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Prohistoria

versión On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.19  Rosario ene./jun. 2013

 

ARTÍCULOS

La Sociedad Sarmiento, el Instituto de Estudios Históricos y los orígenes de la profesionalización de la historia en Tucumán en los años 1930

Marcela Vignoli(*); Dinorah Cardozo(**)

(*) ISES (CONICET-UNT), Tucumán, Argentina - e-mail: mvignoli@ises.org.ar

(**) FFyL-UNT - Tucumán, Argentina


Resumen

Este trabajo estudia la creación del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán (IEHT) y su rol en el proceso de profesionalización de la historia acaecido en la Argentina durante las primeras décadas del siglo XX. Se analizarán los vínculos establecidos entre el IEHT y los referentes de otras instituciones dedicadas al estudio e investigación de la historia en el país. Esta investigación plantea la existencia de historiadores consagrados y de un público especializado -por lo menos en el norte del país-, que habrían fomentado la creación del Instituto y permite pensar en una extensa red de personas con una vocación histórica explícita que habría excedido el área metropolitana.

Palabras clave: Profesionalización;  Historiografía; Sociabilidad; Metodología; Tucumán.

Abstract

This work explores the creation of the Institute for Historical Studies in Tucumán (IEHT) and their role in the process of professionalization of history that occurred in Argentina during the first decades of the twentieth century We will analyze the links established between the IEHT to other institutions dedicated to the study and research of the history in the country. This research raises the existence of historians and a specialized public - at least in the north of the country-, which would have fostered the establishment of the Institute and allows us to think of an extensive network of people with a historical vocation that explicit would have exceeded the metropolitan area.

Key words: Professionalization; Historiography; Sociability; Methodology; Tucumán.


Introducción

La profesionalización de la historia como disciplina, que tuvo lugar en la Argentina durante las primeras décadas del siglo XX, ha concitado la atención de los especialistas preocupados por definir, entre otras cuestiones, cuáles fueron los aspectos que involucró, cuáles fueron las redes que se conformaron y qué actores e instituciones jugaron un papel clave en el proceso.

Alejandro Cattaruzza propuso una buena síntesis al respecto:

"...los intelectuales dedicados a la historia se esforzaron por deslindar el campo que les era propio diferenciarse de los hombres de letras y de los científicos sociales [...] afinaron los mecanismos del sistema de reconocimiento de sus pares, de incorporación de los recién venidos y de consagración y crearon nuevas instituciones dedicadas a la formación de personal que habría de enseñar e investigar historia. Estas operaciones tenían en su centro el dominio de las prácticas intelectuales que constituían el método, en la versión de la historia erudita."1

Pero, en general, los historiadores que abordaron la cuestión lo hicieron centrándose en la región metropolitana, analizando primordialmente la trayectoria del Instituto de Investigaciones Históricas, dirigido por Emilio Ravignani, y de la Junta de Historia y Numismática Argentina y Americana, dirigida por Ricardo Levene.2

De este modo los estudiosos que se ocuparon de la naciente historia profesional argentina propusieron que, como contrapartida a lo que acontecía gracias a impulsos de los historiadores de las universidades de Buenos Aires y La Plata, habría existido una especie de "vacío historiográfico" en la mayoría de las provincias del interior argentino, donde "La historia que cultivaban sólo accidentalmente cubría los requisitos metodológicos que en la época se planteaban..."3

Sin embargo, por lo menos en lo que concierne al norte argentino, hemos detectado un importante grupo de historiadores y de instituciones que durante las décadas de 1920 y 1930 se ocupaban del estudio del pasado nacional asumiendo con mayor o menor intensidad las perspectivas y preceptos metodológicos del paradigma científico dominante en la historiografía, hechos suyos por la "Nueva Escuela Histórica". Es el caso, por ejemplo, del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán (en adelante IEHT), fundado en el seno de la Sociedad Sarmiento en 1933, el que da cuenta de un clima de ideas y de un programa de trabajos que apuntaban a la profesionalización de los estudios históricos en el ámbito provincial.

Este trabajo está centrado en el análisis de ese clima historiográfico e intelectual. Nos aproximaremos al instituto tucumano analizando las estrictas normas que establecía para la producción y validación de conocimientos sobre el pasado, las investigaciones que acogió en su seno, sus actividades públicas y la red de contactos y referentes institucionales que estableció en sus pocos años de existencia

No menos importante será examinar, como necesario antecedente del IEHT, la experiencia en la práctica historiográfica que desde fines del siglo XIX fue promovida por la Sociedad Sarmiento y que se expresó en la producción historiográfica de Juan B. Terán, Ricardo Jaimes Freyre, Julio P. Ávila, José Fierro y otros con los que compartieron similares inquietudes intelectuales.

Hay fuertes indicios que demuestran que ese clima propicio para la adopción de una nueva cultura historiográfica también estaba presente en otras geografías provinciales.4 Los miembros corresponsales del IEHT en Jujuy, Mendoza, La Plata, Córdoba, Santa Fe, Salta y Buenos Aires, sin duda compartían el proyecto de una historia elaborada a partir de una nueva preceptiva metodológica, lo que era coherente con la presencia, entre esos corresponsales, del propio Ricardo Levene, representante por Buenos Aires.

De este modo podría matizarse la idea de un proceso de profesionalización en el interior argentino solo pautado por las iniciativas y los vínculos promovidos por la Junta de Historia y Numismática Argentina y Americana y el Instituto de Investigaciones Históricas, lo que habría dado lugar a una suerte de "sucursales" de las instituciones metropolitanas, cuya producción historiográfica sería débil y poco rigurosa. En efecto, de nuestra investigación sobre el instituto tucumano podría deducirse que el proceso fue mucho más complejo y que es posible establecer una dinámica propia, signada por sólidas relaciones y redes con historiadores de Santiago del Estero, Salta y Jujuy (inclusive con Bolivia), vínculos que tendrían sus antecedentes en las prácticas culturales de fines del siglo XIX y comienzos del XX que habían nacido a instancias de los egresados y maestros de instituciones educativas nacionales -inspirados por inquietudes histórico-patrióticas- que fundaron la Sociedad Sarmiento.

La "Nueva Escuela Histórica"

Como adelantamos, el proceso de profesionalización de la disciplina histórica se  inició, en nuestro país, en las primeras décadas del siglo XX. En este proceso, la creación en 1896, de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires fue central, dado que sería la encargada de la formación de profesores de historia y de la investigación histórica.5 Sin embargo, fue con la corriente conocida como "Nueva Escuela Histórica" (NEH) que tomará forma dicho proceso.

Efectivamente, la NEH se caracterizó por la aplicación de una rigurosa metodología, desarrollada y difundida en Europa en la segunda mitad del siglo XIX; por la búsqueda y el trabajo de fuentes históricas; y por una concepción cientificista de la disciplina, pues exigió la "objetividad" como requisito fundamental para alcanzar la verdad histórica. En esta búsqueda de cientificidad se planteó la necesidad de distanciar a la historia de la literatura, lo que llevó a los historiadores pertenecientes a esta corriente a elaborar fuertes críticas a sus antecesores, sobre todo a Paul Groussac, ya que consideraban que ciertos recursos literarios empleados por este autor, como ser la ironía, eran un "síntoma de ausencia de profesionalización".6

Dentro de la NEH podemos distinguir dos importantes centros de desarrollo: la Junta de Historia y Numismática Argentina y Americana,en la que Ricardo Levene se afirmaría como figura principal; y el Instituto de Investigaciones Históricas, dirigido por Emilio Ravignani. La primera, creada en 1893, se constituyó en el "primer anclaje institucional en el que se desarrollará la vertiente 'erudita' de la historia argentina".7 Sin embargo, habrá que esperar a las primeras décadas del siglo XX, para que los miembros de esta institución comiencen a aplicar una metodología rigurosa.

Por su parte, el Instituto de Investigaciones Históricassurgió en 1905 dentro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires designado con el nombre de Sección de Historia, cambiará su denominación en 1921, lo que implicó una ampliación en sus actividades. Fue bajo la dirección de Emilio Ravignani que este instituto realizó importantes aportes a la historiografía argentina.

La existencia de estos dos núcleos ha llevado a muchos autores a cuestionar la unidad de la NEH. A mediados de la década de 1980, Cristina Pompert de Valenzuela sostuvo que se podía hablar de una "escuela", más allá de las divergencias existentes, ya que no podemos encontrar grandes diferencias entre ambas instituciones, ni una oposición entre sus principios y modos de acción. Esto se debió a que, según la autora, existieron postulados y temáticas comunes que implicaron una ruptura con la actividad anterior.8

En los últimos años, otros historiadores sugieren la existencia de una divergencia hacia el interior de la corriente. Nos referimos a Alejandro Cattaruzza, Nora Pagano y Miguel Ángel Galante. El primero planteó que se trataría de una unidad relativa, debido a que la NEH "se encontraba atravesada por una disputa institucional" y que ambos centros competían "por el reconocimiento de la autoridad científica, por los recursos estatales, por los vínculos con el exterior."9

Nora Pagano y Miguel Ángel Galante, por su parte, consideran que las diferencias no se limitaron a lo institucional, sino también a lo historiográfico. Del análisis de ambas instituciones, se desprende que contarían con "una serie de mecanismos, derivados de sus respectivos condicionamientos institucionales, de sus respectivos objetivos y de la política estatal."10 Por un lado, la Junta de Historia y Numismática Argentina y Americanahabría mantenido un estrecho vínculo con el Estado, ya que asesora regularmente a los organismos oficiales acerca de cuestiones de interés histórico; vinculación que queda confirmada cuando en 1938 se convierte en Academia Nacional de la Historia. Además, la Academia se relacionó más exitosamente con instituciones similares a nivel nacional -puesto que llevó adelante un proyecto de constitución de juntas provinciales, tal es el caso de la filial cordobesa, creada en 1928- y en el ámbito internacional, sobre todo con instituciones de América Latina.

Es muy significativo que la Junta haya jugado un rol central en el vínculo establecido entre el Archivo Histórico de Buenos Aires y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Fue, además (ya como Academia Nacional de la Historia) la institución que formula "la versión por largo tiempo inmutable de la historia argentina,versión que no sólo cristalizó en medios académicos y universitarios, sino que, sometida a un notable proceso de vulgarización, determinó los contenidos de la manualística escolar."11

Por otro lado, el Instituto de Investigaciones Históricas habría tenido un ámbito de acción, en algunos aspectos, mucho más limitado. Sus relaciones con el Estado se vieron afectadas por los vaivenes de la política a nivel nacional, debido a las actividades de algunos de sus miembros, como ser Emilio Ravignani, afiliado al partido radical. Se vinculó con instituciones internacionales, pero, a diferencia de la Junta, estableció sus contactos con los Estados Unidos y Europa, destacándose principalmente el nexo establecido con la Escuela de Síntesis Francesa. En cuanto a las instituciones provinciales, la relación fue más restringida, sin lograr exceder los límites de la provincia de Buenos Aires.

A pesar de estas divergencias, los integrantes de la NEH se plantearon una serie de objetivos comunes, que contribuyeron a la institucionalización y profesionalización de la disciplina en nuestro país. Entre estos podemos mencionar la búsqueda, conservación y organización de Archivos Provinciales, la publicación de documentos, tareas consideradas fundamentales para la posterior escritura de la historia nacional; el desarrollo y difusión de técnicas bibliográficas, puesto que se consideraba de gran importancia el dominio bibliográfico, base de toda investigación histórica; la organización o reorganización de algunos museos, actividad que, si bien no se vincula directamente con la NEH, recibió su influencia, por la importancia otorgada a la conservación de los diversos testimonios del pasado de las sociedades que habitaron el territorio argentino; y la escritura de la historia nacional, proyecto impulsado por Ricardo Levene y que se concretó en la Historia de la Nación Argentina, obra que contó con la participación de numerosos colaboradores. Además, los miembros de la NEH, se proponían elaborar manuales de historia dedicados a la enseñanza primaria y secundaria.

Los principios y objetivos propuestos por los integrantes de la NEH se difundieron a través de la acción docente en las universidades de Buenos Aires y de La Plata y en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario; de cursos y conferencias, de congresos y de Juntas Provinciales. La importancia de ambas instituciones, consideradas excluyente por parte de los autores que estudian la temática, no ha dado lugar sin embargo, a trabajos que logren incluir en esta constelación de asociaciones dedicadas al estudio e investigación de la historia a las que existieron en el interior del país. La ausencia de estas investigaciones llevó a Alejandro Cattaruzza a considerar que en los espacios provinciales: "Se reunían allí individuos con algún interés por los asuntos históricos, quizás notables de ciudad, abogados, maestros [...] a menudo impulsados por conservar el patrimonio histórico de la localidad o provincia..."12

En los siguientes apartados intentaremos matizar esta idea a partir de la experiencia tucumana. En efecto, en la capital de la norteña provincia, que a fines del siglo XIX ya se había convertido en el epicentro de la producción azucarera y en la avanzada del "progreso" en una vasta región del interior argentino, se había consolidado un activo centro intelectual, la Sociedad Sarmiento, que se ocupaba de las más variadas cuestiones culturales, entre las que se destacó un fuerte interés por la historia provincial y nacional. Estas inquietudes que comenzaron a esbozarse a fines del siglo XIX fueron sistematizándose durante las primeras décadas del siglo siguiente hasta lograr concretarse en proyectos concretos tales como secciones dedicadas al estudio de estos tópicos, certámenes históricos, adquisición de bibliografía específica, artículos históricos publicados, así como en una serie de obras de importancia.

La Sociedad Sarmiento de Tucumán y los antecedentes del IEHT

La Sociedad Sarmiento fue fundada en junio de 1882 por alumnos, egresados y maestros de dos instituciones educativas instaladas en la provincia durante la segunda mitad del siglo XIX, la Escuela Normal y el Colegio Nacional. El grupo fundador, conformado mayoritariamente por gentes sin recursos económicos pero con acceso a la instrucción, buscó a través de la Asociación canalizar vocaciones literarias, pero a la vez ocupar un lugar expectante en el espacio público, en el que harían valer sus competencias en el instrumento paradigmático del "progreso" y la "civilización", la enseñanza. Siguiendo esa lógica, actividades como disertaciones, crear una biblioteca y editar una revista, fueron los objetivos iniciales de la Sociedad.13

A pesar de la primacía de lo literario, a poco de comenzadas sus reuniones, y a lo largo de la década de 1880, los miembros de la Sociedad Sarmiento fueron interesándose en un amplio espectro de cuestiones, entre las que se destacan los tópicos relativos al estudio de la historia provincial y nacional lo que se manifestó en los trabajos que se presentaban semanalmente para discusión en las reuniones14 y en la publicación de ensayos sobre la cuestión que aparecieron en las revistas de la Sociedad.15

Esta tendencia a ocuparse de la historia provincial y nacional que se esboza a lo largo de la década de 1880 se plasmará sobre todo en la década siguiente. En efecto, hacia 1890 la Sociedad Sarmiento se conformó como un espacio cultural legitimado y prestigiado, cuya reputación se consolidó con una serie de estrategias tendientes a la construcción de un imaginario cívico-nacional, con una impronta regional explícita, que recibió el aporte y el reconocimiento del Estado, tanto a nivel provincial como nacional. Estas estrategias se reflejaron en la custodia de monumentos nacionales como la Casa de la Independencia, la organización de festejos patrios, de las denominadas "peregrinaciones patrióticas de la juventud" y en la redacción de ensayos que analizaban estas cuestiones,16 y encontraron una continuidad natural en las investigaciones sobre la historia de Tucumán que cobraron cuerpo en las tres primeras décadas del siglo XX y en la cual las figuras de Juan B. Terán, Ricardo Jaimes Freyre y Julio López Mañán, en torno de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, fueron centrales.17

Por esa misma época comenzó a implementarse un ciclo de conferencias con bastante éxito y se nutrió a la biblioteca con importantes adquisiciones de bibliografía. Paralelamente, se reformaron los estatutos de la Asociación y se inauguró una nueva práctica, un ciclo de "lecturas" semanales.

La reforma de los estatutos terminó por dotar a la Sociedad Sarmiento de una estructura totalmente diferente. En efecto, cuando en marzo de 1902 se aprueban estas reformas, se establece, entre otros puntos, la división de las reuniones en "secciones" científicas y literarias, cada una de ellas con su respectiva comisión directiva, reglamento interno y un programa de actividades.18 Los requisitos para participar en estas "secciones" eran muy amplios y los interesados podían inscribirse en más de una de acuerdo a sus inquietudes. Pero lo esencial de esta reforma, en función de nuestras preocupaciones, fue la distinción entre "ciencia" y "literatura" y el impulso que recibirían en lo sucesivo las ciencias sociales, toda vez que las  principales figuras intelectuales de la Asociación se asumían decididamente como científicos antes que como poetas o literatos. No deja de  llamar la atención, asimismo, la referencia a las "Ciencias Históricas" en una de ellas, indicio de que para la élite cultural tucumana, nucleada en la Sociedad Sarmiento, el estudio del pasado no era cosa de aficionados ni de simples escritores.

Las "secciones" comenzaron a funcionar en agosto de ese año, y, una vez conformadas se destinaron parte de los fondos con que contaba la biblioteca para la compra de libros correspondientes a cada una. Desde la prensa se alentó este proyecto, publicitando las reuniones de cada sección y dando a conocer la cantidad de miembros que se inscribían en las distintas propuestas.19 Las primeras actividades fueron realizadas por la Sección Sociología, a cargo de Ricardo Jaimes Freyre, quien dio una conferencia inaugural a principios de septiembre de 1902; le siguieron la actividad de la Sección Filosofía y Bellas Letras, dirigida por Damián P. Garat.

En 1904, en la Sociedad Sarmiento tenían lugar una serie de actividades que afianzaban el rol central y el prestigio que se había ganado en ámbito cultural. Crecía su membresía y aumentaba sin cesar el número de personas que circulaban por su biblioteca,20 se realizaban periódicamente veladas literario-musicales, invitados de renombre daban conferencias públicas,21 sus reuniones se habían  dividido en secciones, como vimos, y comenzaba a proyectarse la idea de dictar "cursos libres".

Cuando se echó a andar este proyecto, Juan B. Terán, entonces presidente de la Sociedad, se refería a los mismos en los siguientes términos:

"Este régimen de libertad, la concurrencia abierta tanto para los que enseñan como para los que aprenden es lo que hace la nobleza de estos cursos populares, lo que vivifica su ambiente y les da sus resorte sensible. No llevan a ningún título ni preparan para ninguna profesión no se proponen sino la mayor cultura abstracta, la mayor difusión de conocimientos por lo que ellos mismos significan, por la propia virtualidad que contienen. Pero su tendencia es de enseñanza superior. Aspira así a completar no a rivalizar..."22

Las temáticas abordadas en estos encuentros remitían a cuestiones sociales, económicas y culturales; y si bien no preparaban para ninguna profesión, ponían en evidencia la necesidad de un tratamiento académico de las problemáticas específicas del medio local y regional, tales como las relacionadas con la principal actividad económica de las provincias norteñas, la azucarera.

El mismo año Juan B. Terán, que ocupaba una banca de diputado en la  legislatura provincial, presentó el proyecto de creación de la Universidad de Tucumán. Pensada como una casa de altos estudios de una amplia geografía del interior argentino, la apelación constante al carácter regional de la futura universidad fue uno de los principales justificativos a la hora de defender el proyecto universitario.

La prensa tucumana adhirió a esta idea:

"Tucumán merecería ser el asiento de una universidad nacional con inmensas ventajas para sus hijos y para los demás de las provincias del norte. Si se ha estimado conveniente fundar un establecimiento de esa naturaleza en la ciudad de La Plata, lo que quiere decir a las puertas de Buenos Aires, resalta a la vista la justicia y la conveniencia de tener una Universidad en Tucumán [...] Económica e intelectualmente las demás  provincias giran alrededor de esta ciudad. Mucha gente pobre del norte o de aquí mismo no sacrificaría a las exigencias de la vida cara de Buenos Aires, jóvenes preparados, jóvenes de provenir indiscutible para la patria."23

El proyecto universitario no sólo dotaría a la provincia de un centro de estudios orientado a problemáticas regionales, sino que lograría atenuar la fuga de estudiantes a las universidades de Córdoba y Buenos Aires. Pero más aún, según María Celia Bravo, la nueva universidad poseía un propósito más trascendente para la élite tucumana, "un propósito de carácter político y estratégico [...] destinado a restablecer una suerte de equilibrio político perdido por el crecimiento económico y demográfico del litoral."24

Finalmente, se aprobó el proyecto de creación de la Universidad provincial en 1912. Al año siguiente se designó el Consejo Superior, integrado por Juan B. Terán, Miguel Lillo, José I. Aráoz, Guillermo Paterson, Ricardo Jaimes Freire, Arturo Rosenfeld, Miguel P. Díaz,  Estergidio de la Vega, Alejandro Uslenghi, José Padilla, Juan Chavanne y  José Benito González, todos  miembros de la Sociedad Sarmiento. El primer rector, elegido a fines de 1913, fue Juan B. Terán.

Luego de la creación de la universidad, la Sociedad tuvo que reorientar sus intereses y recursos, dado que los años previos a la fundación de la casa de estudios estuvieron dedicados por completo a este importante proyecto. Además, tanto Terán como otros destacados socios y dirigentes, concentrarían sus esfuerzos en lo sucesivo en la organización y puesta en funcionamiento de una institución de enseñanza superior que ofrecía casi ilimitadas posibilidades para dar cauce a iniciativas de tipo cultural y científico.25

Sin embargo, durante los años posteriores inmediatos a la creación de la universidad, la Sociedad reafirmó su centralidad en el ambiente cultural a través de las "conferencias nocturnas", en las que disertaron personalidades de la talla de José Ortega y Gasset, Juan Parra del Riego, Juan Carlos Dávalos, Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Pablo Pizzurno, Alfonsina Storni, Joaquín Castellanos, Pedro Obligado, José Nicolás Matienzo, Juan Alfonso Carrizo, Alejandro Korn, el conde Hermann de Keirserling, Waldo Frank, José Gonzalez Carbalho, Rafael Jijena Sánchez. La biblioteca, por su parte, continuó aumentando de manera ininterrumpida su patrimonio bibliográfico.26

Por ello no es de extrañar que a comienzos de la década de 1930 y coincidiendo con la conmemoración de su medio siglo de vida,27 la Asociación conservara su papel como referente intelectual casi exclusivo en humanidades y ciencias sociales en la provincia, circunstancia sin duda favorecida por el perfil técnico e industrial de las carreras que se cursaban en la Universidad.

 Fue en el campo de la historia, entre aquellas disciplinas, que los miembros de la Sociedad se posicionaron en el espacio público, nuevamente, como expertos de un saber que requería de habilidades especiales y del manejo de técnicas específicas, de la que carecían los aficionados y sus cultores más o menos improvisados. Las actividades que desplegó la Sociedad a partir de esos presupuestos habrían de impactar positivamente, como se verá, en el desarrollo de una práctica historiográfica de tipo profesional en la provincia. Una de ellas fue la creación de un Centro de Bibliotecarios, que se concretó el 15 de Abril de 1934 y que aunaba a varias bibliotecas tucumanas. Para ello se reunieron en el local de "La Peña"28 representantes de la biblioteca de la Universidad, de la Legislatura, de la Estación Experimental Agrícola, de las bibliotecas Sarmiento y Alberdi y el Director del Archivo de la Provincia. Los objetivos de este centro eran "lograr la unificación del sistemas (sic) de organización de las bibliotecas, a fin de facilitar la solución de los distintos problemas inherentes a las mismas" y la capacitación y emisión de títulos que certificaran la idoneidad de  los empleados en las bibliotecas, además de la realización de conferencias que tratarían sobre diversas temáticas referidas a la tarea del bibliotecario, como ser la aplicación de la clasificación decimal, la encuadernación, la elaboración de catálogos impresos, la adquisición de obras, el aprendizaje de otros idiomas, "el cuidado y la lucha contra los destructores de libros", los problemas de financiación de las bibliotecas, entre otras.29

Estos objetivos, que eran explicitados en los propósitos de la creación del centro, tendían a facilitar la labor del bibliotecario y un fácil y ágil acceso de los estudiosos a los materiales de consulta. No cuesta mucho vincular esta iniciativa con la tarea llevada a cabo por los miembros de la NEH, quienes también dedicaban esfuerzos en la organización de archivos y bibliotecas con el objetivo de facilitar la labor investigativa. La "bibliotecología" era, al fin y al cabo, una de las "ciencias auxiliares" de las que requería la práctica historiográfica científica.

Es de destacar que, dos años antes, en 1932, se había creado en la vecina provincia de Santiago del Estero un centro dedicado a la investigación histórica, el "Centro de Estudios Históricos", institución que tenía como objetivos estimular el estudio y la divulgación del pasado provincial. Esta tarea no se concebía sino a partir de una exhaustiva compulsa de fuentes primarias, por lo que sus integrantes se propusieron gestionar la donación al archivo provincial de documentos en mano de particulares y recuperar los papeles referidos a la historia de Santiago del Estero existentes en el Archivo General de la Nación. Antenor Álvarez, Jorge Argañaraz, Mariano Paz, Bernardo Canal Feijoo, Horacio Rava, Milcíades Rodríguez, A. Roldán y Emilio Wagner, integraban la primera Comisión Directiva de esta institución santiagueña.30

Es a partir de esos antecedentes y en el marco de las novedades y del clima historiográfico propiciado por la Nueva Escuela Histórica que se creó en 1934 el Instituto de Estudios Históricos de Tucumán, iniciativa surgida no por casualidad en el ambiente cultural generado por la Sociedad Sarmiento.

El origen del IEHT: perspectivas metodológicas y opciones temáticas

Como adelantamos, el IEHT se fundó el 24 de Mayo de 1934 en el seno de la Sociedad Sarmiento como iniciativa de su presidente, Francisco E. Padilla. La inauguración del IEHT habría llenado una "necesidad en el medio local", según expresaba El Orden, manifestando, además, que auguraba una gran concurrencia a la velada debido al "entusiasmo reinante y el interés [...] en los círculos intelectuales".31 La creación del IEHT se justificaba, de acuerdo a este órgano de prensa, por

"la importancia otorgada a la provincia en la historia nacional" y por el lugar que se le asignaba en la región, puesto que "por su situación geográfica, su riqueza, la densidad de su población y el grado de cultura alcanzado, constituye el núcleo central del noroeste argentino."32

En el discurso inaugural, que tituló "Propósitos del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán", el presidente y miembro titular de la novel institución, Emilio Catalán, sostuvo que la creación del mismo venía a "completar la obra cultural de esta Institución [la Sociedad Sarmiento] contribuyendo al estudio del pasado argentino y americano".33 A continuación, enunció sus objetivos:

 "...promover la investigación personal en la obra de información y reconstrucción histórica, etnológica, etnográfica, arqueológica, lingüística, geográfica y folklórica, mediante las contribuciones periódicas que realizará con las similares de América y de la República Argentina, o particulares que trabajen independientemente."34

A esto se sumaba el propósito de escribir la historia de la provincia de Tucumán con un sentido pedagógico, ya que planteaba la elaboración de un manual "adaptado a las necesidades de la enseñanza primaria", además de la publicación de los trabajos en volúmenes anuales y la creación de una "iconografía de los personajes actuantes en el pasado".35

Para alcanzar estos objetivos, el IEHT contemplaba en su reglamento la exposición en reuniones periódicas de los resultados de las investigaciones, las que debían llevarse a cabo sobre la base de la consulta sistemática de las colecciones documentales  conservadas en archivos públicos y privados. Según Catalán, el trabajo con los documentos constituía la base de la labor del historiador, para lo cual remitía a Langlois y Seignobos: "la historia no es otra cosa que el aprovechamiento de los documentos".36 Al respecto, asignaba un rol importante al vínculo de los centros de investigación con el poder público, pues era a los gobiernos de las distintas provincias a quien debía interesarse para que coadyuvaran, facilitando el acceso a los materiales conservados en los archivos,  con lo que denominaba "la restauración histórica".

Otro de los objetivos enunciado por Catalán se vinculaba con la necesidad de reforzar el espíritu crítico de la juventud a través del aprendizaje y aplicación de una metodología basada en la observación de los fenómenos, la que debía sustraerse a las "influencias psíquicas y afectivas", causantes del error; en la comparación, "relación de un hecho con otro para aclarar, rectificar, asimilar o eliminar las impresiones sobre las cosas observadas"; y, por último, en la verificación, puesto que el trabajo intelectual debía ser sometido a la comprobación de los hechos descubiertos. Esta metodología permitiría, en síntesis, alcanzar un conocimiento "objetivo". Es por eso que el Instituto manifestaba la voluntad de abrir las puertas a todos aquellos jóvenes que quisieran aprender la tarea del historiador, de modo que pudieran "canalizar sus gustos espirituales hacia los trabajos de búsqueda, de lectura, de descifración (sic.) y de ordenación de los documentos históricos".37

Para el logro de sus objetivos, el IEHT adoptó una organización similar a la de la Junta de Historia y Numismática Argentina y Americana. En su reglamento se establecía la formación de una Junta Directiva, integrada por un presidente, un secretario general, otro de actas y dos vocales,38 los cuales se elegirían cada dos años en la asamblea de los miembros titulares mediante voto escrito y secreto, adoptándose el sistema de lista completa.

Además de esta Junta, el Instituto contaría con miembros titulares -que no podían superar los veinte-, miembros correspondientes locales y extranjeros, y adherentes.39 El ingreso de los miembros titulares estaba estrictamente pautado. En efecto, los candidatos debían presentar "una solicitud acompañado por dos miembros titulares que sostendrán al patrocinado ante el Consejo Directivo", un listado "de las publicaciones y títulos que acrediten su dedicación a la disciplina histórica", y dos ejemplares de una monografía, escrita a máquina, sobre una temática seleccionada por el postulante, la cual debía ser leída públicamente en la fecha que dispondría la Junta Directiva.40 Se formaría una comisión especial para analizar cada solicitud, la cual debía expedir un dictamen que sería considerado, posteriormente, en una sesión privada. Al término de la misma, los miembros titulares se expedirían, en votación secreta, sobre la admisión o no del candidato, requiriéndose dos tercios de los votos para ser aceptado como miembro titular. En cuanto a los miembros correspondientes, también se designarían con el aval de las dos terceras partes de los miembros titulares.

En cuanto a los miembros adherentes, podían serlo todas las personas que lo solicitaran por escrito y fuesen aceptados por la Junta Directiva. Podían participar "como auxiliares para la investigación y organización del Instituto, su archivo y dependencias, ficheros"41 y podían participar en las distintas actividades que el IEHT organizara. Aunque se les reconocía el derecho a expresar libremente sus opiniones en las reuniones, el derecho al voto estaba reservado a los miembros titulares.

A nuestro entender lo más relevante del reglamento era el intento de establecer una serie de reglas y mecanismos para la validación de la producción historiográfica. Las mismas eran definidas por una corporación de especialistas (el IEHT), quienes en lo sucesivo someterían a un minucioso control el ejercicio del oficio de historiador. Si algo quedaba claro a los miembros de la Sociedad Sarmiento que promovieron la creación de la institución era la necesidad de velar por la calidad del conocimiento sobre el pasado, el que, además de ser producto de una sistemática consulta de fuentes y bibliografía, debía atenerse a un método, garantía de "objetividad". Pero aunque la presencia en el ambiente intelectual tucumano de esta vigilante corporación era una importante novedad, una de las idea subyacentes que animaron su creación, la noción de la existencia de unas "ciencias históricas" absolutamente independientes de la ficción literaria y de las especulaciones filosóficas, asentadas en la materialidad de las fuentes, ya estaba presente tres décadas antes en la Sociedad Sarmiento en ocasión de la división en "secciones" de las periódicas reuniones de discusión.42

Como se ha dicho, el IEHT tuvo una corta existencia, pues no sobrevivió a la organización de la enseñanza de la historia en la Universidad Nacional de Tucumán, concretada en 1936 con la creación del Departamento de Filosofía, Pedagogía, Historia, Letras e Idiomas43. Sin embargo, en este corto período el IEHT realizó una serie de conferencias en las que se expusieron los trabajos elaborados por sus miembros. Los mismos trataban sobre diversas temáticas, que se pueden encuadrar en las diferentes áreas que señalaba el reglamento. La primera conferencia, que se pronunció tras el acto de inauguración de junio de 1934 y que estuvo a cargo del presidente del instituto, Emilio Catalán, se tituló "Las ideas de Alberdi y la paz de América". A ésta le siguió, en julio del mismo año, una comunicación pronunciada por el presidente de la Sociedad Sarmiento, Francisco Padilla, titulada "La Guerra de la Confederación argentina con Bolivia". En setiembre Juan Schreier (h) analizó la Batalla de Tucumán, suceso de gran importancia en la historia provincial, con una conferencia titulada "Un episodio de la Batalla de Tucumán". Sobre la misma temática Fray Eudoxio de Jesús Palacio leyó el trabajo "La Generala de Belgrano", en la que se refería a la devoción belgraniana hacia la Virgen de la Merced (el mismo religioso leyó otra conferencia en ocasión de recibir su diploma de Miembro Titular en noviembre de 1935, "La primera expedición descubridora y evangelizadora del Tucumán"). El 24 de Octubre de 1934 expuso el miembro correspondiente por Bolivia, el arqueólogo austríaco Leo Pucher de Kroll, oportunidad en que brindó una conferencia titulada "Una nueva interpretación de los bajorrelieves de la Puerta del Sol de Tiahuanaco".

Catalán realizó otra presentación en diciembre de 1934, esta vez sobre "Los tormentos aplicados a los brujos por la justicia colonial de Tucumán y Santiago del Estero", exposición complementada con la proyección de grabados de la época que mostraban los distintos tipos de tortura aplicados por la Inquisición. José Fierro, a su vez, brindó una conferencia en julio de 1935 titulada "Bailes históricos de Tucumán". Las dos últimas presentaciones públicas que realizó el IEHT según hemos podido identificar de momento, correspondieron al ingeniero Julio Storni. La primera de ellas, "El fraile de la Constitución, Mamerto Esquiú", se realizó el 30 de Mayo de 1936; y la segunda, "Algunos antecedentes históricos sobre la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de Tucumán", se leyó en una sesión privada del IEHT, el 4 de Julio del mismo año.

Pero más importante que ese ciclo de conferencias y presentaciones, como aporte del Instituto a la profesionalización de la disciplina, fue la iniciativa que cuajó en la creación de la Junta Conservadora del Archivo Histórico provincial, que respondía a la necesidad de conservar, organizar y publicar los documentos que formaban parte del patrimonio histórico de la provincia. A través un decreto de julio de 1935 se derogaba la ley del 02 de Julio de 1912 que confiaba a la Universidad de Tucumán el Archivo Histórico y se creaba la Junta, integrada por cinco miembros, Manuel Lizondo Borda, Francisco E. Padilla, Alberto Rougés, Emilio Catalán y Juan Alfonso Carrizo, fuertemente vinculados a la Universidad Nacional de Tucumán y al IEHT. Entre sus atribuciones se encontraban la sanción de un reglamento y la elección de un presidente, la gestión de donaciones de archivos de particulares y la publicación de documentos. El decreto, asimismo, autorizaba al IEHT a "realizar consultas con propósitos de investigación científica, de los documentos del Archivo Histórico [...] en las condiciones y bajo la superintendencia de la Junta Conservadora". A su vez, se extendía esta autorización, a cualquier otra entidad o a particulares que "ofrezcan las debidas garantías de seriedad y deseen practicar investigaciones de naturaleza histórica."44

Otra participación destacada del Instituto y que da cuenta de su posicionamiento como referente casi excluyente de la historia científica en la provincia durante su existencia fue la colaboración con la Comisión Nacional Monumento al Teniente Gral. D. Julio Argentino Roca, creada mediante la Ley Nº 12.167, a través de la elaboración de un informe sobre el lugar y la casa donde nació el ex presidente, aprobado en Julio de 1936.45 Este reconocimiento fue destacado por Emilio Catalán en ocasión  de un acto de entrega de diplomas del IEHT, haciendo referencia a la proyección del Instituto en el ambiente intelectual argentino y a los fuertes vínculos que aquel había forjado con instituciones como el Centro de Estudios Históricos Argentinos de la Universidad de la Plata, la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, el Centro de Historia de Santa Fe, la Asociación Argentina de Estudios Históricos de Buenos Aires y el ya mencionado Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, centro que había publicado en su Boletín fragmentos de algunas de las conferencias pronunciadas por miembros del IEHT.46

Ya se ha dicho que la incorporación en 1936 de la historia a las disciplinas que impartía la Universidad Nacional de Tucumán, que conllevó el arribo a la provincia de historiadores profesionales (a los que sumaron algunos tucumanos, como Manuel Lizondo Borda), quitó centralidad y menguó notablemente el protagonismo del IEHT y de la Sociedad Sarmiento como entidades legitimadores en el ámbito provincial de la historia "científica". Sin embargo, todavía en 1939 y en el marco del festejo de la "Semana de la Cultura", la Sociedad Sarmiento organizó un ciclo de conferencias en homenaje a Ricardo Jaimes Freyre, fallecido pocos años antes. Un invitado especial en este evento fue Emilio Ravignani, quien se refirió a "La estructuración de la unidad nacional en los pactos interprovinciales 1813-1852".47 No hay rastros de actividades del IEHT para este año, aunque algunos de sus integrantes participaron del ciclo de conferencias mencionado, tal el caso de Francisco Padilla, quien disertó sobre "Los aspectos sociales del 9 de julio".

Un aspecto al que también es necesario hacer referencia para intentar explicar el protagonismo y el reconocimiento que el IEHT recibió del Estado, tanto a nivel provincial como nacional, es el clima y el particular decurso político tucumano en la década que nos ocupa, la de 1930. En ella, que comenzó con la preeminencia de una formación provincial desprendida del conservadurismo, Defensa Provincial Bandera Blanca,48 los radicales tucumanos recuperaron en 1934 el poder perdido con el golpe uriburista de 1930 sobre la base de anticipar a nivel nacional la ruptura con la intransigencia y la adopción del "concurrencismo" como estrategia, lo que implicó el distanciamiento de la mayoría partidaria de la provincia con los sectores yrigoyenistas y con los seguidores de Marcelo T. de Alvear y el Comité Nacional. Además de retomar el control del Estado y en un acuerdo implícito de mutua conveniencia para ambas partes, los "concurrencistas" tucumanos trabaron aceitadas relaciones con el gobierno del general Justo, quien no privó de recursos a la provincia en su intento de profundizar las divisiones en el seno de la UCR y forzar a esta formación política a abandonar el abstencionismo. Las importantes partidas para obras públicas otorgadas por el tesoro nacional al gobierno de Miguel Campero fueron la principal moneda de pago de Justo al apoyo político que recibió de la mayoría radical tucumana. La construcción de 44 nuevas escuelas, la ampliación y restauración de otras 28 y la realización de caminos y puentes, entre otras obras de envergadura, se hicieron posible a partir de este singular acuerdo político.49 En este marco, es posible que el reconocimiento del Estado nacional al IEHT, participándolo, por ejemplo, de las actividades investigativas que encomendó la comisión nacional de homenaje a Roca, haya sido favorecido o alentado por este clima de concordia y colaboración entre la esfera provincial y la nacional.

Reflexiones finales

El IEHT habría constituido un antecedente importante en la lenta construcción de una práctica profesional en la escritura de la historia en Tucumán y el norte argentino, la manifestación más madura de una idea ya prefigurada en los primeros años del siglo XX en el seno de la Sociedad Sarmiento. Pese a sus interesantes proyectos y a sus ambiciosas metas, la historiografía argentina no le ha prestado hasta el presente demasiada atención. Sólo dos autores han hecho referencia al grupo en los últimos 25 años, Ramón Leoni Pinto y Cristina Pompert de Valenzuela, aunque significativamente sus estudios nunca superaron la condición de trabajos inéditos. Es también notable que el IEHT tampoco haya sido considerado por los autores que estudiaron los orígenes de la enseñanza de la historia en la Universidad Nacional de Tucumán que se implementó a partir de 1936 con la creación del Departamento de Filosofía, Pedagogía, Historia, Letras e Idiomas.

Producto de esta especie de vacío historiográfico, no se ha advertido que las relaciones que el IEHT entabló con las principales instituciones y figuras de la Nueva Escuela Histórica no fueron (como quizás ocurría con otros centros del interior argentino) el producto de intereses en torno a homenajes y conmemoraciones patrióticas, sino a coincidencias motivadas por la genuina ambición de desarrollar de manera sistemática el estudio científico de la historia a partir de un paradigma epistemológico también compartido.

Como se ha visto, el IEHT enfatizaba en la necesidad asentar las investigaciones históricas a partir de fuentes primarias, razón por la que reclamaron y obtuvieron injerencia en la organización del Archivo Histórico de Tucumán, a la vez que también destinaron esfuerzos para profesionalizar la atención de las bibliotecas públicas en el entendimiento de que tanto archiveros como bibliotecarios eran imprescindibles auxiliares del historiador.

La novedad que implicó el IEHT en el panorama historiográfico local estuvo, ante todo, en su intento de erigirse en un celoso custodio de las investigaciones fundadas en un riguroso método, y como instancia de validación de los resultados investigativos a través de un protocolo no menos escrupuloso que otorgaba centralidad a la crítica de los pares. Los estrictos pasos que se determinaron para ingresar a la corporación indica el celo con el que asumía la conformación de un campo profesional en la disciplina, asumiendo prácticas y procedimientos propios de una academia.

Si es posible atribuir las debilidades del IEHT (y del proceso de profesionalización de la práctica historiográfica en la provincia de Tucumán) a la demora de la irrupción de la historia entre las disciplinas impartidas en la Universidad Nacional de Tucumán, habría sido la creación del Departamento de Filosofía, Pedagogía, Historia, Letras e Idiomas y la conformación de un cuerpo de profesores universitarios de historia en la provincia lo que determinó su rápida extinción. No obstante ello, su importancia como manifestación de una demanda local en favor de la profesionalización del oficio de historiar (expresada en la Sociedad Sarmiento ya en los albores del siglo) es innegable a la hora de intentar comprender, en todas sus tendencias y con todos sus matices, las pulsaciones del vivaz clima intelectual tucumano de la época.

San Miguel de Tucumán, 15 de diciembre de 2012

Notas

1 CATTARUZZA, Alejandro "Descifrando pasados: debates y representaciones de la historia nacional" en Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política (1930-1943), Sudamericana, Buenos Aires, 2001, p 442.         [ Links ] Sobre este tema se han referido otros autores, por ejemplo, para Diana Quattrocchi la profesionalización de la disciplina implicó la transformación "de un erudito diletante en un universitario archivista y metódico" QUATTROCCHI-WOISSON, Diana Los males de la memoria. Historia y Política en la Argentina, EMECE, Buenos Aires, 1995, p. 72.         [ Links ] Para Alejandro Eujanian, por su parte, el proceso de profesionalización quedó asociado a "...la estabilización del método y a la conformación de espacios académicos emisores de títulos habilitantes para el ejercicio de la docencia y la investigación científica", CATTARUZZA, Alejandro y EUJANIAN, Alejandro Políticas de la Historia. Argentina 1860-1960, Alianza, Buenos Aires,  2003, p.69.         [ Links ]

2 CATTARUZZA Alejandro "Descifrando...", cit ; DEVOTO, Fernando y PAGANO, Nora Historia de la historiografía argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2009;         [ Links ] HALPERIN DONGHI, Tulio "Un cuarto de siglo de Historiografía argentina" en Desarrollo Económico, núm. 100, Buenos Aires, 1986. Pp. 487-520;         [ Links ]  PAGANO, Nora y GALANTE, Miguel "La nueva escuela histórica: una aproximación institucional, del centenario a la década del 40", en La historiografía argentina en el siglo XX. Tomo I. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1994;         [ Links ] POMPERT DE VALENZUELA, María "Nueva Escuela Histórica (1905-1947)", Tesis doctoral inédita, Universidad Nacional del Nordeste, 1986;         [ Links ] QUATTROCCHI-WOISSON, Diana Los males..., cit.

3 CATTARUZZA "Descifrando...", cit., p. 445.

4 Esta observación es válida para Santiago del Estero, donde en 1932 se creó el Centro de Estudios Históricos, institución que tenía como objetivos estimular el estudio del pasado de la provincia, divulgar conocimientos acerca de ese pasado y de las principales figuras de la historia santiagueña. También se preocuparon por la gestión de archivos particulares y de los papeles existentes en el Archivo General de la Nación, con el fin de recuperar los documentos referidos a la historia de Santiago del Estero al archivo de esa provincia. Los integrantes de la primera Comisión Directiva fueron Antenor Álvarez, Jorge Argañaraz, Mariano Paz, Bernardo Canal Feijoo, Horacio Rava, Milcíades Rodriguez, A. Roldán y Emilio Wagner.

5 Sobre este tema ver  QUATTROCCHI-WOISSON, Diana Los males..., cit.

6 Este tema ha sido analizado por CATTARUZZA Alejandro y EUJANIAN Alejandro Políticas..., cit.

7 PAGANO, Nora y GALANTE, Miguel "La nueva...", cit, p.50.

8 POMPERT DE VALENZUELA, María "Nueva...", cit, p.55.

9 CATTARUZZA, Alejandro "Descifrando...", cit, pp.444-445.

10 PAGANO, Nora y GALANTE, Miguel "La nueva..."cit., p.48.

11 PAGANO, Nora y GALANTE, Miguel "La nueva..."cit., p. 57.

12 CATTARUZZA, Alejandro "Descifrando...", cit, p. 445

13 Ver VIGNOLI, Marcela "El anticipo de una idea de Universidad desde la Sociedad Sarmiento, Tucumán 1900-1909", en Docentes, científicos, artistas e intelectuales en la creación de la Universidad Nacional de Tucumán (1910-1960), EDUNT, Tucumán, 2011.         [ Links ]

14 "El sol de mayo", "El mahometismo", "Revolución Argentina", "Olegario Andrade", "Cristóbal Colón", "La invasión inglesa", "25 de mayo de 1809", "Retrato del Gral. Manuel Belgrano", "Rosas y su tiranía", "Revolución de Mayo", "25 de mayo de 1810", "La iglesia y el estado", "La mujer, importancia de su educación", entre otros.

15 El Porvenir (1882-1883) y El Tucumán Literario (1888-1896) fueron los órganos de difusión de la Sociedad Sarmiento. Allí se publicaron los trabajos de los socios y artículos y poesías de autores ya consagrados en la corriente estético-literaria dominada por el romanticismo. El análisis de estas publicaciones permitió relevar las diferentes temáticas abordadas en estas revistas, entre las que se destacan los tópicos relacionados con la discusión de innovaciones educativas en jóvenes, niños, mujeres y obreros; el papel de la juventud y su importancia en la inculcación de una conciencia cívica y patriótica en la sociedad, así como propuestas de cambio social y tecnológico adaptado a las necesidades provinciales. Algunos artículos que hacían referencia a la historia fueron: "Sobre el estudio de la historia", "El 24 de septiembre de 1812", "Orígenes del Imperio Romano", "Julio 14 de 1789", El Tucumán de la leyenda", "Glorias Patrias", "Fuera los chapetones, fuego", "Escudo Nacional", "Revolución francesa", "24 de septiembre", "El 20 de febrero", "Tradiciones históricas", "El positivismo del siglo", "El siglo de la democracia", "La bandera de mi patria", "1492-1810 dos gritos", "Recuerdos patrios", "El Quichua desaparece", "En homenaje a la patria", "Independencia de Bolivia", "El Dr. Juan B. Alberdi", "24 de septiembre", "José Manuel Estrada", "Escudo, cordón y charretera de Tucumán", "Que te hiciste patriotismo", "Corrientes ante la historia", "Viva la confederación argentina", "José Manuel Balmaceda", "Destitución del gobernador Gutiérrez", "La cuestión chilena- argentina", "El acuerdo de San Nicolás", "Revolución en Cuba", "Tucumán en la reconquista (itinerario de J. Gregorio Araoz)", "El día de la patria".

16 VIGNOLI, Marcela "La Unión Universitaria de Buenos Aires y Córdoba en las peregrinaciones patrióticas a la Casa Histórica de Tucumán. Dramatización del pasado y sacralización de la nación a fines del siglo XIX" en Academia, Año 9,  N° 17, 2011, Buenos Aires.         [ Links ]

17 Sobre este tema se sugiere la consulta de MARTINEZ ZUCCARDI, Soledad En busca de un campo cultural propio. Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (1904-1944), Buenos Aires, Corregidor, 2012.         [ Links ] Algunos ensayos y artículos que reflexionaban sobre historia fueron: "Muerte de Julio César", "Cartas inéditas de Rosas", "El triunfo de 1814", "El Imperio jesuítico", "Las reformas de 1902 en Francia", "Bases para una alianza chileno-argentina", "Tucumán en 1801", "Formación social argentina. La colonización española", "Nuestra América", "Informes inéditos del cabildo de Tucumán", "La prueba testimonial en la superchería. La Justicia en el siglo XVIII", entre otros. Algunos de los libros que publicaron los integrantes de esta revista fueron: TERAN, Juan. B. Fray Justo de Santa María de Oro, Cabaut, 1937;         [ Links ] TERAN, Juan B. José María Paz : 1791-1854 : su gloria sin estrella, su genio moral, Cabaut, 1936;         [ Links ] TERAN, Juan B. Obras completas : discursos a los argentinos, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980;         [ Links ] TERAN Juan B. Obras completas : espiritualizar nuestra escuela : la instrucción primaria argentina en 1931, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980;         [ Links ] TERAN Juan B. Obras completas : lo gótico, signo de Europa (libro de viajes), Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980;         [ Links ] TERAN Juan B. Obras completas : el nacimiento de la América española, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980;         [ Links ] TERAN Juan B. Obras completas : voces campesinas (diálogos), Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980;         [ Links ] TERAN Juan B. Obras completas : la universidad y la vida, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980.         [ Links ]

18 Las secciones quedaron conformadas de la siguiente forma: Sociología, dirigida por Ricardo Jaimes Freyre, Filosofía y Bellas letras, a cargo de Damián P. Garat, Jurisprudencia y ciencias afines, a cargo de Eulogio Navarro; Bellas Artes, a cargo de Santiago Falcucci; Geografía y Ciencias Históricas, dirigida por Antonio M. Correa; Ciencias Naturales y Matemáticas,dirigida por José Fierro. Por último, Ciencias médicasPedagogía, a cargo de Eugenio Tornow.

19 A través de la crónica del diario El Orden conocemos los inscriptos de cada una de las secciones. La Sección Pedagogía tenía 25 inscriptos; Geografía y Ciencias Históricas, 53; la Sección Bellas Artes contaba con 19 interesados; mientras que la Sección Ciencias Naturales y Matemáticas contaba con 50. La Sección con más adherentes era la de Filosofía y Bellas Letras, que sumaba 62 inscriptos, diez más que la Geografía y Ciencias Históricas.

20 En 1904 la Biblioteca de la Sociedad Sarmiento contaba con 10.918 volúmenes; recibía 72 revistas y periódicos del país y se habían consultado a domicilio y en su salón de lectura 8.145 obras a lo largo del año. Su director era Ricardo Jaimes Freyre, quien planeaba nutrir la biblioteca con revistas españolas y francesas y requería de las librerías de Buenos Aires la remisión mensual de novedades. La Asociación contaba con aproximadamente 800 socios.

21 Algunos de los conferencistas más relevantes durante este período fueron Juan Bialet Massé, Leopoldo Lugones, Pedro Gori, Adrian Patroni, Maximio Victoria, Joaquín V. González y Pedro Goyena, entre otros.

22 El Orden, 12/09/1906.         [ Links ] Los primeros cursos abarcaron los siguientes tópicos: "Higiene y profilaxis social"; "Alcoholismo", "Paludismo y tuberculosis", a cargo del Dr. Pedro J. García; "La versificación castellana, sus leyes y  su historia", a cargo de Ricardo Jaimes Freire; "Conflictos sociales, ambiente e individuo", a cargo de Ubaldo Benci. Al año siguiente, el Dr. Poviña tituló su curso "Estudio social sobre la tuberculosis", Juan B. Terán disertó sobre  "Historia Americana" y los ingenieros Reolín y Costanti abordaron, respectivamente, las siguientes temáticas: "Captación de aguas subterráneas" y "Desagües de fábricas de azúcar y su purificación".

23 El Orden,  9/9/1908.         [ Links ]

24 BRAVO, María Celia "Elite tucumana, cuestión regional y proyecto universitario para el norte argentino (1907-1929)". Boletín Americanista, núm. 57, Barcelona, 2007, p. 47.         [ Links ]

25 CAMPI, Daniel y BRAVO, María Celia "La etapa fundacional: Juan B. Terán, Julio Prebish y los primeros 25 años de la UNT", en 50 años de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT. 1947-1997, Universidad Nacional de Tucumán, 1997.         [ Links ]

26 Hacia 1929 la Biblioteca de la Sociedad Sarmiento contaba con 24.256 obras, mientras que en 1932, producto de donaciones de particulares, subsidios del gobierno y el envío de donaciones de países limítrofes, se alcanzaron los 35.000 volúmenes.

27 Una de las actividades más destacadas en esta celebración fue la edición de un libro conmemorativo  de los 50 años de la Sociedad, autoría del historiador Manuel Lizondo Borda.

28 "La Peña", asociación creada en 1933, acogió en su seno a artistas y escritores tucumanos y consagró su actividad a la organización de recitales de música, de exposiciones de dibujos y pinturas de artistas de todo el país, como también de conferencias científicas y artísticas. Mantuvo vinculaciones con asociaciones similares de Tucumán y de otras provincias, sobre todo con la agrupación santiagueña "La Brasa" (El Orden, 28-05-1934, p. 3).         [ Links ]

29 El Orden, 16-04-1934, p. 8.         [ Links ]

30 Respecto de Santiago del Estero vale la pena mencionar que desde mediados de la década de 1920 se publicaba una revista destinada a reproducir documentación considerada relevante para la historia provincial. Se trataba de la Revista del Archivo de Santiago del Estero, que comenzó a editarse en 1924. Además de publicar documentos oficiales de la etapa colonial y del período independiente, daba a conocer cartas enviadas a la redacción, así como opiniones que despertaba la publicación en otras provincias argentinas.

31 El Orden,  21 de mayo de 1932, p.5         [ Links ]

32 Trabajos del Instituto de Estudios históricos de Tucumán Vol. I, Tucumán, Cárcel Penitenciaría, 1936, p. 17.         [ Links ]

33 Trabajos del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán, cit., p. 15. Además de Gasset y Catalán, eran Miembros Titulares del Instituto Juan Schreier (hijo), Miguel Agüero, el Ingeniero Julio Storni, los Doctores Joaquín de Zavalía, Norberto Antoni, Francisco E. Padilla, y Fray Eudoxio de Jesús Palacio.

34 Trabajos..., cit., p. 15.

35 Trabajos...,cit,p. 16. La corta vida del Instituto impidió la elaboración del manual. De la institución sólo se conoce una publicación, el citado volumen, edición que se hizo posible debido al apoyo del Gobernador radical Miguel Campero (1935-1938) y del Ministro de Gobierno, Justicia e  Instrucción Pública, Norberto Antoni, miembro del IEHT.

36 Trabajos..., cit, p. 17.

37 Trabajos..., cit, pp. 19-20.

38 La Primera Junta Directiva, elegida el día 15 de Agosto de 1933, se constituyó con: Presidente: Dr. Emilio Catalán; Secretario General: Fray Eudoxio de Jesús Palacio, Secretaria de actas: Srta. Mercedes Filpo de Paz; Vocales: Joaquín de Zavalía y Norberto Antoni.

39 Los miembros correspondientes formaban parte de instituciones similares en sus respectivas provincias, lo que nos habla de la existencia de una red que incluía al IEHT. Sin duda el miembro correspondiente más destacado era Ricardo Levene, aunque por Buenos Aires también lo eran los ex dirigentes de la Sociedad Sarmiento José Fierro y Juan B. Terán. Bernardo Canal Feijóo, Emilio Wagner y Oreste di Lullo eran miembros correspondientes por Santiago del Estero y Monseñor Pablo Cabrera por Córdoba. El IEHT tenía también miembros correspondientes en La Plata, Mendoza, Salta, Santa Fe y Jujuy. Solo contaba con un miembro correspondiente en el extranjero, el arqueólogo austríaco Leo Pucher de Kroll, integrante de la sociedad arqueológica boliviana.

40 "Reglamento...", cit., pp. 353-354

41 "Reglamento...", cit.,  p. 354

42 También el IEHT se organizó en "secciones", las que eran "Historia General de América (pre y post-colombina)"; "Historia General de la República Argentina"; "Historia de la Provincia de Tucumán"; "Historia particular de algunas manifestaciones científicas, artísticas, etc., de América, República Argentina o Tucumán"; "Etnología y etnografía general de América y particularmente del Norte Argentino"; "Arqueología americana propiamente dicha y comparada en lo que se relaciona con América"; "Lingüística del Norte Argentino y particularmente de Tucumán"; "Geografía americana, argentina y de Tucumán"; "Folklore del Norte Argentino" y "Folklore y leyendas tucumanas".

43 Sobre este tema, ver GUERRA OROZCO, Cecilia y MOYANO, Daniel "La construcción de la disciplina histórica en la Universidad Nacional de Tucumán 1936-1948", en Actas del Primer Congreso sobre la Historia de la Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, UNT, 2006.         [ Links ]

44 Decreto de Creación de la Junta Conservadora del Archivo Histórico de la Provincia, en Trabajos del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán, cit., pp.350-351.

45 Comisión Nacional Monumento al Teniente General Don Julio A. Roca La Casa donde nació el General Roca, Araujo, Buenos Aires,  1938.         [ Links ]

46 CATALAN, Emilio "El emblema del Instituto de Estudios Históricos de Tucumán", en Trabajos..., cit., pp.313-315.

47 La lista de conferencistas se completaba con el profesor de la UNT Juan Fernando de Lázzaro, el filósofo y profesor de la UNT Aníbal Sánchez Reulet, el escritor catamarqueño Juan Oscar Ponferrada, el médico forense rosarino, Dr. Raimundo Bosh, los profesores italianos radicados en Tucumán, Gino Arias y Humberto Mandelli y el dirigente socialista Américo Ghioldi, entre otros. Todas las conferencias fueron publicados en  los Anales de la Sociedad Sarmiento, Vol. I, La Raza, 1939.         [ Links ]

48 Cf. PARRA, Graciana El 'reformismo social' conservador tucumano: el partido "Bandera Blanca" (1927- 1934), Tesis de licenciatura, Universidad Nacional de Tucumán, inédita, 2006.         [ Links ]

49 Cf. VIGNOLI, Marcela "El radicalismo tucumano, 1933-1938: la construcción de una alternativa política en la restauración conservadora", inédita,  2004.         [ Links ]

Recibido con pedido de publicación el 17 de diciembre de 2012
Aceptado para su publicación el 6 de junio de 2013
Versión definitiva recibida el 3 de julio de 2013

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