SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número2Revista Contorno y el problema de las generaciones intelectuales argentinasFragmentos y episodios: Expresiones del pensamiento crítico de América Latina y el Caribe en el siglo XX índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.21 no.2 Mendoza dic. 2019

 

ARTÍCULOS

Ciencia y Metafísica en El problema del Genio de Macedonio Fernández: un intersticio en la polaridad Espiritualismo/Positivismo de la Argentina de entre siglos

Science and Metaphysics in El problema del genio of Macedonio Fernández: an interstice in the polarity Spiritualism/Positivism on the Argentina’s turns of the century

 

Pedro Ignacio Urtubey

Universidad Nacional de La Plata

 

Recibido: 03-12-2018
Aceptado: 17-12-2018


Resumen

El presente artículo se centra en el escrito El problema del genio, del filósofo e intelectual argentino Macedonio Fernández, publicado en 1902 en la revista Archivos, icónica del positivismo de la época. Se realiza un análisis minucioso del texto mencionado, con el objetivo de dar cuenta de tres entrecruzamientos fundamentales que lo atraviesan, a saber, la teoría de la Humorística conceptualizada por el propio Macedonio Fernández, la influencia del filósofo alemán Arthur Schopenhauer en ella y el sincretismo macedoniano entre ciencia y metafísica tal como éste lo desarrolla en su Eudeomonología. La hipótesis de este artículo afirma que si bien El problema del Genio tensiona con el positivismo de Archivos, al mismo tiempo constituye una posición significativa por su singularidad, por cuanto procura cohesionar aportes tanto del espiritualismo como del positivismo, constituyéndose así en una mirada novedosa en el marco de los debates filosóficos de la Argentina de entre siglos.

Palabras clave: Macedonio Fernández; José Ingenieros; Espiritualismo; Positivismo.

Abstract

This article focuses on the writing of philosopher and intellectual Macedonio Fernández, entitled El problema del genio, published in 1902 in Archivos, an iconic magazine of the positivism of the time. Its aim is to thoroughly analyze the above mentioned text, trying to bring to light three fundamental intertwined topics that appear through it, namely: the theory of the humorous, conceptualized by Macedonio itself; the influence of german philosopher Arthur Schopenhauer on it, and the syncretism between science and metaphysics in Macedonio’s Eudemonología. The hypothesis of this article establishes that, although El problema del genio is at odds with the positivism of Archivos, at the same time it represents a meaningful position because of its singularity, in as much it tries to bring together contributions both from spiritualism and positivism, constituting therefore an original point of view in the context of philosophical debates at the turn of the century in Argentina.

Keywords: Spiritualism; Positivism; Argentinean Philosophy.


 

 (…) Y también le hará ver el Presidente el ridículo
   de su vida: que desde hace treinta años estudia al
   mismo tiempo biología, es decir cómo no morir,
   y metafísica, es decir cómo nadie muere.
   (Fernández, M. 2012, 41)
   Macedonio Fernández

  

Introducción

La revista Archivos de psiquiatría y criminología aplicadas a las ciencias afines. Medicina Legal – Sociología – Derecho – Psicología – Pedagogía publica en el año 1902 un escrito de Macedonio Fernández que, con el título “El problema del genio”, advierte a continuación la pretensión de estar planteando una controversia. El problema del Genio lo interpela a Macedonio, pero él se confiesa incapaz de iniciar la investigación en solitario; observa que la ciencia contemporánea ha descuidado la relevancia de esta investigación, y acaba por proponer un cambio de metodología. Se trata de un escrito por demás breve y, en cierto sentido, también críptico, plagado de instantes que suscitan en el lector la sospecha de burla, rápidamente atenuada o contrastada por la amabilidad de cierta diligencia respetuosa, característica de la pluma macedoniana.

Macedonio plantea el problema del Genio como una controversia, debido a que el enfoque positivista de la ciencia de la época resultaba incapaz de esclarecer o incluso desarrollar una explicación satisfactoria en torno a él. Tal como Macedonio expresa, la dificultad para la ciencia no radica de por sí en la ausencia de modelos explicativos1, sino más bien en cierto desconcierto que devela una profunda incongruencia entre la metodología positivista y la figura del Genio. Si preguntamos el porqué de que Macedonio haya elegido el problema del “Genio” y no otro, cabe considerar que se trata de una categoría en disputa en esa época (Mailhe, A. 2013), acaparando reflexiones y análisis desde distintos frentes como el Arte, la Ciencia y la Ética (Mailhe, A. 2016, 18 y ss). Podríamos decir que es a partir de esta disputa que Macedonio puede, significativamente, “poner un pie” en Archivos…, y una vez allí proponer otro Norte para la ciencia contemporánea, desde un trasfondo que abreva en sus inquietudes metafísicas. Siguiendo a Sarlo:

En las revistas se procesan todos los tópicos y se definen los obstáculos que enfrentan los movimientos de renovación o democratización de la cultura argentina. Ellas diseñan estrategias y allí se definen las formas de coexistencia o conflicto entre diferentes fracciones del campo cultural. (Sarlo, B. 2003, 27)

El escrito de Macedonio Fernández (Buenos Aires,1º de Junio de 1874, Buenos Aires, 10 de Febrero de 1952) sorprende por su agudeza; no obstante el lector, primero que nadie José Ingenieros, permanece más excitado que satisfecho en cuanto a la posibilidad de captación de aquello que el texto continuamente insinúa, sin jamás exponer, definir o demostrar: la treta macedoniana ya está hecha. Por esto mismo, cabe la pregunta: ¿cuál es el sentido, o incluso también el valor, que la intervención de Macedonio logra adquirir hacia el interior de la revista que José Ingenieros2 comenzara a dirigir ese mismo año? Decir (González, H. 1996) que la controversia planteada con “El problema del genio” expresa un disparo certero contra el ala positivista imperante en ese entonces; o agregar que tal disparo o ataque es tanto más expresivo cuanto supone un núcleo de oposición manifestándose públicamente, internacionalmente, desde el eje mismo de divulgación del ala positivista, sería, a nuestro entender, olvidarnos completamente de Macedonio.

Es preciso, por tanto, considerar que existen características distintivas de la escritura macedoniana que no por casualidad atraviesan toda su producción, incluida la que se refiere a la participación en revistas, y “El problema del genio” no es una excepción a esto. El conjunto de esas características está, en la escritura macedoniana, articulada a partir de un modo operativo específico: la Humorística de Macedonio Fernández. Es a partir del desmenuzamiento de la perspectiva que Macedonio mantiene con respecto a los usos y posibilidades del humor, que resulta posible acceder al móvil central que sustenta, principalmente, sus indagaciones individuales, aisladas y, a partir de esto, sus finas intervenciones en entornos y lugares deliberadamente escogidos.

En función de aquel conjunto de problemáticas, que como puede comenzar a apreciarse se suscitan en “El problema del Genio”, en las siguientes páginas se analizará de qué manera tal misiva se halla atravesada por la teoría de la Humorística macedoniana, con el objetivo de dilucidar si las posturas de Macedonio Fernández se inscriben en alguno de los dos ejes de la polaridad positivismo/espiritualismo o si, por el contrario, la intervención macedoniana da cuenta de un intersticio inusual, capaz de plantear una cohesión armónica en la cual la integración de los opuestos no disuelva los antagonismos. Para ello, nos abocaremos primero al análisis de la teoría de la Humorística de Macedonio Fernández, buscando explicitar allí los objetivos a que apuntan el grueso de las producciones macedonianas: el “tropezón conciencial” y la “liberación de la muerte”. Si bien la teoría de la Humorística –al igual que la Eudemonología, obra que también recuperaremos en este trabajo- fue redactada por el propio Macedonio entre 1906 y 1908 –esto es, al menos cuatro años después de la publicación de su misiva en Archivos… –consideramos necesario no perder de vista que, en un pensador tan peculiar como Macedonio, plantear un sincronismo entre pensamiento y escritura no parece ser algo atinado. En efecto, siguiendo a su hijo Adolfo de Obieta, a propósito de la edición de la teoría de la Humorísitica y la Eudemonología:

Se trata de escritos casi absolutamente inéditos en su mayoría. (…) Pertenecen a una especie de libro fantasma, errátil pero persistente, concebido hacia los veinte años, que constantemente se metamorfosea (compárese los sumarios de 1896, 1906, 1918), pero que mantiene la unidad de ser un libro testimonial (e inexistente), es decir de investigación personal –independiente en tema, métodos, conclusiones– y permanecer inédito, en borrosos borradores y totalmente desconocido. (Fernández, M. 2014, 7)

Siguiendo lo anterior, consideramos que la recuperación de la teoría de la Humorística se justifica por cuanto, si bien constituye un texto posterior a “El problema del Genio” en términos temporales, ello no quita la mentada aseveración de que el programa intelectual de Macedonio Fernández fue, en sus cimientos, estipulado muy tempranamente, sin acusar cambios sustanciales a lo largo de su vida. En este punto, retomando la propuesta del presente trabajo, los objetivos del “tropezón conciencial” y la “liberación de la muerte”, que articulan el grueso de las producciones macedonianas, nos obligarán a realizar, a continuación, un análisis somero de la impronta que la filosofía de Arthur Schopenhauer (Danzig, 22 de Febrero de 1788 – Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) ejerce en Macedonio. A partir de este análisis, el objeto de la teoría de la Humorística macedoniana habrá quedado esclarecido con arreglo a cierta tensión entre ciencia y metafísica verdaderamente insoslayable. Tal tensión será profundizada en el tercer apartado con la recuperación de ciertos aspectos presentes en la “Eudemonología” macedoniana, que representan, hacia el interior de la obra escrita del autor, una inquietud de análisis científico-práctica en la que la figura del Genio se hace presente de forma sugerente.

El pasaje final del presente artículo, responderá al análisis de la publicación de 1902 en la revista Archivos.... Intentaremos explicitar allí que “El problema del Genio” es un escrito marcadamente alineado con la serie de objetivos que Macedonio Fernández detalla en su teoría de la Humorística. A partir de esto, quedarán evidenciadas dos implicancias: en tanto la teoría de la Humorística macedoniana representa un foco de reflexiones profundamente imantado por la filosofía schopenhaueriana, el pensamiento de Macedonio Fernández se distingue por estar inscripto en un sincretismo que logra conjugar, con rispideces, ciencia y metafísica. Esto último nos permitirá expresar, a su vez, que la intervención macedoniana en la revista Archivos… no es representante de un polo netamente opositor al positivismo, sino que manifiesta un particular intersticio de disputa, en donde la cohesión de corrientes opuestas es propiciada paradójicamente desde el reconocimiento y mantenimiento de las polaridades.

La teoría de la Humorística de Macedonio Fernández

El punto de partida de la teoría de la Humorística de Macedonio Fernández es contribuir al esclarecimiento y fundamentación de los objetivos precisos que ocupan sus meditaciones y producciones literarias. En el caso particular de Macedonio, esto no es un dato menor si tenemos en cuenta que los móviles de sus reflexiones y escritos propician necesariamente la disolución de géneros y fronteras disciplinares (Bueno, M. 2000, 60-64). En este sentido, lo tratado en la Humorística contribuye a esclarecer tanto la “teoría del Estado”, la “Eudemonología” o la “teoría del Arte” macedonianas. Del mismo modo, la crítica al arte del pasado y el consiguiente posicionamiento del propio Macedonio como autor de la “última novela mala” (Adriana Buenos Aires) y la “primera novela buena” (Museo de la novela de la Eterna), resulta incomprensible sin el reconocimiento de su análisis, definición y posterior rechazo del “arte”, y de la implementación subsiguiente del nuevo concepto de “belarte”, profundamente determinados por su teoría de la Humorística.

La distinción inicial que Macedonio explicita como primer paso de su análisis “más o menos sistemático”3 en su teoría de la Humorística sirve a los hechos de distinguir y diferenciar, de lo que será el núcleo de sus indagaciones en torno al Chiste o Humorismo4, la comicidad, esto es, el conjunto de características que constituyen Chiste o Humorismo cuando ellas se dan en “hechos reales” (Fernández, M. 2014a, 257). Con esta distinción y diferenciación, Macedonio deja entrever que no se ocupará exhaustivamente del análisis de situaciones cómicas o, en todo caso, no lo hará sino con el fin de extraer de ellas su concepto clave de Chiste o Humorismo. Someramente, repasará estudios y opiniones respecto de la comicidad, trayendo a discusión la palabra de Bergson, Freud, Schopenhauer, Kant, Hume, Spencer, William James, Bain, Kraepelin, Lipps, Volkelt y otros (Fernández, M. 2014a, 259), a fines de clarificar el problema (entendido por el metafísico porteño como un problema de “psicología humana” (Fernández, M. 2014a, 257) de las significancias de dos situaciones centrales que se dan en el Humorismo: la toma de conciencia de cierto estado placentero y la risa. Macedonio cita párrafos, pequeñas oraciones o palabras, reconstruye lo transcripto en la cita y generalmente arroja un interrogante que acaba por resolver siempre en algunas de las variantes de su leitmotiv: “no han visto que…”; “falta siempre…”; “no explican adecuadamente…” (Fernández, M. 2014a, 259-261). El núcleo de su disertación, entre otras consideraciones quizás más enciclopédicas, es la oposición tajante a ver en la esencia de lo cómico el menoscabo de la dignidad (humillación) o el sufrimiento ajeno5. A continuación, da su contribución a la caracterización de lo cómico:

Toda equivocación, pero que no haga daño (el hecho cómico debe resultar inofensivo aunque puede haber habido la posibilidad del mal) y que implique la intención de prudencia y de acierto para un bienestar propio o ajeno y por ello se ejecute con satisfacción actual sentida. (…) Cómico es todo, y solo, una percepción inesperada de felicidad ajena. (Fernández, M. 2014a, 260)

 Extraída la definición de lo cómico, queda otro ámbito en donde dichas características se ponen de manifiesto, articuladas en torno a un fin específico, objeto último de la Humorística (Fernández, M. 2014a, 257): los “signos verbales” confeccionados por un “dicente”, para producir y contemplar en el receptor un hecho de creencia en lo absurdo, lo que no es sino el “tropezón conciencial” tan mentado por Macedonio y, aún más quizás, por los estudiosos del metafísico porteño.

Como señalamos en el inicio de este primer apartado, el objeto de la Humorística se halla intrínsecamente ligado al posicionamiento en el que se sitúa el propio Macedonio respecto de sus incursiones literarias. El “tropezón conciencial” sustenta el género macedoniano, ciertamente un anti-género, en donde el rechazo del arte no es solo un rechazo del arte, y en donde la propuesta macedoniana no arriba a nada específico, aunque parece aludir a algo bien definido. Baste este comentario para justificar por qué Macedonio, luego de referirse en la Humorística al “tropezón conciencial”, introduce –en lo que pareciera ser una apreciación más propia quizás de su teoría del arte– una compleja y profunda aseveración:

Solo es belarte aquella obra de la inteligencia que se proponga no un tópico o faz de la conciencia, sino la conmoción del ser de la conciencia en un todo, y que para ello no se valga nunca de raciocinios. (Fernández, M. 2014a, 257)

La a-sistematicidad de la escritura de Macedonio Fernández nos obliga a desentrañar el marco sobre el cual reposa su perspectiva. La cita anterior supone la subsiguiente afirmación macedoniana de que el “arte” –estrictamente la narrativa– supone un “juego pueril” (Fernández, M. 2014a, 258), debido a que promueve la “alucinación”6, es decir, la sensación, en el lector, de asentir y comprender el desarrollo de la vida misma hacia el interior de la novela, lo que significa: hipnotizarse con el desenvolvimiento realista de personajes, que incitan al lector a perseguir una identificación emocional con ellos, a establecer un paralelo radical entre vida y arte/obra donde se da el reflejo entre dos ámbitos que igualmente exhiben, vociferantes, el principio de causalidad, la ordenación temporal y espacial y la identidad de cada personaje, como andamiajes de reproducción de la Realidad y el Yo (Fernández, M. 2012, 41).

¿Qué propone, por su parte, Macedonio por el lado del “belarte”? Tal como vimos en la cita anterior, lo propio del belarte es proponerse “la conmoción del ser de la conciencia en un todo”, es decir, propiciar el resquebrajamiento súbito de Realidad y Yo que, en la propuesta macedoniana, ocupa al Chiste o Humorismo por tener como uno de sus ingredientes fundamentales precisamente “lo súbito”, la producción de una “percepción inesperada”. El efecto de tal percepción es la constatación, necesariamente súbita, del Absurdo: por un momento ínfimo pero impresionante, el “paciente” experimenta el “tropezón de la conciencia” y es, en palabras de Macedonio, “liberado en su espíritu” (Fernández, M. 2014a, 300). Pero, ¿de qué? De la férrea dogmática (Fernández, M. 2014a, 300) que expresa la racionalidad, y del peso opresor de sus necesariedades y sus universales. La pretensión que plantea la Humorística macedoniana queda realizada cuando

(…) si con actitudes o dichos de un personaje de novela consigo por un momento que el lector sintiente, vivo, se crea “personaje” vacío de existencia, sentirá por lo mismo la liberación de la muerte, es decir que su noción de que ha de morir es poco consistente puesto que cabe en su experiencia, en su vida en suma, que ocurra el hecho mental de creerse muerto, en lo que creerle es un vivir. (Fernández, M. 2014a, 301)

El Chiste o Humorismo (no el de “hechos reales”7, sino el que se confecciona por medio de la palabra y, por tanto, orientado al fin específico que constituye la treta macedoniana del “tropezón conciencial”) queda caracterizado en cuatro pasos (Fernández, M. 2014a, 301) por el metafísico porteño: un absurdo absoluto creído; la ausencia de daño o depresión; el estar fundado en la antesala de una promesa implícita de comunicar algo importante y racional; la producción de placer como resultante: por un lado, placer sin risa aunque con alegría: la liberación de la lógica; por otro lado, placer con risa: al tomar conciencia de que hemos sido burlados por el autor. Un claro ejemplo de esto puede encontrarse en la “Carta a Borges”.

Querido Jorge Luis:

Iré esta tarde y me quedaré a cenar si hay inconvenientes y estamos con ganas de trabajar. (Advertirás que las ganas de cenar las tengo aún con inconvenientes y sólo falta asegurarme las otras).

Tienes que disculparme no haber ido anoche. Soy tan distraído que iba para allá y en el camino me acuerdo de que me había quedado en casa. Estas distracciones frecuentes son una vergüenza y me olvido de avergonzarme también.

Estoy preocupado con la carta que ayer concluí y estampillé para vos; como te encontré antes de echarla al buzón tuve el aturdimiento de romperle el sobre y ponértela en el bolsillo: otra carta que por falta de dirección se habrá extraviado. Muchas de mis cartas no llegan, porque omito el sobre o las señas o el texto. Esto me tiene tan fastidiado que rogaría que se viniera a leer mi correspondencia en casa.

Su objeto es explicarle que si anoche vos y Pérez Ruiz en busca de Galíndez no dieron con la calle Coronda, debe ser creo, porque la han puesto presa para concluir con los asaltos que en ella se distribuían de continuo. A un español le robaron hasta la zeta, que tanto la necesitan para pronunciar la ese y aún para toser. Además, los asaltantes que prefieren esa calle por comodidad, quejáronse de que se la mantenía tan oscuro que escaseaba la luz para su trabajo y se veían forzados a asaltar de día, cuando debían descansar y dormir.

De modo que la calle Coronda antes era ésa y frecuentaba ese paraje, pero ahora es otra; creo que atiende al público de 10 a 4, seis horas. Lo más del tiempo lo pasa cruzada de veredas en algunas de las casas; quizá anoche estaba metida en lo de Galíndez: ese día le tocó a él vivir en la calle.

Es por turnos y éste es el de que yo me calle. (Fernández, M. 1965, 41-43)

Pese al continuo desfile de absurdidades que la carta desarrolla, no dejamos de “creer en ella” debido a que el Absurdo macedoniano no se identifica con un mero “disparate”: no rechazamos la lectura, sino que nos interiorizamos vertiginosamente en su dinámica, porque accedemos a cierta intelección de lo imposible y contradictorio (“iba para allá y en el camino me acuerdo de que me había quedado en casa”); no acusamos “depresión” o “daño”; el fuerte del texto es, quizás, el hecho de ser una carta: algo será comunicado en ella, quizás algo urgente o al menos importante; aquella antesala prometedora produce dos fenómenos que gracias al ejemplo entendemos podrán ser distinguidos: placer con risa, porque la técnica de Macedonio nos ha retenido y nos ha burlado buenamente. Hemos subido al palco y resultó que en el palco no había nada. Por otro lado existió, también, un placer sin risa –que sería ocioso intentar descifrar exhaustivamente–: se trata de aquél mareo que define al “tropezón conciencial”.

La técnica de Macedonio dibuja, así, variantes de círculos cuadrados sin cansancio ni agotamiento. Sin embargo, no queda esclarecida aún la relación existente entre el “tropezón conciencial” y la “liberación de la muerte”. Dicho, así sin más, parece tratarse de una asociación caprichosa, oscura o marcadamente esotérica. No obstante, en la medida en que detectamos la impronta schopenhaueriana que opera en la teoría de la Humorística del propio Macedonio, no solo nos es posible asimilar aquella relación entre “tropezón conciencial” y “liberación de la muerte”, sino, además, situar las reflexiones y producciones macedonianas como deudoras del parteaguas que la filosofía de Arthur Schopenhauer inaugura.

La huella metafísica de Arthur Schopenhauer en la teoría de la Humorística macedoniana

Esquemáticamente, el mismo Schopenhauer describe su propia filosofía como un “pensar hasta el final” la filosofía kantiana. La herencia que el filósofo de Danzig rescata del pensamiento criticista de Immanuel Kant, se refiere fundamentalmente a la distinción entre fenómeno y noúmeno, rebautizada por él, respectivamente, a partir de las nociones de representación y voluntad, que ilustran dos ámbitos distintos pero relacionados (Schopenhauer, A. 2009, § 1-16): el primero designa al mundo físico, sustentado por las condiciones del espacio y del tiempo y sujeto a los principios lógicos y a la legalidad de la Naturaleza. Esto significa que el mundo como representación es un ámbito donde el conocimiento científico es un factum. Pero hablar del mundo como representación, supone, en la clave kantiana que Schopenhauer recupera, admitir que las condiciones por medio de las cuales el mundo se halla “ordenado” bajo la forma de leyes naturales, no existe independientemente de las condiciones que el sujeto mismo, en su aprehensión de la realidad, impone a las cosas. Surge así un ámbito “incondicionado”, una realidad “en sí” o esencial que nos es posible intuir aunque no desocultar fácilmente. Schopenhauer se separa de Kant -y he aquí la huella determinante que Macedonio acuña– cuando rechaza la consideración kantiana de que nos es posible “pensar” aquel ámbito incondicionado, pero no conocerlo. El filósofo de Danzig “piensa hasta el final la filosofía kantiana” y, yendo más allá de la apreciación de Kant, asevera que sí es posible conocer la realidad nouménica –para Schopenhauer el mundo como voluntad–, puesto que aquella realidad en sí late en nosotros mismos con un ímpetu específico: la “voluntad de vivir”. Macedonio mismo da cuenta explícita de esta huella, al señalar que

La Voluntad es el símbolo animado de la unidad psico–fisiológica, del consorcio alma-cuerpo, y, por ello, admirablemente se presta para expresar la esencia metafísica de la Realidad, como con tanta lucidez lo ha visto Schopenhauer. La Voluntad está en incesante manifestación, hasta en el sueño. (...) (Fernández, M. 2014, 87)

La resonancia de esta perspectiva schopenhaueriana es por demás evidente en Macedonio: tal como hemos visto anteriormente, el núcleo de la teoría de la Humorística macedoniana se asienta sobre la pretensión de trascender8 el ámbito que Schopenhauer denomina como representación y que Macedonio caracteriza de igual manera, entendiéndolo como circunscripto a las condiciones espacio-temporales donde, inexorablemente, los principios lógicos y las leyes naturales ejercen su dominio. De modo conexo con esto último, tal perspectiva schopenhaueriana se manifiesta en el propósito último de la teoría de la Humorística macedoniana, en lo que se refiere a la “liberación de la muerte”: para Schopenhauer, la voluntad en tanto ímpetu ciego e irracional se manifiesta en el mundo físico, adoptando la multiplicidad de formas –ropajes- que lo componen. Desde el plano inorgánico hasta el plano orgánico, la voluntad “se disfraza”: de “energía eléctrica”, de “piedra”, de “bacteria”, de “animal” o de “hombre” (es decir, de Yo), como netas incitaciones al ser y a la perseveración en el ser, es decir, en la existencia. El mundo como voluntad –la realidad “en sí misma”– es, de este modo, solo ese ímpetu, irracional, ciego, que se bifurca en entidades y determina, entre ellas, la ilusión del mundo como representación, donde cada individuo, en afán de existir, avasalla a las otras voluntades de vivir, hiriéndose en verdad a sí mismo. El mundo schopenhaueriano es por esto un péndulo que oscila entre el dolor y el aburrimiento: dolor por los deseos que la voluntad de vivir suscita, ciega e interminablemente; tedio o aburrimiento por la falta de objeto que prosigue al efímero instante de felicidad con la satisfacción del deseo. En palabras de Macedonio:

Mas como eludir el dolor y alcanzar el placer son la exclusiva preocupación del ser vivo (…) la milagrosa trasposición merced a la cual el individuo rompe la ilusión del “yo”, profana el egoísmo natural, y hace suyos el placer y el dolor de otro ser, no modifica su criterio hedónico, como no invierte su manera de respirar.

(…) Y, por tanto, la madre, el héroe, el santo, el asceta, actúan con respecto al Placer y Dolor exactamente como el más simple individuo humano o animal, y cuando el dolor invade sus existencias caen en las mismas supersticiones y temores, buscando amuletos y refugios, ya en las religiones, ya en los moralismos, ya en tal o cual sistema higiénico, sociológico, psicológico, cultura de la voluntad, “conciencia tranquila”, etc. (Fernández, M. 2014a, 42-43)

Tal como la cita expresa, el punto de partida según el cual “eludir el dolor y alcanzar el placer son la exclusiva preocupación del ser vivo” es acuñado por Macedonio desde la mirada que la metafísica de Schopenhauer le aporta. Macedonio ahonda en la exclusividad de aquél “principio”, advirtiendo que ni siquiera el “tropezón conciencial” podría, en tanto trasposición, modificar de raíz aquella condición esencial de todo ser vivo. Placer y Dolor, como agentes que promueven la “incitación a la existencia” de la voluntad de vivir, determinan su poderío hasta en “el más simple individuo humano o animal”, es decir, sin distinción. La teoría de la Humorística macedoniana, cuyo fin –como hemos visto– es la “liberación de la muerte”, se hace, por tanto, eco radical de estas apreciaciones: Placer y Dolor, en tanto signos fundamentales de la voluntad, no operan sino como reproducciones de la dualidad Yo-Realidad, pues condensan el orden de cosas en donde el individuo petrificado en la identidad de su Yo persevera en su existencia, enfrentado a una Realidad que se le opone hostil y amenazante.

El “tropezón conciencial”, necesariamente abocado a la “percepción inesperada de felicidad ajena”, se erige en la herramienta que Macedonio elucubra de cara a la disolución de la identidad –el Yo– y de la Realidad. La “liberación de la muerte” resulta ser liberación de la pugna Placer-Dolor en el afán de existir, es decir, liberación que torna Absurdo dicho afán: la felicidad ajena disuelve la supuesta causalidad entre Realidad y Yo –mundo y conciencia– en tanto el “paciente” que percibe inesperadamente felicidad en otro, tropieza y quiebra tal causalidad, al acceder a una percepción “sin mundo”, es decir, una “certeza” de felicidad. La palabra “felicidad”, aquí casi un concepto, nunca es desarrollada por Macedonio. El énfasis macedoniano en la importancia del saludo quizás pueda darnos una aproximación al sentido con que la utiliza. Esta vez ejemplificaremos con un fragmento de un poema titulado “Al hijo de un amigo”:

¿Para qué vino tu hijo y trae su alma/ Con milagrosa humildad y altísima cortesía/ A practicar Sueño, Vida y Muerte/ Y unirse al peregrinaje de las significaciones/ Advirtiéndonos humildemente de la significación que él es?/ A hacernos más ricos con saberlo/ Y a formular una más completa palabra/ De la ciencia de lo que nos espera. / Porque tal como yo lo vi ayer/ Saludar de alma a alma a una mujer/ Vine a comprender lo que saludar era,/ Que es reconocer la existencia de otro con tanta energía/ Como la que pone Dios para invitar a un alma a existir/ Y esto yo no lo sabía/ Y en retribución de enseñanza tan valiosa/ Yo le digo: que no tema al acaso/ Porque es allí donde nacen más días/ Y en donde recibiremos un Saludo/ Que nos hará verdaderamente Nacer./ Y para allí voy caminando sin congoja alguna/ Más seguro de mi eternidad y de la de mi hijo/ Desde que vi cómo saluda el tuyo./ Tu hijo cuyo significado es Yo saludo/ Yo aplaudo todo vivir. (Fernández, M. 2013, 25)

Si en Schopenhauer la “realidad en sí” nos es accesible por medio de la compasión (cuando anulamos en nosotros el ímpetu de la voluntad, al reconocer una realidad “ayoica” de la cual el goce y el sufrimiento son ilusiones) en la “percepción de felicidad ajena” macedoniana se da un instante similar: en el saludo hago existir al otro y contemplo la sonrisa de quien se regocija con el reconocimiento de su existir. En ese sentido, Macedonio dirá que el saludo trae a la desocultación la Vida, que yacía en el ocultamiento. “Percibir la felicidad ajena” es arribar a una certeza de eternidad que, por su parte, no ocurre en un yo interno ni externo –Yo o Realidad–, sino que “acaece”, incausada e ingénita, revelando así la “esencia metafísica de la Realidad”, en Macedonio signada por la contemplación de la Pasión de amor: máxima expresión de la certeza de eternidad, y por tanto, del sinsentido que es la muerte:

–Te diré… no sé cómo decirte, Quizagenio, que te detienes mucho en un amor de un instante que palpitó en mí hacia ti; es amistad lo que ahora siento; aquel instante ha sido real aunque pasajero.

Es cierto; en la comunidad de acción de un día o en la primera hora de verse, se enamoró Dulce-Persona de Quizagenio, por un día; Quizagenio lo advierte y percibe que al día siguiente ese amor habrá borrádose. Deunamor lo consolará con un consuelo que Quizagenio acepta para siempre: “Ten este día de amor de Dulce-Persona, por tu eternidad”. (Fernández, M. 2012, 162)

El universo macedoniano es, en esencia, un “acaecer conciencial”, es decir, estados mentales que acontecen, y no una causalidad entre objetos y conciencia. Los estados de conciencia producidos por la voluntad no son los únicos posibles o relevantes. Existe, por el contrario, una infinitud de estados de conciencia que no son “causados” sino que, de modo indeterminado, acaecen como “estados intensos” –la Pasión de amor, íntimamente ligada a la “percepción de felicidad ajena”– sobre los cuales el metafísico porteño advierte que preguntar con respecto a algún “porqué”, resulta ocioso: así se presentan estos hechos. Según hemos advertido, esto último es la pretensión macedoniana: ser el “dicente” que confecciona “signos verbales” para producir en otro un estado de conciencia específico. Lo cómico como “percepción inesperada de felicidad ajena” destaca, entonces, el efecto de la Pasión de amor, que como tal, es certeza de eternidad:

Porque ya te insinué en muchas tentativas de conmover tu dolorosa creencia en la muerte, que siento que el obstáculo que me domina para impedir que mi amor por ti sea el todo-amor que mereces y que es todo el valor de la realidad, es esa discrepancia que nos separa en cuanto tú crees que nos espera muerte y un terminar de nuestras personas y de nuestro amor y yo no creo que el todo-amor pueda florecer en seres que se crean pasajeros. (Fernández, M. 2012, 96)

El secreto metafísico debe ser provocado por el “dicente”. Tal estado de conciencia expresa, por su parte, el objeto y la capacidad de la pluma macedoniana, para “ocupar” la mente del paciente con un pensamiento específico9 –la nulidad de la muerte– que acaba por resquebrajar la causalidad Realidad-Yo y descubrir la esencia “conciencial” de lo real. “(…) si sin tigres nos sentimos heridos y ahorcados por un tigre, sin cosmos podemos sentir lo que sentimos” (Fernández, M. 2012, 221); del mismo modo, Quizagenio abraza el Absurdo de tomar “un instante” conciencial –la Pasión de amor– por toda la eternidad, permitiendo así que aflore en él, que se desoculte en él el “todo-amor”, la “certeza de eternidad”. El absurdo que abraza Quizagenio no tiene que ver con la ridiculez, sino con la decisión10 de acceder a la contemplación de la Pasión. La muerte es, de este modo, meramente olvido, o como el poema de Macedonio reza: “olvido en ojos mirantes” (Fernández, M. 2013, 31). Sobre tal olvido, antítesis del saludo, Macedonio ahonda en Museo… de modo similar, diciendo que “la muerte no es la policialidad que conocemos, sino una mesa eternamente concurrida y de la que se levanta uno y dice: yo me voy a dormir; eso es la muerte” (Fernández, M. 2012, 222).

Habiendo pretendido explicitar las nociones de “tropezón conciencial” y “liberación de la muerte”, remarcamos la raigambre metafísica que funda el objeto de la Humorística macedoniana. Tal raigambre encontró, a su vez, una impronta schopenhaueriana ineludible, de cara a una comprensión cabal de la propuesta macedoniana.

Al comienzo de esta segunda sección mencionamos los dos ámbitos de la realidad –representación y voluntad- que Macedonio retoma de Schopenhauer. Se trata de una herencia relevante puesto que ella misma hereda la pretensión schopenhaueriana de conjugar, en tensión, tanto la ciencia como la metafísica. Con la Humorística hemos visto la raigambre netamente metafísica del pensamiento macedoniano; en la tercera y última sección, analizaremos el modo en que el mismo Macedonio entiende a la ciencia, y las posibilidades que, aun en perspectiva crítica, le concede. Finalizaremos con un análisis integrador de la intervención macedoniana en Archivos….

Antes de dar paso a la siguiente sección, quisiéramos dejar en claro que la influencia schopenhaueriana en Macedonio, ampliamente comentada entre los especialistas y tematizada por nosotros a propósito de la teoría de la Humorística, será señalada, en el caso concreto de “El problema del Genio”, sin desconocer las limitaciones que conforman a un trabajo de estas características. En este sentido, si bien Macedonio no menciona en su misiva al filósofo de Danzig, en la medida en que detectemos en ella la huella de la teoría de la Humorísitca, entendemos que ciertos matices del influjo schopenhaueriano en Macedonio, presentes así por una suerte de efecto dominó, bien pueden ser señalados, en última instancia, como una lectura interpretativa sugerente.

El problema del Genio

Si debemos destacar someramente la perspectiva crítica que Macedonio Fernández sostiene con respecto a la ciencia, es menester señalar que en consonancia con su teoría de la Humorística, el metafísico porteño entiende que en los científicos no hay “inquietud”, “asombro”, porque no hay en ellos constatación de la incapacidad para dar respuesta a la pregunta “¿por qué tal cosa ‘es’?”, es decir, no ha nacido en ellos aún la Metafísica (Fernández, M. 2012, 69).

Heideggerianamente, Macedonio se refiere a la ciencia como un mero “pasatiempo con fines prácticos”, que se orienta simplemente a la descripción del Ser. En este sentido, es preciso remarcar que la perspectiva macedoniana en torno a la ciencia no nace sino de la Metafísica, una metafísica cuyo afán, schopenhaueriano, busca emanciparnos de la noción de lo Inconocible; esta encubre, para Macedonio (Fernández, M. 2012, 92), una veneración por la Realidad vana e infantil, que deriva de una concepción según la cual la Inteligencia no es más que un mero instrumento, cuyo valor supremo radica en la captación de causas y efectos y de predicciones con carácter de ley. Subyace aquí, nuevamente, la dualidad del Mundo, como voluntad y como representación.

La perspectiva crítica que Macedonio expresa con respecto a la ciencia no puede, de todas maneras, ser entendida como un mero ataque desde un polo opositor. Para comprender esto, quizás baste retener que el problema que ocupa a la Humorística radicaba en el hallazgo de la circunstancia óptima en que pueda darse “el arrollamiento total de la conciencia” (Fernández, M. 2012, 62), es decir, el efímero instante en que acontece, de modo súbito, el tropezón conciencial. Siguiendo esta línea, nos es posible arribar a la consideración de que el estudio de toda una vida con que Macedonio se dio a la lectura de la ciencia de su época –sobre todo en lo que se refiere a estudios de psicología y de biología– no estuvo “sustentado” en una llana perspectiva de “conocer para criticar” sino, por el contrario, más bien “guiado” por sus intuiciones metafísicas. “El problema del genio” es, en este sentido, el signo de articulación que refleja, jerarquizada, la doble inquietud tanto por la Ciencia como por la Metafísica, en un mismo interés teórico que obedece al objetivo fundamental que la Humorística había explicitado: conseguir que por un momento el lector sintiente, vivo, se crea “personaje” vacío de existencia.

Si en el ámbito contemplativo de la metafísica macedoniana la figura del Genio queda cristalizada precisamente en la contemplación a la que accede el sujeto puro11 del conocimiento (Bueno, M. 2000, 127) con la Pasión de amor, en las indagaciones científico-prácticas del metafísico porteño, la figura del Genio es esclarecida a partir de la “crítica del Dolor”, llevada a cabo en la “Eudemonología” (Fernández, M. 2014, 9-73). Este último escrito es presentado por el mismo Macedonio como un estudio abocado a allanar las problemáticas presentes en uno de los polos de la encrucijada “ineludible” que plantea la existencia: optar por la actitud metafísica u optar por la actitud práctica. Precisamente, la “Eudemonología” responde a la problemática de la “vida práctica”, pero nos interesa remarcar que la inquietud de Macedonio por elaborar una “táctica para vivir” se halla ceñida por su enfoque metafísico:

(…) pienso que la vida es deseable pero apenas deseable y que no puede ser de otra manera porque la vida es una invención del alma; placer y dolor son sus invenciones; placer es lo que el alma quiere que sea presente; dolor lo que quisiera que deje de ser presente (Fernández, M. 2014, 19) El sustrato metafísico que observamos en la cita precedente ha sido tematizado por nosotros en el apartado anterior: Placer y Dolor como “preocupación exclusiva”; digamos como esencia, puesto que la mentada trasposición del yo no rompe con esa determinación. Y sin embargo existe allí cierta tensión: placer y dolor son determinaciones inexorables y, a la vez, son “invenciones del alma”. Nada que no haya reconocido el propio Macedonio, al describir el objeto de su Humorística como “liberación de la dogmática abrumadora de una ley universal de racionalidad”, aunque advirtiendo a la vez que en su “justa medida” la racionalidad es positiva, al presentarse como una “seguridad general de la vida y conducta”. La tensión expresa, tal como hemos señalado anteriormente, la dualidad schopenhaueriana del mundo como voluntad y representación, y es por esta dualidad que en Macedonio las reflexiones en torno un objeto de estudio tal o cual presentan, en la esfera práctica, un conjunto de características que luego, en la esfera metafísica, varían notablemente. (Fernández, M. 2014, 9-10)

En consonancia con esto último, la caracterización del Genio es referida en la Eudemonología a partir de consideraciones estrictamente psico-fisiológicas:

No hay relación entre la intensidad de vida y la moralidad ni la felicidad. El genio o el atleta, que son grandes intensidades, no son más felices ni más buenos que el resto de los seres humanos; tampoco son más desgraciados o más malos (…)

Pero si no hay relación entre la intensidad de vida y la moralidad y felicidad, la hay estrictísima entre los Deseos, la Sensibilidad, la Actividad y el Poder Mental y Poder Muscular. Esta relación rigurosa debiera ser comprendida por todos como un axioma biológico. (Fernández, M. 2014, 56)

Claro está que aquella dilucidación del modo y de las causas en que tal articulación de relaciones se da –en la unidad psico-fisiológica que convenimos en denominar “Genio”– no tendrá su punto final en la biología ni en la colaboración de las distintas ciencias, puesto que la dilucidación “descriptiva” estrictamente científica es, en Macedonio, verdaderamente significativa en la medida en que se halle dirigida y promovida por la metafísica.

Entendemos que esta tensión resulta indispensable para detectar el valor de la intervención que Macedonio Fernández propone en la Revista…, con la publicación “El problema del Genio: planteando una controversia” (Fernández, M. 1902):

Distinguido señor director de los Archivos de Criminología:

Con votos de éxito para los Archivos, el que suscribe, tan profano en la materia como deseoso de dejar de serlo, abusando de la benévola invitación de usted, se atreve a proponer una controversia cordial sobre un asunto, a mi juicio el más fascinante de los que pueden meditarse.

Me refiero, señor director, al problema del Genio.

He aquí un tema que podría mitigar al sombrío ambiente de los estudios criminológicos, y que, sin embargo, cabe en el vasto marco de la Psicopatología.

Es éste un asunto que no es objeto de estudio especial, ni siquiera somero, en una ni otra de las dos carreras liberales a que probablemente pertenecemos todos los colaboradores de esta revista. En virtud de ello, yo, por lo menos, no creería hacer obra útil para mí ni para otros intentando un estudio personal, aislado, de un asunto tan profundamente complejo y relativamente tan poco favorecido por la ciencia contemporánea.

Visto esto, fácil es concebir el bien recíproco que nos resultaría a los que interviniésemos en el cambio de ideas que propongo y la cordura de no tentar estudios aislados en materia tan poco trabajada entre nosotros.

Como punto de arranque podría, por mi parte, formular esta pregunta, a la cual yo individualmente, anticiparía una respuesta negativa:

¿La ciencia contemporánea, o más correctamente la tendencia imperante a estudiar fisiológicamente el espíritu, ha dado algún paso en el esclarecimiento del problema del genio?

Yo encarecería las ventajas de estudiar espiritualmente el espíritu, de hacer psicología psicológica (permítaseme la designación) en lo principal sin perjuicio de utilizar las informaciones de la fisiología.

Ojalá tenga este proyecto la acogida que le deseo. No tardarán en palparse sus beneficios.

Reciba el señor director el testimonio de una antigua y sincera amistad.

Por un lado, es necesario detectar el correlato explícito entre la escritura de la misiva macedoniana y las características del Humorismo, analizadas en el primer apartado. En primer lugar, la “promesa implícita de comunicar algo importante y racional” es evidente y resulta ser el aspecto fundamental de cara a la treta macedoniana: nuevamente se trata de una carta, dirigida esta vez al director de la revista Archivos…, José Ingenieros. Macedonio plantea un tema de investigación que lo interpela a él mismo y que, a la vez, considera intrincado. La publicación en la revista funda por ello su coherencia y relevancia, tal como avizora Macedonio, en el hecho de comunicar una problemática profundamente arriesgada, puesto que “cabiendo en el vasto marco de la Psicopatología” –es decir, siendo tema de interés del propio enfoque positivista de la revista–, bien podría acabar por trastocar los criterios valorativos tan caros a las conclusiones de Archivos…. En conexión con esto, la “ausencia de daño o depresión” se expresa en el desarrollo íntegro del escrito: los votos de éxito y la humildad, risueña pero nunca irónica, favorecen la integración de la propuesta macedoniana y promueven una tercera característica de las cuatro planteadas en la Humorística: el tono afable que logra Macedonio es la llave de acceso para lograr en el lector la creencia en este “absurdo absoluto” que es “El problema del genio”.

Como hemos visto, la absurdidad de la Humorística macedoniana no se refiere a la redacción de disparates, sino que está ligada esencialmente al “tropezón conciencial”. En este caso, “El problema del Genio” acaba por lograr ser un “absurdo absoluto creído” debido a que tanto el tema de la controversia, como el señalamiento crítico de la “tendencia imperante” en la ciencia contemporánea y, por último, la propuesta explícita de Macedonio de “encarecer las ventajas” de una “psicología psicológica”, resultan ser una fina confección, por parte de un dicente, para producir en otro un hecho psicológico de creencia en lo absurdo (Fernández, M. 2014, 257): la “liberación” del lector, por medio de esta efímera creencia, se da al constatar la incongruencia de la perspectiva de la ciencia de la época. Esto último, es preciso remarcarlo, no es expuesto a partir de raciocinios, es decir, demostrativamente: Macedonio ocupa la conciencia del lector no con argumentos, sino haciendo acaecer en él el instante de la Nada, es decir, la conmoción total del ser de la conciencia.

La incongruencia que la apelación a una “psicología psicológica” decanta consiste en explicitar el presupuesto de lo Inconocible hacia el interior del programa positivista (el “estudio fisiológico del espíritu”), y es en ese sentido que la intervención de Macedonio, por medio del Absurdo que tematiza la Humorística, patentiza dicha incongruencia: explicita el techo de la ciencia, que es la Metafísica, al lograr plantear la controversia de tal modo que logramos “captarla” o entenderla como coherente, significativa y relevante y, a la vez, como escapando, rompiendo, quebrando, “tropezando” con los esquemas mismos que la propician. El objeto de la misiva está orientado, entonces, a despertar en el lector la “inquietud” o “asombro” para que germine en él la “actitud metafísica”. Apagada la luz de la causalidad, el ordenamiento espacio-temporal y los principios lógicos, nace la pregunta por el ser.

Queda pendiente aún la cuarta característica tratada en la Humorística. El placer sin risa que la misiva macedoniana provoca es, nuevamente, el de la liberación de la lógica: la ciencia contemporánea no ha podido profundizar en el problema del Genio, y siguiendo a Macedonio, tal profundización solo se torna visible transfigurando el horizonte de lo posible, es decir, encareciendo las ventajas de estudiar “espiritualmente el espíritu”; nos adentramos así en la arena metafísica, y la perspectiva fatal de las leyes de la ciencia dejan por ello de tener la última palabra.

Por otro lado, el placer con risa se da sobre el final del escrito: el metafísico porteño que boga por el estudio “espiritual del espíritu” da un visto bueno a la empresa que él propone, y vaticina: “no tardarán en palparse sus beneficios”. Aun la respuesta de los editores conjuga este placer, objetivo macedoniano: se entrevé la risa que propicia la prosa macedoniana; se entrevé también el placer ante una controversia justa, que produce la aporía: “Los Archivos acogen con simpatía la idea del doctor Fernández. Esperan que él mismo inicie tan interesante controversia demostrando la tesis antifisiológica que sustenta; puede estar cierto de que no le faltarán adversarios” (Fernández, M. 1902).
Habiendo analizado el correlato explícito entre la teoría de la Humorística macedoniana y la intervención en Archivos…, es necesario remarcar las implicancias que dicha intervención puede sugerir si la situamos en la perspectiva del influjo con que la filosofía schopenhaueriana opera en Macedonio, tal como lo hemos analizado en el primer apartado. Se trata de dos aspectos conexos que la misiva macedoniana alude: en primer lugar, como hemos señalado en los párrafos anteriores, el diagnóstico de la ciencia contemporánea pronuncia una crítica al enfoque positivista, en tanto éste resulta incapaz de dar un paso adelante en el esclarecimiento del problema del Genio. En segundo lugar, y en conexión con esto último, no debemos perder de vista un detalle que Macedonio menciona “al pasar”, pero que es, en verdad, sumamente significativo: hacer “psicología psicológica”, encarecer las ventajas de este enfoque, y agrega “en lo principal, sin perjuicio de utilizar las informaciones de la fisiología”. Este detalle, casi un susurro que prosigue al estruendoso afán de dar lugar a una “psicología psicológica” no es menor; condensa él la tensión radical de la postura macedoniana que no consiste en desplazar a la ciencia de la arena metafísica (pronunciar cierta supuesta incompatibilidad entre el “espiritualismo” y el “positivismo”), sino en atraerla para sí, para que sirva y pueda servir, bajo su dirección y tras voltear de su pedestal el prejuicio de lo Inconocible, a la dilucidación total de la esencia de la Realidad, que es metafísica. Expresión de esto es el epígrafe que abre este trabajo: Macedonio mismo reconoce en el personaje del Presidente la tensión entre ciencia y metafísica, pero es la perspectiva metafísica la que arriba al reconocimiento de esta tensión: Placer y Dolor como determinaciones inexorables, y Placer y Dolor como invenciones del alma; lo mismo que decir: Placer y Dolor como Voluntad y como Representación.

Conclusión

Hemos intentado explicitar la relevancia que la teoría de la Humorística macedoniana representa para analizar la intervención de Macedonio en Archivos… con “El problema del Genio”. En primer lugar, buscamos poner de manifiesto que la teoría de la Humorística aporta una síntesis, identificada explícitamente en “El problema del Genio”, del objetivo fundamental que atraviesa la obra de Macedonio: propiciar el “tropezón conciencial” y “liberar de la muerte” al lector. En conexión con esto, el énfasis en la Humorística también tiene su razón de ser en el hecho de que, al indagar en las nociones fundamentales que allí aparecen, nos vemos obligados a remarcar la base metafísica del pensamiento macedoniano.

En la medida en que la metafísica de Macedonio cuenta con la huella insoslayable de la filosofía de Arthur Schopenhauer, el metafísico porteño abreva del parteaguas que el filósofo alemán deslinda: el sincretismo entre ciencia y metafísica. La inscripción de Macedonio en tal sincretismo permite arribar a la consideración de que la intervención en Archivos… no representa un mero ataque al positivismo de la época, sino más bien la expresión singular de un posicionamiento inusual, cuya propuesta de hecho busca cohesionar, sin suprimir las alteridades, corrientes al parecer radicalmente contradictorias de una polaridad como la del espiritualismo y el positivismo.

Entendemos que los entrecruzamientos señalados en este trabajo para analizar “El problema del Genio”, a saber, la teoría de la Humorísitca macedoniana y la influencia de Schopenhauer en ella, no presentes de modo explícito en la misiva macedoniana, deben ser tomados como señalamientos interpretativos orientados a identificaruna lectura posible dentro de las múltiples posibilidades que permite el universo macedoniano. En este sentido, consideramos necesario, para investigaciones ulteriores, contrastar con otras intervenciones del metafísico porteño, los entrecruzamientos señalados en este trabajo. De este modo, sería posible ponderar, de manera sistemática, la presencia de tales entrecruzamientos, a la vez que sería posible arribar a la consideración –o no– de ciertos objetivos específicos en la pluma macedoniana, capaces de atravesar de modo sistemático, paradójicamente, su obra asistemática.

Notas

1. No se trata de una ausencia de modelos explicativos. Contrariamente a esto, podríamos decir que los estudios de psiquiatría y criminología estaban sustentados en cierto ideal de integridad moral, física e intelectual, a partir del cual era posible la emergencia de categorías para designar a los individuos “desviados”, que se apartaban de la norma.
Desde el enfoque positivista el estudio del Genio excluye implícita o explícitamente la indagación metafísica en torno a las bases que sustentan su propio discurso. Ver (Mailhe, A. 2013) y (González, H. 1996).

2. Nos parece relevante destacar la dirección de Ingenieros por dos motivos: en primer lugar debido a la amistad entre Ingenieros y Macedonio, que los aglutinó en el periódico “La Montaña”, de impronta libertaria, y donde ya el anarquismo de Macedonio asomaba incluso como opositor al socialismo defendido por Ingenieros. El artículo de Macedonio Fernández “La desherencia” publicado en tal periódico, también da cuenta de un núcleo de crítica que, al igual que con “El problema del Genio”, se esgrime contra la ciencia contemporánea. De esta manera, este aspecto puede ser tomado como antecedente de la intervención macedoniana en Archivos… En segundo lugar, el mismo Ingenieros analizará (una década después con El hombre mediocre) el problema del Genio, desde una perspectiva antagónica a la que Macedonio propone en 1902. Ver (Bueno, M. 2000, 58-60).

3. En la primera nota a pie de página, Macedonio advierte: “Déjeseme prometer para algún día el trabajo coherente y sistemático sobre Comicidad, Chiste y Humorismo. El material y la doctrina casi están; faltan la disciplina y el orden, virtudes a veces útiles e importantes y que la economía mental del lector estima altamente”. (Fernández, M. 2014a, 257).

4. Tal como aclara Macedonio, su pretensión no es dilucidar de modo exhaustivo qué sea el Chiste o Humorismo. Parte, por el contrario, de una apreciación suya en torno a tal fenómeno, descripta por él con dos características: en primer lugar, la toma de conciencia de cierto “acto, situación, aptitud o condición de placer o felicidad actual, probable o conducente a placer o bienestar, en otro” y, en segundo lugar, el desencadenamiento de un fenómeno tal en un “ímpetu de respiración”, es decir, la risa. (Fernández, M. 2014a, 257).

5. “Lo mismo en el caso del jorobado o de otros defectos: reímos, además de su figura extraña y sorpresiva, de la ninguna idea que tiene él de estar desalojado de la felicidad a causa de la jiba; nos reímos de verlo despreocupado y contento” (Fernández, M. 2014a, 267).

6. Es posible ver aquí un foco de oposición a la “narrativa positivista”. Ver (Mailhe, A. 2016, 103-112).

7. Debido a que el Chiste o Humorismo de “hechos reales” no se aparta necesariamente, por sí mismo, del “realismo”. ¿Por qué? Porque en tanto Humorismo de “hechos reales”, él mismo (las situaciones chistosas o humorísticas de gestos y actos deliberados y no las conformadas por la palabra o “signos verbales”) vienen dados por la Naturaleza. Esto puede aclararse al reflexionar en el hecho de que, precisamente, Macedonio Fernández debió desentrañar, en discusión con variados autores, el carácter esencial de lo que es Chiste o Humorística: la situación Humorística dada en los “hechos reales” no arroja luz sobre la esencia de este acontecimiento peculiar que la Naturaleza expresa. La reflexión macedoniana debió extraer, por tanto, una caracterización, fruto del análisis detenido, de lo que es Chiste o Humorística, para a partir de ella acceder, así, a la posibilidad de utilizar el Chiste o Humorística como herramienta abocada a la producción de la “percepción inesperada”, es decir, el “tropezón conciencial”.

8. La palabra “trascender” podría ser problemática en un análisis más exhaustivo, debido a que estrictamente la representación y la voluntad no son ámbitos antagónicos sino que expresan la modalidad de lo real. Para un estudio riguroso (Vicente de Álvarez, S. 1982,183-235).

9. Por más que no sea explícito o específico porque se trata de un “mareo”, un “tropezón de la conciencia”, ese instante que no llega a ser determinado en un primer momento es a lo que apunta Macedonio. Queda claro que existe una dimensión de reflexión en torno al suceso del “tropezón conciencial” que corre por parte del “paciente”.

10. Este detalle expresa la figura del Genio hacia el interior del plano de la metafísica macedoniana.

11. No se trata de un yo particular, sino de la disolución sujeto-objeto, en una experiencia factible de ser emparentada con la experiencia mística.

Bibliografía

1. Bueno, M. 2000. Macedonio Fernández: un escritor de Fin de Siglo. Buenos Aires: Corregidor.         [ Links ]

2. Fernández, M. 2012. Museo de la Novela de la Eterna (Primera novela buena). Buenos Aires: Corregidor.

3. Fernández, M. 1965. “Carta a Borges”. En Papeles de Macedonio Fernández. Buenos Aires: Editorial Universitaria.

4. Fernández, M. 1965. “Carta a José Ingenieros sobre el Genio”. En Papeles de Macedonio Fernández. Buenos Aires: Editorial Universitaria.

5. Fernández, M. 1902. El problema del Genio: Planteando una controversia. Archivos de psiquiatría y criminología aplicadas a las ciencias afines. Medicina Legal – Sociología – Derecho – Psicología – Pedagogía. 110.

6. Fernández, M. 2013. Poemas. Buenos Aires: Corregidor.

7. Fernández, M. 2014. “Eudemonología”, “Para una Teoría de la Humorística” y “Teoría del Valor-Esfuerzo”. En Teorías. Buenos Aires: Corregidor.

8. González, H. 1996. Comentario a ‘El problema del Genio’ de Macedonio Fernández. Delito y Sociedad, Revista de Ciencias Sociales 8: 119-120.

9. González, H. 1995. El filósofo cesante. Gracia y desdicha en Macedonio Fernández. Buenos Aires: Atuel.         [ Links ]

10. Mailhe, A (Editora). 2016. Archivos de Psiquiatría y Criminología (1902-1913). Concepciones de la alteridad social y del sujeto femenino. La Plata: Biblioteca Orbis Tertius.         [ Links ]

11. Mailhe, A. 2013. ‘El laberinto de la soledad’ del Genio o las paradojas del hombre mediocre. Revista VARIA HISTORIA Vol. 29, n° 49: 197-216.

12. Sarlo, B. 2003. Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires: Nueva Visión.         [ Links ]

13. Schopenhauer, A. 2009. “El mundo como representación, primera consideración: la representación sometida al principio de razón: el objeto de la experiencia y la ciencia”, en El mundo como Voluntad y Representación I. Madrid: Trotta.

14. Vicente de Álvarez, S. 1982. El pensamiento metafísico de Macedonio Fernández. Cuyo, Anuario de Historia del Pensamiento Argentino. T XII: 183-235.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons