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Prohistoria

On-line version ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.18  Rosario July./Dec. 2012

 

ARTÍCULOS

El Ejército Auxiliar del Perú y la gobernabilidad del interior, 1816-1820

Alejandro Morea

Universidad Nacional de Mar del Plata - CONICET
alemorea@hotmail.com


Resumen

Tras la derrota sufrida en los campos de Sipe- Sipe, el Ejército Auxiliar del Perú se traslado hasta la ciudad de San Miguel de Tucumán donde estuvo acantonado la mayor parte del tiempo entre 1816 y 1819. Su permanencia en esta ciudad coincidió con una serie de conflictos políticos y militares que tuvieron lugar en La Rioja, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca en los cuales este ejército tuvo activa participación. A partir de la documentación existente en el Archivo General de la Nación intentaremos demostrar como el Ejército Auxiliar del Perú resultó fundamental para asegurar la subordinación de estos territorios al poder central, y como su accionar fue clave en el mantenimiento de la gobernabilidad en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata en este período.

Palabras Clave: Ejército; Política; Gobierno central; Provincias; Autoridad

Abstract

After the defeat in the fields of Sipe- Sipe, the Auxiliary Army of Perú moved to the San Miguel of Tucumán city were it was stationed most of the time between 1816 and 1819. The permanence of the army in this city coincided with a series of political and militar conflicts in La Rioja, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero and Catamarca in wich took and active part. We will tray to demonstrate how the Auxiliary Army of Perú was crucial to ensure the subordination of this territories to the central power and how his actions were important in the maintaining of the governance inside of the Provincias Unidas del Río de la Plata, using the documentation that exist in the Archivo General de la Nación.

Key Words: Army; Policy; Central goverment; Provinces-authority


Introducción

El itinerario seguido por el Ejército Auxiliar del Perú tras la derrota sufrida en los campos de Sipe- Sipe en 1815 nos llevó a preguntarnos acerca de lo ocurrido a partir de ese momento con la que, desde 1810, había sido la principal fuerza militar de la revolución. En este contexto no es posible separar los acontecimientos militares del proceso político. Interrogarnos acerca de lo ocurrido con este ejército, nos impulsó a tratar de entender de que forma, las disputas políticas y las dificultades experimentadas por el poder central para asegurar la gobernabilidad en las jurisdicciones del interior de las Provincias Unidas, influyeron en los destinos del Ejército Auxiliar del Perú y su actuación militar a partir de 1816.

La historiografía argentina tradicionalmente ha señalado que el objetivo  principal del Ejército Auxiliar del Perú fue asegurar la elección de representantes de los Pueblos del interior para la Junta de Gobierno que se había conformado en Buenos Aires y para combatir a los realistas.1 En un trabajo anterior hemos planteado nuestras objeciones a esta interpretación pero creemos necesario retomar esta cuestión.2 Estamos convencidos de que esta forma de razonar entorpece el análisis sobre cuales fueron efectivamente los objetivos del Ejército Auxiliar del Perú entre 1810 y 1820. En primer lugar, porque es complicado hablar de guerra contra los realistas en los primeros años de las llamadas Guerras de Independencia. Como recientemente ha vuelto a poner en discusión Raúl Fradkin, es difícil no definir lo ocurrido en el Río de la Plata y sobre todo hasta 1814, como una guerra civil.3 El componente mayormente americano de las tropas de ambos bandos habilita esta idea y el que ambos ejércitos combatieran en nombre de Fernando VII lo refuerza. No obstante, está claro que más allá de esta cuestión, existió un enfrentamiento entre los partidarios de la regencia y aquellos que desconocían a estas autoridades y posteriormente entre las fuerzas de Fernando VII y las de las Provincias Unidas del Río de la Plata que terminará con la Independencia de estos territorios de la corona española.

En este contexto, preguntarnos acerca del rol que cumplió el Ejército Auxiliar del Perú a partir de 1816 en la política de las Provincias Unidas del Río de la Plata resulta fundamental. Por fuera de lo sostenido por del discurso historiográfico más clásico, y de lo dicho por algunos de los mismos actores del proceso histórico estudiado a través de sus memorias y autobiografías, creemos que los objetivos del Ejército Auxiliar del Perú fueron mucho más amplios que el combate a las fuerzas realistas, cuestión que se hace evidente cuando extendemos la mirada hasta 1820. Sin embargo, para poder dar cuenta de esto, es necesario que hagamos un repaso integral del recorrido de este ejército desde su partida de Buenos Aires en 1810, hasta el motín de Arequito que lo sustrajo de la obediencia al poder central. Como así también ver la influencia ejercida por la coyuntura política abierta con la reunión del Congreso en 1816. Esta permite observar las relaciones entre el poder político central y los jefes del Ejército Auxiliar del Perú marcando los cambios o variaciones en el propósito principal de esta fuerza miliar.

Para desarrollar este objetivo, hemos dividido nuestra propuesta en tres apartados diferentes. En el primero de ellos intentaremos analizar, de forma breve, cual ha sido la forma más clásica de analizar lo ocurrido con este ejército y además daremos cuenta del recorrido del mismo desde 1810 hasta 1815. En un segundo momento centraremos nuestra atención en lo ocurrido con este ejército a partir de la llegada de Juan Martín de Pueyrredón al cargo de Director Supremo y el cambio de estrategia militar implementado durante su gestión, y por lo tanto, el rol que le cupo al Ejército Auxiliar del Perú en este nuevo marco. La reconstrucción de lo acontecido con este ejército dentro de este cuadro nos permitirá plantear nuestra hipótesis sobre los objetivos y roles que cumplió esta fuerza durante las guerras de independencia tanto en el combate a los realistas como en el enfrentamiento del poder central con las disidencias internas. Finalmente, en la tercera parte indagaremos sobre lo sucedido en la posta de Arequito en enero de 1820, la influencia del contexto político en ese acontecimiento y sus repercusiones en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

  1. El Ejército Auxiliar del Perú entre Cabeza de Tigre y Sipe- Sipe

Tradicionalmente, el accionar del Ejército Auxiliar del Perú ha sido analizado en función de los comandantes que estuvieron a cargo de conducir esta fuerza en sus fracasados intentos por controlar el Alto Perú. A raíz de esto, su actuación puede ser dividida en tres momentos. Durante el primero, de 1810 a 1812, la  responsabilidad de la conducción recayó principalmente sobre la figuras de Ortiz de Ocampo, Castelli y González Balcarce. En un segundo momento, entre 1812 y 1814, el encargado de conducir al ejército fue Manuel Belgrano; y finalmente una tercera campaña a cargo de José Rondeau entre los años 1814 y 1816. Generalmente, el último período, nuevamente bajo la conducción de Belgrano y Fernández de la Cruz entre 1816 y 1820, queda relegado en el relato ya que en esta última etapa este ejército pareciera perder su sentido primigenio de avanzar sobre el Alto Perú.

En los tres primeros momentos, el Ejército Auxiliar del Perú tuvo como principal teatro de operaciones las provincias que actualmente conforman el noroeste del Estado Argentino y los Departamentos del sur del actual estado boliviano que para 1810 formaban parte del Virreinato del Río de la Plata y lindaban con el Virreinato del Perú. Esta región, generalmente designada como el Alto Perú, era lo bastante amplia como para que en la práctica, el Ejército Auxiliar en raras ocasiones llegara a controlar los territorios y ciudades comprendidos entre la quebrada de Humahuaca y el Río Desaguadero, límite natural entre ambos virreinatos. Su radio de acción osciló entre las ciudades de Salta y Tucumán dentro de los territorios realmente controlados por los gobiernos instalados en Buenos Aires y Potosí y Cochabamba, ciudades que periódicamente quedaban bajo el control de las autoridades de la corona, y que en varias ocasiones fueron ocupadas por las tropas porteñas.

Salvo por la momentánea resistencia por parte de las autoridades de Córdoba, en esos primeros años este ejército se vio dedicado en combatir contra las fuerzas que respondían a las autoridades del virreinato del Perú. Fue el denominado Ejército de Lima el encargado de detener primero, y luego contrarrestar el avance de las fuerzas de la Junta instalada en Buenos Aires. El Virrey Abascal, no solo dispuso que los territorios comprendidos en la Jurisdicción de la Audiencia de Charcas, lo que incluía a Potosí y su producción argentífera, quedaran nuevamente bajo su jurisdicción sino que trató de asegurar el control sobre esas regiones enfrentando a las distintas guerrillas que se fueron conformando en el Alto Perú.4 Inclusive, tras el triunfo obtenido en Huaqui instó a sus comandantes para que avanzaran sobre el territorio controlado por el gobierno de Buenos Aires.

Si observamos los enfrentamientos que pusieron en juego el control por parte de Buenos Aires del territorio de su jurisdicción podemos mencionar una serie de batallas que fueron dibujando circunstancialmente, los limites del espacio controlado por el poder central. Durante el primer avance sobre el Alto Perú, a cargo de Juan José Castelli y Antonio González Balcarce, las batallas de Santiago de Cotagaita (27 de octubre de 1810), Suipacha (7 de noviembre de 1810),  Huaqui (20 de junio de 1811) y Nazareno (12 de enero de 1812) marcaron las dificultades que se iban a enfrentar para controlar las zonas situadas al norte de Jujuy.

Durante la conducción de Manuel Belgrano, hubieron dos enfrentamientos que aseguraron la supervivencia del proceso revolucionario iniciado en Buenos Aires. La primera fue la batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y la segunda la de Salta (20 de febrero de 1813). Por otro lado, las dos derrotas que van a marcar el segundo abandono del Alto Perú en manos realistas: Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813) y un nuevo retroceso hasta San Miguel de Tucumán.

Del tercer intento podemos citar los encuentros producidos entre las armas del Ejército Auxiliar del Perú y las fuerza realistas durante la conducción de José Rondeau en Puesto del Marqués (14 de abril de 1815), Venta y Media (20 de octubre de 1815) y Sipe- Sipe (29 de noviembre de 1815) y el repliegue nuevamente hasta Tucumán tras ser derrotados en esta última batalla.

Esta larga enumeración de las acciones bélicas en las que se vio comprometido este ejército entre 1810 y 1815 nos resulta necesaria para hacer el contrapunto con lo ocurrido en los años siguientes. A partir de la derrota de Sipe- Sipe, el Ejército Auxiliar del Perú abandonó lo que habían sido los territorios más al norte del viejo virreinato y su retroceso lo llevó hasta la ciudad de Tucumán donde permaneció acantonado entre 1816 y 1819.5 Desde ese momento no volvió a comprometerse en ninguna acción ofensiva de largo alcance sobre el Alto Perú y restringió su teatro de operaciones al territorio controlado por el poder central. Esto no quiere decir que haya permanecido inactivo, todo lo contrario. En estos tres años, fracciones de este ejército actuaron en la frontera entre las actuales provincias de Córdoba y Santa Fe, en la ciudad de Santiago del Estero, en la ciudad de La Rioja, llegando en algunas ocasiones, a desplazarse hasta las inmediaciones de la provincia de Buenos Aires. En estas acciones claramente los adversarios ya no fueron las tropas del Rey, sino aquellos que desde el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata cuestionaban la forma en que eran conducidos los asuntos políticos tanto a nivel general como local.

A partir de 1816, esta fuerza se tornó fundamental en el sostenimiento de las autoridades designadas por el poder central en el interior de las Provincias Unidas. Como ha dicho Halperín Donghi, la nueva estrategia militar implementada a partir de 1816 al liberar al Ejército Auxiliar del Perú de su cometido en la guerra contra las fuerzas de Lima, le permitió desempeñar funciones de custodia del orden político interno.6 Manuel Belgrano fue el elegido para reconstruir la capacidad operativa del ejército en base a los recursos regionales a su alcance y conducirlo en esta nueva etapa. Una síntesis de los cambios operados podemos encontrarla en las memorias de José María Paz:

"...El ejército se conservaba estacionario en Tucumán, sin que se hablase siquiera de la probabilidad de abrir campaña en el Perú, ni aun podía decirse que su posición era defensiva, por cuanto estando cubierto por la extensa y belicosa provincia de Salta, era en ella que se estrellaban los esfuerzo impotentes de los españoles..."7

  1. Pueyrredón, el Ejército Auxiliar del Perú y el cambio de estrategia militar

En el cambio de escenario y de adversarios del Ejército Auxiliar del Perú es posible distinguir dos planos diferentes que influyeron a la hora de disponer sobre el futuro de esa fuerza. Por un lado, la decisión de las nuevas autoridades de implementar una estrategia militar diferente a la seguida hasta ese momento para enfrentar a los realistas. Por otro, el contexto de convulsión política hacia adentro de las Provincias Unidas al momento de la llegada de Pueyrredón al cargo de Director.  

¿En que consistió este cambio de los planes militares? Básicamente, a partir de 1816, el poder central destinó todos los recursos materiales y hombres a su alcance para fortalecer al Ejército de los Andes que al mando de San Martín, tenía como objetivo cruzar la cordillera para atacar a las fuerzas realistas que controlaban la Capitanía General de Chile, para luego avanzar hacia el Virreinato del Perú por mar. Esta estrategia contemplaba abandonar los intentos por derrotar a las fuerzas de Lima a través del camino del Alto Perú. La decisión estaba sustentada en el análisis que había realizado San Martín sobre las dificultades que había encontrado ese ejército en las tres campañas anteriores para logar ventajas significativas en el plano militar. En el Alto Perú se decidió por una estrategia defensiva sustentada en las fuerzas de la Vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú y en los modestos recursos que podía movilizar la provincia de Salta.8 La mayor parte de esta tropa se encontraba en esa provincia al mando de su Gobernador, Martín Güemes. Este oficial del ejército fue el comandante de la Vanguardia del Ejército Auxiliar desde 1814 y nominalmente reconoció la autoridad de Manuel Belgrano como General en Jefe y de las autoridades instaladas en la capital de las Provincias Unidas del Río de la Plata aunque tuvo un grado importante de autonomía en la toma de decisiones.9

A partir de este momento el Ejército Auxiliar del Perú quedó formalmente desdoblado en dos ya que los cuerpos veteranos, el núcleo duro de este ejército que había sido derrotado en Sipe- Sipe, tuvo a Tucumán como base permanente mientras la Vanguardia se estacionó en Salta. En algún punto, no es de extrañar que Pueyrredón se inclinara por la propuesta de San Martín. Tras la última campaña en el Alto Perú la capacidad operativa del Ejército Auxiliar había quedado comprometida producto de las grandes bajas sufridas, el gran número de desertores, la pérdida de material bélico y sobre todo porque la instrucción y la disciplina se habían relajado con la conducción de Rondeau. Cualquier tipo de acción ofensiva en estas condiciones no hubiera sido posible. No obstante, este ejército siguió teniendo un rol importante para los intereses políticos del Directorio y en esto el contexto político y la evaluación militar de San Martín fueron de vital importancia.

La reunión de un Congreso General Constituyente fue un paso importante para lograr cierta cohesión entre las distintas provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero la realidad es que, en sí misma, la decisión de impulsar su reunión en Tucumán no bastó para que las disputas y diferencias quedaran completamente a un costado. Con esto, no sólo nos referimos a la ausencia de los representantes de las provincias del Litoral sino también, a que mientras éste sesionaba, se comenzaron a experimentar una serie de movimientos e intentos de rebeliones contra las autoridades constituidas en algunas de las provincias que participaban del Congreso. En la mayoría de estas situaciones el Ejército Auxiliar del Perú participó activamente a través del envío de oficiales para que actuaran como mediadores e incluso con tropas para intervenir militarmente.

¿Fin de la revolución, principio al orden? El Ejército Auxiliar del Perú y su rol "pacificador"

Luego del inicio de las sesiones del Congreso reunido en San Miguel de Tucumán, se experimentaron las primeras convulsiones que obligaron a las autoridades a recurrir al Ejército Auxiliar del Perú mantener el orden.

En la segunda quincena del mes de abril de 1816, se produjo en La Rioja, un levantamiento en contra del Gobernador Brizuela y Doria, quien contaba con el apoyo del nuevo Director Supremo Pueyrredón. Entre los sublevados encontramos a las familias Villafañe y Ocampo quienes obtuvieron el apoyo del capitán de ejército José Caparros que se encontraba en la región reclutando tropas para el Directorio.10 Los sublevados habrían sido sustentados también por el Gobernador artiguista de Córdoba, Javier Díaz.11 Para recuperar el control de la situación y luego de escuchar el informe del diputado por La Rioja el doctor Castro Barros, miembro de la facción depuesta, el Congreso decidió enviar al teniente coronel Alejandro Heredia, integrante del Regimiento de Dragones de la Nación del Ejército Auxiliar del Perú, con la fuerza necesaria para hacerse obedecer. La situación se resolvió con la reposición de Brizuela en la gobernación y la partida de Villafañe al exilio. Esta primera actuación del Ejército como restaurador del orden en La Rioja fue un adelanto de lo que ocurrirá poco después.12

Casi al mismo tiempo que se producía esta situación en La Rioja, Manuel Belgrano tuvo que enviar a Francisco Sayós al mando de una partida de Granaderos de Infantería a sostener al nuevo gobernador de Córdoba, Ambrosio Funes, ante las incursiones del artiguista Juan Pablo Pérez Bulnes. Luego de superados los contratiempos producidos por Bulnes, Sayos y sus subordinados permanecieron en la ciudad de Córdoba como garantes del orden.13

Siguiendo en este orden de cosas, uno de los episodios que más ha trascendido en la historiografía por su importancia y por las consecuencias del mismo, fue lo ocurrido con el levantamiento de Borges en Santiago del Estero. Lo acontecido en esta jurisdicción nos permite tener una real dimensión del cambio de rumbo ocurrido en el ejército. La importancia otorgada por las autoridades a este hecho se traduce en distinciones para los integrantes del cabildo de Santiago del Estero que se mantuvieron obedientes a las autoridades nombradas por el Directorio y los premios concedidos  a la tropa y oficiales que intervinieron para restablecer el orden.14

El 10 de diciembre de 1816, el Coronel retirado, Juan Francisco Borges realiza un movimiento de hombres en contra del gobernador designado para Santiago del Estero, el sargento mayor Gabiño Ibáñez, y lo desplaza del poder.15 Su gobierno fue breve ya que el 18 de diciembre, Belgrano comunica al Director que el 16 de diciembre, el teniente coronel de Húsares de Tucumán, Aráoz de Lamadrid, se hallaba en Loreto listo para intervenir y liberar a Gabino Ibáñez tras haber salido el 11 al mando de 50 hombres de su escuadrón.16 Sin embargo, ante la resistencia que oponen Borges y sus subalternos Gonzebat y Lugones quienes reclutan hombres en la campaña de Santiago del Estero, el General Belgrano movilizó un contingente mayor de tropas:

"...A consecuencia de habérseme dado noticia de que el insurgente Borges reunía mucha gente para asegurar el primer golpe, dispuse la salida del coronel Dn. Juan Bautista Bustos con doscientos hombres de infantería dos piezas de artillería con su respectiva dotación y cincuenta dragones más, a fin de que reunidos cerca de cien  hombres más de Húsares que se hallaban en jurisdicción de Santiago al mando de su comandante D. Gregorio Araoz Lamadrid, causasen todo el respeto que convenía a evitar la efusión de sangre y conseguir el restablecimiento del orden y obediencia a las Autoridades que aquel cabeza había perturbado..."17

La situación finalmente se resolvió con la dispersión de las tropas de los rebeldes y la captura de Borges, Lugones y Gonzebat. El primero fue quien cargó con toda la responsabilidad de lo ocurrido y fue fusilado por Bustos en la estancia Santo Domingo por órdenes de Belgrano.18 Lugones y Gonzebat, oficiales del Ejército Auxiliar del Perú perderán sus jerarquías de oficiales pero continuaran sirviendo en el ejército.19

La conflictividad política en esta región parece haberse distendido para 1817 ya que no registramos en ese año la intervención del Ejército Auxiliar del Perú en conflictos como los señalados anteriormente. La tranquilidad relativa le permitió a Belgrano destinar una fracción de las fuerzas de ese ejército al mando de Lamadrid para que realizara una expedición militar sobre la retaguardia del Ejército de Lima y liberara, al menos por un tiempo, a las guerrillas alto peruanas y a las fuerzas salteñas de la presión a la que estaban siendo sometidas por las fuerzas españolas. Sin embargo, para fines de 1818 la situación política en el litoral volvió a tornarse compleja y parte de las fuerzas del Ejército Auxiliar del Perú se vieron nuevamente involucradas en el mantenimiento del control por parte del Directorio de las provincias del interior. Recordemos que en estos años el enfrentamiento con la provincia de Santa Fe y los partidarios de Artigas se agudizó.

En este contexto, las intervenciones del Ejército Auxiliar vinieron de la mano de las fuerzas al mando del coronel Juan Bautistas Bustos en la frontera entre Córdoba y Santa Fe entre 1818 y 1819. En esos años esta pequeña fuerza militar integrada por infantería y caballería tuvo como objetivo limitar el accionar de las partidas de hombres que respondían al gobernador Estanislao López que incursionaban en la campaña cordobesa y alteraban la paz. A diferencia de las situaciones anteriores, el accionar de Bustos no pretendió recomponer o reinstalar a un gobernador desplazado, sino disuadir y evitar con su presencia en la zona, posibles intentos de cambiar el orden político de la ciudad mediterránea. Los combates que tuvieron lugar en las cercanías del fuerte de El Tío y en la localidad de La Herradura son muestra de que su presencia no fue en vano. Las victorias de Bustos en ambos enfrentamientos aseguraron al Directorio el control sobre una región clave para las comunicaciones entre la capital y las provincias.   

Si nos limitamos solo a dar cuenta de las batallas y acciones de guerra contra las fuerzas que genéricamente podemos definir como realistas, quedan por fuera de nuestro análisis estas acciones emprendidas contra aquellos que, desde el corazón mismo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, discutían cuestiones relativas a la organización política de ese nuevo estado en formación. En este sentido, la clásica periodización sobre la actuación del Ejército Auxiliar del Perú centrada en los tres intentos por controlar el Alto Perú no permite analizar aquellas situaciones de combate que no coinciden con la interpretación vinculada solo al accionar de este ejército en la guerra contra los realistas. Descentrar el foco de atención de la adhesión o no a la regencia primero y del Rey después, nos permite tener un cuadro más amplio de lo ocurrido con este ejército ya que de esta forma podemos incluir estos conflictos que nos estaban quedando por fuera del análisis.

A nuestro entender, el Ejército Auxiliar del Perú tuvo un único objetivo político y militar en sus casi diez años de existencia: asegurar la subordinación del Alto Perú y de las Gobernaciones de Córdoba, Tucumán y Salta a los gobiernos instalados en la ex capital virreinal. De esta forma, la resistencia de las autoridades de Córdoba en 1810, la batalla de Sipe- Sipe en 1815 contra las fuerzas del Virrey del Perú o lo ocurrido en Santiago del Estero en 1817 con el levantamiento de Borges forman parte de un mismo objetivo, la de mantener la autoridad porteña sobre las jurisdicciones que formaban el virreinato del Río de la Plata hasta 1810.

A diferencia de lo ocurrido con otras de las fuerzas militares conformadas por el gobierno revolucionario en este período, el Ejército Auxiliar del Perú tuvo más de una función.20 En primer lugar, el combate a las fuerzas partidarias del Rey en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Alto Perú y posteriormente, hacer frente a las disidencias políticas surgidas en las provincias de La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero. Sin embargo, estas dos funciones desempeñadas durante las Guerras de Independencia pueden ser englobadas dentro de un objetivo más general que tiene que ver con asegurar la subordinación del los territorios del interior de las Provincias Unidas a las autoridades centrales. A medida que las ideas independentistas fueron cobrando fuerza, el combate con las fuerzas realistas fue ocupándolo todo, y llevó a muchos a plantear que el rol jugado por el Ejército Auxiliar como garante del orden interno fue un alejamiento del objetivo de combatir a las tropas españolas. Sin embargo, ambas cosas, la guerra al realista y a los disidentes internos, son dos caras de una misma moneda: el intento de asegurar la autoridad del gobierno central sobre el Alto Perú y el interior. No podemos dejar de señalar que a partir de 1816 mientras este ejército luchó por mantener el orden interno, las tropas de Martín Güemes continuaron con su lucha contra el Ejército de Lima.

Esta idea cobra fuerza cuando podemos ver que detrás de las intervenciones del Ejército Auxiliar a partir de 1816 y de las decisiones tomadas por su comandante en Jefe, es posible advertir cómo el gobierno central se valió de esta fuerza militar para imponer su autoridad como antes lo había intentado en el Alto Perú. Las instrucciones, las órdenes y directivas emanadas desde el poder central y aquellas tomadas por Belgrano, nos permiten observar como funcionaba en la práctica el intento de sujetar el interior a la autoridad del Directorio a partir del Ejército Auxiliar del Perú.

El gobierno central y su influencia en el accionar del Ejército Auxiliar

Para poder avanzar en nuestra hipótesis, es necesario que repasemos los hechos a los que ya hicimos mención y en los que sustentamos nuestro planteo, y ver de qué forma las autoridades centrales se apoyaron en el Ejército Auxiliar del Perú para sustentar su autoridad.

Cuando se suscitó el conflicto en La Rioja, el que aparece en los documentos intentando resolver la situación es el Congreso Constituyente que se encontraba sesionando en Tucumán. Fueron los congresales los que enviaron al Teniente Coronel del Regimiento de Dragones Alejandro Heredia con fuerza a su mando para reestablecer el orden en esa región.21 Hay algunos factores que nos permiten explicar por que fueron los diputados los que dieron la orden y no el Director Supremo. En primer lugar, el movimiento que culminó con la separación del Teniente Gobernador Brisuela y Doria y su reemplazo por Javier Villafañe se produjo el 14 de abril de 1816 y Juan Martín de Pueyrredón recién fue elegido el 3 de mayo de ese año para ocupar el cargo de Director. Por lo tanto, fue el Congreso quien tuvo que decidir el mejor curso de acción para resolver el problema suscitado. A raíz de la intervención del diputado de La Rioja, el presbítero Castro Barros, quien respondía a la facción desplazada del gobierno en La Rioja, se publicó en el Nº 3 del "Redactor de Congreso" un descargo en contra de lo ocurrido. También incentivó a que se tomaran medidas para revertir lo sucedido como dejan traslucir los reclamos de Caparrós en una carta dirigida al mismo Congreso el 20 de julio de 1816 en que pide la reivindicación de su figura.22

De la documentación se desprende, entonces, que fue el Congreso quien autorizó la partida del teniente coronel Heredia y que a partir del nombramiento de Juan Martín de Pueyrredón, fue el nuevo Director Supremo quien se ocupó de encontrar una resolución favorable a los intereses de las Provincias Unidas del Río de la Plata: "...Habiéndome puesto la rebelión de la Rioja en la inevitable necesidad de su pronta sofocación, tomo actualmente las medidas más activas, y eficaces a este fin..."23 Sin embargo, lo que nos interesa resaltar, es que ambos poderes se valieron del Ejército Auxiliar del Perú para imponer su autoridad y reinstalar a Brizuela y Doria en el cargo.24

La disidencia de la provincia de Santa Fe, y las dificultades que encontró el Directorio para lograr que esa provincia quedara bajo autoridades leales a su mando y lejos del proyecto liderado por Artigas, llevó al poder central a intentar una acción sobre esta provincia en 1818. Para eso se conformó el Ejército de Observación en la Capital y se pidió colaboración al Ejército Auxiliar del Perú. En este marco, Juan Bautista Bustos, fue movilizado desde Tucumán hacia Córdoba con parte de su Regimiento Nº 2 para impedir la expansión de la disidencia artiguista en territorio cordobés como había ocurrido en 1816. Como resultado de ese movimiento, en noviembre se produjo el combate en Fraile Muerto, cerca de la capital de la provincia de Córdoba, del que ya hicimos mención.

En este contexto, el 19 de diciembre de 1818, el Gobierno solicitó al general en jefe del Ejército Auxiliar del Perú que destine una fuerza de 300 hombres de caballería para la provincia de Córdoba reforzando la posición de las fuerzas al mando de Bustos en reemplazo de las milicias de caballería de dicha provincia que habían sido licenciadas para ocuparse de la cosecha.25 Este auxilio permitió a Bustos rechazar nuevamente a López en el combate de La Herradura que tuvo lugar el 18 de febrero de 1819.26

El accionar del Ejército Auxiliar del Perú no terminó ahí. El 16 de febrero de 1819 Belgrano informa al Gobierno que la primera división del ejército al mando del coronel Zelaya, estaba en camino a Río Seco provincia Córdoba, y que el resto de su fuerza comenzaría a moverse en pocos días en cumplimiento de las órdenes recibidas desde el Gobierno que contemplaban una acción general contra Santa Fe.27 La reunión del grueso del ejército con las fuerzas de Bustos se produjo en el mes de marzo y juntas comenzaron el avance hacia Santa Fe. Sin embargo el Ejército Auxiliar del Perú retornó a su posición en Tucumán tras el armisticio que resultó pactado entre las tropas de Viamonte, al mando del Ejército de Observación y las de López.

Los enfrentamientos de Bustos con las tropas de Santa Fe refuerzan el planteo de lo dificultoso que resultó para el poder central controlar la situación política en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata y lo importante que resultaba esta fueraza para el sostenimiento de su autoridad. El accionar de Bustos estuvo enfocado en lograr la tranquilidad de la provincia de Córdoba y su permanencia dentro de la órbita del Directorio y en este punto lo ocurrido no difiere de las situaciones suscitadas en años previos en Santiago del Estero, La Rioja o la misma Córdoba. A su vez, estos enfrentamientos de la fuerza comandada por Bustos también sirvieron para marcar los límites de la actuación de este ejército. Las dificultades que va a encontrar el general de la Cruz, sucesor de Belgrano, para hacer cumplir las órdenes del Directorio a fines de 1819, y para involucrar ahora sí, de manera abierta, al Ejército Auxiliar del Perú en el enfrentamiento con las tropas de López y Ramírez, en la región litoral de las Provincias Unidas del Río de la Plata, nos permitieron visualizar ese límite, y quizás plantear la idea de la existencia de "un espacio regional específico" para la actuación de este ejército.

De la mano de las intervenciones del Ejército Auxiliar del Perú en estos conflictos políticos también es posible ver como progresivamente el gobierno central fue delegando atribuciones y poderes en Manuel Belgrano para legitimar el accionar de esta fuerza militar y para que actuara como una autoridad supra provincial, lo que además puede reforzar el planteo de la existencia de una región político- militar para a la actuación de esta ejército

La construcción de la legitimidad interventora y la búsqueda de la gobernabilidad en el interior

Más allá de que no resulte extraño que las autoridades hayan apelado al Ejército Auxiliar para zanjar disputas políticas en las provincias del interior por una cuestión de cercanía, la documentación del periodo también nos está indicando que el Congreso que se encontraba sesionando en Tucumán y el Director Supremo hicieron un esfuerzo importante por dotar al comandante del Ejército Auxiliar del Perú de los instrumentos legales necesarios para que su accionar no fuera solo una respuesta a la coyuntura. Las atribuciones y prerrogativas recibidas por Manuel Belgrano entre 1816 y 1819 legitimaron su intervención y participación de los conflictos políticos, desde su cargo de General en Jefe, que tuvieron lugar en las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Tucumán y Catamarca, quedando la provincia de Salta exenta de las intervenciones del Ejército Auxiliar del Perú.28 Esta idea toma fuerza a partir de la carta que dirige Manuel Belgrano a Juan Martín de Pueyrredón, el nuevo Director Supremo, sobre las facultades conferidas para intervenir en Córdoba:

"...Quedo entendido haber aprobado V.E. las facultades que se dignó conferirme el Soberano Congreso p.a que proceda en la Provincia y Ciudad de Córdoba hasta el completo restablecimiento del orden y tranquilidad como (...) al  Supremo Poder Executivo, aprobando igualmente mi disposición con respecto ala traslacion a este punto del Xeje insurgente y demás reos aprehendidos en la acción del 8 según me avisa  x orden de V. E. la Secretaría del Departamento de la Guerra en 2 del corriente..."29

La documentación nos permite ver algunas de las decisiones que tomó Belgrano en el marco de estas atribuciones. Aunque Juan Pablo Pérez Bulnes había sido derrotado y puesto en prisión, Belgrano no creyó que la situación se había solucionado completamente por lo que dispuso que los escuadrones de Granaderos de Infantería al mando del sargento mayor Francisco Sayos que habían apoyado al Gobernador Ambrosio Funes, se mantuvieran en la ciudad y provincia de Córdoba a las órdenes de dicho gobernador hasta nuevo aviso.30 Esta decisión de Belgrano es de importancia en función de ver el alcance que tuvieron esas facultades otorgadas por el Congreso, y no por su trascendencia en el control de las montoneras que azolaban Córdoba.31

Si nos detenemos en la orden de Manuel Belgrano podemos detectar que con esta resolución se fijaba el destino de un regimiento que hasta ese momento no pertenecía al Ejército Auxiliar del Perú y que tampoco lo hará en el futuro, por lo que no estaban estrictamente bajo su jefatura. Sin embargo, esto no fue un impedimento, y los Granaderos de Infantería al mando de Sayos, que estaban en la zona reclutando hombres para completar un segundo batallón para este regimiento, a partir del momento en que recibieron la orden de actuar contra Pérez Bulnes, quedaron sujetos a la autoridad del Gobernador de Córdoba por disposición de Belgrano.

En este sentido, hay que recordar que Belgrano además de estas atribuciones puntuales conferidas por el Congreso para intervenir en Córdoba, había sido nombrado Capitán General. El otorgamiento del grado de Capitán General contemplaba la subordinación, en lo estrictamente militar (reclutamiento y provisión de las tropas, funciones judiciales, nombramientos, etc.) de los territorios alcanzados por su autoridad.32 Por esta razón, Belgrano tenía libertad para intervenir en asuntos militares en las gobernaciones de Córdoba y Tucumán si lo creía necesario, así como también por órdenes del gobierno. Entonces, la directiva para que Sayos permanezca en Córdoba, hay que incluirla entre sus prerrogativas. No obstante, la intervención del Ejército Auxiliar en Córdoba, trascendía lo ocurrido con Sayos y sus hombres.

La tensión política entre el Directorio y el Proyecto de los Pueblo Libres comandado por José Artigas a fines de 1818 fue motivo de la correspondencia entre Manuel Belgrano y el Director Supremo Pueyrredón y nos permite ver en que otros planos funcionaban esas atribuciones de Capitán General que ostentaba Belgrano:

"...Detestando como es demasiadamente justo la abominable e insolente perfidia de Dn José Axrtigas en haber declarado la guerra a esa Capital y presintiendo que apuxaría sus conatos para multiplicarse (...) he tomado las providencias que hé cxeido oportunas ala impenetrabilidad de sus perniciosos intentos por toda la comprehensión de esta Capitanía General, como me lo previene V. E. en Suprema orden de 27 de diciembre..."33

Belgrano ya había recibido, en octubre de 1812 por parte del Primer Triunvirato, la atribución de otorgar grados militares y de premiar y castigar oficiales por su comportamiento en las tropas integradas al Ejército Auxiliar del Perú, pero el alcance de estas atribuciones a partir de 1816 parecen haberse ampliado.34 Así Belgrano ejerció estas funciones de Capitán General en la elección de oficiales para las milicias que se conformaron para auxiliar a las fuerzas permanentes o para defensa de las provincias:

"...La suprema orden qe V.S. me transcribe con fecha 11 de febrero último tendrá su cumplimiento en la oportunidad en qe haré uso de las facultades qe S. E. me concede, con respecto a la elevación y destinos de Sargento Mayor y Ayudantes dela milicia cívica de Tucumán..."35

Ya no solo quedaron bajo su autoridad las tropas regulares del ejército de su mando, sino que también intervino en las designaciones en las milicias provinciales como puede verificarse en el fragmento anterior pero también en la terna que eleva el Cabildo de Tucumán para la cobertura del Cargo de Ayudante Mayor del Primer Escuadrón del Regimiento Cívico de Caballería en 1817. Allí Belgrano presta su consentimiento a los nombres que se proponen y sobre todo a quien encabeza la lista.36 Igualmente, podemos ver que su actuación no se limitó solo a designar hombres en las milicias provinciales o a legitimar la designación de algunos de ellos. En algunos casos, Belgrano favoreció el otorgamiento de grados militares en el ejército para hombres de actuación destacada en las milicias provinciales como ocurrió con Félix Pla y José Manuel Figueroa Cáceres capitanes de milicias de Catamarca como forma de recompensarlos por los servicios prestados y de esta forma también hacerse de un grupo de hombres que le respondieran a él y al gobierno ubicado en Buenos Aires en Catamarca.37

Sin embargo, en algunas situaciones, el alcance de sus funciones no parece ser del todo claro ya que intervino en temas alejados de lo militar. Ante un conflicto en Atacama, entre el Subdelegado de la región y los pobladores del lugar que lo acusaban de tener conversaciones con el enemigo, Manuel Belgrano pide al Director Supremo instrucciones sobre como conducirse.38 Según dice a este último, él ya había reprendido en varias ocasiones al funcionario sin lograr que cambiase de actitud y por otro lado, dudaba del alcance de su jurisdicción para avanzar más allá:

"...Yo no he tomado una resolución executiva, afianzado en que mis amonestaciones hubiesen de obrar el debido efecto, y la otra por no considerarme facultado para su instantánea remoción a que las circunstancias expresan..."39

Este proceder de Belgrano no es extraño si tenemos en cuenta que el Director Pueyrredón ante una consulta de Belgrano sobre el alcance de su autoridad, le respondió que quedaban bajo su orbita el Ejército Auxiliar del Perú y las milicias, pero que se mantuviera alejado de intervenir en los asuntos políticos y civiles.40 En este caso en particular la respuesta del gobierno fue facultarlo para que remueva al delegado y nombrase su reemplazante.41 Esto nos permite ver que a pesar de sus propias dudas, el alcance de las atribuciones de Belgrano como Capitán General no se limitaba solo a la esfera militar. Su cargo tenía implícitas también funciones de gobierno. Si bien necesitó que le confirmen desde el poder central su autoridad para desplazar al subdelegado de Atacama, no dudó a la hora de reprenderlo por su comportamiento. Es posible ver que en otras ocasiones Belgrano se mostraba más resolutivo e intervenía en asuntos políticos, por encima de otras autoridades, sin consultar al Director, haciendo valer su nombramiento como Capitán General. En 1816 Bernabé Aráoz, Gobernador Intendente de Tucumán se quejaba ante el Director Supremo por la injerencia de Manuel Belgrano en los fondos de la tesorería: "Soy gobernador intendente de esta Provincia con responsabilidad en la distribución del tesoro público y no conozco otro Jefe que la suprema autoridad de V.E. a quien debo responder de mis menores pasos..."42 A pesar de las quejas que podía llegar a despertar su actuación, Belgrano actuaba por encima de las autoridades locales.43

Sin embargo, como hemos visto, la intervención del Ejército Auxiliar del Perú en los asuntos domésticos de las provincias trasciende el nombramiento de Manuel Belgrano como Capitán General y General en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú y su actuación en estas situaciones particulares de las que dimos cuenta. De hecho, el título de Capitán General no era un rango militar otorgado a todos los comandantes de este ejército sino un reconocimiento a su persona. Fernández de la Cruz, quien sucedió a Belgrano en 1819 como general en jefe del Ejército Auxiliar del Perú, no fue designado como Capitán General así como tampoco lo había sido José Rondeau, su antecesor. Esta cuestión nunca fue un impedimento para que esta fuerza militar interviniera en la política en función de las necesidades del Directorio de imponer su autoridad.

  1. Triste, solitario y final. El motín de Arequito, la crisis del poder central y del control político del interior

La importante presencia del Ejército Auxiliar en los conflictos internos de las Provincias Unidas repercutió en su interior. Poco a poco fue desgastando, no solo la autoridad de sus comandantes, sino que también comenzó a generar fracturas entre sus integrantes a medida que el mismo grupo que comandaba el proceso revolucionario desde 1816 iba perdiendo fuerza y legitimidad. Esta situación terminó haciéndose visible en 1820 en la posta de Arequito.

El motín de Arequito sustrajo al Ejército Auxiliar del Perú de la autoridad del gobierno central y marcó el fin de esta fuerza militar como tal. Tuvo lugar en la posta santafesina del mismo nombre entre la noche del 8 de enero y la madrugada del 9 y fue encabezado por el coronel Juan Bautista Bustos, Mayor General del ejército. Bustos, junto a un grupo importante de oficiales puso preso a los principales comandantes de los regimientos y al General en Jefe, Fernández de la Cruz, y se dirigió con esta fuerza hacia la provincia de Córdoba. Los promotores del motín justificaron su accionar en el rechazo a las órdenes del Directorio que pretendían involucrar a este ejército en los enfrenamientos con las fuerzas de Santa Fe. Desde el primer momento plantearon la recuperación del "verdadero objetivo" del Ejército Auxiliar del Perú vinculado al enfrentamiento con las tropas realistas en el Alto Perú. La mayor parte de la bibliografía referida a lo ocurrido en Arequito con este ejército ha retomado esta idea por lo que pareciera que la intervención del Ejército Auxiliar del Perú en las disputas internas entre el poder central y aquellos que cuestionaban su autoridad o el rumbo no respondía a los objetivos trazados para el mismo.44 Sin embargo, la reconstrucción realizada anteriormente nos permite ver que esto no fue así, y que la orden de actuar en el litoral  tampoco fue una novedad ya que el Ejército Auxiliar ya había recibido órdenes de enfrentar a los ejércitos de López en febrero de 1819. En este sentido, los relatos dejados por algunos de los protagonistas han resultado centrales para construir esta interpretación.45

Las memorias y autobiografías de algunos oficiales del Ejército Auxiliar del Perú y sobre todo las de aquellos hombres que combatieron en las guerras de independencia solo en las filas de esta fuerza son las que más han reforzado la idea de que el cambio en los objetivos de este ejército y sobre todo las órdenes de bajar al litoral para enfrentar la disidencia de López y Ramírez fueron centrales en lo ocurrido en la posta de Arequito. Por lo que se desprende de estos relatos, el clima de incertidumbre, de malestar generalizado entre el cuerpo de oficiales y la tropa fue de mucha importante a la hora de evaluar los motivos de su crisis y final.46 En la cartas y proclamas enviadas por el jefe de la sublevación, el coronel Juan Bautista Bustos, se encuentra un diagnostico similar.47 Estos relatos han sido fundamentales en las explicaciones construidas por los historiadores tanto de aquellos que han visto en el motín el interés de un grupo de oficiales por obtener beneficios personales y que los acusan de responsables de la caída del Directorio como de aquellos que han defendido su accionar y las ideas que decían enarbolar.

Si nos dejamos llevar por estos testimonios y reflexiones, se desdibuja la orden del Director José Rondeau para que esta fuerza, junto al Ejército de Los Andes, apoyara a las tropas del Ejército de Observación en su enfrentamiento con las fuerzas de López, Ramírez y Artigas. Este fue, más bien, el último episodio de una situación que venía reiterándose desde 1816, un ejemplo más de las intervenciones que habían tenido lugar por ejemplo en La Rioja, Santiago del Estero o Córdoba. Entonces, para tratar de entender esto es necesario enmarcar al Ejército Auxiliar del Perú en el contexto en el que tuvo lugar el motín y además extender la mirada al conjunto del ejército.

Es probable que las ambiciones políticas del pequeño grupo de oficiales del ejército que liderados por Bustos impulsaron el motín de Arequito hayan sido importantes para entender lo ocurrido en la posta. Tanto así como el malestar general dentro de la tropa y de la mayoría de los oficiales y que puede haber colaborado con que estos hombres hayan desafiado abiertamente a sus superiores y abandonado el terreno de operaciones a los que aluden las memorias. Sin embargo, debemos rescatar cuestiones de carácter individual.

En el caso de la tropa, es factible que muchos de ellos hayan visto en el motín la posibilidad de retornar a sus hogares o al menos a estar más cerca de ellos. Esto no es menor si pensamos que la mayoría de los soldados de ese ejército eran oriundos de las provincias arribeñas. Hasta las expectativas de desertar y retornar a su vida anterior a la milicia, crecían con el alejamiento del conflicto con las montoneras de Santa Fe.48

Los oficiales también pueden haber encontrado otras razones para querer retornar al interior de las Provincias Unidas. En el tiempo que el Ejército Auxiliar del Perú permaneció acantonado en la ciudad de San Miguel de Tucumán, muchos de estos hombres participaron de la vida social del lugar y entraron en relaciones con las familias de las elites locales, tanto de esta provincia como de las vecinas. Esto es posible verlo en la gran cantidad de casamientos que se concretaron entre oficiales de este ejército y mujeres de la zona, por lo que de alguna manera, dejar atrás el Litoral era poder volver a estar cerca de sus nuevas familias.49

Por otro lado, la resistencia a participar en los conflictos que se suscitaban en el litoral, puede ser tomada como un elemento que permite hablar de la existencia de un espacio regional conformado por las provincias de Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja para la actuación del Ejército Auxiliar del Perú. No solo porque los mismos hombres que lo integraban identificaban a las provincias arribeñas como parte del espacio de actuación para ese ejército y al litoral como una zona extraña a sus intereses y objetivos sino, por lo efectivamente ocurrido con esta fuerza militar. Recordemos que entre 1810 y 1819 este ejército tuvo como escenarios para sus acciones bélicas el Alto Perú, sobre todo hasta 1815 y el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata de esa fecha en adelante.

Sin embargo, creemos que para entender lo ocurrido en Arequito, es necesario tener presente otra dimensión. Como vimos, la orden recibida por Belgrano y ejecutada por Fernández de la Cruz cuando el primero se retiró del Ejército Auxiliar, no se alejaba de instrucciones similares que habían tenido lugar en años anteriores y que fueron ejecutadas inclusive por algunos de los mismos que encabezaron el motín como Bustos, Heredia o Paz. No obstante, está claro que algo había cambiado: la coyuntura política. Con la llegada de Juan Martín de Pueyrredon al poder y la declaración de Independencia  la autoridad política y moral del Directorio y del Congreso se fortalecieron. Los triunfos obtenidos por el Ejército de los Andes sirvieron para avalar el cambio de estrategia militar implementado en 1816 y también para robustecer la autoridad del gobierno central. Sin embargo ya en 1818 el panorama político comienza a complicarse por la extensión de la influencia de Artigas en el Litoral y la dudosa actuación del Directorio y sus partidarios en la ocupación portuguesa de la Banda Oriental. En 1819 es posible sumar a esto los rumores sobre los enviados del gobierno al viejo continente para negociar la llegada de un príncipe europeo y la sanción de una Constitución muy cuestionada ya que muchos la vieron como la implantación de una monarquía maquillada de república. En este complicado panorama político se produjeron cambios en el gobierno central y José Rondeau reemplazó a Pueyrredón en el cargo de Director. Sin embargo no descomprimió la situación política porque no era más que la continuidad del mismo grupo que conducía la revolución desde 1816 y al producirse el motín de Arquito encontramos que la autoridad de los directoriales parece haberse esfumado así como su legitimidad. Es en este marco que se produce la desobediencia del Ejército Auxiliar del Perú, en un contexto progresivo de desintegración del proceso revolucionario iniciado en 1810 y de sus autoridades. 

Entonces, si este ejército sufrió a lo largo de los años una serie de problemas endémicos tales como la improvisación constante, la falta de suministros de ropa y de armamento, el atraso en los pagos y las deserciones, lo cierto es que ninguno de estos contratiempos llegó a ponerlo en verdadero riesgo de disolución. Si los cambios en zona de actuación y de "enemigos" experimentados en el Ejército Auxiliar del Perú a partir de la situación política inaugurada en 1816 pueden haber tenido un lugar central en lo ocurrido en la posta de Arequito en 1820, lo que resulta realmente central es la crisis del proyecto revolucionario que permite entender porque ante una orden similar, la respuestas fue tan disímil. La insubordinación comandada por Bustos entonces fue posible solo en este marco de crisis. Crisis que es evidente no solo por el motín, sino también por los cambios que se empezaron a producir en forma simultánea y paralela a la insubordinación del Ejército Auxiliar.

La marcha de esta fuerza militar hacia el litoral también permitió que en el interior de las Provincias Unidas se produjeran una serie de movimientos en contra de los poderes constituidos que pusieron en evidencia lo que estaba ocurriendo ya, en otros espacios, y que hasta ese momento la presencia del Ejército Auxiliar había evitado. Lo ocurrido en Tucumán, base de este ejército durante tres años, es representativo.

El 12 de noviembre de 1819 se produjo una sublevación encabezada por el capitán del Ejército Auxiliar del Perú Abraham González contra el gobernador intendente De la Mota Botello que lo depuso de su cargo, lo encarceló junto a los oficiales del Ejército Auxiliar que habían permanecido en esa ciudad a cargo de un piquete de esa fuerza militar y facilitó la llegada de Bernabé Aráoz al poder. Como ha señalado Gabriela Tío Vallejo, el movimiento se realizó en parte, contra la carga que significaba para la ciudad de Tucumán la presencia del ejército, pero también para reposicionar a aquellos sectores de la elite que habían sido marginados por Manuel Belgrano como representante del poder central en los años previos.50 Esta situación solo fue posible ante la crisis evidente del poder central, de su autoridad, pero también del que había sido su garante del orden en el interior, el Ejército Auxiliar del Perú. De hecho, Halperin Donghi ha señalado que si hacia 1819 no se da un enfrenamiento global entre las fuerzas del Directorio y la disidencia litoral es en gran parte porque el Ejército Auxiliar del Perú, como instrumento de poder, entró en disgregación progresiva así como el orden político en los territorios por él custodiados.51

Las dificultades que encontraron los últimos gobiernos centralistas para imponer su autoridad abrieron las puertas a una crisis política de la cual las Provincias Unidas del Río de la Plata ya no se recuperaron y que terminó con los gobiernos revolucionarios iniciados en 1810. Esta lenta pero inexorable descomposición de la autoridad del Directorio arrastró consigo al Ejército Auxiliar que tras el motín de Arequito desapareció y con él, el control del gobierno central sobre el interior.

A modo de conclusión

Nuestro interés por lo ocurrido con el Ejército Auxiliar del Perú a partir de 1816 y la reconstrucción de su itinerario entre esa fecha y 1820 abrió interrogantes acerca de cuales habían sido los objetivos de esa fuerza militar desde su conformación hasta su final tras el motín de Arequito. Sin embargo, para poder realizar un replanteo sobre las que tradicionalmente han sido señaladas como las funciones desempeñadas por esta fuerza en el contexto de las guerras de independencia, fue necesario primero dar cuenta de lo ocurrido con este ejército entre 1810 y 1815, para luego si analizar lo sucedido a partir de 1816.

De esta forma pudimos constatar que la clásica periodización sobre el accionar del Ejército Auxiliar centrado en los intentos por controlar el Alto Perú ocultaba lo sucedido luego de la derrota de Sipe- Sipe con este ejército y nos llevaba a pensar lo que vino tras esa fecha como un desvío del objetivo primigenio que las autoridades habían trazado para esa fuerza desde su formación o al menos un cambio en los mismos. Sin embargo, si dejamos atrás la dicotomía patriotas- realistas como única clave para analizar a este ejército podemos constatar que lejos de ser una situación anómala, las intervenciones en las disputas políticas en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata respondían al mismo objetivo que las Batallas de Huaqui o Tucumán: la subordinación del resto de las jurisdicciones a las nuevas autoridades revolucionarias. Esta idea cobra más fuerza una vez declarada la Independencia y tras los éxitos obtenidos por el Ejército de los Andes en su campaña en Chile.

Sin embargo, es claro que a partir de 1816 este ejército se alejó de lo que había sido su espacio de actuación hasta ese momento y empezó a cumplir otras funciones dentro del contexto de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En este proceso la nueva estrategia militar impulsada por el Director Juan Martín de Pueyrredón resultó central. La decisión de priorizar al Ejército de los Andes libró al Ejercito Auxiliar del Perú del combate a las fuerzas del rey y permitió que cumpliera funciones de garantes del orden interno sin por eso desviarse de su objetivo principal. Como pudimos ver, el poder central se valió de esta tropa para enfrentar a aquellos que desde el interior de las Provincias Unidas impugnaba el estado de las cosas y también dotó su comandante en jefe de los instrumentos y prerrogativas necesarias para asegurarse la gobernabilidad de ese espacio. A partir de esto también planteamos la posibilidad de empezar a pensar a las jurisdicciones de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Córdoba como integrantes de un espacio regional configurado a partir de las intervenciones del Ejército Auxiliar del Perú o dicho de otra manera, que dichos territorios conformaron una región político-militar en la que la presencia de este ejército resultó fundamental.

Este replanteo sobre la forma de analizar las intervenciones del Ejército Auxiliar en las disputas políticas de Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja o Córdoba nos permitió también volver a pensar lo ocurrido en Arequito y el amotinamiento encabezado por el coronel Juan Bautista Bustos. A partir de recontextualizar lo sucedido con este ejército desde 1816 nos fue posible plantear que las órdenes recibidas por Belgrano y ejecutadas por Fernández de la Cruz para intervenir junto al Ejército de Los Andes en los conflictos del Litoral podían ser vistas como un último acto de una serie de intervenciones similares que lo habían tenido como protagonista. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en situaciones anteriores, la reacción de los integrantes del Ejército Auxiliar del Perú fue completamente diferente. Si bien dimos cuenta de las expectativas y ambiciones políticas de los que impulsaron el motín y también señalamos razones individuales tanto para la tropa como para los oficiales que los podrían haber llevado a colaborar con la iniciativa, prestamos especial atención a la coyuntura política. Las crecientes dificultades experimentadas por el Directorio para imponer su autoridad, el descontento generalizado con respecto al rumbo político asumido y la creciente oposición en el litoral y en el interior son de mucha importancia. El marco de desintegración progresiva del proceso revolucionario iniciado en 1810 favoreció no solo que se produzca el motín en Arquito sino también que ese interior, que tan celosamente había mantenido el Ejército Auxiliar del Perú baja la autoridad del Directorio, también iniciara un camino de autonomía.                     

Mar del Plata, 7 de noviembre de 2012

Notas

1 Esta ha sido la tesitura de varios trabajos clásicos. El desarrolló de esta hipótesis puede ser encontrada en: BIDONDO, Emilio La expedición de auxilio a las provincias interiores (1810-1812), Círculo Militar, Buenos Aires, 1987, p. 144,         [ Links ]  RUIZ MORENO,  Isidoro Campañas militares argentinas. La política y la Guerra, Emecé Editores, Buenos Aires, 2005, pp. 73 -76 y GOYRET,         [ Links ] José Teófilo "La guerra de la Independencia" en Nueva historia de la Nación Argentina, Tercera parte. La configuración de la república independiente (1810 - c. 1914), Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000, p. 271.         [ Links ]

2 MOREA, Alejandro "La memoria de la guerra". Una aproximación a las campañas del Ejército Auxiliar del Perú durante las Guerras de Independencia a través de sus protagonistas". Mar del Plata: Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades, UNMDP, 2010, p. 45        [ Links ]

3 FRADKIN, Raúl "Las formas de hacer la guerra en el litoral rioplatense" en La historia económica y los procesos de independencia de la América hispana, Prometeo Libros, Argentina, 2009, p. 125.         [ Links ]

4 La historiografía hispanoamericana llama con el nombre de Republiquetas a los grupos guerrilleros independentistas (o montoneras) del período 1811-1825 en el Alto Perú, actual Bolivia. Para consultar un interesante trabajo sobre la temática consultar MAMANI SIÑANI, Roger Leonardo "La división de Los Valles". Estructura militar, social y étnica de la guerrilla de La Paz y Cochabamba, 1814-1817, Instituto de Estudios Bolivianos, Bolivia, 2010.         [ Links ]

5 Desde la Batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la ciudad de San Miguel de Tucumán se convirtió en la principal base de operaciones del Ejército Auxiliar del Perú. La buena acogida que recibió por parte de la población en ese año resultó fundamental. A partir de ese momento ante cada traspié sufrido por esta fuerza militar, la ciudad de Tucumán se transformó en el lugar indicado para reorganizar al ejército. Para esto, en 1814 y por orden de José de San Martín, se inició la construcción de un cuartel que pudiera alojar a las tropas de esta fuerza militar y que recibió el nombre de "La Ciudadela".

6 HALPERIN DONGHI, Tulio De la revolución de independencia a la confederación rosista, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1972, p. 117.         [ Links ]

7 PAZ, José María Memorias Póstumas, Emecé Editores, Buenos Aires, 2000, p. 271.         [ Links ]

8 HALPERIN DONGHI, Tulio De la revolución de independencia... cit., p. 116.

9 MATA DE LÓPEZ, Sara y FIGUEROA, Eulogia "Guerra de Independencia y conflicto social en Salta. Territorialidad y fronteras políticas en la construcción de los estados nacionales, 1810- 1840." en Cuadernos de Historia, Serie Economía y Sociedad, núm. 7, Área de Historia del CIFFyH-UNC, Córdoba, 2005.         [ Links ]

10 El 16 de abril de 1816 los miembros participantes del movimiento en contra del Teniente Gobernador Brizuela y Doria le envía una carta al Capitán Caparrós agradeciéndole que no haya participado de los acontecimientos sosteniendo la autoridad de este mandatario. AGN, Sala X, Legajo 4-1-3 Ejército Auxiliar del Perú.

11 Para ver lo que ocurría en este momento en Córdoba consultar: PAVONI, Norma "Córdoba y los movimientos de Juan Pablo Pérez Bulnes en los años 1816 y 1817" en Investigaciones y Ensayos, núm. 8, Buenos Aires, 1970 y AYROLO,         [ Links ] Valentina "Hombres armados en lucha por poder. Córdoba de la pos independencia" en Estudios Sociales, año XVIII, núm. 35, Santa Fe, pp. 17-35.         [ Links ]

12 Para ver lo ocurrido en La Rioja ver: AYROLO, Ayrolo "Las formas del poder local en épocasde transición política. La Rioja, 1812-1816".en Actas III Reunião do Comitê Acadêmico História, Região e Fronteira da Associação de Universidades do Grupo Montevideo, 25 a 28 de abril de 2012, Santa Maria, RS, Brasil. ISSN: 2238-314X y para la actuació         [ Links ]n de Alejandro Heredia NEWTON, Jorge Alejandro Heredia, El Protector del Norte, Editorial Plus Ultra, Argentina, 1972, pp. 20- 24.         [ Links ]

13 Para ver lo ocurrido con Pablo Pérez Bulnes ver: AYROLO, Valentina "Entre la Patria y los "Patriotas ala rustica" Identidades e imaginarios, armas y poder entre la independencia y la "anarquía". Córdoba en las primeras décadas del siglo XIX" en Desafíos al orden. Política y sociedades rurales durante la Revolución de Independencia, PRoHISTORIA, Rosario, pp. 17-35.         [ Links ]

14 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Sala X, Legajo 4-1-6, Ejército Auxiliar del Perú

15 El Teniente Gobernador Gabino Ibáñez hace un relato de lo ocurrido el 10 de diciembre y la participación del Capitán Lorenzo Lugones con la fuerza de su mando. AGN, Sala X, Legajo 5- 10-7.

16 AGN, Sala X, Legajo 4-1-3 Ejército Auxiliar del Perú.

17 AGN, Sala X, Legajo 4-1-3 Ejército Auxiliar del Perú.

18 AGN, Sala X, Legajo 4-1-6 Ejército Auxiliar del Perú.

19 Museo Mitre, Documentos del Archivo de Belgrano, Tomo 6, Imprenta Coni Hermanos, Buenos Aires, 1913. p. 162.

20 El Ejército de los Andes nunca se vio envuelto en las disputas políticas internas ya que una vez que cruzó la cordillera para enfrentar a los realistas, y por la decisión de su comandante en jefe de no acatar las órdenes del directorio que lo impulsaban a participar del conflicto del litoral, logró sustraerse de este cometido. El caso contrario es el llamado Ejército de Observación o Directorial. Esta fuerza desde su constitución tuvo como función combatir a las fuerzas de Artigas y sus partidarios cuando estos se alejaron del proyecto revolucionario encarnado en Buenos Aires.

21 AGN, Sala X, Legajo 4-1-3 Ejército Auxiliar del Perú.

22 AGN, Sala X, Legajo 4-1-3 Ejército Auxiliar del Perú

23 AGN, Sala X, Legajo 5-10-7 Gobierno de Tucumán, 1816-1817.

24 Los diputados también habrían aconsejado al Director Supremo Pueyrredón que, ante los rumores existentes sobre que en la Capital no se iba a reconocer su autoridad ni la del Congreso, tomara las tropas necesarias del Ejército Auxiliar para imponer su gobierno y reprimir la anarquía. Cfr. RAFFO DE LA RETA, Julio Cesar Historia de Juan Martín de Pueyrredón, Espasa- Calpe Argentina S. A., Buenos Aires, 1948, p. 276.         [ Links ]

25 AGN, Sala X, Legajo 4-2-2 Ejército Auxiliar del Perú

26 Es posible encontrar una descripción de lo ocurrido en las Memorias de los Generales PAZ, José María Memorias... cit. y ARÁOZ LAMADRID, Gregorio Memorias, El Elefante Blanco, Argentina, 2007.         [ Links ]

27 AGN, Sala X, Legajo 11-4-6 Propuesta de Ascensos militares de 1819.

28 Tras los sucesos de Sipe- Sipe tuvo lugar un enfrentamiento entre las tropas del Ejército Auxiliar del Perú y las fuerzas comandadas por Guemes, gobernador de Salta. El conflicto se debió, entre otras razones, a la injerencia de José Rondeau, comandante en jefe de este ejército y a la sazón Director Supremo, en las disputas entre el gobernador de Salta y las elites jujeñas. El conflicto finalizó con la capitulación de Los Cerrilos en la cual Rondeau no solo reconoció su derrota sino también la autoridad del gobernador de Salta a quien meses antes había declarado reo de estado. Posteriormente, Juan Martín de Pueyrredón ratificó lo firmado y confirmó a Guemes como Jefe de la Vanguardia. De esta forma, lo ocurrido, parece haber limitado entonces la injerencia no solo del poder central sino también del Ejército Auxiliar del Perú en la provincia de Salta. Crf. SERRANO, Mario Arturo Arequito. ¿Por qué se sublevo el Ejército del Norte? Círculo
Militar, Buenos Aires, 1996, pp. 132-139.

29 Archivo G AGN, Sala X, Legajo 4-1-3, Ejército Auxiliar del Perú.

30 AGN, Sala X, Legajo 4-1-3, Ejército Auxiliar del Perú.

31 Para un análisis de esta situación remitimos a los trabajos de Valentina Ayrolo citados anteriormente.

32 En algunas ocasiones, también podía conllevar funciones de gobierno, políticas o administrativas que se superponían al del resto de las autoridades políticas y administrativas existentes en esos territorios. Cfr. TAU ANZOÁTEGUI, Víctor y MARTIRÉ, Eduardo Manual de Historia de las Instituciones Argentinas, Ed. Macchi, Buenos Aires, 2003 pp. 73, 88 y 109.         [ Links ]

33 AGN, Sala X, Legajo 4-2-1, Ejército Auxiliar del Perú.

34 "...toda la representación y facultades de capitán general del Ejército del Perú y de los pueblos del mismo, de Tucumán adelante..." en Documentos para la historia del general Don Manuel Belgrano, Tomo 4, Instituto Nacional Belgraniano, Buenos Aires, 1998, pp. 644-645.

35 AGN, Sala X, Legajo 40-8-6, Ejército Auxiliar del Perú.

36 AGN, Sala X, Legajo 4-2-1 Ejército Auxiliar del Perú.

37 AGN, Sala X, Legajo 4-2-1 Ejército Auxiliar del Perú.

38 Belgrano había tenido inconvenientes por haberse excedido en el alcance de su autoridad en su paso anterior por este ejército. Un claro ejemplo de esta situación fue lo ocurrido con el Obispo de Salta, Videla del Pino, cuando el comandante del Ejército Auxiliar del Perú ordenó su traslado a la capital acusado de realista y ordenó al cabildo eclesiástico que declarase vacante la sede. Cfr. MARTÍNEZ, Ignacio "El general, el obispo y sus "émulos". Conflictos de intereses y jurisdicciones en la diócesis de Salta durante la revolución" en Para una historia de la Iglesia. Itinerarios y estudios de caso, CEPHIA, Argentina, 2008. pp. 213-224        [ Links ]

39 AGN, Sala X, Legajo 4-2-2 Ejército Auxiliar del Perú

40 Citado por MITRE, Bartolomé Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, Tomo 2, Félix Lajouane Editor, Buenos Aires, 1887, p. 425.         [ Links ]

41 AGN, Sala X, Legajo 4-2-2 Ejército Auxiliar del Perú

42 AGN, Sala X, Legajo 5-10-7 Gobierno de Tucumán, 1816-1817

43 Pablo Iramain ha señalado que a partir del reemplazo de Bernabé Aráoz por Feliciano de la Mota Botello el General Belgrano comenzó a gravitar con mayor fuerza en los manejos de las finanzas de la provincia. Cfr. IRAMAIN, Pablo "El proceso de independencia a través de las familias principales. Tucumán entre 1810 y 1820" en Representaciones, Sociedad y Poder. Tucumán en la primera mitad del siglo XIX, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 2005, p. 131.         [ Links ]

44 Para una síntesis de algunas de estas posturas consultar SERRANO, Mario Arturo Arequito.¿Por qué.... cit.

45 Mitre sostiene que desde la intervención de Bustos en Córdoba, el Ejército Auxiliar del Perú quedó perdido para la guerra de la independencia. Cfr. MITRE, Bartolomé La historia de Belgrano.... Tomo II, p. 628. Por su parte, Mario Belgrano dice que a partir de 1816 la función del Ejército Auxiliar del Perú fue la de auxiliar a las tropas de Salta y su Comandante. Cfr. BELGRANO, Mario Historia de Belgrano, Instituto Nacional Belgraniano, Buenos Aires, 1994., p. 331.         [ Links ]

46 Sobre el malestar y los comentarios en el cuerpo de oficiales dan cuentan las memorias de ARÁOZ LAMADRID, Gregorio, Memorias...cit. pp. 182 y siguientes. PAZ, José María Memorias... cit. pp. 295, 302, 307. y LUGONES, Lorenzo, Recuerdos históricos sobre Las campañas del Ejército Auxiliador del Perú en la Guerra de Independencia en esclarecimiento de las memorias póstumas del Brigadier General Don José María Paz, Imprenta Europea, Buenos Aires, 1888, pp. 134 y siguientes.         [ Links ]

47 Carta de Juan Bautista Bustos a R. Alvarado del 16/02/1820 reproducida por Norberto Galasso en Seamos Libres y lo demás no importa nada: Vida de San Martín, Colihue, Buenos Aires, 1994, Pág. 319.

48 Para ver el impacto del alejamiento de la región de la que venimos hablando en las deserciones entre la tropa del Ejército Auxiliar del Perú se puede consultar MOREA, Alejandro "Las deserciones en el Ejército Auxiliar del Perú durante las Guerras de Independencias en el Río de la Plata, 1810-1820. Una aproximación cualitativa" en Americanía, Revista de Estudios Latinoamericanos, núm. 3, Universidad Pablo Olavide, Sevilla, en prensa.

49 Hemos profundizado esta cuestión en MOREA, Alejandro Hernán "La inserción de los oficiales del Ejército Auxiliar del Perú en las Provincias Unidas del Río de la Plata a partir de 1820" en Actas III Reunião do Comitê Acadêmico História, Região e Fronteira da Associação de Universidades do Grupo Montevideo, 25 a 28 de abril de 2012, Santa Maria, RS, Brasil. ISSN: 2238- 314X        [ Links ]

50 TÍO VALLEJO, Gabriela "Campanas y fusiles, una historia política de Tucumán en la primera mitad del siglo XIX" en La república extraordinaria. Tucumán en la primera mitad del siglo XIX, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2011, p. 36.         [ Links ]

51 HALPERIN DONGHI, Tulio De la revolución de independencia... cit., p. 317.

Recibido con pedido de publicación el 5 de noviembre de 2012
Aceptado para su publicación el 12 de diciembre de 2012
Versión definitiva recibida el 20 de diciembre de 2012

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