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Prohistoria

versión On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.17  Rosario ene./jun.. 2012

 

ARTÍCULOS

La Juventud Obrera Católica y la política: entre la lealtad peronista y la identidad católica

Jessica Blanco

Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CIFFyH) de la Universidad Nacional de Córdoba
jessieblanco@yahoo.com.ar

 


Resumen

Este trabajo analiza el posicionamiento político de la Juventud Obrera Católica (JOC) y el proceso de configuración de identidades políticas de sus miembros entre 1943 y 1955. Así, se propone un abordaje desde dos perspectivas complementarias: a través del discurso y el accionar de la JOC a nivel institucional y a partir de la mirada de sus militantes, una visión forjada al calor de un proceso de conformación de la identidad peronista. Las fuentes utilizadas fueron el periódico de la JOC, Juventud Obrera, y la interpretación de testimonios orales de antiguos dirigentes de la asociación.

Palabras clave: Peronismo; Identidades; Juventud Obrera Católica; Iglesia católica

Abstract

This paper deals with the political positioning of the Juventud Obrera Católica (JOC) and the configuration process of the political identities of their members between 1943 an 1955. So, we propose an approach from two complementary perspectives: through the speech and actions at the institutional level and from the look of its members, a vision forged in the heat of the forming process of the Peronist identity. The sources used were the news paper of the JOC, Juventud Obrera, and several oral testimonies from formers leaders of the association.

Keywords: Peronism; Identities; Juventud Obrera Católica; Catholic Church


 

Introducción

En la década de 1930, la inserción de Argentina en el proceso de acumulación capitalista se fue modificando como producto de la debacle económica mundial. La dependencia de las manufacturas externas y su participación como país agroexportador en la división internacional del trabajo fueron paulatinamente reemplazados por el desarrollo del sistema de industrialización por sustitución de importaciones. Durante el gobierno militar de 1943-1946 y las presidencias peronistas esta tendencia se acentuó y el papel activo del Estado, con medidas proteccionistas para la industria y políticas redistributivas, fue fundamental para la revalorización del mercado interno. El intervencionismo económico fue acompañado por el social, como consecuencia de la crisis, pero también como reflejo de una tendencia mundial que abarcaba desde las democracias liberales hasta los fascismos.1
Desde 1943, la mediación del gobierno militar en la relación capital-trabajo contó con el apoyo de la mayoría de los sectores católicos, puesto que la doctrina social de la Iglesia respaldaba desde hacía tiempo la conciliación de las clases en un nuevo orden social cristiano que integrara a las masas trabajadoras, sin por ello revolucionar las "jerarquías naturales". Asimismo, los derechos y las obligaciones mutuas entre trabajadores y empresarios y la justa distribución de los salarios como dignificación del trabajo declaradas en las encíclicas, tuvieron su correspondencia en la propuesta peronista, que concebía a la empresa capitalista como una comunidad de intereses en la cual el capital y el trabajo jugaban un papel funcional para lograr el objetivo compartido de una mayor productividad.2 Por otro lado, el hecho de que la Iglesia y Perón se posicionaran críticos del liberalismo no significó una ruptura con este, dado que no se cuestionaba la soberanía industrial del empresariado ni su dirección en el proceso productivo, y se aceptaba la legitimidad de las relaciones desiguales de la producción capitalista.3 Ambos rompieron con el consenso liberal y plantearon una tercera vía (ni liberalismo ni comunismo) que en realidad se encontraba dentro del capitalismo. Debido a las semejanzas mencionadas, amplios sectores católicos fueron atraidos por las acciones del gobierno militar de 1943-1946 y particularmente por las medidas llevadas a cabo por Perón, afinidad que en algunos casos se tradujo en la participación directa en el gobierno o como asesores en políticas públicas.
En el interior del catolicismo integral, la asociación laical Juventud Obrera Católica (JOC) formaba parte del catolicismo populista, corriente ideológica que coincidió con el peronismo en el antiliberalismo político y económico, el nacionalismo y la consideración de los sectores populares como sujetos de derechos. La finalidad general de la JOC era la recristianización de los trabajadores a partir del apostolado diario de los mismos obreros católicos en sus ámbitos de acción cotidianos, como la calle, la fábrica, el taller y los sindicatos, que precisamente se constituyeron en los principales apoyos políticos de Perón.
Puntualmente respecto de la relación entablada por la JOC con los gobiernos peronistas entre 1946 y 1955, Lila Caimari y Loris Zanatta remarcan que tanto el contexto laboral de reivindicaciones atendidas como la metodología de la asociación (autonomía e inserción en el medio de acción) constituyeron factores que inclinaron a muchos de sus miembros a abandonar el apartidismo aconsejado por el Episcopado y a involucrarse con el peronismo, ya que creyeron encontrar en sus gestiones elementos de concreción del proyecto de nueva cristiandad de la Iglesia.4 Los dos autores mencionados y Jorge Soneira realizan una evaluación de la relación entablada entre la JOC y el peronismo partiendo del análisis de fuentes eclesiásticas; de este modo la palabra de algunos miembros de las jerarquías y el accionar de religiosos vinculados a la Juventud Obrera Católica es considerada como representativa de la posición de la Iglesia en general y de toda la asociación, incluidos los laicos. Por ejemplo, Caimari se basa en la revista de los asesores eclesiásticos de la JOC Notas de Pastoral Jocista para evaluar el balance sombrío realizado por la entidad sobre su influencia y se apoya en la incorporación de algunos militantes jocistas a los gobiernos peronistas para aseverar la participación de la JOC durante los mismos. Por su parte, Zanatta sostiene que la asociación respaldó la política social inaugurada por Perón y da a entender que tal apoyo fue retribuido con la promoción obispal de dos de los referentes eclesiásticos de la misma, Emilio Di Pasquo y Enrique Rau. Asimismo, Jorge Soneira asevera que hasta principios de 1954 la Iglesia en general y la JOC en particular fueron favorables al gobierno.5 Para sostener su argumento se funda en testimonios de monseñor Antonio Caggiano -uno de las pocas jerarquías eclesiásticas de relación conciliadora con el gobierno-, tomándolo como representativo no solo de todo el Episcopado, sino de los mismos laicos, soslayando los distintos posicionamientos en el interior de la Iglesia.
Precisamente, la propuesta de este trabajo es aproximarme a la conceptualización política elaborada por la JOC respecto del gobierno militar de 1943-1946 y las dos primeras presidencias de Perón, para poder complejizar la relación existente entre las afinidades doctrinarias anteriormente mencionadas y el posicionamiento público de la JOC durante este periodo. ¿Qué similitudes existieron en los discursos, doctrinas y concepciones del mundo que llevaron a muchos miembros de la JOC a sentirse identificados con Perón y a la asociación a apoyarlo? ¿Qué solidez tuvo la mixtura de identidades laborales, confesionales y políticas producida de la vinculación entre imaginario jocista6 y la retórica y prácticas del peronismo?¿Hasta qué grado la ruptura entre Perón y la Iglesia quebró el imaginario popular de los trabajadores católicos identificados con el peronismo?
Las fuentes utilizadas fueron el periódico Juventud Obrera (JO)  y testimonios orales de antiguos militantes, la mayoría de la ciudad de Córdoba, con el objeto de diferenciar dos perspectivas complementarias: por un lado, el discurso y el accionar de la JOC a nivel institucional y, por el otro, la mirada de sus militantes, una visión forjada al calor de un proceso de conformación de nuevas identidades políticas. JO constituyó la iniciativa más relevante del movimiento, a nivel interno para reforzar el sentido de pertenencia y en relación con la sociedad para publicitar los objetivos y la presencia de la JOC en el ámbito laboral. Por su parte, la relevancia historiográfica de las entrevistas radica en que las mismas fueron imprescindibles para abordar la doble identidad -política peronista y religiosa católica- que operó en ellos, permitiéndome de ese modo afirmar que en ningún momento se produjo una ruptura entre ellas, sino que solo se trató de una suspensión provisoria, que no tardó en reestablecerse.
A través de testimonios orales pude acercarme al recuerdo de varios individuos y a los sentidos que les atribuyeron a sus prácticas como trabajadores y a la vez como militantes católicos en los ámbitos laborales y sindicales. Las entrevistas fueron indispensables para rescatar sentimientos, apreciaciones y sentidos en construcciones selectivas del pasado que, desde el punto de vista de los consultados, le otorgan coherencia al mismo y para comprender situaciones vividas desde los valores que ellos asignan a las cosas. Estos elaboran una narración vivaz y mutable influida por condiciones colectivas de producción y de recepción7 a las que hay que atender a la hora del análisis. En términos metodológicos, las entrevistas que concreté fueron semiestructuradas, en base a un guión de temas y subtemas a tratar, de acuerdo a los objetivos y las hipótesis de un proyecto más amplio. El guión sirvió de orientación, pero de ningún modo fue hermético, en el sentido que si bien contenía temas decididos con anticipación, a la vez permitió la formulación de preguntas o el tratamiento de otros aspectos que surgieron durante la conversación. Asimismo, fue provisorio, ya que le fui incorporando nuevos subtemas y preguntas surgidas de anteriores entrevistas.

El carácter rupturista del gobierno militar

Al igual que la mayoría de los sectores sociales y políticos, la JOC y la Iglesia en general apoyaron el golpe de Estado de 1943. Incluso la asociación en el número 2 de su periódico, de junio de 1943, pedía al gobierno que respaldara instituciones como ella puesto que las mismas podían contribuir a la solución de problemas como el alto costo de vida, la ausencia de legislación social, la falta de vivienda, la desocupación, etc.8 Esta propuesta de implícita participación en los asuntos públicos inaugurará lo que será una tendencia de la JOC durante todo el periodo estudiado. De todos modos dicha posición no significó una aceptación acrítica de las acciones gubernamentales, como lo evidencia el contenido de las primeras ediciones de JO respecto al accionar del Departamento Nacional del Trabajo. La exigencia de que este hiciera cumplir efectivamente las leyes y la depuración de los Departamentos Provinciales de Trabajo de funcionarios al servicio del capital y no del trabajador, nos muestra la disconformidad de la JOC en referencia al desempeño ineficiente y hasta corrupto de dichos organismos. Por esa razón recibieron con gran expectativa la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión (STyP).9
Las preocupaciones fundamentales de la JOC, presentes durante todo el lapso analizado y parcialmente coincidentes con las de otras asociaciones como la Acción Católica Argentina (ACA) y los Círculos de Obreros (CCOO), se centraban en la necesidad de fijar salarios mínimos y asignaciones familiares, vivienda obrera (casa individual y propia), enseñanza religiosa en horario escolar y establecimiento de escuelas de aprendizaje profesional para menores,10 campos de acción que incidían directa o indirectamente en la familia y que la Iglesia relacionaba con la moralización de la nación.
El salario familiar fue establecido rápidamente por el gobierno militar, en octubre de 1943, aunque con posterioridad la JOC siguió reclamando su concreción.11 Lo mismo ocurrió con la prohibición del trabajo de menores y la aplicación efectiva de la legislación referente al aprendizaje que se dilató durante varios años, a pesar del decreto-ley de junio de 1944 de creación  de una Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional para promover la formación profesional de los jóvenes trabajadores. Según Perón, este decreto era de inspiración socialcristiana y tanto la Juventud Obrera como las Vanguardias Obreras Católicas compitieron por adjudicarse su espíritu y asesoramiento, en un intento de apropiación de la medida.12 Finalmente, el proceso de brindar una orientación y capacitación profesional estatal a los jóvenes trabajadores terminó en 1952, con la creación de la Universidad Obrera Nacional, considerada desde JO como "un paso para la ascención [sic] de la clase obrera y para la formación de profesionales de origen obrero para satisfacer las necesidades de la industria nacional."13 Por último, el decreto-ley de alquileres de mediados de 1943 y la comunicación de la Dirección de Vivienda (dependiente de la STyP) de la iniciación de un plan integral de construcción de casas para familias trabajadoras fue celebrado con entusiasmo por el periódico, pues a su entender evidenciaba la voluntad política de las autoridades para resolver este problema. Sin embargo, la propuesta del gobierno de rebajar los alquileres para combatir la carestía de la vida era desestimada por la JOC que proponía en su reemplazo la imposición oficial de una tarifa fija para los mismos.14
Más allá de estos reconocimientos, la JOC exigía que los obreros pudieran lograr un "mediano bienestar", aspiración que en abril de 1944 se visualizaba como muy lejana.15 Para la consecución de la misma en septiembre entregó un petitorio de once puntos a la STyP referente a la implantación de los seguros sociales (contra la invalidez, accidentes de trabajo, vejez), el fomento de la propiedad privada como una forma de seguro social, los subsidios familiares, la orientación profesional obligatoria de quienes terminaran el primario y comenzaran a trabajar, la represión de la pornografía, etc. Al igual que en junio de 1943, volvió a proponerle al gobierno su colaboración, reclamando para sí el derecho de vigilar el cumplimiento del decreto-ley sobre el aprendizaje y trabajo de menores, "...llenos de confianza ilimitada porque las sabemos [a las autoridades de la STyP] animadas de idénticos anhelos y propósitos". La solicitud era precedida y finalizada por la reafirmación retórica de la inspiración católica de las medidas oficiales que la JOC entendía dignificaban a la clase obrera y consumaban la doctrina social de la Iglesia, como manera de legitimar pero a la vez imprimirle autoridad doctrinaria a las demandas y generarle obligación al gobierno.16 La respuesta de la STyP de fecha 16 de septiembre -sin mención de quien la suscribía-  fue publicada en el mismo número que el petitorio. La nota enfatizaba el valor de la justicia social como inspirador de la política social del gobierno militar, expuesta como una ruptura con respecto a las gestiones anteriores, en la que la STyP ocupaba un lugar central. Llamativamente y contrario a la tendencia de Perón a adaptar sus discursos según fuera el destinatario, omitía referencia alguna a la doctrina católica. Respecto de las exigencias de la JOC, la respuesta reconocía la relevancia de la resolución de esos aspectos para la promoción del bienestar general, pero sin ningún compromiso de acción concreta. La reacción a esta indiferencia oficial se reflejó en el periódico meses después, con la desconfianza acerca de la inspiración cristiana de las acciones de la STyP:

"Es necesario el concurso de quienes están empapados de las necesidades y mejoras que más afligen a los obreros, para que con un estudio meditado y hecho a conciencia se pueda establecer la nota justa evitando así, rozamientos que puedan acarrear situaciones enojosas.
La Secretaría de Trabajo y Previsión es el organismo que la clase trabajadora necesita. Su obra, una vez encausada bien dentro de la justicia y la caridad, que son las dos virtudes sociales, ha de ser, no de provecho solamente para la clase obrera, sino de excelentes frutos, para el porvenir feliz de nuestra querida Patria."17

La JOC reconocía los avances realizados en materia laboral por la STyP,18 pero exigía que los poderes públicos legislaran en temas atinentes a los trabajadores bajo la dirección de quienes conocían de primera mano las realidades obreras, sin que ello significara favorecer a este sector en detrimento de otros; equilibrio que podría lograrse a través de la correcta concreción de los principios cristianos de justicia y caridad. Por supuesto, los únicos aptos para cumplir un asesoramiento de ese tipo eran los auténticos obreros, es decir los jocistas, diferenciándose enfáticamente de los comunistas y socialistas que incitaban la lucha de clases.
En otro artículo del mismo número, se insiste en una legislación que contemple la regulación de los contratos laborales, los tribunales especiales, la fijación de la edad mínima para comenzar a trabajar, el descanso dominical y las vacaciones pagas.
Mención especial merece la posición adoptada por la JOC ante la acción sindical represiva del gobierno militar durante los primeros meses de su gestión y la normativa tendiente a la sindicación única y en clave secular que afectaba particularmente las iniciativas de sindicatos confesionales promovidas por los Círculos de Obreros y la Federación de Aasociaciones Católicas de Empleadas (FACE).

La JOC y su apoyo a la política sindical del gobierno militar

La depuración de comunistas de los sindicatos y la intervención de las dos CGT por parte del gobierno fueron acciones elogiadas por la Iglesia y la JOC, aunque la última lo hizo público tardíamente. Para la Juventud Obrera significaba eliminar de los sindicatos "elementos con ideologías nocivas al ser nacional", llevando a cabo una reorganización sindical que incluía la necesaria proscripción de agrupaciones que "...por sus actividades contrarias a la Constitución y leyes vigentes, atentaban contra la seguridad de la Nación."19 Sin embargo, las medidas adoptadas desde mediados de 1944 hasta octubre de 1945, conducentes a un mayor control estatal de los sindicatos y la prohibición de la existencia de gremios confesionales, afectaron negativamente a los CCOO, a la FACE y a la ACA, que propugnaban su creación.
Unos meses después de que Perón asumiera al frente de la cartera de Trabajo, en diciembre de 1943, monseñor Caggiano ya alertaba a la ACA acerca de un proyecto de la STyP sobre el sindicato único, medida contraria a la doctrina católica.20 La primera mención concreta sobre este tema en Juventud Obrera data de junio de 1944, en un artículo titulado "Derecho y necesidad de agremiarse, pero en buenos sindicatos", donde se defiende el derecho "natural" de agremiación, pero en auténticas organizaciones sindicales, es decir, aquellas "...con fines obreros y dirigidas por obreros (...) [y no] para fines políticos o ideológicos", utilizando ideas y un vocabulario muy similar al de Perón. Esto se contradecía con la prohibición de participar en sindicatos comunistas o socialistas, lo cual fue ignorado por algunos dirigentes sindicales jocistas y produjo conflictos con los asesores.21
En julio de 1944 la postura de Perón sobre la neutralidad ideológica de los gremios y la sindicación única eran temas instalados en la opinión pública y se esperaba que se tradujeran en medidas concretas a corto plazo. Ese mismo mes, monseñor Miguel De Andrea, titular de la FACE, fue el primer eclesiástico en oponerse públicamente al proyecto. Días después, y a manera de respuesta a esta postura, Gustavo Franceschi escribía en la prestigiosa revista católica Criterio que la política social del gobierno venía a cubrir deficiencias de una acción social católica ineficaz basada en la promoción de instituciones "amorfas, mezcla heterogénea de clases y profesiones",22 como los CCOO y la FACE, ambas relacionadas con De Andrea. Sumándose a la polémica, los militantes de la JOC se pronunciaron simultáneamente como católicos y "como parte activa de la clase obrera". En el artículo "Sindicación libre, profesión organizada" partían de la definición de sindicato elaborada por la doctrina social de la Iglesia: una agrupación independente y voluntaria de miembros de una misma clase social dentro de una profesión para la defensa de sus intereses, bajo la conducción de dirigentes elegidos por sus compañeros. Reiteraban que el sindicarse era un derecho natural de los trabajadores que el Estado no podía prohibir y se proclamaban por el pluralismo sindical, es decir, la posibilidad de existencia de varios sindicatos de distintas tendencias dentro de la misma profesión. Sin embargo, a continuación de esta definición defendieron el sindicato único, dadas "las circunstancias actuales", y, a fin de avalar su postura recurrieron a la autoridad de Franceschi al citarlo: " 'Entre no tener sindicato alguno, con todas las consecuencias que ello implica para la sociedad, y tener uno sólo, opto por lo segundo'".23
Una medida puntual hacia la prohibición de sindicatos confesionales fue la resolución que emitió la Delegación Regional de la StyP de Córdoba similar a lo dispuesto en la Capital Federal y otros puntos del país entre septiembre y noviembre de 1944 que, según el Círculo de Obreros de Córdoba, lo afectaba en su actividad gremial. El caso tuvo repercusión nacional, ya que La Nación publicó el memorándum del Círculo aludido a Perón, que pedía la intervención en el asunto de la Junta de Gobierno de los CCOO.24 En cuanto a la JOC, en su periódico no aparece mención alguna del conflicto, aunque a los meses se retomó el tema en la misma línea que venía siguiendo: la demostración del conocimiento de la doctrina católica, no obstante la elección de la sindicación única como una opción realista para obligar a los trabajadores a que defendieran sus derechos. Significaba el respaldo a medidas oficiales que desde su visión perseguían la mejora económica de la clase obrera, pese a que perjudicaran a un sector de la Iglesia, que por otro lado la JOC criticaba de paternalista. Su postura coincidía con el apoyo logrado por la STyP a mediados de 1945 de prácticamente la totalidad del movimiento obrero organizado, más allá de resquemores y sospechas de algunos dirigentes sindicales de que Perón los estuviera utilizando para sus propios intereses.25 En efecto, desde la cartera de Trabajo, Perón había pasado al frente en la aceptación popular, y a nivel del imaginario era percibido como el primero que luchaba en pos de los derechos de los trabajadores.
Finalmente, el decreto del Poder Ejecutivo Nacional del 2 de octubre de 1945 titulado "Régimen legal de asociaciones profesionales", implantaba el sindicato industrial que significaba el monopolio de la representación para un solo sindicato, e impedía que las socias de la FACE y los sindicatos confesionales impulsados por los Círculos de Obreros y la ACA  -una minoría en el mundo laboral- obtuvieran personería como tales. Ante esta normativa, la Iglesia mantuvo una actitud silenciosa, con excepción de los Pregoneros social-católicos y la FACE que se pronunciaron contra el decreto a través de publicaciones en revistas y discursos públicos.26 A la JOC tales disposiciones le resultaban indiferentes, puesto que su objetivo no era la fundación de un sindicato católico, sino la formación cristiana de jóvenes para la influencia en los ya existentes bajo el principio sindical no confesional. Durante esos meses, la asociación no emitió siquiera una opinión sobre el tema en Juventud Obrera, y tampoco aparecieron menciones en Notas de Pastoral Jocista. Si bien en mayo de 1946, la JOC enviará un petitorio solicitando el derecho a la sindicación libre, a principios del año siguiente y en plena exaltación properonista de la asociación, justificará la medida del gobierno nacional como un mal necesario que había redundado en el fortalecimiento de los sindicatos.27
En síntesis, la JOC se manifestó favorable, aunque no incondicionalmente, respecto del gobierno militar, percibido en materia social como una ruptura en relación a periodos anteriores y como el inicio de la concreción de los principios sociales cristianos, incluyendo la represión y depuración de los sindicatos de dirigentes de izquierda, la reestructuración de organismos públicos abocados a establecer relaciones armónicas entre capital y trabajo y medidas que tendieran a solucionar problemas en la misma dirección aconsejada por la Iglesia (vivienda, salario familiar, decretos contra la carestía de la vida, instauración de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y ayuda económica a Europa luego de la Segunda Guerra Mundial).

Perón ¿sinónimo de política social o mero continuador de la "revolución" de 1943?

Un factor determinante para el regreso político de Perón después de su encarcelamiento a principios de octubre y su postulación exitosa a la primera magistratura, fue la manifestación masiva protagonizada por los sectores populares aquel 17 de octubre de 1945. En dicha oportunidad, la característica discreción de Juventud Obrera se abandonó para opinar abiertamente acerca de esa jornada, que significó la incorporación activa de las masas como un actor decididamente gravitante en la política. El periódico presenta la palabra del fundador de la JOC, el canónigo belga Joseph Cardjin, acerca de la necesidad del compromiso político para el apostolado como aval para una probable participación de los militantes en un gobierno de Perón, quien ya había lanzado su candidatura presidencial. De esta manera los jocistas definen la política como parte constitutiva del apostolado integral de los católicos y consideran ineludible una definición en esa temática. En referencia a los comentarios despectivos que circularon en la prensa sobre los manifestantes del 17 y 18 de octubre,28 Juventud Obrera declaraba que

"No nos interesa el propósito de esas jornadas que pese, a la exaltación de algunos, fueron pacíficas (...) reprochar cuanto de violento, injusto y todo [lo] demás que hayan podido producir los exaltados en las jornadas vividas en Buenos Aires los días 17 y 18 ppdo Sin embargo, esa salida de las masas a la calle, no ha sido en ese tono. Los hechos lo demuestran (...) nosotros somos de ese pueblo, por quien luchamos, trabajamos y nos sacrificamos anhelando su verdadera felicidad. La J.O.C. no necesita decir con quien está, porque basta mirarla."29

El periódico no fijó preferencia política alguna ante la campaña electoral presidencial, y tampoco comentó la conocida carta episcopal que es interpretada por algunos historiadores como un guiño favorable hacia Perón. No obstante y por lo menos hasta 1947,30 la asociación parece sentirse cómoda con el gobierno electo, y particularmente interpelada y convocada a colaborar:

"Ante el grito que surge en la hora actual, pidiendo hombres dispuestos a la defensa de la paz y la justicia, la JOC, como no puede hacerlo de otra manera, ni quiere hacerlo, ha respondido virilmente: PRESENTE, como nunca. ¡GUERRA AL ODIO, A LA FUERZA Y AL EGOISMO!¡AMOR A LA PAZ, LA UNION DE CORAZONES, Y A LA JUSTICIA! ¡AHORA O  NUNCA! ¡ES NUESTRA HORA!"31

Desde el punto de vista del periódico Juventud Obrera, es el golpe de Estado de 1943 y no la creación de la STyP -como afirmaban la CGT32 y Perón- lo que marca un hito en la vida económica y social de los trabajadores y el comienzo de un camino que en 1947 los encuentra organizados y respetados como clase. Las diferencias en los acentos radican en que la JOC visualizaba en Perón al hijo legítimo de un gobierno nacionalista católico, antiliberal y anticomunista. Por el contrario, a Perón la materialización del significante peronista con la STyP le servía para ensalzar su figura y a la CGT para omitir la reivindicación de los meses más represivos a las libertades gremiales y políticas de una gestión militar que incluía al actual presidente. En política social, este es considerado por la JOC como un continuador de la "revolución de junio"; acontecimiento que marcaba la diferencia con el pasado dado los cambios producidos en el interior de los sindicatos (la temprana intervención para depurarlos de dirigentes "vendidos al capital" y su fortalecimiento) y a nivel externo (la atención gubernamental a los gremios y su "conducción por el Estado"). En materia de agremiación, se señalaba que antes del 4 de junio

"...solo existían unos que otros sindicatos sin ninguna fuerza que pudiera respaldar los intereses comunes. Tampoco veíamos el apoyo de las autoridades competentes y todavía menos el amplio apoyo de los obreros. (...)..hoy el obrero es respetado y comprendido y él también es respetuoso y consciente de su obligación, ...sabe que va a ser atendido y escuchado.
Hoy vemos cientos y más cientos de sindicatos fuertes y unidos, sindicatos que realmente defienden al obrero, y no como antes que dormían la siesta..."33

Sin embargo, desde la evocación de los antiguos militantes, lo que aparece como un punto de inflexión en la historia del movimiento obrero no es la "revolución de junio" sino "Perón y 'su política social'", sin distinguir entre su labor en la StyP y su función presidencial e identificándolo como el artífice de la concientización y dignificación de la clase obrera. Los recuerdos individuales, contenidos en una memoria colectiva reforzada por discursos públicos, depositan en la figura de Perón todo el reconocimiento por las mejoras económicas y sociales para el sector asalariado, debido al incentivo a la agremiación, a la lucha autónoma y al hecho de que los trabajadores hubieran alcanzado un nuevo estatus social que les permitía mayor visibilidad en la sociedad. Es decir, su nombre se convertía en sinónimo de un periodo de cambio positivo para la clase trabajadora. Perón era la política social porque su persona encarnaba la acción favorable a los trabajadores ya como funcionario y como presidente. Si por entonces Juventud Obrera lo consideró como el hijo legítimo del golpe, desde la actualidad los antiguos militantes jocistas lo recuerdan simplemente como el "hacedor", desplazando a un segundo plano el origen de su trayectoria política.
Juventud Obrera asoció el primer gobierno peronista -elegido en los comicios "más libres habidos en el país"- como la continuación del gobierno militar y con una época de "recuperación social", basada en la "justicia social" y de saneamiento político luego de años de fraude.34 Así, en un primer momento, avaló medidas como la "Campaña de los Sesenta Días" para el control de la carestía de la vida, a mediados de 1946, y el Primer Plan Quinquenal.35 También elogió el proyecto aprobado por el Congreso para erigir un monumento al descamisado y la Declaración de los Derechos del Trabajador elaborada por Perón con motivo del primer aniversario de las elecciones presidenciales de 1946;36 ambas propuestas enfatizaban el reconocimiento público de un actor político fundamental para Perón y a esta altura innegable. En dicha declaración, remitida al Poder Legislativo, acusaba al capitalismo de la explotación y la miseria de los trabajadores y al comunismo de "lacra social" con "designios antipatrióticos". Con un tono de exaltado optimismo, el documento fue interpretado por la JOC como la expresión del futuro programa social y económico del gobierno, inspirado en el Evangelio y las encíclicas sociales.37 Sin embargo, este respaldo no fue completo y algunas políticas públicas fueron cuestionadas por la JOC, por ejemplo en el reconocimiento del fracaso de la Campaña de los Sesenta Días contra la carestía.38
El Primer Plan Quinquenal fue tema de análisis en la Tercera Semana Nacional de Estudios Sociales de la JOC, celebrada en febrero de 1947 en Córdoba. La exposición de Alberto Parra Uribe ocupó un lugar central durante varios números en JO, calificando el proyecto de planificación estatal como una evidencia de la vocación gubernamental para resolver los problemas materiales y espirituales de la población. En un primer momento el periódico reclamó el apoyo de la sociedad al plan, visto como el compendio de soluciones integrales que la asociación ya venía adelantando desde JO (como los seguros sociales, el accionario obrero en las empresas, la conciliación y el arbitraje para evitar la huelga), basadas según su perspectiva en la doctrina social de la Iglesia. Por su parte, la CGT también apoyó el plan, aunque a diferencia de la JOC, lo interpretó como la concreción del ideal de libertad económica.39 No obstante, casi inmediatamente comenzaron las objeciones, precedidas por un énfasis llamativo de la JOC sobre su apartidismo. Si bien sus miembros convocaron a respaldar el plan, desestimando las acusaciones que tildaban el proyecto de totalitario, reconocían que contenía objetivos ambiciosos que significarían cuantiosas inversiones y adolecía de falta de cohesión a causa de su apresurada elaboración.40 En relación con la participación de los trabajadores en los beneficios de las empresas -tema que junto con el cooperativismo estaba instalado hacía años en el medio sindical-, la JOC indicaba que en el plan se había presentado un esbozo de artículos concisos que no explicitaban la forma concreta de su aplicación. Por esa razón presentaba una propuesta alternativa basada esencialmente en la de un obispo belga, y reiteraba su ofrecimiento para colaborar en la formulación de los proyectos de leyes pertinentes.41
Si bien a nivel ideológico la JOC rechazaba tanto la concepción "liberal capitalista explotadora del hombre" como la "marxista-totalitaria-comunista" originada en la primera,42 juzgaba que la tercera posición de Perón -que además quería extender a toda Latinoamérica-, en realidad era funcional a los intereses comunistas. En un tono similar al utilizado por el líder político para marcar fronteras e identificar aliados y adversarios, la JOC advertía que la única salida era decidirse por Dios sin ambigüedades, es decir, se estaba con Él o contra Él, según se demuestra en la siguiente cita, aunque algo extensa, ilustrativa sobre lo que vengo diciendo:

"Las declaraciones del Presidente de la Nación a los obreros latinoamericanos, anunciando la decisión de instaurar un Estado Sindicalista ('Democracia', 15 de noviembre de 1951), nos ponen en la obligación de 'poner los puntos sobre las íes', es decir, de señalar que en las circunstancias actuales, de bancarrota de la concepción liberal capitalista, y eminentemente decisiva para el futuro de la humanidad, únicamente el sentido espiritual y jerárquico de la vida del Cristianismo, o el materialista y totalitario del marxismo, señalarán a las naciones la nueva estructuración y organización de la Sociedad. No habrá lugar para terceras posiciones. Y aclaramos. En el mundo está planteada la lucha entre los que aceptan a Dios como centro de la vida del hombre, y los que le niegan. (...) Por eso decíamos que no puede hablarse de tercera posición, en el sentido de querer descubrir algo nuevo, diferente a lo cristiano o a lo marxista. ...quienes quieran escapar a la hecatombe sin decidirse audazmente por alguno de esos caminos, se convertirán en satélites conscientes o inconscientes del comunismo.
Nosotros queremos que la Argentina, país eminentemente católico y occidental, debe decidirse por la concepción cristiana. Así queremos deducirlo basándonos en las declaraciones del señor Jefe de Estado a los obreros latinoamericanos, y de sus repetidas declaraciones en el sentido de que toda su acción social se inspira en los principios evangélicos y de las encíclicas pontificias."43

Desde la perspectiva espiritual, ya en 1947 la JOC fue la primera en llamar la atención -antes que las jerarquías eclesiásticas-, sobre un efecto secundario del bienestar económico de los trabajadores y del reconocimiento de sus derechos sociales: el relajamiento en el cumplimiento de las obligaciones laborales que repercutía en la productividad del país. En el mismo sentido, durante esos años las campañas anuales de la asociación denotaban preocupación por los comportamientos del asalariado: en 1949 proponían un mayor rendimiento en la producción acompañado de una firme conciencia profesional y la moralización de los ambientes de trabajo, mientras en 1950 y 1951 el eje estuvo centrado en la familia obrera en cuanto a su recuperación moral y material. De todas maneras, la inquietud por ciertos hábitos de la clase trabajadora no era privativa de asociaciones religiosas como la JOC o la Acción Católica: la CGT de Córdoba, por ejemplo, en sus congresos también trataba la lucha contra el alcoholismo.44 Asimismo, en 1951 el manifiesto de la JOC argentina con motivo de su décimo aniversario reconocía el esfuerzo del gobierno por su política de creación de escuelas de aprendizaje y orientación profesional, pero advertía que existían otros aspectos de la problemática obrera, cuya persistencia afectaban la decencia de los trabajadores. Así, no solo llamaban la atención sobre el desfasaje entre los salarios y el costo de vida, sino también sobre la vivienda cara e insuficiente, el transporte escaso y las diversiones mercantilizadas que atentaban contra la integridad familiar.45

Un mismo lenguaje

Los militantes de la JOC identificaban a Perón como un católico que como presidente había legalizado la instauración de la enseñanza religiosa del gobierno militar46 y que se había inspirado en la doctrina social de la Iglesia para elaborar su plan de gobierno. Por lo tanto, consideraron que su gestión les brindaba una nueva oportunidad de intervención concreta en las temáticas obreras, injerencia que al igual que en el período 1943-1946, tampoco será atendida.
Las afinidades entre las posiciones y discursos de la JOC y los de Perón en materia ideológica, social, política y religiosa seguramente influyeron en la impresión favorable de los militantes hacia el peronismo. En términos ideológicos sus concepciones del rol de la política, del sindicalista y del trabajador en la sociedad fueron semejantes; igualmente coincidieron en el uso de antinomias (auténticidad/falsedad, sacrificio/egoísmo, austeridad/frivolidad) y, dentro de ellas, la apelación a los auténticos sindicatos y obreros, ayudaron a construir al otro conforme a parámetros morales. También cabe destacar la identificación del discurso de Perón con el de la JOC para resignificar de modo similar los conceptos de humanización del capital, pueblo, trabajo, justicia social, armonía de clases y el 1º de mayo como día celebratorio del trabajo, despojado de connotaciones clasistas. Otro punto de contacto en el que confluyeron los miembros de la JOC y Perón fue en la apelación de la figura del Cristo Obrero, los primeros como inspiración legitimadora de su posición en el interior de las estructuras eclesiásticas47 y el segundo con fines utilitarios. Este comenzó a autotitularse como el "primer trabajador argentino" ya desde julio de 1944,48 como una manera de acentuar la empatía con sus interpelados predilectos: los trabajadores. Posteriormente, la maquinaria ideológica peronista también recurrió a lo sagrado para legitimar al líder; de ese modo Eva llegó a asimilarlo con Cristo, como un elegido que venía a salvar Argentina.49 Al igual que Jesús, Perón venía "desde afuera", en este caso desde fuera de la política y provenía de una institución "pura", el Ejército, estructurado en base a una cadena de mandos que lo convertían en una institución enteramente verticalista, como la Iglesia. También se proclamaba como el iniciador de una era de regeneración, fundacional de la "Nueva Argentina."
Desde el punto de vista social, puede mencionarse la experiencia directa, como trabajadores, o indirecta, como hijos de asalariados, de mejoras económicas y derechos sociales que, a partir de la política laboral llevada a cabo por Perón, elevaron su nivel de vida (aumentos en los haberes, salario familiar, vacaciones, jubilación, aguinaldo, planes de viviendas, etc.). Pero la significación de esta mejora económica se apreciaba como un salto cualitativo que se traducía en la dignificación de la condición obrera y en la consideración de que Perón era el artífice de una verdadera revolución social que había tornado a los sectores trabajadores innegablemente visibles en términos económicos, sociales y políticos ante las demás clases sociales.
A nivel político, jocismo y peronismo coincidieron con el escepticismo por el sistema de partidos, con la intervención del Estado para una organización social basada en el corporativismo y con la percepción de que la confusión entre la vida política y la sindical debilitaba la defensa de los intereses gremiales.50 Finalmente, en el rechazo a los privilegiados, representados tanto para Perón como para la JOC en la oligarquía, los "pitucos", las Damas de Beneficiencia y los patrones de catolicismo formal. Por ese motivo la apelación a una religión popular de los pobres y relegados desplazó a un segundo plano la ortodoxia católica y el accionar humanitario se convirtió en sinónimo de lo auténticamente cristiano. Por último y en relación con lo anterior, en términos religiosos tanto la prédica como el accionar religioso y social de la JOC serán condensados en la política social de Perón, un continuador heterodoxo de la doctrina social de la Iglesia,51 que sin embargo también se nutrió de otras vertientes ideológicas. El peronismo cristiano pero antieclesiástico se convirtió en compatible con la fe alejada de los dogmas y la cotidianidad jocistas, donde la presencia eclesiástica aparecía difusa. Asimismo, el hecho de que el matrimonio presidencial atendiera personalmente reclamos o petitorios varios era altamente apreciado en el entorno jocista, actitud que era percibida como una especie de igualación simbólica.52
 Todo lo anterior alimentó en los jocistas la creencia de que Perón era uno de ellos, no en el sentido sociológico sino en el político-religioso, dispuesto en consecuencia a aplicar las máximas de una Iglesia que, como no podía ser de otra forma desde su perspectiva, compartía el mismo lenguaje y lo apoyaba. De todas maneras, si bien es cierto como afirma Cucchetti, que los jocistas apelaron a argumentos religiosos para justificar su apoyo al peronismo, y que la reivindidación de los derechos de los trabajadores se apreciaba como un valor consagrado desde lo religioso,53 hay que considerar que la palabra de la Iglesia también era defendida o subsumida por los militantes de la JOC conforme los intereses de clase y el contexto político.

La segunda presidencia y los visos del desencuentro. De la "persecución" peronista a la Iglesia a la "resistencia" católica

La prosperidad económica de los primeros años peronistas favorecida por la posguerra había dejado paso a la recesión y la inflación, cambio que fue denunciado desde Juventud Obrera.54 En cuanto a su poder político, el peronismo había concentrado sus energías en la preeminencia en el sector sindical, la cual pretendía expandir sobre otros ámbitos (educación, familia, sectores juveniles, etc.), en pos de una peronización general de la sociedad.
A través de los números disponibles de JO puede decirse que la posición de la JOC durante la segunda presidencia fue ambivalente, aunque las críticas cobraron mayor espacio en comparación con la primera gestión. Las mismas apuntaron a denunciar la centralización estatal, el manejo político de los sectores trabajadores, el relajamiento moral de las costumbres obreras y la postura difusa de Perón hacia el catolicismo, posición que, sin embargo, parece clarificarse en clave cristiana con el Segundo Plan Quinquenal.
La alerta moral de la JOC de junio de 1952 acerca de la situación de la clase obrera argentina y la dura crítica por su utilización política, fue formulada luego de la movilización católica en contra de la proyección de películas consideradas inmorales y en momentos en que el gobierno y la Iglesia se cruzaban fuertes acusaciones mutuas: el primero desacreditaba a los católicos como potenciales enemigos, en tanto la Iglesia comenzaba a construir la "teoría de la persecución". En ese contexto, la JOC continuaba reclamando a las autoridades y a la sociedad en general que la apoyaran para lograr la educación obrera que asistiera a los trabajadores a "utilizar rectamente su salario".55
Pese a las críticas, al año siguiente la JOC respaldó el Segundo Plan Quinquenal, calificándolo como un programa inspirado, igual que el primero, en la doctrina católica y de acción integral para una nación en ejercicio de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Tampoco abandonaron la expectativa de ser convocados para asesorar al gobierno, con el propósito de corregir la centralización estatal.56
Con una mirada retrospectiva, los antiguos militantes jocistas consultados perciben las disidencias entre Perón y la Iglesia recién a partir de 1952, con la muerte de Eva Perón y la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES); asimismo el episodio de la quema de las iglesias, el 16 de junio de 1955, para los entrevistados aparece como el momento detonante para replantearse su afinidad con Perón. Es probable que los desacuerdos anteriores entre Iglesia y gobierno, subrayados por la historiografía y medianamente incorporados en la memoria colectiva, en aquel momento no hayan sido advertidos tan agraviantes para su identidad católica.57
  El conflicto entre Perón y la Iglesia en realidad encerró un enfrentamiento mayor y más profundo: la polarización entre peronistas y antiperonistas. Los últimos encontraron en la Iglesia un factor aglutinante y poco a poco se fue perfilando una identidad definida por oposición a Perón, basada en el discurso antiperonista católico.58 Ahora bien, si pensamos que tanto Perón como la Iglesia se autoproclamaban representantes legítimos de la nación, el primero como portavoz del pueblo y la segunda como depositaria de las tradiciones prístinas de la argentinidad, advertimos la coincidencia para justificar su legitimidad en la nación. Cuando la confluencia se transformó en competencia, la Iglesia creó una contralegitimidad para diferenciarse del poder peronista establecido. Así, mientras Perón empieza a hablar del auténtico pueblo y exige una identificación integral y un compromiso exclusivo y excluyente para con el peronismo; la Iglesia, como centro del arco opositor, acusa al gobierno de autoritario por violentar la libertad de sus opositores.
A partir del momento en que las disidencias entre el gobierno y la Iglesia se hicieron notorias, desde 1952 la última irá alimentando la teoría de la persecución, explicada como la acción de agresión -infundada- del peronismo hacia ella, que así se colocaba en el rol de víctima. Por su parte,  Perón delimitaba territorios y marcaba fronteras entre un nosotros (el auténtico pueblo, que por antonomasia era peronista) y un ellos conformado no solo por los enemigos de siempre (la oligarquía), sino también por aquellos infiltrados que aparentaban ser como ellos, los emboscados.59 Por otro lado, el peronismo también apelaba a un discurso conspirativo: la fundación de una filial latinoamericana de la organización Sindical Mundial Cristiana, fue acusada por los dirigentes cegetistas como una entidad que pretendía no solo competir sino también boicotear la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas, organización americana creada en febrero de 1952 a partir de una iniciativa peronista.60
Si para los contemporáneos el discurso del 10 de noviembre de 1954 constituyó el punto sin retorno en las relaciones entre la Iglesia y el gobierno,61 para los testigos entrevistados el quiebre se sitúa solo unos meses antes del golpe, con el incendio intencional de los templos católicos.

El incendio intencional de los templos católicos y una inesperada suspensión de relaciones

Un denominador común en las entrevistas es la repetición de visiones hegemónicas sobre un tema, encontrándonos ante la activación de una memoria configurada por estereotipos. Así, la muerte de Eva marca el comienzo de la debacle política y moral del gobierno y de Perón,62 quien se muestra sospechosamente cercano a las "chicas de la UES". Otros hitos ineludibles de la narración son las leyes lesivas para los intereses de la Iglesia y las acusaciones del gobierno, presentadas como escalones que conducen al golpe de 1955.  Sin embargo, en este conflicto in crescendo lo que produce una tensión imposible de eludir entre la identidad católica y la afinidad política peronista de los entrevistados es "la quema de las iglesias por Perón". Este hecho constituye, según los testimonios, el punto de inflexión donde aparentemente la convivencia entre ambas pertenencias se vuelve irreconciliable y se debe adoptar una posición decidida optando por una u otra.
  Desde el punto de vista simbólico (más allá de la violencia material), la quema de las iglesias constituye un hito muy fuerte, porque es interpretada como si se hubiera atacado la casa de Dios, que como tal está absolutamente revestida de sacralidad, además de pertenecer a todos los católicos:

"En los discursos [Perón 'se tira' contra la Iglesia]. Y después se empujó a la gente, y la gente como reacción de lo que él dijo salieron a quemar iglesias. Entonces es una señal que está en contra de la Iglesia, no de la Iglesia-edificio sino de la Iglesia institucional, o sea de la Iglesia toda. Entonces al quemarles las Iglesias es como quemar a las personas que formaban ese pueblo. Y después se dijo cinco por uno, matar cinco por uno. ¿Y eso a quién iba dirigido? También iba dirigido a los cristianos. ... Y también quisieron sacarse leyes que yo como cristiano no estaba de acuerdo en ese momento."
"Yo pertenecía a un movimiento obrero, que Perón había favorecido, pero también pertenecía a mi Iglesia... y si este señor que en un momento me favoreció después me quiere pegar un tiro, entonces [digo]: "Pare un momentito, ya no estoy tan con usted, me cruzo a la vereda del frente".(...) A uno le revuelve el estómago porque tiene que decidir, pero...toma la decisión...[porque] ...la agresión es de mucha intensidad."63

Sin embargo, los entrevistados omiten mencionar episodios ocurridos los días y hasta los momentos previos al incendio intencional de los templos católicos. Horas antes, aviones de la Armada que llevaban pintadas en las alas el símbolo político del Cristo Vence, habían bombardeado la Casa de Gobierno y las inmediaciones de la plaza de Mayo, en un intento frustrado de golpe de Estado por parte de la Marina, que dejó numerosos muertos y heridos entre la población civil. El 11 de ese mes, luego de las festividades de Corpus Christi     -celebración realizada a pesar de la prohibición del gobierno-, grupos enviados por el ministro del Interior Borlenghi con el propósito de aumentar la confusión reemplazaron la bandera nacional por la del Vaticano en la plaza del Congreso y arrancaron placas recordatorias de Eva Perón.64 El olvido de estos hechos por los entrevistados llama aún más la atención porque la mayoría de los testimonios fueron registrados entre mediados de 2005 y principios de 2007, cuando la operación política de recuperación histórica del bombardeo de plaza de Mayo por parte del gobierno de Néstor Kirchner ya llevaba años. Hay recuerdos que ofician de pantalla (en este caso la quema de las iglesias), impidiendo evocar otros, opacados o directamente borrados, como los heridos y muertos de aquel bombardeo. Y esta pérdida forma parte de una explicación funcional que permite eludir cualquier tipo de participación de la Iglesia en este hecho y compatibilizar la fe católica de los entrevistados con su afinidad peronista. Como dice Maurice Halbwachs, uno no recuerda ni olvida solo, sino con ayuda de los otros. Pero rememora en un marco social con determinados intereses. Respecto de la memoria, "...el recuerdo del pasado se transforma en memoria colectiva una vez que ha sido seleccionado y reinterpretado según las sensibilidades culturales, las interrogaciones éticas y las conveniencias políticas del presente."65 En cuanto al olvido, el bombardeo de la plaza de Mayo constituye un ejemplo del triunfo de la indiferencia general y el olvido impuesto por el grupo sobre el recuerdo individual, que en esas condiciones solo puede sobrevivir un tiempo para después desvanecerse.
  Es interesante destacar cómo, frente a los peligros de pérdida de poder, cada actor activó dispositivos materiales y simbólicos, con movilizaciones multitudinarias, discursos, misivas y emblemas en competencia (el reemplazo preparado  de la bandera argentina por la pontificia o el uso a fines de 1954 del símbolo del "Cristo Vence" como una consigna antiperonista en contraposición al de "Perón Vence"). Desde la Iglesia, las representaciones de una nueva legitimidad en competencia con la existente (el desfile de carrozas el día del estudiante, la creación de la Liga de Estudiantes Secundarios en contraposición a la UES, el recorrido en Córdoba del símbolo defensivo y a la vez provocador de la cruz envuelta en una V de victoria), fueron puestos en movimiento para aunar y guiar las energías de sus miembros, ampliadas por una oposición heterogénea que no había podido lograr otro elemento unificador de oposición al peronismo.66
¿Cómo fue que Perón, quien había otorgado a los trabajadores -entre ellos los jocistas- visibilidad política y dignidad social antes rehusadas, y cuyo discurso se inspiraba en la doctrina social de la Iglesia, de repente la ataca y convierte en su enemiga y hasta parece alentar su destrucción? Las explicaciones que ofrecen los entrevistados coinciden con lo que se dijo en los meses anteriores y posteriores al golpe y con las versiones que circularon entre los católicos peronistas. La hipótesis más fuerte es la del reconocimiento de que el gobierno de Perón se volvió autoritario por infiltraciones comunistas en su seno.

"[El conflicto entre Perón y la Iglesia] Y eso debe haber sido un poco por la influencia de muchos que lo rodeaban, que tenían cierta tendencia incluso marxista había muchos ahí. No sé si estaba Vucetich [sic]... había una especie de copamiento ideológico. Y luego bueno, se armó el lío. También la Iglesia se puso medio dura. En el sentido de que la vida de Perón era un poco así...licenciosa con las chicas de la UES."
"[El peronismo era]...una reconversión mental de lo que iba a ser la Argentina. Y así fue hasta el '52 hasta que murió la Eva"
[Después] ...lo manejaban a Perón como títere (...)todo su entorno: Espejo, ...Borlenghi, y había varios."67

Así, Perón resultaría una víctima más de un entorno de tendencia "marxista" que adopta decisiones contrarias y ofensivas hacia la Iglesia; en consecuencia su figura se asimilaría a la del buen príncipe que es engañado por sus consejeros. De esta forma, la imagen de defensor de la clase trabajadora y de héroe de los "descamisados" quedaría salvada en la conciencia de estos trabajadores católicos, que de esta manera, estarían anticipando la teoría del cerco de Montoneros.68 Los culpables serían entonces los marxistas, precisamente los enemigos declarados de la religión que, paradójicamente, en ese momento compartían el bloque antiperonista con la Iglesia.
Empero, si nos detenemos en las figuras "perniciosas" mencionadas en los testimonios, Vuletich, Espejo y Borlenghi, los dos últimos vinculados a Perón desde el inicio de su primera presidencia, no existiría explicación lógica porque el conflicto, tal como es percibido por los entrevistados, se desata recién en 1954, a lo sumo según el testimonio de Morandini nos podemos retrotraer a mediados de 1952, con la "pérdida de rumbo" del gobernante ante la muerte de su esposa. En esta hipótesis del "copamiento ideológico" del gobierno, la connotación "marxista" dada por los entrevistados a los tres líderes sindicales mencionados coincide con algunas versiones que circulaban en esos meses, dentro y fuera del catolicismo.69 Por último, es interesante mencionar la explicación que brinda otro militante, quien directamente no percibe el antagonismo, sino que lo interpreta como una especie de complot contra Perón por parte de radicales y militares, el cual no llega a eliminar las afinidades doctrinarias entre este y la Iglesia.70 Así, desde el recuerdo elaborado por los entrevistados, la "Revolución Libertadora" de la que participó la Iglesia quedaría fundamentada como la última batalla de una lucha contra un marxismo que se instaló en el poder a pesar de Perón. En definitiva, este relato absolvería de culpa tanto a la Iglesia como a Perón, convertidos en víctimas de un peligro externo a ambos.
En la percepción de este tipo de conflictos, las acciones de los actores sociales están íntimamente relacionadas con sus autorrepresentaciones y con las ideas-imágenes que construyen de sus adversarios. De este modo, la Iglesia fundamentó su participación en el golpe como una actitud de justicia patriótica, puesto que así se libraba de una persecución infundada y contribuía a salvar a la nación de una tiranía. Por otro lado, el recuerdo parcial de los militantes de lo ocurrido aquel 16 de junio de 1955, opera como elemento legitimador de una suspensión provisoria (mas no de una ruptura definitiva) entre su identidad confesional y su tendencia política que, en el caso de algunos miembros de la JOC, los habilitó a actuar en el golpe de Estado. La suspensión y no la ruptura de la afinidad peronista se definió por la pertenencia laboral de los jocistas a un movimiento obrero al cual Perón había pertenecido, la cual primó en su trama identitaria por sobre su sentimiento católico; de lo contrario hubieran roto con Perón en esta fecha, algo que los testimonios y el accionar posterior de los entrevistados dejan en claro que no ocurrió.71
  El alzamiento cívico-militar del 16 de septiembre de 1955,72 que contó con la participación central de los católicos, se denominó a sí mismo y pasó a formar parte de la memoria colectiva con el nombre de "Revolución Libertadora", cuyo epicentro fue Córdoba, bautizada después del hecho como "Córdoba heroica":

"La muchedumbre revolucionaria, un fenómeno nuevo, presupone no sólo una presencia colectiva y un principio de estructuración, sino también una identidad de imaginación. (...)La muchedumbre se da una identidad al proyectar delante de sí su imagen ideal, la de una Nación que se ha levantado contra la tiranía y la violencia..."73

Poco después de septiembre, la faz militar del golpe barrió con las esperanzas de guía de la Iglesia y pretendió clausurar el pasado reciente por decreto. Así, el olvido impuesto o abuso del olvido, en palabras de Paul Ricoeur, con la prisión o destitución de sus cargos de quienes se reconocieran peronistas y la prohibición de nombrar al líder depuesto, no solo jugó en contra de la memoria justa, sino que este intento de borrar el pasado resultó ineficaz. Precisamente será la figura de Perón y el movimiento que fundó el que dividirá la política argentina desde mediados del siglo XX.

Conclusiones

Por lo menos hasta 1951, como institución, puede afirmarse que la JOC apoyó al gobierno militar de 1943-1946 y a la primera presidencia de Perón. En términos generales, la posición del periódico Juventud Obrera respecto a la acción del gobierno militar fue positiva, justificando la depuración ideológica inicial de los sindicatos y el decreto de asociaciones profesionales que afectaba el proyecto de sindicación católica. Así, junio de 1943 representaría para los jocistas y la Iglesia en general, el inicio del reencuentro de Argentina con su propia esencia (la católica).
Como dice Caimari, durante este periodo la JOC fue independiente como institución, pero más por la indiferencia de los gobiernos hacia ella que por convicciones apolíticas, más por defecto que por principio. Es cierto que algunos de los miembros de la JOC se desempeñaron en la función pública, pero la influencia de su identidad confesional en su actuación política es un aspecto todavía desconocido. Más concreta fue la intención de la JOC de constituirse como asociación asesora del gobierno,74 idea que hizo conocer a través de su periódicoy de varios petitorios a las autoridades. La JOC creyó que podía tener un espacio de intervención en este gobierno que daba signos de filiación católica, a través de la guía de iniciativas relacionadas con los sectores trabajadores. Así, la propuesta recurrente de participación en los asuntos públicos -a veces velada, otras explícita- y el pedido de legitimación del Estado para que la reconociera como interlocutora válida entre este y los trabajadores, se constituirá en la característica política sobresaliente de la asociación hasta el golpe del 55.
De acuerdo con Juventud Obrera, con testimonios de antiguos militantes y en consideración de las trayectorias políticas de algunos miembros de la JOC, la irrupción del peronismo generó simpatías y llevó a gran parte de los jocistas a sentirse identificados con un movimiento que defendía el nacionalismo económico, promovía la "justicia social" y desconfiaba del legado político liberal. En efecto, estos militantes percibieron en la nueva agrupación política una visión del mundo y un universo de significados similares al ideario católico integral y en la política social de Perón una reivindicación como trabajadores y la realización de lo que hacía años venían proponiendo los católicos. Por otro lado, la interpretación de las acciones gubernamentales como una concreción de las propuestas planteadas por la JOC sirvió para legitimarse ante los políticos, pero también fue un intento de la asociación por consolidarse en el interior de la Iglesia, mostrando la efectividad de su supuesta influencia pública. El argumento de la "inspiración católica" (o no) de las medidas del gobierno también fue funcional a los jocistas para justificar su apoyo o crítica a este, pero cuando coincidieron con acciones políticas contrarias a la doctrina de la Iglesia -como en el caso del sindicato único-, explicaron su postura subsumiendo su identidad confesional a la de clase, puesto que el apoyo a Perón pasaba más por su pertenencia social que por su credo religioso. En otras palabras, la afinidad con el peronismo de los jocistas se produce fundamentalmente por su identidad laboral y su posición social, no por su condición religiosa, es decir, estas personas son peronistas porque son obreros, no porque son católicos, sino hubieran roto con Perón en 1955, cuando en realidad el conflicto entre él y la Iglesia solo repercutió a nivel identitario en una suspensión provisoria de su afinidad política. En los jocistas, entre su ser joven, obrero y católico la dimensión confesional finalmente resultó ser la menos estructurante al momento de las relaciones políticas y ante la realidad sociopolítica que impuso el peronismo. Sus militantes, como obreros y jocistas, estaban doblemente marginados en su faz laboral y religiosa. Como el resto de los trabajadores, visualizaron al peronismo como sinónimo de posibilidad de movilidad social y de una dignificación que acortaba distancias sociales con las demás clases, situación que no tuvo su correlato en el interior de la institución eclesiástica.
Las disonancias que se manifestaron desde 1947 entre la Iglesia y el peronismo parecen no haber sido percibidas por la mayoría de los contemporáneos pertenecientes a la primera, y los militantes de la JOC no constituyeron la excepción. La crisis de relaciones que terminó en el golpe de Estado de septiembre de 1955 es percibida por los entrevistados como un proceso repentino y vertiginoso que envuelve a la Iglesia y a Perón como dos víctimas de un antagonismo que obedece a causas exógenas a ambos. Estas imágenes se encuentran petrificadas en el recuerdo, están en la memoria fijada; situación que obstruye la revisión crítica y el cuestionamiento desde el presente. Para los católicos, y entre ellos los militantes jocistas, la quema de las iglesias es vivida y recordada como la afrenta máxima que no puede soslayarse debido al nivel de agresividad simbólica contenida en ella, puesto que lesiona a los católicos en su condición de tales por el ataque a su fe. El incendio intencional de los templos fue percibido como la provocación máxima que obligó a los jocistas a resolver la tensión entre su pertenencia religiosa y su lealtad peronista en una suspensión provisoria de la segunda, la cual no tardó en volver a ocupar un espacio relevante en la trama identitaria de estos sujetos.

Siglas utilizadas

ACA     Acción Católica Argentina
CCOO  Círculos de Obreros
CGT     Confederación General del Trabajo
FACE   Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas
JO         Juventud Obrera (periódico)
JOC      Juventud Obrera Católica
STyP    Secretaría de Trabajo y Previsión
UES      Unión de Estudiantes Secundarios

Córdoba, 25 de junio de 2012

Notas

1 DEL CAMPO, Hugo "Sindicatos, partidos obreros y Estado en Argentina" en ANSALDI, Waldo y MORENO, José Luis Estado y sociedad en el pensamiento nacional, Cántaro, Buenos Aires, 1989, p. 253.         [ Links ]

2 JAMES, Daniel "Racionalización y respuesta de la clase obrera: contextos y límites de la actividad gremial en la Argentina" en Desarrollo Económico, núm. 83, Ides, Buenos Aires, 1981, p. 335.         [ Links ]

3 JAMES, Daniel "Racionalización y respuesta..., cit., p. 332.

4 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia Católica.  Religión, Estado y sociedad en la Argentina (1943-1955), Ariel, Buenos Aires, 1995, p. 114.         [ Links ]

5 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia...,cit., p. 300; ZANATTA, Loris Del Estado liberal a la Nación Católica.  Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo. 1930-1943, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1996, pp. 335-336;         [ Links ] SONEIRA, Abelardo "La Juventud Obrera Católica en Argentina: De la secularización a la justicia social" en Justicia Social, núm. 8,  Buenos Aires, junio de 1989, p. 82.         [ Links ]

6 Sobre la construcción del imaginario jocista ver BLANCO, Jessica"Componentes identitarios del imaginario de la Juventud Obrera Católica", en Cuadernos de Historia. Serie economía y Sociedad, Área de Historia del CIFFyH-UNC, núm. 10, Córdoba, 2008, pp. 83-118.         [ Links ]

7 TRAVERSO, Enzo, "Historia y memoria. Notas sobre un debate", y PITTALUGA, Roberto, "Miradas sobre el pasado reciente argentino. Las escrituras en torno a la militancia setentista (1983-2005)", en FRANCO, Marina, LEVÍN, Florencia (comps.), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Paidós, Buenos Aires, 2007, pp. 73 y 147,         [ Links ] respectivamente.

8 Juventud Obrera, número 2, junio de 1943.         [ Links ]

9 Juventud Obrera, número 6, octubre de 1943; número 8, diciembre de 1943; número 9, enero-febrero de 1944.         [ Links ]

10 Sobre los salarios mínimos o actualización de salarios ver números 114, diciembre de 1951; 119, junio de 1952; vivienda unifamiliar en números 6, octubre de 1943; 15, agosto de 1944; 114, diciembre de 1951; 115, enero de 1952; enseñanza religiosa y crítica a la educación laica en números 24, junio de 1945; 33, mayo de 1946; 38, octubre de 1946; 39, noviembre de 1946; 41, 1º de enero de 1947; y aprendizaje profesional para menores y capacitación obrera en números 4, agosto de 1943; 6, octubre de 1943; 8, diciembre de 1943; 10, marzo de 1944; 17, octubre de 1944; 19, diciembre de 1944; 29, noviembre de 1945; 33, mayo de 1946; 45, 1º de marzo de 1947. La intervención pública de los laicos era común, y respecto de estos temas ya desde 1936 la Acción Católica enviará notas al Poder Legislativo exigiendo la sanción de leyes para resolver el "problema" del comunismo: ley orgánica de asignaciones familiares, institución de tribunales del trabajo y arbitraje, extensión del salario mínimo y establecimiento del familiar, protección a las familias numerosas, mejora y abaratamiento de la vivienda obrera, creación del seguro social obligatorio y colonización y acceso a la pequeña propiedad rural mediante la subdivisión de los latifundios. Boletín Oficial de la Acción Católica Argentina, Año VI, número 136, 15 de diciembre de 1936, pp. 767-768.         [ Links ]

11 BIANCHI, Susana Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina 1943-1955, IEHS, Buenos Aires, 2001, p. 154;         [ Links ] Juventud Obrera, número 6, octubre de 1943; número 17, octubre de 1944.         [ Links ]

12 Los Principios, 24 de julio de 1951, p. 3;         [ Links ] Boletín Oficial de la Acción Católica Argentina, 20 años de Acción Católica, 1931-1951, Buenos Aires, abril de 1951, p. 118.         [ Links ] Ver Juventud Obrera, número 19, diciembre de 1944; número 29, noviembre de 1945;         [ Links ] ZANATTA, Loris Perón y el mito de la nación católica.  Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo (1943-1946), Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 211.         [ Links ] Jorge Soneira afirma que dicho proyecto produjo la predisposición favorable de asesores y militantes de la JOC. SONEIRA, Abelardo "La Juventud Obrera Católica..., cit., p. 81.

13 Juventud Obrera, número 126, mayo de 1953.         [ Links ]

14 Juventud Obrera, número 4, agosto de 1943;         [ Links ] número 11, abril de 1944; número 14, julio de 1944. Zanatta sostiene que las medidas de rebaja de alquileres y la campaña para el abaratamiento de los productos de primera necesidad recibieron también el apoyo de la prensa católica, que avizoró en ella la iniciación de una política social cristiana. ZANATTA, Loris Perón y el mito..., cit., pp. 56-57.

15 Juventud Obrera, número 11, abril de 1944.         [ Links ]

16 Los Principios, 17 y 18 de septiembre de 1944, p.1;         [ Links ] Juventud Obrera, número 17, octubre de 1944.         [ Links ] Los pedidos de la JOC como el seguro social, la formación de menores, vacaciones pagas, la construcción de casas económicas y la fijación de alquileres de acuerdo al valor se asemejan a los postulados por la Confederación General del Trabajo (CGT), en un momento en que esta, por iniciativa de la STyP, ya colaboraba en la elaboración de la legislación laboral y social. PONT, Elena, Partido Laborista: estado y sindicatos, CEAL, Buenos Aires, 1984.         [ Links ] Ver también DEL CAMPO, Hugo Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Clacso, Buenos Aires, 1983, pp. 46-47.         [ Links ] Sin embargo, la motivación difería, puesto que a la JOC la inspiraba la intención de moralizar a las clases trabajadoras.

17 Juventud Obrera, número 19, diciembre de 1944.         [ Links ] El destacado me pertenece. También pudo haber influido en la apreciación la medida de la STyP en contra de la sindicación confesional, pese a que la JOC no hizo nada al respecto, como veremos luego.

18 Desde el número 13, de junio de 1944, el periódico empieza a informar de la intervención de la STyP y de los conflictos solucionados por su intermedio.

19 Juventud Obrera, número 11, abril de 1944.         [ Links ] Ver también Juventud Obrera, número 9, enero-febrero de 1944.         [ Links ]

20 ZANATTA, Loris Perón y el mito..., cit., p. 119.

21 Juventud Obrera, número 13, junio de 1944.         [ Links ] Ver discurso de Perón sobre el mutualismo en Los Principios, 6 de agosto de 1944, p. 1. Sobre la participación sindical de jocistas en organizaciones comunistas consúltese el caso de Mario Seijo en BOTTINELLI, Leandro, BISARO, Emiliano et al, "La JOC.  El retorno de Cristo Obrero" en MALLIMACI, Fortunato, DI STEFANO, Roberto (comps.) Religión e imaginario social, Manantial, Buenos Aires, 2001, p. 89.         [ Links ]

22 ZANATTA, Loris Perón y el mito..., cit., pp. 219 y 222.

23 Artículo de Avelino Caamaño en Juventud Obrera, número 15, agosto 1944.         [ Links ] No se menciona el origen de las palabras de Franceschi. Caimari sostiene que hacia 1945 este tenía una posición crítica ante la ley de sindicación promovida por Perón, pero que, ante la falta total de sindicación, optaba por el sindicato único. CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 107 y 351-352.

24 Actas de sesiones de la Comisión Directiva del Círculo Católico de Obreros de Córdoba, 15 y 22 de noviembre de 1944, 1 y 13 de diciembre de 1944, 4 de enero y 14 de marzo de 1945;         [ Links ] Revista Eclesiástica del Arzobispado de Córdoba y obispados sufragáneos, 1945, p. 224.         [ Links ] Esta polémica protagonizada por el Círculo de Córdoba es abordada en ZANATTA, Loris Perón y el mito..., cit., pp. 342-345.

25 Juventud Obrera, número 26, agosto de 1945;         [ Links ] DEL CAMPO, Hugo Sindicalismo y peronismo, cit., pp. 191 y 181.

26 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., p. 89. Llama la atención que en las actas de sesiones de la Comisión Directiva del Círculo de Obreros de Córdoba no se haga mención a dicho decreto, que significó el golpe de muerte a la sindicación católica.

27Juventud Obrera, número 33, mayo de 1946;         [ Links ] número 43, 1º de junio de 1947.

28 Juventud Obrera, número 29, noviembre de 1945, p. 2.         [ Links ] De acuerdo al artículo, como "resaca social", "carreras de idiotas", "almas malvadas". Cabe interpretar esta defensa en sentido político, en confrontación con las acusaciones de "maleantes y hampones", "elementos desclasados dirigidos por matones a sueldo" que tanto socialistas como comunistas hicieron de los participantes del 17 y 18 de octubre. Ver DEL CAMPO, Hugo Sindicalismo y peronismo..., cit., 230; Córdoba, 20 de octubre de 1945, p. 5;         [ Links ] Los Principios,  20 de octubre de 1945, p. 3.         [ Links ]

29 Juventud Obrera, número 29, noviembre de 1945.         [ Links ]

30 A nivel heurístico, el ultimo número de 1947 con el que se cuenta es de septiembre; luego se posee el periódico de diciembre de 1951 y algunos ejemplares de 1952 y 1953.

31 Artículo de La Dirección en Juventud Obrera, número 32, marzo-abril de 1946.         [ Links ] Las mayúsculas pertenecen al original.

32 DOYON, Louise, Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista 1943-1955, Siglo XXI, Buenos Aires, 2006, pp. 136-137.         [ Links ] Acerca de la posición de la CGT ver Fondo documental Perón, legajo 499, nota de noviembre de 1947 de la CGT enviada al presidente de la Nación, Juan Domingo Perón.

33 Juventud Obrera, número 43, 1º de febrero de 1947.         [ Links ] Sobre el apoyo del Estado a un movimiento obrero actualmente mejor organizado ver Juventud Obrera, número 35, julio de 1946;         [ Links ] número 46, 15 de marzo de 1947; número 125, enero de 1953.

34 Juventud Obrera, número 38, octubre de 1946;         [ Links ] número 39, noviembre de 1946; número 45, 1º de marzo de 1947; número 48, 15 de abril de 1947; número 55, 1º quincena de septiembre de 1947.

35 Juventud Obrera, número 35, julio de 1946;         [ Links ] 39, noviembre de 1946; número 40, diciembre de 1946; número 43, 1º de febrero de 1947; número 44, 15 de febrero de 1947; número 45, 1º de marzo de 1947.

36 Juventud Obrera, número 39, noviembre de 1946;         [ Links ] número 45, 1º de marzo de 1947.

37 Juventud Obrera, número 45, 1º de marzo de 1947.         [ Links ] Los jocistas estaban convencidos de haber contribuido con información sobre las actividades comunistas al "esclarecimiento del criterio presidencial". En el número siguiente, interpretaban el discurso del secretario de la CGT del 7 de marzo acerca de combatir a "las fuerzas oscuras y desorganizadoras que se infiltraban en los sindicatos" como un claro ataque al comunismo. Juventud Obrera, número 46, 15 de marzo de 1947.En referencia a la repercusión de la Declaración de los Derechos del Trabajador en el resto del catolicismo, se conoce que Franceschi la aprobó con reservas. BIANCHI, Susana Catolicismo y peronismo..., cit., p. 89; CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 351-352.

38 Juventud Obrera, número 38, octubre de 1946.

39 Los Principios, 15 y 22 de febrero de 1947, p. 5 y 4 respectivamente;         [ Links ] Juventud Obrera, número 39, noviembre de 1946;         [ Links ] número 41, 1º de enero de 1947; número 46, 15 de marzo de 1947, número 55, primera quincena de septiembre de 1947; Fondo documental Perón, legajo 499, nota de la CGT enviada al presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, de noviembre de 1947.

40 Juventud Obrera, número 40, diciembre de 1946.         [ Links ]

41 Juventud Obrera, número 43, 1º de febrero de 1947; número 46, 15 de marzo de 1947.  En el número siguiente propusieron adaptar el Estatuto de la Juventud Trabajadora, elaborado por la JOC internacional, para que los poderes públicos lo aplicaran en el territorio nacional.

42 Los Principios, 24 de julio de 1951, p. 3.         [ Links ]

43 Juventud Obrera, número 115, enero de 1952.         [ Links ] Cabe aclarar que dicho discurso presidencial tuvo la aprobación del diario católico de Buenos Aires El Pueblo, por la proposición, a su entender, de un proyecto de tipo organicista que integrara a todos. ZANATTA, Loris (exposición en curso de posgrado. San Miguel de Tucumán, 13 de mayo de 2008).

44 Los Principios, 24 de julio de 1951, p. 3; Boletín Oficial de la Acción Católica Argentina, 20 años de Acción Católica, 1931-1951, Buenos Aires, abril de 1951, p. 107.         [ Links ] Ya en el trienio 1946-1949 la ACA había abocado su plan de acción a la familia, temática que el Episcopado trató en una pastoral colectiva de febrero de 1952. Acción Católica Argentina, Acción Católica: Pasión y Servicio, Buenos Aires, 2006, p. 50;         [ Links ] Revista Eclesiástica del Arzobispado de Córdoba y Obispados sufragáneos, 1952, pp. 12-23;         [ Links ] La Voz del Interior, 15 de julio de 1947, p. 9.         [ Links ]

45 Los Principios, 24 de julio de 1951, p. 3. En este manifiesto además se apoyan los límites del gobierno a la libertad de conciencia, expresión y prensa, asociación y reunión. Cf. WALTER, Jane "Catolicismo, cultura y lealtad política: Córdoba, 1943-1955" en VIDAL Gardenia, VAGLIENTE Pablo (comps.) Por la señal de la cruz. Estudios sobre Iglesia Católica y sociedad en Córdoba, s XVII-XX, Ferreyra Editor, Córdoba, 2002. p. 290.         [ Links ] 

46 La defensa de la enseñanza religiosa en horario escolar constituía un tema recurrente en Juventud Obrera, pero desde mediados de 1946 cobró mayor centralidad. Al igual que otros grupos de laicos, como la ACA, la JOC participó de manifestaciones públicas y envió petitorios al Congreso.

47 Un análisis detallado de la construcción de la figura de Jesús en su faceta obrera y su adopción como ideal de vida jocista en BLANCO, Jessica"Componentes identitarios...", cit.

48 Al asumir como vicepresidente del país, declaraba tener tres títulos: soldado, patriota y "ser considerado el primer trabajador argentino". Los Principios, 9 de julio de 1944, p. 1         [ Links ]

49 Al respecto, ver los discursos navideños de Eva Perón desde 1948 a 1951 en CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 227-229. También PERÓN, Eva La razón de mi vida, Bureau Editor, Buenos Aires, 2008 [1951].         [ Links ] En los mensajes navideños de los años 1950 y 1951 la analogía se intensifica. Me parece interesante resaltar la elección que hace el peronismo de acentuar los giros hacia un cristianismo peronista precisamente durante la fiesta católica por excelencia. Por su parte, Cucchetti invierte la idea de Perón como un nuevo Cristo e identifica a Jesús como el primer justicialista, como un elemento de la apropiación peronista del simbolismo religioso. CUCCHETTI, Humberto Religión y política en Argentina y en Mendoza (1943-1955): lo religioso en el primer peronismo, Informe de Investigación nº 16, Ceil-Piette, Buenos Aires, 2005, p. 44.         [ Links ] Sin embargo, cabe aclarar que Perón habla del justicialismo como un cristianismo adaptado a las nuevas condiciones y no de Jesús como el primer justicialista.

50 Incluso en JO citan palabras de Perón en cuanto a que "los sindicatos no son comité" para afirmar que no era un auténtico obrero aquel que mezclaba la política en los asuntos sindicales. Juventud Obrera, número 41, 1º de enero de 1947.         [ Links ] La misma idea es sostenida por el entrevistado Antonio Tula al ser consultado sobre el accionar gremial. Cabe recordar la postura zigzagueante de Perón al respecto, pues cuando necesitó del compromiso político de los dirigentes sindicales suspendió esta especie de incompatibilidad. Al respecto, ver DOYON, Loiuse  Perón..., cit., pp. 225 y 228.

51 CUCCHETTI, Humberto Religión y política..., cit, p. 97.

52 Cito como ejemplo el encuentro de Perón con trescientos jóvenes obreros y obreras de la Capital Federal y los suburbios por el tema de la vivienda en abril de 1948: "Fue aquella una conversación de tú a tú, entre el Primer mandatario y ese grupo de Dirigentes obreros. Se habló de la posibilidad de reconquistar para la Iglesia a las masas trabajadoras..." Notas de Patoral Jocista, mayo-junio de 1948, p. 25.

53 CUCCHETTI, Humberto Religión y política..., cit., p. 16.

54 Juventud Obrera, número 119, junio de 1952.         [ Links ]

55 Juventud Obrera, número 119, junio de 1952. Ese año, la ACA lanzó una campaña de moralidad respecto al contenido de la radio, el cine y las publicaciones. De todos modos, cabe aclarar que los recaudos morales ante estos medios y por las formas de vestir y comportarse son una constante en JO.

56 Juventud Obrera, número 125, enero de 1953;         [ Links ] número 126, mayo de 1953.

57 Caimari afirma que los católicos decepcionados del peronismo comenzaron a retirarle su apoyo antes de 1952. Por las fuentes escritas (el periódico Juventud Obrera) y orales, no parece haber sido el caso de la mayoría de los militantes de la JOC.

58 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 275, 285 y 317.

59 Ver por ejemplo los discursos de Perón pronunciados en abril de 1953, y el 1 de mayo, 30 de septiembre, 17 de octubre y 10 de noviembre de 1954, en CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 283, 259, 284 y 250, respectivamente.

60 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., p. 301; GHIO, José María, La iglesia católica en la política argentina, Prometeo, Buenos Aires, 2007, p. 149.         [ Links ]

61 FARRELL, Gerardo Iglesia y pueblo en Argentina. Cien años de pastoral, Patria Grande, Buenos Aires, 1986 [1976], p. 110.         [ Links ]

62 Esta versión pertenece al sacerdote Hernán Benítez, confesor de Eva Perón, y es compartida por los entrevistados Dardo Alfaro, Efraín Guzmán y Oscar Morandini y por los católicos mendocinos entrevistados por Cucchetti. CUCCHETTI, Humberto Religión y política..., cit., pp. 21 y 71.

63 Testimonios de Francisco Pérez y Genaro Murúa, respectivamente. El destacado me pertenece. Es interesante aclarar que el segundo entrevistado compara el "ataque" de Perón hacia la Iglesia con la quema de su casa (la Iglesia) y la agresión física de un amigo hacia él (como integrante de la Iglesia) y hacia su madre (la Iglesia). El testimonio de Nélida Freite tomado por Cuchetti es similar: "[con la quema de Iglesias] Se ataca a la Iglesia, se atacan no sólo los templos sino muchas cosas. Se ataca la dignidad, se ataca la fe." . CUCCHETTI, Humberto Religión y política..., cit., p. 73.

64 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia..., cit., pp. 251-252.

65 TRAVERSO, Enzo "Historia y memoria..., cit., pp. 67-68.Ver también HALBWACHS, Maurice Los marcos sociales de la memoria, Anthropos, Madrid, 1925, p. 408.         [ Links ]

66 Testimonio del en ese momento sacerdote Quinto Cargnelutti, en CAPELLUPO, Rafael, 1955: "Revolución" en Córdoba. Crónica de una cruzada cívico militar polémica, El Emporio, Córdoba, 2005, cit., p. 197.         [ Links ]

67 Testimonios de Efraín Guzmán y Oscar Morandini, respectivamente. Los entrevistados Dardo Alfaro y Alfredo Di Pacce también mencionan a Borlenghi, Espejo y Teisaire.

68 Lo mismo que en 1973-1976 [sic] a Perón lo rodeó un grupo de gente indeseable, lo mismo en el '55" (testimonio de Alfredo Di Pacce). Acerca del entorno negativo, en el plano político partidario ya desde 1946 miembros del laborismo en Córdoba acusaban a la Unión Cívica Radical-Junta Renovadora de desnaturalizar la revolución de 1943 en la provincia. En 1953 Perón se hacía eco de este rumor sobre un círculo que no dejaba llegar la gente hacia él, y afirmaba su falsedad. La Voz del Interior, 18 de octubre de 1946, p. 7;         [ Links ] Los Principios, 9 de abril de 1953, p. 1.         [ Links ]

69 En un artículo del 4 de mayo de 1955, L'Oservattore Romano, en contestación a una idea de Vuletich sobre la separación entre Iglesia y Estado afirmaba que él no entendía latín pero sí la lengua eslava "por el tema marxista-leninista del opio del pueblo, que sirvió a los trabajadores de espaldas a la Catedral". VERBITSKY, Horacio, Cristo vence: la Iglesia en la Argentina. Un siglo de historia política (1884-1983), Tomo I, Sudamericana, Buenos Aires, 2007, p. 274.         [ Links ] Tanto el ex director de La Prensa, Alberto Gainza Paz, como el sacerdote Julio Meinvielle tildaban al peronismo de filocomunista y de nacionalismo marxista, respectivamente. Incluso Meinvielle mencionaba a Borlenghi y a Mendé como elementos filocomunistas del gobierno. VERBITSKY, Horacio, Cristo vence..., cit., pp. 299-300; Notas de Pastoral Jocista, marzo-abril 1956, p. 86. El mismo Perón acusó de la quema de las iglesias a elementos comunistas. Empero, el gobierno también era juzgado desde el arco ideológico contrario, como una especie de "nacional-socialismo criollo". Ver artículo de Miguel Viscovich en Notas de Pastoral Jocista, julio-agosto de 1956, p. 57. También sostuvieron la tesis de la infiltración en el gobierno el sacerdote y legislador peronista Virgilio Filipo y P. S. Marsal. MARSAL, P. S. Perón y la Iglesia, Rex, Buenos Aires, 1955; GARCÍA LOYDI, La Iglesia frente al peronsmo, C.I.C., Buenos Aires, 1956, citados en  FARRELL, Gerardo Iglesia y pueblo..., cit.,p. 111.

70 Testimonio de Francisco Angulo, cuya explicación coincide con la de analistas de filiación católico-peronista.

71 Coincido con Jane Walter en que la clase social constituyó un factor central para la adhesión o rechazo de los católicos hacia el peronismo, pero descarto la gravitación de la identidad organizacional (católica o peronista) para concretar aspiraciones individuales como otro de los factores explicativos. WALTER, Jane, "Catolicismo, cultura..., cit., pp. 307-308.

72 Una detallada crónica de los prolegómenos del golpe en CAPELLUPO, Rafael 1955: "Revolución" en Córdoba..., cit

73 BAZCKO, Bronislaw Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1999 [1984], p. 40.         [ Links ]

74 Zanatta menciona que en septiembre de 1943, durante la asamblea de la JOC en La Plata, la asociación ambicionaba ser, además de formadora de cuadros obreros católicos e instrumento de evangelización de la clase obrera, colaboradora del gobierno. ZANATTA, Loris Perón y el mito..., cit., p. 63.

Recibido con pedido de publicación el 16 de abril de 2012
Aceptado para su publicación el 2 de agosto de 2012
Versión definitiva recibida el 21 de agosto de 2012

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