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Salud colectiva

Print version ISSN 1669-2381On-line version ISSN 1851-8265

Salud colect. vol.14 no.2 Lanús June 2018

http://dx.doi.org/10.18294/sc.2018.1520 

ARTÍCULOS

La representación de la sordedad: el propio cuerpo y la confesión religiosa como agentes de socialización

The representation of deafness: the body and religion as agents of socialization

María Esther Fernández Mostaza1 
http://orcid.org/0000-0002-2335-0674

Diana Marcela Murcia Albañil2 
http://orcid.org/0000-0002-4695-4454

1Doctora en Sociología. Profesora Titular, Departamento de Sociología, Universitat Autònoma de Barcelona, España. mariaesther.fernandez@uab.cat

2Estudiante de Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales. Profesora Titular, Programa de Trabajo Social, Fundación Universitaria San Alfonso, Bogotá, Colombia. dimmurciaal@unal.edu.co

RESUMEN

Se propone la identificación del cuerpo, la familia y la religión en los procesos de socialización de las personas sordas, a partir de la reflexión epistemológica del paradigma relacional simbólico en el marco del interaccionismo simbólico. Para ello, se realizó un estudio de corte longitudinal durante los años 2016 y 2017, que permitió el seguimiento de diez trayectorias de vida, elegidas a partir de una muestra de historias de sujetos sordos de la zona urbana en la ciudad de Bogotá (Colombia). Se seleccionaron personas adultas sordas que se identificaran en contextos que podrían ser descriptos a través del concepto de alternación, que tuvieran hijos de cualquier edad, que fueran usuarios de la lengua de señas y que vivenciaran procesos subjetivos relacionados con la cultura Sorda. En particular, emergen los escenarios de la religión y la salud en los que el cuerpo se resignifica en sujetos sordos adultos, planteando cuestionamientos sobre las intervenciones profesionales y dejando de lado la percepción excluyente para otorgarle al cuerpo un nuevo significado como agente socializador.

PALABRAS CLAVES: Personas Sordas; Socialización; Religión; Colombia

ABSTRACT

The identification of the body as well as the family and religion in the socialization processes of deaf people are examined based in the epistemological reflection of the symbolic relational paradigm within the framework of symbolic interactionism. A longitudinal study was carried out during the years 2016 and 2017 following ten life trajectories, chosen from a sample of narratives of deaf subjects in the urban area of Bogotá (Colombia). Deaf adults who identified with contexts that could be described using the concept of alternation, had children of any age, were users of sign language and had experienced subjective processes related to Deaf culture were selected. In particular, situations of religion and health emerge in which the body is resignified in deaf adults, generating the questioning of professional interventions and discarding perceptions of exclusion in order to confer new meaning to the body as a socializing agent.

KEY WORDS: Deaf Person; Socialization; Religion; Colombia

INTRODUCCIÓN

En 2017, en Colombia se discutió la posibilidad de otorgar licencias de conducir a personas sordas. Se argumentaba, por un lado, que la condición de sordera impedía que se llevaran a cabo de manera satisfactoria las labores de cuidado en el momento de estar al volante; y, por otro, que las personas sordas contaban con las habilidades propias de cualquier conductor, dado que las señales de tránsito son visuales, así como los semáforos y demás signos de intercambio en las calles.

Dicha discusión propicia la reflexión en torno a las posibilidades de integración de las personas sordas a una sociedad mayoritariamente oyente o, si se prefiere, sobre dos maneras de entender la sordera: desde la perspectiva de los oyentes, como “discapacidad” o desde la de los sordos, como cultura. En este sentido, cabe preguntarse por las diferencias que se presentan en la socialización de personas sordas y oyentes respecto a la sordera. Dicha pregunta comprende un escenario más amplio. En primer lugar, las personas sordas no son un conglomerado homogéneo, las diferencias ofrecen un abanico que, en términos generales, contemplan procesos sociales de corte interaccionista, así como condiciones de salud, aprendizajes, intercambios y estructuras familiares diversas. Tomar en consideración estas diferencias implica, entre otras cosas, analizar la situación de las personas sordas como estudios de caso y no como una patología generalizada. En segundo lugar, hablamos de personas sordas y no de sordera como algo independiente de los individuos que la experimentan, incluyendo la experiencia vincular con sus variaciones, los contextos psicosociales en que el niño se desarrolla y la diversidad de situaciones que esto implica1.

El uso de la palabra sordedad, como concepto analítico central, se aparta de las relaciones estructurales de las sociedades mayoritarias, como la discapacidad, la oralidad, la negación de la lengua de señas y la invisibilización de una cultura construida por las comunidades sordas. La sordedad toma en consideración las contranarrativas, introduce el concepto subalterno y examina las barreras que enfrentan las comunidades sordas para lograr el reconocimiento académico y la aceptación de los discursos sordos subalternos2.

El concepto sordedad surge en Inglaterra a partir de las discusiones de las comunidades sordas, que son rastreables a través del trabajo desarrollado por el antropólogo sordo Paddy Ladd. En el caso colombiano, la palabra deafness fue interpretada por la comunidad sorda como sordedad o sorditud y su definición sigue estando en construcción porque es una palabra entendida como un proceso continuo de reflexión. Lo que implica pertenecer a una comunidad sorda, el construirse Sordo (con mayúscula), la elección en el uso de la lengua, los modos de interacción, los chistes, la señalitura, la manera de presentar los discursos, el acompañamiento a las familias, conforman parte de las reflexiones que se proponen con el término. Es importante mencionar que, desde esta postura, la persona sorda no está siendo valorada desde el déficit, la incapacidad o la discapacidad sino, por el contrario, se identifica como un integrante de una minoría lingüística con una cultura propia equiparable a una comunidad indígena. Es importante señalar que, para el caso colombiano, la lengua de señas tiene el mismo estatus de una lengua nativa3.

Las condiciones de salud también ofrecen la posibilidad de diferenciar las realidades de las personas sordas, no solo por la condición auditiva, sino por las reflexiones subjetivas que se hayan derivado de la condición “sordera”. En torno a los aprendizajes, tomar como punto de partida los procesos cognitivos, las interacciones con el medio, el nivel de escolaridad, entre otras, son variaciones a considerar3. Para referirse a estructuras familiares diversas, la complejidad del análisis es mayor, porque se encuentran las familias sordas con hijos oyentes, los padres oyentes con hijos sordos, los padres e hijos sordos, y familias en las que solo hay un integrante sordo, o con varias personas sordas que interactúan entre sí, o que pertenecen a la familia extensa y que, por lo tanto, no interactúan entre ellas.

Este abanico de posibilidades hace que, en el presente artículo, se señale qué escenario será el abordado. En los estudios de caso elegidos, dentro del marco del interaccionismo simbólico, se hará referencia principalmente al proceso de socialización, al cuerpo como agente de socialización y la familia como continente de la resocialización. Asimismo, se reflexiona sobre otros escenarios que, a nuestro parecer, resultan reveladores: la confesión religiosa, las repeticiones en la socialización primaria, el surgimiento de “otros-otros significativos”. Derivado de ello se pone énfasis en los servicios de salud y educación en el contexto colombiano, específicamente, en la zona urbana de la ciudad de Bogotá.

El concepto de alternación supone poder hablar de la posibilidad de que todo individuo pueda alternar entre sistemas de significación lógicamente contradictorios. Cada vez que un individuo adopta uno de esos sistemas, le proporciona una interpretación de su existencia y de su mundo, así como una explicación del sistema de significación que previamente ha abandonado. Además, el sistema de significación proporciona las herramientas necesarias para combatir sus posibles dudas. El propio Berger4, lo ilustra con el ejemplo de la confesión en la doctrina católica, la cual satisface el propósito de impedir la alternación (la huida fuera del propio sistema de significación) permitiendo que el individuo intérprete sus dudas en términos propios del sistema, y permanezca así en su sistema de significación3.

Se entiende que la categoría familia como clasificación de la cultura mayoritaria puede ser debatible para la cultura Sorda, por lo tanto, esta categoría será colocada en provisionalidad, con la intención de que se pueda desarrollar un fututo sistema categorial para la construcción de paradigmas alternos. Sin embargo, dado que esta categoría está inserta en el marco de referencia de la socialización al comprender a los agentes primarios con los que interactúa, y que las reflexiones están en el marco del interaccionismo simbólico, es indispensable desarrollarla.

Así, el tema central del artículo comprende la socialización de las personas sordas adultas en la fase de resocialización. Se identifica la alternación o conversión como componente de la socialización a una cultura Sorda, en la que se presentan rupturas en el contenido biográfico, repeticiones en los contenidos de socialización y el surgimiento de otros-otros significativos.

METODOLOGÍA

Durante los años 2016 y 2017, se realizó un estudio de corte longitudinal que permitió el seguimiento de diez trayectorias de vida, elegidas a partir de una muestra de historias de sujetos sordos de la zona urbana en la ciudad de Bogotá (Colombia). Se seleccionaron personas adultas sordas que tuvieran hijos de cualquier edad, que fueran usuarios de la lengua de señas, que vivenciaran procesos subjetivos relacionados con la sordedad y que voluntariamente quisieran participar en la investigación.

El contacto con las personas sordas participantes del estudio se generó a partir de la vinculación de las investigadoras a la comunidad, en estudios de personas sordas y sobre los resultados de diversas investigaciones sobre procesos de resocialización. Los vínculos con la comunidad sorda se han mantenido a lo largo de varios años en la ejecución de varios proyectos de investigación, en los cuales el principio de reserva y la confidencialidad de los informantes se ha mantenido como premisa.

Las personas participantes vivían en Bogotá, en todos los casos, y se tuvo la precaución de elegir familias de diferentes condiciones sociales, económicas y laborales. La selección de la muestra se basó en los siguientes conceptos: muestreo teórico motivado, saturación de la muestra y ciclo de vida familiar. Asimismo, se consideraron una serie de criterios que expresan la diversidad de las familias sordas en los procesos de construcción intercultural que emergieron en los análisis de la información5.

Se recogieron 50 narraciones de personas sordas, de las que se seleccionaron diez, que se ampliaron mediante la técnica de historia de vida. La selección se basó en que referían a la alternación como componente de la resocialización y representaban la variedad en la estructura familiar elegida para el estudio: padres oyentes e hijos sordos adultos, con reflexiones subjetivas construidas sobre el ser sordo.

Se realizaron grupos de discusión integrados por personas oyentes y sordas, observaciones en diferentes escenarios (familia, escuela, asociaciones, instituciones) y entrevistas semiestructuradas, grabadas en video y posteriormente sistematizadas mediante los programas ELAN y ATLAS.ti.

En todos los casos, se obtuvo el consentimiento informado y se asignaron códigos para garantizar la reserva de los informantes.

El artículo presenta las conclusiones derivadas del trabajo de investigación “Procesos de socialización en el ámbito familiar a partir de historias de vida de personas sordas, un análisis desde el trabajo social, llevado a cabo en la ciudad de Bogotá Colombia durante los años 2010 y 2016”5.

RESULTADOS

La alternación como componente de la resocialización de las personas sordas

La socialización no es un proceso en el que las etapas sigan una a la otra, pueden darse interrupciones, entremezclarse y complementarse. A la hora de buscar una definición, podemos entenderla como:

...[el] proceso mediante el cual el individuo aprehende como propio un mundo que de hecho pertenece a otros [...] una socialización realizada con éxito hará que este mundo adoptado por el individuo se convierta en su mundo propio, el mundo que hacemos nuestro, mediante la socialización es en realidad, un sistema de significación.6

El ser humano interactúa en la significación, entre múltiples probabilidades, contradicciones y mundos alternos de significación. En la socialización de personas sordas, se cuestiona el principio de la transmisión cultural, específicamente, en los casos de padres oyentes con hijos sordos. “El mundo que pertenece a otros”, del que se aprehende, no es el mundo de los padres: ellos al igual que los hijos que nacen sordos, se encuentran con un mundo de cultura Sorda, que hasta el momento les era desconocido y que, de no ser por el nacimiento de un hijo o hija sordo, probablemente no lo conocerían5.

La resocialización es un concepto bergeriano que expresa “la posibilidad de que todo individuo pueda ‘alternar’ entre sistemas de significación lógicamente contradictorios4. Entre los sistemas de significación, adoptar alguno de estos, proporciona una explicación al mundo, a la propia existencia y resignifica lo que se había apropiado como significaciones del mundo. La alternación es un proceso dinámico en el que el individuo alterna entre sistemas de significación o cosmovisiones contrarios, es decir, reinterpreta el pasado para hacerlo coherente con los cambios del presente. Solo hay alternación en tanto el hijo sordo se acerca a la cultura Sorda y es hijo de personas que se mantienen en la cultura oyente.

Es importante señalar que hay una interrupción en el contenido biográfico en las narraciones de los sujetos sordos que se identifican en la cultura Sorda, dado que se presentan repeticiones en los componentes de la socialización primaria en relación con los estudios de los procesos de socialización de personas oyentes, en las que surgen “otros-otros significativos”6, que son los que se tomaran en consideración para abordar la relaciones entre salud y religión. A lo largo del presente documento se identifican, en las narraciones de personas sordas adultas de la ciudad de Bogotá en Colombia, estas maneras de expresar las relaciones con los otros significativos emergentes, que propician interpelaciones de los servicios del Estado o apropiaciones discursivas en los servicios de atención.

Para las personas participantes del estudio, sentirse miembros de una cultura Sorda implica tomar postura frente a la categoría “discapacidad” para cuestionarla. Implica también representarse como parte de una minoría lingüística que, en el caso colombiano, tiene la particularidad del reconocimiento de la lengua de señas como parte de las lenguas nativas del país. La cultura Sorda en Colombia responde a usos y costumbres propios que van más allá del uso de la lengua de señas. Cabe además considerar que, para la apropiación discursiva de la noción cultura Sorda se discutió con los participantes de la investigación los rasgos que la componen, y se llegó a la conclusión de que la teoría cultural sorda es la que mejor recoge los rasgos culturales, además, porque es el término que más circula en los grupos sordos de la ciudad de Bogotá. Dentro de estos rasgos característicos de la comunidad sorda se encuentran el concepto de sordedad o sorditud, cuya definición continúa en construcción a partir de las reflexiones subjetivas y el concepto de bienestar sordo7.

Otros significativos en la socialización de las personas sordas

Los agentes de socialización protagónicos en el caso de las personas sordas, no solo son aquellos grupos o instituciones en los que se introducen las formas de vida colectiva propias de la sociedad. Tienen que ver las agencias formales e informales que intervienen en el proceso de socialización y los agentes en los que el proceso de alternación se gesta y desarrolla. Mientras en el proceso de socialización primaria (que ocurre generalmente en los primeros años de vida) se interioriza el mundo de la realidad, se construyen las identificaciones con los otros significativos, y se adoptan roles y actitudes con referentes que se hacen propios8, en las familias de las personas sordas, por el contrario, los padres oyentes viven un proceso de resignificación. Posteriormente, en la socialización secundaria, el sujeto sordo, que interactúa con pares sordos, escuelas con alumnado sordo, agremiaciones, colectivo sordo, etc., experimentan una resignificación en la representación de su trayectoria biográfica.

En esta última oportunidad, la persona sorda identifica que hay más personas sordas, que hay apropiaciones discursivas y actitudinales propias de ser sordo y, por lo tanto, empieza a darle nuevos valores, símbolos y significaciones a sus interacciones y a su existencia. Es decir, los que hasta el momento eran sus otros significativos, generalmente, sus padres, pasan a tener un nuevo estado en su vida. Siguiendo el concepto bergeriano anteriormente señalado, ocurre una conversión o alternación a la “verdadera” cultura Sorda, se crea una abstracción progresiva que va de los roles de otros a unos más generales. Ocurre una nueva conciencia, una nueva internalización del entorno que le rodea como sujeto sordo y, en este proceso, unos otros-otros significativos se vuelven protagonistas.

En los relatos de las personas sordas participantes del estudio, se ha identificado que esos “otros-otros significativos” se vuelven protagonistas en la socialización de personas sordas, que tienen un estatus similar al de las familias (otros significativos) y que con ellas acompañan la apropiación de submundos, específicamente, el de ser sordo. Algunos de los mencionados son: “el intérprete de lengua de señas”, “los modelos lingüísticos”, “los amigos sordos”, “las agremiaciones de personas sordas”, “los médicos”, “las terapeutas”, entre otros (Historias de vida 10/CPV/F/A/ESE-R, 9/I/F/M/ESE y 7/AF/F/M/ESE-RA).

El papel protagónico de médicos, terapeutas y, en general, de los servicios de salud, dan cuenta de la influencia vigente de los paradigmas rehabilitadores en los procesos de socialización de las personas sordas en Colombia. Sin embargo, pese a su influencia en la construcción imaginaria de las familias sobre lo que implica ser sordo, las personas sordas en Bogotá han empezado a circular otra imagen diferente a la de un cuerpo necesitado de rehabilitación. En este proceso de divulgación de la cultura Sorda ha influido la presencia de personas señantes en la televisión, interpretando programas, noticias o comerciales. También ha influido la política pública de inclusión educativa, que ha colocado en las mismas aulas a niños sordos y oyentes, de los cuales se han publicado varios estudios sobre la valoración de estas iniciativas, pero que han acercado a las familias a la condición de ser sordo, aun cuando sea una interacción lejana. No se puede desconocer el papel de las agremiaciones, asociaciones y federaciones en la difusión de la cultura Sorda a través del arte, actividades comunitarias y en su papel de medio de interacción para las personas sordas en Bogotá (Historias de vida 6/CPV/I/F/A/ESE-R y 5/CPV/F/A/ESE).

Poder interactuar en escenarios donde la lengua de señas circula sin restricciones, es muy importante para las personas que participaron en el estudio, por ello resaltan el rol de las asociaciones de Bogotá para representarlos ante organismos como el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), las cuales, por su papel de mediadoras, difunden los intereses y habilidades de personas sordas que hoy representan al país en eventos internacionales (Historia de vida 5/CPV/F/A/ESE).

Estas interacciones con organismos estatales, mediadas por organizaciones, han develado la discusión vigente en la comunidad sorda sobre el papel de los intérpretes. En otros escenarios como los servicios de atención médica, psiquiátrica, psicológica, en donde la lengua de señas no puede circular del mismo modo, el rol del intérprete como otro significativo de la persona sorda, presenta algunas interpelaciones. Un adulto sordo, en su relato autobiográfico relata lo siguiente:

Asistí a una sesión de seguimiento con un psiquiatra de la EPS [Entidad Promotora de Salud], al principio no entendía lo que me quería decir, luego de un rato lo que me dijo es que tenía 10 minutos para atenderme. Me preguntó “¿cómo se siente?”, haciendo uso de mi habilidad de lectura de labios, logré comprender su pregunta. Respondí: “bien gracias”, porque en Bogotá es un formalismo responder de esa manera a esta pregunta. Pero me sorprendió cuando me dice: “me alegra que se sienta mejor, continuaremos con la misma toma de medicamento por un mes más y vuelva a pedir cita”. (Historia de vida 2/CPV/M/J/ESE-VD-RA)

El sujeto que compartió esta situación mencionaba que, siendo adulto joven sordo con habilidad en la lectura labiofacial, no consideraba pertinente asistir a la consulta con la mediación de un intérprete, entre otras cosas porque no quería que otra persona conozca de su tratamiento y tampoco consideró la compañía de sus padres, porque desconocen su episodio de depresión.

Los padres de familia de un sujeto participante en el estudio, manifestaron que, en los servicios médicos, las instituciones no han efectuado ningún ajuste razonable para la interacción con personas sordas, y la distribución de espacios les sigue pareciendo una barrera. La interrupción de la interacción entre las personas sordas y oyentes debido a un escritorio, la señalización de los lugares sin posibilidad de ser entendidas, se vuelve un factor de exclusión y de distanciamiento frente a determinados servicios. Asimismo, la interacción con los médicos psiquiatras, es insuficiente porque, desde la experiencia no se alcanza a brindar un buen servicio, por la dificultad en la comunicación, por desconocimiento de la lengua de señas y porque los tiempos de atención son cada vez más cortos y no tienen el seguimiento debido por la tardanza en la asignación de citas médicas.

En otro de los casos abordados, una familia en situación de desplazamiento, participante en el estudio, presenta algunos de los desafíos que experimentan en la interacción con los otros, que para los oyentes son los otros significativos. La familia de este caso está conformada por madre sorda, padre oyente e hijos sordos. En su narración, se presentan las dificultades que encuentran en la interacción con la gestión estatal para la obtención de subsidios: la familia buscaba el acceso a un subsidio por tener hijos sordos en edad escolar, y manifestaron que cuando buscaban empleo, la recepción del subsidio se convertía en un obstáculo, porque les sacaba de la condición de “vulnerables” inhabilitándolos para la recepción del subsidio. Por otro lado, los trámites para vinculación escolar y vinculación al sistema de salud implicaban demasiado tiempo, lo que ocasionaba que no pudieran permanecer en un empleo a tiempo completo.

Asimismo, la búsqueda de un cuidador para los niños sordos, también representó un desafío, las habilidades para que alguna persona pudiera cuidarlos implicaba el uso de la lengua de señas, y la posibilidad de contratar a alguien con estas características se hace difícil, por los costos, por la desconfianza, entre otras cosas señaladas.

Mi principal temor es dejarlos al cuidado de alguien que les pueda hacer daño y que no me lo puedan comunicar, pero que tampoco puedan usar su lengua de señas para defenderse… de todos modos el subsidio no es suficiente y se requiere de otros ingresos para suplir lo relacionado con la educación de los niños, así que nos toca terminar todas las gestiones. (Historia de vida 6/CPV/I/F/A/ESE-R)

Esta familia menciona que se sentían en un doble “estigma”: por un lado, la división entre los locales y los que llegan a Bogotá buscando condiciones de seguridad y progreso y, por otro lado, en la categoría “discapacidad”, por la condición de sordera. Es importante señalar que un estigma es:

...una relación especial entre los atributos y estereotipos, de tal manera que un atributo estigmatizador sirve para confirmar la normalidad del que no lo posee, por lo mismo, los estigmas no poseen propiedades ni buenas ni malas por sí mismos.9

En los casos señalados, el cuerpo tiene un papel protagónico. El cuerpo de una persona sorda, desde la perspectiva de los oyentes, implica una categorización que la coloca en situación de desventaja o de vulnerable según lo narrado, esta situación implica un rasgo de exclusión implícito en esta percepción. El mismo cuerpo, desde la percepción de una persona sorda, es un medio de socialización, es el agente vehiculizador de la lengua y, por lo tanto, hay ciertas reflexiones y relaciones que le otorgan las características de incluyente en el proceso de socialización. Es decir, en la cultura Sorda se invierte la idea de cuerpo, por lo que se tiene una percepción diferente del propio cuerpo.

El cuerpo como agente de socialización de las personas sordas

Es importante señalar que la etiqueta “cuerpo” es ambigua, y corre el riesgo de no ser universal, porque sobre el cuerpo actúan imaginarios y representaciones sociales10. Según Balandier -apud Le Breton10-, el cuerpo no es una naturaleza indiscutible, ininmutablemente objetivada por el conjunto de las comunidades. El cuerpo no existe en el estado natural, siempre está inserto en la trama del sentido, incluso en sus manifestaciones aparentes de rebelión, cuando se establece provisoriamente una ruptura en la transparencia de la relación física con el mundo del actor (dolor, enfermedad, comportamiento no habitual, etc.)10.

Marcel Mauss en el texto “Las técnicas del cuerpo”11, menciona que el cuerpo es un instrumento, el primero y más natural, que es modelado por el habitus cultural. Refiere que como instrumento puede ser clasificado desde diferentes ángulos. Las clasificaciones pueden ser por sexo o por edad, o por las técnicas con que se tenga relación, y que se puede clasificar según la técnica obstétrica o las técnicas de la infancia, la adolescencia y la adultez en relación con el descanso, el sueño, las actividades como caminar, correr, bailar, nadar, etc. Existen técnicas del cuidado del cuerpo como bañarse, cortarse el cabello, higienizarse; también están las técnicas asociadas al consumo como comer y beber, o las técnicas reproductivas y las del cuidado para referirse por ejemplo a los masajes.

Mauss señala que el cuerpo también puede observarse de acuerdo con las habilidades y su relación con las destrezas. Por ejemplo, las formas de transmisión pueden observarse en cómo las generaciones jóvenes aprenden los ritmos o, en el caso de las técnicas relacionadas con la religión, observar cómo se llegó a aprender yoga, o la técnica del soplo en el taoísmo, o rezar. Sin duda que estas clasificaciones pueden dar motivo a discusión, pero ¿qué sucede cuando a estas categorías para analizar el cuerpo se añade la condición de sordera? En las personas oyentes, estudiamos la interacción a partir de un factor clave como lo es la comunicación, se deduce que hay una comunicación verbal y una no verbal que se materializa a través de las posturas corporales y los gestos. Pero ¿qué sucede cuando la intención comunicativa atraviesa el canal del cuerpo?, ¿cómo estudiar estas interacciones?

Por lo tanto, estas clasificaciones dan pie a preguntarse por lo que sucede con las técnicas de la logoterapia, tan difundidas y tan afianzadas en lo teórico de varias disciplinas. La intervención mediante el logos es una técnica que atraviesa la psicología, la psiquiatría, el trabajo social y la medicina, pues de allí se deriva el diagnóstico, pero ¿qué sucede cuando el logos es insuficiente? Es posible pensar que, con la gestualidad o la mediación de un intérprete, se brinda algunas respuestas a los anteriores interrogantes, sin embargo, en el gesto hay muchos aspectos a tener en cuenta.

Partiendo de la afirmación de Le Breton “la gestualidad comprende lo que los actores hacen con su cuerpo cuando se encuentran entre sí”11, tendremos en cuenta algunos aspectos en el gesto, de manera general, como los rituales de saludo, los signos con la cabeza, el levantar una mano para pedir la palabra, estrechar la mano de alguien cuando se le saluda o cuando se le conoce, el beso en la mejilla, levantar la ceja, etc. Incluso las maneras de afirmar o negar algo que, en el oyente pueden reflejarse con el movimiento de la cabeza, de manera vertical u horizontal para significar una u otra cosa. En el caso de las personas sordas, estos signos no se usan, y la negación así como la afirmación, pasan por las manos. Para la interacción con personas sordas es importante, trascendente, la dirección de la mirada, las maneras de evitar el contacto o promoverlo, los gestos y la intención que acompañan la acción comunicativa. En la gestualidad, también hay que tener en cuenta las diferencias culturales, la dimensión espacio-temporal, la dimensión interactiva y, desde luego, la dimensión lingüística. Para las personas sordas tener en cuenta el gesto que acompaña lo signado tiene una intención enriquecida que, a primera vista, no siempre es notable, y se hace indispensable en la interacción con cualquier profesional. Asimismo, no se puede desconocer que el cuerpo inevitablemente es atravesado por los significantes culturales y él mismo se constituye en un productor de significantes en la vida social12.

Durante las entrevistas realizadas en el estudio, la observación de la postura del cuerpo, la emotividad o fuerza con que se seña, la expresión del rostro, el acompañamiento con sonido o con movimiento de los labios, entre otras cosas, daban cuenta de un entramado de significados. Es decir, en la interacción con una persona sorda hay muchos elementos que comunican y el profesional que interviene tiene la necesidad de identificar, interpretar y desarrollar retroalimentaciones con calidad. A la par de la interacción, se puede considerar el conflicto simbólico del cuerpo sordo, la resistencia entre la historia y la memoria del cuerpo discapacitado y el cuerpo sordo como comunidad, cultura y lengua12.

Las personas sordas no son un grupo homogéneo, la variedad es tan amplia como pueden ser los colores que se perciben. La forma de socializar de una persona sorda poslocutiva, es decir, que en algún momento ha hablado y oído, se distinguirá ampliamente de una persona que nunca ha escuchado su propia voz. Lo mismo ocurre entre personas sordas que tienen implante coclear de las que no lo tienen. Así, las personas sordas que han aprendido tardíamente la lengua de señas, es decir en su adultez, difieren sustancialmente de una persona que siempre ha hecho uso de ella. Estas diferencias hacen que las interacciones, aún entre las mismas personas sordas, sean diferentes. Incluso en una familia en la que hay varias personas sordas, las interacciones varían, de acuerdo con cada caso. Aun si son usuarias de lengua de señas, hay diferencias en la forma de señar intergeneracionalmente, o de acuerdo al lugar de procedencia en el mismo país, o si se tiene un nivel de escolarización alto, o si hay un buen nivel de socialización, ya que en este último caso se incorporarán un mayor número de signos en las conversaciones. Este es un factor importante a tener en cuenta en las observaciones y análisis que se puedan realizar con respecto a la socialización.

Las ciencias sociales interiorizaron de la Ilustración del siglo XVIII la dicotomía mente-cuerpo, en cuyas coordenadas el cuerpo solo puede ser estudiado por las ciencias biológicas o “de la vida”. Pese a estos discursos racionalistas, la idea del lenguaje del cuerpo poco a poco ha entrado a formar parte del paradigma de la modernidad. En la potencia del cuerpo, sin embargo, persisten rezagos de las concepciones relacionadas con los atributos de la divinidad, en tanto que el cuerpo de los humanos se puede volver corruptible, es débil, muere y tiene finitud.

El terco rechazo de las ciencias humanas y sociales a tematizar las configuraciones de corporalidad en el rango de una cuestión seria y la legitimidad del silencio de instituciones de formación como la escuela y la familia, en torno a las preguntas y del conocimiento de las relaciones de los agentes a su cuerpo, parece estar siendo replanteado hoy por el peso de la corporalidad en la vida diaria de la población.13

El trabajo reciente de Tobón et al.13 presenta, en la experiencia subjetiva del cuerpo, el marco de la sociedad occidentalizada. Esta sociedad muestra, como núcleo de las apariencias, una jerarquía que privilegia la vista y el oído; una episteme de las ciencias que sobrevalora el desarrollo tecnológico, exacerbando la importancia de la imagen y del sonido. Efecto de ello es el uso de las telecomunicaciones en la vida diaria, “la sobredosis de ofertas de consumo basada en la apología de las hiperestesias (sentidos, emociones) y la homogenización de los estilos de vida por el patrón de la modernidad urbana.

El cuerpo tiene una historia. La dimensión histórica no es un plano de la vida sin volúmenes. Nuestros cuerpos no son originalmente objetos para nosotros. Sin embargo, hay procesos perceptuales que terminan en la objetivación (como lo decía Merleau-Ponty en los años 60 y Csordas en los 90). Juego entre lo preobjetivo y lo objetivado en el interior de nuestra cultura. La objetivación es producto de un conocimiento reflexivo e ideológico, sea en forma de cristianismo colonial, ciencia biológica o cultura de consumo.1

En este orden de ideas, la reflexión sobre los procesos de socialización de sordos adultos interroga la lengua en su vehiculizante cuerpo, en relación con los agentes sociales, protagonistas en la transmisión sociocultural de las personas sordas. No se puede desconocer que la primera sensación de cuerpo se experimenta con los agentes de la socialización primaria, que generalmente implica los primeros contactos con la madre y con el padre (otros significativos) y, en general, con la familia de origen.

La familia agente de socialización de las personas sordas

Para el interaccionismo simbólico, la familia se define como:

...la específica organización que une y mantiene unidas las diferencias originarias y fundamentales del ser humano, es decir, entre los sexos (masculino y femenino) y entre las estirpes (o sea el árbol genealógico, materno y paterno) y tiene como objetivo u proyecto intrínseco la generatividad.14

El vínculo conyugal se reconoce como un eje fundamental en la familia y un dispositivo de la transmisión intergeneracional, que se media a través de un pacto. En la actualidad la sociedad lo considera como vínculo de tipo paritético. Construyen en la interacción lo que se constituirá en el sostén psicológico, afectivo y material. El vínculo fraternal contiene en sí un principio de unión, de solidaridad y de rivalidad. Siendo la familia un organismo relacional, que es capaz de tratar las diferencias, se puede establecer que la relación fraternal es un éxito del potencial diferenciador de la familia, ya que puede construir con cada hijo un vínculo específico.

El vínculo intergeneracional “es el eje vertical que une a las generaciones entre sí”15, es un vínculo jerárquico en el cual se presentan dos tipos de intercambios: el primero en la densa red de intercambios que se dan entre padres e hijos y entre la familia de origen y la nueva. El segundo, lo constituye el nivel simbólico cultural, el vínculo que une a los padres con sus antepasados, es decir, entre estirpes materna y paterna, interrogando la herencia de valores de las culturas familiares y los mitos vinculados a la rama materna y paterna del árbol genealógico. Es una red intergeneracional larga. En relación con la generatividad de la familia, la palabra clave es “generar”. La generatividad resume los caracteres de procreación, productividad y creatividad. Las familias no solo procrean, generan, dan forma humana y humanizan todo lo que de ellas se genera y todo lo que en ellas se une. De allí que la posibilidad de adopción como elemento generador sea concebida por este paradigma.

El paradigma relacional simbólico, dentro del interaccionismo simbólico, subraya lo relacional como un constitutivo en las familias, los vínculos generan a su vez nuevos vínculos, uniendo entre sí a las personas. Sin embargo, la interacción y la relación no son lo mismo. La interacción hace referencia a “la acción entre las partes”, es decir lo que está aquí y en el ahora, las comunicaciones en lo cotidiano, los intercambios. En la interacción la mirada del investigador está dirigida a lo que las personas construyen en la acción común15. En esta perspectiva, el campo semántico viene dominado por el espacio, por la co-construcción de significados y de acciones conjuntas, mientras que el tiempo es focalizado en el presente y en la secuencia. La perspectiva interactiva obliga al profesional a entrar en el mundo de la familia, y observar con atención las modalidades a través de las cuales los miembros de la familia actúan y a través de las interacciones cotidianas, construyen el significado de los eventos. Esta observación se hace de modo directo en las intervenciones con las familias.

Y, sin embargo, la familia no puede representarse como ajena o separada de la comunidad, alrededor de las familias existe una sociedad estructurada, con una red institucional con relaciones más o menos significativas. Este vínculo toma en cuenta los tipos de intercambios que realizan las generaciones familiares y las generaciones sociales. Se dan los vínculos de solidaridad y de apoyo mutuo importantes por significativos. Para el caso de las personas sordas, estas relaciones representan en primera instancia un vínculo con los profesionales de la salud con los que se interactúa, ellos de cierta manera condicionan la forma de asumirse y ver el diagnóstico que relaciona la sordera con las acciones que deben ejecutarse para la promoción de la salud. En la interacción con la comunidad se reafirma o se toma distancia de las recomendaciones y visiones emitidas por el cuerpo médico y se da paso a una propia visión familiar que, en muchas ocasiones, no es la misma visión que construye el sujeto sordo a medida que crece.

Lo que mi familia supo sobre el ser sordo, fue lo que la médica pediatra le informó, luego la fonoaudióloga, luego los terapeutas… Mi mamá supo de otra persona sorda cuando en las terapias nos encontramos con otros niños sordos… posteriormente, en la adolescencia fue cuando realmente supe lo que era ser sordo, cuando me cambiaron al colegio ICAL, allí aprendí la lengua de señas… (Historia de vida 5/CPV/F/A/ESE)

La interacción de las familias y las personas sordas con el entorno define la calidad de los aprendizajes, de las significaciones y del uso de la lengua de señas. En muchos casos las relaciones del vecindario y con el vecindario, y las participaciones con y en una iglesia determinada proporcionan un espacio para reflexionar e identificar si la información de los profesionales de la salud es totalmente acertada o no. En estos escenarios, las personas sordas generan vínculos fuertes, comparten experiencias, identifican formas alternativas de concebirse sordo en el mundo y, lo más importante, lo hacen en su lengua.

Asistimos por muchos años a la congregación que quedaba cerca a la casa, allá vimos que había reuniones para sordos, y que todo el grupo usaba la lengua de señas, por eso fue que los primeros amigos del barrio fueron de la iglesia, porque se podía comunicar en lengua de señas. Yo creo que la iglesia de los testigos de Jehová era la única en la que se podía asistir a reuniones diseñadas para personas sordas, es que era un punto de encuentro de sordos. (Historia de vida 7/AF/F/M/ESE-RA)

Particularmente, en el caso de Bogotá, estas vinculaciones presentan algunas singularidades que son presentadas en las narraciones de los informantes seleccionados. Por una parte, las narrativas permiten identificar en las Iglesias cristianas y de los Testigos de Jehová una difusión de la lengua y un interés por preparar a intérpretes de la lengua de señas, con el fin de socializar y compartir el evangelio en un lenguaje incluyente y diferencial para la población. Por otro lado, la posibilidad de liderar estos procesos, ha condicionado las interacciones que han promovido la necesidad de la formación de intérpretes de una manera profesional, secularizada y accesible. El punto de la discusión de la formación de intérpretes en Bogotá (Colombia), ha generado la creación de programas académicos de formación para intérpretes de lengua de señas, no solo a la par de cursar asignaturas para otras profesiones, generalmente pedagógicas, sino de estandarizar un pensum dedicado exclusivamente a la formación de la interpretación de la lengua de señas colombiana.

La religión como agente social: reflexiones en torno a las relaciones con el cuerpo

A pesar de la variabilidad social que configura el cuerpo, su comprensión también abarca la tensión, la naturaleza, la cultura, el deseo, la soberanía, la autonomía, la incertidumbre, lo sagrado, el ritual, el amor en su expresión de Eros-agón-Tánatos, constantes en la condición humana de historicidad, como posibles componentes de un cambio social13. La tradición católica ha heredado representaciones sociales en cuanto a la maternidad y la paternidad. Esta tradición vigente, que reproduce discursos de la dominación colonial, continúa marcando regulaciones en cuanto a lo que implica ser padre y madre en Colombia. De estas regulaciones permanecen rezagos de las etiquetas “hijo legítimo”, “hijo adoptivo”, “hijo de padres no conocidos”, etc., las cuales se discuten hoy en algunos escenarios políticos, aunque siguen siendo utilizadas por sectores que, en Colombia, se autodenominan conservadores. Son situaciones que marcan una influencia en la sociedad colombiana y, por ello, en la construcción de familia de las personas sordas.

En estas etiquetas, las personas sordas experimentan, adicionalmente, otras inscripciones, como la categoría de “interdicción”, de la cual se definió “el derecho o la privación de herencias”16. De hecho, cabe destacar que el tutelaje de personas sordas estuvo acompañado no solo por la figura institucional legal, sino que la religión impuso la compañía y tutelaje de la figura “padrino-madrina”, quienes pretendían solucionar las insolvencias de los padres, en cuanto a su función proveedora.

Tal como menciona Ramírez, cabe también recordar que, en América Latina

...desde la ocupación castellana por medios persuasivos y coactivos tales como el adoctrinamiento, que utilizó recursos pedagógicos como la iconografía, dando el poder de la imagen en un mundo que no consultaba la palabra escrita, los doctrineros, predicadores y confesores contribuyeron a delinear el modelo sacralizado de la sagrada familia, con gran resonancia de la centralidad de la figura materna inspirada en el culto mariano.17

Asimismo, la apertura de colegios católicos, en los que las monjas y sacerdotes impartían y regulaban la educación, se constituyó en un mecanismo de adoctrinamiento.

Es importante señalar que los colegios católicos y cristianos tienen una fuerte influencia de la cosmogonía logocéntrica, que permea la mirada con la que se acercan a la población sorda. La importancia del logos para los cristianos es una herencia del logos creador de la cultura hebrea, el creador nombra sus obras mediante la palabra, de tal forma que “en el principio existía el verbo y el verbo era Dios”, lo cual implica que los nombres preexisten a las cosas, o las palabras a las imágenes o a las señas.

La Iglesia católica desde 1948 hasta 1958 reguló y orientó las esferas pública y privada, de lo cual hay fuertes rezagos en la sociedad actual. La violencia por la que atravesó Colombia en el siglo XX, inauguró la erosión progresiva del poder de la Iglesia católica en ciudades como Bogotá, sobre todo, en los campos sociales, cultural y político. Estos cambios sociales dieron paso a una secularización creciente y a una modernización excluyente. En el campo cultural, “la iglesia católica perdió su poder de regulación sobre los otros espacios de creación y de circulación de las ideas”18, perdiendo poco a poco su hegemonía en el campo educativo. La secularización y la modernización, como apunta Beltrán18, han acarreado un proceso de recomposición religiosa caracterizado por el ascenso de nuevos actores religiosos y nuevas ofertas de sentido, lo que da paso a la modificación del estado de las fuerzas en el campo religioso.

Es así como se introduce en la sociedad bogotana una oferta que se contrapone a las prácticas mágicas, a la “idolatría” del catolicismo: el pentecostalismo. Así, entran en escena otros movimientos religiosos con ambiciones proselitistas, como los testigos de Jehová, los adventistas, los mormones y toda la línea protestante. “Estos movimientos privilegian el aprendizaje sistemático de un dogma y la internalización de un habitus religioso”18, por lo tanto, encuentran en las posibilidades del uso de la lengua de señas un nicho hasta ahora poco profundizado, en donde se potencializa el servicio de interpretación para personas sordas, entre otras cosas.

Con la pérdida de poder de regularización de la Iglesia católica, los medios masivos de comunicación también empiezan a hacerse cargo de la difusión de esas otras posturas. Es así como se pasa de tener la “Santa misa” de los días domingos como único escenario de lengua de señas, a ofertas televisivas más variadas para la población sorda. En el año 2012, la ley ha promovido la adaptación de closed caption y servicios de interpretación para otra parrilla de programación. Al difundirse la lengua de señas en un escenario masivo como la televisión, la aceptación y oferta de intérpretes también aumenta. Esta posibilidad de secularización “ha permitido el tránsito de una situación de monopolio religioso a una de libre competencia en el campo de las creencias”18.

Estos cambios estructurales abren la posibilidad al crecimiento de ateos, agnósticos y al grupo de los que creen en un ser superior, pero no en religiones. Se abre también la posibilidad de la diversidad en el campo religioso, conjugando nuevas espiritualidades y culturas que, para este caso, involucra aspectos de sordedad o sorditud. En estos aspectos la postura política de los sujetos ofrece aportes muy interesantes a la pluralización religiosa en la sociedad.

CONCLUSIONES

A lo largo de este artículo se han distinguido dos perspectivas respecto de la representación social de la sordedad: la del individuo oyente y la del sordo. Es decir, siguiendo algunas ideas bergerianas, la sordera se construye y son los agentes de socialización los que introducen una manera de actuar, pensar y sentir como individuo Sordo y respecto a los individuos Sordos. Si se pudieran representar las reflexiones contenidas en este artículo, hablaríamos de dos polos. En un extremo estaría la sordera como discapacidad y, en el otro, la cultura Sorda. Una y otra representación no son excluyentes, sino que representan un recorrido en la trayectoria biográfica de algunas personas sordas: la socialización implicaría la sobreposición de sus componentes que son la socialización primaria, la socialización secundaria y, dentro de esta, la resocialización.

Por lo tanto, en las historias de vida recogidas, se constata que hay personas sordas (que, ciertamente, acostumbran a ser representantes de lo que entendemos por cultura Sorda) quienes dentro de este proceso de socialización comienzan entendiendo y sintiendo la sordera como discapacidad y, en algunos casos, a medida que transitan en el proceso de socialización secundaria se produce una ruptura que se denomina alternación, y es entonces cuando las personas sordas pasan a sentirse parte de una cultura diferente a la de sus otros significativos quienes fueron los protagonistas de su socialización primaria. Esta otra cultura es la Sorda. Es decir, el individuo es capaz de construir su biografía estableciendo un antes y un después. En este mismo transitar pueden ubicarse, junto con los polos mencionados, la percepción del verbo y del cuerpo, para el caso de la religión, que potenciará la oralización (perspectiva oyente) o bien el uso de la lengua de señas (perspectiva sorda).

Los agentes de socialización que se han querido destacar en este trabajo son tres: la familia, la religión y el cuerpo, siendo definitivos en el proceso de resocialización de las personas sordas. Estos agentes acercan o alejan al individuo sordo dentro de este hipotético continuo, en el que se ubica la sordera como discapacidad en un extremo y como cultura, en el otro. Aunque el cuerpo sea un mismo agente de socialización, actúa de modo diferente si la sordera es vista como discapacidad o bien como cultura. En el primer caso, el cuerpo hace las veces de altavoz de la discapacidad pues “no oye”, del otro lado, el cuerpo actúa como potencializador de la cultura Sorda, porque es utilizado de un modo diferente, amplificando literalmente características del individuo como la clase social, el capital cultural o la identidad nacional.

De hecho, estos elementos propios de toda sociedad como son la clase social, la identificación de un país, un estilo de vida asociado a un estatus, o el acercamiento a una confesión religiosa atraviesan la construcción de “cuerpo” en las personas sordas. En el continuo entre discapacidad y cultura se coloca en el extremo de “deficiencia” al verbo y, en el otro extremo, se pone al signo. El hecho de contemplar el cuerpo de una manera determinada hace que se presenten modificaciones en la vinculación con los centros educativos, con las instituciones asistenciales y con las instituciones de atención médica (durante años, ámbitos controlados por algunas confesiones religiosas). La percepción del cuerpo sano o el cuerpo enfermo difiere en lo que para unos es un cuerpo enfermo, para otros es un cuerpo perfecto porque tiene toda la potencialidad de expresar lo que piensa, lo que siente, lo que desea y lo que cree. Como menciona Skliar:

Lo que ocurre es que tal vez haya matices de diferencias hasta aquí ignoradas o que han estado siempre ocultas. Esas formas “novedosas” de diferencia -de cuerpo, de aprendizaje, de lengua, de sexualidad, de movimiento, etc.- deben ser vistas no como un atributo o posesión de “los diferentes”, sino como la posibilidad de extender nuestra comprensión acerca de la intensidad y la extensión de las diferencias en sí mismas.19

Se constata que las diferentes religiones hacen un uso del cuerpo en las personas sordas de manera diferenciada. Así, quienes promueven la vinculación de la persona sorda, se apartan de la representación “el verbo se hizo carne, o el verbo creador”, y toman distancia de un proceso claro de exclusión. Hay algo intrínseco respecto de la confesión religiosa, que atrae a unos y pone barreras a otros. Para el caso de las religiones tradicionales, la aproximación al creyente no se hace a través del cuerpo, sino que se hace a través del verbo, lo cual dificulta la aproximación de la persona sorda: por un lado, el sujeto no se siente acogido o identificado y, por otro, los mecanismos de acogida pasan por el verbo y no por el gesto.

En definitiva, existe un vínculo entre cuerpo y religión en el continuo representado. Primero se ubica la discapacidad y el verbo. Después, en algunos casos, se transita hacia la cultura Sorda que integra cuerpo, signo y símbolo. La religión no ha estado ajena a este proceso y, específicamente, en el caso del cuerpo, no solo vehicula la comunicación para dar a conocer una idea, expresar un sentimiento o representar el propio cuerpo, sino que permite identificarse con una condición social, con un capital cultural, con unas creencias y con todo aquello que hace del individuo miembro de una sociedad.

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Recibido: 10 de Julio de 2017; Revisado: 03 de Marzo de 2018; Aprobado: 06 de Marzo de 2018

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