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Orientación y sociedad

versão On-line ISSN 1851-8893

Orientac. soc. v.3  La Plata  2002

 

CUERPO CENTRAL

La quíntuple vía: estrategias de conocimiento - estrategias de transformación

Sergio Labourdette

Investigador Principal. E-mail: labour@ciudad.com.ar
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. Argentina. 

Resumen
El trabajo establece cinco formas de intervención, estratégicamente articuladas, sobre el mundo social. Y consta de dos aproximaciones en el plano del saber y en el plano del cambio social. En la segunda, propone cinco categorías básicas: sociedad, Estado, economía, pobreza, y poder, que funcionan como ejes básicos para entender la sociedad y para orientar las modificaciones necesarias. Este modo de acercamiento a los problemas fundamentales de la sociedad se puede aplicar tanto al orden mundial como a los regionales y locales. La quíntuple vía expresa el conjunto de paquetes estratégicos que se encargan de comprender la vida social y de transformarla.

Palabras clave : Vía; Estrategia; Saber; Transformación

As cinco vias: estrategias de conhecimento - estrategias de transformação

Resumo
O trabalho estabelece cinco formas de intervenção, estrategicamente articuladas, sobre o mundo social. Consta também de duas aproximações no plano do saber e no plano da mudança social. Na segunda aproximação, propõe cinco categorias básicas: sociedade, Estado, economía, pobreza, e poder, que funcionam como eixos básicos para compreender a sociedade e para orientar as modificações necessárias. Esta forma de aproximação aos problemas fundamentais da sociedade pode se aplicar seja à ordem mundial, seja às regionais e locais. As cinco vías expressam o conjunto de pacotes estratégicos encarregados de compreender a vida social e de transformá-la.

Palavras chaves : Via; Estrategia; Saber; Transformação

A. Primera Aproximación

Los debates acerca de las vías posibles para acceder e incrementar el desarrollo socioeconómico de las naciones parecen estar empantanados en una opción de hierro. Dicha opción es: Estado o mercado. Y esto sucede tanto en el nivel político como en el económico y experto. Actualmente, también se ofrecen algunas variantes donde se combinan, en distintas proporciones, esas dos vías. Las más conocidas son la llamada "tercera vía" formulada, entre otros, por A. Giddens (1), y la "vía del 2 y medio" elaborada por A. Touraine (2). Ambas pretenden tener sus referentes políticos en A. Blair (Reino Unido) y L. Jospin (Francia) respectivamente, aunque se puedan señalar ejemplos similares en otros contextos nacionales, especialmente europeos.
No hay duda que el debate ha puesto medianamente en claro que en sucesivas etapas históricas ha predominado una vía o la otra, en una especie de movimiento pendular o cíclico, según las interpretaciones. La concepción y las políticas estatistas ocuparon buena parte del siglo XX desde la crisis del treinta o desde la Segunda Guerra Mundial hasta la década del setenta u ochenta. Tanto en el período anterior como en el posterior a dicha etapa, el predominio estuvo, en cambio, en manos del mercado y se puso en crisis la idea de Estado y, especialmente, de Estado benefactor. De todos modos, nada fue tan lineal ni excluyente. P. Krugman (3), por ejemplo, señala países desarrollados exitosamente bajo guía estatal, incluso en plena hegemonía del mercado, aunque hábilmente disimulados bajo fárrago de hechos, de ideologías cómplices y de análisis expertos.
Hoy se asisten a replanteos críticos que intentan superar los efectos no esperados ni queridos del ejercicio unilateral de cada vía. Y se ensayan otras variaciones que tratan de combinar positivamente los aciertos del mercado y del Estado, evitando sus nocivas consecuencias. Sin embargo, y pese a todos los avances y retrocesos, el eje del debate ha permanecido fijo en las cuestiones del Estado y el mercado, sin experimentar ningún significativo desplazamiento.
En este trabajo se critica el estado de la cuestión imperante. Por un lado se acepta que las discusiones han revelado una situación real e incontrastable de dominación alternada entre el mercado y el Estado. Pero por el otro lado, se sostiene que existe un reduccionismo unilateral para visualizar sintéticamente a las sociedades y, en consecuencia, a las políticas de intervención sobre las mismas. Y ese reduccionismo sobredimensiona absolutamente el problema "mercado-Estado". Y oculta significativos espacios sociales que deberían estar presentes en el centro de la discusión. Aquí conviene aclarar que no se está criticando el reduccionismo en general. Ya Popper (4), entre tantos, destacó la necesidad de este tipo de operación en las disciplinas científicas.
El problema estriba en qué clase de reducción aplicar para construir un modelo cuyos ejes reflejen la sociedad global que se quiere investigar, más allá de todas sus complejidades. Y en reconocer que los modelos de sociedad donde el mercado y el Estado totalizan sus partes constitutivas y sus opciones, son esfuerzos intelectuales insuficientes y empobrecedores.
La hipótesis que preside este trabajo sostiene que las sociedades pueden desagregarse, al menos, en cinco microsociedades relativamente autónomas. Desagregación que se corresponde con las exigencias de elaborar políticas y estrategias para las partes y para el conjunto. Estas microsociedades son: a) Estado, b) Mercado, c) Proto-desarrollo, d) Pobreza, e) Miseria. Estas partes forman, en una de sus posibles divisiones, la sociedad global y, al mismo tiempo, obedecen a ciertos principios específicos que diferencian sus modalidades. Estos principios básicos establecen las características diferenciales de las cinco partes. Y no ignoran que, al mismo tiempo, existen cruzamientos transversales basados en diferenciaciones de clase, fracciones de clase, estratos, etnias, nacionalidades, religiones y creencias, culturas e ideologías, etcétera. Según el tipo de análisis se privilegiará una u otra forma de desagregación, de acuerdo con los objetivos de conocimiento perseguidos. En este caso, la quíntuple división permitirá replantear el problema en los términos del debate señalado.
Las cinco partes, conviene aclarar, no son compartimientos estancos. Ellas están sujetas a un movimiento constante de intercambio, trasvasamiento, absorción y rechazo. Es decir, hay circulación y empantanamiento, según las situaciones y periodos históricos de cada sociedad y del mundo. Este modelo simplificado se expresa en la siguiente figura:

a) Estado

b) Mercado

c) Proto-Desarrollo

d) Pobreza

e) Miseria

Estos cinco espacios sociales existen en casi todas las sociedades, aunque algunas, generalmente llamadas tradicionales y "primitivas", pueden estar exentas del "mercado" o tener un Estado "sui generis". Las cinco microsociedades tendrán distinto tamaño y dinámica, capacidad de absorción y rechazo, ya se trate de sociedades capitalistas hiperdesarrolladas (ej. EE.UU., Japón) y socialistas-capitalistas desarrolladas (ej. Suecia), en vías de desarrollo, "emergentes", subdesarrolladas, etc. Sin embargo, como ya se dijo, casi ninguna parece poder evitar la quíntuple presencia. Ya Platón (5) reconocía este estado de cosas hace veintitantos siglos cuando hablaba de "ricos y pobres" en cada ciudad-Estado. Y hoy es posible advertirlo por doquier, pese a todas las revoluciones sociales, económicas y tecnológicas ocurridas, que parecen incrementar paradójicamente, las áreas del mercado y de la pobreza y miseria.
Como ya se dijo, cada una de estas partes obedece a un principio distinto que organiza sus propias peculiaridades. Cada principio da lugar a un repertorio de comportamientos y de ciertas características en sus respectivos mundos simbólicos.
El principio estatal señala que sus instituciones deben ocuparse de los destinos de la sociedad global y de las situaciones de cada una de sus partes. Conducción, defensa, soberanía y bien común constituyen los valores fundamentales que se desprenden de ese principio. Luego, el Estado es la microsociedad más inclusiva y abarcativa de todas pues interviene en la suerte del conjunto y de cada una de ellas, incluyéndose a sí mismo. Todo esto lo realiza bien o mal, según el tipo de Estado y las orientaciones de los grupos dominantes, pero sus funciones son irremplazables. Cuando la ideología dominante del mercado pretende invadir todo el territorio social, incluyendo al Estado, comete un error gravísimo pues, confunde sus especificidades y se mete donde no sabe, no puede y no debe.
El principio del mercado sostiene la preeminencia de la competencia, la productividad, la ganancia y la acumulación permanente. Este principio hace del mercado un formidable motor del desarrollo económico. Esta microsociedad tiene crecimiento y dinámica propia. Y su presencia beneficia al conjunto cuando produce riqueza y bienestar. Pero sus frutos son específicos a su propia esfera y sólo el Estado y una serie de organizaciones sociales pueden reequilibrar los desniveles, diseminar las concentraciones y controlar los efectos expulsores y destructivos que su funcionamiento también ocasiona. Incluso, sólo el Estado puede proveer las mejores condiciones para que el mercado prospere. Aunque esto no siempre sucede así: cuando ideologías estatistas creen que hay que combatir al mercado por sus principios egoístas y antisociales, se olvidan que hay que aprovechar su potencial y evitar sus descalabros. Esto hasta China lo ha comprendido.
El principio del "proto-desarrollo" sostiene que hay que proteger las diversas formas productivas que combinan lo tradicional con lo moderno, en distintas proporciones y según los casos. Este tipo de producción alimenta y da trabajo a diversas comunidades, aunque no se guíe por los estrictos principios del mercado. Esto lo han aprendido hasta los países hiperdesarrollados cuando defienden a sus productores agrícolas contra las demandas de libre competencia de los otros. Los países semidesarrollados cometieron el error de subestimar y abandonar sin protección estas formas productivas cuando se dejaron encandilar por la ideología del mercado. Debieron comprender que hay un área para el mercado y un área para el proto-mercado, y que ambas son necesarias e imprescindibles cuando se combinan adecuadamente. Es decir, en una visión estratégica y global, ambas pueden ser complementarias socialmente, aunque sus principios se contradigan. Esto no quiere decir que no se produzcan corrimientos y pasajes, positivos o no, entre áreas. Pero introducir principios ajenos, sin los controles y protecciones adecuadas, puede provocar catástrofes y desintegraciones sociales que terminan engrosando los sectores de la pobreza y de la miseria, como ya se ve en numerosas regiones del planeta.
Pobreza y miseria son no sólo las categorías que designan vastas poblaciones sumidas en el desamparo y en las carencias más extremas sino, también, realidades sociológicas y culturales que elaboran diversas formas de vida, protección, resguardo, producción, incluso, solaz. Los miembros de estas microsociedades construyen e inventan a diario mil y una maneras de sobrevivir en medio de las peores condiciones de vida, que no excluyen la violencia y el hambre. El principio de la pobreza, con todas sus diferenciaciones internas, sostiene la necesidad de vivir a pesar de no tener cubiertas las necesidades básicas fundamentales. El principio de la miseria organiza la supervivencia en medio de la pobreza extrema. Ambos principios, uno más agudo que otro, pero igualmente urgentes e inmediatos, contribuyen a conformar respuestas precarias, pero respuestas al fin, a las series de necesidades acuciantes y perentorias. Aquí las formas sociales de sobrevivencia se deben combinar con fuertes intervenciones del Estado y de un conjunto de organizaciones sociales de diverso tipo y objetivos. Estas microsociedades no son sólo desgranamientos de las otras dos, tienen variados orígenes y responden a principios sociológicos que deben ser tenidos en cuenta. Los planteos de aplicarles los principios del mercado y del proto mercado suelen resultar ingenuos y estúpidos, cuando no malsanos y peligrosos. Hay que introducir recursos y orientaciones pero respetando sus propias formas de vida que los han ayudado a sobrevivir ante la indiferencia o la escasa y, tantas veces, errónea intervención ajena.

Algunas conclusiones provisorias:

•  Estado y mercado no totalizan simplificadamente el mundo social.
•  Luego, las vías de intervenciones políticas y estratégicas (6) no pueden limitarse a estas dos opciones o variantes entre ellas.
•  El modelo de cinco microsociedades rescata tres olvidos y tres ocultamientos y los sitúa en un mismo plano que los otros. Nadie niega los importantes estudios sobre la pobreza y la miseria que se realizan permanentemente. De lo que se trata es de resituarlos como partes igualmente consideradas de la sociedad global.
•  El Estado recupera todos los ámbitos que caen bajo su incumbencia, incluso el suyo propio. La competencia despiadada entre Estado y mercado es absurda y obedece a ideologías maniqueas que califican a uno y descalifican al otro. En realidad, Estado y mercado pueden complementarse y beneficiarse si ambos cumplen adecuadamente sus respectivos cometidos. Lo que no siempre sucede así. Eso sí, el Estado atiende a otras micorosociedades que sólo él puede atender (siempre mejor si está complementado por organizaciones y movimientos sociales que lo acompañen). Luego, al Estado no hay que denigrarlo ni aplicarle la lógica del mercado; hay que reconstruirlo bajo sus propios principios, evitando sus tendencias burocratizantes, despilfarradoras, macrocefálicas y autoritarias.
El concepto de globalización, extraña mescolanza de elementos reales, míticos y mistificadores, que encandila a muchos políticos, economistas y expertos, sólo establece relaciones directas con el área desarrollada del mercado. Y aquí produce efectos tanto positivos como negativos según los casos específicos. El resto de las áreas permanece ajeno a estas relaciones y observa incluso con desconfianza sus intevenciones avasalladoras y, a veces, destructivas. Sin embargo, buenas políticas estatales pueden aprovechar y derivar hacia allí algunas consecuencias elegidas por su carácter benefactor y excluir otras peligrosamente desintegradoras (7). El concepto de globalización pertenece en realidad a la dupla "globalización-localización" pero esta discusión es parte de otra problemática (8).
•  La quíntuple vía es el paquete de políticas y estrategias que los gobiernos deben ensayar a través del Estado (conjuntamente con todas las variadas organizaciones y movimientos sociales) para intervenir en las cinco microsociedades, teniendo en cuenta los aspectos generales de la sociedad global como los aspectos específicos de cada una de sus partes. La "primera vía", la "segunda vía", la "tercera vía" y la "vía del 2 y medio" parecen estar atrapadas en la concepción reduccionista del Estado y el mercado. En cambio, la concepción de la quíntuple vía tal vez permita superar políticas unilaterales que han logrado algunos éxitos resonantes en algunas áreas sociales y dolorosos fracasos en otras, desgraciadamente más necesitadas. Y pueda lograr hacerse cargo de las series de problemas sociopolíticos y culturales mediante un conjunto de efectos múltiples en todos los campos.

B. Segunda Aproximación

La primera aproximación a la "quíntuple vía" trató de restituir un punto de vista superador de los habituales encuadres encerrados entre las defensas del Mercado y/o el Estado , con todas sus posibles variantes y tercerizaciones; y trató de incorporar el problema de la pobreza (con todas sus posibles nominaciones y reconceptualizaciones) como problema fundamental de la vida social, imposible de ubicar de ahora en más en segundo término. No obstante, todavía el trabajo conserva cierto predominio del reduccionismo economicista combinado con el estatista. Además, ciertos avances realizados en materia conceptual y en línea sociopolítica exigen un nuevo replanteo; estos argumentos impulsan, entonces, la realización de una nueva aproximación que corrija ciertos defectos y vacíos , y que reformule el encuadre general y específico. 

1. Pensar el mundo social

Pensar el mundo social, y la sociedad argentina en particular, es una tarea que supone afrontar una serie de dificultades que deben tomarse en consideración. Especialmente si se pretende conformar un objeto de conocimiento que sea tanto explicativo como significativo. La primera dificultad estriba en la casi inconmensurable cantidad de elementos que componen dichos mundos. Luego, es necesario hacer una serie finita. Y esto implica recortes y precisiones de acuerdo con el grado y tipo de conocimiento que se desea lograr.
La segunda dificultad radica en una opción fundamental. Para conocer ese mundo es suficiente contar con un saber de carácter cotidiano, basado preferentemente en la experiencia, y en los discursos de los propios actores sociales. O confiar mucho más en un saber sistemático, disciplinario, probado y, en lo posible, legitimado por el estatus de la cientificidad. Ante esta opción, se puede presentar una alternativa epistemológica que consiste en conectar, cruzar y amalgamar ambas opciones en una síntesis superadora. Algunas alternativas llegan tan lejos como las que proponen Prigogine, Morin y Monod, entre otros, cuando postulan una "Nueva Alianza" entre las ciencias, las humanidades, el arte, la filosofía, la religión, los mitos y todas las formas y tradiciones de pensamiento que registra la historia de la humanidad (9).
La tercera dificultad se refiere a fijar algunos límites ante el objeto de conocimiento perseguido. El concepto de sociedad es demasiado amplio y ambiguo y exige, en consecuencia, algunas precisiones. La Argentina , y en particular, la actual, impone precisar entre otras cosas, la extensión dentro de los límites temporales. La Argentina es una sociedad, como tantas otras, de "caos dominante" (10). Y se diferencia de algunas pocas denominadas de "orden dominante" (o "caos dominado"). Y esto implica el manejo de una dicotomía: caos-orden u orden-caos de manera dialéctica, contradictoria y complementaria, para designar ciertos estados que experimentan siempre las sociedades, más allá de los sistemas sociales, económicos y políticos que tengan. El estado hipercrítico actual de la sociedad argentina implica una agudización de los estados caóticos en desmedro de sus estados ordenados, con todos los peligros que estos encierran pero, al mismo tiempo, con todas las posibilidades que la situación abre a cambios y transformaciones.

2. Lograr un estatus epistemológico

Lograr un estatus epistemológico en los estudios sociales permite pensar la sociedad, la sociedad actual y la sociedad argentina actual, desde un encuadre teórico, disciplinario, interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario (que incluya los saberes de distintas tradiciones) (11), capaz de descubrir las cruciales relaciones sociales que las sustentan. Las sociedades aumentan en complejidad y confusión con el paso del tiempo. Y mientras algunas pocas, en general las más desarrolladas, logran establecer un grado mínimo de coherencia y articulación, pese a todos sus excesos y desaciertos, hay muchas otras, la inmensa mayoría, que no logran escapar al predominio de los estados caóticos y desarticulados en cuanto tendencia general. En concordancia con esto, las teorías deben seguir revisando sus interrogaciones, sus postulados y sus cadenas de hipótesis, para tratar de contener y explicar un universo social demasiado "vibrante y ruidoso" (12), que lleva siempre la delantera.
Alcanzar el estatus epistemológico en los estudios sociales dirigidos a encontrar los nexos principales del mencionado universo social en general y del argentino en particular, exige tomar una serie de decisiones de carácter teórico y estratégico. Esta serie se expone de la siguiente manera:

a) Nuevo Paradigma (13)

Algunos epistemólogos sostienen la existencia de dos paradigmas para afrontar la profusión infinita de hechos y sucesos, tanto en el plano de la naturaleza como en el plano social. Se trata de los paradigmas de "simplificación" y, más recientemente, de "complejidad". El primero es el característico de la historia del pensamiento científico moderno, desvinculado de la filosofía y la religión. Se basa en la reducción de los parámetros y de las variables al mínimo indispensable, de manera de conformar un objeto de conocimiento observable, medible, legal y predictible. Además, este paradigma sostiene que el lenguaje de la ciencia debe ser claro, sencillo, conciso y riguroso. La simplificación opera sin duda en esa dirección. No es casual la elección del lenguaje matemático como arquetípico del lenguaje científico. Galileo ya había enunciado que el libro de la naturaleza, a diferencia del libro sagrado, tiene un lenguaje específico y que éste es el de las matemáticas (14). De la misma manera, Einstein afirmó: "la nitidez extrema, la claridad, la certeza no se obtienen más que en detrimento de la integridad (15).
En las ciencias sociales, en alguna medida por imitación y subordinación, ocurrió un proceso similar. Quizá sea Galtung, entre tantos otros, uno de los mejores exponentes (no en su última época) de estas posturas. En su ya clásico trabajo "Teoría y Métodos de la Investigación Social " expone las prevenciones del paradigma ante la presencia de la filosofía en los estudios sociales. Nos dice en su prefacio: "Quien ha llegado a las ciencias sociales por el camino de las matemáticas y de las ciencias naturales puede abrigar la sensación muy intensa de que gran parte de lo que hoy se ofrece en la metodología de la ciencia social adolece de supersofisticación (...) Existe el concienzudo análisis filosófico de los fundamentos de la investigación social...Por más loables que sean estos esfuerzos , lo primero conduce fácilmente a estériles debates...y se pierde en medio de los esfuerzos por aplicar categorías filosóficas desarrolladas por gente que, a menudo, no está familiarizada con...y tiene poco o nada de constructivo que ofrecer" (16).
El segundo paradigma, en una línea opuesta, es el ya mencionado de "complejidad" y aunque tiene antecedentes en los orígenes de la ciencia moderna, se consolida en la etapa contemporánea. No deja de llamar la atención que las disputas epistemológicas entre Popper, Khun, Lakatos, Feyerabend, Stegmüller, Radnitzky y otros, han pasado por alto el problema de la complejidad. ¿Estaremos todavía, como dice Morin, en la era bárbara de las ideas? ¿O es que la complejidad presenta un problema poco menos que insoluble para la ciencia dura, acostumbrada a trabajar con un número reducido de variables? Lo cierto es que tanto Morin como Prigogine desarrollan el criterio que la ciencia debe superar el antiguo paradigma simplificador y debe poner en su lugar el de la complejidad.
No hay duda de que esto es más un proyecto que una realidad. Pero también hay indicios de una cierta búsqueda, desde algunos lugares de las ciencias duras, de modelos operativos y explicativos menos reduccionistas que los usuales. Por el contrario, a veces vemos intentos desde esas disciplinas, mediante modelos reduccionistas, de abordar problemas sociales y políticos. Matemáticamente "cierran", pero no pasan de allí. El resultado final es pobre, ingenuo e inservible. Hemos visto intentos de aplicar la "teoría matemática de las catástrofes" de Thom a problemas políticos, utilizando dos variables básicas. Paradójicamente, el modelo funciona, da un resultado, pero trivial y reduccionista.
En Morin, al menos, tenemos una concepción de la complejidad y algunas propuestas teóricas y metodológicas. El paradigma de simplificación, dice, se funda en las operaciones lógicas de reducción y disyunción. El de complejidad se apoya en los principios de distinción, conjunción e implicación (17). Morin dice que hay tres principios fundamentales para pensar la complejidad:

•  el dialógico . Este principio asocia dos términos que son, a la vez, complementarios y antagónicos;
•  el de recursividad organizada . Es el proceso de "remolino" que se produce y reproduce en cada momento. Se es productor y producto, simultáneamente. El ejemplo paradigmático es la sociedad y el individuo. Cada uno hace al otro y es producido por el otro;
•  el hologramático . Este principio se refiere a que no sólo la parte está en el todo sino que, también, el todo está en la parte. Así se pretende superar tanto el reduccionismo que sólo atiende a la parte, como el holismo que se fija únicamente en el todo.

En realidad, la formación de un paradigma de complejidad exigirá un prodigioso esfuerzo cultural y civilizatorio, es decir, una inmensa obra histórica que recién comienza. En las demás obras de Morin, especialmente los hasta ahora cuatro volúmenes de El Método, se advierte esta preocupación fundamental por la constitución de una "paradigmatología de complejidad" que se haga cargo de estas cuestiones (18).
Las ciencias sociales se caracterizan por disponer de un objeto de conocimiento particularmente complejo. Pero esto no ha tenido un abordaje teórico y metodológico consecuente. La gran selectividad de variables en la constitución de los problemas y de las hipótesis, deja tantas variables potenciales afuera, sin ningún control experimental, que nunca se sabe si los resultados obedecen al funcionamiento del grupo elegido o al del enorme conjunto abandonado. Y lo mismo sucede con los "grupos de control". Los "hechos" y los "procesos" sociales son tan complejos y están tan "construidos" por las teorías o los propósitos del investigador, entresacados de una masa inabarcable de estímulos de la realidad social, que siempre es posible encontrar los "datos" necesarios para verificar o contrastar hipótesis. Excepto en algunos tipos de investigación, muy circunscriptos y con problemas muy acotados, donde los resultados finales pueden tener cierta validez, el resto de los innumerables problemas sociales significativos quedan librados a los designios del investigador, sin posibilidad de transferencia universal.
En nuestro caso, proponemos una combinación interparadigmática. Un nuevo paradigma de "simplificación compleja", teniendo en cuenta que ambos procedimientos y concepciones, combinados, devuelven al objeto de conocimiento tanto sus ejes fundamentales como la riqueza de su constitución.
Existe un conjunto de procedimientos, verdaderos procedimientos metodológicos, que hacen al quehacer científico y a la construcción y la contrastación de teorías. Estos procedimientos no suelen estar claramente formulados y son, sin embargo, una de las claves de los progresos del conocimiento. Además, en esta clave se encuentran algunos puntos comunes entre los dos campos disciplinarios (duros y blandos) y algunas diferencias específicas que es preciso tener en cuenta. Ruelle nos dice que la física tiene por objeto explicar el mundo que nos rodea y atacar fragmentos de esa realidad. En sus palabras: "Procede mediante la idealización de dicho fragmento de realidad e intenta describirlo mediante una teoría matemática" (19). Y agrega que hay que delimitar un conjunto de fenómenos, definir operacionalmente conceptos físicos y, una vez precisado el "marco físico", escoger una teoría matemática. Luego, la teoría física se constituye cuando se establece una correspondencia entre los objetos de la teoría matemática y los conceptos físicos (20).
Es interesante remarcar qué indica Ruelle respecto de la diversidad, coherencia y uso de las teorías para hacer ciencia. Así dice: "Existen muchas teorías que cubren diversas clases de fenómenos. E incluso para dar cuenta de un mismo fenómeno dado disponemos, en general, de varias teorías diferentes...De hecho, saltar de una teoría a la otra es una parte importante del arte físico...Las teorías físicas...no tienen necesidad de ser lógicamente coherentes; deben su unidad a que describen una misma y única realidad física" (21).
Prigogine se diferencia en bastantes aspectos de Ruelle pero, no obstante, establece un conjunto de procedimientos teórico-metodológicos con importantes similitudes. Prigogine dice:

" El diálogo experimental con la naturaleza...no supone una observación pasiva, sino una práctica. Se trata de manipular, de poner en escena la realidad física hasta conferirle una proximidad máxima con respecto a una descripción teórica. Se trata de preparar el fenómeno estudiado, de purificarlo, de aislarlo hasta que se parezca a una situación ideal, físicamente irrealizable pero inteligible por excelencia, ya que encarna la hipótesis teórica que guía la manipulación " (22)

Y continúa siendo muy tajante en la relación de teoría y experiencia, especialmente frente a quienes devalúan el nivel teórico; por eso indica que a los procesos naturales se los someta a:

" ...una interrogación que no tiene sentido más que con referencia a una hipótesis...y a un conjunto de presupuestos concernientes a los comportamientos, que sería absurdo atribuir a la naturaleza ".

Y agrega:

" La experimentación interroga a la naturaleza, pero a la manera de un juez, en nombre de principios postulados. La respuesta de la naturaleza se registra con la mayor precisión, pero su pertinencia se evalúa en referencia a la realización hipotética que guía el experimento... "

A continuación refuerza esta idea del papel teórico:

" La naturaleza puede ciertamente refutar la hipótesis teórica en cuestión, pero ésta no deja por ello de constituir el patrón que mide el alcance y el sentido de la respuesta... " (23)

En las disciplinas sociales quien más avanzó en la realización de "idealizaciones" con cierto grado de complejidad, sin excesivas simplificaciones ni reduccionismos, y con resultados que todavía sirven de sostén para distintas elaboraciones teóricas o investigaciones, fue Weber. La teoría de los "tipos ideales" de Weber propuso la construcción de modelos abstractos, puros, distorsionados y arbitrariamente selectivos con un grupo de atributos que no tenían correlato directo en la realidad empírica. Pero, en cambio, estos modelos sí respondían a los propósitos de la investigación y permitían extraer selectivamente de lo real aquellos rasgos decisivos, ocultos e invisibles. Habrá que explorar las posibilidades de los "tipos ideales" a la luz de los nuevos desarrollos de las ciencias sociales.

b) Principio de selección

La segunda decisión consiste en establecer un principio de selección que tenga en cuenta lo afirmado en la decisión anterior y la necesidad de avanzar en una visión de conjunto del objeto de conocimiento. Este tipo de principio pretende limpiar el campo profusamente invadido de categorías, conceptos y palabras-trampa (24) que entorpecen una "idealización compleja y simplificada" de los problemas a afrontar. Este principio de selección se propone definir el conjunto más significativo de ejes a tener en cuenta para conocer la realidad social en las especificaciones requeridas. Y esto presupone una doble operación. La de quitar "hasta el hueso" todo el ruido, el clamor de lo impactante, los efectos de superficie; en definitiva, todo lo que pueda opacar una visión estratégica de campo, y simultáneamente, agregar un núcleo básico sin el cual es posible construir discursos parciales, sesgados, triviales y vacíos de significación e información.
El principio de selección lo que hace es quitar y poner. Se realiza mediante una severa operación crítica del estado de la cuestión en materia de teorías, investigaciones y prácticas relacionadas con el mundo social. Aquí interesa la coherencia interna, la "densidad" interpretativa, la capacidad predictiva, la amplitud y alcance de la visión estratégica, la apertura a todas las controversias, y la flexibilidad para poder intervenir en los estudios de problemas sociohistóricos más generales y más particulares.
Utilizando algunos conceptos de I. Lakatos (25) pero bajo una distinta aplicación, se puede hablar de "heurística negativa" y "heurística positiva". La negativa es la operación de pulverización sistemática en el material existente para lograr rescatar lo que nos interesa. Y sin dejar de reconocer que bajo otros encuadres hay mucho e interesante material informativo para seguir trabajando. Nada más lejos que una postura de todo o nada. Aquí se pretende abrir un original camino, con lo propio y con lo ajeno, y someterlo a la crítica y al escrutinio de todos y también, al efecto esclarecedor del tiempo, quizá el máximo decantador de los desvíos y errores.
Siempre hay una operación "reduccionista" detrás de los enfoques, aún de aquellos que buscan el máximo nivel de totalización. Las ciencias tienen especialmente que recurrir al reduccionismo para poder mejor manipular las ¿variables? que interesan a los objetos de investigación. Toda operación reduccionista es conveniente y, al mismo tiempo, peligrosa. Pues debe sacrificar mucho material que puede ser valioso; más aún, imprescindible, si está oculto bajo mantos de densidad o de trivialidad manifiesta. Además, la selección de las variables significativas está condicionada por la teoría, la preteoría, los paradigmas, los usos y costumbres y el clima cultural e intelectual (modas inclusive) de un espacio-tiempo concreto.
La noción de reduccionismo nos puede llevar por distintos caminos. Uno de ellos nos indica que "La reducción está en el núcleo del programa de la ciencia" (26). Aquí Elster realiza una operación de reducción de lo superior hacia lo inferior; en sus palabras: "La reducción adopta la forma de explicar fenómenos en un nivel de jerarquía de las ciencias en función de fenómenos de nivel inferior" (27). Popper también rescata el valor científico de la reducción y el pasaje de niveles y teorías cuyos resultados aunque fracasen abren caminos (28); también implican una reducción los mecanismos selectivos de variables que permiten el pasaje de la apariencia a la porción de realidad que se quiere conocer (29). Así nos dice: "...seleccionamos entre la infinita variedad de hechos y aspectos de los hechos, aquellos...que guardan interés porque se hallan relacionados con alguna teoría científica..." (30). Y más adelante agrega: "Lo que sí puede afirmarse es que todas las descripciones científicas de los hechos son altamente selectivas y dependen siempre de la teoría.
La heurística negativa abre paso a la heurística positiva. Aquí se concentra la atención no sólo en los restos del naufragio sino, y muy especialmente, en la elección de los centros conceptuales de mayor significación para la vida social. Es mediante nuestras elaboraciones y aprendizajes que aparecen los citados centros constituyendo el núcleo principal de las búsquedas e interrogaciones sobre el funcionamiento de la sociedad. Estos centros, verdaderos ejes conceptuales del campo de trabajo, son los que contienen la mayor energía, fuerza y vitalidad, es decir, el mayor poder, para mantener y hacer funcionar la sociedad. Y expresan los puntos neurálgicos de la gran problemática social que se instala y desarrolla en cada etapa histórica. Y esto no implica, de ninguna manera, que esos centros se encuentren en buena forma y cumplan los requisitos para los que fueron creados, o que sean capaces de resolver situaciones como las de pobreza, que fueran generadas por sus propias incompetencias. Antes bien, esos centros-ejes pueden exhibir todos los signos de decadencia y el deterioro y, aún así, demostrar por sus efectos y sus impactos, la calidad de puntos neurálgicos del mundo social.
Si algo caracteriza a la vida social es la compleja trama de sus relaciones sociales, instituciones, organizaciones, ideas y creencias, estrategias y acciones. Ese denso y complicado tejido social resulta inabarcable a toda aprehensión por más totalizadora que pretenda ser. Las disciplinas sociales, las humanidades, la filosofía, los credos, el arte y las ideologías, separadas o en originales combinaciones, acometen la tarea de explicar y/o comprender algún área o sector de esa realidad compleja o de formular un "punto de vista" que enfoque selectivamente aspectos considerados primordiales para ser conocidos, exaltados o transformados.

c) Nuevo campo

Llegados a este punto, la tercera decisión nos presenta la posibilidad de construir un campo de saber que no sólo revisitara los problemas sociales existentes desde un nuevo punto de vista sino que también descubriera nuevos problemas hasta ahora desconocidos.
Este nuevo campo está planteado como un espacio de producción de conocimientos de lo social, pero teniendo en cuenta las consideraciones epistemológicas expresadas hasta ahora y las que seguirán, y especialmente, el cuarteto básico de ejes fundamentales para encarar estas cuestiones, pues le dan una solidez, un rango y un espectro abarcativo definitorios.
La construcción de este campo reúne algunas características ya formuladas en su teoría de los campos por Bourdieu, pero se apropia también de otras que contradicen y completan un cuadro de otra manera demasiado sesgado por la ideología y el deseo. Este campo, el nuestro, tiene en la línea del citado autor, algunos puntos significativos que merecen ser tenidos en cuenta y cuya ignorancia ha logrado convertir a ciertos campos en torres de marfil. Uno de esos puntos señala que un campo es un espacio de lucha, de competencia. Luego, hay contendientes que disputan y hay también un juego de poder que las estrategias ejercen para apropiarse del capital existente. Así dentro de cada campo existe una distribución determinada del capital y hay estrategias rivales dispuestas a conservar su dominio o a producir un cambio de mano del objeto apetecible (31). Aquí se plantea también que hay tres clases más importantes de capital: material, simbólico y cultural, en tanto se refieran a bienes materiales, prestigio y estatus o saber y conocimiento, respectivamente. Luego, hay contendientes que dominan el campo y otros que quieren ingresar y cambiar la situación. Todo campo tiene un código propio que es necesario conocer para tener acceso al mismo campo y para competir en él (32).
En nuestro caso se comparten las ideas de Bourdieu al considerar los campos como espacios de lucha y de realización. Se acepta que hay uso de la estrategia, del poder y de los códigos pues coincide con nuestras elaboraciones en esos mismos temas, aunque con diferencias que luego se verán. En cambio, se considera que el concepto de capital revela un claro reduccionismo economicista, acorde con su base ideológica, y que pese a la aceptación (y la moda) que ha logrado en diversos círculos intelectuales, todavía no alcanza a reemplazar términos como realizaciones, creaciones, productos culturales, estatus, prestigio, redes sociales, etc., que están en sus mismas definiciones pero que sufren el recorte del concepto dominante. Y con esto se pierden de vista todas las otras instancias que pueden contribuir a enriquecer el campo. Además, la idea de competir y de luchar por la apropiación de capital, sea el que sea, hace de cualquier actividad creativa y productiva un "objeto de mercado" y un juego de suma-cero, que puede darse en algunas circunstancias pero no en general ni menos en todas.
Un campo de conocimiento es un espacio intelectual activo, que establece una serie de exigencias, de orientaciones, de productos teóricos y de prácticas que le den un sello. Un campo tiene sus propias estrategias, pues se constituyen de acuerdo con el punto de vista alcanzado y con los recursos humanos, culturales y epistémicos que disponen. Este campo-punto de vista que se está construyendo en el tiempo, tiene algunos elementos de su propia creación y otros elementos conformados en otros campos, pues valora el encuentro y combinación entre lo propio y lo ajeno, siempre que contribuya a lograr lo que busca, con los mecanismos que considera válidos y aptos. Y este campo considera que esa combinación da un resultado original no encontrado en otros campos afines o cercanos. Por eso respeta y valora todo lo que se produce en campos distintos y rivales cuando alcanzan el nivel de calidad suficiente, pero también defiende la posibilidad de crear originales puntos de vista que señalen y puedan descubrir aquellos aspectos inexplorados por otros campos.
Este punto de vista, teniendo en cuenta todas las consideraciones precedentes, trata de conformar un núcleo neurálgico de cinco categorías, aquellas que resisten todas las pruebas de exclusión por ausencia o debilidad y que expresan la de máxima capacidad explicativa del mundo social. Y este quinteto es un instrumento teórico para desarrollar investigaciones, producir conocimientos y encuadrar y evaluar prácticas sociales. Luego, la principal lucha de poder de este campo pasa por generar las capacidades para plantear los mejores problemas que encara en su propio horizonte. Asimismo, la lucha y proliferación de paradigmas, teorías y campos, contribuyen a abrir caminos y nuevos horizontes en la busca de nuevos problemas. De la misma manera, el juego de las disciplinas, las interdisciplinas y la transdisciplina abre mundos y establece puentes y conexiones, de otro modo imposibles de conseguir

3. Los Ejes Fundamentales 

a) Listado Previo

De acuerdo con lo formulado en la consolidación de un estatus epistemológico, y teniendo en consideración todos los soportes que aportan los puntos referidos a 1) la confluencia paradigmática, 2) el uso de un principio de selección, 3) la formulación de una teoría del campo social, se está en condiciones de encarar la elaboración y encuadre de los ejes fundamentales de la vida social. Para ello es necesario responder a un listado que ordena los requisitos que debe reunir ese conjunto. El listado es:

1. Cómo dar una visión de conjunto, sintética e inclusiva.
2. Cómo seleccionar las partes más significativas.
3. Cómo articular el conjunto de partes.
4. Cómo desarrollar la autonomía relativa de cada parte.
5. Cómo hacer interrelación activa entre partes y de partes con el todo.
6. Cómo ubicar los problemas en el juego de los ejes.
7. Cómo ubicar también los problemas en el/los ejes correspondiente/s o en sus cercanías.
8. Cómo crear un sistema teórico abierto y en expansión.
9. Cómo desarrollar el sistema teórico por crecimiento, agregación, des-agregación, sustitución y anulación, continuamente.
10. Cómo someter a evaluación, prueba, crítica (y refutación) permanente todo avance.

b) Los Ejes - Centros

De acuerdo con todo lo dicho, abordar el nivel social implica hacerse cargo de todas sus complejidades y diferenciaciones y, al mismo tiempo, realizar una operación de encuadre y una selección de dimensiones y variables, que permitan centrar la cuestión en los problemas que se quiere investigar. Si enfocamos la cuestión social en Argentina, y tenemos la conjetura de que similar enfoque podría aplicarse a la mayor parte de países que están fuera del llamado mundo desarrollado, el proceso de selección nos lleva a formular un modelo de análisis basado en cinco ejes considerados primordialmente significativos desde el punto de vista teórico y desde la experiencia y la praxis de investigación. Los cinco ejes fundamentales son:

•  Sociedad
•  Estado
•  Economía
•  Pobreza
•  Poder

Estos cinco ejes implican un proceso de selección muy severo frente al poblado horizonte de categorías que podrían describir la vida social. Las cinco categorías presentan, sin embargo, un alto grado de generalidad. Y esto implica que cada una de ellas abarca un campo amplio y heterogéneo de relaciones sociales. Es decir, cada categoría encierra un vasto espacio de clases de relaciones sociales específicas. Asimismo, esas clases (diferentes de otras) contienen series variadas de acciones y actividades que demuestran una viva heterogeneidad. Esto permite seleccionar y circunscribir material valioso y, al mismo tiempo, preservar la riqueza variada que se produce dentro de cada circunscripción. Luego, cada base categorial presenta un universo específico de actividades sociales que tiene sus propios desarrollos, subdesarrollos, crisis, rupturas, saltos hacia delante y hacia atrás.
Empero las citadas categorías o ejes fundamentales que describen no son compartimientos estancos. Ni siquiera presentan una lógica excluyente capaz de satisfacer ciertas exigencias epistemológicas de respeto por fronteras y límites celosamente guardados. Por el contrario, estos conceptos están en interrelación permanente y se solapan e invaden todo el tiempo. Sucede que selectivamente tratan de representar la vida social con todas sus superposiciones, cruces y arrastres. Y simultáneamente, expresan algunas diferenciaciones que vale la pena tomar en consideración, pese a las invasiones y anegamientos.
Es ese juego de partes distintas que intercambian continuamente sus influencias y determinaciones. Y es ese todo discurriendo en el tiempo con la dinámica específica de un juego de partes que se conectan entre sí y con el conjunto que las contiene. Es ese diálogo de todos con todos. Es esa interrelación continuada de partes y de todo, donde cada parte y todo conserva su identidad pero, al mismo tiempo, una identidad que es producto de esa interrelación. Es ese juego de partes y de todo donde éste no sólo es más que la suma de aquellas sino donde cada parte encierra en sí misma el todo. Este planteo nos recuerda la serie de principios que formulara Morin para referirse al concepto de complejidad. Desde nuestro punto de vista se nos ocurre que estos principios representan no solo la noción de complejidad sino también las ideas de multiplicidad teórica y paradigmática y de interdisciplinariedad - transdisciplinariedad. Asimismo, se corresponden con todos los posibles estados y procesos sociales que se suceden en la historia.
El modelo social de cinco ejes se presenta en el siguiente esquema:

 Estos cinco ejes y sus interrelaciones recíprocas constituyen el modelo social que sirve de base para afrontar la multiplicidad de problemas, tanto teóricos como empíricos, que surgen de la densa y compleja trama de la vida social. Este cuadro general indica que hay una base firme interpretativa y una base firme social que sustentan los cursos históricos de los acontecimientos y procesos de la vida social. Y señala, además, que cualquier problema, por urgente y específico que sea, debería tener en cuenta y debería insertarse en este cuadro general que le da mayor sentido y proporción a su propio encuadre. Siempre y cuando esta inserción no debilite la actuación específica y contribuya, en cambio, a restablecer las estratégicas interconexiones entre dicho problema y el conjunto del cual forma parte activa.
De todos modos, el modelo de cinco ejes y sus interrelaciones recíprocas no es un esquema cerrado y autosuficiente. Es producto de un aprendizaje previo y de una amplia consideración selectiva de elementos, relaciones y esquemas alternativos; pero es también un cuadro abierto cuya dinámica, al mismo tiempo que muestra una firme capacidad explicativa y comprensiva, está sometido a la prueba, ensayo y error constante. Y admite, en consecuencia, la desagregación y la agregación de ejes e interconexiones que demuestren aumentar dicha capacidad y solidez teórica y heurística.
Aplicado y en parte surgido de la vida y de la crisis argentina, el modelo revela que puede afrontar con solvencia los problemas, antiguos, reactualizados y nuevos, tanto en su estado actual como en su trayectoria histórica y en su proyección futura.
El modelo social, según el tema y el problema a analizar, altera sus jerarquías y sus articulaciones en su dinámica interna. Así es posible replantear los enfoques sobre la sociedad, el Estado, la economía, la pobreza, y el poder variando sus escalas de importancia y sus conexiones consecuentes y recíprocas.
Veamos el ejemplo argentino y latinoamericano reconstruyendo el modelo y privilegiando los ejes: sociedad y poder.

1. La construcción de la sociedad

Es el eje más abarcativo de todos. Está conformado por los miembros-agentes y sus relaciones de distinto tipo: sociales, económicas, políticas, culturales, etc., en sus aspectos tanto integrativos como disociativos. La sociedad puede verse como una amalgama de interacciones normativas, valorativas, asociativas y productivas comunes, especialmente bajo enfoques consensuales y comunitarios. Y puede verse, simultánea y/o contradictoriamente, como un tejido desgarrado de intereses y cosmovisiones que dan lugar a la dinámica conflictiva de las clases sociales, los estratos, las etnias, las razas, los credos y las organizaciones que las expresan y las representan.
En la Argentina actual, sin negar esas divergencias y concordancias antes señaladas, se presenta un proceso de dualización (33) de la sociedad que provoca cruzamientos y realineamientos novedosos en la matriz social, en gran medida similares y diferentes a otros procesos de sociedades duales. La sociedad "dual", entre tantas características distintivas, "marca" a cada parte con su sello. Y esta marca califica a ambas partes, sean ricas o pobres, y asigna responsabilidades y culpas. E implica el reconocimiento de una deuda social entre partes. Pero esta marca no termina allí. También marca al Estado, a los ciudadanos, a la economía, a la política y a la cultura.

El modelo de ejes se complejiza por dualización, desagregación y abducción:

Este esquema implica dos sociedades en una; un Estado en una sociedad y en la otra ausente; una de las dos sociedades "marcada" por la no-pobreza y otra por la pobreza; una doble economía (de mercado y social); una doble ciudadanía (pobre y no-pobre); y finalmente, un doble circuito por donde las relaciones sociales discurren y establecen dos mundos excluyentes para cada parte y, paradójicamente, incluyentes internamente. Un mundo legal, "oficial" legitimado y dominante; y un mundo empobrecido, marginal, legitimado en sus propias bases sociales; y donde se combinan lo legal y lo ilegal en proporciones acordes a la situación imperante y a un código de convivencia original que abreva tanto en las urgencias de la miseria como en las búsquedas esperanzadas de sobrevivir y cambiar. Dos mundos separados que muestran también algunos puentes y conexiones que no encuentran todavía la manera de crecer y de consolidar un proyecto unificado.
Y esto sucede en medio de agudos estados de turbulencias, caos y fragmentaciones, es decir, creciente entropía social, que aleatoriza todas las combinaciones y genera todas las alarmas. La fragmentación es un término preciso cuando exhibe el potencial explicativo del derrumbe y la dispersión caótica. Pero cuando se repite y se hace moda pierde precisión en manos de la facilidad admonitoria. La fragmentación entrópica, pese a todos los pronósticos agoreros, se cruza y choca con procesos y estrategias que muestran el nacimiento de nuevos estados organizativos y articuladores, solidarios y comunicativos, especialmente en la base social de los más castigados. Y esta es una paradoja que suele acompañar los estados caóticos más turbulentos pues también provocan insospechadas oportunidades.

2. La construcción del poder

2.1. Introducción

No sirve de nada pretender que las reflexiones filosóficas son, como alguna vez dijo el primer Wittgenstein, sólo un juego de palabras. La filosofía, de alguna manera disciplina de la interdisciplina, podría aportar un lugar de observación comprometido y veraz con los problemas de los pueblos. Especialmente con aquellos que parecen no poder encontrar o no poder elegir sus propios destinos. Las causas reales casi nunca están claramente expuestas, sumidas entre aluviones de hechos o aviesamente ocultadas. Además, distintos puntos de vista "descubren" los más diversos conjuntos de policausalidad. A esto se le suma que los análisis revelan variadas identidades en las categorías de inocentes y culpables. Sin embargo, algo emerge como la punta de un iceberg en ese mar de dificultades y es la convicción de que nada sucede que no tenga al poder de por medio, crucial o tangencialmente. Una filosofía enclavada en lo social puede sostener que el problema del poder está presente en cada uno de los procesos sociales, motorizando sus desarrollos y sus luchas, de manera expresa o subterránea. Además de la filosofía, las teorías, doctrinas e ideologías que conceptualizan el poder señalan, pese a todas sus variaciones, un reconocimiento cada vez mayor al papel que éste desempeña en la producción de los acontecimientos. Este estatus, que legitima M. Foucault, tiene sobrados antecedentes en la historia universal, especialmente en relatos, sagas y épicas antiguas y en los legados filosóficos y religiosos de culturas y civilizaciones que, las más de las veces, utilizan el concepto de poder en "estado práctico", al decir de Althusser.
Tampoco es imprescindible aventurar una definición del poder, esfuerzo que acredita más desventajas que ventajas, ya que mientras aclara un campo de reflexión, limita y oscurece las posibilidades de buscar fuera del perímetro. Por lo tanto conviene seguir a I. Prigogine cuando se abstiene de definir al "azar" pues sabe que es demasiado complejo y que se desconoce más de lo que se conoce y, para colmo, que ese desconocimiento aumenta en proporciones mayores al conocimiento. En consecuencia, propone como estrategia de conocimiento detenerse en algunas características fundamentales, sin pretender agotar el tema. Aquí se ha pensado lo mismo.

2.2. Poder y Moral

Una de esas características indica que el poder, sea lo que fuere, entraña la capacidad de hacer y deshacer, crear y destruir, obligar e inducir, mandar y liberar, dominar y emancipar. Y que estas dimensiones, entre tantas otras, son contradictorias y complementarias (Morin) a la vez. Y que están sometidas a dinámicas propias según las circunstancias histórico-sociales y el peso de sus determinaciones e indeterminaciones. De allí viene la interrogación filosófica: si el poder tiene esas capacidades ¿no será mera instrumentalidad, ajena al universo moral, tal como se lo entiende en tantas interpretaciones? Y relacionado con esto: ¿no sería el medio privilegiado del "principe" para subordinar y sujetar a los súbditos, en cualquier tipo de sociedad, incluso en aquellas institucionalmente democráticas, tal como parece desprenderse del maquiavelismo clásico y cínico? Aquí la filosofía política debe hacer un descargo al genio del florentino pues "El Príncipe" tiene varios Maquiavelo, pese a los "maquiavelistas", y tampoco es el mismo en el citado libro y en los "Discursos", sin considerar otros trabajos.
No cabe duda que esas interrogaciones llevan a sostener que el poder tiene una extraña, contradictoria e inescindible relación con la ética. y en particular, con la ética del ser, del hacer y el tener, como se ha mencionado en otro lugar. Poder y moral, instancia comunitaria de la ética, parecen en ocasiones, reforzarse mutuamente y en otras repelerse. A veces, esa relación es un alimento recíproco y a veces un obstáculo insalvable. Y esto genera otras preguntas: ¿es posible desplegar el ser sin poder? Y relacionado con esto: ¿no son el hacer y el tener dos modalidades del poder? Y en directa conexión con estas preguntas se plantea la siguiente cuestión: ¿una mala construcción de poder no puede acarrear una mutilación del ser, aun aceptando el hacer y el tener? Y en ocasiones: ¿no es posible que el hacer y el tener sean los causantes de esa mutilación? Y relacionado con esto lo siguiente: ¿no se debería centrar la estrategia en el "hacer" de la instancia moral, con el objeto de cambiar las condiciones del tener y encaminar los desarrollos de las capacidades del ser?
Este nivel de abstracción puede bajar perfectamente a la tierra para ubicar los procesos y acontecimientos sociales en términos más precisos y mejor estructurados. La crisis violenta del mundo actual y la hipercrisis de Argentina se pueden investigar mediante un discurso científico y filosófico que persiga una mejor aproximación a un material de otro modo inabordable o difícil de abordar. Estos interrogantes se refieren especialmente a la situación actual del mundo, y a la Argentina con todas sus diferencias específicas, pues estos problemas del ser, el hacer y el tener, son los grandes temas del sujeto social, del Estado, de la sociedad y de sus interrelaciones recíprocas. A continuación se puede formular la siguiente pregunta: ¿no están el Estado, el sujeto histórico y los diversos colectivos sufriendo las reducciones de sus seres, quehaceres y tenencias, en virtud de la dominación de "modelos de vida", especialmente los de "mercado dominante", que no son los que se corresponde con los anhelos y con las posibilidades reales de los pueblos que han llegado a encrucijadas cerradas, sin salida? Y otra pregunta se encadena a la anterior: ¿no está actuando el poder en esas imposiciones y dominaciones y no está exhibiendo claras muestras de debilidad cuando pierde legitimidad el Estado, los agentes y la misma sociedad?
Las respuestas a estas preguntas deben salir de investigaciones y estrategias que demuestren cuáles son los cercenamientos ocasionados por esa dominación, aunque pueda lucir también algunos éxitos indiscutibles. Y si se habla de "modelo" se debería escapar de la trampa que ofrece una exclusiva explicación económica pues esta viene envuelta en un "modelo de vida", aunque sea de carácter virtual, que abarca los niveles económicos, políticos y culturales. En cambio, hay que explicitar los modelos de vida pues estos expresan las verdaderas alternativas que cada proceso social y encrucijada plantea. Y relacionado con esto, es necesario investigar el poder de dominación simbólica y material de algunos modelos que se han impuesto en diversas latitudes, inclusive en Argentina. El "modelo de vida" es en definitiva un arquetipo construido socialmente, posible y realista. Mezcla utopías y condiciones concretas de existencia. En cambio, los modelos técnicos y matemáticos tienen lógica interna operativa. Sin embargo, todos se implican en algún lugar de la escala. Y ninguno funciona sin poder.

2.3. Poder y Otredad

El poder es siempre relación social y, en consecuencia, implica otros. El problema estriba en qué pasa con la otredad. En el poder frecuentemente el otro está subordinado. Es cuando el poder obedece a la lógica de la coerción y del autoritarismo. Aquí el otro vale en cuanto establece el vínculo desde el lado débil que da sustento al lado fuerte. No hay poder subordinador sin subordinado. En esto el otro refuerza el vínculo de la dominación. También el otro puede ser el referente virtual, no dicho, de la relación de poder. En estos casos el otro pierde la conciencia de sí, se aliena en puro reflejo especular. El mayor ocultamiento del otro consiste en negar su existencia, su ser y su actuación. Entonces el otro es el mero espejo del que manda. Esto suele suceder en las relaciones políticas, económicas, educacionales, familiares, etcétera.
El encuentro y el redescubrimiento del otro hace cambiar la clase de poder que se ejerce. El otro realiza el pasaje de "objeto de poder" hacia el de "sujeto de poder". En estas relaciones el que tiene mayor poder fomenta en el otro el desarrollo de capacidades para crear poder propio; y el que tiene menor poder va creciendo en autorreferencia y autonomía. Este planteo no niega las relaciones de autoridad, pero atiende a que exista en todos los términos una cuota de poder autorreferencial que redima las otredades cercenadas y permita aprovechar la capacidad de creación de cada uno.
El descubrimiento del otro, en cuanto sujeto histórico, hace circular el poder en espirales ascendentes. El otro se hace pleno sin quitas, haciendo y teniendo poder para sí. El "otro" también redescubre al otro, que es para sí mismo, el "uno". "Uno" y "otro", otros de otros, elaboran sin fin la propuesta de ser en sociedad, con los medios y los fines disponibles históricamente, haciendo y teniendo trabajosamente lo que puedan lograr. No queda lugar para la justificación de las injusticias, las desigualdades, las exclusiones y la pobreza. En definitiva, todas ellas son formas de negación del otro. Y a veces bordean la desaparición y la muerte de la otredad. Y no hay sociedad, excepto remedos caricaturescos de ella, sin otredad. Pues sociedad ¿con quién? Tampoco hay Estado sin otro, pues Estado ¿para quién? Y no hay sujeto histórico sin otro, pues ¿sujeto de quién? Lo sorprendente es que estas múltiples cuestiones sean reducidas a problemas de tener y el poder, con apoyo de disciplinas "duras" y ciegas, demasiado atentas a los "disciplinamientos" internos que a la mirada que rompe fronteras y se abre a otros campos. En realidad las cuestiones del tener y el poder pueden ser buenas estrategias de poder para producir, crear y distribuir mejor, siempre y cuando sean parte de estrategias mayores que les den sentido.

2.4. Confianza - Crisis de confianza

La confianza es un valor positivo que consolida las relaciones sociales, las instituciones, las estrategias y a los miembros que la actúan y las representan. Más aún, la confianza en cuanto valor social y cultural es la base de la aceptación de la "realidad" construida socialmente. No hay realidad social (Schutz), verdad (Foucault), instituciones (Castoriadis), estrategias (Labourdette) y acciones y prácticas sociales (Habermas) que no estén sustentadas en un fondo de confianza. Cuando ésta vacila y, peor aún, se desmorona, pone en tela de juicio todo o partes importantes del edificio social y, con ello, de sus instituciones, estructuras y dirigencias que pretendían tanto conducir como representar (legitimación). Y esto incluye los sistemas de admisión, reclutamiento, promoción y mantenimiento de dichas dirigencias.
Hoy está sucediendo algo completamente distinto a las recurrentes y periódicas crisis argentinas. Se está produciendo una ruptura fundamental. Uno de los aspectos cruciales de esa ruptura se encuentra en el orden de la confianza, de la fe, del credo social. Y esto le acontece al suelo existencial de la vida social, al menos a alguna de las capas que lo constituyen, pues se vuelve poco sólido y estable. Todavía no corresponde a la identidad de la nación ni a las ideas y valores de la democracia, ya bastante vapuleados durante décadas por innumerables desaciertos. Pero sí corresponde a las instituciones y a quienes las representan. Han perdido su calidad de representación tanto los dirigentes como las organizaciones que dicen expresar e interpretar ideas y valores relevantes para la sociedad. Y esto los pone en tela de juicio. Y en peligro de extinción. Hoy las instituciones formales de la democracia están siendo escudriñadas por el pueblo. Y nada resiste esa mirada cuando está despojada de afecto y confianza, pues ella descubre todos los defectos y las estratagemas.
A veces, la crisis de confianza llega a la raíz misma del sistema social. Es cuando se cuestiona el sistema de creencias, normas e ideas que legitima el orden social y jurídico, las formas de producción y distribución económica y los tipos de organización política y de concentración de poder. En Argentina, hoy, algo de esto está sucediendo. Y es cuando se consideran injustas e intolerables algunas instituciones y sus ocupantes. Los gobiernos y sus mandatarios, la justicia y en especial la Corte Suprema , el Parlamento y sus clases políticas, y, finalmente, la capacidad de las fuerzas políticas tradicionales. No es poco. Pero tampoco indica que el edificio social se cae y se ingresa en la lucha Hobbeseana de "todos contra todos". Por el contrario, la crisis de confianza se mueve en paralelo con la nueva confianza que expresa el despertar de originales formas de organizar las críticas y los rechazos, los reencuentros y las solidaridades, y los intercambios entre los "sí mismos" en una inédita otredad. El siempre "nosotros - ellos" cambia de lugar y de ocupantes, mientras se vislumbra una transformación social radical.
La desconfianza es un contra - valor de máxima importancia. Por un lado, corroe las legitimidades de diversos conjuntos institucionales y de sus ocupantes. Pero, por otro lado, desacraliza y, en consecuencia, cuestiona las tradicionales construcciones normativas y ejecutivas de la política, la economía y la cultura. Y en este interjuego la sociedad no sólo destruye sino, también, construye novedosas formas de organización y de conducción sociales.
Luego, hay una crisis de confianza en el sistema económico, en el político y en las capas dirigentes que los encarnan. Esto revela hasta que punto tienen importancia la instancia sociopsicológica que sostienen los miembros de una comunidad frente a los datos "duros" de la economía y del poder político. La confianza es un valor y no deja de estar en la base de la economía y de la política pues construye la legitimidad de sus transacciones, intercambios y aceptaciones. El rechazo que despierta la dirigencia económica y política es producto, entre otras cosas, de la desconfianza que despiertan sus actividades, su honradez y su retórica. La desconfianza rompe el sistema de representación tradicional de las dirigencias y de las organizaciones en diversos campos. De allí devienen estructuras y castas oligárquicas, parásitas, arrogantes y corruptas. De la misma manera, la confianza alimenta las nuevas formas de convivencia, organización y representación que la sociedad argentina está gestando en la base misma de la deformada pirámide social actual.

2.5. La Bifurcación del Poder

Realizar un análisis sociopolítico en Argentina, utilizando el punto de vista estratégico, exige establecer una división fundamental. Este corte de carácter analítico distingue dos planos superpuestos aunque mutuamente dependientes. a) En uno de ellos se encuentran los innumerables sucesos y acontecimientos sociales, económicos, políticos y culturales que ponen al país, día tras día en estado de incertidumbre y caos generalizado, y que revelan, al mismo tiempo una ruptura de tradiciones, de estados de la conciencia colectiva y de originales formas organizativas desconocidas hasta ahora. Y esto sucede pese a los esfuerzos y decisiones que se adoptan tanto desde el nivel gubernamental, legislativo y judicial, como desde el nivel de las organizaciones sociales establecidas con mayor o menor grado de credibilidad. b) En el otro plano se asiste al problema del poder en la Argentina y a sus interrelaciones regionales y mundiales; y especialmente, al proceso de construcción, disolución y reconstrucción del mismo.
La hipótesis que aquí se sostiene dice que el poder, en esta etapa de la vida del país, experimenta una bifurcación crucial. Siempre y cuando se considere al poder no sólo como dominación sino también como creación y liberación, en una perspectiva teórica que tiene sus antecedentes principales, aunque no únicos en M. Foucault y otros, y que se desarrolla en una serie de trabajos propios. El proceso de bifurcación del poder se refiere al momento en que el sistema social se quiebra en dos direcciones básicas (con todas sus derivaciones y subdivisiones) y ambas pugnan por prevalecer para determinar el curso y la orientación de los acontecimientos y el destino histórico de la sociedad. La bifurcación del poder, proceso del segundo plano, señala una diferenciación clave en la construcción del mismo. Y debe tenerse en cuenta que este proceso es básicamente subterráneo, y suele quedar oculto bajo una catarata de hechos, numerosos e impactantes, además sobredimensionados por la lógica comunicacional (que no excluye intereses e intensiones) de los medios gráficos, radiales y televisivos entre otros. Pero no por subterráneo y oculto este proceso deja de ser una clave de la dinámica social y la cuestión primordial que una sociedad debe resolver para elegir un destino, especialmente en tiempos cruciales.
Cada hecho social, de acuerdo con lo dicho se desdobla en dos partes mientras construye el acontecimiento. En una, crea realidad; en otra, poder. Ambas son inescindibles pues no existen una sin la otra, pero aportan a distintos planos. En algunas circunstancias históricas como es el caso de la Argentina actual, el plano del poder se bifurca y se quiebra al menos en dos direcciones. Aquí el sistema social "elige" hacia dónde se encamina. Y esto significa que, de manera conciente o inconciente, los miembros de una comunidad realizan la historia de sus relaciones sociales ante opciones fundamentales. En la encrucijada argentina actual, de un lado se está destruyendo poder tradicional en medio de una hipercrisis galopante y se está tratando de reconstruirlo con escaso éxito. Del otro lado, en cambio, se está construyendo un nuevo poder de una calidad diferente. Los mismos acontecimientos proveen insumos, paradójicamente, para uno y otro lado, algunas veces sin saberlo y sin quererlo, pues tanto corroen como recuperan y tanto construyen como disipan poder.
Lo nuevo que abre esta bifurcación del poder estriba en que una de las direcciones, la del nuevo poder, puede ocasionar la posibilidad de un salto cualitativo en el conjunto de las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales, y en consecuencia, una transformación de las estructuras de poder, de las instituciones y de las dirigencias. Si esto no sucede, es decir, si se impone la otra dirección de la bifurcación, se producirán algunos cambios inevitables pero el sistema social seguirá reproduciendo el mismo ciclo hasta la siguiente crisis de ruptura y oportunidad. Todavía nada está consolidado. Todo está en estado caótico y el estado caótico genera tanto incertidumbre, zozobra y amenazas anárquicas cuanto oportunidades de lograr cambios y autoorganizaciones imposibles de alcanzar de otro modo. Se debe repetir, el estado caótico es un estado pre-revolucionario y, al mismo tiempo destructivo. Y todo depende de lo que se haga y siembre. El deterioro general de todas las instancias sociales produjo, y produce, paradójicamente, enormes posibilidades de refundar la república. Pero nada está determinado de antemano.
El problema social en el campo del poder se expresa hoy en Argentina en todo lo que le falta al nuevo poder para alcanzar dimensiones capaces de imprimir el cambio, la transformación y el mero curso de los acontecimientos; y también, en lo que el tradicional poder debe modificar, ceder y contribuir con aportes complementarios. Sin esto, no hay nuevo Estado, instituciones, dirigencias y organizaciones de bases capaces de reformular la Argentina 

4. Final

Las cinco categorías mencionadas: sociedad, Estado, economía, pobreza y poder, conforman el cuadro general del mundo social que es imprescindible tener en consideración si se quieren ensayar estrategias de conocimiento y estrategias de transformación. Esos cinco conceptos y sus interrelaciones recíprocas albergan las instancias sociales, económicas, políticas y culturales y les dan orientación y sentido. Luego, la quíntuple vía, en una segunda aproximación, establece los paquetes de estrategias que deben hacerse cargo de los problemas a atender. La relación y secuencia "parte-todo-parte" contribuye a perfilar los objetivos, recorrer los caminos necesarios, no postergar ni olvidar los puntos cruciales y aprovechar todas las propagaciones. Hasta ahora estábamos demasiado reducidos a campos estrechos o perdidos en generalidades sin centros. Y esto abarcaba desde el reduccionismo económicista hasta la mítica globalización. Es hora de construir una matriz sociopolítica y cultural que provoque un avance en los estudios sociales y en las praxis transformadoras. El mundo, las regiones y la Argentina en particular, con excepciones que confirman la regla, nos muestran los estados críticos que parecen apoyarse en cinco ejes fundamentales, con predominios de unos a otros según los casos. Asimismo, las posibilidades de conocer y de efectuar modificaciones profundas en la espesa trama de sus relaciones sociales, nos obliga a ensayar series de estrategias que sepan adonde dirigir los esfuerzos para alcanzar los mejores impactos y los mejores resultados.

Notas

1. Giddens, A. "La tercera vía", Ed. Taurus, Madrid, 1997.

2. Touraine, A. "Cómo salir del liberalismo", Paidós, Barcelona,

3. Krugman, P. "The Myth of Asias's Miracle", en Foreing Affairs, vol. 73, Nro. 6, noviembre diciembre de 1994, págs. 62-78.

4. Popper, K. "La responsabilidad de vivir", Barcelona, Paidós, 1995.

5. Platón. Obras escogidas.

6. Labourdette, S. "Estrategia y Política, Ed. Univ. Nac. de La Plata , La Plata , 1999.

7. Labourdette, S. "Estrategia del Secreto", Grupo Editor Iberoamericano, 1999.

8. Ibidem.

9. Prigogine, I. y Stengers, I. La Nueva Alianza , Madrid, Alianza, 1983 y Monod, J. Chance and Necessity, Vintage Books, Nueva York, 1972

10. Labourdette, S. Estrategia y Política, La Plata , Universidad Nacional de La Plata , 1999.

11. Feyerabend, P. Tratado contra el método, Madrid, Tecnos, 1986 y Morin, E. El Método, IV vol., Madrid, Ed. Cátedra.

12. Gardner , M. The Ambidextrous Universe, Nueva York , Ch. Scribner's Sons.

13. El concepto de Paradigma tiene varios desarrollos. Su base está en Khun, T. La Estructura de las Revoluciones Científicas, México, F.C.E., 1962. Ver también, entre tantos: Morin, E. Paradigmatología, en El Método, op. cit, v. IV, p. 92-218.

14. Galileo, G. El Ensayador, Buenos Aires, Aguilar, 1981.

15. Einstein, A. Ideas and Opinions, Crown Pub. comp. Nueva York, 1954, p. 103

16. Galtung, J. Teoría y Métodos de la Investigación Social , Buenos Aires, EUDEBA, 1968, p. IX.

17. Morin, E. Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1994, p. 110

18. Idem , p. 87-110. También en El Método, Madrid, Ed. Cátedra, vol IV, págs. 216-256.

19. Ruelle, D. Azar y Caos, Madrid, Alianza Universidad, 1993, p.20-23

20. Idem .

21. Idem .

22. Prigogine, I. y Stengers, I. La Nueva Alianza , op. cit., págs. 45-46

23. Idem .

24. Ver Morin E. Sociología, Madrid, Tecnos, 1995, p. 144.

25. Lakatos, I. La Metodología de los Programas de Investigación Científica, Madrid, Alianza

26. Elster, J. Tuercas y Tornillos, Barcelona, Gedisa,, 1996, p. 79

27. Ibidem .

28. Popper, K. "La reducción científica y el estado incompleto esencial de la ciencia", en K. Popper "La responsabilidad de vivir", Buenos Aires, Paidos, 1995.

29. Popper, K. La sociedad abierta y sus enemigos, México, Piados, p. 422

30. Idem , p. 423

31. Bourdieu, P. Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990.

32. Bourdieu, P. La distinción, Madrid, Taurus, 1988.

33. Ver, entre tantos, O'Donnell, G. - Tokman, V., Pobreza y desigualdad en América Latina, Buenos Aires, Paidos, 1999, pags. 69-93

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Recibido: Octubre 2001
Aceptado: Febrero 2002

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