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Prohistoria

versión On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.19  Rosario ene./jun. 2013

 

ARTÍCULOS

De la frontera del Pasaje Balbuena a la frontera del Rosario. Gobernación del Tucumán, 1707-1767

Norma Estela Aguilar

Universidad Nacional de Salta, miembro del Proyecto CIUNSa, 1893/2, integrado al Programa Núm. 1893; e-mail: estela_036@yahoo.com.ar


Resumen

Nuestro análisis busca develar las particularidades asumidas por la Frontera del Pasaje Balbuena, Gobernación del Tucumán, en el transcurso de una etapa con entidad propia dentro de la historia colonial (1707-1767), marcada por el despliegue de la guerra ofensiva y la acción de la Compañía de Jesús. Centrando la atención en los núcleos de esta frontera múltiple: fuertes, reducciones y haciendas, observaremos el particular desarrollo del espacio hasta lograr su consolidación definitiva, convirtiéndose en un frente pastoril pujante, mudando su nombre por el de Frontera del Rosario e incorporándose a la jurisdicción de Salta como Partido del Rosario.

Palabras clave: Frontera del Pasaje Balbuena; Guerra ofensiva; Compañía de Jesús; Frontera múltiple; Frontera del Rosario.

Abstract

In this article we seek to uncover the particularities of the border Pasaje Balbuena during a period with it own entity within the colonial history of the Gobernación del Tucumán (1707-1767), characterized by the deployment of offensive war and the Jesuits' action. By focusing attention on the nuclei of this multiple border: fuertes, reducciones, and haciendas, we will observe the particular development of this area until it was consolidated as a thriving pastoral front, changed its name to Frontera del Rosario, and joined the jurisdiction of Salta as Partido del Rosario.

Keywords: Passage Balbuena Border; Offensive war; Society of Jesus; Multiple order; Rosario Borde.


Introducción

El presente artículo constituye un avance en el proyecto de investigación, Pueblos de indios, encomiendas y reducciones en la Frontera del Pasaje Balbuena.1 Si bien el espacio sobre el que se centra la atención, es el mismo que el analizado en anteriores escritos2 para el siglo XVII, en los inicios de la nueva centuria se revelará profundamente convulsionado, producto de la destrucción de la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Madrid o Esteco, por el terremoto de 1692 y los ataques chaqueños.

El análisis se sitúa entre 1707 y 1767, una etapa con entidad propia dentro de la historia colonial y en especial de la colonización chaqueña, marcada por el despliegue de la guerra ofensiva y la acción de la Compañía de Jesús, en el cordón reduccional fronterizo instalado sobre el Pasaje Balbuena. El recorte permitió visualizar los momentos, identificados con los gobiernos de Urízar y Arespacochaga y Martínez de Tineo, cuando los dominios hispano criollos se expandieron y consolidaron sobre la periferia occidental del Chaco, pero también los tiempos intermedios en que la laxitud de las acciones militares marcaron la retracción de las fronteras, con el riesgo evidente de las ciudades ubicadas al este de la Gobernación.

Se pretende mostrar el desarrollo de un proceso por el cual se imbricaron una multiplicidad de fronteras,3 misional, presidiaria y ganadera, sobre el Pasaje Balbuena, en una única e inexpugnable a los avances chaqueños. Centrando la atención en los núcleos fronterizos, fuertes, reducciones y haciendas, se observará su particular desarrollo y el modo en que interactuaron y asistieron hasta lograr la definitiva consolidación del espacio colonial, durante la segunda mitad del siglo. A partir de allí la zona aledaña al río en su cara interna, se convertirá en un frente pastoril pujante, cuyos primeros hacendados fueron los beneméritos de las campañas, mudando su nombre por el de Frontera del Rosario e incorporándose de manera efectiva a la jurisdicción de la ciudad de Salta como Partido del Rosario.

No obstante ser las reducciones, conformadas con aborígenes de la periferia, en especial lules y vilelas, uno de los objetos principales de análisis, dedicaremos un apartado para observar una suerte de remozamiento en el valor de las encomiendas. En un contexto de excesiva pobreza y de una pronunciada disminución de la población encomendada, producto de mantener un estado de guerra permanente, los repartimientos de chaqueños de tierra adentro, en especial tobas y mocovíes, aunque inhábiles, siguieron representando el incentivo y la moneda de pago en retribución a los servicios; un recurso de los gobiernos, para mantener y reforzar la línea de fuertes durante las tres primeras décadas del siglo XVIII, cuando las contribuciones de la Real Hacienda estuvieron ausentes.

Las fronteras presidiaria y misional, han sido descriptas a partir de información inserta en cartas y expedientes de Gobernadores del Tucumán4 y relatos de jesuitas.5 Por ellos se logró recrear el estado de la Gobernación y los avances en la guerra contra los chaqueños, representando el desarrollo de las campañas y brindando detalles en la erección de la línea de fuertes y misiones, de gran relevancia para la historia local. La meticulosidad de los informes permitió recabar los antecedentes del contacto con lules y vilelas y las medidas implementadas para su reducción sobre las márgenes del río Pasaje Balbuena- Salado.

En el análisis de la frontera ganadera el eje vertebrador fue la posesión de la tierra, no sólo por parte de españoles y criollos sino del aborigen, bajo la tutela de los jesuitas, dato por cierto inédito en este espacio. Explorada a través de un corpus documental relativamente amplio,6 pudimos individualizar parcialmente las posesiones extendidas sobre los territorios recorridos por las subcuencas del Rosario-Horcones y la de Metán-Conchas, en la cara interna del Pasaje Balbuena, actualmente jurisdicción de los departamentos salteños de Rosario de la Frontera y Metán y las propiedades de los pueblos reducidos sobre la margen este del río, en una clara avanzada sobre el Chaco, hoy Anta.

Los pleitos entre los antiguos propietarios, vecinos de Esteco, y los nuevos investidos por los gobernadores, al ser beneméritos de campaña, pusieron en evidencia el grado de confusión y desorden que primó en la primera mitad del siglo y el creciente interés por estas tierras, de excelentes condiciones para la producción ganadera y la invernada. El incremento del valor coincidió con el control de la avanzada chaqueña, la reactivación de la circulación comercial, favorecida por la transitabilidad de los caminos y la paulatina recuperación desde la década del cuarenta del centro minero del Potosí.7

La Gobernación del Tucumán en los inicios del siglo XVIII

En los relatos de principios de siglo, el Tucumán exhibía imágenes de extrema pobreza. Las ciudades de la frontera este y sus haciendas se despoblaron por el ataque continuo de los chaqueños y los pobladores empobrecieron por la exigencia de acudir "con las armas en las manos a la continua defensa y no tener tiempo a atender sus propias conveniencias."8 De los siete núcleos urbanos que componían la Gobernación, al destruirse el de Nuestra Señora de Talavera de Madrid en 1692, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, ubicadas sobre una línea de más de doscientas leguas confinante con el Chaco, enfrentaron las arremetidas con sus escasos recursos. Las acciones defensivas resultaron infructuosas, los aborígenes de tierra adentro9 representaban una amenaza incontenible para los territorios tucumanos y desde diversos ámbitos comenzaron a elevarse reclamos exigiendo el inicio de operaciones ofensivas.

Durante el siglo XVII, sólo se reconocieron tres campañas de carácter ofensivo. La de Ángel de Peredo, había logrado que algunos grupos aborígenes ofrecieran la paz, incrementando el número de encomendados y deteniendo los ataques, temporalmente. Sin embargo los resultados agravaron la situación, las familias capturadas y dadas en composición fueron repartidas entre los oficiales y soldados de las distintas jurisdicciones; la huida de los lugares en donde estuvieron asentados, los hizo prácticos de los caminos, ciudades y haciendas existentes y aumentada su caballada por los robos, infestaron las fronteras. Las campañas posteriores, sea la de Juan Diez de Andino o la de Vera y Mujica, nada obtuvieron, salvo la captura de algunas piezas; como tampoco resultó el intento evangelizador del Licenciado Pedro Ortiz de Zárate. Por todo, los chaqueños se enseñorearon en más de cien leguas de terreno quedando las ciudades como primeras fronteras y sufriendo las invasiones de malones que paulatinamente aumentaron en número.

Al asumir Esteban Urízar y Arespacochaga reconoció como el elemento más perjudicial para la Gobernación y motivo de la ruina total, la continuidad de la guerra defensiva. Sus estrategias, patrullas de reconocimiento y entradas o corredurías, resultaron ineficaces, exponiendo las ciudades a los ataques, como sucedió en Salta en Marzo de 1708, y afectando el tránsito comercial. La inseguridad llevó a algunos vecinos a mudarse a sitios más protegidos, mientras la circulación de mercancías y tropas de ganados por el camino real sufrió serios quebrantos, por los saqueos o las erogaciones que implicaba el pago de una escolta de soldados para pasar de una ciudad a otra.

En toda la extensión de la frontera confinante con el Chaco, se mantuvo únicamente el fuerte de Nuestra Señora del Rosario de Esteco. Su ineficacia resultó evidente al considerar que protegía sólo las áreas inmediatas a los sitios donde estuvo localizado; desde el terremoto de 1692, cuando se destruye el fuerte de San Carlos en Esteco, el presidio sufrió continuos traslados, primero a la estancia de Metán y luego a las pampas de la Compañía, en un intento por contribuir a la defensa del resto de las ciudades. En él permaneció una dotación de treinta y dos plazas y un cabo castellano, pagados con el producto recaudado en concepto de Sisa, agregándose treinta soldados de socorro procedentes de Catamarca y la Rioja durante los cuatro meses de lluvia, cuando los ataques de los chaqueños se tornaban más frecuentes. Esta medida implementada desde la gestión de Argandoña no reportó demasiados beneficios atendiendo a la escasez de armas o al mal estado de las existentes.

Pero la situación imperante en la Gobernación no fue sólo consecuencia de la vigencia de una estructura defensiva inoperante, sino de la merma pronunciada en el número de aborígenes encomendados, incidiendo sobre las posibilidades de producción. Este declive demográfico, registrado a lo largo de los siglos XVI y XVII, estuvo motivado por diversos factores, tales como, la incidencia del estadio cultural alcanzado antes de la conquista al contacto con el español, las alteraciones en las condiciones de vida provocadas por la aplicación de sistemas de explotación de la mano de obra indígena, la privación de los medios necesarios para garantizar la reproducción de las comunidades, los efectos de las luchas, el extrañamiento de los lugares de origen, las epidemias o las fugas.

CUADRO N°1: Población aborigen de la Gobernación del Tucumán


Fuente: BEATO, Guillermo "La época colonial entre los años 1600 y 1750..."cit., pp. 192-194).

Aunque las cifras consignadas en el cuadro 1, marcan para la Gobernación una evidente declinación de la población aborigen, no debe perderse de vista la existencia de situaciones particulares, que prueban la no generalización del proceso de desestructuración y la adaptación de algunos pueblos de indios al sistema colonial. La visita de Luján de Vargas a fines del siglo XVII muestra al interior de algunas de las jurisdicciones, la generación de condiciones mínimas necesarias que garantizaron la reproducción de las sociedades indígenas. Así mientras Jujuy y Santiago del Estero llegaron al siglo XVIII con la mayoría de su población concentrada en pueblos con tierras propias, resultando inexistentes las encomiendas de desnaturalizados, Catamarca concentraba a sus encomendados, desnaturalizados en una gran proporción, sobre tierras privadas, favoreciendo la pervivencia del servicio personal a la vieja usanza y con los resultados previsibles. Córdoba por su parte representó el segundo caso más extremo de incorporación de los indígenas a las propiedades encomendiles, sólo quedaban tres pueblos en pie con un ínfimo número de tributarios. En una posición intermedia se ubicaron las jurisdicciones de Tucumán, Salta y La Rioja; allí coexistían repartimientos de desnaturalizados confinados en tierras privadas, pueblos con su localización original y reducciones multiétnicas producto de los extrañamientos, asentadas sobre tierras asignadas;10 sin embargo la situación tucumana fue más afín a la de Jujuy y Santiago, por la solidez de sus encomiendas pueblos, mientras las riojanas exhibieron un estado análogo al de las catamarqueñas y cordobesas.

CUADRO N° 2: Número de tributarios y encomenderos de la Gobernación del Tucumán en 1702


Fuente: Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. S. XVIII. Tomo II, Tolosa, 1927. Cuadro confeccionado a partir de los datos insertos en la Carta del Gobernador Juan de Zamudio remitiendo lista de los indios tributarios, encomenderos y vecinos de la Provincia. Córdoba, 22 -05- 1702, pp. 1-9.)

En los inicios del siglo XVIII las jurisdicciones de Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Salta concentraron el mayor número de aborígenes tributarios, diferenciándose en el empadronamiento elaborado por Juan de Zamudio, encomiendas pueblos, lo que no sucedía en Catamarca, Córdoba y La Rioja, donde se registraron mayor número de encomenderos con repartimientos sumamente pequeños.

Surgimiento de la Frontera del Rosario

Dado el panorama que presentaba la Gobernación del Tucumán a principios de siglo, la decisión de iniciar la guerra ofensiva respondió a objetivos definidos en función de los problemas descriptos: necesidad de proteger a las ciudades constantemente asediadas, afianzando las fronteras mediante el sometimiento de los grupos chaqueños y el adelantamiento de los fuertes; remediar la falta de mano de obra indígena y asegurar el normal desenvolvimiento de la circulación económica. Esta lucha fue ciertamente diferente de las anteriores, los hispanos criollos no ingresaron a ella por afanes de conquista o de expansión territorial sino para salvar sus vidas y posesiones. En las Campañas realizadas durante la primera mitad del siglo no existió interés por asentar núcleos urbanos al interior del Chaco, pero sí la intención de abrir una vía de comunicación atravesándolo, con el fin de establecer una conexión directa entre Tucumán y Paraguay, proyecto indubitablemente incómodo a los intereses peruanos y rápidamente abortado.

Al hacerse cargo del gobierno Esteban Urízar y Arespacochaga comprendió la imposibilidad de asumir la responsabilidad de una guerra ofensiva, sin autorización y sin medios. El Virrey del Perú aprobó su petición, mientras la Audiencia de la Plata ordenó al Gobernador de Buenos Aires socorrerlo con armas y pólvora y al corregidor de Tarija contribuir con una compañía de españoles e indios chiriguanaes. La entrada implicaba una acción coordinada con el resto de las gobernaciones, Buenos Aires y Paraguay; las ciudades de Santa Fe, Corrientes y Asunción debían presionar por sus fronteras ayudados por los indios de las misiones. Desde el Tucumán la entrada se haría por las fronteras de Jujuy, Salta y Esteco al mismo tiempo.

El plan contemplaba la instalación de presidios de avanzada, en primera instancia replantearon la utilidad y función del Fuerte de Nuestra Señora del Rosario de Esteco. En junta de guerra resolvieron trasladarlo cuarenta leguas tierra adentro, hacia el Chaco y presidiarlo con cien hombres para que pudieran correr la tierra, dificultando las salidas hacia las ciudades de Salta, Tucumán y frontera de Esteco. La elección del sitio quedó supeditada a un reconocimiento de los contornos del río del Valle, de hecho fue durante la primera campaña y con la reducción de los malbalá que se decidieron por Miraflores. Para el caso de Jujuy convinieron reasentar el reducto del Pongo, en las pampas de Ledesma con una dotación de cincuenta hombres.11

Aunque buscaron el apoyo del resto de las Gobernaciones, el costo de las acciones recayó una vez más sobre los vecinos del Tucumán y el Gobernador. Entre los problemas enfrentados por Urízar estuvo el de lograr los medios para solventar las nuevas plazas, ya que los únicos soldados pagos con el producto de la Sisa fueron los treinta y dos del fuerte de Esteco y los ocho del reducto del Pongo. Propuso una serie de medidas: duplicar el valor del gravamen sobre mulas, vacas y otros frutos, imponer una contribución por cada carga o carro, obligar a los arrieros de otras provincias a pagar un peso por cada mula y finalmente con las donaciones de los Cabildos, cubrir los pertrechos de alimentos y armas.
El segundo inconveniente radicó en obtener los recursos para mantener a los tercios de las ciudades que participaban en la campaña, conformados con milicias de encomenderos, soldados pagos e indios amigos. En este punto jugaron un papel importante los Maestres de Campo y Tenientes de Gobernador: Antonio de la Tijera comandando el de San Salvador de Jujuy, Fernando de Lisperguer y Aguirre en el de Salta, Antonio de Alurralde para el de Tucumán y guarnición de Esteco, Esteban de Nieva y Castilla con el de Catamarca y la Rioja; además Alonso de Alfaro Teniente de Gobernador de Santiago del Estero y los Maestres de Campo de la ciudad de Salta, Juan de Elizondo y Joseph Grande del Real presidio de Esteco. Sus aportes sirvieron para cubrir una variada gama de bastimentos de boca y guerra:12 armas, alimentos, caballos, mulas, carros, bueyes, indios, esclavos armados, médicos, cirujanos, armeros, maestros de albañil, carpinteros y herreros, tabaco, vino y aguardiente, hachas, picos, fierros, botica e instrumentos de cirugía, y constituyeron la letra de cambio por la que pudieron acceder luego de las entradas a importantes mercedes.

Iniciada la campaña y por la acción de los tercios, las fronteras de Jujuy y de Balbuena comenzaron a poblarse de fuertes y reducciones; los primeros ubicados en una posición de avanzada sobre la periferia del Chaco, al amparo de la virgen del Rosario13 y las segundas, en estas instancias, bajo el control de los presidiarios. Así la erección de presidios obedeció a tres razones: vigilar a los grupos numerosos de recién reducidos, defender la frontera de los chaqueños no sometidos y conservar el terreno ganado.

El primer grupo en capitular con Antonio de Alurralde, fue el de los malbalá, gracias a la intercesión de un indio de la misma nación. Ubicados muy próximos a la frontera de Esteco nunca habían protagonizado ataques, al contrario sufrieron el asedio de los mocovíes, por ello no hubo mayores resistencias al contacto. Garantizado el buen tratamiento, el cacique propuso les asignasen tierras "a las riberas del río que llaman de Esteco y Balbuena en la misma frontera por ser muy conocido y apetecidos de ellos aquel paraje, abundante de frutas silvestres, caza y pesca."14 Receloso Urízar de alguna maniobra, ordenó erigir a tiro de pistola de la Reducción un presidio de pequeñas dimensiones, "doscientas varas en cuadro y ochocientas de ámbito con cubos y en ellos algunas piezas pequeñas y pedreros para el reparo de cualquier novedad."15 El fuerte, ubicado en el sitio de Miraflores16 pasó a llamarse Nuestra Señora del Rosario de Miraflores, cuando agregaron a su guarnición de ciento cincuenta hombres, los treinta y dos pagos del presidio de Nuestra Señora del Rosario de Esteco.

Persiguiendo a los mocovíes el tercio tucumano tomó contacto con parcialidades lules: isistine, toquistine y arostine que concertaron la paz con el Gobernador. Al ver como sumamente necesario mantenerlos separados de los malbalá, se les asignó reducción en el sitio de San Esteban de Balbuena; el número de aborígenes, superior a cuatrocientos, obligó a formar el presidio de San Esteban de Balbuena. Construido provisoriamente de palizada alojó una guarnición de cien soldados. Establecidos los dos fuertes sobre el Pasaje Balbuena, Antonio de Alurralde fue nombrado Cabo superior Castellano y Gobernador de las armas.17

Por la frontera de Jujuy Antonio de la Tijera había logrado rendir cincuenta indios ojotaes y levantó en las pampas de Ledesma otro presidio avanzado: Nuestra Señora del Rosario de Ledesma,18 guarnecido con cincuenta soldados y en sus inmediaciones la reducción construida de palizada. El recelo entre los grupos fue evidente; el fracaso de las gestiones para asignarles misioneros de la Compañía y la cercanía con su hábitat, llevaron a Urízar a tomar la decisión de trasladarlos a Buenos Aires, misión ejecutada por el Maestre de Campo Joseph de Arreguy.

Terminada la campaña, Urízar informó sobre los excesos cometidos por los auxiliares de la Villa de Tarija, al retirarse con piezas apresadas sin autorización y del fracaso reduccional de los malbalá que, al pretender en alianza con los mocoví atacar Tucumán, también fueron encomendados a José de Arreguy por tres vidas y enviados a Buenos Aires. Comunicó además el logro de los objetivos pautados: la seguridad de las fronteras por la instalación de los fuertes, la liberación de los caminos reales al comercio, la recuperación de los territorios de las haciendas, la reducción efectiva de parcialidades lules y el quebranto de las fuerzas aborígenes por la pérdida de más de dos mil caballos y muerte de gran número de caudillos y capitanes.

La segunda entrada se llevó a cabo en 1713 con casi la misma cantidad de hombres que la anterior, salvo los de Tarija que no habían sido de utilidad. En el procedimiento alcanzaron el Pilcomayo; en estas instancias Arespacochaga manifestó la conveniencia de explorar y habilitar el río para la comunicación del Paraguay con el Tucumán, pero lo fragoso del terreno obligó a detener la marcha. En la jornada sólo capturaron algunos aborígenes, recuperaron cautivas, instalaron el cuartel general en las riberas del río Balbuena y terminaron la construcción del fuerte y reducción de San Esteban de Balbuena cuya población entre isistine, arostine, toquistine y lules, agregados en último término, ascendió a mil doscientas almas.19

Profundizando en los logros que Urízar enunciaba, podríamos señalar para la Gobernación y en este espacio en particular, una serie de cambios originados con las entradas y afirmados en el transcurso del siglo, sobre todo a partir de las campañas militares posteriores como las de Victorino Martínez de Tineo y Joaquín de Espinoza y Dávalos:

- La utilización sistemática, como recurso de la guerra ofensiva, de las encomiendas conformadas con indios de tierra adentro, mocovíes y tobas.

- La conformación y consolidación de una frontera misional a partir de la capitulación y reducción de los aborígenes de la periferia, lules y vilelas.

- La configuración de un frente ganadero, donde los beneméritos de las campañas se convirtieron en los nuevos hacendados de la Frontera del Rosario y las tierras incrementaron su valor, a medida que se reactivaba el comercio y el Potosí, como centro consumidor de los productos tucumanos, comenzó a dar muestras de recuperación.

Las encomiendas como recurso de la guerra ofensiva

Desde los inicios de la guerra ofensiva existió un criterio discriminatorio claro para el tratamiento de los aborígenes capturados, según se trate de los pertenecientes al grupo de los mansos o pacíficos, asentados en la periferia o al de los bárbaros, caníbales o indios de tierra adentro. Así los lules y vilelas se vieron favorecidos y sus comunidades conservadas bajo la forma de reducciones- pueblos con el control de los jesuitas. Con los segundos las soluciones propuestas oscilaban entre el exterminio, la desnaturalización alejándolos del Chaco hacia otras jurisdicciones o la concesión de encomiendas a las que Urízar identificó como de corto número.

CUADRO N° 3: Comparación de encomiendas y número de indios tributarios antes y después de las campañas de Urízar al Chaco

Fuentes: Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. S. XVIII. Tomo II, Tolosa, 1927. Carta del Gobernador Juan de Zamudio remitiendo lista de los indios tributarios, encomenderos y vecinos de la Provincia. Córdoba, 22- 05- 1702, pp.1-9. AGI, CHARCAS, 210. Carta del Gobernador del Tucumán. San Felipe de Salta, 26- 08- 1719)

El dato más evidente en la comparación de los tiempos, correspondientes a un antes y un después de las campañas, es el incremento en la cantidad de aborígenes tributarios y de encomenderos, entre los que se discriminan para 1719, los poseedores de encomiendas pueblos y los de corto número. La instauración de esta última clase de repartimiento no fue sino un remozamiento de la institución de la encomienda como recurso para cubrir los gastos de la guerra ofensiva, asegurando la retribución de los servicios y contribuyendo al aumento del número de milicianos y el sostenimiento de los fuertes. Entre las ciudades más beneficiadas con estos repartimientos se contaban Catamarca, La Rioja, Salta, Córdoba y en menor medida, Tucumán, Santiago del Estero y Jujuy. Ellos representaron algunos beneficios para los encomenderos: adquirieron el honor de vecinos feudatarios, se les asignó sin cargo de confirmación y la mano de obra se destinó, expresamente en las dos primeras jurisdicciones, al cultivo de las haciendas. El hecho de no definir el número de integrantes porque "no tienen indios tributarios y la que más tiene, tiene cuatro,"20 también podría considerarse una estrategia que les permitió evadir el control en el pago del tributo; reactualizando el argumento de la calidad de los encomendados para justificar formas de sujeción directa, "indios vagos [...] inclinados al vicio de la embriaguez y otros que son naturales en su miseria."21

Sin embargo los encomenderos tuvieron, como consecuencia de su posesión dos cargas, una instalada desde los inicios de la conquista, consistió en acudir a los llamados de guerra con sus armas y caballos, aumentándose el número de brazos armados en las milicias. La segunda, aplicada por Argandoña y perfeccionada por Urízar, fue la obligación de asistir por jurisdicciones a los fuertes, de acuerdo al número de aborígenes asignados, en los tiempos de lluvia cuando aumentaban los ataques. Así los encomenderos de Catamarca y La Rioja se vieron apremiados a concurrir al fuerte que antes llamaron de Esteco, Nuestra Señora del Rosario de Miraflores, los de Santiago del Estero y Tucumán al presidio de Balbuena y los de Salta a contribuir cada uno con diez pesos para "ayudar a la manutención del reducto que llamaron de Cobos y [...] para el presidio de San Joseph en su frontera que se fundó después de las campañas, según forma militar treinta leguas tierra adentro de los bárbaros."22

CUADRO N°4: Asignación de mercedes de encomienda a los beneméritos de las campañas al Chaco, 1710-1713


Benemérito

Jurisdicción

Cargo

Encomienda pueblo

número de indios tributarios

Gral. Antonio de la Tijera

Jujuy

Lugarteniente justicia mayor y capitán de guerra

Humahuaca

199

Gral. Alonso de Alfaro

Santiago del Estero

Lugarteniente justicia mayor y capitán de guerra

Agregación a la encomienda de Guañagasta

82

Gral. Esteban de Nieva y Castilla*

Catamarca

Lugarteniente justicia mayor y capitán de guerra

Colpes

16

Maestre de Campo Don Antonio de Alurralde

Tucumán

Cabo castellano del presidio de Esteco- Gob. De las armas en su distrito

Colalaos

47

Maestre de Campo Don Fernando Lisperguer y Aguirre

Salta

Lugarteniente, justicia mayor y Capitán de guerra

Quilmes
(sin cargo de confirmación)

10

Maestre de Campo Don Agustín de Escobar Castellanos

Salta

Maestre de Campo y Gobernador de las armas en la 1° campaña

Pulares

32

Maestre de Campo Don Gregorio Martínez de Salazar*

Tucumán

-Sargento Mayor 1° Campaña
-Maestre de Campo 2° Campaña del tercio de Tucumán

Tafí
(sin cargo de confirmación)

12

Maestre de Campo Don  Gerónimo de Peñaloza*

Santiago del Estero

-Teniente de Maestre de Campo general 1° campaña.
-Maestre de Campo 2° campaña del tercio de Santiago.

Matalá

73

Maestre de Campo Don Agustín Martínez de Iriarte (para su hijo Diego Thomás)

Jujuy

-Reformado y feudatario en la 1° campaña

Ocloyas

34

Maestre de Campo Don Juan Francisco Martínez Sáenz (para su hijo Juan Gregorio)

 

-Secretario de Gobierno

Agregación de las parcialidades de  anquingasta- motechiris- pompona

10

Don Pedro Ortíz de Zárate*

Jujuy

 

Paipayas- osas

23

Don Antonio  de Argañaraz y Murguía*

Jujuy

 

Tilcara

21

Fuente: AGI, CHARCAS, 284, Informe del Gobernador del Tucumán de los beneméritos de las campañas. Salta, 04-08- 1714. AGI, CHARCAS, 210, Informe del Gobernador sobre las encomiendas del distrito, San Felipe de Salta, 26-08-1719. *Mercedes dadas con posterioridad a las entradas)

A partir de allí los esfuerzos estuvieron orientados a mantenerlas. Cuando por cédula real del 20 de diciembre de 1707 se pretendió agregar los repartimientos libres y poco numerosos a encomiendas principales, hasta formar pueblos en número de cincuenta y administrar por funcionarios reales los menores a veinticinco, el Gobernador se opuso, logrando exceptuasen su aplicación en el Tucumán pues atentaba contra el plan de reforzar el cuerpo de milicias. Con posterioridad, hacia 1721, emitieron una nueva disposición por la que todos los repartimientos vacantes debían incorporarse a la Corona; una vez más el argumento de la guerra sirvió para frenar una medida que privaba de un recurso primordial a los gobiernos en el desarrollo de la guerra ofensiva.

Con las encomiendas se efectuaron otras mercedes, el beneficio de la tercera vida en las ya constituidas, providencia favorable a los grandes y pequeños encomenderos, y finalmente la asignación de pueblos de considerable número a los beneméritos o a sus hijos, inmediatamente después de las campañas o con posterioridad, a medida que se producían las vacantes. Esta distribución desigual en el reparto de encomiendas, será justificada por Urízar al plantear que cabos y oficiales mayores, debían ser los más recompensados por haber corrido con los gastos.23

Antecedentes de la reducción de los lules

Varios fueron los contactos mantenidos entre los hispanos criollos y los lules con anterioridad a su incorporación a las misiones; baste recordar que un gran porcentaje de los encomendados en Talavera de Madrid reconocía la pertenencia a esa nación.24 A fines del siglo XVII, durante el Gobierno de Thomás Félix de Argandoña, habían solicitado reducción al Teniente de Campo de Santiago del Estero, Ignacio Ibáñez del Castillo; por ser muchos los que daban la paz, sospecharon de una maniobra para atacar y se los liberó. En esa oportunidad el Gobernador propuso la forma de reducción: no encomendarlos, organizarlos en pueblos, fiar la doctrina a los padres de la Compañía de Jesús y luego de transcurridos veinte años, ponerlos en cabeza del Rey a quien darían tributo.

Hacia 1708 Urízar informaba que durante el gobierno de su antecesor Gaspar de Barahona, un grupo de ochocientos lules habían ofrecido la paz al Maestre de Campo de Santiago del Estero Don Alonso de Alfaro, cuando entraron a los confines del Chaco, por las riberas del Salado con una expedición, para reencauzar al río.25 Enterados, la Audiencia de Charcas y el Virrey del Perú, autorizaron la reducción valiéndose de los medios más convenientes, pero al no estar definida una política reduccional y carecer de los recursos para mantenerlos, fueron repartidos en las ciudades de Tucumán, Valle de Choromoros y presidio de Esteco, volviendo una gran mayoría a sus tierras.

Independientemente de las acciones llevadas a cabo por el Gobernador, el Padre Francisco Burgés, Procurador de la Provincia del Paraguay ante la Corte, anoticiado de la existencia de los lules y de los fracasados intentos de reducción, elevó al Consejo un memorial con una serie de medidas. En su escrito señaló a las encomiendas y a las reducciones en tierras privadas como las razones de la gran disminución de aborígenes. Las cifras consignadas, le sirvieron de argumento para pedir la organización de reducciones, semejantes a las ubicadas sobre los ríos Paraguay y Uruguay,

"...y la razón es, porque si se encomiendan se huirán al Chaco, que está vecino para librarse del trabajo y no verse obligados a servir al español o si no se huyen se consumirán, como de ocho mil indios tributarios y de mita, que por los años de 611 a 612 de la visita del Oidor Don Francisco de Alfaro, había en la ciudad de Santiago del Estero y su jurisdicción y al presente no llegan a cuatrocientos."26

Su instalación representaba una serie de beneficios: la preservación de las comunidades, brazos para la defensa en calidad de indios amigos y un medio para pacificar y convertir al resto de los indios del Chaco. Una vez asentados en las tierras asignadas por el Gobernador, los jesuitas debían encargarse de la doctrina, dado la buena labor realizada en el Paraguay y Valles Calchaquíes y ser los únicos capaces de frenar los excesos del español.

En la primera campaña de Urízar se produjo un nuevo contacto y en esta ocasión les dio reducción, convencido de que el núcleo alcanzaría estabilidad por haber sido encomendados con anterioridad en la ciudad de Esteco y reconocer entre ellos muchos cristianos, gracias a la acción de San Francisco Solano a fines del siglo XVI. Pero sobre todo pesó su buena disposición a hacer vida sociable, eran conocidos los contactos mantenidos con los meleros españoles que buscaban la cera y miel por ellos recolectada. Se esperaba una sumisión inmediata por la evidente inferioridad de condiciones para enfrentar al español o más grave aún, a los mocovíes con quienes mantuvieron continuos enfrentamientos. La población de la reducción, en estos primeros tiempos llamada San Esteban de Balbuena, llegó a mil doscientos entre las cuatro parcialidades: toquistine, arostine, isistine y lules y fue puesta a cargo del Padre jesuita Antonio Machoni. Previendo inconvenientes futuros con los encomenderos pidió a la Corona confirmación de lo realizado y en respuesta a los hechos y al escrito de Burgés, el Rey emitió un Decreto planteando que "no sólo las naciones reducidas, sino también las demás que se hallan en aquellas fronteras [...] se pongan al cuidado de los religiosos de la Compañía de Jesús de aquella provincia."27

La Reducción de San Esteban de Balbuena- San Esteban de Miraflores

El Gobernador apoyó decididamente desde sus inicios la labor misional y determinó con miras a su promoción una serie de condiciones para la reducción de los lules, la exención del pago de tasa y tributo por el tiempo de veinte años, previsto en la legislación y la no contribución con indios de mita a las ciudades. Debido a su calidad de presidiarios tuvieron la obligación de defender la frontera y salir a campaña contra los chaqueños de tierra adentro. En tanto los jesuitas impusieron normas básicas en su actuación, el separatismo de la misión en relación a los centros españoles, la autarquía económica, la prohibición del traslado de los aborígenes fuera de sus tierras y el conchabo, y el respeto por las instituciones y costumbres indígenas, en particular su lengua.

Descartada la hostilidad como rasgo étnico, los jesuitas centraron su accionar en el ámbito de las creencias y en la instrucción de habilidades, favoreciendo la vida política o de comunidad. La búsqueda infructuosa de alguna idea de Dios entre ellos y más aún la ausencia de cultos idolátricos reflejaba para los misioneros un grado de extremo barbarismo, pues consideraban a la religión como atributo de los pueblos con una civilización más compleja y una organización estatal desarrollada. Este estado de cosas les impuso una doble tarea: generar hábitos sedentarios a través del manejo de la agricultura y erradicar las trabas en el proceso civilizador, costumbres irracionales y supersticiones.

Para explicar la dinámica de las relaciones dadas al interior y al exterior de las reducciones, resultó válido recuperar la noción de demonización del entorno28 aportada por Beatriz Vitar en el análisis del proceso de evangelización para estas mismas misiones, pudiéndose sintetizar en la asignación del carácter demoníaco a todo aquello que atentara contra la acción reduccional-evangelizadora. Así la Compañía transformada en combatiente del demonio por antonomasia, buscó neutralizar los factores externos perturbadores del orden, justificando y afianzando de este modo el separatismo, en especial en relación a la actuación de encomenderos, españoles viciosos, presidiarios y comerciantes, cuyos intereses particulares sobre los indígenas adquirían rasgos perversos; además de contrarrestar la influencia de una pléyade de demonios presentes en las diferentes manifestaciones culturales de los aborígenes, opuestas a la vida racional y por ende al proyecto evangelizador: chamanes, caciques apostatas, supersticiones y borracheras.

En la esfera de las creencias, sin una noción de Dios, y con una de demonio diferente al de la concepción cristiana, sin nada que les ocasionara temor salvo la viruela, la primera gran tarea de los Jesuitas, fue introducir su idea de demonio y de infierno, apelando a toda circunstancia favorable. No obstante las ceremonias con más arraigo fueron las juntas del diablo, ocasiones en que se congregaban por espacio de varios días, hasta llegar al mes en algunas oportunidades:

"del demonio no tienen más conocimiento que el que diré y es que en tiempo de sus borracheras celebran una fiesta que llaman la junta del diablo y se hace de esta suerte: forman dentro del bosque un cercado, alrededor del cual tienen sus ranchos los convidados y devotos y en medio del cercado levantan un buen rancho que llaman la casa del diablo. Este dicen sale debajo de la tierra y mora en aquella casilla, mientras duran las borracheras..."29

El relato continúa explicando el modo en que lo obsequiaban y redistribuía luego sus regalos como "cosa bendita", tomando a las indias solteras ante sus padres, quienes "lo estiman como gran favor", cambiándoles el nombre por "hijita del diablo" o "el diablo la arañó."30

Párrafo aparte conviene señalar una suerte de demonización a la inversa, expresada en la aversión al bautismo por parte de los indígenas, convencidos que el mismo les ocasionaba la muerte; a la resistencia los religiosos respondían, ser "todo astucia diabólica de Satanás [...] porque asaltando a la reducción una mortal epidemia [...] estuvieron tan pertinaces en su error de que el santo bautismo daba infaliblemente la muerte, que no hubo modo para persuadirles quisiesen recibirle."31

Luego de permanecer cuatro años en el sitio de Balbuena comenzaron a reconocerse serios inconvenientes en el proceso de conversión-reducción, por la ausencia de campos para el pastoreo, las fugas favorecidas por la cercanía al Chaco, la negativa de los lules a trabajar sus heredades, aderezar sus ranchos y guardar sus ganados, acostumbrados a que lo hicieran los soldados y en especial el mal ejemplo de la gente del presidio, en muchos casos castigados del Tucumán. Esto motivó el primer traslado de la Reducción, hacia Miraflores en 1715 y la emergencia de una condición favorable para el pueblo y los restantes que se asentarían sobre el Pasaje- Balbuena- Salado: la asignación de tierras por merced. El hecho, inédito en esta frontera, favorecerá el separatismo y con él al desarrollo autónomo de las comunidades, transformándolas en verdaderos centros productores y lo que es aún más extraordinario, servirse del título para defender su posesión luego de la expulsión; así lo harán el Síndico General de Misiones ante el ingreso de intrusos en los terrenos de las reducciones32 y el cacique Madeta de Macapillo, aunque infructuosamente.

La defensa del principio de aislamiento, no se dio sólo por el interés de los religiosos de mantener a sus neófitos alejados de toda influencia nociva para el desarrollo de la misión, sino en principios de las Leyes de Indias que prescribían el alejamiento de las ciudades y la prohibición de residir a los españoles en ellas. El Padre Machoni solicitó al Gobernador el fuerte de Miraflores y las tierras aledañas a él; la merced le fue concedida y por ella determinaron sacar del presidio la guarnición, trasladándola a Balbuena, previa construcción de las casas por los mismos indios, asistidos por el Maestre de Campo Antonio de Zurita. La nueva misión, llamada desde entonces San Esteban de Miraflores, contó con la capilla del fuerte y una vivienda para los misioneros:

"Concluido todo mandó el gobernador que el día 7 de agosto de 1715 concurriese la milicia del real castillo de Valbuena (sic) con su castellano al fuerte de Nuestra Señora del Rosario de Miraflores para hacer con la pompa y festejo posible la traslación de la santa imagen de Nuestra Señora del Rosario que era su titular de Miraflores al presidio de Valbuena, que hasta entonces se decía San Esteban, y en adelante se llamó el castillo de Nuestra Señora del Rosario de Valbuena, y a la reducción en el nuevo paraje se le puso por nombre San Esteban de Miraflores."33

En el traslado de la misión al fuerte, observamos un uso particular de la estructura edilicia de los presidios, con la intención de formar y hacer prosperar núcleos poblados de aborígenes o de hispanos-criollos, al amparo de las murallas. Un primer antecedente lo constituye la merced dada por el Gobernador Urízar del Fuerte de Nuestra Señora del Rosario de Esteco y las tierras aledañas a Joseph Grande, quien construyó casas en el interior y generó un centro habitado que paulatinamente, a lo largo del siglo, se afianzará dentro de la Estancia del Rosario. Posteriormente, Victorino Martínez de Tineo aplicará una política semejante con el presidio de Balbuena.

En el proceso de hacer efectivo el separatismo de las misiones, jugó un papel importante el uso de la lengua aborigen. Será el Padre Antonio Machoni, al frente de la Reducción de Miraflores quien escriba El arte y vocabulario de la lengua lule- tonocoté, contribuyendo con él al conocimiento posterior del habla. La decisión de no utilizar el español en la evangelización, ha sido considerada como un medio afín a los intereses de la Compañía, manteniendo a los pueblos bajo su estricto control y un factor nocivo en la hispanización de los dominios americanos, de hecho resultó uno de los argumentos con mayor peso al momento de la expulsión. Durante el siglo XX, el jesuita Guillermo Furlong, brindó una explicación en contrario:

"El querer introducir un idioma forastero solamente por la vía de la enseñanza es y ha sido siempre un proyecto quimérico [...] Una lengua sólo se pega al vulgo con el comercio y trato frecuente de muchos que la hablan y este es el único modo cómo los conquistadores han introducido la suya en los países conquistados, sin que a ninguno de ellos se les haya ofrecido jamás el ridículo expediente de enviar a cada ciudad uno o dos que la enseñasen a los nuevos vasallos."34

Durante los gobiernos del Marqués de Haro, Baltasar de Abarca y Velazco y Armasa y Arregui, se interrumpió la acción reduccional y defensiva y por ende las invasiones mocovíes se agudizaron. Hacia 1728 durante el segundo de los mandatos señalados, los chaqueños atacaron en un mismo día el fuerte de Balbuena y la reducción de Miraflores. Los presidiarios rechazaron el ataque pero la misión sucumbió. Muchos de los lules huyeron a los bosques mientras que el Padre Yegros con algunos de sus indios tomó la decisión de abandonar el lugar, iniciando un largo peregrinaje cuya primera estación fue la Estancia del Rosario.

Con la despoblación de Miraflores quedó abierta nuevamente la puerta de entrada a los chaqueños; en menos de un año arrasaron toda la frontera y sus pobladores buscaron refugio en las ciudades. Pero ni siquiera ellas estuvieron resguardadas, Córdoba debió levantar tres fuertes y las rutas de carretas se tornaron nuevamente inseguras, sobre todo los caminos de Tenene y el Palomar, que pasaban por Santiago del Estero. Con posterioridad se sucedieron dos invasiones de extrema crudeza, una sobre las estancias del río de Perico y la segunda y más grave sobre el valle de Salta, el 5 de enero de 1735. Por este ataque las cincuenta leguas entre Miraflores y Tucumán, quedaron desiertas; Joseph Grande, su familia, el Padre Yegros y los lules se retiraron a su propiedad en el Valle de Chucha. Malones posteriores los obligaron a cambiar de residencia: Estancia de San Miguel de la Compañía, Jalla al pie del Cerro del Aconquija y el Conventillo.

Resurgimiento y afianzamiento de la frontera misional y presidiaria

La reiteración de los ataques entre 1745 y 1746, obligó a proyectar una nueva campaña al Chaco, efectivizada a finales de la década cuando asume Martínez de Tineo. En abril de 1750 avanzó desde Balbuena con los tercios de Catamarca y Tucumán y al llegar al río del Valle erigieron el fuerte de San Fernando; en él dejaron una guarnición de ciento cincuenta hombres, agregándose los de Nuestra Señora del Rosario de Balbuena. En la marcha hacia el río Grande un grupo de malbalá se rindió ya semejanza de lo actuado por Urízar, formaron el pueblo de los Dolores al amparo del presidio, procurándoles alimento y poniéndolos a cargo de los franciscanos. Mientras tanto en la frontera de Jujuy mil quinientos mataguayos eran reducidos en las cercanías del fuerte de Ledesma, en el pueblo de Nuestra Señora del Buen Consejo luego llamado de Jesús, María y José. Este tercio levantará también el presidio de Santa Bárbara. La instalación de estos aborígenes, no respondió a decisiones urgidas por las circunstancias; el hallazgo de un plano con la traza del pueblo de los Dolores enviado a la Corona demuestra la planificación y el interés del Gobierno por la perduración de estos núcleos; sin embargo ni los malbalá, ni los mataguayo, prosperaron en su reducción y a menos de un año abandonaron los sitios.

PLANO N°1: Pueblo de los Dolores de Malbalá


Fuente: AGI, MP-BUENOS AIRES, 237, Traza del pueblo de los Dolores, de indios malvalaes (sic). 1750-10-16 [en línea] http://pares.mcu.es [consulta: 10 de abril de 2012].)

En 1752, Tineo levantó otro fuerte sobre el Pasaje en el paraje de los Pitos donde situó a los isistine, a cargo de dos jesuitas; a esta reducción llamada luego pueblo de San Juan Bautista se agregaron los toquistine. También se ocupó de mejorar el de San Esteban de Miraflores trasladándolo al antiguo sitio sobre el Pasaje. El visible adelantamiento de las fronteras misional y presidiaria sobre el Chaco, será afianzado durante el gobierno de Joaquín de Espinoza y Dávalos, si bien la expedición que realizó tuvo escaso éxito, se preocupó por dar fomento a las misiones.

La Reducción de San Juan Bautista de Balbuena

Tineo ordenó abrir un camino desde el río del Valle a los Pitos, lugar donde desembocaba la senda de Macomita, nacida en el Chaco, en las inmediaciones del río Grande o Bermejo, y aprovechada para efectuar los ataques; allí levantó el fuerte con una dotación de quince soldados y un cabo. El pueblo de los isistine, ubicado tres leguas del presidio, río arriba, albergó en sus inicios cuarenta familias a cargo de los jesuitas Ripoll y Ferragut. La misión hizo en dos años dos mudanzas, la primera al lado de San Luis de Pitos, buscando protección de los asaltos, en esa oportunidad se agregaron sesenta familias y luego al fuerte y tierras de Balbuena, de mejores condiciones que las de Pitos blanquizcas, sueltas y muy secas, donde tuvieron resguardo en los casos de ataque.

"Entre los Pitos y Miraflores casi a igual distancia de ambas partes, estaba el presidio de Balbuena ya desamparado desde que se fabricó el fuerte del río del Valle. Se mantenían todavía la capilla y casa de aquel presidio y tenía tierras contiguas para ganados y sementeras y aunque no tan buenas como las de Miraflores, mucho mejores que las de Pitos."35

Allí se instalaron en 1753 ciento cuarenta familias, con una población aproximada de ochocientos aborígenes. Seis años después durante el Gobierno de Joaquín de Espinosa y Dávalos, el pueblo de San Juan Bautista, a través de su doctrinero José Ferragut, perfeccionó la tenencia solicitando la delimitación precisa de los linderos y la concesión por merced del fuerte y tierras aledañas a él. Si bien Tineo los había otorgado a varias familias con calidad de pobladores, para que ayudasen en las tareas de vigilancia, estos abandonaron el lugar perdiendo el derecho a la posesión; mientras los reducidos impedían "en gran parte el paso a los indios infieles enemigos [...] ayudando y concurriendo al mismo tiempo a la guerra [...] siempre que han sido llamados."36

La reducción de los isistine es presentada por Furlong como una de las misiones que prosperó y logró rápidamente su autoabastecimiento. Entre las causas se señalan la mayor predisposición de esta parcialidad al aprendizaje de tareas diversas: "hacían sementeras muy copiosas, guardaban el ganado, aprendieron todos los oficios, hacían carretas, jabón, suelas y trajeron los indios en los dos primeros años más de seis mil libras de cera,"37 contando con un puesto de cría de ovejas, conocido como Ovejería en la cara interna del Pasaje. Valga como dato, para intentar explicar el hecho de una mejor y más rápida aceptación de los hábitos sedentarios, el hecho de pertenecer a esta parcialidad una de las encomiendas que se mantuvo hasta finales del siglo XVII sobre el territorio de la jurisdicción de la extinta Esteco, propiedad de Manuel de Toranzos.38

MAPA N° 1: Misiones de indios lules, isistines y vilelas.

Fuente: "Mapa N° XXXIX: misiones de indios lules, isistines y vilelas" en Furlong Cardiff. S. J. Cartografía jesuítica del Río de la Plata, Talleres S.A. Casa Jacobo Peuser Ltda. Buenos Aires, 1936, p. 115.)

Las reducciones vilelas

Durante el siglo XVIII, los vilelas constituyeron un agrupamiento, de numerosas parcialidades, que no presentaba al interior uniformidad en los rasgos culturales y lingüísticos. Atalala, omoampa, yeconoampa, chunupí, pasaine y vilela propiamente dicho, se ubicaban en la zona ribereña del Bermejo medio y fueron desplazados por los matacos hacia el sur, situándose en las cercanías del Salado, donde experimentaron la presión guaycurú. Considerados dóciles, porque nunca protagonizaron ataques, mantuvieron contactos con los expedicionarios de las campañas, en especial las de Urízar, pero no reducidos.

Las misiones con ellos formadas, tuvieron la particularidad de no ser producto del apremio militar, sino de las entradas llevadas adelante por los jesuitas, Jolís y Gorostiaga en la década de 1760. A principios de 1763, tres parcialidades, pasaine, chunupí y vilela se acercaron al fuerte de Pitos a pedir reducción; a los primeros les establecieron pueblo en Macapillo, alejado siete leguas del fuerte de Pitos, al último grupo se lo ubicó en San José de Petacas, mientras fracasaron los intentos de reducción con los chunupí.

Nuestra Señora del Pilar o Macapillo

En 1763, trescientos vilelas de las parcialidades pasaine, atalala, sibinípes y chunupí, se asentaron en el sitio de Macapillo, entre el fuerte de Pitos y el pueblo de San José de Petacas, agregándose cien al siguiente año. Al primer doctrinero el Padre Francisco Almirón, le sucedió José Jolís, sacerdote que pidió en merced las tierras al Gobernador Juan Manuel Fernández Campero en 1767.39 En la solicitud esgrimió argumentos tales como el hecho de haber dado la paz voluntariamente, la rápida integración al mundo colonial y su participación en la entrada al Chaco, persiguiendo a los mocovíes que habían atacado y robado caballos en Pitos.

La merced tiene algunos rasgos particulares, el primero, que fue concedida en una fecha muy próxima a la expulsión de los jesuitas por Campero, el 6 de mayo de 1767, luego, la posesión otorgada a los caciques principales sería por el tiempo "que existan pues en caso de despoblarse o trasladarse a distintos sitios quedan vacas y realengas dichas tierras para hacer merced a otros."40 Esto último resultó particularmente sintomático, porque de los cuatro pueblos ubicados sobre el Pasaje- Balbuena: San Esteban de Miraflores, San Juan Bautista de Balbuena, Nuestra Señora del Buen Consejo y Nuestra Señora del Pilar, solamente él sufrirá la expropiación de las tierras y la agregación de su población a la de Miraflores, en 1807. El cacique, Madeta pleiteará, aunque infructuosamente la medida, a través del defensor de naturales, hecho que agrega matices absolutamente novedosos a la historia de esta frontera.

Nuestra Señora del Buen Consejo y Fuente de agua de San Francisco Solano de Ortega

El contacto de los omoampa con los hispanos criollos se dio de modo reiterado y continuamente perturbado, antes de su reducción definitiva hacia 1763 en el sitio de Ortega. Si se negaron a formar pueblo con anterioridad a esa fecha, fue por temor al mal tratamiento y al deseo de ser instalados en sus tierras. Intentaron reducirlos en Petacas, pero este asentamiento se frustró por el ataque de los tobas. Le siguió el pedido de agregación de un sector, motivado por desavenencias internas, a la Reducción de lules del Conventillo en 1737; allí sufrieron una epidemia de viruela y al morir Covil su cacique, retornaron a los bosques. Restablecida la Reducción de San Esteban de Miraflores en 1752, los agregaron a ella, organizándoles una ranchería separada.

Cuando luego de las entradas de los jesuitas en la década del sesenta, las parcialidades de los vilela, pasaine y chunupí pidieron reducción, ubicaron al último grupo en un pueblo, cinco leguas al norte de Pitos, en el sitio de Laguna Blanca y luego lo trasladaron a Ortega. La poca población, solamente ciento cincuenta personas, obligó a sus doctrineros Antonio Moxí y Gorostiza a incorporar las familias de omoampa, que hablaban la misma lengua; la convivencia no resultó pacífica y los chunupí pasaron a Macapillo para regresar finalmente al Chaco.

Las primeras noticias de la existencia de esta parcialidad la recibió el Padre Andreu de unos meleros, los habían caracterizado como "indios de muchas virtudes morales, muy pacíficos y fieles cuando entraba algún mercader a comprarles la cera, único negocio que hacían."41 No necesitaron tutela militar para permanecer reducidos, de hecho el pueblo se levantó en un sector distante de los fuertes, a una altura entre Miraflores y Balbuena, Pasaje por medio. Sin diferencias culturales pronunciadas, en relación a los lules, estos aborígenes tuvieron curacas y capitanes, pero no existió entre ellos y los restantes un vínculo de sujeción. La ausencia de autoridades étnicas que organizaran la vida en comunidad, no constituyó un factor limitante en la búsqueda de la estabilidad; la carencia fue salvada por las condiciones del sitio elegido y los rasgos culturales de una población indígena acostumbrada al cultivo de maíz.

El paraje de Ortega donde los instalaron, se ubica en la cara interna del Pasaje, en una península que éste forma con el río Medina, delimitado por cerros, al poniente el de Miraflores y al oriente el Colorado. Presentó condiciones naturales beneficiosas, mientras en los campos abundaban pastizales para la cría de ganado vacuno y caballar, la disposición de agua posibilitó la existencia de extensas zonas regadas para el cultivo, sobre todo trigo, maíz y algodón y en las isletas de bosques dispusieron de maderas variadas: algarrobo, chañar, mistol, quebracho colorado y blanco, brea y guayacán.

La Reducción de Nuestra Señora del Buen Consejo fue la única al parecer, de las cuatro instaladas sobre el Pasaje Balbuena, que no tuvo una delimitación precisa ni poseyó título de las tierras; esto obligó en 1773 a pedir el deslinde y amparo en la posesión por la ocupación que de ellas hicieron algunos intrusos. El gobernador Gerónimo Matorras concedió en merced a los indios de la reducción de San Joaquín las tierras "que a ella les sean útiles y posean según antes se expresa, el cual deslinde se practicará puntualmente con citación de los circunvecinos y vista de sus instrumentos a día y hora señalada, compeliendo al que no lo manifestare y hecho que sea lanzará el dicho comisionado, a cuantos resulten intrusos."42

En un principio la misión se abasteció con las cosechas de maíz logradas por los omoampa y el ganado enviado desde Miraflores y Balbuena. A este pueblo el Gobernador Espinosa y Dávalos le entregó una ayuda del Rey por valor de mil pesos y en 1765 el Padre Provincial Andreu consiguió para ella un rodeo de siete mil cabezas de ganado vacuno con la caballada necesaria para mantenerlo. Los jesuitas permitieron la práctica de melear durante ocho a quince días al año, actividad redituable no sólo para los aborígenes sino también para los religiosos; con la miel fabricaron el guarapo o la consumían y a la cera la vendían o entregaban a los misioneros retribuyéndoles con ropas, cuñas, hachas, etc.

La frontera agraria

El continuo estado de guerra, durante la primera mitad del siglo XVIII, imprimió a la propiedad de la tierra en la frontera dos caracteres: complejidad y conflictividad.43 La sucesión de hechos fatídicos como el terremoto y los ataques chaqueños, definieron etapas en las que la población se vio precisada a abandonar el territorio. Debido a la necesidad de mantener la guerra ofensiva y el dominio de los lugares de avanzada, las concesiones tuvieron una carga semejante a las señaladas para las encomiendas: la obligación de asistir a la defensa, con el agregado de hacer en ellas una residencia efectiva. Luego de las campañas, se otorgaron en este espacio una gran cantidad de tierras por merced, en su mayoría a beneméritos y en menor número a antiguos propietarios para ampararlos en la posesión.

Las acciones de gobierno de Urízar y Martínez de Tineo, que recuperan el espacio, lo ordenan y lo conceden, generaron enfrentamientos en defensa del patrimonio, entre antiguos propietarios habitantes de Esteco y los nuevos hacendados investidos por merced. La franca contradicción de intereses tuvo su origen en sendos bando y auto de buen gobierno, dictados con antelación a las campañas. En ellos se instaba a los antiguos poseedores a ocupar las tierras, sobre las que tuvieran derecho y a participar en la defensa; si esto no ocurría las declaraban vacas y realengas y se otorgaban nuevamente en merced. Surgió así un principio práctico empleado en los tiempos de guerra: la merced habilitaba la posesión de la tierra pero no la propiedad; el abandono hacía perder los derechos que sobre ella tuvieran.

Pacificada la frontera, la puesta en valor de las propiedades se materializó en una gran cantidad de pleitos destinados a recuperar antiguas posesiones y en los deslindes; para dirimirlos buscaron la intervención del Gobernador, hasta llegar a instancias judiciales como la Audiencia de Charcas. Será en la década de 1750, cuando se registre una mayor cantidad de casos, dato revelador del creciente interés por estas tierras al alejarse el peligro indígena. Para ejemplificar la variada gama de situaciones registradas se han tomado los casos de las estancias de los Sauces, Metán y del Rosario y Potrero de Balderrama.

1° Caso: Estancia de los Sauces

Confirmación por merced de una antigua posesión

Julián de Sotomayor, vecino de Esteco y antiguo poseedor de las tierras de los Sauces, las había abandonado cuando los ataques chaqueños arreciaron hacia finales del siglo XVII. Iniciadas las acciones ofensivas por Urízar, se presentó en virtud del bando en el presidio de Esteco donde prestó sus servicios. Una vez finalizadas las campañas solicitó, en retribución a sus prestaciones, amparo en la antigua posesión y la concesión del potrerillo de San Esteban, propiedad de Gaspar de Salas y por el cual nadie había respondido al emplazamiento. El Gobernador confirmó por merced la estancia pero no le asignó el potrero.44 Producto de los grandes ataques de 1728 y 1735, toda la frontera fue despoblada y tras la campaña de Tineo la estancia reconoció nuevos poseedores, Joseph y Félix Arias Rengel.

2° Caso: El potrero de Balderrama

Asignación de merced a un benemérito y contradicción con un antiguo propietario que no acudió al llamamiento de guerra.

El espacio estudiado tuvo y tiene la particularidad de estar parcelado naturalmente por ríos. Dos cursos de agua delimitaban las estancias y continuando las líneas, ascendiendo en las serranías ubicadas hacia el oeste, se definían los potreros. Estos últimos, de gran valor en las primeras décadas del siglo, permitían el resguardo de caballos y mulas mansas y se otorgaron en merced de manera independiente a las estancias. Así el de Balderrama ubicado en la franja de las tierras de Conchas, fue asignado a un hijo de Juan Francisco Martínez Sáenz, propietario de Yatasto.

La disputa por el potrero se inició en 1752 cuando Luis Belasco de Balderrama, como hijo y heredero de Jacinto de Balderrama, antiguo vecino de Esteco se opuso a la merced concedida por Urízar a Juan Joseph Martínez Sáenz en 1712. Sus argumentos versaban sobre la imposibilidad de mantener allí ganado en tiempos inseguros y agregaba que aunque se hubiera dado título pretextando no tener dueño o estar despoblado, no eran causas para impedir su propiedad. La viuda y heredera de Martínez Sáenz, Jerónima Álvarez de Toledo, por su parte alegará que las tierras habían sido declaradas realengas y en cuya virtud se les hizo merced, tomando posesión con justo título y buena fe e interrumpiéndola solamente en el tiempo de los grandes ataques.

Si bien se resolvió a favor de don Luis el 18 de febrero de 1754, una enfermedad le impidió reasumir la posesión de las tierras. Como los herederos de Juan Joseph Martínez Sáenz no interrumpieron la tenencia, los sucesores de Balderrama continuaron el pleito, en primer lugar Thomás Careaga su yerno y luego Andrés Surlim esposo de una de sus nietas. El pleito se extendió hasta los inicios del siglo XIX no ya contra los Sáenz sino con Miguel Ruiz Gallo, el nuevo propietario.

3° Caso: La Estancia del Rosario

Asignación de merced a un benemérito en contradicción con un antiguo propietario que acudió al llamamiento de guerra

Este caso adquiere ribetes particulares por ser la Compañía de Jesús, la que reviste la calidad de propietario antiguo y litiga durante un lapso de tiempo prolongado, desde 1714 a 1764. El reclamo se inició con la solicitud del Padre Pablo Restivo, Rector del Colegio de Salta y Procurador de la Provincia, al Gobernador Esteban de Urízar, pidiendo amparo en la posesión de la estancia conocida como Pampa de la Compañía o del Rosario, en oposición a la merced concedida al benemérito de campaña don Joseph Grande.45

El abandono de los jesuitas había sucedido en la segunda mitad del siglo XVII, tiempo en el que Esteco y su Jurisdicción padecieron las arremetidas chaqueñas con más intensidad. Luego del terremoto, en 1696, Zamudio instalará en ellas el fuerte de Rosario de Esteco y así se mantendrá hasta la llegada de Urízar. Trasladada la guarnición al presidio de avanzada de Nuestra Señora del Rosario de Miraflores, las tierras y el fuerte quedaron vacos y al finalizar la campaña el Gobernador los asignó en merced a Grande.

El argumento utilizado por los jesuitas en defensa de la propiedad resultó irrebatible. Las disposiciones del bando no los perjudicaba, los religiosos de esa orden habían concurrido a la campaña y el Padre Antonio Machoni asistió como capellán. En 1715, Arespacochaga resolvió "que aunque se haya hecho merced de dichas tierras o alguna parte de ellas es nula y desde luego las declaro tal haciendo a mayor abundamiento nueva merced a dicho Colegio de esta ciudad de todas las tierras que poseyeron en el tiempo de la ciudad de Esteco."46 Sin embargo la restitución nunca se hizo efectiva, Gregorio Martínez de Salazar, quien debía ejecutar el desalojo en primera instancia, se excusó y los comisionados posteriores, el Maestre de Campo don Antonio de Alurralde y el Capitán don Francisco de la Madrid, tampoco cumplieron.

Joseph Grande comenzó a construir casas al interior de las murallas y fue allí donde muchos de los habitantes de las estancias aledañas se protegieron, como el Padre Yegros y los indios lules de la Reducción de Miraflores, tras el ataque de 1728. Sin embargo debieron abandonarlo en la década del treinta, cuando un gran malón despobló toda la extensión comprendida entre Miraflores y Tucumán. La frontera permaneció deshabitada por veinte años, hasta que durante el gobierno de Victorino Martínez de Tineo y antes de la campaña, se proveyó un auto semejante al de Urízar buscando el retorno de los pobladores y su asistencia en la defensa.

Asegurados lo territorios con el adelantamiento de los fuertes de San Joseph y Balbuena al de San Fernando en el Río del Valle, se reinició la ocupación. La Estancia del Rosario cambiará de manos, Luisa de Grande, hija y heredera del propietario anterior, vendió a Joseph Arias Rengel,47 uno de los beneméritos de la campaña de Tineo, que junto a sus hermanos, Félix, Luis y Pedro, concentraron por merced un alto porcentaje de las tierras que antes fuera el Partido de los Culicas en Esteco y sobre el que hoy se asienta Rosario de la Frontera.48

Los nuevos hechos y el no cumplimiento de lo ordenado por Urízar, llevó a los jesuitas a presentar sus reclamos ante la Audiencia de la Plata en marzo de 1764. Sin embargo no fue esa la vía por la que se resolvió el problema; a pocos meses, en octubre del mismo año acordaron un cambio y cesión49 de propiedades entre Joseph Arias Rengel, el Padre Andrés de Astina, Director de la Compañía de Jesús y el General don Luis Joseph Díaz, que disputaba a su vez los derechos con Arias Rengel de las estancias de Barraza y la Hoyada.

Díaz y Arias Rengel cedieron a la Compañía los derechos sobre las estancias de Barraza y la Hoyada, además de entregarle este último la del Chulcal. Los jesuitas concedieron a cambio a Joseph Arias Rengel la del Rosario y San Esteban y a Joseph Díaz una casa en la ciudad de Salta.

4° Caso: La Estancia de Metán

Posesión sin instrumento- Asignación de merced a un soldado presidiario- Venta

Reconstruir la historia de esta estancia es recrear los avatares en la cotidianeidad de la frontera: trabajo, lucha, vigilia, rapto, éxodo, cuando no muerte. A Francisco Báez de Alencastro, Teniente Tesorero, Juez oficial real de los reales presidios de Nuestra Señora del Rosario de Miraflores y San Esteban de Balbuena50 en los tiempos de Urízar, se le asignó por merced la estancia de Metán. Casado con Juana de Zeballos tuvieron un hijo, capturado en un malón y nunca recuperado. Viuda ya, llevó como heredera la estancia a un nuevo matrimonio con Juan Francisco Martínez Sáenz, Secretario de la Gobernación y poseedor de la estancia de Yatasto, también por concesión del mismo gobernante.

De la unión nació Juan Francisco Martínez Sáenz -hijo-, raptado por los chaqueños, pero a diferencia del anterior, rescatado. Muertos sus padres, se mantuvo como presidiario en el fuerte de San Fernando del Río del Valle. Pacificada la frontera, perdidos en los ataques los instrumentos que respaldaban su posesión y pretendiendo usar de ella para una venta, solicitó a Victorino Martínez de Tineo librase un nuevo título de merced; se lo concedieron y en agosto de 1754,51 ya en posesión de la estancia la transfirió a Miguel Ruiz Gallo.52

"Si saben y les consta que doña Juana de Zeballos, mi madre legítima, siendo casada en primeras nupcias con don Francisco de Alencastro poseyeron la estancia de Metán situada en la frontera del Rosario como que fue suya propia por merced real que se le hizo al dicho Alencastro y por su fallecimiento habiendo casado segunda vez con don Juan Francisco Martínez la dicha doña Juana mis padres me hubieron por hijo legítimo y así se mantuvieron en el goce y posesión de dicha estancia hasta que fueron expulsados por el enemigo llevándome cautivo y así se ha mantenido despoblada como las demás."53

Sirve este caso para señalar un hecho que cobra fuerza en la medida que se pacifica la frontera del Rosario: la precariedad de la posesión por merced es substituida por el derecho pleno de propiedad, adquirido a través de la compra. Desde 1750 se produce en este ámbito el recambio de aquellos propietarios investidos por Urízar, ya no por el abandono de las posesiones, porque cesaron los ataques, sino transfiriendo los derechos a través de las ventas, o por acuerdos judiciales de cambio y cesión. Como ejemplo se pueden citar además los casos de Yatasto, Las Cabas, La Palata, Barraza, Hoyada y Río Blanco. No obstante se continuaron asignando tierras por merced, sobre todo en el territorio de la cuenca del Rosario, beneficiando especialmente a los Arias Rengel y sobre el Pasaje Balbuena a los pueblos lules y vilelas reducidos.

Las haciendas hispano criollas, cumplieron una función de defensa dentro de esta frontera múltiple; a modo de pequeños núcleos defensivos los propietarios tuvieron la obligación de mantener gente armada, dispuesta a acudir a los llamados de guerra. Este frente pastoril conformado a partir de la recuperación y la posesión efectiva de las tierras, resguardadas por la línea defensiva de reducciones y fuertes, se incorporó paulatinamente a la Jurisdicción de la ciudad de Salta y en él los pobladores comenzaron a individualizar su espacio como Frontera del Rosario.54

CUADRO N° 5: Propiedades y propietarios de la Frontera del Pasaje- Balbuena/ Salado 1707- 1767 (ver anexo al final del artículo)

 

Conclusión

La administración de los Austrias Menores cimentó su política de frontera55 sobre la base de la acción de las órdenes religiosas, en especial la Compañía de Jesús y la de los Gobernadores, encargados de llevar adelante el proceso de apaciguamiento y control de los conflictos fronterizos con el aporte de los vecinos de las ciudades. La realidad descripta, apreciable en la frontera santafecina,56 no lo fue en la del Pasaje Balbuena, durante el siglo XVII. Como causas podrían señalarse la inexistencia de una población económicamente capaz de sufragar con sus recursos los gastos de campañas, la salida de los jesuitas de la ciudad de Esteco a mediados del siglo, cuando arreciaron los ataques chaqueños, o la ineficacia de las acciones de gobierno de Villacorta o Peredo, que buscaron instalar pueblos de indios desnaturalizados y un fuerte a modo de cordón defensivo.57 Tardíamente, las estrategias de esta política hacia los aborígenes no sometidos, fueron aplicadas en nuestro espacio durante la primera mitad del siglo XVIII, tiempo considerado como la etapa inicial del reformismo borbónico,58 complementándose con la instalación de fuertes y misiones. Se materializó así, una línea de avanzada sobre el Chaco, conformada por reducciones pueblos -producto del acuerdo entre aborígenes, gobernantes y jesuitas-, presidios y estancias.

El cordón reduccional, instalado sobre el Pasaje- Balbuena- Salado, constituyó, si se lo considera como una unidad por estar a cargo de los Jesuitas, el mayor dominio territorial de la frontera este con el Chaco y quizás de la Gobernación: "con ocasión de hacerle la merced, el señor Gobernador actual [Joaquín Espinosa y Dávalos] a dichos padres de más de sesenta leguas de largo desde arriba del paraje de Miraflores hasta el de Petacas y de ancho, más de treinta leguas desde la ramadita de Concha cerca del río del Valle, hasta la punta del cerro Colorado."59 El ámbito que reportó mayores beneficios por la instalación de la línea reduccional fue el defensivo; localizadas en los sitios por donde los chaqueños hostilizaban, se convirtieron en el antemural para detener los ataques, permitiendo la extensión de las jurisdicciones de las ciudades hacia el Chaco y la recuperación del tránsito comercial, sirviendo su población en los fuertes con calidad de presidiaria.

Por la acción de los jesuitas, las reducciones también se erigieron en importantes centros productores. La asignación de tierras, las cualidades de los reducidos y el respeto de los rasgos básicos de su cultura, permitieron el desarrollo de actividades económicas posibilitando el autoabastecimiento de los pueblos y la participación en el circuito comercial, a través de algunos de los géneros producidos con excedentes en cada misión. Por ello desde el momento mismo de su instalación, pero sobre todo luego de la expulsión, los vecinos estuvieron interesados en todo lo que representaban: grandes extensiones de tierras fértiles, numerosos rodeos de ganado mayor y menor y mano de obra aborigen disciplinada y calificada en las tareas agrícolas ganaderas.

A partir de 1750 las fronteras dejaron el sitial de periferia y pasaron a ocupar un lugar central en las preocupaciones de la Corona, buscando integrarlas y controlarlas para rechazar la injerencia de potencias extranjeras o de aborígenes aún no sometidos y permitir una nueva funcionalidad económica de estos territorios dentro de la estructura del Imperio. La existencia en la Corona española de una conciencia geográfica territorialista60, llevó a implementar una serie de medidas tendientes a lograr la ocupación efectiva y el control estatal directo de estos dominios. A mediados del siglo XVIII el estado Borbónico, a través de un fuerte dispositivo militar y en algunos casos científicos, se instaló en las áreas marginales y las ordenó de acuerdo a nuevas lógicas de organización territorial, tratando de articular un control social y político, eficaz.

Cabe preguntarse si la agregación efectiva de este espacio a la jurisdicción político-administrativa de la ciudad de Salta, dentro de la Gobernación del Tucumán, como Partido del Rosario, y la actuación en él de alcaldes pedáneos, entendiendo hacia 1770 en asuntos de deslindes y expulsión de intrusos,61 constituyen una expresión de este reformismo de frontera. Por lo que señalan los indicios, en la segunda mitad del siglo, una vez pacificada la región e incorporada a los dominios coloniales, se buscó articular nuevas estrategias de control y protección del territorio, estructuradas no a partir de la organización misional como en el tiempo de los Austrias, sino de la incorporación del espacio fronterizo mediante una política de fijación de límites claros y el establecimiento permanente de españoles en ellos, tratando de contener cualquier clase de intromisiones. Queda entonces por dilucidar el modo en que la Frontera del Rosario, en la segunda mitad del siglo XVIII iniciará un período de consolidación territorial, de desarrollo demográfico, de especialización y expansión económica, de centralización de las estructuras administrativas y judiciales y de reorganización de los dispositivos militares, que le permitirá jugar un rol preponderante en las luchas por la Independencia.

San José de Metán, Salta, 30 de Julio de 2012.

Notas

Una versión preliminar de este texto fue presentada en el XIV Encuentro de Historia Regional Comparada. Siglos XVI-XIX, PIHSER, Santa Fe, Mayo de 2012        [ Links ]

1 Proyecto de tesina de la Especialización en Historia Argentina, Universidad Nacional de Salta.

2 AGUILAR, Norma Estela "La persistencia del servicio personal en las encomiendas de Nuestra Señora de Talavera de Madrid de Esteco. 1609-1630", en Historia regional en perspectiva comparada, Centro promocional de Investigaciones en Historia y Antropología, Salta, 2010, pp. 17-58;         [ Links ] "La rebelión de los acalianes en Nuestra Señora de Talavera de Madrid. Última expresión de la resistencia calchaquí", en Anuario de estudios bolivianos archivísticos y bibliográficos, Ediciones Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Sucre, 2011, pp. 17-53;         [ Links ] Los inicios de la guerra ofensiva en la Frontera del Pasaje- Balbuena. 1670-1707. Ponencia XII Jornadas de Investigación y Docencia de la Escuela de Historia, Salta, Diciembre, 2011.         [ Links ]

3 VITAR, Beatriz Guerras y misiones en la Frontera chaqueña del Tucumán. 1700-1767, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1997.         [ Links ] Tomamos de esta autora la noción de fronteras múltiples desarrollada en su escrito.

4 Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante AGI), CHARCAS, 210, Cartas y expedientes del Gobernador de Tucumán. 1705-1756; CHARCAS, 284, Expediente de la guerra contra los indios tobas y mocovíes. 1700- 1757; CHARCAS, 257, Confirmaciones de encomiendas de indios. 1715- 1716.    

5 FURLONG, Guillermo Entre los lules de Tucumán, Talleres gráficos San Pablo, Buenos Aires, 1941;         [ Links ] Entre los vilelas de Salta, Academia Literaria de la Plata, Buenos Aires, 1939.         [ Links ] LOZANO, Pedro Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba, Publicaciones del Instituto de Antropología, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1941.         [ Links ]

6 Archivo Nacional de Bolivia, Sucre (en adelante ANB), EC. 1765-76, Expediente seguido por los jesuitas con José Arias Rengel por las tierras de la Pampa del Rosario y Estancia de la Compañía. Archivo y Biblioteca Históricos de Salta (en adelante ABHS), Archivo Notarial, Protocolo núm. 115, 1750-1751, Escribanía de Francisco López Zevallo; Protocolo núm. 184, 1798, Escribanía de Antonio Gil Infante; Protocolo núm. 117, 1753; Protocolo núm. 127, 1765, Alcalde José Arias Rengel; Expediente Judicial, Caja 13 A- Carpeta núm. 332, 1804. Surlim- Ruiz Gallo; Fondo de Gobierno, Carpeta 24 A- 1807. El cacique Madeta de la Reducción de Macapillo, reclama ante el Gobierno sus derechos y fueros. ZORREGUIETA, Mariano Apuntes históricos de la Provincia de Salta en la época del coloniaje, Eucasa, Salta, 2008. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. S. XIII. Tomo II, Tolosa, 1927.         [ Links ]

7 BEATO, Guillermo "La época colonial entre los años 1600 y 1750", en Historia argentina 2: De la conquista a la independencia, Paidós, Buenos Aires, 2005, pp. 117-277.         [ Links ]

8 AGI, CHARCAS, 210, El gobernador de Tucumán da cuenta a V M del estado de las guerras de aquella Provincia, Salta 24-11-1708.

9 Expresión que surge de las fuentes y sirve para identificar a los grupos de aborígenes que integraron la familia lingüística guaycurú: toba, abipón, mocoví. Según los documentos, los habitantes del interior chaqueño se caracterizaron por su inhumanidad y fiereza.

10 FARBERMAN, Judith y BOIXADÓS, Roxana "Sociedades indígenas y encomiendas en el Tucumán colonial. Un análisis comparado de la Visita de Luján de Vargas", en Revista de Indias, Vol. LXVI, núm. 238, 2006, pp. 601-628.         [ Links ]

11 AGI, CHARCAS, 284, El Gobernador de Tucumán da cuenta a VM de la guerra de aquella provincia... Campo sobre Balbuena, 08-07- 1710, ff. 159v-160 r.

12 AGI, CHARCAS, 284, Informe de Juan Francisco Martínez Sáenz, Secretario Mayor de la Gobernación, de los aportes hechos a la campaña, 08-07-1710, ff. 165r-167v.

13 FURLONG, Guillermo Entre los lules del Tucumán..., cit., pp. 68-70. El culto a la Virgen de Nuestra Sra. del Rosario, se hizo popular en San Miguel de Tucumán antes del traslado de la ciudad al sitio definitivo en 1685. Según la tradición la imagen fue traída desde el Perú por el marido de la india Juana Paya, ambos pobladores del pueblo viejo y obró prodigios en la mujer salvándole la vida. Considerada muy milagrosa, su adoración se extendió a toda la Gobernación.

14 AGI, CHARCAS, 284, El Gobernador de Tucumán da cuenta a V. M. de las dos campañas que ejecutó contra las naciones bárbaras del Chaco e indios que se rindieron en ellas y tres fuertes, 24-07-1713, f. 197.

15 AGI, CHARCAS, 284, f. 198 v.

16 AGI, CHARCAS, 257, Petición de Antonio de Alurralde de la encomienda de Colalao, Salta 23- 12- 1711, f. 44v.

17 AGI, CHARCAS, 257, f. 37 v.

18 AGI, CHARCAS, 284, El Gobernador de Tucumán da cuenta a V. M. de las dos campañas que ejecutó... f. 203 v.

19 AGI, CHARCAS, 284, f. 212 r.

20 AGI, CHARCAS, 210, Carta del Gobernador de Tucumán. San Felipe de Salta, 26 -08- 1719.

21 AGI, CHARCAS, 210.

22 AGI, CHARCAS, 210, El Gobernador de Tucumán satisface a la Real Cédula de tres de agosto de mil setecientos catorce. Salta, 25-08-1719. El remarcado es nuestro.

23 Ver los cuadros núm. 4 y 5.

24 AGUILAR, Norma Estela "La rebelión de los acalianes en Nuestra Señora de Talavera de Madrid...", cit., pp. 26-32.

25 AGI, CHARCAS, 210, El Gobernador de Tucumán Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, da cuenta de haber salido de paz los indios de nación lule, 23-11- 1708.

26 AGI, CHARCAS, 210, Informe al Real Consejo de Indias, sobre los medios que se puedan tomar para la reducción de los indios lules, del Padre Francisco Burgés. El remarcado es nuestro.

27 "Carta de Francisco de Castejón Secretario del Real Consejo de Indias al Padre Procurador General en Madrid, Juan Francisco de Castañeda, Madrid 10-02-1716", en LOZANO, Pedro Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba..., cit., pp. 386-387.

28 VITAR, Beatriz "La evangelización del Chaco y el combate jesuítico contra el demonio", en Andes 12 [en línea] http://redalyc.uaemec.mx/redalyc/src/inicio [consulta: 4 de abril de 2012].         [ Links ]

29 LOZANO, Pedro, Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba..., cit., p. 101. El remarcado es nuestro.

30 LOZANO, Pedro Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba..., cit., p. 101.

31 LOZANO, Pedro Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba..., cit., p. 390.

32 ZORREGUIETA, Mariano Apuntes históricos de la provincia de Salta en la época del coloniaje..., cit., p. 139.

33 LOZANO, Pedro Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba..., cit., p. 415. El remarcado es nuestro.

34 FURLONG, Guillermo Entre los vilelas de Salta..., cit., p. 68. El remarcado es nuestro.

35 FURLONG, Guillermo Entre los lules de Tucumán..., cit., p. 114. El remarcado es nuestro.

36 "Pedido y concesión de merced de las tierras de la reducción de San Juan Bautista de Balbuena, Salta 18-09-1759" en ZORREGUIETA, Mariano Apuntes históricos de la Provincia de Salta en la época del coloniaje..., cit., p.133.

37 FURLONG, Guillermo Entre los lules de Tucumán..., cit., p. 108.

38 ANB. EC. 1694-26, Visita de Tucumán hecha por el Oidor más antiguo de esta Real Audiencia, Doctor Antonio Martínez Luján de Vargas.

39 ABHS, Fondo de Gobierno, Carpeta 24 A, 1807, El cacique Madeta de la Reducción de Macapillo reclamo ante el Gobierno sus derechos y fueros, ff. 1r-4v.

40 ABHS, Fondo de Gobierno, Carpeta 24 A, 1807, f. 3r.

41 FURLONG, Guillermo Entre los vilelas de Salta..., cit., p. 129.

42 "Resolución de Matorras para el deslinde de las tierras de las reducciones y auto de merced para la de Ortega", en ZORREGUIETA, Mariano Apuntes históricos de la Provincia de Salta en la época del coloniaje..., cit., p.142.

43 Ver cuadro núm. 5.

44 ANB, EC. 1765- 76, Presentación de Julián de Sotomayor, pidiendo el amparo en la posesión de la Estancia de los Sauces y Merced de Esteban de Urízar y Arespacochaga, ff. 66r-67 v.

45 ANB, EC. 1765-76, Merced de Esteban de Urízar a Joseph Grande de las tierras y fuerte del Rosario, 23-09-1711, ff. 35-36.

46 ANB, EC. 1765-76, Comisión dada por Urízar al Maestre de Campo Gregorio Martínez de Salazar, para que ponga en posesión a la Compañía, 02-04-1715, f. 14r. El remarcado es nuestro.

47 ANB, EC. 1765-76, Escritura de venta. Luisa de Grande a Joseph Arias Rengel, San Miguel de Tucumán, diciembre de 1750, ff. 38v-41 r.

48 Ver cuadro núm. 5.

49 ANB, EC. 1765-76, Acuerdo de cambio y cesión entre Joseph Arias Rengel, el Padre Andrés de Astina y el General don Luis Joseph Díaz, Salta 30-10-1764, ff. 84-89.

50 ANB, EC. 1765-76, f. 38v.

51 ABHS, Judiciales, Caja 13 A. Carpeta núm. 332-1804. Merced de Victorino Martínez de Tineo, Salta 29 de agosto de 1754,ff. 63r-64r.

52 ABHS, Judiciales, Caja 13 A, Carpeta núm. 332-1804. Escritura de venta, Juan Frco. Martínez Sáenz -hijo- a Miguel Ruiz Gallo Salta, 10 de septiembre de 1754, ff. 65v-67.

53 ABHS, Judiciales, Caja 13 A, Carpeta núm. 332- 1804. Solicitud de interrogatorio de Juan Francisco Martínez Sáenz, 14-08-1754, f. 114 r. El remarcado es nuestro.

54 Archivo General de la Nación (AGN), Sala IX, Temporalidades de Salta, Legajo núm. 2 (1769-70) 22.1.2, f. 236 r.; ABHS, Judiciales, Caja 13 A, Carpeta núm. 332- 1804. Solicitud de interrogatorio de Juan Francisco Martínez Sáenz, 14-08-1754, f. 114 r.

55 LUCENA GIRALDO, Manuel La delimitación hispano- portuguesa y la frontera regional quiteña 1777-1804. [en línea] http://hdl.handle.net/10261/34891 [consulta: 28 de abril de 2012], p. 22.         [ Links ] El autor plantea la carencia de una política fronteriza española en América hasta 1750, explicándolo como una consecuencia de la concepción del poder, pactista y delegada, de la dinastía de los Austrias, que concedió el control de las fronteras americanas a las órdenes religiosas en especial a los jesuitas.

56 ARECES, Nidia "Santa Fe, plaza de armas y fronteras de indios. Entre los Austrias Menores y los primeros Borbones", en Desafíos de la Historia Regional: Problemas comunes y espacios diversos. Actores, prácticas y debates, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 2009, pp. 15-38.         [ Links ]

57 AGUILAR, Norma Estela "La rebelión de los acalianes en Nuestra Señora de Talavera de Madrid...", cit., p. 46.

58 GUIMERÁ, Agustín "Introducción", en El Reformismo Borbónico. Una visión interdisciplinar, Alianza Editorial, Madrid, 1996, p.22. Adoptamos la perspectiva de Guimerá, cuando sostiene que el reformismo borbónico se inscribe en la larga duración, identificando cuatro etapas: la primera, de antecedentes (1680-1759), la segunda, de apogeo de las reformas (1759-1789), la tercera de ralentización (1789-1796) y la cuarta y última de crisis (1796-1808).

59 ANB, EC. 1765-76, Interrogatorio presentado por Joseph Arias Rengel, diciembre de 1763, f. 52v.

60 LUCENA GIRALDO, Manuel "El reformismo de frontera", en El Reformismo Borbónico. Una visión interdisciplinar, Alianza Editorial, Madrid, 1996.         [ Links ] El autor sostiene que la aparición de esta conciencia fue una de las transformaciones más importantes en la visión política de la Corona Española en relación al gobierno de los dominios americanos. Supone la aceptación de que un programa de reformas como el que se aplicó, debía partir de la base de la ocupación física de los territorios y de un control estatal directo.

61 "Resolución de Matorras para el deslinde de las tierras de las reducciones y auto de merced para la de Ortega, 1773", en ZORREGUIETA, Mariano Apuntes históricos de la Provincia de Salta..., cit., p. 142.

62 LOZANO, Pedro  Descripción corográfica..., cit., p. 415.

63 ZORREGUIETA, Mariano  Apuntes históricos de la Provincia..., cit.,pp. 132-136.

64 ZORREGUIETA, Mariano  Apuntes históricos de la Provincia..., cit.,pp. 139-142.

Recibido con pedido de publicación el 30 de julio de 2012
Aceptado para su publicación el 17 de septiembre de 2012
Versión definitiva recibida el 18 de noviembre de 2013

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