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Salud colectiva

On-line version ISSN 1851-8265

Salud colectiva vol.7 no.1 Lanús Jan./Apr. 2011

 

RESEÑA HISTÓRICA

Médicos, hospitales y servicios de inteligencia: el movimiento médico mexicano de 1964-1965 a través de reportes de inteligencia

 

Soto Laveaga, Gabriela1

1 Doctora en Historia. Profesora-investigadora del Departamento de Historia y directora del Programa de Estudios Latinoamericanos e Ibéricos, University of California, Santa Bárbara, EE.UU. gsotolaveaga@history.ucsb.edu

 

Recibido el 6 de septiembre de 2010
Versión final presentada el 19 de noviembre de 2010
Aprobado el 22 de diciembre de 2010

 


RESUMEN

En el otoño de 1964 los residentes e internos de los hospitales de México iniciaron un paro pidiendo aumento de salarios, mejores condiciones de trabajo y la oportunidad de seguir estudiando. El movimiento duraría casi un año y al paso del tiempo las demandas dejaron de ser estrictamente por cuestiones laborales y se tornaron más universales. Los internos y residentes comenzaron a hablar sobre justicia social, el derecho a la salud de todos los mexicanos, y aun sobre el problema agrario en la nación. El gobierno, preocupado por la influencia que tenían estos profesionales, envió al servicio de inteligencia a patrullar a diario todos los hospitales de la capital y a seguir clandestinamente a ciertos médicos. Utilizando solo unos cuantos de estos reportes diarios, se muestra cómo el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz utilizó al movimiento médico para entender al movimiento estudiantil de 1968.

PALABRAS CLAVE Médicos; Sector Público; Cuerpo Médico de Hospitales; Condiciones de Trabajo; Huelga de Empleados; México.


 

INTRODUCCIÓN

El final de la década del '60, comúnmente asociado con agitación social, descontento de la clase media y represión gubernamental, se encuentra nuevamente bajo escrutinio histórico (a). A pesar de que se pueden encontrar ejemplos mundiales que encajan en la descripción precedente, a menudo México, específicamente la Ciudad de México, posee la dudosa distinción de haber representado todas estas cualidades durante los Juegos Olímpicos de 1968. Durante mucho tiempo, los historiadores de México han sostenido que la masacre estudiantil de la plaza Tlatelolco, solo días antes de la ceremonia de inauguración de las XIX Olimpíadas, rompió las apariencias de estabilidad social y progreso y expuso a la luz pública la verdadera naturaleza del autoritario y altamente represivo partido gobernante. Aun más, los historiadores han afirmado que el gobierno se vio sorprendido por el nivel de descontento y el grado de organización del movimiento estudiantil (b). Pero es solo a partir del año 2003, con la apertura de los archivos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) mexicano -el equivalente al FBI de los EE.UU.- que los académicos poseen pruebas documentadas de cómo agentes del Estado instigaron, orquestaron y fomentaron el descontento en los acontecimientos de aquellos años en México y, más importante aún, cuánta información había en manos del Estado mexicano.

Estos documentos prueban que fue en 1965 cuando algunos miembros de la elite privilegiada y educada de México -los residentes e internos de medicina- fueron firmemente reprimidos por el régimen de Díaz Ordaz como "respuesta" a las necesidades de los mexicanos, los mismos términos que el presidente usaría, años más tarde, para justificar las acciones contra los estudiantes. Fue también en 1965 cuando los estudiantes se unieron a la huelga de los médicos para apoyar sus demandas y más tarde adoptaron su forma de organización y gran parte de su estrategia, haciéndola propia en 1968. Por lo tanto, en México no serían los estudiantes desempleados sino profesionales estatales jóvenes, subempleados y con alto nivel de educación quienes cuestionarían al gobierno corrupto y antidemocrático del partido gobernante y quienes, en principio, sufrirían el régimen represor de Díaz Ordaz. Estos documentos muestran que, a diferencia de lo que se creyó durante mucho tiempo, muchas de las protestas cruciales contra el Estado mexicano ocurrieron inicialmente en hospitales y no en universidades. Pero el movimiento de los médicos, brutal y contundentemente arrasado por la administración, ha quedado casi en el olvido. Al examinar la huelga de médicos desde esta nueva perspectiva, como el movimiento fundamental que volvió a una administración contra sus ciudadanos jóvenes, y al utilizar este nuevo material desclasificados podemos comprender que la huelga de médicos de 1964-1965 fue el campo de entrenamiento donde el régimen de Díaz Ordaz aprendió a oprimir el descontento de la clase media.

 

EL MOVIMIENTO MÉDICO

El movimiento de residentes e internos comenzó el 26 de noviembre de 1964, pocos días antes de que Gustavo Díaz Ordaz asumiera como nuevo presidente de México. Como en el caso de otros movimientos sociales, sus raíces se remontan a un reclamo específico. Unas semanas antes había circulado el rumor de que los residentes e internos del hospital "20 de Noviembre" de la Ciudad de México no recibirían ese año su aguinaldo como era costumbre. El escenario del conflicto, el hospital "20 de Noviembre", era sorprendente ya que dicho hospital había sido inaugurado unos pocos años antes y, supuestamente, era un ejemplo reluciente del éxito del sistema de salud pública mexicano. Este hospital formaba parte del complejo de salud pública -Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) e Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)- que, desde 1943 y 1959 respectivamente, prestaban atención sanitaria a gran parte del pueblo mexicano. Las clínicas y hospitales del IMSS eran reconocidas como prueba tangible y uno de los logros principales del partido gobernante posrevolucionario mexicano: la seguridad social. Como rezaban sus publicaciones, la seguridad social mexicana era "resultado de una de nuestras más altas tradiciones revolucionarias", y el mismo presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), bajo cuyo mandato se inauguró el hospital "20 de Noviembre", aseguró que "el régimen de la seguridad social constituye uno de los propósitos esenciales de nuestras instituciones democráticas", ya que en él los trabajadores podían encontrar "uno de los mejores instrumentos para la realización de los postulados de justicia social que instauró la Revolución Mexicana" (4). Como tal, la inauguración de un nuevo centro del IMSS recibió gran cobertura de los medios. Es más, el IMSS jugaba un papel vital en la capacitación de los médicos mexicanos. Para graduarse, todos los estudiantes de medicina de México debían pasar un año como internos en uno de los hospitales escuelas, que en su mayoría eran administrados por el Estado. Por lo tanto, todos los estudiantes de medicina mexicanos competían por las pocas vacantes disponibles en los hospitales del IMSS y el ISSSTE. Esto colocaba a cada uno de los administradores hospitalarios en una singular posición de poder: sus decisiones determinaban cuáles estudiantes de medicina se graduarían cada año. Tomando en cuenta este desequilibrio laboral, los alumnos con plaza rara vez se quejaban de sus pésimos sueldos.

Pero ese día de 1964 el director del hospital confirmó el rumor sobre la cancelación del aguinaldo; explicó que, a pesar de la costumbre, no correspondía pagar aguinaldo a los residentes e internos ya que percibían becas y no salarios. Dicho de otra forma, si no percibían un salario no eran trabajadores del Estado, como se les había hecho creer, y no tenían derecho al aguinaldo. Como señalaron los internos y residentes tiempo después, esta diferencia era crucial ya que trabajaban para un hospital estatal; al no ser considerados como empleados estatales, su derecho a huelga quedaba fuera de los canales oficiales establecidos. La respuesta gubernamental fue la esperable: el inmediato despido de doscientos internos y residentes del hospital "20 de Noviembre". Lo que no se esperaba era la falta de apoyo inicial de sus pacientes, los ciudadanos de México. Sorpresivamente la mayoría de los mexicanos no hacía diferencia entre los doctores mayores y con años de experiencia y los internos y residentes en apuros: todos usaban batas blancas. Pero los jóvenes residentes e internos tenían mucho más en común con los estudiantes que con los profesionales de la salud "establecidos" de México. Muchos residentes se habían graduado solo meses antes y estaban luchando para alcanzar la "promesa de la revolución mexicana": encontrar vivienda y trabajo dignos, mayor educación y, en algunos casos, suficiente dinero para comprar los uniformes y libros necesarios (c). Esta tensión profesional también se percibió en la huelga de médicos en Saskatchewan, provincia de Canadá, en 1962 (d). Pero la tensión entre los practicantes de la salud fue, desde sus inicios, una característica de la profesión. Al describir los pleitos decimonónicos entre los practicantes de la medicina en EE.UU., el historiador Paul Starr resalta:

Nada debilitó tanto la profesión como las encarnizadas y constantes riñas y divisiones entre los médicos del siglo XIX. Algunas divisiones eran de índole de grupo y otras eran personales. Eran públicas y corrosivas y tan comunes en las más altas esferas de la profesión como en los peldaños más bajos. (6 p.93) (e)

Estas tensiones históricas de la profesión tomarían, en el caso de México, un matiz generacional (f).

Al igual que otros trabajadores en conflicto, los internos y residentes intentaron otorgar legitimidad a sus reclamos formando una asociación oficial, la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI), la primera organización nacional de su tipo en México. También publicaron sus cinco demandas en una carta abierta al presidente, donde pedían lo siguiente: 1) la recontratación de todos los médicos despedidos; 2) un aumento de las becas y su conversión en un contrato renovable; 3) la contratación preferencial de antiguos residentes; 4) una solución a los problemas de cada uno de los hospitales; y 5) mayor acceso a educación de posgrado. A pesar de que estas demandas se enfocaban exclusivamente en beneficios para los médicos más jóvenes, posiblemente el sector con menos poder político y económico, a menos de una semana después de iniciado el movimiento, los internos y residentes creyeron necesario publicar otra solicitada de una página en distintos periódicos para explicar que su huelga no era un acto político contra el presidente entrante (8). Pero lo que estaba pasando en la república mexicana, sí necesitaba explicación. En pocos días, en casi todos los estados mexicanos, los internos y residentes abandonaban los hospitales para apoyar a sus colegas de la Ciudad de México. Por lo menos durante un mes no hubo reacción visible de parte de la nueva administración. Parecía que la inesperada intensidad del movimiento había tomado por sorpresa al nuevo presidente. Esta descripción de la huelga es lo que las fuentes secundarias han cubierto para explicar el movimiento médico (9-11). Con la nueva información proveniente de los documentos desclasificados, las primeras semanas del movimiento médico se vuelven más complejas.

A comienzos de diciembre, los informes del servicio secreto revelan la estrategia presidencial inicial: poner distancia entre la administración y el problema e ignorar públicamente a los médicos. No obstante, esto no significaba que la administración no conociera ni dejara de interesarle el problema. Un informe del 7 de diciembre de 1964, por ejemplo, revela que el secretario presidencial Cisneros amonestó a los médicos por tratar de involucrar al recientemente designado presidente, diciendo que "su problema no tenía el alcance presidencial y nacional que se pretendía darle, ya que su solución era sencilla y se encontraba en manos de los directores de cada una de las dependencias a las que pertenecía cada nosocomio" (12 f.168). Esta explicación, referente a que los médicos estaban intentando crear un movimiento nacional cuando no había razón para hacerlo, se mantendría en el discurso oficial durante los siguientes diez meses. Si el gobierno admitía públicamente que el problema de los médicos no se circunscribía a los hospitales sino que tenía alcance nacional, revelaría que el preciado sistema de salud pública mexicano estaba en crisis.

Aunque la cantidad de material desclasificado sobre el movimiento médico es asombrosa, su calidad y finalidad varían significativamente (g). Uno de los informes típicos consistía en el registro diario y detallado de cada hospital de la Ciudad de México (Figura 1). En forma de resumen, el agente informaba al lector -supuestamente el gobierno y las fuerzas de seguridad- el nivel de organización, los nombres de las personas involucradas, los reclamos hospitalarios específicos, cualquier actividad inusual y las acciones que los internos y residentes planeaban realizar. Esta última información es importante ya que le permitía al gobierno mantenerse un paso adelante del movimiento médico. Por ejemplo, cuando la AMMRI decidió enviar telegramas cada 30 minutos al presidente o publicar anuncios en los periódicos locales, en pocos días les fueron bloqueadas tanto las emisiones por radio como los periódicos.

 




Figura 1. Documento desclasificado de la Dirección Federal de Seguridad. México DF, 8 de diciembre de 1964.

Fuente: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional (13).

 

Aun más escalofriante, cuando los residentes e internos decidieron contratar a un abogado que les ayudara con los temas legales, los informes revelan que el CISEN sugirió que uno de "sus hombres" se postulara como asesor legal, lo que les permitiría conocer cada una de las tácticas legales antes de que se hicieran públicas (14).

Estos documentos ofrecen una visión poco usual sobre los procedimientos diarios que convirtieron un reclamo en un movimiento social importante. Los agentes registraron con minuciosidad burocrática detalles que muchos de los involucrados en los hechos no pueden o no desearían recordar. Por ejemplo, se reunieron pruebas de que (no es de sorprenderse) "no existen relaciones de armonía" entre los directores de los distintos hospitales. La novedad, sin embargo, es el dato suministrado por uno de los agentes que comentó que esta falta de armonía se debía a la absoluta falta de relación entre los médicos de los hospitales de la Ciudad de México, incluyendo los de un mismo hospital, que solo se reunían esporádicamente (15). De hecho, los informes revelan que muchos hospitales eran islas urbanas con distintas jerarquías, escalas salariales, beneficios laborales y reclamos específicos. También existían prejuicios marcados entre los médicos de los hospitales más modernos y "solventes" y aquellos que trabajaban en instalaciones más pobres. Los informes diarios recopilaban y registraban meticulosamente los hechos, como el total de camas hospitalarias en uso, y también quedó plasmada una ficción: especulaciones acerca de las tendencias comunistas de los médicos (h). El gobierno eventualmente usaría esta información para insertar una cuña entre los médicos de distintas instituciones y fomentar una brecha generacional entre los médicos establecidos y aquellos que terminaban sus estudios universitarios.

Además, los comentarios de los agentes revelan que los médicos se topaban con problemas para crear una organización que abarcara a toda la ciudad y aclaraban que, antes de la formación del movimiento médico, no existían grupos organizados dentro del mismo hospital. Y los informes revelan que los médicos intentaron buscar apoyo aun fuera de los hospitales. Como explica este informe del 3 de diciembre:

Los internos y residentes están tratando de lograr el apoyo de los estudiantes de medicina de la Universidad Autónoma de México y para ello varios de ellos tratan de convencer a los estudiantes de que den su apoyo; mientras que se sabe que la razón principal para no darlo se debe al hecho de que se encuentren en exámenes y sería desatender los estudios por ahora (17).

Los informes de los agentes advierten que si se dejara prosperar dicha organización, de hecho, podría paralizar la Ciudad de México y toda la nación. Estas notas muestran que, a pesar de su torpeza, el servicio de inteligencia mexicano poseía una buena comprensión inicial del poder simbólico de los médicos en huelga. Un hecho que solo más tarde sería utilizado por los mismos médicos, meses después, al marchar en protesta pública vestidos con sus batas blancas. Igual importancia poseen las transcripciones encontradas entre algunos informes, prueba clara de que se grababan algunas reuniones, se intervenían teléfonos y se colocaban micrófonos en los hogares. Es muy inusual que como historiadores podamos poseer las palabras reales de conversaciones telefónicas o reuniones privadas en las cuales se planeaban estrategias y se discutían acciones futuras. Un historiador puede utilizar estos informes para analizar cómo una queja personal se convierte en una demanda global y cómo esta, a su vez, se transforma en un movimiento. Un investigador del pasado también puede trazar cómo una simple idea o sugerencia puede adquirir un valor muy distinto cuando se lleva después a una reunión o, en el caso de los médicos, a las calles de la Ciudad de México.

También es interesante observar cómo comienzan a surgir claramente líderes de la masa inicial de médicos y cómo el servicio secreto escoge "encargarse" de cada uno de ellos (i). Los agentes secretos comienzan a notar qué médicos hablan elocuentemente, cuáles logran callar a la audiencia con su presencia, y cuáles parecen ejercer el control de los demás. Esto último era muy importante y varios agentes lo comentan. En lo poco que se ha escrito acerca de la huelga de médicos, dos o tres de ellos a menudo son señalados por haberse distinguido como líderes (j). No obstante, lo que se ve en estos informes es que los médicos jóvenes están completamente alejados de aquellos a quienes los académicos anteriores consideraban sus líderes naturales. Dicho de otra forma, los informes del servicio secreto son pruebas que desafían nuestra anterior comprensión de las alianzas entre los médicos. A pesar de que otras fuentes de archivo, como panfletos, revelan el distanciamiento entre ellos, son estos informes estériles de reuniones los que registran un desaire personal, un aplauso raquítico cuando se presenta un médico, o discusiones entre los miembros de la mesa directiva que no han transcendido en las historias oficiales.

Rastrear los movimientos diarios y tener las "palabras" de los individuos tienen obviamente un gran atractivo para los historiadores. Pero cuando se utilizan estas fuentes se debe actuar con suma cautela. Basarse demasiado abiertamente en los informes de inteligencia presenta problemas obvios. En primer lugar, es imperativo tomar la parcialidad del escritor. Se pagaba a los agentes para identificar el descontento potencial y a menudo se exageraban ejemplos de problemas para que las aseveraciones fueran más creíbles. Además, y no es para sorprenderse, el nivel individual de experiencia y educación de cada agente determinaba el tipo de informe que escribiría. Mientras algunos agentes poseían una naturaleza inquisitiva, buen ojo para los detalles y escribían acerca de sus hallazgos en tono claro y persuasivo, otros redactaban en prosa casi incomprensible con doble sentido y un nítido desdén por sus cargos privilegiados. Otros transcribían volantes que han quedado perdidos o destruidos, pero las palabras -aun gramaticalmente torpes- sobreviven en los reportes de los agentes secretos, como en el fragmento siguiente:

...ahora los médicos que se enfrentan a la explotación capitalista de la burguesía mexicana encabezada por Díaz Ordaz al no querer resolver el conflicto medico de una vez en forma justa. Al aplastar el movimiento de los camioneros, al darle a los campesinos metralla en lugar de tierra y libertad y en una palabra al defender sus intereses, al prolongar el hambre y la insalubridad y la muerte lenta de nuestro pueblo se revela como el enemigo principal de este el gobierno invierte millones de pesos en edificios públicos y se niega a conceder un justo aumento de salario a los médicos. La unidad de la lucha inquebrantable de todos los explotado pondrá punto final a la explotación del hombre por el hombre (18).

Aunque las ideas no sean claras lo que sí llama la atención es que, en la lucha, a la par de campesinos, trabajadores y camioneros, aparecen los médicos.

Otro de los problemas es que los informes pasaban por una serie de etapas de reescritura antes de ser enviados al Presidente. Se encuentra evidencia de borradores previos, con palabras tachadas y sustituidas antes de que la versión final editada se enviara al gobierno. No está claro si el autor del primer informe también es el editor de las versiones siguientes, pero lo que sí queda claro es que, en algunos casos, cambia el tono o se eliminan detalles. Este trabajo de edición se vuelve especialmente problemático en informes utilizados para demostrar que fuerzas de orientación comunista habían infiltrado el movimiento y que intentaban desestabilizar a México desde dentro.

Por último, y tal vez lo más importante, a pesar de lo erróneo de los informes del servicio secreto, estos ofrecen una perspectiva única sobre las vidas de los médicos. Esta no es una proeza menor. Gran parte de la historia registrada de los médicos, su trabajo y sus actos en América Latina y en el resto del mundo proviene de sus autobiografías o de informes detallados de hospitales y pacientes.

Irónicamente, estos informes desclasificados revelan que muchas de las estrategias gubernamentales contra los médicos y el uso de imágenes poderosas provenían de los mismos médicos. Por ejemplo, el 7 de diciembre de 1964, un médico anónimo comentó acerca de sus reservas sobre unirse al movimiento porque, al no atender a los pacientes, no quería formar parte de un "asesinato colectivo" del pueblo mexicano (12). Meses más tarde, el 1° de septiembre de 1965, durante su primer Informe de Gobierno a la nación, el presidente Gustavo Díaz Ordaz amonestó severamente a los médicos en huelga, calificó al movimiento médico como criminal y llegó a catalogar a la huelga como un "acto de homicidio" (19), porque los médicos le habían fallado al pueblo mexicano al no cumplir su juramento sagrado de proteger la vida. La ovación con que fue recibido el pedido de Díaz Ordaz de poner fin al movimiento obvió el hecho de que las condiciones que habían forzado a los médicos jóvenes a la huelga seguían sin cambio en la mayoría de los hospitales mexicanos.

 

NOTAS FINALES

a. A tono con los documentales y libros sobre la década, en 2007, Routledge anunció la publicación de una nueva revista arbitrada: The Sixties: A Journal of History, Politics, and Culture.

b. La cantidad de material sobre 1968 en México es extensa, aquí solo cito los trabajos de Sergio Zermeño (1), Rubén Aréchiga Robles (2), Elaine Carrey y Lyman L. Johnson (3).

c. Comentarios de Miguel Cruz. Entrevista personal realizada por la autora de este trabajo, en Ciudad de México, el 29 de junio de 2009.

d. La protesta de los médicos canadienses se vincula a la implementación de una cobertura médica universal dentro de la cual los beneficios económicos que habían gozado hasta esos tiempos quedarían bajo control del Estado. Ver el trabajo de Robin Wolfe y Samuel Badgley (5).
e. Traducción propia de la autora.

f. Sobre la "guerra civil" entre la profesión médica norteamericana ver Paul Starr (6). Para una perspectiva más completa de la jerarquía entre la profesión y sus tensiones ver el capítulo 3: "The medical division of labor", de Elliot Friedson (7).
g. Es difícil calcular el tamaño exacto del material de archivo ya que los archivos sobre individuos no son públicos.

h. Se preparó, por ejemplo, un listado con el nombre y domicilio de "médicos comunistas que han participado en movimiento médico" aunque no queda claro cuál era la medida que se tomaba para determinar su predilección política (16).

i. Era práctica común ofrecer a los oradores elocuentes una beca inesperada para alguna prestigiosa universidad estadounidense o europea.

j. Ver sobre todo Democracia en blanco (11), en el cual se señala como líderes del movimiento a dos médicos jefes de hospital.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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2. Aréchiga Robles R. Asalto al cielo: lo que no se ha dicho del 68. México: Océano editores; 1998.         [ Links ]

3. Carrey E, Johnson LL. Plaza of sacrifices: gender, power and terror in 1968. Mexico: University of New Mexico Press; 2005.         [ Links ]

4. Instituto Mexicano del Seguro Social. 1943-1983: 40 años de historia. México: IMSS; 1983. p. 7, 38.         [ Links ]

5. Wolfe R, Badgley S. Doctors' Strike: medical care and conflict in Saskatchewan. Toronto: Macmillan; 1971.         [ Links ]

6. Starr P. The social transformation of American medicine: the rise of a sovereign profession and the making of a vast industry. Nueva York: Basic Book; 1982.         [ Links ]

7. Friedson E. The medical division of labor. En: Profession of medicine: a study of the Sociology of applied knowledge. Nueva York: Dodd, Mead & Company; 1970. p. 47-70.         [ Links ]

8. Excelsior (Ciudad de México). 12 dic 1964.         [ Links ]

9. Stevens EP. Protest and response in Mexico. Cambridge: MIT Press; 1974.         [ Links ]

10. Krauze E. Mexico: biography of power, a history of modern Mexico, 1810-1996. Nueva York: Harper Perennial; 1998. p. 684.         [ Links ]

11. Pozas Horcasitas R. Democracia en blanco. Mexico: Siglo Veintiuno Editores, 1993.         [ Links ]

12. Dirección Federal de Seguridad. Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, Vol. 50-1-964, Exp. 1, f. 168-173.

13. Dirección Federal de Seguridad. Memorandum, 8 dic 1964 [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, f. 192-195.

14. Dirección Federal de Seguridad. Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, Exp. 50-1, L3, f. 242- 244.

15. Dirección Federal de Seguridad. Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, Vol. 1-50-1-964, f. 68-69.

16. Dirección Federal de Seguridad. Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, Exp. 5-16-1-65, L201, f. 15-24.

17. Dirección Federal de Seguridad. Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos. Informe sobre el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, 3 dic 1964 [Documento desclasificado]. Localizado en: Archivo General de la Nación, Archivo de Seguridad Nacional, México DF; Galería 1, Exp. 50-1-64, L1, f. 13-14.         [ Links ]

18. Archivos de la Secretaría de Salud. Asunto Movimiento Médico, Agosto 1965. Localizado en: Archivos de la Secretaria de Salud, Fondo Secretaría de Salubridad y Asistencia, Sección Subsecretaría de Salubridad y Asistencia, Ciudad de México.         [ Links ]

19. Primer Informe que rinde al H. Congreso de la Unión el C. Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz. 1 sep 1965. México: Secretaría de la Presidencia. p. 53.         [ Links ]

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