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Scripta Mediaevalia

versión impresa ISSN 1851-8753

Scripta Mediaevalia vol.7 no.1 Mendoza jun. 2014

 

ARTÍCULOS

Ciencia y objetividad en Cayetano

Science and objectivity in Cayetano

 

Ceferino P. D. Muñoz

Ceferino P. D. Muñoz es Doctor en Filosofía, Becario del Conicet y profesor de Ética en la Universidad de Mendoza.
E-mail: ceferinomm@hotmail.com


Resumen

El presente escrito es una síntesis integradora de los principales puntos abordados en nuestra tesis doctoral en filosofía, la cual se titula: Ciencia y objetividad en Cayetano. Reconsideración de su significado en el contexto de la Filosofía Medieval y Moderna.

Palabras clave: Cayetano; Ciencia; Objetividad; Filosofía Medieval; Filosofía Moderna.

Abstract

This paper is an integrative synthesis of the principal points covered in our doctoral thesis in philosophy entitled: Science and objectivity in the thinking of Cajetan. Review of their significance in the context of medieval and modern philosophy.

Keywords: Cajetan; Science; Objectivity; Medieval Philosophy; Modern Philosophy.


Sumario:

1. Perspectiva y pertinencia del estudio
2. Objetivos e hipótesis de la investigación
3. Organización del escrito
4. Metodología empleada.

1. Perspectiva y pertinencia del estudio

La tesis que aquí presentamos se titula Ciencia y objetividad en Cayetano. Reconsideración de su significado en el contexto de la Filosofía Medieval y Moderna. La misma desarrolla una investigación en torno a dos temas que estimamos no han sido abordados hasta el momento con la suficiente hondura conceptual que requieren; nos referimos a las nociones de ciencia y de objetividad presentes en el filósofo y teólogo italiano Tomás de Vio Cayetano (1468-1534). Pensador agudo y prolífico que por siglos fue considerado el comentador por excelencia de la obra de Tomás de Aquino y cuya influencia en el tomismo en materias fundamentales y de diversa índole pervive hasta el presente.
En la tesis de marras, luego de realizar una nota bio-bibliográfica sobre Cayetano, ofrecemos un estado de la cuestión, en el cual pasamos revista por los principales tópicos y por   corrientes interpretativas (en el contexto del pensamiento tomista contemporáneo) de la figura de Tomás de Vio desarrolladas entre posiciones extremas: ¿innovador o expositor?, ¿pensador independiente y original o mero sistematizador del pensamiento del Aquinate? Allí pudimos apreciar que el principal punto de inflexión en torno a la fidelidad de Cayetano como comentador se produce a partir de mediados del siglo pasado, cuando aparece un grupo de autores que ven fuertes diferencias doctrinales entre el Doctor Común y Tomás de Vio. Se destacan, entre ellos, Cornelio Fabro,1 Armand Maurer,2 Henri de Lubac3 y ÉtienneGilson.4 Luego de sus autorizados estudios quedó más o menos claro que, allende a la gran tarea de defensa de la obra tomasiana que Cayetano llevó adelante, nuestro autor difería sustancialmente de su maestro en diversos e importantes núcleos especulativos que, en muchas ocasiones, habían llevado al tomismo por senderos ajenos a la mens tomasiana.
Con todo, desde hace muy pocos años a la fecha, algunos seguidores de la obra de Jacques Maritain han intentado rehabilitar la fidelidad del Cardenal hacia Tomás en varios de los puntos antes cuestionados; nos referimos a intelectuales norteamericanos como Ralph McInerny,5 Joshua Hochschild6 y al canadiense Lawrence Dewan7. Sin embargo, otros pensadores europeos como Bruno Pinchard,8 Franco Riva9 y Guillaume de Tanoüarn10 han continuado sosteniendo de modo convincente que Cayetano en muchos temas posee una doctrina propia que inexorablemente se aleja de la del Aquinate.
Desde esta perspectiva, el motivo primordial que nos ha llevado a realizar esta tesis es poner de relieve la actualidad que continúa teniendo el pensamiento de Cayetano y el de ahondar en los motivos que lo han conducido a diferenciarse de su maestro en la concepción de la ciencia y de la objetividad. Pues, en estos tópicos, detectamos que nuestro autor sigue siendo leído en continuidad con Tomás de Aquino, como si ambos pensadores participaran de un magisterio común.

2. Objetivos e hipótesis de la investigación

En este orden de ideas, nuestro objetivo general fue investigar en sí el pensamiento filosófico de Tomás de Vio y ponderar su originalidad y valía. Esto se hizo reconsiderando sus tesis fundamentales, a fin de revisar la disidencia que se ha generado entre reconocidos medievalistas respecto de su continuidad con el pensamiento aquiniano, o bien, su aproximación a la filosofía moderna. De acuerdo ya con los primeros progresos alcanzados en la investigación, concluimos que la noción de conocimiento y de objetividad que presenta Cayetano abreva en el escotismo. Sobre la base de esto, nuestros objetivos específicos se concentraron en cuatro puntos: primero, señalar que el Gaetano interpreta en clave objetiva la doctrina del conocimiento y de la ciencia de Tomás de Aquino. A partir de esto también pudimos mostrar, en segundo lugar, que Cayetano formula un corpus doctrinal propio en torno a su idea de ciencia y de conocimiento. En tercer término, buscamos exponer y caracterizar la doctrina cayetaniana del conocimiento objetivo y de la ciencia, desarrollando la concatenación conceptual de las nociones que intervienen en tal doctrina. Y, en cuarto lugar, pretendimos probar que el cariz objetivo que adquiere el conocer con Cayetano caracteriza a este autor como uno de los filósofos que anticipa, aunque de modo muy incipiente, una forma representacionista de abordar el conocimiento.
Teniendo por un hecho que la enseñanza del comentarista no es la misma que la de Tomás de Aquino, pudimos sostener la hipótesis de que la doctrina del Cardenal tiene motivos intrínsecos propios, y será necesario esclarecer cuáles son. A partir de esto también pudimos consignar como sub-hipótesis que: I- La división de la ciencia en Cayetano es solidaria de su noción de objeto. II- La distinción entre filosofía y teología depende también de su noción de objetividad. III- Asimismo, su noción de objeto u objetividad probablemente obedece a sus discusiones con el escotismo, y por eso ya es moderna (o al menos diferente de la sostenida clásicamente). IV- El tono objetivo que posee el conocimiento en el Cardenal podría caracterizar a este pensador como uno de los filósofos que anticipa - aunque en modo larvado - el carácter representacionista de entender el conocimiento, y también como un precursor de la ontología, cuyo objeto de estudio será la «noción abstracta» de ente en cuanto ente.

3. Organización del escrito

La investigación que presentamos se compone de una nota bio-bibliográfica, de un status quaestionis - ambos ya mencionados arriba -, del marco metodológico11 y de seis capítulos. El primero de estos capítulos pretende exponer el marco histórico-doctrinal en el cual está inserto Cayetano; nos referiremos, por un lado, al influjo del aristotelismo paduano y, por otro, al de Juan Duns Escoto y los escotistas. Aquí delineamos algunos de los postulados teóricos de dichas corrientes que creemos aparecerán luego en la mens cayetaniana. En el segundo capítulo hemos consignado lo que a nuestro criterio son algunos de los conceptos filosóficos y gnoseológicos más importantes en la doctrina de Tomás de Vio. La importancia de los mismos viene dada por la originalidad que tales nociones adquieren en la doctrina del autor y por el uso sistemático y continuado de éstas a lo largo de la opera cayetaniana. Aquí también podremos apreciar que prima facie el lenguaje de nuestro autor parece ser el mismo que el de su apreciado maestro Santo Tomás, empero cuando se analizan en detalle y se traza un parangón entre ambos, se pueden detectar profundas diferencias no sólo materiales, sino principalmente formales. Ya en el tercer capítulo del presente estudio nos introducimos de lleno en el ámbito de la objetividad que nos ofrece Tomás de Vio. Allí nos ocupamos en ubicar y desentrañar - en los mismos textos del autor - algunas de las nociones que son troncales en ese ámbito e hilarlas de modo que se patenticen sus estrechos vínculos y sus consecuentes efectos teóricos. En el capítulo cuarto centramos nuestra atención en la relación ciencia-objetividad. En tal apartado, abordamos especialmente la rigurosa y difícil terminología epistémica de Cayetano, sobre todo la que ha utilizado para fundamentar la división de las ciencias especulativas al modo aristotélico y tomista. Hacia el final de esta sección mostramos una serie de inconvenientes en torno al objeto de la metafísica que provienen del mismo planteo cayetaniano. En el capítulo quinto retomamos algunos de las problemáticas surgidas en la sección anterior; entre ellas, aquella que propone cuatro objetos de estudio en las ciencias especulativas, separando así, de modo radical, la ciencia filosófica de la teológica, cosa que nunca había ocurrido en la filosofía clásica, la cual siempre había afirmado la existencia de tres objetos de ciencia. Según nuestra interpretación, una de las posibles secuelas de esta división cuatripartita es la incomprensión de dos temáticas que no presentan mayores dificultades desde la propia mirada de Santo Tomás, a saber: las cinco vías y la demostración racional de la inmortalidad del alma. Finalmente, en el capítulo seis, nos ocupamos en las derivaciones de lo que hemos llamado conocimiento objetivo; las mismas harán las veces de conclusiones de nuestro estudio. Si bien en los capítulos precedentes fuimos esbozando en cierto sentido las mentadas derivaciones, aquí mostramos algunas de las proyecciones más actuales que adquiere el planteo de la objetividad, las cuales aún hoy siguen configurando toda una manera de entender las relaciones entre el ser y el pensar.

4. Metodología empleada

Si bien, strictu sensu, nuestro tema de estudio fue la doctrina de Cayetano en torno a las nociones de ciencia y objetividad, nos han parecido sumamente convenientes las referencias a Tomás de Aquino, toda vez que el mismo Cardenal es quien alude constantemente a su maestro para explicarlo. En este sentido, hemos utilizado los términos tomasiano y aquiniano para referir exclusivamente al pensamiento de Santo Tomás, y el término tomista para indicar los desarrollos posteriores a ese autor, sobre todo de los comentadores y otros filósofos seguidores del Aquinate.
La metodología utilizada ha sido hermenéutica, ya que se está buscando entender a Cayetano desde Cayetano mismo. Sabiendo efectivamente que nuestro autor es leído en unión con Tomás de Aquino y con Juan de Santo Tomás, es decir, como si estos filósofos fuesen parte de un todo doctrinal, parecería un hecho incontestable que en el Aquinate y en sus comentaristas se perpetúa la idea de una escuela tomista una e indivisible. Y, en consecuencia, se tendería naturalmente a creer que lo que hicieron estos pensadores en sus obras ha sido penetrar y explicitar la inteligencia de su maestro. En este contexto, se realizó un esfuerzo para inteligir qué está queriendo decir Tomás de Vio, porque sólo bien entendido este autor se podrán establecer las relaciones correctas con sus filiaciones doctrinales. Por ello, debemos dejar en claro que nuestra tarea no fue la de refutar a Cayetano - aunque en algunos tramos en donde se compara a este con Tomás hayamos debido separar resueltamente al maestro del discípulo - sino la de comprenderlo y ofrecerlo del modo más diáfano posible. Sin embargo, no estamos exentos del temor a que algunas de nuestras argumentaciones y conclusiones puedan resultar difíciles de ver y hasta sean consideradas erróneas por el lector moderno y/o posmoderno. Ante esta situación, no se nos ocurre adoptar otra posición más que aquella que sugería Gilson: «Sólo queda que el hombre que piensa que ve explique el hecho de que el otro no vea. Y esto es exactamente lo que hemos intentando hacer».12
Asimismo, hemos procurado ser lo más fieles posibles al pensamiento de Cayetano, siguiendo aquella regla investigativa que claramente señala Francisco León Florido:

«Como la unión de contenidos y estructura es preconstitutiva, hay que entender que el método de investigación debe tratar de situarse en un nivel que haga justicia tanto a las circunstancias históricas materiales como a las estructuras universales ahistóricas. En cualquier caso, el método debe respetar la complejidad orgánica de las filosofías en que se entreteje lo histórico con lo filosófico».13

Por ello, insistimos en que no pretendemos criticar a Tomás de Vio, aunque no podemos dejar de resaltar - no sin cierto pesar- aquellos puntos en los que juzgamos se distancia de Santo Tomás. Aquí nuestro método creemos que se ve refrendado por los magistrales dichos de Gilson:

«Ni la persona de Cayetano, ni la importancia de su trabajo están en discusión. Es ingenuo culpar a un hombre por haber hecho otra cosa que lo que nosotros hubiéramos preferido que hiciera, como si el historiador fuese un juez encargado de dirigir retrospectivamente el curso de la historia y de devolver los hechos a un orden que debieran haber seguido, pero que en realidad no tienen. Sin formular acusaciones se puede, sin embargo, a veces, expresar un lamento. Este mismo lamento se podrá decir que es vano, pero al menos no se dirá que es injusto porque no comporta ningún juicio».14

Además, en este estudio, se hizo uso del método histórico-genético puesto que se pretendió dirimir la continuidad o ruptura de la doctrina de Cayetano respecto de la tradición tomasiana, y su posible acercamiento al pensamiento moderno. En este sentido, localizamos y analizamos el origen y la cronología de toda una serie de nociones que tienen una fortísima presencia metafísica y gnoseológica en la obra del comentador de Gaeta. La metodología también ha sido crítica ya que se intentó mostrar cuál es el lugar que ocupa el autor en ese momento de la historia de la filosofía, y por tanto la valía de su pensamiento.
Por último, no nos queda más que desear fervientemente - a pesar de las limitaciones del presente estudio y las propias de su autor - que la lectura de la investigación aquí presentada pueda comunicar del modo más claro y preciso posible lo esencial del pensamiento cayetaniano en torno a los tópicos tratados. Dado que, en definitiva, como sostenía Kant en el Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, «en este caso el peligro no consiste en ser refutado, sino en no ser entendido».15

Notas

1 Peter Brown, El mundo en la Antigüedad tardía, Taurus, Madrid 1989, p. 83.         [ Links ]

2 Es de destacar, por su relación con nuestra  problemática, el trabajo de Díaz Martínez, acerca de la integración cultural y atención social en el monacato visigodo. En opinión de este autor: «Pacomio y Basilio inauguraron la elaboración de normas que eran tanto códigos de disciplina como de organización económica y social». Y más adelante afirma: « [...] el monacato se manifiesta como elemento esencial de esa nueva cultura en formación que se está gestando en el mundo tardoantiguo [...] como un elemento de integración cultural absolutamente eficaz».  Cfr. Pablo C. Díaz Martínez,  «Integración cultural y atención social en el monacato visigodo»,  Jornadas internacionales: Los visigodos y su mundo, Madrid, noviembre de 1990 (1998)  91-105.         [ Links ]

3 Cfr. Antonio Linage Conde, La vida cotidiana de los monjes de la Edad Media, Editorial complutense, Madrid 2007.         [ Links ]

4 José Antonio Ontalba y Ruipérez, «El baño, el lecho y el hábito en las reglas monásticas visigodas del siglo VII y en sus fuentes», Monjes y monasterios españoles: Actas del simposium (1/5-IX-1995), Campos y Fernández de Sevilla (eds.) Vol. 3, (1995) 795-814.         [ Links ]
Entre otros estudios se destaca en primer lugar el de Isabel Velázquez Soriano, «Reflexiones en torno a la formación de un Corpus Regularum de época visigoda» Antigüedad y cristianismo. XXIII  (2006), Conde Guerri, González Fernández,  Egea Vivancos (eds.) 531-568.         [ Links ]  En él se realiza un estudio acerca de  las reglas monásticas visigodas, analizando  cómo llegaron a convertirse en un corpus literario para la lectura en los monasterios. En segundo lugar mencionamos el artículo de Silvia Acerbi y Ramón Teja, «El ambiente económico y social reflejado en las reglas monásticas latinas de Italia e Hispania (Siglos VI-VII)»,  Silos: un milenio: Actas del Congreso Internacional sobre la Abadía de Santo Domingo de Silos, Vol. 2, (2003) 111-130.         [ Links ]

5 Héctor Herrera Cajas «San Benito y el Ordo  romano» Intus Legere 2 (1999) 7-19.         [ Links ]

6 Utilizaremos, para este estudio, la siguiente edición bilingüe: Cicerón, De los deberes, traducción y notas de Baldomero Estrada Morán, e introducción de Antonio Gómez Robledo, Universidad Autónoma de México, México 1948.         [ Links ]

7 Hemos consultado, en este trabajo, la edición bilingüe: Reglas Monásticas de la España Visigoda. Santos Padres Españoles II, traducción, introducciones y notas de Julio Campos Ruiz, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1971.         [ Links ] Esta sucinta presentación sintetiza aspectos fundamentales mencionados en dichas introducciones.

8 Cfr. Antonio Linage Conde, «El monacato visigótico. Hacia la benedictización». Antigüedad y Cristianismo, III (1986), p. 238.         [ Links ] Cfr. También: Isabel Velázquez Soriano, «Reflexiones en torno a la formación de un Corpus Regularum de época visigoda», Antigüedad y Cristianismo XXIII (2006)  pp. 532 y siguientes.         [ Links ]

9 Cabe aclarar que no consideraremos la Regula Communis en nuestro estudio por contener escasas disposiciones referidas a la urbanidad, poniendo el énfasis más bien en el aspecto moral.
10 Cfr. Julio Campos Ruiz, Regla de San Leandro, introducción,  pp. 145-150.         [ Links ]

11 Cfr. Ibid. p. 10, además  pp. 21 y siguientes.
12 Cfr. Ibid. p. 82.

13 Cfr. ibid. pp. 129 y siguientes.

14 Acerca del fenómeno monástico cabe aclarar que no es propio del cristianismo, sino que tuvo sus manifestaciones más conocidas en las culturas milenarias de la India, o bien entre los pueblos del Antiguo Testamento, e incluso hubo rasgos monásticos entre los filósofos clásicos de la antigüedad. El cristianismo lo hizo propio desde el momento en que fructificó la santidad en las diversas comunidades locales. Así lo expresa García M. Colombás en su comentario a la Regla de San Benito. Cfr. García M. Colombás, La Regla de San Benito, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid  2006, pp. 211 y siguientes,         [ Links ] y más detalladamente en su obra: El monacato primitivo, Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1974, pp. 11 y siguientes.         [ Links ] Cfr. también: Clifford Hugh Lawrence, El monacato medieval, Gredos, Madrid 1999. p. 16.         [ Links ]

15 Cit. por: Paul. Allard, San Basilio, Buenos Aires, Santa Catalina, 1945. p.49.         [ Links ]

16 Cabe aclarar que consultaremos la edición: San Ambrosio,  De officiis clericorum  L. III, Biblioteca Patrum eclesiaticorum latinorum selecta, Vol VIII, pars I, Lipsiae, 1839.         [ Links ]

17 Regla de San Isidoro, XIX, 484-485, p. 118.

18 San Ambrosio, De officiis clericorum L. III, Biblioteca Patrum eclesiaticorum latinorum  selecta, Vol VIII, pars I, Lipsiae, 1839. Isidore De Seville: De Ecclesiasticis Officiis, New York, The Newman Press, 2008.         [ Links ]

19 Regla de San Leandro, X, 450, p. 48.

20 Regla de San Isidoro, XII, 310-315, p. 109.

21 Ibid. XII, 325, p. 110. Antonio LINAGE CONDE, hace notar que: «Posteriormente a Benito, Isidoro introdujo en España los guantes, y Fructuoso, las camisas, autorizando además los calzoncillos como prenda ordinaria, si bien dando a entender su preferencia por la renuncia a ellos, los cuales confiesa haber concedido pensando sobre todo en los monjes sacerdotes». Cfr. op. cit. p. 144.

22 Cicerón, De los Deberes, I, XXXVI, 1, p. 117.

23 Ibid., I, XXXV,  2, p.113.

24 Regla de San Leandro, VI, 385-390, p. 44. Cfr. también: San Ambrosio, De officiis clericorum,  I, XVIII, 68, p. 48 donde se explaya sobre la verecundia.

25 Regla de San Isidoro, IX, 245-250, p. 105.

26 Regla de San Leandro, XVIII, 580, p. 56.

27 Regla de San Leandro, XIX, 595, p. 57 y  XIX, 615, p. 58.

28 Ibid.XXIV, 720, p. 65.

29 Regla de San Isidoro, IX, 245, p. 105.

30 Ibid. IX, 245, p. 105.

31 Irenee Marrou,  op.cit., p. 327.

32 Regla de San Isidoro, IX, 255, pp. 105-106

33 Ibid. IX, 255, pp. 105-106.

34 Regla de San Isidoro,  IX,  225, p. 104.

35 Plutarco, Charlas de sobremesa (Quaestiones convivales) Lib. VIII, q. Sexta, 2. p. 365. En: Obras morales y de costumbre (Moralia), IV, Gredos, Madrid  1987.         [ Links ]

36 Regla de San Isidoro, IX, 240, p. 105.

37 En relación con este aspecto de la equidad, cabe citar una disposición que confirma aquel principio aunque esta vez vinculado directamente a la jerarquía: «Quien ingresa antes al monasterio será el primero en todo grado y orden, ni hay que preguntarse si es rico o es pobre, siervo o libre, joven o viejo, rústico o instruido». Regla de Isidoro, IV, 85-90, p. 95.

38 Cicerón, Sobre la República, Lib. I, 9,14. Gredos, Madrid 1991, p. 45.         [ Links ]

39 Cicerón, De los Deberes,I, XXXVII y XXXVIII, pp. 117-121.

40 Regla de San Isidoro, XIV, 285, p. 153.

41 Ibid.III, 55, p. 93.

42 Regla de San Fructuoso, XIV, 280-285, p. 153.

43 Regla de San Leandro, VIII, 405, p. 45.

44 Ibid. XVII, 570, p. 55

45 Regla de San Leandro, I, 285, p. 38.

46 Ibid. I, 295, p. 38.

47 Regla de San Fructuoso, VIII, 205, p. 148.

48 Ibid. XIX, 380, p. 158.

49 Cicerón, De los Deberes, I, V, p. 39.

50 Este aspecto lo hemos estudiado anteriormente en relación con la concepción de la urbanidad. Para una profundización de la problemática remitimos a nuestro artículo: La influencia del De officiis de Cicerón en la historia de la urbanidad: el caso del Manual de Carreño (1853), «Boletín de la Academia Chilena de la Historia» Nº 121, (2012) 201-212.         [ Links ]

51 Antonio Camarero, La teoría eticoestética del decoro en la antigüedad,  Ediuns, Bahía Blanca 2000, p. 7.         [ Links ]

52 Cfr. Ibid. p. 8.

53 Cfr. Gonzalo Puente Ojea, Ideología e Historia del fenómeno estoico en la sociedad antigua, Siglo XXI Madrid 1995, p. 149.         [ Links ]
54 Antonio Camarero, op. cit., p. 12.

55 Cicerón, De los Deberes, I, XXVII, 1, p. 91.

56 Ibid. I, II, 3, p. 33.

57 Cicerón,  De los Deberes, I, XXVII, pp. 93-94.

58 Ibid. I, XXVII, 4, p. 93.

59 Ibid. I, XXVIII, 5, p. 97.

60 La expresión es de Gómez Robledo. Cfr. Cicerón, De los Deberes, Introducción, p. 21.

61 Ibid. I, XXVIII, 2,  p. 95

62 Ibid. I, XXVII, 4, p. 93.

63 Ibid. I, XXX, 3, p. 101.

64 Ibid. I, XXXVI, pp. 115-117. Según observa Puente Ojea, el decorum puede ser considerado como el valor eminente del hombre romano. Cfr.  Gonzalo  Puente Ojea, op. cit., p. 150.

65 Cicerón, De los Deberes, I, XXVII, 2, p. 95.

66 Ugo Quadrini, Concepto de ‘Humanitas’ en Cicerón, N Cruz, G. Grammatico, X. Ponce de León (ed.) Paideia y Humanitas, Iter, Santiago 1989. pp. 161-170. Los resaltados pertenecen al autor.

67 Cfr. Erasmo, De civilitate morum puerilium, versión bilingüe de Agustín García Calvo con edición y comentario de Julio Varela, Cide, Madrid 2006.         [ Links ] Cfr. también: Baltasar de Castiglione, El cortesano, Anvers, casa de la viuda de Martin Nutio, 1571.         [ Links ]

68 Cabe citar en este sentido los diversos textos relativos a la urbanidad que llegaron a América entre los siglos XVII y XVIII, tales como las Cartas de Lord Chesterfield o el Manual de Carreño. Cfr.   Lord Chesterfield, Cartas Completas a su hijo Felipe Stanhope, Imprenta de Alfonso Lemale, Havre 1852.         [ Links ] También: Manuel Antonio Carreño,  Compendio del manual de urbanidad y buenas maneras, Imprenta y librería del Mercurio, Valparaíso 1863.         [ Links ]

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