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Anclajes

versión On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.14 no.2 Santa Rosa jul./dic. 2010

 

RESEÑAS

Los himnos de Hölderlin "Germania" y "El Rin"
Heidegger, Martin
Buenos Aires, Biblos, 2010, 278 páginas.

Los himnos de Hölderlin "Germania" y "El Rin" es el nombre de un curso que Martin Heidegger dictó en la Universidad de Friburgo durante el semestre del invierno que abarcó los años 1934 y 1935. Su versión escrita alimenta el tomo 39 de las Obras completas del pensador alemán que fue publicado originalmente en 1989. Estas clases tienen una importancia particular en referencia a su fecha, puesto que, más allá de las consideraciones sobre su contenido y la perspectiva de análisis empeñada, fueron dictadas inmediatamente después a que Heidegger renunciara, a comienzos de 1934, al rectorado de la mencionada universidad. Se trata, por lo tanto, de un hecho que los biógrafos subrayan de continuo por sus resonancias políticas en torno a la encendida defensa inicial del nacional-socialismo por parte del filósofo y sus dudas y apartamiento posteriores.
Se ha insistido en enfatizar la "obsesión" que la obra de Johann Christian Friedrich Hölderlin, escritor alemán nacido en 1770 y muerto en Tubinga y en la locura hacia 1807, ha representado para el autor de Ser y tiempo. Un dato por demás evidente y fácil de constatar si se repasa el siguiente e incompleto listado: en 1936 Heidegger dio a conocer "Hölderlin y la esencia de la poesía"; en 1939-1940, "Como un día de fiesta"; en 1941-1942, fueron sus clases sobre el poema "Andeken"; en 1942, sus reflexiones sobre el himno "El UIster"; en 1943, la conferencia "Retorno a la patria. A los parientes"; en 1959, "Tierra y cielo en Hölderlin"; en 1968, la conferencia "El Poema". Hay quienes incluso, a partir de esta evidencia y del carácter duro y hermético con que la "voz" heideggeriana enfrenta al lector común y aún al especializado, han insistido en ver en su obra una pasión por la expresión y el estilo más propia de un poeta que del filósofo, aun cuando es claro, al menos desde la irrupción del Romanticismo sobre fines del siglo XVIII (o aun antes, y bastaría como prueba mencionar al obra de Johann Wolfgang von Goethe), que hay una fuerte tradición en la literatura alemana moderna donde la distancia entre poesía y filosofía adelgaza hasta casi desaparecer.
Por momentos el enfoque de Heidegger parece no alejarse mucho de aquellos estudiosos que se apoyan en la exigencia metodológica de respetar la autonomía y autosuficiencia del objeto (literario) que estudian. De este modo afirma que el uso habitual de la contraposición fondo/forma se aplica sin advertir que se trata de una dicotomía elaborada en la antigua Grecia y, por lo tanto, "se la toma como una determinación absoluta y supratemporal,... y corresponde sólo a la existencia griega y, por ende, es cuestionable; aun cuando se desee creer que algo tan naturalizado y usual no desaparecerá nunca".
Casi como si tratara de un "formalista ruso" Heidegger señala de manera crítica:

Se podría comparar aquí la imagen del anuncio de los dioses con la Anunciación a María por el ángel, y luego continuar con la utilización de ese motivo en lo que se refiere a su representación, por ejemplo, en la pintura; y esto, en diferentes épocas. Se continuaría inspeccionando dónde en otros poetas -de Homero hasta Stefan George- aparece el águila y otra especies de aves... Las explicaciones de las composiciones poéticas se hacen cada día más extensas; y la mayoría de las veces nada se gana con ello.

Es decir que, de acuerdo a la aseveración metodológica, el "poder" o el alcance poético de una imagen o símbolo no se agota en su mera mención sino que, muy por el contrario, se ve transformado y enriquecido en la especificidad que cada obra poética le otorga.
Fiel a su definición de que "Lo decisivo sigue siendo el que la poesía es fenómeno de expresión del alma, de la vivencia", a diferencia del crítico académico tradicional moderno Heidegger organiza sus observaciones poniendo en contacto la poesía de Hólderlin con la biografía del escritor. En ese sentido son particularmente significativos los fragmentos de las cartas que Hölderlin escribió a sus amigos y a su madre y que Heidegger cita en diversas oportunidades.
Entre las muchas apreciaciones que se deslizan casi como una confesión, Hölderlin le explica para confortar a su "madre queridísima" que la poesía es "la más inocente de todas las ocupaciones". De tal modo, Heidegger traza un arco que va anudando a ese yo poeta de la humildad, ese que reflexiona sobre la tarea poética casi como un quehacer cotidiano, con aquel que en otras estrofas se proyecta en un "nosotros", voz portadora de un saber comunitario, y que finalmente roza la trascendencia y el necesario sacrificio autoimpuesto a los verdaderos artistas cuando arroja hacia el cielo los formidables versos contenidos en "Germania":

Pero a nosotros corresponde, bajo las tormentas de dios,
¡oh poetas! permanecer con la cabeza descubierta,
y el rayo del padre, a él mismo, con mano firme
asir y, envuelto en el canto,
tender al pueblo el don celestial.

El poeta, entonces, se convierte -siguiendo uno de los caminos trazados por el ideario del Romanticismo con resonancias épicas- en el intermediario entre el pueblo y el todo que constituyen los dioses y su eternidad.
Ese puente entre el individuo y la sociedad, el uno y el todo, es la lengua; de acuerdo con Heidegger, ese reservorio siempre fértil de cultura e historia. Y, precisamente, la poesía es la experiencia lingüística por excelencia en tanto y en cuanto posibilita que esa esencia se transparente y que el plano de los existente (Dasein) pueda reencontrarse con aquel otro que lo completa y, a la vez, permite entenderlo como totalidad compleja, el Ser.
En buena parte del libro, al igual que a lo largo de toda su obra, el análisis de Heidegger labora como el de un filólogo; es decir que, en el esfuerzo por abarcar el sentido posible (o los sentidos múltiples) que encierra cada término, se remonta en un ejercicio etimológico de gran erudición a su fuente griega, latina o germana. Esta tarea vuelve especialmente dificultoso el trabajo de la traducción. Al empeño de Ana Carolina Merino Riofrío se sumó (así consta en la "Nota a la edición castellana") la revisión técnica realizada por Dina Picotti C. y el glosario de términos griegos que cierra el volumen elaborado por Leandro Pinkler. Es decir que se trata de un esfuerzo conjunto que, en sí mismo, ofrece un modelo de trabajo intelectual, más allá de las observaciones o ajustes que los especialistas puedan observar. Como indica Rogelio Fernández Couto, director de la Biblioteca Internacional Martin Heidegger y quien firma la mencionada nota introductoria: "La traducción de una obra como la de Martin Heidegger requiere llevar al extremo las posibilidades de nuestro idioma", y agrega:

Mediante la traducción, el trabajo del pensamiento se halla transpuesto en el espíritu de otra lengua y padece así una transformación inevitable. Pero esta transformación puede volverse fecunda, ya que hace aparecer bajo una nueva luz la posición fundamental de la pregunta.

El mismo esfuerzo que ha demandado la traducción se traslada, como lógica consecuencia, a quienes emprenden la lectura de las reflexiones que Heidegger despliega con su particular "estilo".
Por supuesto que todas sus afirmaciones devuelven una y otra vez a las constantes de su proyecto filosófico, uno de los más complejos e influyentes desde comienzos del siglo veinte y hasta la actualidad. En ese sentido es obligado enfatizar que Los himnos de Hölderlin "Germania" y "El Rin" no es, aunque verse sobre un par de poemas extensos de uno de los más grandes escritores alemanes, un tratado de teoría y crítica literaria; al revés, los versos de Hölderlin son más bien la excusa -un excusa impar, sin duda- que le sirven a Heidegger para dejar establecidos, por otro camino al del ordenado y arduo discurrir filosófico, esos que él consideraba debían ser los núcleos fundamentales del pensamiento contemporáneo. Es decir, el apartamiento de las cuestiones metafísicas de la tradición filosófica occidental y su reemplazo por la pregunta más abarcadora, aquella que religa todo discurrir con el ámbito totalizante del Ser.
De cualquier modo, que se considere a Heidegger como una de las figuras centrales en la gestación y desarrollo de la hermenéutica contemporánea quizás explique no tanto su fascinación con la obra de Hölderlin sino más bien con el arte en general y la literatura en particular como vías especialísimas para vislumbrar la naturaleza y el ordenamiento que los hombres depositamos en la constitución simbólica del universo y de nosotros mismos. Así, las consideraciones sobre los himnos "Germania" y "El Rin" buscan raspar ese fondo común que alimenta la cultura, y convocan con ese fin tanto las herramientas del sentido como las de la intuición y la emotividad.
Por otra parte y como agregado, el libro que aquí se comenta suma la virtud de ofrecer de manera completa nuevas traducciones de los poemas de Hölderlin -por lo general difíciles de encontrar en aceptable versión española- que Heidegger pone bajo la lupa del análisis y el comentario.
Aunque puede parecer exagerado, el desafío vale la pena.

Jorge Warley
Universidad Nacional de La Pampa

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