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Prohistoria

On-line version ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.18  Rosario July./Dec. 2012

 

ARTÍCULOS

El nacionalismo de derecha ante la cuestión peronista: la perspectiva del grupo Azul y Blanco/2da República (1956-1963)

Valeria Galvan

Universidad Nacional General Sarmiento - CONICET
galvanvaleria@gmail.com


Resumen

El objeto de este artículo es mostrar el modo en que el grupo a cargo de la publicación Azul y Blanco/2da República (representativa del universo político e intelectual nacionalista durante el posperonismo) buscó construir un vínculo con los trabajadores peronistas cada vez más significativo. Las características de este lazo indican una evolución desde un lector modelo difuso pero atento a las preocupaciones del trabajador peronista hacia un lector peronista claramente definido como aliado político. De esta manera, el semanario nacionalista se erige como prueba de la importancia de la "cuestión peronista" para el nacionalismo como actor político, entre los años 1956-1963.

Palabras clave: Nacionalismo de derecha; Azul y Blanco/2da República; Peronismo

Abstract

The purpose of this paper is to analyze the pursuit of building an increasingly significant liaison with the Peronist workers by the group responsible of the weekly Azul y Blanco/2da República (representative of Nationalists politicians and intellectuals during the post-Peronist era). The characteristics of this relationship indicate an evolution from a disseminated Model Reader -that was nonetheless concerned with the claims of the Peronist worker- towards a Peronist Reader clearly defined as a political ally. Thus, the Nationalist weekly stands as a testimony of the importance of the "Peronist Question" for the Nationalism, as a political actor, between 1956-1963.  

Key words: Right-wing Nationalism; Azul y Blanco/2da República; Peronism


Introducción

El período inmediatamente posterior a la caída del segundo gobierno de Perón fue rico en cambios radicales de las corrientes de pensamiento tradicionales que hasta ese momento habían dominado la vida política argentina.

A partir del golpe de 1955, el rol de las masas peronistas se transformó en la cuestión principal a ser definida por los actores políticos de la década. En este sentido, la incógnita que suscitaba el destino del capital político del líder proscripto1 minó el concierto de actores que había sustentado a la "Libertadora" en un primer momento. Pero no sólo eso. Al mismo tiempo, la "cuestión peronista" marcó a fuego el desarrollo político e institucional de los años siguientes y determinó importantes reconfiguraciones en las identidades políticas de quienes habían apoyado el derrocamiento de Perón. En este sentido, el modo de entender al peronismo que postulaban muchos de los intelectuales socialistas, nacionalistas y liberales puso en evidencia no sólo sus profundas diferencias sino también las grietas de sus identidades políticas.

En este contexto de autoreflexividad, uno de los primeros referentes que se expidió sobre el problema peronista se oyó desde las filas del nacionalismo. Efectivamente, Mario Amadeo fue el primero en publicar una reinterpretación del hecho peronista. En su análisis, recuperaba algo del peronismo como experiencia valorable en función de un proyecto político propio. Este rescate de los aspectos positivos de la experiencia peronista presuponía que su debida consideración era indispensable para los sectores triunfantes del golpe de 1955 que estuviesen dispuestos a desarrollar una estrategia política capaz de dar cuenta del camino a seguir para recomponer la situación de crisis en la que había quedado el país2. Así, en vistas a proponer el nuevo papel a ser desempeñado por el nacionalismo, Amadeo aseguró que tanto la unidad del país como el éxito de un proyecto político alternativo al gobierno depuesto dependían de la interpretación del hecho peronista.

Las divergencias entre los antiperonistas iban desde una postura conservadora simplista que reducía el fenómeno a una patología social o experiencia de "sugestión colectiva" y una que consideraba al proyecto desperonizador como una suerte de "desratización", hasta una asimilación  del peronismo a una manifestación local de fascismo o de un movimiento antiimperialista. En el marco de estas consideraciones, Amadeo, desde una postura claramente conciliadora, admitió que reconocer lo positivo del peronismo era un modo de evitar la confrontación con la masa peronista convencida y esto dejaba abierta la posibilidad de una eventual "asimilación" de parte del nacionalismo. A su vez, esta hipótesis hallaba fundamento en el hecho de que Perón, en realidad, había tomado las banderas que ya habían sido enarboladas primeramente por el nacionalismo. Como resalta Altamirano, "gran 'succionador de temas', el peronismo se apropió, aunque abaratándolo, de lo que había de vigente en la temática nacionalista"3.

En este sentido, Amadeo proponía a comienzos de 1956 un peronismo sin Perón, liderado por los nacionalistas. Esta propuesta teórica tuvo su correlato práctico en las transformaciones y reconfiguraciones de ideas y "simpatías políticas" que se sucedieron en el campo del nacionalismo de derecha.

Los cambios en el nacionalismo respecto de estas cuestiones pueden rastrearse en las páginas del semanario nacionalista Azul y Blanco (AyB). Dirigido y fundado por Marcelo Sánchez Sorondo durante la segunda presidencia de la "Revolución Libertadora", el semanario se caracterizó desde un primer momento por su discurso eminentemente nacionalista-legalista que fue virando hacia posturas fuertemente corporativistas. AyB fue desde sus inicios un centro aglutinador de ideas y reconocidos intelectuales del nacionalismo de derecha que, en el transcurso de los años fue basando, cada vez más, su popularidad en posturas opositoras a los gobiernos del momento. Así, en 1960, durante la presidencia de Arturo Frondizi, sufrió su primera clausura por decreto presidencial y fue reemplazado por 2da República (1961-1963).

En ambas versiones sucesivas del semanario se puede observar una progresión desde posturas legalistas que alojaban en última instancia un "antiperonismo tolerante"4 hacia un interés explícito por orientar la lucha de la clase trabajadora (peronista) en un sentido corporativista, para nada ajeno a las ideas del nacionalismo de la primera mitad del siglo veinte. Esta misión se explica, en el marco del discurso "azulblanquista", desde las posturas golpistas que ganaron espacio en la página nacionalista luego del fracaso de las expectativas partidarias del grupo. De esta manera, hacia fines de 1960 se comenzó a promover la necesidad de hacer una "Revolución Nacional" como parte de un programa político corporativista. En relación con éste se presentó al trabajador politizado como el ingrediente fundamental de la fórmula revolucionaria.

Sobre la base de estos presupuestos, el presente trabajo intentará dar cuenta de los cambios que se sucedieron en el discurso "azulblanquista" en relación con el debate acerca del hecho peronista. Asimismo, ligado a esto, se analiza la exhortación directa al trabajador peronista, que era visto como un actor político que debía ser convencido de la importancia de involucrarse en la "Revolución Nacional", debido a que le era -según AyB- históricamente propia.

En este sentido, en la primera parte se realiza un breve recorrido de los orígenes de este vínculo entre AyB y su lector modelo peronista. Esto permite introducir en el segundo apartado la cuestión de cómo hacia 1960 se comienza a interpelar a los trabajadores para que tomen partido en la cuestión política detrás de las banderas nacionales que les correspondían por derecho propio, por contraposición a "los trapos rojos" en cuyas trampas estaban en riesgo de caer si el gobierno seguía empujándolos a una situación límite. De esta manera, se comienza a entrever en AyB un programa político que, al contemplar una revolución corporativista sobre la base del movimiento obrero encolumnado en la causa nacional, se distanciaba de las tendencias legalistas que predominaron en su discurso de los primeros años (1956-1957). Finalmente, luego de la clausura de AyB, el mismo grupo retoma el periodismo de opinión en las páginas de 2da República, que no es más que un continuador de AyB más combativo y ya claramente orientado hacia un lector modelo concreto: el trabajador peronista.

I. La construcción de un lector modelo peronista

I.a. Orígenes

En general -pese a una cierta cautela inicial- el semanario fue afianzando una retórica crítica del gobierno de facto del general P. E. Aramburu. Los fundadores de esta revista se reconocían partidarios del recientemente derrocado general nacionalista E. Lonardi y, como tales, adscribían a la actitud conciliatoria con el peronismo que había promocionado el primer presidente de la "Libertadora"5. Así, haciéndose eco de la propuesta de Amadeo,  las páginas del semanario comenzaron a mostrar que a los "azulblanquistas" también les interesaba -al igual que al resto de los principales actores políticos de la época- representar a esa mayoría peronista que, tras ser despojada de su líder con el golpe de 1955, había quedado excluida del juego político legal.

De esta manera, con el endurecimiento de las restricciones tanto simbólicas como físicas al peronismo y a todos aquellos sospechados de simpatizar con él, AyB se fue erigiendo progresivamente ante la opinión pública de la época como una de las pocas publicaciones realmente opositoras al régimen de facto de Aramburu6. Uno de los principales beneficios de esa posición política fue su gran popularidad,  inusual para una publicación nacionalista. El rótulo de opositor en el marco de una dictadura crecientemente opresiva y autoritaria -que estaba desarmando la estructura de beneficios a los trabajadores que habían sido construidas durante los años peronistas- funcionaba casi como un exitoso slogan publicitario. En este sentido, esto se tradujo no sólo en su alta tirada sino también en las colaboraciones particulares de dinero (en formas de subscripciones) y papel (cuya provisión dependía de una mezquina e inequitativa cuota gubernamental) que se agradecían cada semana7. Asimismo, aumentaron las cartas de lectores. En síntesis, en base a este aparente crecimiento del público lector y del éxito de la convocatoria de los focos de militancia de base organizados por Mario Amadeo (los llamados "Centros Populares"), cimentó la idea de formar un partido político. El suceso de sus primeros actos políticos no fue más que la reacción esperada por los "azulblanquistas", envalentonados por la creciente popularidad del semanario. Sin embargo, este aparente apoyo popular a la iniciativa política se diluiría durante los primeros meses de la presidencia de Frondizi8.

Efectivamente, la amarga experiencia de la breve incursión por la política partidista del grupo AyB pareció servir como prueba de que el marco institucional proporcionado por la democracia liberal que también permitía la emergencia de un caso paradigmático como el de Frondizi -que, luego de haber asumido la presidencia en base a cierto programa político, una vez en el poder, basó su gestión en principios opuestos a los que le valieron el voto popular-, estaba viciado desde la raíz. En este sentido, a la vez, la revista nacionalista se caracterizó no sólo por su marcada oposición a la presidencia de Aramburu sino también por su enfrentamiento con Arturo Frondizi.

Así, pese a un tibio y efímero apoyo inicial, que se resquebrajó rápidamente a partir de la firma de los contratos petroleros, AyB se ubicó nuevamente entre los opositores al gobierno y la dureza de sus constantes críticas a la política frondizista sumada a reuniones secretas de su director con militares golpistas le valieron finalmente el cierre y el encarcelamiento del director en 1960. Debido al arresto de Marcelo Sánchez Sorondo, AyB salió a la calle por última vez en diciembre de 1960. Sin embargo, al año siguiente, la publicación volvió a editarse con dos números especiales titulados AyB (prohibido). Cuando meses más tarde Sánchez Sorondo fue puesto en libertad, se volvió a reunir  el mismo grupo editorial para relanzar el semanario con un nuevo título: 2da República. El ímpetu renovado de la publicación -que continuaba con el tono golpista y de confrontación violenta de los últimos números de 1960- fue cercenado de forma abrupta con una nueva clausura que impidió la venta del ya editado segundo número de 2da República en agosto de 19619.

Pero este encono del gobierno contra Sánchez Sorondo terminó con el advenimiento de la crisis política a partir de la cual Arturo Frondizi fue derrocado y se declaró la acefalía que derivó en la asunción del presidente provisional del senado, José María Guido. Así, 2da República reabrió sus puertas en abril de 1962, con un programa político más claramente orientado hacia la "Revolución Nacional". En este programa, el peronismo ya no era meramente tolerado o respetado sino que se había convertido en un actor clave del escenario político, según observaban los nacionalistas. Esto marcó el pasaje de la revista de una postura "antiperonista tolerante" -que había caracterizado a los nacionalistas durante los años de la "Libertadora"- hacia una revalorización del rol político del peronismo

En efecto, los números correspondientes al gobierno de Aramburu se caracterizaban por un discurso de tolerancia hacia el peronismo pero no de adscripción. Simplemente se creía que, como bien lo habían probado las políticas de desperonización, las represalias contra una fuerza política mayoritaria y su exclusión del sistema legal eran contraproducentes y servían más como propaganda a favor de los proscriptos que como método intimidatorio10.

En este sentido, aunque no del todo definidos, los "azulblanquistas" intuían ya desde sus primeros números que el peronismo detentaba un creciente peso específico ineludible en el escenario político del momento. Las repercusiones de los fusilamientos de José León Suárez en junio de 1956 parecieron confirmarlos en esta idea.

I.b. La crónica de los fusilamientos de 1956 como "caso fundacional"

En el contexto de la segunda presidencia de la "Libertadora", AyB, pese a haber comenzado con una postura tímidamente crítica respecto de Aramburu11, fue consolidándose en el rol de opositor.

Desde el semanario, uno de los primeros y más significativos cuestionamientos a la "Libertadora" fueron los fusilamientos de José León Suárez del mes de junio de 1956, ordenados por el gobierno en represalia a la conspiración peronista encabezada por Juan José Valle. El relato de estos acontecimientos fundó la base de la popularidad de AyB, como bien recordarían más tarde: "nosotros estamos convencidos de que la grandeza de AyB se forjó en la mañana del 11 de junio: en una mañana gris, cuando imperaba la ley marcial y los piquetes de ejecución seguían en pleno macabro funcionamiento"12.

La crónica "azulblanquista" fue una de las pocas que narró la aplicación de la ley marcial por la cual fueron fusilados los militares que se habían levantado y los civiles que fueron relacionados con el intento de golpe peronista. Mientras que algunos de los militares fueron asesinados tras la lectura de la sentencia de un juicio sumarísimo, teñido de irregularidades formales, y otros fueron asesinados inmediatamente, los civiles fueron ultimados a modo de escarmiento sin siquiera corroborar su vinculación efectiva con el movimiento del 9 de junio. Esta serie de represalias, propias de un Estado-parte, tuvieron (incluso antes de finalizar con las ejecuciones) mayor repercusión que el levantamiento mismo13.

Frente a estas circunstancias, AyB fue uno de los primeros que condenó públicamente la represalia de la "Libertadora"14. En un contexto mediático con pocas voces discordantes, la página nacionalista no sólo se enfrentó al gobierno al denunciar los hechos sino que fue el principal gestor en la construcción de un caso que resultaría paradigmático para la mística de la resistencia peronista futura.

Así, el relato de los fusilamientos de José León Suárez fue recuperado por el semanario a partir de una particular estructura casuística que se concentró en sus consecuencias, es decir, en el nuevo orden que instauró. El concepto de "caso" define un cúmulo de información cuya noticeabilidad lo transforma en un suceso cerrado que supone la localización del desorden informacional, la delimitación de un sentido y -en el caso de los géneros informacionales- la interpretación de lo sucedido15. Desde este punto de vista, al optar por esta estructura narrativa, AyB presentó lo acontecido en un contexto de sentido que le permitía criticar la medida sin todavía comprometerse en la defensa del peronismo. En este sentido, los hechos fueron interpretados en el segundo número de la revista como un peligroso e incomprensible retorno a un estado "pre-legal" de lo político. De esta manera, el semanario denunciaba un inconcebible retorno a un estado pre-legal de lo político. Así, se sostenía que "desde que fue consolidada nuestra Organización, jamás hasta el presente en nuestras luchas internas se castigó con pena de vida al adversario vencido"16.

Es decir que, el carácter dictatorial que el gobierno de la "Libertadora" había delatado con su accionar en relación a este punto, como mínimo, ponía en cuestión la legitimidad de la medida:

Las ejecuciones fueron cumplidas en virtud de la ley marcial dictada al estallar el movimiento y mediante procedimientos sumarísimos. Ahora bien: la ley marcial solamente es válida en tiempo de guerra o en caso de grave calamidad pública. Restaurada la paz y reestablecido el orden, su vigencia resulta inadmisible puesto que implica el cercenamiento de los derechos más elementales que asisten al ser humano.

He ahí, sin embargo, que la mayoría de las sentencias de muerte, y especialmente el jefe principal de la revuelta fue dictada cuando ya el orden se había reestablecido por completo y cuando el gobierno había afirmado de modo indiscutible su autoridad17

De esta manera, el caso de los fusilamientos marcó para AyB el inicio de la primacía de la falsedad, del "simulacro de legalidad".

 Este posicionamiento frente a la comisión de los crímenes por parte de un estado que buscaba aplacar la revuelta peronista del general Valle para evitar la propagación de este tipo de resistencias se convirtió en el primer punto de crítica a la legitimidad de la "Libertadora". De este modo, si bien la crónica "azulblanquista" de los hechos no fue -en un principio- un manifiesto de defensa al peronismo, la mera denuncia, en el marco del silencio predominante, le otorgó mayor credibilidad ante cierto público masivo y, debido a ello, este relato inaugural se convirtió en un hito para el periódico.

Efectivamente, debido a las características mnemotécnicas y a las implicancias afectivas típicas de la narración casuística, la estructura del caso permite extender sus efectos a largo plazo. Así es cómo, por ejemplo, inclusive dos años después, el semanario aún recordaba su condena a los fusilamientos y, en el marco de una serie de advertencias veladas al presidente Frondizi, se conmemoraba el hecho como prueba de la frágil legitimidad de los gobiernos:

Y a partir de ese momento quedó asimismo sacrificada a los iracundos del 13 de noviembre, la legitimidad de esa revolución que en sus días iniciales pudo ser para TODOS y llamarse sin sarcasmo, verdaderamente 'Libertadora'18.

La remembranza de los penosos acontecimientos de junio de 1956, a partir de centrar la atención exclusivamente en el aspecto de la legitimidad, respondía a una estrategia retórica cuya puesta en práctica buscaba ligar indirectamente el mandato popular del entonces nuevo gobierno de Frondizi con su derecho a ejercer el poder. El recurso de actualizar proposiciones específicas de los fusilamientos pretendía, en este sentido, vehicular valores acerca de la importancia del movimiento nacional y popular para la legitimidad de un gobierno.

Así, a partir de la importancia del lugar que fue ganando posteriormente entre los peronistas por esta primera denuncia, AyB también se involucró más tarde directamente en la publicación del libro emblemático sobre los acontecimientos de junio de 1956. Operación Masacre del periodista Rodolfo Walsh, fue publicado por la editorial Sigla de Marcelo Sánchez Sorondo. Así, la crónica de los fusilamientos se convirtió en el primer peldaño en el camino que recorrerían los "azulblanquistas" hacia los trabajadores peronistas, a quienes los nacionalistas veían como un actor político que había quedado desmembrado desde la proscripción de su líder.

I.c. Enaltecimiento del "país real"

En el marco maniqueísta que prontamente se generalizó en la vida pública argentina, AyB comenzó a presentar semanalmente su diagnóstico político a partir del esquema maurrasiano "país legal-país real". Mientras que el primer polo de esta dicotomía era asociado al plano de lo falso, de lo inauténtico (como era, por ejemplo, el gobierno de la "Libertadora"); el "país real" era el pueblo argentino, su cultura, su historia, su gente. En este sentido, "pueblo" eran los trabajadores, pero ello no descartaba la inclusión en esta categoría de los dueños del capital nacional, los "empleadores". Así, durante el gobierno de Aramburu, mientras los trabajadores eran perseguidos en los sindicatos y despojados de sus beneficios sociales, los industriales argentinos veían también obstaculizadas sus posibilidades de inversión. Ambos habían caído víctimas por igual del autoritarismo de corte liberal de la presidencia de Aramburu. En este sentido, el semanario nacionalista, afectado a través de la censura ejercida por medio de la restringida cuota de papel y las "maniobras" del gobierno contra la distribución, compartía su condición de "paria" con el resto de los perjudicados por la dictadura19.

De esta manera, al ponerse al mismo nivel que las víctimas de la desperonización y de la liberalización de la economía, AyB no sólo se ubicaba por encima de las concepciones clasistas sino que desestimaba esta lente de corte marxista como instrumento fiable de análisis de la realidad20. Es que desde el punto de vista de los "azulblanquistas", si "lo nacional" era el único parteaguas válido, nadie podía resultar mejor que AyB para representar y canalizar los intereses del "país real" del cual también formaba parte.

Efectivamente, AyB basaba su discurso en la defensa del "país real" y, por tal motivo,  defendía -además de la religión católica y las tradiciones hispanistas- las formas e instituciones  republicanas, intrínsecas a la Nación argentina. En este sentido, la contraposición entre el "país de ficción" y el "país real", en desmedro y desvalorización del segundo, al que se le negaba acceso al juego político republicano21, se convirtió en uno de los principales eslóganes de campaña para el partido político Azul y Blanco durante las elecciones para constituyentes.

Esta incursión de los "azulblanquistas" en la contienda electoral se dio en el marco del plan político puesto en práctica por Aramburu en 1957, que terminaría en las elecciones generales de 1958. Para el semanario, el mero llamado a elecciones constituyentes era ilegítimo en un contexto en el que la "reconstrucción" del orden político a llevarse a cabo bajo el signo de la democracia se basaba en la exclusión de las mayorías22. De esta manera, el semanario no sólo se dedicó a denunciar las contradicciones en el discurso de la "Libertadora", sino que, a través de su partido homónimo, intentó cumplir esta nueva misión en la contienda electoral con el fin de devolver sus derechos políticos al "país real". El partido Azul y Blanco le ofrecía al grupo las herramientas necesarias para defender los intereses del "país real" en el nuevo juego político. Con esa tesitura, AyB se decidió -al igual que otros actores políticos de la época- por invertir su capital político en la masa trabajadora23.

Durante los dos primeros años, más allá de las exhortaciones directas del partido al "trabajador argentino", a través de convocatorias, fichas de suscripción publicadas junto a noticias gremiales, solicitadas para exigir la libertad de los presos políticos y sindicales, se produjo un crecimiento en la importancia y espacio de la página sindical. La contratapa de este semanario, escrita en un comienzo por Raúl Puigbó desde la cárcel, publicaba noticias específicas de cada sindicato, pedidos de liberación de presos sindicales, denuncias de inhabilitaciones y otras medidas de la "Libertadora" que apuntaban a "desperonizar" los lugares de trabajo. Asimismo, se defendían los derechos de representación política libre de los trabajadores, cuyo cercenamiento, sumado a las purgas que derivaban en el encarcelamiento de los líderes sindicales peronistas, no hacía -según AyB- más que beneficiar la entrada de los comunistas a las dirigencias de los sindicatos. En este sentido, desde el semanario se denunciaba: "el mejor aliado del comunismo es el Provisoriato"24. Es que para los "azulblanquistas", el encono del gobierno contra el líder exiliado y sus adeptos le impedía evaluar certeramente la funcionalidad del peronismo como red de contención frente al avance comunista entre los trabajadores25.

Según el semanario nacionalista, esta "carta libre" al izquierdismo dentro de los sindicatos -representada por las numerosas medidas "desperonizantes"- contribuía a la destrucción de la unidad de las organizaciones sindicales. A su vez, de acuerdo a la argumentación de esta revista, esto implicaba reducir las organizaciones que regulaban las relaciones entre capital y trabajo por medio de medidas antipopulares que no sólo apuntaban a destruir la industria nacional y a retrotraer la economía del país al sistema pastoril y agrícola sino que beneficiaban indirectamente a quienes promovían -en contra de los intereses nacionales- la Revolución Comunista26. El peligro de dejar ingresar el comunismo a las organizaciones obreras ya había sido advertido por los nacionalistas de la década del cuarenta, quienes ya entonces señalaban que el marxismo era una reacción justificada de los obreros frente a la opresión27.

De esta manera, a partir de las estrategias textuales mencionadas, AyB comenzó a otorgarle a los trabajadores un lugar cada vez más destacado, tanto en su publicación como en su programa político: en ellos parecía descansar -cada vez más- el desenlace de la crisis política. Este pasaje que se observa en el semanario de la revalorización discursiva de la participación política del "pueblo" y de los trabajadores (a través de sus organizaciones) como parte de la estructura productiva nacional hacia una reconsideración positiva del peronismo no tardó en llegar.  En realidad, ya las políticas de Aramburu, interpretadas por la publicación como autoritarias, antidemocráticas y dictatoriales, además de antinacionales y antipopulares, ponían en una perspectiva crítica los juicios apresurados que habían defenestrado los gobiernos peronistas. En este sentido, hacia el final de la dictadura de Aramburu AyB recordaba, convenientemente, la cercanía que había tenido el movimiento nacionalista al peronismo y a sus banderas28.

La reconstrucción de una "memoria nacionalista" relacionada al peronismo dio el pie necesario para comenzar también a instalar la idea de que los principios de la "Revolución Nacional" eran, originalmente, idénticos a los principios peronistas; o, como dijeron siempre los nacionalistas, éstos les habían sido en realidad expropiados29. En este marco, y pese a que los "azulblanquistas" habían constituido un sector importante del consenso antiperonista originario, el semanario se preocupó por enfatizar que el contraste de las políticas peronistas con las de la "Libertadora" parecía beneficiar indudablemente a las primeras30.

Con la dilación de la prometida convocatoria a elecciones presidenciales, AyB buscó hacer notar a sus lectores que Aramburu no parecía preocuparse seriamente por un retorno del sistema político al cauce de la institucionalidad democrática. Asimismo, según acusaba, las "intolerables contradicciones" entre la normalización del sistema democrático que se proclamaba y el autoritarismo profundo del gobierno lo asemejaban a las políticas dictatoriales del peronismo que ellos mismos criticaban, con el agravante de que éstas habían sido producto de la decisión de las mayorías, privilegio del que carecía el gobierno de la "Libertadora"31.

Sin embargo, este punto débil del gobierno de Aramburu no iba a pasar desapercibido. En este sentido, se vaticinaba que el día de las elecciones convencionales el pueblo, "además de repudiar los fusilamientos, el derecho de revolución, la destrucción de la CGT, el alza del costo de vida, [no iba a estar] dispuesto a permitir que el necesario debate acerca de quien debe gobernarlo se de en el terreno elegido por una minoría"32. En este contexto, se criticaba con firmeza las concepciones de la "Libertadora" sobre la cuestión obrera33. Para AyB, el gobierno de Aramburu no sólo fallaba al evaluar la participación popular en su elaborado plan de auto-legitimación (cuyo punto más saliente era la reforma de la Constitución Nacional) sino que adolecía de la distancia crítica necesaria para ver al peronismo con la trascendencia que realmente tenía y, debido a ello, su programa estaba destinado a la derrota. En este sentido reconocía que "el peronismo no era un partido, sino el movimiento de la mayoría social"34. Asimismo, AyB llamaba al gobierno a tener en cuenta que

ese movimiento nacional resiste y subsiste a la caída del ídolo (...) ya hay conciencia de que no cabe, en nombre de la democracia impedirle su libre expresión, ni insistir en el equívoco de achacarle la culpabilidad de todos los hechos aciagos que hayan venido ocurriendo en el país35.Por todo esto, ignorar que el peronismo era una "expresión del pueblo (que) trascendía la órbita del gobierno caído"36 era para AyB un grave error de parte del gobierno de la "Libertadora".

Según la mirada "azulblanquista", el carácter trascendente del peronismo no dependía de la relación con su líder sino del origen de su esencia en el movimiento obrero, que era a su vez el único actor verdaderamente capaz de cumplir la misión histórica que podía hacer reflotar a la Argentina37. Esto había quedado demostrado, para los "azulblanquistas", con el fracaso de la Convención Constituyente, a la que calificaban despectivamente como un intento de otorgar legitimidad a la derogación de facto de la Constitución Nacional peronista.

A partir de estas lecturas de la realidad, durante la campaña presidencial que siguió a la Asamblea AyB intentó permanecer cerca de los trabajadores. En este sentido, desde su contratapa, además de continuar con los avisos y noticias de cada gremio, siguió denunciando las intervenciones y las detenciones a dirigentes gremiales. Así, de manera progresiva, el semanario de Sánchez Sorondo se fue posicionando -ya durante estos primeros años- en un lugar estratégico respecto del peronismo y, en este sentido, simpatizó con las promesas electorales del candidato ucrista, quien había recibido el apoyo del peronismo proscripto y, por lo tanto, presentaba las mejores posibilidades para ganar las primeras elecciones presidenciales desde el golpe de 1955.

Sin embargo, luego de un optimismo inicial que se asentaba tanto en las iniciativas prometedoras para el peronismo como en el proclamado nacionalismo económico, las expectativas depositadas por los "azulblanquistas" en Arturo Frondizi fueron decepcionadas tan pronto como éste comenzó a definir un rumbo de gobierno diferente al que había promocionado durante su campaña. Motivado por su intención de impulsar el desarrollo industrial en el país a cualquier costo, y frente a la crisis de YPF, Frondizi autorizó al capital extranjero a explorar y explotar los pozos petrolíferos nacionales. En este marco, casi todas las compañías extranjeras se vieron beneficiadas con privilegios impositivos, amplia disponibilidad de movilidad del capital y ganancias extraordinarias. Ante esta situación, AyB estalló en críticas y se pasó al lado de los opositores al gobierno ucrista.

En este marco, a fines de 1958, debido en principio a su pérdida de influencia política, el partido Azul y Blanco se disolvió. Las circunstancias en las que fracasó la iniciativa electoralista de AyB son complejas y de diversa índole. Pese a ello, si se toma en consideración el discurso de los actores involucrados, se evidencia un importante descreimiento de las reglas del juego democrático, tal y como estaban siendo implementadas en aquel momento. En relación con esto, en una solicitada en la tapa del número 127 sus líderes exponían las razones que, según su óptica, explicaban el fracaso de su primer proyecto político:

¿Por qué no decirlo? No confiamos en los proselitismos de partido. Ha pasado para siempre la hora de los partidos. Este país argentino para recobrar la salud necesita poner su energía en la renovación de su conciencia nacional sindicalista.

Así, a través de esta declaración, el grupo de Sánchez Sorondo cambió de estrategia y se decidió por abandonar la "viciada" contienda electoral que los había desfavorecido y comenzó a apuntar hacia otros mecanismos de acción política, más directos y cercanos a los trabajadores, sobre la base de la oposición al gobierno frondizista y al sistema electoral en su conjunto.

En este sentido, la retórica dedicada a los trabajadores que AyB venía sosteniendo casi desde el comienzo se fue exacerbando a medida que crecía el descontento con el manejo institucional de los presidentes de turno. Así, conjuntamente con el viraje hacia la oposición abierta respecto de la presidencia y la figura de Arturo Frondizi, se produjo un recrudecimiento de posturas políticas corporativistas que, como podía observar cualquier lector atento, ya habían dejado rastros en las páginas de la publicación desde sus primeros números en los que se realizaba un excurso a favor del sindicalismo como agente mediador entre los trabajadores y el Estado nacional38 aunque no de forma tan comprometida como sería a partir de este momento.

En efecto, estos rasgos corporativistas de AyB no habían emergido en su discurso de un día al otro. Quienes escribían en este semanario habían realizado antes de 1956 un largo recorrido por organizaciones y semanarios nacionalistas que se habían manifestado abiertamente a favor de este tipo de ideologías. Asimismo, como recuerda Sánchez Sorondo en sus Memorias..., el ideario y la causa falangistas habían formado parte de la formación de juventud de muchos de ellos y, en este sentido, la influencia del falangismo en el grupo de AyB era innegable39. Por todo esto, el corporativismo que profesaban los "azulblanquistas" guarda estrecha relación con el falangismo español. Sin embargo, las influencias directas de uno en otro se volverían más evidentes a partir de la disolución del partido, cuando el discurso corporativista de esta revista se volvió aún más pronunciado.

II. La participación política de los trabajadores

En el marco de las cada vez más asiduas y combativas huelgas y movilizaciones que habían desencadenado por un lado la crisis económica del año 1959 y, por otro, los signos por parte del gobierno nacional de que ya no estaba interesado en transigir con el peronismo40, AyB interpretó que este resquebrajamiento de la paz social volvía a los trabajadores aún más vulnerables frente al avance del comunismo en el continente. En este sentido, pese a que ya había habido indicios en la publicación de que el peronismo representaba un reaseguro para evitar la internacionalización izquierdista de los sectores trabajadores, con el recrudecimiento de la conflictividad social el peligro parecía ser más cercano. A estos temores, vino pronto a sumarse la presencia de un gobierno comunista en la región.

A pesar de que en un comienzo AyB miró con interés a la Revolución Cubana, nunca había dejado de advertir a sus lectores acerca de los riesgos del aislamiento regional de la isla. Efectivamente, el semanario había mostrado preocupación por la posibilidad de que, frente a una postura dura norteamericana, el régimen de la isla fuese cooptado por la Unión Soviética. El interés del semanario por la situación de Cuba se manifestó en el espacio cedido a Rodolfo Walsh, quien instalado en la isla colaboraba como corresponsal. En sus artículos, Walsh elogiaba desde el periódico al nacionalismo cubano41. En este contexto, cuando Walsh envió la carta desde Cuba en la que anunciaba el inminente acercamiento del régimen isleño con la Unión Soviética, el semanario tomó distancia de las posiciones de su corresponsal. En efecto, Sánchez Sorondo no podía sino marcar sus discordancias con el periodista que defendía la posición del gobierno cubano y su medida estratégica. En el marco del traslado de la guerra fría a la región,  Walsh entendía que la única opción que le quedaba a la isla frente a las presiones de Estados Unidos era este acercamiento a la Unión Soviética. En este contexto, y sin desestimar las -a esa altura insoslayables- diferencias ideológicas con la línea principal del semanario, Walsh coincidía con las aseveraciones  de AyB acerca de cómo afectaba la situación de la isla al "país real más extenso"42.

Efectivamente, el análisis del cuadro más amplio que venía publicando AyB en números anteriores acerca de la Revolución Cubana, donde se celebraba el triunfo de una "revolución nacional" en el continente y donde se advertían los peligros del aislamiento al que la sometía el imperialismo norteamericano, contemplaba los efectos de esos avatares sobre la masa trabajadora latinoamericana. Así, retomando los temores frente al comunismo en los sindicatos, AyB interpretaba que la sovietización de la Revolución Cubana era el resultado de los movimientos de resistencia del "país real" hispanoamericano, que frente a las condiciones "antinacionales" a las que se veía sometido por líderes que respondían a intereses foráneos quedaba expuesto a una situación de peligrosa vulnerabilidad frente al comunismo.

La carta de Walsh anunciando la sovietización de la isla fue publicada por la redacción de la página nacionalista junto a una advertencia del director. En ella, Sánchez Sorondo aclaraba que los posicionamientos de Walsh se encontraban más cercanos al gobierno cubano que a la revista, pese a lo cual su diagnóstico era certero y coincidía plenamente con los pronósticos y análisis de AyB. Hecha esa aclaración, el director condenaba el pasaje del régimen cubano a la órbita soviética, que parecía ser un imperialismo tan perverso como el de Estados Unidos y, por lo tanto, ahogaba cualquier causa nacional, impidiendo el pleno desarrollo del "país real" en ese sentido. Es que, para AyB -coincidentemente con Walsh- la Revolución en la isla había puesto de manifiesto un "país real mucho más vasto", que incluía al pueblo de toda Hispanoamérica43. En ese sentido, cuando se culpó a Frondizi por no haber sabido posicionarse como un país autónomo frente al imperialismo norteamericano, se le acusó por haber colaborado de manera indirecta con el ahogamiento de la isla, que empujó a su gobierno a los brazos del imperialismo soviético: "si la Argentina fuese lo que debe ser, no presenciaría hoy la desviación marxista del 'fidelismo' en Cuba. No sería un hecho actual esa interpretación comunista de la revolución iberoamericana"44.

En efecto, AyB mostró consternación frente al ingreso de Moscú a la región, por vía caribeña. Sin embargo, no dejaba de elogiar la hidalguía que habían mostrado los líderes de la Revolución, principalmente si se contrastaba su accionar en defensa de su Patria, con la gestión del gobierno frondizista, eminentemente "entreguista". Esta "lamentable" paradoja era para el semanario un argumento más que probaba la vulnerabilidad del movimiento obrero frente al comunismo y, en esta misma línea de razonamiento, se responsabilizaba a las Fuerzas Armadas, en quienes depositaba el rol de evitar este "vertiginoso acercamiento de los oprimidos hacia posturas marxistas"45. Esta interpelación del semanario a las Fuerzas Armadas para "tomar cartas" en el asunto de la "entrega", "despojo" y "opresión" de los trabajadores y de la patria en general -principalmente frente al espejo cubano-, si bien había comenzado en realidad de manera sutil cuando se disolvió el partido, se fue exacerbando durante los años 1959 y 1960, junto a las cada vez más mordaces críticas a la figura de Frondizi. En este sentido se increpaba "O se recrea sobre las ruinas del liberalismo un Estado para todos o la Argentina será la próxima presa del marxismo"46.

Con el correr de los meses, se intensificó la retórica golpista que proponía "suspender formalmente la democracia para salvar la democracia", mediante la concreción de una "revolución" que implicaba -a diferencia de la comunista- una transformación de las estructuras institucionales heredadas del liberalismo decimonónico por un estado social corporativo (cuyas especificidades aun se presentaban de forma difusa en la revista)47. En este marco, la política "entreguista" de Frondizi pronto fue interpretada como una estrategia a largo plazo para beneficiar al comunismo48.

Para diferenciarse de la revolución marxista y acercarse, al mismo tiempo, al movimiento obrero, AyB comenzó a exaltar elementos del imaginario cristiano en su discurso revolucionario:

Mientras este diabólico proceso de entrega nacional y de miseria social de la Patria, sigue adelante, aquí, los sectores que creen tener la responsabilidad de la orientación nacional, se empeñan en ignorar la realidad mundial de los pueblos que se revelan contra un injusto colonialismo (...) es preciso decirlo, o los cristianos nos decidimos a caminar al lado de la historia, es decir, junto a los pueblos que quieren ser soberanos y a los trabajadores que no quieren ser más explotados, o perdemos la batalla contra el marxismo49.

Estas declaraciones no sólo representan un manifiesto político e ideológico sino también una invitación a unírseles en el golpe. Entre quienes AyB podría contar como sus aliados para este plan se encuentran todos los perjudicados de este "diabólico" plan frondizista: los cristianos en general, los trabajadores y los peronistas. Por otro lado, la cita también explicita la continuidad de algunos rasgos ideológicos del nacionalismo de las primeras décadas del siglo con el nacionalismo de los "azulblanquistas". Efectivamente, de la identidad opositiva que destacan las palabras "azulblanquistas" se deducen rasgos típicamente nacionalistas, tales como la retórica independentista (traducida en los sesenta como "antiimperialista") y anticapitalista, y una preocupación importante por la cuestión social.

En realidad, AyB venía destacando la misión política que se les presentaba a los trabajadores en el horizonte desde la "traición" del presidente ucrista y, particularmente, a partir de la represión militar ordenada por el gobierno en la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre. Básicamente, según celebraba el semanario, el rol que ya estaban desempeñando los trabajadores por medio de sus sindicatos era oponerse a la escalada entreguista de los bienes nacionales50. Esta "resistencia popular", principalmente liderada por los trabajadores peronistas, ya contaba con algunos militantes nacionalistas, como los miembros de agrupaciones Tacuara51. Sin embargo, la represión militar con la que respondía el gobierno, enfrentaba a dos aliados "naturales" de la "Revolución Nacional" (militares y trabajadores), hecho que sin dudas minaba la posibilidad de organizar un verdadero movimiento revolucionario52. En síntesis, para AyB, todos estos condicionamientos dejaban un solo camino para el movimiento obrero y éste tenía un sentido eminentemente nacional: "Frente a la entrega no hay masas anarquizadas que cierran los puños y enarbolan trapos rojos, sino un pueblo organizado, con la bandera de la Patria en alto"53.

El ímpetu golpista que había invadido las páginas de AyB no fue tolerado por mucho tiempo más. Cuando a éste se le sumaron rumores acerca de una conspiración militar para derrocar al presidente en la que estaba implicado el director de la revista, Sánchez Sorondo fue detenido y su periódico fue clausurado antes de fin de año. La conspiración de la que se lo acusaba de participar al responsable de AyB era una más  de los tantos "minigolpes de estado que minaban la legalidad y socavaban el poder presidencial". En esta oportunidad se trataba, concretamente, del intento de golpe dirigido por el general peronista Miguel Ángel Iñiguez en Rosario. Iñíguez, que ya había participado de la insurrección del general Valle en 1956, condujo un levantamiento contra el 11º Regimiento de Infantería, que concluyó con un saldo de numerosos muertos y heridos y con su fuga54 Sánchez Sorondo, según refiere en su relato autobiográfico, había tenido la intención de participar en este intento golpista pero finalmente se abstuvo de hacerlo a último momento55. En cualquier caso, el gobierno optó por no correr riesgos con un ferviente opositor que no sólo amenazaba desde las reuniones secretas en los cuarteles sino que también venía instigando el levantamiento de las Fuerzas Armadas y las movilizaciones obreras desde su semanario.

Inmediatamente después de la detención del director, como fuera señalado, se sacaron dos ediciones especiales. En ellas, además de denunciar la detención de Sánchez Sorondo, se aclaraba que, en última instancia, "la maniobra buscaba enfrentar a nacionalismo y peronismo"56 Asimismo, en estas ediciones comenzaron a aparecer indicios más marcados de que era necesario un cambio revolucionario en el país57.

Este programa político por el que se comienza a exhortar a los lectores de la publicación clandestina ya no guarda relación con la propuesta democrática del extinto partido Azul y Blanco: es nacionalista, corporativista, popular y revolucionario58. La continuidad de este nuevo proyecto político, sin embargo, hallará un espacio más duradero y fecundo en la nueva versión del semanario, que ya desde su propio título anunciaba al lector su objetivo político primordial: instaurar la 2da República.

III. En pos de la "Revolución Nacional"

Pese a que ya a fines de 1960 se podían leer en AyB alusiones a la necesidad de un cambio, es decir, a poner un alto a la "farsa de la legalidad y de la democracia" sostenidas por Frondizi, el corte abrupto en las ediciones del semanario, provocado por su primera clausura en diciembre de 1960, impidió mayor desarrollo del nuevo programa político que se asumía. Éste, enunciado principalmente a partir de consignas golpistas poco elaboradas, fue tomando forma en los últimos números de AyB. El objetivo principal del nuevo plan político era provocar una "Revolución Nacional" que viniese a purificar el sistema ilegítimo que había profundizado la ya crónica crisis política en la Argentina.

Aun cuando resultaba nueva para el discurso de AyB, la idea de una "Revolución Nacional" corporativista no era ajena al pensamiento nacionalista argentino tradicional. Esta retórica corporativista-revolucionaria, central para los fascismos europeos59, ya había sido adoptada por los nacionalistas argentinos de los treinta y, con un marcado giro hacia las masas obreras, por la Alianza Nacionalista en los cuarenta60. Particularmente, Sánchez Sorondo había desarrollado posturas corporativistas ya en sus artículos de Nueva Política y en su libro La Revolución que anunciamos, sobre el golpe de 194361. Asimismo, el programa político del Movimiento Nacionalista Tacuara, contemporáneo a AyB, también contemplaba la utopía de la "Revolución Nacional" corporativista62. En el caso específico de AyB, este programa -no obstante su laconismo forzoso debido a la inminente clausura- se había definido como eminentemente corporativista, federal, revolucionario, católico y antiimperialista:

 Nosotros afirmamos el programa de la Reconquista como un programa de coincidencia nacional. Queremos un orden político nuevo, expresión de una democracia orgánica en donde graviten la familia, las asociaciones del trabajo y de la producción, junto a los municipios y a las provincias fortalecidas en sus autarquías regionales. Queremos se elabore por un gobierno revolucionario que asume el poder constituyente ratificado por el pueblo de la constitución política de la Segunda República. Queremos que ese gobierno revolucionario reclame el apoyo de los sectores populares y recupere para el país el dinamismo de sus trabajadores. Queremos que ese gobierno convoque un consejo económico y social compuesto de obreros y empresarios donde se elaboren sus planes económicos. Queremos que ese gobierno anule los contratos petroleros, las leyes energéticas y las estipulaciones con el Fondo Monetario. Queremos que ese gobierno intervenga todas las universidades para excluir de su seno a los roedores marxistas. Queremos que ese gobierno revise integralmente la enseñanza bajo la inspiración de nuestras tradiciones religiosas y de nuestra historia. Queremos que ese gobierno traslade la capital federal63.

A mediados de 1961, el equipo original de AyB -con su director ya puesto en libertad- decidió retomar su rol de formador de opinión y volvió a los puestos de diarios y revistas con el semanario 2da República. La nueva publicación tenía un formato más modesto que su antecesora AyB pero su estilo discursivo y diagramación eran muy similares. El cambio más descollante respecto de su antecesora fue un lector modelo claramente definido. Éste no era otro que el interlocutor de su programa revolucionario, que ya había comenzado a aparecer hacia el final de AyB, sugerido como posible aliado del golpe; en términos generales, el trabajador argentino, políticamente organizado, católico y, también, posiblemente peronista.

El primer número de 2da República estuvo casi enteramente dedicado a presentar el balance negativo de la presidencia de Frondizi. Sin embargo, continuando con la tendencia de los últimos números de AyB, aumentaron las noticias gremiales y las notas de opinión destinadas a analizar la situación política de los trabajadores organizados. Así, en este primer número, por ejemplo, se enfatizaba en las posturas corporativistas con las que se había empezado a apuntalar al lector en los últimos números de AyB:

las fuerzas del trabajo en todas sus jerarquías saben que la conquista del legítimo bienestar sólo resulta de la auténtica integración concertada de todos los factores que concurren a la creación de la riqueza: técnica, trabajo y capital. Así lo quiso Dios, que es el Señor del Orden por eso lo establece la Ley Natural64

De esta manera, una vez más se establecían -ahora con mayor combatividad- los fundamentos del nuevo programa político:

Hay que establecer urgentemente un Estado Nacional que armonice los intereses colectivos con los de cada sector de la sociedad, para así evitar la lucha de clases que se vislumbra; hay que unificar pronto a los argentinos bajo una autoridad reconocida y respetada para no convertirnos en otra Cuba  (...) Veamos primero cual es la vitalidad de las Fuerzas Armadas, del sindicalismo, de la Iglesia militante, de los intelectuales, de los profesionales y de los empresarios.

Se comprenderá que prestemos principal interés a la clase obrera65.

La advertencia obligada para evitar una Revolución Cubana, junto con la primacía del sector trabajador, eran preponderantes en el nuevo programa político. Así, también se volvía sobre el argumento del "riesgo rojo" en los sindicatos. En este sentido, se interpretaba que el abuso de métodos de lucha tales como la huelga general ponía en peligro los fines auténticos de la lucha obrera y, de ese modo, la podía alejar de la comunión con el espíritu nacional66. De este modo, una vez más se construía la argumentación de la relevancia del rol político del sector trabajador sobre el presupuesto de su misión histórica en los destinos de la nación. Como ya había sostenido anteriormente AyB, 2da República reafirmó su creencia en que el futuro de la causa nacional se encontraba en las manos del pueblo trabajador, que ya había adquirido plena conciencia de su identidad nacional. En este sentido, era prioritario salvaguardarlo tanto del comunismo como de los avatares del liberalismo.

Luego de este primer número, su director fue encarcelado nuevamente, otra vez acusado de conspirar para desestabilizar al gobierno, en el marco del estado de sitio vigente67. Sin embargo, los meses que siguieron al cierre de 2da República parecieron darle la razón al semanario.

En marzo de 1962 se llevaron a cabo las elecciones para elegir gobernadores y renovar parcialmente las legislaturas. Tal y como había predicho AyB68, la extremadamente debilitada legitimidad de Frondizi no superó el resultado de las elecciones. Así, luego del triunfo del peronista Andrés Framini a la candidatura para gobernador de la provincia de Buenos Aires, Frondizi tuvo que decretar la intervención federal en las provincias en las que había ganado esta fuerza debido a las presiones militares en ese sentido. Inmediatamente después, el 29 de marzo, Frondizi fue arrestado. Con el golpe a Frondizi y la asunción del presidente del Senado, José María Guido, en su remplazo, 2da República reabrió su edición.

El contexto social y político que caracterizó a la presidencia de Guido -a la que 2da República se refería como "el acefalato"- estaba en permanente ebullición y el semanario no dudaba en reconocer, aun desde su programa golpista, que el origen de la crisis se encontraba en una "mal resuelta cuestión peronista". En este sentido, ni bien fue declarada la acefalía y asumió Guido, 2da República advirtió al gobierno: Sepan también los mandos y las personas de carne y hueso que transitoriamente los asumen que en esta Argentina de 1962 el problema político tiene una solución social. Esto es, la única manera de asimilar al peronismo y, por lo tanto, de evitar que sea insumido en la dialéctica marxista consiste en entender y entenderse con los gremios. Consiste en revisar esas matemáticas electorales que oponen el peronismo al antiperonismo y hacer la cuenta de las fuerzas aparentemente opositoras que coinciden, sin embargo, en un esquema de conducta nacional69

El "problema político" al que alude la cita se profundizó durante la presidencia de Guido. Esta se caracterizó por la profunda recesión económica, la desindustrialización, el desempleo, la insolvencia del Estado y el caos social y político generalizados. En este contexto, el semanario insistía en que la única salida posible era la consecución de la "revolución pendiente". La predilección por la salida "no-democrática" no era exclusiva de los nacionalistas, sin embargo, la solución a la crisis que ganaba más adeptos era a favor de la continuidad de la legalidad; o, al menos, la apariencia de ella. En este sentido, las fuerzas frondizistas y algunos nacionalistas conformaron el Frente Nacional y Popular, buscando integrar, de esta manera, al peronismo en la solución democrática. Pese a que el programa frentista parecía ser abierto y conciliador, desde un primer momento, 2da República se opuso a el por considerarlo un retorno a la legalidad ficticia, cuya consecuencia había sido, nada menos, que la presidencia de Frondizi, con los resultados trágicos ya conocidos70.

Por otra parte, en los últimos años, las Fuerzas Armadas habían ganado un protagonismo político tal que los conflictos internos se traducían rápidamente en graves crisis políticas nacionales. Como producto del deterioro institucional generalizado, sumado al contexto de paranoia de la Guerra Fría, se produjeron hondos resquebrajamientos y luchas de poder entre los militares. Este conflicto de consenso castrense, conocido como la división entre "azules" y "colorados", signó los años del "acefalato"71.

Considerando la relevancia que los conflictos internos de las Fuerzas Armadas tenían en la resolución de la crisis política, es necesario destacar que la publicación nacionalista, si bien rechazaba el antiperonismo de los "colorados", simpatizaba más con esta facción debido a que veían que su postura con respecto al peronismo era más "auténtica". En contraposición a ella, consideraban que el acercamiento a la fuerza proscripta que los "azules" manifestaran a través del comunicado 150 sobre el retorno a la normalidad constitucional implicaba continuar con la "fachada de semilegalidad". Es decir, los peronistas podían ahora votar pero no elegir72. En este sentido, el semanario había declarado en varias oportunidades su interés por levantar la proscripción al peronismo no sólo porque la veda al sector político indiscutiblemente mayoritario era un serio foco de problemas para la legitimidad de cualquier gobierno que se instaurase en la Argentina en estas condiciones sino también porque los "azulblanquistas" veían en las bases peronistas el germen de un movimiento nacional con posibilidades reales de transformar la realidad política que, de otra manera, sería cooptado por la izquierda73. La verdadera razón de esta postura se explica en la idea que el semanario tenía del peronismo, visto como parte imperfecta del movimiento nacionalista. Al respecto, se afirmaba que

El peronismo no es otro partido, sino esa etapa iniciada entonces del movimiento nacional que fracasó como gobierno y se derrumbó en 1955, pero cuyas bases sociales permanecen saludablemente intactas74

De ahí la relevancia de no perder de vista a sus bases, que desde su óptica, habían pertenecido siempre al nacionalismo. Y es en relación con esto que se comprende por qué, pese a que los "azules" y el Frente Nacional y Popular proponían la reintegración del peronismo a la vida pública, la publicación no veía en esta propuesta mas que un nuevo ardid, tal y como lo había sido el pacto Perón-Frondizi.

Así, el anuncio de las elecciones presidenciales y la candidatura frentista encontraron en las páginas de 2da República a un férreo opositor.  En efecto, sus editores manifestaron que la inclusión del peronismo ("como 'objeto' y no como 'sujeto' de la acción política") bajo el ala del mayoritariamente ucrista Frente -es decir, nuevamente bajo la forma de un pacto entre líderes de partidos liberales y marxistas y cuadros peronistas de una notoria "incapacidad revolucionaria" que sólo buscaban aprovecharse de sus "ricas materias primas"- representaba una búsqueda tan desesperada como innecesaria de la reconstrucción de una legalidad a medias, que no era más que un burdo engaño a las bases peronistas y a la ciudadanía en general75

Y, precisamente, esta manipulación de las bases -con argumentos robados a la retórica nacionalista- era lo que más resquemores generaba en la publicación. Como afirma Sánchez Sorondo en sus memorias, los integrantes del grupo AyB/2da República se sintieron expoliados intelectualmente, saqueados de sus conceptos y de su prédica sobre el peronismo. Luego de haber denunciado los fusilamientos, el antiperonismo de la "Libertadora" y la proscripción, los nacionalistas veían su discurso en boca de quienes pretendían aprovecharse de la identidad y de las bases peronistas de cara a las próximas elecciones76.

En efecto, la misión de recuperar a los trabajadores peronistas para la causa nacional, con la intención de constituir una nueva fuerza que fuese "más allá del peronismo", había siempre estado en los planes de AyB. Para ello, no sólo se había valido de exhortaciones directas de un estilo preponderantemente pedagógico sino que también apelaba a complejas estrategias persuasivas con el fin de demostrar que el peronismo era parte del movimiento más amplio nacionalista77. El sentido de estas apelaciones al lector peronista para probarle que sus ideas participaban de un ideario y de un movimiento político que iba más allá de la relación con el líder proscripto se acentuó con el discurso de 2da República. Pero las constantes críticas al "acefalato" le valieron al grupo de Sánchez Sorondo un nuevo arresto y clausura en 1963 y con ello la relación con el lector peronista quedó suspendida.

Aun cuando Sánchez Sorondo recuperó su libertad luego de la asunción de Illia como nuevo presidente democrático, 2da República feneció con su misión inconclusa, luego de 53 números78. Debido a esto, el proyecto de la "Revolución Nacional", sobre la base política de los trabajadores peronistas quedó trunco una vez más. No obstante ello, con 2da República quedó afianzado un vínculo concreto y duradero con los sectores obreros organizados que sería recuperado bajo nuevas formas y en circunstancias diferentes por la renovada generación de AyB, algunos años más tarde.

Conclusiones

La crítica al abandono del lema "ni vencedores ni vencidos" por parte de Aramburu, al igual que sus contradicciones en torno a los preceptos de libertad y democracia, fueron acercando a AyB de forma gradual a los sectores populares mayoritarios y cercenados en sus derechos políticos, sociales y económicos. A partir de allí, quienes escribían en esta publicación se erigieron como defensores de los intereses populares y, con la fundación del partido Azul y Blanco, pretendieron representarlos políticamente en el marco del sistema democrático. Con este fin, la revalorización de la participación política popular, sumada a las ideas corporativistas que venían arrastrando desde hacía décadas, los acercó a la actividad sindical y, eventualmente, a los sectores peronistas.

A pesar de que nunca dejaron de ser antiperonistas tolerantes, los nacionalistas de AyB veían al peronismo como un reaseguro para evitar que el comunismo invadiese los lugares de trabajo con sus ideas extranjerizantes. Esta creencia se exacerbó primero durante la "Libertadora", cuando el sistemático y violento ataque a los organismos representantes de los trabajadores y las injustificadas purgas desperonizantes en sus estructuras sindicales dejó vulnerables -según interpretaba la publicación- a los trabajadores frente a posibles filtraciones marxistas.

Posteriormente, ya durante la presidencia de Frondizi, las movilizaciones y protestas contra el plan económico no sólo extranjerizante sino también degradante para los sectores populares significaron un riesgo aun mayor en la mirada de AyB. La desatención de esta presidencia a los sectores obreros -según interpretaba el semanario- se asimilaba al descuido de la soberanía nacional que, en última instancia, atentaba contra la armonía y jerarquía social basadas en la justa satisfacción de cada sector productivo de la sociedad; además de que minaba el interés nacional.

Con este sesgo corporativista de la lente con que la publicación juzgaba la realidad política y sindical, la Revolución Cubana y la opción del gobierno castrista por el comunismo se transformaron en una amenaza latente que sobrevolaba las acciones políticas de los trabajadores argentinos. En este contexto, los "azulblanquistas" -luego del fracaso de su partido político- se decidieron por otro tipo de estrategia política sobre la base de los trabajadores: la "Revolución Nacional". Este nuevo emprendimiento implicaba la participación conjunta de cada uno de los sectores productivos de la sociedad (con la primacía del sector trabajador), en conjunción con las Fuerzas Armadas, en función de un bien común: el bienestar y la paz de la Nación.

Luego de la clausura de AyB por conspiración y frente a la crisis política e institucional que derivó en la declaración de acefalía y la consecuente asunción del presidente del Senado, José María Guido, en la presidencia de la Nación, los "azulblanquistas" regresaron a la participación en el debate político nacional. El retorno se produjo de la mano de un nuevo semanario, cuyo nombre era en sí mismo su declaración de principios: 2da República. La fundación de una virtuosa, corporativista y nacionalista "segunda república", sobre las ruinas de la corrompida, expoliada y caótica "primera" república, era el objetivo último de la "revolución nacional". En este plan, el cuerpo organizado de trabajadores tenía preponderancia por sobre el resto de los sectores sociales y económicos y, debido a esto, era primordial recuperar las bases políticas del peronismo, que -por otra parte- estaban siendo llevadas por las vicisitudes  del momento (veda política del peronismo, crisis económica, Revolución Cubana) cada vez más hacia las "garras del imperialismo soviético".

El caos de la presidencia de Guido, en la mirada de los "azulblanquistas", parecía reclamar esa refundación del orden político, institucional, económico y social del país que venían anunciando desde los últimos números de AyB. Y precisamente a este proyecto se abocó de lleno 2da República, que pretendía, con ese fin, "recuperar" del peronismo a sus bases políticas para que pudiesen concretar los fines políticos del movimiento nacional que el peronismo había desvirtuado. En este sentido, 2da República invirtió su retórica en un lector modelo más definido: el trabajador politizado, en vistas de ganar al trabajador peronista para su causa.

Sin embargo, con el llamado a elecciones presidenciales y la formación del Frente, este proyecto perdió viabilidad y, ante la perspectiva de elecciones democráticas, la idea de un golpe corporativista pasó a un segundo plano. Finalmente, la retórica conspirativa de 2da República le valió su clausura en 1963. Pese a esta abrupta interrupción del proyecto "azulblanquista", las páginas del semanario quedan como prueba del rol preponderante que ocupó el trabajador peronista en el programa político del nacionalismo durante este período.

Buenos Aires, 23 de abril 2012.

Notas

1 ALTAMIRANO, Carlos Peronismo y cultura de izquierda (1955-1965), Latin American Studies Center, 1992.         [ Links ]

2 AMADEO, Mario Ayer, hoy y mañana, Ediciones Gure, Buenos Aires, 1956.         [ Links ]

3 ALTAMIRANO, Carlos "¿Qué hacer con las masas?", en SARLO, Beatriz La batalla de las ideas (1943 - 1973), Ariel, Buenos Aires, 2001.         [ Links ]

4 Sobre la definición de este concepto tomado de SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la "revolución libertadora", Biblos, Buenos Aires, 2005.         [ Links ]

5 AyB, nros. 1, 06/06/56; 2,13/06/56; 3, 20/06/56 y 4, 27/06/56.

6 MELON PIRRO, Julio César "La prensa de oposición en la Argentina post-peronista", en EIAL, Volumen 13, No 12, Julio-Diciembre, 2002;         [ Links ] MELON PIRRO, Julio César El peronismo después del peronismo, Siglo XIX, Buenos Aires, 2009, p. 69 y pp. 159-190.         [ Links ]

7 El crecimiento en el número de lectores se expresó en la alta cifra de la tirada máxima alcanzada: 150.000 ejemplares, según datos del grupo (al respecto, consultar AyB, nro. 51, 04/06/57). Parte de este éxito se explica por ciertas características materiales de la publicación, como por ejemplo el acotado número de páginas (cuatro, con excepción de algunos pocos números especiales o de aniversario en los que éstas se duplicaban) o su bajo precio de venta al público. En efecto, aun cuando AyB se caracterizaba por ser una de las publicaciones más baratas del mercado editorial de la época (ver MELON PIRRO, Julio César "La prensa de oposición...", cit.), el mismo ejemplar era leído por varias personas que compartían entre sí una única copia (ver AAVV, Homenaje a Marcelo Sánchez Sorondo, Jorda, Buenos Aires, 1992).         [ Links ] Esto último no sólo da cuenta de un número real de lectores que supera al número de tirada, sino que también ilumina las implicancias culturales de la lectura de AyB. Las características de esta lectura colectiva (normalmente llevada a cabo en fábricas o sindicatos) sugieren una distribución y discusión mayor de las temáticas propuestas por el semanario cada semana.

8 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias. Conversaciones con Carlos Payá, Sudamericana, Buenos Aires, 2001, pp. 132-134.         [ Links ]

9 "Pide amparo un nuevo semanario", en La Nación, 11/08/61.         [ Links ]

10 AyB, nro. 38, 06/03/57.         [ Links ]

11 AyB se funda en 1956, con el objetivo explícito de funcionar como una especie de "consejero del príncipe" y, en este sentido, lejos de constituirse como oposición, colaborar para el "buen gobierno" de Aramburu. Esta estilizada declaración de principios, en realidad, era un eufemismo para expresar el compromiso del semanario con los principios "originales" de la autodenominada Revolución Libertadora -es decir, aquellos defendidos durante la presidencia de Lonardi- de los cuales se pretendía y aconsejaba que aun guiasen a la nueva gestión. Al respecto, consultar SANCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., p.116 y AyB, nro. 1, 06/06/56.         [ Links ]

12 AyB, nro. 51, 04/05/57.         [ Links ].

13 MELON PIRRO, Julio César El peronismo..., cit., pp. 68-76.

14 MELON PIRRO, Julio César El peronismo..., cit., p. 163.

15 FORD, Aníbal "La exasperación del caso. Algunos problemas que plantea el creciente proceso de narrativización de la información de interés público", en La marca de la bestia. Identificación, desigualdades e infoentretenimiento, Norma, Buenos Aires, 2002, pp. 251-283.         [ Links ]

16 AyB, nro. 2, 13/06/56.         [ Links ]

17 AyB, nro. 3, 20/06/56.         [ Links ]

18 AyB, nro. 104, 10/06/58.         [ Links ]

19 AyB, nros. 8, 25/07/56;         [ Links ] 10, 08/08/56; 52, 11/06/57.

20 AyB, nro. 22, 31/10/56.         [ Links ]

21 AyB, nro. 48, 14/05/57.         [ Links ]

22 AyB, nro. 14, 05/09/56.         [ Links ]

23 MELON PIRRO, Julio César El Peronismo..., cit., p. 185.

24 AyB, nro. 50, 28/05/57.         [ Links ]

25 AyB, nros. 46, 02/05/57;         [ Links ] 47, 07/05/57; 50, 28/05/57.

26 sobre este tema ver, entre otras, las notas -muchas de ellas en la tapa- "El pueblo ausente", "AyB defendió los derechos del trabajador", "La responsabilidad de las Fuerzas Armadas" y "Anarquizar las organizaciones populares es debilitar las defensas del país", "Los trabajadores fuerza nacional", "La masa peronista supera a muchos dirigentes" en AyB, nros. 47, 07/05/57;         [ Links ] 51, 04/06/57; 52, 11/06/57; 53, 18/06/57; 72, 29/10/57; 82, 07/01/58; respectivamente.

27 SPEKTOROWSKI, Alberto "Argentina 1930-1940: nacionalismo integral, justicia social y clase obrera", en EIAL, vol. 2, No. 1., 1990.         [ Links ]

28 AyB, nro. 88, 18/02/58.         [ Links ]

29 FARES, María Celina La Unión Federal: ¿Nacionalismo o democracia cristiana? Una efímera trayectoria partidaria (1955-1960), Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2007, pp.17-26.         [ Links ]

30 AyB nro. 38, 06/03/57.         [ Links ]

31 AyB, nros. 34, 06/02/57;         [ Links ] 52, 11/06/57; 53, 18/06/57.

32 AyB, nro. 55, 02/07/57.         [ Links ]

33 AyB, nro. 72, 29/10/57.         [ Links ]

34 AyB, nro. 31,16/01/57.         [ Links ]

35 AyB, nro. 52, 11/06/57.         [ Links ]

36 AyB, nro. 75, 19/11/57.         [ Links ]

37 AyB, nro. 74, 12/11/57.         [ Links ]

38 AyB, nro. 8, 25/07/56;         [ Links ] AyB, nro. 51, 04/06/57.         [ Links ]

39 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., pp. 36-54; BERNETTI, Jorge Luis "De la Falange Española a la Alianza Libertadora Nacionalista y el Movimiento Nacionalista Tacuara", en Pensamiento de los Confines, nro, 5, Guadalquivir, Buenos Aires, 1998, pp. 29-30;         [ Links ] Entrevista a A.M., 17/01/12.

40 Para paliar la reactivación de la inflación se puso en práctica, entre diciembre de 1958 y enero de 1959, un desfavorecedor plan de estabilización económica, guiado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La implementación de este plan provocó la renuncia de Rogelio Frigerio y David Blejer, asesor presidencial y ministro de Trabajo, respectivamente, y la pérdida de estos funcionarios con llegada al peronismo y al movimiento obrero, fue suplida por la incorporación del liberal Álvaro Alsogaray en las carteras de Trabajo y Economía. Asimismo, la creciente protesta sindical, incentivada por estas políticas, fue ilegalizada y duramente reprimida por las Fuerzas Armadas.

41 AyB, nros. 166, 18/08/59;         [ Links ] 212, 13/07/60; 213, 20/07/60; 214, 26/07/60.

42 AyB, nro. 213, 20/07/60.         [ Links ]

43 AyB, nro. 212, 13/07/60.         [ Links ]

44 AyB, nro. 231, 23/11/60.         [ Links ]

45 AyB, nro. 214, 26/07/60.         [ Links ]

46 AyB, nro.  171, 21/09/59.         [ Links ]

47 AyB, nro. 193, 23/02/60.         [ Links ]

48 AyB, nro. 215, 02/08/60;         [ Links ] AyB, nro. 219, 30/08/60.         [ Links ]

49 AyB, nro. 227, 26/10/60.         [ Links ]

50 AyB, nros. 109, 15/07/58;         [ Links ] 123, 21/10/58; 130, 09/12/58; 143, 10/03/59; 146, 31/03/59; 153, 19/05/59; 156, 09/06/59; 159, 30/06/59.

51 GALVÁN, María Valeria El Movimiento Nacionalista Tacuara y sus agrupaciones derivadas: una aproximación desde la historia cultural, tesis de maestría en Sociología de la Cultura, IDAES/ UNSAM, Buenos Aires, 2008, p. 42.         [ Links ]

52 AyB, nro. 215, 02/08/60.         [ Links ]

53 AyB, nro. 176, 27/10/59.         [ Links ]

54 POTASH, Robert El Ejército y la política en la Argentina, 1945-1962, Hyspamerica, Buenos Aires, 1985, pp. 313-433;         [ Links ] ROUQUIÉ, Alan Poder mlitar y sociedad política en la Argentina. Tomo II 1943/1973, Emecé, Buenos Aires, 1998, pp. 177-178.         [ Links ]

55 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., p. 155.

56 AyB prohibido, nro. 1, 04/01/61.         [ Links ]

57 AyB prohibido, nro. 1, 04/01/61.         [ Links ]

58 "Nosotros afirmamos", en AyB prohibido, nro. 1, 04/01/61 y "Etapa Revolucionaria de la Segunda Repú         [ Links ]blica", en AyB prohibido, nro. 2, 05/02/61.         [ Links ]

59 STERNHELL, Zeev; SZNAJDER, Mario and ASHERI, Maia The Birth of Fascist Ideology, Princeton University Press, New Jersey, 1994;         [ Links ] SAZ CAMPOS, Ismael España contra España. Los nacionalismos franquistas, Marcial Pons Historia, Madrid, 2003 y SAZ CAMPOS,         [ Links ] Ismael Fascismo y Franquismo, Universitat de Valencia, Barcelona, 2004.         [ Links ]

60 BUCHRUCKER, Cristián Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Sudamericana, Buenos Aires, 1999;         [ Links ] SPEKTOROWSKI, Alberto, EIAL..., cit.

61 ZULETA ÁLVAREZ, Enrique "Nueva política 1940-1943. Historia de una revista política", inédito, s/f;         [ Links ] ZULETA ALVAREZ, Enrique El Nacionalismo Argentino (II tomo), Ediciones La Bastilla, Buenos Aires, 1975, p. 716;         [ Links ] GOEBEL, Michael Argentina's Partisan Past. Nationalism and the Politics of History. Liverpool University Press, Liverpool, 2011, p. 71.         [ Links ]

62 GALVÁN, María Valeria El Movimiento Nacionalista Tacuara... , cit., pp. 38-40.

63 AyB, nro. 230, 16/11/60.         [ Links ]

64 2da República, nro. 1, 01/08/61.         [ Links ]

65 2da República, nro. 1, 01/08/61.         [ Links ]

66 2da República, nro. 1, 01/08/61.

67 La Nación, 11/08/61;         [ Links ] BERAZA, Luis Fernando Nacionalistas. La trayectoria de un grupo polémico (1927-1983), Puerto de Palos, Buenos Aires, 2005, p.129 y SÁ         [ Links ]NCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., p. 157.

68 Dos años antes, AyB había vaticinado acerca de lo que le depararía a Frondizi después de las elecciones si continuaba con su tesitura de enemistad con los trabajadores: "...pero al siguiente día de las elecciones Frondizi y los restos de su 'gobierno', percibirá qué terribles contornos asume la revolución pendiente, la Revolución rogada y aguardada, la Revolución que nos debemos, con la que la Patria tiene su más grande empresa de honor". AyB, nro. 193, 23/02/60.         [ Links ]

69 2da República, nro. 6, 03/05/62.         [ Links ]

70 Al respecto, consultar, por ejemplo las notas "El pueblo pide una dictadura nacional", en 2da República, nro. 20, 22/08/62;         [ Links ] "Bases para el estado nacional", en 2da República, nro. 21, 29/08/62;         [ Links ] "La legalidad enmascara el retorno de Frondizi", en 2da República, nro. 27, 10/10/62.         [ Links ]

71 Mientras que los primeros juzgaban al peronismo como red de contención eficaz para prevenir el comunismo entre los trabajadores, los "colorados" veían que el peronismo politizaba a los trabajadores, acercándolos de este modo al "peligro rojo" ROUQUIÉ, Alain Poder militar..., cit., pp. 204-221.

72 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., pp.163-165.

73 AyB, nros. 143, 10/03/59;         [ Links ] 175, 20/10/59; 2da República nros. 6, 03/05/62;         [ Links ] 15, 11/07/62; 19, 15/08/62;  22, 05/09/62; 31, 08/11/62.

74 2da República, nro. 35, 05/12/62.         [ Links ]

75 2da República, nros. 41, 30/01/63;         [ Links ] 42, 06/02/63; 46, 20/03/63; SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., 164-165.

76 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., p.165.

77 SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo Memorias..., cit., pp.135-139; AyB, nros. 143, 10/03/59;         [ Links ] 175, 20/10/59; 185, 29/12/59.

78 En 1966 volvió a aparecer AyB, con un rejuvenecido equipo editorial que contaba con las colaboración especial de Sánchez Sorondo. En esta nueva etapa del semanario, aparecieron dos ediciones de 2da República, segunda época en los meses de abril y mayo de 1968, durante una nueva clausura del periódico AyB.

Recibido con pedido de publicación el 30 de abril de 2012
Aceptado para su publicación el 5 de agosto de 2012
Versión definitiva recibida el 30 de septiembre de 2012

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