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Prohistoria

versão On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.11  Rosario jan./dez. 2007

 

RESEÑAS

PAREDERO, Hugo. ¿Cómo es un recuerdo? La dictadura contada por los chicos que la vivieron, Del Zorzal, Buenos Aires, 2007, 384 pp. ISBN 987-599-014-0

¿Recuerdos del mundial? No sabría decir si es verdad o no...porque no sabría decir cómo es un recuerdo, por ejemplo. Esta es la respuesta que dio un niño de once años cuando se le preguntó por el mundial de 1978, y sus palabras dan título a este libro peculiar. La historia de este texto es digna de ser contada para poder comprender su contenido.
Durante el transcurso del año 1984, Hugo Paredero se dedicó a entrevistar 150 chicos menores de doce años. El tema sería la última dictadura: qué recuerdos tenían esos niños, qué relatos contaban acerca de esos años, cómo habían vivido los eventos más importantes. Una vez concluido el exhaustivo y largo trabajo de entrevistas, Paredero no pudo encontrar editor para ese libro que intentaba salir a la luz. Poco más de veinte años después, uno de los niños entrevistados, ya adulto, cree reconocer la voz del entrevistador de aquellos años en la del locutor de Radio Nacional que lo acompaña mientras trabaja. Descubre que efectivamente se trata de él, de Hugo Paredero, y descubre también que aquellas entrevistas nunca fueron publicadas. Junto con su hermano, ambos editores de Libros del Zorzal, deciden entonces que el demorado proyecto se concrete. El resultado es el libro que aquí nos ocupa.
Esta breve historia, narrada en las primeras páginas, se torna indispensable para ubicar el producto que el lector tiene en sus manos al comenzar Cómo es un recuerdo.
¿Qué encontrará el lector en estas páginas? Recuerdos otrora recientes, hoy lejanos, pero detenidos casi como en una fotografía en los testimonios recogidos en aquellos años.
Las preguntas que Paredero le hizo a estos niños, si bien no son explícitas, pueden reconstruirse a partir de los temas que se constituyen en ejes de cada uno de los capítulos. Así, desfilan por la boca de los entrevistados algunos temas destacados de la última dictadura: las ideas acerca de los militares (llamados "los señores de gorra"), el mundial de 1978, la guerra de Malvinas, los desaparecidos, las Madres de Plaza de Mayo.
Pero no son sólo éstas las cuestiones sobre las que los niños hablan y nos brindan así material para reconstruir las percepciones de un pasado reciente. También conversan acerca de la televisión, de sus propias charlas, de los juegos, de la llegada de la democracia.
Este universo que nos muestra Hugo Paredero no debe leerse con ingenuidad o candidez, suponiendo que estos niños muestran la tan mentada inocencia que se supone ha servido para caracterizar esa etapa de la vida desde la modernidad hasta nuestros días. Tampoco sería útil suponerles a los entrevistados alguna especie de manipulación voluntaria de sus dichos. En todo caso, se trata de preguntarnos qué discursos circulan familiar y socialmente y cómo los niños los van adoptando.
Ya el psicoanálisis ha demostrado ampliamente que un niño es hablado por el discurso de sus padres, y quizás sea esto lo más llamativo del libro de Paredero: que encontramos esos discursos mediados por el relato infantil, por sus propias claves interpretativas y sus propios términos y modos de nombrar lo escuchado. De este modo, el libro que aquí nos convoca no sólo es una cabal muestra de lo que recordaban los niños apenas concluida la última dictadura, sino sobre todo una pieza de estatuto casi arqueológico que nos muestra cómo pensaban los padres de esos chicos y, en menor medida, la sociedad toda.
Cuando una niña dice "A mí no me gustaba nada la televisión. Lo único que me gustaba era la revista Humor [...] Yo siempre la compré" (p. 106), nos muestra fácilmente que aquí la elección era parental y no propia pero que, evidentemente, esto la estaba marcando a nivel subjetivo. Pero quizás esto mismo no sea tan evidente y requiera algún ejercicio extra de exégesis cuando otro niño afirma "jugábamos a eso del civi-mili. Eran civiles y militares, y jugábamos a que íbamos a las manifestaciones y venían y nos agarraban y nos ponían presos en una prisión con todas las torturas y las picanas que tenían los policías y los militares" (p. 140) Los interrogantes se multiplican entonces y complejizan el modo en que pueden leerse estas entrevistas. ¿Cómo deslindar recuerdos recientes, alimentados por noticias espectaculares del denominado "show del horror" de lo que ya circulaba en algunos hogares años antes de la instauración de la democracia? ¿Cómo leer las respuestas de esos niños, imposibles de separar del contexto social, económico, político y familiar del cual son producto? ¿Cómo pensar a ese juego del "civi-mili", en qué marco, en qué familia?
Y es aquí que aparece otro rasgo relevante de la obra: los niños entrevistados pertenecen a familias diversas, a grupos socioeconómicos diferentes, a distintos lugares del país y, por supuesto, han tenido seguramente educaciones heterogéneas. Al mismo tiempo, el hecho de que en las páginas finales pueda encontrarse un brevísimo relato filiatorio de los entrevistados, sirve para que el lector más atento reconstruya los motivos y razones de las historias transmitidas en cada caso.
Así, hay historias claras y relatos que se tornan más transparentes en cuanto a sus orígenes y sus enunciantes: el hijo de un militar afirma que "está bien que hayan gobernado el país (los militares). Lo hicieron para que haya ordenanza en el pueblo y todos vivan felices" (p. 19), mientras una niña que tenía a su papá desaparecido sostenía "esos militares, como eran muy malos, se llevaron a un montón de gente que era buena. Se llevaban a la gente que quería que no le falte nada a nadie, y que todos tengan casa y comida..." (p. 16). Los relatos sociales se muestran también para los lectores avezados, en testimonios como el que afirma que "los militares hicieron bien y mal. Bien, porque cuando estaban los montoneros ellos los reprendieron. Eso sí, con la represión cayó mucha gente inocente..." (p. 18).
El libro va conduciendo al lector por sus propios recuerdos acerca de esos años, o por las historias que ha oído o leído en otras ocasiones, y por eso mismo resulta ameno y a la vez por momentos impresionante, en tanto confronta a los lectores con sus propias creencias y muestra casi sin velos el pensamiento de algunos niños de aquellos años, y por ende, lo que a esos niños les fue transmitido. Más allá de las inquietudes que cada lector tenga, el texto que Paredero presenta resulta atractivo, ameno e inquietante para cualquier argentino interesado en aquellos años.
En un momento en el cual - como muchos cientistas sociales vienen señalando - los estudios y reflexiones que ponen su centro de atención en los procesos de memoria se multiplican por doquier, este libro viene a señalar la complejidad de dicha tarea. Lo hace de un modo no convencional, ya que no intenta elaborar teorías complejas acerca de las dificultades epistemológicas y metodológicas que estos estudios encuentran en su desarrollo, sino que muestra de forma contundente cómo son los recuerdos recientes. Al mismo tiempo, al compararlos con los relatos que en forma de fuentes orales se generan en la actualidad sobre el mismo período, señala la complejidad de la memoria, los modos en que esta muta, se transforma, sobreimprime recuerdos e impresiones pasadas a partir de los eventos y vivencias del presente. Se transforma así en una invitación a repensar, una vez más, los modos en los que se analizan las fuentes orales. Paralelamente, no deja de ser sugerente en cuanto a las preguntas que se abren a partir de la lectura de esas narraciones construidas hace más de veinte años producto del diálogo entre un entrevistador y sus muy jóvenes entrevistados: cómo se enseñan las visiones del pasado y del presente, de qué modo se transmite la ideología - palabra casi "pasada de moda" en los estudios sobre memoria - cómo se construye la conciencia acerca del pasado, por qué en numerosas ocasiones los hijos repiten ciertas opiniones de sus padres, y seguramente muchos otros interrogantes que el lector podrá formularse al sentirse interpelado por esos relatos escuetos de niños hoy ya adultos. En definitiva, existe una pregunta que aún hoy, en pleno auge memorialístico, resta responder: ¿cómo es un recuerdo?

Lucía Brienza (UNR - CONICET)

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