SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.17 issue2Semejanza y comunidad: Hacia una politización de la fenomenología author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

On-line version ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.17 no.2 Mendoza Dec. 2015

 

COMENTARIOS DE LIBROS

Pedro Karczmarczyk (Compilador), El sujeto en cuestión. Abordajes contemporáneos.
La Plata, EDULP, 2014. ISBN: 978-950-34-1164-2

 

Agustín Palmieri y Felipe Pereyra Rozas

Universidad Nacional de La Plata

 

El libro compilado por Karczmarczyk reúne una serie diversa de trabajos sobre distintas tradiciones de la filosofía contemporánea, en torno a la cuestión del sujeto. Si bien la conjugación de autores y de problemas resulta sumamente heterogénea, el diagnóstico acerca del descentramiento de la noción de sujeto, que supo ser la base y el fundamento del pensamiento filosófico de la modernidad, es el denominador común de todos los trabajos aquí reunidos. Si para la modernidad el sujeto funcionaba como una evidencia, como un punto anterior y fuera de la historia, en la contemporaneidad éste es instalado en el campo de las producciones históricas. Por lo tanto, su estatuto es puesto en cuestión.

A continuación, explicitaremos los aspectos centrales de los trabajos que componen el libro, los cuales producen una suerte de asalto a la noción de sujeto desde la dimensión política, epistemología, estética, fenomenológica y estructuralista.

El artículo que da comienzo al libro, titulado "La crítica de Heidegger a la noción de sujeto: un análisis a partir de la incidencia de su reflexión sobre la técnica y el lenguaje",de la autora Luciana Carrera Aizpitarte, nos ofrece un recorrido del problema del sujeto en la obra de Martin Heidegger desde Ser y Tiempo hasta los escritos de la Kehre. Si la cuestión del sujeto resulta ser la preocupación principal de Heidegger desde sus primeros escritos, la puesta en cuestión de la categoría sujeto como centro fundante del sentido y la construcción de una "filosofía sin sujeto" sólo se produce, en el pensamiento de Heidegger, al cabo de un largo recorrido crítico. Este recorrido supone algo más que los motivos puramente teóricos de un proceso de clarificación de las estructuras del Dasein a partir de una analítica que la autora muestra como insuficiente para romper definitivamente con la fundamentación metafísica del sujeto. Así, Carrera Aizpitarte nos propone pensar la crítica a la noción del sujeto en Heidegger partiendo de las preocupaciones políticas del filósofo alemán en torno a la globalización de la técnica, pues "son las reflexiones acerca del carácter ontológico de la técnica moderna y el consecuente empobrecimiento del lenguaje y del hombre lo que explica el desplazamiento hacia una filosofía sin sujeto" (29). En efecto, mientras que el hombre se piensa dueño de la técnica y del lenguaje, viendo en ellos una herramienta que se encuentra a su disposición para el dominio de la naturaleza, Heidegger ve en el fenómeno de la técnica un sujeto que ya ha sido desalojado. La reducción del hombre a un objeto de la técnica y del lenguaje a un instrumento para la información son los problemas que motivan en Heidegger una nueva puesta en cuestión del sujeto y una nueva reflexión del lenguaje que permita pensar una filosofía no subjetivista.

El artículo de Gustavo Robles, "Theodor W. Adorno: la crítica al sujeto después de Auschwitz" se ubica en coordenadas vecinas al artículo de Carrera Aizpitarte. Su propuesta nos permite recuperar en clave frankfurtiana a uno de los representantes más significativos de la teoría crítica, escuela que sentó bases muy sólidas para la elucidación crítico-ideológica de las condiciones socio-históricas que intervienen en la producción de conocimiento científico. El texto busca -con acierto- recuperar las implicancias de la dimensión ético-política que la célebre frase de Adorno, acerca de fundar "un nuevo imperativo categórico", contiene como proyecto filosófico. Robles nos invita a develar exhaustivamente el verdadero sentido del imperativo adorniano: una crítica profunda a la subjetividad moderna. El motor de esa crítica profunda, señala Robles, es la tesis de la correlación que Adorno encuentra entre la existencia de los campos de concentración nazis y los presupuestos ontológicos de la ética kantiana: un sujeto universal, libre, autónomo y reflexivo. Correlación que revela el carácter ingenuo o, incluso, sospechoso de la ética deontológica de Kant. Por ello el nuevo imperativo propuesto por Adorno -dirá Robles-, parte no del principio de la razón pura sino de la experiencia histórica. La posición de Adorno, al igual que la posición de Gadamer expuesta por Belén, pone bajo la lupa el carácter abstracto de la subjetividad humana moderna, rasgo que concitó una retirada del análisis crítico de las condiciones socio-históricas que intervienen en la producción de dicha subjetividad. Al tiempo que denuncia el carácter ideológico del concepto de subjetividad. Finalmente, Robles nos ayuda a recuperar al mejor Adorno, al que interpeló como pocos la subjetividad moderna al caracterizarla como conciencia cosificada, que inmunizó a los hombres frente al sufrimiento del otro y posibilitó el exterminio burocrático y técnicamente administrado de hombres y mujeres en los campos de concentración nazis.

Por su parte, la investigación de Paola Sabrina Belén, titulada "El juego como auto-representación y modo de ser de la obra de arte en la estética Hermenéutica de Gadamer", tiene para nosotros una singular importancia. A través de ella nos adentramos de un modo restringido pero riguroso en el pensamiento complejo de G. Gadamer, uno de los filósofos contemporáneos más influyentes del siglo XX, discípulo de Heidegger y principal exponente de la tradición hermenéutica. Belén nos muestra de un modo aprehensible y apasionante la disputa que Gadamer libró contra el subjetivismo propio de su tiempo. Cómo, a partir del concepto de juego, el autor subvierte la formalización abstracta de la obra de arte que se desprende de la perspectiva kantiana de la conciencia estética. Gadamer tensiona el juicio kantiano del gusto, en el cual la categoría de sujeto desempeña un rol fundamental, para devolverle a la obra de arte su estatuto verdadero. Desplazamiento que le permite a su autor trastocar el eje de la discusión estética y transformar la pregunta ¿cómo se produce la obra de arte? en ¿qué crea una obra de arte? El propósito de Gadamer es producir una ontología de la obra de arte distinta a la propuesta por Kant y por Schiller, una ontología que posibilite volver a trabar un lazo entre la obra de arte, el mundo (la historia) y el espectador. Para alcanzar dicho propósito, el filósofo alemán recupera de un modo particular la vieja categoría aristotélica de mímesis, entendida como re-presentación. Para Gadamer "El sentido de la mímesis consiste únicamente en hacer ser ahí a algo". Esta idea rompe con la concepción subjetivista de la representación que un sujeto se hace de un objeto (la Vorstellungmoderna), y con la idea de volver a presentar lo ya presentado, pues "en la obra de arte acontece de modo paradigmático lo que todos hacemos al existir: construcción permanente del mundo". Para Gadamer, la mímesis entendida como re-presentación, como creación, se relaciona con la idea de poiésis, en tanto que hacer aparecer algo es crearlo. A través del uso cuidadoso de las fuentes, Belén nos elucida por qué Gadamer sostuvo que la deriva subjetivista de la modernidad disolvió toda unidad de pertenencia de la obra de arte respecto a su mundo histórico. En la ontología hermenéutica de Gadamer no hay una realidad dada, sino creada, interpretada y comprendida. Por lo tanto, no hay ningún parámetro de "realidad real" que implique que el juego del arte sea "ilusión". Gadamer logra de esta manera borrar la diferencia que el subjetivismo había creado entre la realidad y el arte como mera ilusión; la subjetividad abstracta, alienada en la forma de la conciencia estética se convierte con Gadamer en una subjetividad históricamente situada.

Sostenido en un juego de coordenadas distintas, encontramos el artículo "El yo sobre la línea de ficción: análisis de las concepciones de Sartre y Lacan", de Luisina Bolla, quien vincula la psicología fenomenológica y el psicoanálisis estructural en torno a la crítica del ego cartesiano. Así, la autora rastrea en Sartre un movimiento de puesta en cuestión del sujeto que puede verse como el paso a una verdadera "muerte del hombre" a partir del estructuralismo. El denominador común que une a estos dos autores tan disímiles es la instalación del problema del yo en la línea de la ficción. Lo que permite hacer este pasaje desde una primera crítica hacia una destitución total de la categoría sujeto es, para la autora, el concepto de ideología. Mientras que la filosofía Sartreana se encuentra más bien emparentada con una noción clásica de la ideología que ve en este concepto las ideas de error e ilusión, Lacan produce un verdadero giro. En este sentido, afirma la autora, al instalar el yo en una línea de ficción, Lacan se encuentra más próximo a la concepción althusseriana de ideología, pues otorga verdadera eficacia y materialidad al orden de lo imaginario. Así, la autora muestra en qué modo poner al sujeto en cuestión supone, a su vez, un cambio de terreno en la medida en que conceptos fundamentales de la filosofía moderna como representación, ideología, realidad y subjetividad deben ser, si no abandonados, al menos re-pensados al interior de nuevos problemas.

La articulación impulsada por el estructuralismo entre la crítica epistemológica a la noción de sujeto y la dimensión política de esta destitución se pone de relieve en los tres escritos que siguen. El artículo "Estructura, discurso y subjetividad", de Pedro Karczmarczyk, examina el asalto al sujeto filosófico por disciplinas no filosóficas a partir del movimiento que en Francia se dio a llamar como "estructuralismo". Un cambio fundamental es producido en el pensamiento contemporáneo a partir de Saussure, pues el planteo de una nueva ontología del signo lingüístico trajo consigo no sólo una ruptura respecto del pensamiento anterior sino también un cambio de problemática a partir del cual se pone en cuestión la categoría filosófica hasta ese momento fundamental: la categoría de sujeto. Karczmarczyk recorre el pensamiento de Saussure, Lévi-Strauss, Benveniste y Lacan para encontrar los términos de esta nueva problemática que obliga a poner en cuestión al sujeto, no para suprimirlo de las consideraciones filosóficas, sino para pensarlo como un efecto en el campo del discurso. Contra el lugar común que asocia a la "corriente estructuralista" con el objetivismo y el determinismo, el autor apuesta a una nueva lectura que permita pensar dicha corriente no como un conjunto homogéneo de ideas y autores ni como una serie de postulados definidos. Por el contrario, se trata de pensar las tensiones y los nudos al interior del problema del sujeto ahora planteado en nuevos términos: en términos de estructura, de discurso y de causalidad estructural. Pensar al sujeto como sujeto de una estructura supone, así, remover los fundamentos con los que el pensamiento filosófico había pensado las nociones de ciencia y verdad: poner en cuestión al sujeto equivale, en suma, a poner en cuestión a la filosofía misma. Así, el autor nos propone pensar el "estructuralismo" como un punto de no retorno a partir del cual algunos problemas, los problemas clásicos de la filosofía, ya no pueden ser planteados.

El artículo "Transformaciones, rupturas y continuidades entre la perspectiva de Ernesto Laclau y la tradición (post)estructuralista", de Hernán Fair, acerca de la discusión entre el estructuralismo y el (post)estructuralismo consiste, precisamente, en señalar la ausencia de fronteras precisas de demarcación en el terreno de este debate. Si bien el surgimiento del estructuralismo marcó un giro importante en relación con la forma moderna de pensar la historia, la sociedad, el individuo y su causación, algunas de las críticas surgidas a fines de los años ´60 -y que hoy tendemos a reconocer como (post)estructuralistas- iniciaron la crítica de los límites de esta tradición contemporánea: pensar a la estructura como algo cerrado, centrado, racional, objetivo y universal. Sin embargo, la tesis de Fair es que no existe aún una delimitación clara ni precisa de las posiciones que acabamos de nombrar. En parte porque los autores que se ubicarían a uno y a otro lado de tal distinción no carecerían de ciertas ambigüedades en sus propios desarrollos. Motivo por el cual, nos dice Fair, se torna difícil todavía delimitar las transformaciones, las rupturas y las continuidades entre ambas posiciones. La estrategia que Fair implementa entonces para pensar un puente que salde, en parte y de alguna manera, esta puja es analizar la obra de E. Laclau, filósofo argentino recientemente fallecido que marcó una época y una forma de pensar la herencia del estructuralismo desde una perspectiva (post)estructuralista. Laclau propone, a partir de una fundición singular entre la teoría política gramsciana, el jacobinismo rousseauniano, la teoría política de Maquiavelo, el decisionismo schmitiano, la fenomenología, la filosofía post-analítica y el psicoanálisis de orientación lacaniana, pensar la dimensión histórica como indeterminación. La prometedora travesía elaborada por Fair nos invita diligentemente a elucidar desde la perspectiva laclausiana dos dimensiones inherentes al debate contemporáneo sobre el legado del estructuralismo y su eventual vigencia en la resolución de problemas actuales. Las dos dimensiones que Fair recorta y pone a jugar como ejes problemáticos para su análisis son el epistemológico y el filosófico-político. La forma de resolución que ganen sendos ejes, adelanta nuestro autor, habrán significado la posibilidad -o no- de delimitar claramente las fronteras entre el estructuralismo y el (post)estructuralismo.

El artículo titulado "El poder y el sujeto. Sujeción, norma y resistencia en Judith Butler", de Matías Abeijón, se propone un análisis de la recepción de alguna de las más importantes teorías francesas de la subjetivación en la filósofa norteamericana Judit Butler, cuya reciente obra se ha constituida ya como un clásico. Si las teorías de Lacan, Althusser y Foucault demostraron ser una verdadera puesta en cuestión del sujeto que habría de conmover el escenario de la filosofía contemporánea al pensar el  proceso de subjetivación en términos de sujeción, estos pensadores nos ofrecen un verdadero reto a la hora de pensar la resistencia. Si el sujeto sólo adviene por medio de su sujeción, y este es un punto de no retorno a partir del cual la filosofía contemporánea se ve obligada a pensar el sujeto,  ¿cómo pensar la contracara de este proceso? ¿Cómo pensar la resistencia y la insubordinación sin volver a una filosofía subjetivista? Abeijón nos propone explorar el modo en que Butler se enfrenta a este desafío al pensar la resistencia al poder normalizador, a partir y más allá del marco foucaultiano, como la "producción de una fuerza no-abyecta que rearticule los mandatos normativos y ponga en tela de juicio el dominio hegemónico de las leyes reguladoras en un determinado campo" (112/13).

Por último, el articulo de Guadalupe Reinoso, titulado "La recuperación del sujeto: escepticismo, autoconocimiento y escritura en S. Cavell", nos abre al mundo de este singular filósofo estadounidense, fiel exponente de la filosofía analítica que, sin embargo, supo trabar una relación fructífera con la filosofía continental. Si bien sus grandes fuentes inspiradoras fueron las obras de J. Austin y L. Wittgenstein sobre el lenguaje, Cavell aborda una variedad de temas tales como la comedia shakespeariana, el cine, la literatura, la cultura popular norteamericana, el escepticismo moral, los pensamientos de Dewey y de Nietzsche, entre otros. En este trabajo, Reinoso nos esclarece el uso que hace Cavell del escepticismo como forma de interpelar la relación cartesiana entre certeza y conocimiento. A través de la crítica que el filósofo norteamericano encabeza contra los procedimientos de los filósofos del lenguaje ordinario de Oxford y la apelación a la crítica de Wittgenstein sobre la idea del lenguaje privado, Reinoso nos muestra cómo Cavell plantea, por un lado, el problema de la asimetría entre las mentes y la estructura del mundo externo, y por el otro, el problema del autoconocimiento. Dos tópicos que le valieron la posibilidad de construir una crítica sólida y seria contra la teoría moderna del conocimiento, heredada del cartesianismo. Asimismo, esta crítica nos deposita una vez más, sin demora ni rodeos, en el problema del sujeto y su relación con el mundo. Por lo tanto, encontramos valiosísimo el aporte que Reinoso nos lega sobre este pensador contemporáneo, poco difundido en nuestras tierras, que, a su manera, acordable o no, elaboró una posición de relevo posible desde la cual recomenzar la discusión más influyente de todo el siglo XX: ¿qué (teoría del) sujeto?

Como consideración final destacamos la capacidad versátil del libro para dar cuenta de la heterogeneidad compleja del campo filosófico contemporáneo. Heterogeneidad que constituye, quizá, el rasgo más significativo de este período de pensamiento. Sin embargo, bajo la diseminación heterogénea de distintas tradiciones y autores, retorna recurrentemente el problema del sujeto. La complejidad irreductible de este campo, a la vez que su endeble unidad, aflora en este libro que puede ser leído no solo como una colección de excelentes artículos, sino como un todo que asume rigurosamente la irregularidad de su objeto. Razón más que suficiente para plantear la necesidad de volver a desandar los diversos caminos que nos llevan desde la contemporaneidad hasta la coyuntura teórica actual, tal como lo hace este libro. Puesto que en las últimas décadas parecería haberse instalado como tópico fundamental del acervo filosófico común el rechazo a las filosofías subjetivistas, como si la crítica a la noción del sujeto moderno fuese un paso ya consumado que las reflexiones actuales no hacen más que refrendar. Sin embargo, como toda evidencia, este prejuicio contra el sujeto suele encubrir nuevas formas de subjetivismo.  Lejos de encontrarnos en un momento "post-fundacionalista" de la filosofía, las formas del sujeto y el fundamento reaparecen constantemente en el pensamiento. Retomar el sentido político y epistemológico del cuestionamiento del sujeto, asumir la complejidad de un campo filosófico que se resiste a dejarse pensar mediante rótulos, ese es el objetivo de este libro que piensa cómo y en que medida el sujeto ha sido puesto en cuestión. El resultado es que ya no podemos disponer de la superación de la forma sujeto como una obviedad, sino que se plantea la necesidad de una crítica que nunca puede acabar de hacerse. Este libro no es más que las tensiones que atraviesan esa disputa, el mudo campo de batalla de la filosofía contemporánea.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License