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Anclajes

versión On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.26 no.3 Santa Rosa oct. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-2631 

Dossier

Impresos periódicos y literatura. Circulación, exposición, intercambios. Innovación, prácticas editoriales, poéticas [1]

Printed newspapers and literature. Circulation, exhibition, exchanges. Innovation, editorial practices, poetics

Jornais impressos e literatura. Circulação, exposição, trocas. Inovação, práticas editoriais, poéticas

1Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina

Abstract

Tiempo atrás era habitual estudiar la literatura poniendo en el centro las figuras de autor y sus proyectos literarios, reparando poco en los contextos colectivos de publicación (a menos que se tratara de revistas de vanguardia), sin considerar cómo y dónde las letras habían adquirido el cuerpo material que requiere pensarlas no solo en términos de escritura sino también en su circulación, en términos de lecturas y apropiaciones. En los últimos años las investigaciones sobre literatura atienden cada vez más a esos aspectos, aportando conocimientos valiosos para estudiar la literatura latinoamericana con perspectivas atentas a su materialidad y formas de circulación. El dossier Literatura, periodismo y materialidad explora las estrategias de exposición, las formas de innovación, las prácticas editoriales y las poéticas producidas en el intenso proceso de intercambios entre prensa y literatura en México y Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Muestra cómo el concepto de materialidad se ha ampliado, con una variedad de aspectos significativos para pensar las formas periódicas de producción, circulación y consumo de la literatura.

Keywords Latin American periodicals; Materiality; Latin American literature; Twentieth century

Abstract

Some time ago it was customary to study literature by placing the figures of the author and their literary projects at the center, paying little attention to the collective contexts of publication (unless they were avant-garde magazines), without considering how and where the letters had acquired the material body that requires thinking about them not only in terms of writing but also in terms of their circulation, in terms of readings and appropriations. In recent years, research on literature has increasingly addressed these aspects, providing valuable knowledge to study Latin American literature with perspectives attentive to its materiality and forms of circulation. The dossier Literature, journalism and materiality explores the exhibition strategies, the forms of innovation, the editorial practices and the poetics produced in the intense process of exchanges between the press and literature in Mexico and Argentina during the first half of the 20th century. It shows how the concept of materiality has been expanded, with a variety of significant aspects to think about the periodic forms of production, circulation and consumption of literature.

Keywords Latin American periodicals; Materiality; Latin American literature; Twentieth century

Resumo

Tempos atrás era costume estudar a literatura colocando as figuras do autor e seus projetos literários no centro, dando pouca atenção aos contextos coletivos de publicação (a menos que fossem revistas de vanguarda), sem considerar como e onde as letras adquiriram o corpo material que exige pensá-los não apenas em termos de escrita, mas também em termos de sua circulação, em termos de leituras e apropriações. Nos últimos anos, a pesquisa em literatura tem abordado cada vez mais esses aspectos, fornecendo valiosos conhecimentos para estudar a literatura latino-americana com perspectivas atentas à sua materialidade e formas de circulação. O dossiê Literatura, jornalismo e materialidade explora as estratégias expositivas, as formas de inovação, as práticas editoriais e as poéticas produzidas no intenso processo de intercâmbio entre imprensa e literatura no México e na Argentina durante a primeira metade do século XX. Mostra como o conceito de materialidade foi ampliado, com uma variedade de aspectos significativos para pensar as formas periódicas de produção, circulação e consumo da literatura.

Palavras-chave Periódicos latino-americanos; Materialidade; Literatura latino-americana; Século XX

Considerar los vínculos entre periodismo y literatura en Argentina y en México implica antes que nada transitar fronteras para pensar nuestros objetos de estudio históricos desde una perspectiva latinoamericana. Como afirma Liliana Weinberg en un libro reciente, un “desafío importante es el que implica superar los estudios centrados en las entidades nacionales en favor de una mirada más amplia y comparativa, que permita atender a formas de circulación que en mucho superan las fronteras y contribuyen a tejer tramas de alcance regional y continental” (XV).

Estudiar esos vínculos en la primera mitad del siglo XX supone considerar objetos y prácticas derivadas de un proceso iniciado en las metrópolis de Occidente y expandido durante un ciclo de modernización transnacional a diferentes regiones en ritmos y tiempos disímiles. Ese proceso incluyó componentes bien conocidos que han sido abordados por una amplia bibliografía: la multiplicación de los impresos (sobre todo de los impresos periódicos) y su reproducción masiva por el desarrollo tecnológico de la linotipia; la relativa ampliación de los públicos lectores en relación con las políticas alfabetizadoras, y la relativa profesionalización de los escritores y editores, que entablaron formas de relación compleja y a menudo contradictoria con la esfera política y con el mercado cultural; la mutación de los géneros discursivos en el ámbito de la prensa; la emergencia o expansión –según el caso– de una cultura mediática caracterizada por el predominio de lo visual en soportes impresos ricos en ilustraciones, fotografías y tipografías variadas, con diseños y puestas en página que hicieron convivir en el mismo entramado la producción textual de los escritores con los anuncios comerciales y con una pluralidad de otros materiales “no literarios” en el sentido tradicional.

Expandido en un radio de largo alcance, ese proceso implicó también, junto con un conjunto de elementos compartidos, cualidades diferenciales derivadas de las condiciones específicas en que los sujetos, prácticas y objetos de la literatura adquirieron rasgos propios de su localización histórica. Por eso, el recorte temporal abarcado por este dossier señala menos una etapa con características reconocibles que la decisión de estudiar un período acotado en un proceso que fue más extenso. En él las condiciones culturales, técnicas, sociales y políticas fueron heterogéneas. Basta pensar en las grandes diferencias en materia de educación pública para advertir el carácter problemático de la modernización latinoamericana (Ramos), con disparidades en muchos ámbitos, entre los que se cuentan las prácticas de lectura y escritura. En la Argentina, por ejemplo, el censo de 1914 registró porcentajes de analfabetismo que varían entre un 9 por ciento y un 64 por ciento según se trate de la capital de la nación, la provincia de Buenos Aires o la provincia de Jujuy en el extremo norte del país. Por su parte, los índices de alfabetización en México a finales de la llamada década armada alcanzaron un supuesto 80 por ciento, sobre todo al interior del país en oposición a la Ciudad de México, con una población rural devastada por la lucha, la hambruna y la pandemia, condiciones que llevan a cuestionar la valoración cuantitativa y a considerar las cualidades del proceso de alfabetización en su heterogénea distribución social (Loyo; Bello). Las transformaciones fueron siempre desiguales y asimétricas en América Latina y no es posible dar cuenta de ellas de manera homogénea ni como meros equivalentes de procesos estadounidenses o europeos, de ahí que sea pertinente atender a sus especificidades.

Anotada esa precaución es posible afirmar que, como en otras partes del mundo, en Latinoamérica una parte considerable de la literatura surgió en las publicaciones periódicas, cuyas condiciones materiales de producción y circulación –relaciones profesionales, ritmos de producción, aspectos gráficos, técnicos y económicos, entre otros–, dejaron huellas significativas tanto en la escritura como en las experiencias de lectura. En la primera mitad del siglo XX, en continuidad con un proceso iniciado en décadas previas, la literatura se expandió en los diarios y las revistas destinados a un público que se fue ampliando, integrado por nuevos lectores y lectoras que abrevaban menos en los libros que en la prensa en sus diversas formas. Los escritores más renovadores, además de participar en las “pequeñas revistas” de orientación estética o política, con frecuencia se desempeñaron en el periodismo masivo, donde accedieron a una visibilidad pública más amplia y a grados variables de profesionalización, además de entrenarse en modalidades y ritmos de escritura apropiados para ese medio [2] .

Sin embargo, tiempo atrás era posible, cuando no frecuente, estudiar la literatura poniendo en el centro las figuras de autor y sus proyectos literarios, reparando poco en los contextos colectivos de publicación (a menos que se tratara de las revistas de vanguardia), sin considerar cómo y dónde las letras habían adquirido el cuerpo material que requiere pensarlas no solo en términos de escritura sino también en su circulación, en términos de lecturas y apropiaciones. En los últimos años las investigaciones sobre literatura atienden cada vez más a esos aspectos. Un conjunto de referencias –Donald McKenzie, Armando Petrucci, Roger Chartier, Marie-Ève Thérenty, Philippe Hamon, Alain Vaillant, Jean-Yves Mollier, entre otras– contribuyen al trazado de marcos teórico-metodológicos. A su vez, un número creciente de especialistas está aportando conocimientos valiosos para estudiar la literatura latinoamericana con perspectivas atentas a su materialidad y formas de circulación. Específicamente en relación con México y Argentina, Patricia Artundo, Rose Corral, Annick Louis, Yanna Hadatty Mora, Hanno Ehrlicher, Marina Garone Gravier, Freja I. Cervantes Becerril, Víctor Goldgel, María Andrea Giovine, Federico Gerhardt, Margarita Merbilhaá, María de los Ángeles Mascioto, Mariana Masera, María José Ramos de Hoyos, Sergio Ugalde, Claudia Roman, Martín Servelli, Margarita Pierini, Roxana Patiño, Pablo Rocca, Sylvia Saítta, Graciela Salto, Verónica Delgado, Antonio Cajero, Pablo Piccato, Hernán Pas, entre otrxs.

La bibliografía y la sociología de los textos impulsó hace tres décadas –en las célebres conferencias de McKenzie en la British Library en 1985– el estudio de los textos “como formas registradas, así como los procesos de su transmisión, incluyendo su producción y recepción” (30). Propuso considerar sus formas materiales y, en torno a ellas, atender a los procesos sociales involucrados y no solo a los procedimientos técnicos. Por su parte, Armando Petrucci mostró que la investigación de la materialidad de los textos, lejos de alejarnos de una historia social de la cultura y la literatura, puede ser un modo preciso de dar cuenta de ella. Retomados por Roger Chartier, esos puntos de partida se volvieron influyentes en nuestro ámbito, contribuyendo a observar cómo las formas de lo escrito producen sentido y cómo se vinculan con las cuestiones de poder:

En contra de la representación, elaborada por la propia literatura, según la cual el texto existiría por sí mismo en una absoluta inmaterialidad, la atención que se preste a la fabricación material del libro, de la página, de la escena, nos recordará que los efectos del sentido producido por las formas se hallan en el corazón mismo de las luchas y de las tensiones que tienen por objeto la dominación a través de los símbolos (10).

El concepto de materialidad se ha ido ampliando y diversificando, con una variedad de aspectos significativos para pensar la formas periódicas de producción, circulación y consumo de la literatura, cada uno de los cuales abre a un mundo complejo y diverso: los tipos y tamaños del papel, los colores y contrastes de las tintas, el diseño del interior y la portada, las tipografías e ilustraciones; las formas de retribución económica, que incluyen el pago a los productores, entre los que se cuentan los escritores profesionales; los tiempos y ritmos de la escritura a demanda en publicaciones diarias, semanales, mensuales; las formas de financiamiento, como suscripciones y avisos. Entre estos últimos, los que ofrecen bienes de consumo como ropa o mobiliario pero también los avisos de objetos impresos con anuncios de libros, de revistas o de entregas que saldrán en el próximo número de un diario o revista, potenciando la dimensión exhibitiva y autoexhibitiva de un espacio gráfico multiplicado por reflejos que se autoincluyen. Como señala Petrucci, la gráfica de los periódicos es una de las manifestaciones donde la escritura asume una función intencional de exhibición dirigida a transmitir, con evidente notoriedad, no solo mensajes verbales sino también, y sobre todo, visuales. En los últimos años los “nuevos materialismos” incorporaron dimensiones adicionales, considerando “lo impreso como un lenguaje en el que se ensamblan una serie de elementos con una temporalidad e intensidad propias, dadas por sus posibilidades técnicas y las prácticas de las que han formado parte” (Viu, 10).

La materialidad incumbe a la literatura en una gran variedad de aspectos. Y de manera especial, cuando toma cuerpo y forma a partir de tecnologías o procedimientos de edición habituales en los impresos periódicos. La participación de los escritores en la redacción de diarios y revistas tuvo consecuencias en términos de poéticas. Con frecuencia escribieron textos que más tarde, con modificaciones, formaron parte de libros que les dieron una nueva unidad y significación: la reinversión de fragmentos periodísticos se comprueba en la obra literaria de autores centrales. [3] Los ejemplos de traspasos entre prensa y literatura son incontables y en la primera mitad del siglo XX involucran nombres como los de Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, Mariano Azuela, José Revueltas, Arqueles Vela, Manuel Maples Arce, Gilberto Owen, entre tantos otros. Al respecto, las evidencias acrecientan el interés por estudiar las “poéticas periodísticas” [4] y las variaciones de textos reescritos y reeditados en nuevos montajes que implicaron transformaciones en su circulación, con efectos a distintos niveles.

Este proceso de intercambios adquirió rasgos variables en una larga duración que comprende la primera mitad del siglo XX. Como es sabido, en Europa se remonta a varias décadas previas: en Francia “el periódico constituye a la vez el taller primario y lugar esencial de comprensión de las mutaciones poéticas de la literatura del siglo XIX” (Thérenty, 18). El vínculo entre formas literarias y formas periodísticas se debió en parte a que quienes escribían circulaban simultáneamente entre los campos periodístico y literario, y también a la competencia entre dos regímenes textuales: “la literatura asiste al triunfo del sistema mediático y en el mejor de los casos puede beneficiarse de las estructuras comunicacionales que le ofrece el periódico” (18). La coincidencia de los dos sistemas, sus proximidades, explican fenómenos constantes de contaminación: el periódico toma de la literatura recursos poéticos y ficcionales, la literatura toma de aquel procedimientos de puesta en voz, de rapport temporal, de trabajo con la información, de relación con lo visual, de apelación al lectorado. “Esta fascinación recíproca –agrega la investigadora francesa– conlleva un proceso de intercambios e interacciones, largamente disimulados por los protagonistas, que constantemente se dedicaron a denegar toda interferencia” (19).

Como sugerimos antes, las interacciones entre prensa y literatura no se agotan en el período abarcado por este dossier. Su prolongada vigencia –y su persistente núcleo de tensiones ambivalentes– encuentra numerosas evidencias: se mantuvo a lo largo del siglo XX por la posibilidad de ejercer la escritura como actividad profesional y de usar a las publicaciones periódicas como dispositivos para dar a ver y a leer textos, firmas, opiniones e imágenes de autor. Los diarios y las revistas no fueron solo el soporte de publicación de la literatura sino una parte constitutiva y fundamental, inseparable de sus dinámicas.

El dossier Literatura, periodismo y materialidad. Argentina y México (primera mitad del siglo XX) reúne investigaciones de Freja I. Cervantes Becerril, Verónica Delgado, Margarita Merbilhaá, Ana Laura Zavala, Yliana Rodríguez y María de los Ángeles Mascioto. Los seis artículos abordan objetos de estudio diversos con perspectivas afines en la comprensión de las formas de escritura y de lectura. En ellos los libros no son el soporte privilegiado de la literatura, y los textos se muestran no sólo en función de los proyectos de los escritores, sino también como objetos en cuya producción intervienen otros agentes (traductores, editores, ilustradores, diseñadores), lo que implica reconocer el carácter compuesto y colectivo de la literatura en una combinación de factores que excede la intención de los autores individuales. En el dossier se confirma la importancia de los aspectos visuales a través de los cuales los textos se ofrecieron a la lectura, se relevan transformaciones del régimen de la ficción en la prensa, se observan las modalidades de exhibición de libros, colecciones y autores en las revistas, se explora la relación entre ciertas poéticas y las prácticas editoriales del ámbito periodístico, se reflexiona sobre la apropiación y adaptación de modelos y fórmulas que organizaron lo escrito.

Atender a la especificidad local de los procesos supone el desafío de calibrar la adecuación entre gran parte de la bibliografía de referencia –textos ineludibles en torno a la prensa y literatura en regiones centrales de Occidente– y los objetos de estudio que corresponden a entornos sociales, políticos y culturales diferentes. Estudiar la Revista Moderna de México, por ejemplo, implica considerar un formato impreso paradigmático de la modernización periodística iniciado en Europa y en Estados Unidos, el magazine, sin desatender las modalidades específicas que adquirió en un contexto distinto: como señala Ana Laura Zavala en su artículo para este dossier, aquella revista fue fundada en 1903 en estrecho vínculo de dependencia con un régimen político, el porfiriato, lo que explica rasgos medulares de la publicación [5] . El modo en que los procesos transnacionales tomaron cuerpo y se enraizaron localmente es materia de reflexión constante. Así por ejemplo, en su artículo Yliana Rodríguez menciona los usos en la prensa francesa de los clichés provenientes de la novela por entregas y contrasta el fenómeno en la prensa mexicana y su apropiación de los modos del periodismo francés, su modelo más manifiesto. Los alcances de la bibliografía europea para dar cuenta de nuestros objetos de estudio históricos es una cuestión abierta a futuros desarrollos y debates.

En los artículos que presentamos, la materialidad inherente a las relaciones entre literatura y periodismo– es abordada a partir de una variedad de elementos. Entre ellos, los aspectos visuales a través de los cuales los textos tomaron cuerpo y fueron leídos en yuxtaposición con otros textos e imágenes. Como dispositivos de exhibición de mensajes verbales y visuales, las publicaciones periódicas entrañan aspectos significativos para el estudio de la literatura. Uno de ellos es el uso de la imagen ilustrada o fotográfica de los escritores, tanto en el interior como en las portadas: “El recurso del retrato (la exposición de un rostro) –señala Margarita Merbilhaá en su contribución para el dossier– participa de la exhibición y puesta en circulación de valores y sentidos sobre lo literario (ficciones y ensayos) que vehiculizan los distintos tipos de publicación y aportan carácter empírico a la función autor”. Las publicaciones periódicas pueden ser también soportes de exposición de libros y colecciones, como muestra Verónica Delgado en su estudio sobre una revista que funcionó como vitrina de la producción editorial, al mismo tiempo que espacios estratégicos, como advierte Freja I. Cervantes Becerril, para visualizar tipográficamente la urgencia de preservar las lenguas originarias americanas a contrapelo de las políticas estatales de homogeneización de una lengua nacional. También es reveladora la ostentación de firmas artísticas prestigiosas, no solo para legitimar los textos e imágenes ofrecidos por una publicación en sus contenidos sino además, como detecta Ana Laura Zavala, en los anuncios publicitarios de productos de consumo. Incluso una sección completa dentro de una publicación puede asumir explícitamente a partir de su título –como la sección “Museo” examinada por María de los Ángeles Mascioto– la función de poner en vidriera cierto tipo de materiales textuales.

Las seis contribuciones que integran este dossier –seis artículos cuyas versiones previas fueron expuestas y discutidas de manera virtual en la II Jornada Literatura, periodismo y materialidad, Argentina y México (primera mitad del siglo XX), coorganizada en mayo de 2021 [6] en el marco del Seminario Interdisciplinario de Bibliología del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (SIBIIB, UNAM) y del Programa Publicaciones periódicas y literatura (IdIHCS, UNLP/CONICET)– [7] examinan características, aspectos y prácticas editoriales de los impresos periódicos en ambos países. El recorrido analítico por directorios, secciones, portadas, páginas principales, anuncios publicitarios, notas e ilustraciones de diarios y revistas que las autoras ofrecen a partir de los estudios de caso, permite valorar la diversidad de estrategias, usos y mecanismos editoriales, además de apreciar las formas y significaciones de las literaturas inscritas en la prensa latinoamericana de la primera mitad del siglo XX.

En “De petit revue a magazine informativo y literario: mediación política y editorial en Revista Moderna de México (1903-1911)” Ana Laura Zavala Díaz estudia la transformación de una publicación periódica a partir de su formato y sus discursos mediados por la política y el mercado editorial. Muestra las negociaciones y resistencias que tienen lugar en el proceso de profesionalización literaria en una revista en cuyos “espacios textuales porosos, genéricamente híbridos (entre el artículo, la memoria, la semblanza y la crónica), se observan mejor las negociaciones y los desplazamientos entre los discursos literarios y políticos, que determinaron en el contexto de publicación del magazine”, cuya composición textual y visual entremezcla elementos de corte ficcional, poético, de actualidad y de propaganda.

Babel (1921-1929:) arquitecturas y modalidades de exhibición de la literatura. De la vida en común a la bibliografía” de Verónica Delgado observa la dimensión compositiva de esa revista dirigida por el editor Samuel Glusberg. Partiendo de la noción de revistas como intermediaciones con modalidades específicas de exhibición, compara dos etapas de la publicación con estrategias particulares de organización material que modelaron la noción de literatura: como Revista de arte y crítica articuló prácticas artísticas a través de la mediación de una palabra crítica, como Revista de bibliografía se orientó a un sello editor, lo que la aproximó a la forma catálogo, propiciando el anuncio sistemático de los objetos impresos producidos para el consumo.

“Lecciones de lengua mexicana en El Tepozteco de Mariano Jacobo Rojas” estudia la iniciativa editorial dirigida por un intelectual indígena que a comienzos de la década de 1920 –etapa de reconstrucción nacional con la Secretaría de Educación Pública a cargo de José Vasconcelos– se propuso difundir y enseñar la “lengua azteca” a través de un impreso periódico dirigido a mexicanos bilingües (náhuatl-español) e hispanohablantes. Freja I. Cervantes Becerril presenta algunos aspectos generales de esta publicación periódica recientemente hallada en una biblioteca estatal así como sus estrategias de financiamiento y circulación en la capital y en los estados de la República mexicana. De este modo el artículo propone una aproximación a la prensa indígena, producida en el espacio urbano para un público local migrante que resistió al entramado cultural del Estado posrevolucionario y sus debates indigenistas.

"El universo del autor en un folleto: retrato y nombre propio en la oferta editorial de Los Pensadores, 1ª época (1922-1924)" Margarita Merbilhaá estudia una de las publicaciones periódicas concebidas por el español emigrado a la Argentina Antonio Zamora, fundador de la editorial Claridad. El artículo focaliza el rol de Los Pensadores en el proceso de fijación de la figura de autor, central para la promoción de las obras en formato libro. Además, ciertas decisiones gráficas y editoriales puestas en juego en los folletos (tal es el caso del recurso al arte de tapa, cubierta o primera plana como forma de promocionar un producto editorial) se ponen en relación con estrategias implementadas después en la producción de libros baratos.

“El régimen de la ficción en la prensa mexicana a principios del siglo XX: lectura y materialidad” de Yliana Rodríguez González propone observar el uso de recursos ficcionales en géneros periodísticos como la crónica, los faits-divers, el relato de viajes, el reportaje y la entrevista. Para eso analiza, en textos publicados en distintos medios impresos –El Tiempo Ilustrado (suplemento semanal de El Tiempo), el semanario revolucionario Regeneración, el periódico procarrancista El Pueblo, el periódico antimaderista El Mañana, El Imparcial, La Voz de México– los “comercios textuales” que problematizan la relación entre escritura periodística, ficción y realidad. Los materiales son analizados a partir de investigaciones sobre la prensa francesa.

En “Volver sobre lo recortado: exposición y conservación en las secciones ‘Museo’ de Borges y Bioy Casares” María de los Ángeles Mascioto analiza las poéticas de recorte en una sección que salió en dos revistas de los años treinta y cuarenta, Destiempo y Los Anales de Buenos Aires. Vincula la manipulación de los textos con tecnologías de edición propias de las publicaciones periódicas: la búsqueda de brevedad, el reciclaje de textos provenientes de otros soportes, su reescritura y reinterpretación. En la sección analizada, propone observar la exposición y conservación de textos a partir de la recopilación y puesta en página, la intervención sobre los géneros y las implicancias en relación a la función autoral.

Algunas comprobaciones e hipótesis generales adquieren consistencia a partir de la lectura de estos artículos. En primer lugar, la asombrosa plasticidad de los intercambios entre distintos circuitos (arte, educación, cultura de masas), registros discursivos (ficción, información, didáctica, publicidad) y valores (artísticos, pedagógicos, comunitarios, económicos, políticos). En las primeras décadas del siglo XX el mercado cultural se amplió significativamente, promoviendo la circulación de objetos impresos destinados al consumo. Las publicaciones periódicas –impulsadas por proyectos estéticos, deseos de renovación artística, aspiraciones pedagógicas o intereses políticos– fue atravesada por diversas lógicas, dando lugar a transformaciones, negociaciones y desplazamientos entre circuitos, registros discursivos y valores con frecuencia percibidos como divergentes o incompatibles.

En segundo lugar, la articulación fundamental –muchas veces constitutiva– entre las publicaciones periódicas y los libros. El hecho de que ambos fueran a menudo producidos por los mismos agentes potenció la visibilización de autores y obras. La dimensión expositiva de las revistas y los periódicos se hace particularmente evidente en las páginas de avisos publicitarios, en las secciones de crítica y en las intervenciones de los propios autores. La correlación se refuerza cuando las funciones de director de revista y editor de volúmenes se superponen, propiciando el anuncio sistemático de los bienes producidos para el consumo.

En tercer lugar, el carácter precursor de las publicaciones periódicas. Ellas no solo fueron espacios de innovación en sí mismas, en tanto medios, sino también respecto de otros ámbitos, y en varios niveles. Con frecuencia las novedades técnicas y editoriales tuvieron inicio en los diarios y las revistas, activando procesos que se trasladaron luego al formato libro. El periodismo propició también la innovación en las formas de escritura [8] . Aunque sin duda las revistas de vanguardia fueron “laboratorios de lo nuevo” (Corral, Stanton y Valender), las transformaciones literarias no derivaron únicamente de los experimentos creadores realizados en el ámbito de las “pequeñas revistas”, sino también del amplio e intenso intercambio que el vínculo con la prensa potenció en un época en la que el auge de la cultura de masas coincidió con la emergencia de las vanguardias artísticas. También el periodismo fue banco de pruebas de nuevas formas de escritura que trasladadas a otro soporte, el libro, fueron leídas como literatura.

Bibliografía

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Notas

[1]Este artículo fue elaborado en un contexto de diálogo generoso con Freja I. Cervantes Becerril, Sergio Ugalde, Marina Garone Gravier y Verónica Delgado, a quienes agradezco los aportes y comentarios durante el proceso de escritura.

[2]Desde esta perspectiva hemos venido trabajando con Verónica Delgado en varios proyectos de investigación radicados en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias de la Educación de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET, y en los volúmenes colectivos Tramas impresas: publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX) (2014); Tiempos de papel: publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX) (2016); Revistas, archivo y exposición: Publicaciones periódicas argentinas del siglo XX (2019); Exposiciones en el tiempo. Revistas latinoamericanas del siglo XX (2021).

[3]Los de abajo de Mariano Azuela se publicó en 1915 como folletín en El Paso del Norte, periódico que ese mismo año sacó una edición popular en volumen, ampliada y modificada en ediciones posteriores de la novela. Los primeros escritos de ficción de Arqueles Vela y Gilberto Owen salieron en La novela semanal de El Universal Ilustrado (Hadatty Mora). Otro caso muy conocido es el de Roberto Arlt, quien –como estudia con precisión Rose Corral (2000)– recicló materiales periodísticos en su obra narrativa y teatral. En zonas de su novela principal –sugirió Horacio González– el tiempo está “marcado por el ritmo de una periodicidad físicamente inspirada en la prensa diaria, calendario mecánico que lucha contra el aborrecido fluir del tiempo” (1996: 12-13). Otro caso conocido es el de Jorge L. Borges, cuyo primer libro de relatos editado en 1935 reunió textos publicados antes en una revista semanal ilustrada, en un proceso de creación que continuó al forjar el volumen (Louis). José Revueltas en su columna anónima “La marea de los días” de El Popular adelantó fragmentos de la novela El luto humano (Cajero y Ugalde). Los versos y crónicas de Raúl González Tuñón son otro ejemplo, como tejido textual de doble vía entre poesía y reportaje (Rogers 2020).

[4]Marie-Ève Thérenty (2007) propuso ese concepto para nombrar las mutaciones e innovaciones en la escritura que pueden explicarse como transferencias del periódico a la literatura. Sus estudios sobre este tema en el siglo XIX francés, aun siendo procesos disímiles, resultan iluminadoras para investigar el tema en América Latina no solo en esa centuria sino también en la etapa que nos ocupa. En 2021 el Coloquio Internacional Mecanismos de Legitimidad Autoral, Escritural y Lector en la prensa del siglo XIX Europeo y Americano: Textualidades (des)consideradas, organizado por Laura Suárez de la Torre (Instituto Mora, México​) y Marina Alvarado Cornejo (Universidad Católica Silva Henríquez, Chile) contó con Marie- Ève Thérenty (Université de Montpellier, Francia) como conferencista.

[5]Cuatro años antes había empezado a salir en Buenos Aires otro magazine ilustrado, Caras y Caretas, que desde el comienzo buscó borrar todo alineamiento político que no fuera la oposición al gobierno, privilegiando su lógica mercantil como empresa periodística destinada a captar al público más amplio posible. Con esas y otras diferencias, ambos magazines muestran a la vez el proceso de profesionalización de los escritores, ligado a su intensa participación en la prensa.

[6]La coorganización entre México y Argentina estuvo a cargo de Marina Garone Gravier y Geraldine Rogers, y el desarrollo en línea de la II Jornada se puede consultar en el siguiente enlace: https://bit.ly/3xvzm87 El primer encuentro sobre Literatura periodismo y materialidad, Argentina y México (primera mitad del siglo XX) se realizó de manera presencial en marzo de 2019 en la Biblioteca Nacional de México.

[7]Pueden visitarse en los siguientes enlaces: https://bit.ly/3Hv1KeQ; https://bit.ly/3OgEvr9

[8]Ya desde el siglo XIX la prensa instaló la preferencia por la prosa breve y variada, pero entonces las dimensiones del mercado cultural latinoamericano eran todavía reducidas y escasos los lectores más allá de las elites letradas: “la falta de un mercado para los textos impresos impuso fuertes limitaciones. Durante la primera mitad del siglo [XIX] gran parte de los periódicos desaparecían tras unas pocas entregas” (Goldgel, 55).

Recibido: 31 de Mayo de 2022; Aprobado: 31 de Mayo de 2022

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