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Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas

versión On-line ISSN 1851-9490

Estud. filos. práct. hist. ideas vol.22 no.2 Mendoza jul. 2020

 

TRADUCCIONES

Cartografías de la identidad: Comentario sobre el artículo de Tanella Boni “Femmes en Négritude: Paulette Nardal y Suzanne Césaire

 

Florencia Ordoqui

Universidad de Buenos Aires

 

Tanella Boni nació en 1954 en Abiyán, Costa de Marfil. Es Doctora en Letras por la Universidad de París-IV la Sorbona, profesora, poeta y filósofa. Autora de numerosas obras literarias, sus letras narran historias de mujeres, de su país, del colonialismo en África, entre otros. Cuestiona la herencia epistemológica europeo-colonial, las relaciones raciales y de género y el impacto negativo que tienen en la visibilización de la producción intelectual de mujeres negras.

El ensayo “Femmes en negritude: Paullette Nardal e Suzanne Césaire” publicado en 2014 en la revista del Collège international de Philosophie, Rue Descartes, pone en valor y visibiliza el pensamiento y aporte intelectual de las constructoras fundamentales del concepto de «negritud», que luego sería empuñado por Léopold Senghor y Aimé Cesaire. El ensayo es uno de los pocos estudios referidos a estas mujeres y su producción científica. Asimismo sugiere una concepción diferente del concepto de identidad, pensada y articulada desde un hacer femenino, a través del tejido de territorios mediados por la fluencia de un océano, que impide la determinación y fijeza propia de concepciones de la identidad que apuntan a esencialismos y purismos.

En el presente artículo, Tanella Boni pone de manifiesto que la antesala de lo que más tarde se convertiría en el concepto identitario de “negritud” se encuentra en la producción intelectual de las hermanas Nardal (Jane y Paulette) y Suzane Cesaire, formulada respectivamente en las revistas La revue du monde noir y Tropiques, publicadas durante los años ’30 en París, así como en sus prácticas y los encuentros en el salón que supieron frecuentar distintas personalidades (afrodescendientes nacidos en Francia, inmigrantes africanos, inmigrantes de la diáspora africana del Caribe), del cual ellas eran las principales anfitrionas, y al que Boni hace referencia como “ese salón organizado por las Martinicenses –conscientes de su herencia negra– y abierto a todos, era el receptáculo ideal en el cual se efectuaban la traducción y la transmisión (…) Se aprendía a estar cerca de personas que se sentían similares, pero a la vez muy diferentes, por la lengua, por la cultura y por la experiencia vivida (…)”1.

Esto sugiere que ellas fueron pioneras en el tratamiento de las consecuencias del colonialismo en la identidad negra, de la importancia de lograr una conciencia de raza, y de la reconstrucción de una identidad que tenía más que ver con el dinamismo, la interacción y fluencia entre los distintos orígenes y lenguas de aquellos/as que llegaban al salón de estas mujeres, para contar sus vivencias, compartir sus dolores y dar forma a la unión en la diversidad. Todo ello significaba más que con la formación de una identidad negra cerrada a lo puramente africano, como si eso fuese algo posible. Por ello es que esta «negritud», que las hermanas Nardal y Suzane Cesaire consiguen construir, es una identidad que da cuenta de cierta movilidad, desplazamiento territorial, una fuerza vital que se vinculó con formas femeninas de hacer cultura, de tejer identidades, de reconstruir memorias como retazos que pueden ser puestos en collage. Eludieron así la pureza, que enfrentando a unas culturas con otras da como resultado un sistema masculino y patriarcal, donde priman los purismos y esencialismos, eliminando lo diverso y heterogéneo, y apostando a una homogenización controlable, clasificable. Lo cual constituye el peligro en que caen las afirmaciones de la identidad, cuando se hacen desde la esencia, y no desde la materialidad y la fluidez.

En virtud de ello es relevante leer y reflexionar sobre el artículo de Tanella Boni, pensadora poco citada y relevada en nuestros países por los estudios filosóficos y literarios. Su pensamiento contribuye a pensar una humanidad más humana, una humanidad que no sea en masculino, una humanidad despatriarcalizada, donde la producción intelectual y artística de las mujeres sea reconocida y visibilizada.

Notas

1. Extracto de la traducción del artículo.

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