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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas v.11 n.1 Mendoza ene./jul. 2009

 

DOSSIER

El Bicentenario y Haití

Adriana María Arpini
UNCuyo - CONICET

 
Acontecimientos de 1758 narrados por Alejo Carpentier en El reino de este mundo

El año 2010 es el del Bicentenario. Desde hace ya tiempo se viene organizando y anunciando una serie de actividades con el propósito de conmemorar y festejar el inicio de los procesos de independencia de nuestro país y de otros países hermanos de nuestra América: Chile, Colombia, México.

¿Qué relación existe entre Haití y el Bicentenario? La misma se aclara si adoptamos una mirada no localista, sino regional, latinoamericana. Digamos, en trazos gruesos que fue el primer territorio de América Latina que alcanzó la independencia de su metrópoli. En efecto, tras un proceso de lucha contra el colonialismo francés, entre1791 y 1803, el 1 de enero de 1804 se proclamó República, recuperando su nombre originario: Haití. Así se inició el ciclo de la independencia de los pueblos de nuestra América.

Pero tratemos de ubicar geográfica e históricamente los acontecimientos de Haití. Frente a las costas de la América Central, al norte de Colombia y Venezuela, se extiende el archipiélago de Las Antillas, cuyas costas están bañadas por el Mar Caribe en el occidente y por el Océano Atlántico en el oriente. Las islas de Cuba, La Española y Puerto Rico se distinguen por su extensión, recibiendo el apelativo de Antillas Mayores. La República de Haití ocupa la parte occidental de la Isla La Española, tiene un total de 27.750 km2 y su capital es Puerto Príncipe (Port-au-Prince). Limita hacia el este con la República Dominicana, que se extiende hacia el oriente de la isla. Cristóbal Colón desembarcó en La Española el 5 de diciembre de 1492 y la isla pasó a formar parte del Imperio Español. Antes de su llegada estaba habitada por las etnias arawak, caribes y taínos; entonces su población se estimaba en 300.000 habitantes. Durante los primeros años de vida colonial, en la zona despoblada de la región occidental de la isla, se asentaron los bucaneros -hombres que vivían de la caza de reses y cerdos cimarrones, del comercio de pieles y el cultivo de tabaco- y los filibusteros -nombre que se le daba a ciertos piratas del mar Caribe que perturban las comunicaciones marítimas de los españoles-, ambos de origen francés. Ocuparon primero la isla de Tortuga y se extendieron luego en la parte occidental de La Española, razón por la cual Francia reclamó la posesión de la parte oeste, que fue cedida por España en 1697 por el Tratado de Ryswick. Se formó así el Saint Domingue Francés, en los territorios de lo que hoy es la República de Haití.


Mapa de la Saint Domingue (Haití durante la colonia) - S. XVIII

Siendo colonia francesa comienza la explotación de frutos tropicales, especialmente de la caña de azúcar, mediante el sistema de plantación con mano de obra esclava. Para mediados del siglo XVIII, con la extensión del sistema, se incrementa el comercio de esclavos. Se estableció, entonces, la siguiente ecuación: mas esclavos = más azúcar = más ganancias, es decir, "no puede haber azúcar sin esclavos". Este hecho plantea un doble problema, económico y moral. Económicamente la rentabilidad de la plantación azucarera dependía del sistema esclavista; éste, a su vez, alentaba otro negocio, el tráfico de esclavos. Ambos, azúcar y esclavos, cotizaban en la Bolsa de París. En los años previos a la Revolución, la población de la colonia francesa se componía de unos 300.000 esclavos negros y apenas 12.000 personas libres, blancos y mulatos. Tenía plena vigencia Le Code Noir (El Código Negro), redactado en 1685, firmado por Luis XIV, que se aplicó a los esclavos negros en las colonias hasta 1848. Dicho código, no sólo legalizaba la esclavitud, el tratamiento de seres humanos como propiedad mudable (como bienes muebles), sino la marcación, la tortura, la mutilación física y el asesinato de esclavos por intentar rebelarse contra su status inhumano.

Si se nos permiten algunas digresiones de tono filosófico, cabría recordar, por una parte, que en 1762, Juan Jacobo Rousseau afirmaba en El Contrato Social que "el hombre nace libre y, sin embargo, vive en todas partes encadenado". La sentencia pone en evidencia un hecho que se acentuaría con el desarrollo de la modernidad y la consolidación del capitalismo. No obstante, una parte de la realidad quedaba velada: en ese mismo momento, en la colonia francesa de Saint Domingue, la "perla del Caribe", algunos hombres, mayoritariamente de piel negra, eran considerados como mercancías desde el vientre materno, esclavos de nacimiento.

Por otra parte, para la misma época, un filósofo alemán, Inmanuel Kant, representante también de la Ilustración europea, escribía entre otras obras fundamentales, la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) y la Crítica de la razón práctica (1788). En ellas dio forma a una expresión del imperativo categórico (ley universal del obrar) que reza: "obra de manera tal que consideres a la humanidad, en ti mismo y en los demás, siempre como un fin y nunca como un mero medio". Aclaraba que ‘fines' son las cosas valiosas por sí mismas, es decir las que tienen dignidad intrínseca, como los seres humanos; y ‘medios' son las cosas que tienen valor de cambio y pueden, por tanto, comprarse o venderse, intercambiarse por otra con precio equivalente. Este imperativo del obrar hacía evidente la contradicción del sistema esclavista, su inmoralidad.


Esclavos en la plantación

Ahora bien, en lo que respecta a Francia y a su colonia del Caribe, la paradoja en torno a la esclavitud se hizo patente cuando se hubo de enfrentar la contradicción entre el desarrollo de la Revolución en Francia y fuera de ella. Si bien es cierto que los hombres que lideraron la revuelta de esclavos en la colonia conocían el pensamiento de la ilustración y frecuentaron a los autores franceses, no fueron sólo las ideas de la Revolución las que impulsaron la abolición de la esclavitud, sino los propios esclavos de Saint Domingue, que tomaron en sus manos la lucha por la libertad. En efecto, las revueltas de esclavos ocurrían en Saint Domingue con gran regularidad desde 1697. En 1791 tuvo lugar una conspiración masiva de esclavos liderada por Boukman, un sacerdote Vudú que reunió a los hombres de diversas culturas africanas y los exhortó a dejar de lado el dios de los blancos, que tantas penas causaba, y escuchar la voz de la libertad que hablaba en el corazón de cada uno. Así, la revuelta de esclavos tuvo el doble carácter de transformación social, porque buscaba la liberación de los esclavos y la igualdad entre los hombres, y de revolución política por la ruptura del lazo colonial. (Estos episodios llevados a la ficción y relatados por Alejo Carpentier en varias de sus novelas: El reino de este mundo, El siglo de las luces).


Esclavos en la molienda del azúcar

Desde 1794 hasta 1800, los ex­esclavos lucharon por su libertad bajo la dirección deToussaint-Louverture1. Quien, en 1801 mandó redactar una Constitución que se adelantó a las de su época, tanto por sus premisas republicanas cuanto por la inclusión de todos los hombres, sin distinción de razas, en la definición de ciudadanía. Estos acontecimientos provocaron una caída en la Bolsa de París y una debacle económica en sectores de la burguesía francesa ocupada en la comercialización del azúcar y el tráfico de esclavos, que a la sazón constituían un tercio de la economía de la metrópoli. La reacción napoleónica llegó en 1802, restableció la esclavitud y el Code Noir, arrestó y deportó a Toussaint a Francia donde murió en prisión en 1803.


Toussaint Louverture (1743 - 1803)

El proceso revolucionario no se detuvo. Los campesinos libres de las montañas iniciaron la nueva etapa de la liberación del dominio francés, hasta que, en noviembre de 1803, los franceses capitularon. El 1 de enero de 1804 Dessalines proclama la independencia y la ex colonia es llamada con el nombre amerindio Haití. Francia perdió su colonia más rica. Los propietarios de esclavos de Estados Unidos, en Caribe, América española y Brasil se sintieron mucho menos seguros. Los esclavos de otras regiones se sintieron más esperanzados. Haití fue el primer territorio independiente de América Latina y la primera República negra del mundo.

Los acontecimientos de Haití desafiaron el orden del poder mundial y esto le costaría caro a la república caribeña: aislamiento, invasiones, saqueo, corrupción y dictaduras, hicieron de Haití uno de los países más indigente a escala planetaria y el más pobre de América Latina. Las necesidades de la supervivencia han provocado una descontrolada deforestación y erosión de los suelos, y hacinamiento de la población en la capital en condiciones de extrema precariedad. Sin embargo, estos problemas no son recientes. En relación con la deforestación, basta recordar que las maderas preciosas (caoba, ébano) de los muebles que adornaban las salas de encumbradas familias burguesas europeas provenían de las islas caribeñas. ¡Es varias veces centenaria la historia del "saqueo forestal"! Además de las riquezas naturales, la isla tiene valor político estratégico. El 28 de julio de 1915, Haití fue invadida y ocupada por los norteamericanos, como parte de su plan de control estratégico del Caribe, frente a la creciente presencia alemana en la isla, por un lado, y a la construcción del Canal de Panamá, por otro, llevando como excusa el argumento del altruismo. Ese altruismo equivocado, que consiste en asumir el gobierno de un país cuyos nativos -se dice- demuestran ser "incapaces de gobernarse a sí mismos", y que caracterizó la política exterior de los Estados Unidos hasta hoy.

Otro acontecimiento fundamental enlaza los festejos del Bicentenario con Haití, es que después de 1811, al quedarse sin recursos y haber fracasado en su intento de obtener ayuda de Inglaterra, Bolívar se dirige a Haití para apelar a la generosidad de la joven República negra. Petión, que gobernaba desde Port-au-Prince la parte occidental del país, puso a su disposición hombres, armas, dinero y algunos consejos que se desprendían de la experiencia haitiana, con la única condición de abolir la esclavitud en los territorios que liberara. De no haber sido por ese gesto, la epopeya bolivariana hubiera tenido, tal vez, otro curso y otra significación en la historia de nuestra América. Así, gracias a la ayuda de Haití, Bolívar pudo desembarcar en tierra firme venezolana y marchar de triunfo en triunfo, logrando la independencia de Venezuela, Nueva Granada, Bolivia y llegar al Perú, completando la gesta independentista que San Martín había iniciado, también, desde el sur del continente. La importancia del gesto de Petión para la historia de la América Latina, es pues indiscutible. No está de más recordarlo ahora que nos aprontamos a los festejos del Bicentenario. También la memoria de estos acontecimientos es un ejercicio de solidaridad.

Mendoza, febrero de 2010.

La autora
Adriana María Arpini es Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina), Doctora en Filosofía por la misma Universidad, donde actualmente se desempeña como profesora de grado y posgrado. Como profesora de posgrado es integrante del Cuerpo Docente del Doctorado en Filosofía, Modalidad Personalizada de la Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, desde 2009 es Directora de la misma. Es Investigadora de CONICET en las áreas temáticas de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas Latinoamericanas. Dirige proyectos de investigación de la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo y de CONICET. Dirige tesis de Doctorado y Maestría. Estuvo a cargo de Jefatura de la Unidad de Investigación de Historiografía e Historia de las Ideas, del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA, CONICET), desde 14 de diciembre de 2004 y hasta el 30 de marzo de 2009. Es autora y compiladora de libros, entre los que se destacan: Eugenio María de Hostos y su época. Categorías sociales y fundamentación filosófica (2007), Otros Discursos. Estudios de Historia de las Ideas Latinoamericanas (2003), Razón práctica y discurso social latinoamericano. El «pensamiento fuerte» de Alberdi, Betances, Hostos, Martí y Ugarte (2000). También es autora de numerosos capítulos de libros y artículos publicados en revista de circulación internacional. Por su labor académica recibió la Medalla de Honor 2007 de la Fundación ICALA (Intercambio Cultural Alemán Latinoamericano).

Nota
1 Toussaint Louverture (1746 - 1803), esclavo doméstico y uno de los principales líderes de la revolución haitiana conocía la obra de los enciclopedistas franceses, en particular la obra del abate Raynal, teórico antiesclavista de ideas liberales y humanistas, titulado Histoire philosophique et historique des etablissements et du commerce des européens dans les deux Indes (Pierre-Charles, 1985).

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