En el artículo de Spikyer y Gumà1, los autores analizan el efecto de la crisis económica reciente sobre la salud de las y los españoles, con la atención puesta en el nivel educativo y el estado laboral. Este artículo, cuidadosamente armado, se basa en supuestos razonables y detalla hallazgos históricos relacionados con tiempos de estrés económico y el desempleo asociado, en términos de su impacto en la salud. Retomando el trabajo de los británicos sobre las clases sociales en Gran Bretaña, el estatus -que refleja riqueza, educación y otros factores- claramente se relaciona con la salud y el bienestar globales2. Un trabajo en EEUU ha mostrado la importancia del código postal para la salud3. Aunque los autores observan lo que ocurrió con relación a la crisis económica mundial relativamente reciente de 2007/2008, y mencionan cómo afectó a España, Grecia y Portugal, también podrían haber señalado, como antecedente, el deterioro económico sufrido por la Unión Soviética y el descenso en la esperanza de vida observado, además del aumento en ciertos factores negativos como el consumo de alcohol4.
Los datos y métodos utilizados en el artículo parecen ser apropiados. En la sección sobre las características de la muestra, los autores comentan que el número de mujeres que trabajan podría deberse a la “emancipación femenina”. Aunque esto puede ser en parte verdadero, también ha sido una necesidad económica no solo en países avanzados como EEUU, sino en otras partes, en las que se ha necesitado de un segundo ingreso para mantener un estilo de vida de clase media, una situación que se ha estado sufriendo en muchos países desde el desastre económico de la última década. En países como EEUU, vemos que la mayoría de las personas que componen la fuerza de trabajo son, de hecho, mujeres5, y dado que en general las mujeres ganan menos que los hombres, continúa y se agudiza el problema del estancamiento o la reducción de los ingresos familiares debido, por un lado, a las presiones inflacionarias y, por otro, a los cambios generales en el mundo de trabajo, con empleos mal pagos que reemplazan a los de mejor remuneración, múltiples empleos de tiempo parcial que reemplazan al empleo de tiempo completo, y muchos trabajos que ofrecen poco o nada de beneficios.
Algunos de los hallazgos respecto a que el estado de salud puede haber mejorado a lo largo del tiempo, luego del periodo de mayor dificultad económica, no consideran que durante tiempos difíciles se pueden haber despedido a los trabajadores menos sanos, o que la intensificación de los requisitos laborales implique que ya no sea posible seguir el ritmo del trabajo debido a problemas de salud. Con más despidos y menos personas trabajando, el estrés físico sobre los que siguen con empleo puede aumentar, generando más lesiones por el incremento en la carga de trabajo. También podría ser que se retengan selectivamente a los trabajadores con mayores niveles de educación, que podrían tener mejor salud. Otro factor potencial, visto en EEUU, es que durante tiempos de declive económico aumenta el número de personas que se presentan para recibir beneficios de discapacidad de la seguridad social, por lo que estos pagos se utilizan como una fuente de ingresos alternativa al no tener trabajo, o no tener trabajo suficiente6. Otra área que no se puede explorar con los datos utilizados es la creciente brecha entre el sueldo promedio de los trabajadores y el sueldo promedio de los ejecutivos empresariales. Aunque hubo dificultad económica, y durante los primeros años de la crisis económica es claro que los banqueros y otros en el poder cometieron errores graves, en gran parte estos nunca fueron castigados y en muchos casos fueron premiados, mientras que los trabajadores comunes fueron quienes los sufrieron.
Hay un área adicional, no mencionada en este artículo, que debería ser de interés para emprender investigaciones similares. Cuando falta el empleo y sobran las presiones económicas, muchas veces se ve afectada la seguridad en el ámbito laboral. Puede que se postergue el mantenimiento de los equipos, se toleren prácticas inseguras que aumentan la rentabilidad, y sería interesante explorar tasas de lesiones durante tiempos económicos dificultosos entre trabajadores de ciertas industrias.
En términos generales, hay poco para criticar a este artículo, pero el trabajo sí sugiere cuestiones adicionales y temas relacionados que serían útiles en la consideración de la salud y el bienestar que se modifican por dificultades económicas.