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Salud colectiva

versión On-line ISSN 1851-8265

Salud colect. vol.10 no.1 Lanús abr. 2014

 

ARTÍCULOS

Historia reciente: XII Congreso Internacional del Cáncer, Buenos Aires, Argentina, 1978

Recent history: 12th International Conference on Cancer, Buenos Aires, Argentina, 1978

 

Spinelli, Hugo1

1Doctor en Salud Colectiva. Director del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina. hugospinelli09@gmail.com

Recibido: 3 de diciembre de 2013
Versión final: 5 de febrero de 2014
Aprobado: 10 de marzo de 2014

 


RESUMEN

Desde los enfoques de la historia del tiempo presente, este artículo recupera la discusión en torno al XII Congreso Internacional del Cáncer realizado en Buenos Aires en 1978, que provocó la realización en París de un "contracongreso" por iniciativa de Georges Périès. Para ello se describe el escenario político de la época, la situación de los derechos humanos en Argentina, el rol de los medios de comunicación, en especial los periódicos La Nación y Clarín y la revista Gente, y la posición institucional adoptada por la Academia Nacional de Medicina, plasmada en una carta enviada a los presidentes de las principales sociedades científicas del mundo, que se reproduce como fuente documental, tomada del libro Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola). El marco de la discusión remite a la política social de la ciencia versus su presunta neutralidad y el rol de las sociedades científicas.

PALABRAS CLAVES Historia del Siglo XX; Genocidio; Ciencia; Ética Institucional; Medios de Comunicación; Argentina.

ABSTRACT

Using the approaches of history of the present, this article recovers the discussions surrounding the 12th International Conference on Cancer carried out in Buenos Aires in 1978, in reaction to which Georges Périès organized a "counter-conference" in Paris. In order to understand this discussion, the political situation of the time is described, as is the state of human rights at the time in Argentina, the role of the media - in particular the newspapers La Nación and Clarín and the magazine Gente - and the institutional position adopted by the National Academy of Medicine, as expressed in a letter sent to the presidents of the primary scientific societies of the world. The letter is reprinted in this text as a documentary source, taken from Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola) [Acta: Year 1978 (Presidency of Dr. José E. Rivarola)]. The framework of the discussion makes reference to science's social policy versus science's supposed neutrality and the role of scientific societies.

KEY WORDS History, 20th Century; Genocide; Science; Ethics, Institutional; Communications Media; Argentina.


 

INTRODUCCIÓN

A mediados de la década de 1980, los estudios de la memoria marcan un importante giro de interés en el campo de la cultura "en contraste con el privilegio del futuro que era parte integral del discurso de la modernidad", y con relación al estudio tradicional del pasado por parte de la historiografía (1 p.224).

Los estudios del tiempo presente son instrumentos de crítica y autocrítica con los que cuentan las sociedades para abordar los problemas del presente (2). Según Julio Aróstegui "la percepción de un presente que es histórico no es cosa que haya aparecido en nuestra época. Es, por el contrario, un descubrimiento filosóficamente antiguo, aunque la historiografía de tradición positivista lo haya rechazado durante mucho tiempo" (3 p.21) (cursivas del original). Ese rechazo, en términos de François Bédarida, se vincula a "la sacrosanta noción de "distanciamiento" (recul), que aparecía como el signo y la garantía indispensable de la objetividad" (4 p.23). La acción de recuperar el pasado a través de la articulación con situaciones particulares permite que el pasado devenga en memoria evitando el olvido (5).

Este enfoque, que incorpora al pasado reciente e incluso inmediato, ha recibido distintas denominaciones como "historia del presente" (2,3), "historia del tiempo presente" (4) o "historia reciente" (6), entre otros. En América Latina, estos trabajos se han dirigido, en general, tanto a analizar los efectos del terrorismo de Estado en períodos dictatoriales, como a recuperar las voces de los pueblos originarios (1).

Las políticas de terrorismo de Estado, llevadas a cabo por la última dictadura en Argentina, se apoyaron en una trama de complicidades muy amplia. Desde ese marco, se recupera la discusión en torno al XII Congreso Internacional del Cáncer realizado en Buenos Aires en 1978, y como parte de esa trama de complicidad civico-militar, se analiza un documento de la Academia Nacional de Medicina y la participación de los diarios Clarín, La Nación y la revista Gente en la cobertura de dicho congreso, y del contracongreso realizado en Francia que denunciaba la violación de los derechos humanos en Argentina.

 

Escenario político y social: 1976-1983

Entre 1976 y 1983, gobernó la Argentina una dictadura militar que tomó el nombre de Proceso de Reorganización Nacional. Durante ese período se cometieron numerosas violaciones a los derechos humanos que fueron registradas de manera oficial, en 1984, una vez reinstalada la democracia, en el informe Nunca más realizado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) (7). El robo de recién nacidos, de niños y niñas, la desaparición forzada de personas, el secuestro y la tortura fueron prácticas de violación de los derechos humanos que dejaron un saldo de aproximadamente 30.000 desaparecidos, la apropiación de 500 niños/as y las secuelas propias de lo vivido en las víctimas directas y sus grupos familiares.

Para 1978, la guerrilla estaba militarmente derrotada, y el objeto de la represión pasó a ser la sociedad civil. A partir de ese año se instala en la Junta Militar de gobierno la preocupación por la presión internacional ligada a las denuncias por las violaciones de los derechos humanos desde organismos como: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (8); la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como así también de organismos de derechos humanos como Amnesty International (9) y la importante presión del gobierno de EE.UU. durante la administración Carter (10). Para la dictadura militar, esas presiones -y otras realizadas por organizaciones políticas de otros países y por los propios exiliados- producían una distorsión de la imagen del país. Esto llevó a desarrollar, a través de los medios de prensa, una estrategia para instalar una contraimagen positiva. La amenaza principal ya no se la consideraba dentro del país, sino fuera de él (11). Así el 28 de septiembre de 1978, el diario La Nación publicaba declaraciones del subsecretario de Relaciones Exteriores -Gualter Allara sobre "la imagen argentina"

La Argentina es bien sabido, afronta hoy una denodada campaña instrumentada desde el exterior que intenta sumirnos en el desprestigio y en el aislamiento. El centro de dicha campaña, o mejor dicho, su motivo aparente es el de los derechos humanos [...] Esta circunstancia -agregó Allara- impulsó a las organizaciones subversivas a concentrar sus esfuerzos en el frente exterior de la República y a orquestar allí una campaña en la cual, por lo demás, han logrado la participación consciente o inconsciente de la prensa internacional, de algunos gobiernos occidentales temerosos del enfrentamiento con grupos terroristas y de organizaciones no gubernamentales de carácter consultivo supuestamente presididas por fines humanitarios. [...] Por eso -concluyó- la defensa de la imagen argentina en el exterior no puede ser simplemente obra de hombres del gobierno sino de la comunidad toda. (11)

 

ASPECTOS METODOLÓGICOS

Para reconstruir el discurso oficial transmitido a través de los medios de comunicación, se realizó una búsqueda de notas periodísticas publicadas entre el 3 y el 12 de octubre de 1978 en los diarios La Nación y Clarín y la revista Gente (a), que hicieran mención al XII Congreso Internacional del Cáncer y a la "imagen nacional" en el exterior. Para ello se consultó, por un lado, la Hemeroteca de Diarios y Periódicos y la Sala de Microfilms de la Biblioteca del Congreso de la Nación y, por otro, la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. El material fue fotografiado y posteriormente clasificado por fecha, título, autoría, número de página, nombre del periódico y jerarquía de la nota.
Asimismo se recuperó la carta de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, incluida en el libro Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola) (16), en la que se evidencia la posición institucional con relación al Congreso.

 

EL CONGRESO INTERNACIONAL DEL CÁNCER Y EL CONTRACONGRESO

En el año 1978, en el mes de junio, la Argentina fue sede de la Copa Mundial de Futbol y unos meses más tarde, en octubre, la Ciudad de Buenos Aires fue sede del XII Congreso Internacional de Cáncer. Ambos eventos fueron resistidos a nivel internacional. Así se constituyó el Comité de Boicot al Mundial de Futbol en Argentina (COBA) y el Contracongreso Internacional del Cáncer en Francia.

El XII Congreso Internacional del Cáncer se inauguró en el Luna Park con la presencia de más de 8.000 asistentes (la mitad de ellos argentinos) y transcurrió entre el 5 y el 11 de octubre con la presidencia ejecutiva del Dr. Abel Canónico y el Dr. Roberto Aquiles Estévez como presidente del comité científico (17). Días antes de la apertura del Congreso, el vicealmirante Julio Juan Bardi a cargo del Ministerio de Bienestar Social de la Nación se pronunciaba con relación a los científicos participantes:

...decidieron elegir a la Argentina como lugar donde poder reunirse en paz y tranquilidad para discutir aspectos científicos y técnicos [...] el más decidido mentis a tanta infamia y la prueba más cabal de que la acción de los detractores ya no tiene cabida en un mundo que, desde el reciente torneo mundial de futbol, ha comprendido que la Argentina es la anfitriona más segura, libre y cordial, cuando se trata de recibir a huéspedes que vienen hasta aquí, para trabajar por el bien de la humanidad o a realizar expresiones en favor del espíritu y la juventud. (18)

El discurso de apertura estuvo a cargo del dictador Jorge Rafael Videla quien afirmó:

...volcados a la preservación de la vida humana, a la lucha sin cuartel contra uno de los más crueles males que la acechan, son ustedes como sagrados depositarios de la ciencia que construye y salva; y no la que destruye y mata. (19)

Ese discurso tuvo amplia difusión en los medios de comunicación, pero no solo se limitó a ellos: un boletín especial editado para el congreso por el laboratorio Roemmers lo reprodujo en su portada, acompañando en las hojas siguientes con noticias e información surgidas del congreso (20).

Las sesiones del evento se realizaron en el Sheraton Hotel, la Unión Industrial Argentina, el Plaza Hotel y el Círculo Militar. La clausura se realizó en el Teatro Colón y durante el Congreso se realizó un agasajo a los participantes en la Sociedad Rural (21,22). En conmemoración del evento, el gobierno emitió un sello postal.

La cobertura mediática del evento resulta llamativa por tratarse de un congreso científico. Tanto el diario Clarín como La Nación le dedicaron una amplia cobertura (un total de 66 notas -32 en La Nación y 34 en Clarín- en el lapso de 10 días) con espacios muy importante en las primeras planas, tanto el día de la apertura como el día de la clausura (Figura 1 y Figura 2), además de notas diarias durante todo el Congreso, y sendos editoriales bajo el mismo título "El Congreso Internacional sobre el Cáncer", en los que se aborda de manera clara la situación política. En el editorial publicado el 6 de octubre de 1978, el diario Clarín señala:

Atrás han quedado ahora todas las insidiosas maniobras orquestadas desde el exterior para impedir la concreción de la convocatoria. En ese sentido, la respuesta que ofrecen el número y la calidad científica de primer orden de quienes hoy participan de aquélla eximen de más prolijas consideraciones. (23)


Figura 1. Mención al Congreso Internacional del Cáncer en las tapas del diario Clarín (5 de octubre y 12 de octubre de 1978).

 


Figura 2. Mención al Congreso Internacional del Cáncer en las tapas del diario La Nación (6 de octubre y 12 de octubre de 1978).

 

 

Por su parte, La Nación, el 5 de octubre, en su editorial destaca:

Finalmente, no tiene explicación convincente la actitud del gobierno francés que patrocina oficialmente, con la presencia de un ministro del gabinete, la realización de un llamado "contracongreso", convocado según la explicita manifestación de sus organizadores para hacer fracasar la reunión por celebrarse en Buenos Aires. (24)

En paralelo al Congreso que se desarrollaba en Buenos Aires, transcurría el Contracongreso Internacional del Cáncer, que se realizó el 5 y 6 de octubre por iniciativa de Georges Périès, investigador del Hôpital Saint-Louis de París. La sede fue la Facultad de Farmacia de la Université Paris-Descartes y la presidencia le correspondió al premio Nobel de Medicina André Lwoff. Entre sus principales impulsores se encontraban especialistas en cáncer como León Schwartzenberg (Francia), Henri Kaplan (EE.UU.), Van Bekkurn (Holanda), quienes viajaron a la Argentina antes del Congreso para interiorizarse sobre la situación por la que atravesaba el país (25). A su regreso a Francia, realizaron diversas denuncias ante la prensa francesa, difundidas en diarios como Le Monde y en programas de televisión, donde fueron acompañados por la ministra de Salud de Francia, Simone Veil. Estas denuncias fueron calificadas por La Nación como una "campaña publicitaria de boicot":

[estas] actitudes que abogan por los derechos humanos, han causado y siguen causando daño a la personería internacional del país. Parecería que en Buenos Aires no se ha encontrado el medio idóneo para contrarrestar campañas del tipo que mencionamos. (25)

Las expresiones de la "contraimagen" de la Argentina que trataba de construir la dictadura también alcanzaron al Congreso Internacional del Cáncer y tuvieron un amplio espacio en los medios de comunicación:

Hace unos meses, la realización de un certamen deportivo, el mundial de fútbol, sirvió para mostrar a las gentes de buena voluntad del mundo la insensatez de una campaña tenaz sostenida por el sectarismo y financiada por la delincuencia más aleve y despreciable. El Congreso Internacional del Cáncer constituirá un nuevo ejemplo. (24)

En conocimiento del sentir unánime de los miembros de esa entidad [Academia Argentina de Cirugía] ante la campaña internacional destinada a socavar el prestigio de la Nación, sus instituciones y cuerpo social, el excelentísimo señor presidente de la Nación, desea expresarles su reconocimiento [...] La actitud de esclarecimiento adoptada por esa Academia ante sus similares extranjeros evidencia el espíritu de argentinidad que caracteriza a sus integrantes y la firmeza. (26)

La realización de este Congreso constituye un triunfo para la ciencia universal, a despecho de los obstáculos que motivos de carácter ideológico intentaron oponer a su realización. La vocación del médico, consagrado a la conservación de la vida, se apoya en este tipo de acontecimientos para enriquecer su misión humanitaria. (27) (cursivas añadidas)

La revista Gente, en su edición del 12 de octubre de 1978, publicó varias páginas dedicadas a ambos congresos, entre las que se destaca la volanta "El 'contracongreso' de cáncer, de París, organizado por la subversión", que antecede al titular "Poca gente y poca ciencia" (28).

Las actividades de la dictadura militar implicaban una estructura clandestina que se extendía hasta la avenida George Mandel en París, donde tenía sede el "Centro Piloto" el cual era parte del Plan Cóndor. Allí estaba el ex capitán de Marina Alfredo Astiz (b) quien utilizando el apodo de Alberto Escudero acude a las reuniones del Contracongreso del Cáncer (Figura 3).

 


Figura 3. Alfredo Astiz en las reuniones previas al Contracongreso Internacional del Cáncer. París, 1978.
Nota: En el extremo superior izquierdo -de pie- se puede identificar al ex capitán Alfredo Astiz, y en el extremo superior derecho -también de pie- a Georges Périès, uno de los organizadores del contracongreso. La foto forma parte del archivo familiar del historiador Gabriel Périès, hijo de Georges Périès (32), y fue difundida por primera vez por Horacio Verbitsky (33).

 

 

LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA Y EL CONGRESO INTERNACIONAL DEL CÁNCER

Las primeras academias de ciencias  fueron creadas en el siglo XVII en Europa (Italia, Prusia, Inglaterra, Francia) en momentos del auge de los descubrimientos científicos. Algunas de las más antiguas son la Accademia Nazionale dei Lincei (1603), la Académie française (1635), la Deutsche Akademie der Naturforscher Leopoldina (1652) y la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (1660). En el siglo XVIII se fundaron casi cuarenta instituciones similares (34,35) Las academias de ciencias y las sociedades científicas se volvieron centros moralmente influyentes que nucleaban a científicos, que intentaban "atrapar la naturaleza" con sus métodos e instrumentos, abandonando la mirada contemplativa de los griegos (36). Para Armytage eran "grupos de investigadores con idéntica inclinación, a menudo ocultando, otras veces disimulando (como en el caso de los francmasones) sus verdaderos propósitos con algún ritual" (34 p.45). Así la teoría se convirtió en hipótesis y su éxito en verdad. Desde esa lógica se prescribieron las normas de conducta y los nuevos modelos de juicio (36). Para Nietzche (37), la ciencia pasó a ocupar el lugar de la religión, se volvió el nuevo ídolo, donde las sociedades científicas reemplazaban a las iglesias. La ciencia y sus instituciones serán vistas por la sociedad como "neutras y apolíticas" y, arrastradas por la razón instrumental (38), habilitarán la afirmación que varios siglos después realizará Heidegger "la ciencia no piensa" (39).

En Argentina, la Academia Nacional de Medicina fue creada el 9 de abril de 1822, por Bernardino Rivadavia y es la más antigua de América (40). En la actualidad se define como una entidad civil sin fines de lucro, resaltando su autonomía como expresión de libertad de trabajo "ajeno a los vaivenes políticos, a las influencias gubernamentales y a los intereses personales, dedicándose exclusivamente a lo científico". Entre sus objetivos destaca los problemas relacionados con la Salud Pública y "fomenta por todos los medios a su alcance el culto de la dignidad y la ética en el ejercicio profesional" (41).

En el documento que se reproduce en la Figura 4, que forma parte del libro Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola) (16), se puede leer la transcripción de la carta que, con fecha 12 de junio de 1978, la Academia enviara a los presidentes de otras academias y principales sociedades científicas de otros países y que evidencia la posición institucional con relación al XII Congreso Internacional del Cáncer y a la situación política que se vivía en el país. En el breve párrafo incorporado luego de las firmas, se pueden leer los comentarios favorables que recibió dicha carta por parte de ministerios y embajadas, así como el beneplácito que produjo en el "presidente" Jorge Rafael Videla.

 

 

Figura 4. Carta de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. 12 de junio de 1978.
Fuente: Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola) (16).

 

DISCUSIÓN

El evento analizado en este artículo no solo se inscribe en un contexto sociopolítico particular de la historia Argentina, sino que responde además a una concepción dominante acerca del rol de la ciencia, que se asienta en los preceptos fundacionales de las sociedades científicas. La discusión que planteamos en este texto cuestiona el mito de la neutralidad de la ciencia, desde una reflexión acerca de los valores humanos y la ciencia (42), y el abandono del pensamiento.

Los hechos relatados hasta aquí buscan rescatar del olvido situaciones como la encontrada en el libro Memoria: Año 1978 (Presidencia de Dr. José E. Rivarola) (16) de la Academia de Medicina que permiten revelar parte de la historia que comenzó a reconstruirse en 1983. En ese año, el presidente Raúl Alfonsín ordenó enjuiciar a tres de las cuatro juntas militares que dirigieron la dictadura militar, en un proceso conocido como el "Jucio a las Juntas", que finalizó en 1985 con la condena de las cúpulas militares, en un caso con pocos antecedentes en la historia mundial. A partir de 1984 se iniciaron numerosas causas, principalmente contra los demás militares, policías y civiles (c), involucrados en los delitos de lesa humanidad comprobados y, en septiembre de ese año se hace público el libro Nunca más, informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (7), que testimonia la metodología de secuestro; la tortura; los fusilamientos en masa; la desaparición de niñas, niños y adolescentes; la existencia de aproximadamente 340 centros clandestinos distribuidos por todo el país; el traspaso de bienes fraguando o simulando transacciones inexistentes; entre muchos otros horrores.

Sin embargo, a partir de 1986, el presidente Alfonsín, presionado por las fuerzas armadas, promovió la sanción de la Ley 23492 de Punto Final (43) y la Ley 23521 de Obediencia Debida (44), que impidieron enjuiciar a la mayor parte de los criminales. A partir de 1989, el presidente Carlos Menem dictó una serie de decretos de amnistía que indultaban tanto a los ya procesados como a todos aquellos no alcanzados por las leyes mencionadas. En conjunto, esas normas han sido conocidas como las "leyes de impunidad". En 2003, la Corte Suprema de Justicia declaró la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad (Fallos: 327:2312) y la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida (Fallos: 328:2056), y el Congreso Nacional, a su vez, las declaró nulas mediante la Ley 25779 (45). Estos hechos, a los que se suma la clara decisión política del presidente Néstor Kirchner sobre la temática de los Derechos Humanos, permiten recuperar la vigencia del tema y se da inicio a los juicios a los miembros de las fuerzas de seguridad implicados en delitos de lesa humanidad y el comienzo de acciones de reparación de distintas instituciones sobre lo vivido.

Todo ello permitió develar la trama de complicidad cívica en el golpe de Estado. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación intervino como querellante en algunos de los casos emblemáticos de complicidad empresarial en la organización de la represión como: el ingenio azucarero Ledesma de Jujuy; las automotrices Ford Argentina y Mercedes-Benz; las empresas Acindar y Siderca, en cuyos predios se instalaron centros clandestinos de detención, y el astillero Astarsa. Todo lo anterior evidencia que lo ocurrido a partir del 14 de marzo de 1976 no fue el producto de una logia militar cerrada sino que respondió a intereses ideológicos, políticos y económicos, relacionados con una situación que atravesaba buena parte de América Latina en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional y que se operacionalizó en el llamado Plan Cóndor en los países de América del Sur.

El 25 de marzo de 2004, a 28 años del golpe, el Presidente Néstor Kirchner pidió perdón en la Escuela de Mecánica de la Armada en nombre del Estado "por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia" los crímenes del Proceso (46).  

Las dimensiones epidemiológicas "de los crímenes del proceso" en términos de mortalidad señalan, por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires en el año 1976, que el número de desaparecidos entre 20 y 24 años (233) fue mayor que la sumatoria de todas las causas de muertes (217) ocurridas en ese año para el mismo grupo de edad; que, en la provincia de Buenos Aires, la razón entre "desaparecidos" y muertes generales fue de 0,1 entre 15 y 19 años, de 0,3 entre 20 y 24 años, de 0,2 entre 25 y 29 años y de 0,1 entre los 30 y 34 años. Es decir que, para una persona de 25 a 29 años que viviera en la provincia de Buenos Aires, la probabilidad de ser un desaparecido en el año 1976 era del doble frente a la probabilidad de morir por cualquier causa, incluidas las otras muertes violentas. Sin embargo, estos datos nunca fueron analizados por las instituciones médicas preocupadas, según sus expresiones, por la salud de la población (47).

Numerosas asociaciones de profesionales de hospitales y gremios recuperan desde hace mucho tiempo la memoria de los trabajadores desaparecidos, quizá el más conocido sea el caso del Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas (48). Recientemente, algunas sociedades científicas comenzaron a poner el tema en agenda, como la Sociedad Argentina de Pediatría, que en septiembre del 2011, en el año de su centenario, reconoce y declara:

Durante el Proceso se registran más de dos centenares de médicos y personal de salud desaparecidos; hemos identificado entre ellos a 15 pediatras, de los cuales hemos podido recopilar una pequeña semblanza. Quisiéramos recordar entonces a esos pediatras que fueron personas comprometidas con la infancia y con la sociedad del tiempo que les tocó vivir. Algunos de ellos fueron compañeros de trabajo de los que hoy tenemos más de 60, y su recuerdo permanece entre nosotros. Creemos que merecen también ser conocidos y recordados por las generaciones más jóvenes. (49)

Y su presidenta Margarita Ramonet afirma:

Es necesario reconstruir la Argentina, como acto de purificación, pero no de olvido. Así, entonces, la Sociedad Argentina de Pediatría incluye a la memoria, como el orden jurídico, instrumentos indispensables para fortalecer, día a día el ¡Nunca Más! (50)

Solo basta agregar que los 15 pediatras que fueron recordados por la Sociedad Argentina de Pediatría ya habían sido asesinados o estaban desaparecidos al momento de realizase el XII Congreso Mundial de Cáncer.

En la carta reproducida de la Academia Nacional de Medicina, el autorreconocimiento como la institución de mayor jerarquía médica de la Argentina y la posición sobre la situación que atravesaba el país, sumada a la aclaración volcada al libro de actas a posteriori de la nota, resultan hechos de suma gravedad para una institución financiada con fondos públicos (51). A diferencia de otras instituciones, en 30 años de democracia no ha podido mirarse a sí misma para reflexionar sobre su propia historia y su rol institucional ante episodios de tanta gravedad como los relatados en este artículo, y que llevan a reflexionar sobre los valores en los que se asienta dicha institución. Solo basta recordar que durante la dictadura militar desaparecieron 250 trabajadores de la salud de los cuales 134 eran médicos.

Los hechos relatados constatan que ni la ciencia es neutra y objetiva, como muchos siguen creyendo, y que no siempre las instituciones de salud actúan en defensa de la vida. Es por ello que entendemos que recuperar del olvido ciertos hechos para construir memoria, es también parte de la política social de la ciencia, sus instituciones, sus trabajadores y los investigadores.

 

NOTAS FINALES

a. El diario La Nación, fundado por el ex presidente Bartolomé Mitre (1821-1906), publicó su primer ejemplar el 4 de enero de 1870. De tendencia conservadora, ha sido históricamente vía de expresión de sectores afines a la Iglesia Católica, a las Fuerzas Armadas y a los grandes productores agropecuarios de la Argentina. El diario Clarín fue fundado por Roberto Noble en agosto de 1945. Su rasgo más distintivo fue su adhesión al ideario desarrollista y a sus representantes, posición que mantuvo hasta la década de 1980. Ambos periódicos mantuvieron vínculos muy estrechos con el gobierno de facto. En el año 1976, a través del acta 14, la Junta Militar transfiere de forma irregular el 51% de las acciones de la empresa Papel Prensa S.A. (que detenta el monopolio de la producción de papel de diario a nivel nacional) "a los periódicos Clarín, La Nación y La Razón [...] y donde establece que el otro 49% debe ser transferido a los diarios del interior. Esa exigencia fue eliminada después, en los anexos I y II, y ese 49% quedó finalmente para el Estado" (12). En la actualidad ambos periódicos están implicados en la causa judicial por la adquisición irregular de Papel Prensa S.A. durante la última dictadura militar, caratulada "Magnetto, Héctor y otros sobre delito de acción pública", en la que la Unidad de Información Financiera (UIF) solicitó ser querellante dado que "los diarios mencionados se vieron favorecidos con la 'compra espuria de gran parte de las acciones' de la única empresa productora de papel de diario del país. De ese modo, por más de treinta años mantienen, con una participación de 71,5% de capital accionario de Papel Prensa, el monopolio de la producción de papel" (13). La revista Gente, cuyo nombre completo es Gente y la Actualidad, es un medio gráfico perteneciente a Editorial Atlántida, de circulación semanal, que dedica su espacio a los personajes del espectáculo y la farándula, y "fue uno de los medios más afines a la estrategia comunicacional del régimen instaurado el 24 de marzo de 1976" (14) con una "tendencia caracterizada por la colaboración y el apoyo explícito a la dictadura militar" (15).

b. Alfredo Ignacio Astiz conocido como el "ángel rubio" y el "ángel de la muerte", es un ex capitán de fragata de la Armada Argentina, que durante el Proceso de Reorganización Nacional se infiltró en las organizaciones de derechos humanos como espía. Perteneció al grupo de tareas que actuaba con base en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Entre los delitos de lesa humanidad que se le atribuyen se cuentan casos de gran resonancia internacional como el secuestro, tortura y desaparición de dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, por los cuales fue condenado en ausencia en Francia a cadena perpetua (29), y la joven sueca Dagmar Hagelin (30). En Argentina, Astiz infiltra el grupo "La Santa Cruz" en el que se reunían las primeras Madres de la Plaza de Mayo y en donde son secuestradas las primeras fundadoras de dicha organización (entre ellas Azucena Villaflor de Vicenti). En 2011 fue condenado a cadena perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua por la justicia argentina (31).

c. No debemos olvidar que, entre los que cometieron crímenes de lesa humanidad, también hubo profesionales de la salud, ya sea presenciando actos de tortura, asistiendo partos de las detenidas/desaparecidas y/o siendo cómplices del ocultamiento posterior de la identidad de esos niños y niñas.

 

AGRADECIMIENTOS

Al licenciado Juan Librandi por la colaboración en la búsqueda de las fuentes de la prensa escrita.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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