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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versão On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas v.10 n.1 Mendoza jan./jun. 2008

 

ARTÍCULOS

Las guerras culturales en torno a la globalización

The Cultural Wars Around Globalization

Israel Sanmartín*
Universidad de Santiago de Compostela

Resumen
En este trabajo estudiaremos dos de los "pensamientos únicos" que ha generado la globalización/altermundialización. Por un lado, el surgido como consecuencia de la interacción entre la Nueva Derecha y el neoconservadurismo, y por otro lado, el acontecido al amparo de los movimientos altermundistas. El objetivo de este análisis es concluir en la necesidad de planteamientos e ideas más contingentes, plurales, complejas y en continuo diálogo, en definitiva, en el abandono de los llamados pensamientos únicos, y en la necesidad de la interacción entre historia/acontecimientos y teoría/ideas.

Palabras clave: Globalización; Altermundismo; Pensamiento único; Guerras culturales; Nueva Derecha; Neoconservadurismo.

Abstract
In this article we will study two of the "pensées uniques" that the globalization/altermundialism has generated. On the one hand, one thought as a result of the interaction between the New Right and neoconservadurismo, and on the other hand occurred under protection of the movements altermundists. The objective of this analysis is to conclude in the necessity of expositions and more contingent, plural, complex ideas and in continuous dialogue, and the necessity of the interaction between history/events and theory/ideas.

Key words: Globalization; Altermundism; Pensée unique; Cultural Wars; New Right; Neoconservadurism.

1. El "pensamiento único" liberal

A continuación veremos cómo se ha llegado a la conceptualización del "pensamiento único" que se ha desarrollado al calor de las grandes potencias y las instituciones internacionales que pilotean la globalización. Para ello expondremos las ideas de la llamada Nueva derecha y su apareamiento con el neoconservadurismo, que dio lugar al llamado "pensamiento único" liberal.

1.1. La Nueva derecha

Bajo el apelativo Nueva derecha (o neoliberalismo) se suelen designar las opciones políticas conservadoras que han servido para sustentar los gobiernos de Reagan y Thatcher. Se suele asociar a la idea que busca la transformación provocada por la expansión de los mercados (Giddens, A. 1994, 17-20) y el triunfo de la economía sobre la política. La Nueva derecha contiene una cierta contradicción. Por un lado elimina la tradición como consecuencia del impulso de las fuerzas de mercado, pero por otro se vincula con el conservadurismo1 en la persistencia de la tradición en las áreas de la nación, la religión y la familia.

La Nueva derecha manifiesta diferentes acepciones dependiendo del país y de su relación con el conservadurismo. En Estados Unidos, debido a la tan citada excepcionalidad norteamericana proporcionada por la ausencia de un gran partido socialista, la derecha se ha fraguado en una ausencia relativa del denominado "viejo conservadurismo" (Giddens, A. 1994, 32), el cual implica la defensa de la jerarquía, la aristocracia, la prioridad del colectivo o el Estado sobre el individuo, y la importancia de lo sagrado2. Por el contrario, la Nueva derecha en Gran Bretaña tiene mucho interés en reivindicar la continuidad con las tradiciones y la jerarquía, es decir, con ese "viejo conservadurismo".

A pesar de las diferencias, hay puntos de vista comunes para la Nueva derecha3 de Estados Unidos y el Reino Unido. Para empezar, tienen su origen intelectual en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en los textos de Friedrich Hayek, especialmente en el libro The Road to Serfdom (1994)4. El nacimiento de este pensamiento constituyó una reacción contra el Partido Laborista inglés y el New Deal norteamericano, es decir, una oposición teórica primero (con estos autores) y política después (con Thatcher y Reagan)5 contra el Estado intervencionista y de bienestar. La Nueva derecha sostiene que el centro de la civilización moderna es el mercado y cree en el individualismo económico y en el contexto del Estado mínimo como pivotes fundamentales en el desarrollo de la democracia, donde el orden de la sociedad surge de la coordinación espontánea e inintencionada de muchos individuos que actúan por motivos propios.

De una forma más sintética, el ideario de la Nueva derecha se puede reducir a cinco puntos (Macridis, R y Hulliung, M. 1998, 111):

1) El actor principal en la sociedad es el individuo. De tal modo, la maximización del bienestar individual es la fuerza conductora de la economía. Por otro lado, la demanda de los consumidores determina la oferta de bienes y la inventiva de los empresarios los proporciona.

2) El mercado libre es el sistema más fiable y flexible para regular la oferta y la demanda a través del mecanismo de precios.

3) El "cambio" (utilizado en ocasiones como "progreso") se puede producir por medio de la dinámica del esfuerzo individual, la competencia y la actividad empresarial.

4) El individuo es también un hombre moral con una conciencia, voluntad y razón. Frenar los esfuerzos económicos de los individuos sería minar seriamente sus otras libertades y privarles de su derecho a desarrollar sus propias vidas según su mejor juicio individual.

5) El Estado debe permanecer fuera del mercado.

Desde un punto de vista terminológico, es preciso no confundir la Nueva derecha con el neoconservadurismo. El neoconservadurismo se diferencia de la Nueva derecha en que es más sociológico que filosófico, y sus focos de crecimiento estuvieron en Alemania y Estados Unidos, y no en Inglaterra (Giddens, A. 1994, 38). Ambos se dieron la mano desde los años 70 para conseguir influencia en las universidades y lograr el poder político. En ese sentido, la posición de intelectuales como Fukuyama es el resultado de la unión entre el neoconservadurismo y la Nueva derecha

Volviendo a la Nueva derecha, es preciso señalar que tuvo sus núcleos más relevantes en Estados Unidos y el Reino Unido, aunque existieron dos casos muy peculiares: el excepcional experimento neozelandés a mediados de los años 80 y la oscura Nouvelle Droite francesa, que para algunos autores como Oliet Palá (1994, 397-398) fue más una tendencia intelectual de renovación político-filosófica que estrictamente política en su sentido más práctico.

Todo lo que hemos desarrollado hasta aquí cambió a partir del año 2000. En Estados Unidos ganó las elecciones George W. Bush Jr, el hijo del ex-presidente Bush, que reformuló la "Nueva derecha" denominándola "conservadurismo compasivo"6, al mismo tiempo que Berlusconi llegó al poder en Italia. En este escenario se produjeron los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando unos fundamentalistas islámicos estrellaron varios aviones contra los torres gemelas de New York y contra el Pentágono. A partir de ahí todo varió. Los EE.UU iniciaron una ofensiva militar internacional unilateral, sin tener en cuenta a la ONU, con el apoyo del Reino Unido, España, Italia y Australia, que ejercieron de "núcleo duro" de una nueva alineación internacional en favor de EE.UU. Ese grupo de países apoyó tanto la invasión de Afganistán como la de Irak; episodios que provocaron manifestaciones de rechazo a nivel mundial y la continuación de la violencia, con nuevos crímenes fundamentalistas en el sudeste asiático y en España. Precisamente este último país cambió de gobierno en 2003 y el nuevo gobierno socialista lideró la retirada de los apoyos a EE.UU, promoviendo la vuelta a la multilateralidad con un programa denominado la "Alianza de Civilizaciones". Esto supuso otro giro hacia la izquierda en Europa, que se vio acompañado por la llegada al poder de partidos progresistas en Brasil, Venezuela, Argentina, Uruguay y Bolivia, que representan una nueva esperanza para el continente americano. Dicho de otra forma, se estaba fraguando el gran rechazo hacia la Nueva derecha.

1.2. El neoconservadurismo

El neoconservadurismo fue la tendencia intelectual que hizo posible que se diera a conocer el pensamiento único. Introdujo en la Nueva derecha un sentimiento beligerante y nacionalista en política exterior e intentó reafirmar o retomar toda una serie de conceptos morales y éticos en cuestiones culturales y de educación, además de subrayar el anticomunismo estadounidense (aunque consideraron en su justa medida los cambios que venían sucediéndose en Rusia). Estas ideas neoconservadoras, junto con los programas sociales y de política interior neoliberales, dieron "cuerpo" al pensamiento de esa Nueva derecha. Pero aunque hayan sido bien tratados por las administraciones republicanas y hayan recibido mucho dinero de ellas, los neoconservadores son un grupo más complejo y poliédrico que lo expresado en estas breves líneas. Su origen judío y trotskista es sólo un ejemplo de lo difícil de su conceptualización.

Vulgarmente se definen como neoconservadoras las políticas económicas neoliberales practicadas en el thatcherismo y el reaganismo, es decir, estrategias monetaristas, política fiscal restrictiva y bajadas de impuestos. Paralelamente, y por lo general, se utiliza el término neoconservador como sinónimo de neoliberal7. Por otro lado, en lo cultural también se utiliza para conceptualizar todo aquello alejado de posiciones socialistas (Dubiel, H. 1993, 4). Más en concreto, el neoconservadurismo es más bien una doctrina social orientada a la solución de problemas políticos que no tiene unidad en sí misma, sino que le viene dada por lo que es criticado. Nació en una secuencia específica de hechos históricos y se define por éstos. El nexo común de los intelectuales que se califican como tales es su anticomunismo y su antiestalinismo dentro de los movimientos radicales estadounidenses, así como su filiación comunista en las filas del Partido Demócrata estadounidense. Por tanto, es una tendencia intelectual de reacción, puesto que no nace del conservadurismo existente sino que se produce dentro del movimiento intelectual liberal (en jerga americana)8. Moviliza argumentos de la economía política neoliberal, de la sociobiología, de la genética humana, de la crítica al marxismo positivista, de la crítica cultural conservadora, y de la teoría elitista de la democracia. Los neoconservadores apoyan la idea de una crítica cultural y moral de las instituciones modernas. Se oponen a casi todas las formas de socialismo, pero asimismo se rige por su distanciamiento del liberalismo (en la acepción norteamericana). De tal forma, el neoconservadurismo cree en un entusiasmo moderado por el capitalismo democrático liberal y considera que una economía de mercado es una condición necesaria, pero no suficiente, para tener una buena sociedad. Más concretamente, los neoconservadores creen que el crecimiento económico es deseable pero no como un fin en sí mismo, sino que es necesario para la estabilidad social y política. No niegan al Estado enérgico pero creen en un Estado limitado y en la intervención moderada del gobierno en la economía. En este sentido, rechazan el liberalismo americano porque éstos defienden una intervención masiva del gobierno en el mercado y combinan esos programas con una actitud de laissez-faire en moral y costumbres. Por otro lado, son nacionalistas y destacan el papel fundamental de la familia y la religión. El pensamiento neoconservador no pretende rechazar el pensamiento progresista sino que quiere crear una mezcla más sutil de presente y futuro (Giddens, A. 1994, 41-42).

Los neoconservadores son un grupo diverso. Contrariamente a lo que indica el término, algunos son liberales (en acepción norteamericana) a favor de la intervención gubernamental en asuntos económicos; otros son conservadores sociales y culturales reacios a intervenir en los mercados; y algunos evocan un intervencionismo en política exterior; mientras otros son más aislacionistas. Sin embargo, hay algo común a estos grupos, que es su anticomunismo. Los neoconservadores fueron originalmente parte de la coalición anticomunista que dominó el liberalismo americano desde 1940 hasta 1960. Durante los años 70 mantuvieron su línea anticomunista pese al giro del liberalismo y el Partido Demócrata; en los años 80 fueron parte de la influencia del presidente Ronald Reagan (aunque sólo en determinados ministerios -educación y exteriores-); para en los años 90 formar parte de la oposición a Clinton, aunque muchos estuvieron enrolados en su gabinete y en puestos de responsabilidad. Por último, en los gobiernos de Bush Jr. han estado también muy presentes, siendo los ideólogos de la guerra preventiva y los responsables del progresivo aislamiento de los EE.UU frente al mundo. Eso en cuanto a Estados Unidos, puesto que en Alemania también existió el neoconservadurismo9, aunque no se aborde en esta investigación.

1.2.1. El pasado trotskista

En Estados Unidos la izquierda ha tenido más significación como fuerza cultural que como fuerza política. La política partidista de izquierda, en particular desde la segunda Guerra Mundial, ha sido insignificante. Sin embargo, en el mundo universitario y de la cultura creadora en general sigue siendo importante. Antes de 1945 el trotskismo ejercía una gran influencia en EE.UU10, y durante los años 30 muchos intelectuales adoptaron esas posturas. A la par, existía una izquierda independiente y más vigorosa que se consideraba revolucionaria (el Partido Socialista de los Estados Unidos); y también fue popular el antiestalinismo, una refinada oposición radical a la Internacional Comunista. Por último estaba el Partido Comunista, con menor fuerza entre los intelectuales por su apoyo a Roosevelt y a los demócratas (Martin Lipset, S. 2000, 26). En este escenario, los intelectuales de la izquierda antiestalinista siguieron identificándose como socialistas o liberales durante el período de posguerra. Durante un tiempo, esos antiestalinistas fueron de la mano de otros grupos de izquierda hasta que en los 60, con la Guerra de Vietnam, algunos grupos se desligaron porque rechazaban el anticomunismo de la izquierda antiestalinista y se oponían a la intervención en Vietnam. Surgió así la Nueva Izquierda en contraposición a los antiguos trotskistas y socialdemócratas, que seguían siendo furibundamente anticomunistas a pesar de que apoyaron la intervención en Vietnam y eran críticos con los movimientos estudiantiles de los 6011.

A mediados de los 60, Michel Harrington, jefe de los socialdemócratas y sus colegas de la junta editorial de la revista Dissent12, publicaron un monográfico con el título genérico de "Contra el nuevo conservadurismo"13, que en poco tiempo pasó a denominarse "neoconservadurismo" (Ehrman, J. 1995, 34). En esos artículos se defendía que parte de la izquierda anticomunista era en realidad neoconservadora, "personas que eran objetivamente conservadoras y que estaban aliadas al movimiento conservador, si es que no formaban parte de él" (Martin Lipset, S. 2000, 274). Esa designación provocó que mucha gente próxima a ellos los rechazara y muchos tradicionales derechistas, republicanos y hombres de negocios que no estaban contentos con el limitado apoyo que les brindaban los intelectuales, recibieran con los brazos abiertos a estos académicos. Así, muchos dentro y fuera de EE.UU pensaron que los neoconservadores eran derechistas de línea dura en política interna y externa, aunque en realidad, y por lo menos en los primeros tiempos, muchos siguieron apoyando al Estado benefactor y al New Deal. Al principio14 se les identificó con los demócratas Hubert Humphrey, Henry Jackson y Pat Moynihan; con los sindicalistas George Meany y Lane Kirkland; y con los socialdemócratas Sidney Hook y Bayard Rustin15. Aunque estos antecedentes fueron olvidados cuando los intelectuales conservadores, los políticos republicanos y muchos hombres de negocios reaccionaron positivamente al decírseles que un grupo de intelectuales notables, judíos en alta proporción, que antes habían estado en la izquierda, ahora eran conservadores. De esta forma, los neoconservadores fueron invitados a escribir para revistas conservadoras, a hablar en sus mítines y a trabajar para sus "grupos de cerebros"(Martín Lipset, S. 2000, 275). Como los neoconservadores eran antisoviéticos y anticomunistas recibieron con agrado una alianza con los conservadores partidarios de una línea dura en política exterior16. De esta forma, los republicanos se esforzaron por ganarse a los neoconservadores, y los presionaron para que se unieran al apoyo a Nixon contra el candidato presidencial demócrata, George McGobern; pero pocos, excepto Irving Kristol17, lo hicieron, e incluso algunos de ellos, como Daniel Bell o Nathan Glazer apoyaron al líder demócrata. También en 1976 la mayoría de los neoconservadores apoyaron la nominación demócrata a la presidencia de Henry Jackson pero resultó elegido el desconocido Jimmy Carter, quien dejó fuera de sus nombramientos a los neoconservadores. Los republicanos intentaron capitalizar las frustraciones de los neoconservadores no sin ciertos sinsabores18, hasta que en 1980 Reagan los cortejó nombrando a Jeane Kirkpatrick y otros neoconservadores en su equipo de campaña. Y ya en el poder, el propio Kirkpatrick, Richard Perle, Carl Gershman, Elliott Abrams (yerno del director de Commentary, la revista neoconservadora), Max Kampelman, Richard Pipes, Norman Podhoretz, Michael Novak, William Bennet, Chester Finn y William Kristol, Ben Wattenberg y Gertrude Himmelfarb19 ocuparon importantes puestos en los departamentos de Estado, Defensa, Educación y Política. Ningún neoconservador fue asignado a un puesto económico o de beneficencia, puesto que seguían siendo liberales (en sentido estadounidense) en temas de política interior. Aunque sólo Kristol ha aceptado denominarse como neoconservador (Kristol, I. 1976), muchos lo siguieron y se hicieron republicanos (sobre todo algunos de los citados anteriormente), aunque el grueso de los neoconservadores siguió siendo demócrata y así, en 1992, buen número de ellos apoyó a Clinton, aunque éste nombró a liberales para los puestos de política exterior20. Pese a todo, han podido focalizar todas sus críticas sobre Clinton y le han ayudado a formular una versión seria de sus posturas.

En cuanto a sus medios de expresión, principalmente las revistas, a partir de los años 90 vivieron momentos de confusión por la forma en que se habían subestimado desde las páginas de la revista Commentary21 los cambios de Gorbachov y la nueva situación política tras la caída del Muro. Pero algunos neoconservadores supieron reformularse y, encabezados por Irving Kristol, fundaron la revista The National Interest en Washington, que produjo artículos más interesantes y relevantes que Commentary (New York)22. Irving Kristol fue su fundador y tenía por objetivo "pensar coherentemente la política exterior"23. The National Interest rápidamente desarrolló un punto de vista diferente de Commentary al asumir que podría haber cambios con la Unión Soviética. El artículo de Fukuyama "The end of History?" supuso la ascensión definitiva de la revista y el avance sobre la newyorkina Commentary en influencia. Asimismo, continuaron con ese pensamiento compuesto, donde cohabitaban neoconservadores izquierdistas (seculares, de estilo combativo) con otros pensadores más conservadores, como Russell Kirk y Patrick J. Buchanan. En esta línea, se produjo el relevo generacional y nuevos neoconservadores como Elliott Abrams, William Kristol (hijo de Irving), Charles Krauthammer, Fareed Zakaria, Alvin Tucker y Kirkpatrick empezaron a asumir el liderazgo de Irving Kristol, Norman Podhoretz y Jeane Kirkpatrick. Como resumen, aunque se han separado en lo político, los conservadores demócratas y republicanos han sabido trabajar en unión a través de sus revistas y publicaciones, The Public Interest, The National Interest y Commentary.

 1.2.2. Ideario

El neoconservadurismo es más una tendencia que un movimiento, aunque curiosamente su formación se produjo en el seno de un movimiento intelectual liberal y no nació de ninguna fuerza o movimiento conservador existente (Sanmartín, I. 1999). Representa una de las facciones de la guerra cultural entre élites intelectuales (kulturkämpfe) ante la crisis cultural y de valores de la sociedad americana y occidental. Para ellos el tema principal es la crisis de las sociedades burguesas del capitalismo, y representan un enérgico intento de recrear un nuevo consenso sociopolítico en la sociedad norteamericana. Hay un proyecto de legitimación de un modo de concebir la interrelación entre la economía, la política y la cultura que denominan capitalismo democrático. Sostienen que el paso del capitalismo liberal al consumo de masas ha supuesto un cataclismo sobre los valores predominantes, generando una "ética de consumo" y una "moralidad de la diversión"; en definitiva, un hedonismo. Intentan reinterpretar la tradición liberal con la pretensión de obtener un nuevo consenso social y una nueva legitimación para el capitalismo democrático, siempre con un presente anticomunista. Su pensamiento se resume en (Mardones, J. M. 1989) recuperación de la tradición americana enraizada en la ilustración escocesa y la triunfante revolución norteamericana24, frente a la ilustración continental francesa y el socialismo y comunismo25; 2) la reconstrucción de la sociedad burguesa liberal en crisis (hedonismo, esteticismo, autorrealización, etc.); 3) en economía buscan una alternativa a medio camino entre las doctrina de Keynes y la socialdemocracia y el neoliberalismo; son enemigos tanto de la socialdemocracia como del neoliberalismo; 4) la gobernabilidad política26 se reforzaría reformando la administración para que fuera más eficaz (descarga burocrática) impulsando una política representativa centrada en élites capaces y apoyada en las estructuras intermedias, frente a las tesis de democracia directa y politización creciente que reclaman los socialistas y nuevos movimientos sociales; 5) cambio de valores y cultural, se trata de crear un nuevo consenso alrededor de una ética cívica enraizada en la tradición y valores religiosos judeo-cristianos, donde se respete la primacía de la autonomía individual, al mismo tiempo que se ponen límites al experimentalismo, se fomenta el autocontrol, la solidaridad con los demás y la religiosidad; 6) la reformulación de una filosofía pública liberal, es decir, una concepción de la sociedad desde el individualismo liberal y la recuperación de una ética cívica de raíces judeo-cristianas en el marco de una economía capitalista y un sistema político de democracia representativa, esto es, una tercera vía entre individualismo y colectivismo, entre los peligros del neoliberalismo y el socialismo, pero un individualismo comunitario que entronca con la mejor tradición norteamericana; 7) el objetivo final es la legitimación del sistema capitalista democrático, en palabras de algunos de sus autores (Mardones, J. M. 1989, 62-65): a) las contradicciones socioculturales del capitalismo no son sólo del capitalismo, sino de la sociedad burguesa (idea de D. Bell); b) el espíritu del capitalismo es democrático (idea de M. Novak); c) la sociedad estadounidense ha descuidado la tarea de dar sentido a la democracia liberal (R. J. Neuhaus); d) se intenta crear un nuevo consenso social desde el individualismo frente al igualitarismo (S. M. Lipset).

En realidad la solución que proponen los neoconservadores de liberalización del mercado, crecimiento económico continuado, reforzamiento de la tradición y castración de la crítica, no varía el diagnóstico de crisis y cambio de valores que supone la crisis del Estado de bienestar, etc. En el fondo del neoconservadurismo27 hay signos anti-ilustrados, aunque se refieran a la ilustración escocesa (Mardones, J. M.1987, 178). Han tenido varios fracasos (Ehrman, J. 1995, 190-191): a) a menudo el neoconservadurismo ha visto en sus enemigos el diablo a quien destruir más que alguien con quien discutir; b) incapacidad para entender a los políticos y a la política, puesto que pocos políticos pueden responder a las expectativas de los intelectuales. De todas formas, las opiniones neoconservadoras siguen siendo difíciles de ubicar en el espectro ideológico porque el "ismo" fue inventado en un esfuerzo por catalogar un variado grupo de oponentes políticos. "Nadie creó una doctrina y se llamó a sí mismo neoconservador" (Martín Lipset, S. 2000, 284). El término perdió todo significado cuando se aplicó a los izquierdistas más anticomunistas. Desde ese momento ese término se ha usado para describir a una vasta gama de conservadores tradicionales en Estados Unidos y Europa que son clásicamente liberales antiestatistas en política interior y muy duros en política exterior28. Lo cierto es que defienden una democracia política sólo compatible con una economía de mercado nutrida con una cultura liberal pluralista, además de un concepto social tripartito sostenido en un congruente sistema cultural, basado en la tradición religiosa (judeo-cristiana) y la ética puritana de la producción, que presupone un individuo autónomo y deseoso de mejorar su condición, envuelto en las "estructuras intermedias" que le moldean y le defienden: la familia, la religión institucional y las estructuras comunitarias locales. En resumen, defienden una cosmovisión (la judeo-cristiana), una tradición ético-moral (la puritana), un tipo de racionalidad prevalente (la funcional-estratégica), un estilo de vida (el burgués tradicional), para mantener el capitalismo democrático (Mardones, J. M. 1987, 177-178).

En cuanto a los autores, según Peter Steinfels, Irving Kristol sería el publicista del grupo29; Daniel Patrick Moynihan, el político profesional y Daniel Bell, el teórico y moralista, igual que muchos de los miembros de The Public Interest (fundado por Bell y Kristol en 1965)30, como los sociólogos Nathan Glazer, Seymour Martin Lipset y Robert Nisbet; los científicos políticos Samuel P. Huntington y James Q. Wilson; y Lionel Trilling, Richard Hofstadter y el jurista Alexander Bickel. Además de The Public Interest, existe una revista hermana para asuntos exteriores publicada por Kristol31 (The National Interest). Y existen otras tres revistas neoconservadoras: The New Criterion, The American Scholar y Partisan Review (Bell, D. 1993, 13-19). Así como instituciones como The Hoover Institution, The American Enterprise Institute y The Heritage Foundation.

Por último, además de su lucha en favor del anticomunismo intelectual, también hay que hacer referencia a la lucha contra los paleoconservadores32, los conservadores clásicos (Rusell Kirk y el entorno de la revista The National Review, William F. Buckley, Jr, Whittaker Chambers, James Burnham, William Schlamn y Frank Meyer). Para enfrentarse al pensamiento político tradicional los neoconservadores se basaron en Leo Strauss, un filósofo político de la Universidad de Chicago33, quien atacó el subjetivismo de la modernidad y enseñó que las ideas fundacionales de virtud y excelencia debían encontrarse en los escritos políticos clásicos. Strauss atrajo a un fervoroso grupo de exégetas y acólitos más jóvenes que ocuparon posiciones clave en la rama ejecutiva de la Administración republicana (Allan Bloom, Kristol y el propio Fukuyama)34. El éxito de los neoconservadores consistió en lograr la atención de los intelectuales y en influir en un número clave de fundaciones conservadoras de apoyo a revistas, conferencias y organizaciones. Esto encolerizó a los paleoconservadores35.

En definitiva, el neoconservadurismo es un proyecto para superar la crisis en la que se ve sumida la sociedad y cultura occidentales36. Los neoconservadores no quieren ser sólo intérpretes de la realidad sino sus transformadores37, y son un grupo que actúa tanto desde el punto de vista de su interpretación de la realidad social y cultural, como desde el de la práctico-política (Mardones, J. M. 1991).

2. Consecuencias de la relación entre la Nueva derecha y el neoconservadurismo

A pesar de que el neoconservadurismo es una tendencia compleja y con realidades diversas, lo cierto es que de su relación con los gobiernos de la Nueva derecha surgió un pensamiento antisocialista y con todas las características que se han anotado en el apartado anterior. Gracias a la convergencia de esos políticos y la tendencia intelectual neoconservadora ha surgido una defensa del capitalismo democrático, la democracia liberal y el liberalismo, y la lucha contra el Estado como prioridad, la defensa del mercado y el regreso a la sociedad civil. Así ha aflorado lo que Ignacio Ramonet (y otros) han definido como "pensamiento único".

2.1. El pensamiento único

Desde la caída del Muro de Berlín los ciudadanos se han sentido atrapados por una especie de "doctrina pegajosa" que imperceptiblemente envuelve todo razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba ahogándolo. Esta doctrina ha sido denominada por Ignacio Ramonet como "pensamiento único"38, y, según él, "es la traducción en términos ideológicos y con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular del capital internacional. Sus principales fuentes son las grandes instituciones económicas y monetarias (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Organización Mundial del Comercio, Comisión Europea, Bundesbank, Banco de Francia, etc.) que, mediante su financiación, enrolan al servicio de sus ideas a través de todo el planeta a numerosos centros de investigación, universidades y fundaciones, los cuales, a su vez, perfilan y difunden la buena nueva" (Ramonet, I. 1997, 111)39.

Este pensamiento es retomado y reproducido por los principales órganos de información económica (The Wall Street Journal, The Financial Times, The Economist, Far Eastern Economic Review, la agencia Reuter, etc.). Después, las facultades de ciencias económicas, periodistas, ensayistas, políticos, retoman los preceptos de estas ideas y mediante los grandes medios de masas lo difunden, "sabiendo con certeza que, en nuestras sociedades mediáticas, repetición equivale a demostración. El primer principio del pensamiento único es tan sólido que un marxista distraído no lo cuestionaría: lo económico predomina sobre lo político" (Ibid, 112). La repetición de sus ideas le confiere tal fuerza intimidatoria que ahoga cualquier tentativa de reflexión libre, y convierte en muy difícil la resistencia contra este nuevo oscurantismo. Sus presupuestos son una mezcla de las ideas económicas de la Nueva derecha y los postulados culturales, sociales y de política exterior del neoconservadurismo, a saber: 1) lo económico prima sobre lo político; 2) el mercado es principio básico, puesto que su mano invisible corrige las asperezas y disfunciones del capitalismo, y muy especialmente los mercados financieros, cuyos signos orientan y determinan el movimiento general de la economía; 3) la competencia y la competitividad estimulan y dinamizan a las empresas llevándolas a una permanente y benéfica modernización; 4) el libre intercambio sin límites es el factor de desarrollo ininterrumpido del comercio y, por consiguiente, de la sociedad; 5) la mundialización, tanto de la producción manufacturera como de los flujos financieros; 6) la división internacional del trabajo, que modera las reinvindicaciones sindicales y abarata los costes salariales; 7) la moneda fuerte, que es el factor de estabilización; 8) la desreglamentación, privatización y liberalización; 8) reducción del Estado y un arbitraje constante en favor de los ingresos del capital en detrimento de los del trabajo; 9) indiferencia con respecto al costo ecológico. Todas estas ideas han llevado en la práctica a creer que40: a) achicar el Estado es agrandar la civilización; b) se acabó la historia; la sociedad será siempre capitalista y liberal; c) el liberalismo lleva, inexcusablemente, a la democracia; d) hay que adoptar el modelo neoliberal, que es el que se impone en todo el mundo, con lo que la economía social de mercado forma parte ya del pasado y sus defensores son dinosaurios ideológicos; e) el mercado lo resuelve todo del mejor modo posible; f) no se pretende atacar a los débiles, sino las pretensiones más débilmente justificadas; g) siempre hubo y habrá corrupción, pero en el liberalismo es marginal y en el estatismo, estructural; h) siempre habrá desigualdades porque están en la naturaleza humana; i) primero hay que agrandar la tarta y sólo luego repartirla; j) apoyo de la globalización, ya que el nacionalismo económico es una expresión retrógrada que debe desaparecer; k) la soberanía nacional es una supervivencia del pasado, está superada y en disolución; l) las privatizaciones son la panacea; ll) el capital extranjero es la solución; por tanto, hay que desrregular del todo el sistema financiero.

El pensamiento único41 aprovecha lo que Ramonet denomina el sistema PPII, que estimula todas las actividades (financieras, comerciales, culturales, mediáticas) poseyendo cuatro cualidades principales: planetario, permanente, inmediato e inmaterial. Todo se articula en función de esos criterios PPII: valores bursátiles, intercambios comerciales, valores monetarios, información, comunicación, programas de televisión, multimedia, cibercultura, etc. (Ramonet, I. 1997, 89). Gracias a este sistema PPII la ideología dominante se infiltra como fluidos por todas partes, se imponen como naturales y son retomados "en bucle" por los grandes medios de comunicación de masas, por una gran parte de las élites, de los creadores de opinión y de los partidarios del pensamiento único. El término tuvo una afortunada difusión, sobre todo en las sociedades del sur de Europa. Al parecer de algunos comentaristas, el pensamiento único tiene muchas analogías con los presupuestos de la economía de la oferta (Estefanía, J. 1996, 44-46).

3. El "pensamiento único" altermundista.

El paso político de la Nueva derecha a un cierto "momento progresista" (Blair, Clinton, etc.), así como los diferentes problemas estructurales y amenazas ideológicas sólo fueron un pequeño giro en la enorme aceleración que sufrieron los acontecimientos. A mediados de los años 90 comenzaron a desenvolverse los primeros movimientos antineoliberales y, en cierta medida, contra el modelo que trataba de imponer Estados Unidos, según el cual la difusión del capitalismo a su estilo acabaría por ayudar a extender la democracia de estilo norteamericano. Primero fue Chiapas y las manifestaciones de Francia42, y finalmente los movimientos altermundistas que, desde Seattle en 1999, saltaron al escenario mundial logrando el fracaso de la llamada "Ronda del Milenio". Este proceso cristalizó, primero, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre43, que se desarrolló en Brasil como oposición al Foro Económico Mundial de Davos y donde se empezaron a esgrimir ideas para una globalización alternativa, y ha continuado en Gottemburgo, Barcelona, Salzburgo, Génova, Argentina, y en las movilizaciones por la paz tras la guerra de Irak, así como en otros Foros Sociales Mundiales. Realmente estos grupos, como ha señalado Susan George, se debieran denominar "globalizadores alternativos", puesto que pretenden otra globalización44, o altermundistas, como defienden otros autores. Asimismo han hecho resurgir una nueva izquierda alternativa y un nuevo pensamiento crítico o alternativo que se había adormecido tras la caída del Muro de Berlín y de la implosión soviética. Estos grupos altermundistas llevan más de una década trabajando en cuestiones relacionadas con la economía mundial y tienen en común su rechazo al capitalismo y al modelo neoliberal. Por tanto, sus enemigos son las multinacionales y las grandes organizaciones económicas y políticas internacionales.

En otro sentido, la globalización liberal ha ayudado a unificar también sus protestas. En el proceso de formación de estos movimientos altermundistas se pueden observar tres fases (Ramonet, I. 2001a):

a) Hasta mediados de los 90 la oposición crítica a la globalización se dedicó a identificar, describir y comprender los fenómenos como "neoliberalismo" y "globalización". En esta fase se desenmascaró el "gobierno oculto del planeta" constituido por el FMI, la OCEDE, el BM, y la OMC, constatándose que la aplicación sistemática de las políticas neoliberales en todo el planeta había agravado las desigualdades.

b) Etapa de Protestas: Chiapas, Francia y organizaciones como ATTAC y las batallas de Seattle, Washington, Praga, Okinawa, Niza, Barcelona, Gottemburgo, Génova, y las movilizaciones en favor de la paz en la guerra de Irak.

c) Fase de proposiciones: aparición del Foro Social Mundial de Porto Alegre, donde se reunieron unos 12.000 participantes con 120 países representados, más de 800 ONG, 400 talleres de reflexión y decenas de intelectuales de talla internacional (Samir Amin, Armand Mattelart, Eduardo Galeano, Walden Bello, etc)45. Algunas de las propuestas son: 1) supresión de deuda externa para que los países del Sur jueguen un papel más importante; 2) aplicación de la Tasa Tobin en los mercados de divisas para suprimir los paraísos fiscales; 3) aumento de ayuda al desarrollo para que no se adopte el modelo del Norte ecológicamente insostenible; 4) aumento de inversión en escuelas, alojamiento y sanidad; 5) precaución en las manipulaciones genéticas y freno a la actual privatización de la vida; 6) ratificación y aplicación del protocolo de Kioto; 7) reforma democrática del BM y de la OMC; 8) cambio de las reglas en el comercio internacional para terminar con prácticas como el dumping.

Las ONG y los movimientos críticos respecto de la globalización son diversos y contradictorios, con todo tipo de reivindicaciones ecologistas, localistas, indigenistas, marxistas, etc.46. Se pueden agrupar en cinco grandes categorías (Carreras, I. 2001, 12): 1) las organizaciones centradas en la asistencia a poblaciones empobrecidas que no plantean ninguna acción sobre las causas que generan esa pobreza; 2) los violentos47; 3) organizaciones que se movilizan de manera puntual o sectorial contra algunos de los efectos flagrantes y perniciosos de la globalización pero sin llegar a cuestionar el proceso en su conjunto; 4) ONG y movimientos sociales que demandan que se avance hacia otra globalización; 5) grupos que plantean una confrontación radical con el sistema y rechazan el modelo económico y las instituciones que lo rigen.

Todos estos colectivos comparten una crítica común a la forma en que se está llevando a cabo la globalización: hasta ahora sólo se han beneficiado aquéllos que disponen de bienes y acceso a educación. En el mismo sentido, estos grupos aspiran a otro tipo de globalización que sea equitativa y sitúe en su centro al ser humano y el pleno cumplimiento de sus derechos fundamentales, que no se base en la concentración de poder, que esté abierta a modelos sociales y culturales diferentes al occidental, que incluya a los empobrecidos y que promueva la justicia social y la dignidad. Por tanto, las manifestaciones de estos grupos son en realidad la única forma que tienen los ciudadanos para expresar la protesta por las consecuencias de la globalización (Dahrendorf, R. 2001, 11). Hay un alejamiento de los ciudadanos de las principales decisiones que se toman en su nombre, lo que indica debilidad de la democracia y falta de calidad de la misma. Los ciudadanos, por tanto, no se sienten representados por quienes se reúnen, cada vez más aislados, y marcan tendencias (Estefanía, J. 2001), (Beck, U. 2001).

Estos movimientos ocupan el vacío dejado por cierto tipo de política de izquierda y ha supuesto el descrédito definitivo de la "Tercera Vía"48. Además de defender los intereses de los sectores sociales que representan, aceptan compartir una misma visión global, y se movilizan vía Internet para llevar a cabo acciones comunes en cualquier lugar del planeta (Ramonet, I. 2001b). Hasta ahora el panorama internacional estaba dominado por el mercado y el gobierno. Ahora hay un tercer actor, que pide un papel igualitario en el terreno internacional (Rifkin, J. 2001). Ha surgido un "contrapoder global" en una lucha de todos los pueblos contra las transnacionales y el capital financiero (Egireun, J. 2001). Todo se ha logrado gracias a la alianza entre intelectuales críticos de izquierda y los movimientos sociales alternativos, aunque no hay que olvidar la combinación de divergencias en la cumbre49 y resistencias en la base (Romero, M. 2000). Este nuevo sujeto social muestra que hay, por lo menos, dos mundializaciones, la del capital internacional y la de los pueblos, que intentan recuperar el poder del que se les ha privado con la expansión neoliberal50, puesto que el capitalismo sin reglas ha corrompido desde dentro el mercado y la sociedad.

Más allá de virtudes y defectos, estos grupos han puesto de manifiesto que el TINA (there is not alternative)51 se empieza a superar práctica y teóricamente mediante lo siguiente (Monereo, M. 2001): a) generalización de una crítica, cada vez mejor fundamentada, contra la globalización capitalista y sus efectos sociales, culturales y políticos; b) la percepción, sobre todo en América Latina, de que las resistencias se empiezan a organizar política y programáticamente; c) el surgimiento de un sujeto político internacional socialmente heterogéneo, políticamente plural y culturalmente diferente; d) estos sucesos suponen un encuentro entre la izquierda y el pensamiento crítico (Beltrán, L. 2000), uno de cuyos resultados es el libro Empire de Toni Negri y Michael Hardt (2000), un intento de reinvención del marxismo. Con este marco se abren unas expectativas grandes para el pensamiento crítico y un auténtico retorno del sujeto social y de la historia en la historia y en la historia de las ideologías, al mismo tiempo que supone la constatación de la universalización de los gobiernos de la Nueva derecha.

3.1. Ideario

Ahora nos detendremos en los lineamientos del programa del pensamiento único altermundista que, en contraposición a aquellos ya tratados, son absorbidos más por la sociedad (y no tanto por una élite intelectual) porque salen de ella. Son unas proposiciones seculares, cívicas y universalistas que han estado sustentadas al amparo de la sociedad civil global surgida como oposición a la globalización y a la actuación de sus agentes internacionales (FMI, Banco Mundial y las formaciones "G") y de los grandes países. Esta sociedad civil global (Vidal Beneyto, J. 2003), -denominada también movimiento antiglobalización, por unos, y realidad altermundista, por otros-, surgió como consecuencia de la articulación de la protesta mundial contra el llamado "neoliberalismo" en lo económico y por las actuaciones, tanto políticas como sociales, realizadas bajo la influencia de la llamada globalización tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración del llamado "socialismo real". Su articulación intelectual gira en torno a los llamados Foros Sociales Mundiales que se empezaron a realizar en Porto Alegre (Brasil) y se han ido repitiendo en otros lugares posteriormente (Monereo, M. y Riera, M. 2001). Asimismo, su principal medio de comunicación es Internet donde tienen toda una serie de publicaciones a su disposición (Znet,Rebelion, etc.), aunque sería un movimiento incomprensible si no se citara el apoyo de la revista Le Monde Diplomatique y el grupo ATTAC (hoy en día dividido en cuanto a si permanecer como un movimiento intelectual o desplazarse a la arena política). En cuanto a los autores que se pueden relacionar con los fines de la Historia progresista, podemos citar a Toni Negri (Hardt, M y Negri, T. 2000), Naomi Klein (2001), Noam Chomsky (2001), Alex Callinicos (2002), John Zerzan (2002), J. Stiglitz, Dieterich, René Passet (2001) y F. Houtart (Houtart, F. y Polet, F. 2001), entre otros.

Este movimiento altermundista ha seguido el siguiente recorrido para poder llegar a ofrecer su propio constructo narrativo teleológico: la izquierda se quedó muy sorprendida y desorientada tras la caída del llamado "socialismo real" en 1989-91 y se dedicó a analizar la situación y a asimilar los cambios. Pasado ese momento de sorpresa inicial, llegaron, unos años después, los tiempos de las protestas y la insurrección, especialmente tras la revuelta zapatista de 1994 y, sobre todo, después de las manifestaciones de Seattle de 1999 y todas las posteriores, que es cuando se empezó a articular de una forma internacional el movimiento social civil global. Por último, llegó el momento de las proposiciones, sobre todo a través de los Foros Sociales Mundiales y de las obras de los diversos intelectuales que pertenecen a este mundo.

Aclarando ideas, podemos simplificar que el ideario teleológico progresista descansa en una serie de ideas fuerza que ejercen de auténticos configuradores y motores de su propuesta:

1) Supone un punto de encuentro entre el propio pensamiento alternativo de esta propuesta altermundista y la izquierda tradicional..

2) El movimiento altermundista ha reunido una sociedad civil global articulada en favor de una globalización diferente y no en contra de la globalización realmente existente.

3) Representa el surgimiento de un sujeto político internacional socialmente heterogéneo, políticamente plural y culturalmente diferente.

4) Defienden la globalización de los derechos humanos y la democracia participativa (o directa) frente a la representativa de los fines de la Historia conservadores.

5) Abogan por la desaparición de los paraísos fiscales y por la imposición de la llamada "Tasa Tobin" a las transacciones económicas internacionales. En el mismo sentido, alientan una nueva relación Norte/Sur y una supresión de los aranceles de los productos agrícolas, así como la potenciación del denominado "comercio justo" y la imposición del desarrollo sostenible. Tangencialmente, proponen frenar el dominio de las grandes empresas multinacionales.

6) En cuanto a las relaciones internacionales, avalan el multilateralismo, la legalidad internacional, la reforma de las grandes instituciones internacionales (defienden la integración del BM, FMI y OMC en la ONU) y una democracia de hecho y más cercana en ellas.

7) Amparan Internet como medio de comunicación alternativo y denuncian la llamada brecha digital.

8) Abanderan la reivindicación de sustituir una sociedad de consumidores por una de ciudadanos. Con ese fin, alimentan la idea de una ciudadanía y un salario universal garantizado. En el mismo sentido, creen en la constitución del Tribunal Penal Internacional.

9) Reivindican la recuperación por parte de los Estados del ámbito de decisión de las cuestiones económicas, y exigen una democracia económica y no una concentración económica.

10) Reclaman la gestión de recursos comunes como el agua, etc.

11) Piden el traspaso de poder en la toma de decisiones del ámbito global al local.

12) Apelan a la falta de legitimidad de las grandes Instituciones Internacionales y del gobierno corporativo global, y creen, en definitiva, en la fuerza de la sociedad civil global.

Además de este ideario, los autores y la sociedad civil global que han sido capaces de elaborar este pensamiento -que representa, de alguna forma, un "pensamiento único"- ofrecen un diagnóstico de la situación actual mundial, según el cual la globalización sería una suerte de "estadounización" del mundo, y que representaría en realidad la globalización de la pobreza (aparición del Cuarto Mundo), puesto que más de 1300 millones de personas sobreviven con menos de un dólar al día, y donde 1100 millones de personas carecen de agua potable.

Frente a esta situación, no es descabellado pensar en las proposiciones de algunos de estos autores, que plantean la desglobalización (Bello, W. 2004) o el cambio de paradigma económico.

Más allá de todas estas cuestiones y reivindicaciones sociales y políticas, lo que sí es cierto es que este proyecto intelectual altermundista supone, en algún sentido, una presentación del pasado como el futuro, cuestión nada deseable. Por otro lado, al mismo tiempo, no tienen la densidad teórica suficiente y original y son en exceso reactivos y no propositivos en relación a la globalización y a la sociedad contra la que se quieren posicionar.

Elevando un poco el registro analítico y dejando aparte los planteamientos políticos de este pensamiento único altermundista, veamos lo que nos ofrecen desde un punto de vista más teórico:

Creen en un fin de la Historia determinado y ponen todo en función de ese objetivo, tanto por parte de los diferentes organizadores que pueden ejercer de motores de la Historia como por los sujetos que lo puedan llevar a cabo, como por los propios acontecimientos. A pesar de esto, consideran que no hay una dirección previa para la Historia porque entienden que los humanos (tanto individual como colectivamente) tienen que construir esa dirección. Pese a estas premisas, en la práctica, sí creen en la importancia de los individuos y del sujeto social, pero siempre como ejecutores de un plan establecido previamente, que llevaría a una supuesta emancipación y la cumplimentación de un fin predeterminado: una sociedad determinada con un régimen político concreto, etc.

En otro sentido, el pensamiento único altermundista advierte que es necesario reconducir el determinismo de la historia con la historia, con el sujeto social y con el compromiso con los valores. Es importante este punto puesto que muestra el reconocimiento de la pluralidad de fines y de motores que pueden operar en la Historia, así como la identificación con unos valores determinados.

En contraposición al pensamiento único liberal, no están asociados a grandes acontecimientos. Son proyectos que se realizan al amparo de la historia y bajo su influencia, aunque en algunos casos sea de manera dirigida y predeterminada. En referencia a este punto, como se ha enunciado más arriba, en muchos casos, los proyectos teleológicos progresistas desmienten los grandes acontecimientos, generalmente de forma colectiva, que se asocian a los cambios, como mayo de 1968 con el "fin de las ideologías", las protestas altermundistas en referencia al "fin de la Historia" y al "choque de civilizaciones".

Por tanto, los organizadores externos del pensamiento único altermundista son: la justicia social, los derechos sociales, la igualdad económica y la participación política. Todos ellos son motores mucho más recomendables que el reconocimiento, la ideología o las identidades, pero caen en los mismos errores de sacrificar todo el desarrollo de la historia y de los acontecimientos, así como la acción humana, en su favor. Pese a esto, los fines de la historia progresistas responden y son más sensibles tanto a cambios externos como internos (historia, acontecimientos, movimientos sociales, etc.) y siempre son optimistas, ya que buscan un futuro mejor, (aunque sea con los sacrificios hasta aquí expuestos).

Por último, plantean una Historia Mundial y Universal no eurocéntrica y más dialogante con otras realidades no occidentales. No tratan de imponer una cultura y son respetuosos con "el otro", tratando de integrar tanto a Oriente con Occidente como el Norte con el Sur.

4. Por un pensamiento complejo, diverso y en diálogo

Además de los dos "pensamientos únicos" presentados hasta aquí, existen otros que han ido surgiendo a lo largo de los últimos años (relativos a religiones, como el Islam o el catolicismo, al nacionalismo, al autoritarismo de mercado, etc.)

La falta de diálogo en los planteamientos de los diferentes "pensamientos únicos", su dogmatismo, su mayor vinculación con partidos e intereses que con valores, y su presentación como "verdades reveladas" hacen clara la necesidad del abandono de las concepciones rígidas en el pensamiento, sustentadas en un fin que condiciona y ejerce de auténtico organizador de la Historia, tanto en la concepción liberal como en la altermundista. Por tanto, sería conveniente sustituir la ideas rígidas y unívocas de los "pensamientos únicos" por otras que deben de ser móviles, plurales, complejas, diversas, poliédricas y cambiantes, así como abandonar la necesidad de motores de la Historia únicos e incorporar variedad y cambio de organizadores de la Historia dependiendo del momento y las necesidades. Además de estas ideas fuerza, también podemos concluir que:

- No hay un pensamiento único predeterminado y éste no está guiado por un sujeto inmanente, ni la racionalidad de la historia lo determina.

- Los motores ideológicos deben de ser plurales y adaptados a cada momento: la acción política común, los movimientos sociales, los seres humanos, las naciones, los Estados...

- La historia universal -asociada a un pensamiento no único- debe de ser un diálogo entre Oriente y Occidente y debe entenderse en sentido amplio -incluyendo la ecología y los animales-. Hoy ya no es posible resucitar la vieja historia universal entendida como el transcurso de la humanidad hasta llegar a su plena autoconciencia. Eso no quiere decir que haya que renunciar a toda forma de universalidad como principio regulador o como propósito de los estudios históricos, pero hay que saber tomar las medidas a ese nuevo universal (ésa es la enseñanza postmoderna) (Vázquez, F. 1997); así, tenemos que reconsiderar la idea de progreso, entender el sujeto tanto en su dimensión colectiva como individual (que es frágil y limitado) y que se crea y transforma en el interior de contextos y redes de época sin poder rebasarlas. En definitiva, no se puede apelar a un universal donde la naturaleza humana esté caracterizada por una serie de cánones más o menos inmutables o desplegados en el curso de una evolución progresiva.

Por tanto, más que hablar de una historia Universal es mejor proponer una nueva historia mundial, realizada sobre la base de la construcción de una historia compleja y a base de reflejar tanto la historia del Norte como la del Sur, la de Oriente y Occidente, donde esté presente la naturaleza (animales y plantas) (Plous, S. 1993); es decir, una historia que sea multicivilizacional y donde la democracia no sea basada en un único modelo, y donde los problemas, cuestiones y enfoques sean mixtos y plurales (Wallerstein, I. 1984, 37-46)..

- Los pensamientos únicos sólo son constructos narrativos que entrelazan diferentes cuestiones y acontecimientos tejidos alrededor de unos motores de la historia interesados y limitados, pero que no los relacionan entre sí.. Es momento de buscar la explicación y el por qué del entrelazamiento de unas situaciones y cambios con los otros.

- Se debe superar la idea de Gunder Frank en relación a las cuestiones de centro/periferia por la de una integración total, donde Oriente-Occidente y Norte-Sur sean considerados y pensados como uno, aunque siga habiendo diferencias.

- Hay que considerar que el presente siempre abarca el futuro y el pasado y no intentar presentar el presente como futuro ( conservadores) o el presente como pasado (altermundistas). La relación pasado/presente/futuro tiene que estar siempre presente y es clave en la construcción de nuevas alternativas.

- La teoría y las grandes reflexiones políticas no deben de imponerse a la historia, sino que debe de haber un equilibrio entre la teoría, la historia y la política, con el fin de lograr unas explicaciones globales, inter e intradisciplinares y con la necesidad de pensar con varias ideas a la vez.

- No hay un pensamiento único sino varios y plurales. Se debe huir de esas argumentaciones dogmáticas y que lo engloban todo, puesto que la realidad es compleja y poliédrica.

- Se debe buscar un reequilibrio entre democracia y liberalismo o socialismo, donde hay que considerar que existen varios socialismos y varios liberalismos.

- Debemos considerar siempre por encima de otras circunstancias las obras de los humanos, aunque no debemos dejar de pensar en las cuestiones contingentes relacionadas con la naturaleza o con determinados acontecimientos.

- Se debe buscar una armonía entre la historia, la política y la filosofía en las construcciones teóricas.

- El pensamiento no tiene una meta prefijada, sino que se va construyendo día a día, al calor de la acción humana, de los acontecimientos, de las ideologías y de la multiplicidad de motores e ideas que intervienen en la realidad.

- Todo esto nos lleva al abandono del pensamiento teleológico por uno contingente, y a la eliminación de palabras como "fin" y su sustitución por otras como "objetivo" o "meta", con el objetivo de la construcción de una nueva modernidad.

- La idea de progreso, que está en cuestión hoy, se debe abordar como la de un progreso específicamente moral, entendiendo por progreso moral el reconocimiento de los derechos humanos. Se trata de que el establecimiento de las relaciones humanas no sea algo meramente instrumental sino que se reconozca el valor inviolable de cada ser humano concreto, de tal modo que estas relaciones tiendan a universalizarse y a reconocer el valor absoluto de todos los hombres, cualquiera que sean sus condiciones. En ese sentido ha habido dos avances: las desigualdades no son consideradas naturales y la humanidad posee los medios técnicos para superarlas. Se trata de la creencia en las posibilidades de la razón humana y de abandonar un modo unilineal de entender el pensamiento52.

- Todas estas cuestiones abren la posibilidad de una nueva modernidad o una modernidad alternativa, construida con todas estas bases de intercambio y mestizaje metodológico. Pero esta nueva modernidad y todo lo esbozado hasta aquí sólo es posible si se puede desarrollar otro paradigma científico, una vez que sea aceptado por la comunidad científica y que se asiente por consenso, puesto que el actual paradigma no permite desarrollar todas estas ideas al estar embarrancado en un pensamiento binario, etc.

- El pensamiento también necesita de la participación humana (Heartfield, J. 1997). Cuando los pensamientos únicos afirman que ningún régimen puede satisfacer a todos los hombres en todas partes, su objetivo es desacreditar la aspiración para la liberación humana como sueño utópico. Y eso hay que abandonarlo. La formas fundamentales de existencias de la sociedad moderna no son homogéneas sino contradictorias, no hay una lógica inherente, una única lógica interna, sino varias. La sociedad moderna se caracteriza por las alternativas y éstas son producto de los actores de esta historia.

- Debemos abandonar el pensamiento dialéctico, bipolar y simplista de los pensamientos únicos, y sustituirlo por un pensamiento dialógico. Hace ya algunos años que Edgar Morin advertía que frente al paradigma dialéctico en el que los antagonismos resuelven sus diferencias mediante su incorporación a una unidad superior, convenía reivindicar el análisis dialógico, en el que los elementos contradictorios de lo real coexisten antagónicamente unos con otros y encuentran en la persistencia de la contradicción su razón de ser, la plenitud de su sentido. Toda victoria lleva su derrota dentro.

En definitiva: 1) no hay ninguna razón para conferirle eternidad a un orden político, lo que parece verdad ahora puede no serlo en el futuro; 2) no hay motivos para pensar que la cultura de la tecnología moderna es el lógico resultado de la razón; al contrario, hay muchos órdenes políticos que no son compatibles con la razón; 3) no hay argumentos para considerar que la historia humana ha sido desenvuelta por un conjunto único de deseos y aspiraciones humanos; es cierto que las necesidades básicas son las mismas, pero los seres humanos tienen diferentes concepciones de la buena vida y diferentes modos para satisfacer sus diferentes deseos y aspiraciones; 4) no hay nada en el proceso histórico que garantice que sólo lo bueno o lo racional tenga éxito; 5) el conflicto político no es siempre una batalla entre buenos y malos; 6) el orden político no lo configuran únicamente superhombres o filósofos, sino todos los seres humanos que se ponen de acuerdo en determinados valores; 7) la razón es en muchos casos insuficiente para elegir entre una pluralidad inconmensurable de bienes; 8) el progreso histórico no satisface necesariamente al hombre ya que la frustración y no satisfacción no son algo constante en él; 9) la Historia no es necesariamente progresiva y las civilizaciones siempre se levantarán y caerán; 10) la verdad no es singular sino plural y no hay que decir que el mejor es el Estado Homogéneo y Universal; 11) podría ser señalado que la conquista de la naturaleza aumenta el poder de unos pocos sobre muchos; 12) debería ser afirmado que el triunfo colectivo de la humanidad sobre la naturaleza es logrado a expensas de la libertad individual; 13) la sociedad tecnológica está caracterizada por formas de dominación impersonales y autocríticas (Drury, S. 1994, 163-178).

Notas
1 Siguiendo a Roy C. Macridis hay que tener en cuenta la distinción entre los términos "conservador" y "reaccionario". Un conservador no quiere ningún cambio pero lo acepta si es gradual. Un reaccionario es el que quiere cambiar radicalmente las cosas con objeto de restablecer el pasado. Asimismo, no se debería trivializar la distinción entre "conservadurismo" y "autoritarismo". El autoritarismo defiende la concentración del poder político en la figura de un líder o de un grupo, se manifiesta en contra de las libertades individuales y políticas, repudia la participación popular en cada una de sus variantes, y acepta la represión y el uso de la fuerza. (Ver: Macridis, R. y Hulliung, M. 1998, 98). Ésta es la sexta edición, publicada en Estados Unidos en 1996, del libro de Macridis, quien falleció después de la quinta edición. La sexta edición fue completada por Mark Hulliung y sus señas en inglés son: Macridis, Roy C. and Mark Hulliung. 1996. Contemporary political ideologies. Movements and regimes. New York: Harper Collins College Publishers.
2 Se trata del pensamiento político que generó a finales del siglo XVIII Edmund Burke, especialmente en su libro Reflexiones sobre la Revolución en Francia (1790), y que ha puesto en práctica el Partido Conservador británico desde el siglo XIX hasta nuestros días. (Ver: Macridis, R. y Hulliung, M. 1998, 98).
3 En Estados Unidos el término Nueva derecha también se utiliza para designar a la Nueva derecha político-religiosa: New Religious Right en la terminología de Samuel S. Hill y Dennist Owen, y The New Cristian Right en la de Robert C. Liebman y Robert Wuthnow. (Ver: Oliet Palá, A. 1994, 397). Esta utilización del término Nueva derecha no será empleada en este trabajo.
4 Pero también en Raymond Aron (1948), Isaiah Berlin, y John Rawls (1971).
5 Algunos autores, como Perry Anderson (1996), incluyen a Helmut Kohl en Alemania. El mismo Anderson asegura que "se ha producido un nuevo brote de neoliberalismo, con un desprecio absoluto por el keynesianismo y el Estado de bienestar en las economías poscomunistas del Este (Polonia, Rusia, República Checa) y en América Latina (Bolivia, Chile, México, Argentina, Venezuela y Perú)".
6 Los primeros pasos de Bush Jr. han sido los nombramientos de sus colaboradores más cercanos. Los conservadores Thomas Thompson (Salud) y John Ashcroft (Justicia) serán la más clara definición del conservadurismo ideológico de la nueva Administración. Por otro lado, ha aprobado una serie de ayudas y subvenciones a las diferentes congregaciones religiosas estadounidenses y se ha mostrado contrario a la reducción de emisiones contaminantes y favorable a la reanudación de la "Guerra de las Galaxias".
7 Un ejemplo: Teghtsoonian, Katherine, (1993).
8 Salvando a Nisbet todos son conversos del socialismo americano (Oliet Palá, A. 1994, 405).
9 En Alemania se puso el término de moda cuando lo utilizó Helmut Schmidt durante el transcurso del Congreso del SPD de abril de 1982. Algunos autores alemanes son: Hermann Lübbe, Erwin K. Scheuch, Günther Rohrmoser, Helmut Schelsky, Friedrich Tenbruck, Thomas Nipperdey, Nikolaus Lobkowick, Odo Marquard, Robert Spaemann, etc. En su mayoría no tienen compromisos políticos pero tienen influencia en partidos políticos. (Ver: Dubiel, H. 1993, 5). Los neoconservadores alemanes no serán centro de atención de este trabajo.
10 La principal revista literaria del país, Partisan Review, era dirigida por simpatizantes del trotskismo.
11 Pronto encontraron grandes afinidades con los conservadores de la vieja derecha y con los republicanos. (Ver: Martin Lipset, S. 2000, 274).
12 Concretamente en el número 30. Durante un tiempo Harrington negó que usara ese término, pero en 1989 reconoció que "tenía un uso común entre los redactores de Dissent". (Ver: Martin Lipset, S. 2000).
13 También ayudó el libro de Jeoggrey Hart (1966) The American Dissent: A Decade of Modern Conservatism.
14 Intelectualmente el germen fue el debate sobre "el fin de las ideologías" desatado por Daniel Bell (1964).
15 Muchos de los neoconservadores pertenecieron a los llamados "New York Intelectuals", quienes fueron el símbolo de la transformación cultural y social de la América de posguerra. En su mayoría eran judíos que se integraron en una sociedad WASP (White, Anglo Saxon Protestant) e intentaron integrar la cultura europea en un contexto americano. Estos intelectuales defendían un anticomunismo producto de su antiestalinismo; una ambigüedad respecto a la política liberal de las élites WASP; una desconfianza de la América auténtica percibida como antiintelectual, etc. La mayoría de ellos eran inmigrantes judíos de la Europa del Este. (Ver: Pinto, D. 1986. Para profundizar ver: Wald, A. 1987, y Dorman, J. 2000).
16 Cabe puntualizar que neoconservadores y conservadores tradicionales diferían en el contenido de su ideología anticomunista. Los neoconservadores son anticomunistas porque para ellos el comunismo es enemigo de la libertad y la democracia. La vieja derecha era anticomunista porque los comunistas eran enemigos de la religión, la tradición y la jerarquía (Martin Lipset, S. 2000, 276).
17 Irving Kristol es el denominado "padrino del neoconservadurismo" y el único que en un principio aceptó el término "neoconservador" para autodefinirse. Ha publicado en 1983 en torno al particular Reflections of a neoconservative. Looking Back, Looking Ahead. Y en 1995 Neoconservatism: the autobiography of an idea. Paralelamente, es el editor de la revista The National Interest, donde presionaron a Fukuyama para que reconvirtiese en artículo una ingeniosa conferencia que dictó con el título "The end of History" durante el curso 1988-89.
18 Fue significativo cómo Jeane Kirkpatrick escribió un artículo a invitación del presidente del Comité Nacional Republicano, donde afirmaba que los neoconservadores no eran republicanos porque eran un órgano de los WASP (protestantes, blancos y anglosajones) y no se preocupaban por la beneficencia ni por los pobres y los negros. (Kirkpatrick, J. 1979).
19 Mujer de Kristol, quien en un artículo publicado en New Republic describió estos acontecimientos como la "toma trotskista" del gobierno Reagan. (Ver: Martin Lipset, S. 2000, 278).
20 No obstante, algunos neoconservadores trabajaron para él: Richard Schifter, Ben Wattenberg, Penn Kemble, ver: Ehrman, J. 1995, 197.
21 Los escritos de Commentary decayeron a partir de 1984 sobre todo al seguir anquilosada en un anticomunismo feroz y una defensa muy proamericana. Sus claves intelectuales no resultaban útiles para interpretar el cambio de escenario de los 90 porque habían considerado a la URSS como invencible, ver: Ibid., 174-180.
22Commentary es una revista publicada por el Jewish Committee a partir de 1960 bajo la dirección de Norman Podhoretz. Éste, junto con Kristol, convirtieron a la revista en el principal órgano de reflexión de los neoconservadores norteamericanos., ver: Pinto, D. 1986.
23 Sus editores Robert W. Tucker y Owen Harries decían en el primer número que discutirían "las ideas para informar sobre la política exterior americana y trabajar para hacer la política exterior más coherente y efectiva". Proclamaron que el mundo estaba conducido por el poder político que debía defender y hacer avanzar el interés nacional de los Estados Unidos en el mundo. Las fundaciones conservadoras Smith Richardson y Olin proporcionaron soporte financiero. (Ehrman, J. 1995, 178).
24 Todo siempre bajo una defensa de la superioridad de la tradición intelectual que está en los orígenes de la sociedad americana: la ilustración anglo-escocesa. Se trata de recuperar las raíces del sistema democrático capitalista, al mismo tiempo que se rechazan por perturbadoras ideologías foráneas enraizadas en otra ilustración, la francesa, aunque en el fondo el enemigo es el socialismo. Kristol, siguiendo a H. Arendt, sostiene que la auténtica revolución de la modernidad concluida con éxito ha sido la americana y su enemigo el legado de la ilustración franco-continental. Así sus pensadores de referencia son Adam Smith, James Madison, Thomas Jefferson, Locke, Montesquieu, Leo Strauss, R. Kirk, F. Hayek, etc. Ver: Mardones, J. M. 1987, 165-166.
25 Frente a este diagnóstico, proponían : a) disminución de la sobrecarga del sistema; b) atemperación del nivel democrático de legitimación y de la puesta en práctica de los principios democráticos; c) reactivación de los factores disciplinarios prepolíticos, de los amortiguadores tradicionales del conflicto social (renovación espiritual y moral); d) defensa de las estructuras intermedias en la sociedad (familia, sociedad civil, etc.). (Oliet Palá, A. 1994, 450-466); (Mardones, J. M. 1989, 70).
26 El núcleo argumental del neoconservadurismo se sitúa en la "ingobernabilidad", que se refiere a: a) Impotencia estatal para responder a la multiplicidad y entidad de las expectativas que en el ciudadano de las sociedades industriales avanzadas ha ido generando el Welfare State; b) Crisis de la autoridad estatal debida a esa insatisfacción de la demanda social; c) Crisis moral y espiritual por la desaparición de los valores de explicación y disciplinarios. (Oliet Palá. 1994, 428). En la preservación del Estado de bienestar se diferencian los neoconservadores de los neoliberales friedmanitas y del reaganomics. Ver: Mardones, J. M. 1989, 68-69.
27 Las ideas neoconservadoras en España han sido divulgadas desde la revista Razón Española. Ver: Mardones, J. M. 1987, 178.
28 No tiene que ver con la Nueva derecha de Reagan-Thatcher o los liberales como Hayek o Friedman; ni tampoco tiene nada que ver con los neoconservadores sociales. "Si los neoconservadores hubieran estado en la Gran Bretaña de Thatcher hubieran sido partidarios del Partido Socialdemócrata. El grupo derechista que se escindió del Partido Laborista" (Martín Lipset, S. 2000, 286).
29 Sus ideas están en Kristol, Irving. 1986. Reflexiones de un neoconservador. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
30 En Public Interest, fundada por Irving Kristol y Daniel Bell y en Commentary, nacida bajo la mano de Podhoretz se produjo la crítica de la tradición liberal (Oliet Palá, A. 1994).
31 Para su propia evolución personal, ver: Kristol, I. (1995, 3-40).
32 Neoconservadores y paleoconservadores difieren en la forma de entender el país. Los paleoconservadores son aislacionistas; opuestos a cualquier interés donde no estén los EEUU. Los neoconservadores defienden que EEUU debe llevar las ideas de libre mercado y democracia parlamentaria a lo largo del mundo. Para sus trifulcas con los paleoconservadores y entre ellos mismos, ver: Judis, J. (1990, 30-42) y Brinkley, A. (1994, 409-429).
33 Para la relación de Strauss con los neoconservadores ver Kristol, I. (1995).
34 Mucho del utillaje intelectual que recoge Fukuyama en su tesis de El fin de la Historia es herencia de sus maestros neoconservadores (Bloom, Strauss, etc.).
35 Para más detalle ver: Bell, D. (1993, 26-28).
36 Desde una perspectiva radical se podría decir que los neoconservadores son, en cierta medida, postmodernos, puesto que piensan que la modernidad disuelve las instituciones.
37 Para una relación de la postmodernidad con el neoconservadurismo y la religión, ver: Mardones, J. M. (1991).
38 Ver Le Monde Diplomatique, enero de 1995. Hay una reproducción en Ramonet, I. (1995). Ver también Kahn, J. F. (1995).
39 También ver Noam Chomsky e Ignacio Ramonet (1995).
40 Ver Estefanía, J. (1996, 37), salvando algo de la enorme confusión que tiene Estefanía en ese aspecto, al mezclar ideas de la Nueva derecha, del neoconservadurismo y del conservadurismo clásico.
41 Ver también Kahn, J. F. (1995).
42 Ver Sempere, J. (1996).
43 Donde el Partido de los Trabajadores lleva a cabo un interesante experimento de democracia participativa. Ver Dossier: nuevas formas de participación política, El Viejo Topo 146-147 (diciembre 2000), 38-67. La historia de este Foro se remonta a 1998 cuando la organización "Public Citizens" consiguió un ejemplar del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) que era una auténtica "Constitución Mundial del Capital". Ahí comenzó el escándalo.
44 Ver el artículo de Andrés Ortega Los no resignados, publicado en El País, el 16 de julio de 2001, página 8. Para constatar esto ver Michael, A. (2001).
45 Para ver su ideario completo ver: Porto Alegre. Viento Sur 55, marzo 2001.
46 Para una mayor caracterización de esos grupos, ver el artículo de Manuel Castells, Globalización y antiglobalización, publicado en El País el 24 de julio de 2001, 11-12.
47 Estos movimientos antiglobalización han convivido con un minúsculo sector que ha utilizado la violencia. Ésta, sin embargo, vino de la policía en Seattle en 1999, donde agredió a manifestantes pacíficos. Aunque sí ha habido violentos en Gottenburgo, Barcelona o Génova, donde la policía mató a un manifestante. Estas acciones violentas han sido asociadas al llamado "bloque negro", que se definen como anarquistas, desprecian los líderes y no se identifican como organización. Se inspiran en los grupos radicales alemanes de los ochenta conocidos por sus batallas callejeras contra la policía. Desde determinados sectores se ha aprovechado esta situación para criminalizar a la antiglobalización. En Barcelona, policías de paisano han actuado como provocadores. Los violentos son una minoría, pero pueden crear un desequilibrio en las manifestaciones. Ver la entrevista a Ignacio Ramonet realizada por Ana Romero y publicada en El Mundo el 22 de julio de 2001, páginas 6-7; El País, 29 de julio de 2001, 4-5; y el artículo de Joaquín Estefanía Flores venenosas, publicado en El País el 26 de junio de 2001.
48 La izquierda alternativa ya había alcanzado buenos resultados en Francia, Holanda y Dinamarca durante 1998. Ver Viento Sur nº 38 (junio 1998) 33.
49 Un ejemplo de apoyo a los grupos antiglobalización desde la cumbre es Pascal Lamy, comisario de comercio europeo. Ver El País, 8 de julio de 2001, p. 52.
50 En inglés se utiliza el término ¡empowerment. Ver "El foro social mundial", Mientras Tanto, nº 80 (primavera 2001) 22-24.
51 Famosa frase de Margaret Thatcher sobre el capitalismo y posteriormente desarrollada por teóricos como Fukuyama.
52 El progreso moral es el progreso en el avance del reconocimiento de los derechos humanos, que consiste en la superación de las relaciones sociales de dominación, pero unos derechos humanos prácticos y no ideales. Y un reconocimiento autonómo y universal, que no admita exclusiones basadas en diferencias empíricas como el sexo, la raza o el lugar de nacimiento. (Ver: Klappenbach, A. 1999; y Ribas Massana, A. 1997).

El autor
Israel Sanmartín es doctor en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela. Especialista en historiografía, metodología y teoría de la historia. En la actualidad es miembro del Grupo de Investigaciones Historiográficas de la Universidad de Santiago de Compostela -anteriormente del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (CSIC)- y coordinador técnico de la Red Académica Internacional "Historia a Debate". Recientemente ha publicado Entre dos siglos: globalización y pensamiento único (2007. Madrid: Akal).

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