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Anclajes

versión On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.15 no.1 Santa Rosa ene./jun. 2011

 

RESEÑAS

Edgar Morisoli, poeta del Sur
Galán, Ana Silvia
Santa Rosa, Editorial Voces, 2009, 120 páginas

 

El concepto de región literaria, vinculado a los tópicos de la identidad, las culturas nacionales y la idea de globalización, reaparece en diversos momentos históricos y se expresa todavía de un modo controversial. La región, según la nueva crítica -que en gran parte proviene de las provincias-, es entendida en el doble sentido de la pertenencia cultural del sujeto y del discurso que se pone en juego a partir de esa realidad, en tanto los elementos del "paisaje" se constituyen como espacios referenciales que marcan y atraviesan la obra literaria y orientan el discurso simbólico hacia la superación del regionalismo costumbrista.
En este marco se inscribe el libro de Ana Silvia Galán, que,  sin ocultar su origen en el sesgo admirativo hacia el poeta estudiado, amarra sólidamente en la teoría literaria y en ciertos postulados de la sociología de la cultura para analizar una obra que, por su magnitud, parecería difícil de abarcar en su totalidad.
De hecho, la caudalosa producción de Morisoli -nacido en Acebal, Santa Fe, en 1930, y residente en La Pampa desde 1956- desafía el intento crítico por su extensión y complejidad, pero Galán ha encontrado el mecanismo, la síntesis, el modo de hablar, en un breve tratado, acerca de una obra antológica en la literatura argentina y que abarca ya más de medio siglo.
Estructurado en un prólogo, once capítulos y un epílogo, el libro discurre acerca los quince volúmenes publicados por el autor, desde Salmo bagual (1959) hasta Pliegos del amanecer (2010).
El prólogo plantea la cuestión de la imagen poética, la musicalidad y su impacto sensible el lector, y deriva hacia el atributo mayor de la literatura: la posibilidad de una proyección ilimitada del deseo más allá de sus límites en la aventura del conocimiento y el perpetuo interrogante. Razón lectora y razón crítica circulan así en torno de un enigma: la elección de una obra para "hablar" de ella: "Como todo trabajo crítico, estas páginas nacieron de esa oscuridad y de algunas intuiciones; del murmullo, del deslizamiento de unas pocas ideas incompletas, de ciertas presunciones o claridades a medias, y de una sola certidumbre: la de estar frente a una obra de calidad indiscutible" (10). Define entonces un modo de aproximación al mundo poético de Morisoli, que consiste en deambular por la obra en un diálogo que permita encontrar los hilos conductores para atravesarla y advertir de qué modo establece el contrapunto con la "realidad". Recorrido que se entiende desde el principio guiado por una subjetividad errática y fragmentaria que no pretende abarcar la totalidad sino describir algunos de sus núcleos esenciales.

Los capítulos uno y dos ponen en escena la complejidad del mundo lírico mediante enfoques teóricos que recurren a los criterios platónicos y de allí a las voces más cercanas de T.S.Eliot, Blanchot, Bachelard, y Octavio Paz,  para plantear el lógos de la poesía, que no comunica en el sentido ordinario del vocablo sino que parecería transmitir un misterio;  para descifrar un arte que cuestiona y es cuestionado de manera permanente, transgresor, en el sentido originario,  por el lugar primordial al que arrastra al lenguaje para referir de un modo oscuro -también para el poeta- a una realidad necesariamente interpelada. Alude luego a la antigua cuestión del poeta inspirado y acude a la cita del propio Morisoli, que en el símbolo de la diuca, ese pájaro que canta "no porque está por amanecer, sino para que amanezca" (14), expresa la situación del poeta en la figura de una causalidad invertida, presente ya en la cultura originaria mapuche y coincidente con alguna línea de César Vallejo.
La cuestión central del espacio literario se actualiza desde la consideración de los territorios reales o simbólicos de la poesía. La elección de un espacio referencial -en concepto de Juan José Saer- no debe confundirse con la pintura del paisaje y sí entenderse como criterio para avizorar de qué modo la poesía interrelaciona en su discurso naturaleza y cultura. Cuando la geografía es el punto de partida, el resultado devela en ese orden la cosmovisión del poeta. Estas afirmaciones suponen una incursión en el polémico campo del regionalismo literario, discusión de larga data en la provincia de La Pampa,  y una toma de posición de la autora contra las superficiales concepciones del localismo pintoresquista y a favor de una postura crítica que contemple la complejidad del asunto y las múltiples reflexiones que, sin embargo, no agotan el tema.
En la poiésis de Morisoli, el espacio referencial dista mucho de la zona cerealera y de la pampa gringa: él se dirige hacia ese inmenso territorio del Sur y el Oeste, el espacio desolado, despojado del río, olvidado y miserable, que ha sido denominado "el desierto". La exploración última de ese suelo funda su canto y lo convierte así en el "nombrador". Concluye Galán que la poética de Morisoli "inaugura una nueva visión de la provincia" y que, en tal sentido, "sería genuinamente regional" (22).
Morisoli es "el baqueano, el rumbeador", "es el topógrafo que mensura y nombra" (23). Nombrar es dar un sentido, descifrar eso que el poeta no inventa sino que trata de transmitir a partir de lo que le dice la tierra misma. Galán refiere entonces, mediante citas y comparaciones con otros poetas -especialmente Juan L.Ortiz-, esa voluntad de "traducción" que anima el gesto de señalar, cerrar el libro con un glosario, hacer partícipe al lector del mensaje del territorio que "habla" en el poema.

El capítulo cuarto, "El canto: formas del hacer y del decir", plantea largamente la tensión, constante y explícita en la obra morisoliana, entre creación y reflexión, placer estético y compromiso activo con las causas sociales y políticas que cada época trae a la vida del escritor. Así, la vinculación de su canto con  la expectativa del movimiento de liberación latinoamericano, presente sobre todo en sus primeros textos, se extiende luego, en sucesivos modos de cuestionamiento y testimonio, a toda la obra. Se compara,   desde ese plano, su poética con la de Juan Gelman.
Examina después  bajo el título "El gesto épico. Una rosa en el desierto", de qué manera se mimetiza en los primeros cuatro libros del autor -a partir del paradigmático Salmo Bagual, de 1959- el descubrimiento de un territorio originario donde todo está por comenzar, donde la poesía puede establecer sus fundaciones, reinar en la metáfora y transformar mediante la imagen aquella desolación en una gran gesta. En tal sentido, la apreciación de Galán es exacta: "Morisoli construye la metáfora majestuosa que extrema la polivalencia del signo hasta el límite mismo del lenguaje" (145). Actitud épica y modo de interpelar dramático configuran este modo expresivo que lo acerca al Neruda de Residencia en la tierra y Canto general y que deja testimonio del  rescate el de los nombres olvidados de la tierra y de la incesante batalla por la restitución del río.
El capítulo siguiente propone el análisis de la inclusión del Otro y advierte entonces la expansión del género lírico a través de ciertas estrategias inclusivas en el discurso del poeta; son las formas retóricas apelativas -exclamación, pregunta, confesión, reproche, incitación o enojo- que confieren a la composición morisoliana esta trama dialógica,  por momentos una verdadera polifonía. Más adelante, la acertada observación de las causas del carácter épico de este poemario lleva a la autora a profundizar en el examen de una voluntad narrativa exigida por la propia materia poética -la región elegida- y la decisión del autor de socializar su poesía.
En el ámbito de la intertextualidad, alude luego Galán a uno de los procedimientos que develan al poeta-lector: la inserción de pequeños relatos, citas, epígrafes, dedicatorias, dichos populares, ilustraciones y glosarios finales, que producen ese movimiento especular de resignificaciones textuales permanentes y configuran uno de los núcleos valiosos en esta obra de suma y síntesis, de diálogo y expansión.
Concisamente refiere el capítulo octavo al tópico de la oposición campo/ ciudad. Indica que más importante que esta confrontación, no frecuente en la obra, sería la mención del "pago" como comarca en la que cada uno encuentra el sentido de su existencia.
Retoma en este punto las consideraciones iniciales alrededor del género lírico y los modos particulares de su textualización y recepción, para anclar en dos claves semánticas que, más allá de la construcción metafórica, parecerían, en su significado y recurrencia, catalizar el sentido último del pensamiento del autor. "Solar", en sus diversos sentidos, tierra desierta después que se habita, pequeña patria (suelo), o irradiación (sol) que se convierte en atributo, estaría  indicando algo más misterioso: la condición de espejismo que produce fantasmagorías en quien se anima al desierto. "Visión" adquiere en esta obra la connotación esperanzadora de la ilusión, del cambio aún posible, y es sostenida por el canto y el sueño.
Sigue un comentario acerca de los textos en prosa que Morisoli incluye en algunos de sus libros y que tienen, además del valor particular de registro autobiográfico, el acento de la narración oral, la recreación literaria de los relatos de fogón.
"Una vocación: el Sur", propone el complejo tema de la recepción de las obras poéticas provenientes de diversos lugares del país y su escaso conocimiento. Afirma Ana Silvia Galán, a modo de conclusión, que Morisoli es un poeta con destino, en virtud de la fe cifrada en la convicción poética y de la incondicionalidad de su trabajo, que le permite aceptar la adversidad.
El epílogo, a partir de la lectura de los últimos tres libros del poeta, corrobora los antiguos tópicos y la persistencia de una elección definitiva en el orden estético y vital. Pero Galán deja en el horizonte del lector algunas preguntas inquietantes acerca de la condición actual de esa tierra desolada asumida como espacio referencial por Morisoli en los años cincuenta, y acerca de la posibilidad de que alguien asuma la continuidad de esa causa y de ese canto que sostiene la memoria.
La lectura detenida de este valioso trabajo sugiere la necesidad de un análisis complementario que, a partir del panorama general de la literatura provincial, determine poner en relación la obra de Morisoli con las de los otros poetas de La Pampa, en especial de Juan Carlos Bustriazo Ortiz y Olga Orozco, y luego de Juan Ricardo Nervi y Julio Domínguez.
La edición presenta, además, una cronología que comprende datos del autor, obra publicada en libro, otras publicaciones, discografía, premios y distinciones, y antologías que incluyen sus textos o comentarios sobre su obra.
                                                               

Dora Delia Battiston
Universidad Nacional de La Pampa

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