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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.15 no.1 Mendoza jun. 2013

 

DOSSIER

 

Estados Unidos en el pensamiento de Manuel Ugarte

The United States in the Thought of Manuel Ugarte

 

Eduardo Hodge Dupré

Universidad de Los Andes, Chile

 


Resumen

El siguiente trabajo tiene como objetivo principal describir y analizar la percepción de Manuel Baldomero Ugarte sobre Estados Unidos. Ugarte fue literato y político, pero también fue un pensador interesado por los asuntos internacionales de América Latina. Evidencia de ello son sus propuestas integracionistas y antiimperialistas, en las cuales la presencia de Estados Unidos era evidente. Debido a lo anterior, se estima conveniente explicar qué pensó Ugarte sobre la nación norteamericana, y desde esa perspectiva, contribuir a la discusión sobre tan trascendental intelectual latinoamericano.

Palabras clave: Manuel Ugarte; Pensamiento internacional; Estados Unidos.

Abstract

The purpose of this work is to describe and analyze the perception of Manuel Baldomero Ugarte about the United States. Ugarte was a writer and a politician, but it was also a thinker interested in the Latin America's international affairs. Testimony of this are his integrationist and anti-imperialist proposals, in which the U.S. presence was evident. Thus, it is considered advisable to explain what he thought about the American nation, and from this perspective, to contribute to the discussion around this important Latin American intellectual.

Key words: Manuel Ugarte; International thought; United States.


 

Introducción

Manuel Baldomero Ugarte (Buenos Aires, 1875 - Niza, 1951) dedicó gran parte de su vida a explicar el pasado, el presente y el futuro de América Latina. Fue de aquella generación del 1900 preocupada por el destino de la región, y evidencia de ello es su abundante obra. Dentro de ésta, es posible hallar desde ensayos evidentemente políticos, sociológicos y económicos, hasta poemas y antologías. Viajó por Europa, y vivió en Francia, destino preferido de los intelectuales latinoamericanos. Pero sus recorridos, joven por Estados Unidos, y más maduro a través de América Latina, fueron claves para la configuración de su pensamiento. Si en la nación del norte pudo apreciar sus particularidades y conocer su orientación imperialista, en los países latinos observó su heterogeneidad, con la salvedad que sus problemas y dificultades eran comunes. Adicionalmente, pudo advertir la presencia transversal, explícita e implícita de Estados Unidos en cada uno de éstos.

Ugarte es de esos intelectuales críticos que dejaron su huella en el pensamiento latinoamericano. Se ha escrito sobre él, pero no de manera tan exuberante. Norberto Galasso (1970; 2001) y Nieves Pinillos (1989) han aportado excelentes trabajos biográficos sobre Ugarte; Marcos Olalla (2001), Claudio Maíz (2001 y 2003) y Margarita Merbilhaá (2009), por su parte, han estudiado de una manera muy rigurosa sus ideas desde un punto de vista literario, mientras que Miguel Barrios (2007) ha analizado sus planteamientos políticos mirados a través de una óptica latinoamericanista. Cada uno, desde su respectiva área de especialización, ha entregado insumos notables sobre las ideas de este intelectual argentino. Sin embargo, la cantidad de trabajos que analizan sus propuestas internacionales es paradojalmente reducida, casi nula. Intenté aportar en esa línea un artículo que describe y analiza su proyecto de defensa continental, pero no de Ugarte solamente, sino en conjunto con Víctor Raúl Haya de la Torre (Hodge, E. 2011). Otro esfuerzo que contribuye al estudio de la perspectiva internacional de Ugarte, es el trabajo de Pablo Yankelevich (1993), quien abordó la interpretación del argentino sobre la Revolución Mexicana de 1910. Esto llama la atención porque si bien Ugarte fue un literato, un político y un intelectual, también fue un internacionalista (sus apuestas integracionistas y antiimperialistas son recurrentes en sus obras).

Pero las ideas internacionales de Ugarte no surgieron de una mera entelequia, ni tampoco hay que estudiarlas de manera aislada. Sus reflexiones sobre asuntos internacionales deben entenderse en paralelo al progresivo avance de la política exterior de Estados Unidos en América Latina durante los primeros decenios del Siglo XX. No me atrevo a sostener que sus reflexiones internacionales fueron producto del constante intervencionismo usamericano, pero es viable proponer, aclarar y destacar su conexión natural (he ahí el sentido de este trabajo). Ahora bien, desde esta lógica, ¿cómo se constituye la imagen de Estados Unidos en el pensamiento de Manuel Ugarte? A modo de hipótesis, este trabajo apostará que Ugarte concibió Estados Unidos de forma heterogénea; si bien su enfoque socialista y antiimperialista justifican sus duras críticas hacia la nación norteamericana, lo cierto es que su postura propositiva explica también que haya demostrado un grado de admiración por ella, concretamente en el cómo llevó a cabo sus procesos sociohistóricos. En esta misma línea, y pasando revista a algunas de sus obras, el objetivo central de este trabajo es describir y analizar sus principales ideas sobre Estados Unidos.

Ugarte y Estados Unidos. Una aproximación

Tal como ya se ha mencionado, las ideas internacionales de Manuel Ugarte no pueden entenderse separadas de lo que significó para él Estados Unidos. Las políticas exteriores de la nación norteamericana fueron determinantes en la configuración de sus concepciones antiimperialistas, a las que conectó de manera estrecha con sus propuestas integracionistas. Es más, me atrevería a sostener que tal conexión fue tan vinculante, que Ugarte pensó que, si no se concretaba la integración latinoamericana, la región sería más vulnerable a los embates usamericanos, pues la atomización impedía el fortalecimiento de lo que él llamaba la "Nación Latinoamericana", la que por razones casi naturales e históricas se contraponía a la América sajona. Pero la postura de Ugarte sobre Estados Unidos no fue homogénea. El amplio abanico de ideas que el pensador reprodujo en torno a la nación del norte contempló diversas temáticas y acentos. Es posible encontrarse con escritos en los cuales criticó fuertemente a Estados Unidos, mientras en otros resaltó sus valores democráticos, sociales y culturales. Sin embargo, en ninguno está ausente su preocupación por una América Latina sistemáticamente asediada por su hermana sajona.

Ugarte comenzó su interés -o preocupación- por Estados Unidos en el 1900, año en el que visitó Nueva York y otras ciudades. Allí pudo apreciar las peculiaridades de la creciente nación. En un trabajo de 1923, nuestro pensador sostuvo que durante este viaje "las comprobaciones penosas para nuestro patriotismo hispanoamericano, las inducciones inquietantes para el porvenir (.), empezaron a nacer a mis ojos en el mismo territorio de los Estados Unidos". Luego de analizar el proceso histórico de ambas Américas (latina y sajona), Ugarte (1923, 95) sostuvo que "así razonaba el que escribe mientras recorría las calles de Nueva York en el deslumbramiento y la gloria de la portentosa metrópoli". Más adelante, advertía que, "a medida que crecía mi admiración por los Estados Unidos, a medida que sondeaba la poderosa grandeza de ese pueblo (.), se afirmaban y acrecían mis temores". Llama la atención que Ugarte destacó el papel del nacionalismo en la ciudadanía, que no escatimaba recursos para llenar las calles, torres y prensa de banderas y aclamaciones patrióticas.

Pero el temor de Ugarte crecía cuando exponía las contradicciones de Estados Unidos. Exclamaba fervorosamente que era el país de las libertades, la democracia y el puritanismo; de la grandeza, el poder, la prosperidad, del adelanto, de la creación y de la confortabilidad. Sin embargo, su utilitarismo y orgullo producía una debacle social que, en el mediano y largo plazo, se transformaría en un peligro mayor. En ese sentido, "la situación del negro en esa república igualitaria" bastaba para "comprender la insinceridad de las premisas proclamadas" (Ugarte, M. 1923, 96). Llamó la atención de nuestro autor la existencia de tales inequidades sociales que, desde el punto de vista cultural, la nación replicaba en sus políticas internacionales. Denunció una élite política "ruda autoritaria" que sólo buscaba la "victoria final" propia de las potencias dominantes. Este grupo, que idea todas las medidas políticas de la nación, "se resiente de la moral expeditiva del cowboy violento y vanidoso de sus músculos que civilizó el far west arrasando a la vez la maleza y las razas aborígenes en una sola manotada de dominación y orgullo" (Ugarte, M. 1923, 121). Según su perspectiva, era un país que se siente superior, estatus que la historia le ha atribuido por medio de sus triunfos militares, y que América Latina legitimaba por medio de sus reverencias y "sonrisas". Concluyó la idea indicando que el "hecho indestructible es que los Estados Unidos, sacrificando las doctrinas para preservar sus intereses, creen cumplir hasta con su deber, puesto que preparan la dominación mundial, para la cual se creen elegidos".

Ugarte (1923, 122) continuó analizando estas características y las vinculó directamente a las políticas que Estados Unidos estaba articulando hacia América Latina. En el texto ya citado ("El lobo y los corderos"), denunció que la potencia manifestaba un "supremo desprecio por todo lo extranjero, especialmente por cuanto anuncia origen latino y una infatuación vivificante", fundada en triunfos militares y políticos que le dan "al carácter norteamericano cierta tosca y brutal tendencia a sobrepasar a otras razas, cierto exclusivismo diabólico que dobla y humilla al que llega". Nuestro intelectual obtuvo tales conclusiones estando en Estados Unidos, donde abundaban, según él, "las apreciaciones injuriosas sobre América Latina". Llamó su atención lo común que era observar y escuchar calificativos como "salvajes" y "fenómenos ridículos" para referirse a los países del sur. "Los grandes diarios hablaban sin ambages de la necesidad de hacer sentir una 'mano fuerte' en esas 'madrigueras' y acabar con las asonadas y los desórdenes que interrumpían el sagrado business del tío Sam", los cuales tenían la ventaja de estar protegidos por los sectores políticos del país. La posición de Ugarte frente a la clase política de Estados Unidos por cierto que iba más allá. Criticó al Senado y a la Casa Blanca por intentar controlar a América Latina y obviar la autonomía de sus repúblicas.

Estados Unidos como la amenaza

A comienzos de siglo, específicamente en el año 1901, Ugarte publicó un artículo llamado "La defensa latina". En este escrito, el autor vislumbró dos temas íntimamente relacionados, y que estuvieron permanentes en gran parte de sus obras sobre asuntos internacionales: las amenazas externas (encarnadas en Estados Unidos) y las propuestas sobre cómo protegerse de éstas (en ese sentido, el autor plantea que la comunicación y la integración entre los países era la clave para contener la amenaza). En este trabajo, Ugarte utilizó un lenguaje muy particular, pues se refirió a los habitantes de Estados Unidos como yanquis, lo cual denota una postura de rechazo frente a todo lo proveniente de aquel país. El concepto, claramente, contiene una carga de valor importante, en tanto que todos sabemos que yanqui es una denominación tradicionalmente despectiva. No obstante, en aquel escrito Ugarte fue claro al sostener que los países más cercanos a Estados Unidos eran los más vulnerables a sus intervenciones (en ese sentido, México y la revolución de 1910 era la evidencia más real para nuestro pensador; basta recordar su artículo de 1914, "El ejemplo de México", donde asimiló el hecho a un "atentado" y a una "arremetida bélica y diplomática de los Estados Unidos")1.

En otro artículo de 1901 -El peligro yanqui-, Ugarte temió que América Latina fuese un protectorado de Estados Unidos. Invitó a los latinoamericanos a "contrarrestar la influencia creciente de la gran república norteamericana, poniendo obstáculos en su marcha hacia el sur, porque si aguardamos a que la amenaza esté en la frontera, ya no será tiempo de evitarla". Es más, el pensador temió una embestida desde el norte e invitó a los países de la región a ser solidarios para contener el avance de Estados Unidos. En sus palabras, "el razonamiento infantil de que para llegar hasta nosotros tendría el coloso que atravesar toda la América, es un sofístico engaño que además del egoísmo regional que denuncia, contiene otros males". Generando hipótesis sobre un inminente ataque, Ugarte se cuestionó: "¿Aguardaremos para defenderos que la agresión sea personal? ¿Cómo suponer que la invasión se detendrá al llegar a nuestras fronteras?". En el caso de enfrentarse a tales agresiones, Ugarte fue radical al proponer una "causa común" y unir fuerzas para neutralizar el poder usamericano (Ugarte, M. 1901b, 66). En consecuencia, las ideas del argentino suponían, efectivamente, un escenario complejo. 

En un trabajo que citaré más adelante, y que data de 1912, Ugarte separó al pueblo de la clase política usamericana. Apeló al patriotismo para explicar la forma en cómo los latinoamericanos debían enfrentar el avance de la política de Estados Unidos, y sostuvo que "los hombres que defienden, contra la inundación y contra el viento, su hogar, sus creencias y la cuna de sus hijos, acaban por hacerse simpáticos hasta la misma tempestad. Y lo que nosotros estamos haciendo es lo que los norteamericanos harían en un caso análogo, si sintieran que peligraba su autonomía". De forma indirecta, continuó la idea sosteniendo que "los pueblos, como los hombres fuertes, quieren hallar más bien un adversario que lo mire a la cara, que viles traidores que tiemblan y se humillan" (Ugarte, M. 1912, 71 y ss.). El efecto de esta apreciación sería, según Ugarte, el temor generalizado que las naciones latinoamericanas enfrentaban en ese momento respecto al peligro que representaba Estados Unidos, peligro que lo volvió a ratificar en el artículo "El lobo y los corderos"de 1923, donde recordó su viaje por Nueva York en el 1900:

. yo imaginaba ingenuamente que la ambición de esta gran nación se limitaba a levantar dentro de sus fronteras la más alta torre de poderío, deseo legítimo y encomiable de todos los pueblos y nunca había pasado por mi mente la idea de que ese esplendor nacional pudiera resultar peligroso para mi patria y para las naciones que, por la sangre y el origen, son hermanas de mi patria, dentro de la política del continente (Ugarte, M. 1923, 116).

Pero el temor generalizado que denunciaba Ugarte no era algo utópico, ni menos una expresión de esquizofrenia de nuestro autor, más aún cuando habían antecedentes históricos como lo sucedido en Cuba, México y Nicaragua. Ugarte pensaba en un ataque militar inminente, y la razón de aquello era que, frente a cualquier vulnerabilidad de sus intereses privados, Estados Unidos hacía sentir su desagravio. En la carta escrita a Wilson, Ugarte (1913, 81) criticó que las inversiones usamericanas estuvieran tan resguardadas por el gobierno, sosteniendo que "basta que uno de ellos se diga perjudicado en sus intereses, para que los cónsules y los ministros lo sostengan y hasta para que sean requeridos los barcos y los soldados, sin averiguar antes los fundamentos de la queja, ni inquirir las razones que asisten a los unos y a los otros". En estas líneas hay una crítica a la metodología usada por las autoridades usamericanas en la protección de los intereses privados, pero también hay un cuestionamiento a la veracidad de las causas que daban vida a la amenaza. En la misma misiva reprocha que "no es posible que vuestros ministros tengan en nuestras pequeñas ciudades la misión especial de amenazar; no es posible que los hombres pusilánimes que gobiernan en algunas débiles repúblicas sientan constantemente sobre sus espaldas el látigo del amo". Las ideas de Ugarte se fundaron en la experiencia histórica de América Latina; no son meros supuestos u ocurrencias inconsistentes.

Una mirada economicista sobre Estados Unidos

En el pensamiento de Ugarte, Estados Unidos está analizado predominantemente desde sus tipologías económicas y financieras. No quisiera reducir todas las ideas de nuestro intelectual a este tema, pero hay una referencia permanente a las inversiones usamericanas en América Latina, entendidas, por cierto, desde un punto de vista pesimista. En La Patria Única de 1910, Ugarte propuso que "el dinero estrangula a las repúblicas más pequeñas". Cuando habla de dinero, se refiere particularmente a las inversiones norteamericanas en la región. Años antes, específicamente en 1901, Ugarte puso el ejemplo del ferrocarril que conectaría a toda América Latina de norte a sur. El problema, fue que este proyecto llamaría la atención de los capitales usamericanos, los que afectarían irremediablemente sus objetivos esenciales, es decir, comunicar, afianzar e integrar a la región. En consecuencia, Ugarte invitaba a prescindir a toda costa de estos recursos, y en el caso de existir una necesidad de financiamiento, recurrir a capitales europeos (esto grafica que su preocupación era Estados Unidos y su sistema económico y no otras potencias).

En otro artículo de 1901 (El peligro yanqui), Ugarte asoció el tema de los intervencionismos usamericanos a esta cuestión economicista. En dicho artículo, sostuvo que "la falta de capitales y de audacia industrial ha hecho que las minas, las grandes empresas agrícolas y los ferrocarriles caigan en manos de empresas yanquis" (1901, 67). Años más tarde, en la Carta a Wilson, Ugarte (1913, 81) mantuvo su postura de sobreponer la variable económica y financiera para explicar el comportamiento de Estados Unidos en la región. De esta forma, "el sistema ha podido favorecer momentáneamente el desarrollo de los negocios, la prosperidad de determinado grupos financieros". Criticó el "censurable expansionismo político" que estaba íntimamente cohesionado con la "legítima influencia comercial de los Estados Unidos", cuestiones que conectadas hicieron "surgir pretextos de avance o de intervención". En la misma carta aludió explícitamente a la influencia de las "compañías financieras del norte" en las diversas crisis que enfrentaban nuestros países. Para Ugarte había una relación evidente entre nuestros problemas político-económicos y los intereses de Estados Unidos. 

Pero en Ugarte, los factores económicos y financieros no estaban aislados del factor político. En nuestro intelectual estos, mancomunadamente, justificaban las políticas interna y externa de Estados Unidos. En el ya citado "El peligro yanqui", Ugarte se refirió a las cuestiones más políticas, ideológicas y partidistas para entender la política exterior usamericana, pues ésta depende según "el partido que gobierna". En ese sentido, escribió que, "de haber triunfado Bryan, no tendríamos quizá que lamentar el protectorado de Cuba ni las masacres de Filipinas", donde la clase política, hegemonizada principalmente en una "aristocracia del dinero formada por grandes especuladores que organizan trust y exigen nuevas comarcas donde extender su actividad", es el motor y el "deseo de expansión". La mirada de Ugarte fue integral, pues logró armonizar distintas causas para explicar los intereses comerciales de Estados Unidos en nuestra región. Resalta que Ugarte, considerando esta cuestión economicista, postuló que no todos los ciudadanos usamericanos serían beneficiados por estos triunfos financieros, sino que más bien "una ínfima parte de ellos", y que eran precisamente las grandes firmas que tenían estrechos vínculos con la clase política (Ugarte, M. 1901b, 65 y ss.).

Estados Unidos, un país eminentemente expansionista

Si Estados Unidos quería consolidar e incrementar sus finanzas, era necesario que propagase sus mercados (aquí entra a jugar la lógica imperialista). Ugarte, por su parte, estaba consciente de esto, por lo cual analizó las conductas extensivas de la potencia hacia América Latina. Éstas habían comenzado en México durante el siglo XIX, se consolidaron con la guerra contra España en 1898 y prosiguieron durante los primeros decenios del siglo siguiente. Los sucesivos acontecimientos (Filipinas, México, Panamá y Nicaragua) llevaron a nuestro pensador a acuñar la frase "frontera en movimiento" para referirse a Estados Unidos,0 aludiendo a lo dinámico que eran sus límites soberanos. En 1901, Ugarte señaló que "bajo pretexto de protección a ciertos estados los anexa. Y sería prudente calmar sus apetitos". Diez años más tarde, sostuvo que "nadie puede prever ante qué río o ante qué montaña se detendrá el avance de la nación que aspira a unificar el nuevo mundo bajo su bandera" (Ugarte, M. 1910, 10 y ss.). Las dinámicas internacionales de la región, en consecuencia, serían clave en la concepción de Ugarte acerca de Estados Unidos.

Ugarte intentó buscar explicaciones que sustentaran el por qué Estados Unidos estaba tan interesado en expandirse hacia América Latina. En "El peligro yanqui"de 1901 dio luces a este cuestionamiento, y escribió que para la nación del norte era "un crimen que nuestras riquezas naturales permanezcan inexplotadas a causa de la pereza y falta de iniciativa que nos suponen" (Ugarte, M. 1901b, 65 y ss.). Para él, esta actitud explicaba el desconocimiento de Estados Unidos hacia nuestra región, y les recriminó que "juzgan a toda la América Latina por lo que han podido observar de Guatemala o en Honduras". Para nuestro pensador, la ignorancia de la América sajona sobre la latina no era un inconveniente para la consolidación de sus intereses, sino que en realidad constituía sus métodos "paternalistas" y "fraternales" que aparentaban protección pero que no hacía más que disfrazar la conquista. El pensador argentino da a entender que los instrumentos de la política exterior de Estados Unidos no iban a variar, en tanto que detrás de ellas había factores históricos y culturales que la sustentaban. 

Finalmente, y a modo de ejemplo, Manuel Ugarte dio un vistazo a la historia para explicar las características que adoptaba la política expansiva de Estados Unidos en la región. En "El Peligro Yanqui", nuestro intelectual escribió sobre el caso mexicano, que tal como he señalado anteriormente, era el icono usamericano de la ampliación fronteriza. En aquel artículo, Ugarte sostuvo que Estados Unidos "tiende a hacer de la América Latina una dependencia y extender su dominación en zonas graduadas que se van ensanchando, primero, con la fuerza comercial, después con la política y por último con las armas". Esta frase deja entredicho que el intervencionismo usamericano operaba con tres brazos: comenzaba con el financiero, luego con el político institucional, pero si ninguno de estos dos funciona tal como se esperaba, se aplicaba con el brazo militar (Ugarte, M. 1901b, 65 y ss.).

El intrusismo de Estados Unidos en América Latina

A lo largo de los escritos de Ugarte, es posible encontrar una serie de frases que apuntaron a denunciar el entrometimiento de Estados Unidos en la política interior latinoamericana, que tendría sus orígenes en la Doctrina Monroe en el siglo XIX2. A comienzos del siglo siguiente, en "El peligro yanqui", Ugarte denunció la intrusión de Estados Unidos en el conflicto entre Venezuela y Colombia. Bajo su pluma, escribió que "el telégrafo nos anuncia diariamente que la América del Norte está dispuesta a intervenir para proteger sus intereses y asegurar la libre circulación alrededor del istmo". Ugarte sostuvo que Estados Unidos se basaba en "viejos tratados que le abandonan cierto rol equívoco de vigilancia y arbitraje" para funcionar en la región. El temor del argentino era que la potencia repitiera los casos de Cuba, Filipinas y Hawai en otras naciones latinoamericanas. Sosteniendo que "la maniobra es conocida", Ugarte continuó con que los mecanismos de la nación norteamericana consistían en "(.) provocar grandes luchas y disturbios que les permitan intervenir después, con el fin aparente de restablecer el orden en países que tienen fama de ingobernables".

En un escrito de 1930, Ugarte, planteó que "los Estados Unidos van extendiendo gradualmente su radio de acción (.) que ora se basan en irradiación económica, ora recurren al soborno o a la imposición, aprovechando siempre las desavenencias locales de nuestros pueblos o el loco afán de gobernar de nuestros políticos". Dicho de manera más sencilla, Ugarte relacionó la incapacidad de la clase dirigente a las "invasiones extranjeras". A modo de solución, el autor enfatizó que la emancipación y autonomía hispanoamericana sería infértil si sus países no son capaces de contener a los "derrotistas que aconsejan la genuflexión ante el extranjero, a los políticos más o menos sostenidos por la influencia norteamericana" (Ugarte, M. 1930, 41 y ss.). Cabe destacar que dicha posición está presente invariablemente a través de sus ensayos, y para corroborar esto, es posible remontarse al año 1901 cuando en "El peligro yanqui"expuso que, cuando un gobernante sobornado por Estados Unidos decide "sacudir la tutela", "nunca falta una revolución más o menos espontánea que lo derroca con una guerra exterior que pone en peligro su jerarquía".

La manera en cómo Estados Unidos coadyuvó a la generación de conflictos entre las naciones latinoamericanas fue otro mecanismo de intrusismo que Ugarte dilucidó. Cabe mencionar, que dicho ejercicio era causado cuando la potencia veía amenazados sus intereses financieros. En "El peligro yanqui", el pensador destacó la desconfianza y la hostilidad que Estados Unidos generaba entre los estados de la región, y centró su análisis en los antagonismos entre Chile y Argentina y Chile con Perú (Ugarte, M. 1901b, 65 y ss). En particular, Ugarte señaló que estos casos eran "quizá el producto de una hábil política subterránea dirigida a impedir una solidaridad y una entente que pudieran echar por tierra los ambiciosos planes de expansión". El intrusismo de Estados Unidos en América Latina produjo en Ugarte una constante desconfianza, la que se plasmó de manera transversal en sus obras políticas y literarias. Si la cita anterior corresponde a un trabajo de 1901, en 1913 mantenía su postura. En la Carta al Presidente Wilson sostuvo que "se ha abierto entre la América Latina y la América anglosajona una era de desconfianza que será perjudicial para todos" (Ugarte, M. 1913, 80).

Ya mencioné que Ugarte había criticado la intervención de Estados Unidos en América Latina por la explotación deficiente de los recursos. Pero a esto hay que añadirle una segunda razón, y es que para nuestro autor la potencia interrumpía en la región porque ésta era inestable políticamente. De esto podrían lanzarse dos hipótesis que validarían la apuesta de Ugarte. Por un lado, porque Estados Unidos ha pregonado desde sus padres fundadores la noción de democracia, la que se vincula estrechamente a la idea de estabilidad interna; por otro lado, e íntimamente ligado a la primera, está que el desorden institucional o el caos social amenazaban sus intereses financieros y comerciales. Por ello no es extraño que Ugarte denunciara que Estados Unidos abriera "una especie de bolsa de revoluciones, donde se especula con el desorden, con el hambre y con la ruina de muchos países latinoamericanos" (Ugarte, M. 1912, 76). Luego, el intelectual se formuló una pregunta muy pertinente, explicando de forma más directa su postura:

. ¿qué son sino una especulación vergonzosa esos bonos de quinientos pesos que se negocian por cincuenta y dan a un partido en interés usurario los medios de subvertir el orden en una república, obligando a ésta no sólo a sufrir los perjuicios de la agitación, sino a pagar después multiplicados por diez, los gastos de la misma tempestad que la arrasa? Si queréis evitar las revoluciones, en vuestra mano está (Ibid.).

En la misma línea, Ugarte continuó con ideas claras y certeras. En el mismo texto de 1912, Ugarte apeló al entrometimiento directo de Estados Unidos en América Latina y le recriminó a la potencia que, "lejos de dar dinero y armas a los aventureros que vienen a solicitar vuestro apoyo, entregando a cambio del poder girones de sus banderas, dadles lecciones de moralidad y rectitud, declarando que cada pueblo debe arreglar sus asuntos dentro de sus propias fronteras". Ugarte creyó que detrás de la mayoría de las revoluciones latinoamericanas, que cobraron muchas de ellas el carácter de golpes de Estado, por ejemplo, subyacía evidente o invisiblemente la mano interventora de Estados Unidos, que no anhelaba más que proteger su ideología y sus intereses comerciales en la región. Pero la crítica que hizo Ugarte es aparentemente propositiva, pues invitó a la potencia a colaborar con las naciones latinoamericanas más que a intervenirlas.

Pero el entrometimiento de Estados Unidos era visto por Ugarte como contradictorio, pues si por un lado dicha nación enarbolaba la bandera de la libertad, por otro ejecutaba la represión y el engaño. En la Carta Abierta al Presidente Wilson, nuestro intelectual (1913, 79) postuló que dicha incoherencia transformaba a Estados Unidos en una amenaza aún más indeterminable, pues no se sabía con exactitud cuándo y cómo haría sentir su fuerza en la región. Nuestro pensador escribió que, durante años, los gobiernos norteamericanos, "que realizan dentro de sus fronteras la más alta expresión de la libertad en nuestro siglo, han estado defendiendo en nuestra América un espíritu que es la contradicción y la antítesis de sus principios y de sus leyes". En ese sentido cuestionó a las compañías financieras, reprochándolas por "falsear los principios del derecho civil y violar los preceptos del derecho internacional". En la misma carta, sostuvo que esto no era permitido a los herederos del puritanismo, ironizando ahora con los aspectos espirituales.

El poder de Estados Unidos

Manuel Ugarte miró a Estados Unidos como un país expansivo e intruso, pero con poder, no sólo local, sino internacional. Si se expandía y era capaz de manipular los escenarios políticos de la región, era porque simplemente tenía el poder necesario (económico, político y militar). En un trabajo de 1933, Ugarte denominó al país del norte como "hegemonía continental". Años antes había ocurrido la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que aceleró la fuerza de Estados Unidos en el concierto internacional. Cabe destacar que la influencia usamericana no se daba sólo a nivel latinoamericano, sino que las condiciones de la "gran guerra" le habían permitido lograr una autoridad a nivel mundial. En el mismo breve ensayo, el autor ligó esta idea a un congreso panamericano que próximamente iba a realizarse en la ciudad de Montevideo, y al cual asemejó a "un nuevo congreso de ratones presididos por un gato". Si los roedores eran las naciones latinoamericanas, el felino era Estados Unidos (Ugarte, M. 1933, 43).

En 1950, Ugarte realizó una crítica sistemática a la manera en cómo los países latinoamericanos sucumbieron ante el poder usamericano, el cual afectaba no sólo en lo espiritual, sino que también en lo material. Respecto a lo primero, Ugarte planteó que los países de la región se veían "en la necesidad de admitir que las colonias españolas, al emanciparse, no defendieron su autonomía, ni afianzaron la armonía interior, ni valorizaron sus recursos (.). Pese a la independencia aparente, toda iniciativa y todo esfuerzo siguió ajustándose a fórmulas importadas". Por otra parte, desde un punto de vista más material, el pensador sostuvo que "ferrocarriles, minas, tranvías, teléfonos, petróleo, cuanto debió ser nuestro, cayó en poder de empresas de otro país". Lo interesante de Ugarte, es que realizó una autocrítica importante en este sentido, y culpó al nativo de "no hacer patria" ni menos de respetarse a sí mismo. Por el contrario, Ugarte criticó que la haya dejado "hacer por otros", argumentando que "expió su desidia, porque la patria, hecha por otros, se le escapó de las manos".

En la línea de lo anterior, le interesó a Ugarte que el poder se haya transformado en sumisión, que dicho sea de paso, era aparentemente aceptada. Muestra de ello es cuando en el mismo artículo de 1950, Ugarte evidenció que "la producción literaria de Iberoamérica se juzga y se premia en Nueva York". Ratificó esto planteando que "todos los caminos del continente de habla hispana parecen conducir hacia Washington". El poder de Estados Unidos, en este contexto, había que entenderlo a propósito de la Segunda Guerra Mundial, aunque Ugarte se remontó hasta la historia colonial de dicho país para entender el proceso que para él era actual. Así, en el artículo "El lobo y los corderos"de 1923, nuestro intelectual cuestionó la manera en cómo Estados Unidos se había expandido tanto en tan poco tiempo:

. a un siglo de distancia, las trece colonias inglesas que tenían una población de cuatro millones de hombres y ocupaban un área de un millón de kilómetros cuadrados, se habían transformado en una enorme nación compuesta de cuarenta y cinco Estados (. y) una población de cien millones de habitantes y cubren un área de diez millones de kilómetros cuadrados (Ugarte, M. 1923, 92 y ss.).

Luego, Ugarte buscó las explicaciones para tal fenómeno histórico, y por medio de un juego entre lo implícito y lo explícito, concluyó que este crecimiento había sido a costa de América Latina.

La desigualdad entre las "Américas"

Otro elemento que llama la atención de las ideas de Manuel Ugarte sobre Estados Unidos, es para diferenciar la América sajona de la latina (¿polos opuestos según su perspectiva?). Las diferencias entre ambas "Américas" fueron expuestas por el autor en un artículo de 1910, donde invitó a los lectores a imaginar el mapa de América, para luego plantear que "al norte bullen cien millones de anglosajones febriles e imperialistas, reunidos dentro de la armonía más perfecta en una nación única". Contraria a estas características, está la otra América, la sureña, dónde "se agitan ochenta millones de hispanoamericanos de cultura y actividad desigual, divididos en veinte repúblicas que en muchos casos se ignoran o se combaten". La desigualdad entre ambas "Américas", según Ugarte (1910a, 13), no sería producto de un fenómeno coyuntural sino que sus raíces estarían luego de los procesos independentistas, época en la que los dos polos adoptaron caminos distintos. En el marco del Centenario, Ugarte planteó que:

. el hecho de que los norteamericanos cuya emancipación de Inglaterra coincide casi con la de las antiguas colonias españolas, hayan alcanzado en el mismo tiempo, en parecido territorio, y bajo idéntico régimen, el desarrollo inverosímil que contrasta con el desgano de buena parte de América, no se explica, a mi juicio, ni por la mezcla indígena ni por los atavismos de raza que se complacen en invocar algunos, arrojando sobre los muertos la responsabilidad de los propios fracasos (Ibid.),

sino que por la conjunción de dos variables.

Por una parte, Ugarte distinguió el factor de las "divisiones". Cuando las colonias norteamericanas se distanciaron de Inglaterra, la primera medida fue unirse y formar la nación. Contrariamente, cuando las naciones latinoamericanas experimentaron la misma situación, "no sólo se organizaron separadamente, no sólo convirtieron en fronteras nacionales lo que eran simples divisiones administrativas, sino que se multiplicaron después, a influjo de hombres pequeños que necesitaban patrias chicas para poder dominar" (Ibid.). Posteriormente, según el autor, emergió otro problema, y es que cada una de estas naciones, además de no juntarse, fueron antagónicas. Por otra parte, Ugarte planteó los diversos aspectos filosóficos y las costumbres políticas que han predominado en cada una de las "Américas", y que por cierto las diferencian sustancialmente. Ugarte sostuvo que mientras Estados Unidos optaba por implementar principios modernos, en América Latina se mantuvieron las estructuras de poder colonial y todo lo que ello significaba, es decir, autoritarismo, una oligarquía "temerosa y egoísta" que "se apoderó de las riendas del gobierno" en gran parte de nuestras naciones.

Pero Ugarte (1912, 78) fue más allá, y planteó que las diferencias entre ambas Américas estaba dando paso a conflictos y tensiones producto, principalmente, del menosprecio que Estados Unidos tendría de América Latina. Expuso y explicó que entre ambas se estaba creando un "ambiente de antagonismo y repulsión", y aclaró que el problema era que Estados Unidos miraba a la América Latina bajo la óptica de "raza subalterna y conquistable". Reconoció que "tenemos quizá en las venas unas gotas de sangre exótica, pero no nos consideramos disminuidos por ello y nos sentimos tan grandes como ustedes, o más grandes que ustedes, por el cerebro y el corazón". Bajo el tenor de esta última cita, podemos llegar a la conclusión que Ugarte reconoció diferencias entre ambas Américas y tal vez una suerte de superioridad material de Estados Unidos sobre América Latina, pero en lo espiritual, la latina era superior a la sajona.

Algunos atisbos de admiración de Ugarte sobre Estados Unidos

No obstante todo lo anterior, creo que detrás de todos los cuestionamientos y críticas hacia Estados Unidos, Ugarte escondió una admiración por cómo dicha nación, históricamente, ha engendrado sus procesos políticos, donde la democracia y el libre pensamiento han sido sus principales reivindicaciones (elementos tan invisibles en nuestro panorama regional). Ugarte reconoció que la democracia y el libre pensamiento le han permitido a Estados Unidos avanzar "resueltamente hacia el porvenir". En otro texto, nuestro intelectual (1910b, 18 y ss.) señaló que, "a pesar de la Guerra de Secesión, el interés supremo se sobrepuso en el Norte a las conveniencias regionales y un pueblo entero se lanzó al asalto de las cimas, mientras en el sur subdividíamos el esfuerzo, deslumbrados por apetitos y libertades teóricas que nos tenían que adormecer". En Ugarte, la nación norteamericana pasaba a ser un referente histórico para las naciones latinas. Esto debilita, de una forma u otra, la percepción de que nuestro intelectual no buscaba más que echar por tierra la imagen de Estados Unidos.

En este sentido, en dos trabajos, uno que data de 1923 (El lobo y los corderos) y otro de 1950, Ugarte se remontó más allá de la guerra de Secesión y focalizó su análisis en el proceso de emancipación de las trece colonias que, "con una extensión de un millón de kilómetros cuadrados", no sólo trabajaron mancomunadamente y prefirieron el bien común sobre el particular, sino que también tuvieron la capacidad de expandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico. En estas palabras es posible identificar una suerte de ironía de Ugarte, pues intentó lisa y llanamente comparar la situación histórica de Estados Unidos con la de América Latina, haciendo referencia a la cohesión del norte y la disgregación del sur. Concluyó dicho artículo señalando: "sólo debe preocuparnos el destino de nuestra América. Es evidente que los anglosajones hicieron lo que les convenía para la prosperidad de su conjunto y desde su punto de vista procedieron lógicamente". En un artículo de 1912 retomó el modelo del proceso de emancipación, sosteniendo que fue "en esas épocas de austeridad y de lógica, cuando aprendimos los hispanoamericanos a admirar a Norteamérica" (en el trabajo de 1923 se refiere incluso a la "situación privilegiada" de Estados Unidos, aludiendo por cierto a su capacidad de diálogo y cohesión, ambos elementos ausentes en su América Latina).

En la conferencia que dio en la Universidad de Columbia en 1912, Ugarte apeló al sentido común de los usamericanos ante la denuncia que el argentino hizo respecto a las políticas latinoamericanas. En el citado documento, Ugarte aseguró que tenía "amplia confianza y completa fe en el buen sentido y en la honradez fundamental de este admirable país que, ocupado en su labor productora y benéfica, no sabe el uso que se está haciendo de su fuerza en las comarcas limítrofes". Luego, concluyó la idea subrayando: "quiero y admiro a esta gran nación", aunque aclaró que su preocupación no era sino el devenir de su cultura latina. La admiración de Ugarte tenía un límite, y éste no era sino moral. Desde esa perspectiva, en la misiva que le escribió a Wilson en 1913, nuestro intelectual señaló: "no ignoro que vosotros sois fuertes y que podríais ahogar muchas rebeliones, pero insisto en que por encima de la fuerza material está la fuerza moral" (Ugarte, M. 1913, 83).

La admiración de Ugarte hacia Estados Unidos lo llevó a proponer incluso una suerte de colaboración entre ambas Américas. En la misma misiva a Wilson, escribió: "nosotros queremos y respetamos a los Estados Unidos, admiramos a ese gran país que debe servirnos de modelo en muchas cosas, deseamos colaborar con él en la obra de descubrir y valorizar las riquezas del continente" (Ibid.). La finalidad que propone Ugarte es "evitar el distanciamiento y los conflictos que de seguro brotarían mañana, dado el insostenible estado de cosas, es que nos presentamos lealmente, sin orgullo y sin humildad, conscientes de nuestro derecho, ante el hombre que por la voluntad popular ha sido puesto al frente de una gran nación" (Ibid.). De esta cita sobresale el último concepto, y es la "gran nación", pero también llama la atención la analogía del hombre y la voluntad popular, la que alude a la naturaleza democrática que Ugarte reconoció persistentemente en Estados Unidos. La paradoja, sin embargo, estaba en que ésta era aplicada sólo al orden interno de la potencia, y no hacia las naciones que intervenía. Pese a aquello, hay un atisbo de admiración no menor en las palabras de nuestro intelectual.

Pero la admiración de Ugarte hacia Estados Unidos también fue material. En "El Lobo y los corderos"de 1923, nuestro pensador escribió que:

. la prodigiosa fuerza de atracción y de asimilación de los Estados Unidos está basada, sobretodo, en las posibilidades (u oportunidades, como allí se les llama) de prosperidad y de acción que ese país ofrece a los individuos. La abundancia de empresas, el buen gobierno, los métodos nuevos, la multiforme flexibilidad de la vida y la prosperidad maravillosa abren cambio a todas las iniciativas (Ugarte, M. 1923, 98).

Sin embargo, en sus palabras también se esconde una suerte de sarcasmo, en tanto que, una vez que el ciudadano -se refirió particularmente a los inmigrantes- lograba el éxito, se hacía todo lo necesario para dominarle. Finalmente, Ugarte concluyó que:

. podemos admirar el progreso y la grandeza que ha llevado en un siglo de vida a ese país hasta las más altas cúspides, podemos ser partidarios de que las naciones hispanoamericanas cultiven con los Estados Unidos excelentes relaciones comerciales y diplomáticas (.), pero ello ha de ser sin ceder un ápice de la autonomía de nuestras naciones, tratando de país a país, de potencia a potencia, sin abdicación ni sometimientos, salvaguardando distintivas, idiomas, altivez, bandera, presente y porvenir (Ibid.).

Las ideas de nuestro pensador son críticas, confirman su admiración hacia la realidad de la potencia norteamericana, pero también generan un cuestionamiento claro y conciso frente a las dinámicas que sostienen su poder material.

En 1927, Ugarte publicó un artículo que iba en la misma línea que el anterior, en tanto que resaltó las cualidades de Estados Unidos sin dejar de cuestionar su pragmatismo. En sus palabras:

. se trata de una raza fuerte, disciplinada, realmente joven y trabajadora que poco a poco, fatalmente, tenía que ir absorbiendo los fragmentos dispersos de otra raza más débil, desorganizada y que está constantemente sufriendo la convulsión de todas y de las más disparatadas anarquías (Ugarte, M. 1927, 109).

Adicionalmente, se refirió a la política usamericana como "previsora", "de orden", y resaltó la existencia de una perspectiva largoplacista, realidad un tanto diferente de las naciones latinas donde predominaba la mirada de corto aliento y en consecuencia las desconfianzas mutuas, recelos territoriales y disputas innecesarias.

Aclaraciones y auguraciones de Ugarte

Para terminar, quisiera exponer dos puntos que sobresalen en las ideas de Ugarte sobre Estados Unidos. Por un lado, tenemos sus aclaraciones respecto a la diferenciación entre el pueblo y la clase política usamericana. En su texto "Los pueblos del sur ante el imperialismo norteamericano" (1912, 26 y ss.), leído ante cientos de estudiantes de la Universidad de Columbia, Ugarte comenzó su discurso haciendo la salvedad de que él no iba "como adversario de un pueblo. Vengo a hablar como adversario de una política". A propósito de la admiración que ya fue señalada, Ugarte continuó recalcando que el país estaba sufriendo apatías en el resto de las naciones. La ciudadanía "no sabe la injusticia que se está cometiendo en su nombre". Culpó explícitamente a quienes dirigían los destinos de la nación, apuntando que "por obra de los políticos expeditivos y ambiciosos, se está abriendo en América una era de hostilidad, un antagonismo inextinguible, cuyas consecuencias tendrán que perjudicarnos a todos. El haber escrito en tercera persona plural, nos lleva a pensar que Ugarte intentó hacer común el problema entre ambas Américas, a diferencia de otros artículos donde manifestó una evidente diferenciación entre éstas. Es más, el autor manifestó expresamente que su propósito era acercar ambas Américas y "desvanecer los antagonismos".

Por otra parte, está la advertencia que nuestro pensador hizo respecto a las malas prácticas políticas de Estados Unidos hacia América Latina. Manuel Ugarte (1912, 77) exhortó a los Estados Unidos que sus intromisiones, expansionismos e intervencionismos traerían consecuencias, tal vez no inmediatas, en nuestra región. De forma clara sostuvo que, "de seguir así acabará por provocar en toda la América Latina un movimiento formidable de reprobación". Sus ideas parecieran ser condenatorias, pero lo que realmente buscó Ugarte fue una resistencia de voluntades más que de fuerzas brutas. En esta lógica, nuestro intelectual propuso que "es una política que tiene que llevarnos a organizar la resistencia, y todos saben que los pueblos débiles tiene un arma formidable para combatir a los pueblos fuertes", y ésta, según Ugarte, era la "abstinencia". Pero el autor fue más allá, y sugirió que fuera "indispensable que el pueblo americano sepa el alcance y las consecuencias de la política voraz que consiste en tragarlo todo y en enfermarse de indigestión".

En la misma carta abierta a Wilson, Ugarte (1913, 80) evaluó y pronosticó que "como consecuencia de tales procedimientos, los Estados Unidos se han convertido gradualmente en la nación más impopular entre nosotros". Aludió también a la hostilidad que todo lo "usamericano" representaba en América Latina, señalándole a Wilson que "nuestros pueblos son hospitalarios y generosos", y que en ellos la hostilidad estaba localizada "contra el norteamericano, prueba que no se trata de una antipatía irrazonada y general hacia el extranjero, sino de un movimiento de reacción directa contra procedimientos especiales de que somos víctimas".

Conclusiones

Manuel Ugarte fue un pensador internacional por antonomasia. Aquí se han presentado sus percepciones sobre Estados Unidos, pero es cosa de ver su obra para entender sus propuestas sobre la integración latinoamericana y el antiimperialismo. Fue un intelectual preocupado por los destinos de América Latina durante un contexto histórico particularmente movedizo. La región había finalizado el siglo XIX con la guerra entre Estados Unidos y España; a diez años de haber comenzado el siguiente había venido la Revolución Mexicana; la construcción del Canal de Panamá avanzaba a pasos agigantados; y Europa se sacudía con la primera gran guerra. Sandino luchaba en Nicaragua y posteriormente caía la depresión de 1929; finalmente, la Segunda Guerra Mundial y luego el origen de la Guerra Fría. Ugarte, para 1951, ya estaba muerto, pero por más de cincuenta años analizó, los efectos de estos hechos en América Latina y su posición en el escenario internacional.

Estados Unidos estuvo presente en la totalidad de estos acontecimientos. Hay una estrecha conexión entre la presencia de la nación norteamericana en los asuntos de América Latina y el pensamiento internacional de Manuel Ugarte (basta con revisar sus planteamientos sobre la integración latinoamericana y el antiimperialismo para dimensionarlo). Se pudo establecer que su percepción no fue homogéneamente negativa, como se podría pensar de un intelectual socialista y antiimperialista. Por cierto que en sus obras es posible encontrar duras críticas a la política, a la economía y al militarismo usamericano, pero también destacó importantes aspectos establecidos en y por Estados Unidos, vislumbrando incluso una suerte de admiración por la potencia.

Notas

1. Para ahondar más sobre la percepción de Ugarte sobre la Revolución Mexicana, sugiero el excelente trabajo de Pablo Yankelevich (1993).

2. En un escrito inmediato a la Primera Guerra Mundial, Ugarte (1919, 85 y ss.) escribió: "La doctrina de Monroe, que excluye a Europa de los asuntos de América y deja a los Estados Unidos la fiscalización de la vida y el porvenir de veinte repúblicas de habla hispana (.)". Cabe destacar que Ugarte denominó a la doctrina como "exclusivista y dominadora de célebre presidente norteamericano", y desde esa lógica una política transversalmente visible durante el siglo XIX. Complementa esta idea el que nuestro pensador haya visto en esta política internacional "un instrumento de una dominación económica y política que sería fatal para la autonomía y el porvenir de las repúblicas de habla española". Es más, Ugarte se refiere a Estados Unidos como el "gerente" que hace y deshace con los destinos de América Latina.

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