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Prohistoria

versão On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.10  Rosario dez. 2006

 

RESEÑAS

CARREÑO, Karina L. Noches alegres, muchachas tristes. La prostitución legal en Tandil (1870-1910), Independencia, Tandil, 2005, 136 pp. ISBN: 987-22641-0-4.

 

Este interesante libro analiza el fenómeno de la prostitución femenina en Tandil desde la amplia perspectiva de la historia social, en el periodo comprendido entre 1876 -año en que se sitúa la génesis de su legalización y reglamentación- y el Centenario. El trabajo se presenta como muy sugestivo, al inscribirse dentro de un enfoque que en los últimos años, desde variadas temáticas, ha comenzado a reconsiderar el rol del Estado y su relación con la sociedad a la hora de implementar políticas públicas, revelando una relación que no se basa únicamente en la coacción. La autora se aleja del punto de vista tradicional que ha dominado la historia de la prostitución, que ha concebido el proceso de legalización y reglamentación de la prostitución como producto de un modelo de disciplinamiento de las clases dominantes, tendientes a excluir y marginar a aquellos individuos que no se correspondían con la nueva definición del ciudadano. En este sentido, este trabajo se aparta de esa mirada, y no concibe la reglamentación de la prostitución sólo como un mecanismo de control social sino que la considera un fenómeno social que puede ser analizado a través de los alcances que la misma tuvo en la práctica.
Con este objetivo, mediante un tratamiento diáfano y conciso de una variada documentación, la autora reconstruye la vida cotidiana de las prostitutas, recreando los múltiples y diferentes espacios donde diariamente se desenvolvían, los prostíbulos legales y clandestinos, la vía pública y hasta el carnaval. La atención al marco social y la reconstrucción de la cotidianeidad en estos ámbitos posibilita apreciar las diferentes estrategias de sobrevivencia de las prostitutas, las confrontaciones que en su interior acontecían, las formas de desafío y de connivencia con la autoridad, como así también percibir las formas de eludir el control estatal.
Esta perspectiva se enriquece por el contexto elegido para dicho análisis. Si la prostitución se convirtió en un fenómeno social universal, su expresión se revela mucho más rica en un espacio en plena transformación, donde las prácticas sociales que se intentaban regular estaban determinadas por la costumbre y la lejanía de la frontera, pero que, sin embargo, no permanecían alejadas a los cambios materiales, ideológicos y políticos que acontecieron en el último tercio del siglo, tanto a nivel nacional como internacional, a los cuales la autora no deja de remitirse.
El libro se estructura en cinco capítulos. En el primero, la autora nos adentra en el Tandil del siglo XIX, analizando las importantes transformaciones económicas, sociales, políticas y demográficas que transcurrieron desde su fundación como fuerte en 1823 hasta el Centenario. El examen del proceso en el cual fue abandonando su condición de asentamiento de frontera para convertirse en el principal poblado del sudeste de la provincia de Buenos Aires, nos permite conocer detalles de esta sociedad en formación y el desarrollo sostenido del poblado. En este sentido, se hace referencia a las últimas invasiones indígenas y a la llegada de inmigrantes, la instalación del ferrocarril, los cambios edilicios, la organización política, el desarrollo de las instituciones sanitarias y educativas, las epidemias y hasta la llegada de los primeros médicos.
Si el capítulo I se detiene en los cambios en este espacio, el capítulo II "La costumbre" atiende a los actores sociales, testigos y partícipes de estas transformaciones. A través de una importante variedad de fuentes, la autora hace un esfuerzo por rastrear la presencia femenina en un pueblo de frontera, donde los límites de lo decente e indecente se desdibujaban. A tal fin, reconstruye los espacios de sociabilidad existentes, aquellos concurridos sólo por los notables del lugar y también los populares, como el carnaval, las academias de baile, los cafés, las fondas y las pulperías, entre otros. Se estudia su ubicación, sus dueños y las actividades que en su interior acontecían, basadas en más de un caso en el juego clandestino, despacho de bebidas alcohólicas y también la prostitución, que comenzaría a suscitar la preocupación del Estado. Las autoridades se debatían entre prohibir definitivamente la prostitución, considerada una infracción social, o admitirla legalmente mediante su reglamentación, con el fin de moralizar. Se analiza la significación que tuvo su reglamentación, la cual marcó el afianzamiento en la ordenanza de una costumbre que, como demuestra la autora, estaba ya arraigada en el Tandil de entonces, otorgándole a este fenómeno social una dimensión jurídica. Es así como la ley se constituyó en el instrumento que, más que su erradicación, perseguía la modificación de viejas conductas a través de la observancia.
Este estudio demuestra que la decisión de reglamentar la prostitución fue consecuencia del carácter positivista de las políticas públicas de fin de siglo y de la concepción de que, a pesar de los adelantos médicos, era la mujer la que transmitía los males endémicos. En este sentido, el capítulo III "Eduardo Fidanza" nos introduce en la aplicación del paradigma científico-social positivista de fines de siglo, a través de la interesante reconstrucción biográfica del principal promotor de la legalización y reglamentación de la prostitución en Tandil y Buenos Aires. Se desnuda el accionar de este hombre perteneciente a la generación del ‘80 apreciando las causas que motivaron su arribo a Tandil, entre las que se encontraban no sólo sus lazos familiares sino también razones sanitarias. Además, se estudia como fue ejerciendo su influencia en un ámbito político y social que trascendía los límites locales. Predominio que, en definitiva, fue determinante en la decisión de reglamentar la prostitución y convertiría sus ideas en premisas compartidas por la elite de aquel entonces.
Si el capítulo anterior permite captar las causas y la significancia de la reglamentación de la prostitución, el capítulo IV "Las casas de tolerancia" atiende los lugares donde la misma se ejercía. La autora reconstruye no sólo las casas habilitadas para el ejercicio de la prostitución sino también aquellas clandestinas, deteniéndose en el análisis de su cantidad, ubicación y dueños, así como en la estabilidad y rentabilidad de las mismas. El estudio parte de brindar una descripción detallada de las características de su espacio para finalmente detenerse en la reconstrucción de la vida en su interior, considerando desde quienes las habitaban y concurrían hasta las diversas formas de transgresión a las normas que la reglamentaban. Asimismo, nos muestra cómo las autoridades comenzaron a demarcar la tolerancia dictando nuevas disposiciones de control, como el registro de entradas y salidas de las mujeres, la delimitación de días y horarios de salida y el traslado de dichas casas a un área específica, que sólo se efectivizaron para fines de siglo.
Indispensable al abordar el estudio de la prostitución es recuperar a todos los actores sociales relacionados directa o indirectamente con dicha actividad. Es así como el capítulo V "Relaciones saludables" se detiene en los clientes, los médicos, las regentas, los rufianes y sus actividades. El análisis de los médicos municipales, sus trayectorias, su relación con el poder político y los conflictos suscitados a la hora de hacer cumplir las ordenanzas, permite percibir las dificultades existentes en la aplicación de la reglamentación. Este estudio nos permite conocer cómo se movían las regentas de las casas de tolerancia para mantener su cuota de poder y eludir el control del Estado y también las mujeres públicas que de ellas dependían. De ello se desprende que las prostitutas gozaron de un grado de libertad o decisión individual mayor de lo que tradicionalmente se ha visto en la historiografía, que las colocaba únicamente en el papel de explotadas.
En el último capítulo, "La mujer pública"la autora revela cuán alejados de la realidad estaban los estudios científicos de la época, que centraban las causas de la prostitución en el factor económico y la baja moral, y que contribuyeron a consolidar en el imaginario social la representación de la vida de la prostituta como fácil. Un análisis que aborda una perspectiva económica y cultural permite percibir que existían múltiples razones para dedicarse a la prostitución que iban más allá de la miseria y el deseo de una vida de holganza. La irrupción de una nueva concepción burguesa de la moral, contrapuesta a la moral de la frontera que se correspondía a costumbres más relajadas, terminó cristalizando en la legalización de la prostitución. La autora concluye que, teniendo en cuenta el carácter de pertenencia a la comunidad dentro de los marcos sociales establecidos, las mujeres que optaron por esta vía lo hicieron una vez que vieron modificada esta relación fundamental. En la vía pública, en los paseos y en las fiestas públicas una vez roto el vínculo social, la autora muestra cómo las prostitutas asumieron una actitud desafiante. En la cotidianeidad, esas actitudes revelaban la fuerza de un derecho de estar y permanecer que iba más allá de las normas impuestas, y ponían al descubierto los límites del poder institucional.

Por Gisela Sedeillan (IEHS-UNCPBA-CONICET)

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