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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas  n.8 Mendoza ene./dic. 2006

 

Marcos Novaro.
Historia de la Argentina contemporánea: de Perón a Kirchner.
Buenos Aires, Edhasa, 2006.

* María Garzón Rogé
CONICET

Asusta un poco adentrarse en las líneas de la Historia de la Argentina contemporánea de Marcos Novaro: un texto que se propone indagar sobre la  historia reciente sin pelos en la lengua a la hora de profundizar los procesos y sus verdaderos orígenes y de repartir responsabilidades.

Con ánimo de explicar el presente, Novaro acude a una genealogía desde la crisis de 1929 hasta nuestros días. Abunda sobre el período de inestabilidad política y económica entre esa fecha y 1976 y sobre el fracaso democrático y el triunfo de las «soluciones drásticas» hasta el Proceso Militar.

La dictadura, como un hecho descollante entre los acontecimientos de nuestro pasado, no sólo constituye un legado a nuestro presente, sino también el punto de afluencia de un «largo ciclo de inestabilidad política, declive económico y conflictividad social». Es por esto que el trabajo se detiene minuciosamente en esta etapa.

La sistematicidad de los planes represivos, la quiebra financiera, la desindustrialización y la desarticulación productiva, el empobrecimiento y la exclusión masivos, el aislamiento internacional, la destrucción económica y ética del Estado durante el Proceso, no fueron simples obras de demonios del poder, sino que «el régimen y sus protagonistas tuvieron profundas raíces en la sociedad y en los procesos previos».

Es en este marco de comprensión que el lector se enfrenta a una realidad sin decorados. Todo lo que en el texto hay de clarificador le es, de una cierta manera, preocupante o, incluso, ofensivo.

La barbarie y la destrucción instauradas en 1976 no se presentan como el fruto de una ocurrencia aislada: cuota de responsabilidad tuvo la sociedad civil, primer golpe de Novaro.

La democratización que se inició luego del fracaso del régimen fue más el resultado de las diatribas internas de las Fuerzas Armadas y el papelón de Malvinas, que todos aplaudimos, que la victoria de las luchas de la oposición civil, segundo espejo en las narices.

Así, los mitos y lugares comunes en los que cae el relato que elegimos comúnmente para disfrazar nuestra historia, a la basura.

La moderación de Alfonsín y el monstruo de la hiperinflación, el consenso de la convertibilidad y los acuerdos de los grupos locales, la dinámica de los partidos políticos y la crisis del 2001, muchos puntos sobre los que vale detenerse a pensar con más coraje, según Novaro.

Pregunta con firmeza a los años que van de 1976 a 1983 ¿por qué fue necesario el terror para disciplinar? ¿Cuáles eran las divergencias que se establecieron dentro de las FFAA? ¿Cuál fue la injerencia de esas internas en el fracaso de un supuesto proyecto común? ¿Qué fue de los planes de refundación? ¿Por qué el Proceso quedó aislado internacionalmente de una manera tan absoluta en comparación al resto de las dictaduras latinoamericanas? ¿Por qué se derrumbó el poder militar?

Y hacia delante, ¿cuáles eran las posibilidades económicas y en materia de derechos humanos de Alfonsín? ¿Cómo y por qué resistieron los grupos autoritarios y basándose en qué elementos? ¿Qué podría haberse hecho para controlar la crisis militar durante la etapa ya democrática?

Y a los noventa exige respuestas también. ¿Quiénes fueron los aliados de Menem? ¿Cómo pudo vertebrar populismo y neoliberalismo? ¿Quién sostuvo la convertibilidad? ¿Quién quería mantenerla cuando ya estaba completamente agotada? ¿Cuál fue la importancia de las dinámicas partidarias, en especial del PJ, en la toma de esas decisiones?

Y a la crisis heredada y los intentos de sobrepasarla, ¿qué pasó con la Alianza? ¿El sistema de partidos de una democracia insulsa no es tal vez el origen de los fracasos?

Hoy pregunta ¿qué condiciones fueron necesarias para una política de shock como la devaluación? ¿Cómo se readapta el peronismo? ¿Cómo se han comportado los grupos políticos en la historia y qué puede esperarse de ellos en el futuro? ¿Es posible una verdadera gobernabilidad pluralista y democrática en la Argentina?

Nuestra historia nacional es más coherente de lo que se ha pensado. Novaro deja ver hasta qué punto existen las continuidades entre las coyunturas si indagamos sobre los procesos de fondo.

Una razón elemental impuso condiciones a partir del período trabajado: la crisis mundial de 1929 afectó directamente los pilares sobre los que se había sustentado el éxito anterior del modelo agroexportador. Este abrupto cambio del contexto internacional combinó una economía dinámica pero frágil (por el desarrollo exclusivo de los sectores tradicionales en detrimento de la industria, por la precariedad fiscal del Estado y lo acotado de sus inversiones), élites decepcionadas de la democracia (ante el reconocimiento de los nuevos actores civiles y la falta de una propuesta de integración democrática) y, tal vez en consecuencia, un sistema político crecientemente desequilibrado.

Sólo junio de 1943 vino a terminar con la lógica política del fraude, lógica que había pretendido subsanar los problemas que mencionábamos anteriormente.

De ahí en más, el fortalecimiento y ensimismamiento de las corporaciones, incluido el movimiento obrero cuya inclusión se realizó desde el Estado, fue cada vez mayor. El peronismo combinó, dice Novaro sin juzgar, «una fuerte estatización de sindicatos muy poderosos, con serias y crecientes dificultades del poder político para disciplinarlos». A la vez, la redistribución de la riqueza, propiciada gracias a la retención a las exportaciones, tendió a profundizar el conflicto. Desde 1955 en adelante se mostró hasta qué punto el problema se dirimiría más por la presión que por la cooperación de los sectores en pugna. La llamada «Revolución Libertadora» inició, en este marco, una etapa en la que se disolvió toda posibilidad de una coalición de intereses y fuerzas políticas  para sostener el capitalismo sustitutivo y, a fin de cuentas, cualquier tipo de modelo económico.

Vino así una creciente desinstitucionalización de los conflictos sociales y se evidenció el poder de veto de los sectores opuestos a cualquier gobierno. El debilitamiento del sistema político benefició nada más y nada menos que a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, ellas tampoco podrían desligar, ni lo intentaron, al Estado de su fuerte involucramiento en la economía. Y aquél siguió siendo un blanco de demandas que era incapaz de resolver.

Los sectores en pugna, de esta manera, en la Argentina, se valieron cada vez más de recursos de carácter fáctico: «la capacidad de imponerse a otros, y asignarles costos (sea a través de huelgas, suba de precios, golpes de Estado), la capacidad de evadir esos costos (más suba de precios, fuga de capitales, etcétera), y el uso, finalmente, de la violencia directa sobre los adversarios (represión o recurso a las armas por parte de fuerzas irregulares)».

En la Argentina, por derecha y por izquierda, los procesos históricos reunieron a grupos disímiles en los que se concebía que el simple cambio de actores en el poder resolvería los problemas. Esas coaliciones no comprendieron lo que la historia les depararía: una vez desaparecido el enemigo, toda claridad se esfumaría. Esto pasó no sólo en 1955 con los grupos de la Unión Democrática, sino que se extiende hasta las Fuerzas Armadas a partir de 1976, el peronismo y los partidos en general, Ezeiza y la Plaza, las convergencias pasajeras entre sectores corporativos, la Alianza en 1999 e, incluso, el movimiento incipiente que alentó las jornadas de 19 y 20 de diciembre, entre otros procesos igualmente relevantes. El Estado siempre fue visto como instrumento válido una vez pasado el emprendimiento destructivo de lo anterior.

Novaro  completa su agudo trabajo con un suficiente análisis desde lo económico en la mayor parte del período. Sin embargo, llegado el final del texto el autor no se aventura en lo que respecta a la política económica del gobierno de Néstor Kirchner, lo que sin duda, deja incompleto el análisis. Dibuja un panorama con criterios difusos, más propios de un atento periodista que de un nutrido historiador.

A pesar de elogiar en la Presentación la necesidad y la posibilidad de trabajar desde la historiografía incluyendo los procesos actuales, su texto no muestra la misma lucidez analítica en el último capítulo que en los anteriores.

Pero se comprende esta insuficiencia aunque creemos que el lector debe enfrentar el último período con una intentio lectoris diferente. Será, tal vez y a pesar de sus declaraciones, que de destruir decorados y toparse nuevos espejos en las narices, el autor prefiere no indagar demasiado sobre los temas y las coyunturas de las que aún no se deja de relatar en los informativos y el café de cada mañana.

* La autora
Mariana Garzón Rogé es Licenciada en Comunicación Social egresada en 2006 de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo. Realizó un año del Diploma de la École de Hautes Études en Sciences Sociales en París, especializándose en Semántica Lingüística y Análisis del Discurso Político. Ya en Mendoza, su tesis de licenciatura se ocupó de la escena de enunciación peronista en el discurso de Néstor Kirchner. Se ha dedicado a la docencia en el nivel medio y terciario. Actualmente, es alumna del Doctorado Interuniversitario en Historia de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y comienza su etapa como becaria de CONICET. Su proyecto de trabajo, bajo la dirección de la Dra. Beatriz Bragoni, versa sobre los orígenes y la formación del peronismo en Mendoza, 1943-1955.

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