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Salud colectiva

versión impresa ISSN 1669-2381versión On-line ISSN 1851-8265

Salud colectiva v.3 n.3 Lanús sept./dic. 2007

 

ARTÍCULO

¡Queremos a Mano Santa!: actores y significados de una revuelta popular acontecida en 1929 en San Salvador de Jujuy

We want Mano Santa!: actors and meanings of a 1929 popular revolt in San Salvador de Jujuy

Mirta Fleitas1

1Médica, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Magíster en Salud Pública, Instituto Lazarte. Docente e investigadora de la UNR. Investigadora de la Unidad de Investigación de Historia Regional, Universidad Nacional de Jujuy, Argentina. mirtafleitas2000@yahoo.com.ar

RESUMEN

El presente trabajo examina un acontecimiento histórico significativo, enmarcado en una sociedad en rápida transformación: la visita de un conocido curandero a San Salvador de Jujuy, que derivó en una revuelta popular el día 3 de diciembre de 1929. Se analizarán conjuntamente no sólo las ideologías que, en relación con este suceso, tuvieron una influencia en cuanto a la resolución de los problemas de salud-enfermedad sino también el grado de compromiso y las transacciones que los involucrados fueron capaces de lograr. Finalmente, se trata de interpretar la dinámica de este incidente dentro del contexto de ciertas configuraciones ideológicas y políticas de Jujuy en ese período histórico. El material investigado proviene de artículos periodísticos locales.

PALABRAS CLAVE Historia; Curación por la Fe; Salud Pública; Poder Público; Argentina.

ABSTRACT

The present work examines a significant historical fact, placed in a society in a fast transformation: the visit of an important quack to San Salvador of Jujuy, that ended in a popular revolt on December 3rd., 1929. It will be analysed at the same time, not only the different ideologies that, related to that event, had an influence on the resolution of health-illnesses problems, but also the grade of commitment and the transactions that the people involved were capable of reaching. Finally, the dynamic of that incident will be interpreted in the context of certain ideological and political configurations in the Jujuy of that historical period. The bibliographic material investigated comes from local journalistic articles.

KEY WORDS History; Faith Healing; Public Health; Public Power; Argentina.

LA LLEGADA DEL CURANDERO

Hacia fines del mes de noviembre de 1929, las noticias que comienzan a llegar a Jujuy (a) dan cuenta de que un tal Vicente Díaz, apodado Mano Santa, ciudadano español proveniente de Canarias, cura males de diversos tipos en la ciudad de Salta, situada en la provincia lindante al sur. Han llegado hasta su domicilio 4.000 personas a consultarlo, y el desarrollo gratuito de sus actividades atrae cada vez más gente y desde lugares alejados. Este éxito masivo le ha granjeado enemigos poderosos en Salta, quienes lo denuncian en los tribunales, pero un juez dictamina que Vicente Díaz no infringe la ley. Esto hace que el Consejo de Higiene y la corporación médica echen mano a recursos jurídicos que permitan catalogar las presuntas aptitudes del curandero, con el fin de declararlo un delincuente. Aunque fracasan, el taumaturgo se traslada a Jujuy junto con las multitudes que tanto molestaban a los conspicuos ciudadanos salteños.

Su arribo a San Salvador de Jujuy ya es comentado por los diarios locales desde días antes. Se dice que, apenas llegado, sana de sus dolencias a una venerable anciana, y al salir de su casa, una multitud exultante lo conduce en andas hasta un hotel céntrico, desde cuyo balcón saluda arrojando flores a quienes lo aclaman.

El fervor jujeño es grande y esto contribuye a que por cada esquina y en cada casa, lo mismo que en las veredas y en puntos donde se reúnen y desparraman personas, no se habla de otra cosa que de lo que acontece con Mano Santa. Los médicos están totalmente eclipsados (1).

Los diarios dan lugar a que las gentes que consultan al taumaturgo se expresen. Concurren espontáneamente a la redacción por beneplácito y agradecimiento a Dios y a ese hombre que Él ha elegido para curarlos (b). En lo descrito, aún cuando el cronista trata de ser lo más neutro posible, prevalecen la sorpresa y la turbación. Al transformarse en el tema excluyente de las conversaciones de los jujeños y visitantes, el ser testigo de los prodigios se vuelve casi una experiencia ineludible. Ni las distancias, las altas temperaturas o los ambientes poco ventilados disuaden a quienes aspiran acceder a la acción bienhechora.

Lo extraordinario de las concentraciones masivas, la sucesión de hechos en poco tiempo, causan una suerte de vértigo que gana el ambiente. Mediante el comentario y la participación en el periplo del curador, un número cada vez mayor de personas es ganada por la creencia en los poderes sobrenaturales, milagrosos, emanados de "ese hombre". Las casas se abren a Mano Santa y sus prosélitos, se transforman en lugares donde durante horas se comparten experiencias, chismes y expectativas, sin distinciones sociales ni estamentales. El fenómeno de la consulta se agiganta hasta el punto que San Salvador es ocupada por quienes reclaman atención; las habitaciones disponibles se agotan, a la vez que se hace difícil poner orden en una ciudad desbordada por un movimiento excepcional. Mientras, las impiadosas críticas a esta situación que se emiten en diversos lugares del país no repercuten sobre una realidad absorbente, que vive sólo para sí misma y para su propia expansión.

Bien se sabe que hay enemigos importantes que son un peligro para este jubileo. La sospecha de que el propio gobernador Padilla gestiona la expulsión del curandero mantiene en guardia a la multitud y precipita descargas amenazantes cuando se acentúa la desconfianza. Con el pretexto de evitar desórdenes, Mano Santa es trasladado en un auto oficial y custodiado permanentemente. ¿Ciudadano seguro o prisionero? Poco importa, mientras el pueblo pueda acceder a él. En poco tiempo, las casas de los notables también se abrirán para recibirlo.

Los medios presentan a Vicente Díaz como un hombre modesto, calmo y educado, sobriamente vestido con pantalón y camisa amplia de algodón claro y sandalias comunes (Figura 1). Esta imagen se da de bruces con la del charlatán y embaucador, que las interpretaciones oficiales han asociado sobre todo a nigromantes extranjeros. No cobra la atención, no medica, descansa poco pues vive para su misión, se adapta a la demanda de los que lo necesitan. En nombre de la divinidad -como lo hacían los santos, los elegidos y ciertos reyes- impone las manos y realiza masajes en zonas afectadas mientras pronuncia siempre las mismas palabras (3). Para que su carisma llegue en su ausencia, bendice aguas y hasta panes que consumirán quienes no pueden acercarse a él. Solo acepta flores como agradecimiento, que vuelve a distribuir entre los fieles. De todo esto hay testimonios de enfermos y de periodistas.

Figura 1. MANO SANTA. FOTO TOMADA EN EL INTERIOR DE UNA FINCA DE JUJUY NOIDENTIFICADA, EN LOS DÍAS DE SU ESTADÍA EN SAN SALVADOR.

Fuente: Archivos de los Tribunales Provinciales de Jujuy.

Los consultorios médicos se vacían y hasta los internados del Hospital San Roque quieren pasar por la imposición de Mano Santa. A los profesionales no les queda más remedio que amenazar con la detención de Vicente Díaz y con la negación de atención médica a los clientes desertores. Las consecuencias que una determinación de este tipo tendría sobre la población de San Salvador serían imprevisibles, ya que habitualmente:

el cuerpo médico hace honor a su ministerio y ejerce su apostolado con toda dedicación y amor al prójimo (4).

Estas apreciaciones no tienen nada que ver con la realidad. Lo que queda al desnudo son las deficiencias en la cobertura de la organización sanitaria pública y el limitado alcance de la profesión médica liberal, a las que los curanderos contrarrestarían. Es creencia de los periódicos que, si el sistema médico se extiende y se vuelve eficiente, los sanadores populares desaparecerían.

Es notorio que la estadía de Mano Santa en Jujuy sostiene una pulseada entre sus partidarios y los poderes públicos y médicos. Esta oposición queda velada por la ubicación ambivalente asumida por los medios ante los protagonistas de hechos tan excepcionales. En verdad, la curiosidad periodística permite acceder al acrecentamiento y reforzamiento de una expresión colectiva y, en parte, contribuye a ello. Gran parte de la sociedad capitalina recibe al curador como "su" médico; es más, en un intento de profundizar identidades se lo llama en los diarios "el médico de los pobres". A pesar de que no está fuera de la ley y de que su persecución y expulsión carecen de fundamentos jurídicos, consultarlo se transforma en un desafío para las autoridades y para aquellos que reúnen las condiciones necesarias para el ejercicio de la medicina. Y una multitud de dolientes no vacila en cruzar los límites sin que importen las presuntas consecuencias e indiferente a las palabras, entre aleccionadoras y amenazantes, de los facultativos.

Los partidarios de Mano Santa sienten en varias ocasiones la inminencia de la expulsión y reaccionan inmediatamente, siempre en masa. Cada coto que las autoridades pretenden introducir es puesto en entredicho, hasta que los hechos adquieren el sentido de afirmación y de resistencia cerrada a los poderes oficiales. Mientras la repetición del ritual de sanación llama a la adhesión, a la gratitud y al aumento de la interrelación entre los adeptos, la implementación por parte del gobierno de mecanismos de control y de discriminación no se puede imponer efectivamente (c).

La situación muestra hasta qué punto la sociedad se divide en dos posiciones, y la dificultad para encontrar modos de convivencia. De un lado, los poderes oficiales y la incipiente corporación médica no pueden configurar un consenso alrededor de la idea de expulsión del taumaturgo. Del otro lado, lograr la acción libre del sanador se transforma en una aspiración perentoria de sus partidarios y están dispuestos a hacerla valer contra cualquier contrariedad. Preparada para que el benefactor fuera el sacrificado mediante la exclusión, la muchedumbre, nerviosa, cuida sus armas y madura sus opciones propiciatorias. Al no avizorarse las formas de una coexistencia y entrar en crisis el orden vigente, los lugares reconocidos pierden su definición y en la vida social aparece lo que habitualmente es difícil de imaginar.

Por eso cuando el Dr. Leopoldo Bárcena, presidente del Consejo de Higiene, dispone en forma arbitraria la deportación de Mano Santa, la protesta pública se desencadena movida por la confianza en el poder de la creencia para lograr sus objetivos (6). Creyendo el funcionario que si alguien está de más en Jujuy es aquel que se anima a levantar las suposiciones y prácticas del "atraso", él mismo se desliza hacia el lugar que asigna al otro, y sólo logra que la contraparte pida la cabeza de la máxima autoridad política y la suya pro-pia. Y no hay metáforas en la expresión.

LA PUEBLADA

Se cuenta que el día 3 de diciembre, de madrugada y sigilosamente, el curador es conducido en un auto hasta Estación Perico, una población cercana a San Salvador, por los policías que lo acompañan habitualmente. La estrategia es evitar la furia que se desencadenaría si se lo detiene a la vista de la multitud que lo consulta. Una vez llegados al tren, los responsables de la seguridad de Díaz dudan en cumplir la orden, pues temen que suceda algo grave en San Salvador. Dichas presunciones no carecen de sentido, pues pasados los primeros momentos de indignación pública ciudadana:

la calma volvió a sus espíritus a fin de prepararse para concurrir a una manifestación y realizar cada uno la propaganda destinada a obtener mayor éxito (7).

En Jujuy es muy difícil que se altere la distancia entre los ciudadanos y los gobernantes, mantenida por las formas del trato. Así es que los sucesos que se precipitan el día 3 de diciembre son realmente inusitados para las costumbres de la ciudad. Se realiza una marcha convocada por acreditados ciudadanos durante la cual 3.000 personas, al grito de ¡Queremos a Mano Santa!, manifiestan por la calles céntricas, toman por asalto la Casa de Gobierno (Figura 2) y llegan hasta la oficina del gobernador; allí, ante la puerta del despacho de la máxima autoridad política de la provincia, y en consonancia con lo insólito de la situación, un empleado amenaza con un arma de fuego a personas honorables de San Salvador. El gobernador Padilla evalúa rápidamente las circunstancias y decide no pagar el costo de una medida tan peligrosa; entonces, desentendiéndose, entrega al Dr. Bárcena a la furia popular.

Figura 2. MANIFESTANTES ANTE LA CASA DE GOBIERNO DE JUJUY, EL DÍA 3 DE DICIEMBRE DE 1929. FOTO TOMADA DESDE LA ENTRADA AL EDIFICIO.

Fuente: Archivos de los Tribunales Provinciales de Jujuy.

Luego de frustrarse el linchamiento del funcionario, la descarga se vuelve primero contra el edificio del Consejo de Higiene y luego contra quien se oponga. La opción popular es clara: regresa el curandero o alguien debe pagar tamaña afrenta. En la búsqueda de objetivos para su ira, la muchedumbre resiste las intimaciones y las cargas de la policía, aun las del Ejército, recorre exaltada la zona céntrica y, al no concretar sus pretensiones, regresa al lugar donde había comenzado todo, donde el ministro de Gobierno promete pedir por el regreso de Mano Santa. A esa hora, la ciudad está ocupada militarmente, pero ello no significa que reine la calma. En los días siguientes, nuevas movilizaciones en San Salvador y alrededores son dispersadas y grupos numerosos de personas, guiados por versiones que corren, se reúnen en la estación de ferrocarril a recibir de regreso al curador, incrédulas de su tardanza. Es que los adeptos de Mano Santa estiman que la relación privilegiada lograda con él se va a recuperar.

Sin autoridades sanitarias y con el curador muy lejos, los medios políticos tratan de entender qué pasó. Las responsabilidades se dirimen en las filas del radicalismo (d), el partido que acaba de ganar las elecciones para gobernador, con su líder en la cabeza de fórmula. En la Unión Cívica Radical (UCR) jujeña, las confrontaciones son muy despiadadas desde hace tiempo. Las fracciones internas no han vacilado en realizar las alianzas necesarias -incluso traicionando convicciones- con tal de ocupar espacios en el aparato estatal (8). Hay denuncias contra presuntos incitadores, reacciones de éstos y pedidos a la intervención convocante del gobernador electo, Sr. Miguel Tanco; éste opta por un prudente silencio. Es que, desde sus concepciones, el partido gobernante no puede explicar estos hechos que son, para él, expresión de incultura y de atraso del pueblo, pero también del escaso alcance de sus políticas. A modo de reproche, los diarios recuerdan que no hay diferencias entre las modalidades conservadoras y radicales de ejercicio de poder político, y que el clientelismo consume energías sociales que deberían destinarse a educación y políticas sociales, dos temas centrales de la prédica reformista. Estas evidencias dolorosas avivan el caldero radical y las culpas pasan de una fracción a otra.

También los médicos están sujetos a valoraciones contradictorias por parte de la gente y de los diarios. Los sucesos muestran que la práctica liberal de la medicina no es accesible a los pobres y que la brindada por el sistema público es deficiente. Para los comentaristas, las políticas acertadas y el compromiso sensible de los médicos acaban con el curanderismo, esa marca de superchería, de barbarie que afecta a masas que no han tenido la oportunidad de acceder a "la cultura". En el fondo, subyace la confianza en que la ciencia, si llega a todos, acabará a la vez con las enfermedades y con las valoraciones religiosas ligadas a ellas.

El acontecimiento que tiene como principal figura a Vicente Díaz se desvanece hacia la Navidad, y su nombre no vuelve a aparecer en los periódicos locales. En un editorial, un diario local (9) propone una transacción: que se comparta la atención de enfermos entre los médicos y el curandero, como un medio salomónico de resolver un problema. Es, también, una forma de considerar el particular momento que vive la población de San Salvador, con un número escaso de médicos y un sistema público deficiente. No obstante, el lugar que propone para el ejercicio de la práctica de Mano Santa es un sitio cargado de significado: el edificio de la cárcel nueva. Allí, la gente llevada por sus creencias podría ser controlada y calificada una vez más. Lo que parece una proposición sensata y equitativa, que permitiría el ejercicio de libertades reconocidas, está marcada por las representaciones hegemónicas hacia lo popular. Nuevamente, se trata de vigilar y sancionar a lo extraño, sentido como amenaza hacia la ideología dominante.

¿QUIÉN ES MANO SANTA?

Cuando Vicente Díaz sale del rol asignado por el conflicto lugareño, aparecen otro tipo de explicaciones. Por empezar, el sentido personal que mueve su tarea. Impulsados por la curiosidad, los relatores periodísticos investigan los antecedentes del curandero. Al parecer, en años anteriores ha manifestado interés en lo que se refiere a la fortaleza y la salud de las especies. En principio, sus conocimientos empíricos respecto de la mejoría de la raza de ciertos animales lo hacen reflexionar acerca de cómo se puede lograr iguales efectos entre los humanos, y sus ideas llegan a aparecer en un diario porteño (10).

Distintas son las motivaciones que lo guían cuando es curador reconocido. Las explicaciones de orden sagrado recurren a la existencia de fuerzas espirituales derivadas del mundo de los muertos orientadas en forma bienhechora hacia el creyente por la voluntad divina. El curador, como los santos, es un intercesor y un protector en este proceso (11). No hay de él una voluntad personal, no le pertenece el don de curar y todo cuanto pueda suceder es del orden de una decisión sobrenatural, manifestación de un eclecticismo entre la fe cristiana y el regreso benefactor de los muertos. Ciertos gestos actualizan toda vez con cada enfermo esta potestad: se transforma en parte de un ritual sanador. El dinero obstaculiza la obtención de efectos positivos en los momentos de encuentro del sufriente con el curandero (e). Por el contrario, el intercambio de flores los incentiva.

Los periodistas de Buenos Aires pasan al curandero por el cedazo que separa lo que es de lo que debe ser; para ello evalúan sus rasgos eugenésicos, su presentación, los modales y el estado psicológico que trasmite. El resultado de tales análisis muestra a un hombre normal, sin pizca de simulación. No corren igual suerte sus fieles jujeños, que han roto su proverbial "mansedumbre" y han mostrado su lado endiablado. A la desaprobación de la conducta subversiva manifestada en los discursos incendiarios y el alzamiento masivo se une la sanción de la ignorancia y credulidad de las masas populares, que prefieren creer en la "extraña teología" predicada por Mano Santa.

UNA IDEOLOGÍA PARA ELEGIDOS

Para comprender los grandes cambios ocurridos en San Salvador, es de notar que sus características edilicias y su población casi no varían a lo largo del siglo XIX. En 1904, tiene 4.000 residentes; en 1914 se duplican y en 1929, se cuadruplican. En menos de 30 años, la fisonomía de la ciudad cambia notablemente y la composición social se diversifica con los oficios. Así, la capital provincial cuenta con el aporte de las familias criollas dedicadas al comercio y a la explotación de fincas cercanas, de una acotada inmigración extranjera mediterránea y otra regional proveniente de Bolivia y la Puna (f), más numerosa.

Sin embargo, la ideología de las familias de notables de San Salvador permanece inmodificada. Los ideales heroicos, la posesión de la tierra, la desigualdad social, la aristocracia del espíritu y los principios de la Iglesia Católica persisten:

con un estilo romántico, otras veces [con] un aire de confesada impotencia, y en ocasiones una agresividad eficaz (13).

Utilizan el recurso al pasado como asiento de los valores más sublimes, la alusión a una naturaleza donde los hombres están inmersos en un diálogo permanente con ella y donde se desarrolla la lucha entre las especies y entre sus miembros, como una de las características inmanentes de la existencia. El triunfo del mejor y el origen de las contiendas actuales se pierden en la noche de los tiempos, en el origen inmemorial del mundo.

Hay un componente distintivo biológico, un don natural, una disposición que culmina en la grandeza moral, la supremacía y el éxito sociales de aquellos que han sido marcados en la herencia para ocupar los lugares de dirección; es la versión del elegido, pero fruto del perfeccionamiento genético de las mejores cualidades en la constitución biológica y psicológica a lo largo de generaciones (g). Lo que antes se atribuía a una revelación divina o a una intervención de los dioses con el afán de asegurar la legitimidad y superioridad de sus herederos, ahora tiene su fundamento "científico" y sus instrumentos. Quien aspire a lugares que "por naturaleza" no le corresponden, es un usurpador o un simulador.

Las ideas-eje giran alrededor de diferencias anatómicas innatas (llamadas características de raza) que pueden ser detectadas y estudiadas. La raza blanca, -trabajadora, impetuosa, calculadora y cristiana- es considerada como la superior de una cadena evolutiva, en tanto que la pereza, la tristeza y la arrogancia criollas, esas cualidades típicas de los hispanoamericanos, conforman el "carácter de raza" de la gente del país, una evidencia del "bárbaro mestizaje" del conquistador español; en cuanto a la presencia de negros y mulatos en estas tierras, que ya es una afrenta por sí sola.

Como se ve, la vinculación de las razas con los conceptos de selección natural y de supervivencia del más apto funda un racismo basado en una ideología impregnada por las ciencias naturales. El discurso médico y sus tipificaciones patológicas aportan la sustancia con la cual se arman regímenes de detección y de control de diferentes y de opositores pues, según estos presupuestos, el disidente puede estar a un paso de la enfermedad o de la monstruosidad verificables (14).

Dos tendencias elitistas confluyen en este tronco ideológico de la clase dirigente de Jujuy. Una, proveniente del catolicismo, y otra, del darwinismo social. Ambas comparten la idea de la distribución de funciones dadas en la sociedad, de cada cual en su lugar, y dentro de ellas, la que la capacidad de gobernar corresponde a una élite ilustrada, el "gobierno de los mejores", que en la traducción de esta corriente significaba "superiores". Estos conceptos están a su vez marcados por una gran desconfianza respecto de los sectores populares, ya sea porque se los ve como no preparados para las virtudes ciudadanas -y para los cuales todavía son necesarias la educación y la formación cristiana- o porque la masa es por naturaleza ciega, instintiva e inconstante. Para esta dirigencia, el voto universal es una ignominia; por eso descalifican la elección democrática de gobierno y realizan propuestas jerárquicas antidemocráticas que pretenden salvar la preeminencia definitiva de quienes se sienten los fundadores de la nación (15).

En la implementación de políticas sociales, esta dirigencia interpreta la asistencia social como donativo, como caridad, en la que el estatuto del asistido es de inferioridad. Estas concepciones alcanzan al sistema de salud y limitan el alcance de las acciones individuales y colectivas, pues ambas necesitan de perspectivas de derechos -más universales en el enfoque- para lograr impacto en las problemáticas instaladas.

Los valores sostenidos por las familias propietarias de Jujuy permanecen en gran medida intactos, como signo de sus prerrogativas. Es así que las significaciones "modernas" -que intentan la adecuación de la región noroeste (h) al proyecto de país bajo el predominio de la pampa- deben abrirse camino entre un entramado ideológico pertinaz y son adoptadas con trazas de hibridación. Estos procesos son transitadas, cada cual a su manera, por los diversos sectores sociales, entre ellos los facultativos médicos.

Encabalgado entre el saber científico y la autoridad moral, el profesional de la medicina hereda ciertas características que lo asimilan a un sacerdote laico. Estas interpretaciones son comunes, pero no las únicas. En primer lugar, la medicina forma parte de los códigos y prácticas modernas que sirven -hacia las primeras décadas del siglo XX- como elemento de distinción y diferenciación respecto de lo no urbano, lo no moderno y lo indígena, más que estrategia aplicada a toda la población (16).

Los médicos forman parte del círculo de relaciones de las clases señoriales jujeñas, con quienes intenta compartir emblemas y lugares. Llevan sobre sí, además, la imagen del científico incorruptible, íntegro y preocupado por la humanidad doliente, portador de una ética superior, a la cual se contrapone el curanderismo ejercido en los sectores populares y sin instrucción, a los que el nigromante haría víctima de su locuacidad seductora y perversa.

Llevan en su práctica una contradicción con la concepción desinteresada del apóstol, una de las presuntas fuentes de influencia sobre los pacientes, pues viven de la renta de su trabajo y deben cobrar por él. Pero además, no es infrecuente que sus clientes, en especial los pobres, no reconozcan con él deuda económica alguna (17), debido a que la reciprocidad en la relación de curación está fundada en ciertas formas de intercambio simbólico y de reconocimiento personal, no en el dinero. La consecuencia es que los médicos terminan seleccionando su clientela entre la gente de mayores recursos económicos, despertando críticas que se actualizan durante el acontecimiento que desencadena la presencia de Mano Santa.

Es de destacar que, en San Salvador, la población de profesionales médicos por aquel entonces no es numerosa. En 1904, viven allí siete facultativos, y una veintena en 1929. En caso de dolencias, es fácil colegir que gran parte de los habitantes sólo tienen posibilidades de recurrir a sanadores populares. Pero muy lentamente, mediante todo tipo de tácticas, la profesionalización en la atención va marcando un cambio desde el ejercicio del apostolado hacia la efectividad técnica, desde el compromiso de la palabra al contrato.

En un medio donde las inclemencias de todo tipo suelen encontrar motivos para su permanencia, hay sin embargo formas y sentidos que impregnan todo lo existente y que sostienen a los hombres en medio de las más grandes dificultades. Nos referimos a la experiencia religiosa, entendiendo como tal las justificaciones y el accionar coherente de grupos sociales en una realidad donde lo sagrado es percibido como lo esencial, como lo verdadero. No se podrían entender los acontecimientos de este análisis si no se accede a las referencias de este tipo que mueven las expectativas y necesidades populares entre un juego de fenómenos sociales, económicos e ideológicos.

RELIGIOSIDAD Y TAUMATURGIA

Cuando hablamos de religiosidad no nos referimos a la experiencia dentro de la Iglesia Católica traída por los españoles, sino a una devoción popular que consiste en un complejo cuerpo de representaciones, prácticas y rituales relativamente heterodoxos, fruto de la confluencia del cristianismo, las creencias indígenas y otros aportes multiculturales. Esta religión práctica que se preocupa más por la indagación de la vida cotidiana que por la especulación filosófica sobre la vida del más allá, toma elementos del catolicismo oficial y los adapta a las costumbres y exigencias concretas de grupos sociales. De esta forma, se construye un conjunto de rituales y ceremonias dirigido a entidades sobrehumanas para obtener amparo y protección ante las inseguridades de la vida (18). La participación en ellas no exige preparaciones intelectuales, solo fe en que, de la realidad viviente que se participa con otros, surge un referente de sabiduría práctica que refuerza los principios morales, realza las creencias y ofrece reglas para usos varios (19). En una palabra, afirma la identidad de un grupo y fortalece a las personas.

Pues lo fundamental es la experiencia directa de intercambio con los antepasados, con la naturaleza, los vecinos y el mundo espiritual. Una "curación ritual", es una ceremonia simbólica que sana al ser completo, pues la salud tiene mucho más que ver con las relaciones con el mundo que con el estado del cuerpo. La disposición psíquica más adaptada para esta vivencia es la de las culturas orales, ya que el uso habitual de la escritura participaría de estructuras mentales con mayores capacidades de disociación (20). El nexo entre los humanos y los espíritus, entre lo humano y lo sagrado se establece en un lugar de encuentro mediante la intermediación de un sujeto de la comunidad.

Mano Santa, con sus gestos y palabras repetidas, actualiza permanentemente el nexo religioso. Es el "santo", el creyente que la fe católica autoriza a curar como rasgo distintivo de la fe en Dios, y es el chamán que viene a restituir la armonía en las relaciones entre la naturaleza y el mundo de los vivos y de los muertos, con la colaboración de una comunidad que necesita conjurar fuerzas negativas y agradecer dones. Así, cada reunión en una casa es equivalente a una ceremonia que restaura las relaciones con los espíritus, que renueva energías y coloca a los beneficiados en una situación de recuperación de la salud dentro de un contexto de comunicación y revelación. Cada sanación es la confirmación de un pacto originario con lo sagrado a la que se agradece mediante el testimonio público de los milagros y la expansión de los beneficios. Las declaraciones espontáneas al diario jujeño son explícitas al respecto; por eso, nada debe quebrar la reciprocidad espiritual en juego, reforzada por el intercambio benéfico de las flores y los alimentos bendecidos, y donde el dinero es un obstáculo, un elemento simbólico depreciado y despreciable.

Al no tener un lugar fijo de atención y realizar las reuniones en diferentes puntos de la ciudad adonde es seguido por los fieles, Mano Santa rompe la rutina cotidiana y posibilita la integración de la gente a un ambiente festivo. Son momentos de una intensidad sublime que sola-mente se piensa en alimentar, ya que no solo se sana, sino que también se "es" en esos encuentros. Esta es la fuerza y la debilidad del movimiento colectivo en curso, su fortaleza es la creencia y su debilidad es su conformación incipiente.

Con la rapidez que crece el sentimiento de masa, se desarrolla una sensación de afirmación y una susceptibilidad defensiva, entendiéndose que la expulsión del curandero y la suspensión de las reuniones que se están desarrollando, solo pueden hallar reciprocidad en el sacrificio del que las provoque. Sacrificio significa pagar la afrenta con sangre, muerte, ejecución o linchamiento. Que el candidato sea la máxima autoridad del Estado o uno de los más conspicuos propietarios de la región, además de funcionario de la Salud Pública, no hace más que resaltar el daño que se hace (i). El curandero expulsado, el presidente del Consejo de Higiene renunciado y cuatro heridos de bala durante la revuelta no calman el ambiente, turbado por comentarios, por masas errantes en busca de un Mano Santa espectral. Las oraciones se reparten y se elevan, mientras el deseo declarado de un regreso desde Buenos Aires de la mano del líder político Tanco (ambos se hallan en Buenos Aires) es visto como una síntesis perfecta, triunfal: juntar a los máximos representantes de la voluntad y de las expectativas populares, juntar los poderes seculares y sagrados.

Nada de esto sucede. La propuesta de ejercicio del curandero, como complemento y no como oposición de los médicos, es la de realizarla en un ámbito reservado a las conductas desviadas, la cárcel. Y aunque intenta cumplir con su promesa, el curandero no podrá volver pues se lo impiden por la fuerza; mientras, el gobernador electo calla. Meses después, durante la corta gestión realizada antes del golpe de Uriburu (j), pondrá de manifiesto cuál es su posición: incorporar servicios médicos y extender el sistema de atención a todo el territorio provincial. Es decir, cumplir con su promesa de poner al alcance de la población lo que hasta el momento había llegado preferentemente a una minoría acomodada y urbana.

En síntesis, lo que muestran los hechos es que en Jujuy, en 1929 y por diversos motivos, es común la consulta al curandero para solucionar problemas de salud, y que esa costumbre persiste aún en quienes tienen acceso a la medicina oficial. Se tiende a pensar que con la extensión de la cobertura de la salud pública y el número suficiente de médicos esa posibilidad será contrarrestada. Si así fuera, se desdeña la importancia de prácticas previas con las cuales la práctica profesional debe convivir, relacionarse y hasta confundirse. En este sentido, si bien el acontecimiento que nos ocupa tuvo una duración limitada, su aparición y sus características son muy significativas. Expresan que las ficciones que guían las expectativas en lo atinente a salud y enfermedad de gran parte los habitantes de la ciudad de San Salvador y de la región circundante, de donde proceden los peregrinos, tienen su fuente en una religiosidad que proviene de diferentes raíces culturales, coexistiendo con una ideología dominante que toma de la Iglesia Católica oficial y del darwinismo social sus referencias más netas.

Mientras que para los sectores populares el mantenimiento de la labor de Mano Santa posibilita el refuerzo de una identidad que de otra forma se siente amenazada -y cuya evidencia es la multitud de enfermos y lisiados que concurren a San Salvador-, la ideología oficial recurre a conceptos presumiblemente científicos para fundamentar sus interpretaciones y prácticas aristocratizantes. El uso del pensamiento científico en Jujuy acredita creencias y modos de razonamientos erróneos, en la medida que no está destinado a prevenir y resolver problemas de la población general, sino que se trata de una justificación que forma parte de la ideología de imposición de clase. De esta forma, el poder médico es entronizado -y sus consejos pasan a ser leyes-, antes que la presunta efectividad de sus prácticas se confirme a nivel colectivo.

Con respecto al corpus ideológico popular, evidencia una mentalidad colectiva a la que adhería un conjunto heterogéneo de personas. Muchas de ellas no conocían la escritura, elemento fundamental que influye sobre la percepción del tiempo, la "territorialización" de las elaboraciones culturales y el distanciamiento afectivo. La "mirada culta" desprecia estas manifestaciones y evita tomarlas como una expresión genuina de las clases subalternas. Su "reconocimiento" sólo es posible como patología, como desviación, como barbarie; en fin, como atraso vergonzante. Y sin embargo, en esta oportunidad, personas ilustradas también acudieron al curandero. ¿Habría que buscar vasos comunicantes o gradaciones entre las prácticas y representaciones de los dos campos ideológicos?

Finalmente, unas palabras con respecto a este tipo de análisis y al intento de acercarse a los acontecimientos del pasado tratando de comprender por qué las personas lo hacen de cierta forma y no de otra. Se cree que ello se puede lograr tratando de mirar una cultura desde su pro-pia perspectiva.

Algo de eso es necesario, pero si fuera la única condición sería un simple doblaje, y no traería nada nuevo ni generalizador. [...] Los hombres sólo son vistos y comprendidos por otros hombres, gracias a su ubicación exterior y a que son otros. La exotopía se manifiesta en plantear preguntas a una cultura que nunca se las planteó, y la cultura ajena nos responde abriendo ante nosotros nuevos aspectos y nuevos sentidos. Una cultura se revela más profunda y plena a los ojos de otra cultura; entre ellas comienza una suerte de diálogo que supera el encierro y la unilateralidad de ambos sentidos, de ambas culturas (22).

Aceptando que algunas preguntas quedarán para siempre sin contestación y sobrevivirán sólo como interrogantes, estas opiniones son muy atinadas para sentar perspectivas con el fin de acceder -ya fuera del acontecimiento- a las voces, a las categorías y formas de percepción de la realidad cambiante de la que han participado diferentes grupos sociales de Jujuy, a los recursos simbólicos y usos individuales y grupales que pusieron en juego para enfrentar problemas y superarlos. Se impone analizar los contenidos míticos que acompañaron la instalación y disposición de elementos técnicos y científicos, no sólo como interpretaciones por parte de quienes las leyeron, las aplicaron o las usaron, sino también desde aquellos que, al permanecer discretos en tales procesos, aportaron a la definición de saberes el trabajo de una permanente interlocución práctica.

NOTAS FINALES

a. Jujuy es una provincia ubicada en el extremo noroeste de la Argentina. Limita al norte con Bolivia, al oeste con Chile y al este y sur con la provincia de Salta. Tiene particularidades geográficas: las frías cumbres de los Andes la separan de Chile; en el centro se encuentran coloridos cerros y valles, mientras que hacia el este, en la baja altura, crece la selva subtropical. San Salvador, la capital fundada hacia finales del siglo XVI, se sitúa en la entrada de los valles centrales, en medio de una geografía serrana, profusa en bosques y cursos de agua. Durante la época colonial fue centro comercial de paso en el camino al Alto Perú.

b. Esta concepción ha sido permanente en el dogma cristiano: Cristo da a sus discípulos poder para curar enfermedades dentro del contexto de la misión del creyente, no como prerrogativa personal. En tanto representa el triunfo del Bien sobre el Mal, sanar las dolencias es una actividad central, acompaña el anuncio evangélico como testimonio de su potencia: "Estas son las señales que acompañarán a los que crean [...] impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17/18). El don de curar se llama carisma, y es entendido como una condición obtenida como gracia a ser distribuida entre los demás (2).

c. Elías Canetti refiere este hecho como fruto de la ambigüedad que desarrolla la masa en su conformación: "...todo lo que mantiene distancias, le amenaza y le resulta insoportable" (5).

d. El radicalismo surge como expresión política de las clases medias urbanas en un contexto de crecimiento económico y cambios rápidos, como aspiración a compartir los beneficios y valores que, más allá de los discursos liberales, habían pertenecido a unos pocos. El reformismo social, que pretende la ampliación de derechos del ciudadano a la población, se transforma en bandera de sectores y líderes radicales jujeños, cuyo estilo directo y cercano a los desposeídos (peones, indígenas, criollos) enfurecen a los propietarios locales. La muestra más clara de ese estilo es el Sr. Miguel Tanco (apodado "el rey de los collas", como descalificación), gobernador electo en el momento de la visita de Mano Santa.

e. La misma costumbre es referida a sanadores de la región de Jaén en igual época y posteriores (12).

f. La Puna es una planicie semidesértica, expuesta a condiciones climáticas extremas, ubicada a más de 4.000 metros de altura, en el norte de Jujuy y se extiende hasta Bolivia. Está habitada por indígenas.

g. Estas posiciones ideológicas y políticas son expresadas abiertamente por el conspicuo representante de estos sectores, el gobernador Benjamín Villafañe.

h. La región del noroeste argentino está compuesta por cinco provincias (Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca) con ciertas características similares para la época del acontecimiento en estudio: economías de explotación de recursos naturales y de plantaciones, mano de obra preferentemente del campo, demografía en lenta transición y en gran parte residente en campaña, sociedades fuertemente estratificadas.

i. René Girard ha descrito el dispositivo sagrado del chivo expiatorio como una forma extendida de resolución de conflictos en momentos de crisis social. El furor cesa con la elección de una víctima que carga con el peso de evitar con su sacrificio la reproducción mimética de la violencia que, de otra manera, culminaría en la desintegración del colectivo (21).

j. En setiembre de 1930 se concreta el primer golpe militar que derriba un gobierno constitucional en la Argentina. Su jefe, el general Uriburu, es un notorio conservador perteneciente a una de las familias señoriales de Salta y Jujuy. Luego del golpe, aspira a formar un gobierno autoritario, semejante a los fascismos europeos. En Jujuy, todo el gobierno radical, Tanco incluido, es enviado a la cárcel, y sus simpatizantes, son objetos de toda clase de arbitrariedades. Así comienza la Restauración Conservadora

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido el 10 de agosto de 2007
Versión final presentada el 12 de septiembre de 2007
Aprobado el 19 de octubre de 2007

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