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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

On-line version ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.18 no.2 Mendoza Dec. 2016

 

ARTÍCULOS

La expresión pública y la sociedad civil en Nuestramérica: esquema y unidad de análisis para una historia común y una inserción internacional

Public expression and civil society in Our-America (NuestraAmérica): schema and "unit of analysis" for a common history and international insertion

 

Eduardo Devés-Valdés1

Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile

 

Recibido: 17/05/2015
Aceptado: 18/06/2015


Resumen

Este trabajo se ocupa de la constitución de una expresión pública nuestramericana, y de las posibilidades de la noción para constituirse como unidad de análisis para una historia regional común, donde el conocimiento-pensamiento tenga un papel protagónico. Para ello se destacan dos dimensiones: una conceptualización para tratarla y un esquema de los hitos históricos principales. De este modo, en la primera parte, se trabajan conceptos como: expresión pública, sociedad civil, pensamiento latinoamericano, unidad de análisis; en la segunda, se hace un recuento histórico de la expresión pública regional: personas, agrupaciones, medios de comunicación, instituciones que se han articulado más allá de sus territorios de origen y de sus pertenencias nacionales para entender, expresar y proyectar la región hacia el espacio mundial; en la tercera parte, se intenta mostrar algunas elaboraciones del pensamiento de Nuestramérica sobre estos hitos, sus figuras y sus propuestas.

Palabras clave: Expresión pública; Historia regional; Sociedad civil; Redes intelectuales.

Abstract

This article deals with the constitution of a Latin American public expression, and with the possibilities of the concept to incorporate as a "unit of analysis" for a common regional history, where the knowledge-thought have a leading role. This highlights two dimensions: a conceptualization to treat it and an outline of the main historical landmarks. Thus, in the first part, some concepts are elaborated as: civil society, Latin American thought, public expression, unit of analysis; in the second, a historical account of the regional public expression is: people, groups, media, institutions that have been articulated above and beyond their territories of origin and their national belongings to understand and speak about the region; the third part tries to show some elaborations of "Nuestramerican" thinking about these landmarks, their thinkers and their proposals.

Keywords: Public expression; Regional history; Civil society; Intellectual networks.


 

En el presente artículo, heredando la trayectoria del pensamiento de la región, argumento en torno a la necesidad de una unidad de análisis que posibilite pensar mejor la historia nuestramericana como conjunto, a la vez que facilite acciones concertadas entre quienes forman parte de la región y apuntan a insertarse en el espacio mundial. Se recurre a la dupla articulada "expresión pública" y "sociedad civil" como criterio que podría cumplir este papel complementando, por una parte, y superando por otra la unidad de análisis "suma de Estados-nación (E-N)". Para esto es necesario mostrar su viabilidad para recoger la trayectoria y su para asumir protagonismo.

A-Conceptualización

La noción "expresión pública" se constituye sobre la base de nociones como sociedad civil por una parte, opinión pública, espacio público, sociabilidad, esfera internacional y redes intelectuales. Denomino "expresión pública" aquella expresión que emerge en-sobre la región con un sentido propositivo. Los agentes se conforman como intelectualidad regional, como intelligentsia, en la medida que formulan propuestas para la región, sean estas voces propiamente intelectuales o de lideranzas sociales y políticas, de medios de comunicación, de organizaciones, como también voces que provienen de organismos estatales e intergubernamentales. Esta expresión pública, que contrasta por otra parte con la frecuente acción represiva de los estados, emerge muchas veces con un afán de articulación amplia, más allá de las fronteras nacionales. Es esta principalmente la que interesa en este trabajo, una expresión pública regional, internacional o al menos subregional: andino, platense, conosureño, amazónico, centroamericano, mesoamericano, caribeño.

Se acude a la noción sociedad civil debido a que es la que más se emparienta, aunque no se considera sinónimo, ni menos base exclusiva. Entre los grupos que la constituyen, se cuentan las redes, logias, sindicatos, órdenes religiosas, redes familiares, masonería, grupos empresariales, gremios, ONGs, fundaciones y organizaciones juveniles y estudiantiles, entre otras, aunque también la sociabilidad articulada a estas asociaciones. Por eso la noción "sociedad civil" ayuda a formular esta unidad de análisis, pero no es suficiente. Permite mostrar que en muchas oportunidades estos grupos se constituyen independientemente, sin representar la voz de los estados, aunque en otras son apoyados por estos, pues sus encuentros derivan de misiones, becas de estudios, salarios, beneficios o prebendas. En todo caso, lo que aquí interesa es más la expresión pública que la sociedad civil, cuestiones que muchas veces tienden a fundirse en la esfera mundial.

De hecho, existen diversas líneas de reflexión para llegar a una discusión sobre la constitución de una esfera pública. No todas estas líneas conceptualizan el problema de manera similar, aunque a todas interesa la constitución de la discusión, la opinión la participación en el espacio público dentro del estado nación y progresivamente, más allá de esto, hacia lo meta-nacional2. La más clásica y reconocida proviene de la filosofía política europea, comprendiendo a G. F. Hegel3, A. Tocqueville, A. Gramsci y J. Habermas. En las últimas décadas se ha ido expresando de muy diversas formas con matices y acentuaciones, por ejemplo, D. García Marza muestra las elaboraciones al respecto, siempre entre muchas otras personas. Otra línea de reflexión más reciente, emerge desde las teorías de la comunicación, algunos de cuyos representantes más destacados son: M. Mac Luhan y M. Castells, S. Hall, Silviano Santiago y J. Martín-Barbero. Otra todavía viene del pensamiento negrista intentando poner en relieve la presencia de una muy amplia esfera de discusión pública, a partir de agentes afros y afrodescendientes: G. Padmore, K. Nkrumah, Rupert Lewis, Paul Gilroy, Michael O. West y William G. Martin. Una cuarta viene desde la historiografía intelectual latinoamericana, ocupada de la constitución de una historia compartida, de las redes intelectuales y políticas: R. Melgar, Marta Casaús y Eduardo Devés. Todavía encontramos una línea de trabajo, en parte heredera de las anteriores ocupada explícitamente de la sociedad civil más allá del E-N: Mary Kaldor y Lincoln Bizzozero. Habiendo en cada una de estas trayectorias acentuaciones, posiciones encontradas y traslapes, este trabajo hereda de todas, aunque de manera especial de las dos últimas.

La expresión pública se ha conceptualizado en el pensamiento latinoamericano también como expresión americana. Se ha escrito relativamente poco sobre la historia de la sociedad civil como unidad en NA (ver Sorj. 2012), aunque existen numerosos trabajos por países, separadamente, que intentan mostrar sus desarrollos (ver Dagnino et alt. 2002, Olvera et alt. 2003, Panfichi et alt. 2002). Esta escasez de escritos acerca de la región como unidad, podría llevar a pensar que se debe a que la historia de la sociedad civil latinoamericana es pobre, sin embargo, existe una importante proliferación de iniciativas de sociedad civil y expresión pública que no ha sido relevada. En esta constitución, la intelectualidad ha tenido un papel importante, asociada muchas veces al quehacer político e incluso estatal, donde se ha emitido un discurso para la región y que ha sido recepcionado regionalmente.

Existe, por otra parte, una importante trayectoria en el pensamiento latinoamericano acerca de "expresión americana" en la cual puede ubicarse a figuras como P. Henríquez Ureña (1986), Esther de Cáceres (1964), Concha Meléndez (1958) y José Lezama Lima (1981).Esta trayectoria no alude principalmente a un espacio público sino más bien a la constitución de un discurso auténtico y las condiciones de su constitución, como plantean A. Salazar-Bondy (1968), L. Zea (1969). Esta línea de pensamiento permite elaborar un discurso donde se unifiquen líneas de trabajo que se entroncan, por una parte, en la filosofía política, la sociología, las ciencias de la comunicación, los estudios internacionales y el ensayo sobre la cultura y el pensamiento de Nuestramérica. Por lo demás, lo que se denomina como pensamiento en nuestra región ha sido fruto en gran parte de estas iniciativas de expresión regional. En otras palabras el pensamiento latinoamericano puede entenderse como expresión pública regional. En la constitución de una expresión pública, la intelectualidad en un sentido amplio y nuestro pensamiento han alcanzado un papel protagónico. El pensamiento nuestramericano, al concebirse como expresión regional ha permitido hablar desde y para la región, estableciendo un ámbito de discusión pública por sobre las diferencias nacionales.

Quiero tomarme de las palabras de Leopoldo Zea (1978) cuando, sintetiza el pensamiento de Carlos Real de Azúa, en relación a que el estudio de las ideas permite entender la trayectoria de nuestra historia y elaborar así alguna filosofía de la historia. Afirma Zea que "se da el paso de una historia de las ideas a una filosofía de la historia. Filosofía que empieza por serlo de las ideas, 'filosofía de la historia de las ideas'. 'Una filosofía de la historia de las ideas erigidas, imperialística y aun inevitablemente -dice Real de Azúa- en filosofía de la historia a secas'. Filosofía que resultará ser propia de pueblos marginados, subordinados, dependientes y, por lo mismo, filosofía de la historia distinta de la de los pueblos centro, imperiales y colonizadores". Dicho más precisamente a los fines de este trabajo: la historia de las ideas de Nuestramérica va mostrando, en numerosas coyunturas, la emergencia simultánea de ideas, de una esfera pública y de una expresión regional. En este sentido se van reconociendo como partes de un todo y constituyendo ese todo como unidad, con temas propios, con interacción, con espacios de discusión, con una sociedad civil y particularmente una sociedad civil intelectual donde, a pesar de los afanes nacionalistas o chovinistas de los E-N, se constituye como unidad y se formulan propuestas, objetivos y tareas comunes. Advierto entonces una línea de pensamiento y de integración intelectual que puede inspirar el desarrollo de un quehacer más amplio, con múltiples dimensiones y con carácter regional.

Esta unidad de análisis permite contar la historia de quienes han ido constituyendo la región como totalidad, pero esta no es una tendencia única ni menos comprensiva de todas las personas y todos los seres vivos. No todas las voces son escuchadas y además aparecerán otras voces y con otros tonos... Debemos asumir y manejarnos en esta tensión y suponer que una unidad de análisis es mejor si es más comprensiva, aunque por otra parte, es destacable que todas dejan aberturas que permiten contar la historia de otras maneras y contar otras historias, dejadas en el tintero. Asumido esto, debe destacarse que se trata de acoger las voces que, a la manera performativa, van nombrando la región y así contribuyendo a darle conciencia y existencia, en relación a factores geográficos, de trayectoria común, de economía, de idiomas compartidos y de proyectos similares, entre otras cosas. Esas voces que dicen nosotros somos, queremos, protestamos, proponemos, hermanos, son las de Nuestramérica común.

La sociedad civil en tanto que expresión pública puede entenderse como unidad de análisis para pensar la historia regional como totalidad. Contamos con manifestaciones muy antiguas de ello, al menos desde el siglo XVIII. Estas formas regionales de expresión pública pueden alcanzar el nivel de unidad de análisis para pensar y para organizar el relato de la historia regional, permitiendo precisamente superar otras unidades de análisis de menor alcance: superar en primer lugar aquella fórmula perezosa, incapaz de concebir la región más allá del E-N, y que intenta por tanto pensarla como simple sumatoria de E-N, cuyas historias corren en paralelo y quizás articuladas por algunas guerras fratricidas; superar también una fórmula conservadora que nos remite a cierta unidad latinoamericana asociada a una herencia colonial y a un catolicismo colonial barroco, que nos habrían obligado a un conjunto de trazos culturales comunes; superar, en tercer lugar, la idea que nos concibe como atados a una historia común en tanto que pueblos explotados por similares imperios y sometidos a una historia común de la cual somos pacientes más que agentes; superar, por último, la que busca elementos emancipatorios comunes, pero que no logra pasar de los procesos de independencia y poco más allá, destacando elementos similares más que compartidos. Estas fórmulas no carecen completamente de validez, pues todas se hacen cargo de alguna dimensión real. Sin embargo, entender la expresión de la región y para la región (aunque no siempre de toda la región ni para toda la región) como unidad de análisis, permite asumir mejor nuestra calidad de agentes de una historia, asumir mejor nuestra unidad, otorgar más importancia a las intelectualidades y profesiones del conocimiento, aprovechar mejor las potencialidades de nuestro pensamiento, a la vez que proyectarse mejor hacia una esfera mundial.

B-Los hitos en la historia de la sociedad civil y la expresión pública de Nuestramérica

A continuación, se presentan una veintena de hitos donde se detecta la constitución de una sociedad civil y/o de una expresión pública regional, entendiendo que pueden destacarse muchos más. Focalizaré la presentación en el período independiente, mostrando unos pocos antecedentes. Se han seleccionado estos hitos con el criterio de relevancia asociada a una trayectoria, intentando a la vez mostrar la variedad geográfica, histórica y social. De este modo, comprendiendo a amplios sectores de la sociedad, se muestra la alta capacidad comprensiva de la unidad de análisis, permitiendo además entender la historia desde el punto de vista de los agentes y lo que estos pensaron que hacían. Que los casos presentados muestren la cantidad de dimensiones de historia y realidad social que pueden abordarse regionalmente y que, en conjunto, sirvan para evidenciar la densidad de hechos y proyectos que se aúnan, en la perspectiva de un pensamiento sobre cuestiones internacionales y mundiales.

En las últimas décadas del siglo XVIII, se gestó ya una red de reformadores y autonomistas. Estos aspiraban a mayores grados de autonomía, generando movimientos y levantamientos como el, de Túpac Amaru. Resonando en pueblos de residencias lejanas, constituyó una forma de conciencia y de voz que repercutió en lugares de lo que hoy es Bolivia, Perú, Colombia, Argentina y Chile. Se hicieron eco figuras como Diego Cristóbal Túpac Amaru, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui y Antonio de Rojas. Las ideas más importantes consistieron, según Claudia Ormeño, en "proponer la ilegitimidad del gobierno hispano en tierras americanas", cuestión que podía "fundirse en acciones comunes: rebeliones, alzamientos, sublevaciones". Ahora bien, "si hubo numerosos alzamientos indígenas y campesinos en ese momento, pocos desarrollaron rasgos mesiánicos y se concretaron en ideologías de gran valor político-cultural" y en 1780 "la revolución encabezada por Tupac Amaru II fue el intento más ambicioso de convertir a la utopía andina en un programa político" (Ormeño, C. 2011, 277). Ha existido consenso en ubicar este movimiento como antecedente de las luchas independentistas y luego ha sido recuperado por movimientos indigenistas e indianistas durante buena parte del siglo XX e incluso a comienzos del XXI.

Los jesuitas expulsados y otros americanos residentes en Europa crearon redes durante las últimas décadas del XVIII, especialmente en Italia, articulándose además a la sociedad civil ilustrada. Este grupo, compuesto por figuras como Xavier Clavijero, Xavier Alegre, Juan Ignacio Molina y Servando Mier, entre muchos otros, desenvolvió un conjunto de relaciones, a través de encuentros y correspondencia, que circulaba ideas, desarrollándose un pensamiento que cubría la reivindicación de los americanos, de su naturaleza y de su cultura, el desarrollo de cierto patriotismo, y hasta algunas ideas de proto-independentismo. Este movimiento intelectual, uno de los hitos más importantes en la expresión regional, ha tenido inmensa repercusión en el pensamiento nuestramericano, casi sin interrupción desde comienzos del siglo XIX hasta nuestros días. Temas como la conciencia, la identidad, la reivindicación del valor de los pueblos y culturas y la integración se han nutrido de estas ideas y han inspirado nuevas redes y nuevas expresiones de la sociedad civil regional.

Las sociedades de amantes del país y primeros periódicos fueron puestos en marcha por un conjunto de funcionarios coloniales, unos pocos intelectuales, algunos comerciantes y clérigos, que circulaban durante el siglo XVIII. Ello permitió que los diversos lugares de la región se hablaran y se escucharan recíprocamente, se traspasaran noticias más o menos frescas, identificándose lugares, ciudades, figuras, diferencias y similitudes y constituyendo un proto-espacio de opinión pública. Ello se fortaleció hacia fines del siglo con las primeras sociedades de amigos del país y los primeros medios de comunicación. En Lima, la Sociedad de Amantes del País fue fundada 1790 por José Baquíjano, sobre la base de la experiencia alcanzada por la Academia Filarmónica, fundada unos años antes por José Rossi, José María Egaña, Demetrio Guasque e Hipólito Unanue. Al año siguiente apareció la publicación, el Mercurio Peruano. Unanue contribuyó con artículos, como la "Idea General del Perú", aparecido en el primer número, un ensayo analítico encaminado a que el Perú fuera conocido no solo por los peruanos sino también en el extranjero. A través de esa importantísima publicación, Unanue perfiló la idea de la patria peruana. El periódico tuvo suscriptores en Buenos Aires, Guayaquil, La Paz, México y Santiago, entre otras ciudades.

Las redes independentistas se manifestaron ya durante la primera década del XIX en Europa, reconociéndose allí figuras de procedencias muy diversas. El núcleo más importante se reunió en Londres, donde se articularon personas como Francisco Miranda, Andrés Bello, Bernardo O'Higgins, Simón Bolívar, Servando Mier, Juan Pablo Vizcardo Guzmán, algunos de los Caballeros Racionales y de la Logia Lautaro. Las ideas más relevantes fueron de independencia, autonomía, unidad o confederación y de hermandad regional. Las proyecciones del movimiento han sido amplísimas y claramente más allá de los procesos independentistas. Las relaciones, la sociabilidad y las logias, permanecieron vivas durante algunas décadas y generaron a su vez una inspiración y una práctica posterior.

La República Federal de Centro América surgió a partir de la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América en 1824, subsistiendo hasta 1839. Sajid Herrera ha señalado la existencia de contactos, redes y de una sociabilidad, además de criterios compartidos. Ha planteado que "tanto los líderes del partido republicano sansalvadoreño como sus homólogos guatemaltecos fueron deudores de la educación recibida en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de las reformas ilustradas puestas en marcha desde fines del siglo XVIII" y que, por estos años, a todos les "unía la idea de una Monarquía constitucional, el libre comercio y la defensa de los derechos civiles (libertad, igualdad, propiedad) durante el período del constitucionalismo español (1812-14)" aunque hacia los últimos años de la colonia, cuando se dieron cuenta que España no cambiaría su conducta colonialista con América, "se unieron para defender una República federal en el Istmo, teniendo como fundamento los principios de libertad, gobierno representativo y libre comercio" y además "impulsaron asociaciones dedicadas a fomentar la industria, el comercio y la agricultura como la Sociedad de Amigos del País (la de San Salvador fue fundada en 1812), crearon círculos que evidenciaban las nuevas formas de sociabilidad entre ellos, como las tertulias patrióticas" y fundaron en la ciudad de Guatemala "el periódico El editor constitucional que se constituyó en el vehículo de sus ideas: soberanía del pueblo, pacto social, igualdad, libre comercio, república federal" (Herrera. s/f, 6).

Los exilados del Cono Sur hacia 1840, constituyeron la más importante red intelectual de la América ya independiente. Relevantes fueron los exilios de la intelectualidad argentina en Uruguay y en Chile, con ampliaciones hacia Perú. Se constituyó así durante los 1840s una red con circulación de gente y sobre todo de ideas, donde deben destacarse: D. F. Sarmiento, J. B. Alberdi, V. F. López, Esteban Echeverría, Victorino Lastarria, Francisco Bilbao y Andrés Bello, entre muchas otras figuras. Las ideas más importantes fueron las de civilización, de emancipación mental y de una literatura y un pensamiento propios. Las proyecciones de estas redes se encuentran presentes en toda nuestra historia y los estudios eidéticos han asumido a estos autores como los refundadores de un pensamiento, con sus conexiones y sus exilios, sus obras "civilizadoras" y sus propuestas para la educación popular, las escuelas normales y las universidades. Esta red se proyectó hacia la Sociedad Unión Americana, durante los 1860s,como una instancia de colaboración e integración, que generó un discurso y una orgánica de la región como conjunto, motivada por las amenazas y agresiones a la independencia. Si bien esta iniciativa fue de breve duración y no logró transformarse en una asociación más allá de Argentina, Chile y Perú, se constituyó en un hito, por ser una de las primeras iniciativas de constitución de un movimiento intelectual supranacional, agrupando gente de mucho reconocimiento. Escribían en 1862, los editores de la obra Colección de Ensayos y Documentos relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano Americanos, José V. Lastarria, Domingo Santa María, Álvaro Covarrubias y Benjamín Vicuña Mackenna que "podemos asegurar, constituyéndonos en eco de la Sociedad Unión-Americana, que la presente obra no es más que una modesta ovación que esta última hace a la causa común de la gran nacionalidad hispano latina del Nuevo Mundo, en los solemnes momentos en que una de nuestras repúblicas hermanas (México) disputa al extranjero con las armas sus más santos y esenciales principios de existencia" (AAVV. 1862, 8).

Sucesivas reuniones intergubernamentales se fueron celebrando desde fines del XIX y durante la primera mitad del siglo XX, alimentándose de las ideas del panamericanismo, contribuyeron a una expresión pública regional. La primera se realizó en 1889, con la convocatoria de EE.UU. En dichas reuniones salieron a colación cuestiones internacionales propiamente tales como las guerras y la paz, las invasiones, la no intervención y el arbitraje, aunque pusieron en la discusión y tomaron acuerdos sobre temas muy diversos como salud, aduanas, asuntos postales, caminos, electricidad, uniformización de nomenclaturas, sanidad y aviación comercial entre muchos más (ver Marichal. 2002).

Los congresos científicos y de estudiantes, que se realizaron hacia 1900, fueron otra instancia de reunión a nivel continental. Allí se encontró la intelectualidad en tanto que tal, pensando las tareas del conocimiento, la cuestión científico-tecnológica y universitaria. Desde fines del XIX, estos congresos científicos, ha señalado Calvo Isaza (2011), conformaron una asociación internacional constituida por múltiples sujetos e instituciones, reunidos periódicamente para producir recomendaciones en nombre de la ciencia. Este fue un espacio de sociabilidad científica internacional en el que convergieron sociedades científicas, unidades administrativas de Estados nacionales y sociedades e instituciones internacionales, y por tanto no puede entenderse sólo a partir de las relaciones entre Estados. Los congresos científicos reunidos en Buenos Aires (1898), Montevideo (1901), Río de Janeiro (1905), Santiago (1908-9) y Washington (1915-6) fueron las primeras y más importantes asociaciones científicas internacionales de América Latina (AL) (Calvo Isaza. 2011, 87). De los congresos de estudiantes en Buenos Aires, Montevideo y Lima, emergió luego la reforma universitaria de Córdoba. Refiriéndose a la política mexicana, Ricardo Melgar-Bao ha señalado que "por esas fechas, el presidente Venustiano Carranza, a petición de la Federación de Estudiantes, aceptó abrir en las embajadas mexicanas las agregadurías estudiantiles para impulsar una red de solidaridad continental hacia México, pero que de manera paralela, fueron tejiendo horizontalmente más hermandades bolivarianas estudiantiles. Fue así como la Federación de Estudiantes envió a: Carlos Pellicer a Venezuela y Colombia; Luis Padilla Nervo a la Argentina, Pablo Campos Ortiz al Uruguay, Esteban Manzanera al Brasil y Luis Norma a Chile" (Melgar-Bao, R. 2013, s/p). De estas redes participaron figuras como José Enrique Rodó, Carlos Quijano, Francisco García Calderón, Juan Vucetich, el marqués de Paranaguá. Las ideas más importantes de los congresos científicos apuntaron a convertir a la ciencia en portadora de uno de esos proyectos, el latinoamericanismo, por su capacidad de trascender los límites de las naciones y enfrentar los desafíos del progreso en términos aceptables para otras naciones, especialmente las grandes potencias (Calvo Isaza. 2011). Entre las proyecciones de este quehacer pueden señalarse los reiterados proyectos de reformas universitarias, comenzando por la de Córdoba en 1918 y la creación de redes que dieron lugar a incontables sociedades científicas.

Las asociaciones de mujeres comenzaron a manifestarse durante las primeras décadas del siglo XX. Por esos años se realizaron varias conferencias internacionales: Argentina (1910), Chile (1923), Perú (1924) y Colombia (1930). Algunas de las líderes dieron forma luego a la Conferencia Interamericana de Mujeres que se reunió en La Habana en 1930. Las ideas más importantes se articularon en torno al derecho a voto. Más recientemente se han venido realizando conferencias latinoamericanas de mujeres desde 1977, año en que el Consejo Económico y Social de la ONU y la CEPAL, organizaron también en La Habana la Conferencia regional sobre integración de la mujer en el desarrollo económico y social. Se acordó allí realizar reuniones periódicas para "identificar las necesidades regionales y sub-regionales de las mujeres, presentar recomendaciones, realizar evaluaciones de las actividades llevadas a cabo en cumplimiento de los acuerdos y planes regionales e internacionales sobre el tema, y proporcionar un foro para el debate sobre estas materias" (Valdés. 2000).

La United Negro Improvement Association (UNIA) se creó durante la segunda década del siglo XX, llegando a ser el mayor sindicato de afro-descendientes de la historia, bajo la inspiración del jamaiquino Marcus Garvey, cubriendo con su multitud de organizaciones, periódicos y actividades en numerosas ciudades del Caribe como también de América Central, del Norte y del Sur, comprendiendo hasta el Brasil. Algunas de las ideas más importantes fueron la promoción del panafricanismo, la educación, especialmente orientada para el progreso de los afrodescendientes, y el desarrollo de una conciencia y un poder negro. Además de Garvey otras personas que gestionaron estas redes fueron Miguel Ángel Céspedes en Cuba, Mauricio Báez y Juan Nieven en Dominicana. Muy importante fue el movimiento en Harlem, el barrio afrodescendiente de Nueva York, creando restaurantes, tiendas y otros espacios comerciales. Las proyecciones de la UNIA y del garveyismo en Nuestramérica han sido poco y nada estudiadas, aunque la existencia de decenas agrupaciones en decenas de ciudades ha dejado proyecciones variadas y perdurables. De hecho, algunas de estas han permanecido activas hasta el siglo XXI (Hill s/f, Valdés-García.2013, García-Muñiz y Giovannetti. 2003).

Las uniones sindicales latinoamericanas se crearon, según afirman Godio y Wachendorfer, como consecuencia de la relación entre el movimiento sindical latinoamericano y organizaciones internacionales, que posibilitaron condiciones para la formación de centrales continentales y subcontinentales: en 1919 surgió la Confederación Obrera Panamericana, por acuerdo entre la AFL y la Confederación Regional Obrera Mexicana, que influenció algunas organizaciones sindicales de Centro América y el Caribe. El anarcosindicalismo fue la corriente que antes de la guerra intentó la creación de una organización sindical latinoamericana. En 1920 se constituyó la ACAT, pero esta organización nació en una etapa de descomposición de esa corriente y no logró relevancia. En 1929, se constituyó en Montevideo la Central Sindical Latinoamericana, filial de la Internacional Sindical Roja. La iniciativa de formar una central sindical latinoamericana, surgió en 1936 del acuerdo entre la central sindical mexicana, Confederación de Trabajadores de México y la CSLA. Lograron el apoyo de la CIO y de sindicatos latinoamericanos, de orientación socialista, ligados a partidos nacional-democráticos. Como resultado, se constituyó la Confederación de Trabajadores de América Latina cuyo primer presidente fue el mexicano Vicente Lombardo Toledano (Godio y Wachendorfer. 1986, 84).

Por esos mismos años y poco después aparecieron nuevas revistas y editoriales capaces de mantener comunicación entre las intelectualidades de la región y con capacidad para circular. Revistas como Repertorio Americano, dirigida por Joaquín García Monge y Amauta, dirigida por José C. Mariátegui; los viajes de José Vasconcelos, de Gabriela Mistral y de Haya de la Torre fueron importantes para la constitución de esta red. Siendo Ministro de Educación Pública del gobierno de A. Obregón, Vasconcelos había realizado un viaje por Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, en compañía de Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri y Carlos Pellicer. Antes todavía, en 1916, había estado en Lima, en San Marcos, dictando algunas conferencias. Estas giras lo habían puesto en contacto con mucha gente llegando a transformarlo por sus ideas, su personalidad y su gestión, en uno de los más importantes puntos de referencia de la discusión intelectual contemporánea. Vasconcelos se constituyó en figura clave de la red mestizófilo-indigenista que funcionó durante los años 1920s. Ello fue posible tanto por su gravitación intelectual cuanto por el escenario en que actuaba. Por cierto, este escenario facilitó la creación y desarrollo de la red. Gabriela Mistral, refiriéndose al presidente Obregón, decía que su "hispanoamericanismo es sincero" y que "colaboran en su administración hombres de todos nuestros países y especialmente los de Centroamérica (Mistral, G.1995, 245). Estos colaboradores, entre los que se encontraba ella misma, se articulaban en buena medida en torno a Vasconcelos, quien mantenía correspondencia no solamente con individuos, sino por ejemplo escribió al movimiento aprista que recién aparecía y que se constituyó desde temprano en una instancia de coordinación de grupos de estudiantes, intelectuales y políticos jóvenes, como la Unión Latinoamericana, la Liga Antimperialista de las Américas y la Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos, de las cuales participaban, Alfredo Palacios, Carlos Quijano, Miguel Ángel Asturias. En el marco de estas redes se dieron discusiones entre posiciones identitarias y centralitarias, en relación a temas como el mestizaje, el indio, el socialismo, la democracia, la descolonización y el antimperialismo. Esta red funcionó con tres o cuatro ideas claves que articularon a sus miembros: la primera, un afán de unidad latinoamericana, en oposición al avance de los Estados Unidos; la segunda, el antimperialismo de diverso pelaje; la tercera, un énfasis en lo popular-social, donde confluyen posiciones indigenistas y socialistas con posiciones afroamericanistas, como las de algunos "minoristas" cubanos, y posiciones agraristas; la cuarta se refiere a la necesidad de dar a conocer la producción intelectual hispanoamericana.

La masonería se constituyó tempranamente como asociación que trascendía el E-N de sus miembros. Sebastián Jans, ocupándose de estos asuntos ha destacado que en Eugenio Matte venía acrecentándose la idea de que la Masonería en la región no tenía una expresión orgánica, de modo que "bajo su inspiración, se iniciaron los esfuerzos para lograr la realización de un Congreso Masónico Iberoamericano, en 1932". Debido a los esfuerzos de Matte se realizó en enero de 1932, la "Conferencia de Jefes de la Masonería Simbólica Sudamericana, a la que asistieron representantes de Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela. En sus conclusiones, acordaron realizar esfuerzos para efectuar en octubre de 1932, un Primer Congreso Masónico Iberoamericano (Jans, S. 2000,s/p.). De acuerdo a lo señalado por Jans en sus conclusiones, la conferencia planteó: "1-La existencia de un espíritu Iberoamericano y reconoce como uno de sus principales deberes, acentuar su expresión en la vida mundial. 2-Propiciar toda iniciativa que sirva para despertar la conciencia de la raza, y apresurar el florecimiento de la nueva civilización. 3-El programa de unión y armonía ibero-americana debe cimentarse en el reconocimiento y coordinación de los comunes intereses espirituales y materiales" (Jans, S. 2000, s/p). Estas ideas se proyectaron de modo que al realizarse el Primer Congreso Masónico Uruguayo, en 1941, se formuló la aspiración de realizar un Congreso Masónico Panamericano y en el VI Congreso Nacional de la Masonería Mexicana, que acordó proponer a las Grandes Logias Regulares de América efectuar un Congreso Masónico Interamericano. Sin embargo, señala Jans, sería en el Cono Sur, donde se darían los pasos más concretos. En agosto de 1942, una misión masónica chilena, encabezada por Enrique Arriagada Saldías, visitó Argentina y Uruguay. Es así como, en Montevideo, el 14 de abril de 1947, en el Día de las Américas, se inició la Primera Conferencia Interamericana de la Masonería Simbólica.

La Unión Democrática Centroamericana se formó en 1943 en ciudad de México. Fue una organización de intelectuales y políticos de Centro América en el destierro. El Consejo Ejecutivo quedó compuesto por Vicente Sáenz de Costa Rica, Rafael Heliodoro Valle y Alfonso Guillén Zelaya de Honduras, Luís Cardoza y Aragón y Jorge García Granados de Guatemala, José Asensio Menéndez de El Salvador, entre otras personas. Muy cercanos a esta iniciativa estuvieron Juan José Arévalo y José Figueres, que serían presidentes de Guatemala y Costa Rica, como también figuras de fuera de la región como el venezolano Rómulo Bentancourt, que luego sería también presidente de su país, el peruano V. R. Haya de la Torre, el político indoamericano más importante de la época, y el mexicano Alfonso Reyes. El folleto titulado "Ideario de la Unión Democrática Centroamericana" postulaba la búsqueda de la consolidación del Derecho Internacional Americano. La organización, creada en la coyuntura de guerra, respondía al interés general de los estados Americanos, y de Centroamérica en particular, por ocupar una mejor posición dentro de la reconstitución del orden internacional planteado por la Segunda Guerra Mundial (Silva. s/f, 9). La UDC se propuso más específicamente los objetivos siguientes: la búsqueda de la unidad continental y centroamericana, pues Centro América no podía permanecer al margen de las grandes discusiones mundiales y latinoamericanas; trabajar en favor de la supresión de los totalitarismos y el triunfo de los postulados democráticos; luchar contra el imperialismo, insistiendo en los postulados sobre el respeto a la libre determinación y a la igualdad jurídica de todas las naciones (Silva. s/f, 11).El impacto de este proyecto y del pensamiento de quienes lo propulsaron ha incidido en sucesivos intentos de integración centroamericana, y también más allá, especialmente en lo referido a la integración intelectual y universitaria. De hecho, la organización universitaria pionera en AL fue el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) originado en 1949 en Guatemala.

Se pusieron en marcha también uniones empresariales, como la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) de Chile, fundada en 1948 por un grupo de profesionales, ejecutivos y empresarios, ligados a la Acción Católica, que muy pronto, en 1949, se había asociado a organismos internacionales que compartían la inquietud de difundir las encíclicas sociales. Así surgió la primera vinculación de la USEC a la internacional UNIAPAC, (International Union of Christian Business Executives) a instancias del P. Coo en la ciudad de París. Su condición de pionera le permitió ayudar a organizarse y contactar a las nacientes organizaciones de empresarios cristianos en países como Argentina, Uruguay, México, Ecuador, Brasil, Colombia y Bolivia. Ese mismo año Sergio Ossa Pretot, Presidente de USEC, fue nombrado Vicepresidente mundial de UNIAPAC, entidad que cuenta con la adhesión de 26 países del mundo, de los 5 continentes y es agente activo en procurar que los trabajos, las reflexiones y las relaciones entre las personas se operen lo más cerca posible de los valores cristianos (ver www.es.catholic.net/ empresarioscatolicos/477/1067/ articulo.php?id=1184)4. Con posterioridad numerosas iniciativas se han puesto en marcha asociadas a gobiernos, asociaciones y universidades, como es el caso del Congreso Latinoamericano sobre Espíritu Empresarial, evento  diseñado y ejecutado por el Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial de la Universidad Icesi, que ha venido realizándose  desde 1987. Los objetivos de esta red han sido la creación de una comunidad académica y empresarial preocupada por los temas propios al "espíritu empresarial", la creación y el fortalecimiento de las  empresas latinoamericanas, la educación y la innovación empresarial (ver www.icesi.edu.co/cdee/clee2013/historia.php).

Las redes de cientistas económico-sociales significaron un salto importante en la amplitud y, sobre todo, en la permanencia de una expresión pública regional, que se produjo a mediados del siglo XX. Ello se potenció con la fundación de la CEPAL y la progresiva "reedificación" de cientistas económico-sociales inspirad@s en el paradigma cepalino, a lo cual contribuyeron los grandes exilios que pusieron en contacto a mucha gente del Conosur y luego con Venezuela, Centroamérica y México. Esta red se ha expresado en múltiples instituciones, multitud de publicaciones, perseverando hasta el siglo XXI y emitiendo sistemáticamente una expresión sobre la región. Un paso posterior y progresivo ha sido el programa CLACSO que además de desarrollarse ha ido fomentando la discusión acerca de numerosos y cada vez más amplios temas hacia los cuales llegarían las ciencias sociales: violencia de género, narcotráfico, infancia, pensamiento social. Ello ha consolidado espacios y redes de discusión en el medio de las ciencias sociales y humanidades pero, en ocasiones, también en relación a los movimientos sociales. De ésta han participado figuras como Raúl Prebisch, Celso Furtado, Osvaldo Sunkel, Antonio Mayobre, Enrique Iglesias, Aníbal Pinto, Fernando H. Cardoso, H. Silva Michelena, Pablo González Casanova. Estas redes fueron potenciadas con la incorporación del exilio de cientistas económico-sociales brasileños. Fueron claves figuras como F. H. Cardoso, Theotonio dos Santos. R. Mauro Marini, Vania Bambirra, F. Weffort, entre otras. Un proceso similar, a veces paralelo en ocasiones interconectado, se produjo en el Caribe anglófono (en este caso en Jamaica, Guyana, Trinidad & Tobago, Barbados) a partir de fines de los 1950s bajo, la inspiración de figuras como Eric Williams y Arthur Lewis. En tensión de continuidad y ruptura, se constituyó el New WoldGroup, que ha emitido una voz sobre el Caribe, compuesto por figuras como Lloyd Best, Norman Girvan, William Demas, Walter Rodney (muy tempranamente asesinado), George Beckford, Alistair Mc Intyre, George Lamming y Sridath Rampal. Las ideas más importantes han sido la dependencia, la integración, el desarrollo, el antimperialismo y el anticolonialismo, además de la necesidad de un quehacer intelectual propio. Las proyecciones de las redes de cientistas económico-sociales han sido enormes hasta la actualidad. Cualquier breve enumeración sería engañosa (Devés. 2004).

Hacia mediados del siglo XX, las reuniones de consejos y conferencias eclesiásticas regionales también se acrecentaron e hicieron más frecuentes, constituyéndose en tribuna para dar a conocer las nuevas ideas que se instalaban en la teología europea y latinoamericana y espacio de conocimiento mutuo, que permitiría implementar iniciativas renovadoras. El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) fue creado en el año 1955, cuando se realizó la I Conferencia en Río de Janeiro. Este se imaginó como "organismo de comunión, reflexión, colaboración y servicio". Otras conferencias se realizaron en Medellín 1968, Puebla 1979, Santo Domingo 1992, Aparecida 2007. Los temas han ido variando con énfasis, además de los propiamente eclesiásticos, en la justicia social, la paz, (www.celam.org/conferencias), las especificidades de la cultura, las religiones y los DDHH. Han sido figuras destacadas Helder Cámara, Manuel Larraín, Oscar Arnulfo Romero. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI), por otra parte, fue fundado por 147 iglesias cristianas en 1948. Existen expresiones del CMI en diversas regiones del mundo, entre las cuales puede mencionarse el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), organización de iglesias y movimientos cristianos, fundada en Lima en 1982, para promover la unidad entre los cristianos y cristianas del continente (ver www.claiweb.org).

La red de los escritores, ensayistas, editores y críticos en torno al boom se constituyó a partir de un conjunto de figuras de alto reconocimiento internacional, del quehacer de la editora y revista Casa de las Américas y de la editora Seix-Barral, de la organización de coloquios y congresos. De este modo la red instaló una discusión acerca de literatura, cultura, política y temas mundiales. Participaron de esta, figuras como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Mario Benedetti, como núcleo central, con otras como Pablo Neruda, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jorge Amado, Eduardo Galeano, junto a ensayistas y críticos como R. Fernández Retamar y a editores como Carlos Barral. Las discusiones más importantes fueron en relación a la originalidad de una cultura nuestramericana, imperialismo, revolución, socialismo, libertad de prensa y más ampliamente de expresión, y el papel de la intelectualidad en los procesos de cambio. Dada la relevancia de las personas que participaron de esta red, las proyecciones han sido muy importantes en el tiempo y han cubierto un amplio espectro de sectores sociales y profesionales, impactando desde esa época a través de los medios de comunicación en el amplio público de la región y más allá (Alburquerque. 2011).

Durante los años 1960s y 1970s proliferaron organismos internacionales que se constituyeron también en foros de discusión sobre los problemas de la región. Esta es una ocasión privilegiada en la constitución de una expresión pública regional, donde organizaciones, estados, academia y partes de la sociedad civil convergen, generándose redes que mantuvieron vigencia más allá de coyunturas específicas. Este movimiento tiene antecedentes, pero muy claramente se hace patente desde mediados de los 1960s, donde se destacan figuras de la academia, en general y de las ciencias económico-sociales, de la diplomacia, los organismos internacionales y de la política como. Felipe Herrera, Antonio Mayobre, Raúl Prebisch, Enrique Iglesias, Hernán Santa Cruz, Cándido Mendes, Helio Jaguaribe, Celso Furtado, Eduardo Frei M., Aldo Ferrer, Rafael Caldera, Gabriel Valdés Subercaseaux. Las ideas más importantes han sido desarrollo, integración, sustitución de importaciones, planificación, comercio justo, nuevo orden internacional, unión de los productores de materias primas. Las proyecciones hacia los procesos posteriores de integración son totales, por los aciertos y desaciertos que tuvieron en los 1960s y 1970s. Estas experiencias generaron una importante expresión pública sobre la región e instalaron un conjunto de organismos que emitieron voces públicas, en un nivel cualitativamente superior al de décadas anteriores. Ello repercutió posteriormente sobre la integración abierta, sobre los tratados comerciales, los corredores bi-oceánicos las medidas de integración física y energética.

El neoliberalismo creó una red importante y poderosa, respecto de la cual deben destacarse principalmente las iniciativas promovidas desde los 1950s por la Universidad de Chicago: convenios académicos, envío de docentes y becas de estudios. Debe tenerse en cuenta igualmente la captación e invitación, por parte de organizaciones y fundaciones usamericanas y europeas (Cato y Montpelerin, entre otras), a figuras de la periferia para integrarse a éstas. Probablemente al interior del movimiento neoliberal de las regiones periféricas, en este período, la red más importante y no totalmente ortodoxa es la organizada por el CINDE, ubicado en Panamá y que coordinó Nicolás Ardito-Barletta. Éste contó con un conjunto de "asesores" de diversas nacionalidades y funciones, donde gente de la política, la academia y la empresa daban forma, financiaban y organizaban iniciativas, instituciones y un "Consejo directivo", estableciendo además una serie de acuerdos con otras instituciones, como la Fundación del Tucumán (Argentina), EDUCA (República Dominicana), Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Uruguay), Fundación Getulio Vargas (Brasil), Centro de Estudios Públicos (Chile). Por sí mismo o en colaboración, el CINDE ha ido publicando una serie de colecciones. De esta red han participado figuras como N. Ardito-Barletta, José Piñera, M. Vargas Llosa, C. A. Montaner, Hernando de Soto y Ricardo López Murphy. Las ideas más importantes han sido la liberalización de la economía y el establecimiento de tratados comerciales (Devés. 2012 y Mato. 2007).

Los movimientos indígenas se han dejado sentir con mayor énfasis desde comienzos de los 1990s, en numerosos lugares de AL, comenzando con los de Ecuador y México, que repercutieron ampliamente en la región. Simultáneamente, teniendo como ocasión la reflexión y la crítica en torno a las conmemoraciones del V Centenario, se han ido sucediendo reuniones de pueblos indígenas, que han permitido, como nunca antes hacer oír una voz sobre problemas compartidos, con análisis, reivindicaciones comunes y la creación de una agenda regional que no se restringe a quienes se reconocen como indígenas. De esta red han participado figuras intelectuales como Felipe Quispe, Rigoberta Menchú y Marcos de Chiapas, Carlos Mamani, Mónica Chuji, Roberto Choque, Mirna Cunningham, y figuras no indígenas como G. Bonfil Batalla, José Bengoa, Xavier Albó, H. Díaz-Polanco, R. Stavenhagen. El tema privilegiado ha sido el de las condiciones y reivindicaciones de los propios pueblos, sus derechos, su cultura pero también su economía y su participación política, su concertación internacional dentro de la región e incluso más allá, así como también, lo que es más relevante y novedoso, la constitución de una intelectualidad indígena a nivel regional y que se reconoce como tal. Las ideas más importantes han sido el derecho a una educación multicultural y en las propias lenguas, el derecho a la diferencia, el derecho a la tierra. Como sistema eidético se ha instalado el del "buen vivir" que si no tiene una ortodoxia, logra aglutinar concepciones.

Se consolidó, hacia fines del siglo XX, una discusión pública a través de los medios, luego de las recuperaciones democráticas. Fue el caso de varios medios de comunicación, con cobertura internacional o que se fueron asociando a empresas internacionales donde se dieron cita figuras intelectuales (escritores, políticos, economistas) de la mayor importancia, que en este caso han actuado más bien como columnistas y comentaristas: M. Vargas Llosa, C. A. Montaner, F. H. Cardoso, Carlos Fuentes, Eduardo Galeano. A diferencia de otras instancias señaladas, esta se constituye más como opinión pública que expresión grupal. Lo que se comparte aquí es la relevancia de algunos temas en discusión más que las mismas ideas. Temas relevantes en esta discusión han sido: libertad de prensa, desarrollo, medio ambiente, educación, innovación, inserción, distribución, anti-corrupción, DDHH, narcotráfico. Es el caso de diarios como El País, New York Times, la cadena Le Monde Diplomatique; canales como Televisa y CNN, documentación luego reproducida y comentada cada vez con mayor énfasis en otros medios de menor circulación y a través de internet. Por cierto, afinidades temáticas o eidéticas llevan a que unos se expresen más en ciertos espacios que otros. Este tipo de discusión pública es la que aumenta con mayor rapidez dada la proliferación de los medios de comunicación en internet, pero sobre todo de blogs, páginas y fórmulas como facebook, twiter y otras.

El Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre entre 2001, 2002, 2003 y 2005, ha sido la ocasión más masiva y sonada reunión de una sociedad civil donde se han coordinado y dado cita redes de DDHH, ambientalistas, ONGs, movimientos sociales, universidades y partidos, en la mayor reunión de este género en la historia. El FSM fue pensado para contrarrestar las propuestas del Foro Económico Mundial que se reunía en Davos desde 1971, identificado como el articulador de las propuestas neoliberales. Emir Sader(2009) ha señalado que el FSM nació intrínsecamente vinculado a la lucha contra el neoliberalismo y por un mundo post neoliberal, que es el sentido de su lema central "Otro mundo posible". El Comité Organizador estuvo formado por ocho entidades brasileñas: Abong, Attac, CBJP, Cives, CUT, Ibase, MST y la Red Social de Justicia y de Derechos Humanos. Los temas centrales del FSM de 2001 fueron: la producción de riqueza y la reproducción social; el acceso a la riqueza y sostenibilidad; la afirmación de la sociedad civil y los espacios públicos; el poder político y ética en la nueva sociedad. Algunas de las figuras más importantes que han dado vida a estas redes son Boaventura de S. Santos, Eduardo Galeano, Leonard Boff, Emir Sader y Francisco Whitaker, entre muchas más. Las ideas más importantes han sido: el cuestionamiento de la globalización y la concentración del poder, altermundialismo u otro mundo es posible. Opciones básicas para la organización de foros sociales han sido criterios como: la auto-organización y autogestión, "no-directividad", respeto a la diversidad y pluralismo, respeto del medioambiente, que los foros sean un espacio de la sociedad civil, que estimulen la articulación y acción, la multiplicidad de acciones políticas posibles y el rechazo de la violencia (Chico Whitaker. 2005 citado por Calvo Rufanges. 2007, 43). Las proyecciones del FSM fueron inmensas e inmediatas. Entre muchas otras iniciativas se citan para los años siguientes: en 2002,I Foro Social Pan-amazónico, en Brasil, la Reunión del Consejo Hemisférico del Foro Social de las Américas, en Ecuador; en 2003: II Foro Social Pan-amazónico (Brasil), el Foro Social del Caribe, en Haití, el IV Foro Mesoamericano, en Honduras; en 2004: III Foro Social Pan-amazónico, en Venezuela, el I Foro Social de las Américas, Ecuador, el I Foro Social de la Triple Frontera, en Argentina, el V Foro Mesoamericano, en El Salvador y así... (Calvo Rufanges. 2007, 23-24).

C-La expresión y la conciencia nuestramericana

No se trata sólo de relevar situaciones en que se ha constituido una sociedad civil más allá del E-N, tampoco únicamente aquellos momentos en que ha aflorado una discusión pública, una esfera pública o una expresión pública regional. Se trata igualmente de mostrar cómo estos han sido asumidos como lugares de emergencia de un pensamiento común, es decir, lugares donde se expresa la dimensión nuestramericana. El pensamiento ha ido creando un relato sobre nuestra historia, de la historia de nuestra conciencia común, en buena medida a partir de la emergencia de tales expresiones. La interacción entre momentos de encuentro y expresión pública y momentos de emergencia de un pensamiento permite entender el discurso de conjunto, como parte de un quehacer histórico, empírico, de larga data y no puramente como especulaciones o buenos deseos, de unas pocas figuras tan ilusas como fuera de la historia. Esta recuperación por parte del pensamiento se formulará a partir de tres autores que han contribuido a la creación de este pensamiento, precisamente reelaborando el aporte de figuras que participaron de estos hitos. Para L. Zea, P. Henríquez Ureña, y F. Aínsa se trata de pensamiento, de expresión y de conciencia.

Leopoldo Zea escribió en América como conciencia que el estudio de la historia de las ideas, el pensamiento y la filosofía en América era algo que había ido tomando interés, "porque los mueve cierto dramatismo, parece como si con ellos se estuviese jugando, nada menos que el futuro de nuestra América, porque de estos depende la toma de conciencia y, con la misma, el reconocimiento de nuestras posibilidades, esto es, nuestro futuro" (Zea, L. 1969). Las frases de Zea deben ser entendidas en relación a lo citado párrafos más arriba acerca del paso desde una historia de las ideas hacia una cierta filosofía de la historia, en el sentido de constitución de una trayectoria (Zea, L. 1978, 12). Ello alude precisamente a una larga historia de acontecimientos, en que han ido quedando retazos de un pensamiento que pueden hilvanarse en un sentido y que, en sus términos, es una toma de conciencia como parte del desarrollo de la libertad para todos los seres humanos. Toma de conciencia de una realidad y una historia, señala en otra obra, "a partir de la cual será posible una acción más racional, que pueblos como el nuestro necesitan llevar a cabo para que no sigan siendo instrumentados, ni subordinados a intereses que les han sido siempre ajenos". Reiteraba Zea: "toma de conciencia sobre nosotros mismos, y como punto de partida de una toma de conciencia más amplia, la propia de la humanidad de la que somos parte" (Zea, L.1976, 1-2).

Algunas décadas antes el dominicano Pedro Henríquez Ureña se había aproximado a este problema desde otro ángulo. Aludiendo a ello, el cubano José Portuondo ha señalado que "toda la producción crítica de Pedro Henríquez Ureña se resume en el empeño de orientarnos en la búsqueda de nuestra propia y peculiar expresión hispanoamericana" (Portuondo, J. 2002, 605) y que este empeño apunta a buscar sus orígenes, destacando "el deseo de independencia intelectual (que) se hace explícito por vez primera en la Alocución a la Poesía de Andrés Bello, publicada en 1823". Y que "Bello, surgido a la vida literaria en los instantes mismos de la emancipación política, junto a Miranda, Bolívar y San Martín, dio a nuestras letras conciencia clara de su personalidad distinta, reivindicó las peculiaridades lingüísticas hispanoamericanas" (Portuondo, J. 2002, 603). De este modo se recuperan figuras y acontecimientos clave de esta expresión, remontándose, como se ha mostrado, a momentos tempranos como el de la pre-independencia donde ya se venía manifestando.

Por su parte, en La unidad de América Latina como utopía, Fernando Aínsa sostiene que "e1 principio de la unidad del continente es uno de los leitmotiv del discurso utópico latinoamericano" y que este ha operado como "catalizador de toda definición de la identidad cultural de la región, a la que se percibe como una, más allá de su diversidad" (Aínsa, F. 1999, 201).Tomándose de la experiencia de José María Hostos, Aínsa destaca que su experiencia del exilio, que le llevó a Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil le permitió una perspectiva para proyectar una visión unitaria del continente, y cita las palabras de Hostos: "Yo no tengo patria en el pedazo de tierra en que nació mi cuerpo; pero mi alma se ha hecho de todo el continente americano una patria intelectual o una confederación de ideas que amo más cuanto más la conozco y compadezco". Para Aínsa, la unidad de la región es algo que se advierte en los postulados de muchos entre quienes han ido apareciendo en estos hitos de la expresión pública desde Francisco Miranda, José Gervasio Artigas y, sobre todo, Simón Bolívar, "la identidad latinoamericana plenamente asumida aparece como sinónimo de unidad política" Esta misma unidad e pueblos y naciones "constituye el correlato inevitable de una identidad que debe cristalizar en un proyecto de vocación única. "La América Grande" que imaginaba J. Martí en 1883, se convierte en la "Madre América" y en "Nuestra América" en 1891. "Las ansias a las que nadie ha dado forma", de las que habla J. E. Rodó en El que vendrá (1897) y "la misión de la raza iberoamericana" que proclama J. Vasconcelos. También forman parte del ideal de unidad americana la "Patria única" (1910), "la Patria Grande del porvenir" (1912), sobre las que escribe M. Ugarte o las ideas del americanismo de F. García Calderón en La creación de un continente (1913)" (Aínsa, F.1999, 201-202). A partir de aquí, Aínsa deriva que "el discurso latinoamericano sobre la identidad que habla de "reivindicar nuestro pasado", "fomentar valores propios", "buscar la autenticidad", "combatir las ideas foráneas", "ser fieles a nosotros mismos" para denunciar, más recientemente, la desculturación provocada por la alienación, cuando no el imperialismo cultural. En la indagación de la especificidad se han acuñado conceptos unificadores como ser americano, idea de América, americanidad, conciencia americana, expresión u originalidad americana" (Aínsa, F. 1999, 202).

D-Conclusiones

Se ha elaborado un marco teórico muy simple que permite determinar un conjunto importante de ocasiones en las cuales se ha constituido una sociedad civil en tanto que expresión pública, durante los últimos dos siglos y poco. Se ha desarrollado cada una de esas ocasiones, mostrando la coyuntura, las personas, las ideas y algunas proyecciones. Este conjunto de hitos en la expresión nuestramericana permite armar una narración comprensiva de la historia. Luego se ha destacado la relación entre estas manifestaciones de sociedad civil y expresión pública con la generación de una conciencia y un pensamiento.

Sería excesivo sostener que el pensamiento nuestramericano haya emergido únicamente en esta larga y densa trayectoria de constitución de redes, sociedad civil, esfera pública y expresión pública regional, pero es relevante notar la presencia de muchas de las figuras más importantes de nuestra historia eidética y el hecho que, en estas coyunturas claves, se produjo la emergencia de una parte de este pensamiento. Esta unidad de análisis nos permite valorizar buena parte de este pensamiento emergiendo de y motivando hacia una trayectoria regional y no puramente nacional o local, como ha sido tantas veces leído, por quienes carecían de una visión de conjunto o de una conceptualización que pudiera ponerlo en perspectiva y en valor.

Adquieren mucha significación así el viaje y el exilio, como formas de extrañamiento del terruño, para adentrarse y abrirse a la amplitud de la región, permitiendo contactos, recepciones de nuevas ideas y formulación de proyectos mayores. Figuras como Bolívar, Sarmiento, Bilbao, Hostos, Martí, Ugarte, Vasconcelos, Sáenz, Gabriela Mistral, Haya, Prebisch, Zea, Furtado, Guevara y Freire, entre muchas otras, permiten hablar de esa nuestramericanidad vivida, de una región recorrida, visitada, experienciada, que les constituye en ciudadan@s-voces de la región. Ello permite dar un salto conceptual desde el E-N hacia la región constituida también en patria, como el lugar de la expresión común, pues allí donde se expresa la palabra está la patria.

Ello ha permitido, correlativamente, detectar el planteamiento de un pensamiento sobre asuntos internacionales en que se asume como unidad de análisis la región como conjunto, por sobre los E-N. De este modo, el tema es como integrar, como defender, como insertar, como desarrollar la región que se necesita a sí misma como conjunto.

E-Proyecciones

El salto desde aquí, recuperación de una trayectoria y saltos cualitativos...

La elaboración realizada entrega numerosas pistas para detectar otras instancias de constitución de sociedad civil y/o de expresión pública, que contribuyan a hacer más comprensiva la trayectoria regional como conjunto, mostrando que si bien es indiscutible la división en E-N, también es clara la existencia de espacios comunes y de una esfera pública más allá de las fronteras. Esta forma de comprender las cosas, permitiendo reconocer una historia compartida, se hace más apta para pensar la esfera mundial y para potenciar una inserción global democratizadora y no puramente comercial.

El referente E-N es y seguirá siendo clave para pensar y para actuar en el espacio nuestramericano y mundial, pero en ningún caso puede ser exclusivo. Es imperioso "desnaturalizarlo" o desmitificarlo como única o privilegiada unidad de análisis para acercarse a la realidad colectiva o social (Ianni. 1996, 159ss). Es decir, existen posibilidades de pensar la realidad regional de Nuestramérica sin tener como referente principal el E-N. Por ello, la acción regional concertada no debe pensarse necesariamente como la concertación de los estados nación sino también de muchas expresiones de la sociedad civil y expresiones mixtas: universidades, agrupaciones sociales y culturales, reparticiones públicas, municipios o provincias, entre otros agentes.

La unidad de análisis expresión pública es mejor porque permite pensarse como agente y concertarse a las amplias mayorías, es mejor que otra que pone casi toda iniciativa y acción en manos del E-N. Por otra parte, permite concebir esta agencia en buena medida (no exclusivamente) en relación a la noción de pensamiento-conocimiento y no al de una práctica simplista ni menos al de una práctica armada, que tanto daño ha hecho a la región. Claro, esta unidad de análisis se vuelve incómoda para muchas personas, pues obliga a hacerse cargo de la gestión de la propia existencia, y ya sabemos que el E-N ha ido reemplazando a las divinidades en un doble movimiento: quienes aspiran al poder promueven formas de clientelismo y las masas fatalistas se dejan llevar por el sistema de los ruegos y donaciones, transformando al voto en una suerte de sacrificio ofrecido a la divinidad de turno.

La "confederación de ideas", a que se refería Hostos, puede ser discutida como demasiado idealista, aunque anida en ella algo muy sensato y pragmático, no se puede esperar a que los gobiernos decidan hacer lo que sistemáticamente no emprenden. Ahora bien, sería mejor una formulación que no sonara así de idealista. Es mejor una confederación o colaboración de las profesiones del conocimiento, que permita, como lo imaginaba Hostos, destrabar la colaboración efectiva.

Notas

1. Chileno, profesor del Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile, el artículo es producto del proyecto Fondecyt Nº1110860. <eduardo.deves@usach.cl> <www.eduardodevesvaldes.cl>.

2. Entiendo por metanacional el ir más allá de las fronteras, especialmente por parte de agentes de la sociedad civil, en dimensiones más bien vecinales que no globales.

3. En virtud de abreviar el trabajo omito buena cantidad de bibliografía.

4. Esta y todas las páginas web citadas han sido visitadas durante el primer semestre 2013.

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