma irrenunciable, a participar del patrimonio y de cuanta actividad se realice en la comunidad donde vive y se desenvuelve... El gobierno democrático deberá proveer medios, promover y difundir la actividad cultural no sólo dentro de la comunidad respectiva sino, además, a través de las instituciones oficiales que la representan... (I, 3: editorial)

A la interpelación discursiva, el CEP sumó acciones que quedaron consignadas en la Coirón: trabajó en el "relevamiento cultural" de las provincias patagónicas y en la formulación de una "propuesta de política cultural para el área patagónica" (I, 3: 37)13.
Pese al anclaje en la región como punto de partida, tanto el discurso de la Coirón como el accionar del CEP redefinen el contorno de la "comunidad", alternando lo nacional y lo latinoamericano. En la nota Cultura en carne propia (I, 3: 36), la revista apela a la participación de los lectores en un "movimiento por la reconstrucción y desarrollo de la cultura nacional" y propone

...promover una creación cultural arraigada en la realidad nacional, que responda a las necesidades del pueblo argentino..., crear ámbitos de debate a nivel regional y nacional y desarrollar iniciativas latinoamericanas, tendientes a fortalecer los lazos culturales y la comunidad de intereses de nuestros pueblos...

Esta perspectiva confronta desde el campo intelectual con la retórica regionalista (Fanese 2002: 6) en que se traducía la cultura política del populismo (Favaro y Arias Bucciarelli 130-132) dominante en Neuquén desde los '70 con el Movimiento Popular Neuquino.
Ante la fuerza de las intenciones y las voces así organizadas en torno a las tensiones políticas que corporiza la Coirón, el lenguaje literario cobra en la revista un valor antes retórico o semiótico que poético: el efecto verbal por sí mismo y la facultad comunicativa del lenguaje se imponen a la eventual especificidad estética de los discursos (Fanese 2002b: 3-4). Así, entre las notas dominantes de la literatura publicada en la revista suenan la corporeidad y la historia, sugerentes si las leemos junto a la pulsión de combate en la arena pública, motor de la publicación. En la editorial del segundo número, que se escribía mientras el último presidente de la dictadura se preparaba para entregar el gobierno a los representantes elegidos, en octubre del '83, leemos:

La Patagonia no es sólo un vasto territorio que nuclea vientos y cordilleras, coirones y cardos rusos, es, además, la piel y el grito que se exalta, la sensibilidad y la idea que reclaman su lugar en esta fervorosa puerta que legítimamente nos devuelven.

En el mismo número, un poema de Selva Mesquin titulado Estado de sitio juega con imágenes que lo impregnan de discursos evocados y lo abren a la lectura política:

Tengo impuesto estado de sitio
sobre un ala desplumada
y en la piel de ese ala
tengo un sitio de estado en llaga... (I, 2: 25)

El poeta Raúl Mansilla, en el poema Danzando el camaruco en Nicaragua, instala en el centro de la euforia por la incipiente democracia, la memoria de la guerra de Malvinas y el período de la "plata dulce" producto de la política económica de Martínez de Hoz:

Ya no estamos en Río, María, ni en Miami
comprando charangos de cuarzo. Terminaron las
cosechas de payasos en los campos siderales
...Ahora en tu claustro: ¿ven tus ojos
que el mundo vibró de otra manera?
que las guerras no se hacían en un
living con trincheras en los pliegues de tu falda
ni eran gnomos irlandeses los que danzaban
camaruco en Nicaragua. (I, 2: 23)

La poeta Claudia Melnik -en el poema Espejismos verbales- da expresión al sentimiento de que lo que se reconstituía en esos días no se limitaba a lo institucional, sino que recorría todos los órdenes de la vida social por medio de la toma de la palabra:

¿Ves? Es tu tiempo truncado el que vocifera ronco
patentizando así tu rebelión
sublevación de la carne al mito
de la materia al vacío
...¿Ves? Caen del cosmos paracaídas pinchados
ahora sí
- es tiempo de volver a hablar. (I, 2: 24)

Es así como Coirón surge en 1983 como un proyecto de un grupo de escritores interesado en proponer la escritura poética como centro de una política cultural y en diseñar una revista como lugar de interpelación a la comunidad y al futuro gobierno, y como espacio de incidencia en políticas culturales que iban a ser programadas desde el campo del poder. En un campo literario débil, sin publicaciones de libros ni revistas por años, con un centro de escritores patagónicos recién creado, con una filial de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que carecía de representatividad, con escritores que no publicaban, la Coirón surgió para asaltar el centro de la escena pública. La operación para lograrlo fue traer a su discurso la historia e instalarse través del discurso en la historia, y es por esto que, en alguna medida, la Coirón antepone la actuación política a la estética. Ubicado en la línea de pensamiento de formaciones de artistas latinoamericanos en los '60 y los '70, el CEP imprimió en esos tres números de Coirón una ideología cuyo componente central es el compromiso con la transformación social, lo que dejó en segundo término la apuesta por la exploración formal.

El prisma lingüístico

Un análisis lingüístico del primer artículo editorial de la revista puede contribuir a mostrarnos de qué manera las estrategias discursivas de esta formación de escritores y artistas plásticos revelan posicionamientos y evocan valores, al tiempo que construyen un papel central en la cultura de esos años, en trance de reinstalar el orden democrático. Ese papel se presenta en la Coirón vinculado al sentimiento de que se reconstruía algo -una "comunidad", redes sociales, una democracia- entre las ruinas de lo que había sido interrumpido por el gobierno dictatorial. El editorial inaugural de la revista, como en general los primeros artículos editoriales de las publicaciones, resulta programático en este sentido. La teoría de la polifonía y de la teoría de la argumentación en la lengua, desarrolladas, respectivamente, por Oswald Ducrot, en su obra de 1986, y por Jean-Claude Anscombre y Oswald Ducrot (1994) plantea nociones teóricometodológicas que permiten mostrar algunas estrategias polifónicas y argumentativas a través de las cuales el CEP intentó crear para sí un lugar hegemónico (Gramsci 1978) en la escena político-cultural norpatagónica, en un momento de particular relevancia para quienes deseaban asumir el rol de agentes de cambio en la sociedad y acceder al campo del poder: la transición de la dictadura a la democracia.
Es posible rastrear la intención política en este primer editorial de la Coirón si se entiende que, a partir de su competencia lingüística, todo locutor que profiere un enunciado abre un espacio discursivo y despliega una organización enunciativa y argumentativa en virtud de su objetivo o su mirada, utilizando para ello los elementos que considera apropiados para conseguir sus fines. Esto supone una selección de palabras y combinatorias que se reflejan en indicios e instrucciones en el discurso. A fin de configurar el sentido de su discurso, el locutor -determinado en su querer decir por las posibilidades que la lengua le ofrece a tal fin- parte de una aprehensión argumentativa de las circunstancias de enunciación -yo, aquí, ahora- y realiza una selección que incluye el juicio, punto de vista o posición 14 que va a adoptar en relación con la situación, los discursos que va a evocar15 y la dinámica argumentativa que va a aplicar.
El editorial del primer número de la revista Coirón aparece firmado por "El Director" y acompañado por el recuadro con los datos editoriales, que fechan esa primera publicación en "mayo-junio de 1983" y la ubican en el marco del "Centro de Escritores Patagónicos, con dirección Jujuy 270 de Neuquén capital".
La firma -en su función esencial- pretende asegurar la identidad entre el locutor y un individuo empírico, merced a la norma social que exige la autenticidad de esta ligazón por medio de una marca que menciona el origen (Ducrot 1986: 199-200). En este sentido, el papel de la firma como designación del responsable de un enunciado es accesorio. En el editorial que nos ocupa, el enunciado de la firma "habla" del origen de su enunciación, designado no por un nombre propio, sino a través de un cargo, cuyo sentido argumentativo orienta a concluir que el discurso está autorizado y, por lo tanto, ha de ser considerado valedero.
El locutor, según Ducrot, puede ser una entidad diferente del hablante efectivo. Una firma como "El Director" prueba de una manera particularmente fina la validez de esa concepción, ya que exhibe el origen del enunciado y afinca la voz de la enunciación en el cargo de dirección de la revista. Así, resalta una enunciación construida en base a un "fragmento" del sujeto hablante relevante a los efectos de la persuasión del lector, dado que el editorial es un acto fundador de una institución -un acto preformativo institutor-, y la firma, la comprobación de la "redacción" de esa institución. Tanto la performance como la comprobación resultan esenciales para la postulación de algo "decible", de una verdad (Derrida 14-18).
El editorial comienza con este primer párrafo, de cinco que lo componen:

Cuando las manos se juntan y de los pensamientos de los hombres se forma una cadena inexpugnable y sólida que se extiende más allá de los horizontes posibles, significa que la Historia sigue su curso y amenaza con derribar murallas.

Por una parte, siguiendo la concepción de Ducrot acerca del discurso como escenario donde aparecen enunciadores que fragmentan la unicidad del sujeto hablante, asistimos en este párrafo a la aparición de enunciadores que escenifican una argumentación sobre el poder. El efecto es que el discurso orienta entonces a concluir en favor del esfuerzo conjunto para superar lo que se puede -lo posible- y lograr transformar lo imposible en posible.

Enunciador 1: 'Hay horizontes posibles'.
Conclusión del argumento: 'Lleguemos a ellos'.
Enunciador 2: 'Hay horizontes más allá de lo posible'.
Conclusión del argumento: 'Intentemos también lo imposible. Vayamos más allá de lo posible'.

Es con este último enunciador que se identifica el locutor que firma "El Director".
Por otra parte, la forma verbal finita "juntan", el sustantivo "cadena", los adjetivos "inexpugnable" y "sólida" construyen el sentido de "unión", que se amalgama con la idea de extensión -"se extiende más allá"- y de poder -"más allá de los horizontes posibles"-. Así, la selección de las expresiones constituye una argumentación organizada en base a un discurso evocado que podría resumirse en el refrán La unión hace la fuerza y que orienta la conclusión "a mayor unión, mayor fuerza". El efecto persuasivo es reforzado por la concepción de historia como curso "imparable" -es decir, imposible de parar- y que derriba murallas: puede derribar incluso lo que tiene el sentido de impedir el avance16.
Los vocablos utilizados orientan el sentido del discurso hacia la fortaleza de Coirón, proveniente de la concurrencia de "manos" y "pensamientos de los hombres" y, por lo tanto, apuntan a convencer a los alocutarios -los lectores de Coirón- tanto de la oportunidad de la formación y la acción del CEP como del valor de la revista, lo que justificaría su compra y su lectura. Una argumentación centrada en la fuerza y el poder de quien emite el discurso, por añadidura, habría de lograr -veintiséis años atrás tanto como hoy, seguramente- la identificación de una parte significativa de los destinatarios con quien profiere el discurso.
Mientras que en el primer párrafo no aparece un compromiso total del locutor con lo que afirma, en el sentido de que no aparece la primera persona gramatical -aunque el léxico, evidentemente, indica una toma de posición-, en el segundo párrafo se señala tal compromiso a través de la primera persona del plural:

En un contexto histórico donde la crisis generalizada pareciera ser el eje fundamental de nuestra sociedad, hemos unido esfuerzos y hemos logrado formar un grupo militante con la palabra, con la poesía y con la realidad.

Resulta particularmente significativo el calificativo "generalizada" para el sustantivo "crisis". Cabe leer en ese adjetivo un modificador realizante (Ducrot 1998: 48) de "crisis". Esto puede entenderse a través del conectivo "pero", que indica un cambio de dirección argumentativa. "Es una crisis, pero generalizada" no podría ser leído como un cambio de dirección argumentativa aceptable, sino más bien como un recurso de énfasis. En cambio, "Es una crisis, pero no generalizada" resulta aceptable. De ahí que la construcción "crisis generalizada" pueda ser entendida como una metáfora de una realidad adversa en su totalidad.
La "crisis generalizada" se convierte en un "eje fundamental": aquí aparecen enunciadores que, mediados por la expresión evidencial "pareciera ser" (Reyes 25-26), construyen el sentido del enunciado a partir de dos sentidos en principio incompatibles: uno, la dispersión centrífuga de la crisis generalizada, y otro, el movimiento centrípeto, presente en la expresión "eje fundamental". Esta construcción de significado argumenta acerca de la realidad a través del léxico y abona la conclusión "En este contexto, nada es posible".
Una vez más, el locutor construye una imagen de sí relacionada con el poder, como consecuencia de una enunciación que habla sobre sí misma en el enunciado: en el marco de una realidad construida en el discurso en base a los sentidos discordantes señalados en el párrafo anterior -una realidad imposible de enfrentar, por así decirlo-, el agente de "unir esfuerzos" (expresión que dispone en la superficie del texto el discurso evocado La unión hace la fuerza) y de "lograr formar un grupo militante" cobra particular fuerza y poderío: en un contexto de dispersión, la enunciación se adjudica "unión" y "forma". Es con estos recursos argumentativos de la lengua dispuestos en el discurso que el director de Coirón diseña para sí un rol de transformador de la realidad.
Veamos el tercer párrafo:

Patagonia también quiere decir Argentina. Estamos conscientes de nuestra soledad. Sabemos que sólo somos noticia cuando se ciernen sobre nuestras cabezas los negros nubarrones de la guerra. Queremos que se nos conozca verdaderamente y de una manera mucho más feliz.

Este párrafo instala un componente léxico que evoca una vez más el discurso La unión hace la fuerza en el vocablo "soledad" (falta de fuerza) y que vendría a reforzar la conclusión: "Es necesario apoyar al Centro de Escritores Patagónicos y leer la Coirón para superar la soledad, la crisis, la desunión y la falta de poder (para cambiar las cosas)". El nombre propio Patagonia es vinculado a la idea de "soledad" por medio de la cita encubierta (Reyes 38-49) de otro discurso en el marco del cual Patagonia significa grandes extensiones de territorio sin habitantes.
El adverbio "también", en la primera oración es un conector intertextual, ya que señala la presencia de un texto ajeno (podría ser: "Patagonia quiere decir el fin del mundo, no Argentina"), evocado con el fin de apoyar un sentido que el locutor quiere sostener ("Patagonia quiere decir Argentina") y que le sirve para desmentir lo citado ("No es cierto que Patagonia no quiera decir Argentina").
De manera equiparable, el verbo "saber", en la tercera oración, encabeza una cita en estilo indirecto que habilita la lectura de un encadenamiento discursivo con el conector adversativo "sin embargo" (Carel 255-298): "Sabemos que somos noticia cuando se ciernen sobre nuestras cabezas los negros nubarrones de la guerra, sin embargo queremos que se nos conozca verdaderamente y de una manera mucho más feliz". Tanto el circunstancial encabezado por "cuando", como el adverbio "verdaderamente" y la comparación "mucho más feliz" organizan el sentido a través de la remisión a otros discursos -en los que la Patagonia es noticia durante la guerra de Malvinas, es poco o mal conocida, o tiene mala fama- que son discutidos por el locutor.
El cuarto párrafo introduce dos juicios sobre la escena literaria en que la Coirón gana las calles de las ciudades patagónicas:

Caracterizando de alguna manera la producción poética de esta parte del país, diríamos -con la generalización inevitable- que coexisten por lo menos tres corrientes bien definidas: una, intimista, neorromántica, con algunos matices de la generación del '40; otra, surrealista, que hace al subjetivismo del juego de palabras y de imágenes el centro de su preocupación esencial, y un tercer grupo, en que la poesía está ubicada en lo que se ha venido llamando la tradición de la ruptura, con claras connotaciones sociales y vinculada, por su estructura, tono y contenido, al realismo crítico.

El primer juicio, negativo, se configura por medio de direcciones argumentativas opuestas, presentes en las formas verbales. "Diríamos (pero no decimos)" es la lectura aceptable de lo que, evidentemente, es una puesta en distancia de la enunciación con respecto al enunciado. "Diríamos (pero decimos)" no tiene una lectura aceptable, salvo que se cambiara la escala argumentativa (Anscombre y Ducrot 75-113), de "decir/no decir" a "decir/decir con énfasis", lo que produciría un resultado como: "(Sólo) diríamos (pero lo gritamos/lo defendemos a muerte)". Sin embargo, no es éste el sentido legible en el párrafo, sino el primero.
Dos verbos -"caracterizar" y "llamar"-, acompañados de marcas de distanciamiento de la enunciación a través de la expresión adverbial "de alguna manera" y la vaguedad referencial con perífrasis verbal -"lo que se ha venido llamando"- que debilitan el compromiso del locutor con una designación, nos dan pistas para leer aquí una necesidad del locutor de tomar distancia con respecto a sus aseveraciones. No es poco importante que esta secuencia sea teórica, ubicada más cerca -relativamente- del polo explicativo que las secuencias de los otros párrafos, que se acercan más al polo argumentativo del discurso. Por medio de las operaciones de puesta en distancia con sus propias aserciones, el locutor evita entrar en polémica con otros actores sociales del campo literario (Bourdieu 1990: 135-137), al tiempo que pretende objetividad.
El segundo juicio se hace visible en la expresión "con la generalización inevitable". No es lo mismo decir "una generalización inevitable" que encabezar este sintagma nominal con un artículo definido (Leonetti 787-890)17 que puede indicar que la operación de generalización -que suele ser evaluada peyorativamente porque afecta a la especificidad en el tratamiento de los asuntos- ha sido convertida en un estereotipo18. El modificador (Ducrot 1998: 47-48) "inevitable", entretanto, orienta a la conclusión: "Ya que es inevitable, hagámosla", con la que se identifica el locutor.
El último párrafo del editorial retoma el topos La unión hace la fuerza y condena las perspectivas que se enfrentan con el punto de vista cristalizado en él, sobre todo aquellas que propugnarían los sentidos de los valores del individuo por sobre los del grupo. De ahí que se afirme "...Acá no cabe... el vedettismo, el
caciquismo..." y "...No necesitamos arrojos heroicos...". Veamos:

Finalmente, queremos afirmar definitivamente que nuestra agrupación es solidaria y abierta por excelencia: acá no cabe el divisionismo, el vedettismo, el caciquismo ni el oficialismo de ninguna especie. No necesitamos de arrojos heroicos para significar la palabra. Ella ya está significada: sólo hay que tener la audacia de desnudarla.

En oposición al colectivo "nuestra agrupación", la "palabra" es presentada aquí en singular y metaforizada en un cuerpo que debe ser desnudado, cita encubierta de un poema de Juan Ramón Jiménez en que la poesía pura es una mujer desnuda. La oración que niega la necesidad de "arrojos heroicos" individualistas viene a reforzar la conclusión que diseña el director de Coirón, sustentada en la convicción de que la idea de unión, de comunidad, es superior y más deseable que la de individualidad.
Este primer artículo editorial de la revista parece abonar la concepción de la lengua según la cual los enunciados no están destinados a vehiculizar sentidos o informaciones que los interpretantes descubrirían, sino, por el contrario, a hacer que estos últimos construyan sentido a partir de lo que creen o saben. De acuerdo con esta concepción, una demostración expresada mediante enunciados de una lengua natural no deja ver las pruebas o indicios que evoca, sino que lleva al destinatario a construir dichas pruebas o indicios, utilizando herramientas presentadas como generales o compartidas. Desde este punto de vista, las palabras serían depósitos de inferencias, indicadores de puntos de vista, formas de ver el mundo que "delimitan la escultura del sentido" (Raccah 1998: 149-173).
A partir de este recorrido, por un lado, podemos ligar los intereses del grupo que proyectó y publicó la Coirón con la problemática de la construcción de hegemonía entendida como dirección política y cultural (Gramsci) y completar la lectura que habíamos planteado en la primera parte de este trabajo. La concepción gramsciana, de la que es deudor Pierre Bourdieu (1991: 91-111) en su estudio de la dominación simbólica, parece apropiada para pensar los roles que algunas agrupaciones de artistas y de intelectuales patagónicos disputaban a las instituciones públicas en la transición de la dictadura a la democracia en 1983: la de protagonistas en el diseño de políticas culturales tendientes a la construcción de lazos comunitarios y de reinstitución de condiciones para la toma de la palabra, después de años de parálisis de las iniciativas colectivas y de silencio impuesto.
En este sentido, la Coirón, como otros medios de prensa en ese momento (Fanese 2004: 20-23), dio voz a actores sociales procedentes del campo artístico que sustentaban la convicción de que los artistas tendrían un rol relevante en el armado de una sociedad libre, igualitaria, justa. La revista entró en consonancia, así, con uno de los tonos dominantes de la naciente democracia: la cultura, devastada, desmembrada por siete años de represión, se recomponía en lazos que cicatrizaban y que propiciaban una recreación de la comunidad artística, algunos de cuyos miembros, conscientes de sí y del rol histórico que deseaban asumir en la nueva etapa, dieron lugar al surgimiento de una importante cantidad de asociaciones, grupos, salas de arte y de teatro, alimentadas en gran medida por el aporte de teatristas, escritores, músicos, que habían llegado a la Patagonia como consecuencia de la persecución política.
Con ese marco de referencia, el análisis del primer editorial intenta explicar el valor argumentativo de las palabras empleadas y dar cuenta de las voces que se hacen escuchar en los enunciados (García Negroni 23-43). Esos mecanismos polifónicos, que Anscombre y Ducrot definen como "polifonía argumentativa", permiten explicar la fuerza argumentativa de los discursos del CEP y su impronta política.
El CEP -como el Teatro del Bajo, otro caso en el mismo sentido, también en la Norpatagonia- gestó programas de actuación social y cultural: talleres, concursos literarios, redes con grupos de toda la Patagonia, publicidad de sus actuaciones y de sus discursos en las páginas de Coirón. Todo ello habla de una voluntad de ubicación en un campo que, producto de la dictadura, se encontraba aparentemente vaciado. La cultura norpatagónica -entre otras causas, por efecto del exilio interno de muchos argentinos y de la llegada de inmigrantes chilenos perseguidos por la dictadura tras la caída de Pinochet- fue, durante la última dictadura en Argentina, dos culturas. Por un lado, la cultura visible, la oficial, producto de políticas culturales represivas que produjeron vaciamiento económico y simbólico. Por otro lado, la cultura subterránea: los libros escondidos y la música prohibida por la dictadura que comenzaron a circular como préstamos de confianza; las reuniones de discusión política en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en Neuquén y el apoyo a su actuación por parte de actores del campo cultural19; las peñas musicales en ciudades del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, donde los exiliados chilenos volvían a cultivar el arte de la canción de protesta. Es decir, el campo cultural, si bien empobrecido, no había sido vaciado.
Cuando comenzó a perfilarse el inminente retorno al estado de derecho, los agentes que disponían de cierto tipo de capital -social y simbólico: publicaciones anteriores a 1976; prestigio en su lugar de origen; trabajo docente en la región; participación en la resistencia a la dictadura desde la APDH-; de cierta estructura -es el caso del CEP y la red de escritores patagónicos- y de una trayectoria emergente en la región, se apresuraron a ocupar lugares centrales en el campo por medio de la acción y de la publicidad de sus ideas. En particular, el CEP, como hemos visto, configuró una protopolítica cultural que buscaba interpelar a quien tomara el poder tras las elecciones democráticas. En el horizonte de expectativas del colectivo de escritores también se perfilaba la lucha por el poder en su campo y por entrar en relación con el campo del poder, de la misma manera, en definitiva, en que los partidos políticos se recomponían y se preparaban para la pugna electoral, en el sentido en que lo plantea Pierre Bourdieu (1986: 138)

...las relaciones objetivas de poder tienden a reproducirse en las relacione de poder simbólico. En la lucha simbólica por la producción del sentido común o, más precisamente, por el monopolio de la nominación legítima, los agentes empeñan el capital simbólico que adquirieron en las luchas anteriores y que puede ser jurídicamente garantizado.

El objetivo de obtener poder en el propio campo y de ubicarse favorablemente en relación con el campo del poder, prácticas de necesidad por parte de agentes de un campo que carece de autonomía, se pueden leer en la Coirón como espacio polifónico de expresión de una voluntad que abreva en gestas e imaginarios de la gran patria latinoamericana de José Martí y del cambio social de los '70. Es a partir de la apropiación y la escenificación de esas voces en el discurso, y de su difusión pública, que el CEP construye su parte de legitimidad para la apropiación del capital específico acumulado en luchas anteriores. Ese ideario, en ese escenario polifónico, orienta sus estrategias para intervenir en la estructura del campo cultural norpatagónico, alterar el estado de relación de fuerzas entre los agentes y las instituciones que intervienen en la lucha simbólica y así, en el fervor de los '80, intentar plantar algunas picas en el campo político.

Notas

1 Este trabajo fue producido en el marco del proyecto de investigación "Representaciones sociales y subjetividades en la cultura argentina. Persistencias, reelaboraciones e irrupciones en discursos sociales y discursos estéticos" (Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue).

2 Hay varios ejemplos en este sentido. La revista cultural El Camarote. Arte y cultura desde la Patagonia, que dirige el poeta Raúl Artola y se publica en Viedma, mantiene en prensa dossiers sobre revistas culturales patagónicas: la Coirón fue tema del primer artículo publicado sobre el tema, en el número 8 de diciembre 2005/marzo 2006. En mayo de 2008 se realizó en la Universidad Nacional del Comahue un homenaje conmemorativo de los 25 años de la publicación del primer número de Coirón. Allí se presentó el primer número de la revista Nortensur. Poesía del fin al mundo (publicación del grupo Manzana y Pluma, de Cipolletti, Río Negro), con una edición especial por el aniversario de Coirón.

3 El programa central de quienes idearon y publicaron la revista fue el de interponer otras perspectivas a la del regionalismo, según refirió Eduardo Palma Moreno en una entrevista realizada en 2005 en el marco del proyecto de investigación "Prensa, cultura y política en la frontera norpatagónica (1940-1980)", UNCo.

4 En el número 2, se publica bajo el título de El "coirón", un artículo de Juan José Brion que refiere particularidades de esta especie vegetal que crece en la Patagonia. A su utilidad en la alimentación de animales y en la construcción con barro, se añade la acción que ejerce sobre la tierra, a la que se arraiga fijándola y contribuyendo al crecimiento de otras especies. Brion finaliza su artículo de esta manera: "...Si nosotros -la gente de la Patagonia- tuviésemos que definirlo, casi con seguridad diríamos que es 'arraigo vital, amistad inmanente'. Y en nuestra vieja lengua mapuche, 'quimei huenei' (amigo querido)".

5 Año 1, nº 1, artículo editorial. De aquí en adelante, se mantendrá esta notación, siempre en referencia a la misma revista.

6 Significativamente, el título de este editorial es...Y hablando de cultura.

7 El artículo CEP: una propuesta literaria (año 1, Nº 1: 29), plantea: "La región patagónica -sabido es- resulta la más amplia, geográficamente hablando, de nuestro país, pero -paradojalmente- la más estrecha respecto de ciertas cuestiones fundamentales, tales como infraestructura de caminos, periódicos, cines, teatros, casas de cultura, etc. En cambio, es rica -riquísima- en material humano hábil, inteligente, creador".

8 El CEP estaba integrado, entre otros escritores, por Mercedes Rolla, Juan José Brion, Clara Vouillat, Hilda López, Eduardo Palma, Daniel Guariglia, Sergio Sarachu, Carlos Granada, María Elena Lastra, Nélida Vescovi, Silvia Lazzeri, Elías Chucair, Oscar R. Ferro, Carmen Loguercio, Juan Carlos Arín, Miguel del Cotillo, Roberto Ghiglione, María C. P. de Alvarez Yofre, María Verónica Torras, Claudia Melnik, Raúl Mansilla, César Juárez, Valentina C. de Guzmán, María Cristina Charro, Héctor Ordóñez, Jorge Villalba, Juan Carlos Corallini, Leonardo Raber, Héctor Pérez Morando, Damián Berón, Juan Matamala, Héctor Peña, Juan Carlos Olariaga, Sandro Sarachu. Irma Cuña y Héctor Méndez se vincularon a través de conferencias que organizó el Centro.

9 En febrero de 1983, el CEP se reunió en Puerto Madryn, redactó su estatuto, constituyó su comisión directiva y planteó un programa para ese año que incluía conferencias de escritores, la organización del tercer encuentro del CEP, los I Juegos Florales de Gral. Roca, los I Juegos Florales de Neuquén, y el primer concurso de temas regionales patagónicos para escritores radicados en la Patagonia, cuya realización se enmarcaría en los actos de la Semana de la Tradición de ese mismo año.

10 Entrevista a Eduardo Palma Moreno, Neuquén, 2005.

11 Año 1, nº 1, página 29. De aquí en adelante, se mantendrá esta notación, siempre en referencia a la misma revista.

12 Quizás resulte significativo el dato de que el director de la revista, Eduardo Palma Moreno, ha sido docente universitario en Chile y en Argentina. Es docente en la Universidad Nacional del Comahue, como Héctor Méndez y como lo fue Irma Cuña hasta su fallecimiento. Otros integrantes del CEP trabajan en la docencia o el periodismo.

13 El título de este artículo es Encuentro de escritores en Zapala y Conclusiones.

14 Tal juicio o punto de vista sobre la situación producirá enunciados positivos -si se valora la situación como buena o conveniente-, negativos -si mala o no conveniente- o neutros -si no se la juzga-.

15 Para tratar los discursos evocados resulta operativo el concepto de Oswald Ducrot de topoi. Un topos, es un principio argumentativo universal, en el sentido de que es compartido por quien profiere el discurso y sus destinatarios. Los topoi suelen cristalizarse en refranes que revelan universos ideológicos. Por ejemplo: Al que madruga, Dios lo ayuda y No por mucho madrugar amanece más temprano evocan distintos discursos organizados en torno a valores que se oponen entre sí.

16 La orientación argumentativa de estos términos puede comprobarse: "La historia es un curso pero imparable" sólo tiene una lectura en que el adjetivo "imparable" es un modificador sobrerrealizante del sustantivo "curso". El cambio de dirección argumentativa a partir de "pero" en "La historia es un curso, pero 'parable'" indicaría que el sentido de curso que no se puede parar está incorporado al vocablo "historia" como topos intrínseco. En cuanto al sentido de fortaleza incorporado a "murallas", en "Es una muralla, pero fuerte" se lee "fuerte" como sobrerrealizante de "muralla" y "Es una muralla, pero débil" muestra el topos intrínseco de la fortaleza en "muralla" (García Negroni 1995: 101-144).

17 El empleo del artículo definido cuenta como una garantía de que el referente es una entidad identificable, accesible. Los hablantes solemos usar el artículo definido de forma estratégica, con el fin de transmitir supuestos implícitos como si fueran conocidos por nuestros interlocutores y aun en el caso de que sepamos que no lo son.

18 Parafraseable a través de una expresión como "con la generalización de siempre/que siempre hacemos/ que conocemos bien/etc.", por ejemplo.

19 El apoyo público de músicos, escritores y teatristas a la APDH y a la asociación Madres de Plaza de Mayo motivó que, por ejemplo, las Madres neuquinas asistieran en su carácter de tales -con los pañuelos que las identifican- al primer estreno del Teatro del Bajo, en 1982.

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Fecha de recepción: 05-03-2009
Fecha de aprobación: 03-11-2009

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