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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.20 no.2 Mendoza jul. 2018

 

ARTÍCULOS

Variaciones sobre Michel Foucault: acentos, puentes y contrapuntos en América Latina

Variations on Michel Foucault: accents, bridges and counterpoints in Latin America

 

Mariana Canavese

Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

 

Recibido: 16-12-2017
Aceptado: 20-06-2018

 


Resumen

Este artículo ofrece un mapa de la dinámica editorial de la circulación y de algunos de los canales, agentes y usos involucrados en la recepción de las propuestas del filósofo francés Michel Foucault en México, Brasil y Argentina. Propone que, respecto de otras recepciones del filósofo, la significativa circulación de sus elaboraciones en América Latina presenta características distintivas. Primero, se expone sobre la circulación temprana de las propuestas de Foucault en la región; un ritmo diferencial dentro de los casos más corrientemente citados. Se reconstruyen, luego, ciertos aspectos de su inicial circulación en espacios no necesariamente académicos. Por último, se analiza la impronta fuertemente política de esos usos y su operatoria en relación con el ideario marxista: un elemento medular que se relaciona con la conformación y las características de los campos político, intelectual y académico en los países latinoamericanos.

Palabras clave: Recepción; Circulación de ideas; Latinoamérica; Foucault.

Abstract

This paper offers a map of the editorial dynamics of the circulation and of some of the channels, agents and uses involved in the reception of the proposals of the French philosopher Michel Foucault in Mexico, Brazil and Argentina. It proposes that, with respect to other receptions of the philosopher, the significant circulation of his elaborations in Latin America presents distinguishing characteristics. First, it exposes the early circulation of Foucault’s proposals in the region; a differential rhythm within the most commonly referred cases. Then, it reconstructs some aspects of the initial circulation in spaces that are not necessarily academic. Finally, it analyzes the strongly political imprint of these uses and their operations in relation to Marxism: a core element related to the conformation and characteristics of the political, intellectual and academic fields in Latin America.

Keywords: Reception; Circulation of Ideas; Latin America; Foucault.


 

El 27 de junio de 1966 el editor argentino en México, Arnaldo Orfila Reynal, agrega un encargo en su misiva al escritor mexicano en Francia, Carlos Fuentes. El nombre de Michel Foucault comparte esas líneas con otros asuntos editoriales: la novela 1959 (inédita) de Alejo Carpentier, un texto de Cortázar y la celebración de una asamblea en Buenos Aires para la constitución de la filial argentina de Siglo XXI, que prosperaría con el apoyo de José Luis Romero y se realizaría ese mismo año1. Orfila, que también había dejado su sello en Fondo de Cultura Económica (FCE), de donde venía de ser destituido por cuestiones políticas, se ocupa entonces del nuevo emprendimiento que es Siglo XXI en México. Es el momento del naciente catálogo de la editorial. En esos días, Fuentes vive en el número 71 de la literaria rue du Cherche-Midi, donde termina la novela Zona sagrada. Foucault, por su parte, comienza en aquel momento a ganar notoriedad, con la publicación por Gallimard de Las palabras y las cosas: el libro se publica en abril y la primera edición de más de 3 mil ejemplares se agota en el siguiente mes y medio. “Foucault como rosquillas” titula Le Nouvel Observateur una nota dedicada a los éxitos de ventas del verano (Eribon, D. 1992, 211). En los siguientes meses, mientras se suceden en Francia las reimpresiones de su libro, el filósofo toma la decisión de instalarse en Túnez.

Ese verano, Orfila le escribe a Fuentes:

Y ahora quiero pedirle un favor: Me contaba usted en alguna de sus cartas que había conversado con Ugné Karvelis y Claude Gallimard quienes le habían ofrecido su mayor ayuda y simpatía a Siglo XXI. Yo estoy muy interesado en contratar Les mots et les choses de Foucault que tanto éxito parece estar teniendo en Europa y que también usted mencionaba en alguna de sus entrevistas. Yo he contratado con PUF Naissance de la clinique y con fecha 14 de junio escribí a Gallimard aceptando las condiciones que me pedían para Les mots et les choses, e incluso para ganar tiempo y formalizar la operación, les envié giro por U.S. $1,000.- (mil dólares) que establecían ellos en concepto de adelanto; la propuesta la firmaba Mlle. Norah F. Kasteliz y hasta ahora no he tenido respuesta. Como indudablemente me interesa no perder esta obra, pienso que si usted tuviera tiempo de hablar con Gallimard o con Norah Kasteliz, que es la que firma su ofrecimiento de 8 de junio, podría intervenir para que aceleraran este asunto y me dieran una respuesta inmediata, pues me gustaría anunciar la obra entre las primeras que publicaría nuestro Siglo XXI, aunque, desde luego, su edición no podría aparecer de inmediato por el tiempo que nos tomaría su traducción. Perdone pues esta molestia que le proporciono, pero creo que una intervención aunque fuera telefónica, de usted, puede prestarnos un buen servicio (Fuentes, C y Orfila, A. 2013, 52-53)2.

La correspondencia permite reconstruir en parte cómo se gestionó la traducción de El nacimiento de la clínica y Las palabras y las cosas. Sabemos por ella que Fuentes pasó por las oficinas de Gallimard para averiguar sobre “el gran libro de Foucault”; que el anticipo había sido recibido y el contrato enviado a Orfila; que Fuentes había leído varias veces el libro y quería publicar en México un ensayo sobre el filósofo, necesario, en palabras de Orfila, “para presentar a esta nueva figura francesa y de quien lanzaremos primero su Naissance de la clinique” (Fuentes, C y Orfila, A. 2013, 77)3. Todo ocurre en el transcurso de algunos meses del año 1966. En medio de ese intercambio, Carlos Fuentes le escribe respecto de Las palabras y las cosas:

Lo felicito, de verdad, por contar con una obra que iluminará durante muchos años el pensamiento filosófico y estético. Sabrá usted que en Francia las ediciones se han agotado al ritmo de diez mil ejemplares mensuales [sic]. No deja de ser significativo y revelador para nosotros que Foucault construya su libro a partir de tres premisas nuestras: un texto de Borges, las Meninas de Velázquez y el Quijote. (Ibid., 62)

La comunicación da cuenta del modo en que el título del filósofo francés se incluye en el catálogo de Siglo XXI. Y más allá del color epistolar y los pequeños detalles del caso, expresa también los nexos insoslayables entre México y Argentina, y entre América Latina y Europa (incluso en cómo se podía concebir un “nosotros” iberoamericano). En otras cartas, Orfila insistirá sobre su interés en Las palabras y las cosas y dejará ver la inquietud que la espera de la respuesta de Gallimard, contando el giro realizado, le genera. Para desgracia del editor, el extraordinario éxito de ventas de ese libro en Francia no tendrá correspondencia alguna con su marginalidad latinoamericana: finalmente publicado en español en 1968, Las palabras y las cosas queda inscripto en los efectos políticos del antihumanismo en el contexto de radicalización política de los años 60. Será uno de los protagonistas de esa tensión entre un estructuralismo asociado al leitmotiv de la “muerte del hombre” –al que queda prácticamente reducido el libro de Foucault y que abona ese “escepticismo sistemático hacia todos los universales antropológicos” (Florence, M. 1984, 941-944), como le gustaba autodefinirse– y la premisa del nacimiento de un “hombre nuevo” en América Latina en aquellos años. Será un libro poco leído pero muy discutido en una atmósfera intelectual todavía dominada por Sartre. Con todo, como quería Carlos Fuentes, algo de su atracción –seguramente restringida al prefacio– se vinculaba, por ejemplo en Argentina, al hecho de que Foucault decidiera comenzar con una cita a Borges.

Hasta aquí convergen un año nuclear en la edición de hoy clásicos del estructuralismo francés como lo fue 19664, corazones editoriales de la región como FCE y Siglo XXI, y nombres de talla como los de Orfila y Fuentes. Pero hay también otra historia, menos central, más lateral, tramada por esos y otros cruces diversos. Las páginas que siguen quieren recuperar algunos indicios, preguntas e intenciones para proponer una cartografía, siempre preliminar y en esta ocasión en particular abordada con la urgencia y el entusiasmo de las oportunidades: la de sugerir un diálogo posible entre trabajos de investigación dispersos que permita pensar las características de la circulación internacional y la recepción latinoamericana de las propuestas de Foucault.

En 1984, al momento de la muerte del filósofo francés, la recepción argentina de sus elaboraciones conocía una historia que contaba ya un cuarto de siglo. En la actualidad, los efectos de sus trabajos entre nosotros son hondos y decisivos: en sus escritos hay palabras claves que atraviesan los campos político, cultural e intelectual locales.Argentina es, por otra parte, uno de los polos centrales de la recepción latinoamericana de los textos de Foucault desde donde pueden observarse también conexiones con el resto de la región. Especialmente notables y fecundas en los casos de México y Brasil, esas interrelaciones y los usos de Foucault en América Latina pueden estudiarse atendiendo a un mapa que incluye a Chile, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela (Canavese, M. 2014).

A pesar de que la historia argentina reciente comparte ciertas problemáticas con el resto de los países de la región, y en cierto punto fuertes correspondencias en términos de periodizaciones, la recepción de Foucault a escala latinoamericana todavía está por hacerse; más aún, los trabajos de recepción para los casos nacionales antes referidos son, cuando existen, muy parciales. Con todo, esta aproximación quiere poner en relación un trabajo de largo aliento sobre los usos de Foucault en Argentina –una investigación atenta a cómo Foucault participó en el campo político-intelectual local en circunstancias muy diferentes desde fines de los años 50 hasta nuestros días (Canavese, M. 2015)-, con una indagación orientada a esbozar algunos de los vínculos con circulaciones y apropiaciones de sus elaboraciones en América Latina, principalmente en México y Brasil. No se trata sólo de recuperar la actualidad de las propuestas de Foucault, sino también y especialmente de reconstruir y problematizar la vitalidad política e intelectual manifiesta en usos con marcas propias, en intervenciones situadas, en prácticas y discursos que tuvieron lugar en coyunturas regionales específicas (en relación, por ejemplo, con las dictaduras cívico-militares, los debates en el marxismo, la recuperación de la democracia, los derechos humanos, la emergencia de nuevos movimientos sociales y las problemáticas vinculadas con la desigualdad social).

De tal modo, a continuación procuro presentar un mapa general de la dinámica editorial de su circulación y de algunos de los canales, agentes y usos involucrados que podrían contribuir a un asunto todavía pendiente como es el de los itinerarios latinoamericanos de sus propuestas. ¿Cómo marcaron las especificidades latinoamericanas la recepción regional de Foucault? Propongo que, respecto de otras recepciones del filósofo francés, la significativa circulación de sus elaboraciones en América Latina presenta características distintivas. Expongo, primero, respecto de la circulación temprana de las propuestas de Foucault en la región; un ritmo diferencial dentro de los casos más corrientemente citados. Junto con eso, la del filósofo francés constituye una recepción fuerte, donde es importante subrayar el grado de transversalidad que manifiesta en América Latina, arraigando a un tiempo en distintos países y permitiendo establecer múltiples diálogos5. Me detengo, luego, en ciertos aspectos de una inicial circulación no exclusiva ni necesariamente académica. Analizo, por último, la impronta fuertemente política de esos usos y su operatoria en relación con el ideario marxista: un elemento medular que se vincula con la conformación y la dinámica de los campos político, intelectual y académico en los países latinoamericanos, caracterizadas por la fluidez y la permeabilidad.

Esta recepción se diferencia de otras, como la estadounidense donde la teoría francesa (los textos de Foucault, Deleuze, Derrida, Barthes y otros) ingresa en los años 70 por los campus universitarios y los departamentos de literatura constituyendo una radicalización teórica que apenas trasciende esos espacios (Cusset, F. 2005)6. En ese caso, se trama en las lecturas de, por ejemplo, la conferencia “¿Qué es un autor?” (1969, publicada en inglés en 1979) un Foucault textualista y de la mano de Meryl Altman, Joan Scott, Gayle Rubin y Judith Butler, otro de la identidad sexual. Sin olvidar su recepción desde la filosofía (Hubert Dreyfus, Paul Rabinow, David Couzens Hoy, Ian Hacking, entre otros) y las mediaciones en la crítica del control social, por ejemplo con Thomas Szasz, tanto como las resistencias que también se hicieron sentir en intervenciones como las de Georges Steiner, Michael Walzer, Charles Taylor o Noam Chomsky (Beaulieu, A. 2013). Al contrario de aquello que sugiere la correspondencia entre Orfila y Fuentes invocada al inicio y de lo que la evidencia del lugar del estructuralismo en México, Brasil y Argentina confirma, François Cusset señala que “los campos intelectuales francés y estadounidense aparentemente jamás estuvieron tan alejados como en 1966. (…) La moda estructuralista no tiene cabida ni en las librerías ni en los campus” (Cusset, F. 2005, 39-40). Por cierto, es Cusset quien menciona que la diseminación mundial de la teoría francesa “resulta sobre todo indisociable de la dominación absoluta de las industrias culturales y de las instituciones universitaria y editorial estadounidenses. En efecto –afirma–, Estados Unidos exporta también sus modas teóricas”; de tal modo que una “dominación directa ejercida por la máquina universitaria estadounidense” explicaría que “la teoría francesa haya circulado en un primer momento bajo el control de sus divulgadores estadounidenses” (Ibid., 290-291). La hipótesis referida inicialmente a los países anglófonos, la despliega luego más allá: “Así, desde los italianos hasta Žižek, desde los deconstruccionistas de izquierdas estadounidenses (como Spivak o Tom Keenan) hasta los marxistas ingleses aún vehementes, y desde el inclasificable Peter Sloterdijk en Alemania hasta los nuevos sociólogos japoneses o latinoamericanos, poco a poco se ha formado una verdadera plataforma político-teórica mundial nutrida de teoría francesa y centrada en la universidad estadounidense, de la que apenas si participan los universitarios franceses (…)” (Ibid., 294). Hay que decir que, en América Latina, las propuestas de Foucault no estuvieron en principio mediadas por la recepción estadounidense, sino que fueron leídas en francés y en traducciones del francés al español, y se canalizaron a través de redes y circuitos propios a las culturas locales y a las coyunturas regionales. En este sentido podríamos coincidir con Cusset cuando, a diferencia de otras de sus sugerencias, afirma que en México y en San Pablo las obras de Foucault han sido leídas más directamente y estuvieron menos sometidas a las mediaciones académicas estadounidenses que en Melbourne, Calcuta o Londres:

Si las lógicas migratorias y lingüísticas han hecho de los países anglófonos ricos, pero también de la zona caribeña e incluso de la lejana India, mercados cautivos para los productos teóricos estadounidenses, el caso de la muy cercana Latinoamérica –sometida de hecho a la potencia financiera y militar de Estados Unidos, y reducida a ser su trastienda desde la doctrina Monroe de 1824 sobre la ‘soberanía continental’ estadounidense– es mucho más ambivalente. Este caso invalida incluso ciertas leyes generales de la dominación intelectual mundial. (Ibid., 298)

Como sea, Cusset nos brinda la ocasión de pensar lo necesario de eludir los sesgos que podría aparejar una mirada de la recepción latinoamericana a través de la lente estadounidense. Una de las precauciones que un análisis sobre la recepción latinoamericana de Foucault posiblemente deba tomar es que, tras el supuesto reconocimiento de la dominación ejercida por una especie de máquina cultural, no se reponga en ese gesto un centralismo que desconozca las diversas vías de su circulación (Canavese, M. 2014). Y más, sin soslayar la importancia del estrecho contacto entre América Latina y la cultura europea, y aun cuando en las últimas décadas la mediación haya comenzado a ser también en inglés, el desafío quizás sea pensar la circulación internacional sin que la presencia de campos intelectuales con más recursos y mejores posiciones institucionales y académicas opaquen las especificidades, el dinamismo y la riqueza de los diferentes caminos de la circulación latinoamericana. En efecto, nuestra hipótesis es que en América Latina se producen apropiaciones singulares de las propuestas de Foucault que se caracterizan por desplazarse en el interior de una específica situación político-cultural de la región.

1. Una circulación temprana y transversal

En los recorridos de las propuestas de Foucault en español son fundamentales las ediciones argentinas y mexicanas de empresas centrales en la región, como Paidós, FCE y Siglo XXI, y las publicaciones españolas de casas como La Piqueta7, Tusquets, Gedisa y Anagrama8. México, polo editorial por demás significativo donde se publicaron la mayoría de los libros de Foucault en español, es también uno de los primeros países en traducir textos del filósofo, en fechas próximas a las ediciones francesas, que circularán en Argentina y en otros países de la región desde los años 60 editados por FCE y Siglo XXI bajo la labor de Orfila Reynal. Pero en la edición y traducción de los primeros libros de Foucault ha sido también imprescindible la mediación, entre otros, de Enrique Butelman y Jaime Bernstein: los fundadores de Paidós en Argentina, probablemente junto con uno de los exponentes del desarrollo del psicoanálisis local como fue José Bleger, definieron por ejemplo la edición de Maladie mentale et personnalité (1954) en español. El primer libro de Foucault, y sin duda entre los menos célebres, se tradujo y publicó en Argentina en 1961 y fue esa edición la que circuló luego en Iberoamérica. Por su parte, Orfila –director de la mexicana FCE y de su primera filial argentina, y fundador de Siglo XXI–, creó la colección Breviarios de FCE, presentada como biblioteca de amplia divulgación, donde se publicó Historia de la locura, sin contar, entre otras, las ediciones de los libros mencionados al inicio cuya circulación regional se da por la vía mexicana. Folie et déraison: Histoire de la folie à l'âge classique, el texto de la tesis principal de doctorado de Foucault, se publicó en francés en 1961 por Plon, que lo reeditó en 1964; también entonces Union Générale d’Éditions lanzó una edición de bolsillo (abreviada) y hasta 1972 no hubo una nueva reedición del texto integral, en esa ocasión por Gallimard. Los lectores angloamericanos comenzaron a publicar al filósofo francés a mediados de la década de 1960, justamente a partir de la edición abreviada de 19649, mientras que la edición mexicana del trabajo completo fue publicada en 1967.

La circulación brasileña de las propuestas de Foucault, por otra parte, se diferencia de la argentina y la mexicana tanto por el idioma como por los viajes del filósofo a San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Salvador, Recife y Belém, en 1965, 1973, 1974, 1975 y 1976, que promovieron circuitos y redes propios de traducción y difusión (entrevistas, conferencias, publicaciones en portugués o traducidas al portugués, etc.)10. Habría que notar, además del manifiesto interés de Foucault en sus viajes, la mediación fuerte y sostenida de intelectuales franceses que dictaron cursos en Brasil allanada por el intercambio cultural con Francia desde los años 30 y las “misiones francesas”, sumado al hecho –más habitual dentro de la dinámica académica de varios países de la región– de intelectuales brasileños que completaron sus formaciones en Francia11. Sobre la vitalidad del pensamiento de Foucault, Salma Tannus Muchail y Márcio Alves da Fonseca señalan que “la casi totalidad de [su] obra (libros, conferencias, entrevistas, cursos) ha sido traducida en Brasil. Alrededor de su pensamiento, numerosos trabajos continúan apareciendo” (2011, 243); un fenómeno que no es ajeno al resto de la región. Esto se expresa en el catálogo de editoriales involucradas en la traducción y edición de sus obras en portugués, como Graal (actualmente asociada a Paz e Terra), Forense Universitária, NAU, Relume Dumará, Vozes y Martins Fontes.

Los viajes de Foucault a Brasil producen vínculos con profesores como Roberto Machado, Chaim Samuel Katz, Luiz Felipe Baeta Neves Flores y Jurandir Freire Costa. Por cierto, usos de Foucault se encuentran tempranamente en textos del filósofo Benedito Nunes (“A arqueologia da arqueologia”, en O dorso do tigre, Perspectiva, 1969) (De Barros Conde Rodrigues, H. 2016, 101), así como en Da(n)ação da norma: medicina social e constituição da psiquiatria no Brasil, de Machado, con Angela Loureiro, Rogério Luz y Kátia Muricy, publicado por Graal en Río de Janeiro en 1978, y en Ordem médica e norma familiar, de Freire Costa, editado también por Graal en 1979. Sergio Paulo Rouanet y José Guilherme Merquior publican ya en 1971 O homem e o discurso, que incluye una entrevista a Foucault. Y en 1979, con la organización, introducción y revisión técnica de Machado, se compilan en Microfísica do poder, como en Alemania e Italia, textos del filósofo francés. Ese mismo año se publica Psicanálise, poder e desejo, libro organizado por Chaim Samuel Katz sobre el pensamiento de Foucault, que contiene “O poder e a norma”: una traducción de Katz y Paulo Viana Vidal de la transcripción pirata de la lección del 28 de marzo de 1973 que Foucault dicta en el Collège de France.

La amplia receptividad brasileña del pensamiento francés contemporáneo y los viajes de Foucault a ese país no implican necesariamente la más pronta publicación de sus libros en portugués, respecto de las primeras ediciones argentinas y mexicanas. En la tabla que sigue (ver nota sobre ediciones en portugués12) puede observarse el ritmo editorial de una selección entre los principales libros de Foucault publicados en Argentina, México y Brasil.

A la rapidez con que se producen emprendimientos editoriales para la traducción de textos de Foucault en América Latina se suman la continuidad de las publicaciones y una notable transversalidad que traza también los rasgos de la fuerte recepción en la región. En Argentina, Brasil y México usos de las propuestas del filósofo francés son visibles en el cruce de distintas tradiciones de pensamiento (Marx, Nietzsche, Heidegger, Kant), en registros variados, diversas disciplinas y filiaciones ideológicas (Artières et al. 2011; Galván 2013; Gondra y Kohan 2006). En Argentina, por ejemplo, han atravesado distintas disciplinas (de la teoría literaria a la epistemología de las ciencias sociales y la filosofía del derecho), formando parte incluso de la cultura local (con expresiones en el cine, el teatro, la música, la poesía y el humor) y de un vasto arco de filiaciones político-ideológicas (el anarquismo, el marxismo, el peronismo, el posmodernismo, el liberalismo). Entre sus principales lectores argentinos hay que mencionar, entre otros, a Oscar Terán, Edgardo Castro, Susana Murillo, Hugo Vezzetti, Tomás Abraham y Esther Díaz. En Brasil, por otra parte, las elaboraciones foucaultianas circularon también por áreas diversas, en trabajos como los de Margareth Rago, Alfredo Veiga-Neto, José Gondra, el filósofo argentino en Brasil Walter Kohan, Vera Portocarrero, Heliana Conde, entre otros, llegando al cine como una referencia significativa en la película de José Padilha Tropa de elite. También desde la crítica cultural y en problemáticas medulares para la historia intelectual, por ejemplo en el debate en la crítica brasileña abierto por Roberto Schwarz en los años 70 respecto del lugar de las ideas, las condiciones de la circulación internacional de los bienes culturales y las relaciones de dominación en el sistema mundial, intervienen lecturas foucaultianas como las de Silviano Santiago (Amante, A y Garramuño, F. 2000). Apropiaciones de las elaboraciones del filósofo francés pueden incluso encontrarse en reflexiones del antropólogo Luiz de Castro Faria de fines de los años 60 sobre la obra de Francisco José de Oliveira Vianna y su contribución para redefinir los contornos de la “brasilidad” (Garcia, A y Sorá, G. 2002, 13). Con todo, es importante subrayar que en los casos aquí referidos Foucault no llega ni arraiga a través de los departamentos de literatura, ni exclusivamente de ámbitos académicos.

2. La recepción no meramente académica

La recepción latinoamericana de las propuestas foucaultianas no ha ganado espesor sólo ni estrictamente en espacios universitarios. Las elaboraciones de Foucault no siempre ingresaron, en principio y de forma sistemática, a través del ámbito académico. Es sin dudas característica la intensa circulación extra-universitaria, que se relaciona también con el rol de las publicaciones periódicas en la región y que promueve usos diversos, lejos de la estabilización de un corpus. Este aspecto presenta contrastes con otras recepciones, pero también algunos matices en el interior de América Latina.

Dentro de las publicaciones periódicas mexicanas, Plural, Nexos o La cultura en México ofrecen algunos indicios. Allí tuvieron espacio adelantos de sus libros, comentarios y usos en intervenciones político-culturales. El suplemento de la revista Siempre!, dirigido por Carlos Monsiváis entre 1972 y 1987, y en el que contribuyeron entre otros Rolando Cordera, Carlos Pereyra y David Huerta, constituye una referencia obligada en la prensa mexicana (Trejo Delarbre, R. 2008). Iniciado por Fernando Benítez, La cultura en México articuló estrechamente crítica política y crítica cultural, abonó la renovación intelectual e intervino entre las clases medias en el contexto de transformación cultural de los años 60 y 70. Allí fueron publicados textos de Foucault, Barthes, Arendt, Benjamin, Baudrillard, Marcuse y otros. Carlos Fuentes y Adolfo Sánchez Vázquez fueron algunos de sus frecuentes colaboradores.

En el caso mexicano, la recepción de Foucault cuenta con las mediaciones y retroalimentaciones que se producen en las lecturas de intelectuales españoles y latinoamericanos en el exilio y con las características propias y distintivas de ese campo cultural. Aunque no es posible recuperar aquí al Foucault argenmex –como se llamó a los exiliados argentinos en México en la década de 1970– del filósofo e historiador de las ideas Oscar Terán (Canavese, M. 2015), es importante acentuar lo sustancial de su estación mexicana que coincide con su pasaje al posmarxismo. Terán se exilió en 1976, primero en España y enseguida en México, donde se dedicó a la investigación y a la docencia. Allí formó parte de Controversia e intervino en revistas como Plural y Dialéctica y en periódicos como Unomásuno. Su lectura de Foucault está tramada por una formación y una reflexión vinculadas con la Argentina y análisis y referencias de artículos y entrevistas publicados en medios mexicanos. A comienzos de los años 80 compiló Michel Foucault: El discurso del poder, texto precursor, uno de los primeros libros de divulgación global de Foucault en español13. En décadas más recientes, no puede dejar de mencionarse la creación de una cátedra Michel Foucault en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Sergio Pérez Cortés y Ramón Alvarado son los responsables de ese espacio creado a fines de los años 90 por las Unidades Iztapalapa y Xochimilco de la UAM en colaboración con la Embajada de Francia en México.

Pero en el caso argentino las primeras lecturas de elaboraciones foucaultianas se producen hacia fines de la década de 1950 desde el psicoanálisis, donde operan en reflexiones sobre la alienación, en referencias como las de Bleger que intervienen en discusiones dentro del Partido Comunista. En 1970, Tiempo Contemporáneo edita Análisis de Michel Foucault: la primera publicación íntegramente dedicada al filósofo en español y seguramente la primera en el mundo fuera de Francia. Se trata del primer volumen sobre la obra de Foucault compilado desde Argentina y reúne una selección de artículos escritos a partir de la aparición de Las palabras y las cosas y publicados en revistas francesas a fines de los años 60. La selección y traducción de la antología fue realizada por el filósofo argentino José Sazbón, aunque aparecen firmados por Berta Stolior. Entre las intervenciones de Bleger y la compilación de Sazbón, otras circulaciones y concurrencias incluyen traducciones locales de artículos como “La proto-fábula” (Paidós, 1968), comentarios en revistas como Criterio e inmediatamente, en los primeros años 70, referencias en diarios y semanarios como Primera Plana, La Opinión, Clarín, por ejemplo en intentos por pensar las formas locales de la estructura inclusión-exclusión a través de las figuras del indio y el gaucho y en relación con el Facundo de Sarmiento (Haber, A. 1972). En efecto, antes de formar parte regularmente de los programas universitarios, Foucault aparece en publicaciones periódicas y proyectos editoriales, constituyéndose la prensa escrita como una de las vías de su circulación. Su institucionalización no fue necesariamente académica sino que se consagró primero en intervenciones públicas, libros, diarios y revistas. Si esa presencia se expresó también en el ámbito académico, por ejemplo en algunos cursos de Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), fue recién hacia fines de la década de 1970 y todavía de modos irregulares. Para más, su lugar en las universidades no se vinculará especialmente en los inicios con la filosofía ni con la historia.

Aunque a presencia de Foucault en Brasil no siempre se reflejó en la más pronta traducción de sus libros al portugués, se trata sin duda de uno de los países latinoamericanos más receptivos de sus propuestas. Algunas de sus intervenciones tuvieron lugar en la Universidad de San Pablo (USP), donde fue invitado por el filósofo francés Gérard Lebrun en 1965 y presentó algunos fragmentos del todavía inédito Las palabras y las cosas (Muchail, S y Alves da Fonseca, M. 2011). Recuerda Renato Janine Ribeiro que Foucault define el curso en la USP “como un ‘bom departamento francês de ultramar’, que sería el título de un libro de Paulo Arantes… Curiosamente, o no, el libro será crítico de la dependencia en relación a Francia; curiosamente también, un libro que critica a la USP será leído (o no leído) en el resto de Brasil como si fuese una apología de esa universidad, lo que seguramente no es” (De Barros Conde Rodrigues, H. 2016, 43). Las disertaciones de Foucault se interrumpen con el endurecimiento del régimen cívico-militar. Pero en los años 70 expone en Belo Horizonte y en la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Ofrecerá también las cinco conferencias en la Pontificia Universidade Catolica do Rio de Janeiro (PUC) publicadas en español como La verdad y las formas jurídicas, en 1980, por Gedisa, con traducción del filósofo argentino Enrique Lynch14. Es 1973 y es el momento en que lo escucha Roberto Machado, entonces un joven profesor de filosofía en la PUC, formado en Bélgica, en la Universidad de Lovaina; de esa asociación surgirá el análisis sobre la medicina social en el siglo XIX, Da(n)ação da norma (Ibid., 9). En 1974 da nuevamente una serie de conferencias en Río de Janeiro y en la titulada “El nacimiento de la medicina social” introduce la noción de biopolítica, que tanta popularidad ganará en la región en las últimas décadas. Foucault interviene también a partir de las noticias sobre la tortura y el asesinato del periodista Vladimir Herzog, en 1975.

En los primeros años de la década de 1970, desde diferentes posiciones político-ideológicas, revistas como Manchete y Veja y diarios como el Jornal do Brasil introducen sus ideas. Promediada la década, entrevistas a Foucault aparecen, por ejemplo, en Versus y en el Jornal da Tarde (Muchail, S y Alves da Fonseca, M. 2011). Invasão publica en 1977 una larga entrevista (“As obsessões de Michel Foucault”), realizada por profesores, periodistas y psiquiatras. O Inimigo do Rei y Barbárie, dos periódicos anarquistas de Salvador, editan respectivamente “As manhas do poder”(1979) –curso en el Collège de France que aparece también en Microfísica do poder como “Soberania e disciplina”– y “As malhas do poder”(1981 y 1982) (De Barros Conde Rodrigues, H. 2016, 100). Esta última, una conferencia de Foucault en la Universidad Federal de Bahía publicada en dos partes, será traducida de esa versión al español en 1986 para la revista argentina Fahrenheit 450 y permanecerá inédita en francés hasta su inclusión en Dits et écrits. La revista paulista Cult, por otra parte, le dedica en décadas más recientes una serie de números especiales. Habría que mencionar también, para el ámbito académico y universitario, por ejemplo, la revista Tempo Social y las resonancias anarquistas en Verve15, la publicación autogestionada del Núcleo de Sociabilidade Libertária del Programa de Estudos Pós-Graduados em Ciências Sociais de la PUC, en la que participa también el sociólogo argentino Christian Ferrer.

Como en Argentina, por otra parte, esta recepción está tramada por lecturas signadas por las relaciones de poder bajo el régimen militar y también por la fuerza del campo psi. Todas las visitas a Brasil coincidieron con los años de la dictadura que derrocó al gobierno de João Goulart, que lo consideró “uno de los mayores filósofos de la actualidad, conocido internacionalmente”, perteneciente “a la corriente anti-marxista, conocida en Francia como democracia socialista”, “de tendencia ‘liberal’”, “no comunista”, y “‘manipulado’ para tomar posición contra el gobierno” (De Barros Conde Rodrigues, H. 2016, 114 y 121). Pero mientras Foucault y sus intervenciones fueron objeto de vigilancia y censura durante el régimen cívico-militar brasileño, en Argentina sus elaboraciones no estuvieron manifiestamente prohibidas e incluso fueron publicitadas por medios afines al régimen16. A su vez, una recepción fuerte de Foucault en Brasil estuvo relacionada con la problemática de la salud mental y fue tangible en las prácticas. Basta con referir a los trabajos de Machado y Freire Costa así como a los de Ernani Chaves, para citar algunos análisis. Desde fines de los años 70 son visibles usos de las propuestas foucaultianas en el campo de la salud que tendrán efectos concretos y singulares tanto en investigaciones sobre la psiquiatría como en el ámbito de las políticas públicas:

La Historia de la locura (…) completada con sus hipótesis sobre las formas en que el poder, el disciplinario y el biopoder, se ejerce en nuestra sociedad y sus relaciones de inmanencia entre estas formas de poder y saber, comenzó a leerse no solo por los médicos, psiquiatras y funcionarios del Estado, sino también por los filósofos, científicos sociales, psicólogos, psicoanalistas y técnicos. La Historia de la locura inspiró principalmente a un grupo de estudiosos de Río de Janeiro, que introdujeron dichas tesis en un debate sobre psiquiatría dirigido por los trabajadores de la salud mental (…). La contribución de Foucault a este movimiento se debe por tanto a los intelectuales que leyeron su libro o asistieron a sus conferencias. (…) En Brasil, el movimiento de la llamada ‘antipsiquiatría’ fue una de las tendencias más relevantes inspirada por el libro de Foucault. (Candiotto, C y Portocarrero, V. 2013, 248-249)17.

Recordemos que es desde el campo de la salud pública que la socióloga e historiadora argentina Dora Barrancos se encuentra inicialmente con las propuestas foucaultianas durante su exilio en Brasil.

3. El vínculo con la política

La estrecha relación en el espacio latinoamericano de las propuestas del filósofo francés con la práctica política da cuenta de una función estratégica de esta recepción. Ello se vincula con la fuerte politización en la región, la incidencia del ideario marxista y los efectos de su “crisis”, y las características de la conformación y de la dinámica –marcada por la fluidez y la permeabilidad– de los campos político e intelectual en América Latina. En este sentido, no habría que soslayar las coordenadas históricas que imponen a estas lecturas el horizonte revolucionario latinoamericano, alimentado por el giro marxista-leninista de la Revolución Cubana y por los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo, tanto como la crisis de la concepción leninista de la conquista del aparato estatal, las críticas a los socialismos realmente existentes y a la lucha armada, la experiencia de las dictaduras cívico-militares en Brasil y Argentina, y la necesidad de repensar la democracia. A lo anterior se suman las lecturas de Althusser y de Gramsci y la estrecha vinculación entre teoría y política en los años 60 y 70, que favorecerán aleaciones singulares en la región.

A pesar de su cercanía con Estados Unidos, México ha tenido una experiencia de recepción distinta de la norteamericana. A la muy temprana difusión del estructuralismo francés y el lugar predominante del marxismo en las universidades en los años 70, se suman el espacio que ganaron nuevas problemáticas introducidas por Althusser, Foucault, Deleuze y Guattari, el tradicional rol del Instituto Francés de América Latina y las visitas de autores internacionales. Pero especialmente el hecho de que, relacionada con la filosofía y en parte mediada por intelectuales españoles y latinoamericanos en el exilio, la recepción mexicana de Foucault haya estado, como en Argentina, permeada por la necesidad de repensar la política y la democracia en el interior de la tradición marxista. Es justamente una intervención de Adolfo Sánchez Vázquez en la revista Nexos la que ilustra este punto. Filósofo marxista, figura del exilio español en México, profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), autor de Filosofía de la praxis y Ciencia y revolución: el marxismo de Althusser, entre muchos otros, Sánchez Vázquez escribe en 1988 un artículo en el que se propone analizar la relación entre marxismo y socialismo en el contexto de la llamada “crisis del marxismo”. El texto incluye una crítica a los autodenominados “nuevos filósofos” que da cuenta de esa presencia en el campo intelectual mexicano y la alusión a la necesidad de considerar formas de dominación que excederían a la dominación de clase. En defensa del marxismo humanista y la filosofía de la praxis, Sánchez Vázquez discute el marxismo-leninismo y concluye: “No se puede pensar hoy en un socialismo a espaldas del marxismo, pero tampoco en un marxismo que monopolice el torrente de esfuerzos necesarios para llegar al socialismo” (Sánchez Vázquez, A. 1988). Por su parte, el filósofo Cesáreo Morales, entonces Secretario General en esa Facultad de la UNAM, responde con un texto publicado en la misma revista en agosto de ese año, “Campos marxistas”. Lector de Althusser, recupera el paradigma teórico: defiende la autonomía teórica del marxismo y asume la pérdida de la referencia privilegiada al socialismo en lo que es, también, una propuesta para pensar la relación con la democracia. Allí, la obra de Foucault “en algunos puntos medulares” aparece como ejemplo de esa suerte de autonomía radical de lo teórico, el marxismo como paradigma teórico sin referencia al socialismo.

En relación con lo anterior, por un lado, no habría que olvidar que Morales fue director de tesis de Sebastián Guillén. Un caso tan cercano geográficamente como contrastante intelectual y políticamente con el estadounidense es el uso emancipatorio que Rafael Sebastián Guillén Vicente hace de Foucault: el estudiante que catorce años después será una figura destacada del levantamiento indígena y se hará conocido como el Subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional preparó en la UNAM Filosofía y Educación. Prácticas discursivas y prácticas ideológicas. Sujeto y cambio históricos en libros de textos oficiales para la educación primaria en México. La tesis de licenciatura en filosofía, dirigida por Cesáreo Morales y defendida en 1980, está marcada por la lectura de Althusser y Foucault en un entramado que convoca a la articulación entre práctica teórica y práctica política. Por otro lado, habría que contemplar los efectos de lectura que produjeron en México las visitas internacionales: por caso, en el invierno de 1978 la agencia AFP daba cuenta de que, invitados por grupos de la derecha mexicana, los “nuevos filósofos” franceses (Glucksmann, Lévy, Dollé y Lardreau) habían protestado contra la presentación “exclusivamente antimarxista” que la prensa local había hecho de ellos. Son los años de quizás mayor popularidad de esa generación de filósofos en el hexágono europeo, a partir de su proclama de rechazo a todos los despotismos y de amor por la democracia, y la fría acogida latinoamericana los llevaría a denunciar en distintos medios las “manipulaciones” sufridas.

Otra expresión que se relaciona con estos debates puede leerse en la polémica entre José Sazbón y Oscar Terán en las páginas de la revista argentina de crítica cultural Punto de vista. La coyuntura de la “crisis del marxismo” tuvo en Argentina connotaciones propias, producto de la estrecha vinculación entre el campo político y el campo intelectual, y estuvo sobredeterminada por la represión militar, la crítica a las posiciones dogmáticas en la izquierda y la revisión de la lucha armada en el país. Entre los intelectuales de izquierda, las relaciones entre Marx, el marxismo y Foucault abonaron un contexto de redefiniciones. Buena parte de estas lecturas se realizaron en el exilio. Pueden advertirse entonces usos estratégicos que van de la admisión a la recusación del corpus foucaultiano; apropiaciones heterogéneas del mismo autor en ese contexto: interpretaciones que, desde el marxismo, entendían que ese paradigma en crisis bien podía ser relevado por el foucaultiano (Terán, O. 1983); o, por el contrario, lecturas que rechazaban las formulaciones de Foucault desde la defensa de un marxismo renovado (Sazbón, J. 1983). Entre ambas posiciones, otras apropiaciones de los postulados foucaultianos leían una articulación indiscutible, teórica y política, entre Marx y Foucault (Marín, J. C. 1987). En esas intervenciones y debates, las lecturas de Foucault abonaron el cuestionamiento de unas prácticas político-culturales y la configuración de otras, a partir de apropiaciones teóricas que en muchos casos estaban precedidas por una práctica política que venían luego a poner a prueba (Canavese, M. 2015). Operaban ahí formas de pensar las luchas en torno a las contradicciones de clase y de analizar la emergencia de nuevos sujetos y prácticas, críticas a las lecturas totalizadoras, teleológicas y economicistas así como la suspicacia hacia el impulso posmoderno y las críticas a la modernidad. Con Marx o contra él, Foucault habilitó en Argentina una lectura contemporánea de la crítica social radical en la que la microfísica pudo operar como contraposición tanto como prolongación de concepciones acerca de la revolución.

En Brasil, la resonancia quizás más fuerte de las lecturas de Foucault en el anarquismo no dejó de transitar también por esa suerte de careo en el marxismo. Margareth Rago ha dado cuenta del lugar de Foucault en la historiografía brasileña desde la década de 1970 (algo más infrecuente dentro de la tradicional suspicacia expresada por los historiadores académicos argentinos) y también de la apropiación particular de la noción de poder disciplinario en los años 80 para pensar las relaciones de dominación sin romper necesariamente con el marxismo. La centralidad de la categoría foucaultiana de poder y del análisis de las disciplinas no es exclusiva del campo brasileño y comparte con otros usos regionales los cruces con apropiaciones desde el marxismo. Según indica Rago (1993), se producen allí especialmente hibridaciones de los postulados foucaultianos con la producción sociológica de los años 60, lecturas micro emplazadas en modelos macro de interpretación globalizante de la sociedad y la política, enlaces con las perspectivas de E. P. Thompson y el marxismo británico. Expresión de las aperturas que las lecturas de Foucault estimulaban entonces, el mismo trabajo de la historiadora paulista se inscribe en la intersección de los estudios de género, el marxismo y el anarquismo, una confluencia con muchos puntos de contacto con otras trayectorias intelectuales en la región, como la de Barrancos, en cuya producción los usos de esas elaboraciones operaron, por ejemplo, en relación con la sexualidad, el feminismo y el movimiento anarquista en la Argentina de principios del siglo XX (Barrancos, D. 1990)18.

Por otra parte, la crítica al reduccionismo de clase y el desplazamiento del análisis hacia nuevos movimientos sociales puede ilustrarse también a través de la producción de Néstor Perlongher. Referente del Frente de Liberación Homosexual, militante trostkista y luego anarquista, sociólogo por la UBA, Perlongher se trasladó a Brasil a comienzos de la década de 1980 donde realizó estudios en Antropología Social. Fue colaborador de revistas argentinas como Fin de siglo o El Porteño, donde en esos años se reproduce la entrevista a Foucault sobre la amistad gay (1985), publicada en 1981 en Gai Pied. En su investigación sobre “prostitución viril” en la ciudad de San Pablo concurren las ciencias sociales, las políticas de identidad y de género y las propuestas de Foucault y de Deleuze. En relación con ese tema publicó en Foucault Vivo (1987), un volumen organizado por Ítalo Tronca. Tronca formaba parte de un grupo foucaultiano que se reunía en la Universidad Estatal de Campinas, donde convivían de algún modo profesores filiados en el marxismo clásico y profesores que buscaban renovaciones del materialismo histórico a través de nuevas aproximaciones que incluían a Foucault.

Es interesante notar que entre fines de los años 60 y comienzos de la década de 1970, y a diferencia de otros países de la región, “se desarrolló en Brasil una fuerte oleada antialthusseriana, la cual se vuelve comprensible a partir de la marcada filiación gramsciana y lukacsiana de tradición marxista del país” (Starcenbaum, M. 2016, 53). En esa línea anti-althusseriana habría que ubicar la lectura crítica de Carlos Nelson Coutinho.

A modo de cierre

Es sin dudas significativa la intensa recepción regional de Foucault, considerando que el filósofo francés no se ha referido prácticamente a América Latina en sus producciones. Aun teniendo en cuenta que, en la historia reciente, esa mediación ha comenzado a ser también angloamericana, en los casos referidos se trata de espacios intelectuales estrechamente vinculados con la cultura francesa. En este sentido, en América Latina las propuestas de Foucault fueron leídas inicialmente en francés y en traducciones del francés, y se canalizaron a través de redes y circuitos propios de las culturas locales y las coyunturas regionales. En este intento por comenzar a allanar la ausencia de perspectivas regionales sobre la recepción de las propuestas foucaultianas, un espacio fundamental dentro de su circulación internacional, es posible comenzar por subrayar algunas especificidades. Por un lado, la fuerza de la recepción en el campo psi en algunos países latinoamericanos. Por otro lado, a mediados de los años 80, y claramente en la década de 1990 –el mismo momento en que comienza el silencio de la academia gala sobre Foucault (Eribon, D. 2014) y se asiste al ocaso de la teoría francesa en Estados Unidos19, en el marco de las diatribas antiteóricas del momento y de la decadencia cultural francesa en la Unión, que derivará en un balance incierto con el nuevo milenio (Cusset, F. 2005, 270-274)-, se experimenta en estos países una aceleración de la cita foucaultiana. Como en otras latitudes, las propuestas del filósofo encontraron en América Latina un espacio fuerte en un amplio espectro cultural y trascendieron los efímeros anuncios de una moda. No se inscribieron, en cambio, en el textualismo de vanguardia ni en el radicalismo minoritario, como caracteriza Cusset los avatares de la teoría francesa en el país del norte. Por el contrario, fueron expresión desde los años 80 y 90 de ese síntoma de época que es la hibridación teórica, tamizada por los debates políticos precedentes y aclimatada en la “impureza” del pluralismo cultural que caracteriza a la región20. Seguramente en todos estos casos los libros de mayor circulación han sido principalmente Vigilar y castigar y Microfísica del poder21. Esto no puede dejar de vincularse con los contextos represivos impuestos por regímenes militares en la región, sobradamente conocidos en los casos de las dictaduras en Argentina y en Brasil. No deberíamos olvidar incluso las hondas consecuencias político-culturales que siguieron al movimiento estudiantil mexicano del 68 así como los efectos de la masacre de Tlatelolco. Con todo, México ha contado con una estabilidad institucional incomparable en la región, en buena medida por la permanencia del PRI, con el soporte estatal de las instituciones académicas, un destacado papel de los intelectuales en el campo cultural y un significativo lugar como suerte de corazón intelectual que continuó nutriendo a la región a través de debates y de un dinamismo editorial insoslayables. No es posible postergar la importancia de los intercambios y diálogos a escala regional. Se trata de recepciones tramadas en gran medida en los diversos y diferentes exilios latinoamericanos, en espacios que comparten experiencias de militancia revolucionaria, en debates en el interior del marxismo, luchas sociales, políticas y culturales, en relación con la emergencia de nuevos movimientos y con la necesidad de repensar la democracia, el estado y la política.

Podemos enfatizar, por lo pronto, que las usinas culturales dominantes, como advierte Cusset, no necesariamente son el foco central desde el cual se irradia una pregnancia cultural irrecusable. América Latina no solo no se ciñe a ellas, también le otorga una evidente significación propia a las formulaciones de Foucault. Evidentemente esta singularidad no suprime la existencia de rasgos comunes (la presencia fuerte de la problemática del poder, la transversalidad en la circulación), sino que permite advertir usos específicos que dialogan con determinadas coyunturas. Así, es posible pensar una circulación internacional de las ideas de doble vía entre lo global y lo local, donde los usos creativos de la región son capaces de expresar una potencia singular que cuestiona, como hace también Foucault, las ideas simples acerca de qué es la dominación.

No es sino mediante el intercambio y la articulación de una red de investigaciones que podríamos comenzar a reconstruir estas lecturas y alumbrar la significación de las formas de circulación, el arraigo local y las interrelaciones regionales. En este sentido, estas páginas se han propuesto, en verdad, un objetivo muy modesto: advertir sobre el interés y la potencialidad de una problemática que sólo podría ser abordada en profundidad a partir de un trabajo colectivo que pueda pensar productivamente la recepción de Foucault en América Latina, esto es, hacerlo reflexiva y críticamente sobre el proceso mismo de circulación y los usos involucrados, que le es propio y actual, y que puede leerse en el arco que va desde una “ontología crítica del presente” (Castro Gómez, S. 2002) hasta una “epistemología del sur” (De Sousa Santos, B. 2009).

Notas

1. La filial argentina de Siglo XXI fue fundada en 1966, en el contexto del golpe de Onganía. Allanada en 1976 y perseguidos sus editores, reabrió en 2000.

2. Agradezco al historiador Carlos Aguirre la sugerencia de este intercambio epistolar.

3. Referencias a la lectura de Carlos Fuentes de Les mots et les choses pueden encontrarse en libros diversos como La nueva novela hispanoamericana (1969),la monumental Terra Nostra (1975), Cervantes o la crítica de la lectura (1976), todos publicados en México por Joaquín Mortiz.

4. Además de Las palabras y las cosas ese año se publican, por ejemplo, los Escritos de Jacques Lacan, Problemas de lingüística general de Émile Benveniste, Crítica y verdad de Roland Barthes.

5. Por caso, uno de los más importantes intelectuales latinoamericanos, René Zavaleta Mercado (1983), lee a Foucault en los años de su exilio en México y lo introduce en Bolivia.

6. Por otra parte, la recepción anglosajona (especial aunque no exclusivamente en el Reino Unido) adquiere espesor en la década de 1990 en torno a los governmentality studies, entre autores como Nikolas Rose, Peter Miller, Graham Burchell, Colin Gordon, Mariana Valverde, Pat O’Malley, Mitchell Dean.

7. Con la significativa contribución de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría, directores de la colección Genealogía del poder.

8. Hasta fines de los años 60, la censura y las restricciones ideológicas de la dictadura de Franco limitaron la participación de las editoriales españolas en ciencias sociales y humanas (Sorá, G. 2017).

9. Se trata de Madness and Civilization (New York, Vintage Books, 1965; trad. de Richard Howard). Pasaron cuarenta años antes de que se publicara una traducción inglesa completa: History of Madness (London/New York, Routledge, 2006; trad. de Jonathan Murphy y Jean Khalfa, prefacio de Ian Hacking). Por otra parte, los primeros textos de Foucault fueron traducidos al alemán después que al español; otra expresión de cómo, afortunadamente, la migración de las ideas conoce factores que trascienden las geografías.

10. Un fenómeno comparable al que se produce en Estados Unidos y Canadá, donde Foucault viaja en casi una veintena de ocasiones entre 1970 y 1983, dicta seminarios, ofrece conferencias y participa en intervenciones que generan diversos circuitos de edición.

11. Como ejemplo destacado de estos intercambios, en 1981 Foucault invita a Fernando Henrique Cardoso a dar una serie de clases en su cátedra en el Collège de France.

12. Los datos de las ediciones en portugués fueron reconstruidos, corregidos y completados tomando como referencia Gondra y Kohan (2006) y De Barros Conde Rodrigues (2016). Aun así, seguramente podrán incorporarse nuevas rectificaciones.

13. Aunque es imposible desarrollar en este espacio la lectura de Pilar Calveiro, no puede dejar de mencionarse el diálogo con Foucault en sus análisis.

14. En 1974 se editan en los Cuadernos PUC y poco más de veinte años después se publican en portugués en forma de libro. La traducción corresponde a Roberto Machado y Eduardo Jardim Morais.

15. Para un análisis de la revista Verve y la articulación entre Foucault y el anarquismo en Brasil puede verse De Barros Conde Rodrigues (2016, 145-164).

16. Paradójicamente, el pensador del poder y los cuerpos formará parte de las páginas de Convicción –diario argentino vinculado a miembros de la Junta Militar–, donde por ejemplo en 1980 se publica una nota en relación justamente con la edición en español de La verdad y las formas jurídicas y un comentario de El panóptico, de Bentham, distribuido ese año en Argentina y que incluía la entrevista “El ojo del poder”.

17. En este sentido, el filósofo canadiense Alain Beaulieu marca un contraste cuando señala, respecto de Historia de la locura, que “no hay que sobrevalorar el impacto de la obra de Foucault en Norteamérica, ni tampoco negar su herencia. Sería falso presentarla como un factor principal de las transformaciones sociales, pues estas se emprendieron con anterioridad o se desarrollaron de manera independiente respecto a la obra foucaultiana. (…) En definitiva, la historia foucaultiana de la locura parece haber jugado un papel periférico en los cambios sobrevenidos en el territorio norteamericano, en particular en la organización de los servicios de los cuidados psiquiátricos. El impacto más notable del pensamiento foucaultiano se aprecia en los medios académicos” (Beaulieu, A. 2013, 182).

18. Libro que se origina precisamente en la tesis que presenta en 1985 en Brasil, en la Universidad Federal de Minas Gerais, para acceder al Master en Educación.

19. No obstante, Cusset afirma que el “impacto a largo plazo [de Foucault] en Estados Unidos resulta inigualable, tanto por la amplitud de las ventas de sus libros traducidos (más de 300.000 ejemplares de La Volonté de savoir, más de 200.000 de Histoire de la folie, más de 150.000 de Les Mots et les choses), como por la variedad de las disciplinas que contribuyó a transformar o a alumbrar, e incluso por la diversidad de su público” (2005, 282).

20. Algo de lo que afirmaba el investigador mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas (2000) –director de la revista Contrahistorias, cuyo título remite a una reflexión de Foucault– respecto de la historiografía latinoamericana podría extenderse a la circulación internacional de las ideas.

21. Me refiero a los que tienen más cantidad de ediciones, lo cual da una pauta más o menos próxima a libros que fueron efectivamente vendidos en mayor medida que otros. Aunque no hay bases públicas y actualizadas disponibles que nos permitan acceder a la cantidad de ejemplares impresos y a las ventas editoriales en la región, Vigiar e punir (1977, Vozes) contaba en 2009 con 36 ediciones, en tanto que Microfísica do Poder (1979, Graal) llevaba 20 ediciones en 2004. En español, Vigilar y castigar (1976, Siglo XXI) sumaba 17 ediciones y 1 reimpresión argentina en 1989 y en 2000 las ediciones publicadas en México alcanzaban la treintena. Lamentablemente no contamos con datos similares para la edición en español de Microfísica del poder (1978, Madrid, La Piqueta; trad. de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría) pero su fuerte presencia en el campo político-intelectual es indiscutible.

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