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Salud colectiva

versión impresa ISSN 1669-2381versión On-line ISSN 1851-8265

Salud colectiva v.4 n.3 Lanús sept./dic. 2008

 

HOMENAJE

Homenaje a Mario Hamilton
(Buenos Aires 1932 - Río de Janeiro 2008)

El viernes 25 de Julio falleció nuestro Maestro y amigo Mario Hamilton. Mario se graduó en medicina en la Universidad de Buenos Aires, en 1958, y se especializó en Pediatría. Su interés por la salud pública lo llevó a realizar el curso de posgrado de la Escuela Nacional de Salud Pública de Buenos Aires, en 1963, y el Master of Science en población en la Universidad de Michigan, en EE.UU. Desde entonces, su actuación profesional se desarrolló en tres áreas íntimamente relacionadas: sistemas de información, investigación y planificación en salud. En 1963, fue contratado por el Ministerio de Salud Pública para implantar, en la provincia de Tucumán, el Programa de Estadísticas Vitales e Información Básica para los Servicios Públicos de Salud, experiencia que fue ampliada a todo el territorio argentino. La crisis política en la Argentina y el consiguiente golpe militar, ocurrido en 1976, lo llevaron a exilarse en Brasil.

En las palabras de Sonia Fleury, actual presidenta del Centro Brasileiro de Estudos de Saúde (Cebes): "...Mario nos enseñó la importancia de la gestión, desde su actuación como consultor en el Proyecto Montes Claros hasta el montaje, como vicepresidente, del sistema de planificación participativo de la Fiocruz. Sin su capacidad de planificación y gestión, nuestros ideales democráticos no se hubiesen concretizado, nos enseñaba. Aunque fuera necesario, para esto, reinventar la propia planificación y las formas de gestión democrática. Para lo cual, dominar la técnica y plantearla como parte de la política era imprescindible. [...] Quien convivió con él sabe que era una experiencia única, como un tango: intensa, agresiva, radical, seductora. [...] Mario era un hombre generoso, que quería compartir sus conocimientos, compromisos y pasiones con los compañeros brasileños, con quienes creó una hermandad." Pocos días después de su fallecimiento, Mario Testa escribió las siguientes líneas, que reproducimos a modo de homenaje.

Cuando Alicia me llamó por la mañana del viernes 25 de julio para decirme que tenía una mala noticia le pregunté: "¿quién?" Cuando me lo dijo no me puse a llorar, porque no lo podía creer. Por varias razones, entre ellas porque habíamos estado varias horas juntos tres semanas atrás, poniéndonos al día, conversán-donos alguna botella de vino, queriéndonos como siempre, con Susy, con Asia.

Pero esa no era la razón principal, sino que no podía pensar que una de las personas más vitales que he conocido, con más alegría de vivir y de inspirar a otros para vivir y gozar de la vida, pudiera dejarnos así, sin el más mínimo aviso de lo que todos sabemos que puede, que tiene que acontecer en algún momento, porque sabemos que ese es el trato, que la muerte no es lo otro de la vida sino parte propia de ella, y que el dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces.

Mario Hamilton murió como vivió, sorprendiéndonos a todos con una de esas piruetas a las que nos tenía acostumbrados pero que siempre aparecían como una novedad, con esa increíble carga de creatividad que era su sello de garantía.

He conocido solo tres personas que tuvieran la creatividad de Mario para enfrentar situaciones difíciles y conflictivas. Pero él era superlativo en esto. Su capacidad para resolver problemas lo hacía imprescindible a la hora de conseguir que algo que parecía imposible pero necesario lo llevara a identificar con claridad que había que cambiar las reglas del juego.

Nos conocimos, creo recordar, allá por 1970, tal vez antes, en ocasión de la realización de la Encuesta de Salud, promovida por el Ministerio de Salud de la Nación, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires y la Organización Panamericana de la Salud de la que yo era funcionario en aquel momento. Desde entonces nuestras vidas fueron paralelas, en el afecto, en el trabajo, en el compromiso militante.


Nota: De izquierda a derecha se observa a Mario Testa, Mario Hamilton y Susana Badino. Foto tomada en 1970, gentileza de Sara Novaro.

Era una mezcla de amor, trabajo y compromiso, articulados con un insólito espíritu lúdico que atravesaba todo su quehacer. Disfrutaba como nadie todo lo que hacía, cualquiera fuera el ámbito donde lo desarrollara. Porteño como nadie, el tango, el billar, los juegos de cartas, lo encontraban siempre dispuesto y casi nunca era posible superarlo.

Sus contribuciones para la salud pública latinoamericana son históricas y ameritan una reflexión mayor. El terreno principal de sus actividades fue Brasil, en especial en la Fundación Oswaldo Cruz, tanto en la Escola Nacional de Saúde como en la Superintendencia Administrativa de la Fundación, aunque no es menor lo que aportó en nuestro país, donde siempre soñé con verlo a cargo del Ministerio de Salud Pública.

Su amor por Susana Badino fue permanentemente renovado a lo largo de los muchos años que convivió con ella, que lo acompañó hasta el final. Viajeros infatigables, era la oportunidad para preservar su envidiable reciprocidad amorosa.

Compartimos muchos trabajos, tristezas y alegrías aquí, en Buenos Aires, en Río de Janeiro y en Caracas y siempre aprendimos uno de otro hasta no saber quien había pensado qué cosa. Lo que escribí acerca de salud es tanto suyo como mío.

Fue el hermano menor que no tuve y uno de los hombres que amé en mi vida.

A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida profesional en Brasil, terminó regresando a Buenos Aires y hoy celebramos una ceremonia mágica que parecía inventada por él y me convencí que estaba ahí, junto a todos nosotros, cuando brindamos por él.

Al arrojar sus cenizas al río que lo vio nacer, me convencí de que ya no estaba y pude llorar.

Mario Testa
Buenos Aires, martes 5 de Agosto de 2008

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