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Anclajes

versión On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.20 no.3 Santa Rosa dic. 2016

http://dx.doi.org/10.19137/anclajes-2016-2034 

DOI: http://dx.doi.org/10.19137/anclajes-2016-2034

ARTÍCULOS

 

LOS CONGRESOS DE LA LENGUA ESPAÑOLA: CONFIGURACIÓN DE UNA MATRIZ DISCURSIVA

Spanish Language Congresses: the configuration of a linguistic matrix

 

María Florencia Rizzo
Instituto de Lingüística, Universidad de Buenos Aires
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET
rizzoflorencia@gmail.com

 

RESUMEN: Los Congresos Internacionales de la Lengua Española (CILE) constituyen uno de los dispositivos principales que ha desplegado la política lingüística panhispánica implementada por España en las últimas décadas. Estos acontecimientos públicos difunden un discurso homogéneo sobre el español y buscan generar un espacio de aceptación y promoción de instrumentos lingüísticos que se presentan como comunes en todo el ámbito hispánico. En este marco, consideramos que los CILE integran una determinada matriz ideológico-discursiva cuyos rasgos principales pueden identificarse en un congreso que operó como antecedente en 1892. Asimismo, ciertos componentes de la matriz se inscriben en una más amplia que circula en discursos variados desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, aunque con algunas modificaciones vinculadas con cambios coyunturales. Estos discursos privilegian la conservación de la unidad lingüística en la comunidad hispánica y sitúan en la Península un liderazgo "natural" frente a los países americanos en materia de autoridad lingüística.

PALABRAS CLAVE: Lengua; Discurso; Política lingüística; Identidad; Argentina

ABSTRACT: The International Congresses of the Spanish Language (CILEs) encompass one of the main discursive mechanisms for disseminatintg the Pan-Hispanic linguistic policy implemented by Spain in recent decades. These public events promote a homogeneous discourse about the Spanish language, and seek to create a space of acceptance as well as promote linguistic instruments presented as applicable across to the Hispanic field. Within this framework, we consider that the CILEs form part of an ideological discursive matrix whose central tenets can be found in a preceding congress held as early as 1892. Also, some components of this matrix are included in a broader matrix, and are evident in various discourses from the end of the nineteenth century up to the present, with some modifications due to contextual changes. These discourses favor the conservation of linguistic unity in the Hispanic community, and highlight the apparently "natural" leadership of the Iberian Peninsula with respect to Latin American countries in matters of linguistic authority.

KEY WORDS: Language; Discourse; Political language; Identity; Argentina

 

Hacia fines del siglo XX, la crisis de los Estados nación, la constitución de bloques regionales, el avance de los medios masivos de comunicación y el creciente borramiento de los límites entre el ámbito público y privado fueron repercutiendo en el espacio de las lenguas, dando lugar a la propagación de instancias reguladoras de las prácticas lingüísticas. En particular, los procesos de globalización económica y de integración regional cuestionaron y reestructuraron ese espacio que antes estaba estrechamente ligado al territorio estatal y a la identidad nacional, dos aspectos asociados al tradicional Estado nación. Así, comenzó a discutirse el papel del español en el escenario mundial y en los distintos ámbitos regionales de los cuales participa, pero también dentro de los límites de los países que lo tienen como lengua oficial en relación, por ejemplo, con las variedades con las que convive.
En este contexto, a partir de la década del noventa, España puso en marcha una política de promoción internacional del español. A las acciones lideradas por entidades como el Instituto Cervantes, desde su creación en 1991, se sumó años más tarde la Real Academia Española (RAE) con la implementación de una política de área idiomática designada oficialmente como Nueva Política Lingüística Panhispánica (NPLP), cuyas bases fueron expuestas en el año 2004. La realización de eventos con repercusión en la opinión pública, como los Congresos Internacionales de la Lengua Española (CILE), ha sido uno de los dispositivos discursivos principales que ha desplegado dicha política.
Estos acontecimientos públicos son convocados para reflexionar y debatir problemáticas de la agenda glotopolítica del español. Se celebran con periodicidad -desde 1997- en distintos países hispanohablantes y son organizados principalmente por el Instituto Cervantes, la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) en colaboración con el gobierno del país anfitrión. Difunden un discurso homogéneo sobre el español y buscan generar un espacio de aceptación y de promoción de instrumentos lingüísticos que se presentan como comunes en todo el ámbito hispánico.
El trabajo se inscribe en el enfoque teórico de la Glotopolítica en la medida en que se interesa por la indagación de los modos en que discursos políticamente significativos construyen representaciones del universo social que buscan imponerse desde diferentes espacios institucionales y que influyen en las ideologías lingüísticas (Arnoux y del Valle). Siguiendo esta perspectiva, consideramos que los CILE se inscriben en una determinada matriz ideológico-discursiva cuyos rasgos principales pueden rastrearse en un congreso que operó como antecedente, en 1892, y perduran en la actualidad. A la vez, dado que estos acontecimientos están atravesados por las coyunturas en las que son producidos, se introducen ciertos cambios que determinan desplazamientos de un encuentro a otro.
El análisis está organizado en dos partes: en primer lugar, reseñaremos sucintamente la serie de congresos desde 1892 hasta el presente; a continuación, examinaremos los componentes que integran la matriz, identificando variaciones motivadas por factores contextuales, principalmente en el período de los CILE.

La serie de congresos de la lengua española

Para comenzar, localizamos el punto de partida de la serie en un acontecimiento político-lingüístico singular: el Congreso Literario Hispanoamericano (CLH), que tuvo lugar en Madrid en el año 1892. En el marco de la crisis en la que se encontraba España hacia fines del siglo XIX y de los procesos de conformación y consolidación de los Estados nacionales en América Latina, se organizó este congreso para celebrar el IV Centenario del denominado "Descubrimiento de América". Cabe destacar que esta convocatoria, realizada por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE), fue la primera de esta índole abierta a escritores, académicos y políticos hispanoamericanos y tuvo la finalidad de mantener la unidad de la lengua tanto en España como en la América de habla hispana; asimismo, buscó afianzar los vínculos culturales y económicos entre los dos hemisferios1.
Un siglo después, en el marco de la política de reposicionamiento internacional de España, y para retomar el trabajo comenzado en el encuentro de 1892, se convocó en Sevilla, con motivo de los festejos por el "V Centenario del Descubrimiento", el llamado Congreso de la Lengua Española (CLE), organizado por el Pabellón de España en colaboración con el Instituto Cervantes y bajo los auspicios de la RAE2. Durante este acontecimiento se planificó el comienzo de una nueva etapa de congresos de carácter internacional, el primero de los cuales tuvo lugar en la ciudad mexicana de Zacatecas en 1997.
Con el avance de los procesos de globalización, en los últimos años se han acentuado algunos de sus aspectos, como el crecimiento del comercio mundial, la multiplicación de organismos internacionales, el desarrollo tecnológico, la expansión de los medios de comunicación y la internacionalización de los adelantos científicos, los cuales han despertado el interés por el tema de las lenguas mundiales y, en especial, de la lengua que ocupa, sin duda alguna, la posición preeminente: el inglés. Este panorama motivó el despliegue de políticas de áreas idiomáticas, lideradas por los países que cuentan con mayor peso político y económico, que puedan promover la expansión de otras lenguas mayores en los ámbitos donde sea posible competir o complementarse con el inglés (Arnoux). En el caso del español, como ya señalamos, es el gobierno peninsular el que ha desplegado una política panhispánica. En este marco, cobró importancia la propuesta por parte de España de organizar encuentros de alcance internacional, en los que se trabajen problemáticas relacionadas con el español, junto con los países hispanoamericanos, aunque las decisiones principales han continuado, como veremos, en manos españolas. Hasta el momento se convocaron seis congresos: I CILE (Zacatecas, 1997), II CILE (Valladolid, 2001), III CILE (Rosario, 2004), IV CILE (Cartagena, 2007), V CILE (Valparaíso, 2010), VI CILE (Panamá, 2013)3. El próximo evento está previsto para el año 2016, en San Juan de Puerto Rico.

Configuración de una matriz discursiva

Es evidente la existencia de gestos explícitos de filiación entre los congresos que integran la serie y el interés común por tratar -o, más precisamente, exhibir- la agenda glotopolítica del idioma español4. Sin embargo, más allá de ciertos aspectos externos que son compartidos, es posible identificar determinados rasgos que atraviesan los congresos y que permiten pensarlos como acontecimientos dotados de ciertas regularidades sobre las cuales se asienta una continuidad, es decir, inscriptos en una matriz discursiva. Adoptamos el concepto de matriz discursiva (Beacco La rhétorique y "Matriz discursiva"), en un sentido amplio, como el conjunto de las regularidades presentes en un grupo de textos que permiten incluirlos en una misma serie5. Los componentes de la matriz pueden rastrearse, de modo más palpable, en los espacios de los congresos que gozan de mayor estabilidad por su carácter oficial, esto es, en los discursos de inauguración y de clausura que, junto con los programas de temas, conforman lo que designamos como dimensión programática de los congresos (Rizzo "Antecedentes"). En estas instancias son desplegados los motivos principales de las convocatorias, las orientaciones glotopolíticas de los acontecimientos y las líneas de acción a seguir.
A nuestro entender, la matriz de los congresos se instaura en el encuentro que inicia la serie, el CLH. Sus componentes están estrechamente vinculados entre sí y, si bien son estables, presentan algunas variaciones relacionadas, por lo general, con los cambios coyunturales.
El primer rasgo a destacar es el que denominamos "oficial". Este aspecto no es, en principio, discursivo pero sí deja marcas en este plano si tenemos en cuenta que se construyen determinados lugares de enunciación en función de la distribución de posiciones en el mapa de agentes de intervención político-lingüística. Las sesiones de inauguración y de clausura de los congresos constituyen ceremonias formales, pautadas, en las que agentes sociales relevantes en términos glotopolíticos, que integran las comisiones organizadoras o que son designados por estas, toman la palabra. Estos espacios, donde se presentan las principales orientaciones que propone el congreso y se da un cierre al respecto, cuentan siempre con representación proveniente de tres ámbitos: de instituciones lingüísticas, principalmente de la RAE y del Instituto Cervantes, las cuales ocupan una posición privilegiada en los encuentros; político, que pone en evidencia la vinculación de la lengua a este plano; y literario, con una larga y reconocida tradición en el ámbito hispánico e internacional. Así, el Congreso de 1892 cuenta con la presencia del presidente del Consejo de Ministros de España y miembro de la RAE, Antonio Cánovas del Castillo; representantes de tres agentes centrales en aquel contexto: la Iglesia, el Ejército y la Marina6; el presidente y el secretario de la AEAE, Gaspar Núñez de Arce y José del Castillo Soriano respectivamente; un miembro de la RAE, José Echegaray; por último, realiza una intervención Fernando Cruz, ministro de Guatemala.
En el caso de los congresos que se realizan a partir de 1992, observamos ligeros cambios respecto de 1892 propios del nuevo contexto político-institucional -en el que, por ejemplo, instituciones como la Iglesia, la Marina y el Ejército ocupan otros papeles políticos y sociales-, pero que no producen un quiebre en la matriz. En efecto, este grupo conserva una serie de regularidades: en las sesiones de inauguración y de clausura participan los directores de la RAE y del Instituto Cervantes, el Rey Juan Carlos I, presidentes de gobierno, funcionarios del ámbito de la educación o la cultura y gobernantes locales o provinciales (por lo general, del país que es anfitrión o que lo será en el congreso siguiente) y escritores del ámbito hispánico con reconocimiento internacional (como Gabriel García Márquez, Camilo José Cela, Carlos Fuentes, Miguel Delibes, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, entre otros), algunos de los cuales además son académicos.
En suma, ciertos sectores, ciertas voces, no solo gozan de estabilidad en los congresos sino que, además, ocupan los espacios de mayor exposición pública. A su vez, otros lugares, otras voces, o bien irrumpen como novedad o bien son excluidas o colocadas en un lugar subsidiario. En este sentido, vale la pena mencionar algunas ausencias o cambios significativos en el conjunto de encuentros que estamos examinando. En primer lugar, creemos que la ausencia del director del Instituto Cervantes en el Congreso de 1992 se debe a la reciente creación de la entidad un año antes de la realización de este encuentro. En segunda instancia, la falta de representación de la RAE en el Congreso de 1997 tiene que ver con un desplazamiento de esta institución de la organización del evento, que ha sido analizado en un trabajo que indaga en los antecedentes de la política lingüística panhispánica (Rizzo "Antecedentes")7. Por último, constituye, sin duda, una excepción el Congreso de 2001 en la medida en que es el único encuentro en el que participaron en los espacios oficiales representantes de empresas de capitales españoles con estrechos intereses económicos en América Latina, que además fueron patrocinadoras del evento, como Telefónica e Iberia. En efecto, este acontecimiento exacerbó la dimensión económica del español e instaló definitivamente la articulación entre lengua y mercado.
Por otra parte, el evidente predominio peninsular en estos espacios, que puede observarse en el Congreso de 1892 y que perdura en el de 1992, va disminuyendo paulatinamente durante los congresos internacionales a la vez que crece la participación de representantes de países americanos (principalmente, provenientes de México, de Colombia y de Argentina). Así, frente a los seis integrantes españoles, sobre un total de siete, en las sesiones de inauguración y de clausura del Congreso de Sevilla, el Congreso de Cartagena cuenta con cinco participantes sobre un total de catorce. No obstante, el peso con el que cuenta España en términos de representación continúa siendo considerablemente mayor respecto del resto de los países hispanohablantes, lo cual constituye otro aspecto que exhibe la orientación en la que se inscribe la matriz de los congresos de la lengua española.
En segundo lugar, reconocemos un componente simbólico-identitario que da cuenta de un repertorio tópico que remite al imaginario colectivo de la comunidad formada por España y por los países hispanoamericanos (Rizzo "La configuración de imaginarios..."): la lengua como patrimonio compartido, como principal elemento de unión, y la referencia al pasado común, a la historia que permitió el "encuentro" entre dos civilizaciones. Estos elementos pueden rastrearse desde el CLH de 1892 y a lo largo de toda la serie8:

1. Trátase de conservar, ante todo, de rectificar en cuanto lo necesite, de mejorar y extender la lengua española, vínculo común de la vida hispano-americana y vínculo de vínculos, porque en ella está, en suma, depositada casi toda nuestra historia colectiva, la historia de tanta parte común de estas naciones aquí representadas (Cánovas del Castillo CLH 30)9.

2. A los quince días de la salida de Colón de Palos en la ribera de Huelva, Elio Antonio de Nebrija, entregaba a la imprenta en Salamanca el original de su Gramática castellana. No acabaría el año 1492 sin que la lengua española, gracias al Diario del almirante, dejara constancia escrita de su presencia inicial en América.
Comenzaba así una relación que, por, encima de avatares y circunstancias políticas y económicas, constituye aún hoy día nuestro más importante activo patrimonial y nuestra más preciada seña de identidad (Chaves CLE 28).

3. Los hombres cultos del siglo XX dejamos escapar de la mano la bendición que hubiera supuesto convertir, mejor dicho, conservar al latín como la lengua culta internacional y los hombres cultos del siglo XXI tendrán que estar alertas para evitar que el español deje de ser la lengua común de todos nosotros, lo que sería un despropósito histórico e incluso político (Cela I CILE).

4. Una lengua común es una historia común, una cultura, unos orígenes y un destino comunes. Y un instrumento incalculablemente valioso para fomentar la comprensión y el entendimiento mutuos, el desarrollo intelectual y el progreso científico, única forma de liberar a los pueblos de la opresión, la miseria y la ignorancia (Cebrián II CILE).

5. Por el contrario, es preciso que seamos capaces de conciliar lo uno con lo otro, que consigamos combinar la difusión de la lengua, su extensión geográfica cada vez mayor, con el mantenimiento de aquellas particularidades no asistémicas que permiten a cada uno reconocerse en la lengua común (Urrutia III CILE).

El rasgo simbólico-identitario es, a nuestro entender, más sensible que otros a la coyuntura porque allí interviene de modo más evidente la memoria discursiva10. En efecto, las condiciones de producción de los congresos que suceden al de 1892 van determinando cambios en el imaginario de comunidad hispánica así como la emergencia de nuevas identidades vinculadas, principalmente, con la dinámica de las integraciones regionales y con la construcción de grandes áreas idiomáticas pero también, por ejemplo, con la problemática de las lenguas peninsulares que coexisten en el territorio español. Estos imaginarios identitarios se inscriben en memorias diversas y repercuten de modo diferente en este aspecto de la matriz. Así, en el IV CILE se va afirmando un imaginario iberoamericano, como podemos observar en la cita 6, que desplaza al de comunidad hispánica -aunque sin desaparecer- y facilita, por un lado, la articulación del español y del portugués, conservando la idea de unidad lingüística que la comunidad hispánica proponía; por otro lado, acentúa la construcción del pasado compartido en términos de encuentro entre dos mundos y no ya de descubrimiento de la madre patria:

6. Partimos de una realidad: Iberoamérica existe. Es un colectivo político de 22 naciones que integran su comunidad. [...]
El primer rasgo de esa Comunidad es pues su identidad lingüística. Uno de sus cimientos es el español. El otro, es la lengua portuguesa, hablada en Brasil y Portugal. Las Cumbres Iberoamericanas han reconocido a ambos idiomas, conjuntamente -y en un sentido hasta cierto punto unitario-, como la base lingüística común iberoamericana. Lenguas que por lo demás son las dos grandes lenguas internacionales habladas por más de cien millones de personas, que son al mismo tiempo y en líneas generales, recíprocamente comprensibles. Esta realidad, a veces desapercibida, supone el reconocimiento de un formidable bloque lingüístico iberoamericano de cerca de seiscientos millones de personas, con una inmensa potencialidad y actualidad en su ámbito geográfico y en el escenario mundial (Iglesias IV CILE).

Pero la vinculación del español y del portugués también aparece como pilar de una identidad latinoamericana que se asienta en la integración política y económica de los países sudamericanos y que relega a un segundo plano a España:

7. La promoción del español en Brasil se justifica, en primer lugar, por formar parte de un gran entorno geopolítico (América Latina) y por ser, al mismo tiempo, una de las primeras lenguas de relación internacional, si consideramos el ámbito mundial. Pero la importancia de la presencia y la promoción del idioma español (y de las diversas culturas que permanentemente se autoconstituyen en español) en ese gran marco brasileño encuentra también una explicación complementaria y, en el fondo más importante en nuestra opinión, en la conveniencia de fomentar un espacio de cooperación y concertación multicultural en la región. Así, se diseña un conjunto compuesto por los países de lengua española y Brasil en el continente americano (Ravetti Gómez IV CILE).

Así, en los últimos congresos coexisten identidades que responden a distintos procesos políticos y que, según los casos, buscan complementarse o bien pueden excluirse mutuamente.
El tercer componente de la matriz es el político-lingüístico, el cual exhibe la continuidad de ciertas orientaciones glotopolíticas que atraviesan los congresos. El objetivo central anunciado en este tipo de acontecimientos es trabajar en favor de la unidad de la lengua española; aun en la actualidad, cuando los fantasmas de la fragmentación lingüística parecen haberse desterrado, identificamos un discurso de defensa idiomática que, aunque con menor intensidad que en épocas pasadas, permanece:

8. 1° Razones de conveniencia general que aconsejan la conservación en toda su integridad del idioma castellano, en los pueblos de la gran familia española.
2° Elementos que en España y América concurren á la conservación de la lengua común castellana.
Agentes que, menoscabando la unidad de la lengua entre los pueblos hispano-americanos, contribuyen á la corrupción del idioma y á la formación de dialectos.
4° Medios de dar vigor a los elementos que favorecen la conservación del habla común entre los pueblos hispano-americanos y de disminuir ó neutralizar por lo menos, el influjo de los agentes que la contrarían.
5° Procedimientos que podrían emplear las corporaciones docentes de cada nación representada en el Congreso, para estimular la publicación y propagación de trabajos encaminados á limpiar el idioma patrio de los galicismos, italianismos y anglicismos innecesarios con que le deslustra la incesante corriente de inmigración que afluye á aquellos países (AEAE CLH).

9. Si se quiere evitar este Babel terminológico, habrá que recurrir urgentemente a una política de acuerdos multilaterales que respalde las nomenclaturas unificadas propuestas en coloquios y congresos panhispánicos para cada especialidad. Hasta ahora ha habido meritorios intentos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, de la Real Academia de Ciencias y de otros organismos; pero es necesario coordinar las iniciativas inconexas y darles fuerte apoyo oficial para que lleguen a la meta deseada (Lapesa CLE 49).

10. A través de los multimedios convivimos, queramos o no, con la avalancha de extranjerismos: los encontramos tercamente en las etiquetas o letreros de los productos que consumimos, en los establecimientos y edificios de nuestras ciudades. Aunque, debido a nuestra escasa contribución a la tecnología actual, no estemos en disposición de crear nuevo léxico, no podemos bajar la guardia y estar a lo que nos den o venga dado del exterior. Es un hecho, además, que en los medios de comunicación el flujo de voces extrañas es caudaloso. En los libros y en la prensa escrita abundan las palabras en letras cursivas, recurso tipográfico para señalar que tales elementos o expresiones son huéspedes o forasteros en nuestra lengua.
Soy de la opinión de que, en estos males del lenguaje, como es lógico, tiene la última decisión un posible a modo de «Laboratorio léxico» en/de la Real Academia Española (Mourelle de Lema I CILE).

11. En el ámbito lingüístico, la Agencia EFE ha asumido como un compromiso preferente de su misión empresarial la defensa de la unidad del español a ambos lados del Atlántico. Con el propósito de facilitar esta labor, creó en diciembre de 1980 el Departamento de Español Urgente (DEU) [...]
Su objetivo quedó claramente definido desde su fundación: proporcionar criterios uniformes del uso del español, a fin de evitar la dispersión lingüística y hacer frente a la invasión indiscriminada de neologismos. En estos veinte años, el Departamento de Español Urgente, que en verdad funciona como una Unidad de Intervención Rápida ante cualquier agresión al idioma, no ha dejado de dar respuestas a las demandas que se le plantean cada día, por teléfono, por fax, por correo electrónico o por carta (González Reigosa II CILE).

12. Algunas personas han sido arrastradas a adoptar valores y modos de expresión de sociedades como la estadounidense [...].
En este punto, cabrían, entonces, otras preguntas: ¿hasta dónde y porqué hemos permitido que esto pase? ¿Hemos sido lo suficientemente diligentes y atentos para enfrentar las amenazas globalizadoras que se ciernen sobre nuestra cultura? ¿Qué estamos haciendo y qué haremos por reforzar y crear cultura iberoamericana?
En el periódico El Tiempo de Bogotá, conscientes de estas realidades, no nos hemos quedado cruzados de brazos. En 1997 creamos una Defensoría del Lenguaje y elaboramos un Manual de Redacción; desde hace nueve años venimos organizando y realizando anualmente un concurso nacional de ortografía (Santos Calderón III CILE).

13. Porque hay que ver cómo algunos medios de comunicación -sobre todo en lo que hace a mi experiencia- agreden y ofenden el idioma, aun cuando hemos dicho que cada nación habla el español a su modo y que así lo hemos aceptado todos. El empobrecimiento del idioma es, sin embargo, una realidad inquietante, pese a su creciente uso, y ahí, tal vez, está una de las tareas más difíciles de las academias española e iberoamericanas: tratar de conseguir limpiar el idioma que es maltratado, sin motivo, utilizando términos poco adecuados y dejando de lado el bien decir y la belleza de la expresión idiomática (Kempff Suárez IV CILE).

A su vez, esta orientación va acompañada de ciertas operaciones, como determinar o confirmar la norma estándar, actualizar los instrumentos lingüísticos destinados a difundir la variedad modelo e insistir en el papel de la RAE como autoridad principal -y hasta "natural"- en materia lingüística. Sin embargo, a partir del Congreso de 1992 interviene un deslizamiento de sentido en el componente político-lingüístico de la matriz que se irá acentuando durante los acontecimientos siguientes: la articulación de la unidad con la diversidad -aunque siempre esta última desde un lugar subordinado y "controlado"- que propone la NPLP (Rizzo "Antecedentes"). Ya en el encuentro de Sevilla la unidad del español deja de ser su cualidad exclusiva y comienza a asociarse a la diversidad. Por ejemplo, el entonces Ministro de Educación y Ciencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, destaca la función central del Instituto Cervantes en la expansión del idioma: "promover y difundir la lengua española y la rica diversidad de culturas que a lo largo de la historia han ido constituyendo lo hispánico" (CLE 23).
Desde la perspectiva que estamos describiendo, la defensa de la unidad lingüística se inscribe en un discurso de orientación purista -que utiliza los parámetros de corrección e incorrección (Milroy y Milroy) para evaluar el estado de la lengua-; por lo tanto, esta aparece inevitablemente ligada a ciertos problemas o amenazas que pueden afectar la integridad del idioma. A grandes rasgos, se reconocen dos tipos de peligros: uno interno, vinculado con la posibilidad de fragmentación de la lengua -principalmente en el Congreso de 1892 (cita 8) pero también en otros- o con la existencia de numerosas variedades del español, lo cual genera cierta dispersión de normas que no favorece, por ejemplo, la construcción de un estándar internacional (cita 11). La otra amenaza es externa, asociada a la influencia -interpretada habitualmente en términos de competencia o de invasión- de otras lenguas (en particular, del francés en el contexto decimonónico y del inglés desde fines del siglo XX; sobre el último caso, ver citas 10 y 12) y a la incidencia de las nuevas tecnologías, especialmente, el uso del español en los medios de comunicación (cita 10 y 13) y el problema de la terminología en el campo técnico y científico (cita 9).
Por otra parte, los congresos proponen abordar cuestiones y problemáticas que están o deben ser incluidas en la agenda político-lingüística del español, es decir, la serie de temas actuales que es perentorio que discutan y atiendan los agentes de política lingüística, motivada por los cambios coyunturales pero también por los intereses de los organizadores de los encuentros. En particular, los CILE han tratado asuntos relativos al uso de la lengua por parte de los medios de comunicación, la enseñanza del español como lengua extranjera y su certificación, la norma hispánica, el español en los Estados Unidos, la relación de esta lengua con otras con las que convive o con las que entra en contacto lingüístico, el papel del idioma en los organismos internacionales, temas concernientes a la terminología y al papel de la lengua en el ámbito científico, entre otras cuestiones.
El componente político-lingüístico incluye un aspecto programático en la medida en que constituye un escenario privilegiado para la presentación de proyectos, el anuncio de publicaciones de instrumentos lingüísticos y la formulación de perspectivas a futuro o tareas pendientes. Los anuncios están, por lo general, vinculados con las principales entidades organizadoras de los congresos, esto es, la RAE y el Instituto Cervantes quienes -recordemos- tienen lugares destacados en las sesiones de inauguración y de clausura, lo cual contribuye a la formación de un espacio importante de visibilización y de legitimación de dichas instituciones en el mundo hispánico.
Finalmente, identificamos un componente histórico-conmemorativo que, si bien experimenta cierto debilitamiento en los CILE, permanece a lo largo de la serie11. A partir de tres operaciones discursivas: la mención de nombres propios, la cita y la narración, se busca evocar determinadas figuras emblemáticas o acontecimientos cargados de un carácter simbólico fuerte12. Por un lado, son frecuentes las alusiones al hecho del "Descubrimiento de América" o a la figura de Colón en tanto representan el origen de la unión entre españoles e hispanoamericanos, principalmente en los dos primeros congresos de la serie realizados en el marco de las celebraciones de los centenarios del mencionado acontecimiento. En ocasiones, la conmemoración de estos hechos o de sus protagonistas se despliega a través de la escenografía del relato épico13. Por otro lado, se configura un canon hispánico a partir de las referencias a figuras pertenecientes a la tradición literaria o gramatical cuyos nombres se constituyen en voces de autoridad en tanto han contribuido a la unidad idiomática:

14. vino á suceder á la lengua clásica la lengua de los ángeles en nuestra literatura de oro, la divina literatura que ostenta los nombres de Cervantes, Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, Lope de Vega y Santa Teresa de Jesús.
¿Significa otra cosa que la lengua vibrante de los ángeles ese lenguaje inmortal que llevó la Iglesia á todas las regiones de América, al frente del manual de la fe, siendo raudal riquísimo y fuente inagotable de que brotaba entonces la luz divina? (Cámara y Castro CLH 36).

15. Al cumplirse 500 años de la primera travesía atlántica de Cristóbal Colón, la lengua española se halla firmemente arraigada y en fecunda existencia en ambos lados del Océano (Zedillo Ponce de León CLE 35).

16. Esta cohesión es un tesoro al que no podemos renunciar. Hace más de un siglo, el gramático venezolano Andrés Bello y su comentarista, el colombiano Rufino José Cuervo, recordaban que la palabra idioma significaba en griego «peculiaridad, naturaleza propia, costumbres propias». El español es nuestra naturaleza propia, porque es, como decía el mexicano Alfonso Reyes, «una lengua de síntesis y de integración histórica». Y es justamente aquí, en América, donde esa unidad alcanza más valor. Recurro de nuevo a don Andrés Bello: el español es la garantía de la identidad y de la unidad continental (García Márquez I CILE).

17. Valladolid, ciudad milenaria que fue frontera entre la España de la cristiandad y la España del Islam, altar del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, lecho de muerte de Cristóbal Colón, cuna de Felipe II y lugar de residencia de Miguel Cervantes, también fue testigo y artífice del nacimiento de la lengua que nos une y que ahora nos convoca.
Hace poco más de mil años, a juzgar por los más antiguos testimonios escritos de los que se tenga noticia, nació la lengua castellana en esta región de la Península Ibérica, como una transformación del latín, la lengua del imperio que alguna vez se soñó inmortal.
Mil años son [...] muchos años que le dan tradición y raigambre a los veinte países que la tienen por lengua oficial (Fox II CILE).

18. En muy poco tiempo, el castellano de América adquiere un tono propio, indoespañol. [...] De este drama del deseo -anhelo pertinaz, jamás cumplido- nace una segunda épica mestiza, la del Inca Garcilaso de la Vega, y una lírica mestiza, la de Sor Juana Inés de la Cruz.
Ambos quieren ser indoamericanos que hablan y escriben en español (Fuentes III CILE).

19. Esta no es ya la América de lo «real maravilloso» de antes, pero es la América que ha encontrado su identidad esencial en la utopía posible de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, soñada por Bolívar cuando, a la manera del griego Pericles, convocó en 1826 el Congreso Anfictiónico de Panamá. Esta no es la América de los utopistas del Renacimiento, pero es la América que avanza segura en búsqueda de su destino. Y es en fin la América que habla español y en la cual la heroica Cartagena de Indias codiciada por los piratas y cantada por los poetas, abre los brazos y el corazón de par en par, en agasajo de los sabios de la lengua convocados en el IV Congreso Internacional (Betancur IV CILE).

Estas menciones anclan, por lo general, en distintas zonas de la memoria discursiva. Así, en los fragmentos citados, las referencias a Bello y a Cuervo apuntan a rescatar la voluntad panhispánica desde el lugar del americano; el Inca Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés de la Cruz y Alfonso Reyes encarnan la idea de mestizaje de la lengua; las alusiones a escritores representativos del Siglo de Oro -como Miguel de Cervantes, Fray Luis de León o Lope de Vega- o a figuras clave de la historia española previa o durante la Conquista -como Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, Felipe II o Cristóbal Colón- remiten a ese pasado compartido que permitió -más allá de con qué propósitos y con qué medios- que el español llegara a América. La referencia a Bolívar ancla en la memoria de la Independencia de los países americanos.
De este modo, creemos que la función principal que desempeña el componente histórico-conmemorativo de la matriz discursiva de los congresos es la inscripción, por parte de los locutores, de sus discursos en tradiciones literarias, gramaticales o histórico-políticas determinadas, con ciertos propósitos: por ejemplo, fundamentar el trabajo en favor de la conservación de la lengua común en todo el ámbito hispanohablante -poniendo énfasis, en los primeros congresos, en el papel que jugó España en ello y, más adelante, matizando este aspecto-, apelar al mestizaje que supuso el "aporte" americano a la lengua española y a la cultura hispánica en general, o destacar, incluso, la particularidad de la identidad latinoamericana.

Observaciones finales

A lo largo de este trabajo hemos demostrado que los congresos de la lengua española están atravesados por determinadas cualidades que permiten pensarlos como acontecimientos dotados de ciertas regularidades sobre las cuales se asienta una continuidad, es decir, inscriptos -más allá de que hayan sido convocados en distintos períodos y con propósitos diferentes- en una misma serie ideológico-discursiva. Algunos de los componentes de esta matriz son específicos de este conjunto de acontecimientos -en particular, el oficial y el histórico-conmemorativo-, mientras que los otros -esto es, el simbólico-identitario y el político-lingüístico- se enmarcan, a su vez, en una matriz más amplia -que designamos con el nombre de hispanista-, en la medida en que sus rasgos circulan en otras materialidades discursivas además de los congresos, como instrumentos lingüísticos, ensayos o periódicos. Esto permite articular los acontecimientos con posicionamientos que exceden estos espacios discursivos y que se identifican con sectores dominantes del campo político-lingüístico del español quienes, a su vez, organizan mayormente los congresos. De ahí también que se asiente en estos encuentros un discurso hegemónico.
La matriz hispanista a la que acabamos de aludir, la cual se asienta a fines del siglo XIX y principios del XX y perdura hasta nuestros días, aunque con modificaciones originadas por los cambios coyunturales, privilegia la conservación de la unidad lingüística del español en la comunidad hispánica y sitúa en la Península, de un modo más o menos explícito, un liderazgo "natural" frente a los países hispanoamericanos. En el plano de las determinaciones lingüísticas, este papel es encarnado fundamentalmente por la RAE, mientras que las academias americanas ocupan un lugar subsidiario, complementario. Los CILE actúan en esta dirección, en tanto colaboran en la consolidación y en la exhibición pública de dichos aspectos14. Si bien en los últimos años, con el despliegue de la política panhispánica, se han matizado tanto el marcado prescriptivismo como la asimetría entre España y América en materia de autoridad lingüística que prevalecían en el Congreso de 1892, estos aspectos aún están lejos de desaparecer.

Notas

1 Se trata de una institución profesional fundada en 1871, con el apoyo de Alfonso XII y la Casa Real, por un grupo de reconocidos escritores e intelectuales españoles, entre los que figuraron Juan Valera, Emilio Castelar, Ramón de Campoamor y Benito Pérez Galdós.

2 El Pabellón de España representó al país durante los seis meses que duró la Exposición Universal Sevilla 1992. La realización del CLE coincidió con la clausura de este acontecimiento de carácter mundial. La exposición, bajo el lema "La era de los descubrimientos", formó parte de un conjunto de acciones impulsadas desde el Estado español durante aquel año en el marco de las celebraciones por el "V Centenario del Descubrimiento de América".

3 En nuestra investigación hemos considerado los primeros cuatro congresos ya que, respecto de los dos últimos, son escasas las exposiciones que figuran en la página oficial de los CILE; por lo tanto, no hemos podido conformar un corpus considerable.

4 Un ejemplo de esta voluntad de vinculación se exhibe en la presentación del CLH que se brinda en la página web del Instituto Cervantes (http://cvc.cervantes.es/lengua/congreso_literario/default.htm, Consultada 10 de marzo de 2015).

5 Al respecto, Beacco explica lo siguiente: "Estas similitudes no se reducen a la proximidad de los contenidos tratados (en ese caso serían únicamente léxicas y por lo tanto poco significativas), sino que se manifiestan en convergencias estructurales y sobre todo enunciativas: paquetes de textos presentan una coloración enunciativa homogénea que conforma su pertenencia a una misma serie discursiva" (376).

6 Según señala Sepúlveda, la Iglesia y el Ejército, junto con la intelectualidad y la clase política, cumplen un papel determinante hacia fines del siglo XIX en la construcción de la identidad nacional española (38).

7 Llamativamente, frente a esta ausencia se constata la presencia, por única vez en los espacios oficiales de los congresos, del entonces presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas, Agustín Redondo.

8 Sin embargo, en el contexto de fines del siglo XX y principios del XXI también operan ciertos desplazamientos de sentido en los tópicos, que se han analizado en detalle en Rizzo ("La configuración de imaginarios").

9 Excepto que indiquemos lo contrario, los destacados en cursiva nos pertenecen. En todas las citas respetamos la puntuación y la ortografía del original.

10 Tomando como punto de partida la propuesta de Courtine en relación con el análisis del discurso político, continuada y redefinida años más tarde por varios autores, entendemos la noción de memoria discursiva como el retorno de un ya-dicho en el presente de un acontecimiento discursivo. Estos enunciados que reaparecen en una nueva coyuntura producen un efecto de memoria que puede ser, en términos de Courtine, de redefinición, de transformación, pero también de olvido, de ruptura, de rechazo, de lo ya-dicho. La relación entre imaginarios identitarios y memoria discursiva ha sido abordada en Rizzo ("La configuración de imaginarios").

11 En efecto, en los congresos donde la función conmemorativa es explícita, esto es, en 1892 y 1992, este componente es acentuado y aparece de modo más recurrente.
12 Cabe aclarar que puede aparecer alguna de estas operaciones sin que necesariamente se esté activando este componente.

13 En consonancia con el contexto histórico, es más recurrente la apelación a este tipo de escenografía (Maingueneau) en el Congreso de 1892 que en el de 1992.

14 Esto no quiere decir que no sea posible identificar discursos que se apartan de esta matriz (Rizzo "Antecedentes").

 

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Fecha de recepción: 14/10/2015
Fecha de aceptación: 12/04/2016

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