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Salud colectiva

versión On-line ISSN 1851-8265

Salud colectiva vol.7 no.2 Lanús mayo/ago. 2011

 

ARTÍCULO

Alimentación infantil en el ámbito escolar: entre patios, aulas y comedores

Children's food consumption in schools: between playgrounds, classrooms and cafeterias

 

Piaggio, Laura1; Concilio, Celeste2; Rolón, Marina3; Macedra, Guadalupe4; Dupraz, Silvina5

1Licenciada en Ciencias Antropológicas. Integrante del equipo técnico central del Programa Nutricional, Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. laurick@ciudad.com.ar
2Licenciada en Nutrición. Nutricionista del Centro de Salud y Acción Comunitaria N° 18, Hospital Piñero, Argentina. celestix@yahoo.com.ar
3Licenciada en Nutrición. Integrante del equipo técnico central del Programa Nutricional, Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. mirolon@hotmail.com
4Estudiante avanzada, Licenciatura en Trabajo Social. Integrante del equipo técnico central del Programa Nutricional, Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. guadamacedra@gmail.com
5Licenciada en Nutrición. Coordinadora del Programa Nutricional, Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. sidupraz@yahoo.com

 


RESUMEN

Desde un equipo interdisciplinario, hemos realizado una investigación diagnóstica con el objetivo de describir y analizar los consumos alimentarios de niños y niñas durante los recreos escolares, en escuelas primarias de gestión estatal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los consumos alimentarios informales resultaron ser un fenómeno extendido -sin diferencias en la magnitud de acuerdo a la zona de la ciudad-, condicionado por ciertas características del entorno escolar: la existencia de kiosco, la oferta de comidas estructuradas, la presencia de bebederos funcionando en los patios o la oferta de frutas. Asimismo, estos consumos alimentarios varían de acuerdo al género, en estrecha relación con el tipo de actividades y juegos que niños y niñas llevan adelante durante los recreos. Estas actividades, a su vez, resultan condicionadas por las normas institucionales y los espacios físicos disponibles. A través de estas particularidades del entorno escolar, se realiza una educación alimentaria "oculta", que es necesario visibilizar y abordar en las acciones de promoción de la salud en el ámbito escolar.

PALABRAS CLAVE: Consumo de Alimentos; Educación Alimentaria y Nutricional; Salud Escolar.

ABSTRACT

As an interdisciplinary group of researchers, we carried out a diagnostic investigation to describe and analyze children's food consumption during recesses in public primary schools of the city of Buenos Aires. Eating during breaks is a widespread practice -without variation in magnitude among different geographic areas of the city- that is conditioned by certain features of school settings: the existence of snack stands within the school, the provision of structured meals, the existence of drinking fountains on the playgrounds and the distribution of fruits. Likewise, food consumption varies by gender, in close relationship to the activities and games that girls and boys carry out during the break. These activities are in turn conditioned by institutional norms and the physical spaces available. Through these characteristics of the school environment, a "hidden" education about food is developed that must be made visible and addressed in health promotion activities at the schools.

KEY WORDS: Food Consumption; Food and Nutrition Education; School Health.


 

INTRODUCCIÓN

Frente a la creciente relevancia epidemiológica de la obesidad como problema de malnutrición en la infancia, son numerosos los documentos técnicos que plantean la necesidad de implementar estrategias de intervención primordialmente en dos esferas: la alimentación y la actividad física. Uno de los ámbitos más señalados para dichas intervenciones es el escolar (a).

Distintos estudios (1,2) indican que los patrones de consumo alimentario en la infancia se caracterizan -si bien con variantes- por una ingesta abundante de grasas, azúcares y sodio, y deficitaria en nutrientes esenciales -como calcio, hierro, zinc o vitamina C- y fibra. En estos patrones alimentarios, las golosinas, snacks o productos de copetín, gaseosas y jugos artificiales tienen un lugar destacado.

Este tipo de consumos se da tanto en los hogares como en el ámbito escolar, a menudo "entre horas" y acompañando los momentos de recreación. Precisamente, se ha asociado la alta prevalencia de sobrepeso en la infancia con el llamado picoteo o "snacking", sumado al creciente ocio sedentario (entretenimiento televisivo o electrónico). Y en particular, a menudo se destaca el "snacking" durante la jornada escolar, centrando la mirada en la oferta de los kioscos escolares.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la escuela primaria de gestión estatal tiene una matrícula aproximada de 150.000 niños y niñas en 454 establecimientos, de las cuales alrededor de un 15% tiene kiosco o cantina en su interior. La oferta de productos para el consumo informal en los establecimientos educativos no estaba regulada al momento del trabajo de campo (año 2008), más allá de la exigencia de mantener los locales de venta (buffet, cantina o kiosco) "en perfecto estado de conservación e higiene" (3). Estos locales dependen de las cooperadoras (b), son atendidos por miembros de la misma o tercerizados. Apuntando a regular los kioscos escolares, la Legislatura de la Ciudad aprobó recientemente la Ley N° 3704 (4) , que se encuentra en proceso de reglamentación.

En la población de niños y niñas en edad escolar de la Ciudad, se ha documentado una prevalencia de sobrepeso y obesidad de 20,3% y 7,1% respectivamente (2), según las referencias de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) para 2002 (5), mientras que según las referencias de la Organización Mundial de la Salud y del National Center for Health Statistics (OMS-NCHS) para 2007 (6), la estimación se elevaría a un 40% y 12% respectivamente. Estas cifras son por demás preocupantes.

Frente a este panorama, desde un equipo interdisciplinario (conformado por profesionales de las ciencias sociales y la nutrición) nos propusimos realizar una investigación diagnóstica que nos permitiera describir y analizar los consumos alimentarios de niños y niñas durante la jornada escolar, en escuelas primarias de gestión estatal de la Ciudad de Buenos Aires (de ambos tipos de jornada, con diferentes ofertas alimentarias en su interior).

Hicimos foco en los consumos durante los recreos, relacionándolos con la oferta de alimentos dentro de la escuela (tanto para consumo informal como en comidas estructuradas); las actividades desarrolladas por niños y niñas en los patios; las características de los espacios físicos en los que transcurren los recreos y las comidas estructuradas (desayuno, almuerzo, merienda); y las normas institucionales que organizan dichos momentos.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

A partir de un muestreo al azar multietápico, resultaron seleccionados para este trabajo los distritos escolares (DE) 8, 9, 10, 13 y 21. Quedaron así representadas las zonas norte (DE 9 y 10), centro (DE 8) y sur (DE 13 y 21) de la Ciudad, que tienen grandes diferencias en cuanto a indicadores socioeconómicos de la población (c).

Dentro de cada DE se seleccionaron escuelas de jornada simple y completa, con y sin venta de alimentos dentro del establecimiento, quedando la muestra conformada por 18 escuelas: diez de jornada simple, ocho de jornada completa y cinco del total con kiosco/buffet (en otras cuatro, el kiosco había funcionado hasta el año anterior).

Otro aspecto que tomamos en consideración para caracterizar las escuelas de la muestra fue la existencia y tipo de prestaciones alimentarias brindadas a los/as alumnos/as. Actualmente, en el ámbito de la Ciudad en el área de educación primaria se brindan las siguientes prestaciones: desayuno y/o merienda (de acuerdo al turno) para todos/as los/as alumnos/as que quieran consumirlo; almuerzo en todas las escuelas de jornada completa con modalidad paga o por beca. Además, en escuelas de jornada simple se brinda la prestación de refrigerio (sándwich de fiambre/pollo con queso y una fruta o repostería) -a través de becas- y, en algunas, de almuerzo. Además se entrega un refuerzo (consistente en una colación, por lo general de algún lácteo) a aquellos/as niños/as con déficit nutricional que hayan presentado una constancia de un efector público de salud. Estas prestaciones son brindadas a través de empresas concesionarias, que deben cumplir las pautas del pliego de licitación, definidas y supervisadas por el equipo técnico de la Dirección General de Servicios a las Escuelas dependiente del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Los ocho establecimientos seleccionados de jornada completa brindaban el servicio de desayuno y almuerzo, y en los del DE 21 (zona sur), además, se entregaban refuerzos a algunos/as estudiantes. En las diez escuelas de jornada simple encontramos mayor variabilidad en el tipo de prestaciones brindadas: seis recibían desayuno/merienda y cuatro no (d), seis recibían refrigerios (cuatro escuelas los entregaban para consumir dentro de la jornada escolar y dos al finalizar), dos escuelas recibían refuerzos y una, almuerzo.

Además, en la muestra quedó incluida una escuela de jornada simple, en la que se estaba llevando adelante una experiencia piloto de incentivo al consumo de frutas, organizada por la ONG "5 al día" en conjunto con el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad, consistente en la entrega de frutas para ser consumidas en el recreo un día a la semana.

Durante el trabajo de campo, cada escuela fue visitada durante 3 o 4 semanas. En cada escuela se realizó una serie de actividades: observaciones de todos los recreos de la jornada en los diferentes patios; observaciones del momento del desayuno y del almuerzo; entrevistas abiertas al equipo de conducción (preferentemente a la vicedirectora, ya que en la Ciudad de Buenos Aires es quien tiene a su cargo la organización espacio-temporal del desayuno/almuerzo y el control de las empresas concesionarias responsables de tales prestaciones); entrevistas a los/as docentes de grados seleccionados (3º, 5º y 7º); entrevistas semi-estructuradas a personal de cocina y kiosco; una encuesta autoadministrada para los hogares de los niños y niñas de los grados seleccionados y grupos focales con una muestra de niños y niñas de dichos grados.

Se decidió trabajar con 3º, 5º y 7º grado por ser, respectivamente, el último de cada ciclo en el que se divide la escuela primaria en la Ciudad.

El proyecto de investigación y la nota de consentimiento informado fueron evaluados y aprobados por el Comité de Bioética del Hospital General de Niños "Pedro de Elizalde". Los padres, las madres o tutores/as firmaron el consentimiento informado autorizando la participación en los grupos focales, contando además para dicha actividad con la anuencia de los/as propios/as niños y niñas.

La encuesta contó con un 70% de respuesta, obteniéndose 849 encuestas completadas. Se presenciaron 96 recreos. De un total aproximado de 5.800 niños/as observados durante todos los recreos, se registró por observación directa el consumo de algún alimento o bebida por parte de 1.000 de ellos/as. Se observaron 30 comidas estructuradas (desayuno/merienda y almuerzo) y se llevaron adelante 90 entrevistas y 54 grupos focales.

La combinación de técnicas se propuso como una estrategia para lograr abordar diferentes actores de la comunidad escolar y contrastar luego los datos construidos en esas diferentes instancias. A través de la encuesta autoadministrada se buscó recabar información sociodemográfica de los hogares, frecuencia de consumo de una selección de alimentos/bebidas en los recreos y en el hogar, asignación de un puntaje a dichos alimentos en diferentes aspectos (aporte nutricional, costo, practicidad, rendimiento y gusto de los/as niños/as), incluyendo una pregunta abierta sobre cuáles y por qué son los alimentos/bebidas considerados más adecuados. A través de las observaciones de los recreos, del momento de la compra (en los establecimientos con venta de alimentos), del momento del desayuno/merienda y almuerzo, se buscó describir los alimentos y bebidas consumidos en el contexto de las actividades que despliegan niños y niñas en esos momentos en espacios físicos determinados (aula, comedor, patio). Las entrevistas y grupos focales nos permitieron acceder a las explicaciones sobre los consumos informales que los diferentes actores elaboran en el contexto de sus particulares experiencias escolares y de vida.

El trabajo en terreno fue realizado por las cinco profesionales del equipo, conformando dos subequipos con integrantes del área de nutrición y de las ciencias sociales. Se trabajó intensamente en un distrito escolar a la vez, tomando cada subequipo la mitad de las escuelas a su cargo. Previo al inicio del proyecto se realizó un seminario interno de capacitación en técnicas cualitativas (en particular, entrevista abierta y observación participante) a fin de discutir, reflexionar y acordar el encuadre elegido entre profesionales con diferentes formaciones disciplinares. Las nutricionistas adoptaron "el arte de no ir al grano" (9) como estrategia a desplegar en las entrevistas, y la mayor minuciosidad posible en la confección de los registros de campo, aceptando que al "re-visitar" los mismos podrían establecerse relaciones no previstas inicialmente. La antropóloga y la trabajadora social aceptaron acotar temas de indagación y tiempo de permanencia en cada institución en pos de lograr cubrir la variabilidad interna prevista en la muestra de establecimientos, en los tiempos acotados del proyecto (un año).

Negociaciones y adecuaciones de este tipo son necesarias en el interjuego entre disciplinas diferentes, y más aun, al tratarse de un equipo que se desempeña en un ámbito de gestión en salud, donde los tiempos posibles para dedicar a la investigación difieren de los espacios académicos.

El procesamiento de las encuestas autorrespondidas en los hogares se realizó con planillas de cálculo y el programa Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), al igual que los datos "cuantificables" de los registros de observación de los recreos: cantidad de niños y niñas consumiendo o comprando qué producto, cantidad de niños y niñas realizando qué tipo de actividad (juegos, charlas, etc.), superficie (m2) de los patios. El procesamiento de los datos cualitativos construidos a partir de la observación participante, las entrevistas y los grupos focales, se realizó con el apoyo del programa NVivo.

 

CONSUMOS ALIMENTARIOS INFORMALES: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

Los consumos alimentarios durante los recreos constituyen una modalidad de consumo informal. Con este término aludimos a aquellos consumos alimentarios que se dan al margen de las comidas estructuradas sin una "gramática" (e) que los ordene, y en los que los adultos permiten a niños y niñas un amplio margen de elección.

Desde la antropología alimentaria, distintos autores han planteado que, en los actuales patrones de alimentación en medios urbanos, la alimentación informal ha ido adquiriendo mayor importancia en detrimento de la alimentación estructurada (10,12-14).

Las largas jornadas laborales y los tiempos de traslado en las ciudades impactan en la alimentación, sometiéndola a los ritmos del trabajo y, por ende, reduciendo el número de comidas consumidas en el hogar (10,13). Esto afecta a los distintos miembros de la familia, dada la mayor incorporación femenina en el trabajo extradoméstico remunerado, la baja incorporación masculina en el trabajo doméstico cotidiano, y el aumento de las comidas institucionales de los niños y niñas (comedor escolar o comunitario).

Las comidas elaboradas y compartidas en el hogar, además de disminuir en su número, han sufrido otros cambios: las preparaciones caseras se han simplificado, las despensas y heladeras se han llenado de alimentos-servicio (f) y la utilización del espacio culinario doméstico ha decrecido coincidiendo con su mayor tecnificación. Estos cambios han sido asociados con una mayor monotonía alimentaria y una pérdida del saber-hacer culinario (14).

Este declive de la actividad culinaria y la comensalidad familiar en los hogares también se ha asociado a una desestructuración del "lenguaje" de lo culinario. Así se perfila como una tendencia en alza otro tipo de alimentación: el llamado snacking, caracterizado por ingestas poco estructuradas, en horarios irregulares y normalmente efectuadas en solitario.

La antropóloga rosarina Nora Garrote, al analizar las prácticas de alimentación infantil, se refiere a este "picoteo", a estas ingestas "entre horas", con el término "alimentación informal" (15), y -entre varios aspectos que considera- relaciona la calidad nutricional de los productos consumidos informalmente con el estado nutricional de los niños y niñas participantes de su investigación.

Si bien la tendencia de consumo más pronunciada liga el "picoteo" con los snacks salados y dulces, en este trabajo preferimos utilizar el término alimentación informal (en lugar de "snacking") para resaltar la forma de consumo (ingestas en horarios irregulares, que no siguen las normas de combinación y sucesión de las comidas estructuradas) y no el contenido (que puede incluir productos de variada calidad nutricional).

Fischler, quien utiliza el término "picoteo" para nombrar este tipo de alimentación, cita investigaciones que documentan una media de 20 tomas alimentarias (food contacts) por día en EE.UU. (13). El mismo autor expresa:

...a nivel más general, no hay más que observar la expansión del mercado de las golosinas (dulces y saladas), es decir de los alimentos destinados al "picoteo" (chips, crackers, golosinas, bombones, "candy-bars", chicles, bizcochos y pastelería industriales, etc.) para constatar las dimensiones del fenómeno: la comida comensal retrocede delante de una alimentación del de aquí y de allí, un picar más o menos compulsivo... (13 p.373).

Las corporaciones alimentarias introducen constantemente en el mercado nuevos productos para el "picoteo" a través de estrategias publicitarias que saturan y se tornan omnipresentes en la vida cotidiana de las personas (en los locales de venta de alimentos, en los medios de comunicación, en los medios de transporte, en las calles, en instituciones públicas como museos, escuelas, hospitales, en plazas y clubes, etc.). La publicidad de snacks y bebidas azucaradas, cada vez más, interpela directamente a los/as niños/as. Una investigación realizada en el 2005 en Boston determinó que, debido a la influencia de los avisos comerciales sobre comida poco saludable en los programas de televisión para audiencia infantil, los niños/as participantes del estudio ingerían 167 calorías extra por cada hora que pasaban frente a la televisión (16). Estudios como el citado han establecido una correlación entre la exposición a la publicidad y la preferencia por el consumo de tales productos alimentarios. En este sentido, si bien no abordaremos en este trabajo las características del sistema de producción de alimentos y las estrategias publicitarias, es importante tomar en cuenta que estas limitan y configuran las "elecciones" alimentarias de las personas, como ha señalado Raj Patel, mucho antes incluso "de que comencemos a pensar conscientemente en ellas" (17).

 

RESULTADOS

Consumos alimentarios informales de niños y niñas

Tanto a partir de las encuestas a los hogares como de las observaciones de recreos, pudimos advertir que los consumos alimentarios informales en el ámbito escolar son un fenómeno extendido en escuelas de diferentes zonas de la ciudad.

Según las respuestas brindadas por padres, madres y adultos a cargo, un 89% de los/as niños/as consumen algún tipo de alimento o bebida durante los recreos escolares, siendo este consumo diario en un 50% de los casos.

En lo que hace al nivel socioeconómico de los hogares (según la información consignada en la encuesta), el 90% de los/as niños/as que viven en hogares en situación de privación de recursos (g) realizan algún consumo de alimentos o bebidas durante los recreos, mientras que en el caso de los/as niños/as cuyos hogares no están en situación de privación, el porcentaje de consumo es del 88%, cifras casi idénticas.

Estos porcentajes tampoco se vieron afectados por el desayuno en el hogar, ya que permanecieron prácticamente invariables tanto entre aquellos/as que sí desayunan como entre quienes lo hacen a veces o nunca.

Cuando dentro de la escuela hay kiosco o buffet, un 43% de los padres refirió que sus hijos/as compran allí alimentos o bebidas para consumir durante los recreos y un 26% manifestó que los llevan desde la casa. En las escuelas que no tienen venta dentro del establecimiento, un 38% refirió que efectúan la compra camino a la escuela y un 37% de los padres manifestó que los alimentos/ bebidas para el recreo son llevados desde el hogar (h). En los grupos focales con niños y niñas también se mencionó la compra a vendedores informales en la puerta del establecimiento. El gasto diario promedio fue estimado en 2,6 pesos (equivalente a 0,80 dólares, año 2008). La mediana de gasto se ubicó en los 2 pesos (equivalente a 0,60 dólares, año 2008). Tanto en las escuelas sin venta de alimentos en su interior como en las que tienen kiosco/buffet, es importante el porcentaje de niños y niñas que llevan desde sus hogares alimentos/ bebidas para consumir en el recreo. Esto nos está hablando de una organización previa de la compra y, por tanto, de una previsión desde el hogar del tipo de productos destinados para el consumo informal en la escuela. Los más mencionados fueron: jugos, gaseosas, alfajores, galletitas dulces, caramelos/chupetines, papas fritas/chizitos.

En la encuesta también presentamos un listado de alimentos y bebidas y solicitamos que se calificaran teniendo en cuenta el aporte nutricional, el costo económico, el rendimiento, la practicidad y el gusto por parte de los niños y niñas. Los alimentos mejor ponderados en el aspecto nutricional fueron las frutas, el yogur, el agua, las barritas de cereal y las galletitas de agua.

Sin embargo, al sopesar los costos, las frutas -que habían sido consideradas como "nutritivas" por un 98% de los/as encuestados/as- solo fueron consideradas como económicamente convenientes por un 41%. Algo similar sucedió con el yogur. Por el contrario, los caramelos y chupetines solo fueron valorados como "nutritivos" por un 2%, mientras un 36% consideró conveniente su costo.

Al evaluar otros aspectos como la practicidad y el gusto por parte de los niños y niñas, resultaron mejor posicionados otros alimentos señalados como de consumo frecuente, aunque se les asignara menor valor nutricional. Es el caso de los jugos comerciales, las gaseosas, las papas fritas y chizitos, galletitas dulces y alfajores.

Advertimos que los padres manejan información acertada respecto al valor nutricional de los alimentos. Sin embargo, otros atributos como el gusto por parte de los niños y niñas, la practicidad y el costo cobran relevancia en la valoración de los alimentos y bebidas elegidos para el consumo habitual.

Entre los niños y niñas que observamos comiendo o bebiendo en los recreos, los productos más consumidos fueron: caramelos y chupetines, jugos y gaseosas, galletitas dulces, papas fritas, chizitos y alfajores. Con menor frecuencia, observamos el consumo de agua, galletitas saladas, galletitas de agua, sándwiches y chocolates.

A partir de las observaciones, podemos destacar las siguientes tendencias:

  • En el conjunto de las escuelas de ambas jornadas, el consumo de alimentos y bebidas es mayor durante el primer recreo, en comparación con el segundo. En el resto de los recreos en jornada completa, los consumos son menores.
  • El promedio de niños/as que se observaron realizando algún consumo alimentario durante el primer recreo es mayor en jornada simple que en completa.
  • Dentro de la jornada simple, las escuelas que no brindan la prestación de desayuno/merienda duplican el promedio de consumo alimentario respecto a las que sí la brindan.
  • También resultó mayor el consumo en el turno tarde. Sin embargo en las escuelas observadas en turno tarde coincidieron ambos factores: el turno y la ausencia de merienda.
  • En las escuelas con kiosco/buffet, el consumo de alimentos/bebidas supera solo en un 4% a aquellos establecimientos sin venta de alimentos. No obstante, hay diferencias en el tipo de productos consumidos: en las escuelas con kiosco/buffet es mayor el consumo de papas fritas y otros snacks, panchos, empanadas y chocolates, condicionado por la oferta en estos locales. En el rubro de gaseosas y jugos, el consumo de gaseosas fue mayor en las escuelas con venta de alimentos y de jugos que en el resto de los establecimientos. Con relación a los caramelos, chupetines, alfajores y galletitas no se registraron diferencias entre escuelas con o sin kiosco/buffet.
  • En las escuelas sin bebederos, el consumo de gaseosas y jugos es cuatro veces mayor al consumo observado en escuelas con bebederos funcionando en los patios.

A partir del hecho de que la cantidad de chicos y chicas que consumen alimentos y/o bebidas durante los recreos es mayor en las escuelas de jornada simple y, dentro de ellas, en las que no cuentan con la prestación del desayuno/ merienda, podemos plantear que el consumo informal aumenta como consecuencia de la ausencia de comidas estructuradas en la escuela. Por otro lado, el consumo de gaseosas y jugos se ve influenciado por la disponibilidad de agua para beber en la escena misma de juego, resultando ser menor en las escuelas con bebederos en los patios.

La presencia de kiosco o buffet dentro de la escuela no influye significativamente en la magnitud del consumo pero sí condiciona el tipo de productos que se consumen. Además, el kiosco/ buffet imprime ciertas características al recreo mismo: turnos entre los grados para comprar, esperas, peleas, menos tiempo para jugar.

A partir de las observaciones realizadas del momento de la compra y también de los planteos de algunos/as directivos/as, se puso de manifiesto que la compra en el kiosco/buffet muchas veces implica la pérdida del recreo mientras se "hace la fila", o la generación de algún conflicto entre los/as niños/as a raíz del amontonamiento frente al mostrador o ventanilla del kiosco.

En los grupos focales, los/as niños/as cuestionaron el precio de los productos en el kiosco/buffet escolar, y en sus expresiones se puso de manifiesto una diferenciación entre quienes podían acceder a la compra regularmente (y con qué montos) y quiénes no. También identificaban a aquellos/as compañeros/as que compartían (o no) lo comprado y quiénes ideaban estrategias de "trueque" (por ejemplo: figuritas difíciles a cambio de monedas) para acceder al kiosco.

Algunos directivos y docentes caracterizaron negativamente los alimentos ofrecidos a los niños/as. Sin embargo, las restricciones a la venta son pocas (chicles, caramelos grandes, duros o chupetines-bolita, debido al temor a los atragantamientos), dado que manifestaron la necesidad del kiosco pues garantiza ciertos ingresos a la escuela a través de las cooperadoras escolares. Y las madres y padres de cooperadora justificaron los productos ofrecidos por responder a lo que los/as niños/as están habituados a consumir, argumentando que si no los/as niños/as compran fuera de la escuela y "el dinero queda en otro lado".

Solo marginalmente directivas/os, docentes y madres y padres de cooperadora plantearon la incidencia del kiosco en los aprendizajes alimentarios de los/as niños/as y el conflicto con los contenidos que formalmente enseña la escuela.

Una situación diferente: frutas para el recreo

En una escuela en la que se desarrollaba una experiencia piloto de promoción del consumo de frutas, el 95% de los/as niños y niñas las consumió durante el recreo en el que se ofrecían.

En los grupos focales con niños y niñas conversamos acerca del consumo de frutas y sus circunstancias (en qué momento, en qué lugar y con quiénes).

Algunos comentarios fueron:

"A mí me encanta la fruta, la como todos los días así a la noche en mi casa, de postre, una todos los días" (alumna, 5º grado).
"Me gusta comer fruta después de comer a la noche y, a veces cuando me levanto, mi abuela me hace licuado" (alumno 3º grado).
"Mi mamá me dice que traiga una fruta para el recreo... pero no traigo porque los más grandes nos cargan" (alumna 5º grado).
"A veces venía comiendo una manzana y me cargaban. Ahora tiro lo que me queda antes de llegar a la escuela" (alumno de 7º grado).

Niños y niñas suelen referirse a las frutas como un alimento de consumo "hogareño", generalmente después de la cena, como postre. No las consideran adecuadas para llevar desde sus casas a la escuela, principalmente porque los/as expone a burlas por parte de compañeros/as. Sin embargo, en el trabajo de campo pudimos observar que esta vivencia se modifica cuando las frutas para el consumo durante el recreo se ofrecen desde la escuela. En la experiencia-piloto, pudimos observar que cuando las mismas son un consumo generalizado dejan de ser el motivo de bromas, hostilidades y/o etiquetamientos en el grupo de pares.

Transcribimos algunos párrafos de la observación de un recreo en el que se entregaron naranjas:

Una auxiliar coloca una mesa pequeña al lado de una de las puertas de ingreso al patio y dos bandejas de plástico. La vicedirectora y la auxiliar comienzan a cortar las naranjas, sacándole la "tapita" y abriéndola en cuatro sin cortarla del todo, parecen flores y un aroma a naranjas empieza a inundar el patio cubierto, en el que momentos atrás terminó una muestra de teatro. Está por tocar el timbre. 3º grado "A" no volvió al aula, los/as chicos/as se acercan a la mesita y miran cómo cortan las naranjas. Van saliendo al patio. La auxiliar les da una naranja a cada uno/a. Les dice "las cáscaras al cesto por favor". Los/as chicos/as comen las naranjas, separando los gajos, que chupan y muerden. Se los/as ve entusiasmados. Una practicante ayuda a un nene a separar los gajos. Dos nenas se sientan y charlan, luego se acercan a un tacho a escupir las semillas, después tiran las cáscaras. Un nene va al baño a lavarse las manos, luego de comer la naranja. Suena el timbre y van saliendo al patio los otros grados. Una maestra le canta a otra "la naranja se pasea...", se ríen. Varios nenes charlan en círculo mientras comen sus naranjas. Un nene de 3º pregunta "¿se puede comer otra, seño?" La maestra les responde, "¿y los demás?" Dos nenas dicen a coro "quiero otra, quiero otra". Siguen pasando grados al patio, todos/as con sus respectivas naranjas. Las nenas de 3º consiguieron repetir. Una nena de 3º me dice "a mí me encanta la fruta, yo le gasto toda la fruta a mi abuela". Una nena de 1º grado juega con un gajo en la boca poniéndoselo como si fuera un protector de boxeo, se lo muestra a otra nena. 10:45 suena el timbre, los grados forman y se van yendo a las aulas. El patio quedó impecable, sin una sola cáscara en el piso. La auxiliar trae un trapo de piso y lo pasa en el hall donde está la mesita en la que cortaron las frutas.

Escenas como esta ejemplifican la importancia que el entorno social tiene en los consumos alimentarios. Asegurar la disponibilidad (calidad y presentación) de los alimentos cuyo consumo se busca promover resulta fundamental y permite descentrar a los mismos del juego de identificaciones/diferenciaciones en el grupo de pares.

Sin embargo, hay que señalar otros aspectos presentes en este ejemplo: se trata de alimentos (las frutas) conocidos, valorados y aceptados por la mayoría de los/as niños y niñas, si bien asociados a otro espacio y momento de consumo. Probablemente otra habría sido la situación si se estuviera tratando de promover algún alimento desconocido o que no integrara el patrón alimentario de la región.

Además, la oferta se vio acompañada de otro elemento importante: un trabajo pedagógico en torno a la importancia de las frutas en una alimentación saludable y de medidas de cuidado de uno mismo (lavado de manos) y del espacio habitado (limpieza del patio). Se señala este último aspecto debido al contraste con otros recreos observados, en los que -al retirarse los niños y niñas- el patio quedaba con numerosos envoltorios desperdigados.

Comer y jugar en el recreo: diferencias de género

Por otro lado, hemos observado que es diferencial el consumo de alimentos y bebidas por parte de niñas y niños durante el recreo, siendo mayor en el caso de las primeras. La misma tendencia se verificó en la observación del momento de compra en el kiosco/buffet (i). Pudimos constatar que tanto los consumos alimentarios de las niñas como los juegos "con movimiento" de los niños presentan mayores porcentajes en primer ciclo que en segundo y tercero, verificándose una leve tendencia en baja a medida que se acrecienta la edad, pero manteniéndose las diferencias por género.

Durante los recreos, el consumo de alimentos y bebidas se integra a una variedad de actividades (conversaciones, juegos, caminatas) que despliegan niñas y niños, algunas solitarias, la mayoría grupales. Dentro de los juegos, pueden distinguirse los que implican un gasto energético, con desplazamientos en el espacio, y los juegos "tranquilos". Si bien el involucrarse en un juego "con movimiento" no es incompatible con el consumo de algún alimento o bebida, pudimos constatar una tendencia general que asocia, por un lado, mayor consumo alimentario por parte de las niñas en el contexto de juegos "tranquilos", lentas caminatas por el patio y conversaciones, y por otro, menor consumo alimentario por parte de los niños implicados en mayor medida en juegos con desgaste y desplazamientos.

El desarrollo de juegos "con movimiento" por parte de niños y niñas está condicionado por tempranos aprendizajes de actividades recreativas/ deportivas diferentes según género, siendo el fútbol un juego que convoca e identifica a la mayoría de los varones. No obstante, los juegos durante los recreos resultan influenciados de manera central por las características de los espacios, la disponibilidad de elementos (sogas, elásticos, pelotas, etc.) provistos por la escuela o llevados por los/as niños/as y sobre todo, por las normas institucionales referidas a los juegos permitidos, las que de manera generalizada limitan los juegos con desplazamientos (fútbol, manchas, escondidas, poliladron).

Por parte de directivos/as y docentes se esgrime como razón para fundamentar las restricciones en los juegos, el preservar la integridad física de los/as estudiantes previniendo accidentes, dado que los espacios físicos de los patios no se consideran adecuados por su tamaño (j) y por ciertas características arquitectónicas (presencia de columnas, pisos resbaladizos, filos de paredes) para desarrollar tales actividades, aun cuando planteen como comprensible la necesidad de "descarga" de los niños y niñas:

...yo sé todo lo beneficioso que es para un chico la actividad física y el correr, pero se pone en la balanza los accidentes, esta escuela es un edificio de más de 100 años, que no está preparado para chicos del año 2008, está preparado para chicos del siglo pasado, entonces tiene muchos lugares peligrosos, no es un edificio con protección, por donde lo mires...

En los grupos focales, niños y niñas se refirieron al recreo como "la hora de la libertad". Podríamos agregar "libertad... condicionada", ya que abundaron las referencias a las restricciones que les impiden aprovechar el momento del recreo tal como a ellos les gustaría: corriendo, jugando a la pelota, a la mancha...

En este sentido, resultó llamativo cómo, a pesar de la prohibición de jugar al fútbol en la casi totalidad de las escuelas, los niños -en pequeños grupos- recrean reiteradamente escenas de este juego usando como pelota variedad de elementos: botellas vacías, tapitas, bollos de papel, etc. Esta insistencia hace que, aunque las normas restrictivas sean uniformes para niños y niñas, en la práctica, los niños desarrollen más juegos con desplazamientos y gasto energético que las niñas.

En algunos casos excepcionales hemos relevado la involucración de los/as docentes y directivos promoviendo juegos como saltar a la soga y al elástico, resultando entonces similar la proporción de niños y niñas realizando juegos con gasto energético.

Resulta, entonces, importante atender al tipo de juegos en el patio de recreo (a los espacios físicos y elementos disponibles y normas de uso), no solo porque para muchos niños y niñas es uno de los pocos espacios disponibles para actividades físico-recreativas en forma diaria, sino también porque el tipo de juego desplegado se relaciona con un mayor o menor consumo alimentario informal.

Los más grandes ¿no? desayunan

Otro de los elementos que hemos señalado como condicionante de los consumos alimentarios informales es la ausencia de la prestación del desayuno/merienda en la escuela (en aquellas escuelas que no la brindan, se duplica el número de niñas y niños que comen durante los recreos).

Ahora bien, en las escuelas que sí cuentan con esta prestación, pudimos ver que son diferentes las maneras en que las escuelas organizan dicha comida: varía el horario, la duración, el lugar y la modalidad de consumo.

En muchas oportunidades, directivos y docentes nos refirieron que en segundo y tercer ciclo, a medida que los chicos y chicas crecen, se consume menos el desayuno que la escuela ofrece. Atribuían esa situación a una necesidad de diferenciarse de los más pequeños, quienes se identificarían por "tomar la leche".

En nuestras observaciones pudimos constatar que en la mayoría de los casos el desayuno se consume en las aulas (aún en escuelas de jornada completa que cuentan con el espacio de comedor). La camarera o "señora de la leche" -como la llaman en las escuelas- lleva a cada aula (utilizando un carro o canasto) los vasos, las jarras con el componente líquido (leche chocolatada o yogur) y la ración de componentes sólidos asignada por grado en función a la matrícula (alfajores, barras de cereal, galletitas dulces, etc.). Las camareras no siempre sirven los vasos a los niños. A menudo son las docentes o los/as chicos/as quienes se encargan de servir, en general designando a un/a encargado/a. El horario del desayuno es variable en las escuelas en función del recorrido de las camareras por los grados. Habitualmente se brinda antes del primer recreo, pero en algunas ocasiones se atrasa. Con frecuencia, la "señora de la leche" llega al aula durante el desarrollo de alguna actividad pedagógica. En este punto, es el/la docente quien decide la modalidad a elegir. Algunos/as docentes prefieren hacer una breve pausa "cortando" la actividad pedagógica, y muchos/as otros/as prefieren proseguir con el trabajo áulico y el desayuno a la vez. Las decisiones de los/as docentes suelen variar en función del grado que tienen a cargo. En primer ciclo, se conserva el hábito creado desde el jardín de infantes de generar un espacio distinto para el desayuno escolar, lo que supone separar y guardar los materiales utilizados en clase, preparando a veces incluso el banco con un mantel. En segundo y tercer ciclo los/as docentes no encuentran necesidad de generar este "ritual", por ser los chicos más grandes y considerar que pueden continuar sin mayores complicaciones algún tipo de tarea escolar mientras desayunan. Además, los/as docentes de tercer ciclo, reiteradamente plantean cierto desinterés de los/as chicos/as mayores por el desayuno, lo que se refleja en que sean pocos/as los que manifiesten querer tomarlo, situación que entonces justifica aun menos la interrupción de la clase.

En las observaciones realizadas durante el momento del desayuno en 7º grado, advertimos que en los casos en que el desayuno se consume en el espacio del comedor o delimitando un momento específico para el mismo en el aula, el número de chicos/as que lo toman oscila entre el 50% y el 70% de los/as presentes, mientras que cuando no se interrumpe la actividad pedagógica, solo un 15% consume el desayuno disponible.

Llamativamente, los/as docentes entrevistados/ as -al hablar de la alimentación en los hogares- vinculan la cantidad y calidad de las ingestas con la organización témporo-espacial de las comidas en los hogares. Plantean, por ejemplo, que la mayoría de los/as chicos/as omite el desayuno debido al escaso o nulo tiempo dedicado a esa comida, dado que suelen despertarse o ser despertados/as sin mucho margen de tiempo previo al ingreso a la escuela. "Se levantan tarde y ya no desayunan, después se llenan la panza con golosinas que comen acá."

Precisamente, según las respuestas volcadas en la encuesta, la mitad de los/as niños/as no desayuna en el hogar o lo hace esporádicamente. Por parte de los padres, más de la mitad señaló como motivo principal del no-desayuno en el hogar a "tomar el desayuno/merienda en la escuela" (62%), seguido por "se levanta inapetente" (25%) y "se levanta tarde" (18%). Según parece, la mayoría de los padres cuyos hijos/as no desayunan confían en que esta comida se realiza en la escuela. Este sería un argumento adicional para resaltar la importancia de esta prestación en el ámbito escolar, habida cuenta que la primera ingesta del día tiene gran incidencia en el desempeño escolar, dado que se ha documentado que "el proceso de la atención y la memoria reciente son vulnerables al ayuno prolongado" (20).

Los/as docentes plantean una relación entre la organización del momento de las comidas y el consumo efectivo de las mismas al posar la mirada en las familias, pero se desvanece al mirar dentro de la escuela. Incluso con frecuencia directivos y docentes consideran que el "dar de comer" es una tarea que recarga a la institución escolar y que se encuentra reñida con el rol central de "dar enseñanza".

Por eso a menudo se prioriza la modalidad de desayunar mientras se sigue con el trabajo áulico, sin asignar al desayuno un tiempo específico y sin valorarlo como una instancia formadora de hábitos de convivencia y de prácticas de cuidado de la salud. Esta disposición espaciotemporal, y la valoración implícita, tiene incidencia en el consumo efectivo del desayuno: se ofrece, está disponible y sin embargo son pocos los/as niños/as mayores que lo toman.

Los hábitos alimentarios tienen fuertes anclajes emocionales, ya que en buena medida aprendemos a gustar de aquellos alimentos que asociamos con momentos placenteros. Es por ello que nos parece importante cuidar los espacios y los tiempos que se destinan a las comidas. La declinación de la comida como ritual (21), que implica menos interacción entre los/as comensales y una pérdida de la importancia del comer juntos, no afecta solo a las comidas familiares sino también a las institucionales, en este caso, el desayuno escolar. Y ello tiene implicancias en el plano educativo, social y nutricional.

 

REFLEXIONES FINALES

En esta investigación hemos puesto de manifiesto el modo particular en que dos grandes tendencias de la alimentación contemporánea -la informalización de la alimentación y la desestructuración o declinación de la comida como ritual (10,14,21)- impregnan las situaciones alimentarias que acontecen en el ámbito escolar.

No obstante, también hemos registrado excepciones a estas tendencias: la experiencia de la entrega de frutas en el recreo y los desayunos con un encuadre definido alientan a pensar que es factible potenciar la capacidad de la escuela para construir alternativas que promuevan prácticas saludables de alimentación.

Por otro lado, hemos constatado que en las familias se maneja información adecuada en cuanto a alimentos valorados como nutricionalmente óptimos, habiendo no obstante una distancia importante entre estos saberes y los consumos de alimentos y bebidas que los padres señalaron como habituales en sus hijos e hijas durante los recreos.

En este punto, otros factores cobran relevancia en la valoración de los alimentos y bebidas que se seleccionan para consumo habitual: el gusto por parte de los niños y niñas, la practicidad y el costo. En las respuestas de directivos/ vas y docentes, para explicar este tipo de consumos, la mirada se posa en los hogares. Llamativamente se invisibiliza la incidencia de la institución escolar.

Estas cuestiones evidencian que el trabajo con niños y niñas, familias y escuelas no debe centrar su peso simplemente en la transmisión de información, sino que se deben idear estrategias basadas en la problematización y la reflexión acerca de los condicionamientos cotidianos. En este sentido, también nos parece que merece problematizarse el planteo generalizado que pone el foco en la necesidad de que las personas modifiquen sus hábitos alimentarios, considerando a esta modificación una acción de responsabilidad individual basada en información confiable. Ante este planteo, desde nuestro equipo consideramos que previamente es necesario dirigir la mirada hacia los entornos en los que se desenvuelve la vida cotidiana y analizar qué opciones brindan (21,22).

Si bien el telón de fondo sobre el que acontecen los consumos alimentarios está instituido por la producción industrial y los canales de comercialización oligopólicos (17), el foco de este trabajo se ha dirigido a evidenciar algunos aspectos de la "micropolítica" (23,24) de la alimentación en las instituciones escolares.

En el entorno escolar hemos visto la importancia que adquieren tres elementos: la organización espacio-temporal de las comidas estructuradas y de los recreos, las normas institucionales que buscan regular los juegos y consumos alimentarios y, por supuesto, el tipo de oferta de alimentos (existencia de comidas estructuradas, de venta de alimentos/bebidas, de bebederos funcionando en los patios, de experiencias de promoción del consumo de frutas).

Con relación a la venta de alimentos dentro de las escuelas primarias, es necesario plantear que el desfinanciamiento y deterioro edilicio de los establecimientos educativos de gestión estatal, subyace a la existencia de kioscos como un mecanismo local de recaudación de fondos (no exento de conflictos). Consideramos que si una comunidad escolar (directivos, docentes, cooperadora, niños/as) decide sostener un espacio de ese tipo, debería integrarse en un proyecto de promoción de prácticas saludables de alimentación, seleccionando los productos ofrecidos de manera coherente con los mensajes educativos. Teniendo en cuenta la preocupante situación epidemiológica, debería ofrecerse un espectro alternativo a los consumos a los que niños y niñas están "sobre-expuestos". Además, debería evitarse la inclusión de todo tipo de publicidad de alimentos y bebidas (tanto explícita como encubierta en "charlas" promocionadas por industrias) en el ámbito escolar, en consonancia con los Principios de Sydney (25) que intentan impulsar a nivel mundial una regulación de la publicidad de alimentos dirigidos a niños/as.

Por otro lado, y en relación a los encuadres normativos, resulta llamativa la profusa y amplia gama de normas definidas localmente aplicadas a los juegos durante el recreo en comparación con las escasas pautas referidas a los consumos alimentarios informales en la escuela. No obstante, muchas o pocas, ambos tipos de normas tienen un común denominador: la preocupación por la seguridad de los alumnos y alumnas, plasmada en la evitación de situaciones que podrían conllevar el riesgo de un accidente. En el caso de los juegos, no se permite correr o jugar al fútbol y en el caso de los alimentos que se venden en la escuela, no se permiten caramelos o chupetines "bolita" (por temor a los atragantamientos). Estos ejemplos evidencian un trasfondo complejo: la noción de seguridad satura la concepción de salud en las normas institucionales que apuntan a cuidar la salud de niños y niñas durante la jornada escolar. La preocupación por evitar accidentes que pudieran comprometer administrativa y/o judicialmente al personal docente y/o directivo en el nivel local, suele obturar el desarrollo de acciones que aborden otras necesidades de niños y niñas.

Asimismo, resulta importante destacar que en la manera de organizar el espacio del recreo y en la organización de las comidas estructuradas en la escuela se construyen significados que impactan en las prácticas alimentarias de niños y niñas. En este sentido, el mensaje de "estar tranquilos/as y no correr" así como el de "desayunar rápido mientras se sigue trabajando en el aula", responde a decisiones organizativas que tienen efectos en las actividades y consumos de niños y niñas.

En las disposiciones espacio-temporales, en las normas y mensajes que encuadran las situaciones alimentarias en la escuela, se realiza un trabajo pedagógico "invisible" (26), que podría decirse que integra parte del "currículum oculto" de la educación alimentario-nutricional.

Este trabajo escolar sobre el cuerpo sucede allí donde se supone que no sucede, mediante enseñanzas por lo general incidentales [...], a través de acciones laterales que ningún currículo escrito menciona, pero que todos practican mientras se enseña lo importante. (26)

Nos parece necesario hacer visible estos aspectos de la socialización alimentaria de niños y niñas y reflexionar sobre el impacto en sus aprendizajes y prácticas.

Planteamos que a través del entorno (físico, normativo y de oferta de alimentos) se realiza una educación alimentaria "oculta" que en muchos aspectos se contradice con los contenidos que se abordan cuando se trabaja sobre alimentación de manera "explícita". Dado que niños y niñas también aprenden a partir de su pertenencia a una comunidad escolar con sus particulares modalidades de organización, estructuras físicas, normas, costumbres y valores, consideramos que una estrategia de educación alimentaria-nutricional en el ámbito escolar debe incluir los aspectos vivenciales de la alimentación. Esperamos, a partir de este trabajo, haber contribuido a visibilizarlos y a reflexionar sobre los mismos.

 

AGRADECIMIENTOS

El trabajo de investigación Alimentación infantil en el ámbito escolar: entre patios, aulas y comedores -en el que se basa este artículo- fue realizado con el apoyo de una Beca "Ramón Carrillo-Arturo Oñativia" a nivel de Servicios de Salud, Categoría Perfeccionamiento, otorgada por el Ministerio de Salud de la Nación a través de la Comisión Nacional Salud, Ciencia y Tecnología. Fue dirigido por el Dr. Pablo Durán (Hospital General de Niños "Pedro de Elizalde", GCBA).
Queremos expresar nuestro agradecimiento a las autoridades de los Distritos Escolares 8, 9, 10, 13 y 21 que facilitaron el acercamiento a las escuelas seleccionadas en la muestra, durante el ciclo lectivo 2008. Un especial reconocimiento a la comunidad educativa de todas las escuelas visitadas, en particular a los/as directivos y docentes, que nos brindaron su tiempo y compartieron sus opiniones y experiencias; a los niños y las niñas que participaron en los grupos focales, y a las familias que colaboraron con la encuesta. También queremos agradecer la colaboración del Equipo de Nutrición de la Dirección General de Proyectos y Servicios a las Escuelas, del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.

NOTAS FINALES

a. Algunas iniciativas a nivel mundial son: OMS Estrategia Mundial, OPS Escuelas Promotoras de Salud, Estrategia NAOS, Iniciativa Municipios Saludables. En todas, la escuela constituye un espacio clave, por la función socializadora y formativa que cumple.

b. Las cooperadoras escolares son asociaciones de padres y madres que participan y colaboran con la escuela, entre varios aspectos, administrando subsidios y captando recursos económicos de distintas formas (cuota de los/as alumnos/as, rifas, eventos, etc.).

c. En los distritos escolares 9 y 10 (zona norte), el 9,1% y el 8,3% de los hogares se encuentran en situación de privación, es decir, no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir los gastos corrientes de alimentos y servicios; en el DE 8 (centro), el 8,7% de los hogares y en los distritos 13 y 21 (sur), un 14,8% y un 21,5% de los hogares, respectivamente. El índice de privación material de los hogares (IPMH) de la Ciudad es del 11,7% (7).

d. Si bien el desayuno/merienda se propone como una prestación gratuita y universal -Ley Nº 547 (8)-, hay algunas escuelas que no lo reciben porque los/as directivos/as fundamentaron que el mismo no era consumido por los/as alumnos/as. En nuestra muestra, resultaron ser cuatro los establecimientos de jornada simple sin desayuno/merienda.

e. En nuestro país reconocemos como comidas estructuradas el desayuno, almuerzo, merienda y cena. Reconocimiento que es generalizado en el plano de las representaciones aunque admita omisiones, superposiciones u otras variantes en la práctica. El concepto de "gramática culinaria" planteado por Claude Fischler (10) y Massimo Montanari (11), alude a las normas de asociación y combinación de ingredientes que forman los platos propios de la cocina de una región, que pautan las clases de comida que hay que ingerir a lo largo del día y del año. Estas reglas, que enlazan a los alimentos para formar y dar sentido a las prácticas alimentarias de una región, son comparables a las reglas gramaticales que enlazan las palabras para formar las oraciones propias de un idioma. Las reglas que pautan la pertinencia de alimentos, combinaciones y preparaciones para cada tipo de ingesta operan en las comidas estructuradas. La alimentación informal suele ser más elusiva a reglas y horarios, y tiende a ser individual.

f. Se denomina alimentos-servicio a aquellos alimentos producidos industrialmente que incorporan fases del proceso culinario que se ven desplazadas de la cocina hogareña a la fábrica (ejemplo: papas peladas y cortadas; masas precocidas, etc.).

g. El índice de privación material de los hogares (IPMH) constituye una aproximación a la estimación de insuficiencia de ingresos de los hogares para cubrir los gastos corrientes de alimentos y servicios (18).

h. En un estudio realizado en escuelas primarias de cuatro provincias del país (19), se relevó a través de una encuesta a padres que un 84% de los/as niños/as consumían algún alimento durante los recreos. De ellos/as, un 40% lo llevaban desde sus hogares.

i. El estudio del Ministerio de Educación y la Food and Agriculture Organization (FAO), a través de la encuesta a padres, reveló que entre los niños/as que consumían algún alimento durante los recreos, un porcentaje superior correspondía a las niñas (53%), que también eran quienes mayoritariamente realizaban compras en el kiosco escolar (19).

j. Hablando en términos de espacio real disponible por niño para moverse durante el recreo, observamos que la mediana es de 2,4 m2 por niño, aunque con gran variabilidad. El rango oscila entre 0,37m2 a 10,4m2 por niño. Cabe señalar que según los Criterios y normativas básicas de arquitectura escolar se recomienda que la superficie semicubierta y/o descubierta para recreación mínima sea de 2 m2 por alumno, por lo cual si bien la mediana es acorde a la normativa, hay déficits muy marcados en algunas instituciones.

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Recibido el 27 de diciembre de 2010
Versión final presentada el 19 de abril de 2011
Aprobado el 20 de mayo de 2011

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